Art. 82 Por qué ahora nos entendemos menos

Page 1

Siendo que, según la Real Academia Española, “entender” se refiere a percibir y tener una idea clara de lo que se dice, se hace o sucede o descubrir el sentido profundo de algo, pareciera ser que en la cotidianeidad cada vez más el receptor no resulta captar lo que el emisor quiso decir y menos lo que quiso transmitir. ¿Les ha pasado que cuando ustedes dan una instrucción o piden algo a otra persona, ésta resulta haciendo o comprendiendo todo lo contrario de lo que ustedes querían? He observado que este panorama ha provocado un alto grado de frustración y también de desinterés por entendernos, porque al fin y al cabo la otra persona me captará poco, repercutiendo en una conducta muy generalizada hoy en día que consiste en que el otro “haga o piense lo que quiera”, porque al final “no está en mis manos”. Desde la Comunicación Interpersonal esto resulta ser un grave problema, pues se supone que el emisor debe buscar y tener las herramientas para que el receptor comprenda la idea que se transmite. Desde la Imagen Personal, aunque primero se enfoca en entender cómo el receptor percibe la realidad, también es un problema porque tanto emisor como receptor se afincan en sus percepciones, sin posibilidad de generar juicios de valor correctos para que se ejecuten las acciones adecuadas, y así llegar a un grado de aceptación mínimo

para construir mutuamente. Según lo que he observado, eso de entendernos es cada vez más difícil, lo cual debe visualizarse inicialmente en varios niveles. Primero: tenemos un defecto físico. Recientes estudios de universidades británicas y estadounidenses dan cuenta que cierta parte de nuestro cerebro no ha evolucionado para poder librar lo que han denominado

¿Por qué ahora nos entendemos menos? como “el sesgo de confirmación”. Sí, estos estudios concluyen que el cerebro solo es capaz de recibir aquella información que lo autoconfirme, rechazando todo argumento que no es coincidente (aunque sea verdad) con lo que se conoce. Segundo: pareciera que ya no queremos entender al otro porque lo que importa en este mundo soy yo y nada más que yo y los míos, si acaso, es decir, sucede un reforzamiento de la personalidad individualista. Tercero: Se ha descubierto también que cada vez más se dialoga mejor con aquel que considero “parecido a mí”, es decir, que tiene ciertas características físicas, sociales,

históricas, conductuales y de vida que lo hacen “igual a mí”, incluso llegando a privilegiar la idea de “ese es de los míos” como mecanismo de segmentación, clasificación y hasta de discriminación. Cuarto: Por la falta de inteligencia emocional, estamos cada vez más predispuestos a no conocer a más personas, llegando a tener una percepción definitiva (en siete segundos) de alguien, no para ampliar mi campo de conocimiento y relaciones sino para reducir el marco de acción en que me desenvuelvo, hasta quedarme con aquellos con los que coincido “plenamente” y me siento a gusto. Quinto: Cada vez más creo que “mi verdad es absoluta”. Como no me interesa el otro y no quiero saber nada de él, la comunicación se ha vuelto unidireccional, deteriorándose la parte de la retroalimentación al punto en que solo me interese lo que digo, llegando a considerar hasta como enemigo a aquel que me contradiga, o mejor “me doy la media vuelta y me voy”. Estos son algunos de los patrones de comportamiento que he podido identificar de aquellos que se presentan en nuestra realidad; cada vez más se están radicalizando y, por lo tanto, posibilitando a que nosotros mismos tomemos la decisión de dividirnos más, incluso no queriendo saber las consecuencias negativas que esta conducta generalizada provoca en el presente y las repercusiones que traerá para nuestra convivencia en el futuro.

Por Alex Castillo | Consultor en Imagen Pública | Artículo 82


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.