Cuadernillo de formación

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“Sí a ésta convocatoria vienen algunos, pero no todos los convocados, no importa, en la próxima seremos más. Y, si a ésta convocatoria, vienen todos los convocados, la cordura habrá invadido en Revolución nuestro país para siempre”. Eduardo “Carlon” Pereyra Rossi Tenía al momento de su muerte 33 años, y era miembro de la Conducción Nacional de la Organización Montoneros. Peleó contra toda dictadura en la primera fila, cuerpeando al riesgo con la entereza de los verdaderos jefes cuando el Proceso se retiraba golpeando. Dolorosamente, no pudo ver una democracia en ciernes a pesar de haberlo dado todo por construirla. Estaba trabajando duramente, junto a nuevos jóvenes que lo acompañaban, en la reconstrucción de un proyecto Nacional y Popular de Liberación.


TEXTOS PARA EL DEBATE Y LA DISCUSIÓN


EVA PERÓN EL PERONISMO SERÁ REVOLUCIONARIO O NO SERÁ “En mi país lo que estaba por hacer era nada menos que una Revolución. Cuando la "cosa por hacer" es una Revolución entonces el grupo de hombres capaces de recorrer ese camino hasta el fin se reduce a veces al extremo de desaparecer. Muchas revoluciones han sido iniciadas aquí y en todos los países del mundo. Pero una Revolución es siempre un camino nuevo cuyo recorrido es difícil y no está hecho sino para quienes sienten la atracción irresistible de las empresas arriesgadas. Si todo hubiese consistido solamente en eso, la revolución habría cumplido con el pueblo en muy poco tiempo. Con una simple reforma política se arreglaba todo” "En 1955 ella hubiera salido a la calle, hubiera dado la cara, hubiera intentado repetir el 17 de octubre", David Viñas opinaba sobre Eva Perón “Es muy probable que si Evita hubiera vivido hubiera sido montonera. De una manera lineal o ingenua podría pensarse que sí, pero creo que ya en el ’50 el camino de Eva era más socialista que peronista. Ella necesitaba de Perón y del peronismo para la realización de su obra”. Juan Martini “Los Socialistas podemos hoy reivindicar las políticas nacionales y populares y el rol de Eva Perón, sin renegar de nuestro pensamiento doctrinario” Partido Socialista Argentino en una publicación del 2007. “No me molesta que me recuerden como a Eva, creo firmemente que su sacrificio y dedicación por los humildes fue autentico. No no me molestaría en lo absoluto que me recuerden como ella. Es más creo que sería un honor...” Fidel Castro "El peronismo no es ni bueno ni es malo, es incorregible" Jorge Luis Borges “Yo soy un soldado de Perón” Hugo Chávez en la UNLP


UN ACERCAMIENTO AL PENSAMIENTO DE JOHN WILLIAM COOKE

““Seguiré vivo en los que luchan””


SOBRE EL PERONISMO REVOLUCIONARIO El peronismo revolucionario es una vanguardia que busca reconciliar la política del Movimiento con el verdadero papel que éste tiene en el enfrentamiento de las fuerzas sociales. Puesto que las masas no absorben el conocimiento como una pura teorética sino mezclado con la acción, la nuestra no es una obra de mera predicación sino de militancia combativa y de difusión de las verdades esenciales que eleven el nivel de conciencia de los sectores que tienen la misión de construir la nueva sociedad en un país liberado. La política revolucionaria es acción esclarecida por el pensamiento crítico; una permanente indagación sobre una realidad fluida que no se somete a ninguna sabiduría inmóvil centelleando verdades definitivas. Mientras el peronismo no se estructure como "partido revolucionario" —es decir, con una política revolucionaria entendida como unidad de teoría, acción y métodos organizativos, seguirá librado al espontaneismo, a la yuxtaposición de tácticas que no se integran como estrategia, a los callejones sin salida en que sucesivamente lo meten los dirigentes burocráticos que no conciben otra salida que los frentismos electorales o los falsos atajos del golpismo. Porque golpismo y electoralismo pitagórico no constituyen vías antagónicas sino que son dos hipótesis de una misma concepción que implica la renuncia a la toma del poder. Expresan la incapacidad de transformar nuestro número en fuerza, al poner el número al servicio de quienes detentan la fuerza; es decir, aceptan la "integración", que además es de una imposibilidad histórica. Porque el peronismo es la expresión de esa crisis integral del régimen burgués argentino. El régimen tiene fuerza para subsistir pero no puede institucionalizarse porque el peronismo obtendría el poder, y aunque no formule un programa anticapitalista, la obtención de satisfacciones mínimas compatibles con las expectativas populares y las exigencias de autodeterminación llevarían a la alteración del orden social existente. El peronismo, por su parte, jaquea al régimen, agudiza su crisis y lo obliga a sobrevivir a costa de la flagrante violación de sus presupuestos ideológicas con que, nos definen los voceros de la burguesía, equilibrio inestable se manifiesta la irreductible incompatibilidad entre régimen y peronismo, signando el fracaso de todas las tentativas para integrarnos a las estructuras del statu quo, y de todas las líneas políticas del peronismo que busquen la "conciliación", la paz social, la pausa política, etc., etc. Es preciso que demos el paso de la rebeldía a la revolución, que no se produce espontáneamente o por revelaciones que automáticamente surjan de la práctica de las masas, sino por la elaboración teórica que en parte substancial de la conducción. Nuestro déficit en este aspecto viene de lejos, y estamos pagando las consecuencias. Porque si negamos las frivolidades sociológicas con que nos definen los voceros de la burguesía, tampoco el convencimiento de nuestra trascendental razón de ser histórica puede confundirse con los paraísos artificiales de la autocomplacencia que nos hace depositarios de un destino providencial. El peronismo, como estructura del nucleamiento de la masa popular (política, administrativa, sindical, etc.) siempre ha estado por debajo de su calidad como movimiento de masas. Esta contradicción, mientras persista, nos condena no romper la adversa correlación de fuerzas que soportamos. Al mismo tiempo, la orgullosa seguridad que el Movimiento ha opuesto a la denigración, el escarnio y las persecuciones, no puede hacernos incurrir en la ilusión de que somos los predestinados poseedores del devenir. Nuestra importancia es también nuestra responsabilidad, y si afirmamos ser uno de los polos de la antítesis político-social contemporánea no lo es a título exclusivo, sino como eje de un frente de la nacionalidad en lucha contra la explotación interna e internacional. El reciente golpe militar confirma que nuestra posición era correcta, pues significa un simple reajuste del régimen que desnuda sus títulos violentos y cierra los falsos caminos que nos presentaba el conformismo reformista. La magnitud de la tarea, sus dificultades y peligros, convocan a la verdadera unidad, que es la del combate por la libertad real de nuestra patria y de nuestro hombre. La calidad de revolucionario es la que sirve de base a esa solidaridad activa, haciendo desaparecer las diferencias secundarias en que se entretienen los que están alienados a la superestructura del intolerable orden burgués que nos oprime.


PERONISMO Y LUCHA DE CLASES No se puede "superar" eliminándola como expresión político-partidista, como se intenta actualmente, porque responde a una contradicción insoluble entre un régimen capitalista que ha agotado su programa y vive en crisis permanente, y las fuerzas cuyas reivindicaciones no tienen satisfacción posible dentro del contexto de esa institucionalidad cuya entraña expoliadora intenta ocultarse bajo el "occidentalismo cristiano" y otros despropósitos propagandísticos del sistema mundial de explotación encabezado por Estados Unidos. Por lo tanto, el peronismo es, por su composición social y sus luchas, revolucionario por esencia. Y si existe, en su seno, el peronismo revolucionario, es porque el régimen, mediante el manejo del aparato estatal y cultural, demora la toma de conciencia de las masas con respecto a las razones de la tragedia que sufren y a la política que pueda ponerle fin. Lo que llamamos "burocracia peronista" es, en síntesis, una capa dirigente que opera con los mismos valores del enemigo y es incapaz, por lo tanto, de conducir a las bases a la toma del poder, sin lo cual no hay salida ni para las clases trabajadoras ni para el país, pues ya hemos entrado en una etapa en que no hay nacionalismo burgués sino que revolución social y liberación nacional no son objetivos diferenciabas sino dos aspectos de un mismo proceso indivisible. FRASES: “Una revolución requiere partido revolucionario, jefes revolucionarios y mito revolucionario, por un lado, y la ocasión, por el otro”. “Los partidos políticos tradicionales no forman parte del Frente de Liberación por la sencilla razón de que están en la trinchera enemiga. No desean terminar con la opresión sino cambiar la mentalidad de los oprimidos”. “Ese es el mal de nuestra gente. No se hace política de ideas y conducta, sino política de personas”. “el peronismo no desaparecerá por sustitución sino mediante superación dialéctica, es decir, no negándoselo sino integrándolo en una síntesis”. “Ni Revolución Rusa ni 4 de julio. Ni torvos propósitos de liquidación en masa ni retórica libertaria sin reflejo en la vida económica. Simplemente nacionalismo”. “La revolución nacional siempre es en parte socialista, siempre es un paso hacia el socialismo, mayor y menor de acuerdo a las circunstancias objetivas concretas, que existan en el país… Yo creo que América Latina se emancipará siendo socialista. Que el peronismo, que será el conductor de la liberación argentina, será socialista”


JUAN JOSÉ HERNANDEZ ARREGUI PENSAR EL NACIONALISMO POPULAR DESDE EL MARXISMO

““Soy peronista por que soy marxista””


El autor recorre los caminos vinculados a las líneas extendidas entre el peronismo, diferentes miradas sobre la izquierda y como repercutieron y de las que se nutrió este movimiento. Cuba, Vietnam, China, la Unión Soviética y sus políticas estuvieron a la orden del día para rearmar una identidad peronista. En el documento fundacional de 1964 del Movimiento Revolucionario Peronista, por ejemplo, puede leerse que "el peronismo es un movimiento que entronca con todas las grandes revoluciones de la humanidad". El propio Perón, en carta a Hernández Arregui, denota el optimismo de la época y cómo todos los fenómenos contestatarios del sistema se interrelacionan: "la Revolución está en marcha”, afirmaba. La radicalización masiva La rebelión cordobesa de mayo de 1969 es sucedida por levantamientos de los pueblos de casi todas las ciudades grandes y medianas de la Argentina -la excepción es Buenos Aires-, en medio de un clima de debates en el que lo que principalmente se discute no es la inexorable y pronta caída de la dictadura sino las alternativas para su reemplazo. Entre cientos de miles de jóvenes trabajadores y estudiantes se habla de un gobierno de tipo "obrero y popular", "revolucionario y socialista"; los contenidos de esas fórmulas constituyen el motivo de las disputas ideológicas de la época, donde lo que se discute fundamentalmente es si esa construcción se hará bajo las banderas del peronismo -opción mayoritaria- o siguiendo un modelo de inspiración guevarista. Naturalmente, también hay combinaciones peronistas/guevaristas, y variantes trotskistas, maoístas o vietnamitas. Los contrastes que se producen en las luchas a nivel regional -el giro represivo de los militares brasileños, la derrota y muerte del Che Guevara en Bolivia- son contrabalanceados por la exitosa resistencia de los vietnamitas a la invasión norteamericana, el avance de las luchas anticolonialistas en el África, las perspectivas que se atribuyen a los avances de la izquierda en Chile y Uruguay, y la originalidad de los procesos antiimperialistas de Bolivia y Perú. La persistencia -ya entonces por más de una década- del proceso revolucionario cubano es central; como afirma Silvia Sigal, "Cuba construyó un puente entre izquierda, nacionalismo y peronismo, y pudo emerger entonces una ala izquierda peronista". El clima de época se expresa en que una de las organizaciones guerrilleras peronistas -"formaciones especiales" en la denominación de Perón- usa como consigna la de "venceremos en un año o venceremos en diez, pero venceremos", ante la impaciencia de quienes creen que el triunfo puede estar mucho más cercano. El propio Perón, en carta a Hernández Arregui de diciembre de 1969 -que es incluida en la segunda edición de ‘La formación de la conciencia nacional’, denota el optimismo que se vive y cómo todos los fenómenos contestatarios del sistema parecen interrelacionarse: "la Revolución está en marcha. Como en 1789, ha comenzado por La Bastilla. Por primera vez parecen ser contemporáneos todos los hombres. Hemos presenciado el 29 y 30 de mayo de 1969 en las ciudades argentinas el mismo espectáculo que un año antes impulsaba a las barricadas en el Barrio Latino de París. Podemos exclamar como André Malraux: el ensayo general de este drama suspendido anuncia la gran crisis de la civilización occidental. El encuentro de la juventud con el proletariado es un fenómeno sin precedentes". Tanto en otras cartas a Hernández Arregui como en sus diferentes manifestaciones públicas -filmaciones, grabaciones-, Perón adopta por entonces la fórmula del "socialismo nacional" dentro de un contexto internacional donde "el mundo marcha inexorablemente hacia el socialismo", y las citas y comparaciones con Fidel Castro y Mao Tse Tung menudean. Así, por ejemplo, en su ‘Mensaje a la Juventud’ del 20 de octubre de 1965, Perón sostiene que "porque buscamos el poder para esa clase mayoritaria, es que debemos prevenirnos contra el posible ’espíritu revolucionario’ de la burguesía. Para la burguesía, la toma del poder significa el fin de su revolución. Para el proletariado -la clase trabajadora toda- la toma del poder es el principio de esta revolución que anhelamos, para el cambio total de las viejas y caducas estructuras demo-liberales", o en su carta al Movimiento cuando la muerte del Che, afirma que "las revoluciones socialistas se tienen que realizar; que cada uno haga la suya, no importa el sello que tenga". Naturalmente, esto facilita mucho el proceso de nacionalización de los sectores medios, que encuentran menos contradicciones para que su radicalismo ideológico propio de los tiempos entronque con el movimiento político que representa a los -algo endiosados- trabajadores manuales. Hernández Arregui goza ya de un sólido prestigio entre sectores medios que ven en él a un adelantado, al arribar a conclusiones a las que ahora ellos están llegando. En la síntesis de Esquivada, “una figura cuyos textos resultarían centrales para dos jóvenes revolucionarios... las lecturas históricas de Hernández Arregui tenían la riqueza de la heterodoxia”. Se ha dicho incluso que él fue el introductor en el peronismo de conceptos como “colaboracionista”, “burócrata” y


