La Plata sociedad deportiva
Taekwondo en Uniรณn Vecinal Clases gratuitas, un acercamiento a la sociedad
A modo de presentación
Al rescate de lo olvidado Desde sus inicios, el deporte ha tenido eso que lo vuelve único y que ha enamorado a millones de personas en el transcurso de la historia como un factor incondicional. Acaso, ¿qué sería del hombre si no existiera el juego? ¿No sería la vida más triste sin el placer de correr, saltar, nadar, trotar y hasta incluso volar sin preocupación alguna? ¿Tendría sentido insistir en el mismo capricho y seguir llamándolo “deporte”? Con el correr del tiempo, supo salir del elitismo en el que se encontraba encerrado y se abrió a grandes multitudes. Pero en un mundo lleno de reglas, disciplina y orden irrefutables, lo lúdico parece haber perdido terreno ante la autoridad de la mercancía y la seducción del espectáculo, que imponen la victoria cómo única opción posible. Sin embargo, más allá del encanto esporádico transmitido entre tantos parlantes y pantallas, existen múltiples pruebas replicadas en todas partes de que ese placer es inextinguible. Ya sea en una plaza, un patio, un gimnasio o una cancha improvisada, el juego se mantiene vigente y se presenta como un motor reproductor de una esencia que sigue de pie, a pesar de las injerencias externas, y se replica bajo distintas formas. A lo largo de estas ediciones, intentaremos retomar esta misma naturaleza a través de historias que se multiplican entre diagonales para hacernos recordar que el goce, la inclusión, el bienestar corporal y lo social también forman parte del diccionario deportivo, lleno de páginas que intentan enfocar la mirada hacia lo superficial. Será nuestra tarea colectiva, entre ustedes y nosotros como un solo sujeto, no relegar estas palabras y reivindicar el poder de sus contenidos como la más importante de las herramientas. Revista La Plata Sociedad Deportiva
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Staff
Redactores Alejandro Malky
Estudiante de la Tecnicatura en Periodismo Deportivo y la Licenciatura en Periodismo en la UNLP. Director general de Diagonal al Aro, productor de Código Naranja y jefe de prensa del club Unión Vecinal de La Plata. Lautaro Negri Estudiante de la Tecnicatura en Periodismo Deportivo y la Licenciatura en Periodismo en la UNLP. Redactor y editor de Paladar Académico, revista partidaria de Racing Club.
Año 1 Número 1 Diciembre 2016
Índice Página 2 A modo de presentación Página 5 Una historia de barrio y popular Página 7 Los valores como principios Página 9 El taekwondo se acerca a la sociedad Página 13 Taekwondo “Amarillo” Página 15 Análisis deporte social del club Página 17 FICCIÓN
Una historia de barrio y popular
Unión Vecinal representa desde sus orígenes uno de los símbolos más significativos de los clubes platenses. Desde los valores de la solidaridad, encontró en las actividades deportivas y culturales las bases para transformarse en un espacio de encuentro y, más tarde, supo sobrepasar los obstáculos de los años más difíciles del país. Forjada de principios y con raíces populares, ésta es su historia. Al igual que el desarrollo de los clubes sociales a lo largo y ancho de Argentina, la historia de los clubes platenses se encuentra íntimamente ligada a lo popular y al barrio como instituciones que configuraron ambos factores. Sin ser la excepción, Unión Vecinal es un claro ejemplo de este proceso. Orígenes de Unión Tal como sucedió en gran parte del país, los clubes sociales también tuvieron su repercusión en el entramado de la capital bonaerense, la Ciudad de La Plata. Con una mayor movilidad social entre los miembros de los sectores populares y el asentamiento de los inmigrantes, los clubes se esparcieron con facilidad por “la ciudad de las diagonales” y a finales de la década del 30’ se creó la Federación de Instituciones de La Plata, la cual contuvo en su formación inicial a 14 entidades de aquel entonces. En plena expansión de este proceso y semanas antes de que se conformara la Federación, nacería el 6 de marzo de 1939 el club Unión Vecinal, como consecuencia de la necesidad de los vecinos que necesitaban un lugar para seguir realizando las fiestas de carnaval en calle 70. Su nombre original fue Club Unión Vecinal Social de Fomento, Deportivo y Cultural, denotando lo que significaba para el barrio: un centro de encuentro en el que convivían diferentes tipos de actividades. Pero, a partir del 19 de agosto de 1947, tras una asamblea de socios, pasó a denominarse Unión Vecinal de La Plata, tal como se lo conoce en el presente. Después de haber tenido su primera sede en 70 entre 10 y 11 y reubicarla más tarde en calle 9, entre 69 y 70, los dirigentes comenzaron a planificar el aspecto deportivo del club, crearon la primera cancha de bochas y com5
