Arte de Álvaro Sánchez (Guatemala)
LA CORNADA Alfonso Anaya A.
E D I C I Ó N D E A U TO R
6
Índice
- Dedicatoria - Prólogo . * El paseíllo * . . * El Primer Tercio * . . * El Segundo Tercio * . . * El Tercer Tercio * . . * El Arrastre * . - Epílogo - Agradecimientos - Semblanzas - Para muestra, un botón -
7
8
9
10
Prólogo
Antes de iniciar formalmente con el prólogo de LA CORNADA, cabe señalar que mis primeros comentarios realizados a Alfonso no fueron precisamente los que se espera de una amiga, que tuvo el honor de recibir la confianza del autor por medio del texto que me solicitó leer. Lejos de eso le solté por medio de un audio de WSP lo siguiente: “pinche Alfonso me dejaste el corazón hecho trizas partido en veinte mil pedazos”; con estas primeras líneas que has leído, te darás una idea del contenido del libro. Alfonso por medio de La Cornada nos adentra en el mundo del dolor animal, del egoísmo descomunal de la humanidad que se entremezcla con el sobrevivir dentro de un sistema neoliberal capitalista y la historia de sangre de los pueblos originarios, que fueron sometidos con la cruz y la espada a un Estado que desconocían y -que de buenas a primeras- entre el sonido de los arcabu11
ces privaron de la vida a aquellos que defendieron su tierra y a su gente. Todavía más mortífero que el fuego que salía de las manos por medio de esos tubos de metal, la letal arma biológica de la viruela terminó por cumplir el objetivo de la pacificación, y por si hubiera alguna rendija donde pudiese colarse el espíritu de los ancestros -reflejado en los dioses que regían su cosmología-, cuidadores de esas tierras, la religión consumó el resto, dominando y enajenando la mente y la memoria. Palpamos en La Cornada precisamente esa mezcla ambivalente y propia de las dobles morales dónde al amparo de un Dios se llevan a cabo actos brutales contra su propia creación, adornándolos con trajes de luces bajo el nombre de la mal denominada “fiesta brava” en la cual se aplaude a los verdugos que disfrutan con el sufrimiento de un animal que no comprende el porqué de tan salvajes acciones y que en contraposición de una mente pensante y reflexiva ajena a esas “diversiones” sólo puede ver en medio del regocijo y los vítores de la multitud -que se deleita con la tortura del toro que en gran desigualdad de proporciones es atormentado hasta su muerte- a una humanidad tan carente de empatía con las demás especies que comparten un planeta finito. 12
Una aglomeración de psicópatas que gritan enardecidos ante la sangre que brota de las heridas de la víctima y que se embelesa con la violencia ejercida de igual manera con gallos, perros o cualquier otro ser que pueda someter, desollar, desplumar, explotar y vender ya sea por diversión y dinero, compra-venta de placeres y esparcimientos. ¿Basta entonces para calmar las consciencias dedicar unos minutos frente a la capilla ante la presencia de Dios o ante la representación pictográfica de la virgen María en su advocación Guadalupana -tan arraigada en el pueblo mexicanoy pedir hipócritamente protección para que la muerte no le sorprenda en medio de tan excelso arte del sufrimiento? Entre el hilo conductor del maltrato animal se entreteje también la mercancía cómo factor que mueve el engranaje del sistema. Un sistema que considera por encima de todo la ganancia, así por consiguiente la mercancía también es la mujer, cómo las maderas preciosas, cómo los minerales que subyacen en el subsuelo cómo todo aquello que se pueda vender, cómo las niñas y los niños que desaparecen cómo si la tierra se los hubiera tragado, sabiendo que la madre tierra es incapaz de esos actos tan atroces cómo la 13
compra-venta de personas para el disfrute de depravados ataviados de costosos y finos trajes lo mismo que sotanas. Y cómo respuesta a tan “humanos” actos propios de quienes detentan el poder y la supremacía de especie, Alfonso nos muestra la esperanza de una sublevación de los animales que provistos de la consciencia y fundidos en hermandad arremeten cómo un conglomerado que dispone sus cualidades al servicio de los más vulnerables en un estruendo de alegría ante el triunfo de la justicia y la paz, una verdadera fiesta de la naturaleza contra el despiadado humano que se había enorgullecido de esclavizar y destruir a todo ser vivo que había considerado inferior por el hecho de no pertenecer al género “pensante” constructor de módulos espaciales, plataformas marítimas, burdeles, circos, palacios, grandes y costosas universidades, templos y demás invenciones, que enorgullecen a los que siendo animales provistos de argumentos lógicos que se autopiensan excelsos y fuera de toda realidad a pesar de que se encuentran insertos en el planeta tierra. Es por eso, que La Cornada si bien nos muestra la crueldad humana disfrazada de espectáculo, también nos conduce a la esperanza de la razón que de mano con el espíritu nos 14
guía a una tierra dónde la humanidad comparte con responsabilidad su papel en la construcción de sistemas dónde los animales, las plantas y la naturaleza cooperan, acompañan y disfrutan la existencia en este universo. Así pues, tanto la sensibilidad de Alfonso cómo su creatividad, son plasmadas en este pequeño, duro y esperanzador texto que nos acompaña en la cotidianidad de nuestras luchas abriendo canales a la consciencia, invitando a sentir y disfrutar la vida mediante el compromiso libre y sincero de caminar juntos codo a codo, codo a pata, codo a crin, codo a ornamenta, codo a colmillos y codo a plumas en la búsqueda de los senderos de la paz insertos en nuestras ya crudas realidades.
Diana Beatriz Chavolla Navarro
15
16
17
18
El paseíllo
Arte de Álvaro Sánchez (Guatemala)
Todo era del color de la alegría, la fiesta y la risa desbordada en los tendidos de la Plaza de Toros de San Pipirulando. Justo a las cuatro de la soleada tarde se hizo un brevísimo pero total silencio que se rompió con el grito unánime en toda la plaza. Un estruendoso y prolongado 19
¡ole!, prorrumpió por todos lados, un coro más que monumental. Adicionalmente, el diluvio de aplausos que inundó el espacio era la sincronía más rigurosa, plena de armonía que hubiera ocurrido. En ese mismo instante de júbilo al límite, se abren con una delicada parsimonia las puertas de cuadrillas, dando paso al gallardo cortejo que hace su entrada a la arenosa, pero muy firme y plana superficie del ruedo; al mismo tiempo se enciende la música de la banda taurina que irrumpe sonoramente con un paso doble, el célebre Gato Montés. Es un mar de gritos, aplausos, música y otros acordes acompañando el inicio de la corrida de Toros. Es el paseíllo ese momento de ritual solemnidad, del protocolo insoslayable para el lucimiento de todos los participantes en la lidia que, paso a paso, van llenando de vibrantes colores cada pequeño lugar de la arena, sobre la cual miles de ávidos y azorados ojos se posan, regocijan y embriagan. Los toreros de esta tarde son considerados grandes, enormes, emblemáticas figuras de la tauromaquia, a los que se conoce como primeros espadas, así que lo que se espera de esta tarde, 20
es una encerrona de proporciones inimaginables dado el tremendo cartel que hoy hará honor a su nombre. Esa es por lo menos la expectativa, según lo dicen también los reporteros taurinos que, entre carcajadas, datos, fechas y otros por menores, ya trasmiten en vivo el festejo. En primera línea, encabezando el paseíllo, vienen los alguacilillos, que visten a la usanza de los alguaciles de la época del rey Felipe IV, ambos en hermosos caballos, son los encargados de despejar o abrir la plaza. Una vez que el presidente de ésta les ha dado el permiso y entregado las llaves de la puerta de toriles, van en busca de los toreros que, con mucho garbo y enfundados en sus ajustados, tradicionales y más que vistosos trajes de luces avanzan por el centro de la plaza, en medio del creciente griterío, vítores y aplausos del público presente. En seguida vienen las cuadrillas, que son conocidos como peones o banderilleros, cada torero tiene tres y se colocan en fila detrás de él. A estos les toca colocar tres pares de agudas banderillas en los morros de los Toros, para adornarles, pero también para infligir severas heridas, que lo hacen un ser más empeñado en embestir el capote del torero. 21
A continuación, vienen los picadores, que también se conocen como hulanos, varilargueros o castigadores montados en grandes caballos cubiertos con petos o armadura acolchada la cual los cubre en redondo desde el pecho hasta la grupa para evitar que los reviente algún puntazo, pues anteriormente ocurrían un sin fin de destripamientos. Hoy se sabe que si los caballos no mueren los cosen, rellenan de estopa o aserrín y así son enviados de nuevo al ruedo.
22
23
24
Los caballos de los picadores entran al ruedo con el peto que apenas les permite moverse y con los ojos vendados, en oscuridad total. Los picadores están armados con una larga vara que termina en una aguda punta metálica de apenas 8.4 cm. de largo y 3 de anchura, pero diseñada de tal forma que puede provocar heridas de 20 a 40 cm. de profundidad y 9 de amplitud, con lo cual produce un severo desgarramiento de los tejidos ubicados en la cruz del mismo animal, así como un profuso y muy vistoso sangrado. Son pues los picadores los encargados de ahormar al Toro, de quitarle fuerza, doblegarlo, humillarlo, obligarlo a bajar la cabeza para que embista mejor el capote o la muleta, es decir, dejarlo preparado para la faena. En ese vistoso cortejo aparecen los monosabios que acompañan en todo momento al picador, a quien ayudan a montar y desmontar, -pues la mayoría de ellos padece un sobrepeso que se nota hasta la última grada de la arena-, y mover al bovino con vistosos saltos cuando se está picando al Toro, para que no se quede “pegado” al 25
caballo, de modo que se mueva lo más que sea posible y sea fácilmente herido en los morros. Como parte de este séquito se presentan los areneros, quienes son los encargados de mantener absolutamente plana la superficie de la arena o, dicho en la jerga taurina, adecentar el ruedo entre Toro y Toro. Es imposible que cupiera más gente en la plaza, que está completamente llena, por lo que hay gente hasta la bandera, todos sedientos de dolor y sangre. En la parte final de la columna vienen los mulilleros con dos o tres mulas, muy bien adornadas con cintas de colores, banderines y cascabeles, son los que se encargan de arrastrar al Toro muerto y sacarlo del ruedo para llevarlo al desolladero. Es el paseíllo el hechicero preámbulo al festejo; la corrida de Toros, un momento sublime donde cada uno de los participantes marcha despacio, con calma, pero siempre con gran gallardía, galantería y una masculinidad exaltada, con la cara alzada, especialmente los toreros que son los principales de la fiesta repartiendo sonrisas y saludos alzando la montera en cuyo interior se guarda 26
con sumo respeto la imagen, la sagrada imagen de la Virgen de Guadalupe, que a decir de muchos toreros, siempre está con ellos en cada lance. Como bien se sabe, o se debería saber, la Feria de San Pipirulando, es la feria de México, gran orgullo nacional y se realiza en honor a ese conocido y renombrado santo de los nobles y castísimos siervos del Resucitado, Santo Patrono del Pueblo del mismo nombre, al que cada 29 de febrero se le rinde su misa y su fiesta, -para que las cosechas, la ganadería y todas las labores sean fructíferas durante todo el año-, de modo que el marco de dicha celebración religiosa no puede ser mejor; vestida del más pleno colorido tumultuario, fe y desbordada alegría. La plaza está a punto de estallar por el tremendo y creciente jolgorio al que todos los presentes se aúnan de un modo u otro; ya las botas de buen vino pasean orondas para un lado, para el otro, para arriba, para abajo, no podemos dejar de mencionar que en la plaza, la fiesta brava es del mismo modo una fiesta de sabores, olores y colores pues hay una rica y variada cantidad de botanas, alimentos y golosinas que ya circulan con gran agilidad por toda la gradería, complaciendo todos los gustos y apetitos. 27
La gama de alimentos y bebidas que recorren los tendidos es tan amplia como disímil, ríos de helada cerveza suben y bajan por la gradería, así mismo una gran pluralidad de refrescos bien fríos, por todos los pasillos circulan prestamente los vendedores de papas fritas, cacahuates enchilados o japoneses, nueces de la india, que en realidad son semillas de marañón, (fruta del sureste mexicano pero que casi nadie conoce por su nombre real), pepitas, churritos, los clásicos y deliciosos cueritos con limón, sal y salsa picante al gusto, para los que cuidan la línea; pepinos y jícamas con limón, sal y picante, por allá viene otro vendedor gritando: “las tortas, las tortas calientitas de jamón, pierna, milanesa, con rajas o con chipotles”, se aparece la pizza principalmente hawaiana o de pepperoni, con todo el abundante abanico de salsas, por otro carril pasa el de las empanadas de jamón y queso, papa con chorizo, frijol, rajas o piña, por allá viene el de las sopas instantáneas y chapatas, subiendo por uno de los pasillos viene el de los esquites, que también se conocen como troles o trolelotes con bastante mayonesa, queso, limón y picante en polvo. Paralelamente se intercalan los gritos de los espectadores, los aplausos, las porras y la música de la banda taurina con el pregón de todos los vendedores que de ningún modo desentonan, 28
al contrario, es en ese polifónico arcoíris que se entiende a cabalidad aquella memorable frase: “La fiesta la hacemos todos”, de manera que se conjugan en el circular pentagrama de la arena la gritería del público, la música de la banda, los pregones de los vendedores y los protagonistas en el centro avanzando pausada y galanamente. El desfile de sabores, olores y colores no estaría completo si no llegaran los postres, merengues y otros dulces tradicionales como calabaza, acitrón, chilacayote, muéganos, palanquetas, cocadas, glorias, alegrías de amaranto, obleas, pepitorias, pero allá viene otro pregonero anunciando: helados y paletas, de diferentes sabores; a éstas alturas pasillo abajo vienen los churros rellenos de cajeta, chocolate, mermelada de fresa, “aquí sus algodones de azúcar”, azul para los niños y rosa para la niñas, por allá otro grito, “pásame tres oscuras y bien muertas” esto también es parte indisociable de las tardes de Toros, es tiempo de desplegar el magnífico repertorio de golosinas para complacer todos los gustos. Para nosotros Toros del monte, resulta por lo menos imposible de concebir cómo los padres, -esos que dicen amar con todo su corazón, su alma y mente a sus hijos- les atiborren de toda esa comida chatarra, ya que la gran mayoría de 29
las cosas que allí se venden y se comen con gran apetencia son verdaderos desperdicios que no aportan beneficio alguno al cuerpo y la salud de los comensales; e incluso muchos de esos “alimentos” son tan de pésima calidad que ni siquiera las cucarachas, moscas o ratas los comerían. La vendimia está al tope pues hay muñecos de peluche, toritos, vaquitas, gorras con cuernos, capotitos, muletas y espadas de madera, discos compactos con pasodobles, fotos de toreros y Toros famosos, sombreros tanto texanos y cordobeses, claro para dama y para caballero; para los que están muy arriba aparecen también los binoculares, otro vendedor anuncia: “lleve su bonita camisa, chalecos con motivos taurinos, diferentes tallas” pulseras, bolígrafos, cigarros y los billetes de lotería: “el huerfanito que seguro hoy sale con el premio gordo”. Por si las moscas y como por arte de magia al nomás caer la primera gota llegan las capas de plástico; tampoco faltan los cojines para que aguante la gente toda la corrida, esos los alquilan en la puerta de acceso al coso. Así es el tianguis de la plaza, esta extraordinaria coreografía que ocurre de manera simultánea a todos los otros acontecimientos que le dan sentido vital al festejo. En este momento también se saludan efusi30
vamente los personajes famosos, los encumbrados e importantes de la vida política, allí están los senadores, diputados, presidentes municipales, secretarios de Estado, también grandes empresarios, artistas, deportistas, e inclusive algunos altos prelados del clero católico, todos ellos en la primerísima fila, en sus exclusivas y cómodas localidades.
