El “lugar” de las identidades nacionales en el ciberespacio

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El “lugar” de las identidades nacionales en el ciberespacio Etnografía de una diáspora digital de estudiantes y profesionales colombianos

Edgar Alejandro Blanco Peña

Universidad Nacional de Colombia Facultad de Ciencias Humanas Departamento de Antropología Bogotá 2008


El “lugar” de las identidades nacionales en el ciberespacio Etnografía de una diáspora digital de estudiantes y profesionales colombianos

Edgar Alejandro Blanco Peña

Trabajo de grado presentado para optar por el título de Magíster en Antropología Social

Director: Eduardo Restrepo

Universidad Nacional de Colombia Facultad de Ciencias Humanas Departamento de Antropología Bogotá 2008 2


Contenido

Resumen............................................................................................................................ 4 Introducción ..................................................................................................................... 6 I. Consideraciones iniciales ........................................................................................... 22 Antecedentes y revisión bibliográfica.......................................................................... 22 Referentes conceptuales............................................................................................... 31 Identidad(es), cambio de foco y afinamiento teórico .............................................. 31 Lugar, territorio, espacio y ciberespacio.................................................................. 40 Disyuntivas conceptuales............................................................................................. 46 Red/Comunidad ....................................................................................................... 47 Diáspora/ transnacional .......................................................................................... 61 Virtual/en-línea/digital ............................................................................................ 66 Metodología ................................................................................................................. 69 II. La llegada al “campo” y otros aspectos bajo la piel de la pantalla ...................... 79 La política del software ............................................................................................... 79 El moderador moderado.............................................................................................. 84 III. La geografía de la identidad................................................................................... 93 IV. Escalas del lugar, identidades en conflicto.......................................................... 103 V. Estereotipo, subalternidad e identidades nacionales ........................................... 117 VI. Colombia, a “magical” country made in united estates of America................. 130 Conclusiones................................................................................................................. 148 Referencias citadas ...................................................................................................... 152

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Agradecimientos

Deseo usar estas primeras líneas para presentar mi más profundo agradecimiento a Eduardo Restrepo, quien con sus “implacables” y agudos comentarios al presente texto me forzó a decantar, argumentar y reflexionar más intensamente la investigación que ahora usted tiene entre sus manos. A él, mi más sincero respeto y admiración. De igual forma, deseo reconocer los valiosos aportes de los antropólogos Gerardo Ardila, Andrés Salcedo y Jaime Arocha, quienes terciaron como jurado de tesis. Así mismo, quiero expresar mi gratitud a todo el equipo humano de Colombia Nos Une, de la OIM y de RedEsColombia, quienes me han permitido trabajar a su lado en el fascinante terreno de las diásporas digitales, donde germinó la comunidad “objeto” de mi interés en este trabajo. Finalmente, pero no menos importante, estoy en deuda con mi esposa y mi hijo quienes tuvieron que soportar mi constante “ausencia” durante todos estos meses. También a mi madre, por su apoyo moral. Este texto está dedicado a la memoria de mi papá, quien murió en 2007, mientras adelantaba mi maestría; y a mi tío Gabriel, que fue como un segundo padre, hasta para mi propio padre.

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Resumen

Esta investigación examina etnográficamente la construcción de identidades nacionales en una diáspora digital de estudiantes y profesionales colombianos, a partir de las múltiples relaciones que emergen en el ciberespacio con el lugar de origen. De ahí que explore las apropiaciones que los sujetos de investigación hacen de la geografía nacional y las formas como esto permite la creación de paisajes, remembranzas y territorios que se inscriben en el discurso textual. A lo largo del estudio doy cuenta de las inflexiones y escalas territoriales (y los conflictos que éstas originan) presentes en las prácticas de marcación y ejercicios políticos en los que intervienen diferentes actores vinculados a mi estudio. De ahí que preste especial atención a elementos de análisis como el estereotipo, la colonialidad y la subalternidad; en conexión con aspectos como el lugar, el cuerpo y la historia. En las conclusiones afirmo la fuerte influencia del lugar en la producción de identidades nacionales, lo que permite aglutinar en torno suyo a colectivos sociales dispersos geográficamente a través del uso de las nuevas tecnologías de la comunicación. Así mismo, llamo la atención sobre el efecto que esto tiene en la imbricación de eslabones políticos, ecológicos, culturales, económicos y migratorios, en un contexto glocal.

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Introducción

Desde la primera ola de emigración masiva de colombianos, que se ubica alrededor de la década de los sesenta, el interés del país por la población nacional residente en el exterior ha crecido de manera proporcional a ésta. Esto se ha dado en un contexto en el que la migración internacional ha adquirido un mayor grado de reconocimiento debido a las implicaciones económicas, políticas y culturales que tiene para los países de origen. De ahí, las diferentes iniciativas del Estado colombiano que ha realizado durante las dos últimas décadas para tratar de vincular a la población nacional residente en el exterior. Esto ha motivado grandes cambios constitucionales que otorgan derechos a los colombianos fuera del país (como la doble ciudadanía, el voto en el exterior y la representación en la Cámara de Representantes del Congreso Nacional) y la creación de programas como Colombia Nos Une, en el año 2003 (Guarnizo, 2006a).

Conforme al último censo general realizado en 2005 por el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE), Colombia tiene una población de 42.090.502 personas1 y 3.3 millones de colombianos viviendo fuera del país (DANE, 2006), lo que equivale al 7,3% de los connacionales en territorio nacional. Dentro de los grupos que hacen parte de la migración colombiana se encuentra el de los profesionales y estudiantes que adelantan sus especializaciones, maestrías y doctorados en el

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Esta cifra corresponde a los datos de “población compensada” a noviembre 22 de 2006. Para más información acerca de la definición de “población compensada” visitar: http://www.dane.gov.co/files/censo2005/conceptos_basicos_cen.pdf

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extranjero. Según informes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), para el año 2001 hubo un total de 10.357 colombianos en el exterior realizando algún programa de educación terciaria2, cifra que prácticamente se duplicó luego de tres años, teniendo en cuenta la misma fuente de información. En efecto, para el 2004, el número de estudiantes fue de 20.518, lo que se redujo levemente en 20053, registrando un total de 20.146 personas (OCDE, 2007). Este último dato representa un 2,23% de los estudiantes matriculados en los niveles de formación terciaria en Colombia4, durante el 2005; un 0.61% de la población colombiana en el exterior y un 0.04% de la población en Colombia, realizando el cálculo según datos del último censo en Colombia durante el año 2005.

Con relación al género de las personas que emigran de Colombia para adelantar un pregrado o posgrado, las estadísticas producidas por algunas de las instituciones más representativas en este tema en nuestro país señalan que existe un mayor número de becas entregadas a hombres que a mujeres, para realizar sus estudios en el exterior. Según datos del Banco de la República (que ofrece apoyo para programas doctorales en economía y estudios en música y artes plásticas), entre 1.980 y 2.004 se becaron a 95

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En el glosario de la OCDE, educación terciaria (Tertiary education) hace referencia a lo que podría entenderse en nuestro contexto como programas de pregrado, maestría y doctorado. Esto puede encontrarse descrito con más detalle en: http://www.oecd.org/dataoecd/36/7/35325710.pdf 3 El último informe de la OCDE, acerca del número de estudiantes en el exterior que realizaron algún programa de educación terciaria, fue publicado en el año 2007, pero los datos contenidos en éste hacen referencia a lo sucedido en 2005, lo que implica un desfase de dos años entre la fecha del estudio y la de la publicación. 4 Teniendo en cuenta para Colombia los datos del Ministerio de Educación Nacional de Colombia, los cuales se pueden encontrar en: http://menweb.mineducacion.gov.co/info_sector/estadisticas/superior/matricula_nivel.html.

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mujeres frente a 236 hombres; lo que significa que el número de asignaciones masculinas es casi 2.5 veces más alto que el de las femeninas. Por otra parte, las estadísticas consolidadas de COLFUTURO y COLCIENCIAS (con un abanico de becas más amplio), entre los años 1.995 y 2.004, muestran la misma tendencia que la del Banco de la República; aunque sin un margen de diferencia tan alto, pues los 970 beneficiarios masculinos no alcanzan a duplicar a las 615 de género femenino.

Vale la pena mencionar que la predominancia masculina en las estadísticas de los becarios internacionales está relacionada (al parecer) no con una discriminación de género, sino con la proporción del número de solicitudes hechas tanto por hombres como por mujeres. Así lo demuestran los datos de COLFUTURO que dan cuenta de un mayor número de peticiones por parte de hombres que de mujeres5, 2080 frente a 1360, respectivamente. Con respecto a las estadísticas de más de 15 países de América Latina, el hecho de que Colombia cuente con más estudiantes internacionales hombres que mujeres, gracias a las becas internacionales, no es un fenómeno extraño. Así se evidencia al observar los resultados generales de la segunda convocatoria de Becas del Programa Albán, que ofreció un alto número para variados estudios de posgrado en Europa. Tales estadísticas revelan que de un total de 2829 candidaturas recibidas en 2004, 1544 eran de personas de género masculino, frente a 1285 de género femenino.

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Durante el período comprendido entre 1.995 y 2.004

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Por otra parte, a pesar de que los datos de la OCDE son una importante fuente de información, con respecto al número de estudiantes colombianos en el exterior, presentan la dificultad de no discriminar entre quienes adelantan programas de pregrado y quienes de posgrado. No obstante, un camino para dimensionar esta última categoría es por medio de las estadísticas producidas por las instituciones que ofrecen financiación en Colombia para la realización de, principalmente, maestrías y doctorados en el exterior. Según un informe del Instituto Colombiano para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología (COLCIENCIAS) (2005)6, durante el período 1992-2004 se reportaron un total de 38497 apoyos ofrecidos para la realización de estudios de posgrado en el exterior.

De otro lado, aunque no es fácil aproximarse a la magnitud total del retorno de graduados de posgrado en el exterior hacia Colombia, sí es posible encontrar información para algunos casos concretos. En el mismo estudio de COLCIENCIAS (2005) mencionado anteriormente, se indica que el porcentaje de regreso de estudiantes graduados en el exterior es alto, en términos generales8. Ahora bien, información más detallada, proporcionada por COLFUTURO en 2007, permite entender que puede existir

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El estudio fue realizado por la Unión Temporal entre las firmas B.O.T. y Tecnos. Las instituciones involucradas en la producción de esta cifra son: el Instituto Colombiano de Crédito Educativo y Estudios en el Exterior (ICETEX), con 1465 becas; la Fundación para el Futuro de Colombia (COLFUTURO), con 1269 becas-crédito; COLCIENCIAS, con 699 becas condonables; la Comisión Fullbright, con 346 becas, y el Banco de la República, con 70. 8 En este sentido, la tasa de retornados para el ICETEX es de 100%; para COLFUTURO del 90%; para COLCIENCIAS del 82% y para la Comisión Fullbright del 59%. 7

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una marcada diferencia en las tendencias de retorno, dependiendo del tipo de programa del que los estudiantes se gradúan en el exterior.

Durante el período 1992-2006, el 81% de los créditos-beca otorgados por COLFUTURO estuvieron destinados a programas de maestría, con 1254 beneficiarios; el 15% a doctorados, con 238 beneficiarios; y el 3% a especializaciones, con 50 beneficiarios. Aunque la tasa de retorno a Colombia a nivel de maestría, durante el período de las promociones de 1992 a 20049, fue de 62%, y para nivel de doctorado de 61%, en la gráfica se observa un comportamiento diferente en la tasa de retorno para doctorado que para maestría. En el primer caso, se ve una tendencia decreciente, mientras que en el segundo una tendencia creciente. En el período de tiempo mencionado, los profesionales colombianos con título de doctorado tienden a no regresar, mientras que quienes tienen título de maestría tienden a volver. Figura 3. Tasa de retorno para maestría y doctorado de las promociones 1992 a 2004 100% 90% 80% Tasa de Retorno a Colombia Maestrías Tasa de Retorno a Colombia Doctorados

70% 60% 50% 40% 92

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Fuente: COLFUTURO

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Para el período 2004 a 2006, no se calcula la tasa de retorno a Colombia ya que la mayoría de los beneficiarios están estudiando.

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En este punto, es importante destacar la diferencia que existe entre quienes son considerados estudiantes colombianos en el exterior, que normalmente salen de manera temporal del país para adelantar sus programas, y aquellos profesionales que se han radicado en el extranjero. Teniendo a este último grupo como sujetos de investigación, se adelantó un estudio titulado “Turning the Colombian Brain Drain into a Brain Gain” (Gomez, 2002), que indagó las actitudes de los profesionales colombianos frente al tema del retorno10. Los resultados de la investigación indican que el deseo de retornar, que tienen los profesionales y colombianos (en los Estados Unidos) con un alto nivel educativo, se va esfumando con el paso del tiempo.

En efecto, los investigadores encontraron que los encuestados estuvieron más motivados por retornar recién llegados y que con el tiempo ellos y ellas se volvían reticentes a dicho proyecto. Así mismo, cuando se preguntó por las principales razones para retornar a Colombia, los encuestados eligieron como las dos razones más fuertes, los vínculos familiares y el trabajo por el país. En orden descendente, otras razones que también se

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Para dar cuenta de lo anterior, los investigadores diseñaron una encuesta que fue respondida por un total de 481 personas en Estados Unidos. El 92 por ciento de los encuestados tenían grado de bachiller o niveles educativos superiores. De quienes, el 51 por ciento recibió su título en Colombia, el 44 por ciento lo hizo en Estados Unidos y el restante 5 por ciento en otras partes del mundo. La mayoría de quienes contestaron la encuesta fueron recientes migrantes hacia Estados Unidos, un 69% tenía residencia antes de cinco años, representando la nueva ola de migrantes. Por otra parte, la mayoría tenía visa (44%) o estatus de residencia permanente (22%). Sólo el 17% tenía ciudadanía norteamericana y el 9% se encontraba como indocumentado. Los hombres componían el 56% de los encuestados en el siguiente rango: 39%, de 18 a 29; 34%, de 30 a 39; 16%, de 40 a 49 y 11%, de 50 años en adelante. En términos generales, el 39% de quienes respondieron tenían un hijo o más. Con respecto al estatus marital, el 47% era casado, 39% soltero, 5% viviendo con una pareja, 5% divorciado, y el resto separado o viudo. Con respecto a quienes estaban con pareja: 58% tenían un compañero o compañera de nacionalidad colombiana, el 19% con ciudadanía estadounidense, 9% doble nacionalidad y el 14% de otras nacionalidades. De la muestra encuestada, el 20% estudiaba negocios e ingeniería, 12% economía, 8% arquitectura y menos del 6%, medicina, biología o leyes. El 25% estaba compuesto por otros profesionales y ramas de la educación.

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mencionaron fueron: el clima y la naturaleza, la realización económica, las mejores condiciones de vida, las oportunidades económicas o profesionales, la falta de documentación legal en Estados Unidos, el cansancio de los Estados Unidos, la educación para los hijos, la jubilación y la discriminación.

La segunda parte de la evaluación consistió en analizar las explicaciones que solían dar los encuestados con respecto al plan de retornar a Colombia en algún momento futuro. De lo que se concluyó (teniendo en cuenta el cruce de variables como edad y estado civil) que: (1) las mujeres son 10.15% menos proclives de retornar a Colombia; (2) el mayor nivel de educación causa un decrecimiento en la probabilidad de que los encuestados planeen retornar a Colombia; (3) un mayor estatus laboral (negocios propios o trabajo de tiempo completo) hace menos probable que los encuestados hagan planes de retornar a Colombia, en comparación con los encuestados desempleados, jubilados, trabajadores de medio tiempo y estudiantes; (4) aquellos encuestados sin familiares cercanos viviendo en Colombia son 15.5% menos dados a retornar; (5) quienes poseen visa o están como indocumentados son más propensos a planear su retorno que aquellos con ciudadanía estadounidense o con estatus permanente de residencia; y (6) la mayor participación en actividades sociales o políticas en Colombia incrementa la posibilidad de planificar el retorno al país en un 18%.

A pesar de no representar un alto porcentaje con respecto a la población nacional en el exterior, los colombianos con un alto nivel educativo que se encuentran fuera de Colombia han generado gran inquietud desde entrada la segunda mitad del siglo pasado. 12


A partir de esta fecha (que se asocia a los inicios de la migración masiva colombiana y a la salida de gran número de profesionales universitarios hacia los Estados Unidos), se han generado varias iniciativas de repatriación, desarticuladas unas de otras y de una política pública integral. No obstante, según Chaparro y Osorio (1970), la implementación de políticas de retorno para personas con un tipo de educación avanzada resultan inconvenientes para el caso colombiano; lo que pareciera coincidir con la gran incertidumbre que dejó el intento de repatriación de “cerebros fugados” a Colombia en 1972 (Mesa, 1978). En este sentido, una consultoría de la Columbia University (contratada por Planeación Nacional de Colombia) concluyó que es recomendable enfocar los esfuerzos gubernamentales en vincular el recurso humano ya existente en el exterior, sin necesariamente buscar su retorno (Gómez, 2002: 25), lo que está en concordancia con lo que se conoce como “opción diáspora”. Enfoque que podría ser entendido como la vinculación a distancia de los científicos o personas con un alto nivel educativo con el objetivo de beneficiar a su país de origen, a través de la transferencia de conocimiento y tecnología que se facilita por medio de lo que Jean Baptiste Meyer (2001) denomina “redes diaspóricas del conocimiento”.

De acuerdo a las memorias de su lanzamiento, el Programa Colombia Nos Une (enmarcado en los lineamientos del Plan Nacional de Desarrollo 2002-2006) se estructuró inicialmente a partir de nueve áreas temáticas, una de las cuales es “Redes Transnacionales”. Según se lee en la información institucional, ésta pretende establecer canales de comunicación con los colombianos en el exterior, en torno a temáticas de interés para el país, lo que derivó en la necesidad, para el programa, de generar una “red 13


de redes”, que permitiera la articulación de los diferentes actores que hacían parte de la migración colombiana. Para esto, Colombia Nos Une atesoró la experiencia de una red digital de estudiantes de posgrado en el exterior denominada “Proyecto Bumerán”, que surgió en el 2002 gracias al apoyo de COLFUTURO y de la Fundación Líderes en la U. A partir de allí, el Programa Colombia Nos Une originó un proyecto piloto11 nombrado la Red de Estudiantes y Profesionales Colombianos en el Exterior (REPCE) que en la actualidad está conformado por personas que adelantan estudios fuera de Colombia, aspiran realizarlos y ya los han realizado. A la fecha, este grupo cuenta con 1850 integrantes que, según algunas encuestas realizadas en la página del grupo12, se caracterizan por poseer una amplia dispersión geográfica13, un alto nivel educativo14, un relativo equilibrio en la participación por género15 y por ser en su mayoría jóvenes16.

Desde diferentes continentes, muchos pasajes que recojo en el presente texto los escribimos en la diáspora digital tecleando a ocho (quizá, dieciséis, cuarenta o más) manos. Quienes participamos en esta experiencia, que recibió el nombre de la “Red de Estudiantes y profesionales Colombianos en el Exterior” (REPCE), lo hacemos en

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Esto consistió en la gestación de una red de estudiantes y profesionales colombianos en el exterior, que permitiría identificar los requerimientos técnicos y funcionales para la creación de la red de redes, que luego adoptaría el nombre de RedEsColombia. 12 Estas pueden consultarse, previa inscripción al grupo, en: http://es.groups.yahoo.com/group/redestudiantescolombianos/polls 13 Aproximadamente, el 42% de los miembros se encuentra en Europa; el 19% en Norte América; el 18% en territorio nacional; el 8% en Sur América, en países diferentes a Colombia; el 8% en Oceanía; el 1% en Centro América y el Caribe y el 1% en Asia. 14 Alrededor del 44% adelantan programas de maestría, el 34% de doctorado, el 8% de especialización, el 6% otros tipos de programas y el 5% posdoctorados. 15 Cerca del 53% de los participantes son de género femenino y 47% masculino. 16 Con respecto a la edad de los integrantes del grupo, aproximadamente, el 84% se encuentra en un rango de edad entre los 21 y los 35 años, distribuidos de la siguiente manera: el 45%, entre los 26 a los 30 años; seguido por el 20%, entre 21 y 25 años; y el 19%, entre los 31 y 35 años.

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medio de un diálogo marcado por la premura con la que se vive cuando se requiere urgentemente terminar un posgrado y con todo lo que implica ser colombiano en el exterior. No obstante, soy el único responsable de los posibles desaciertos que tengan lugar aquí. Cada una de las narrativas textuales citadas en el presente trabajo trae como suplemento otras narraciones que se derivan de esta experiencia, yuxtaponiendo voces “anónimas” en un palimpsesto textual y contextual, que da forma a hilos de conversación en el ciberespacio. En conjunto, esto configura una densa urdimbre de significaciones y relaciones con el lugar que me esforzaré por desenmarañar a lo largo del estudio que está entre sus manos.

Parafraseando a Gilles Deleuze y Félix Guattari (1997: 9), en la introducción a su capítulo sobre el rizoma, diré que estas líneas no tienen objeto ni sujeto, están hechas de materias diversamente formadas, de fechas y de velocidades muy diferentes. Cada una de las narrativas que cito en esta investigación es una máquina productora de identidades que (a través del texto electrónico) funciona con voces. Éstas, en medio de un diálogo quebrado por otros debates en la lista de correos de la REPCE, van creando líneas de articulación y de ruptura identitarias, como las que genera los tallos subterráneos del rizoma. La aparición de voces en este texto no persigue un falso efecto de realismo objetivo, ni de “autoridad etnográfica”, ya que pongo de manifiesto que la selección de los relatos implica cierto sesgo. Esta polifonía textual apunta más hacia la puesta en escena de la producción de subjetividades y a la dispersión de la autoridad etnográfica.

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Los textos extraídos de la diáspora digital que referencio aquí no cuentan con la estructura, tono, estilo, ritmo, longitud ni destreza con la que escriben los escritores de profesión. Es más, a primera vista parecieran estar no muy bien escritos. En algunos casos, tienen errores de ortografía, redacción, adolecen de ausencia de tildes y, en varios pasajes, hasta les falta claridad. Aunque debo reconocer que llegué a sentirme tentado, no están editados. No he hecho el más mínimo esfuerzo por hacerlos dignos a los ojos de los críticos literarios. Por lo que pueden ser considerados textos profanos, de ahí su riqueza. Son relatos cotidianos, espontáneos y desprevenidos de sus autores. Semejantes narraciones hablan de las cosas extrañas (tal vez normales) que le ocurren a migrantes en diferentes lugares del mundo y las reflexiones que esto genera en ellos mismos y en otros, alrededor de las identidades colombianas.

Encontrar y recomponer las narrativas que estudiaré a continuación no ha sido tarea fácil, ya que éstas se encontraban sepultadas bajo capas y capas de texto electrónico que se fueron acumulando a lo largo de 22 meses de conversaciones. Esto representa una pesada masa de más de 5000 mensajes, dentro de la que lentamente se fueron formando “estratos” discursivos, que variaban en profundidad, temática, intensidad y extensión. De ahí que exista cierta semejanza entre la labor de hacer etnografía en el ciberespacio y el trabajo del arqueólogo, que se esmera en desenterrar del pasado restos de orfebrería u otro tipo de artefactos que le permitan comprender la cultura y formas de vida de una comunidad.

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La magia de presenciar la configuración de identidades nacionales en una diáspora digital como la REPCE, se inserta en medio de la lucha vocal entre los miembros de la comunidad, que viene luego de una intervención con la sustancia suficiente como para motivar la participar de los demás. En la comunicación mediada por computador aparece un algo intraducible que inunda los intersticios del texto lingüístico, lo cual sólo puede leerse y sentirse en el contexto de cada conversación. Es la emoción con la que se da el intercambio textual, son esas mayúsculas sostenidas que simulan un grito, o esa repetición de un signo de admiración (¡¡¡¡¡). Estas cosas que no sabemos cómo pronunciar con la unión de fonemas, pero que son fácilmente comprensibles en los entornos digitales y de algún modo son sucedáneos de la quinesis y la proxemia del mundo físico. Allí se encuentra la textura, tono, color y sabor con los cuales se da vida a la construcción identitaria en el ciberespacio, algo que no puede ser capturado fácilmente por el texto académico. De ahí la necesidad de incluir en este trabajo citas textuales de las conversaciones sostenidas, en su tono original, en la diáspora digital de mi interés.

El presente trabajo está dividido en seis capítulos. El primero y más extenso, aborda algunas consideraciones que, en mi opinión, son imprescindibles para la comprensión, no sólo de la construcción de identidades nacionales en la diáspora digital, sino del contexto en el que se da tal discusión. Así, en esta sección, se encontrará una revisión bibliográfica que pretende esbozar una panorámica en la que se inscriben algunos estudios que dan cuenta de la configuración en el ciberespacio de colectivos sociales con un mismo trasfondo nacional y que se encuentran geográficamente dispersos. Aunque 17


los trabajos revisados no se circunscriben al tema de la elaboración identitaria, son útiles para observar la multiplicidad de enfoques y énfasis con los que se ha venido abordando este fenómeno desde principios de la década de los noventa.

Seguidamente, incluyo algunos referentes conceptuales en torno a la formación de identidades, donde hago énfasis en el cambio de foco que ha tenido este tema durante las tres últimas décadas y en los aportes de algunas líneas de pensamiento como el posmodernismo, los estudios de la ciencia y la tecnología, el construccionismo social y la crítica poscolonial; así mismo, preciso distinciones entre cuatro nociones que resultarán de crucial importancia para mi trabajo: lugar, territorio, espacio y ciberespacio. Posteriormente, evidencio la ambigüedad teórica que existe, en la literatura actual, en torno a la manera de referirse al tema en cuestión y planteo la existencia de tres disyuntivas conceptuales, frente a las cuales es necesario tomar posición: “red/comunidad”, “diáspora/transnacional” y “virtual/en-línea/digital”. Finalmente, presentaré la metodología que empleé para llevar a cabo mi investigación y precisaré, muy brevemente, algunos aspectos de la etnografía en el ciberespacio con respecto a la etnografía tradicional.

El segundo capítulo está dedicado a la llegada al “campo”, donde realicé mi investigación, y a la descripción del impacto que tiene la configuración del software sobre otros temas como la organización social, las relaciones de poder y la circulación de discursos en el grupo, a través de lo que se configuran identidades nacionales y remembranzas colectivas. De igual forma, en esta parte del estudio, daré cuenta de la 18


“movilización” de algunos integrantes del grupo en contra del rol de moderador que yo ejercía en el grupo, y de la limitación temática de la Red de Estudiantes y Profesionales Colombianos en el Exterior. Aspectos que condujeron a un replanteamiento de los objetivos originales con los que había sido creada la red y a una nueva orientación que establecía un vínculo manifiesto con el lugar de origen.

En el apartado tres hago un recorrido por las elaboraciones que la diáspora digital realiza de la geografía colombiana, imágenes que están saturadas no sólo de elementos materiales como el paisaje, los cuerpos y la riqueza natural, sino de otros aspectos intangibles como la música, los sabores, los colores, la historia, la sensualidad y la tradición, entre otros. En este sentido, propongo que el discurso nacional se articula a partir de dos elementos principales (la gente y la tierra) que se traban en una íntima relación de reciprocidades. De igual forma, analizo cómo lo anterior constituye un caldo de cultivo para la producción de identidades nacionales, haciendo clara la existencia de tensiones y contradicciones que esto acarrea. En este escenario, presento cómo el cuerpo femenino es capturado por un discurso masculino-centrado que lo convierte en un objeto para la inscripción de la identidad nacional, lo que implica una subalternización de la mujer en la diáspora digital.

A lo largo de la cuarta parte del estudio exploro las tensiones que emergen con la variación en la escala con la que los miembros de la diáspora digital se aproximaron al lugar de origen. Lo que me condujo a analizar los fuertes enfrentamientos que acompañan el paso de la elaboración de identidades nacionales a las identidades 19


regionales. Así, estudiaré la fabricación del regionalismo paisa en la lista de correos, describiendo los contenidos concretos de dicha identidad, que incluyen comidas particulares, valores morales, una relación particular con la tierra y un pasado ancestral. De igual forma, en esta sección daré cuenta de las estrategias políticas, configuradas a partir de otras identidades regionales, por reconfigurar la jerarquía nacional que marca el discurso paisa.

La quinta sección estará dedicada a las relaciones entre el estereotipo, la subalternidad y las identidades nacionales colombianas. Aquí se presenta cómo el ejercicio de diferenciación colonial funciona como aparato de poder y como herramienta para el sostenimiento de distinciones entre los “primeros” y los “terceros mundos”. Por otra parte mostraré cómo los participantes de la diáspora digital, a partir de lo anterior, generan espacios de resistencia contra los actores dominantes, donde el lugar y la historia representan un aspecto importante en la estructuración de luchas políticas, lo que no está libre de confrontaciones en la misma lista de correos.