"reformista", aunque la afirmación requeriría arduas demostraciones. Esta influencia puede rastrearse, por ejemplo, en la recolección de textos de organizaciones revolucionarias de entonces que incluye Carlos Altamirano en su volumen ‘Bajo el sigilo de las Tasas’. En el documento fundacional de 1964 del Movimiento Revolucionario Peronista, dirigido por Gustavo Rearte, puede leerse que "el peronismo es un movimiento que entronca con todas las grandes revoluciones de la humanidad" y que "debe desprenderse de los elementos que lo frenan y superarse"; en el programa liminar del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) -1970- se plantea el concepto de la continuidad de las luchas históricas populares y la necesidad de solucionar para siempre la cuestión agraria argentina, y en la declaración de Montoneros de ese mismo año también está la idea de la continuidad histórica, en este caso más concretamente con la resistencia peronista. En todos los casos, aquellas son ideas que Hernández Arregui desarrolló con precisión, y probablemente también por primera vez en Argentina. Fueron pocos los grupos que -como el ERP- proviniendo de la llamada Nueva Izquierda heterodoxa se resistieron a la prédica, de la cual Hernández Arregui era adalid, en cuanto a asumir la identidad peronista. Incluso el grupo liderado ideológicamente por José Aricó, expulsado del Partido Comunista en 1962 al comenzar la publicación de la prestigiosa e influyente revista ‘Pasado y Presente’, ya en 1965 parecía plantear que ésa era la única opción. Aricó mismo se interrogaba: "cerrado el camino de un partido de izquierda como única y concreta vía de aproximación a la clase trabajadora, ¿cuál es la posibilidad que se le ofrece al joven intelectual proveniente de las capas medias de fundirse con la clase obrera?". Centrando el análisis en Hernández Arregui, Gustavo Morello afirma: "posiblemente se debió a estos grupos el hacer creíble el peronismo para las organizaciones revolucionarias". Aun cuando Hernández Arregui considerara la Universidad como el ámbito privilegiado en el que se reproducía la colonización cultural de las clases medias, a fines de los años 1960 se dio también allí un proceso contracultural en el que sus ideas cumplieron un papel protagónico. Desde el análisis de Néstor Kohan, "en apenas quince años Hernández Arregui logra una increíble tarea pedagógica subterránea y extra-institucional (muchas veces anti institucional), coronada con el ingreso de sus textos como bibliografía obligatoria en la universidad en 1973".En uno de sus centros más prestigiosos -la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires- surgieron las llamadas "cátedras nacionales", orientadas por el sociólogo Roberto Cárdenas y por el sacerdote Justino O’Farrell, que intentaban "repensar, a la luz de la problemática política del momento, las corrientes de pensamiento europeas y formular teóricamente las cuestiones que tenían que ver con la liberación nacional. Para ello leían a Hernández Arregui y Jauretche, pero también a la Escuela de Frankfurt, Habermas, Sartre, Hegel". Cárdenas sostendría por entonces que "la construcción de una sociología nacional es posible, como así también la elaboración de las herramientas conceptuales necesarias para las tareas de investigación y procesamiento teórico, pero siempre y cuando el sociólogo realice sus tareas al servicio del Movimiento Nacional de Masas... el Peronismo leal a Perón". Algunos de los títulos de las materias que dictaban en esas cátedras parecían extraídos de los libros de Hernández Arregui: Problemas Socio-Económicos Argentinos, Proyectos Hegemónicos y Movimientos Nacionales, etc106. En la reedición de ‘La formación de la conciencia nacional’, Hernández Arregui reproduce dos documentos que le han enviado desde este sector; una Convocatoria a los Profesores Universitarios Argentinos, firmada por Justino O’Farrell, BIas Alberti, Carlos Grosso y Arturo Fernández, y una Declaración de los Docentes Peronistas de la Carrera de Sociología, firmada por Juan Pablo Franco, Jorge Carpio, Susana Checa, Alcira Argumedo, Gunar Olsson, Pedro Krotsch, Eduardo Jorge, María E. Cubiló, Fernando Álvarez, Ricardo Sidicaro, Ernesto Villanueva, Alejandro Peyrou, Horacio González, Daniel Portela y Roberto Carri; este último dirá en ‘Poder imperialista y liberación nacional’: "aquí, en la Argentina, todo intento por universalizar abstractamente la ciencia se convierte en una teoría de apoyo a la dominación imperial. La verdadera alternativa para un sociólogo consiste en producir científicamente desde nuestra propia realidad como país y desde dentro del movimiento popular, que aquí no es otro que el peronismo". La lucha por identificar peronismo y socialismo ‘Peronismo y socialismo’, publicado en 1972, quiere ser -y así consta en sus páginas- un libro para los trabajadores: Hernández Arregui resuelve ofrecer un texto en donde el proceso de fusión entre lo afirmativo nacional y lo socialmente revolucionario sea explícito, accesible incluso para lectores sin formación previa. Al lector del siglo XXI, que vive en medio de una intensa degradación de los hábitos de lectura y de la formación cultural de nuestros pueblos -un fruto consciente de las políticas neoliberales


de estupidización-, el texto no le parece fácil (a modo de consuelo, puede recordar que Karl Marx escribió ‘El Capital’ pensando también en los obreros, y hoy es, por su supuesta complejidad, un libro incomprensible para los estudiantes de economía). Como libro, ‘Peronismo y socialismo’ está entre los menos logrados de su autoría. La composición resulta a veces repetitiva -se notan huellas de trabajos anteriores que han sido reciclados-, y el tono de ciertos países resuena decididamente dogmático. Una idea central del volumen es que la crisis del imperialismo capitalista se ha trasladado al Tercer Mundo, y que es allí donde se están librando las batallas decisivas para el porvenir de la humanidad, inexorablemente socialista. Se trata de una visión bastante cerrada, donde el "hippismo" -por poner un ejemplo- sólo se considera como expresión de la decadencia del sistema, y la admisión de la homosexualidad como prueba de su estado de putrefacción. Hay también intuiciones certeras acerca del papel que están cumpliendo los nuevos medios de difusión, pero Hernández Arregui está convencido -hoy parece difícil sostenerlo- de que perderán inexorablemente la partida, pues la verdad de sus mistificaciones pronto se develará. La violencia se presenta como única alternativa para la liberación, y las ideas de los que han quedado en el camino -Scalabrini Ortiz, John W Cooke- se impondrán por esa vía. Como en su primer libro, el análisis se centra en el fenómeno imperialista, que aquí el autor describe fundamentalmente a través de los escritos clásicos de Lenín. El desarrollismo es la fórmula con la que ha intentado encubrirse en América Latina, pero ya los pueblos han descubierto la tramoya. Más lo preocupa un fenómeno interno a la subjetividad revolucionaria: la creciente cooptación de dirigentes sindicales -algunos con digna trayectoria previa- por las centrales doctrinarias de Estados Unidos, que desea despolitizar a los sindicatos y transformarlos en algo así como mutuales ajenas a la liberación, lucha por la Hernández Arregui sostiene la idea de un sindicalismo de clase, que lleve a cabo intervenciones -huelgas y movilizaciones- aun más allá de la lucha reivindicativa. En el caso del peronismo, cuya naturaleza movimientista no le permite articularse como partido revolucionario, los sindicatos deben cumplir en parte esa función; de algún modo, está presente la influencia de la fórmula trotskista del "partido revolucionario basado en los sindicatos". En el capítulo III, el autor vuelve a la necesidad de la lucha cultural en los sectores medios, considerando que los dos grandes terrenos de esa lucha son el Ejército y la Universidad. Hay que recuperar ambas instituciones para disminuir los dolores de parto de la nueva sociedad; la izquierda, que no termina de aceptar al peronismo -el Partido Comunista es el núcleo más irreductible en este aspecto- sigue jugando un papel contradictorio, pues se opone al único movimiento que puede lograr los fines transformadores que ellos proclaman perseguir: los del socialismo. Éste es explicitado en contraposición respecto del capitalismo en el capítulo siguiente; la sección es especialmente maniquea, pues el modelo socialista se presenta ubicado en una total superioridad, tanto en los aspectos económicos como culturales, sociales, etc. Cuando Hernández Arregui ejemplifica, lo hace con los logros de la Unión Soviética, que ya habría superado a los Estados Unidos en todos los temas significativos. Aquí, su visión parece fuertemente determinista; resalta la inevitabilidad del cambio de sistema, y apenas aborda ciertas asincronías que se constatan entre -por ejemplo- los diversos países iberoamericanos; en Asia y África los procesos son presentados como más homogéneos. El libro termina con un estado de la situación política argentina: el Gran Acuerdo Nacional propuesto por los militares para garantizarse una retirada honrosa hace agua por la multitud de factores que lo enfrentan; luchas sociales, organizaciones armadas, sindicatos, intelectuales nacionalizados. Factores que, inevitablemente, operan al servicio de la estrategia de Perón, quien en este momento ya no oscila, y apuesta fuerte al regreso al país y al poder. Hernández Arregui hace un vuelo por sobre los últimos veinte años de nuestra historia sociopolítica, y señala los retrocesos que han significado. Sin embargo, en su análisis parece más importante lo que se ha acumulado en el otro plato de la balanza. La creciente radicalización hace que el modelo ya no sea el de la comunidad nacional organizada del primer peronismo, sino el del socialismo que -en su lectura- se impone en todo el mundo. La clave está en que los sectores revolucionarios, que ahora sí cuentan con el apoyo decidido de Perón, puedan derrotar a los sectores burocráticos y reaccionarios que siempre han existido en el movimiento, pero que ya no son funcionales más que a los fines de la contrarrevolución. Juan José Hernández Arregui entra por entonces en un período de gran exposición pública; la revista Prirnera Plana -el semanario político más leído en la Argentina de aquellos días-le hace un espacio107, y constantemente participa en charlas, debates y paneles. En una mesa redonda sobre el Socialismo Nacional realizada en la Federación de Obreros y Empleados Telefónicos (FOETRA), el 22 de septiembre de 1972, comparten la tribuna con él Julio Guillán -máximo dirigente de ese gremio-, el abogado


laboralista y defensor de presos políticos Luis Cerrutti Costa, Ricardo Carpani, Antonio Carballeda del Peronismo Revolucionario y los sindicalistas Benito Romano y Tomás Saraví. Es interesante medir el grado de radicalización tomando como referencia los discursos de tres de los participantes. Cerrutti Costa, por entonces ya un hombre de edad, sostiene que "otra característica que es esencial al socialismo es el internacionalismo proletario. Ningún auténtico marxista y cristiano puede aceptar que la solidaridad humana con los oprimidos se agota en la propia patria. Mientras exista un hombre oprimido en el último rincón del planeta, ningún revolucionario puede considerar su misión cumplida. Pero la mejor manera de llegar al objetivo final es luchando por la liberación de la propia patria, y dentro de la misma por la liberación del hombre". Por su parte, Tomás Saraví agrega: "hay que evitar caer en el capitalismo de Estado, a la luz de la experiencia histórica y del Movimiento. La nacionalización no debe ser una simple estatización. Los sectores básicos (siderurgia, electricidad, bancos, frigoríficos, petróleo, comercio exterior) deberán ser los puntos centrales del proceso de socialización, al mismo tiempo que se realicen las reformas agrarias y urbanas". Finalmente, Julio Guillán afirma que" en esta etapa de desarrollo revolucionario de nuestra patria, podemos pensar -y lo propongo como tema de discusión- que el Socialismo Nacional es la consecuencia de la lucha de la humanidad misma. Es nacional porque se desarrolla en cada patria, hasta el momento en que el mundo se integre en el socialismo internacional"108. Por su trayectoria, por su erudición, por su compromiso, Hernández Arregui ha devenido un referente intelectual para una amplia gama de organizaciones -en su mayoría constituidas por las nuevas generaciones- que buscan una salida revolucionaria a la crisis. Jauretche sigue haciendo su aporte en el campo de una sociología criolla, y Puiggrós y Ramos en el plano de la historia; los debates por la izquierda nacional han perdido hasta cierto punto su sentido previo, pues las grandes opciones ahora parecen establecerse en términos de peronismo revolucionario e izquierda revolucionaria. El costo de la exposición de Hernández Arregui como referente peronista revolucionario es alto: casi en simultáneo con la aparición de su libro, grupos fascistas -indeterminados, aún hoy no se sabe si militares o de la derecha peronista- ponen una bomba en su casa que casi mata a su mujer. La solidaridad que recibe entonces es amplia: muchos comprenden que se ha atentado contra la figura más notoria, pero que inexorablemente los grupos del terror blanco irán por ellos si no se los detiene. Hernández Arregui no da un razonable paso al costado: como tantos otros entonces, confía en que esos coletazos de guerra civil pasarán pronto, con la imposición del peronismo que ya sólo puede ser posible en su versión revolucionaria. Perón resuelve regresar en noviembre de 1972, y se convoca a una amplia y heterogénea comitiva para acompañado: sindicalistas de distintas corrientes, actores, cantantes, historiadores, escritores. La idea es que, con sus prestigios y figuración pública, presten seguridad al retorno. Hernández Arregui es invitado y participa del viaje, que culmina sin incidentes. Pero aún entonces la candidatura de Perón es imposible, y éste elige como su reemplazante a su delegado de entonces: Héctor Cámpora, conocido por su extrema fidelidad al viejo líder. En la fórmula lo acompaila un conservador, Solano Lima: pareciera que Perón quiere tener un gesto hacía los sectores moderados que coincida con su por entonces autoproclamada imagen de "león herbívoro". Sin embargo, si Cámpora fuera vetado, el candidato de reemplazo sería el teniente Licastro, una opción indigerible para los militares. Finalmente el peronismo, que ha articulado un frente con sectores de poca significación -numérica e ideológicamente- triunfa, con una consigna atractiva pero que debilitará la autonomía del nuevo gobierno: "Cámpora al gobierno, Perón al poder". El estado de agitación y movilización social es enorme; por sí mismas, las masas que se han reunido para asistir a la asunción de Cámpora el 2S de mayo de 1973 -y que aclaman en la Plaza de Mayo a los presidentes de Cuba y Chile, Dorticós y Allende- marchan a la cárcel de Villa Devoto y liberan a los presos políticos antes de que el Congreso vote la ley que así lo determina. Durante aquellos días se ocupan tierras, viviendas, fábricas: toda una oleada de reivindicaciones contenidas por casi dos décadas quiere encontrar de inmediato su realización. Perón envía mensajes de "prudencia y sabiduría", convoca a los jóvenes a hacer "todo en su medida y armoniosamente", lo cual resulta casi imposible. En el nuevo gobierno los sectores radicalizados tienen una representación minoritaria pero activa; la prensa "seria" denuncia el caos y las tendencias "comunistas" del gobierno. Perón resuelve hacerse cargo personalmente, y regresa de España, a donde había vuelto luego de su breve visita anterior. La angustia de un intelectual comprometido y responsable El día del regreso -20 de junio de 1973- iba a ser una fiesta para los millones de argentinos que concurrieron a recibir a su líder en Ezeiza. Pero devino en tragedia. Los sectores de la extrema derecha peronista desataron una masacre que terminó con gran cantidad de muertos y heridos. Para el peronismo revolucionario, no fue sólo ése el impacto del retorno, sino que el General adoptó -al día siguiente de su llegada- definiciones muy poco proclives a su tendencia: desapareció de su lengua lo del "socialismo nacional" porque "no hay nuevos rótulos que califiquen a nuestra doctrina ni a nuestra ideología: somos lo que las veinte verdades peronistas dicen". Esas "veinte verdades"


-de cuya existencia muchos jóvenes venían a enterarse recién entonces-, no moldeaban una sociedad socialista sino más bien el modelo implementado entre 1945 y 1955, el de la comunidad organizada, el que Hernández Arregui había caracterizado como la forma de la revolución democrática burguesa en la Argentina. Por añadidura a 10 anterior, pronto quedó en claro que Perón había decidido tomar las riendas del gobierno, para lo que se convocaron nuevas elecciones. El interinato quedó en manos de Raúl Lastiri, cuyo único mérito era ser yerno de López Rega, quien ya se perfilaba como referente de los sectores de extrema derecha del peronismo. Entrar en los motivos de aquel giro de Perón excede las ambiciones de este trabajo. Puede apuntarse algo obvio: el contexto regional era muy poco propicio, pues a la dictadura brasileña se le sumaron en pocos meses la de los militares uruguayos y la de Pinochet en Chile. No era, precisamente, un momento de auge revolucionario en América Latina. Y las fuerzas armadas argentinas estaban dispuestas a aceptar -a regañadientes y, como se demostraría, por poco tiempo- un gobierno peronista ortodoxo, pero no uno revolucionario. Como complemento de aquel marco, no parecía viable convencer a los jóvenes revolucionarios que se sentían protagonistas de un movimiento social.


