Art. 77 La imagen pública de los robots

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Sin darnos cuenta, no solo la tecnología gana cada vez más terreno en nuestras vidas y sociedades; con ella, cada vez están más presentes los robots, no entendidos como aquella forma humanoide de metal que nos enseñaron en las películas, sino como aquellos que se parecerán más a los humanos y que tendrán muchas más capacidades de interacción que los humanos. Les aseguro que si hiciéramos una auditoría de imagen pública al sector de la tecnología, los índices de su imagen positiva serían muy elevados. Lo que no nos hemos dado cuenta es que ellos están hoy configurando nuestros imaginarios o percepciones colectivas y no al revés. Así, en una era en donde ya no se discute el papel de la tecnología, sino que incluso ya no se concibe la vida sin ella, esta está tomando formas que no nos hemos percatado, tanto de su existencia como de las repercusiones que estos avances van a ocasionar en nuestras vidas de aquí al futuro. En 2018, el periodista y escritor Andrés Oppenheimer publicó el libro titulado Sálvese quien pueda en el cual, a raíz de una extensa investigación, resalta los comportamientos que está teniendo la tecnología en el trabajo (como dinámica económica) y las adaptaciones que se tendrán que hacer para ponerse al día en la era de la automatización. En el libro, el autor evidencia que la inteligencia artificial y el procesamiento de datos estarán eliminando el 47 % de los empleos actuales y los sectores productivos en los próximos diez años. Por ejemplo, ya existen pantallas táctiles en restaurantes de comida rápida que disminuyen el tiempo de atención, bots que responden automáticamente en páginas web y redes sociales, periodistas digitales que presentan noticieros ya en varios países e idiomas,

robots recepcionistas que atienden en universidades, las tiendas en línea, las aplicaciones, etc. Yo pienso que esto puede entenderse de dos maneras: a. puede verse como un comportamiento lógico del avance de la tecnología y de que cada vez más aplicaciones nos resuelven la vida y nos la hacen más fácil para tener mayores alcances, o b. también puede dimensionarse

La imagen pública de los robots desde la Imagen Pública, teniendo en cuenta perspectiva que los humanos, y más los humanos profesionales, estamos perdiendo nuestro valor, pues por atender a la masividad perdemos la calidad del contacto humano. No, no le estoy restando al aporte que nos da hoy la tecnología, pero pienso que va a llegar un momento en donde, por ejemplo, EL SERVICIO AL CLIENTE TENDRÁ QUE DECLARARSE EMERGENCIA NACIONAL. Sí, aquel paso previo que dan todos los gobiernos y sociedades para atender una situación que ha llegado a tal punto de gravedad que sus consecuencias negativas son casi irreversibles. No pretendo ser fatalista, pero escuchar a Oppenheimer me hizo dimensionar que esa aprobación sin juicio que le damos a la tecnología

sin retomar el papel de controladores de la misma, teniendo claro que nunca fuimos educados tecnológicamente, nos traerá más consecuencias negativas que hoy dejamos pasar porque nos facilitan el consumo, pero el día que realmente nos afecten en la generación de riqueza ahí vamos a «pegar el grito en el cielo». Por eso hablo de imagen pública de los robots para que todos dimensionemos que en la balanza robot contra humano estamos abajo los humanos, según he percibido en muchas conversaciones cotidianas, pues hoy queremos que nos atienda un robot y no un agente ineficiente de servicio al cliente, nos parece mejor aprender a usar una tienda en línea en lugar de sufrir los descuidos de cualquier empresa, creemos firmemente que es mejor seguir unos pasos en el celular y no las indicaciones contradictorias entre un centro de llamadas y una agencia bancaria, etc. Preguntémonos, ¿qué hemos dejado de hacer los humanos? Dejemos de lado a las empresas o instituciones un momento. Centrémonos en los humanos. ¿A qué le estamos poniendo atención?, ¿al producto o al servicio?, ¿a la cantidad o a la calidad?, ¿a la marca o la credibilidad? Oppenheimer nos advierte que nuestro imaginario está tratando de seguirle el paso a una tecnología que ya cambió y que es cuestión de tiempo para que veamos su impacto negativo en nuestras idiosincrasias. Retomemos entonces el servicio, la calidad, la credibilidad, el valor y la confianza como modelo de vida humana, antes de que el modelo de vida robótica sea mejor por pura competitividad, porque como humanos no hemos sabido administrarla, para hoy y para el futuro.

Por Alex Castillo | Consultor en Imagen Pública | Artículo 77


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