31
32
33
El paseíllo está en todo lo alto, diríamos se vive un momento de euforia desbordada, con la banda taurina tocando ese cautivador pasodoble “el gato montés”, los gritos, los aplausos, las porras y los pregones de los vendedores de todo tipo de botanas y otros objetos hacen un ininteligible y estruendoso coro, que nos recuerda la historia de la torre de Babel, la tarde es por demás soleadamente agradable, todo parece indicar que la corrida de hoy será inolvidable. Al macho como al torero lo invade la prisa, urgencia y la ingente necesidad de salir al ruedo a agredir, violentar, lastimar, humillar, violar y matar. En cada una de las entradas de la plaza, engalanando la tarde hay jóvenes y hermosas mujeres enfundadas en esos grotescos trajes que las exhiben en “sugestivas” formas, según las exigencias de las empresas para las que laboran; hacen tareas como extensión de los trabajos domésticos, siempre de servicio a los otros, relegadas a entregar los programas, cigarrillos, propaganda de algunas empresas y ¡claro! sonreír tontamente, con afabilidad, portándose condescendientes 34
a las sucias palabras, piropos e insolencias de los machos que asumen tener el derecho de decir y hacer cualquier cosa, incluso algunos, no pocos, les tiran la mano, les dan besos y se toman fotos con ellas. Es por lo menos patético ese título de edecanes al que se degrada a la mujer, al papel de cosa-objeto en este circo de la infamia, pues ellas están siempre muy amables, sonrientes como si conocieran a todos. La mujer es puesta y expuesta como florero, ese grosero objeto decorativo, dispuesta a aceptar todas las groserías, tocamientos, besos, abrazos que los machos al pasar quieran hacerles, pues ellas están allí para eso, para los otros, para servir a los machos, tal como ocurre en millones de hogares, donde la violencia hacia la mujer es una constante. En la plaza de Toros como en la sociedad, las mujeres también están en el último escalón; ellas no pueden ser protagonistas pues según la infinidad de tabúes, prejuicios, mentiras y una abrumadora cauda de absurdos pensamientos emanados de la más insulsa inopia, la mujer no debe entrar a los corrales, ver y mucho menos tocar a los animales, ¡claro! nunca pisar el ruedo eso sería mal fario para la corrida, por ello le toca el burdo papel del objeto ornamental. 35
Todo esto refrenda sin ambigüedades la clarísima estructuración de estos espacios de diversión desde una visión absolutamente machista, en donde la mujer no puede, no debe participar de dichas actividades, pues socialmente se han construido y naturalizado representaciones mentales-culturales desde la tauromaquia donde lo masculino es superior a lo femenino, no solo en términos físicos, sino también morales, teniendo como base la “interpretación” de las diferencias fisiológicas entre hombres y mujeres en las que se le adjudica una natural debilidad y falta de inteligencia, por lo que según esos prejuicios no puede hacer ciertas actividades reservadas solo a la virilidad, valor e inteligencia masculinas. Además, esto lo refuerzan con un más que atrasado pensamiento mágico religioso, en el que a la mujer se la asocia al pecado, pues según el libro sagrado de los cristianos, éste entro al mundo por una mujer, a lo que añaden que es sucia, perversa, mala, desvergonzada, bruja y ave de mal agüero, por lo cual debe estar fuera del ruedo y lejos, tanto de los toreros como de las cuadrillas y el ganado para evitar que su sola presencia propicie infortunios. De súbito en el graderío se escuchan las intransigentes voces de la ignorancia, los arrogan36
tes, fanfarrones diciendo a voz en cuello: “un saludo para los que le van al América”, a lo que inmediatamente responde la plebe con las consabidas mentadas de madre, así como todo tipo de gritos, berridos, silbidos y una gran alharaca de vulgaridades.
37
38
El primer tercio
Arte de Álvaro Sánchez (Guatemala)
Los tres aristocráticos toreros saludan con reverencias, sendas sonrisas y otros gestos de urbanidad y respeto al Juez de la Plaza, quien es la suprema autoridad, entre la creciente y festiva algarabía del público, cuando de pronto un viento helado, un soplo como de crudo y bru39
tal invierno se hace presente, recorre el circular espacio, se apropia de todos los presentes que, horrorizados, ven como de la puerta de toriles aparecen tres hermosos e imponentes astados; sí, tres descomunales Toros que al hacer su aparición en el ruedo, se detienen un brevísimo y efímero instante, cual saludando a todos en la plaza, mirando fijamente a los tres toreros, como aguardando la cita, el llamado con aquel grito lleno de soberbia, esperando ese: ¡aja toro!, ¡aja toro!, ¡aja toro!, pero aquellos valientes en este momento son tan minúsculos e insignificantes como cualquier otro grano de arena, de ese anfiteatro del sacrificio Por un fugaz instante pareció que podría haber un mano a mano, tres toreros muy gallardos, esos de los denominados primer espada y frente a ellos tres bellísimos Toros, pero no, eso fue solo una ilógica ilusión, pues los toreros eran un pequeñísimo y sucio titerillo, eran apenas un impúdico adefesio del crimen, de ningún modo tenían la estatura, la talla para una épica batalla, pues ahora se veían claramente las ficciones que en torno a esos personajillos se han construido con la pluma calumniosa de los mercenarios del periodismo.
40
Acto seguido los Toros se paran en sus cuartos traseros, pero esta vez sus patas no han sido sometidas a la tortura de ponerles ácido, aguarrás y otras agresivas sustancias que les ocasionan un ardor que les impide quedarse quietos, un malestar, un fuego permanente, hoy no, de modo que levantando sus patas delanteras, las mueven de tal manera que semejan un arma en disposición de feroz ataque; en este justo instante la plaza toda ha enmudecido, lo que apenas hacia una transitoria fracción de segundo parecía un bulliciosa romería, ha quedado en un mutismo sepulcral en el que se escucha con total claridad el silbido de esa brisa glaciar, acompañada por un ensordecedor mugido de los tres descomunales ejemplares al unísono. Pero este bramido no es, como en otras miles de ocasiones, el grito de dolor y de miedo que emitieron tantos y tantos Toros torturados en esta fiesta del horror y del martirio al que fueron sometidos para la diversión, el gozo y el placer de estos otros obscenos animales que se divierten lastimando, escarneciendo y ultrajando a otros entes vivos, ¡no!, esta vez parecen lanzar un grito de guerra, un salvaje grito de rebeldía, un grito de libertad; nadie en la plaza da crédito a lo que escucha y ve, esto es algo más que inédito, tres ciclópeos Toros parados en sus patas pos41
teriores al final del circense y bufo cortejo que estaba a punto de concluir, el llamado paseíllo, es como si ellos se sumaran de súbito a ese riguroso ritual y entonces reclamaran su parte, su lugar en este desfile. Desde el momento en que aparecieron los tres Toros e hicieron ese atronador bufido, cual presagio anuncio de algo oscuro por venir, -o acaso como un saludo diciendo: ¡eh!, qué bueno que están todos aquí, solo faltábamos nosotros, los principales de la fiesta- parecía detenerse el transcurrir del tiempo, pero no, el miedo que paralizó a todo el mundo ahora los hacía sentir que era una infinitud, cuando en realidad apenas habían sido unos cuantos segundos, que bastaron para sembrar el pánico en todos, absolutamente en todos los que en esa tarde allí se encuentran celebrando la fiesta de San Pipirulando, la fiesta brava a San Pipirulando de los beatos, castos y muy nobles creyentes, que están petrificados por un miedo insólito nunca antes experimentado. El balar de los Toros es también un abierto y claro grito que dice en un lenguaje universal, en un idioma por todos comprendido a cabalidad: así reunidos a todos ustedes bárbaros, desalmados, así los queríamos agarrar, juntos, jubilosos, en plena orgía, babeantes de sangre, celebrando 42
la muerte de seres inermes, ¡ahora sí! veamos qué tan valientes son para enfrentar a estos que aún estamos enteros, que no hemos sido sometidos a crueles y degradantes tormentos. ¿Cómo qué cuáles tormentos? ¡Pero qué descaro! Va un breve recordatorio. Primero un largo viaje en una jaula sumamente incomoda con la cabeza torcida permanentemente, sin poder recostarse un solo instante, más el persistente movimiento con el que nos vamos golpeando contra las tablas del vehículo, sin luz, sin agua, sin alimento, una crujía en donde apenas se puede respirar un aire putrefacto pues nuestras heces y orina lo hacen insoportable. En cuanto llegamos a la plaza, empiezan los “preparativos”, porque no entras al ruedo para la faena así como llegaste del rancho ganadero, ¡nada de eso!, hay unos preliminares minuciosamente planificados para que estemos en las condiciones ideales para una magnífica faena. Cuando al fin nos proporcionan agua, es con sulfato de sosa, sulfato de magnesio, o sal de epson, solución de la cual podemos llegar a beber hasta 4 o 5 litros, es una cantidad enorme, lo cual 43
evidentemente nos provoca diarreas más que abundantes, si se fijan normalmente el Toro que entra a la arena va todo cagado e incluso durante la corrida normalmente se surra en innumeras ocasiones, gracias a sus purgantes. Esos aprestos asimismo incluyen que nos pongan a cargar pesados sacos de arena en el cuello, a la vez que nos golpean constantemente la frente y los cuernos para que, buscando defendernos de tan tramposo ataque, se nos desgarren los músculos, de modo que a la hora de embestir tengamos tan lastimado el cuello que apenas podamos moverlo, por lo que difícilmente podríamos lastimar al pusilánime agresor. En el minucioso proceso preparativo nos “afeitan” los cuernos, para que de ninguna manera podamos lastimar al marrullero atacante, lo cual provoca severos dolores, pues hasta los Toros sabemos que ellos tocan terminales nerviosas, de modo que nos causan una hipersensibilidad y además como ya dijimos nos golpean repetidamente en ellos. Como parte de ese vía crucis, al que nos someten los verdugos, nos golpean los testículos con un garrote, luego los pinchan con alfileres, ya se podrán imaginar los dolores que ello produce. 44
Es bueno que sepan que por lo menos cuarenta y ocho horas antes del “festejo” no nos dejan dormir, ya no digamos soñar, pues no dejan de someternos a un aterrador, constante y ensordecedor ruido, unas veces música, -¡si!, de esa para borrachos, machos e ignorantes- otras, golpes en la puerta, insultos y una cauda de crueldades en ese calabozo de total oscuridad. Aunado a lo anterior, para afectarnos severamente la visión, antes de salir al ruedo nos ponen vick vaporup, grasa para autos, así como spray del que usan las fuerzas del orden público, ¡si!, gas pimienta, además de repetidos y abundantes golpes, lo cual nos estimula exageradas conjuntivitis, e inflamación aguda del globo ocular y un sin fin de dolencias. La preparación no estaría completa sin el ardid del uso indiscriminado de diversas drogas como el compelen que es un derivado de la fenotiazina un poderoso sedante; claro, son muy creativos para su aplicación, por ejemplo en la parte encordelada de la puya le ponen generosamente vaselina, ¡miren que detalle!, mezclada con inmolion, ¡que amables! ¿No? También se emplea una solución con base de cannabidiol extraída de la marihuana, se usa la 45
fenilbutazona, para enmascarar dolores, cojeras y diversas lesiones. Todos estos fármacos además de doparnos, nos producen sangrados internos, irritación gastrointestinal, úlceras y discrasias sanguíneas. Sí, estamos hablando de drogas sin control aplicadas al gusto por los maquiavélicos atormentadores, esos herederos directos de la inquisición que en otros tiempos no muy remotos padeció la humanidad, pues la tauromaquia es continuidad del santo oficio. Sépanlo bien ustedes los rabiosos, vasallos desalmados, aplaudidores de la tortura que nos infligen; si nos ven vacilantes, torpes, con caídas inexplicables, desconcertados, aterrorizados, debilitados, encandilados, sin sentido del equilibrio, cagados, agonizantes, así como con diversos trastornos mentales que nos impiden entender lo que está ocurriendo, con comportamientos que de ninguna manera se pueden explicar por el normal agotamiento, a causa de lo que nos han hecho, aquí tienen unos cuantos elementos del muy sanguinario rosario de atrocidades que con increíble frialdad nos hacen, para que comprendan -si es que pueden- las razones de dichos comportamientos. 46