praron los terrenos linderos a la propiedad ya establecida. Fue así como en esta primera etapa cobró vital importancia la vinculación que se reforzaría con el tiempo entre el club y los vecinos del Barrio Sur, los cuales eran en su mayoría obreros que pertenecían a la clase baja y media e inmigrantes españoles que residían en el lugar. “Las comisiones directivas, a medida que fueron pasando los años, fueron comprando los lotes y los vecinos le vendían al club los fondos de sus casas, por lo que así fue como se fue agrandando el club”, relata Miguel García, presidente actual de la institución. En ese período, las bochas fue el primer deporte popular practicado en el club, con épocas doradas que captaron una gran cantidad de socios y consiguieron una buena cantidad de títulos. Junto a esta actividad, otro deporte que se desarrolló fue el boxeo, realizado entre 1948 y 1950, con poco tiempo pero con buenos logros y sentando un buen precedente en una actividad histórica dentro del deporte argentino. Pero el crecimiento no se detendría ahí. Esplendor Vecinal y actualidad En un contexto que se presentó favorablemente desde un principio, Unión Vecinal siguió
expandiéndose desde lo deportivo y, sobretodo, desde lo social, creando lazos cada vez más sólidos con la comunidad. De esta manera, se reforzó la identificación del club con el barrio a partir de prácticas culturales como la biblioteca popular, el jardín de infantes que funcionaba dentro del establecimiento y, principalmente, los bailes de carnaval, que reunían varias familias y representaron un ícono en la zona por muchos años, además de ser la actividad fundadora del club. En un momento en el que los clubes sociales fomentaban el desarrollo de la cultura barrial, “el Amarillo” también se encontró en la etapa de mayor crecimiento en su historia a través de las relaciones entrelazadas con el Barrio Sur. “Entre el 55 y 65, fueron los años dorados del club, dado que se dio el crecimiento más alto, a partir de que se daban los bailes más importantes en La Plata. Ahí venían Darienzo, Julio Sosa, Varela Varelita y reventaban el club. Había tres cuadras de cola para entrar, se cortaba la calle y se sacaba el escenario a la esquina de 9 y 70”, cuenta Miguel García. Y además agrega: “Se hacían desfiles de murgas, nos disfrazaban a todos los chicos y nos llevaban al escenario. Además, cortaban la calle y se jugaba al carnaval con agua”. A finales de la década del 60’, el contexto sociopolítico nacional cambió y la introducción de políticas neoliberales hizo que las personas dejaran de a poco de reunirse en lugares públicos y se replegaran en el ámbito privado. En consecuencia, los clubes vivieron a partir de ese entonces la etapa de su decadencia. Sin embargo, aunque el marco histórico se presentaba de forma adversa, Unión Vecinal encontró en la urbanización del barrio un factor favorable para continuar incrementando su masa societaria y, a su vez, aumentar progresivamente con los años la cantidad de
disciplinas llevadas a cabo en la institución, a pesar de la desaparición posterior de la práctica de bochas ante la necesidad del club de abrirse a otros deportes. A la par del aumento notorio de la población en el Barrio Sur, la institución reflejó su crecimiento en las instalaciones deportivas, tal como en el caso de la construcción del primer gimnasio y, a principios del 2000, del segundo. Junto al desarrollo de distintas actividades como pelota paleta y paddle, el básquet se consolidó como el deporte popular insignia de la institución, con importantes éxitos deportivos logrados a finales de la década del 90’ y a partir de la década del 2000 en adelante con 11 títulos en total. Como muestra de la importancia que cobra este deporte, que hoy en día se desarrolla de forma profesional y participa del Torneo Federal a nivel nacional, Miguel García explica: “Tenemos disciplinas para sacar en los diarios: taekwondo es mundialista, en destreza somos de los mejores en la ciudad, pero el que sale en los diarios es el básquet y creo que el nombre y demás también es un imán de atracción”. En la actualidad, además del básquet, su oferta deportiva se