En el último capítulo me dedicaré a analizar la influencia en la formación de identidades nacionales de otros actores diferentes a los miembros de la diáspora digital, dentro de los que se cuentan agentes estatales y mercantiles. En este sentido, describiré la incorporación de lógicas propias del capitalismo sobre la elaboración identitaria y la alineación que esto tiene con los intereses del Estado colombiano. Lo que origina un gran impacto en la imagen del país, que es intervenida por un colonialismo discursivo que privilegia, en la narración textual, un tipo específico de raza sobre otras. Esto da 20


paso a la subalternizaci贸n de algunos grupos sociales inmersos en lo nacional, como son los ind铆genas, los negros y los no blancos.

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I. Consideraciones iniciales

Antecedentes y revisión bibliográfica

Los estudios acerca de la configuración en el ciberespacio de colectivos sociales con un mismo trasfondo nacional, que se encuentran geográficamente dispersos, son relativamente nuevos, ya que la mayoría se han publicado en los últimos siete años. A pesar de esto, existen trabajos pioneros que se remontan a la aparición de Internet, al final de la primera mitad de la década de los noventa. Dentro de estos trabajos primigenios, se dan diferentes focos de atención y marcadas aproximaciones disciplinarias, influidas por la formación e intereses académicos de los investigadores; así como una atracción prominente por el “aspecto instrumental” de Internet. No obstante, algunos de los actuales abordajes académicos se caracterizan por poseer una perspectiva transdisciplinaria, influenciada por el estudios de la Comunicación Mediada por Computador (CMC), que ve en Internet no sólo un “medio” a través del que fluye información, sino un ciber-espacio en el que tiene lugar una rica multiplicidad de dinámicas sociales.

Katerina Diamandaki (2003) clasifica lo que ella denomina como “comunidades diaspóricas en línea” en dos categorías. De una parte, están las naciones o grupos

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nacionales de expatriados con o sin un Estado,17 que buscan construir, a través de Internet, un hogar lejos del hogar, así como resolver los dilemas que genera la migración en la vida diaria. Según la autora, aunque este tipo de diásporas pueden no tener una causa política clara por la cual luchar, sí persiguen mantener vivos los vínculos entre sus miembros alrededor del mundo y procurar su bienestar general. Lo que no significa que no puedan emprender acciones políticas en determinados momentos, ni que no posean una conciencia política y social. Por otra parte, se encuentran las comunidades de disidentes que huyen de regímenes totalitarios. Este grupo busca deslegitimar o socavar el régimen en su patria con discursos que giran en torno a la resistencia y la democracia a través de Internet, lo que les permite a los exiliados evadir el control del Estado.

Además, se encuentran los estudios sobre las “diásporas científicas”18 y su relación con las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (NTIC), los cuales representan una de las primeras aproximaciones a la formación de redes de migrantes a partir del uso de Internet.19 Vale la pena mencionar que comúnmente estas investigaciones han estado fuertemente influidas por un enfoque economicista, que valora estas experiencias a partir de los logros alcanzados, en términos cuantitativos, con relación al impacto sobre el “desarrollo” de los países de origen. Bajo este enfoque es

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Aquí se incluyen las poblaciones originales diaspóricas (judíos, kurdos, asirios, palestinos y tibetanos), donde los principales discursos están relacionados con el desarraigo, el dolor, la tierra perdida y el derecho de regresar a casa. 18 Según Meyer (2006) éstas tuvieron su origen en América Latina. 19 Estos estudios, que iniciaron pasada la mitad de la década de los noventa, estuvieron fuertemente ligados a todo el andamiaje teórico de la “opción diáspora”, que se presentó como una alternativa que proponía mitigar la problemática planteada por la fuga de cerebros. En este sentido, las NTIC se presentan como una herramienta para la transferencia de conocimiento y para la comunicación y coordinación entre científicos.

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frecuente que se conceptualice a la Red bajo un paradigma instrumental, lo que dificulta observar temas relacionados con las dinámicas sociales que se dan en el ciberespacio.

Curiosamente, uno de los primeros trabajos que estudió las nacientes diásporas científicas en el contexto latinoamericano está relacionado con el caso colombiano de la Red Caldas.20 Este fue presentado como una experiencia novedosa para aprovechar el talento humano altamente especializado a favor nacional (Meyer, 1997). La relevancia de este estudio radica en que pensó a la migración de científicos no como una “fuga de cerebros”, sino como una oportunidad para el lugar de origen, que podría ser aprovechada desde la distancia gracias al uso de las nuevas tecnologías de la comunicación. Esta investigación buscó describir la diáspora científica y los actores que la conformaban para analizarlos dentro y fuera del ciberespacio. En este sentido, pretendía entender la forma en que funcionaba la red a partir de tres aspectos: la lista de correo electrónico en Internet, las asociaciones locales (los nodos de la red) y el desarrollo de algunos proyectos conjuntos entre la diáspora y los miembros de la comunidad científica en el país de origen. Las conclusiones del trabajo están orientadas a describir lo significativo de la experiencia, presentando sus logros y sus limitaciones, y sugiriendo indicadores y métodos que ayudaran al desarrollo de futuras redes en otros lugares.

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La Red Caldas, también conocida como Red Colombiana de Científicos e Ingenieros en el Exterior, nació oficialmente en 1991 como una iniciativa del gobierno colombiano, en cabeza de COLCIENCIAS, apoyada fuertemente en las herramientas de comunicación electrónica para vincular a la comunidad científica colombiana que vivía en el exterior con el país.

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Desde otro ángulo, están los estudios que centran su atención en la relación bidireccional que existe entre tecnología y sociedad. Estos intentan romper con determinismos tecnológicos que sólo observan el proceso en una sola vía y que establecen el centro de análisis en los cambios sociales que son originados por las transformaciones tecnológicas. La investigación realizada por Pablo Boczkowski (1999), en una lista de correos electrónicos conformada por argentinos viviendo en el exterior, examina cómo los usuarios y las tecnologías se dan forma mutuamente al interior de lo que él denomina una “comunidad virtual nacional”. Según el autor, la perspectiva de la “configuración mutua” (mutual shaping) es más adecuada que los enfoques convencionales, debido a que logran capturar la complejidad, imprevisibilidad y recursividad de la interacción entre las características tecnológicas y los discursos y prácticas de los usuarios. Orientado por los recientes estudios de CMC, una visión multidisciplinaria de la tecnología y la sicología social del nacionalismo, Boczkowski presenta la mutua influencia entre las posibilidades del hardware, las identidades nacionales, las remembranzas colectivas, las configuraciones del software y las prácticas de coordinación que ocurren durante sus 14 meses de investigación como observador participante en una lista de correos argentina.

Otro cuerpo de investigaciones orienta su análisis hacia el uso que hacen los migrantes del ciberespacio como “esfera pública”. En esta corriente, el estudio sobre la “diáspora” eritreana adelantado por Victoria Bernal (2006) arroja información valiosísima sobre las relaciones entre transnacionalismo, Internet y los espacios de participación política que surgen de esta combinación. Los eritreanos en el exterior usan la Web como un espacio 25


público transnacional, desde donde producen y debaten narrativas relacionadas con historia, cultura, democracia e identidad. Según la investigadora, por este mismo medio, la diáspora también ha movilizado recursos y ha enlistado personas para la guerra21, ha debatido para la formulación de su propia constitución política y ha logrado influenciar al gobierno de Eritrea. A diferencia del caso de los científicos abordado por Meyer, los miembros de la diáspora eritreana no hacían parte de un grupo social privilegiado en su lugar de origen; muchos de ellos llegaban a su destino sin un título universitario, un alto grado educativo o un gran capital económico, para convertirse en taxistas en la ciudad de Nueva York o en empleados de sus propios familiares. Sin embargo, según la autora, más que simples refugiados o trabajadores angustiados manifestándose en el ciberespacio, el ejemplo de la diáspora eritreana en línea permite entender las nuevas formas de ciudadanía y prácticas comunitarias y políticas.

En otra perspectiva, están los estudios que investigan los usos que de Internet hacen las segundas generaciones de migrantes con el objetivo de vincularse con sus compatriotas alrededor del mundo y de mantener activa la imagen del país de origen ancestral. Este es el caso de la investigación que realizó Lenie Brouwer (2006) con los jóvenes marroquíholandeses, quienes emplean algunas paginas Web como maroc.nl y maghreb.nl, y los tablones de mensajes (message boards) para expresar sus afectos hacia Marruecos, debatir temas importantes relacionados con este país y hasta construir una imagen idealizada y, algunas veces, poco crítica de éste. Según el autor, a diferencia de los

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El estado africano de Eritrea alcanzó su independencia en 1993 luego de una larga lucha contra la dominación colonial etiope.

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grupos migrantes de primera generación, los de segunda no mantienen un fuerte vínculo financiero (a través del envío de remesas) y social con su lugar ancestral. En lugar de esto, inventan nuevas formas de lealtad y pertenencia, estructuradas a partir de la participación de comunidades virtuales que representan, para Brouwer, “artefactos culturales”, de los que fluye información e imaginería. Dentro de los hallazgos de la investigación se señala que el hecho de que los jóvenes vivan en un contexto holandés, donde se ven enfrentados a diversas problemáticas sociales, fortalece su sentimiento de pertenencia hacia sus raíces marroquíes. Esto genera complejas relaciones entre una doble contextualidad del vivir, que se ve plasmada en el especio virtual, donde usando el idioma holandés construyen identidades marroquíes. No obstante, según la investigación, estos jóvenes están más influenciados por la comunidad local marroquíholandesa que por los vínculos transnacionales con Marruecos o con otros marroquíes en el exterior. En este sentido, para Brouwer, gracias a sus sitios en Internet, ellos son más parte de una “red nacional” de jóvenes marroquí-holandeses que de una “red transnacional”.

Por otra parte, cuestionando la figura de “desterritorialización”, característica de los estudios relacionados con el transnacionalismo y los nuevos medios de comunicación, el trabajo de Van Den Bos y Nell (2006) analiza (por medio de un estudio comparativo) los usos transfronterizos que los migrantes iraníes y turco-kurdos, en los países bajos, hacen de Internet. Los resultados de esta investigación apuntan a que la interacción en línea en ambos casos, y la visión de un “espacio virtual”, están ancladas a contextos fuera del ciberespacio (off line). Tanto para el caso de los hipervínculos que tenían las páginas 27


iraníes como para los usos que los turco-kurdos hacen de Internet, se exhiben referentes territoriales de la localidad, regionalidad y nacionalidad. Adicionalmente, para cada caso, el estudio encontró que la territorialidad presente en las relaciones en línea varió dependiendo de la escala geográfica en la que se situaban. También encontró substanciales diferencias, en cada uno de los grupos, relacionadas con el medio virtual sobre el que se construía la red (página, foro, etc.), la generación (primera y segunda) y, nuevamente, la territorialidad. Para los autores, las prácticas que de la Web hacen los migrantes, en los casos observados, no necesariamente ensanchan o disuelven la territorialidad, sino que la refuerzan. Asimismo, controvierten la tendencia de ver la relación entre nuevos medios y transnacionalismo, como la última etapa de la globalización contemporánea, caracterizada por lo que se ha llamado “espacio de flujos”, que es deslindada y descentralizada.

Existe otro rico cuerpo de investigaciones sobre la diáspora sur asiática en Internet (Gajjala, 2003; Rai, 1995; Mitra, 1997, 2005, 2006; Karamcheti, 1992; Adams y Ghose, 2003) que realiza énfasis en los aspectos socioculturales de la actividad en línea y en la formación discursiva de subjetividades que emergen del entorno digital. Desde este enfoque, se presta gran atención al surgimiento en el ciberespacio de las voces de aquellos integrantes de grupos marginados y subalternos, que son vistos como carentes de poderes para expresar sus opiniones. Esta literatura, ha venido siendo fuertemente alimentada por los estudios culturales, las teorías poscoloniales y los estudios feministas.

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Finalmente, aunque no están relacionados directamente con el tema de las diásporas digitales, es importante mencionar que en Colombia se han venido adelantando algunos trabajos de investigación, a nivel de maestría, en el campo de la cibercultura. Hasta donde sé, existen dos trabajos de grado que se ubican en esta categoría: Homo digitalis: etnografía de la cibercultura (Martínez, 2006) y Laboratorio de imaginarios Internet como el lugar para la construcción de imaginarios individuales (Suárez, 2007).

El trabajo de Betty Martínez se fundamenta en las relaciones que la autora encuentra entre la identidad y tres conceptos clave para su trabajo: el tiempo, el espacio y la corporeidad. En este sentido, aborda los efectos de la cibercultura en la aceleración del tiempo, el surgimiento del espacio de flujos y, lo que Martínez describe como, la obsolecencia del cuerpo. A diferencia del planteamiento que hago en mi investigación, Martínez (2006: 79) entiende el ciberespacio como un espacio “fantasmal” en el que se ha perdido el sentido del lugar sagrado y su relación con el paisaje geográfico, el territorio y el encuentro con el sí mismo. Con estos referentes conceptuales en mente, la autora plantea las transformaciones y redefiniciones de las identidades en la red. Lo que pasa por la fragmentación del sujeto como resultado de la Comunicación Mediada por Computador (CMC), la pérdida del cuerpo o de la corporeidad en los entornos “virtuales” y la aparición del “Homo Digitalis”.

De otro lado, la investigación de Liliana Suárez se orientó al estudio de los imaginarios individuales en Internet, para lo que empleó la observación etnográfica como herramienta metodológica. Vale la pena mencionar que la etnografía realizada no se hizo 29


en el entorno digital, ya que para la investigadora esto representaba serios inconvenientes metodológicos. Así, dividió su trabajo en tres fases: la primera se enfocó en la identificación y aproximación a los informantes, con el objetivo de conocer algunas de sus opiniones, páginas más visitadas y la interacción entre éstos y los sitios Web. La segunda fase buscó dar cuenta de los fenómenos cognitivo, estético y social de la experiencia de los sujetos de investigación con Internet, por lo que la investigadora ahondó en saber qué pensaban del medio. Finalmente, la última etapa del estudio se concentró en observar la navegación de las personas por la Web y la interpretación de las conexiones entre la frecuencia de uso, el estrato y el tipo de contacto comunicativo.

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Referentes conceptuales

Identidad(es), cambio de foco y afinamiento teórico

Los trabajos relacionados con la formación de identidades han tenido un cambio de foco desde la década de los setenta del siglo XX, cuando las investigaciones empezaron a poner menos énfasis al sentido individual del sí mismo y se aproximaron más a las configuraciones colectivas de la identidad, que la entendían como un producto relacional. Como derrotero general, se abandonó la idea de la identidad como algo natural o esencial, resultado de características físicas, sicológicas, regionales o propiedades de localizaciones estructurales (Cerulo, 1997). Lo que significó deshacer la imagen de la identidad como algo fijo, estable y monolítico, para concebirlo más móvil, variable, múltiple y fracturado. Dentro de las líneas de pensamiento que han reorientado el análisis en torno a la construcción de identidad sobresalen, principalmente, algunas vertientes teóricas que han surgido en las tres últimas décadas: el posmodernismo, los estudios de la ciencia y la tecnología, el construccionismo social y la crítica poscolonial.

A pesar de las diferencias entre los enfoques mencionados previamente, éstos llaman la atención sobre la íntima relación entre política e identidad y el efecto de ambas sobre las movilizaciones colectivas. Según algunos autores como Alberto Melucci (1989: 60), la “política de la identidad” constituye nuevos movimientos sociales, iniciativas colectivas que son auto-reflexivas y que toman forma según las acciones expresivas de los 31


miembros de la colectividad. Así, la preocupación por la política de la identidad se mueve más allá de los temas recurrentes en el estudio de las identidades colectivas, y exploran otros aspectos como la protección de animales, el medio ambiente, aquellos que no tienen hogar, entre otros. De esta forma, el estudio de la política de la identidad y los nuevos movimientos sociales sugieren una forma especial de agencia, que puede resultar transformándose en algo defensivo u ofensivo (Cerulo, 1997).

Uno de los aportes más significativos del posmodernismo ha sido la realización de un ejercicio de deconstrucción de las categorías identitarias, (como el género, clase o la raza, entre otros, establecidos por algunos enfoques teóricos). Así mismo, el posmodernismo aboga por un cambio en el enfoque analítico, restando énfasis en la observación y la deducción, y dando más prominencia a lo concerniente al discurso público. En este sentido, los posmodernistas cuestionan los modelos que equiparan discurso con verdad, haciendo énfasis en que las identidades son más que discursividad. De igual forma, los estudios posmodernos presentan las formas en que las definiciones colectivas de las identidades se sostienen, así como los arreglos sociales y las jerarquías de poder relacionadas con éstas (Cerulo, 1997: 385-391).

Así mismo, el posestructuralismo ahonda en el estudio de la identidad en un período de tiempo específico: la tardo-modernidad. Según algunos de los exponentes de esta corriente, allí se observa una transición histórica que condujo a la sociedad hacia un proceso de individualización inacabado, donde las personas son menos controladas por la tradición y cada vez más libres de tomar sus propias decisiones, configurando de 32


manera autónoma sus subjetividades e identidades con respecto a entornos como el natural, social y psíquico (Lash 1997: 142). Así, los agentes sociales (desde esta óptica) fabrican, auto diseñan y auto escenifican no sólo sus propias biografías o historias de vida, sino también su gran variedad de relaciones sociales e identidades, a medida que cambian sus preferencias y las fases de su vida. Para muchos, lo anterior permite hablar de nuevas formas de vida social, construidas por seres humanos “liberados” de las antiguas limitaciones espacio-temporales y del influjo de la tradición, asociada a la época premoderna (Beck 1997: 29, 30). En este contexto, la identidad se anida en medio de las discusiones acerca de la reflexividad y del “proyecto del sí mismo” (Giddens, 1991).

En la línea de los estudios de la ciencia y la tecnología, vale la pena destacar el trabajo pionero de Sherry Turkle (1984), quien (luego de trabajar por más de una década en investigaciones etnográficas y clínicas) fue la primera en pensar en el computador como un “segundo yo”. A partir de la interacción con las máquinas y el advenimiento de la vida en línea, la investigadora planteó cambios fundamentales en la manera como se crea y se experimenta la identidad humana, pensando en ésta como algo múltiple y flexible (Turkle 1999). Uno de los principales focos de atención en el estudio de Turkle gravita en torno a los MUD22, a partir de lo que la autora planteó la posibilidad de que alguien puede interpretar identidades múltiples (cercanas o no a su yo real), “donde la identidad, después de todo, se refiere al equilibrio entre dos cualidades, en este caso,

22

Los Multi User Domains (MUD) o Dominios para Múltiples Usuarios son juegos en el ciberespacio, donde se establecen lugares virtuales para navegar, conversar y construir.

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entre una persona y su personaje” (1997: 19). De ahí que la autora estructure su trabajo a partir de la idea de “personajes virtuales” en el ciberespacio, que pueden ser representados por nuestra propia descripción textual, lo que constituye la creación y proyección de alguien en el mundo físico. Ligado a esto, otra idea central en el pensamiento de Turkle es el concepto de “ventanas” (haciendo referencia al programa informático Windows), las cuales permiten crear múltiples contextos de manera simultánea, donde cada personaje puede adoptar un perfil diferente y, así, dar origen a identidades múltiples y descentradas. Ahora bien, las dos críticas principales a este trabajo están vinculadas a la generalización de los hallazgos encontrados en los MUD, para todos los usuarios de Internet, y a la no superación de la dicotomía entre realidad/virtualidad (Naranjo, 2006).

Desde un ángulo distinto, el aporte de Donna Haraway (2000) es sobresaliente y enriquecedor. Enmarcado en los estudios feministas de la ciencia y la tecnología, concibe una elaboración de identidad apoyada en la noción de cyborg. Palabra que hace referencia a una mezcla entre la máquina y el humano, lo que en palabras de la propia autora se describe como “un organismo cibernético, un híbrido de máquina y organismo, una creatura tanto de realidad social como de ficción” (2000: 291). Influida por el pensamiento posestructural, tal fusión no sólo plantea la ruptura de la brecha entre la máquina y lo humano, sino de lo humano y lo animal, así como de lo físico y lo no físico; lo que da origen a lo que la autora llama una “política de la ficción”. Para Haraway, la imaginería cyborg trata de la trasgresión de fronteras identitarias (que dan forma a matrices de dominación, que se traducen en taxonomías sociales como raza, 34


género y clase) que abren posibilidades para las acciones políticas. Así, para la autora, la cultura de la alta tecnología desafía algunos dualismos del pensamiento occidental (yo/otro,

mente/cuerpo,

cultura/naturaleza,

hombre/mujer,

civilizado/primitivo,

realidad/apariencia, todo/parte, agente/recurso, constructor/construido, activo/pasivo, bien/mal, verdad/ilusión, total/parcial, Dios/hombre), lo que abre paso a una experiencia íntima de las fronteras, de su construcción y de su deconstrucción.

Por otro lado, el construccionismo social realiza un aporte substancial al estudio de la identidad en la esfera de lo colectivo, principalmente, a través de tres campos discursivos, que representan la “sangrada trinidad” en el estudio de la identidad: genero/sexualidad, formación de clase y raza/etnicidad. Esta última categoría se encuentra conectada con el tema de las identidades nacionales, donde se halla una rica variedad de propuestas. Algunos estudios son de tipo socio-histórico, en los que se trabaja en torno a la conmemoración, la narrativa y las formas de simbolización, a partir de las que los actores, particularmente las élites nacionales, crean, manipulan o desmantelan identidades de nación, ciudadanía, aliados y enemigos. Dentro de este campo, una de las propuestas más innovadoras ha sido la de Benedict Anderson con su idea de comunidades imaginadas, que se vincula a la reflexión de las identidades nacionales como construcciones socio-cognitivas.

Según el planteamiento de Anderson (1993), la noción de nación ofrece una sensación de fraternidad y compañerismo profundo que facilita la construcción de comunidades imaginadas, donde las personas no conocen a la mayoría de sus compatriotas, ni tienen 35


contacto directo con los otros, pero, a pesar de esto, poseen una imagen en sus mentes de comunión con los demás. Anderson señala la importancia que tuvo el “capitalismo de imprenta” para el surgimiento de las comunidades imaginadas del siglo XVIII, a través de dos fuentes de imaginación: la novela y el periódico. Ambas proveyeron los medios técnicos necesarios para la representación de la comunidad y para la generación de un tiempo, del calendario y del reloj, homogéneo y vacío, que generó conexiones imaginarias con los demás integrantes de la comunidad23 (Anderson 1993: 23-50).

Es importante notar que, desde este enfoque, las identidades nacionales aparecen tradicionalmente ligadas a un lugar o suelo espacialmente delimitado. De igual forma, se nutren de símbolos como la bandera, el himno y otros elementos que fortalecen el sentido de unidad y pertenencia, como la imagen del mapa. Para Anderson (1993: 238249), éste último tenía como objetivo representar las fronteras espaciales que separaban a la nación de otras naciones y demostrar, en el nuevo discurso cartográfico, la antigüedad de las unidades territoriales, así como la historia de una cultura y un idioma común.

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De acuerdo con Marshall McLuhan (1962: 28-33), el advenimiento de la escritura generó una ruptura en la manera en que las personas percibían el mundo hasta ese momento, ya que se fomentó paulatinamente la preponderancia de un solo sentido, el visual. Con esto, se generó una nueva forma de sentir la realidad, debido a que el tiempo y el espacio pasaron a concebirse como lineales, el pensamiento abandonó su lado mágico para hacerse lógico-discursivo y el argumento predominó sobre la metáfora. Para McLuhan la invención de la imprenta en el siglo XV potenció al máximo las capacidades de la escritura, creó las fuerzas uniformes y centralizadoras del nacionalismo moderno y dio comienzo a una nueva era, denominada la “Galaxia Gutenberg”.

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Ahora bien, al respecto los estudios poscoloniales24 realizan una crítica bastante fuerte al construccionismo social, cuestionando la correspondencia entre espacio, identidad y cultura, que se encuentra en el planteamiento de la comunidad política imaginada de Benedict Anderson. En efecto, autores como Akhil Gupta y James Ferguson (1997) consideran que ésta se vuelve problemática cuando se piensa en: (1) el asunto relacionado con quienes habitan en la frontera, aquella franja estrecha entre filos abruptos de los límites nacionales, y quienes viven cruzándolas, trabajadores emigrantes, nómadas y miembros de negocios transnacionales y de la elite profesional; (2) lo relacionado con el multiculturalismo y las subcultura que se dan dentro de una misma localidad y (3) el poscolonialismo que se pregunta a qué lugar pertenecen las culturas hibridas del poscolonialismo. Para Gupta y Ferguson, la unidad entre lugar y personas en el concepto antropológico de cultura debe ser revisada, con el objetivo de pensar la cultura como algo más allá de un fenómeno espacialmente localizado.

Así, las ideas de que el mundo está compuesto por unidades espacialmente discontinuas y soberanas, conceptualizadas a través del mapa, y la relación del nacionalismo con el lugar han venido siendo interrogadas por investigaciones afiliadas a la orientación poscolonial. Para Liisa Malkki (1999: 52, 56) el vínculo que tradicionalmente ha existido entre identidades nacionales con ideas como la de “suelo” y metáforas botánicas como la de “tener raíces” es algo que debe ser desnaturalizado y explorado nuevamente.

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Un nuevo campo de investigación que surgió en los años ochenta orientado a la deconstrucción de las epistemologías del conocimiento moderno, teniendo como eje de reflexión el papel jugado por la colonización del mundo no europeo en la construcción de las disciplinas científicas (Castro et al.,1999: 9, 10).

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Para la autora, términos como nativo, indígena y autóctono han servido para enraizar la cultura a un suelo en una especie de “inmovilidad ecológica”. Lo que deriva de una lógica de “sedentarismo metafísico”, que encarcela espacialmente al nativo en un territorio nacional y que se vuelve problemática en ciertas experiencias de desarraigo que pueden llegar a experimentar algunos grupos de refugiados. En lugar de ver la identidad nacional como un “producto puro” generado por las raíces, Malkki sugiere que ésta es siempre móvil y procesual, parcialmente auto construida, en parte categorizada por otros, parcialmente una condición, un estatus, un arma, un escudo, un fondo de memorias y un bricolaje. Para la estudiosa, plantear la necesidad de una nueva “sociología del desplazamiento” o nueva “nomadología”, no es negar la importancia del lugar en la construcción de identidades, sino, por el contrario, mostrar la íntima conexión que existe entre desterritorialización e identidad.

Con lo anterior en mente, Arturo Escobar (2001) afirma que con la entrada en escena de la globalización y los flujos transnacionales, la crítica antropológica a la visión de la cultura como un todo delimitado y coherente ha venido cuestionando la yuxtaposición entre lugar, cultura e identidad. Como resultado de esto, se ha depuesto al lugar y a la localidad como sitios privilegiados para el establecimiento de la cultura, lo que trajo como consecuencia la necesidad de explicar la diferencia cultural en vez de verla como algo dado. Así, la comunidad cesa de ser comprendida como algo obvio donde se anidan identidades naturales, para ser vista como una productora de complejas relaciones de cultura y poder que se extienden más allá de los límites locales. No obstante, la relación con el lugar continúa siendo muy importante en los modos de conciencia para la 38


producción de identidades y culturas, así como para las prácticas orientadas hacia el lugar; por lo que se puede afirmar que la cultura, así como los cuerpos y las ecologías biofísicas se asientan en el lugar, aunque no se restringen a él (Escobar, 2001: 146,147).

En este sentido, los lugares han servido de anclas simbólicas a las comunidades y a los pueblos transnacionales, que utilizan su memoria de lugar para construir un nuevo mundo vivido imaginativamente. En este sentido, la patria se constituye en uno de los símbolos de interpelación para los migrantes y desplazados, a pesar de que la relación con la patria pueda llegar a ser diversa en distintos contextos. Esto toma más importancia cuando, en tiempos desterritorializados (donde la noción de hogar como un lugar permanentemente fijo se pone en tela de juicio y aparece como algo distante), los diversos aspectos de nuestras vidas permanecen altamente localizados, en un sentido social (Escobar, 2001). Así, la reterritorialización o territorialismo se inscribe exactamente en el punto donde existe la amenaza de ser borrado.

Antes de cerrar esta sección, es importante mencionar que según algunos teóricos de los estudios poscoloniales (Said, 1978; Spivak, 1985, Bhabha, 1994), el estereotipo representa una estrategia discursiva, una forma de conocimiento y una práctica de identificación que se liga al discurso colonial. Para Homi Bhabha (1994: 91), uno de los rasgos más importantes del estereotipo es su dependencia del concepto de “fijeza” en la construcción ideológica de la otredad, que connota rigidez y un orden inmutable del “sujeto subalterno”. Por su parte, la noción de subalterno o colonizado se asoció, luego de la segunda guerra mundial, a quienes habitaban regiones no europeas, no 39


occidentales, dependientes y periféricas. Tal concepto fue designado para aquellos grupos de personas etiquetadas como pobres, subdesarrolladas y que, en algún momento, vivieron bajo el régimen de la colonia. No obstante, esta noción se ha ampliado durante los últimos años para referirse a mujeres subyugadas, clases oprimidas y minorías nacionales, entre otras (Said, 1989: 206-207).