Este horripilante cuadro de dolores inenarrables, de angustias, terror, soledad e indefensión, lo denunciamos para que se conozca la meticulosa y siniestra preparación a que han sido sometidos millones de Toros, seres vivos, para la diversión de los asistentes a la gran fiesta brava, ese “magnífico” espectáculo de la indescriptible decadencia e inmoralidad de una sociedad decrépita, rancia, rencorosa e hipócrita, pues tener placer por el sufrimiento de un ser vivo y al mismo tiempo dar gracias a dios por ello, es algo absolutamente incoherente e indigno. En esas condiciones ya se podrán imaginar lo que significa llegar a un entorno de total agresividad completamente desconocido, donde miles de fanáticos enardecidos e iracundos piden nuestra sangre para deleite de sus más bajas, abyectas y degradantes pasiones. Sí, esa es la perversa “preparación” que le que hacen a nuestros hermanos, para luego ya medio muertos hacerles la ¡gran faena!, ¡qué risa!, a un ser tan lastimado se le puede hacer cualquier cosa; claro, en esas aberrantes condiciones el torero, pequeñísimo verdugo, puede lucir sus mejores lances, triunfar en esas grandes plazas de la ignominia y el terror para disfrute y regocijo de unos seres miserables, ignorantes, envilecidos, 47
peor que enfermos mentales, pues un ser que padece trastornos cerebrales no maquinaria ni llevaría a cabo semejante acto de tal repugnancia. Es de toda verdad dejar que hablen los amantes del Toro, pues en incontables ocasiones les hemos escuchado decir socarronamente: “que los toreros, empresarios taurinos, periodistas y el público amamos al Toro, a los Toros, los admiramos, respetamos, por ser un animal de nobleza extraordinaria”. Pues vaya concepto que tiene toda esa gentuza del cariño, del amor, la admiración y del respeto, seguramente por eso vemos con azoro y vergüenza como el maltrato, desprecio, discriminación, marginación, violencia y la injusticia se practican con gran naturalidad en esta putrefacta sociedad y en no pocas ocasiones hemos oído la burda justificación sobre el ejercicio de la violencia por “el bien” de las o los martirizados, vaya una burda, lépera y prosaica manera de mostrar sus más nobles afectos. En esta tembleque hora se hizo el brindis de esta otra faena, esto que no era la tradicional sacrificialidad de seres inocentes, ellos puestos en lo alto de sus patas traseras hacen tremendo ofrecimiento por la vida, por la dignidad animal, al rebelarse a los torturadores y su babeante sequito de degenerados bandoleros. 48
De pronto los tres Toros al unísono embisten con la fuerza de un huracán, un terremoto y un tsunami a todos y cada uno de los que un minuto antes con gran elegancia, glamour, donaire y esa macha, arrogante y ridícula masculinidad hacían el anacrónico ritual del paseíllo, todos esos que antes parecían tan galanes, templados, exquisitos y valientes se desfiguraron, sus recias figuras ahora son un guiñapo, en la medida que los tres bravos ejemplares arremeten contra todos los bufones de la arena, se van empequeñeciendo. En esos fugaces instantes desde que los Toros hicieron su huracanada aparición en el ruedo, los toreritos supieron muy bien que en esta fecha no habría trapo que valiera para engañar al animal, pues desde ese minuto por vez primera se vieron directamente a los ojos, dado que no habían sido lastimados tampoco en su visión como en todas las anteriores corridas, así que ahora los minúsculos matadorcitos hubiesen querido meterse bajo el trapo y por un extraño sortilegio desvanecerse, desaparecer. Los primeros en ser arrollados con fuerza descomunal fueron los dos mulilleros que en infinidad de ocasiones arrastraron a Toros que supuestamente ya habían muerto, pero que aún sufrían, pues pese a todos los dardos clavados en sus 49
cuerpos, sobre todos los martirios y violencias a que eran sometidos, aún tenían vida; ellos lo tenían muy claro, ya que a nivel de la arena, podían escuchar como trataban de jalar aire, como trabajosamente se quejaban, como les escurrían las lágrimas, verdadera lava ardiente; ellos, los mulilleros, sabían bien a bien, que llevan a un ser gravemente herido, pero aún con vida. Esos antes omnipotentes toreros que llenos de altanería se imponían con trucos y violencia desmedida a los vacunos, ahora eran unos mínimos seres, dicho en su coloquial machismo eran unos castrados repugnantes que no hacían lo mínimo por mantener siquiera un instante la pose, la burlona y grotesca pose de los mandones que se creían todo poderosos y hoy que tienen la gran oportunidad de coger al Toro por los cuernos, sencillamente palidecen, tomando el verdadero color de su ser la pusilanimidad. En el arrastre tampoco escatimaban acciones para lastimar más a estos seres, al ponerle esos grilletes en sus laceradas patas jalándolos con bestial crueldad, pasando sobre ellos como se pasa por encima de un papel sucio, hoyando sus atormentados cuerpos; ahora es distinto, ellos los salvajes mulilleros son desaparecidos del festejo en un santiamén. 50
En esta tarde de imprevisto no hay más el tradicional sol y sombra, todo ha sido ganado por la sombra, la más brutal, lúgubre y arrasadora de todas las sombras, apagando hasta el más leve resquicio de luminiscencia, a tal punto que los llamados trajes de luces de los carniceros se ven opacos, grises, eclipsados sin destello alguno. Simultáneamente los caballos de los alguacilillos dan un reparo de magnitudes hasta ahora desconocidas botando a esos dos payasos ridículos, grotesca caricatura de los pútridos vestigios de un país aún colonizado al seguir practicando y vistiendo las ropas de los “civilizadores-evangelizadores”, que por cierto son esencia y parte indisociable de las repugnantes supercherías que en esa invasión nos impusieron, entre otras infectas costumbres o tradiciones la inhumana y roñosa “fiesta brava”. Sí, la tauromaquia, que en definitiva es una de las más elocuentes ilustraciones de las aberrantes contradicciones practicadas por quienes profesan una fe muerta, por la bestial carga de religiosidad y violencia, de violencia y religiosidad contra el inocente, contra el débil e indefenso. Pero hoy salieron volando por los aires y como en cámara lenta cayeron ambos de cabeza, uno desnucándose sin remedio, en la primera fila donde los encumbrados lo vieron desbaratarse; el otro despatillado y preso de pavor 51
en vano trato de levantarse cuando ese caballo que hasta apenas unos instantes era su esclavo, le asestó tremenda patada a medio pecho haciéndole volver la comida, el vino y otros desperdicios como son el hígado, intestinos y demás vísceras. Esos toreritos intolerantes que majamente se habían puesto el mundo por montera, irreflexivos, e inconscientes, se dan cabal cuenta que hoy sí han pinchado en puro hueso, ¡en el fortísimo hueso de la digna rebeldía animal! Como sabemos en la fiesta a San Pipirulando, santo patrono de ese Pueblo, se le ofrendan diversos actos y eventos, seguro piensan que sin duda le gustan todos esos absurdos e impíos episodios y programas, eso no se puede obviar pues es el sentido primigenio de semejante festejo. Esos hermosos caballos al verse libres también parecía que lanzaban un escalofriante relincho; algún aturdido, de esos profanos religiosos hipócritas que comen santos y cagan diablos entre dientes farfulló: “es el aullido del diablo” agregando timoratamente: “ese es el caballo del diablo, que ésta tarde se ha aparecido en la arena”, pero en realidad son los corceles de la rebeldía, que rápidamente corrieron a encontrarse con los caballos de los picadores que ya para entonces 52
apenas podían controlarlos. Al llegar, a mordidas les quitaron primero la venda de los ojos, en seguida con fuertes dentelladas les arrancaron las amarras de los petos; al sentirse liberados ambos caballos hicieron unos pequeños pero firmes movimientos y los dos redondos, pestíferos picadores rodaron por el piso, ya sin nada que les estorbara los caballos se lanzaron ferozmente sobre ellos; al más obeso de una sola coz, es decir solo con ponerle el casco delantero le borró ese rollizo y repugnante rostro del miedo, el otro tuvo mejor suerte, puesto que ese caballo tenía una enorme herida, debía ser ya vieja pero nunca sanada, pues se veía podrida, ennegrecida, le supuraba un líquido sanguinolento y pestilente, pero el hecho de saberse en libertad le dió fuerza y con sus patas traseras propinó fortísima patada que estampó contra uno de los burladeros al otro picador quien se desvaneció boqueando tal vez sus últimos alientos.
53
54
55
No hay manera de decir que los Toros somos creyentes, al menos no en el sentido de los seres humanos, pero para nosotros queda una pregunta clavada como una tremenda espada en los morros, ¿cómo se puede explicar desde la fe, desde esa profunda religiosidad, que se enaltezca, acompañe y bendiga la tortura, la humillación y la desalmada matanza de Toros? Esos caballos de los picadores hicieron la grotesca mueca que semeja un relincho y que todos entienden a la perfección, pues se sabe que les cortan las cuerdas vocales para que no se escuchen sus gritos de dolor, de miedo y angustia. Mientras esto sucedía, los Toros ya habían pasado como un huracán sobre las tres cuadrillas de peones o vasallos que se quedaron petrificados y no pudieron siquiera correr un poco o por lo menos intentar huir, todos quedaron tirados, alguno de ellos sin cabeza en medio de la amarillenta arena que ya tomaba su habitual cuota de sangre, solo que ahora era la sangre de los atormentadores y soeces sicarios. 56
Al igual que el torero el macho ataca a la Mujer sin razón alguna, porque como el torero piensa que el toro esta allí para ser atacado, el macho también piensa que la mujer está allí para ser violentada. Entonces se develan esos falsarios preceptos llevados al absurdo como son la ritualidad, arte, fe, amor, talento, trabajo, como herencia cultural y otros bodrios a los que se evoca a cada momento en la Plaza de Toros, todo toma sentido y se encuentra en las apestadas entrañas de esta bestialidad de llamar Plaza de Toros, a este antro, aderezado con el nombre de ¡San Pipirulando!. No es casual que no se le llame por su nombre verdadero: plaza del sacrificio e inmolación, lo que sin lugar a dudas nos recuerda la fiereza, la criminal rapacidad con la que impusieron la evangelización a los pobladores de ésta tierra, solo así se puede entender que un lugar de tamaños crímenes, de tan horrendos tormentos tenga nombre de santo, porque también monumentalmente grandes fueron los crímenes que hicieron los que con espada, cruz y el doble filo de la mentira ejecutaron la cruzada de la evangelización – civilizatoria. A diferencia de tantas otras tardes en que ante animales brutalizados, los torerillos bus57
caban afanosamente estar lo más cerca posible del Toro, para entrar en corto y por derecho a sacrificar vilmente a su víctima, mostrando su extraordinario valor, su técnica depurada, su experiencia y otras patrañas, en esta ocasión era lo que menos les apetecía, de tal suerte que a toda costa hacían hasta lo imposible por alejarse, lo que a todas luces, -por cierto las apagadas luces de sus ridículos trajes-, era poco menos que irreal. Los caballos una vez liberados, tanto los de los alguacilillos, como los de picadores, se dividieron en dos equipos; uno repartiendo patadas a todo lo que se moviera en el ruedo y el otro fue a liberar a las mulas de su pesada y fúnebre cárcel, que ya daban coces a diestra y siniestra para liberarse de ese pesado y oprobioso fardo; les desprendieron esa deshonrosa arrastradera con la que se llevaban a los Toros brutalmente ultimados en la arena. Ellas, las mulitas sabían del indecible dolor de esas víctimas del martirio más insensato en nombre de la diversión, pues la mayoría de los animales que por años arrastraron no estaban aún muertos, sus lastimeros gemidos denunciaban el dolor que estaban sufriendo en esa infinita agonía en la que por piedad pedían morir, sólo morir.