encuentra ampliada con la práctica de handball, pilates, patín y gimnasia artística. Sin embargo, una de las que más rápidamente ha crecido fue el taekwondo, que desde el 2001 ha sabido cosechar importantes logros y exponentes a nivel nacional y sudamericano, además de que el gimnasio donde se entrenan sus integrantes cuenta con el reconocimiento del Centro Regional de entrenamiento por parte del ENARD (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo). Pero, sin abstraerse de lo meramente deportivo, los encargados de este deporte realizan distintas actividades que tienen como objetivo posicionar al taekwondo en el legado que el club transmite: entretejer lazos con sus socios y con el barrio. 6
Los valores como principios Desde sus orígenes, el taekwondo supo crear su propia tradición y expandirse por el mundo a lo largo del tiempo, sin olvidarse de sus raíces. En la actualidad, miles de deportistas recorren su camino y replican su esencia bajo un mismo legado: el respeto. Repasamos acá su historia. para el desarrollo personal de los Dentro de los deportes que han soldados y difundir principios crecido en los últimos años, el como el respeto y solidaridad entre taekwondo demuestra ser uno de ellos mismos. Después de estar en los que más se ha afirmado entre la cárcel por haber sido acusado de las artes marciales y cada año autraición a la nación, Choi continuó menta su caudal de participantes. Pero más allá de su notorio avance perfeccionando los rasgos de esta técnica y realizó distintos aportes internacional, nunca dejó de lado lo que le permitió asentarse como en base a prácticas como el taepráctica en los primeros años: sus kkyon coreano, del cual rescató la forma de los golpes con los pies, el valores. trabajo táctico y los desplazamienLos comienzos del taekwondo se remontan a 1955, cuando el gene- tos, y el karate-do japonés, tomanral coreano Choi Hong Hi comen- do en cuenta los golpes a mano abierta y de puño, el aprendizaje zó a transmitir sus técnicas hacia de la división por zonas del cuerlas tropas que tenía a cargo como una herramienta complementaria po, los posicionamientos, los
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bloqueos y la categorización por cinturones de colores. De a poco este deporte se fue consolidando como una de las principales artes marciales con la denominación de “taekwondo”, traducido como “el camino de pies y manos” al hacer referencia de que es una disciplina que utiliza esas extremidades y ningún tipo de armas. Además, desde sus comienzos, fue en busca de una identidad propia, siempre con sus formas auténticas y, sobre todo, la transmisión de valores propios para que sus practicantes la lleven a cabo día a día con su grupo de formación, ya sea dentro de un combate o en su vida cotidiana. En base a estos objetivos, su filosofía mantuvo latentes en el tiempo los principios de cortesía, integridad, perseverancia y autocontrol como sus bases fundamentales. Luego de una pronta expansión en el continente asiático, su desarrollo fue incrementando y llegó a expandirse a través de las fronteras. Pero sin lugar a dudas, el hecho que favoreció notablemente a este proceso fue su inclusión como deporte olímpico en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988 como disciplina de exhibición y finalmente dentro del programa de la competencia oficial en Sydney 2000.
En consecuencia, su crecimiento entre países de diferentes partes del mundo fue una cuestión de tiempo. A partir de su expansión internacional, el taekwondo se estableció como una práctica que le asegura a miles de deportistas una forma de fomentar su bienestar corporal y adquirir los valores más importantes del respeto, además de tener como otros de sus principales fines lograr el equilibrio mental y emocional y obtener la experiencia para poder reaccionar eficazmente en situaciones vulnerables para defender a otra persona o a sí mismo. Así, usando a estos objetivos como su bandera, el taekwondo se abre paso cada día a consolidarse como uno de las artes marciales más fuertes de la actualidad.
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La ayuda más allá de las patadas con el objetivo de que el taekwondo crezca y se acerque a todas las clases sociales, la secretaría de deportes de nación ha comenzado clases gratis en diferentes centros del país, a lo que la institución agregó clases en un barrio carenciado. sobre esto hablamos con fernanda garrido, responsable del proyecto.