Roberto Carri Imperialismo y Coloniaje

“La única manera de no caer en el formalismo teórico es poner en el primer plano la acción política"


América Latina jurídicamente independiente, es la primera experiencia mundial neocolonialista. El neocolonialismo, considerado una forma reciente de división internacional del trabajo, existe, sin embargo, hace ciento cincuenta años en América Latina. Las colonias se emanciparon de la dominación española y portuguesa, e ingresan sin solución de continuidad como apéndices de la economía inglesa; no tanto como productores de materia prima sino como consumidores de dos tipos de excedentes: excedente de productos manufacturados; y otro que responde a un déficit local, pues permanentemente los Estados americanos vivían un profundo déficit financiero, el excedente financiero. La banca inglesa financia con empréstitos a los Estados Americanos y en garantía obtiene concesiones, comerciales y territoriales, que posteriormente tendran gran influencia cuando se estructure un mercado basado en América Latina productora de materias primas. Esto ultimo, en Argentina, recién ocurre en forma definitiva y organizada después de 1852. El subcontinente se divide en tantas naciones como puertos de exportación capaces de organizar el comercio exterior existían. Por un lado, división territorial sustentada en luchas de influencias y en la imposibilidad de mantener un mercado unificado regional; por otro, las oligarquías portuarias estructuran su poder político y establecen sus limites jurídicos, su propio ente nacional, donde existen posibilidades para organizar un sistema importador y exportador con subsidios financieros. a- Monopolio y libre competencia en América Latina El poderío económico de Inglaterra y en menor medida de Francia, después de 1820 estará acompañado por su presencia militar. Esta característica de la sociedad imperialista moderna, en forma no incipiente sino decisiva, aparece como sistema de dominación extranjera en América Latina. Si otra característica des imperialismo es el monopolio sustentado por el poder de un Estado que garantiza su expansión sobre otras naciones, en América Latina el monopolio fue la única manifestación del capitalismo. Aquí nunca hubo capitalismo no monopólico, capitalismo de competencia donde multitud de pequeños productores producen “espontáneamente” la desaparición de algunos de ellos y la concentración en otros. La competencia estaba resuelta en los mercados europeos; quienes llegaban con sus productos ya habían vencido a los competidores en Europa. No venían los ingleses a competir en la Argentina, venia el ingles que había vencido a sus competidores en Inglaterra. Los ingleses llegan como monopolistas, aquellos capitales que ingresan son monopólicos. Por otra parte, la organización colonial del imperio español también se basaba en el monopolio del Estado español sobre la producción y el comercio de las colocas. Los atisbos de capitalismo local que existían en las zonas no portuarias, son destruidos por el ingreso de la manufactura extranjera. Ese proceso de destrucción de los mercados del interior trae como consecuencia una agudización de los conflictos internos. En la Argentina la guerra civil, las montoneras. Y esta agudización de los conflictos tiene q ver no solo con el poder político de la ciudad puerto sino con el uso de ese poder al servicio de intereses extranjeros que destruye las economías locales. La contradicción puerto-interior es derivada de la principal: imperialismo-nación. Esta fue la causa del déficit creciente de las finanzas del Estado cubiertas con el empréstito ingles por Rivadavia q intenta atraer capital extranjero. Tanto los ingleses como los franceses compiten por el empréstito rivadaviano, garantizado por la famosa ley de enfiteusis que algunos llamaron “reforma agraria”; pero que significo dejar en poder del Estado las tierras como garantía de que el empréstito iba a ser pagado la banca inglesa, En definitiva, el Estado era tenedor de tierras que eran de los ingleses.. De 1820 a 1850 los ingleses controlan el proceso de desarrollo e integración capitalista de los mercados sudamericanos en el mundo. El proceso de expansión capitalistas crea paulatinamente un sistema mundial; en Asia y África los intereses franceses, holandeses e ingleses compitan por su dominio; en el sur de América será monopolizado por Inglaterra. En el norte de Sudamérica, Centroamérica, el Caribe, habrá lucha por el poder con Estados Unidos que en la segunda mitad del Siglo XIX pasa a controlar las economías del área. Para África y Asia es correcto plantear la integración de áreas que hasta ese momento no contaban en el sistema internacional de mercado. En cambio América ingresa al sistema universal de relaciones mercantiles con el descubrimiento, mas concretamente cuando se estabiliza la conquista española en el Siglo XVI.


b- Sociedades yuxtapuestas y nacionalismo romántico Este sistema de dominación y control de las áreas productoras por una potencia extranjera no es la superposición de dos sociedades. Criterio bastante común en el nacionalismo romántico, es postular una esencia nacional frustrada por superposición a esa sociedad de otra distinta que controla el movimiento de la primera. Pero rota la relación por algún tipo de actividad política decisiva, a través del control del poder de la sociedad local desarrolla sus propias cualidades que venían de antes y habían sido frustradas, frenadas, deformadas. En realidad, la unificación del mercado mundial incorpora a todas las áreas y las conforma como partes necesarias. No hay yuxtaposición sino ingreso y por otro lado conformación y desarrollo de una sociedad en las condiciones que el mercado mundial impone. Los grupos sociales, las clases, los distintos sectores de la población de las naciones dependientes son función del desarrollo del mercado mundial. No hay dos sociedades distintas sino una sola unificada por el mercado, con potencias hegemónicas que incorporan áreas dependientes al universo capitalista. Desde un punto de vista, el capitalismo no puede unificarse ni crear un centro universal y exclusivo de dominio. Existe competencia permanente entre fuerzas capitalistas que luchan por el control y el poder. En ningún momento, aunque el predominio de Inglaterra era evidente en el siglo XIX pudo destruir la capacidad expansiva de potencias como Francia, Estados Unidos –después los hechos demostraron que tuvo las mayores posibilidades-, Alemania o Japón. El sistema capitalista unifica y se mantiene dividido por fuerzas opuestas, por la competencia por el poder dentro del sistema. Por otro lado se mantiene dividido y a la vez unido por las fuerzas que luchan contra el sistema. Hay dos tipos de contradicciones, aquellas que afirman el poder de un sector sobre otro y las que tienden a destruir el sistema. El capitalismo existe siempre en medio de esas contradicciones. Estas fuerzas conformaran las sociedades locales; el capitalismo universaliza la relación y al hacerlo crea sistemas de oposición a esa “relación universal” que son profundamente particulares, profundamente nacionales. Oposición básica al dominio universal del poder imperialista sobre las naciones dependientes. La contrapartida del imperialismo son las fuerzas sociales nacionales (particulares) cuyo fin es romper la sujeción “universal”. c- Dependencia estructural Existe una dependencia “estructural”, el sistema imperialista es el modo de vida de las sociedades modernas del capitalismo. Un autor norteamericano, critico del imperialismo –H. Magdoff – dice que el imperialismo no es problema de elección para la sociedad capitalista, es el modo de vida de la sociedad capitalista. El capitalismo no puede ser otra cosa que imperialismo. El imperialismo también es el modo de vida de la sociedad dependiente; la sociedad dependiente es un producto de la dominación imperial y no hay alternativa capitalista no imperialista que pueda romper con la dependencia. “No hay alternativa capitalista” quiere decir que el problema no es de yuxtaposición de sociedades autónomas en su propio desarrollo, accidentalmente unidas por razones políticas o contingentes; es la formación de una sociedad como apéndice, como la otra cara del desarrollo (dado que a veces se habla de subdesarrollo), como necesaria para la expansión del imperialismo. La Argentina crea desde su independencia relaciones muy estrechas con el mercado mundial controlado por Inglaterra. Los franceses, dos veces en el periodo de Rosas, intentan acceder a los mercados locales bloqueando el Río de la Plata, pero no tienen éxito. O, si bien lo tienen en tanto emigrados logran reinstalarse en el poder en 1852, estos no realizan la política de los franceses sino de Inglaterra que en definitiva tenia mas posibilidades de control sobre el área. Los ingleses desde 1806 establecen vinculaciones locales; desde 1809 concretamente, con la libre importación en el puerto de Buenos Aires (Representación de los Hacendados). El Estado argentino aparece como instrumento de afirmación de la influencia inglesa en el país. La mayoría de los capitales ingleses invertidos desde 1852 son capitales que ingresan al país a través de contratos con el Estado. Aunque después los ingleses los administran de manera privada, la construcción de ferrocarriles, instalación de aguas corrientes, gas, electricidad, teléfonos (donde ingresan los norteamericanos) son actividades fundamentalmente promovidas por el Estado. No es desarrollo de la inversión privada, mas bien correspondería a cierto sistema considerado público. Junto con estos ingresan capitales que se establecen en otro tipo de actividades privadas. Pero Inglaterra establece su control a través de la inversión en sectores de la “infraestructura”; del control del co-


trol del comercio exterior. Inglaterra importa cereales, lana, cuero y carne después de la instalación de frigoríficos, en situación preferencial; y es abastecedora principal de cierto tipo de manufacturas básicas, materia prima, productos semiterminados, etc. Pero el control ingles significa el desarrollo, la creación de clases sociales, grupos dentro de las clases, economías locales vitalmente relacionadas con este sistema internacional dominado por Inglaterra. No es un desarrollo propio y autónomo de clases, grupos y economías regionales, que después establecen relaciones dependientes con una economía fuerte y externa a esta altura de las circunstancias, que produce y crea esas economías regionales. Ese es el significado de la dependencia estructural. Las clases dominantes, los sectores agroexportadores, industriales y financieros, vinculados a este sistema no poseen un factor diferencial de la burguesía en la historia: ideología. Desarrollan, aplican y repiten los postulados ideológicos, políticos y filosóficos de las burguesías europeas. La oligarquía argentina no tiene ideología burguesa propia, repite la filosofía librecambista de la burguesía metropolitana en condiciones exactamente opuestas a las que le dieron origen. La oposición de grupos políticos y clases sociales oprimidas y explotadas adoptara iguales características. La dependencia no es comprendida por estos sectores; repiten como los liberales las consignas, los sistemas de pensamiento, de las clases que luchan contra la burguesía en los países metropolitanos. La ideología de la burguesía metropolitana se traslada y convierte a las oligarquías locales en apéndices ideológicos (no exclusivamente pero también como apéndices ideológicos) de las clases imperialistas. Los opositores también actúan como apéndices de los opositores metropolitanos a las clases imperialistas, no consideran el problema básico, el problema del imperialismo. Son apéndices ideológicos de aquellos opositores que la burguesía tiene en los países metropolitanos, no son realmente oposición verdadera, oposición real a la penetración imperialista y hacen el juego al mismo imperialismo. Se crea oposición ficticia entre dos perspectivas dependientes; la ideología liberal de la oligarquía, y la ideología difusamente proletaria, pero bastante liberal también, de los grupos de izquierda que luchan en y contra una sociedad que no existe, y por tanto permiten el mantenimiento de la sociedad existente. A la universalización del mercado mundial establecida primero por el colonialismo y posteriormente por el imperialismo, se opone el movimiento nacional, las fuerzas que luchan objetiva y activamente contra el sistema de integración monopoliza. En el siglo XIX, Rosas; posteriormente la oposición provinciana a los gobiernos de Mitre, Sarmiento y Avellaneda –no la “oposición” provinciana de Roca porque no es tal oposición, si la oposición montonera_ y después el radicalismo como movimiento de masas. El radicalismo expresa insatisfacción por la dependencia y la configuración de la sociedad tal como esta, pero no da respuesta positiva en el poder el radicalismo no puede dar respuestas positivas. Simplemente se opone, tan difusamente que no solo es destruido en el poder por la oligarquía, sino que posteriormente asumirá plenamente la ideología de esta. d- Capitalismo e imperialismo Una característica económica del imperialismo es el monopolio: el capital ingresa monopolicamente a nuestro país. Otra es la constitución de grandes corporaciones desarrolladas a fin del siglo pasado, la industria siderurgica, los medios de comunicación y transporte, la industria química, la industria del petróleo. Siderurgia, petróleo, ferrocarriles no eran base del viejo capitalismo y si son la base económica del imperialismo. El desarrollo de la industria siderurgica y la necesidad creciente de energía para mover a una industria cada vez mas decisiva en la economía provoca la búsqueda de yacimientos de esos productos básicos, hierro y petróleo, no solo en las áreas metropolitanas sino allí sonde se encuentran. La historia del imperialismo, de las intervenciones imperialistas en las áreas dependientes y coloniales, es también la historia del petróleo. Esta concentración industrial, financiera, política, introduce en los países metropolitanos una nueva configuración constituyéndose como sociedad monopoliza. Desaparece la antigua clase media de pequeños y medianos productores transformados en apéndices o empleados de la gran industria, se desarrolla una capa social improductiva que, a lo largo de los años, aparece como característica de la “sociedad opulenta”. El desarrollo de la automación expulsa a capas enteras de trabajadores productivos que son incorporados por la propia dinámica del sistema en actividades improductivas, parasitarias. En los países de América Latina la perdida de hegemonía inglesa comienza durante la guerra del 14


más o menos, aun cuando no pierde todavía su poder político. Del caso argentino podemos decir que fue el último país latinoamericano en abandonar el campo de Inglaterra. Los otros países se incorporaron en forma paulatina al área norteamericana a partir de la primera guerra mundial, en la segunda son apéndices norteamericanos; mientras en la Argentina sigue fiel a Inglaterra hasta el año 1943. Después de 1955 la Argentina todavía pega unos cuantos coletazos proingleses. En los años 1956 y 1957 la marina argentina propone a la brasileña la alianza del Atlántico Sur para el control de la seguridad en el mar. Ese proyecto había sido por Inglaterra, y la Argentina lo lleva adelante como una maniobra para que Inglaterra controle estratégicamente la zona. Es derrotado por la oposición brasileña que juega en el marco estratégico de U.S.A . A EE.UU no le conviene la presencia inglesa en esta zona, el proyecto duerme dos o tres años en los archivos hasta que vuelve a revitalizarse dirigido por los norteamericanos con el Operativo Unitas. Esta fue quizás la última maniobra inglesa de importancia en el área y la apoya la Argentina, cuyo régimen-la revolución libertadora- fue el último claramente pro ingles que existió en América e- Economismo y Romanticismo Ciertas teorías afirman que en América Latina las clases sociales repiten la oposición característica del capitalismo europeo: un proletariado, una clase rural mas o menos campesino-proletaria, una oligarquía rural, una burguesía industrial y comercial, y necesariamente parten de las clases así definidas para estudiar la política y el desarrollo de estas sociedades. Para esta posición estática la clase social no es la dinámica social básica sino agrupamiento estadístico. No es expresión dinámica del trabajo social de las clases productoras que crean y transforman la sociedad en oposición y lucha con otras clases. En este tipo de interpretación, aparentemente dialéctica, son agrupamientos de gente, descriptos por “científicos sociales”. Enfrenta a estas una interpretación “romántica” que afirma la no existencia de las clases sociales. Existe, dado el fenómeno colonial, una nacionalidad que busca imponer su voluntad de conjunto contra esa potencia. Al imperialismo, lo enfrenta la “nación” como potencia autóctona. El imperialismo es considerado solo como potencia extranjera, y por lo tanto, como yuxtaposición de sociedades autónomas que casualmente sostienen una relación de dominación, una parte sometida respecto de la otra. Frente al imperialismo en el análisis romántico se expresa la nación en general o el pueblo también en general. Para los economicistas las clases sociales están compuestas por aquellos que trabajan y aquellos que no trabajan, los que se apropian y los desposeídos, los que viven en el campo y los que viven en la ciudad; un sistema fundamentalmente económico de análisis de la realidad. La política se considera de manera sarmientina como pedagogía. Llegan a la comprensión económica los “maestros” de los que viven en la economía, de los verdaderos productores, e imponen la política como externa, como un mal necesario para superar la política y volver al reino puro de la economía y la administración. El economismo, expresión básica del análisis social asumido por marxistas, liberales, desarrollistas y eficientistas es una manifestación teórica importante del imperialismo. El romanticismo como interpretación opuesta no puede trascender nunca del folclore, ve la nacionalidad como puras esencias. Busca en el pasado las esencias para recuperarlas. Por eso, el viejo nacionalismo –anterior a 1943- no supera una visión restauradora de la sociedad y oscila entre dos actitudes; una, critica el liberalismo y a los grupos vinculados a Inglaterra, visión muy útil políticamente en esa época. Al leer los trabajos de los nacionalistas de la década infame nos damos cuenta que mucho se ha aprendido gracias a ellos; el revisionismo histórico –adelanto fundamental en materia de interpretación de la historia- se lo debemos a ellos. Pero, dos, en el plano político caían en las posiciones mas reaccionarias, en el apoyo político caían en las posiciones mas reaccionarias, en el apoyo a los grupos imperialistas mas reaccionarios, porque no podían percibir realmente cual era la contradicción. La variante radical del romanticismo no supera la perspectiva urbana del artesanado de clase media y la perspectiva del pequeño y mediano chacarero del litoral. No existían trabajadores o todos eran trabajadores. Para esta perspectiva de clase media no existen clases; los argentinos vistos por el radicalismo eran idénticos a la clase media, y la clase media radical era liberal, unía nacionalismo y liberalismo, dos respuestas absolutamente contradictorias. En cuanto nacionalista el radicalismo se opone a la situación del país como apéndice de la economía inglesa. Como liberal esta en la continuidad progresiva de aquello contra lo cual lucha. Se manejan en


