Leyenda de broken2

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añade—: Corréis un peligro mayor de lo que te parece, Keera. Yo sugeriría cualquiera de estos grupos de árboles para ti y esa haya de allí, bastante servicial, para Lord Caliphestros y su compañera, que encontrarán fáciles de conquistar sus ramas inferiores. Respondiendo a la sensación de urgencia que transmite Veloc sin más que susurros y gestos, el anciano consigue dirigir a Stasi para que suba y se acerque a la haya cercana, que efectivamente tiene varias ramas bajas y robustas que crecen trazando extraños ángulos, lo cual ofrece caminos de ascenso para las afiladas zarpas de la pantera y sus piernas potentes. Tras apenas unos pocos y silenciosos momentos, el felino y su jinete se instalan en las ramas más altas de la haya, más o menos a la misma altura que los tres Bane, que están acurrucados en otros árboles más erguidos, de distintas variedades. —Por fin —susurra Heldo-Bah—. Creía que ninguno de los dos nos ibais a permitir jamás meter baza para avisaros de que debíais abandonar el suelo por vuestra seguridad. Por todos los dioses, qué parloteo tan vanidoso... Ahora que está alejada del soldado descompuesto, Keera reconoce el inconfundible aroma de los hombres, que provoca unos cuantos gruñidos graves de Stasi hasta que Caliphestros la tranquiliza. Sin embargo, no se trata del aroma simple de una tribu de hombres, sino de los aromas complejos de al menos dos, o tal vez más. —Sí, ahora lo distingo —afirma Keera—. Son nuestros propios guerreros y están cerca. Pero hay algo más, también... No es el olor honesto de los verdaderos soldados de Broken, sino el perfumado y emperifollado aroma de... de... —La Guardia de Baster-kin, hermana —dice Veloc, apuntando con la barbilla hacia la orilla opuesta del río—. Ellos creen estar bien escondidos, pero hasta yo puedo reconocer su olor y detectar sus movimientos. Imagino que esperan la llegada de contingentes más poderosos del ejército de Broken, lo cual resultaría reconfortante si no fuera porque nuestros hombres también están demostrando ser inexplicablemente ruidosos, por detrás... —¿Por detrás? ¿Quieres decir que nosotros...? —Sí, viejo sabio —responde Heldo-Bah en tono de burla—. Has acertado: hemos caído entre dos fuerzas que avanzan tranquilas y el descubrimiento repentino de nuestra presencia podría bastar para granjearnos la ejecución directa por parte de la Guardia o unas cuantas flechas mal apuntadas y con sus puntas envenenadas por parte de la avanzadilla de nuestros propios arqueros, que están, sin duda alguna, muy nerviosos en este momento. Una situación diabólica. —Pero ¿qué estará pensando vuestro comandante? —pregunta Caliphestros,


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