Lugar, territorio, espacio y ciberespacio

Siguiendo a Thomas Gieryn (2000), el lugar tiene tres características: (1) la localización geográfica, que lo sitúa como un único punto en el universo; genera distinción entre el aquí y el allá, permite a la gente sentirse cerca o lejos; provee finitud, a través de fronteras, que son elásticas; y permite ver las escalas (un pueblo, una ciudad, una región, un país, un continente o el planeta). (2) Una forma material, ya sea natural o artificial, que hace de los lugares algo físico y lleno de personas, cosas, objetos y prácticas. (3) Están investidos de significado y valor, los cuales se asocian con la construcción de territorios. Sin un nombre, identificación o representación por parte de la gente, no es posible hablar de un lugar; lo que lo hace algo construido doblemente, de manera física y subjetiva (por medio de interpretaciones, narraciones, percepciones, sentimientos, comprensiones e imaginaciones).

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Para Gieryn un punto en el universo no llega a ser un lugar hasta que no se incorpora en la historia o la utopía, en la identidad o en la memoria. De igual manera, el autor señala que su significado y su valor son cambiantes, dependiendo de las personas y de la cultura que lo moldean en el tiempo y lo refutan. De ahí que, en el contexto actual, los lugares no deben ser pensados como aislados, puros, estáticos o precisamente tradicionales; sino evidentemente construidos, afectados por los procesos globales y medulares en la forma en que la gente conoce, experimenta la vida y genera estrategias de resistencia (Escobar y Harcourt, 2002).

Desde el punto de vista filosófico, el lugar puede ser entendido como la fuente de conocimiento en relación con la generación de vida y lo real, a partir de la cual los seres humanos empezamos a percibir y donde nos reconocemos a nosotros mismos. Según esta óptica, estar implica estar en algún lado, lo que involucra alguna clase de lugar, en la que nos encontramos inmersos (caminamos, vivimos, nos relacionamos con otros y morimos sobre un lugar) y que se convierte en un requisito, como el aire que aspiramos, la tierra en la que nos paramos y los cuerpos que tenemos (Casey, 1998). Esto permite ligar el cuerpo al lugar a través de la “experiencia” de una localización particular, con alguna medida de territorialidad, sentido de fronteras (algunas veces permeables) y conectado con la “vida diaria” (Escobar 2001).

Actualmente, diferentes pensadores (Escobar, 2001, 2004; Escobar y Harcourt, 2002; Dirlik, 2000; Casey, 1998) insisten en la asimetría que hay alrededor del debate entre el lugar y lo global, donde a lo primero se le impone una colonialidad resultando 41


marginado y subordinado a lo segundo. Según esta perspectiva, lo global se presenta como un contenedor de poder, capaz de determinar la historia y asociado al espacio, al capital y la agencia; mientras lo local (relacionado con el lugar, el trabajo, la tradición, los modelos económicos alternativos y las identidades regionales) es mostrado como algo que debe adaptarse a lo global o resignarse a desaparecer.

De lo anterior se deduce un desequilibrio en las relaciones de poder entre los diferentes actores que se encuentran involucrados en las dos orillas del escenario global-local. Este razonamiento, en últimas, termina minando la importancia de las resistencias y las realidades que se desarrollan en y desde lo local, donde se sitúan algunos grupos subalternos (Escobar y Harcourt, 2002). No obstante, restaurar la simetría perdida no implica suprimir al espacio para dar prioridad al lugar, sino analizar la relación entre ambos en la creación de formas de resistencia, alteridad y dominación; al tiempo que se cuestiona la primacía otorgada al espacio en el análisis de las dinámicas de la cultura, la identidad, el poder y la economía (Escobar, 2001).

En este punto, es oportuno recalcar que “lugar” y “espacio” no son lo mismo, mientras el lugar es pensado como algo delimitado, situado, particular, local, anclado y con fronteras; el espacio es concebido como ilimitado, deslocalizado, absoluto, global, libre y sin fronteras. Por esta razón, el espacio se concibe más como una geometría abstracta (distancia, dirección, tamaño, forma y volumen) separada de una forma material y una interpretación cultural, diferenciada claramente del lugar. La idea de lugar tampoco debe ser confundida con el ciberespacio, ya que su materia prima no constituye una 42


materialidad; así como tampoco lo son metáforas cartográficas o geográficas como las fronteras o los territorios, que definen espacios de manera conceptual o analítica (Gieryn, 2000). De ahí que la filosofía occidental establezca una oposición entre espacio (relacionado con lo absoluto, ilimitado y universal) y el lugar, asociado al reino de lo particular, lo limitado, lo local y lo obligado (Casey, 1998).

Por otra parte, es importante mencionar que la idea de territorio no se restringe a su relación con el lugar, sino que es mucho más amplia al vincularse con diferentes clases de espacios (virtuales, digitales, imaginarios y conceptuales, entre otros). No obstante, se asocia con el lugar por medio de la apropiación que los seres humanos realizamos de un fragmento de tierra ubicado geográficamente, mediante la valorización y construcción simbólica de éste. Como Gerardo Ardila (2006) indica, el territorio es una noción presente en la mente, que forma parte fundamental de la identificación de los seres humanos (con un paisaje, con una sociedad, con una parentela, con una historia, con una tradición, con una memoria) y que se construye de manera colectiva, histórica, basada en la experiencia de las sociedad y en las formas variables para la organización de las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza. Para Ardila, la cara visible del territorio es el paisaje, constituido por evocaciones que involucran olores, colores, luminosidad, sonidos, sabores y otras sensaciones percibidas por medio de los sentidos. Por su parte, la “territorialización” podría ser entendida como un campo de inscripción o de expresión del territorio que se da en medio de relaciones de poder y donde, además, se proyectan los valores, las normas, las expectativas y el universo simbólico del grupo social. 43


Desde otro ángulo, el ciberespacio representa un espacio soportado por las nuevas tecnologías de la comunicación, donde ha florecido una multiplicidad de fenómenos sociales nunca antes vistos, etiquetados con el prefijo ciber (en inglés cyber), tales como ciber-cultura,

ciber-economía,

ciber-sexo,

ciber-trabajo,

ciber-sociedad,

ciber-

comunidad y ciber-diáspora entre otros, lo que da forma a lo que Arturo Escobar (1994) ha llamado ciberia (cyberia). La noción de ciberespacio fue acuñada en 1984 por el escritor de ciencia ficción William Gibson en su libro Neuromante y, según Escobar (1994: 216), introducida en los círculos intelectuales, artísticos y académicos por Michael Benedikt en 1991. Así, Gibson define el ciberespacio como “una alucinación consensual […], una representación gráfica de la información abstraída de los bancos de todos los ordenadores del sistema humano” (2002: 69). Otros autores definen el ciberespacio como un “universo paralelo” (Benedikt, 1991:15); “una nueva clase de espacio, invisible a nuestros sentidos de manera directa, que puede llegar a ser más importante que el espacio físico en sí mismo” (Batty, 1993: 615-616). De ahí que, desde sus orígenes, el ciberespacio haya sido percibido erróneamente como una realidad paralela a la que hasta ahora habíamos habitado todos los seres humanos, capaz de soportar un sin número de dinámicas sociales, pero carente de sentido de lugar, dislocada del mundo físico y asociada con la anulación de las barreras materiales propias de la localización.

La aparición del ciberespacio corresponde a un momento histórico donde la organización básica de las relaciones sociales se ve impactada enormemente por la

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posibilidad, por primera vez en la historia, de establecer comunicaciones en tiempo real a nivel global. Lo que ha generado, para algunos pensadores, una compresión del espacio y del tiempo, que se ha incrementado en las últimas décadas como resultado no sólo del desarrollo de los sistemas de comunicación e información, sino también del transporte. Lo que está ligado al vertiginoso incremento en el flujo de personas, cosas, capital, recursos, símbolos, entre otros; que ha causado un impacto desorientador en las prácticas económicas, en el equilibrio del poder de clase, en las identidades (que se independizan de los lugares), así como en la vida social y cultural (Harvey, 2000: 164250; 314).

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Disyuntivas conceptuales

Está claro que la comunicación mediada por computador facilita la configuración en el ciberespacio de colectivos sociales geográficamente dispersos y con un mismo trasfondo nacional. No obstante, aunque existen varias alternativas para referirse a este fenómeno, no es fácil nombrarlo, ya que optar por una u otra opción puede resultar problemático si se toma a la ligera. Antes de finalizar este capítulo, es importante evidenciar la ambigüedad conceptual que existe, en la literatura actual, en torno a la manera de referirse al tema en cuestión.

En este punto, es importante recordar que dar un nombre al “objeto” de estudio tiene profundas implicaciones, no sólo porque enmarca y alinea la investigación dentro de un cuerpo teórico (y algunas veces metodológico) específico, dejando por fuera otros; sino porque, además, legitima o no campos intelectuales que se encuentran en pugna (García Canclini, 1991). En la literatura actual, las opciones más comunes y recurrentes para referirse al fenómeno en cuestión son: “comunidades diaspóricas en línea” (Georgiou, 2002; Diamandaki, 2003), “redes transnacionales en línea” (Van Den Bos y Nell, 2006), “comunidades virtuales nacionales” (Boczkowski, 1999), “comunidad transnacional imaginada-virtual” (Ribeiro, 2003), “diasporas digitales” (Gajjala, 2003) y “cyborgdiásporas” (Karamcheti, 2002), entre otras. Es importante notar que en este breve inventario de títulos subyacen, principalmente, algunas disyuntivas conceptuales entre

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los conceptos “red/comunidad”, “diáspora/transnacional” y “virtual/en-línea/digital”, por lo que valdría la pena estudiar cada una de estas disyuntivas.

Red/Comunidad

Desde sus orígenes, en la primera mitad del siglo pasado, la idea de red social se ha conceptualizado como una estructura que tiende a estar desligada del lugar, por considerar a esta última noción un elemento encarcelador, limitante y asfixiante para la producción de las relaciones humanas. Tal percepción se ha venido intensificando en las últimas décadas, principalmente, por el abrumador desarrollo de las nuevas tecnologías de la comunicación (que incluye los medios de transporte, así como de transmisión de información) y, consecuentemente, por la explosión y expansión de la migración humana a escala mundial.

La historia del concepto de red permite evidenciar, desde el inicio, la exclusión del lugar en la definición de tal término. Según Barry Wellman (1998: 21), las raíces de la idea de red se remontan al interés por el análisis estructural de la antropología británica25 de la posguerra; la cual enfrentó grandes dificultades al aplicar dicho concepto a grupos

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Aquí Wellman referencia a algunos nombres como: Radcliffe-Brown, Sundt, Bohannan, Nadel y Barnes.

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humanos delimitados, ya que los lazos de estos sistemas sociales trascendían las categorías o fronteras asignadas a los grupos a estudiar. Así mismo, Wellman afirma que, para estudiar las conexiones translocales o transversales (crosscutting), varios antropólogos en la década de 1950, desviaron su atención de los sistemas culturales hacia las redes y lazos concretos de los sistemas estructurales, y empezaron a desarrollar conceptos de redes sociales más sistemáticos y auto concientes. Para Wellman, este trasfondo permitió definir la red como “un conjunto de lazos que vinculaban a los miembros de un sistema social a través, y más allá, de las categorías sociales y los grupos cerrados” (1998: 21).

En este escenario, es emblemática la etnografía de Jhonn Barnes (1954) en la que, según Jose Luis Molina (2001: 27), se empleó por primera vez la palabra red para describir una pequeña aldea de pescadores noruegos. En el texto del propio Barnes se lee: “[…] Encuentro conveniente hablar de un campo social de esta clase [refiriéndose a un tercer campo social que no tiene unidad ni fronteras] como una red. La imagen que yo tengo es la de un conjunto de puntos, algunos de los cuales están unidos por líneas. Los puntos de la imagen son personas que interactúan entre ellas” (237-238).

La obsolescencia de la idea de lugar en la conformación de colectivos sociales se agudizó con la fuerte crisis que sufrió el concepto de comunidad cuando las tendencias de la antropología cultural norteamericana desplazaron su interés de los grupos tribales “aislados” hacia el estudio de los pueblos campesinos, en los países económicamente no 48


dominantes. En efecto, algunos investigadores, durante la primera mitad del siglo XX, empezaron a dudar seriamente de la imagen de la comunidad fundada a partir del lugar, geográficamente delimitada, en la que supuestamente habitaron pastores y agricultores en la antigüedad. En este contexto, la demoledora crítica que Oscar Lewis (1951) realizó del trabajo de Robert Redfield marcó un hito histórico en el cambio de compresión que se tenía de la comunidad. Debido a que resaltó aspectos inéditos de ésta, como el individualismo subyacente, la falta de cooperación, las divisiones internas, el miedo, la envidia, la desconfianza en las relaciones interpersonales y, sobre todo, su carácter geográficamente abierto.

Todos los anteriores elementos, ubicados alrededor de la mitad del siglo XX, dieron lugar a que el concepto de comunidad fuera progresivamente marginado como categoría de análisis social, en algunos círculos intelectuales; lo que se incrementó frente al creciente predominio de la noción de red. Desde entonces, algunas vertientes de investigación, como el Análisis de Redes Sociales (ARS), se han venido ubicando dentro de las formas novedosas de estudiar la estructura de relaciones humanas. En este escenario, es importante resaltar que la definición de red que actualmente maneja el ARS no dista mucho de su antecesora, de los años cincuenta del siglo pasado.

En efecto, Robert Hanneman (2000), uno de los teóricos más prominentes del ARS, afirma que la idea básica de una red es simple, ya que se trata de un conjunto de actores entre los que existen vínculos. Para el autor, las redes pueden tener muchos o pocos 49


actores y una o más clases de relaciones entre sus actores. Así, la imagen de la sociedad como red, para el ARS, consiste en la presunción de que cada individuo (también llamado agente, actor o nodo) mantiene vínculos con otros individuos, que a su vez se encuentran ligados a otros, dando forma a sistemas de relaciones sociales (Rodriguez, 1995). No obstante, para fines analíticos, el ARS define una red a partir de un tipo de vínculo específico (político, comercial, de amistad, familiar, entre otros), que puede conectar desde tres miembros, la forma más pequeña de la red, hasta toda la humanidad.

Otro ángulo para pensar las redes sociales proviene de la sociología de la ciencia, la tecnología y la innovación, en la que se inserta la Teoría del Actor Red (TAR); impulsada por Bruno Latour, Michael Callon y Jhon Law, desde finales de la década de 1970. A diferencia de otros enfoques, la TAR considera que una red puede estar conformada de manera simultánea por humanos (que reciben el nombre de actores o actantes) y no humanos, dando origen a redes híbridas. Según la lectura que Arturo Escobar realiza de Bruno Latour, existen algunas lecciones importantes que aprender en cuanto a la naturaleza de las redes modernas:

“a-) incluyen elementos humanos y no humanos, están hechas de y producen híbridos; b) establecen conexiones y traducciones entre lo local y lo global, lo humano y lo no humano; c-) producen grandes efectos dado su escala, tamaño y esfera de acción, sin estar por fuera de lo ordinario; d) no dependen de identidades esenciales –humanos o naturaleza estáticos– sino de procesos, movimientos y travesías sin un significado establecido. Humanos y no

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humanos, tecnología y tecnociencia son co-producidos a través de las redes” (Escobar, 1999: 364).

Arturo Escobar identifica en el planteamiento de Latour algunas disyuntivas entre las sociedades premodernas y modernas, donde el factor ciencia juega un papel determinante: mientras las primeras (las sociedades premodernas) conservan un vínculo íntimo entre la naturaleza y la cultura, las segundas pretenden divorciar estos elementos, aunque realmente nunca lo logran. Por otra parte, en tanto las segundas (las sociedades modernas) tienen una mayor capacidad para involucrar un gran número de no humanos en la construcción de redes más largas, las primeras permanecen “por siempre prisioneras dentro de los estrechos confines de sus peculiaridades regionales y su conocimiento local” (Latour: 1993: 118).

Ahora bien, Escobar (1999:64) critica el planteamiento de Latour, ya que lo considera problemático en cuanto a que minimiza las diferencias entre las redes tejidas por las sociedades modernas y premodernas a una cuestión de tamaño y escala, pasando por alto las condiciones de intercambio desigual entre redes, evitando indagar las contradicciones de la hibridez, sus vínculos con el poder y su denigración de los lugares. Así, desde la perspectiva de Latour, es posible evidenciar la amenaza que constituyen las redes modernas para los lugares, la naturaleza y los entornos, en diferentes partes del mundo. Aunque Escobar (1999: 365-373) reconoce tal antagonismo, realiza una elocuente defensa de las redes modernas y del potencial que éstas tienen por medio de Internet, a 51


favor del lugar y la naturaleza. Lo que implica, en palabras del mismo autor, que “las redes pueden tomar nuevos significados y dimensiones para apoyar otros proyectos políticos y de vida” (1999: 365). En efecto, lo anterior se orienta a una resignificación de las redes debido a su relación adversa con respecto al lugar.

Desde otra orilla, es interesante advertir que el concepto de comunidad ha estado claramente vinculado, desde el comienzo de su origen, al lugar. Durante mucho tiempo, las ciencias sociales en general y la antropología en particular construyeron una noción de comunidad, adjetivada con la palabra local. Ésta se desarrolló a partir de un sitio común, que enmarcaba dentro de sus fronteras a grupos sociales productores de identidad y cultura. Lo que puede observarse claramente en trabajos etnográficos como el realizado por Robert Redfield (1930) en Tepoztlán, que describía la comunidad como relativamente aislada, sin mayores conflictos, solidaria, cohesionada, estable y con una cultura e identidad homogénea. Desde esta óptica, los miembros de tal comunidad conformaban un pequeño grupo de seres humanos, relativamente pasivos y fuertemente influenciados por la tradición, que legitimaba el poder, organizaba la vida social, daba forma a lo moral y lo emocional, así como a la memoria colectiva y determinaban la conducta individual (Giddens, 1997: 75-95).

La interacción entre los miembros de esta clase de comunidad se desarrollaba cara a cara, a través de la comunicación oral, no mediada, que mantenía unido lo hablado del hablante y privilegiaba al oído como órgano de percepción. En este escenario, la palabra 52


hablada26 adquiría gran poder por su relación con la magia y el orden ritual, ya que dependiendo de su uso y entonación apropiada, el significado de éstas tenía gran impacto sobre la realidad. La comunicación oral es vista generalmente como creadora de comunidades cerradas, debido a las dificultades que ésta tenía de trascender la esfera interpersonal y alcanzar lo translocal; no obstante, se asocia con el desarrollo de vínculos fuertes entre los miembros del grupo.

A partir del lugar común, los miembros de la comunidad local generaban interacciones sociales que daban origen a normas, prácticas tradicionales, creencias y símbolos, entre otros elementos que hacen parte de esa espesa “trama de significados” que Geertz (1993) entendió como cultura. Esto representa una relación esencial entre el lugar y el grupo étnico que lo habitaba, lo defendía, marcaba sus puntos fuertes, cuidaban sus fronteras y señalaban sobre éste las huellas del culto a sus dioses. De igual forma, para las comunidades, el lugar ocupaba un sitio primordial en las narrativas míticas y religiosas del comienzo de las cosas (Casey, 1998: 3-50). Así mismo, la identidad del grupo se fundaba en el lugar común, ya que éste, al ser pensado a través de sus fronteras, brindaba unidad al conjunto social, lo reunía y lo unía, sin importar que éste tuviera orígenes diversos, al tiempo que lo separaba de otros grupos humanos (Augé, 2004: 49-79).

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Para Carothes (1959: 310) la palabra hablada representaba una fuerza resonante, activa, viva y natural, que sumerge a los habitantes de la comunidad primitiva en un “mundo de sonidos”, el cual contiene indicios de cosas dinámicas, movimientos y sucesos contra los que el hombre debe estar alerta.

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La ficción que tenían los “nativos” de vivir en un mundo cerrado, autosuficiente y anclado geográficamente, era una imagen útil y necesaria, no una mentira, empleada para que nadie dudara de la “realidad” del lugar común; así como para valorizar la tierra, mantener la tradición, defender el suelo contra agresiones exteriores y evitar escisiones internas (Augé, 2004: 52-54). De esta manera, había una relación íntima entre el lugar y la comunidad, que lo cargaba de sentido y se reconocía en él, generando así una construcción concreta y simbólica del territorio. En este sentido, para Augé (2004: 50) el lugar es una “invención”27 de aquellos que lo reclaman como propio y que lo constituyen a través de relatos fundacionales, que vinculan al grupo con los primeros habitantes, volviendo sobre el pasado y construyendo su historia. Esto también está íntimamente conectado con la memoria, el rito y el mito, lo que hace del lugar un producto cultural. Así mismo, el lugar también está ligado a la naturaleza, que brinda sustento diario a sus habitantes y medicinas.

Ahora bien, lo que deseo resaltar de la comunidad en este texto no es su pretensión ilusa de delimitación geográfica, como se planteaba en las versiones primigenias del concepto; sino su conexión con el lugar, que no implica una restricción en éste. Así, grupos sociales geográficamente dispersos, pueden dar vida a comunidades estructuradas a distancia (o lo que podría llamarse “comunidades multi-situadas”), cuando se apropian de un lugar en particular y lo dotan de sentido, cuando le otorgan

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Para Marc Augé es una invención en el sentido proveniente del latín invenire que se define como hallazgo o descubrimiento.

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significado y valor, cuando construyen territorios a partir de éste, cuando fabrican identidades locales, regionales o nacionales y cuando lo defienden e influyen sobre él, entre muchas otras variables de vinculación con el sitio. En este sentido, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (en particular Internet) ofrecen una amplia gama de posibilidades para la creación de comunidades, sin importar la localización geográfica de sus integrantes.

Los orígenes de la comunicación mediada por computador se remontan a ARPANET, una red de ordenadores establecida por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada (ARPA), del departamento de defensa de los Estados Unidos, en septiembre de 1969. No obstante, un año antes (en 1968) ocurren dos pronunciamientos importantes para la presente argumentación: el primero se da en el momento en que los directores de ARPA anticiparon que en pocos años los hombres se comunicarían más efectivamente a través de máquinas que cara a cara, conformando “comunidades en línea”, compuestas por miembros geográficamente separados, donde lo común ya no sería una localización, sino un interés (Licklider y Taylor, 1968: 21, 37). El segundo anuncio tuvo lugar cuando Marshall McLuhan (1985) planteó que el medio eléctrico, con sus nuevas tecnologías, produciría un campo global de interrelación que daría origen a la “aldea global”. Ambos planteamientos anticiparon el advenimiento de un tipo de comunidad nunca antes visto, soportado en las nuevas tecnologías de la comunicación. Lo que no profetizaron estos pensadores fue la pérdida del sentido de lugar que los medios electrónicos engendrarían (Meyrowitz, 1985) en la idea de comunidad. 55


No obstante, con la inscripción primigenia de la comunidad en el ciberespacio, durante los años noventa, y su posterior adjetivación de virtual, la concepción original de comunidad perdió por completo su sentido de lugar. La idea de “comunidad virtual” empezó a difundirse con la publicación del famoso libro de Howard Rheingold, The Virtual Community: Homesteading on the Electronic Frontier,28 donde se ofrece la siguiente definición de las comunidades virtuales: “[son] agregados sociales que surgen de la Red cuando una cantidad suficiente de personas lleva a cabo discusiones públicas durante un tiempo suficiente, con suficientes sentimientos humanos como para formar redes de relaciones personales en el ciberespacio” (2000: 20). Otra referencia obligada en el tema es Barry Wellman, sociólogo urbano reconocido como otro de los gurús de las comunidades virtuales, quien en compañía de Milena Gulia escribió en uno de sus textos, en 1996:

“Tales grupos [refiriéndose a las comunidades virtuales] son una continuación, tecnológicamente soportada, de un cambio de largo aliento hacia comunidades organizadas por intereses compartidos, más que por lugares compartidos (vecindarios o aldeas) o ancestros compartidos (grupos de parentesco) […] Las comunidades virtuales difieren de las comunidades de la vida real en las bases sobre las que los participantes perciben que sus relaciones son íntimas. La gente en la Red posee una gran tendencia a basar sus sentimientos de cercanía sobre las bases de intereses compartidos, más que sobre las bases de características sociales comunes, tales como género y

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Rheingold, a quien se le atribuye la paternidad del término comunidad virtual, fue uno de los primeros participantes de los grupos virtuales que se generaron en Norte América, durante la década de los ochenta.

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estatus socioeconómico. Así, ellos son relativamente homogéneos en sus intereses y actitudes y heterogéneos en otros aspectos de su trasfondo social como edad, clase social, etnicidad y las etapa de sus vidas” (Wellman y Gulia, 1996: 5, 16).

De lo anterior, se evidencia una suplantación de la idea de comunidad por la de red. La imagen de la “comunidad virtual” contemporánea29 se construye ya no teniendo como referente el lugar común, situado geográficamente; sino sobre la base de intereses compartidos, deslocalizados. Así, las comunidades virtuales son observadas por algunos escritores como la culminación de un proceso histórico de dislocación entre localidad y sociabilidad en la formación de comunidad, que sustituye las viejas formas de interacción humana limitadas territorialmente. En este sentido, Manuel Castells afirma:

“La noción de <<comunidades virtuales>>, acuñada por los pioneros del estudio de la interacción social en Internet, tenía una gran virtud: llamaba la atención sobre el surgimiento de nuevos soportes tecnológicos para la sociabilidad, que eran diferentes, pero no por ello inferiores a las formas anteriores de interacción social. Pero dicho término introdujo a su vez un equívoco considerable: el término comunidad, con las fuertes connotaciones que lo acompañan, confundía diversas formas de relación social, y provocó la discusión ideológica entre los nostálgicos de la vieja comunidad, espacialmente delimitada y los entusiastas partidarios de las comunidades electivas propiciadas por Internet […] Quizá el paso analítico necesario para comprender las nuevas formas de interacción social en la era de Internet consiste en construir una redefinición de la comunidad, quitando trascendencia a su componente cultural y haciendo más

29

Hago énfasis en la palabra “contemporánea”, debido a que existen diferentes modalidades de “comunidades virtuales” que tienen sus orígenes no necesariamente con el surgimiento de los espacios digitales, sino con la invención de le escritura y de la imprenta.

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énfasis en la función de apoyo que cumple para individuos y familias para no limitar su existencia social a una sola modalidad de acción material […] Naturalmente, la cuestión clave aquí es el desplazamiento de la comunidad a la red como medio principal de interacción organizativa” (2001: 146-148).

No obstante, borrar el concepto de “comunidad” del entorno digital implica no sólo perder de vista la conformación de colectivos humanos en el ciberespacio, que surgen a partir de una relación con el lugar, sino desconocer las luchas políticas que algunos movimientos sociales establecen a partir de su conexión con éste. De igual forma, significa ignorar las posibilidades que la comunidad digital ofrece a grupos subalternos, como espacio de resistencia y alteridad dentro del contexto global. En últimas, sería más adecuado realizar una clara distinción entre la naturaleza de las redes y de las comunidades en el ciberespacio, teniendo en mente la pregunta de cuál es el papel del lugar en este contexto o, planteado de otra forma, cuál es el lugar de la comunidad en el ciberespacio. Para lo que habría que insistir en las diferencias entre la idea de red y la de comunidad, a la que ya me he venido aproximando en el presente texto.

Concebir las “comunidades virtuales” que germinan en entornos digitales como algo sin sentido de lugar es común cuando se piensa en la naturaleza de lo que William Gibson (1984) denominó el ciberespacio. No obstante, lo anterior representa una grave mutación de la idea de comunidad, que distorsiona la dimensión de aquellas relaciones sociales que han surgido históricamente a partir de la intersección (no yuxtaposición) entre aspectos como cultura, identidad y lugar. Asimismo, aceptar el concepto de “comunidad 58


virtual”, tal y como comúnmente es entendido en la actualidad (Rheingold, 2000; Wellman, 1996; Castells 2001), implica opacar y marginar la existencia de grupos subalternos configurados en el ciberespacio a partir de una enérgica relación con el lugar30 (aunque no siempre circunscrita físicamente a éste), que los distingue de otros grupos configurados con base en intereses compartidos.

En el fondo de este planteamiento subyace una fuerte tensión entre el lugar y el espacio, que es simétrica a la misma que existe entre lo local y lo global31, y entre la comunidad y la red. Lo complejo de este contraste es que, en la actualidad, el lugar tiende a ser marginado por lo global, que se presenta como la mejor opción frente a los procesos económicos, sociales, culturales e identitarios (Escobar, 2001, 2004; Harcourt y Escobar, 2002; Dirlik, 2000; Casey, 1998). De ahí la pertinencia de realizar una lectura crítica a lo que hoy se entiende como “comunidad virtual” en el ciberespacio, a la luz de la configuración

de

colectivos

digitales

integrados

por

migrantes

dispersos

geográficamente, que establecen fuertes vínculos con su lugar de origen, a través de la comunicación mediada por computador.