en el radicalismo dos líneas; el radicalismo adopta una actitud decidida frente a determinadas demandas de los ingleses o norteamericanos y por otro lado, en el plano político, económico o cultural mantiene la continuidad. f-El Peronismo El peronismo es el momento fundamental de ruptura en la historia Argentina. El peronismo incorpora las masas trabajadoras a la lucha por la independencia nacional, esa es su característica principal. Es la aparición como protagonista activos en este proceso de independencia de los trabajadores argentinos Cuando el peronismo asume la representación de la clase trabajadora se rompe la “unidad originaria” del pueblo, porque la verdadera unidad gira alrededor de la acción de la clase trabajadora. Entonces si podemos llegar a una definición correcta respecto de la oposición entre pueblo y clases sociales, entre nación y clases; el peronismo proporciona la respuesta histórica verdadera. La Nación es una unidad frente al imperialismo, pero no es el opuesto de la clase como plantean los teóricos clasistas; la Nación esta compuesta por las clases y su eje es la clase trabajadora. La clase trabajadora es el centro de la nacionalidad que empieza a recuperarse, en su actividad política incorpora críticamente la tradición nacional que nos los consideraba. Al entrar en la historia política argentina como aspecto decisivo, incorpora a todos los movimientos nacionales precedentes. Por otro lado, agrega un contenido nuevo, la voluntad de recuperación social de la riqueza expropiada históricamente por los imperialismos. Otros sectores que se opusieron al imperialismo –porque no existió en 1945 una concesión nacionalista proletariada hegemónica política y organizativamente- ingresaron al movimiento nacional: grupos de clase media, militares, la llamada “burguesía nacional”, etc. Este bloque político-social no asumió la reivindicación social, de oposición total al imperialismo, que traen todos los trabajadores, en conflicto con su propia situación de clase. Defendían posiciones sectoriales pero aceptando una visión distinta del proceso que se iniciaba. Distinta a su visión anterior de 1945, pero contradictoria con la de las clases trabajadoras. La historia del peronismo puede ser vista también como una historia de oposiciones internas, de grupos expulsados objetivamente por la actividad revolucionarias de las clases trabajadoras. Estos grupos adoptan una perspectiva desarrollista cuando es derrocado el gobierno popular; y ahora, el desarrollismo eficientista llega a sus últimas consecuencias, a la integración total de la economía argentina bajo el poder imperialista yanqui, vuelven en parte a comprometerse con el movimiento nacional. Los socialistas europeos cuando hablan de clases sociales no se referían a descripciones de agrupamientos económicos, se trataba de la constitución del partido socialista. A los socialistas locales les pasa los mismo que a los oligarcas, reviven en sus mentes una oposición francesa, inglesa, alemana o rusa y la trasplantan a la lucha local. Entonces no puede trascender el economismo, porque sus reivindicaciones políticas no tienen nada que ver con la realidad argentina. Hacen economía, descripciones económicas de grupos y, en el plano político, continúan la interpretación liberal en tanto el socialismo europeo es un desarrollo del liberalismo. Este problema es insoluble para la izquierda una vez que el peronismo aparece como fuerza política decisiva. El peronismo incorpora a las clases sociales políticamente, con objetivos políticos, las clases sociales se subordinan a ese objetivo político. La economía no prima en el peronismo sino la actividad de las masas orientadas hacia la independencia. La clase trabajadora se identifica con la nación y al hacerlo suma a otras clases y grupos sociales en este proceso prolongado. La clase trabajadora no ingresa como clase para la lucha económica por una mejor situación o la destrucción de los capitalistas. Se incorpora al movimiento nacional como cuerpo real de la nación oprimida, su reivindicación central es recuperar la independencia nacional que incluye como momento fundamental la destrucción del sistema. El imperialismo no es superposición de sociedades autónomas, la sociedad argentina se constituye y estructura en un mercado mundial imperialista y forma parte de el. Y si el imperialismo no es un problema de elección sino el modo de vida necesario de esta sociedad, su destrucción externa, la recuperación nacional de la independencia, necesariamente lleva a la destrucción de las bases internas y externas.


g- El Nuevo Imperialismo Inglaterra pierde posición hegemónica porque es reemplazada como líder del mundo libre por EE.UU, recibe la presión de las potencias nacionales-socialistas, y finalmente la revolución rusa significa la perdida de una área importantísima, el territorio de la URRS. Es el desarrollo de una sociedad distinta a las conocidas hasta el momento, que enfrenta la expansión del imperio en esa nación y a su vez tiene pretensiones expansivas, porque la ideología del socialismo soviético tiene que ver con la “revolución mundial” bajo la hegemonía rusa. Con la aparición de la URRS el mundo no es mas un mundo unificado capitalista. La vieja potencia imperial –Inglaterra- tuvo que competir con nuevas potencias. EE.UU, Alemania, Japón, y también la URRS. Y estas son fuerzas que limitaron y redujeron el poder ingles. El problema del imperialismo es la expansión, el imperio vive en cuanto se expande cuantitativa y cualitativamente. Si fuera solo un problema de excedentes crecientes estos podrían colocarse en los propios limites metropolitanos. El problema es el control de las fuentes de materia prima. En una economía en rápida evolución y con nuevas áreas de producción, las materias primas son fundamentales para el sostenimiento de la expansión. El primer objetivo de las potencias es entonces el control de áreas productoras para extraer las materias primas. El segundo, el control de áreas que inmediatamente puede no producir materias primas u otros beneficios económicos, pero quizás lo hagan mas adelante, por lo tanto también se las controla. En tercer lugar, el control de áreas de influencia política para impedir el avance de otra potencia que limite el propio poderío. Hay otras razones, pero por lo menos recordaremos estas: control de materias primas presentes o futuras; control de áreas de influencia. En tanto el sistema imperialista es mundial debe tener base de sustentación mundiales aun cuando sus colonias no sean directamente económicas en el sentido de producir un beneficio o renta. También el desarrollo de la producción y del capital excedente, pero este no se coloca abstractamente sino en las áreas de influencia y en la explotación de economías básicas para su propia economía (básicas en el sentido de productoras de beneficios y materias indispensables). Magdoff afirma que de seis productos estratégicos para la fabricación de aviones a reacción, solo dos son producidos en cantidades por EE.UU y los otros cuatro deben ser importados, dos de ellos en forma total. El control de las áreas que producen esos elementos es fundamental para el mantenimiento de la seguridad interna y la economía norteamericana. El caso de Vietnam, donde evidentemente no existe una razón económica local, puede servir de ejemplo. El problema es fundamentalmente político: es el control de todo el área y no solo o principalmente en Vietnam. El mundo esta geográficamente delimitado, no existen partes reconocidas o que no hayan sido incorporadas al mercado. Las guerras de liberación y las revoluciones socialistas achicaron territorialmente el área imperialista. Además sigue creciendo la capacidad productiva, el excedente económico, financiero, su poder social y político; la penetración continua y profundiza, ingresan nuevas áreas económicas (no geográficas). El imperialismo ingles controlaba el comercio inlges; mientras el norte americano que viene de la mano con el desarrollismo, esta basado en la integración vertical de las economías. El desarrollo industrial y financiero, del turismo y servicios de todo tipo en el plano regional o continental; es la estrategia del imperialismo en los últimos años. El excedente creciente es invertido en nuevos sectores e incorpora industrias en las zonas dependientes que sirvan a su vez para producir más excedentes. Donde el imperialismo dejara de funcionar asi se vendría abajo. Sin embargo, no existen razones económicas para que el imperialismo se autodestruya. El problema no esta en la economía, el capital se reproduce en una escala tan grande que la tesis de la caída de la tasa de ganancia no tiene aplicación real. El desarrollo de la automacia, la expulsión de sectores productivos que ingresan a trabajos improductivos, significa que el excedente final se reduce porque debe distribuirse en áreas improductivas crecientes; y la base de la existencia de esta area improductiva cada vez mayor es la creación de un excedente cada vez mayor. Resumiendo: 1- Independencia de América Latina, practica neocolonial que forma a las sociedades latinoamericanas como parte integrante del sistema mundial modificado por la revolución industrial. La dependencia


estructural desarrolla clases sociales, ideologías y un Estado vitalmente vinculado a la situación dependiente. 2- Los movimientos nacionales son la oposición básica, superan la determinación clasista económica y se identifican con la Nación. Prioridad de la política sobre la economía 3- Monopolio imperialista norteamericano en un mundo caracterizado por las guerras nacionales de liberación. Desplazamiento del primer plano y de la responsabilidad inmediata en el mantenimiento en el orden imperial. 4- La antinomia peronismo (movimiento nacional de masas) –desarrollismo (imperialismo) es la clave para entender la Argentina contemporánea.


socialismo nacional

LUCHAR POR UNA UTOPĂ?A


El Socialismo Nacional El Socialismo Nacional es en realidad una construcción del mismo a nuestra manera. Una versión "criolla" del Socialismo. Porque el Socialismo Chino, no fue igual que el Socialismo Soviético. Ni el de estos con los otros Socialismos. Es un Socialismo, que indudablemente se van imponiendo a través de los cambios estructurales en lo político, económico, culturales y sociales que irán dando forma a Nuevos Sistemas. El Socialismo en términos generales "no cae del cielo", ni se lo puede ver en forma abstracta. Todo Socialismo en su construcción comienza siendo Nacional, es la "Cuestión Nacional". ¿Cuánto duran esos nuevos Sistemas? No lo podemos decir, lo que sí podemos decir es que van a durar menos que la democracia liberal capitalista. ¿Por qué? Porque sí el feudalismo duró cinco siglos, el Demoliberalcapitalismo que hasta ahora viene durando tres siglos, cuando caiga este sistema, es posible que el Socialismo Nacional este "Nuevo Sistema" dure, quizás, un siglo. Hasta que llegue el Universalismo, o sea, el Socialismo Universalista. En cuyo caso deberá cambiar. El Socialismo Nacional es la interpretación y la consecuencia de la creación de un Sistema que permita satisfacer las necesidades del Pueblo Argentino, defendiendo y sosteniendo las riquezas de la Nación Argentina. Un Socialismo Argentino para los argentinos porque cada comunidad tiene su propia idiosincrasia y sus propios valores intrínsecos, que es necesario respetar. No son iguales dos comunidades, son las características distintas en las que influye la historia, la cultura, su estructura política - económica si es dependiente o no, etc. Un Socialismo Nacional creado desde el pensar y sentir del Pueblo. Un Socialismo nada dogmático, es que no se puede importar nada de afuera. ¿Por qué?, porque no se pueden asimilar los métodos de una comunidad diferente. Es decir no es cuestión de adoptar, sino en algunas circunstancias adoptar y en otras de crea. Y para crear hay que someterse a la circunstancias del hecho que uno pretende crear. Y esto es una condición fundamental, si se hace un Movimiento Socialista en la Argentina, ha de ser un Movimiento hecho por los argentinos para los argentinos ¿por qué? porque no se puede hacer un Socialismo igual para una "mujik" de la zona asiática que para un hombre en la pampa argentina. Los dos son campesinos, pero pertenecen a diferentes realidades. En consecuencia el Socialismo Nacional es para ese argentino realizado por los argentinos. Dentro de la Lucha por la Liberación Nacional y Social de los países del Tercer Mundo, se ha demostrado y se sigue demostrando que estos Movimientos de Liberación han luchado contra los imperios de ayer y de hoy y sostienen que el Socialismo ha sido creado para Liberar a los Pueblos y a los hombres y no para esclavizarlos. En estas luchas feroces contra los neocolonialismos dejan claro que es posible la conjugación de una Patria con Pueblo y un Socialismo con Patria. En el Tercer Mundo ser Nacionalista y Socialista conlleva a una práctica por la Liberación Nacional de los Pueblos y la construcción Socialista de la Patria y hoy dada las condiciones Suramericanas la posibilidad de la realización de los Estados Unidos Socialistas de Sudamérica. Todo esto lleva a reflexionar, como hombres y mujeres del Tercer Mundo que somos en general y de Indoiberoamerica en particular y concretamente siendo provincianos argentinos de esta Gran Nación Suramericana, que la opción a tomar como Nacionalista, Popular y Revolucionario es justamente la síntesis de todas estas luchas que se han dado y siguen dando en el continente y en el país. Para la construcción del Socialismo Nacional hoy, debemos tener en cuenta el agotamiento del sistema democrático representativo liberal, y adoptar ya que es una necesidad la construcción de un sistema democrático participativo y plebiscitario, o sea, establecer mecanismos para desarrollar la democracia participativa y directa, creando ámbitos de deliberación popular desde los municipios, las provincias y la nación; para asegurar la participación del Pueblo en la construcción de esta Nueva Sociedad. En tal sentido debemos y necesitamos incorporar como eje fundamental para la construcción del Socialismo Nacional democracia directa, capacidad de ser todos electores y elegidos, revocabilidad de los mandatos otorgados, transferencia del Poder del Estado hacia las Unidad Asociativa de Trabajadores y de todas las formas de organización social de base, fortalecimiento de la sociedad civil, democratización y transferencia desde los centros de poder mediático hacia el Pueblo de los medios de comunicación y de información, plebiscito, referéndum, cabildo abierto, consulta popular y todos aquellos mecanismos , formas e ideas que fortalezcan la participación popular directa, derrocando los diversos modos de intermediación representativo que, como la experiencia lo demuestra solo han servido en su mayoría para manipular en contra de las grandes mayorías los resortes del Poder, generando además nuevas modalidades de opresión. Debemos comprender que el Poder descansa en las conciencias de las mayorías


populares, y por lo tanto ellas deben ejercitarlo directamente. Solo el Estado Nacional en co-gestión y autogestión junto a las provincias siendo un compativilizador de las mismas se hará cargo de todas las riquezas estratégicas de la Nación, servicios y transporte público, salud y educación. En definitiva, como está planteado anteriormente una de las premisas fundamentales es el saber ubicarse en la realidad nacional por la cual estamos atravesando a tener en cuenta por un aspecto y como otro eje a sostener siendo conscientes de nuestro pasado histórico que determina que este país se encuentra en un estado inconstitucional no debemos olvidar que la bandera de lucha principal es tratar de normalizar tal situación y eso conlleva a la lucha por la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente con todos los sectores nacionales y populares para elaborar desde ahí ese Nuevo Proyecto Nacional que necesitamos y después sancionar junto al mandato popular esa Nueva Constitución Nacional sin oligarquías y transnacionales, ni sectores sociales y políticos vendepatrias y explotadores. La pregunta es: ¿convocamos con una predeterminación o para que el Pueblo sea Poder?, el debate queda abierto compañeros en función de generar una síntesis con todos aquellas y aquellos que quieran iniciar un proceso de Liberación Nacional y Social del Pueblo y la Patria. (Por E.A)


Nuestra América José Martí

“Ayudar al que lo necesita no sólo es parte del deber, sino de la felicidad”


