COLEGIO: I.E “San Martin de Porres” PROFESORA: Yanira Conde Olivera CURSO: Comunicación ALUMNO: Bernabé Atencio David Alejandro GRADO: “1ro” B sec
la ansiedad en los adolescentes es normal, trata de una sensación de preocupación que nos advierte sobre las amenazas y nos induce a tomar medidas, puede ser normal en situaciones estresantes, como hablar en público o realizar una prueba, pero la ansiedad es solo un indicador de una enfermedad subyacente cuando los sentimientos se vuelven excesivos, en todo momento e interfieren con la vida cotidiana, cuando empiezas a sentir la ansiedad, el cuerpo se tensa de forma natural, creando presión en los grupos musculares más amplios, el estrés y la ansiedad crónicos suelen exacerbar esta tensión.
Sensación de nerviosismo, agitación o tensión Sensación de peligro inminente, pánico o catástrofe Aumento del ritmo cardíaco Respiración (hiperventilación)
acelerada
Sudoración Temblores Sensación de debilidad o cansancio Problemas para concentrarse o para pensar en otra cosa que no sea la preocupación actual Tener problemas para conciliar el sueño
Padecer problemas gastrointestinales Tener dificultades para controlar las preocupaciones Tener la necesidad de evitar las situaciones que generan ansiedad
Depresión (que a menudo se produce junto con un trastorno de ansiedad) u otros trastornos de salud mental. Abuso de sustancias. Problemas para dormir (insomnio) Problemas digestivos o intestinales. Dolor de cabeza y dolor crónico. Aislamiento social. Problemas en la escuela o el trabajo. Mala calidad de vida.
Lo que el cuerpo realmente necesita es una práctica diaria de una técnica de relajación (como respiración profunda, tai chi o yoga) que tenga efectos físicos sobre la mente. Por ejemplo, la respiración profunda ayuda a relajar
un nervio importante que se extiende desde el diafragma hasta el cerebro y envía un mensaje a todo el cuerpo para que se afloje.
¿Quieres que tu cuerpo y tu mente se sientan tranquilos y fuertes como para enfrentar los altibajos de la vida? Duerme la cantidad adecuada y necesaria de horas: ni muy poco ni demasiado. Come bien: Escoge frutas, verduras, proteínas magras y granos enteros para tener energía a largo plazo (en lugar de los breves estallidos de energía que se obtienen con el exceso de azúcar o cafeína). Y haz ejercicio físico para enviar oxígeno a todas las células del cuerpo para que tu cerebro y tu cuerpo puedan funcionar a su mejor nivel.
Pasa tiempo con amigos o familiares. Las actividades organizadas son muy buenas, pero simplemente pasar el tiempo con otros te hará bien. Hacer cosas con quienes nos sentimos cercanos profundiza nuestros vínculos y nos permite sentirnos apoyados y seguros. Y la diversión y el compartir nos permiten sentirnos más felices y menos preocupados por las cosas.
Salir a dar un paseo por el parque o una caminata por el bosque puede ayudar a cualquiera a sentirse en paz o relajado. (Escoge un lugar donde te sientas seguro para poder relajarte y disfrutar de lo que te rodea). Caminar, montar en bicicleta o caminar con raquetas de nieve ofrecen el beneficio adicional del ejercicio físico. Invita a uno o dos amigos (o a un familiar) a ir contigo y disfruta de sentirte conectado con otras personas.
Una excelente manera de alejar nuestra mente de las preocupaciones es concentrar nuestros pensamientos en cosas que son buenas, bellas y positivas. Aprecia las pequeñas bendiciones de todos los días. Permítete soñar, desear e imaginar lo mejor que podría ocurrir.
El miedo es causado en gran parte por tus pensamientos. Tu cuerpo proporciona un estímulo al miedo y tu mente se dispara, dándote toda clase de motivos irracionales por los cuales deberías sentir miedo, por supuesto que los motivos no siempre son lógicos, pero estos pensamientos irracionales invaden tu mente e intensifican tu miedo.