Alejandro Peláez Salazar
EL PLAN DE LA TARDE
Le puso el collar a Tobby, le dio un beso a mamá y mientras corría hacia la puerta, ¡Cuídate mucho! —le gritó ella—. Salió apurado de su casa, pues su amiguito lo estaba esperando en la tienda de la cuadra. Al llegar, Joaquín estaba sentado, algo aburrido por la espera, sin embargo, los saludó con una sonrisa. Aarón compró unas botellas de agua y los dulces que más le encantaban, para llegar con la máxima energía a la cima de la montaña, porque de ahora en adelante, no iban a encontrar ni una sola bajada. Con gran motivación, iniciaron su camino. Mientras recorrían el parque del pueblo saltarines, invitaban a más amigos para que los acompañaran. Durante todo el recorrido, envolvían sus pitas en el palito que habían llevado, para que más adelante no sufrieran por enredos o los famosos y molestos nudos. Ya inmersos en el campo, las aves hacían su mejor cantar dichosas de la visita, y Tobby, saltaba al ritmo de sus divertidas melodías. Aarón ya estaba con la lengua afuera, de tanto afán por llegar de primeras. No puede ser. En la entrada a la montaña, había una cerca gigante, y justo al frente, una manada de vacas y toros, por cierto, con sus cachos bien afilados y brillantes. Quiero ir a casa... —Mencionó Joaquín—. Muy desmotivados, se sentaron al lado de un árbol. Cuando estaban al borde de perder por completo las esperanzas, apareció un campesino de la zona y se ofreció a ayudarlos. Los montó en su caballo y los acompañó hasta la cima. Felices de llegar, sacaron de inmediato sus cometas, en 2
contados segundos, ya estaban en el aire adornando el paisaje, sonriéndole a las nubes y saludando al señor Sol. La corriente de viento era tan fuerte, que le arrebató la cuerda de las manos a Aarón. Preocupado por el destino de su cometa, salió corriendo detrás de ella. ¡Oh, no!, ha quedado atrapada en el copo de un árbol. Tobby hace todo su esfuerzo por alcanzarla, pero sus intentos quedan en vano, el tronco es demasiado grueso y no tiene ramas cerca para poder treparlo. Joaquín después de bajar su cometa, se apura a ayudarlos, pero llegar hasta allá se le hace imposible. Sentados y buscando la manera de recuperar la cometa, una sombra gigante se agitaba, también escucharon que las hojas del árbol se estaban moviendo, al mirar hacia arriba... ¡señor Gallinazo! —con los ojos brotados, entonaron los dos al mismo tiempo—. - Escuché que necesitaban ayuda por estos lados. - Sí, sí, sí, el viento es intenso, se llevó mi cometa y ha quedado atrapada justo donde tú estás. El Sr. Gallinazo, sin pensarlo dos veces, con su pico, y desbordante cuidado, agarró la cometa y la llevó hasta las manos de Aarón. Aquí está, sigue disfrutando con tu amigo, si necesitas ayuda, no dudes en pegar un grito que yo llegaré pronto. —le dijo—. Abrió sus grandiosas alas y con unos cuantos aleteos, ya estaba en la otra montaña. Venturosos, pasaron toda la tarde volando cometa, corriendo de lado a lado y compartiendo los dulces en la grandiosa e inigualable montaña. Fin.
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Trabajo académico realizado para la materia: NARRATIVAS Por: Alejandro Peláez Salazar Docente: Johny Alberto Benjumea Diseño Gráfico 6to semestre Institución Universitaria Salazar y Herrera Escuela de Artes Septiembre de 2021