Nuestra América(José Martí) Publicado en: La Revista Ilustrada de Nueva York, 10 de enero de 1891. El Partido Liberal, México, 30 de enero de 1891. Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo en la cabeza, sino con las armas en la almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra. No hay proa que taje una nube de ideas. Una idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo, para, como la bandera mística del juicio final, a un escuadrón de acorazados. Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos. Los que enseñan los puños, como hermanos celosos, que quieren los dos la misma tierra, o el de casa chica, que le tiene envidia al de casa mejor, han de encajar, de modo que sean una, las dos manos. Los que, al amparo de una tradición criminal, cercenaron, con el sable tinto en la sangre de sus mismas venas, la tierra del hermano vencido, del hermano castigado más allá de sus culpas, si no quieren que les llame el pueblo ladrones, devuélvanle sus tierras al hermano. Las deudas del honor no las cobra el honrado en dinero, a tanto por la bofetada. Ya no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa cargada de flor, restallando o zumbando, según la acaricie el capricho de la luz, o la tundan y talen las tempestades; ¡los árboles se han de poner en fila para que no pase el gigante de las siete legua! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes. A los sietemesinos sólo les faltará el valor. Los que no tienen fe en su tierra son hombres de siete meses. Porque les falta el valor a ellos, se lo niegan a los demás. No les alcanza al árbol difícil el brazo canijo, el brazo de uñas pintadas y pulsera, el brazo de Madrid o de París, y dicen que no se puede alcanzar el árbol. Hay que cargar los barcos de esos insectos dañinos, que le roen el hueso a la patria que los nutre. Si son parisienses o madrileños, vayan al Prado, de faroles, o vayan a Tortoni, de sorbetes. ¡Estos hijos de carpintero, que se avergüenzan de que su padre sea carpintero! ¡Estos nacidos en América, que se avergüenzan, porque llevan delantal indio, de la madre que los crió, y reniegan, ¡bribones!, de la madre enferma, y la dejan sola en el lecho de las enfermedades! Pues, ¿quién es el hombre? ¿el que se queda con la madre, a curarle la enfermedad, o el que la pone a trabajar donde no la vean, y vive de su sustento en las tierras podridas con el gusano de corbata, maldiciendo del seno que lo cargó, paseando el letrero de traidor en la espalda de la casaca de papel? ¡Estos hijos de nuestra América, que ha de salvarse con sus indios, y va de menos a más; estos desertores que piden fusil en los ejércitos de la América del Norte, que ahoga en sangre a sus indios, y va de más a menos! ¿Estos delicados, que son hombres y no quieren hacer el trabajo de hombres! Pues el Washington que les hizo esta tierra ¿se fue a vivir con los ingleses, a vivir con los ingleses en los años en que los veía venir contra su tierra propia? ¡Estos «increíbles» del honor, que lo arrastran por el suelo extranjero, como los increíbles de la Revolución francesa, danzando y relamiéndose, arrastraban las erres! Ni ¿en qué patria puede tener un hombre más orgullo que en nuestras repúblicas dolorosas de América, levantadas entre las masas mudas de indios, al ruido de pelea del libro con el cirial, sobre los brazos sangrientos de un centenar de apóstoles? De factores tan descompuestos, jamás, en menos tiempo histórico, se han creado naciones tan adelantadas y compactas. Cree el soberbio que la tierra fue hecha para servirle de pedestal, porque tiene la pluma fácil o la palabra de colores, y acusa de incapaz e irremediable a su república nativa, porque no le dan sus selvas nuevas modo continuo de ir por el mundo de gamonal famoso, guiando jacas de Persia y derramando champaña. La incapacidad no está en el país naciente, que pide formas que se le acomoden y grandeza útil, sino en los que quieren regir pueblos originales, de composición singular y violenta, con leyes heredadas de cuatro siglos de práctica libre en los Estados Unidos, de diecinueve siglos de monarquía en Francia. Con un decreto de Hamilton no se le para la pechada al potro del llanero. Con una frase de Sieyès no se desestanca la sangre cuajada de la raza india. A lo que es, allí donde se gobierna, hay que atender para gobernar bien; y el buen gobernante en América no es el que sabe cómo se gobierna el alemán o el francés, sino el que sabe con qué elementos está hecho su país, y cómo puede ir guiándolos en junto, para llegar, por métodos e instituciones nacidas del país mismo, a aquel estado apetecible donde cada hombre se conoce y ejerce, y disfrutan todos de la abundancia que la Naturaleza puso para todos en el pueblo que fecundan con su


con su trabajo y defienden con sus vidas. El gobierno ha de nacer del país. El espíritu del gobierno ha de ser el del país. La forma de gobierno ha de avenirse a la constitución propia del país. El gobierno no es más que el equilibrio de los elementos naturales del país. Por eso el libro importado ha sido vencido en América por el hombre natural. Los hombres naturales han vencido a los letrados artificiales. El mestizo autóctono ha vencido al criollo exótico. No hay batalla entre la civilización y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la naturaleza. El hombre natural es bueno, y acata y premia la inteligencia superior, mientras esta no se vale de su sumisión para dañarle, o le ofende prescindiendo de él, que es cosa que no perdona el hombre natural, dispuesto a recobrar por la fuerza el respeto de quien le hiere la susceptibilidad o le perjudica el interés. Por esta conformidad con los elementos naturales desdeñados han subido los tiranos de América al poder; y han caído en cuanto les hicieron traición. Las repúblicas han purgado en las tiranías su incapacidad para conocer los elementos verdaderos del país, derivar de ellos la forma de gobierno y gobernar con ellos. Gobernante, en un pueblo nuevo, quiere decir creador. En pueblos compuestos de elementos cultos e incultos, los incultos gobernarán, por su hábito de agredir y resolver las dudas con su mano, allí donde los cultos no aprendan el arte del gobierno. La masa inculta es perezosa, y tímida en las cosas de la inteligencia, y quiere que la gobiernen bien; pero si el gobierno le lastima, se lo sacude y gobierna ella. ¿Cómo han de salir de las universidades los gobernantes, si no hay universidad en América donde se enseñe lo rudimentario del arte del gobierno, que es el análisis de los elementos peculiares de los pueblos de América? A adivinar salen los jóvenes al mundo, con antiparras yanquis o francesas, y aspiran a dirigir un pueblo que no conocen. En la carrera de la política habría de negarse la entrada a los que desconocen los rudimentos de la política. El premio de los certámenes no ha de ser para la mejor oda, sino para el mejor estudio de los factores del país en que se vive. En el periódico, en la cátedra, en la academia, debe llevarse adelante el estudio de los factores reales del país. Conocerlos basta, sin vendas ni ambages; porque el que pone de lado, por voluntad u olvido, una parte de la verdad, cae a la larga por la verdad que le faltó, que crece en la negligencia, y derriba lo que se levanta sin ella. Resolver el problema después de conocer sus elementos, es más fácil que resolver el problema sin conocerlos. Viene el hombre natural, indignado y fuerte, y derriba la justicia acumulada de los libros, porque no se administra en acuerdos con las necesidades patentes del país. Conocer es resolver.Conocer el país, y gobernarlo conforme al conocimiento es el único modo de librarlo de tiranías. La universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. Los políticos nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos. Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas. Y calle el pedante vencido; que no hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas. Con los pies en el rosario, la cabeza blanca y el cuerpo pinto de indio y criollo, venimos, denodados, al mundo de las naciones. Con el estandarte de la Virgen salimos a la conquista de la libertad. Un cura, unos cuantos tenientes y una mujer alzan en México la república, en hombros de los indios. Un canónigo español, a la sombra de su capa, instruye la libertad francesa a unos cuantos bachilleres magníficos, que ponen de jefe de Centro América contra España al general de España. Con los hábitos monárquicos, y el Sol por pecho, se echaron a levantar pueblos los venezolanos por el Norte y los argentinos por el Sur. Cuando los dos héroes chocaron, y el continente iba a temblar, uno, que no fue el menos grande, volvió riendas. Y como el heroísmo en la paz es más escaso, porque es menos glorioso que el de la guerra; como al hombre le es más fácil morir con honra que pensar con orden; como gobernar con los sentimientos exaltados y unánimes es más hacedero que dirigir, después de la pelea, los pensamientos diversos, arrogantes, exóticos o ambiciosos; como los poderes arrollados en la arremetida épica zapaban, con la cautela felina de la especie y el peso de lo real, el edificio que habían izado, en las comarcas burdas y singulares de nuestra América mestiza, en los pueblos de pierna desnuda y casaca de París, la bandera de los pueblos nutridos de savia gobernante en la práctica continua de la razón y de la libertad; como la constitución jerárquica de las colonias resistía la organización democrática de la República, o las capitales de corbatín dejaban en el zaguán al campo de bota y potro, o los redentores bibliógenos no entendieron que la revolución que triunfó con el alma de la tierra había de gobernar, y no contra ella ni sin ella, entró a padecer América, y padece, de la fatiga de acomodación entre los elementos discordantes y hostiles que heredó de un colonizador despótico y avieso, y las ideas y formas importadas que han venido retardando, por su falta de realidad local, el gobierno lógico. El continente desco-


yuntado durante tres siglos por un mando que negaba el derecho del hombre al ejercicio de su razón, entró, desatendiendo o desoyendo a los ignorantes que lo habían ayudado a redimirse, en un gobierno que tenía por base la razón; la razón de todos en las cosas de todos, y no la razón universitaria de unos sobre la razón campestre de otros. El problema de la independencia no era el cambio de formas, sino el cambio de espíritu. Con los oprimidos había que hacer una causa común, para afianzar el sistema opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores. El tigre, espantado del fogonazo, vuelve de noche al lugar de la presa. Muere echando llamas por los ojos y con las zarpas al aire. No se le oye venir, sino que viene con zarpas de terciopelo. Cuando la presa despierta, tiene al tigre encima. La colonia continuó viviendo en la república; y nuestra América se está salvando de sus grandes yerros -de la soberbia de las ciudades capitales, del triunfo ciego de los campesinos desdeñados, de la importación excesiva de las ideas y fórmulas ajenas, del desdén inicuo e impolítico de la raza aborigen-, por la virtud superior, abonada con sangre necesaria, de la república que lucha contra la colonia. El tigre espera, detrás de cada árbol, acurrucado en cada esquina. Morirá, con las zarpas al aire, echando llamas por los ojos. Pero «estos países se salvarán», como anunció Rivadavia el argentino, el que pecó de finura en tiempos crudos; al machete no le va vaina de seda, ni el país que se ganó con lanzón se puede echar el lanzón atrás, porque se enoja y se pone en la puerta del Congreso de Iturbide «a que le hagan emperador al rubio». Estos países se salvarán porque, con el genio de la moderación que parece imperar, por la armonía serena de la Naturaleza, en el continente de la luz, y por el influjo de la lectura crítica que ha sucedido en Europa a la lectura de tanteo y falansterio en que se empapó la generación anterior, le está naciendo a América, en estos tiempos reales, el hombre real. Éramos una visión, con el pecho de atleta, las manos de petimetre y la frente de niño. Éramos una máscara, con los calzones de Inglaterra, el chaleco parisiense, el chaquetón de Norteamérica y la montera de España. El indio, mudo, nos daba vueltas alrededor, y se iba al monte, a la cumbre del monte, a bautizar a sus hijos. El negro, oteado, cantaba en la noche la música de su corazón, solo y desconocido, entre la olas y las fieras. El campesino, el creador, se revolvía, ciego de indignación, contra la ciudad desdeñosa, contra su criatura. Éramos charreteras y togas, en países que venían al mundo con la alpargata en los pies y la vincha en la cabeza. El genio hubiera estado en hermanar, con la caridad del corazón y con el atrevimiento de los fundadores, la vincha y la toga; en desestancar al indio; en ir haciendo lado al negro suficiente; en ajustar la libertad al cuerpo de los que se alzaron y vencieron por ella. Nos quedó el oidor, y el general, y el letrado, y el prebendado. La juventud angélica, como de los brazos de un pulpo, echaba al Cielo, para caer con gloria estéril, la cabeza, coronada de nubes. El pueblo natural, con el empuje del instinto, arrollaba, ciego de triunfo, los bastones de oro. Ni el libro europeo, ni el libro yanqui, daban la clave del enigma hispanoamericano. Se probó el odio, y los países venían cada año a menos. Cansados del odio inútil de la resistencia del libro contra la lanza, de la razón contra el cirial, de la ciudad contra el campo, del imperio imposible de las castas urbanas divididas sobre la nación natural, tempestuosa e inerte, se empieza, como sin saberlo, a probar el amor. Se ponen en pie los pueblos, y se saludan. «¿Cómo somos?» se preguntan; y unos a otros se van diciendo cómo son. Cuando aparece en Cojímar un problema, no van a buscar la solución a Dantzig. Las levitas son todavía de Francia, pero el pensamiento empieza a ser de América. Los jóvenes de América se ponen la camisa al codo, hunden las manos en la masa, y la levantan con la levadura del sudor. Entienden que se imita demasiado, y que la salvación está en crear. Crear es la palabra de pase de esta generación. El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡es nuestro vino! Se entiende que las formas de gobierno de un país han de acomodarse a sus elementos naturales; que las ideas absolutas, para no caer por un yerro de forma, han de ponerse en formas relativas; que la libertad, para ser viable, tiene que ser sincera y plena; que si la república no abre los brazos a todos y adelanta con todos, muere la república. El tigre de adentro se echa por al hendija, y el tigre de afuera. El general sujeta en la marcha la caballería al paso de los infantes. O si deja a la zaga a los infantes, le envuelve el enemigo la caballería. Estrategia es política. Los pueblos han de vivir criticándose, porque la crítica es la salud; pero con un solo pecho y una sola mente. ¡Bajarse hasta los infelices y alzarlos en los brazos! ¡Con el fuego del corazón deshelar la América coagulada! ¡Echar, bullendo y rebotando, por las venas, la sangre natural del país! En pie, con los ojos alegres de los trabajadores, se saludan, de un pueblo a otro, los hombres nuevos americanos. Surgen los estadistas naturales del estudio directo de la Naturaleza. Leen para aplicar, pero no para copiar. Los economistas estudian la dificultad en sus orígenes. Los oradores empiezan a ser sobrios. Los dramaturgos traen los caracteres nativos a la escena. Las academias discuten temas viables. La poesía se corta la melena