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Especialmente en las escalas local, regional y nacional. “Lo glocal” es una alternativa usada por varios autores para superar la dicotomía planteada entre lo local y lo global, llamando la atención sobre la conexión entre los conceptos que llevan a una localización de lo global y a una globalidad de lo local. A pesar del vínculo entre estas categorías (que también existe en las duplas lugar-espacio y comunidad-red) que exige no pensarlas como “puras”, es importante mantener clara dicha oposición y no disolverla en un campo intermedio; ya que esto dificultaría el análisis de las relaciones de poder, la ubicación de los actores y las prácticas hegemónicas de uno u otro lado que intentan camuflar una categoría como otra.

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La conformación de comunidades diaspóricas en el ciberespacio se relacionan con una “política del lugar” que constituye formas novedosas de hacer política, desde donde se afirman lógicas de diferencia (identitaria, cultural, económica y ecológica), que involucran múltiples actores y acciones que operan en el plano de la vida diaria, geográficamente situada, aunque ejecutada desde lo transnacional. La importancia de la política del lugar radica en que ésta se yergue como una forma alternativa de comprender y re-elaborar la “globalidad imperial”32 o “colonialidad global”, que margina y suprime el conocimiento de los grupos subalternos (Escobar, 2004).

Así, la conciencia de comunidades digitales con sentido de lugar visibiliza las estrategias de lucha contra las lógicas de globalización (orientadas por los principios del capitalismo neoliberal) que se establecen desde el ciberespacio. Dichas lógicas de globalización se han presentado históricamente como ineludibles frente a los fenómenos económicos y socio-culturales, y como el único camino viable para las naciones, las regiones o los grupos sociales; que, desde esta óptica, tienen que articularse a la economía global, siendo mejores productores, mejores consumidores y contribuyendo al crecimiento del libre mercado (Harcourt y Escobar, 2002).

En este sentido, dentro del entorno digital, las comunidades digitales basadas en el lugar se contraponen a las comunidades virtuales sin un referente territorial, que se articulan a

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Para Arturo Escobar (2004) la globalidad imperial se asocia a un orden económico, militar e ideológico que subordina regiones, pueblos y economías en todo el mundo.

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partir de “intereses compartidos”, fuertemente asociados a nichos de mercado y a formas de consumo. A partir de los trabajos en “geografía feminista”33, es posible identificar algunos terrenos de lucha que se abren con la “política del lugar”, los cuales gravitan, principalmente, en torno a cuatro aspectos: (1) el cuerpo: lo que involucra la lucha por autonomía y la diferencia identitaria;(2) el medio ambiente, que no se limita a la naturaleza, sino que involucra un red de relaciones económicas, políticas y sociales que definen el entorno; (3) el hogar y (4) el espacio público, como la esfera donde las decisiones políticas se construyen.

Diáspora/ transnacional

Luego de realizar una revisión de los conceptos “diáspora” y “transnacional”, a través de numerosos autores, podría decir que existen más afinidades que diferencias entre estos dos términos, aunque las divergencias que encontré tienen el peso suficiente para no permitir que ambas palabras sean sinónimas. Antes de proseguir, valdría la pena decir que no resulta fácil puntualizar los desacuerdos entre una y otra, si se tiene en cuenta la ausencia de consenso, sobretodo en la definición de la diáspora, que algunas veces la acerca más a lo transnacional y otras la aleja, poniendo al lector en un terreno movedizo.

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Se puede consultar la edición número 45 de la revista Development, dedicada a este tema.

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Una de las grandes tensiones que gravita entre los teóricos de la diáspora tiene que ver con la homogeneidad o heterogeneidad que asocian al término. Por una parte, algunos autores parecieran ver en la diáspora un grupo de personas con características culturales, lingüísticas, étnicas y nacionales muy similares, mientras que para otros ésta se caracteriza por la hibrides o mestizaje y por su oposición con el concepto de nación.

En este contexto, una referencia recurrente en la literatura es William Safran (1991), que en el primer número de la publicación Diaspora definió el término como comunidades minoritarias expatriadas: que (1) se han dispersado, a partir de un centro original hacia por lo menos dos lugares en el extranjero; (2) preservan una memoria colectiva, una visión o un mito con respecto a su tierra de origen; (3) creen que no son y quizá no serán completamente aceptados en el país receptor; (4) consideran el hogar ancestral como un lugar de retorno final cuando llegue el momento; (5) creen que todos los miembros deben asumir un compromiso de mantener o restaurar su tierra natal y (6) tienen una fuerte conciencia de grupo sostenida a lo largo del tiempo y fundamentada en un sentido de identidad y una historia y destino común.

En contraposición, James Clifford (1991) realiza una fuerte crítica a los “modelos ideales” de diásporas, debido a que limitan el análisis. En la lectura que el autor hace del trabajo desarrollado por Safran, argumenta que en su modelo de diáspora “centrada” no tienen cabida las historias de desplazamiento de las culturas afronorteamericanas, caribeñas y británicas. Clifford hace un llamado de atención frente a la tendencia de construir una definición recurriendo a un “modelo ideal”, debido al riesgo que esto 62


implica, ya que se puede identificar a algunos grupos como más o menos diaspóricos, cuando solo cumplan con algunos puntos del listado. Según el autor, hasta las formas más “puras” son ambivalentes e incluso conflictivas en cuanto a los rasgos básicos, además, las sociedades pueden, en diferentes épocas de su historia, sufrir muchos altibajos en el proceso de la diáspora. En este sentido, Clifford (1991: 305-306) considera que las diásporas primigenias deben ser tomadas en cuenta como puntos de referencia, más no como modelos definitivos que se conviertan en una camisa de fuerza. En la misma línea, Stuart Hall (2006) plantea que la diáspora es definida no por una esencia o pureza, sino por el reconocimiento de una necesaria heterogeneidad y diversidad; por una concepción de identidad que vive con y a través de la diferencia, no a pesar de ella; por la hibridez.

Por su parte, el transnacionalismo, de acuerdo con Eduardo Guarnizo (2006b: 81), se caracteriza por entender el fenómeno migratorio como “un proceso dinámico de construcción y reconstrucción de redes sociales que estructuran la movilidad espacial y la vida laboral, social, cultural y política tanto de la población migrante como de familiares, amigos y comunidades en los países de origen y destino, o destinos”. La aproximación transnacional no ve el fenómeno migratorio como un proceso de ruptura entre el lugar de origen y destino, sino como una continuidad que incluso puede abarcar más de un destino. Esta óptica permite abordar analíticamente un amplio conjunto de vínculos y prácticas (más allá del tema laboral o económico, típico de enfoques anteriores) transfronterizas que superan los límites geográficos del Estado Nación y a través de los que fluyen no sólo personas, sino también recursos, cosas, símbolos, 63


prácticas, entre otros. También afirma que las decisiones que toman los migrantes (en relación con la elección del lugar de destino, la incorporación en la sociedad receptora y los vínculos con su lugar de origen, entre otros) están fuertemente influidas por lo que se conoce como “enraizamiento social” (social embeddedness)34.

El transnacionalismo plantea la existencia de relaciones transfronterizas entre múltiples contextos sociales, que se vinculan a uno o más lugares, comunidades o estados nación, generando lo que algunos especialistas han llamado “campo social transnacional” (Glick Schiller et al. 1992). La intersección de las experiencias que viven los migrantes, a partir de lo multi-referenciado, explica la “doble contextualidad del vivir transnacional” (Guarnizo, 2006b: 102); que se observa, por ejemplo, cuando algunos migrantes intentan reproducir sus prácticas culturales en la sociedad receptora para mantener sus identidades locales, regionales y nacionales. De ahí, también surge un amplio número de condicionamientos identitarios, dentro de los que se encuentran: estereotipos de pertenencia social y exclusión, segregación geográfica, de diferencia cultural, de clase o étnica, jerarquías socioeconómicas, grado y tipo de movilización colectiva, acceso a recursos y percepción de la regulación en torno a derechos y deberes, entre otros (Vertovec, 2001: 578).

34

Eduardo Guarnizo relaciona el embedded con “múltiples estructuras sociales, económicas y políticas que van desde el nivel micro estructural –esto es, relaciones y obligaciones con familiares y relacionados-, al mezzo estructural –relaciones y obligaciones comunitarias e institucionales-, al macro estructural – contextos de origen y destino de nivel estatal, económico, político y sociocultural-” (Guarnizo, 2006b: 8182).

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Por otra parte, el enfoque transnacionalista ha sido objeto de serias críticas que piden: (1) mayor claridad entre las similitudes y diferencias con respecto a otros enfoques, con el fin de poder medir con mayor precisión los avances que realmente logra; (2) una tipología de las clases de transnacionalismos y las condiciones que lo afectan, con el propósito de asir con mayor exactitud el amplio espectro de fenómenos que aborda; (3) más precisión en lo referente a la actual extensión, capacidades técnicas y estructurales de las redes transnacionales, así como de los deseos, estrategias y prácticas de los migrantes para permanecer en contacto alrededor del mundo; esto con el objetivo de conocer las continuidades o rupturas con otros modelos de conexión; (4) evitar el determinismo tecnológico que atribuye completamente la aparición de las redes y comunidades transnacionales a los cambios tecnológicos en materia de transporte y de telecomunicaciones, lo que implica aclarar las formas en que la tecnología se ha combinado con (y quizá ha facilitado o mejorado, más que causado) las redes transnacionales (Vertovec, 2001: 576-577).

Para finalizar esta parte, teniendo en cuenta las consideraciones mencionadas al inicio de la presente sección, algunas de las disonancias más visibles entre la diáspora y lo transnacional son:

1. Una de las características más importantes para algunos autores que estudian la diáspora, como Safran (1991), es que ésta gravita en torno a un centro (lo que podría recibir el nombre de nación, Estado Nación, lugar de origen o lugar

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ancestral, entre otros), en tanto que lo transnacional se presenta con múltiples centros o descentrado. 2. Mientras el transnacionalismo puede ser definido como un flujo de personas, ideas, bienes y capital a través de las fronteras del territorio nacional, el enfoque diaspórico se refiere específicamente al movimiento, voluntario o forzado, de personas desde uno o más estados-nación hacia otros (Evans y Mannur, 2003: 8). 3. Para algunos estudiosos, la diáspora se distingue por su continuo apego y lealtad hacia su cultura ancestral y, específicamente, hacia el lugar de origen; lo que es abiertamente cuestionado bajo la perspectiva transnacional con la idea de la doble contextualidad del vivir. 4. A diferencia del enfoque transnacional, la migración diaspórica se diferencia de otros tipos de migración, para autores como Shuval (2000), en el énfasis que pone en el retorno a la histórica tierra natal, lo que algunas veces se encuentra mediado por un derecho natural o un criterio étnico o religioso.

Virtual/en-línea/digital

La filosofía ha sido la principal disciplina desde donde se ha venido pensando lo virtual, que fue abordado inicialmente por la escolástica medieval, que entendía el concepto como aquello que existe en potencia, pero no en acto. La palabra virtual deriva del latín 66


medieval virtualis, que a su vez deriva de virtus, que significa fuerza, energía, impulso inicial y potencia. Lo virtual hace referencia a un estado potencial que puede llegar a ser actual, es algo posible que espera por una clase de actualización, entendiendo esto último como una realización de lo posible (Lévy, 1999).

La discusión central en torno a la inconveniencia del uso de la palabra “virtual”, para describir los grupos sociales que surgen del ciberespacio, gravita en torno a su asociación, en el lenguaje común, con una noción de lo no real. Lo que tiene que ver con el desarrollo de las nuevas tecnologías de la imagen en el campo militar, industrial y del entretenimiento, que construyeron nuevas relaciones con lo visible a través de la “simulación”, permitiendo anticipar activamente lo real-físico, reproducirlo y manipularlo. Para autores como Joan Mayans (2002: 20, 233-234) la connotación de irreal que posee el término virtual tiene el peso suficiente para descartar su utilización como concepto descriptivo y analítico. En lugar de esto, dice el autor, se podrían adoptar otras categorías más adecuadas como “digital” o “en línea” (on-line), que se refiere al hecho de estar conectado en Internet a través de las nuevas tecnologías de la comunicación.

En contraposición, un grupo de pensadores, donde se encuentran Pierre Lévy, Félix Guattari y Gilles Deleuze, hacen uso del término y coinciden en que lo virtual no constituye una oposición a lo real, sino otra experiencia de ésta. Para Lévy (1999: 2022), lo virtual es algo que afecta hoy en día a la información, la comunicación, los 67


cuerpos, el funcionamiento económico y hasta la forma de estar juntos, donde la geografía deja de ser un obstáculo. Según el autor, la importancia de la virtualidad, con relación a los colectivos sociales en el ciberespacio, está vinculada con una de sus principales modalidades, que es la separación del aquí y del ahora, lo que permite a una comunidad tener unidad de tiempo sin unidad de lugar, continuidad de acción a pesar de discontinuidad de duración.

No obstante, si bien es cierto que el concepto virtual no debe ser equiparado con lo irreal o lo ilusorio, esta noción, cuando adjetiva a la palabra comunidad o red, no se restringe (rigurosamente hablando) a los entornos que se ligan al ciberespacio, sino que se remite a la invención de la escritura y, posteriormente, al desarrollo de la imprenta, que facilitaron y promovieron la separación de lo hablado del hablante. Por su parte, el término en-línea tampoco resulta el más preciso para describir la naturaleza de los colectivos que surgen en Internet, debido a que esta idea se encuentra asociada estrechamente a la comunicación que se establece a través de las líneas telefónicas.

Ahora bien, lo digital hace referencia a la codificación de información (imágenes, sonido y texto) a través de dígitos binarios (de unos y ceros). Lo que describe más precisamente la esencia de la comunicación mediada por computador que se da en Internet. Después de haber sido traducida, la información puede transmitirse indefinidamente por el ciberespacio, sin perder ninguna de sus cualidades, lo que significa la posibilidad de tener una interacción a la velocidad que ofrecen la red y los ordenadores actuales, a gran escala. 68


Metodología

Hacer etnografía en el ciberespacio representa un enorme desafío para la antropología, ya que implica pensarla más allá de los terrenos de lo primitivo y lo salvaje (Escobar 1999); lo que podría ser el punto de quiebre para renovarse a sí misma y no quedar relegada del progresivo avance de nuevas dimensiones de realidad y vida que inundan la cotidianidad de muchas personas. En este sentido, la cibercultura le ofrece a la antropología la posibilidad de descubrir otras dinámicas sociales que se están configurando en el presente y las que están por venir (Escobar, 1994: 223). No obstante, el amplio abanico de posibilidades que los entornos digitales abren para la investigación antropológica no debe ser desligado de la realidad que hasta ahora hemos vivido en el mundo físico. Por el contrario, esto puede ser visto como un campo privilegiado para la indagación de algunos recientes “objetos” de estudio, como la migración masiva transnacional, la identidad cyborg, la globalización y, lo que nombro en el marco teórico como “comunidades multi-situadas”.

En pocas palabras, podría decirse que hacer etnografía es realizar una “descripción densa” de las jerarquía inmersas en estructuras significativas de uno o más aspectos de la cultura de un grupo social (Geertz, 1992). Lo que se asocia, típicamente: (1) al trabajo de campo donde se realiza la observación; (2) la descripción de la vida de un grupo de personas en su ambiente natural, que puede expresarse de manera escrita y (3) a un análisis antropológico, que involucra la interpretación de significaciones. En la 69


etnografía convencional, un investigador se sumerge en la comunidad que desea estudiar y llega a alcanzar cierto grado de familiaridad con los integrantes de ésta, en las actividades rutinarias que desarrollan; convirtiéndose a sí mismo, de manera simultánea, en su mejor instrumento de investigación.

La etnografía vinculada a la comunicación mediada por computador podría no ser tan nueva ni tan precaria como muchos académicos, por desconocimiento, piensan. Muestra de esto es la prolífica literatura que gravita en torno al tema, lo que ha tenido diversas aproximaciones, donde se cuentan la “etnografía virtual” (Hine, 2004), la “etnografía mediada” (Beaulieu, 2004), la “etnografía en movimiento” (Wittel, 2000), la “ciberetnografía” (Gajjala, 2002), la “ciborg-antropología” (Downey, et al., 1995) y la “etnografía red” (Howard, 2002), entre muchas otras. No obstante, aunque el estudio antropológico ligado a Internet incluye los mismos elementos de la etnografía tradicional, replantea (principalmente) el concepto de campo. Ahora bien, como era de esperarse, no existe acuerdo entre los etnógrafos con respecto a dónde está o cuál es éste.

La problemática acerca de dónde realizar el estudio antropológico tiene que ver con dos manera diferentes de entender la comunicación mediada por computador. Al respecto, algunos investigadores (Hine, 2004: 18-19; Hakken, 1999: 44) sostienen que, por una parte, Internet es visto como un ciber-espacio donde se gesta la “cultura”, mientras, de otro lado, es percibido como un “artefacto cultural” o una “herramienta”. La diferencia entre una y otra visión radica en que en tanto la primera comprensión orienta el trabajo de campo hacia el entorno digital (etnografía en Internet), la segunda lo hace hacia 70


contextos locales de interpretación y uso (etnografía de Internet). Ahora bien, para Christine Hine (2004: 18-19) existe una dificultad metodológica en combinar ambas perspectivas, debido a que, por lo general, termina aplicándose una metodología diseñada para contextos físicos (off-line) a entornos digitales.

Distintos trabajos (Reid, 1995; Baym, 1995; Correll, 1995) sugieren que la cultura en Internet puede ser analizada en sí misma, gracias a las diferentes formas de significado, valores compartidos y contextos específicos que se dan en el ciberespacio. De ahí que, los etnógrafos en Internet se vinculen a sitios específicos en la Web (durante períodos de tiempo considerables); elijan e interactúen con sus informantes; y elaboren una descripción detallada acerca de las variadas formas en las que el entorno digital es usado, para la creación de relaciones sociales continuas. Sin embargo, este enfoque es cuestionado por estudiosos que consideran a Internet no como una extensión de la vida diaria, sino como una dimensión paralela, dislocada del lugar y de los contextos locales de acción; así como una esfera que limita la construcción de relaciones sociales fuertes y que empobrece los vínculos cara a cara.

En este escenario, hay quienes sugieren tomar distancia del trabajo de campo que se realiza exclusivamente en el ciberespacio y plantean la necesidad de examinar múltiples contextos físicos, que permitan dar cuenta de las realidades sociales y locales a partir de las que los usuarios se apropian de Internet. En este sentido, se declaran defensores de los cánones tradicionales de hacer etnografía y de la necesidad de establecer el campo en un lugar. En efecto, la etnografía de Miller y Slater (2000), sobre los usos de Internet en 71


la isla de Trinidad, es un perfecto ejemplo de esto, ya que se descentran del análisis textual en el ciberespacio y se preocupan por realizar otro tipo de actividades que les permite dar cuenta de los vínculos entre los entornos digitales y físicos. Así, los etnógrafos observan a las personas chatear en los cafés Internet y se entrevistan con agentes estatales, proveedores de Internet, dueños de negocios, usuarios del común, entre otros.

Joan Mayans (2002) reconoce lo innovador de la anterior propuesta, ya que procura romper la dicotomía real/virtual y online/offline, que hasta ahora ha sido común en los estudios sobre Internet. No obstante, realiza una fuerte crítica a tal perspectiva, ya que (en su concepto) se torna “omnicomprehensiva” y holística, al intentar vincular todas las dimensiones de la sociedad local al estudio. Aunque para Mayans esto puede llegar a ser algo metodológicamente importante, no deja de ser impracticable y “banal”. En este sentido, el autor, de acuerdo con Christine Hine (2000), apunta que el campo en que se mueve una etnografía del ciberespacio no debe restringirse a los clásicos emplazamientos físicos que están acostumbrados a estudiar los antropólogos. Ahora bien, para Mayans lo anterior no significa hablar de fenómenos sociales sin un referente territorial, sino de algo que se da en un espacio no físico. Lo que implica pensar en la etnografía como “un 'viejo' método de trabajo e investigación perfectamente válido para aproximarse a las 'nuevas' tecnologías, una vez 'adaptado' a las peculiaridades concretas con las que 'lo ciborg' nos desafía” (2002: 95).

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La ruptura entre lo físico y lo digital, que emergen al pensar en el establecimiento del trabajo de campo en Internet, pueden ser replanteada desde la perspectiva cyborg (Haraway: 2000). Como lo mencioné en los referentes conceptuales, tal óptica difumina la brecha entre la máquina y lo humano, para imaginar un organismo híbrido que trasciende fronteras. Desde esta manera, resulta inadecuado pensar en lo físico y lo digital como dos entidades separadas e independientes, que más bien estarían vinculadas a un mismo ser o comunidad, gracias a las interacciones entre sociedad y tecnología. Así, es posible encontrar conexiones entre la cibercultura y los contextos de acción física que se dan en la vida cotidiana, a partir del análisis del ciberespacio mismo. Lo que no implica descalificar otro tipo de metodologías que involucren la esfera física dentro de la investigación antropológica. En mi opinión, ni la “etnografía en el ciberespacio”, ni la “etnografía del ciberespacio” deben ser vistas como inadecuadas per se, sino como metodologías pertinentes o no, dependiendo de los objetivos propios que persiga un estudio en particular. Para mi caso, el trabajo de campo en Internet me permitió dar cuenta de las conexiones que desde la diáspora digital se tejen con el lugar de origen.

Así mismo, la observación participante fue crucial en mi investigación, toda vez que he sido la persona que creó el espacio de interacción, configuró el software, envió invitaciones para que algunas personas se vincularan y ha moderado la diáspora digital desde sus orígenes. En este sentido, mi rol dentro de la comunidad me permitió tener una posición “privilegiada” y una comprensión de la dinámica del grupo diferente a la de los demás participantes. Así mismo, empleé el análisis de discurso para abordar las narrativas textuales, por lo que realicé una revisión de todos los correos electrónicos 73


enviados por los miembros del grupo a la lista de distribución, desde finales de 2004 hasta finales de 2005. Leí los mensajes en orden cronológico con el objetivo de seguir el hilo de las conversaciones y encontrar el sentido de cada correo en medio del contexto en el que se inscribe.

También presté especial atención a aquellos mensajes que hicieran referencia a Colombia, al ser colombiano, a la cultura colombiana, a lo que otros dijeron de Colombia, a las inflexiones regionales, a las narraciones donde se recapacitó acerca del país desde la distancia, al impacto de insertarse en otra cultura, a los debates que se dieron en torno a la imagen del Colombia en el exterior y a los estereotipos que los miembros del grupo manifiestan experimentar por el hecho de ser colombianos. Con este material, observé los diferentes significados que connotan el ser colombiano para los participantes de la red, las tensiones que surgen, y las narrativas que se construyen con base en esto. Otro aspecto que tuve en mente durante la lectura de los mensajes fueron los procesos de construcción social de identidad enmarcados dentro de relaciones de poder. Para esto, estudié las luchas de poder que empezaron a surgir entre los miembros del grupo, así como entre ellos y yo, que he ejercido la moderación del foro de discusión. Uno de los aspectos que me interesa reflexionar en este estadio tiene que ver con las relaciones de poder que se dan en torno al deseo de establecer un argumento, una idea o una identidad dominante.

De manera simultánea a la lectura de los correos, realicé un registro de aquellas narrativas o textos que se ajustaban a los objetivos de la presente investigación, teniendo 74


como criterio de selección los aspectos descritos anteriormente. De igual manera, sumé a dicho registro mi propia experiencia como participante de la comunidad digital desde su inicio, anotando las primeras impresiones e ideas que me suscitó la observación de las conversaciones entre los miembros y las primeras asociaciones conceptuales y teóricas que me surgieron de allí. Esto significó la redacción de lo que en que en la etnografía convencional se denomina “notas de campo”, que buscan realizar una síntesis que sirva para la posterior interpretación, descripción o elaboración teórica por parte del investigador. Durante la última etapa, inicié la redacción del texto, donde (con base en el material recopilado anteriormente) intenté desentrañar, por medio del análisis, la multiplicidad de estructuras conceptuales que se hicieron presentes en las narrativas e interacción textual de los miembros de la comunidad digital.

Como puede observarse, la naturaleza de Internet ofrece muchas posibilidades para obtener información acerca de sujetos o colectivos sociales en el ciberespacio. No obstante, plantea dilemas éticos con respecto a la manera en la que el investigador debe llevar a cabo su indagación y presentar los resultados. Así, desearía plantear una cuestión crucial para mi estudio en particular: la variación cronológica entre el tiempo en que se da el quehacer antropológico y el tiempo en que tienen lugar los hechos analizados. Esto permite volver sobre conversaciones dadas en un tiempo pasado (las cuales se conservan intactas), pero que en el presente están, en muchos casos, desconectadas de los autores que las originaron en ese entonces. Lo que impide informar o pedir consentimiento a tales miembros de la comunidad digital de ese momento para vincularlos la investigación. 75


A pesar de que he sido parte de la comunidad “objeto” de mi estudio desde el día uno de su nacimiento, mi interés por investigarla surgió luego de algunos años de ser participante en ésta. Lo que significa que durante el período de tiempo en el que se desarrolla mi análisis (los primeros 18 meses de vida de la diáspora digita), mi rol en el grupo no era el de investigador, sino el de moderador35. Razón por la que se da un desfase entre la fecha en que inicié la investigación (finales de 2007) y el periodo de tiempo en el que delimité el estudio del grupo (entre diciembre de 2004 y junio de 2006). Lo que explica la diacronía entre los sucesos que se dieron en la diáspora digital y el momento en que yo realicé el trabajo de campo.

Ahora bien, aunque los miembros de la REPCE supieron acerca de la investigación que yo estaba adelantando y luego recibieron los resultados de ésta en 2008, vale la pena tener en cuenta que tal población no necesariamente fue la misma que pobló el mismo grupo entre 2004 y 2006. En este punto, es importante recordar que una característica de las comunidades digitales es el constante flujo y recomposición de los miembros que las integran. Quienes entran y salen del grupo con la misma facilidad con la que sus intereses cambian de curso. Así, seguirle la pista y contactar a un usuario que participó en un entorno digital específico meses (o años) atrás es una tarea muy difícil o imposible, si se tiene en cuenta que muchos de ellos y ellas cierran o cambian sus cuentas de correo electrónico.

35

Esto es posible gracias a la capacidad técnica de Internet para almacenar el intercambio de información que se da entre los miembros de una comunidad digital, lo que abre las puertas a la posibilidad de hacer “investigación etnográfica asincrónica”.

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Frente a esta situación, se presenta un interrogante de orden ético con respecto a lo correcto o incorrecto que puede llegar a ser el analizar y publicar información generada por un sujeto, sin el consentimiento de éste. Sin embargo, lo anterior depende en buena medida de aspectos como el contexto en el que se publican los datos que serán objeto de estudio, ya que mientras lo acontecido en la esfera privada requiere de aprobación, no sucede lo mismo con lo que tiene lugar en el dominio público. Ahora bien, algunos investigadores interpretan el ciberespacio como parte de ésta última categoría, ya que, para éstos, los registros y archivos de los grupos de noticias, las listas de correo, los chats y los Dominios para Múltiples Usuarios (MUDs) son accesibles (aún luego de meses o años) para todo el que desee participar, por lo que no están sometidos a la solicitud de una autorización (Mark y Sanyin, 1999).

Por otro lado, algunos estudiosos del tema están en desacuerdo con la anterior postura, ya que para ellos la investigación en entornos digitales está sujeta a la comprensión de las diversas formas en que Internet funciona y a las expectativas comunicativas que tienen los usuarios en los diferentes espacios de interacción. Así, un aspecto importante para definir si un espacio en Internet es público o privado depende del nivel de acceso que tienen los archivos e historial de información por parte del público en general. De igual forma, un elemento adicional que debe ser considerado es la percepción que tienen los miembros del grupo acerca del grado de privacidad que tiene el espacio donde se pronuncian. Es decir, las expectativas que tienen frente al nivel de difusión que tendrán sus ideas o palabras, luego de que estas son comunicadas (Mark y Sanyin, 1999).

77


En este sentido, la REPCE puede ser considerada como un espacio público, si se considera que: (1) a pesar de que la suscripción al grupo es restringida, el acceso al historial de mensajes es “público”, aunque no se sea un miembro registrado; (2) los objetivos del grupo no hablan de confidencialidad en las opiniones que se expresen en éste; (3) la descripción del grupo no presenta a la comunidad digital como un espacio cerrado para los usuarios, sino más bien abierto a la integración de los miembros con su país de origen; y (4) uno de los propósitos de la diáspora digital es la difusión de ideas y experiencias entre todos aquellos que estén interesada en éstas.

Por las previas razones, la información consignada en la REPCE no requiere, en mi opinión, recibir tratamiento de confidencialidad, ni de aprobación (por parte de los usuarios) para vincularla a la presente investigación. No obstante, solicité (en la medida en que fue posible) y recibí el consentimiento de algunos autores de los mensajes que incluí en mi investigación, para hacer públicos sus textos en mi estudio. Así mismo, tomé la decisión de suprimir del presente texto todos los nombres de quienes figuraban como remitentes de cada comentario, con el propósito de dar el mismo tratamiento a todos los textos citados y encubrir parcialmente la “identidad” de aquellos autores con quienes no pude entrar en contacto. Sin embargo, cada narrativa estará referenciada por el día, el mes y el año en que fueron publicados, así como por el número con el que figuran en el historial de correos recibidos en el grupo.