58
Nunca a lo largo de la macabra y deplorable fiesta brava los Toros han sido tan ciertos, verdaderos y reales como en ésta lluviosa tarde, porque estos no han sido ultrajados, maltratados y disminuidos como millones de sus congéneres, de modo que ahora los toreros debían ponerse en sintonía de enfrentar de igual a igual a seres enteros; pero eso no es posible, pues sabemos bien a bien que el torero es un matón artero y traidor. En tanto, los dos caballos de los alguacilillos, esos rufianes y caricaturescos personajes, se dedican a patear, a rematar a todo lo que por el ruedo se mueve o hace el más mínimo esfuerzo por librarse. Aunque teóricamente todos los participantes de la corrida están más que preparados para atajar las embestidas, cuando alguno de dichos participantes está en riesgo, en ésta tarde verdaderamente de Toros, nadie, absolutamente nadie de todos esos faroleros tuvo el mínimo valor de entrar al quite para tratar de echar un capote, para salvaguardar la vida del otro, con lo que se muestra claramente la calaña de la gentuza vil, abusiva, desleal, que solo en condiciones de ventaja puede o quiere ayudar a otro, pero nunca si es su propio pellejo el que se va a poner en riesgo. 59
Paralelamente, las dos mulillas liberadas y los dos caballos de los picadores entraron en recio y decidido tropel, por la puerta de toriles, en dirección a los chiqueros, patios o corrales donde están los demás Toros, caballos y mulitas encarcelados que ya se han amotinado, con un enorme escándalo, -una verdadera gritería de relinchos, bramidos, roznidos y los chillidos de la mula que son similares al tono de un burro entremezclados con los característicos relinches del caballo, así como otros llantos, gemidos y cantos de libertad-, a la vez que patean con gran ímpetu las puertas de esos lúgubres calabozos. Las burlas al Toro no tienen freno pues todo está permitido para humillar a ese ser sin maldad, por ejemplo: si el torero ha maltratado tanto al burel y no logra asesinarlo, algún bruto grita: ¡llévalo al imss!, a lo que la turba resopla, silva, insulta. Pero en esta ocasión otros eran los que requerían y con suma urgencia, los servicios médicos. En un momento llegaron sus Compañeros ya liberados e iniciaron el ataque contra las puertas principales de esos encierros, derribándolas en segundos, de modo que todos los Toros, Caballos y Mulas prisioneros quedaron sueltos. 60
Y vino el diluvio, las sombras de tormenta aparecieron en un cielo que hasta hacía unos instantes por ningún lado tenía signo de nubes siquiera, pero de repente todo, extremistamente todo cambio; de ese multicolor arcoíris de luces y alegría desbordada a un gris más que sombrío; el cielo empezó a llorar de un modo que por estas áridas tierra nunca se le había visto así, fue como si de golpe y porrazo soltara el llanto por el dolor acumulado de tantos y tantos sacrificios sin sentido. Caen entonces las lágrimas, la baba, los mocos del cielo o los santos que lo habitan, con tremendos truenos cuyos rayos caen amargos y fatales sin que los antes eufóricos asistentes a la plaza atinen a saber qué es lo que ocurre, tal vez, sólo tal vez ahora dios, los santos, ángeles, arcángeles y todos los que en las alturas viven se dolieron de tan desmesurada e impúdica amargura. ¿No son todos creaturas de dios, del supremo creador?. Una vez rescatados todos estos animales, corrieron de vuelta al circular y nauseabundo infierno, entrando por todas las puertas a la gradería donde los instigadores de la tortura y de la 61
muerte aún no salían de su asombro, mismo que se acrecentó al darse cuenta que un comando de valientes animales había salido de la penitenciaría y ahora se tomaba por asalto todas las gradas de la plaza. En los tendidos algo verdaderamente insólito ocurrió cuando aparecieron todos esos hermosos y muy bravos animales que a leguas se podía ver que eran un torbellino, una terrible tempestad; cuando uno de esos aficionados, tal vez un villamelon, que sin entender lo que venía en camino grito a pecho abierto repetida y estúpidamente “¡Al Toro! ¡Al Toro! ¡Al Toro!”. Mientras tanto los tres Toros, frente a los tres toreros, estaban en la aguda hora de saber quién de verdad es valiente, ya habían clavado en ellos sus hermosísimos ojos brillando como un sol, pues a estos no les habían untado vaselina, vick vaporrup, aceite quemado o alguna otra sustancia que les irritara y les nublara parcial o totalmente la vista; no, estos animales veían muy claramente a los perpetradores del tormento y de la mas tortuosa e infame muerte, percibían con toda claridad cómo quienes habitaban esos trajes de luces querían escapar de la escena, desaparecer, fugarse, no estar allí. 62
Al menos dos de los mal llamados bravos, esos decididos machos, que ante seres lastimados, torturados, golpeados en todo el cuerpo son muy briosos, aparecieron como lo que realmente son: entelequias apocadas y llenas de pavor, ni siquiera hicieron el gesto de minúsculos emperadores, mandones, dominantes con los que comúnmente, emplazaban a los Toros indefensos, esta vez no, no hubo ni verónicas, ni pases de pecho, ni un hermosísimo recibimiento a porta gayola, para que todo el público se pusiera de pie reventando en frenéticos gritos y aplausos. En esta muy infausta tarde para los lidiadorcillos y su séquito de esbirros cuanto les gustaría que alguien les echará un capote, aunque fuera un inservible hilacho para tratar de escapar de las afiladas cornamentas que los tenían mas que bien cuadrados; pero también con urgencia la fanaticada demanda un capote, tal vez del tamaño del cielo, aunque ahora los habitantes del inframundo parecían celebrar esta noble insubordinación animal. Dos asustadizos toreros intentaron tímidamente correr, pero fue en vano, pues ya los astados los tenían bien medidos; a uno de ellos lo alcanzo un de hermoso cornigacho de impecable color zaino, tan oscuro como la misma noche y 63
mas sombrío que su suerte, se abalanzó contra él poniendo su robusta frente justo en el pecho, eso fue un golpe seco que lo mando de espaldas contra uno de los burladeros, si, uno de esos huecos a los que miedosamente acuden toreros, rehileteros y otros bufones; el golpeado torero intentaba ponerse trabajosamente en pie, pues el impacto además de haberle sacado todo el aire, los miados, miedos y quién sabe qué otras excreciones, le quebró por lo menos cinco costillas, alguna o algunas de las cuales sin duda le perforaron los órganos vitales y la piel, pues la chaquetilla y los pantalones o taleguilla ya estaban manchados de sangre y la esencia de su ser que es la mierda misma, solo que esta vez no era la de sus víctimas sino la propia y vital sangre suya, que como un río inexorable se le escapaba sin remedio. Apenas se había medio incorporado y ya el Toro iba de nueva cuenta a embestirlo, solo que ahora no por el llamado burlón del torero, diciéndole: ¡aja toro!, ¡aja toro!, mostrándole altivamente el capote, sino por cuenta propia, un animal entero sin una sola herida, sin nada que lo hubiera lastimado, así que allí venia ese colosal huracán, que al estar a dos o tres metros se levantó sobre sus patas traseras para tomar más impulso, tomando de frente al torero, cuyos ojos apenas podían creer lo que estaban no solo pre64
senciando sino viviendo, mejor dicho muriendo, pues el animal lo golpeo con una fuerza milenaria a medio pecho rematándolo contra las tablas del burladero que se cimbró de tal modo que por todo el coso taurino se escucho el estruendoso y mortal estacazo.
65
66
67
68
Dicen los insolentes defensores del holocausto que la corrida de Toros es una batalla, ¡nada mas quimérico!, el torero lleva todas las ventajas; conoce el terreno, se ha entrenado en el arte de asesinar, -si eso se puede llamar arte-, conoce perfectamente a su oponente que no es tal, va acompañado de una pandilla de facinerosos, el público, esa horda de vagos y juerguistas, ésta a su favor, va armado, bien alimentado, descansado, e incluso dicen que hasta dios, la virgen y los santos lo protegen, lo cuidan, acompañan y bendicen, al contrario del Toro que va en la total ignorancia, no tiene idea quién y por qué lo ataca ese payaso, con todo en contra pues ha sido brutalmente torturado con una saña descomunal; mal alimentado, mal dormido, drogado, inerme, no tiene ni la más remota idea de lo que allí ocurre y lo único que infructuosamente busca es escapar de ese infierno. Así que llamar eufemísticamente batalla o siquiera escaramuza a semejante monstruosidad, además de absurdo, es una gran engañifa bajo la cual encubren los más soeces y aberrantes actos de desprecio por la vida, por lo cual podemos decir que eso es una alevosa e inmunda emboscada. 69
Ante tan aterradora puesta en escena no posible dejar de inquirir, de preguntar, ¿cómo los miles de fanáticos creyentes que tan fervorosamente se santiguan, rezan, prenden veladoras, hacen peregrinaciones, celebran fiestas patronales, realizan todos los sacramentos y veneran a santos, vírgenes y a dios, pueden ver y aplaudir las más apocalípticas e infames inmolaciones? Ciertamente esos espadillas estaban tan asustados que parecían querer cortarse la coleta de un solo tajo y dejar lo que llamaban profesión, tradición, arte o cultura de la tauromaquia, para salir despavoridos de las tablas, ese gran féretro que es la plaza, dando la espalda al orgullo torero y toda la basura que es esa presunción de matones. El segundo torero —el más veterano, que no el más viejo, marcha del lado derecho por ser el que más corridas tiene en su haber, es decir, el que más Toros ha castigado, lacerado y matado—, bruscamente inicio una corta pero veloz carrera, ya que la distancia que lo separa de las tablas del ruedo es realmente pequeña, salió como un bólido, casi al llegar a dicha barrera pegó un tremendo salto por los aires, justo en ese momento llegaron a su mente un sin número de imágenes de Toros que parecían volar por el 70
viento, contradiciendo toda lógica, esos pesados animales de más de 473 kilos y con una estructura física que en absoluto respondía a las características de un gran saltador, mucho menos de una altura semejante al 1.65 metros o más, que es el promedio de las barreras que circundan la arena. Sin duda recordó la gran cantidad de estúpidos comentarios de los “especialistas” del espectáculo, diciendo cosas tan imbéciles como que el Toro salta por su bravura, temple, estirpe de animal de lidia y otras reverendas barrabasadas. A lo macho, a lo verdaderamente macho, que quiere decir a lo cobarde, traidor, exhibicionista, en innúmeras ocasiones vimos a los toreritos mostrar a la turba su parte sexual en disposición de ataque, de “valor” inaudito, su poder y arrogancia, es decir se embraguetaron; pero en esta que de verdad es una ocasión de oro para mostrar su real tamaño torero ante un ser en condiciones de pelea, quedó sumamente claro que no tenían ni mas ni menos machos, u órgano sexual que cualquier otro machito insignificante, e incluso tal vez hasta lo perdieron en el vello púbico a causa del pavor que los acorraló, pues sabían muy bien que no librarían ésta faena.