zorrillesca y cuelga del árbol glorioso el chaleco colorado. La prosa, centelleante y cernida, va cargada de idea. Los gobernadores, en las repúblicas de indios, aprenden indio. De todos sus peligros se va salvando América. Sobre algunas repúblicas está durmiendo el pulpo. Otras, por la ley del equilibrio, se echan a pie a la mar, a recobrar, con prisa loca y sublime, los siglos perdidos. Otras, olvidando que Juárez paseaba en un coche de mulas, ponen coche de viento y de cochero a una pompa de jabón; el lujo venenoso, enemigo de la libertad, pudre al hombre liviano y abre la puerta al extranjero. Otras acendran, con el espíritu épico de la independencia amenazada, el carácter viril. Otras crían, en la guerra rapaz contra el vecino, la soldadesca que puede devorarlas. Pero otro peligro corre, acaso, nuestra América, que no le viene de sí, sino de la diferencia de orígenes, métodos e intereses entre los dos factores continentales, y es la hora próxima en que se le acerque, demandando relaciones íntimas, un pueblo emprendedor y pujante que la desconoce y la desdeña. Y como los pueblos viriles, que se han hecho de sí propios, con la escopeta y la ley, aman, y sólo aman, a los pueblos viriles; como la hora del desenfreno y la ambición, de que acaso se libre, por el predominio de lo más puro de su sangre, la América del Norte, o en que pudieran lanzarla sus masas vengativas y sórdidas, la tradición de conquista y el interés de un caudillo hábil, no está tan cercana aún a los ojos del más espantadizo, que no dé tiempo a la prueba de altivez, continua y discreta, con que se la pudiera encara y desviarla; como su decoro de república pone a la América del Norte, ante los pueblos atentos del Universo, un freno que no le ha de quitar la provocación pueril o la arrogancia ostentosa o la discordia parricida de nuestra América, el deber urgente de nuestra América es enseñarse como es, una en alma e intento, vencedora veloz de un pasado sofocante, manchada sólo con sangre de abono que arranca a las manos la pelea con las ruinas, y la de las venas que nos dejaron picadas nuestros dueños. El desdén del vecino formidable, que no la conoce, es el peligro mayor de nuestra América; y urge, porque el día de la visita está próximo, que el vecino la conozca, la conozca pronto, para que no la desdeñe. Por el respeto, luego que la conociese, sacaría de ella las manos. Se ha de tener fe en lo mejor del hombre y desconfiar de lo peor de él. Hay que dar ocasión a lo mejor para que se revele y prevalezca sobre lo peor. Si no, lo peor prevalece. Los pueblos han de tener una picota para quien les azuza a odios inútiles; y otra para quien no les dice a tiempo la verdad. No hay odio de razas, porque no hay razas. Los pensadores canijos, los pensadores de lámparas, enhebran y recalientan las razas de librería, que el viajero justo y el observador cordial buscan en vano en la justicia de la Naturaleza, donde resalta en el amor victorioso y el apetito turbulento, la identidad universal del hombre. El alma emana, igual y eterna, de los cuerpos diversos en forma y en color. Peca contra la Humanidad el que fomente y propague la oposición y el odio de las razas. Pero en el amasijo de los pueblos se condensan, en la cercanía de otros pueblos diversos, caracteres peculiares y activos, de ideas y de hábitos, de ensanche y adquisición, de vanidad y de avaricia, que del estado latente de preocupaciones nacionales pudieran, en un período de desorden interno o de precipitación del carácter acumulado del país, trocarse en amenaza grave para las tierras vecinas, aisladas y débiles, que el país fuerte declara perecederas e inferiores. Pensar es servir. Ni ha de suponerse, por antipatía de aldea, una maldad ingénita y fatal al pueblo rubio del continente, porque no habla nuestro idioma, ni ve la casa como nosotros la vemos, ni se nos parece en sus lacras políticas, que son diferentes de las nuestras; ni tiene en mucho a los hombres biliosos y trigueños, ni mira caritativo, desde su eminencia aún mal segura, a los que, con menos favor de la Historia, suben a tramos heroicos la vía de las repúblicas; ni se han de esconder los datos patentes del problema que puede resolverse, para la paz de los siglos, con el estudio oportuno y la unión tácita y urgente del alma continental. ¡Porque ya suena el himno unánime; la generación actual lleva a cuestas, por el camino abonado por los padres sublimes, la América trabajadora; del Bravo a Magallanes, sentado en el lomo del cóndor, regó el Gran Semí, por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva!


Manifiesto polĂ­tico 1o. de julio de 1927 Augusto CĂŠsar Sandino Nicaragua 1895-1934


El hombre que de su patria no exige un palmo de tierra para su sepultura, merece ser oído, y no sólo ser oído sino también creído. Soy nicaragüense y me siento orgulloso de que en mis venas circule, mas que cualquiera, la sangre india americana que por atavismo encierra el misterio de ser patriota leal y sincero; el vínculo de nacionalidad me da derecho a sumir la responsabilidad de mis actos en las cuestiones de Nicaragua y, por ende, de la América Central y de todo el Continente de nuestra habla, sin importarme que los pesimistas y los cobardes me den el título que a su calidad de eunucos más les acomode. Soy trabajador de la ciudad, artesano como se dice en este país, pero mi ideal campea en un amplio horizonte de internacionalismo, en el derecho de ser libre y de exigir justicia, aunque para alcanzar ese estado de perfección sea necesario derramar la propia y la ajena sangre. Que soy plebeyo dirán los oligarcas o sean las ocas del cenagal. No importa: mi mayor honra es surgir del seno de los oprimidos, que son el alma y el nervio de la raza, los que hemos vivido postergados y a merced de los desvergonzados sicarios que ayudaron a incubar el delito de alta traición: los conservadores de Nicaragua que hirieron el corazón libre de la Patria y que nos perseguían encarnizadamente como si no fuéramos hijos de una misma nación. Hace diecisiete años Adolfo Díaz y Emiliano Chamorro dejaron de ser nicaragüenses, porque la ambición mató el derecho de su nacionalidad, pues ellos arrancaron del asta la bandera que nos cubría a todos los nicaragüenses. Hoy esa bandera ondea perezosa y humillada por la ingratitud e indiferencia de sus hijos que no hacen un esfuerzo sobrehumano para libertarla de las garras de la monstruosa águila de pico encorvado que se alimenta con la sangre de este pueblo, mientras en el Campo Marte de Managua flota la bandera que representa el asesinato de pueblos débiles y enemistad de nuestra raza. ¿Quiénes son los que ataron a mi patria al poste de la ignominia? Díaz y Chamorro y sus secuaces que aún quieren tener derecho a gobernar esta desventurada patria, apoyados por las bayonetas y las Springfield del invasor. ¡No! ¡Mil veces no! La revolución liberal está en pie. Hay quienes no han traicionado, quienes no claudicaron ni vendieron sus rifles para satisfacer la ambición de Moncada. Está en pie y hoy más que nunca fortalecida, porque sólo quedan en ella elementos de valor y abnegación. Moncada el traidor faltó naturalmente a sus deberes de militar y de patriota. No eran analfabetos quienes le seguían y tampoco era él un emperador, para que nos impusiera su desenfrenada ambición. Yo emplazo ante los contemporáneos y ante la historia de ese Moncada desertor que se pasó al enemigo extranjero con todo y cartuchera. ¡Crimen imperdonable que reclama vindicta!Los grandes dirán que soy muy pequeño para la obra que tengo emprendida; pero mi insignificancia está sobrepujada por la altivez de mi corazón de patriota, y así juro ante la Patria y ante la historia que mi espada defenderá, el decoro nacional y que será redención para los oprimidos. Acepto la invitación a la lucha y yo mismo la provoco y al reto del invasor cobarde y de los traidores de mi Patria, contesto con mi grito de combate y mi pecho y el de mis soldados formarán murallas donde se lleguen a estrellar legiones de los enemigos de Nicaragua. Podrá morir el último de mis soldados, que son los soldados de la libertad de Nicaragua, pero antes, más de un batallón de los vuestros, invasor rubio, habrán mordido el polvo de mis agrestes montañas. No seré Magdalena que de rodillas implore el perdón de mis enemigos, que son los enemigos de Nicaragua, porque creo que nadie tiene derecho en la tierra a ser semidiós. Quiero convencer a los nicaragüenses fríos, a los centroamericanos indiferentes y a la raza indohispana, que en una estribación de la cordillera andina, hay un grupo de patriotas que sabrán luchar y morir como hombres. Venid, gleba de morfinómanos; venid a asesinarnos en nuestra propia tierra, que yo os espero a pie firme al frente de mis patriotas soldados, sin importarme el número de vosotros; pero tened presente que cuando esto suceda, la destrucción de vuestra grandeza trepidará en el Capitolio de Washington, enrojeciendo con vuestra sangre la esfera blanca que corona vuestra famosa White House, antro donde maquináis vuestros crímenes. Yo quiero justificar a los gobiernos de Centro América, mayormente al de Honduras, que mi actitud no debe preocuparle, creyendo que porque tengo elementos más que suficientes, invadiría su territorio en actitud bélica para derrocarlo. No. No soy un mercenario sino un patriota que no permite un ultraje a nuestra soberanía. Deseo que, ya que la naturaleza ha dotado a nuestra patria de riquezas envidiables y nos ha puesto como el punto de reunión del mundo y que ese privilegio natural es el que ha dado lugar a que seamos codiciados hasta el extremo de querernos esclavizar, por lo mismo anhelo romper la ligadura con que nos ha atado el nefasto chamorrismo. Nuestra joven patria, esa morena tropical, debe ser la que ostente en su cabeza el gorro frigio con el be-


llísimo lema que simboliza nuestra divisa «Rojo y Negro» y no la violada por aventureros morfinómanos yankees traídos por cuatro esperpentos que dicen haber nacido aquí en mi Patria. El mundo sería un desequilibrio permitiendo que sólo los Estados Unidos de Norte América sean dueños de nuestro Canal, pues sería tanto como quedar a merced de las decisiones del Coloso del Norte -de quién tendría que ser tributario- los absorbentes de mala fe, que quieren aparecer como dueños sin que justifiquen tal pretensión. La civilización exige que se abra el Canal de Nicaragua, pero que se haga con capital de todo el mundo y no sea exclusivamente de Norte América, pues por lo menos la mitad del valor de las construcciones deberá ser con capital de la América Latina y la otra mitad de los demás países del mundo que desean tener acciones en dicha empresa, y que los Estados Unidos de Norte América sólo pueden tener los tres millones que les dieron a los traidores Chamorro, Díaz y Cuadra Pasos; y Nicaragua, mi Patria, recibirá los impuestos que en derecho y justicia le corresponden, con lo cual tendríamos suficientes ingresos para cruzar de ferrocarriles todo nuestro territorio y educar a nuestro pueblo en el verdadero ambiente de democracia efectiva, y asimismo seamos respetados y no nos miren con el sangriento desprecio que hoy sufrimos. Pueblo hermano: al dejar expuestos mis ardientes deseos por la defensa de la Patria, os acojo en mis filas sin distinción de color político, siempre que vuestros componentes vengan bien intencionados, pues tened presente que a todos se puede engañar con el tiempo, pero con el tiempo no se puede engañar a todos. Mineral de San Albino, Nueva Segovia, Nicaragua, 1 de julio de 1927


Documento 1982 MONTONEROS


La historia nacional argentina esta signada por una intermitente guerra civil a veces encubierta y a veces violentamente desembozada. Este enfrentamiento aun inconcluso se inicio en los albores mismos de la independencia en 1810; su persistencia a lo largo de ya mas de 170 años a pesar de las profundas transformaciones económicas, sociales y políticas acaecidas en el país, mas aun, la continuidad de los mismos apellidos, como los Mitre, los Paz y los Martinez de Hoz, contra los mismos enemigos, como los montoneros; la reiteración de las mismas falsas opciones como civilización o barbarie, solo puede explicarse por la esencia misma de esta lucha ya casi bicentenaria. Se trata del enfrentamiento entre las fuerzas que pretenden el pseudo progreso del país a partir del capital imperialista venido desde el exterior, y las fuerzas que pretenden el desarrollo de las fuerzas productivas nacionales expandiendo el mercado interno. Por eso es que con las abismales diferencias que separan a la formación social de hoy, de aquella de hace 170 años, los dos polos de este enfrentamiento aun inconcluso mantienen sus mismos nombres: pueblo y oligarquía. El ocaso del imperialismo británico implica el agotamiento del país constituido a partir de 1853. Ya las insurrecciones radicales habían obligado a la concesión de la ley Saenz Peña, lo que evidencio que el modelo económico liberal antinacional y antipopular no podían funcionar con el modelo liberal en lo político: Las mayorías populares ganaban cualquier elección votando una filosofía económica antagónica con la oligárquica. Pero fue el peronismo quien presenta seriamente un proyecto alternativo al plantearse la constitución de una Nueva Argentina socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana. Plasmó el nuevo proyecto nacional en una nueva Ley Fundamental con la reforma constitucional de 1949. La incorporación de la clase obrera y todos los sectores populares marginados al proyecto nacional de la revolución justicialista se institucionalizó constitucionalmente con los Derechos del Trabajador, de la Familia, de la Ancianidad y de la Educación y la Cultura; a ello le agregó "la función social de la propiedad, el capital y la actividad económica", consagrando además la propiedad estatal de los recursos naturales, el monopolio estatal del comercio exterior, de los servicios públicos y de cualquier otra "actividad en salvaguardia de los intereses generales". El peronismo planteó constituir un nuevo país que lograra su efectiva independencia respecto de los centros imperialistas, para lo cual ofreció una alianza a toda la nación, entendiendo por tal a la totalidad de los argentinos. La oligarquía quedo comprendida dentro de la propuesta, no así los capitales imperialistas que imponían la independencia; solo que ahora la oligarquía debía conformase con ser un socio menor, políticamente minoritario y económicamente subordinado a la alianza de la burguesía industrial nacional y la clase trabajadora, bajo un Estado económicamente monopolista y hegemónico. La experiencia histórica nos ha demostrado, con graves perjuicios para el pueblo, que la unidad nacional no puede ser de todos los argentinos, no puede incluir a la oligarquía. Desde 1955, cuando el contragolpe de la oligarquía derrocó al gobierno peronista, el país vive en inestabilidad política y sin ley constitucional. En efecto, la autodenominada "Revolución Libertadora", como la autodenominada "Revolución Argentina" y el presente autotitulado "Proceso de Reorganización Nacional", han ocupado el poder durante 16 años con estatutos provisionales a los cuales se subordina la Constitución, quedando de hecho anulada. A ello debemos sumarle que el tirano Aramburu anuló por un bando militar la Constitución de 1949, que la dictadura de Lanusse modificó por decreto la Constitución de 1853, etc. La última Ley Fundamental con vigencia constitucional es la de 1949; pero el hecho de que no rija desde 1955 sumado a la inestabilidad política y a 16 años de dictaduras militares, 7 años de gobiernos civiles surgidos de elecciones proscriptivas y apenas 3 años de gobierno civil surgido de elecciones libres en un total de 26 años, demuestra que en la actualidad los argentinos no tenemos una nación orgánicamente constituida. Esta situación se origina en que en los últimos 40 años el país estuvo y aun está, sometido a una tenaz lucha entre tres agrupamientos sociales, cada unos de ellos con su propio proyecto y en defensa de sus intereses y del capital que considera de su propiedad. Tenemos por un lado las clases dominantes, es decir, la alianza oligarquico-imperialista, que componen las dos caras de la moneda de la dependencia: la oligarquía nativa como clase dominante no podría existir sin el sostén del capital imperialista extranjero, pero este no podría penetrar en el país sin una clase nativa vendepatria que le abriera las puertas; esta es la esencia del neocolonialismo. El entrelazamiento político y económico de la oligarquía y el imperialismo nos da por resultado los grupos económicos oligárquicos, al margen de las empresas de puro capital extranjero. Ese gran capital tiene su propio proyecto de país, subordinado a los planes de división internacional del trabajo que elaboran los grandes capitales multinacionales en su propio


