Art. 63 El debate entre la imagen pública y la imagen privada

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En el siglo XXI, es parte de nuestro día a día debatirnos entre la vida pública y la vida privada de personas cotidianas, personajes públicos, artistas, políticos y superestrellas, en términos de la curiosidad (y hasta el morbo) que genera saber si la imagen proyectada por estos sujetos resulta congruente con lo que viven en su vida íntima (o autoimagen). Saber, por ejemplo: ¿cómo llegaron hasta el lugar que ocupan?, ¿quiénes los ayudaron?, ¿cuál fue el factor de éxito que tuvieron?, ¿cómo toman sus decisiones?, ¿cómo viven?, incluso ¿cuáles son sus propias tragedias? Pero esto no viene de este siglo, es una cuestión histórica. Lo que sí es propio de nuestros tiempos son dos aspectos: por un lado, la velocidad con la que se saben todos aquellos aspectos “íntimos”; y por otro, las amplias repercusiones positivas o negativas que tienen en la percepción del público gracias a la facilidad de acceso que las redes sociales han generado para que se conozca esa vida “oculta”. Antes, en la era de la información, era bien sabido que el hecho de que se supiera un drama personal (o asunto negativo) traía grandes consecuencias perjudiciales para la reputación del personaje y que la memoria colectiva de una determinada población sería la encargada de recordar por siempre ese “error”, lo cual tenía que atajarse con grandes esfuerzos estratégicos de imagen y relaciones públicas. Ahora, en la era de la tecnología, es también sabido que ese drama personal puede jugar a favor o en contra de la imagen pública (percepción colectiva) del personaje, y que reparar tal reputación estará determinado por la implementación de una buena estrategia de imagen digital que viralice la justificación del

personaje sobre sus “acciones”, pues son las redes sociales la actual memoria colectiva que darán testimonio en el presente y en el futuro de la congruencia entre lo que se publica y lo que se hizo para enmendar el error. Como se puede dimensionar en este marco comparativo, el comportamiento sobre la imagen pública y la imagen privada no ha cambiado, lo que cambiaron fueron los canales y la respuesta de nuestros públicos para evaluar si somos coherentes o no en nuestra vida en su conjunto. No me dejarán mentir que esta falta de sincronización entre la vida pública y la vida privada afecta a personas en lo individual, a artistas, a políticos, pero también a empresas, a iniciativas, a figuras públicas y ahora a los famosos influenciadores. La gran transformación que aún no hemos dimensionado con la suficiente importancia es que las redes sociales (en la Internet 2.0) han venido a aminorar el espacio de la vida privada, dando paso a que nosotros voluntariamente decidamos compartir nuestras visiones, posturas e ideas íntimas hacia nuestra vida pública, ahora reflejada en las redes sociales a través de nuestras publicaciones. Con este gran cambio, los usuarios de tecnologías pretendemos todavía que no se sepan cosas “íntimas” cuando tenemos: círculos sociales

que pueden filtrar dichas intimidades, plataformas digitales con amplia viralización, cientos de cámaras a nuestro alrededor, el morbo por lo oculto y el cada vez más fácil acceso a la Internet. Frente a este panorama, usted, yo, artistas, políticos, etc., todavía creemos que nuestras cosas privadas “malas, feas o incoherentes” no se van a saber y que está en nosotros controlar lo que se sepa y lo que no. Aunque esto puede que siga siendo en parte verdad, los diagnósticos de imagen y las evaluaciones que he realizado han demostrado que cada vez el espacio entre la vida privada y la pública se ha disminuido, y que solo en el tiempo se verá si el hecho de que se sepan nuestras cosas jugará a nuestro favor o en contra. Así, lo que la Imagen Pública, como disciplina, le aporta es que usted haga una sincronización entre su vida pública y privada dependiendo del grado de exposición pública que tenga; es decir, que mientras su trabajo dependa de más personas o esté dirigido a ellas, cuide su forma de vida como una manera de hacer más sólida su imagen privada y así, cuando su público reciba su imagen pública, este mire, evalúe y acepte la persona que usted ES, pues va a ser la misma todo el tiempo; todo esto a manera de controlar mejor su imagen pública global frente a cualquier circunstancia.

El debate entre la imagen pública y la imagen privada

Alex Castillo | Máster en RSE | Lic. Imagen Pública | Consultor en Imagen Pública | Agencia IMAGINA Blog: https://alexcastilloblog.wordpress.com/ | Correo: consultor.imagenpublica@gmail.com | Artículo 63


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