71
Por cierto, los comentaristas taurinos, esos aduladores de la delincuencia, tortura y el bandolerismo sin fin, ahora no decían nada sobre el duende, el talento, la magia divina que tenían y mostraban los astados. A contrapelo de lo que afirman los versados el Toro no siente un estímulo para luchar cuando es herido y atacado brutalmente, en realidad nunca ataca, sino que quiere huir de esa agresión que está sufriendo, decir lo contrario es una infame e insostenible falsedad. Así que justo al momento de saltar fue literalmente cogido por el Toro, otro bellísimo ejemplar colorado astilargo que como fuego iracundo le cerceno, el orgullo de macho, los testículos y el pene, lo que para la mayoría de los machitos cobardes es asociado a la virilidad, fuerza, hombría y otras tonterías, al mismo tiempo lo jaló de tal modo que lo trajo de nueva cuenta al ruedo, él que tal vez ya se veía a salvo, ahora es en el asta del animal un jirón al aire. En ese momento supo que los Toros que saltaban la barrera lo hacían porque estaban totalmente aterrorizados, pues era como llegar inesperadamente al averno y ante el fuego abrasador querían escapar a toda costa; así supo que esas espectaculares maniobras eran producto del infame y terrible castigo a que eran sometidos los Toros y que en su desesperación desafiaban las leyes de la física, la gravedad 72
era borrada por el pavor y el sentido común, levantando su enorme peso más allá de lo creíble, eso ahora lo sabía en carne propia cuando para escapar voló por los aires, pero como la mayoría de los sacrificados, tampoco logró escabullirse. Ensartado en el justiciero cuerno giraba como un pequeño y mugriento trapo, mientras en su semblante se dibujaba el verdadero rostro del miedo, la impotencia y el terror ante la ya cercana muerte y eso que solo recibió un puyazo, ¿de qué tamaño será el sufrimiento de los que reciben un castigo muchísimas veces mayor que una buena cogida?. Broncamente el Toro volteó la cabeza con fuerza desmesurada hacia un costado suyo, sacando de un solo envión por los aires a este despojo humano, que ya exánime y arrojando un grueso chorro de sangre revuelta con caca, se vaciaba de todo halito de vida. A diferencia de otras fatídicas tardes, corridas, faenas en las que el público enaltece a la ira, el suplicio, la afrenta y el asesinato extasiado por la sangre, endiosando al pérfido y cobarde sicario, en esta ocasión no se oyó el atronador griterío de la plebe alimentando el odio del agresor vociferando: ¡torero! ¡torero! ¡torero! 73
No se puede pasar de soslayo que por sobre todos los gritos, berridos, rebuznos y otros onomatopéyicos sonidos está el ¡ole! ¡ole!,¡ole!, que es el chillido de ataque que azuza al torero a ser en cada movimiento, en cada capotazo más cruel, más sanguinario y despiadado, eso le sube la adrenalina al máximo, por lo que derrama con sumo placer y encono la sangre de la víctima como tributo a sus secuaces, los celebrantes de semejantes tropelías. De la nada, de las mismas garras de la muerte ese asqueroso y regordete picador, ese aprovechado lancero pareció resucitar levantándose vacilante y trabajosamente a causa del tremendo impacto que le reventó el prominente abdomen; esa repugnante y gran barriga de la que salían todos los intestinos, en una figura que recuerda cómo muchos caballos heridos así andan con las tripas de fuera, pero nadie se da cuenta pues el peto, más que para protegerlos es para ocultar las terribles heridas que sufren en cada corrida; pero que ironía este picador está recibiendo una sopita y bien caliente de su propia brutalidad. Simultáneamente a lo que ocurría en el ruedo, inesperadamente la multitud aún sorprendida y muda, se vio aterrorizada pues en el graderío se aparecieron nueve hermosos astados, 74
ninguno de los cuales tenía divisa, que es uno de los signos de la ofensa, dado que los marcan para saber su procedencia, la ganadería y otras minucias de la fiesta del martirio; los cuales están enteros, íntegros, perfectos Toros en libertad, que ya han penetrado por todos los accesos. Como seres vivos, los Toros comprendemos que en realidad los asistentes a la fiesta brava, como también equivocadamente se le denomina, no están felices, en verdad están desahuciados moralmente, vacíos, tristes, enajenados, abrumados, viven hastiados de su vida miserable, de pervivir en condiciones de perenne indignidad, recibiendo y dando limosnas, migajas, las sobras de todo, pues ¿en qué cabeza cabe que se puede estar alegre por martirizar de semejante manera a un ser vivo, o como ellos mismos le llaman a una criatura de dios?. En paralelo a los acontecimientos que se desarrollan en todo el matadero, el tercer torero lo más que pudo hacer fue miarse, retroceder unos minúsculos e indecisos pasos, por lo que el espléndido Toro jabonero, con una formidable cornamenta astisucia lo embiste con gran fuerza, pero con una delicadeza de pintor sobre el lienzo y por milímetros el torero parece escapar, pero el afilado cuerno como un estilete es encajado 75
en la orilla de la taleguilla y lo corre con gran suavidad, casi como si fuera una delicada caricia, casi una suave pincelada desde la altura de la pantorrilla, pasando por la pierna, nalga, espalda y para salir finalmente en el cuello; milagrosamente solo deja como huella una finísima línea, sin mayores consecuencias en la piel del asustado torero, como -si San Pipirulando lo hubiese protegido-, solo le rasgó el traje de luces en un corte perfecto, dejando en harapos, en total desnudez al diestro, que tiembla de miedo. El Toro sin prisa busca de nuevo al torero, lo rodea, lo engaña con arremeter de nueva cuenta, pero paciente espera la prepotente cita; en ese intersticio de tiempo el torero comprende en carne propia la agonía de los Toros que humilló, maltrató, sacrificó burlándose de ellos; el burel insiste, busca afanosamente la llamada con la muleta, pero ni siquiera se ha dispuesto a realizarle uno de sus muy ovacionados pases de pecho, esos largos y elegantes naturales no existen, es solo el verdadero rostro del horror: El Toro lo tiene a modo, bien cuadrado y se dispone a embestir con toda su letal fuerza, pero el bravo, valiente, gallardo, macho y muy osado torero simplemente se desploma, cae fulminado por un infarto, ni siquiera fue tocado por este bello astado. 76
La aparición de los ahora liberados animales se dio entre grandes y estruendosos bramidos y relinchos, al tiempo que el cielo continúa rompiendo en colosales relámpagos y truenos en un orden que ya anuncia un barrido completo de toda la afición, que justo en ese momento rompe su silencio, aquel sobrenatural mutismo, con gritos, alaridos, llantos, suplicas, blasfemias y rezos de todo tipo. En los tendidos todo es confusión gritos, alaridos, más rezos y plegarias a un dios que ni de chiste mete las manos, o envía a los ángeles, santos o algún espíritu por estos seres insensatos, bestias sedientas de sufrimiento. Como normalmente sucede en las catástrofes de todo tipo, es el miedo el principal asesino y en esta oportunidad no es la excepción, pues el pánico subyuga a la mayoría de los aficionados, por lo que muchos de ellos, igual que Toros aterrorizados, hacen grandes saltos desafiando las básicas leyes de la gravitación universal y claro muriendo en el vano intento de salvarse, otros muchos son aplastados por sus propios compañeros de juerga; no faltan los groseros e infamantes obesos que sufren paros respiratorios o cardiacos fulminantes, en fin, la histeria hace fenomenal fiesta con semejantes mamarrachos. 77
El adverso corolario de la hedionda corrida de Toros nos presenta la esencia de esos tragicómicos entes que pretendidamente gallardos, estoicos, baluartes de la más pura hombría, en realidad han sido exhibidos como lo más patético de una pseudocultura, decimonónica e inhumanamente medieval, que haciendo gala de la tortura quiere elevar a rango del arte, la cultura o lo sublime, lo más repulsivamente asqueroso. Sabemos muy claramente que la mal llamada fiesta brava es el complejo entramado del engaño, justamente como hacen los machos burladores de los sentimientos y pensamientos de la mujer, que, con engaños van preparando el terreno para su gran faena; la letal y artera conspiración, para dominar, torturar, violar y finalmente matar a sus víctimas.
78
El segundo tercio
Arte de Álvaro Sánchez (Guatemala)
Esta antifaena tiene su propio albur, de modo que el cambio de tercio, es apenas la mustia sombra de otro acorde en el pentagrama de la fatalidad que se vuelca siniestra sobre la arena; apenas es perceptible ese cambio, que en realidad es continuidad y profundización de la espada de 79
la memoria y la rebeldía, actuada como antesala del ahogado grito de la víctima, ahora elevada a ¡viento de rebeldía! Muchos ya buscan una posible salida, pues los libertinos entusiastas del maltrato a los animales se saben en total peligro, tratan de correr despavoridos para salvar su pellejo de una buena revolcada, cosa que es prácticamente imposible pues la plaza es una trampa de muerte, pero esta vez en contra de quienes la organizan, celebran y disfrutan; ese público sanguinario e impertinentemente cruel está acostumbrado a deleitarse y ver los Toros desde la barrera, eso es cosa de ayer, en esta ocasión les toca ser protagonistas, muy a pesar suyo. No hay escapatoria, los nueve Toros recién liberados se hacen acompañar de ocho caballos de diversos tipos, tamaños y colores, así como cinco mulitas, que para nada se ven dóciles, mansas o sumisas; ese formidable comando ha iniciado el ataque de manera ordenada. Desde la segunda fila tres animales corren en dirección opuesta a las manecillas del reloj, como queriendo devolver el tiempo al instante en que empezó esta despiadada matanza, eufemísticamente llamada fiesta brava; se han intercalado con una habilidad 80
hasta ahora inédita, dejan una fila sin atacar que allí los bárbaros se aplastaran solos, igual número de animales, van recorriendo en sentido inverso todas las filas repartidas de tres en tres, con esa lógica dieron inicio en los tendidos a la limpieza de la plaza. En esta inesperada ocasión en que la turbamulta podía entrar al trapo, con tan clara provocación, simplemente se acobardaban, se rajaban los gritones, ¡pero qué cosa! todos esos que se sentían tan valentones a las primeras de cambio quedaron lloriqueando. En ese convulso acontecer tiemblan todas las almas de aquella pocilga llamada plaza, en la que un viento helado carga en definitiva la suerte a favor de los que hoy se levantan en contra de los que elucubran y perpetúan la esclavitud. Los que antes alardeaban, se burlaban y ofendían al Toro que castigado quería huir, -aunque según ellos decían que se ponía bravo-, deberían ahora aprovechar la ganga para mostrar su propia casta y crecerse al castigo, mostrar al menos algo de bravura; pero ninguno ni en el ruedo ni en los tendidos muestra lo que tantas veces insensatamente pidió, exigió a esos inocentes. 81
Ya todo es confusión en las gradas, en esas mismas que antes sonaba la música instigadora de la muerte, ahora se escuchan los gemidos, los gritos, los rezos, las súplicas y las maledicencias de la turba aterrada, llena de pavor que no encuentra puerta de escape. La banda de música, esa que suena fuerte para disimular los gritos, los terribles gritos de dolor de los animales envilecidos, al salir despavorida ha dejado botados los instrumentos que saltaron por los aires a causa de las firmes patadas de los corceles y los recios topes de los Toros; en una imagen demasiado musical, un bovino quedó con la tambora empotrada en la afilada cornamenta y parecía darle otro sonido, el estruendo del tambor llamando al combate. Es cierto son otras las notas de este concierto, ya no más las mortuorias, ahora es el canto de la vida y la desobediencia animal. Esos altaneros novillerillos que a ultranza han reclamado hasta la muerte bravura, casta, trapío a sus torturados, ahora que bien podrían aprovechar la ocasión para mostrar siquiera un poco de pundonor, alguna estampa o mínimamente algo de vergüenza torera, se manifestaron en su ínfima y vergonzosa dimensión. En este momento que ya los tres gigantes Toros han terminado con todos los patibularios 82
del ruedo, viene la hora de ajustar cuentas con otros aún más culpables, más bestiales y a todas luces más perversos, así que se suman a los que en el gradería van limpiando, uno de los astados va a la primera fila para barrer con toda la escoria inhumana que allí vitorea la muerte, son los políticos criminales y corruptos que cambiando de máscara no dejan el poder y que tienen sometidos, esclavizados a millones de humanos con el gastado pero muy redituable cuento de la democraca otro circo en el que también escenifican sangrientas y grotescas “batallas” en las que siempre ganan los mismos, que son los “representantes” de la sociedad, pero en realidad solo a ellos mismos y sus mezquinos intereses encarnan. También encontramos connotados empresarios, esos explotadores que tienen sumidos en la miseria con salarios de hambre a millones, que se lucran con la necesidad de la gente, que no pagan impuestos y hacen todo lo posible por evadir sus responsabilidades, aunque la gran mayoría tenga como eslogan “empresa con responsabilidad social”, ¡mentira, mil veces mentira! son buitres, sanguijuelas.
83
84
85
En esa misma primerísima línea están no pocos prelados del alto clero, colaboradores de políticos y empresarios, predicando el credo de la resignación-sumisión, la ciega obediencia ante la humillación, la explotación y la aceptación de la injusticia como supuesta voluntad divina, hablando de que allá en el cielo habrá algo bueno para los resignados, humillados y explotados mientras ellos tienen castillos, autos de lujo, comilonas faraónicas y hacen de la pederastia un gran banquete, pues saben que la justicia nunca los tocará, porque para ellos como para todos los poderosos en la gran arena de la “democracia” la impunidad es una garantía. ¿Cómo se puede explicar que en la primera fila de esas horrendas carnicerías estén los embajadores de dios, personal activo del clero?, ya que vemos lo mismo sacerdotes, obispos y arzobispos que “bendicen” a los toreros. Aquí están en sitio de honor los narcotraficantes, socios de políticos y empresarios, que se encargan de embrutecer a la juventud para que sea dócil al poder y a la voracidad empresarial, que hace girar la economía lavando miles de mi86
llones de dólares e instalando la violencia narco paramilitar como infalible forma de represión y control sociopolítico. Y ya que hablamos de parásitos, están los de esa estirpe de holgazanes, incultos y arrogantes que las televisoras presentan como “artistas”, que hacen música para borrachos, narcotraficantes, machos y otras inmundicias, así como películas, series y todo tipo de programas basura para enajenar a millones, que quieren ser como esos zánganos que ganan más dinero, prestigio y poder que las personas que de verdad trabajan, crean, se afanan y le hacen importantes aportes a la sociedad y a la economía. Entre esos inútiles vividores no pueden faltar los patea bolas de séptima categoría que solo ganan partidos arreglados y contra equipos en cuyos países no se juega ese deprimente espectáculo-negocio, pero que aquí son vistos como los grandes ejemplos de éxito, la mayoría de los cuáles, además de ser monumentos a la inopia más brutal, son golpeadores de mujeres y viciosos. Esa es la gente “bien”, a la que llaman emprendedora, los más distinguidos, los sobresalientes, en fin, toda esa bazofia que tiene destrozado al país porque ése es su negocio y que 87
se expresa a cabalidad en este fétido teatro del horror. Así las cosas, los tres bovinos bosquejaron la ruta de la justicia y Jabonero se dirige a la primera fila donde se encuentra lo más granado, la crema y nata de la sociedad, todo tipo de delincuentes, influyentes, extorsionadores, crápulas, políticos corruptos, empresarios explotadores, hampones sindicales, narcotraficantes, cantantes de música misógina, futbolistas de séptima categoría, todo el pestífero y vomitivo mundo del facilismo que son la corrupción, la transa y la criminalidad, personajes que en esta sociedad son altamente valorados por sus capacidades y cualidades parasitarias, estos jerarcas, que son los herederos de los colonizadores, mentes tiránicas, saqueadores, filibusteros y apátridas. Todos ellos como se sabe, son absolutamente pérfidos, por lo que obviamente se pusieron más que católicos, pero como corresponde a todo buen espantado, ni siquiera hicieron el intento de ponerse a salvo. De modo que allí empezaron a correr los miados y otras deposiciones revueltas con vino, coñac, cerveza, cocaína y sangre de todos esos esperpentos del facilismo político-empresarial enemigos de la humanidad. 88
En suma, las hienas soberanas, dueñas de todo en este pueblo, que lastiman a las otras especies animales y vegetales del planeta, que ponen cárcel a los Ríos, contaminan la Mar, pagan salarios de hambre, trafican con personas, venden drogas, envenenan a la gente con mentiras y usan el evangelio para sus propios y torcidos beneficios, esas que a estas alturas ya están ebrias han sido rápidamente envueltas por ese furioso pelotón que les va embistiendo, pateando y arrollando como si fueran una frágil fila de palmeras arrasadas por el huracán. Están allí también en sitiales de lujo, en la barrera, casi a nivel de la arena, en los palcos, en la primera fila, a media plaza y en las alturas, los carroñeros de la prensa, los exaltadores de la violencia, entrevistando a las lacras todopoderosas, -pasando por sobre la grotesca turba ebria y babeante de una inexplicable alegría-, las putrefactas y amarillistas televisoras, los reporteros de periódicos, revistas y todo tipo de medios de comunicación ensalzadoras de la injusticia, que mucho, muchísimo han propiciado, instigado los diversos tipos de violencias que se padecen en la sociedad con una gran cantidad de programas televisivos, canciones, reality shows, partidos de fútbol, películas y otros denigrantes entretenimientos como decididos promotores de la vio89
lencia en contra de la mujer, así como el racismo, la homofobia, el clasismo, la depredación ambiental, la drogadicción y el maltrato animal como algo normal, logrando que en ese grisáceo aspecto este país, no solo el pueblucho de San Pipirulando, sea uno de los peores del mundo mundial. Conocemos que las televisoras y diversos medios de comunicación son entusiastas promotores de la tortura en contra de los Toros y otros seres vivos, por lo cual el segundo noble Toro, acompañado por un caballo de los alguacilillos, con gran agilidad saltaron sobre los reporteros, cámaras y camarógrafos para cobrar la factura por azuzar esas crueldades como arte, esto sí es una gran corrida, digna de la mejor transmisión en vivo y en directo, de toda la fétida historia de la tauromaquia o el arte de la cobardía, para que el mundo entero sepa, conozca y reconozca de primera mano la dignidad animal en pleno. Todo parece fuera de control, pero en realidad nunca en las tenebrosas corridas había existido tanto dominio, con una sincronía alucinante; la situación es que hoy el programa de todo lo tienen los seres que siempre han sido vejados.