beneficio. Tenemos por otro lado la mayoría del pueblo argentino, que son los trabajadores asalariados, los desocupados, marginados y trabajadores por cuanta propia. Ellos son los dueños de la fuerza del trabajo y no es ocioso recordar que el trabajo existió antes de que existiera el capital, forma sencilla de ver que el capital no es mas que el fruto del trabajo acumulado durante generaciones. Cuando la fuerza política de los trabajadores expresada en el peronismo, a partir de 1945, impuso su presencia y sus derechos, los trabajadores dejaron de ser solamente propietarios de su fuerza laboral y comenzaron a acumular su propio capital bajo la forma de propiedad estatal; la gran diferencia entre el capital de los empresarios privados y el capital de los trabajadores de propiedad estatal es que este ultimo siempre coincide con la soberanía nacional. Es precisamente en la década del gobierno periodista que se acumula una enorme, raquitismo y poderoso capital el estado en los sectores claves de la economía. Por ultimo, tenemos al tercer agrupamiento social constituido por el empresariado nacional, como genéricamente se lo denomina, y que abarca al pequeño y mediano capital agropecuario, industrial, comercial y financiero. Si bien estos sectores son previos al peronismo, no cabe ninguna duda que su gran expansión, sobre todo la de los industriales, se la deben a la política económica del peronismo, pese a que nunca lucharon políticamente a favor del mismo y en mas de una ocasión lucharon en su contra. La lucha entre estos tres agrupamientos sociales se desarrolla alrededor de un eje determinante, que es el antagonismo absoluto entre el pueblo, o sea, los trabajadores asalariados, y la oligarquía. La lucha gira en torno a la propiedad del capital estatal, que es de los trabajadores aunque al servicio de toda la nación. Los trabajadores son políticamente nacionalizadores y sus intereses en el gobierno significan aumentar la acumulación del capital en el Estado defendiendo al mismo tiempo la soberanía nacional. En cambio la oligarquía es políticamente vendepatria por eso sus intereses en el gobierno significan privatizar las empresas del Estado. ¿Quién compra las empresas estatales que privatizan las dictaduras militares?: los capitales oligárquicos-imperialistas. Así se demuestra cómo bajo el argumento técnico de combatir la inflación, la oligarquía le roba a mano armada (armada de fusiles, tanques, aviones y submarinos) a los trabajadores, un capital que es propiedad de ellos y fruto de la acumulación de su trabajo durante generaciones. La fuerza económica, social y política de estos tres agrupamientos en lucha de ninguna manera es igual. La alianza oligarquica-imperialista posee un gran capital altamente concentrado en su propiedad; es una minoría social insignificante que aun contando a todos aquellos que pudiera arrastrar detrás de sus objetivos con diversas formas de compromisos, sobornos y engaños apenas supera el 15% en una contienda electoral libre: su presencia en el poder durante largos años desde 1930 hasta el presente solo ha sido posible mediante el manipuleo de las fuerzas armadas de la nación a su servicio exclusivo, instaurando dictaduras militares cada vez más criminales. El empresariado nacional posee un capital pequeño y mediano de escasa composición orgánica y muy baja concentración; su fuerza social, incluyendo a sectores de las capas medias que sin ser empresarios se mueven con sus pautas sociales y políticas, escasamente llega al 25%, razón por la cual su presencia hegemónica en el gobierno solo se hace posible por medio de regímenes aparentemente democráticos pero surgidos en la práctica de la proscripción política de la fuerza popular mayoritaria, o sea, el peronismo. El pueblo, con la clase trabajadora, como su columna vertebral y vanguardia social en las luchas, posee la más formidable fuerza económica, base de toda la producción, que es la fuerza del trabajo; a ello se suma su efectiva propiedad sobre el capital estatal puesto al servicio de toda la sociedad, que es un capital enorme y poderoso a la vez que es diversificado y dedicado en gran parte a los sectores claves de la economía. Si hoy ese capital se ve disminuido por las llamadas privatizaciones practicadas por la dictadura oligárquica, debe quedar claro que se trata de un robo que será debidamente reparado cuando el Estado recupere su propiedad sobre las empresas en un futuro no muy lejano. La fuerza social del pueblo es mayoría absoluta dentro de la nación, ya que constituye el 60% y su fuerza política se deriva de que la inmensa mayoría del pueblo posee una identidad política unificadora, como es el peronismo, o sea que el pueblo tiene la fuerza política de la democracia por su propia naturaleza mayoritaria. Su desalojo del gobierno o su proscripción se ha debido simplemente a la imposición tiránica de la fuerza de las armas en manos de la minoría.


¿Cómo juega el tercero en discordia en esta lucha?. El comportamiento del empresariado nacional durante por lo menos los últimos 40 años ha sido ambivalente y cambiante y puede decirse que es su comportamiento el que ha venido desequilibrando la balanza según se alió al pueblo constituyendo una alianza frentista nacional y popular, la correlación se volvió totalmente desfavorable para la alianza oligarquico-imperialista y entonces tuvimos gobiernos populares defensores del capital estatal y de la industria nacional. Pero como no se aniquilaba a la oligarquía , al tiempo el gobierno se enterraba en una crisis económica; en ese momento el empresariado nacional rompía la alianza por considerar que se reducían sus márgenes de utilidades, creyendo que en ese acuerdo con los grupos económicos oligárquicos contra los trabajadores tendría un futuro provechoso. Cuando esto sucedió tuvimos gobiernos de dictaduras militares. Sin embargo, esa alianza antipopular y antinacional, solo es un engaño habilidoso de la oligarquía a expensas de la ingenuidad del empresariado nacional. Al poco tiempo se rompe, porque la política oligárquica no consiste simplemente en "controlar los excesos sindicales" o "combatir la corrupción o la subversión", sino que consiste en destruir el mercado interno, reduciéndolo drásticamente, privilegiando un mercado de artículos suntuarios para los sectores de altos ingresos, favoreciendo las importaciones de todo tipo y promoviendo las exportaciones que convienen al capital de sus grupos económicos y a los intereses de sus socios imperialistas en el mercado mundial. El gran capital de los grupos económicos oligárquicos tiene la tendencia natural de aumentar su poder por medio de la mayor concentración del capital en sus manos y esto lo realiza tanto por la privatización de las empresas estatales como por la quiebra del capital de los empresarios nacionales, llevando a la quiebra la pequeña y mediana industria y desalojando de sus tierras a los pequeños y medianos productores agrarios. Cuando esta alianza se rompe y el sector de los empresarios nacionales retorna a la alianza con el pueblo, la crisis política resquebraja la aparente dureza del poder de las dictaduras militares. Esta historia se viene repitiendo cíclicamente desde los orígenes del peronismo hasta hoy, solo que el saldo que va dejando a traves de la inestabilidad política, la ausencia de continuidad en planes de desarrollo económico y social de largo plazo, el periódico y cada vez más cruento derramamiento de sangre, etc., es un saldo negativo para la nacion como tal, de estancamiento primero, de retroceso en la actualidad y, de seguir así la historia durante los próximos veinte años, tendremos al final la desintegración nacional, inclusive territorialmente. Debemos tener la más clara consciencia que es este y no otro el final en caso de mantenerse indefinidamente el enfrentamiento entre estos tres agrupamientos sociales sin que nadie se imponga definitivamente. ¿Cabe plantearse acaso la supresión de la lucha sin suprimir a ninguno de los tres capitales involucrados en ella?. Eso seria supuestamente la unidad nacional sin distinciones de ninguna especie. Hemos oído muchas veces ese canto de sirena. Ya hemos visto que allí estuvo el error esencial del pacto constituyente de 1949. La oligarquía, cuando se ve perdida, negocia cualquier cosa con tal de que la otra parte se comprometa a no expropiarle el capital; posteriormente, con la fuerza de ese mismo capital hostiga con el desabastecimiento t reduce las exportaciones; al final, suprime por una proclama militar firmada por un tirano la totalidad de la Constitución. Volvieron a repetir esa táctica en 1973, retirándose solamente para preparar una contraofensiva más sangrienta. La única manera de resolver definitivamente esta lucha desintegradora por lo desangrante es la alianza de dos con el fin de hacer desaparecer definitivamente al tercero. Obviamente la alianza del pueblo con la oligarquía en contra del empresariado nacional es absurda. La alianza del empresariado nacional con la oligarquía, además de antinacional y antidemocrática es inconducente según lo ha demostrado ya la historia. La razón de ello es que en esa alianza va a buscar un aumento en la tasa de explotación de la mano de obra, pero obviamente no le interesa la destrucción total de esos mismos trabajadores que son mano de obra y mercado consumidor. En cambio la oligarquía utiliza la alianza con los empresarios nacionales al solo efecto de reunir la fuerza suficiente para derrocar a los gobiernos populares, pero luego se quita la careta y demuestra que sus intenciones son obtener un país de no más de 15 millones de habitantes, o sea que debe destruir al pueblo expulsando de la sociedad y del país a nada menos que 13 millones de habitantes. Un proyecto semejante no deja lugar, naturalmente, para la existencia del empresariado nacional; pero ha sido siempre la heroica resistencia obrera y popular la que ha detenido el avance de las ofensivas oligárquicas. La única alianza natural, en la que convergen los intereses económicos a largo plazo es la del pueblo con el empresariado nacional con el fin de aniquilar a la oligar-


quía, con lo cual se deja sin base social de sustentación a los capitales extranjeros capitalistas. ¿Por qué no ha ocurrido eso hasta ahora si ya esa alianza se hizo en mas de una ocasión?. Por lo mismo que ya hemos dicho: hasta ahora nunca se realizo una Alianza Constituyente entre el pueblo y el empresariado nacional con el fin de construir una Nueva Argentina SIN OLIGARQUIA. Habitualmente los empresarios nacionales le tienen miedo a una alianza en la que avance seriamente un plan de nacionalizaciones porque suponen que esa "violación de la propiedad privada" puede después descargarse sobre ellos mismos. Nosotros creemos que en la medida que no se expliciten debidamente las intenciones programaticas de todos los eventuales participantes de una alianza es natural que todos desconfíen de las intenciones ulteriores de todos. De acuerdo con el decir popular"cuentas claras conservan la amistad". Proponer la eliminación definitiva del agrupamiento social oligarquico-imperialista constituye indudablemente una revolución, cuyo carácter es simultáneamente nacional y social. No se puede realizar una revolución en nuestro con la ingenuidad infantil de proponer alianzas tácticas con la mal disimulada intención de enfrentar posteriormente al aliado. No creemos en el engaño como base de la política en el marco de un país culturalmente maduro. Creemos si en la negociación capaz de armonizar intereses comunes, capaz de poner limites y garantías para la defensa de los intereses y de los legítimos derechos de cada uno; creemos en la alianza estratégica sobre la base de un pacto de mutua conveniencia, tanto por satisfacer la mayor parte de las aspiraciones sectoriales como por garantizar el logro de todas las aspiraciones comunes al conjunto. Todo ello debe realizarse partiendo de la autentica aceptación de la democracia, cuyo problema básico no ha sido el cacareado problema de la supuesta falta de respeto por las minorías, verdadero cinismo de los vendepatrias, sino el respeto a las mayorías, quienes tiene el derecho sagrado de gobernar partiendo del principio de que el único soberano en una República es el pueblo mismo. Por eso es que proponemos una ALIANZA CONSTITUYENTE para una NUEVA ARGENTINA SOCIALMENTE JUSTA ECONOMICAMENTE LIBRE Y POLITICAMENTE SOBERANA, MILITARMENTE EN PAZ E INTERNACIONALMENTE SOLIDARIA. Pensar un país sin oligarquía y sin dependencia del imperialismo implica elaborar y pactar un Proyecto Nacional de largo alcance. No se trata en primera instancia de convocar a elcciones para una Convención Constituyente que le haga reformas a la Ley Fundamental preexistente. Se trata de pactar un proyecto socioeconómico para la realización de los intereses de las fuerzas constituyentes de la Nación. La superestructura juridico-politica nace de y obedece al proyecto social y económico para la salvaguarda de los derechos y garantías pactados y para la mayor eficiencia posible en la administración. Por eso hoy, al presentar nuestra proposición para las BASES de la ALIANZA CONSTITUYENTE, lo hacemos poniendo especial énfasis en los aspectos económicos y sociales. Si el frente nacional y popular acuerda un pacto sobre la armonización de los respectivos intereses económicos, no nos será difícil acordar luego las instituciones políticas partiendo del principio de la Soberanía Popular en un régimen republicano, representativo y federal con pluralismo político y democracia social. Por el contrario, de nada nos valdrá acordar simplemente en la defensa de la democracia en abstracto si al día siguiente de que caiga la dictadura se inicia una nueva guerra civil para imponer proyectos económicos diferentes o para burlar la voluntad de las mayorías populares; la oligarquía contragolpeara una vez más. Un Proyecto Nacional de desarrollo economico-social, en el mundo actual, carece de sentido como proyecto autárquico; presupone por lo tanto una previsión sobre su inserción internacional. Aquí una vez mas lo determinante es buscar con quienes tenemos intereses económicos y sociales comunes. En el Cono Sur enfrentamos proyectos reaccionarios esencialmente idénticos, basados en la doctrina de seguridad nacional para imponer en lo económico a la escuela de Chicago, teoría económica al servicio del gran capital financiero internacional. Además afrontamos el mismo problema en cuanto a la estrechez de nuestros respectivos mercados internos, problema mucho más grave en algunos de nuestros vecinos, y tenemos en común la proximidad geográfica con recursos naturales que, en el conjunto del Cono Sur, son complementarios. En América Latina compartimos con nuestros pueblos hermanos los anhelos de integración fundados en razones historico-culturales y en innegables ventajas económicas


que redundarían en mayor capacidad de decisión política soberana en el concierto internacional para el siglo venidero; un mercado común latinoamericano es el mínimo al que debemos aspirar y por el que debemos luchar. En el conjunto del Tercer Mundo compartimos la necesidad del desarrollo, de romper él deteriore de los términos de intercambio y de resolver definitivamente el gravisimo problema de la dependencia financiera; no es impensable entonces que en el marco del Movimiento de Piases No Alineados y del dialogo Norte-Sur resolvamos nuestra propia deuda externa derivando su pago renegociado hacia un fondo común de desarrollo para el tercer mundo. Basamos nuestra proposición programatica para una ALIANZA CONSTITUYENTE DE LA NUEVA ARGENTINA en la interpretación histórica de nuestro desarrollo económico porque entendemos que de allí surge la comprensión cabal de nuestros problemas y consecuentemente su solución. De todas maneras, es bien posible que no exista coincidencia plena al respecto entre las diversas expresiones sociales y políticas del frente nacional y popular. No es lo determinante. Lo básico, lo efectivamente constituyente de un Proyecto Nacional es pactar el futuro. El oprobioso estado de miseria, injusticia y destrucción nacional a que nos ha conducido la tiranía oligarquico-militar nos exije imperiosamente una solución definitiva. La constitución del Frente Nacional y Popular con un Proyecto Nacional definido y una estrategia de conquista del poder clara basada en la movilización popular activa es un deber histórico que nadie puede rehuir. Al presentar estas Bases de ninguna forma lo hacemos con criterio dogmático ni pretendiendo poseer verdades reveladas. Son bases mínimas suficientes para acordar un pacto histórico y materializar sólidamente la ALIANZA CONSTITUYENTE. La dirijimos, en primer lugar, a las bases sociales del pueblo y del empresariado nacional por cuanto allí reside la soberanía sobre todas las cosas; en segundo lugar las dirijimos a las organizaciones gremiales y partidos políticos ya que son quienes deberían actuar en calidad de representantes de aquellas bases sociales. No se nos escapa que existe en la Argentina de hoy una crisis de representatividad. Si los actuales dirigentes gremiales y políticos obran consecuentemente en la defensa de los intereses presentes y futuros de sus bases sociales harán más fácil la resolución de todos los dramas actuales. En caso contrario, nos consta la existencia de un segundo nivel de dirigentes en todos los organismos gremiales y políticos y no dudamos de la capacidad de expresión y presión desde las bases soberanas; ello conducirá de todas maneras, aunque por caminos más largos y tal vez más penosos, a un mismo final de unidad nacional antioligarquica y antiimperialista. Enfrentamos dramáticamente la opción de LIBERACION O DEPENDENCIA del mismo modo en que para el conjunto latinoamericano se hace dirá la sentencia del General Peron de que "el año 2000 nos encontrara unidos o dominados". Si no somos capaces de imponer la LIBERACION, ese año 2000 encontrara a nuestra región destruida y quizás desintegrada. Ninguna sociedad se ha suicidado en la historia. El pueblo y la nación argentina serán por cierto la excepción. Por eso es que luchamos sin limites de heroísmo sabiendo que lo que dijera la compañera Eva Peron, "la patria dejara de ser colonia o la bandera flameara sobre sus ruinas", solo habrá de concluir con la LIBERACION NACIONAL Y SOCIAL.