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II. La llegada al “campo” y otros aspectos bajo la piel de la pantalla

La política del software

Transcurría el año 2003, cuando por vicisitudes de la vida me enredé con el asunto de las comunidades virtuales, mientras aún era estudiante de pregrado, en últimos semestres de comunicación social y periodismo. Un día, me ofrecieron la oportunidad de ayudar como voluntario en, según me dijeron, una “simple” página Web, que resultó siendo algo más que eso: el espacio de una estimulante comunidad en el ciberespacio, denominada “Proyecto Bumerán”, que terminó convirtiéndose en mi proyecto de pregrado como comunicador social. Desde entonces, esa experiencia ha sido la piedra angular de mis inquietudes intelectuales y de mi vida laboral, ya que gracias a esto el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia me contactó, a finales de 2004, para trabajar en un proyecto que integraba migración y nuevas tecnologías de comunicación, en lo que me encuentro involucrado hasta la fecha.

Inicialmente, mi trabajo con el Ministerio de Relaciones Exteriores (al interior del Programa Colombia Nos Une) consistió en desarrollar un ejercicio piloto que permitiera sentar las bases conceptuales y técnicas de un macro proyecto para la formación de redes sociales de colombianos en Internet, con el fin de conectar a la diáspora colombiana

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entre sí y con su país de origen.36 Así, mi labor empezó con la conformación de un grupo digital de estudiantes y profesionales colombianos en el exterior, para lo que sabía, gracias a mi previo trabajo con Bumerán, necesitaba cuatro elementos: una plataforma tecnológica en Internet, que sirviera como espacio de encuentro; un propósito para el grupo, lo suficientemente convincente y atractivo para lograr que la gente se involucrara; unas personas, que se convirtieran en los miembros de la iniciativa; y, por último, un nombre para el grupo. Para sorpresa mía, lo más difícil de conseguir resultó ser lo último. Aunque creo que siempre he tenido grandes dificultades en encontrar buenos títulos para mis escritos, mi problema con éste en particular obedecía menos a mi cojera literaria y más a un conflicto de orden teórico que no me permitían decidirme entre el concepto de “comunidad” y el de “red”. Asunto que abordo con detenimiento en el capítulo uno, dedicado a los referentes conceptuales.

Finalmente, todo estuvo listo. Así, la “Red37 de Estudiantes y Profesionales Colombianos en el Exterior” (REPCE) se lanzó a finales de noviembre de 2004, promovida por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia. La formulación que hice del proyecto indicaba que éste se dirigía a personas que adelantaran estudios fuera de Colombia, aspiraran realizarlos y ya los hubieran realizado, con el objetivo de establecer un escenario de comunicación entre éstas, que derivara en la construcción de vínculos de

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Esto más tarde terminaría por convertirse en lo que hoy es RedEsColombia (www.redescolombia.org), un proyecto que busca promover la creación de vínculos entre colombianos y personas que tengan interés en Colombia para generar un sistema de redes sociales en el portal RedEsColombia. 37 A decir verdad, en el momento de bautizar el proyecto no tenía muy claras las diferencias e implicaciones entre los conceptos de comunidad y red, si hoy tuviera que volver a nombrarlo, optaría por la primera opción y no por la que escogí en aquel momento.

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solidaridad y fuentes de información vivencial acerca del proceso de migración. La interacción entre los participantes de la REPCE se realizaría por medio de una “lista de correos electrónicos”38, sobre la plataforma gratuita que ofrecía Yahoo para la creación de grupos. Dicha información acerca de los objetivos y propósito del grupo fue la misma que recibió cada una de las personas a quienes invité a unirse a la iniciativa en curso.

Es importante mencionar que quien crea un grupo sobre la plataforma de Yahoo recibe automáticamente el rol de propietario, que lo faculta para configurar algunos aspectos de la aplicación, de los que deseo resaltar tres: (1) los permisos sobre el uso de las herramientas (como archivos, chat, fotos, enlaces, entre otras funcionalidades); (2) el tipo de suscripción, que puede ser abierta (donde cualquiera puede suscribirse libremente), restringida (cuando el propietario aprueba todas las solicitudes de inscripción) o cerrada (caso en que sólo el propietario puede suscribir a otros a través de invitaciones directamente enviadas por él); y (3) la publicación de mensajes en la lista de correos, lo que define algunos aspectos como el envío de mensajes (las opciones aquí son: cualquier persona, sólo los miembros, los moderadores o desactiva) y lo relativo a la publicación de correos, donde se puede elegir entre una lista moderada o no moderada. En caso de elegir la primera, ningún mensaje se publicaría en el grupo sin la aprobación del propietario o moderador, que actuarían como filtros.

38

Ésta permite a un usuario enviar o responder un mensaje a todas las personas, de manera simultánea, que se han inscrito en esta herramienta de comunicación. A septiembre de 2006, se contabilizan en el historial del grupo 5.000 mensajes enviados durante un período de 24 meses, contados a partir de su lanzamiento.

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Menciono lo anterior ya que en todo surgimiento de colectivos sociales en el ciberespacio existe una relación profunda entre tecnología y sociedad que en la mayoría de los casos es poco evidente, pero determinante para la comprensión de la identidad y del desarrollo del grupo social en sí mismo. Para Winner Langdon (1986) ninguna idea es más provocativa y controversial acerca de la tecnología y la sociedad que la noción acerca de las cualidades políticas que tienen las cosas técnicas. Para el autor, las maquinas, las estructuras y los sistemas de la moderna cultura material no sólo pueden ser juzgados por sus contribuciones a la eficiencia y productividad, y por sus efectos positivos y negativos en la esfera medioambiental, sino también por la forma en que esto puede personificar formas específicas de poder y autoridad.

Gracias a la flexibilidad que ofrecen algunos portales en Internet, una persona que dé inicio a un sito social en el ciberespacio (figura que se aproxima a la idea de colonizador) puede adquirir un alto nivel de control sobre el grupo digital que posteriormente se asiente en dicho territorio, hasta llegar a definir de manera unilateral hasta los detalles más pequeños del espacio Web, como el color y apariencia de la plantilla o la página. En el caso de Yahoo, quien ostenta el rol de propietario, tiene la opción de transferir, parcial o totalmente, algunos de sus “poderes” a otro miembro o miembros del grupo, quienes se convertirían, en dicho caso, en la figura de “moderadores”. De darse dicho esquema, se generaría una pirámide jerárquica, encabezada por el propietario, seguido por los moderadores y sostenida por el conjunto de miembros que carecen de alguna clase de privilegio dentro del grupo. Sin embargo, aún en medio de estas estructuras asimétricas de poder, los integrantes de la base 82


inventan mecanismos para subvertir el control de los actores dominantes y algunas veces lo logran, algo que yo descubriría en carne propia más adelante.

Haciendo gala del mejor estilo despótico, me posicioné a mí mismo como único administrador de la REPCE, sin moderadores que me ayudaran en la tarea, y con poderes totales, que me aseguraran el control total sobre el grupo. Así, la configuración que definí para el espacio de la REPCE, gracias a mi nuevo rol de propietario, me asignaba todo el dominio sobre la aprobación y publicación de mensajes y fotos, al igual que de las funciones para crear, modificar y eliminar las herramientas de documentos, sondeos, bases de datos y enlaces. Los demás miembros tendrían acceso restringido a las anteriores herramientas, lo que les permitiría, en algunos casos, sólo observar la información y en otros momentos suministrarla (con respecto a la bases de datos del grupo y a los sondeos que se crearían). La justificación que tuve para lo anterior fue la prevención de cualquier acto que atentara contra la “estabilidad” de la comunidad, como la publicación de mensajes comerciales (spam), pornográficos e ilegales. La única funcionalidad que dejé independiente de mi escrutinio fue la de inscripción, con el objetivo de que quien se quisiera vincular al grupo lo pudiera hacer con la mayor facilidad y esto redundara en un crecimiento más rápido de la REPCE.

83


El moderador moderado

A pocas horas de haber enviado la primera invitación para la suscripción en la REPCE, ya habían llegado muchos correos de gente que agradecía se les hubiera tenido en cuenta, informaban a los demás miembros del grupo acerca de quienes eran, dónde estaban y qué estudiaban, ofrecían su ayuda al que la pudiera necesitar y afianzaban su sentimiento patrio. Yo mismo participé de esta dinámica. En uno de mis primeros correos enviados al grupo se leía:

“Hola a todos, mi nombre es Alejandro Blanco, yo soy el moderador del grupo y estoy dedicado tiempo completo a administrarlo y a coordinar las acciones que sean necesarias para el desarrollo de esta red (…) estoy contratado

desde

hace

dos

meses

por

el

Ministerio

de

Relaciones Exteriores (Programa Colombia Nos Une) para adelantar la creación y fortalecimiento de la red de estudiantes (…) La idea es que el Ministerio apoya esta iniciativa por un tiempo hasta que nuestra red sea auto sostenible. Vale la pena dejar claro que el Ministerio no busca ser dueño de la red, sino apoyarla en su comienzo y luego soltarla para que ande sola. El apoyo del programa Colombia Nos Une, del Ministerio de Relaciones Exteriores se debe a que esto está dentro de sus objetivos institucionales, qué fundamentalmente buscan fortalecer

los

vínculos

con

las

comunidades

colombianas

en

el

exterior, reconocerlas como parte vital de la Nación y hacerlas objeto de políticas públicas. La red de estudiantes es la primera que se está apoyando desde el Ministerio, luego vendrán otras. La ayuda del Ministerio

incluye

determinado

presupuesto

destinado

a

la creación de un portal exclusivo para la red (se espera que salga más o menos para abril de 2005, mientras tanto funcionaremos a

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través de yahoo) y a algunas actividades fuera de la virtualidad para la evolución del grupo” (3 de diciembre de 2004, número: 51).

Aunque mi presentación frente al grupo ponía de manifiesto que yo no era un actor común y corriente dentro de la comunidad digital, sino una persona que hacía parte del equipo de trabajo de la Cancillería, existió una dualidad en mi rol en el grupo que me hacía estar en un punto intermedio entre el Estado colombiano y los miembros de la diáspora digital. Por una parte, aunque estaba contratado por el Programa Colombia Nos Une, el tipo de vinculación contractual no era como funcionario público, sino como un prestador de servicios externo; y, por otra parte, yo sentía un fuerte compromiso con la REPCE que iba más allá de mis obligaciones como contratista, lo que me hacía sentir, más que el administrador, un miembro más de la comunidad.

Antes de finalizar el primer mes, ya se habían inscrito 188 personas y yo había aprobado la publicación de 91 mensajes en al lista de distribución y rechazado 13 que en mi concepto no se relacionaban con los objetivos del grupo. Se debe tener en cuenta que el número de correos enviados a una lista de distribución no es tan importante para calcular la participación activa de los miembros de un grupo, como el número de autores de dichos mensajes. Es decir, no es lo mismo 91 mensajes enviados por una sola persona, que 91 mensajes enviados por 91 personas diferentes, en cuyo caso la participación activa sería del 100%. No obstante, se debe considerar que en todos los grupos digitales es común encontrar un alto porcentaje de participantes “pasivos” (conocidos como

85


Lurkers39), que se dedican sólo a observar. Quienes participan activamente (escribiendo, respondiendo, contestando encuestas, o haciendo algún tipo de actividad diferente a mirar) representan entre el 1% y el 10% de la población (Charles, 2006; Horowitz, 2006). Para el caso de la REPCE, el número de autores de los mensajes publicados durante el primer mes fue de 32%, el porcentaje más alto registrado durante los 22 meses que duró la investigación.

Más allá de ser un tema meramente cuantitativo, la medición del flujo de información que circula en una lista de correos y el porcentaje de miembros que la originan, es un tema muy importante que se debe tener en cuenta a la hora de analizar la construcción de identidades y las voces que intervienen dentro de un espacio público inmerso en jerarquías sociales. De ahí que la configuración técnica que alguien establece para el flujo de información dentro de un grupo digital adquiere gran realce, si se tiene en cuenta que esto puede afectar no sólo la cantidad de mensajes que fluyen, sino los contenidos que se publican y a quiénes se les publica. Lo que significa la existencia de voces, temas y perfiles privilegiados al interior de una comunidad digital, a partir de lo que se establecen categorías jerárquicas inmersas en relaciones de poder.

A diferencia de muchos grupos digitales que no alcanzan una participación significativa, la REPCE se caracterizó desde el comienzo por ser una comunidad dinámica, donde el

39

Según Jenny Preece (2000: 87): “Lurker is the term used to describe someone who does not participate; he observes what is going on but remains silent”.

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porcentaje promedio de miembros activos a quienes aprobé la publicación de mensajes llegó al 11%, durante los 22 meses de observación. En este período, los participantes enviaron un total de 6.101 mensajes, de los cuales eliminé 724 y aprobé la publicación de 5377 mensajes, lo que significa una eliminación del 12% del total de la información enviada por los usuarios. La supresión de correos por parte de un moderador es una actividad furtiva, que en la mayoría de los casos no es percibida por la mayoría de los participantes del grupo, sino sólo por aquellos que se ven afectados por el filtro. En un contexto digital, donde la interacción social se da a través del texto electrónico, la capacidad de filtrar la comunicación que fluye entre los miembros de la red puede llegar a convertirse en un arma muy peligrosa para la libertad de expresión. Así, un moderador podría llegar a constituirse en todo un tirano, con la capacidad no sólo de censurar contenidos, sino de silenciar protestas y dar de baja a “miembros problemáticos”.

Valdría la pena mencionar que el alto nivel de información que circula en un grupo digital puede llegar a ser dinamita y no siempre algo de lo que sentirse orgulloso cuando se es moderador de una comunidad digital. Algunas veces, el gran flujo de comunicación está ligado a cáusticos debates en torno a algún tema candente, así como a protestas y discusiones que pueden terminar en la fragmentación del colectivo social. En el caso de la REPCE, los picos en la publicación de mensajes por lo general señalaban la existencia de varias tormentas que no pasaba sin dejar huellas en la comunidad. Para mí, como moderador, la regulación del flujo de comunicación fue uno de los aspectos más difíciles de manejar y uno de los mayores dolores de cabeza en un momento determinado.

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A pocos días después del lanzamiento de la REPCE, la gran avalancha de mensajes en la lista del grupo empezó a saturar las cuentas de correo de los participantes y a desencadenar protestas contra mí, como moderador, por permitir esta situación. Un grupo que yo había concebido inicialmente para el intercambio de experiencias relacionadas con los estudios en el exterior, de pronto se convirtió en un foro de discusión acerca de la actualidad política, migratoria, medio ambiental, económica, educativa y cultural, entre otros temas, relacionados con un lugar denominado Colombia. De ahí que por petición de algunos miembros y tratando de aliviar la presión en el grupo por el gran número de mensajes, empecé a rechazar la publicación de diferentes tipos de mensajes que yo consideraba no eran de interés general y que no obedecían a los objetivos que yo había dispuesto para el grupo.

Así, censuré muchos mensajes que, en mi opinión, no estaban relacionados con el tema central de la REPCE (los estudios en el exterior) o que estaban dirigidos a una persona específica y no al conjunto de miembros. No obstante, pasó poco tiempo antes de que algunos de los participantes de la REPCE empezaran a protestar enérgicamente por esta mordaza que sentían los estaba silenciando. Yo estaba entre la espada y la pared, por un lado tenía a muchos miembros en mi contra por no filtrar mensajes que no eran de su interés y, por otro lado, a otros que se sentían censurados. De repente, esos cuestionamientos me hicieron sentir cohibido y sin el control de la situación que tenía en al principio de todo.

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Un día, cuando me disponía a realizar mi tarea periódica de filtrar los mensajes del grupo, me encontré con uno que me confrontó en mi rol de moderador. El contenido de dicho mensaje me intimidó, ya que me ponía en una posición bastante difícil, por lo que dude entre publicarlo o no. Quien lo envió hablaba de “corrupción” en la moderación del grupo y de intereses ocultos por parte del Ministerio de Relaciones Exteriores que parcializaban la labor de moderación, cosa que no existió desde mi perspectiva, ya que desde el comienzo la injerencia del Ministerio en el manejo del grupo fue casi nula. Eran graves acusaciones las que se lanzaban sin fundamentos y que podrían derivar no sólo en un manto de duda sobre mi labor, sino en la pérdida de credibilidad en el grupo y, por consiguiente, en el inminente fracaso del proyecto. Sólo pensar en la reacción en cadena que podría derivar la publicación de dicho mensaje me impactó por completo.

Súbitamente, me encontré a merced de un mensaje que estaba indeciso de publicar. No hacerlo implicaba para mí un conflicto de orden ético, ya que estaría haciendo uso de mi poder como administrador para favorecerme a mí mismo con la evasión de cuestionamientos frente a toda la comunidad digital. Por otra parte, la preocupación de uno de los miembros por la forma en que se estaba haciendo manejado el grupo y los intereses que habían motivado su creación era un tema de interés general que merecían conocer los demás participantes. Esta reflexión me impedía justificar ante mí mismo la no publicación de aquel mensaje, razón por lo que hice clic en el botón de publicar y envié ese mensaje a cerca de 800 miembros que tenía la REPCE para esa fecha.

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Lo que sucedió a continuación fue la llegada de muchas respuestas que afirmaban la desconfianza en la moderación y de otras voces que inesperadamente se pusieron de mi lado y respaldaron la gestión que había realizado hasta entonces. Ese fue el detonante para la división de la comunidad en torno a varios temas: la confianza-desconfianza en la persona que realizaba la moderación, la conveniencia-inconveniencia de filtrar o no los mensajes y la permanencia-modificación de los objetivos originales de la REPCE, que pedían ampliar las temáticas de discusión a aspectos relacionados con la situación de Colombia y no sólo a los estudios en el exterior. En el fondo de la discusión se estaba realizando un escrutinio al control de mi rol como moderador en la comunidad, limitando mis funciones y, lo más importante, redefiniendo los objetivos iniciales del grupo:

“Esta red es el espacio ideal para compartir reflexiones y análisis sobre las diversas situaciones sociales, económicas y políticas de Colombia, pues estamos en un marco interdisciplinario e internacional, y esto es altamente enriquecedor” (12 de abril de 2005, número: 403). …………………. “En realidad esto totalmente en DESACUERDO con quiene opinan que ciertos temas no pueden ni deben ser tratados en los mensajes de la red, o que estos deban ser de alguna forma filtrados, puesto esto va en contra de libertad de expresion de quien desea compartir una opinion u informacion sobre un tema.” (12 de abril de 2005, número: 409). …………………. “es claro que para algunos de nosotros algunas expresiones, conceptos y consideraciones pueden resultar fuera de lugar en esta tribuna, siembargo creo que, como decía mi abuelito (y creo que muchos de los abuelitos de los

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integrantes de la Red): "el ejemplo entra por casa". Si nosotros hablamos que este es un país de indiferencia, de intolerancia y sobre todo en el que se aplica la ley del más fuerte (que por lo que uno lee a ninguno nos gusta que eso pase), mal podemos fomentar esos mismos conceptos aquí" (12 de abril de 2005, número: 413). …………………. “desde la perpectiva de un ciudadano global y colombiano a la vez, yo los quiero invitar a pensar si esa misma separacion de discusiones no es simplemente un reflejo de la carencia de apreciacion por la diferencia y el respeto que vemos todos lo dias en nuestra sociedad colombiana” (13 de abril de 2005, número: 425). …………………. Hola Los invito a todos a que nos felicitemos por tan maravillosa red! Cada dia nuestra red se ve mas seria, mas llena de argumentos, mas informada, y a todos nos desborda el patriotismo! Hay muy buenas ideas y muchas cosas por hacer. Esta claro que algunos estamos bien preocupados por las fumigaciones, otros por la imagen del pais en el exterior, etc, y la idea es que cada grupo siga en lo suyo a ver a que resultados podemos llegar y que se puede proponer (27 de abril de 2005, número: 532). …………………. El mensaje final es que todo tiene un precio, y si deseamos libre expresion pues a borrar mensajes se dijo, ya se habia votado que no se iba a eliminar el contenido politico de la red, para que regresar a lo mismo? (3 de mayo de 2005, número: 573). …………………. El moderador NO debería filtrar mensajes. El tener que revisar todos los mensajes es una labor complicada para un moderador, más si su labor principal es otra diferente a los foros. Lo que si debe existir es una forma de vetar a una persona, previo acuerdo de los integrantes del foro. (3 de mayo de 2005, número: 585).

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Como resultado de lo anterior, los objetivos que inicialmente yo había definido unilateralmente para el grupo y mi propio papel dentro de la comunidad fueron redefinidos por los demás participantes, lo que significó una deslegitimación de la autoridad que ejercía como moderador del grupo y una delimitación del control que tenía sobre éste. Así, la tención originada a partir de la existencia de relaciones de poder asimétricas dentro de la REPCE, que se sostenían gracias al control tecnológico que yo tenía sobre el espacio de interacción, derivó en la modificación del orden jerárquico, en la censura del autoritarismo que yo ejercía sobre el grupo y en un equilibrio del poder sobre la comunidad digital.

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III. La geografía de la identidad

La apropiación colectiva de un lugar de origen genera entre los miembros de la diáspora digital una sensación de fraternidad y compañerismo, sentimientos estimulados por la fabricación de identidades nacionales. A partir de éstas, los integrantes de la diáspora digital se sumergen en un juego de poderes donde afirman y atacan imágenes de nación, dependiendo de los intereses, posiciones y contextos particulares de cada participante. Así, la elaboración identitaria se ve penetrada por un cruce de múltiples estrategias políticas que la moldean en el tiempo. En este escenario, la construcción de territorios figura como uno de los ejes principales a través de los que se mueven las identidades, con lo que se generan mecanismos de defensa contra el estereotipo foráneo, jerarquías sociales internas, unidad nacional, subordinación, entre otros.

El significado y valor que la diáspora digital asigna a su lugar de origen, en momentos y circunstancias particulares, genera cercanía e identificación entre quienes comparten los mismos imaginarios, sin importar la dispersión geográfica de los expatriados. Esto constituye, simultáneamente, una práctica de diferenciación que permite la existencia de un “nosotros” coterráneos con respecto a unos “otros” extranjeros. La existencia de ese vínculo con el lugar suministra a los miembros del grupo digital una sensación de comunión y unidad, de pertenencia a un mismo origen que los vincula de manera natural (desde la perspectiva del grupo), a través de una nacionalidad. En algunos casos, dicha conexión con el lugar llega a ser tan profunda para los miembros de la diáspora que se

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convierte en algo casi consanguíneo que se transmite de generación en generación y vincula a un “extraño” a la comunidad: “Yo no nací en Colombia, mi madre es Colombiana pero me siento y amo a Colombia como si fuera me patria” (1 de diciembre de 2004, número: 13).

Durante los primeros días de la REPCE, cuando gente desconocida y distanciada por miles de kilómetros entre sí, pero vinculada por un mismo origen nacional, se empezó a encontrar en el ciberespacio con otros con quienes compartía la misma experiencia de ser colombiano fuera de Colombia, una atmósfera de cohesión se empezó a gestar en la diáspora digital. Lo que estaba cargado con tal fuerza emotiva que en algunos casos los participantes parecían estarse reencontrando con viejos amigos después de mucho tiempo de no haberlos visto:

“Hola, Un saludo a todos desde Inglaterra! Hoy me inscribi a la red y la verdad me da mucha alegria saber que hay colombianos por tantas partes del mundo & que podemos estar en contacto” (1 de diciembre de 2004, número: 12). …………………. “Que tal amigos... Esto crece como la espuma !..es que los Colombianos somos unos berracos.. Saludos desde Buffalo, NY” (1 de diciembre de 2004, número: 15). …………………. “Hola todos, esto parece una avalancha de Colombianos buscar estar unidos.. cosa que me parece muy buena... espero que no sea solo el mail de saludo inicial.. espero esto se vuelva una solida estructura de crecimiento.. ayudarnos los unos a los otros.... y todos juntos mejorar nuestro pais y su imagen.. a

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vender la Colombia hermosa que Dios nos ha regalado” (1 de diciembre de 2004, número: 20). …………………. “En los mails que he leido, me parece muy interesante ver como estamos por todo el mundo.. y seguro que la lsita seguria creciendo...” (1 de diciembre de 2004, número: 26).

Con la activación de la comunicación en la REPCE, se empezó a dar forma a una comunidad translocal de individuos que se vincularon en el ciberespacio a partir de un mismo trasfondo nacional. Lo que desencadenó la identificación entre algunos participantes, quienes comenzaron a hablar de un “nosotros”, que se construyó en torno al ser colombiano. La emotividad del ambiente derivó en la afirmación del orgullo patrio, en la exaltación de la grandeza de Colombia y de la colombianidad, así como en la manifestación de lazos de solidaridad y de compromiso social con el país. Vale la pena mencionar que la fecha en que se publican los primeros correos era fin de año, tiempo de sentimentalismo y remembranza, también de mucha nostalgia para los migrantes que se encuentran lejos de casa.

El lugar de origen representa para la diáspora digital uno de los mayores proveedores de contenido de los que se nutren las identidades elaboradas en la REPCE. Estas se construyen en el ciberespacio a través del discurso textual, haciendo referencia no sólo a elementos materiales como el paisaje y la riqueza natural, sino a una amplia variedad de factores que se vinculan con él, como la música, los sabores, los colores, la historia, los cuerpos, la sensualidad y la tradición, entre otros. Lo que da forma a geografías

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imaginadas que se fabrican de manera colectiva, generando amalgamas textuales que conectan a migrantes dispersos. En este escenario, la elaboración identitaria a partir del lugar adquiere diferentes matices y formas que varían dependiendo de los objetivos perseguidos por los actores sociales en la generación de estrategias de diferenciación.

“He regresado a Colombia. Estoy feliz de estar en casa, de comer guanabana, de tomar jugo de narajn natural.. de verdad natural!” (1 de septiembre de 2005, número: 2077). …………………. “Colombia tenemos de todo, y todo es bueno. Desde las ciudades mas modernas hasta los pueblitos mas tipicos y lindos. Y que clima tan rico, es una maravilla durante todo el año, donde quiera que vaya uno. Esto es lo que hace parte de nuestra identidad, lo que nos hace tan especiales, estemos en Colombia o no. Que tenemos nuestros problemas? en todas partes se cuecen habas....” (25 de octubre de 2005, número: 2524). …………………. “Extraño mi pais y cuando veo en la television programas, vienen aromas.... sensaciones... gente... mi pais, donde naci y donde vivi, algo que no es ajeno a mi y que lo siento propio” (6 de diciembre de 2005, número: 2947). …………………. “Cuando a mi me preguntan, y usted de donde viene, yo respondo. Vengo de la tierra de Garcia Marquez, La tierra de Juan Pablo Montoya, Lucho Herrera y Cesar Rincon. La misma de Shakira y Juanes, La tierra por la que Lucho Bolivar. Es la esquina de Oro en America, le riegan 2 mares, tiene las mâs bellas mujeres, No hay nieve ni frio Intenso, solo tiene una estacion, todo el año es primavera, No tenemos astronautas, pero mucha gente viaja a la luna, y es la tierra de la gente mas aguantadora del mundo... Si me contestan que no saben donde queda esa tierra, eso quiere decir, que el ignorante que me preguntô no es un lector, no es un deportista, no es un amante de la musica ni de la historia, no es un soñador, no es un trabajador, esa persona no conoce de

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ambiciones, de manera que no vale la pena hablar mucho con êl” (6 de marzo de 2006, número: 3559).

La apropiación del lugar dota a la diáspora digital de un referente territorial compartido, construido a partir de algunos aspectos como la gastronomía, que, en el mensaje anterior, se caracteriza por incluir alimentos no artificiales (por ser natural); el clima; la exuberante abundancia; la conjunción en un mismo sitio de elementos contrarios como “lo moderno” y “lo típico”, el frío y el calor, lo que genera un escenario diverso; así como la asociación del lugar a algunos valores como el talento, la belleza, el esfuerzo, la lucha y el trabajo. En conjunto, todo lo anterior configura una imagen de lo colombiano que entreteje relaciones íntimas entre el lugar y la esencia de la gente, lo que, de manera simultánea, constituye un práctica de diferenciación con otros pueblos. Tal marcación se puede entender como la distinción que adquieren todas las cosas, personas, sensaciones y prácticas al estar ancladas al abolengo. De ahí que para los miembros de la diáspora, el jugo sepa mejor en Colombia; los colores sean más intensos; el aire sea más fresco; la gente sea más espacial; el clima sea mejor y, en general, todo parezca más excelso cuándo está vinculado, no limitado, al suelo de origen o a la tierra de filiación ancestral.