90
En este festejo, todos aquellos que decían tener mano izquierda, sabios del tema, quedaron sepultados por la irrealidad de esta novísima anticorrida y su sepulcral silencio da fiel testimonio de su insignificante estatura y sus grandes patrañas. La mayoría de los camarógrafos y reporteros de la fuente corrieron por su vida, saltando barreras, brincando por encima de los caídos, especialmente sobre esa hedionda clase privilegiada de criminales, dejando en completo abandono sus equipos de transmisión; pero una joven camarógrafa se acomodó sus espejuelos y enfoco al menos tres de las cámaras que estaban conectadas en vivo a diferentes canales de televisión; ésa misma mujer que apenas hacía unos instantes se veía muy joven, -en apariencia diríamos inexperta-, al tomar control de esas cámaras pareció haber crecido una inmensidad, al mismo tiempo se le dibujo una magnífica flor en la boca, sí, una bellísima sonrisa; con gran destreza y profesionalismo extraordinarios iba de una cámara a otra, haciendo excelentes encuadres de todo lo que allí está acaeciendo. Las blancas gaviotas de sus manos con tremenda agudeza enfocan la religiosa manera en que los toreros sayones, así como su banda criminal y todos los allí presentes no dejan de rezar, de hacer plegarias, súplicas y 91
otras peticiones por su vida prácticamente desde la llegada de los Toros al ruedo, que de algún extraño modo se convirtió en una gran capilla, e incluso en una catedral. Pero por lo visto a ninguno de esos borregos babeantes su díos parecía escucharlos, porque seguramente ahora estaba oyendo y atendiendo los ruegos, peticiones y rezos de sus otras criaturas, las otras que hasta hoy habían sido arbitrariamente aniquiladas. Esta transmisión seguramente será para ella una de las mejores que haya realizado a lo largo de su reciente carrera como camarógrafa de televisión, pero que a partir de aquí la colocará como una periodista de gran renombre al llevar a los hogares de millones las más vivas imágenes de lo que es el heroísmo y la dignidad de quienes se oponen a seguir siendo cosificados, descartados, convertidos en basura como parte esencial de un sistema depredador, despilfarrador y consumista sin fin, como forma “superior” del uso y abuso de todo lo viviente. A la par de esos vertiginosos acontecimientos, los animales liberados regresan en gran tropel a la plaza con un brío incontenible, dando saltos, reparando, bramando y relinchando, un Toro al que le cuesta moverse, visiblemente lastimado, con heridas en todo su cuerpo, llagas enne92
grecidas que no han sido atendidas debidamente y que a leguas se nota lo tienen en muy mal estado de salud; ha sido indultado; según dicen los torturadores, -se lo ganó por su bravío modo de embestir, su temple, trapío, casta, donaire, temperamento, gallardía, estampa, buena planta, su agresividad- y otra sarta de estupideces, viene a paso cansino ese ser terriblemente castigado y al cual como premio y reconocimiento a su calidad le “perdonaron la vida” luego de indecibles sufrimientos.
93
94
Según los monstruosos códigos de la violencia taurina, un bovino que ha sido brutalmente humillado y ultrajado hasta el abismo de su dignidad animal, merece la conmutación de la pena de muerte por cadena perpetua; eso equivale al empleado del mes, que se esfuerza hasta el sacrificio por unas migajas más, pero que no pagan su desgaste físico, ni su degradación humana, pues para lograr tal reconocimiento pasa por encima de sí mismo y de sus Compañeros de trabajo, aceptando condiciones de esclavitud en las que sus derechos son definitivamente pisoteados.
95
96
97
Entonces a decir de los jueces, grandes maestros, público presente, prensa y otros malhechores, el mayor “reconocimiento” al Toro que obedece ciegamente todo el arbitrario y aberrante circo de la faena, haciendo que el cobarde torturador luzca sus mejores pases y haga con ese animal los más viles y despreciables actos, se le otorga como gran galardón “el indulto”, no hay cosa más terrible y más ofensiva, es el equivalente a una dádiva, una limosna para un ser que después de haber sufrido tanto; te “respeten” la vida enviándote de vuelta a los toriles, a los chiqueros, al cadalso mismo, en donde serás tirado al más brutal abandono en condiciones de insalubridad y maltrato agigantadas por la gran cantidad de lesiones y dolencias en prácticamente todo el cuerpo y con el alma en fuego, un fuego inmisericorde que no da tregua un solo instante, esperando que la piadosa muerte no se demore otra eternidad. Ese es el caso de este bello astizurdo de pelaje amarillo, con oscuras manchas de sangre en varias partes de su cuerpo; con las heridas aún abiertas y purulentas llega a paso titubeante a la ermita donde los toreros pasan a pedir a dios que 98
los bendiga, cuide, proteja y les permita dominar, denigrar, y tiranizar a una indefensa de sus criaturas. Este Toro, andando que no buscando entre los tenebrosos, sucios y nauseabundos pasillos del anfiteatro se encontró con la capilla. Aunque parezca increíble, en todas las plazas de Toros hay hermosísimas capillas finamente decoradas con la exuberancia de un arte en constante explosión; esos altares en donde refulgen como un gran sol las figuras del cristo, la virgen en sus miles de presentaciones y un sinfín de santos; lugares llenos de misticismo propicios para llevar a cabo servicios religiosos, realizar eucaristías, elevar plegarias, rezar, santiguarse, hablar íntimamente con el creador y dador de vida; pero también es el sitio en donde se bendicen los instrumentos de tormento y de muerte, sí, aunque es totalmente contrario a lo que predican de un dios de amor, bondad y misericordia, allí se bendicen las armas con las que se lastima sin piedad e igualmente son bendecidos los victimarios. Sin lugar a dudas este indecente ritual es muy semejante al que celebraron los frailes durante el brutal proceso de conquista-evangelización, en aquellos aciagos días también bendijeron, ungieron con aceite y agua bendita las agudas lanzas, 99
dagas, puñales, afiladas espadas, picas, mortíferos arcabuces, ballestas, armaduras, alabardas, trabucos, falconetes, escudos, cascos, también a los caballos y perros, con los que cometieron los más inhumanos y sanguinarios crímenes, por medio de los cuales convirtieron, por decirlo eufemísticamente a millones de seres indefensos con su propia cosmovisión a un cristianismo de violencia extrema. Los Toros hemos sido testigos de la evolución y desarrollo de la siniestra tecnología para la tortura por parte de los colonizadores-evangelizadores, por lo que en términos históricos vimos con claridad cómo los instrumentos que se usaron para la conquista, luego fueron utilizados durante los sanguinarios procesos de la inquisición en donde muchos seres humanos de estas tierras fueron brutalmente martirizados; en seguida varios de esos repugnantes aparejos se bendicen y usan en las corridas, sí, dichos artefactos son vestigios y herencia de aquellos de la conquista, hay un ininterrumpido hilo conductor en la producción y reproducción de esas armas. Pero allí frente a la imagen de la virgen de Guadalupe esta un torero arrodillado; es uno de reserva, utilería o de relevo por si alguno de los diestros de aquella corrida se siente indispuesto 100
o sufre algún percance, éste entrará al quite. Así que postrado con los brazos abiertos emulando léperamente al cristo crucificado pedía por su suerte, misma que ya estaba echada, pues en ese momento entró un aire caliente expelido por aquél animal que con movimientos suaves se fue apropiando del recinto de oración, blasfemias, veladoras y otras deyecciones. A esas capillas llegan los toreros que, como sabemos, son gentes de fe, gentes que no se arrugan al declarar que creen en dios, no se puede concebir al torero sin fuertes sentimientos como un gran fervor religioso; llegan pues para santiguarse, rezar y recibir la bendición del altísimo para que su sanguinario trabajo sea abundantemente favorecido, pues confían plenamente su vida en manos de dios. El torero vacilante volteó y sus ojos parecían salirse de su órbita, ni siquiera intentó ponerse de pie, solo se pudo escuchar un tímido murmullo: “hágase tu voluntad, así….” Cuando en ese momento el Toro lo embistió con tal fuerza que lo mandó por los aires estrellándolo contra el cristo que se encontraba empotrado en la pared; ambos rodaron por el piso, el torero boqueando, arrojando sangre y el cristo completamente deshecho. 101
Se hizo entonces un breve y lúgubre silencio, las velas aun vacilantes le daban al espacio un aspecto todavía más tétrico, más fúnebre, pero al mismo tiempo casi religioso, es otra ritualidad, otra manera de rezar, de dar gracias u ofrendar a un sacrificado, el Toro lanza un gran mugido, dando gracias al creador porque por fin en una faena estaba del lado de las víctimas. Para nosotros los Toros resulta por lo menos ofensivo cuando escuchamos la perorata del capellán pedir durante la misa de la mañana que no pase nada grave, que nadie lo viva como ocasión de pecado sino para ¡gloria de dios!, que se viva como una digna alabanza al creador y dador de vida, pues el torero se brinda como ofrenda al todopoderoso. Aquí tampoco se puede evitar rememorar que durante la conquista también así se torturaba, violaba y asesinaba ¡para la gloria de dios! En otro lado de la plaza, un reportero gráfico de algún periódico, se reponía del primer impacto que había causado el violento vendaval que allí se desarrollaba y tomando su cámara fotográfica con la delicada firmeza que lo caracteriza apuntando a distintas direcciones de la arena, enfocando cada incidente y entre disparo y disparo se alinea el espeso y muy zapatista bigote; sí, es ese tremendo fotorreportero a quien ya le ha tocado 102
no solo reportear otros dignos levantamientos, sino vivirlos en carne propia. Sudoroso, con su rostro bronceado por las diversas batallas libradas, sube, baja, apunta y dispara, otra y otra foto que en minutos ya habrán inundado las redes de la información volando a los más recónditos lugares del mundo para hablar sobre la rebelión que aquí acontece. Sabemos muy bien que la prensa y, sobre todo los grandes medios de comunicación, han creado la falsaria idea de que el ejercicio de la violencia; cosificación, basurificación de los animales, los ríos, la mar, las personas y todo lo vivo es arte, cultura, progreso, desarrollo, modernidad y otras mentiras; de manera que no han escatimado esfuerzos ni recursos para la realización de todo tipo de programas, instalando en la mente de millones de personas la imagen de que ciertas tradiciones heredadas del brutal proceso de evangelización–colonización; son algo artístico, cuando en realidad lo que promueven es la degradación humana. En esa lógica del absurdo han creado un conjunto de conceptos de lo “estético” como lo perverso, violento, sanguinario, criminal y lo tramposo, en donde a la par también van los valores de una “ética” de la injusticia, agandalle, 103
vejación y humillación al límite, es decir hay una construcción desde los medios de comunicación en donde lo éticamente bello es lo que lastima, lo que degrada al otro; por eso encontramos un sinfín de canciones, telenovelas, películas, deportes etc. como parte orgánica de ese proceso de dominación. Son décadas produciendo toda esa basura que ahora estalla ante una sociedad en total descomposición y que, en esa programación tiene una de sus más profundas y podridas raíces: la simbolización de la violencia y la muerte como lo bueno y lo bello, en esa línea la fiesta brava es solo uno más de los esperpénticos espectáculos de la cultura de la muerte, que en buena medida explica lo que hoy padece este país. Pero eso es historia, los seres inocentes que hasta esta corrida eran las víctimas, han trastocado totalmente los acontecimientos; ya no son más los seres vivos a partir de los cuales se desarrollaba la narrativa de la diversión, de este arte de lo obsceno como estercolero del sacrificio, pues han volcado toda su furia sobre esa prensa que ahora salió más que espantada como los mercenarios que son, salvo las dos magníficas excepciones que también rompen la regla de la obediencia y la sumisión a lo injusto, con su acción se hacen parte de los amotinados, a los que le dan voz con sus respectivas cámaras. 104
105
En todo el graderío el formidable ataque continúa; con una coincidencia extraordinaria se intercalan los Toros, caballos y mulas liberados haciendo un colosal equipo que embiste, da patadas y atropella a todo lo que se le pone enfrente. Donde momentos antes rabiosos amantes de la tortura pedían la sangre de los animales, ahora, ante la real posibilidad de que sea la suya la que se derrame, están más allá del miedo, rezando, suplicando a ese dios que según ellos los escuchará y salvará de esas otras criaturas también suyas; ¿es el mismo dios de unos y de otros, o acaso también hay otra trifulca, otra reyerta, otra corrida entre aquellos dioses, por salvar a sus respectivos fieles?