El taekwondo es un deporte que puede ser considerado de elite, a partir del hecho del costo de los materiales para poder practicar la disciplina. Sin embargo, a partir del envión que significó la medalla de oro conseguida por Sebastián Crismanich en Londres 2012, entre el Estado y los clubes han sabido abrirlo hacia todos los estratos de la sociedad. Unión Vecinal, es un ejemplo de esta apertura. En un acuerdo entre la Secretaría de Deportes de la Nación y el club platense, desde el mes de julio de este año empezaron a dictarse en esa
institución clases gratuitas para niños que inician en la actividad y, por otro lado, se dio comienzo a un programa por iniciativa del establecimiento que consiste en brindar apoyo a chicos con problemas de drogas a través del mismo deporte. El origen del primer programa mencionado se enmarcó en los entrenamientos realizados en la República de los Niños y luego fue trasladado a las instalaciones del club por motivos estructurales y para velar por la seguridad física de los chicos que formaban parte de las actividades.
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Entre estas dos primeras experiencias, aparece como factor común la presencia de Fernanda Garrido Otero, responsable del proyecto y profesora de taekwondo en Unión Vecinal hace más de diez años. En relación a la llegada de esta posibilidad, la entrenadora explica que “tenía un centro de desarrollo del ENARD (Ente Nacional de rendimiento Deportivo) que era específico para los Juegos Olímpicos de Buenos Aires 2018. Después se disolvieron todos los centros de desarrollo por todo el país y cambiaron a las escuelas IDES que son las nuevas escuelas de desarrollo deportivo, que se establecen en varios lugares y van variando la cantidad según el deporte”. Bajo la tutela de la Secretaría de deportes y a cargo del Centro Integrador de Taekwondo del Amarillo, Otero es desde mediados de año la cara representativa del proyecto y se encarga de darle forma día a día en base a fines orientados al deporte social, tal como ella misma afirma al hablar de los objetivos que bajan de Nación para este programa: “Generalmente no están tan orientados al rendimien-
to sino al desarrollo deportivo, que tiene como principal objetivo sacar a los chicos de la calle”. Por otra parte, durante el proceso no se cierran las posibilidades de que surjan nuevos talentos deportivos, aunque es la misma entrenadora quien resalta que “la idea principal es poder brindarle una herramienta a esos chicos y es por esta razón de que se trata de un programa gratuito para que ellos se puedan acercar al deporte”. Al presenciar los entrenamientos sobre el tatami emplazado en el gimnasio del club, el cual tiene el reconocimiento del Centro Regional de entrenamiento por parte del ENARD (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo), se puede observar que la didáctica que se lleva a cabo parte de un gran componente lúdico mediante distintos juegos. Además, bajo esta misma metodología, la repetición de ejercicios diferenciados aparece como otra herramienta fundamental de enseñanza de los movimientos y coordinaciones específicas de la técnica del taekwondo para la profesora, que cuenta en la actualidad con alrededor de 10 chicos para este programa. Desde esta base de alumnos, existe una variedad de casos que la misma entrenadora se encarga de detallar: “Hay chicos tímidos que uno trata de desarrollarle la personalidad, está el chico agresivo que intentás de que canalice por el deporte y también está al que le pegan en la escuela y tiene que tratar de defenderse”. Teniendo en cuenta este último ejemplo, aparece un mensaje claro: “Acá se inculca a no
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pegar, pero a veces pasa que por no pegar, por ser tranquilos, les pegan; entonces ahí sí tienen el permiso de defenderse, que demuestre que no son tontos que se dejan pegar sino que uno tiene el control sobre sí mismo”. A partir de las bases que el proyecto asienta, la buena relación que se estableció entre la entrenadora y los alumnos ha permitido que sus padres también se involucren en las actividades y acompañen para apoyarlos, ya sea estando presentes o llevándolos a los distintos lugares donde tienen que viajar. De esta forma, Otero hace sus primeras conclusiones: “El balance es bastante positivo y tuvimos chicos que se involucraron con el deporte; por otra parte, ya nos avisaron que el año que viene se va a seguir con esto, así que estamos contentos porque se puede ayudar desde otro ángulo y otra perspectiva”. Un arte marcial que se mete en el barrio Saliendo de lo que son las insta-
