La Sra. Ostrom y la gobernanza económica Por Federico Muller La economía se ha vuelto excesivamente especializada y, tal vez, cada vez más irrelevante para el mundo real. M. Rizzo. Profesor de la Universidad de Nueva York
Pareciera ser una disciplina manejada o administrada en forma misógina y lo pudiera mostrar la evidencia empírica. Todos los galardonados con el Premio Nobel de Ciencias Económicas han sido hombres, y por lo general doctores en economía. Cualquiera de los candidatos a la presea es sometido a una intensa competencia científica en donde las damas no han figurado; además, les ha sido muy difícil incursionar y sobresalir en el campo de las teorías y doctrinas económicas. No es remoto que aparecieran por allí, los juicios a priori, exhalados sobre todo por las mujeres feministas, las cuales juzgarían al comité de notables en cuya agenda de trabajo está el decidir a quienes premiar, de excluyentes y “machistas”, porque en más de 39 años, el sexo femenino no ha pisado la alfombra roja del palacio de Suecia. El premio se entregó por primera vez en 1969, y en los años subsiguientes los ganadores han sobre salido por alguna investigación de frontera o innovación en esa rama del saber. Fue hasta 2009, que La Real Academia Sueca de las Ciencias concedió, por primera vez, a la estadounidense Elinor Ostrom (1933-2012), el prestigiado premio; aunque ya en el ocaso de su vida productiva. Tiempo después, perdió la batalla final contra el cáncer y dejó de existir en junio de 2012. Paradójicamente, su formación universitaria e intelectual no fue en la disciplina en la que obtuvo el reconocimiento. Estudió ciencias políticas, y después de una corta estancia en la empresa, se dedicó de tiempo completo a la docencia e investigación universitaria. Su vida es un ejemplo de lucha cotidiana por sobresalir en un medio hostil a la mujer. Efectivamente en el tiempo que le tocó vivir, obtener una plaza en una universidad norteamericana era muy difícil, casi sólo por el hecho de ser mujer vetaba cualquier posibilidad de acceso. Proveniente de una familia pobre de Los Ángeles C A, y sostenida por el trabajo materno, supo suplir los limitantes de la pobreza y prejuicios raciales con el estudio y el trabajo disciplinado, que le permitieron llegar hasta donde ninguna mujer había llegado. Y al parecer en el corto plazo no se vislumbra que esa hazaña académica se repita para otra científica social. Su designación al Nobel, representó una ruptura con los cánones que habían prevalecido antes de su designación, orientados por el formalismo matemático y el estudio del binomio: Mercado y Estado. Sus aportaciones dieron frescura y oxigenaron en opinión de algunos desatacados economistas, al pensamiento económico dominante, al incorporar variables y supuestos menos sofisticados en el análisis económico. La libertad dogmatica que da, el no tener la formación de economista y hacer aportaciones a la propia ciencia; el manejar las solución de los problemas económicos desde una visión multidisciplinaria;
involucrarse personalmente en las investigaciones de campo; el considerar que además del comportamiento de los mercados y las decisiones de los gobiernos existe un tercer elemento: la ciudadanía y su sentimiento de cooperación innato o producido por las normas sociales y sobre todo aplicar el sentido común, despojándose de cualquier actitud de soberbia en el desarrollo de las investigaciones. Esos y otros rasgos encarnaron la vida y obra de la Sra. Ostrom. Enseguida se mencionan algunas aportaciones que hizo al desarrollo económico, que le valieron el galardón instituido por don Alfredo Nobel (Inventor de la dinamita) La gobernanza económica. Sus amplios conocimientos en ciencias políticas, psicología evolutiva y antropología cultural, permitieron a la primera mujer merecedora del Nobel de Economía, visualizar los problemas del desarrollo económico en una forma distinta a como lo hace la teoría convencional; la dama considera que para lograr la rentabilidad económico de cualquier proyecto que se emprenda, no sólo son suficientes la implementación de políticas públicas o de mercado, sino hace falta la participación cooperativa de los involucrados o beneficiarios del potencial proyecto, y es aquí, en donde aparece la parte psicológica del comportamiento “estimativo” de las sociedades humanas; para ella el origen de la cooperación proviene de un mecanismo de defensa del hombre, el sentido gregario y de sobrevivencia; y el individuo en su comunidad los ha estructurado mediante la creación de normas sociales. Pero las investigaciones de la premiada, fueron más allá; le interesó cómo hacer que se cumplieran. Sus trabajos se acotaron a una parte del entramado económico; estudió los llamados bienes comunes, particularmente aquellos, que se hacen tangibles en la naturaleza, como bosques, tierras de pastoreo, deltas de ríos, agricultura de temporal e irrigación…Su postura siempre fue, los recursos naturales se administran mejor cuando son los usuarios quienes se encargan de esa responsabilidad productiva; mucho mejor que las empresas privadas o públicas. ”Esas normas son la materia ausente en la ciencia económica. Se puede estar muy cerca de un equilibrio en el que todos cooperen, pero para que efectivamente lo hagan se necesitan las normas”…