106
107
Ahora la calaca lujuriosa, sombría, ebria y hambrienta persigue a quienes hasta hacía apenas unos instantes, jubilosos, la invocaban, vitoreando a sus celebrantes que no podían dar crédito ni débito a lo que veían, peor aún a lo que están viviendo y en lo que muchos están ya muriendo, los mas solo de susto, pues evidentemente los Toros y su equipo no alcanzarían por más que hicieran, a embestir a toda esa abominable masa de individuos que se reúnen para aplaudir y gozar semejante disparate. Muchos de los sanguinarios aficionados que han quedado regados y maltrechos en el tendido, pasillos, escaleras y en el fango del ruedo, quisieran recibir la misericordiosa puntilla, pero recuerdan con alucinante claridad que de ningún modo ese puntillazo alivia el dolor, pues vieron como una, otra y otra e infinitas veces a un Toro que ya parecía moribundo, con sevicia inaudita le hundieron rencorosamente la puntilla ese afilado y agudo instrumento de tortura que le provocó inefable dolor; ahora volvían a recordar los gritos de esos animales implorando piedad y el fuego de sus lágrimas bañando su ensangrentado rostro. 108
Como buena tarde de encierro, el cielo también se ha encapotado y una pertinaz llovizna se crece a cada instante, al ritmo de la furia desatada por los insurrectos, hasta convertirse en un torrencial y gélido diluvio, de esos que inundan hasta las oquedades más profundas, más oscuras del alma. ¿Qué podemos decir estos humildes, sencillos e iletrados Toros respecto a esos padres que llevan a sus “amados” hijos al patético espectáculo de la corrida de Toros, como parte de un proceso educativo, formativo y de socialización? Esa enorme cantidad de infantes que son adiestrados, enajenados, embrutecidos y envenenados para hacer todo tipo de actos criminales como despreciar, discriminar, humillar, violar, explotar, golpear, torturar, secuestrar y asesinar a otro ser vivo, pues todo ello va implícito en esta gran asignatura; es lo que se predica y se practica por diversión y/o por dinero. Así que al graduarse en los diversos “oficios” y “profesiones” que allí se imparten, están más que preparados. Por consiguiente, no se vale la paradójica hipocresía con la que se hacen los sorprendidos de que vivamos en una sociedad sumamente deshumanizada, en la que se pueden hacer las más monstruosas y despreciables acciones confiando 109
en la absoluta impunidad que campea en todos los ámbitos. Pequeños a los que visten lo mismo de toreros, futbolistas, superhéroes u otras grotescas formas de parasitismo, ejemplos del facilismo, vividores de todo tipo, que reivindican la holgazanería, explotación e ignorancia haciendo encomio de la tortura, vagabundería, los vicios y la muerte; entonces el coso, ruedo, plaza, estadio es claramente una “escuela”, un aula magna de clases, una verdadera cátedra en donde se van dando lecciones a los infantes para el pleno desarrollo de su brutalidad en ciernes. Hasta los Animales sabemos que toda actividad humana es también una actividad educativa, didáctica y la fiesta brava no es la excepción, esta es la iniciática cátedra donde la pedagogía de la violencia, sufrimiento y el dolor como forma de diversión, se imparte con extraordinaria soltura, sin rubor alguno, de modo que luego resulte por lo menos estúpido preguntar ¿de dónde, por qué o cómo es que le viene a la especie humana lo criminal, hampón, injusta, abusadora, violador, tramposo, ladrón, deshonesto y lo asesino?. Seguro que los infantes instruidos en este nauseabundo salón algo esencialmente terrible aprenden. 110
En este momento esos escolapios pegan enormes alaridos, sus salobres lágrimas, mocos y babas se confunden con la lluvia, tiemblan de frío; pero más que de frío, de miedo, pues aún a su cortísima edad, saben, entienden, comprenden muy bien que la furia animal que presencian es el justo pago por los abominables sufrimientos que les han ocasionado. En las tribunas la creciente confusión hace que varios padres de familia, -esos incultos, petulantes genuflexos que son capaces de dar una gran cantidad de comida chatarra y llevar a los seres que supuestamente más aman a presenciar y aprender los horrores del más dantesco espectáculo de la sociedad moderna-, aparentemente queriendo darles a sus hijos lo mejor, acaban por provocarles heridas de gravedad o incluso, algunos de ellos son matados por esos que tanto los adoran en el vano intento de salvarlos, ¡vaya paradoja!. En contra partida ninguno de los infantes que quedaron al garete, sufrió siquiera un rasguño y los otros a quienes sus padres pretendieron salvar les fue terriblemente mal, cumpliéndose a cabalidad el adagio: “tanto quiere el diablo a su hijo, que hasta le saca los ojos”. Pero como sabemos, la realidad es dialéctica, así que además de recibir este escalofriante adies111
tramiento, en esta tarde tendrán otra, muy otra enseñanza como antítesis de todo lo anterior, ya que ninguno de esos chavales inocentes será tocado por los bravos animales; porque saben que así aprenderán en carne propia lo que realmente significa respetar al otro. Eso quedara lacrado en su corazón y su mente para siempre, abriendo la posibilidad real de que en el futuro sean personas solidarias, respetuosas, amorosas, dignas, y justas, para la forja de la nueva sociedad. El tercer Toro, un hermosísimo ejemplar de aproximadamente 547 kilogramos de puro músculo y furia desatada, un colorado astilargo ondeando como una bandera definitivamente roja, también muy dispuesto, subió a lo más alto de la plaza, al olimpo en donde se encuentra la máxima autoridad como un semidiós que decide sobre la vida de otros; el asesino mayor, el criminal más connotado, el investido de todos los poderes, en fin, ese miserable y obeso sujeto que decide arbitrariamente como Nerón sobre la existencia de inocentes, trabajosamente se había puesto de pie; embrocado sobre el barandal observando la dantesca escena que bajo su sitial privilegiado se desarrolla y ante la cual no podía esconder su asombro, de pronto voltea al lado de la pequeña puerta en donde se encontraba acompañado de otros rufianes, para ver con to112
tal azoro la portentosa figura del gran Toro que resoplando anuncia su llegada. Los cuatro o cinco insignificantes gusanos, -perdón a los gusanos por tan repugnante comparación-, que le acompañan, desaparecieron como por arte de magia, quedando el juez supremo, más solo que la una. Sí, el denominado juez de plaza, ese que igual que el otro aberrante sistema de impartición de injusticia, es una autoridad venal, que borracho de poder prodiga dolor, sufrimiento, agonía y muerte con sus asquerosas sentencias a seres sin culpa. El Toro sin obstáculo alguno avanza con pasos lentos pero muy firmes, con la mirada encendida y clavada en la grotesca figura de este personajillo que apenas hacía unos instantes era cuasi un dios que decidía el destino de todo lo que en esa plaza ocurría y ocurriría durante toda la corrida, pero que ahora se desvanece poco a poco. Este gordinflón intentando escapar rompió con su mano derecha el vidrio de la ventanilla del lado izquierdo, hiriéndose la mano y el brazo que sangran copiosamente; por un momento vino a su mente la sangre que manaba a borbollones de los Toros y que él ordenaba se derramara y aplaudía a rabiar, concediendo orejas, rabos 113
y otros trofeos. Pero ahora es distinto, su propia sangre es la que escapa y sin importar eso hizo un pequeño esfuerzo, estaba a punto de ponerse a salvo. Mira lo que el miedo hace, en condiciones normales ese mofletudo personaje con trabajos podía moverse, pero ante estas circunstancias se volvió de sopetón un gran atleta, aunque todo su esfuerzo fue en vano, pues ya el vacuno literalmente lo había cogido. Zampándole un buen trozo de su aguzado cuerno haciendo un movimiento sumamente brusco para traerlo hacia él, en ese instante ocurrió lo inexplicable: no podía dar crédito a la descomunal erección que tenía y de pronto aquella tremenda eyaculación, un río de lava ardiente salía de su erecto pene; pero, ¡un momento!, en realidad no es ninguna erección, es el muy afilado pitón el que ha perforado hasta el pene, haciendo que ese flácido, muerto y aterrorizado miembro pareciera tener una enorme tensión, y el orgasmo no es tal, no, vana ilusión; en realidad es un caño de sangre que sale hirviendo de las entrañas de esta bestia quien en ese momento paga todos los horrores que ha ordenado, autorizado, aclamado, aplaudido y propiciado. En un feroz movimiento se sacudió a ese obeso y repugnante ser arrojándolo escaleras abajo, al tiempo que rebota contra las gradas se 114
deshilacha ese todo poderoso gandul; él que parecía hasta apenas unos segundos antes intocable, ahora ha sido arrojado al infierno mismo, en donde todo ya es un ininteligible laberinto. La antifaena está en todo su esplendor, pero esta vez ni toreros, ni aficionados han podido dar quiebro, antes bien quedaron sembrados esperando el topetazo, muchos de ellos miados o de plano cagados del susto; en este espacio no hay cabida para dar capotazos, muletazos, pases de pecho, meter banderillas y mucho menos para estocada alguna, hoy solo largas, limpias, profundas, contundentes, recias e imperturbables cornadas de buen trazo van dibujando la lluviosa tarde. A cada momento, a cada agónico instante parece que ya se termina el suplicio, pero en realidad existe algo, un no se sabe qué de dar largas a la secuencia de los acontecimientos de esta hecatombe en curso sobre la arena y el tendido, lo cual da una sensación, la atribulada impresión de zozobrar en el limbo. Primero avanzando sobre la mullida arena y después por el graderío, los tres Toros se dan uno a otro la alternativa para embestir con alegría; en un primer momento a los tres asesinos que simplemente eran una caricaturesca mona y luego, a 115
los otros hampones que a cada pase corearon con gran regocijo ¡ole!, ¡ole!, ¡ole!, pero que hoy no dijeron ni ¡mu!. Al ir rodando escalera abajo el juez de plaza, este inquisidor ya sentenciado, toma conciencia -en sangre y carne propia, en sus huesos crujiendo al golpearse contra los hierros y el concretodel sufrimiento, del indecible dolor de tantos y tantos que él pudo haber salvado, pero en cambio bajo su tiránica mano, cual Herodes, dictó su veredicto irrevocable de muerte, la más terrorífica muerte a que se puede someter a un ser vivo, pues antes de gozar de ella, el sufrimiento infligido es algo indescriptible, el mismo que en este instante y situación lo hace recordar toda la estropeada y machacada sangre maniáticamente derramada. En la desquiciada plaza entre las filas un baboso y babeante borracho despierta entre los despojos del caos, se levanta y con una voz de licor embravecido grita en repetidas ocasiones: ¡ole, ole, ole! ¡Me he perdido esta tremenda corrida!, balbuceante agrega: no importa ¡veré la repetición en el canal cultural, canal 11!. Una vez que los enormes Toros, caballos y mulillas barrieron la escoria del ruedo, de toda 116
la plaza, ese asqueroso circo del suplicio y del horror, salen por la puerta grande, indiscutiblemente victoriosos; aunque no emergen ni en hombros, con orejas, ni rabos, en realidad están abriendo la puerta a la dignidad animal, para que nunca más ocurran crímenes de semejante catadura, eso sí es ¡salir por la puerta grande! y entrar en los anales de la historia para imaginar otro mundo posible en donde no sea justificable, desde ninguna perspectiva, el maltrato de cualquier especie, tanto animal o vegetal ni por diversión, por lucro por cualquier estúpida sinrazón. No hubo quién en esta lluviosa tarde de Toros, pidiera con donaire y a grito abierto “música maestro” para engalanar aún más lo que en la arena, pero también en los tendidos ha ocurrido y aunque alguien lo hubiese hecho, la respuesta habría sido el silencio, pues los músicos han puesto pies en polvorosa dejando en el abandono total lo que ellos decían eran sus muy apreciados instrumentos; la verdad es que dichos peroles han sido botados cual basura. Como gallarda escolta de los tres Toros en rebeldía viene esa gran columna de heroicos y dignos animales que les han dado su justo merecido a esos rabiosos, irascibles e infames seres. 117
Nuestros berridos, chillidos y súplicas fueron apagados por los aplausos, silbidos y el júbilo de la afición que ebria por el dolor y la sangre derramada, ahogó nuestro martirio y casi nadie nos escuchó, salvo pequeños grupos de personas muy valientes que hicieron eco de nuestros lamentos y no han bajado los brazos; antes bien, con gran heroísmo, dignidad, amor e inteligencia han hecho hasta lo imposible por acabar con este sufrimiento, a ellas les agradecemos por defendernos. Pero hay que decir fuerte y claro que la bestialidad institucionalizada, llamada también tradición, arte, deporte, cultura y otras aberraciones, hasta ahora sigue predominando en diversos rincones del mundo, no solo en San Pipirulando, pues muchas especies animales y vegetales seguimos siendo martirizadas por diversión y por biyullo.
