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Frente a la riqueza de posibilidades, el tipógrafo debe demostrar su saber, poseer una sólida formación, pues sólo el profesional bien formado, que posea un amplio bagaje de conocimientos, podrá estar a la altura”
A Frutiger, como a muchos estudiantes de diseño o bellas artes, sus padres no le auguraban futuro si escogían estas carreras para formarse profesionalmente; pero, en este caso, desde muy pequeño el interés radicaba en la escultura, desalentado por su padre decide vincularse a una imprenta y allí descubre las bondades de los materiales para hacer los diferentes tipos de letras. De manera paralela, asiste a la Escuela de Artes y Oficios de Zurcí donde se dedica al estudio y al diseño de la caligrafía.
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