Para los miembros de la diáspora digital, el lugar es algo que marca el talante de la gente colombiana haciéndola diferente de otras personas, lo que plantea una relación esencial entre la tierra y la personalidad de los oriundos. De ahí que, los atributos del nativo aparezcan en los discursos identitarios como un elemento más del paisaje nacional. Así, junto a las montañas, valles, ríos y demás cosas que describen la geografía de Colombia,

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es común encontrar el empuje de la gente, su creatividad y, sobre todo, su amabilidad; aspectos que se integran a la identidad del colombiano. Este tipo de elaboraciones identitarias son comunes frente a la necesidad de mostrar otra imagen del país, en contrapeso a los estigmas con los que carga el colombiano fuera de su tierra natal.

“Finalmente, y a pesar de todas la diversidad de Londres, personalmente creo que la calidad de vida de Colombia es muy difícil de encontrar en otras partes del mundo, en términos de familia, comida, clima y sobre todo de la gente (…) De ahí que la tierra colombiana produzca gente más talentosa, creativa, amable y aguerrida que en otros puntos geográficos” (25 de octubre de 2005, número: 2518). …………………. “Quienes hemos vivido en Francia, o en Italia, y me imagino será el caso tambien en Espana, constatamos que en Colombia el servicio al cliente, que la actitud de nuestra gente, que nuestra creatividad son envidiables y en muchos casos superiores” (16 de mayo de 2005, número: 708). …………………. “No caigamos siempre en lo negativo, que eso enloquece a cualquiera, no nos dé miedo también mostrar nuestra música, nuestra comida (por acá en Alemania les encantó el bocadillo, el patacón, la papa chorriada, etc), hablar de la gente echada pa´lante que tenemos...” (27 de mayo de 2005, número: 845). …………………. “(…) nunca se interesan por el lado positivo de nuestro país: inmensa diversidad natural y étnica, selvas y lagunas, cadenas montañosas, costas y sabanas, comidas, frutas y flores, paisaje cafetero, poetas y escritores, festivales de poesía, y por supuesto la solidaridad y calidez de sus gentes, entre otros...” (11 de julio de 2005, número: 1412). …………………. “Mis colegas alemanes y algunos otros extranjeros que he conocido por acá, ha pesar de todos los vetos, mala propaganda, problemas sociales, siguen yendo y

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pensando en Colombia como un país lleno de maravillas, gente que desborda sensibilidad y unos regalos de la naturaleza que cualquier país envidiría” (31 de octubre de 2005, número: 2598). …………………. “Somos mas los buenos, los forjadores de patria, los que aun soñamos con que nuestros hijos crezcan en Colombia y que sepan que es gente amable, que es buena comida y buena musica... esa que nos hace llorar en la distancia” (6 de diciembre de 2005, número: 2947). …………………. “es la tierra de la gente mas aguantadora del mundo...” (6 de marzo de 2006, número: 3559). …………………. “(....) tal vez lentamente la gente se enteraria que ademas de coca (como hay en todo suramerica y oriente) tenemos muchas cosas buenas incluyento a la gente” (27 de abril de 2005, número: 527).

En los anteriores mensajes, se elaboran identidades nacionales a partir de las características positivas de dos ideas en particular: la gente y la tierra colombiana; elementos que constituyen los pilares sobre los que se edifica la narrativa textual. Del primer aspecto se destaca principalmente la amabilidad y la calidez que diferencian a los colombianos de otros pueblos, además del talento, la creatividad, la valentía, la solidaridad, la sensibilidad y el espíritu de lucha que permite soportar las situaciones difíciles y salir adelante. En las narrativas, lo negativo del colombiano es algo que no debe ser mencionado, ya que, para quienes escriben, tal discurso sobreabunda en las esferas no nacionales. En este sentido, se fabrica un perfil idealizado de los nativos, que abunda en dádivas y carece de defectos. Por otra parte, la tierra también representa un componente diferenciador al que se le atribuye el don de “producir gente” con las 99


particularidades anteriormente citadas. La geografía de dicha tierra es imaginada a partir de la diversidad natural que desata multiplicidad de paisajes donde se incluyen “selvas y lagunas, cadenas montañosas, paisaje cafetero, costas y sabanas”.

De igual forma, un elemento repetitivo en el andamiaje textual de la fabricación identitaria es el parentesco que existe entre lugar y la mujer colombiana, que dota a ésta de algunos atributos físicos como “curvas más pronunciadas”, mayor sensualidad y belleza. Eso me llevó a notar uno de los aspectos que más me sorprendió cuando realizaba el análisis de este apartado: la captura del cuerpo femenino, gracias a su relación con el lugar, como espacio de inscripción de la identidad nacional. Escribo la palabra “captura” debido a que (algo que me llamó aún más la atención) encontré que casi la totalidad (por no decir que todos) de los discursos donde se nutrió la identidad nacional a través del discurso sobre la sensualidad femenina eran producidos por hombres. Frente a lo que las mujeres guardaron silencio, probablemente por considerarlo algo normal dentro del discurso identitario nacional o por sentirse identificadas con esto. En este punto, vale la pena repetir, como ya lo había mencionado en el prólogo, que según algunos sondeos en el grupo40 cerca del 53% de los participantes son mujeres y 47% hombres.

“(…) a la zona cafetera las mujeres les aparecen más curvas. Colombia tierra de mujeres bellas!” (28 de octubre de 2005, número: 2587). ………………….

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Estas pueden consultarse, previa inscripción al grupo, en: http://es.groups.yahoo.com/group/redestudiantescolombianos/polls

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“En Colombia hay cosas buenas (frutas, paisajes, mujeres, idiosincracia propia, etc...)” (3 de febrero de 2005, número: 172). …………………. “Hay quienes suponen que exagero cuando afirmo que en Colombia existen mas mujeres hermosas, por kilómetro cuadrado, que en el resto del planeta”, (21 de julio de 2005, número: 1603). …………………. “Seguiremos gritando que tenemos las mujeres más lindas del mundo”, (19 de agosto de 2005, número: 1901). …………………. “es indiscutible que en toda Colombia existe gente pujante, mujeres lindas y paisajes únicos” (25 de agosto de 2005, número: 2012). …………………. “Por ello haces tu mejor esfuerzo por no hablar de guerrilla ni droga, más bien hablas de lugares turísticos inigualables, de platos típicos, de gente y ambiente latino, que es lo que les gusta acá, en Australia, de café y todo el tiempo de mujeres bonitas” (25 de octubre de 2005, número: 2519). …………………. “Cuando a mi me preguntan que de donde vengo (y para donde voy). Yo les contesto que naci en el pais donde estan "las mujeres mas hermosas del planeta." Hay les envio "Un Beso mas un Kiss" a todas las COLOMBIANITAS que con su hermosura le hacen mas propoganda a Colombia que Juan Valez y Gabriel Garcia Marquez.” (6 de marzo de 2006, número: 3566).

La inclusión del “cuerpo femenino” como uno de los elementos de la identidad nacional colombiana se diferencia de la idea de la “gente”41 (otro componente que hacen parte del mismo imaginario), en que para este último se emplean atributos que van más allá de la esfera estética, como la mención del talento, la creatividad, la amabilidad, la resistencia,

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Vale la pena notar que esta palabra posee una connotación de género neutra, ya que significa pluralidad de personas

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la calidez y la sensibilidad; mientras que para la mujer parecieran no existir atributos fuera del campo de la belleza y la sensualidad. Es importante observar que mientras el discurso acerca de la gente colombiana es fabricado tanto por hombres como por mujeres, según las autorepresentaciones que realizaron de sí mismos quienes escribieron, no pasa lo mismo para el otro caso. Todo lo anterior me permite plantear la trasformación del cuerpo femenino en “artefacto” de una estrategia identitaria en el discurso masculino que busca generar distinción nacional. Lo que implica la subalternización de la mujer colombiana dentro de comunidad digital, a través del uso de su cuerpo como objeto de deseo.

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IV. Escalas del lugar, identidades en conflicto

Como lo presenté en el capítulo anterior, en la REPCE, diferentes discursos en torno a un lugar, nombrado como Colombia, logran articularse (con mayor o menor dificultad) para la construcción de una geografía nacional compartida. Imagen que resulta funcional frente a la necesidad de establecer una práctica de diferenciación que distinga a la diáspora colombiana de otras naciones y genere un anclaje simbólico a la nación. No obstante, la variación en la escala con la que los miembros de la diáspora digital se aproximaron al lugar de origen llegó a impactar de manera importante la elaboración identitaria en el grupo. De ahí que la cuestión del regionalismo en Colombia sea una de las variables más importantes que atraviesa la construcción de identidades nacionales en la diáspora digital.

“REALMENTE QUE ES UN PAISA....?Paisas son todas aquellas personas que han nacido en cualquier rincón de Antioquia sin importar su región, color, religión creencia o condición. El término Paisa está delimitado por una división territorial que ha sufrido grandes modificaciones en el último siglo. En términos generales Paisas son los Antioqueños, los Caldenses, parte del Tolima y una pequeña porción del Valle del Cauca que en su tiempo hicieron parte de Antioquia la Grande. Al dividirse Antioquia La grande en diferentes departamentos sólo Antioquia sigue identificándose como la Raza Paisa. Realmente no es una Raza, mas bien una identificación de costumbres, idiosincrasia y comportamiento, pues todos somos Colombianos y como tales no somos una Raza, si eso fuera así, existiría la Raza Pastusa, la Boyacense, la Valluna o la Costeña entre otras. De todas maneras si estamos muy identificados como tales, pero como un agravante que aquellas cosas por las cuales nos sentimos orgullosos se han ido perdiendo, primero por ese afán de

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modernismo hemos destruído parte de nuestra historia Paisa. Derribamos las casas coloniales, cambiamos los frijoles por espaguetis, el chicharrón por salchichas, el chocolate por gaseosas, la arepa por galletas de soda, el rosario por una telenovela. Ese regionalismo casi enfermiso que sufrimos, el arribismo desmedido, nos ha traído malquerencias entre nuestros compatriotas Colombianos. La amabilidad del Paisa, el empuje para trabajar y salir adelante, el desprendimiento por ayudar a los necesitados, la iniciativa para los negocios, la facilidad de expresión, el clima de nuestra ciudad, el civismo de sus gentes, nuestros eventos culturales y todas esas cosas que gritamos con orgullo a los cuatro vientos como únicos poseedores, ha hecho que en los tiempos modernos nos traiga otros problemas de carácter social, como la incubación del narcotráfico, el sicariato, los grupos de bandas antisociales, y como si esto fuera poco, los pordioseros de otras ciudades aterrizan en Medellín ilusionados por las bellezas que siempre estamos ofreciendo ante propios y extraños. Seguiremos gritando que tenemos las mujeres más lindas del mundo, el mejor clima el país, que Medellín es la tacita de plata, que somos la gente amable por excelencia y que nadie nos gana en los negocios, en fin un montón de cosas como si realmento esto solo existiera en Antioquia a sabiendas que en Colombia u otras regiones del mundo tiene cosas mejores que las nuestras, pero el orgullo Paisa, nuestro sentido de pertenencia y el amor por su tierra nos vuelven egocentristas incurables ante los ojos del pueblo Colombiano. Pero no es tiempo de llorar... Seguiremos siendo Paisas igual que hace 50 ó 200 años. La historia o el pueblo lo dirá. Seguiremos cargando con orgullo esa chapa de Paisa y el "He avemaría pues mi Don" aunque llueva o truene, caigan rayos y centellas o se parta el mundo. Si se hiciere una encuesta en todo el país...Qué es un un Paisa..? Un 70% contestaría: Gente emprendedora, trabajadora y amable. Es un tipo que quiere más a su tierra que su madre. Es la persona servicial y honesta en todos sus actos. Es un hombre que cree mucho en Dios y por eso siempre dice... ¡Dios se lo pague!, por cualquier servicio recibido. Antioqueño...Ni grande, ni pequeño, pero dicen que son el putas para negociar y montar empresas. Esos tipos son la berriondera para trabajar y hacer negocios. Esa gente es una verraquera, no se vara ni en la punta de una vara. Los Paisas tienen negocios en todas las ciudades de Colombia. A cualquier

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parte del mundo donde vayas se encontrará con un Paisa. Los Paisas son muy solidarios en casos de tragedias y desgracias. Es un tipo echado para adelante, no se arruga ante nada. El Paisa no echa pa'tras ni pa'coger impulso. Es tan católico que se echa la bendción hasta para echar bala y matar. La comida Paisa es una de las más sabrosas del país. Los Paisas tiene un gran sentido del humor. Son músicos y poetas por naturaleza Osea que todos los Colombianos llevamos algo de paisas adentro. Que orgullo, sin importar todo lo malo” (19 de agosto de 2005, número: 1901).

La imaginación del lugar regional que da sustento a la identidad paisa involucra la creación de territorios que se “alimentan” de la gastronomía (donde figuran algunos alimentos como los frijoles, el chicharron, el chocolate y la arepa); el buen clima; el paisaje, en el que se incluyen casas coloniales; las bellas mujeres; la amabilidad de la gente; el amor por la tierra; la religiosidad y los modismos, "He avemaría pues mi Don"; entre otros aspectos que se exhiben como representativos. Esto es percibido, para quien narra, como la forma “natural” de ser paisa que está fuertemente atada a la tradición y la historia.

Las elaboraciones de la identidad paisa pasan por una variación con respecto a la escala del lugar a partir de la que se articulan las identidades nacionales exploradas en el capítulo previo. Esto implica la fabricación de una geografía regional (que, a su vez, subsume geografías locales) con el objetivo de diferenciarse de otras regiones que dan forma a la idea del sitio nacional. La búsqueda de conexión entre dichas geografías locales apela a la historia ancestral para impartir un territorio común, que permita la conjugación de las diferentes áreas que dan vida a la región. Para el caso del discurso 105


citado arriba, esto se traduce en la pasada existencia de un área denominada “Antioquia la Grande”, que representa una historia compartida, o en palabras de la autora: “nuestra historia Paisa”.

En el correo citado, la construcción de la identidad paisa se ubica históricamente “200 años” atrás, lo que la dota de raíces remotas que se hunden en lo más profundo de la tierra, dando forma al pasado y a la historia de la región. Desde este punto de vista, el origen identitario se establece como un punto particular, distante en el tiempo, que está ligado a una concepción de originalidad y pureza. Así, lo ancestral es asociado a la tradición de unas costumbres y prácticas que caracterizan a un grupo social y lo dotan de bases sólidas sobre las cuales fabricar un sentido de pertenencia.

El anclaje del imaginario paisa al pasado lo convierte en algo fijo que, para quien lo construye, se va desgastando con el paso del tiempo. Así, lo que avanza quita identidad y corrompe, mientras que lo estático preserva. De esta manera, la “verdadera” identidad paisa pareciera diluirse con la llegada de nuevas modas y costumbres, asociadas a la modernidad, que desplazan poco a poco lo tradicional de una cultura singular que se distingue de otras: “aquellas cosas por las cuales nos sentimos orgullosos se han ido perdiendo, primero por ese afán de modernismo hemos destruido parte de nuestra historia Paisa”.

Tal elaboración identitaria se presenta como algo sustancialmente homogéneo, que pierde integridad al ser mezclado con otros elementos ajenos: “cambiamos los frijoles 106


por espaguetis, el chicharrón por salchichas, el chocolate por gaseosas, la arepa por galletas de soda, el rosario por una telenovela”. Así, la hibridación cultural termina convirtiéndose en un atentado directo contra la tradición primigenia, que deshonra y mancilla los orígenes de lo paisa. Lo anterior se convierte en el argumento central para dar cuenta de la precariedad socioeconómica en la que se observa a la región. Lo que termina siendo la causa de una “inevitable” degradación moral, que no pudo engendrar (para quien habla) algo diferente al narcotráfico, la delincuencia, el sicariato, el pandillaje y la mendicidad”. En otras palabras, las grandes dificultades que debe afrontar lo que en otrora fue una tierra pujante y próspera, se explican a partir de la “pérdida” de la identidad paisa. En este orden de ideas, otro tipo de explicaciones a la crisis de la región (como la caída de las exportaciones de café durante las últimas décadas, el terremoto de 1999 y las dinámicas nacionales de violencia, desempleo, etc.) son dejadas de lado.

Valores como “el empuje para trabajar y salir adelante”, “la iniciativa para los negocios”, “la facilidad de expresión”, y el emprendimiento, son aspectos constitutivos de la mismidad paisa. Material discursivo que es empleado en una práctica de diferenciación que busca posicionar a la región en un espacio privilegiado del entorno nacional. De ahí que, en el correo citado más arriba se lea: “Seguiremos gritando que tenemos las mujeres más lindas del mundo, el mejor clima el país, que Medellín es la tacita de plata, que somos la gente amable por excelencia y que nadie nos gana en los negocios”, y en otro fragmento: “la comida Paisa es una de las más sabrosas del país”. Esto ubica la producción identitaria en medio de un entramado político, de cara al 107


conflicto con otras identidades regionales que pugnan por no quedar subordinadas. Lo que, para quien escribe, se asocia a “malquerencias” de parte del resto de coterráneos colombianos, quienes no comparten el mismo regionalismo.

La publicación en la REPCE del correo que he venido analizando generó una de las más prolongadas, cáusticas e intensas grescas textuales que he podido leer durante todo el tiempo que he moderado al grupo. Hasta el punto que llegué a pensar que con esta riña se daría punto final a la lista de correos de la diáspora digital. Tal correo fue seguido inmediatamente por otro, que en de manera directa sintetizaba parte del mensaje anterior: “La verdad los mejores, somos los colombianos, después de los paisas claro esta” (19 de agosto 2005). Lo que, a su vez, no tardó en obtener una respuesta explosiva, que generó el efecto “bola de nieve”:

“Ese parece ser el camino que toman las redes que no son claras o no tienen un principio de actuación clara desde un comienzo, terminan no por servir para la construcción de proyectos colectivos, sino para la puesta en escena de tonterías (perdón) como esa que rueda ahora de los paisas, vuelvo y digo perdón, pero que estupidez es esa de usar una red para seguir con el discursito frívolo y floriado de la verraquera paisa, una cosa que dejo de serlo hace muchos años y que si alguna vez lo fue; hecho un balance ha sido lo peor que le ha ocurrido a esa bella región que se vanagloria de semejante tontería: la raza paisa...¿A quien se le habrá ocurrido semejante estupidez? Póngase a ver y mire a donde nos ha llevado la tal verraquera, a ser la ciudad conocida en el mundo por el narcotráfico, los sicarios y su violencia. Nada más. Dirán que Juanes o que Fernando Botero..afuera nadie sabe que son de Medellín, solo que son de Colombia, igual que Carlos Vives o Shakira, (…) !Ah! Y si mira hacia dentro, donde esta ese tal empuje que tiene a mas de la mitad de su población viviendo

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en la pobreza, con mas de 300 mil deslazados, harapientos pidiendo limosna en los semáforos, mientras su clase política, Gómez Martínez, Valencia Cossios, Guerra Serna y ahora Uribes que la han gobernado por décadas nadan en la riqueza, se apoderan de sus ricas tierras de uraba, el bajo cauca y el oriente y mientras engolosinan al resto de población con esas frasecitas de somos los mejores o tenemos las mujeres mas bellas del planeta ¿no han pasado por Sevilla y Córdova, España o por Ucrania y Bielorrusia, o por Suecia o mas cerquita por Venezuela?, O tenemos el mejor metro del mundo, ¿por Dios no han ido a Paris para que se enteren lo que es de verdad tener un metro?...No saben cuanto nos ha costado y les costara por años a la población productiva que es la que paga los impuestos, ese capricho de mostrarle al resto del país que somos los únicos con metro...¿no han ido, no la conocen? Vayan, para que se enteren del empuje paisa, de la berraquera de ciudad injusta que hemos hecho con apartamentos de 1000 millones de pesos a pocos metros de barrios de miseria, sin acueducto, sin energía, sin educación...,cultivo propio para el hampa, pero con edificio inteligente y pueblito paisa y plaza de toros techada y ciclovias para que circule nadie por miedo a ser atracado en el primer semáforo en rojo. Y que nos queda de ese orgullo cuando andamos por el mundo y sabemos que solo nos conocen por lo que nosotros llamamos "iniciativa para los negocios", pero los otros lo que ven es mafiosos, picaros y ladrones.. de qué civismo habla, !por dios!, si ocurren entre 3000 y 4000 homicidios por año, si produce el mayor numero de secuestros del país, si es de una intolerancia asustadora con las minorías étnicas, negros e indígenas (en Antioquia hay que ser blanco de ojos claros y con apellido para triunfar), si tiene el mayor numero de bandas de delincuentes (ahora legalizadas) por metro cuadrado del país. A eso le llamaos civismo. O esos que llama Yeidi en su correo, "pordioseros que nos visitan", no son mas que campesinos expulsados de sus tierras de Uraba, Córdova, Oriente y Nordeste, por las mafias de las tierras productivas que en Colombia tienen el permiso y el aplauso de los políticos para masacrar, robar y expropiar (ahora los premian y les hacen una constitución a su antojo y desparpajo) O eso de que "Es un tipo echado para adelante, no se arruga ante nada", eso está claro, nuestro primer producto de exportación al resto de ciudades colombianas no fue en los ochenta y noventa el café o las flores, sino hombres y niños, pistolocos, que no

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se arrugaban para nada, !eso es cierto!, tanto que asesinaron 4 candidatos presidenciales, jueces, periodistas y sindicalistas por montones. Y también los empezamos a exportar a otros países, pregúntenlo en Madrid, sino me creen.... O ya para terminar: "es tan católico que se echa la bendición hasta para echar bala y matar"..¿Y esto es motivo de orgullo? Si el catolicismo lo permite y lo aplaude como ocurre en la catedral de Sabaneta, Antioquia, donde la iglesia lo conciente porque cada semana llena sus arcas para que los curas sigan engordando. Con el perdón de ustedes ¿Que mierda de religión es esa? En fin, no digo más, porque termine haciendo lo que critique al comienzo de este mensaje,,, pero tendría para rato.....” (19 de agosto de 2005, número: 1023).

Como se observó, las producciones de la identidad paisa se dan en medio de un proceso político, donde intervienen múltiples actores que no necesariamente se ven a sí mismo circunscritos al discurso que fabrica mismidad. Lo que, en algunas ocasiones como ésta, acarrea un fuerte cuestionamiento a los supuestos básicos sobre los que se edifica el imaginario regional, así como una deconstrucción del discurso. De esta forma, los valores asociados a lo paisa (que se presentan inicialmente como determinantes y se enfilan en una estrategia de marcación que persigue la incorporación del grupo social en la jerarquía nacional) se tornan contradictorios y nocivos, gracias a la incursión de un relato contestatario.

De ahí que la verraquera paisa sea presentada por un “otro” ya no como fuente de progreso y prosperidad, sino como caldo de cultivo para algunos de los grandes problemas en el orden nacional (como el sicariato, la delincuencia, la violencia y narcotráfico) y como causa de vergüenza internacional. En el mismo sentido, el nuevo discurso transforma el sentido de la devoción religiosa en algo problemático e 110


incoherente frente a las prácticas no discursivas que se desarrollan en el campo de lo amoral. Así mismo, el paisaje también sufre profundas transformaciones que pasan de una descripción rural, donde se veía una que otra casa colonial, se tenía un buen clima y algunas delicias culinarias; a un paisaje urbano que aunque “avanzado” está saturado de desigualdad

social,

pobreza,

discriminación

étnica,

secuestros,

asesinatos,

desplazamiento y corrupción política. Lo que también implica una compresión del lugar, que resulta encogiéndose al pasar de la región a la ciudad. Algunas insignias de la diferencia paisajísticas como la belleza de las mujeres y el metro deja de ser algo propio del imaginario paisa, para ser aspectos comunes de otros contextos. Por último, no sobra agregar la expropiación de los ídolos populares que pasan de ser posesión de la región a pertenecer a la nación.

“El complejo de superioridad que los paisas expresan permanentemente, no es mas que un sintoma de su complejo de inferioridad, ya que siempre son segundos en todo. Pense en la ciudad mas importante de Colombia, y solo pude pensar en Bogota; y en la mas linda y solo pude pensar en Cartagena. Pense luego en un gran cientifico y recorde a Patarollo y a Ginas. Luego en un gran ciclista y recorde a Lucho, a Parra y yendo mas atras al indomable Zipa Efrain Forero, a un gran boxeador y vi la imagen de Pambele y Rocky Valdez, en un gran industrial e inmediatamente me llego el apellido Sandodomingo y Ardila Lule, en la mejor delantera de selección Colombia alguna y recordé al Tino, el Tren, Rincon y obviamente el Pibe. Pense en una comida elaborada y distinguida y se me hizo agua la boca pensando en una pepitoria con cabrito o en un ajiaco o que tal un arroz con coco. Pense en un artista e inmediatamente surgio Shakira, Carlos Vives y hasta Oscar Golden, en un director y recorde a Kike Santander, en un arquitecto y pense en Salmona, en un paisaje y recorde el Llano y a San Andres. Pense en la region mas industrializada de Colombia y

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recorde a Cundinamarca; a la mas productiva y recorde al Valle del Cauca, a la mas rica y recode al Arauca y el Choco (Biodiversidad) Pense en presidentes y recordé a Popayan, a martires y recorde a Galan y a Gaitan, en padres de la patria y pense en Santander, en un pintor y recorde a Obregon, a Rayo y a Gonzalo Ariza. Pense en todas las cosas buenas de Colombia y en ninguna aparecia un paisa, luego pense en lo triste y recorde a Pablo Escobar, a Castaño, a Belisario y...... decidi dejar de pensar” (24 de agosto de 2005, número: 1990).

Con la publicación de nuevos mensajes en el foro, el foco con el que se miraba el lugar se empezó a ampliar nuevamente, pasando de lo regional a lo nacional. De esta manera, nuevas regiones y ciudades aparecen en el territorio colombiano, como Bogotá, Cartagena, Cundinamarca, Valle del Cauca, Arauca, Chocó, los llanos y San Andrés. Lo que significa la configuración de una identidad nacional a partir de la articulación de localidades y territorios, en una estrategia por recomponer las jerarquías sociales establecidas por el imaginario paisa. No obstante, esta nueva elaboración identitaria al tiempo que incluye otros lugares también deja por fuera otros, lo que constituye un nuevo orden jerárquico que representa otros poderes e intereses.

La nueva estructura jerárquica se configura a partir de referencias positivas y negativas, donde Bogotá aparece como la ciudad más importante del país y Cundinamarca como el departamento más fructífero, que ha sido semillero de políticos reconocidos, como Gaitán y Galán; arquitectos, como Rogelio Salmona; deportistas, como Lucho herrera, Fabio Parra, Efraín Forero; y científicos como Rodolfo Llinás. Por otra parte, también adquieren relevancia ciudades como Cali y el departamento del Valle del Cauca, cuna de 112


figuras como Kike Santander, Rincón, el Tino Asprilla, el Tren Valencia y Omar Rayo. Así mismo, aparecen Barranquilla, capital del Atlántico, con Julio Mario Santo Domingo, Shakira y Alejandro Obregón; y el departamento de Magdalena, con el Pibe Valderrama y Carlos Vives. Con menos referencias, surge Tolima, con Manuel Elkin Patarroyo; Bolívar, con el Kid Pambele; Santander, con Carlos Ardila Lülle; y Popayán, capital del departamento del Cauca, con uno de los primeros presidentes de Colombia, Joaquín Mosquera. Finalmente, Antioquia es referenciada como el departamento paria del país, con referencias a uno de los mayores narcotraficantes a nivel mundial, Pablo Escobar; un paramilitar, Carlos Castaño; y un presidente; Belisario Betancur.

Lo anterior construye una geografía de Colombia donde se distinguen algunas regiones como más prominentes que otras, al tiempo que se suprimen 20 de los 32 departamentos que estructuran la división política del país. En el mismo sentido, el universo culinario colombiano es reducido a la pepitoria santandereana, el ajiaco santafereño y el arroz con coco costeño. No se nombran otros platos regionales como la mazamorra chiquita o el cuchuco de trigo con espinazo boyacense; el puchero, tunjano; la mamona llanera; las farofas o arepas de mandioca, propias de la región amazónica; el sancocho de gallina valluno; la lechona y los tamales tolimenses; el cuy a la braza nariñense, entre otros.

“Te falto el mejor arquero del mundo, higuita, el mejor presidente, uribe, los mejores frijoles, antioqueños, el unico metro de colombia, medellin, las unicas fiestas de las florez, medellin, la cabalgata guines, medellin.....sigo...”, (26 de agosto de 2005, número: 2022). ………………….

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“Higuita es una verguenza internacional para Colombia, al igual que el destennido titulo de Nacional en la copa libertadores, logrado con la plata sucia y las amenazas del cartel de Pablo Escobar. (me rehuso a llamarlo de Medellín, por respeto a la segunda ciudad de Colombia) Uribe no creo que termine bien, la historia lo dira, ya son muchos los documentos que lo vinculan al narcotrafico. No hay nada mas ordinario que una bandeja Paisa, con ese grotesco chicharron, eso es solo para paisas. Difícil que degusten un sofisticado y elaborado palto como el Ajiaco. El Metro de Medellin lo pagamos TODOS los colombianos, los paisas no pudieron solos. De lo demas, flores, aguardiente y rumba pueblerina ustedes si son los campeones, pero el mejor aguardiente no es el de Antioquia, ni el mejor carnaval, y quien mas produce flores en Colombia es Cundinamarca. O sea que bajes de esa nube. Ustedes siempre seran segundos..Ya empezaron con las vulgaridades propias de quien no tiene mas argumentos, lo unico que falta es que empiecen a amenazarme o me envien una moto cibernetica, o un sicario electronico. Típico de la cultura de violencia con raices paisas Colombia esta por encima del perpetuo pregonar de superioridad de los paisas, el problema es cuando alguien los enfrenta y los hace ver otra realidad. Aunque parezca superficial, este tipo de debates sirven para sacar a flote parte de nuestros problemas y enfrentarlos. Esperemos que en el futuro el tipo de expresiones regionalistas, como el que genero este intercambio, desaparezcan, para que surja una identidad Nacional, y no regional” (26 de agosto de 2005, número: 2027).