laciones de Unión Vecinal, el taekwondo de la institución también tiene un segundo programa basado en los principios del deporte social. En este caso, la actividad se configura en las clases dadas a adolescentes con problemas de adicción a las drogas en el barrio carenciado que se ubica al fondo de las calles 7 y 90. Siguiendo las bases del proyecto destinado a los niños, este proyecto también utiliza al deporte como una vía útil para brindar ayuda y fomentar el bienestar personal, aunque existen marcadas diferencias. Para remarcar estas variantes, Fernanda Garrido Otero es quien vuelve a aparecer en escena para describirlas: “Hay bastantes diferencias porque en las clases que se dan en el club hay nenes chiquitos y allá son chicos adolescentes más grandes, entre 16 y 18 años, con los que se tiene un trato diferente porque tienen un carácter más fuerte y algunos todavía mantienen muchos problemas con su adicción”. El programa simboliza una parte de un proceso de rehabilitación y, al mismo tiempo, una tarea de inclusión que forma parte de una terapia que tiene al deporte como una herramienta de asistencia. “Por suerte se enganchan porque, al ser un deporte de contacto, se pueden descargar con una patada y es como que simbólicamente rompen un escudo”, explica la entrenadora en relación a los motivos por los cuales el proyecto resulta funcionar. Con la misma línea de orientación,
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la metodología que se aplica en el programa resume en la importancia de escuchar al otro, tal como expresa Otero a través del objetivo planteado: “Es un programa que se hace y se va a desarrollar de a poco; nosotros lo que intentamos es que los chicos se enganchen y que le encuentren el gusto, que es una tarea que no es fácil porque en un momento han perdido el rumbo, pero se puede lograrlo, sobre todo si se demuestra que uno se interesa por ellos y les presta atención, que es lo que a más de uno generalmente le falta”. De esta forma, el taekwondo es una práctica deportiva que inculca tanto a niños como adolescentes valores que pocos deportes pueden transmitir, al menos así lo entiende la entrenadora de Unión Vecinal: “Al ser un deporte y al mismo tiempo un arte marcial, se les inculca mucho el respeto entre ellos mismos y a una norma que representa la presencia de una autoridad; los valores más profundos que forman parte de la disciplina del taekwondo también se profundizan, pero lo primero que trabajamos es la aceptación a la autoridad y a las reglas para que entiendan que existen parámetros que están bien”.
La palabra de los más chicos Charlamos con algunos de los niños que se han sumado a practicar taekwondo en Unión vecinal. Tres de estos chicos que hacen taekwondo y se han sumado por el programa gratuito son Joaquín, Juan Martín y Tobías que con tan sólo 9 años ya empiezan a tomar dimensión de lo que es el deporte, “de acá hemos aprendido muchas cosas como respeto, solidaridad y amor, es como otra casa para nosotros, además que nos enseñan a defendernos si en la escuela nos molesta”. Respecto a esto último continuaron: “La pasamos bien, pero ahora sabemos cómo defendernos, siempre es mejor si no lo usamos, por lo general intentamos no pegar, pero si nos molestan advertimos al menos cuatro veces, no queremos que nos molesten”.
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Taekwondo “Amarillo” Como muestra del crecimiento de Unión Vecinal en los últimos tiempos, el taekwondo aparece como uno de los mejores ejemplos para remarcar este proceso. Después de 15 años de experiencia, te mostramos como pasó de ser un proyecto a largo plazo a uno de los deportes más reconocidos del club.
A principios del 2001, tras haber conseguido sus primeros títulos en el básquet, Unión Vecinal soñaba con seguir incentivando a sus socios y a sumar nuevos interesados que se acercaran a la institución amarilla. Con este objetivo, el club impulsó una política de incorporación de actividades novedosas en su oferta deportiva y así fue como apareció el taekwondo en el horizonte de las posibilidades. Quien se hizo cargo fue Diego Atile, que se convirtió en el profesor representativo del deporte y en la cara de un proyecto pensado a largo plazo. Pero las condiciones no ayudaban: el salón donde entrenaban tenía poco espacio, estaba deteriorado y debían compartirlo con los integrantes de aikido. En medio de un contexto desfavorable, la ayuda de vecinos y los padres de los alumnos fue la solución: “Vendimos rifas,
tuvimos colaboración de los padres, como uno de los papás de las chicas que revocó el salón, y entre todos lo pintamos; de hecho, había actividades para pintar el club y los chicos aprendieron a cuidarlo y valorarlo”, cuenta Fernanda Garrido, quien fue alumna de Atile y actualmente es profesora en la institución. De a poco, el taekwondo se fue abriendo lugar en el “Amarillo” y en el 2011 comenzaron a enfocar en la competencia y en el entrenamiento de alto rendimiento, obteniendo títulos locales e internacionales, con representantes en las distintas categorías del seleccionado femenino y masculino, tales como Milagros Cali, Sofía Tournier, Luciana Angiolillo, Agustín Alves y Alexis arnoldt. El progreso fue tal que el dojo (término usado para describir al espacio donde se practica cualquier arte marcial) del club ha recibido el reconoci-
