Artículo 43. ¿Cuánto cuesta tu reputación?

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¿Cuánto cuesta tu reputación? Como profesionales, trabajadores, gerentes, dueños de empresa, familiares nos concentramos en vivir, en cumplir nuestras funciones, en llegar a la meta, en cumplir el horario o en entregar el producto/servicio solicitado. Pero no nos damos cuenta de la importancia de capitalizar lo que en el fondo representan nuestras actividades, lo que estas significan, es decir, la reputación que nos construyen. Esta pregunta se puede responder de dos maneras: a.Regularmente a todo le ponemos precio. Imagínese que fuera moneda de cambio el buen manejo de todos los ámbitos de nuestra vida. Por ejemplo, si pierde uno el tiempo en una actividad pues “puntos menos”, o si una persona llega a la meta o consigue más clientes entonces “puntos de más”. O sea, volver tangible los elementos intangibles de nuestra vida. Así le pondríamos más importancia a la buena conducta porque REALMENTE VALDRÍA. b. Imagínese que se llevara una bitácora en donde su buen manejo de vida estuviese registrado. Dependiendo del puntaje, si bien no bloquearía por completo las oportunidades, sí condicionaría los alcances que podamos tener, como un nuevo trabajo, un nuevo puesto o una

nueva línea de negocio. Se haría tangible lo que hoy constituye una valoración subjetiva. Y así, otras maneras. En estos días me explicaba una persona que lo que los profesionales quieren no es imagen sino realidad. Esto confirma la errónea interpretación que se tiene de la IMAGEN PÚBLICA que todavía se vincula en nuestras sociedades con la Asesoría de Imagen, ámbito dedicado exclusivamente al manejo de la apariencia y el buen vestir. Hoy por hoy, no puede haber cosa más real que la IMAGEN PÚBLICA porque es lo que usted y yo pensamos y sentimos de una marca, producto, empresa, persona, país. Si lo piensa bien, mientras más nos proyectan una imagen que a nivel de mercadeo no nos cuadra con la realidad, más tienen que hacer para esconder la verdad, pero al mismo tiempo más se separan de lo que la gente cree y confía cuando tienen una experiencia específica con estas entidades. Pero como esto se mueve en el plano de lo que cada quien piensa, considera, opina y actúa es aquí en donde evalúo que se difumina la importancia de tener una buena imagen para todos. “Afectará a los que les interese”, dice la gente; público que no se está dando cuenta que lo que tenemos en nuestros días es un amplio sentido del efecto multiplicador provocado por las redes sociales.

Así, si una marca hace algo bueno y le da resultados con el mercado, todas voltearán a verla, a copiar su secreto y a tratar de imitarla. Por el contrario, si una empresa hace algo mal, las demás no aprenden de ello hasta que llegan a cometer el mismo error. Esto sucede porque son varios los factores que profesionales y empresas utilizan para “venderse”, mientras que el único factor en el que no nos hemos podido poner de acuerdo, en lo que va del siglo, es en que la reputación es el único factor aglutinante que nos brinda los parámetros para decidirnos realmente por una opción u otra. Pero como hasta el momento la reputación “no vale dinero” en lo concreto, entonces no le damos el peso que merece en nuestras vidas en todo sentido. Si bien existen ya clasificaciones de empresas que han mejorado sus ventas cuando han manejado su reputación bien y permanentemente, esta sigue sin permear lo suficiente nuestras vidas y consumo, cuando una amplia mayoría del mercado sigue moviéndose en términos de necesidad.

Alex Castillo | Máster en RSE | Licenciado en Imagen Pública | Consultor en Imagen Corporativa Blog: https://alexcastilloblog.wordpress.com/ | Artículo 43


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