La alteración en la escala con la que la diáspora digital se imaginó el lugar nacional generó una dramática confrontación entre identidades regionales, lo cual zanjó profundas diferencias que parecían incrementarse con el tiempo. Esto develó la existencia de un orden social jerárquico entre diferentes actores nacionales que, a través del discurso, elaboraban ubicaciones dominantes y dominadas, en las que se posicionaban a sí mismos y a los a otros. Así, las prácticas de marcación sirvieron como

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vehículo político para terciar en un enfrentamiento retórico, lo que incubó un ambiente que se tornaba progresivamente más hostil.

“No quiero pensar que las buenas intenciones de crear un red hermana termine en una batalla entre nuestras regiones, si es así entonces terminen con ésta farsa que definitivamente los colombianos no tenemos solución”, (25 de agosto de 2005, número: 2012). …………………. “Por eso es que estamos como estamos, porque andamos pensando como costegnos, rolos, paisas, pastusos, etc., en lugar de pensar como colombianos, que es lo que somos”, 25 de agosto de 2005, número: 2017). …………………. “La verdad es que me contuve de responder desde hace dias en que empezo la arremetida contra los paisas (soy santandereano de pura cepa) y me dio una trsiteza el ver en que ocupamos el tiempo y el espacio de esta red, se me vino a la mente una discusion de Carod Rovira y Aznar, por quien es mejor: el español o el catalan...Se por experiencia que la colonia colombiana en cualquier parte del mundo es la que mas trabajo tiene para unirse, pero aca en el cyber spacio , donde el contacto es virtual no entiendo porque lo estamos haciendo. Colombia somos todos, es verdad que todos tenemos palabras de elogio para nuestros "terruños o patrias chicas" nos sentimos orgullosos de donde somos, de donde nacimos, de donde fue nuestra primera vez, en fin de todas esas cosas bonitas que nos han pasado en nuestras ciudades o departamentos de origen”, (29 de agosto de 2005, número: 2041).

La intensa presión generada sobre el grupo, a raíz de la fractura identitaria y la imposibilidad de articular las identidades regionales, hacen que el “escape” hacia la escala nacional se presente como el camino más viable para la estabilización de la diáspora digital. En este sentido, la construcción de identidades nacionales resulta una 115


narrativa bastante útil para obliterar la multiplicidad de diferencias que subyacen en los niveles micro y meso-social. De ahí que, para algunos de los miembros de la REPCE, lo multicultural, antes que ser percibido como una riqueza, represente un aspecto corrosivo que origina “desunión”, por lo que debe ser evitado a toda costa.

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V. Estereotipo, subalternidad e identidades nacionales

Cuando se estudia la construcción de identidades nacionales en la diáspora digital colombiana, el estereotipo vinculado al narcotráfico y a la delincuencia emerge como una categoría de análisis muy difícil de soslayar. Siguiendo a Luis Eduardo Guarnizo (2004: 31-32), esto podría explicarse, en parte, debido a que la expansión del mercado internacional de las drogas fue uno de los aspectos que contribuyeron de manera significativa a la masificación de la emigración colombiana, desde la década de los ochenta. Para el autor, aunque la proporción de migrantes colombianos vinculados al narcotráfico y a la delincuencia común es pequeña, el gran estigma que pesa sobre éstos ha generado una imagen nefasta no sólo fuera del país, sino también en Colombia.

“[Todos los colombianos son unos ladrones], esa frase me la dijeron ayer un par de policias españoles. La historia que voy a contarles me ocurrio ayer en Madrid, donde estoy estudiando un master. Siendo las 11:00 am aprox. entre a un edificio del centro de Madrid para comprar un seguro medico para mi hermana que esta en el viacrucis de la visa a Europa. Me subi al ascensor y segundos antes de que la puerta se cerrara se subieron dos hombres, me mostraron la placa de policia y me dijeron el conocido "venga con nosotros por favor". En estos casos he aprendido que lo mejor es no replicar nada, asi que los segui. Me llevaron a un semisotano del edificio, me hicieron vaciar todo lo que llevaba en la maleta, revisaron mi billetera hasta el cansancio, me preguntaron de donde era, que direccion vivia, con quien vivia, que hacia en España, etc, etc, etc. Como llevaba mi portatil, me hicieron prender el computador y mostrarles varios archivos que tuvieran mi nombre y relacion con lo que les habia dicho. Tambien con mi tarjeta de residencia llamaron a una cetral a averiguar todo lo posible sobre mi...en resumen, algo incomodo y que duro casi media hora. Pero la historia no la cuento porque me haya molestado que me

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hayan detenido e interrogado porque si, lo cuento por lo que me decian los policias mientras me interrogaban. Que todos los colombianos son unos ladrones, que vienen a europa a robar, que solo hay gente mala, que los unicos que roban son colombianos, etc. En resumen, un rosario de cosas que provocaba ponerse a llorar...con decirles que llegaron al extremo de decirme que era lógico que yo estuviera con una beca, pues en Colombia nadie tiene dinero para estudiar por su cuenta, menos en el exterior y en su primer mundo” (21 de abril de 2005, número: 471).

El estereotipo inscrito en el correo anterior funciona, en palabras de Bhabha (1994: 91) como un “aparato de poder”, que se estructura con base en la producción de conocimiento acerca de cómo viven, quiénes son, qué hacen y cómo piensan los colombianos. Esto guarda una íntima relación con una estrategia discursiva que busca legitimar la desconfianza hacia las personas que poseen dicha nacionalidad y, consecuentemente, justificar las prácticas duras de vigilancia: “Me llevaron a un semisotano del edificio, me hicieron vaciar todo lo que llevaba en la maleta, revisaron mi billetera hasta el cansancio, me preguntaron de donde era, que direccion vivia, con quien vivia, que hacia en España, etc, etc, etc”.

No obstante, el ejercicio de diferenciación colonial que se re-produce en el relato citado, da cuenta del uso del estereotipo no sólo como aparato de poder que justifica el ejercicio de la vigilancia y segregación de los colombianos como grupo subalterno, sino del mecanismo para la elaboración y sostenimiento de distinciones en el campo moral, educativo y económico. Tales categorías, conectadas con imaginarios de desigualdad entre pueblos de diferentes procedencias y niveles de “desarrollo”. En efecto, en frases 118


como: “todos los colombianos son unos ladrones”, “solo hay gente mala” y “nadie tiene dinero para estudiar”, subyace el establecimiento de jerarquías sociales entre los “primeros” y los “terceros mundos”.

“Siento mucho por lo que te paso. Justos pagan por pecadores. Yo creo que es uno por ciento o por mucho dos por ciento de la poblacion de mala clase colombiana que nos hace ver mal a todos. El chiste que se dice con frecuencia es: Colombiano? Traeme Coca. O el comentario en serio es En Colombia hay mucha venta de droga y mucho secuestro y crimen y lo dicen delante de uno” (22 de abril de 2005, número: 480).

Así, Colombia y lo colombiano constituyen una taxonomía ligada a la pobreza, lo amoral, la ignorancia, el primitivismo, la falta de oportunidades y el crimen, todo lo anterior asociado al lugar de origen. Aspectos que, en el discurso colonial, se proyectan desde el país de procedencia y se fijan sobre la naturaleza identitaria de los nacionales de manera permanente, sin importar el sitio a donde éstos se movilicen. De igual forma, cada una de las etiquetas atribuidas anteriormente a los colombianos se inscribe en el discurso del “subdesarrollo”, lo que se convierte en un obstáculo para alcanzar el “progreso” que ostenta el primer mundo y nos relega a una estancia de subordinación.

A diferencia de aquellos tipos de distinciones que se establecen fácilmente con la mirada (como el color de la piel), en el caso anterior, la nacionalidad (a partir de la que se genera el estereotipo) no es “racialmente” identificable. Sin embargo, termina funcionando (en el discurso colonial) como un clasificador de la diferencia racial, que

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sostiene viejas relaciones de conquista sobre pueblos subyugados. Paradójicamente, esta clase de marca no fenotípica es incorporada al cuerpo del sujeto subalterno por él mismo, y no sólo por el colonizador. Tal naturalización, que puede ser observada en varias de las narraciones que dan cuenta del estigma, no deja de ser problemática, ni de generan tensión en la diáspora digital:

“Bueno yo no entiendo ciertas de las experiencias de ustedes en el exterior. Luego es que nosotros tenemos el nombre "Colombiano" en la frente o en la espalda para que hay mismo nos reconoscan y nos traten mal, nos investiguen y nos hagan mala cara? Yo he pasado por todas esas tierras y ni en España o Argentina me han mirado feo o con desconfiansa" (27 de abril de 2005, número: 536).

En la narración a la que hace referencia el correo anterior, el hecho de ser colombiano se lee como el detonante de la historia, que acarrea la “captura” y posterior abuso de autoridad por parte de los policías españoles. De ahí que una porción de la producción identitaria en la diáspora digital conciba la nacionalidad colombiana como un atributo fácilmente reconocible que se inscribe “en la piel” de los subalternos y genera distinción a los ojos de lo demás. Esto puede ser entendido en el proceso de elaboración identitaria como la naturalización de una marca política, a partir de lo que se distingue al sujeto subalterno y se ejecutan las distintas formas de segregación: “lamentablemente nosotros tenemos como etiqueta la coca […] Una vez en Madrid un vigilante de supermercado me siguio hasta que pague por que pensaba que iba a robar” (27 de abril de 2005, número: 527).

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Por otra parte, las prácticas de diferenciación que se elaboran con base en el estereotipo, generan, simultáneamente, espacios de resistencia en la diáspora digital, contra los actores dominantes. A partir de esto, se cuestionan las relaciones de poder que supeditan, se configuran defensas territoriales y del lugar, se resguardan símbolos y se proponen acciones concretas que otorgan poderes a los sujetos subalternos en el entorno físico. De igual forma, una de las respuestas al estigma sobre los colombianos es el afianzamiento de determinadas identidades nacionales fundadas en la historia y el lugar, que estimulan el surgimiento de sentimientos patrióticos.

“Hola a todos, un saludo a Camilo, quedé totalmente indignada con lo que le pasó, tuvo mucha berraquera yo los hubiera cojido a esos perros y los hubiera denunciado. Hoy me ha sucedido algo que me ha dañado el día y que casi me saca de mis casillas. (…) Madrid, aproximadamente a las 5 y media de la tarde, calle Hortaleza ventipico, almacén "Albania". Iba yo con una amiga venecacolombiana, entramos a este sitio porque nos llamaron la atención las camisetas. Ví una con un símbolo de Juan Valdez y me emocioné, al acercarme, cual fue mi IRA????Decía"COKE DE COLOMBIA" y Juan Valdez retratado...Tienen la osadía de cojer nuestro símbolo nacional e internacional, la mejorcita fama que tenemos la cojen y también la deforman. ES UN ABUSO. Les propongo a los que estén aquí hacer una protesta o armarle un escándalo a esa gente para que respeten. Si no nos hacemos respetar van a empezar a cojernos de burla hasta en los accesorios. No hay derecho. Por favor los que estén interesados podemos hacer una buena estrategia para hacernos escuchar. Yo voy a ver si compro la camiseta esa y con recibo en mano sin hacer ningún show hacemos algo bien montado. Qué les parece??? Coméntenme al respecto....Gracias...” (27 de abril de 2005, número: 510). ………………….

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“sólo hasta hoy he podido leer este mensaje; que aparte de llenarme de impotencia, me llena casi de resentimiento con este país España (…) el peor daño que nos hemos hecho es que -si bien es cierto hay problemas en Colombia-estemos dispuestos a huir del país como si se tratara de huir de una peste y no sentir un poquito de pertenencia hacia lo nuestro y comenzar por defender la tierra que nos vió nacer, porque quien niega la tierra niega a su mamá. HAY QUE ORGULLOSA ME SIENTO DE HABER NACIDO EN MI TIERRA!!!!!!!!!!!!!!!!

” (25 de abril de 2005, número: 495).

Es de destacar que la elaboración de sitios de resistencia contra la asignación de una identidad determinada trae consigo, de manera paralela, prácticas narrativas que configuran maniobras de “ataque político”, lo que saca a algunos de los participantes de la diáspora digital de una dinámica puramente defensiva. En este escenario, la remembranza de la historia se convierte en un arma para recomponer la subalternización de las personas colombianas, en el orden social que planteaba el discurso del subdesarrollo. Esto implica dar vuelta a la pirámide jerárquica estructurada por la lógica del estereotipo y asignar un nuevo sentido a la clasificación social que localizaba a los colombianos como un pueblo inferior. De esta manera, el discurso subalterno echa mano del pasado para elaborar una estrategia textual que fabrica nuevos aparatos de poder.

“Creo que no hay razones para aceptar de ninguna parte ofensas y faltas contra nuestra dignidad. Solo para reflexionar se les olvida a los Españoles quienes fueron ellos para nuestra America Latina: los mayores ladrones, los asesinos de pueblos enteros y los que trajeron todos los vicios europeos para corrupcion de

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nuestros pueblos. Lo mas probable es que ese par de policias como muchos españoles olvidaron su historia” (25 de abril de 2005, número: 488).

Es substancial para este estudio llamar la atención sobre la participación del lugar en la producción de identidades vinculadas al estereotipo, por una parte, y de la historia, de otro lado. En el primer caso, la emigración de un lugar particular, denominado Colombia, es un caldo de cultivo para la fabricación de supuestos sobre el sujeto estereotipado, asociados a la acción de “traer algo” (droga) del sitio de procedencia: “Aqui en Argentina me han pasado tambien cosas fuertes, como que me preguntan recien llego al lugar a donde iba a hacer el Doctorado "Y che dime cuanta de la blanca traes" me lo dicen como chiste y yo salto como erizo!!!” (27 de abril de 2005, número: 527). De igual forma, el emigrante colombiano es investido con algunas características negativas atribuidas al lugar (como las que ya mencioné en la parte inicial del capítulo: subdesarrollo, corrupción, pobreza, lo amoral, ignorancia, primitivismo, falta de oportunidades y crimen, entre muchas otras) que se proyectan sobre la naturaleza identitaria de las personas.

De manera similar, la inmigración de colonizadores españoles a América Latina fija sobre éstos marcas y posiciones diferentes a las adquiridas bajo la narrativa del desarrollo y subdesarrollo: “los mayores ladrones, los asesinos de pueblos enteros y los que trajeron todos los vicios europeos para corrupcion de nuestros pueblos”. Así, la llegada de la colonia española al lugar, que hoy es Colombia, explica (en la elaboración histórica del subalterno) el origen de todos los males que aquejan en el presente a la 123


nación y convierte a los colonizadores en los corruptores de un pasado ancestral puro. Igualmente, en el discurso subalterno, la llegada de los españoles a las “nuevas tierras” les asigna una identidad específica (ladrones y asesinos), así como una posición precaria en el orden social.

“Yo me pregunto como es que en la escuela nos ensenan que tenemos que celebrar el 12 de octubre por "el descubrimiento de América". Primero que todo muchas investigaciones han probado que no fue Cristobal Colon el primero que llegó a las Americas. Segundo eso no fué un descubrimiento sino un genocidio. (posiblemente el peor de la historia) Es como si los africanos tuvieran que celebrar la ocupación de los franceses en sus tierras y además tuvieran que agradecerles el haberles cambiado su religión, el haber arrasado sus culturas y sus costumbres y el haber quemado todas las invenciones de sus sabios. Hasta cuando vamos a seguir diciendo que Alonso de Ojeda, y todos sus secuaces, (ladrones de las cárceles de Espana) fueron los fundadores de nuestras ciudades? hasta cuando vamos a seguir teniendo sus estatuas cuando tendrian que ser las estatuas de nuestros indios las que deberian estar en su lugar? como hacer que los espanoles sientan verguenza por lo que hicieron sus antepasados si nosotros no nos damos nuestro lugar. Hay que ver como los alemanes siguen teniendo la carga en sus hombros de Hitler. Los europeos no lo olvidan y eso está bien porque es la forma de asegurarse que ningun aleman va a sentirse superior a otro europeo ni ahora ni nunca. Despues de varios anos fuera de Colombia son varias las ocasiones en las que nos hacen saber lo que piensan de nuestro pais o de nuestra región. Son unos ignorantes, eso es lo que son, eso es lo que yo les hago entender. Nosotros no tenemos que sentirnos avergonzados porque Colombia exporta imigrantes ilegales (no es su culpa), ellos no tienen la culpa de haber nacido sin oportunidades en la vida. Colombia exporta mulas, y no son ellos los que guardan el dinero del narcotrafico. El dinero del narcotrafico está en muchas cuentas en Suiza, monaco, New York, etc. El cigarrillo mata mas gente de lo que mata la marihuana o la coca. La diferencia es que Phillip Morris

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es una multinacional americana. El problema no es que Colombia venda coca a las juventudes del norte, el problema es que ellos quieren tener el control. Las armas son otro tema, quienes son los que las producen y no las venden? los belgas, los americanos, franceses, entre otros! Yo me pregunto, que hay de los suntuosos castillos europeos, museos, de donde vino todo ese dinero? que hay del museo de louvre de Paris? cuantas reliquias hispánicas robadas por los mismos franceses? Los robos continuan. Hay que ver cuantos escándalos han habido en los últimos anos al respecto! Tal vez esa explicación es la que deberiamos dar afuera de Colombia cuando tengamos la oportunidad!” (25 de abril de 2005, número: 486). …………………. “Como me gustaria redisenar la historia que nos ensenan. Como me gustaria tumbar las estatuas de Rodrigo de Bastidas, Gonzalo Jimenez de Quesada, Sebastian de Belalcazar, y todos sus secuaces y reemplazarlas por los verdaderos heroes de nuestra historia, los que nos dieron la independencia no los que no la quitaron. (…) En la historia de Colombia y del continente americano deberia hacerse enfasis en porque fue que se separo Panama de Colombia, en el consensus de Washington, en la alianza por el progreso, la formacion de guerrillas, la formacion de paras, la intervencion de US, etc etc etc. La intervencion de inglaterra en nuestro continente una vez Espana fue vencida, los esclavos negros que llegaron para quedarse en Colombia y que seguimos tratando como esclavos, etc etc etc, y si......, a quien carajos le importa si la reina Elizabeth I de Inglaterra nació en 1533 y murió en 1603 y que fue hija de Enrique VIII y Ana Bolena!!” (1 de junio de 2006, número: 4624).

A partir de la elaboración de identidades nacionales mediadas por el estereotipo sobre el sujeto subalterno colombiano, éste realiza una deconstrucción de la historia colonial, donde evidencia la exclusión de la conciencia nativa e intenta reconstruirla. Así, invoca un pasado indígena que cuestiona la versión oficial de la historia patria, donde los colonizadores tienen un lugar privilegiado, y propone una lectura diferente que 125


evidencia el discurso hegemónico y la asimetría en las relaciones de poder que subyacen en éste. Lo que implica para el sujeto subalterno colombiano la afirmación de su voz propia y el afianzamiento de una posición política frente al juego de poderes, en el que se inscribe la elaboración identitaria.

Desde este ángulo, se realiza una valoración positiva sobre lo ancestral, que resalta lo étnico como un componente primordial de la identidad nacional. Así, se entra en conflicto con el discurso colonial del descubrimiento de América, y, en contraposición, se les atribuye a los españoles la destrucción de un pasado prístino. Lo cual plantea un antagonismo cultural de antaño que se proyecta hasta el presente y que profundiza la brecha entre ellos y nosotros. De esta manera, la práctica de distinción se elabora con base en construcciones históricas concretas que persiguen la reivindicación de los sujetos colonizados y la afirmación de sus identidades.

Ahora bien, el discurso subalterno no se limita al pasado remoto, sino que denuncia la permanencia de un colonialismo global en la actualidad, liderado por multinacionales y actores dominantes en el orden mundial capitalista. En este escenario, se cuestiona el estigma del narcotráfico y la ilegalidad como atributos contenidos exclusivamente en la naturaleza del sujeto subalterno, aspectos que adquieren un matiz diferente al contextualizarse en medio de la lógica neoliberal. En efecto, desde esta perspectiva, el estereotipo, como elaboración identitaria, se reconfigura a partir de la manifestación de relaciones de poder asimétricas entre agentes dominadores y subalternos, donde estos últimos terminan siendo sólo un eje del engranaje manejado por la colonialidad global. 126


En este escenario, la defensa del lugar aparece como una forma de lucha política en torno a las elaboraciones de identidades nacionales y las afirmaciones de diferencias. Lo que toma sentido cuando se habla del desmonte de símbolos que constituyen “marcas territoriales” de la colonia sobre el suelo nativo: “Como me gustaria tumbar las estatuas de Rodrigo de Bastidas, Gonzalo Jimenez de Quesada, Sebastian de Belalcazar, y todos sus secuaces y reemplazarlas por los verdaderos heroes de nuestra historia”. Esto liga los relatos fundacionales a una marca social del lugar, que se expresa a través de estatuas, monumentos, puentes, pantanos, entre otros hitos que buscan fortificar el conocimiento de los grupos subalternos frente a la influencia de la colonia. No obstante, este andamiaje político de producción identitaria contra la presencia colonial no logra escapar de la confrontación en la misma diáspora digital:

“Que pena contigo pero no podemos negar el español que llevamos adentro. A estas alturas no podemos seguir pensando que seríamos los mismos sin la conquista y el descubrimiento. Y no es por apoyar lo que hicieron quienes vinieron: El problema es que la mayoría de los que estamos aquí somos el producto de una mezcla de razas. Esto lo entendí el día que estuve en Barcelona después de varios meses de estar en Inglaterra. La panadería y el supermercado estaban organizados como en Colombia y varios productos eran similares a los que consumimos aquí. Varias señoras me recordaron la fisonomía de mi abuelita y la arquitectura me recordó a mi amada Cartagena de Indias. Yo me siento orgullosa de mi ancestro negro, indígena y español, pues todos construyeron una sociedad nueva, un producto del que emerge Colombia. Y creo que el entendernos como cultura implica aceptar nuestro pasado. Es más, incluso estamos hablando en español... entonces creo que es algo muy evidente que esta sociedad de la que tú te preocupas y el idioma en que te expresas no vienen de los indígenas ni tampoco de otros inmigrantes como los africanos, los

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holandeses, los alemanes, los libaneses y demás que llegaron y han aportado elementos a nuestra cultura. Aceptar la diversidad no implica negar una parte de la misma” (1 de junio de 2006, número: 4633).

Como lo observo, las construcciones históricas de identidades nacionales son un proceso que da forma a palimpsestos textuales en los cuales se anidan antagonismos que buscan establecer visiones particulares de un pasado sobre otros. En el texto anterior, el discurso de nación basado en “identidades híbridas” reincorpora elementos que habían sido descartados por la versión previa que invocaba un “purismo indígena”, lo que genera una contraposición entre ambas elaboraciones.

Así, mientras la fabricación de una identidad nacional fundada sobre bases étnicas limpias ejecuta prácticas radicales de diferenciación con respecto a lo colonial (que lo muestra como un elemento foráneo, destructor del pasado ancestral, portador de costumbres corrosivas para la cultura “original”, invasor y perturbador del lugar, y fuente de los problemas actuales); la hibridez identitaria inserta la herencia de los colonizadores en lo más profundo del sujeto subalterno: en su psiquis (“no podemos negar el español que llevamos adentro”); en el cuerpo (“Varias señoras me recordaron la fisonomía de mi abuelita”); en el lugar (“la arquitectura me recordó a mi amada Cartagena de Indias”); en el pasado ancestral (“Yo me siento orgullosa de mi ancestro negro, indígena y español”); en la ordenación espacial (“La panadería y el supermercado estaban organizados como en Colombia”); en los hábitos de consumo (“varios productos

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eran similares a los que consumimos aquí”) y en el idioma (“incluso estamos hablando en español”).

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VI. Colombia, a “magical” country made in united estates of America

La circulación en la REPCE de uno de los videos promocionales de “Colombia es Pasión” se destacó por generar gran controversia en la diáspora digital, como ningún otro video lo había logrado antes, en torno al tema de las identidades nacionales. Colombia es Pasión es una iniciativa liderada por Proexport42 (de la mano de algunas empresas del sector privado y del gobierno43) que plantea como uno de sus objetivos principales atraer inversión extrajera a Colombia, promover las exportaciones del país y promocionarlo como un buen destino turístico. Para conseguir lo anterior, Proexport contrató en el año 2004 al estadounidense David Lightle -un reconocido experto en country branding, según The Wall Street Journal (Lewis, 2006)- con el propósito de desarrollar para Colombia una “marca país”. No obstante, el hecho de ser un norteamericano la persona designada para fabricar la nueva imagen del país despertó gran inquietud en el grupo y desconfianza entre algunos.

“El famoso video promocional de Colombia, que en la última semana me ha llegado al correo como unas 20 veces. Aunque no niego la importancia de publicitar a nuestra querida patria, no sólo para aumentar los ingresos por cuenta del turismo, sino para intentar cambiar la imagen que los extranjeros tienen de nuestro país; no entiendo porque habiendo tan buenas empresas de

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Según información que aparece en la página de Proexport esta organización es un “patrimonio autónomo” presidido en su junta asesora por el Ministerio de Comercio Exterior: http://www.proexport.com.co/VBeContent/NewsDetail.asp?ID=1396&IDCompany=16 43 Aunque Colombia es Pasión se presenta a sí misma como una organización independiente del Estado colombiano, bien podría ser considerada un brazo móvil del Ministerio de Comercio Exterior, que responde a la ejecución de una política de Estado en la esfera internacional.

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publicidad en nuestro país, se le da el contrato del video a una empresa gringa. Será porque es a ellos únicamente a los que queremos venderles nuestra imagen?” (31 de mayo de 2006, número: 4597).

El video de Colombia es Pasión despertó el nacionalismo entre algunos participantes de la diáspora digital, quienes manifestaron públicamente su amor y devoción por la patria, así como la necesidad de exaltar una imagen específica del país en el exterior, frente a otras que no resultaban muy favorables. En ese sentido, para aquellas personas, uno de los problemas del video era la nacionalidad de quien lo había elaborado, así como el tratamiento mercantil que recibía el retrato de lo nacional. En efecto, una marca país podría ser entendida como la fabricación de una imagen de nación que se materializa en diferentes piezas comunicativas como videos, afiches, canciones, logosímbolos, folletos, manillas, camisetas y otros elementos ligados a lo que en inglés se denomina merchandisign. Lo que termina convirtiendo al imaginario nacional en una marca susceptible de ser difundida y comercializada, como cualquier otro producto en el mercado. De ahí que Colombia es Pasión hiciera uso de la mercadotecnia (a través de grupos focales y estudios de opinión) y la publicidad para la construcción de un “concepto creativo” que resultara lo suficientemente atractivo y prometedor a los ojos de quienes el proyecto considera como sus consumidores en potencia o target:

“Para un país tener una marca propia significa poseer una identidad, un nombre y una reputación. En la coyuntura actual de globalización, es muy importante que los países se diferencien de otros para así competir en el mercado internacional. Finalmente los países son productos que las personas, las

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empresas y hasta otros países consumen a través de tres frentes: Exportación, Turismo e Inversión”44

De lo anterior se deduce una práctica de cosificación de la idea de país, que involucra un ejercicio de dominación para el establecimiento de un discurso nacional en particular. En el caso de Colombia es Pasión esto implicó una convergencia entre los intereses políticoeconómicos

del

Estado

colombiano

y la

empresa

privada,

que

aportaron

institucionalidad (a nivel nacional e internacional) y músculo financiero al proyecto, respectivamente. En conjunto, esto configura una estrategia de diferenciación que buscó fijar en la mente de las personas un retrato del país y, a partir de éste, alimentar la producción de identidad nacional. De ahí la pregunta que se formula en la información institucional de Colombia es Pasión: “¿Es una campaña para generar patriotismo y nacionalismo? Claro, la campaña le pertenece a los colombianos, al tiempo que logremos lo anterior, despertaremos nacionalismo y patriotismo en todos los colombianos”45. El video de Colombia es Pasión46, que algunos de los miembros de la REPCE circularon en el grupo, tiene una duración de tres minutos y 26 segundos. Al tiempo que

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Extraído de la página oficial de Colombia es Pasión, en: http://www.colombiaespasion.com/VBeContent/newsdetail.asp?id=189&idcompany=1&ItemMenu=0_25 0 45 Esto se lee en: http://www.colombiaespasion.com/VBeContent/newsdetail.asp?id=4137&idcompany=1&ItemMenu=0_2 55 46 Este video puede ser visualizado en la siguiente dirección: http://www.youtube.com/watch?v=pXtvGsYS0UM o en http://video.google.com/videoplay?docid=523284703878018143&q=colombia

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transcurren las imágenes, la voz de una niña (de aproximadamente siete años, lo que me parece persigue un toque de emotividad en el mensaje), va narrando el video en inglés. El hecho de que se haya elegido este idioma para la construcción del discurso nacional colombiano evidencia no sólo una estrategia de mercadeo para dirigirlo a un público extranjero determinado (dejando por fuera una gran número de personas y pueblos que no hablan inglés), sino una dominación discursiva frente al idioma oficial en Colombia, el español. El guión que la voz infantil pronuncia dice:

This is the way my country looks from the outside. Now I want you to see it from the inside. Because this is how you would really get to know, who we are, how we act and what we dream! Because if there is something we Colombians actually are is dreamers and the how would wish know it appears if this is a magical country... full of colors, flavors, places, good people… many, many good people. People who make hearts fall in love with the rhythm of accordions, people who bring us glory in sports, sweethearts, friends, children. We colombians are ordinary people, people with problems, but who are nonetheless consider to be amongs the happiest under the sun! It takes a full year to get acquainted with all of our festivals and celebrations because we have one for every single day of the year. The Barranquilla Carnival, the Cali Fair, the International Book Fair, Rock at the Park, Colombia moda, the Iberoamerican Theater Festival which, by the way, it´s the biggest one in the world. All this shows that there is more to this country that meets the eye! .... There are oceans, beaches, all possible climates any time of the year, Spanish colonial architecture, modern architecture, handcrafts for export, there is progress, exquisite coffee, countless beautiful women and orchids. We have art... just think of Master Fernando Botero´s Art... the man who has made the world love the chubby ones... We have musicians... see Juanes.. a grammy winner... one of the world´s top sellers. Shakira the girl, entires countries have falling in love with her songs and her dance moves. Carlos Vives the only performer who has scaled up with the Vallenatto and Rock mix Peolpe in sports, see Juan Pablo Montoya, see

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Camillo Villegas… such impeccable swing, such impeccable attire. We have writers such as Gabriel Garcia Marquez Nobel price winner. We have actors, this are just a tiny fraction of all talented colombians. Because there are many more we have them all and all of them share one thing, passion, passion for life, for family, for nature and passion for peace. Perhaps now you will think differently about my country, because what I have just showed you reflects who we truly are Colombia is all colombians!! That's why Colombia is passion.