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miento del Centro Regional de Entrenamiento por parte del ENARD (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo), por sus óptimas condiciones y recursos, que van desde un piso cubierto por un tatami que facilita la práctica de técnicas y movimientos, bolsas para practicar golpes, pesas para estimular los músculos y pecheras electrónicas reglamentarias para la competencia. Con este crecimiento notable, en la actualidad el deporte cuenta con alrededor de 80 practicantes, de los cuales 16 de ellos se entrenan en nivel de alta competencia, y entrenan los lunes a partir de las 18:00 hs en tres grupos de trabajo: infantil, competencia y juvenil. En cuanto al entrenamiento, Fernanda Garrido explica: “Si bien trabajamos en un arte marcial, somos profes de educación física y metemos mucho lo que es la didáctica, usamos muchos juegos, las técnicas y la única manera que hay de enseñarlas es por repetición, y al mismo tiempo buscamos que entiendan las coordinaciones y lo especifico de cada una en sí”. Pero más allá de las técnicas y los movimientos, resurge nuevamente un factor común: la importancia de los valores. “A medida que van creciendo los objetivos van cambiando crecen las exigencia y se hace hincapié en lo que es la técnica, pero siempre intentamos inculcarles los valores propios de respeto que representa el deporte”. De esta forma, bajo un escenario de comunión entre alumnos, profesores, padres y dirigentes, Unión Vecinal encuentra en el taekwondo una herramienta efectiva de sumar nuevos deportistas a la institución y un proyecto que se consolida ante cada paso.
Luciana Angiolillo, un espejo para los más chicos Charlamos con una de las taekwondistas más destacadas de la institución.
Desde el lado de los deportistas del taekwondo de Unión Vecinal, se refleja un gran sentido de pertenencia, han encontrado en la disciplina y su gimnasio una segunda casa, la cual les sirvió para formarse como personas. Así lo definió Luciana Angiolillo, quien es una de las deportistas más importantes que tiene la institución. “Este lugar es mi segunda casa, lo aprecio mucho, la energía que encontré acá me llevó a querer ser la primera en llegar y la última en irme. Ya son seis años dentro de todo esto, me formó como persona, yo era muy rebelde y al ser un arte marcial me transmitió valores como disciplina y respeto, los cuales supe llevar a mi vida y me fui superando y controlando”, además de este análisis, Angiolillo entiende que: “El grupo es muy lindo, en lo personal la obediencia y el respeto me lo llevo hasta la tumba y es lo que más rescato para toda mi vida”.
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Primero club social, luego deportivo
unión vecinal actualmente se muestra como una de las instituciones insignia dentro de la plata en lo deportivo. sin embargo, revisar la historia de la insittución hace llegar a la conclusión de que lo social está por encima de cualquier otro objetivo.
Unión Vecinal ha sido históricamente una de las instituciones más sociales en la ciudad de La Plata y, desde su fundación hasta la actualidad, posee una buena cantidad de deportes. Entre ellos se encuentran destreza, handball, patín, pilates, taekwondo y básquet. Tanto el arte marcial como el deporte de la pelota naranja son los que se enmarcan dentro de lo que se llama el deporte social, dado que ambas disciplinas brindan la posibilidad de que las categorías más chicas practiquen sus actividades de manera gratuita, con el solo hecho de pagar la cuota social del club. Pero esto no solamente se traduce por el hecho de no pagar, sino que también se enmarca dentro de la idea madre del club, que es la de ser el centro del barrio. Un lugar donde cada persona pueda ir y disfrutar el momento, quedarse y compartir
experiencias dentro de la institución, tal cual fue el objetivo principal cuando fue creado Unión Vecinal. Miguel García, máxima referencia dentro del club, explicó que el hecho de la expansión del barrio fue paulatina y que la institución de calle 9 se nutrió de ella hasta convertirse en la referencia de esa zona de la ciudad. A pesar de que el básquet es la actividad primordial en el Amarillo, su presidente alienta a cada una de las disciplinas a aprovechar el nombre que el club se ha ganado en La Plata a partir de él y sacarle provecho: “La actividad madre es el básquet, y las demás
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actividades no tienen por qué sentirse mal, sino que tienen que ser inteligentes y usar el básquet para crecer. Eso les va a ser redituable a cada disciplina”. Esto da a las claras que un club no solamente se enfoca en la cuestión deportiva y de resultados, dado que la cuestión social resulta clave en este lugar. El ejemplo más claro es el rol que tanto Unión como muchas de los clubes platenses cumplieron en las inundaciones, como centros de evacuación y de recolección de donaciones para cada uno de los afectados por el temporal del 2 de abril de 2013. También se da el hecho de una identificación propia desde el taekwondo, a pesar de las dificultades de Unión por dar el apoyo real que necesitan: “A pesar de que por ahí la institución no es económicamente tan gran-
de como para bancar los viajes grandes que tiene el taekwondo, así y todo los chicos que se identifiquen con el club, a nosotros nos enorgullece, nos quedamos sin palabras, porque uno es consciente de la realidad” cerró García. Así, se ve el hecho de que Unión logra una identidad a partir de los valores que inculca en cada uno de los niños y jóvenes que practican un deporte dentro de la institución. De este modo, se ve cómo el club mantiene esos ideales desde sus orígenes, con su relación con el barrio intacta y traspasando fronteras a partir del éxito que van logrando cada una de las disciplinas que componen al club.