El pensamiento vivo de RaĂşl Scalabrini Ortiz

PENSAMIENTO NACIONAL


El pensamiento vivo de Raúl Scalabrini Ortiz “Todo es allí callado y receloso, el árbol, el hombre y el plantígrado que acecha. Pero en las márgenes de lo explorado, en cada lugar en que se reúne una voluntad humana, en los obrajes, en los aserraderos, en los conciertos de conchavo, en las estafetas y estaciones, ya sea en el amplio parlotear que las cañas alimentan o en el resumido musitar de los extenuados por el trabajo, vibraba, incesante, el mismo par de sílabas que resumía una esperanza casi tan grande como la selva misma: Perón. Aquel par de sílabas parecía gozar de virtudes taumatúrgicas. Era la advocación con que aquellos seres cándidos y sufridos se dirigían al ser – para ellos incorpóreo, invisible, intangible y sin embargo constantemente presente – que estaba tutelando sus vidas tan lamentables que hasta parecían olvidadas por la Divina Providencia… Perón les había aumentado los salarios y los precios del destajo. Les había proporcionado descanso retribuido y había corregido las balanzas de los ingenios que son más poderosos que Dios y más ladrones que un indio toba matrero. Había sofrenado la codicia inagotable del obrajero y doblegado hasta el mismo Patrón Costas… Nunca les había ocurrido eso, desde los tiempos en que Irigoyen los libró del cepo vigente como pena hasta 1917 y les permitió conocer por primera vez la iconografía de la libertad estampada en los billetes nacionales. Por eso la imagen de Perón estaba allí, en un rincón del único cuarto de todos los ranchos miserables, iluminada con la llama votiva de una vela de sebo, en una hornacina improvisada por la devoción. Esa era la realidad del norte argentino… En el intrincado laberinto de la subconciencia, los pueblos habían comprendido que la revolución se haría con Perón o no se haría. El era la rebelión contra la doble opresión interior y exterior, contra la tiranía de las finanzas y el título de propiedad y del colonialismo primitivista. La esperanza había comenzado a vibrar en las selvas, en los cañaverales y en las llanuras argentinas. Y la esperanza de los pueblos lleva siempre un nombre de varón. Esta esperanza, que el régimen y los colonizadores extranjeros atacaban desde todos los ángulos y con todas las armas hasta las más desleales, estaba ya bautizada y tenía su santo y seña: se llamaba Perón” [Política, 9 de enero de 1946] “El pueblo escucha, mira, coteja y continúa en silencio su tráfico habitual. El pueblo tiene esos desplantes de gran señor, porque la conciencia del pueblo sabe adonde va aunque lo ignore cada uno de los individuos que lo componen” [Scalabrini Ortiz en Noticias Gráficas, 24 de junio de 1931] “En 1930 yo había alcanzado el más alto título que un escritor puede lograr con su pluma: el de redactor de “La Nación”, cargó que renuncié para descender voluntariamente a la plebeya arena en que nos debatimos los defensores de los intereses generales del pueblo” [Qué, 1957] “Son las multitudes argentinas las que deciden en última instancia superando lo individual con una agudeza e intuición estupenda. Casi siempre han aventajado a sus gobernantes y quienes no las interroguen a diario, en vano intentarán ganar ascendiente en ella” [Latitud, 3 de enero de 1950] “Hay que volver a la realidad y para ello exigirse una virginidad mental a toda costa y una resolución inquebrantable de querer saber exactamente como somos” [Tierra sin nada, tierra de profetas] Get this widget | Track details | eSnips Social DNA Norberto Galasso recuerda a Raúl Scalabrini Ortiz. Programa “…Y la Radio BA”. Lunes a viernes de 15 a 16, AM 1270. Mayo 2009 “Las verdades individuales no obran en la dinámica social si no se delimitan y conexionan a sus semejantes, es decir, si no obedecen a una vibración del espíritu nacional” [Política Británica en el Río de la Plata] “Entré al estudio de los constituyentes económicos de mi país, no porque la economía y su cotización de materialidades me atrajeran particularmente, sino porque no es posible la existencia de un espíritu sin cuerpo y la economía es la técnica de la auscultación de los pueblos enfermos” [Reconquista, 15 de noviembre de 1939] “Todo lo que nos rodea es falso e irreal, falsa la historia que nos enseñaron, falsas las creencias económicas que nos impusieron, falsas las perspectivas mundiales que nos presentan, falsas las disyuntivas


políticas que nos ofrecen, irreales las libertades que los textos aseguran” [Política Británica en el Río de la Plata] “A partir de 1853 la historia argentina es la historia de la penetración económica inglesa, voluntaria al principio, forzada al final. En la sombra, fraguaron la esclavitud de un pueblo mantenido en el engaño” [Política Británica en el Río de la Plata] “Ferrocarriles, tranvías y teléfonos y por lo menos el 50 % del capital de los establecimientos industriales y comerciantes es propiedad de extranjeros… Todo eso explica por qué en un pueblo exportador de materias alimenticias puede haber hambre: ha comenzado a haber hambre. Es que ya al nacer el trigo y el ternero no son de quién los sembró o los crió, sino del acreedor hipotecario, del prestamista que adelantó los fondos, del banquero que dio un empréstito al Estado, del ferrocarril, del frigorífico, de las empresas navieras… de todos menos de él” [Política Británica en el Río de la Plata] “Las tentativas de conquista de 1806 y 1807 fueron errores de algunos marinos y guerreros… para eludir la responsabilidad de los verdaderos instigadores, la historia argentina adopta ese aire de ficción en que los protagonistas sin relación con las duras realidades de esta vida. Las revoluciones se explican como simple explosiones pasionales y ocurren sin que nadie provea fondos, vituallas, municiones, armas, equipajes. El dinero no está presente en ellas, porque rastreando las huellas del dinero se puede llegar a descubrir los principales movilizadores revolucionarios” [Política Británica en el Río de la Plata] Breve y superficial crítica literaria de Raúl Osorio en Caras y caretas el 28 de noviembre de 1931 ante la primera edición de El Hombre que está solo y espera, “Entre nosotros -y esa es una característica de los pueblos coloniales- las generaciones nacen y se suceden sin relación de experiencia con las generaciones que la precedieron, tal como pollos de incubadora. La historia que es la gallina madre de los pueblos es, entre nosotros, un relato casi mitológico en cuyo ámbito de irrealidad luchan los malos contra los buenos. Generalmente los malos son los que de alguna manera se connaturalizan con el pueblo. Y los buenos, los que no entorpecieron con extemporáneos reclamos populares el arrollador avance del capital extranjero 'indispensable para nuestro progreso'. Es una historia casi edénica, donde los personajes están delineados con la perfección del buril, libre de toda debilidad humana. No tiene jamás una muela picada, ni necesitan dinero para realizar leva de tropas, publicar diarios, viajar y vivir… Es una historia tan intelectualmente artificiosa… que no enseña nada, porque la vida está ausente de ella” [Qué, 18 de septiembre de 1956] “Actualmente el pueblo argentino va saliendo de ese marasmo satisfecho en que se lo había hundido… Está analizando, azorado, su realidad y verifica que sus dirigentes han colocado, poco a poco, a la república en condición de una factoría. Pero ante este nuevo estado de espíritu popular, el capital extranjero no permanece inerme… Se ordena y cohesiona para seguir asegurando sus privilegios. Para ello es indispensable coartar la voluntad del pueblo, ahogar la opinión y establecer un gobierno de fuerza y selección… La selección se efectuará naturalmente entre los allegados al capital extranjero que son los poseedores del prestigio social que da el dinero… lo económico tiene hoy primacía sobre todos los órdenes. Lo extranjero en esta tierra no es el hombre. El extranjero que aquí vive y se multiplica es hermano e igual al argentino. Lo extranjero aquí es el capital esclavizador y lo que no vaya contra él, está a su favor” [Última hora, 18 de diciembre de 1933] “La riqueza argentina es aparente, pues el capital extranjero invertido en nuestra tierra constituye una enorme hipoteca que succiona día a día la sangre de los argentinos” [Política Británica en el Río de la Plata] “La riqueza en tanto capacidad de acción, poder, independencia, voluntad y aún espíritu, no es riqueza


de estas tierras. Es riqueza particular de los capitalistas extranjeros, así como el valor económico, político o social de las cosechas son del propietario y no del peón que las sembró, cuidó y cosechó” [Señales, 8 de mayo de 1935] “No es exagerado suponer que hoy pululan más de tres millones de hombres inactivos que vegetan perseguidos por la policía, la crítica de los diarios y la más indigna miseria… dicen que nuestra exportación aumenta. Pero, la materia exportada, ¿constituye un excedente real, un sobrante que resta después de cubrir las necesidades de nuestro propio pueblo? ¿O son alimentos hurtados al pueblo, energías escamoteadas?” [Política Británica en el Río de la Plata] “Nuestra liberación será obra de nuestra constancia, de nuestra fe y de nuestro valor. Saber que se está construyendo una patria es un estímulo bien grande para nuestras pequeñas vidas. Más no olvidemos que toda obra grande es producto de la acción, no de la meditación ni de la esperanza. La propiedad y la libertad se conquistan” [Política Británica en el Río de la Plata] “Fuera de una pequeña oligarquía de abogados e intermediarios, encargados de cuidar el orden legal conveniente a los intereses extranjeros y de una masa amorfa de profesionales y empleados, que ignoran el drama del país y con cuyos conocimientos juega el periodismo, no hay más actividad lícita para los argentinos que sembrar y cosechar trigo, maíz y lino, criar y engordar vacas y transportar todo hasta los puertos de exportación” [Qué, 28 de mayo de 1957] “Los pueblos deben estar siempre atentos a la conservación de sus intereses y derechos y no deben fiarse sino en sí mismos. El extranjero no viene a nuestro país a trabajar en nuestro provecho sino a sacar cuantas ventajas pueda proporcionarse…” [Los ferrocarriles, factor primordial de la independencia nacional, 16 de junio de 1937] “El destino histórico de los argentinos ha llegado a un punto crucial… Estamos con un pie en el aire, sobre el abismo, como un sonámbulo. Despreocupadamente se permitió que un grupo de venales fuera entregando al extranjero las riendas de la economía… pero la entrega tiene un límite y ese límite un nombre: se llama avasallamiento. El avasallamiento abandonado a su propia inercia tiene un fin ineludible: la esclavitud y la muerte. Ese es un punto crucial en que los caminos se bifurcan y hay que optar: no queda más que un remedio: girar sobre sí mismos y retornar a la reconquista de nuestro propio país” [Conferencia de FORJA, 3 de agosto de 1939] “Luchar es en cierta manera sinónimo de vivir. Se lucha con la gleba para extraer un puñado de trigo. Se lucha con el mar para transportar de un extremo a otro del planeta mercaderías y ansiedades. Se lucha con la pluma. Se lucha con la espada y el fusil. El que no lucha se estanca, como el agua. El que se estanca, se pudre” [Qué, 1º de octubre de 1957] “Las revoluciones destinadas a marcar una huella perdurable en la historia presuponen la existencia de dos factores: el primero, un pueblo dotado de una elevada tensión espiritual y de un ímpetu de generosidad colindante con el mesianismo… Segundo, conductores que estén íntima e inseparablemente imbuidos de ese espíritu, hasta el punto de ser sus intérpretes como lo fue Lenin” [Politica, 9 de enero de 1946] “La voluntad del número que es como el apellido de la colectividad, debe tener primacía sobre la individual. Ni la riqueza ni el ingenio ni la sabiduría tienen derecho a acallar o burlar la grande voz de la necesidad de cada conjunto colectivo, que es la voz que más se aproxima a la voluntad de destino” [El capital, el hombre y la propiedad en la vieja y en la nueva Constitución] “No es difícil que en la subconciencia del país esté obrando la experiencia histórica de nuestra desastrosa economía. Fue el progreso futuro el pretexto que sirvió para entregar en el pasado las riendas de la economía al extranjero… El pretexto del progreso rápido sirvió para el antiprogresismo permanente” [Carta a Rogelio Frigerio del 1º de abril de 1958]


“Venían de las Usinas de Puerto Norte, de los talleres de Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barrancas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe, iban el peón de tambo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor, el mecánico de automóviles, el tejedor, la hilandera y el peón. Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba por primera vez en su tosca desnudez original, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era el substracto de nuestra idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente en su primordial sin reatos y sin disimulos. Era el nadie y el sin nada en una multiplicidad casi infinita de ganas y matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por un misma verdad que una sola palabra traducía: Perón… Por inusitado ensalmo, junto a mí, yo mismo dentro, encarnado en una muchedumbre clamorosa de varios cientos de miles almas conglomeradas en un solo ser unívoco, aislado de sí mismo, rodeado por la animadversión de los soberbios de la fortuna, del poder y del saber, enriquecido por las delegaciones impalpables del trabajo de las selvas, de los cañaverales y de las praderas…, traduciendo en la firme voz conjunta su voluntad de grandeza, consumiendo en la misma llama los cansancios y los desalientos personales, el espíritu de la tierra se erguía vibrando sobre la plaza de nuestros libertadores, pleno en la confirmación de su existencia… Ahora el milagro estaba cumplido. La sustancia del pueblo argentino, su quintaescensia de rudimentarismo, estaba allí presente, afirmando su derecho a implantar por sí mismo la visión del mundo que le dicta su espíritu desnudo de tradiciones, de orgullos sanguíneos, de vanidades sociales, familiares o intelectuales. Estaba allí desnudo y solo, como la chispa de un suspiro. Aquellas multitudes que salvaron a Perón del cautiverio…, eran las mismas multitudes que asistieron recogidas por el dolor al entierro de Hipólito Irigoyen… Son las mismas multitudes argentinas armadas de un poderoso instinto de orientación político e histórico que desde 1810 obran inspiradas por los más nobles ideales cuando confían en el conductor que las guía… Escuche las conversaciones de varios criollos y las arengas de oradores improvisados. No encontré a nadie que se acordara de sus problemas personales. Eran hombres sin necesidades: inmunes al cansancio, al hambre y a la sed… Él [Perón] intérprete fiel y libre de ataduras y compromisos… Estaban dispuestos a luchar por él y por los ideales propios que él simbolizaba y resumía… Por allí, alguien, un sencillo magnífico, gritó con voz estentórea: -¡Aquí comienza la rebelión de los pueblos oprimidos! Yo regué con una lágrima viril esas palabras para que no se marchitaran nunca” [Borradores en poder de su esposa sobre el 17 de octubre de 1945]


notas *John William Cooke nació en La Plata en 1920. Su padre, Juan Isaac Cooke, integró el Grupo de radicales que se incorporó al peronismo, y en 1945 fue ministro de Relaciones Exteriores de Farrell. En 1946 John, que acababa de recibirse de abogado, fue electo diputado por la Capital Federal. De posición, independiente y convicciones nacionalistas, se opuso a la ratificación del Tratado de Chapultepec. Tuvo una participación destacada en la Cámara, donde permaneció hasta 1951. Fue miembro del Instituto Juan Manuel de Rosas, donde pronunció conferencias y del cual fue electo vicepresidente en 1954. Ese año editó la revista De Frente, en la que planteó sus posiciones nacionalistas, y combatió los contratos petroleros que negociaba el gobierno de Perón. Después del 16 de junio de 1955, Perón lo designó interventor del Partido Peronista de la Capital Federal, desde donde Cooke trató de movilizar y organizar a los peronistas para resistir el inminente golpe militar. * Roberto Carri, sociólogo y ensayista argentino. Fundador de las Cátedras Nacionales, junto con otros compañeros en la Universidad de Buenos Aires. Desaparecido durante la dictadura militar argentina en febrero de 1977.Miembro de la organización Montoneros. Roberto era responsable de la Columna Sur. * José Martí, La Habana, 1853 - Dos Ríos, Cuba, 1895) Político y escritor cubano. Nacido en el seno de una familia española con pocos recursos económicos, a la edad de doce años José Martí empezó a estudiar en el colegio municipal que dirigía el poeta Rafael María de Mendive, quien se fijó en las cualidades intelectuales del muchacho y decidió dedicarse personalmente a su educación. El joven Martí pronto se sintió atraído por las ideas revolucionarias de muchos cubanos, y tras el inicio de la guerra de los Diez Años y el encarcelamiento de su mentor, inició su actividad revolucionaria: publicó una gacetilla El Diablo Cojuelo, y poco después una revista, La Patria Libre, que contenía su poema «Abdalá».




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