El mensaje audiovisual en el video de Colombia es Pasión elabora un panorama de lo nacional a partir del “lugar” (de manera similar a lo observado en capítulos anteriores); lo que guarda estrecha relación con la parte del guión en que la narradora invita al espectador a mirar el país desde “adentro”, más que desde “afuera”. Esto representa un llamado a entrar en contacto con el sitio para conocerlo. A lo largo del video se muestran impactantes panorámicas aéreas de la geografía colombiana, recorriendo coloridas colchas de retazos naturales, donde se observan valles cultivados, playas paradisíacas, montañas tupidas de verde y ciudades en movimiento.

De igual forma, se observan paisajes “de película”, asociados a la diversidad de climas nacionales (imponentes nevados, cristalinas profundidades marinas, pronunciadas cordilleras y exuberantes páramos), en los que el espectador puede deleitarse. Con lo que se combinan, con gran maestría, el blanco intenso, el azul marino, distintas gamas de verde y colores terracota. El lugar también se vincula a la presencia de algunos animales exóticos, de aspecto muy llamativo como la guacamaya, peces con una tonalidad intensa 134


que flotan entre corales; además de esmeraldas, orquídeas y otros elementos que hacen referencia al tesoro mineral y gran biodiversidad colombiana. Lo que, sumado a otros elementos inmersos en el video dan cuenta de la riqueza natural que se contiene en ese “mágico” lugar denominado Colombia.

Es importante notar que la primera imagen del video es la de una planta de café y una lluvia de granos tostados que está acompañada por el estremecedor sonido de tambores y un palo de agua47. El hecho que el video inicie haciendo referencia al café no es nada casual ni fortuito, ya que Colombia fue distinguida desde la primera mitad del siglo XX por ser uno de los mayores exportadores de este grano a nivel mundial. Lo que le permitió articular su mercado nacional al escenario internacional y alcanzar una importante acumulación interna de capital. Vale la pena recordar que la imagen de Juan Valdez, el cafetero, es uno de los símbolos asociados a Colombia más reconocidos a nivel mundial. Ligado a esto, la práctica del cultivo de café es amarrada a una profunda relación con la tierra, investida de un “carácter moral” (Arias y Bolívar, 2006: 63-64) que la vincula a los valores propios del trabajo, la dedicación y la honradez, entre otros.

Otras de las imágenes lugareñas incluidas en la pieza promocional hacen referencia a algunos de los festivales nacionales, como el Carnaval de Barranquilla y la Feria de Cali; y eventos, como la Feria del Libro, Rock al Parque, Colombiamoda y el Festival

47

Esto es un instrumento musical cilíndrico, fabricado de bambú, que tiene a lo largo de su interior una espiral y semillas. Éstas al viajar de un lado al otro generan un sonido similar al de la caída de la lluvia. Comúnmente, dicho instrumento es usado por músicos en la costa colombiana

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Iberoamericano de Teatro. Así mismo, se exhiben diferentes tipos de arquitectura, donde figuran grandes edificaciones modernas y construcciones españolas, allí aparece la imponente imagen del Teatro Colón. De igual forma, se muestran cosas “típicas” del país, como comida (aparece un ajiaco santafereño), artesanía, música y trajes.

De igual forma, figuran varias de las personalidades colombianas más reconocidas internacionalmente como Fernando Botero, Juanes, Shakira, Carlos Vives, Juan Pablo Montoya, García Márquez, Andrés Cabas, Camilo Villegas, Freddy Rincón, Paola Turbay, Adriana Arboleda, Paula Andrea Betancurt, Catalina Sandino, Sofía Vergara, Manolo Cardona, Galán, Maía; pero también gente del “común”. Más de la mitad de las personas que son presentadas en la grabación aparecen sonrientes, mientras otra cantidad menor se abraza y otros se besan, lo que produce una sensación de calidez y amor vinculada al país.

A modo de sinopsis, el video está fabricado a lo largo de cinco ejes discursivos, que gravitan en torno al lugar como: 1-) paisaje contenedor de una gran riqueza bionatural y belleza exótica; 2-) escenario de lo folclórico (comida, artesanías, instrumentos, ritmos, fiestas, trajes, yacimientos arqueológicos, entre otros); 3-) fructífero productor de talentos (en el campo del deporte, la música, la literatura, el arte, el modelaje, la actuación y la política); 4-) tierra de progreso, ligado a la industria cafetera y textil, infraestructura (imágenes de edificaciones en construcción y apertura de caminos) y civismo (en relación con eventos que se presentan como ejemplo de convivencia como Rock al Parque, la Feria del libro y Colombia Moda); y, finalmente, 5-) la pasión, que se 136


convierte en la piedra angular del discurso identitario, según la cual esto es una cualidad distintiva de las acciones y proceder del colombiano. Con respecto a éste último punto, en la página Web del proyecto se lee:

“Colombia Es Pasión, porque la pasión es la fuerza motora que guía lo que los colombianos hacemos día a día. Es la fuente de donde surge esa intensidad extraordinaria, la creatividad, la habilidad recursiva y la tenacidad a las más difíciles circunstancias. La pasión es lo que nos une, lo que nos distingue como colombianos. No es forzada o falsa en nosotros, es natural, es parte de nuestro ADN. No somos uno de los de los países más felices del mundo por casualidad, es gracias a la pasión que sentimos por la vida, por el trabajo, por la familia, por la paz”48.

Aquí, la pasión podría interpretarse como un dispositivo productor de identidad, el cual se convierte en un elemento ineludible al ser incorporado en la naturaleza biológica del colombiano, como parte de su “ADN”. Esto constituye una característica esencial que distingue a un colectivo social de otros y vincula entre sí a los coterráneos. No obstante, la pasión (en el discurso anterior) trasciende la esfera física y se instala en el entramado cultural del grupo humano que resulta portador. Eso significa que dicho dispositivo no sólo funciona para distinguir, sino que también orienta las prácticas cotidianas y determina, en el discurso, algunas de las esferas más importantes del ser humano: el trabajo, la familia y el orden social.

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Este texto puede ser encontrada en: http://www.colombiaespasion.com/VBeContent/newsdetail.asp?id=4173&idcompany=1&ItemMenu=0_2 51

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Es importante notar que la pasión es presentada como un hecho moral que, al estar presente en todos los aspectos explorados anteriormente, no puede conducir a otro puerto diferente que al de la felicidad, como destino compartido de la comunidad. El silogismo que se deduce de esto es que si la pasión conduce a la felicidad y todos los colombianos somos apasionados, entonces el pueblo colombiano es feliz: “colombians are ordinary people, people with problems, but who are known the less consider to be amongs the happiest under the sun!”. De ahí que la pasión se exhiba como una cualidad, purificada de las connotaciones negativas propias de dicha palabra, que es deseable para el conjunto social.

Finalmente, el video de Colombia es Pasión estructura un discurso nacional racista, donde se percibe una desaparición total de rasgos, trajes e indumentaria indígena, lo que contrasta con la saturación de la piel blanca, que se privilegia sobre otros colores de piel como el negro o el moreno; lo que lo hace simultáneamente clasista. De ahí que el discurso audiovisual sugiera que quien conduce la narración es una niña blanca, con buena pronunciación en inglés y español (por lo que podría deducirse que es una persona blanca y bilingüe), y no una morena, negra o indígena. Ahora bien, en el video la gente de color blanco aparece muy bien vestida; con trajes elegantes y accesorios costosos, algunos hombres con corbata y computadores portátiles; en entornos bien decorados que se podrían vincular a un estrato socio-económico alto (como oficinas lujosas, aeropuertos y mesas de negocios); dedicados a algunas actividades de ocio (que hacen pensar en la posesión de “tiempo libre”), como: el juego, la interacción alegre en familia, la lectura relajada de un libro en una hamaca o sobre una barca, la visita a una galería de 138


arte y el coqueteo con la pareja. Así mismo, las personas de piel blanca se muestran vinculadas a algunos perfiles como el de ejecutivo, médico, director de moda, reinas de belleza, modelos, artistas internacionales y deportistas de elite (como corredor de fórmula uno y golfista).

Por otra parte, las pocas personas de piel negra que aparecen en el video figuran sin voz; vestidas con trajes típicos y ropa muy informal (como camisetas esqueleto y guayaberas), sin ningún accesorio costoso; los roles sociales que escenifican podrían conectarse a la clase media baja (como bailarines, malabaristas, futbolistas, cultivadores, zanqueros y acordineros), donde ninguna persona de este grupo aparece como médico, ejecutivo o empresario. No se muestran realizando actividades que podrían conectarse a un ejercicio intelectual, como la lectura de un libro, sino otras de carácter “popular”, como la participación en carnavales, donde bailan, ejecutan instrumentos o realizan malabarismos.

Luego de la publicación del video, algunos de los integrantes de la REPCE empezaron a debatir en torno a la ausencia de representantes de algunas “razas” en el discurso nacionalista de Colombia es Pasión. Esto no permitió la introducción de manera pacífica de una imagen racista de la nación; sino que, originó resistencia y confrontaciones de poder. Lo que es comprensible si se tiene en cuenta que para satisfacer las demandas del mercado, los publicistas tienen la necesidad de suprimir algunos aspectos que, probablemente, para ellos no resultan “vendibles”. En otras palabras, hay elementos que

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son extirpados de la elaboración identitaria nacional a partir de un criterio de comercialización.

“(…) Y peor aún, me queda la sensación, como a muchos otros (pueden ver el foro en donde está el video) que las personas que aparecen en el video no nos representan racialmente, sino más bien parecen bien gringos. Claro que hay blancos en Colombia, pero no es la mayoría. Nosotros somos morenos, más negros que blancos. Entonces, a quien queremos engañar?” (31 de mayo de 2006, número: 4597). …………………. “El video me parece bueno, pero.... con estrañeza noto que no hay un solo representante de la raza negra o indigena, y los personajes aparentemente responden a una seleccion bastante sesgada hacia los representantes (si es que son colombianos) mas blanqueados" de nuestra raza. Yo estoy viviendo ahora en US y... existe algún complejo del color "cafe"? Es nuestro país como lo dice la constitucion multiétnico?” (31 de mayo de 2006, número: 4615). …………………. “Yo tuve la misma sensación. Será que no tenemos indígenas? Dónde están los más de 2 millones de negr@as de nuestro pacífico? Por favor, seamos sensatos. Ese video parece más una película de hollywood, a quién pretende erizarle la piel?” (1 de junio de 2006, número: 4627) …………………. “Creo que es muy importante ver como un video como estos, de alguna manera refleja lo que pasa día a día en nuestra sociedad y de lo que poco se habla (y es precisamente ahi donde estoy de acuerdo con Mauricio) la discriminación, segregacion y hegemonia de un tipo de cultura dominante que excluye e invisibiliza al resto de una población como indeigenas y afrocolombianos” (1 de junio de 2006, número: 4635). ………………….

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“Yo ya les habia comentado, no vi negritos ni indiesitos. No sé como anda esa discusion en Colombia, pero aqui en Brasil ya nadie se averguaenza de sus indios y negros, y todo el mundo asume que aqui no hay uma "raza brasilera" porque es una mistura de todas, y hay de todo, desde orientales, africamos, arabes e indios. (…) El problema no es el video, son nuestro valotes” (1 de junio de 2006, número: 4629) …………………. “Ese tal video falla miserablemente. Los responsables deberían ir de vuelta a su sala de edición y usar la pobre creatividad que les queda para hacerlo de nuevo. Desde el principio. (…) Por qué dejar por fuera a Pambelé o a Rodrigo Valdes? o a Helmut Belingrot (el unico medallista de Munich 74) y a la negra Maria Isabel Urrutia que también ganó medalla de Oro en Sydney? Y a los doctores Renteria y Cabrera, grandes ligas colombianos? que porque son negros y costeños..?” (2 de junio de 2006, número: 4646).

En este escenario, algunos de los miembros de la diáspora digital empezaron a celebrar un discurso multiculturalista, que con preguntas como “Será que no tenemos indígenas?” o frases como “Nosotros somos morenos, más negros que blancos”, dieron paso a una re-construcción de la imagen nacional. No obstante, otros participantes del grupo fueron más allá, al denunciar de manera explícita la colonialidad “racial” en el video y estimular la toma de conciencia acerca de la existencia de la diversidad en Colombia:

Si bien es cierto que en algunos Paises como el Peru el turismo se vende tambéin a traves de sus comunidades indigenas como elemento exotico a conocer, no es realmente el tipo de participación por la que debemos abogar,, sino mas bien por una participación real y tangible donde las diferentes comunidades : Indigenas, afrocolombianos, raizales, mestizos.- sean reconocidas y valoradas desde el el respeto a la diferencia. Es triste escuchar comentarios absurdosm sobre las protestas de nuestros hermanos indigenas donde se habla de el problema de ellos

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cuando no nos damos cuenta que sus protestas estan de hecho defendiendo nuestros derechos también. Me gustaria hacer un llamado a la comunidad de esta red a interesarse un poco mas sobre esa Identidad Cultural Colombiana de raiz que esta llena de indigena, Africa, mestizaje y tambien blanco Europeo PERO creerse blanco en medio de la Diversidad Cultural de esta patria es absurdo. ( Aunque no niego que si se puede ser muy blamco de pensamiento ). Esa identidad Cultural que tan orgullosos nos debiera hacer sentir , pero que lastimosamente desconocemos (…)” (1 de junio de 2006, número: 4635).

Sin embargo, no todas las voces que se manifestaron en la diáspora digital apuntaron hacia la misma dirección. La publicación del video, lejos de estimular la articulación de un frente común entre los participantes del grupo, contra lo que uno de ellos llamó “hegemonia de un tipo de cultura dominante”, generó tensión. En efecto, algunas personas dijeron sentirse identificadas con el video y terminaron tomando distancia de quienes cuestionaron las imágenes presentadas. Lo que da cuenta de la efectividad del discurso colonial, al incorporarse en los sistemas de fabricación identitaria nacional de algunos sectores sociales. Esto implica, de alguna forma, el establecimiento de una identidad racial anglocentrica (o eurocentrica), que se liga a procesos históricos de dominación colonial en América, sustentados a partir de la idea de “raza”. En cambio, está más conectado a la elaboración de instrumentos de clasificación social que otorgan legitimidad a las relaciones de dominación impuestas por la conquista (Quijano, 2000).

“(…) el video no solo es bueno es de las mejores publicidades que he visto de algún país. Yo personalmente, cuando lo vi, sentí que se me salían las lágrimas de la melancolía que da, el estar tan lejos de un país que simplemente es pasión, pasión por surgir , salir adelante y lograr por fin, mostrar al resto del mundo todo lo bueno que tenemos” (5 de junio de 2006, número: 4694).

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…………………. Aunque comparto la opinion de Mauricio acerca de no haber tenido en cuenta a los indigenas de nuestro país y mas representacion por parte de otras razas importante en nuestro pais, me parece que el video hace una buena representacion de Colombia destacando lo bueno que tiene. El video se enfoca en la vida cotidiana de la gente, la familia, estudiantes, el futbol, el oro, el cafe, los carnavales, playas, sitios turisticos como Monserrate, gente que estudia y esta contenta en el pais. Para mi el video tiene un mensaje positivo y les hace ver a los extranjeros que Colombia es un pais que vale la pena visitar y no es tan atrasado y "violento" como lo muestran las noticias extranjeras. Yo creo que los peores criticos de nuestro pais somos los Colombianos. No estamos contentos con Uribe, no estuvimos contentos con ninguno de los anteriores Presidentes y no estaremos contentos con todos los que vengan. (1 de junio de 2006, número: 4631). …………………. Hola, A mi me parece muy bueno el video. Que bien que se muestre una cara de Colombia que no es la que suelen mostrar las noticias en el exterior. (1 de junio de 2006, número: 4632). …………………. Dejemos de criticar tanto y disfrutemos por que esta muy bueno y pienso que a todos los que vivimos afuera nos a gustado!!! es mas la intencion de mostrar otra cara de colombia la a logrado ese video!!! yo puedo dar fe de eso ya que vivo en australia y me siento orgulloso de mostrarlo a cuanto canguro asiatico me encuentro.... y creanme soy truigeno!!!! (1 de junio de 2006, número: 4621). …………………. El video es muy bueno, y respondiendo a la pregunta, creo que sí., si hay complejo del color café, y lo demuestra el hecho que Nancy no se da cuenta que Rincón (el futbolista, por si acaso..) sale más de una vez, o las bellas bailarinas bailando la cumbia, no son monas ojiverdes, y en fin hay muchos personajes que identifican a nuestro querido país. De nuevo, el video excelente y merece más

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elogios que críticas negativas. Y que viva COLOMBIA!!! (1 de junio de 2006, número: 4630).

Para algunos de los comentaristas anteriores, el video no sólo es bueno, sino una excelente representación de la imagen nacional, que despierta en ellos un fuerte sentimiento patriótico. El problema de la ausencia de algunos miembros de la comunidad nacional queda resuelto, desde esta perspectiva, con la toma panorámica del gol de Freddy Rincón contra Alemania, en el mundial de Italia 90, donde se ve la pequeña silueta de alguien, que bien hubiera podido ser un futbolista amarillo; y con las 12 apariciones de gente afro, olvidando la exhibición de 156 personas de color blanco. Así, se señale a los demás miembros de la diáspora digital que no comparten la misma opinión como los “peores críticos de nuestro país”, que nunca están satisfechos con el orden establecido. Paradójicamente, aunque algunas de las últimas opiniones reconocen la segregación racial en el video al “no haber tenido en cuenta a los indígenas de nuestro país y mas representación por parte de otras razas importante en nuestro país”, atribuyen al discurso como uno de sus mayores atributos el mostrar otra “cara” de Colombia; lo que resulta de cierto, una metáfora bastante desafortunada.

"Dios quisiera" que esa fuera la imagen que tienen los gringos de nuestro pais..y no solo los gringos sino el resto del mundo, porque de los que no, nos podemos decir mentiras, es que la imagen de Colombia, alrededor del mundo, obviamente en el cual se cuentan a los gringos y europeos de primeros es que Colombia es solo una manada de "negros violentos y narcotraficantes"...así que nada de que se este enviando una imagen y propaganda engañosa de Colombia, todo lo contrario, por lo menos con esto se está mostrando la otra cara, porque para mostrar violencia y pobreza, ya se encargan los noticieros, periodicos, y demás

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medios de comunicación...para no ir mas lejos, quienes viven en españa, me imagino que vieron la primera plana de hace dos semanas del periodico "El Pais", con un título de Colombia, y debajo mostrando una foto de uno de nuestras regiones más pobres, Choco, que claro, que nadie puede negar esa verdad...pero como les digo, para mostrar eso ya se encargan los medio de comunicación extranjeros, sin necesidad de que los colombianos se lo pidamos o gastemos un centavo en ello... (…) en fin, lo que se dice con este video, es que como lo dice en él muy claramente, existen problemas, que la comunidad mundial conoce de sobra, y sobre los cuales no vale la pena recalcar, pero así mismo, también existen muchaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas cosas buenas que hay que mostrar; así que por lo anterior, reitero mi posición, que es uno de los mejores VIDEOS publicitarios de paises que he visto (y te cuento que he visto más de 5) , y que al final, que es lo más importante independiente de estas discusiones entre nosotros, cumple su cometido, de mostrar la cara linda de Colombia, ya que la fea, ya se encargan los demás por nosotros de mostrarla, y que convence al extranjero de que como a otros tantos paises, se les puede dar una oportunidad para conocer y visitar. (esto último ya me lo han dicho muchos amigos españoles, gringos, italianos, holandeses, franceses, que han visto el video)” (6 de junio de 2006, número: 4710).

De lo anterior, es interesante anotar que, para algunos participantes de la diáspora digital, la imagen exhibible del país (que se vincula a aspectos como la belleza, la riqueza y el progreso) constituye “la otra cara” del discurso nacional que muestra el video, esa que se ve opacada por los graves problemas de Colombia. No obstante, esto teje una sutil relación entre cada uno de los atributos anteriormente mencionados y el patrón de dominación colonial que se expresa a través del predominio visual de una “raza” sobre otras. Así, se genera una asociación directamente proporcional entre el color blanco y las cualidades mostrables del país. De ahí que la cara presentable de la

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nación esté vinculada al color blanco, como codificador de diferencia racial, que establece jerarquías sociales entre colonizadores y colonizados.

En consecuencia, existe una cara “oscura” en el video, el otro lado de la moneda, que se vincula a la violencia, la pobreza, el narcotráfico, el atraso y la fealdad, entre otros. Aspectos que son sinónimo de vergüenza internacional, por lo que deben ser suprimidos del imaginario nacional sin escatimar ningún esfuerzo. Sin embargo, esto también está ligado a un patrón de subalternización de “razas”, que se distinguen a través de rasgos fenotípicos como el color de la piel, los rasgos físicos o la localización geográfica. De ahí que el Chocó negro sea una imagen de Colombia que debe ser escondida, por su asociación genética con la pobreza, así como la de todos los “negros violentos y narcotraficantes”, o la de los pueblos indígenas sumidos en el atraso de la selva. Así se llega a la conclusión de que todo lo anterior es la cara fea que ya todo el mundo conoce de nosotros, por lo que hay la imperiosa necesidad de dar paso a la cara bonita que hasta ahora no ha sido muy difundida, ni publicitada.

La circulación en la REPCE de uno de los videos promocionales de “Colombia es Pasión” da cuenta de la dominación colonial que se presenta en la elaboración del discurso nacional colombiano, lo que se configura a partir de la incursión de las lógicas propias del capitalismo sobre la elaboración identitaria. De igual forma, permite ver la multiplicidad de actores que intervienen en la formación de identidades nacionales en la diáspora digital, dentro de los que se cuentan agentes mercantiles y estatales. Tales actores, al encontrar una alineación entre sus intereses, realizan alianzas que suman 146


poder para el establecimiento de imรกgenes nacionales, pero al tiempo, subalternizan otros grupos sociales inmersos en lo nacional.

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Conclusiones

¿Qué relevancia tiene el lugar de origen en la configuración de colectivos sociales (dispersos geográficamente) en el ciberespacio? A lo largo de mi investigación encontré que la importancia del lugar en la formación de diásporas digitales es fundamental, ya que la relación (directa o indirecta, en el caso de las segundas generaciones) con éste genera un referente territorial anclado en el mundo físico, que constituye la piedra angular a partir de la que los sujetos elaboran identidades nacionales. Ahora bien, esto permite la cohesión (no libre de conflictos en muchos momentos) a partir de la que un grupo de personas, desconocido entre sí, se identifica; haciéndose parte de una misma comunidad que se distingue a sí misma en un “nosotros coterráneo”, con respecto a unos “otros extranjeros”.

Una de las relaciones más fuertes que desde la diáspora digital se establece con el lugar de procedencia cobra vida a partir de la territorialización que fabrican discursivamente las personas en el ciberespacio. Así, la apropiación colectiva de la tierra de origen crea (en el texto digital) geografías imaginadas. Éstas están compuestas por paisajes físicos (donde se hallan mares, montañas, valles, desiertos, nevados y selvas), pero también por otro tipo de elementos vinculados al lugar, como la música, el clima, los sabores, los colores, la historia, los cuerpos, la sensualidad y la tradición, entre otros. La evocación de estas imágenes provoca cercanía e identificación entre quienes comparten los mismos

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discursos. Así como una sensación de comunión, unidad y pertenencia a un mismo origen nacional.

No obstante, encontré que tal construcción de identidades nacionales (al estar cimentada sobre geografías imaginadas) no está exenta de ser atravesada por drásticas inflexiones, que tienen que ver, en gran medida, con la variación en la escala del lugar con la que los miembros de la diáspora digital se aproximan a la idea de nación. En efecto, el regionalismo (detonado en la REPCE por la aparición de la identidad paisa) alimentó cáusticas e intensas luchas textuales, que pusieron de manifiesto la existencia de intereses políticos subyacentes a los procesos de producción identitaria. Ahora bien, dichas luchas de poder gravitan en torno a la configuración de órdenes jerárquicos en el imaginario del país. Lo que enfrenta a la diáspora digital al dilema de acentuar las identidades regionales (a costa de generar una división irreconciliable de la identidad nacional, algo que parece ser muy difícil de superar), u optar por privilegiar una escala nacional (obliterando las particularidades de lo regional), pero escapando a la fragmentación del regionalismo.

Desde otro ángulo, estudiar la identidad nacional de la migración colombiana en Internet implica dedicar atención al estereotipo de narcotráfico y delincuencia que se conecta a Colombia, el país de origen migratorio. En este sentido, la diáspora digital constituye un espacio privilegiado de resistencia, en contra del estigma que apunta al establecimiento de taxonomías sociales entre “primeros” y “terceros mundos”. Desde allí, se cuestiona el discurso colonial, las relaciones de poder que supeditan, se configuran defensas 149


territoriales y del lugar, se resguardan símbolos y se proponen acciones concretas que otorgan poderes a los sujetos subalternos en el mundo físico. De igual forma, una de las respuestas al estigma sobre los colombianos en la REPCE es el afianzamiento de determinadas identidades nacionales fundadas en la historia y el lugar, que estimulan el surgimiento de sentimientos patrióticos.

De otro lado, la construcción de identidades nacionales en la REPCE no es un fenómeno que se restrinja únicamente a los discursos generados por los miembros del grupo, sino que es algo permeado por actores externos que intervienen en la imagen que algunos participantes de la diáspora digital tienen de su país de procedencia. En algunos casos, como el analizado en el último capítulo del estudio, agentes mercantiles y estatales, al encontrar una alineación entre sus intereses, realizan alianzas que suman poder para el establecimiento de imágenes nacionales que buscan ser dominantes. No obstante, éstas implican la subalternización de otros grupos sociales inmersos en lo nacional, como los indígenas y minorías étnicas.

Finalmente, pero no menos importante, pensar en la producción de identidades en una diáspora digital implica poner atención no sólo a las “relaciones sociales” que se dan en el ciberespacio, sino, de igual forma, a algunos factores del mundo físico que se proyectan en Internet y a aspectos técnicos menos visibles, como la configuración del software y las características tecnológicas de la plataforma, donde se configura el colectivo social. Esto permite la comprensión de jerarquías subyacentes tras la “piel de la pantalla” que no sólo afectan la circulación de contenidos, sino que privilegian voces 150


dentro de la comunidad digital. No obstante, es importante no centra sólo la atención en los efectos de la tecnología sobre el grupo social, con el fin de evitar determinismos tecnológicos, sino optar por una visión relacional, en doble vía, que abra paso al análisis de una “configuración mutua” entre tecnología y sociedad.

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