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Síndrome de Estocolmo

SÍNDROME DE ESTOCOLMO

Quiero a quien me hiere lo más, a quien me permite el mínimo respiro sólo para sobrevivir, a quien escupe al suelo mi alimento, a quien me cambia el grillete de tobillo para que la presión no cercene mi pie y pueda ir a él, siempre a él.

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Lo amo aunque en la espalda lleve el recuerdo imborrable de sus latigazos. Lo amo aunque me destruya.

No importa.

El juego del captor y la victima siempre estuvo así dispuesto a ser.

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