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Un cambio inesperado A Tomás siempre le había costado levantarse temprano, y todavía mucho más si era para ir a la escuela. Su mamá estaba al tanto del esfuerzo que hacía para seguir con la cabeza apoyada en la almohada y quedarse dormido voluntariamente, así que no le quedaba otra opción que prender la luz de la piecita para que se despertara. Ahí arrancaba su día. Con la cara apenas lavada y las mismas ganas de estar en la cama, Tomás salía a la vereda con la mochila que había heredado de su hermano, cargada de una lapicera, un lápiz, una goma y un par de hojas sueltas que, por más insistencia de su mamá, siempre terminaban en un bollo para convertirse en la pelota del recreo. Después de las cuatro horas de clases y de la merienda con pizzetas y mates cocidos, salía corriendo por la puerta del frente, saludaba a sus amigos y se iba pateando el mismo montoncito, ya chamuscado, de papeles. Sabía que al mediodía su mamá ya había dejado a su hermanita con la abuela y tenía que llegar rápido a su casa para ayudarla a cargar las bolsas que se irían vaciando a medida que pasaran los viajes, si es que tenían suerte que el chofer los dejara subir. A la noche, sólo había tiempo para comer lo comprado con las ganancias del día y volver a descansar. Así pasaban sus días. Aunque las peleas en el aula y en la calle también solían formar parte de su vida cotidiana. No importaba si lo cargaban por sus zapatillas rotas o por su guardapolvo sucio, Tomás sentía que tenía que reaccionar. Más tarde encontraría alguna excusa para explicarle a su mamá los moretones. Nunca pensó que esa tarde en la que distraído se desvió unas cuadras del camino de vuelta le cambiaría su rutina. Al llegar a 9 y 70, varias personas salían de una puerta que se asomaba del frontón blanco de la mitad de la calle. Interesado, se acercó al lugar y leyó un cartel marrón con una inscripción amarilla, aunque no entendió lo que decían aquellas letras. Al entrar, le sorprendió que nadie lo sacara, pero más le llamó la atención el grupo de chicos con ropa blanca y cinturones de colores que estaban dando patadas en el aire en el medio de un cuadrado acolchonado. - Hola, ¿buscabas a alguien?- le preguntó la profesora. Tomás se quedó callado por unos segundos y contestó. - No, pero quiero hacer lo que están haciendo ustedes. Quiero pegar esas patadas. - ¿Cómo te llamás?- volvió a preguntarle después de sonreír. - Tomás. - Tomás, si querés saber de qué se trata, te invito a que el sábado a las 5 te pegues una vuelta. No te preocupes por la ropa ni nada, te vamos a dar todo nosotros. Decile a tu mamá que no se preocupe y que si quiere puede venir a ver. ¿Te parece? Después de asentar con la cabeza, saludó a la profesora y salió por el portón que todavía permanecía abierto, dándole antes un último vistazo a todo el lugar, sin saber los nuevos amigos que encontraría y que los moretones en su cara no volverían a aparecer. Las peleas innecesarias habían quedado atrás. 10 • www.unionvecinallaplata.com.ar 17
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