118
119
Por ello ahora que salimos victoriosos del anfiteatro de la muerte, una inmensa alegría colma nuestros corazones, al encontrarnos y reconocernos en éstos que nos han defendido e incluso han tenido que padecer un sinfin de agresiones en carne propia por parte de esas enviciadas hordas sedientas de sangre; ustedes han sembrado en definitiva la semilla de la conciencia con sus carteles, cantos, consignas y su amorosa rabia por la vida, que más temprano que tarde ha de florecer eliminando todas las formas de tortura no sólo a los animales, sino a todo lo viviente. Son ustedes generosa flor de humanidad, dignidad y vida; en este encuentro nos abrazamos con el corazón y el alma al tocar nuestra cabeza y acariciar nuestro pelaje, en ese gesto sabemos que en el futuro no lejano tendrá fin este pestífero infierno, pues en este instante entrelazamos la ternura y los sueños de unos y de otros, sabiendo que cada quien a su modo seguirá luchando por otro mundo de dignidad en plenilunio.
120
El tercer tercio
Arte de Álvaro Sánchez (Guatemala) 121
Es en la fiesta brava, pero no solamente en ese dantesco espectáculo, que de manera “legal” se naturaliza, se normaliza el ejercicio de la violencia, afrenta, tortura, violación, trata, explotación y el asesinato como parte de un proceso de animalización, cosificación y basurificación del otro, del que no es nada ni nadie, del que no vale ni tiene derechos, de la misma manera que cuando se dio el proceso de colonización–evangelización, cuando los misioneros afirmaron que los naturales de estas tierras “eran individuos sin razón y sin alma”, por lo que hicieron con ellos las cosas más atroces de que se tenga memoria, llevando adelante un descomunal genocidio de magnitudes aún desconocidas. Eso mismo ocurre en otras arenas y espacios de diversión, pero también de trabajo e incluso en la familia, en los que se ha normalizado y reducido a condición de animales a seres humanos, que una vez estando allí son considerados basura, por tanto, desechables, descartables aptos de botar a los desperdicios. La plaza de Toros, ese infernal laberinto, se extiende en concéntricos círculos más allá de la plaza en sí; sale, se vincula, se articula y enlaza 122
con cada una de las calles, espacios, actividades y realidades de este otro Pueblo con nombre de santo, de la colectividad, tejiendo una enmarañada red de vínculos de complicidad e interdependencia en donde todo tiene un sitio milimétricamente pensado, señalado y ocupado, como en una gran orquesta en la que todo está puesto y dispuesto a modo de ejecutar las ordenes de un ente superior, en todo caso es lo que los humanos llaman sociedad. El amplio abanico de actividades artísticas, culturales, deportivas, gastronómicas y todo tipo de eventos en la feria de San Pipirulando además de la fiesta brava, el palenque, lugar donde corre libremente el alcohol, la droga, la trata de personas y el lavado de dinero; juegos de mesa, apuestas, gran casino nacional, pero otro montón de casinos “clandestinos” -porque todo mundo sabe dónde están menos las “autoridades”, que ganan sin apostar-; también se realiza la más que denigrante coronación de la reina; al mismo tiempo están las charreadas, que es considerado el deporte nacional, cosa por demás absurda, ridícula e irreal pues es un minúsculo grupo de adinerados los que practican este tipo de maltrato a los animales; no obviamos los juegos mecánicos, conciertos, peleas de perros y un largo y abominable aluvión de atrocidades. 123
En todo caso es la feria de San Pipirulando el grisáceo mosaico donde se realizan una serie de fiestas o eventos que son la soez expresión de la extravagancia, excentricidad y brutalidad sin límites; el sitio ideal para la degradación animal, cultural y humana en que se pone de manifiesto lo peor de una sociedad en su irreparable ocaso. Esta desfachatada noción sobre la diversión, abre de par en par las puertas para las prácticas más atroces en contra de todo lo vivo; ese proceso se hace patente en su aniquilación como si no fuera otro ser vivo, porque un animal no tiene derechos y puede ser asolado sin problema alguno, ni en el ámbito de lo moral, pero tampoco en términos jurídicos pues es una cosa, o peor aún es basura, de modo que con inaudita frecuencia observamos cómo se tira al basurero en una bolsa negra a una Mujer, que es uno de los seres que más sufre este brutal final. Al salir de la plaza del horror todos los animales liberados parecen danzar, cantar de alegría, al tiempo que inician una gran maniobra para liberar a otros animales presos y víctimas de tratos crueles y degradantes, que evidencian con alucinante claridad el alto grado de putrefacción y carencia de los más elementales valores de respeto y dignidad. 124
Por lo que ahora los doce Toros, los diez caballos y cinco mulitas se intercalan, conformando tres poderosas escuadras para realizar un fulminante ataque por la liberación de otros animales esclavizados; así que salen esos destacamentos al trote a igual número de cloacas que serán acometidas de manera simultánea, para lograr la excarcelación de los que allí padecen y perecen.
El primer aviso
“Y enmudeció el palenque, cuando un girazo en el redondel, volando al ras del suelo…”
Uno de los equipos integrado por cuatro Toros, tres Caballos y una Mulita se encamina con un alegre trote hacia el palenque de San Pipirulando; sus cascos sobre el empedrado suenan con gran ritmo y gusto como de quien va a una fiesta, pero no podemos olvidar que parte del más rancio, atrasado y medieval legado traído por aquellos que según su dicho vinieron a evangelizar–civilizar a los pobladores de estas tierras, es la aberrante pelea de gallos, otro espectáculo 125
verdaderamente deprimente y que nos lleva de regreso a los episodios más bestiales de la especie humana. Es el palenque un caricaturesco escenario circular con gradas, al estilo del circo romano en el que, de igual forma que en aquel funesto lugar, se tortura y se lucra con el dolor de víctimas desechables. Está diseñado a modo de ring rodeado por paredes de madera de aproximadamente setenta y cinco cm. de altura; luego viene un pequeño pasadizo por donde se mueven con seguridad los galleros, los apoderados o encomendados, el juez y otros personajes cercanos a la pelea; después se encuentran las gradas o asientos para los asistentes que siempre abarrotan el sitio, dispuestos a tomar alcohol, drogas y por supuesto, a apostar que es la esencia de esta monstruosa actividad a la que también torpemente llaman deporte. Como en aquellos punzantes días, el papel fundamental de los circos contemporáneos es mantener alienados a millones de personas, quienes también son martirizadas, a través de diversas actividades recreativas por las que están dispuestas a gastar su dinero y que las alejan de la problemática de la sociedad, dejando en manos de unos cuantos el qué hacer de la cosa pública. 126
Como se puede ver sigue funcionando a la perfección el antiguo precepto; “pan y circo”, lo demás es garantía de una gestión de la injusticia por un puñado de vividores, para su total beneficio. Por fin después de unas cuantas cuadras llega este pelotón al claustro de la tortura, desde afuera se oyen con claridad ensordecedora los gritos del público, que hacen una cantata macabra que alienta a los aturdidos y heridos gallos a pelear, luchar, derramar la sangre del otro; ese es un instante más que especial cuando alguno de los dos animales logra en un furibundo ataque, batiendo con gran fuerza sus alas, hacer daño al oponente; la turba estalla en vítores, en vivas, pareciera que la garganta les va a reventar. En el momento de la pelea, los gallos son duramente maltratados para que se eleve su nivel de adrenalina, así que discretamente los golpean, los aprietan, les arrancan violentamente las plumas y en muchas ocasiones les meten cocaína con el dedo en el pico o en el ano, todo ello hace que el animal esté aterrorizado y cuando lo ponen frente al otro gallo lo ataca; ese es el punto crucial al que lo han llevado durante todo ese tiempo de maltrato, no teniendo escapatoria, ya que en medio de los alaridos de la turbamulta no sabe, no entiende lo que ocurre, ese escenario 127
es totalmente ajeno a él, a lo que es su esencia animal, un modesto granívoro de monte. De un golpe los Toros arremeten con la fuerza de un rayo en el oxidado y herrumbroso portón de la entrada que solamente cruje para ceder al ataque, al tiempo que entran en recio y decidido tropel los integrantes de éste formidable equipo; dos de ellos se dirigen directamente al redondel de la muerte donde están dos galleros, esos sicarios con los gallos en lo alto, mostrándolos a la gentuza que ya cruza las apuestas. Se oyen con claridad las apuestas: ¡van cincuenta mil al giro!, ¡van! responde otro fanfarrón, ¡pero que sean cien mil, pa´que valga la pena!, ¡cerrado! responde el primero. Así las sumas más fuertes las juegan los personajes afamados del pueblo, que son los empresarios explotadores, políticos corruptos y algunos sujetos de la delincuencia organizada. En las gradas las personas de menos recursos también apuestan con gran soltura, sin duda lo poco que tienen, con la esperanza de volverse ricos de la noche a la mañana, no importa que la realidad ya les haya dado en el hocico una, otra y mil veces perdiendo todo, pues han apostado la troca, terreno, ganado, casa y rancho dejando sin comer a su familia e incluso es lastimosamente verídico que 128
aún apuestan a las Mujeres, no importa, seguro que ¡ora sí será la buena! El griterío está a todo lo que da, corren las cervezas por todos lados; el humo del cigarro le da un color azuloso al ambiente que hace parecer sombras a las jóvenes mujeres que llevan cerveza y otras bebidas embriagantes, así como diversos alimentos chatarra a los asistentes, quienes claro está, tienen el permiso legal y ampliado de decirles de todo, sin rubor alguno, al fin que las mujeres para eso son, así que se escuchan claro y fuerte diversas agresiones verbales como: en el corral de mi corazón tu eres la mula que más patea; corazón de melón, te espero en la cama sin calzón; yo no quiero tu oro, yo no quiero tu plata... sólo quiero el tesoro que tienes entre las patas; si yo fuera plomero, te destaparía el agujero; entonces dime bizcocho, ¿cuándo le ponemos el requesón a esa gordita de chicharrón?; préstala panochambear; quisiera que fueras la arrolladora banda el limón, para que me toques la cabecita dura; me encantaría que fueras mi refrigerador, para meterte hasta los huevos; mátame a pedos para morir hediondo; no cierres tus piernas a quien te abre las puertas del corazón; si se juntan los mares y los ríos, ¿por qué no juntar tus genitales con los míos?. mamacita vamos a hacer barbacoa, tu pones el hoyo y yo el animal; para 129
qué todas esas camionetas, si lo único que quiero es verte las tetas; con ese culo, has de cagar bombones mamacita; quisiera del gallo su canto y del burro su instrumento para metértelo bien adentro; ¿cuánto por llenármela de caca?; esos labios bigotones se los mamo hasta con calzones; con esas tortas y una fanta, hasta mi pajarito canta; me gustaría ser rana asustada, para esconderme todo el día en tu zanja mojada; quisiera ser mariachi, para tocarte la cucaracha; del cielo cayó un cigarro, del cigarro cayó ceniza, abre bien las patas que hay te va mi longaniza; qué bonita maceta para sembrar mi chile; quisiera ser mesero para acomodarmesas;.me han dicho que las feas como tu hacen el amor como locas... ¿me dejas comprobarlo?; quiero besarte los labios apasionadamente para después subir hasta tu boca; con esas nalgas, dedícame un pedo; mami no muevas tanto la jaula, que se te vomita el gallo; estaba en un teatro y mi papel era ponerte en cuatro; con ese culo, te invito a cagar a mi casa; quisiera ser azúcar para endulzarte las toronjas; tu mama ha de ser panadera porque hizo un bizcochon…. y un largo, grotesco y repulsivo repertorio de las vulgaridades más bajas, soeces y despreciables que el público celebra con estruendosas carcajadas, chiflidos y rebuznos de todo tipo, lo cual claramente condensa la misoginia que en esos espacios se ejerce. 130
En ese momento el caballo más grande del escuadrón abruptamente hace su aparición en los baños del palenque; entra dando un gran resoplido y para sorpresa de los que allí se encuentran, éste fortísimo animal no entro a mear sino que está haciendo el recorrido acordado por todos los animales que se han liberado del infierno de la plaza, pues revisarán a detalle cada uno de los espacios que les toca liberar sin dejar un sólo resquicio, ello para buscar posibles víctimas de las llamadas tradiciones que en cada uno de esos corrompidos antros se perpetran. Allí están tres hombres con los pantalones abajo y hacen turnos para violar a un niño de no más de diez años, que claramente está bajo los influjos del alcohol o alguna droga, sedado e indefenso ante estos pederastas, quienes fueron sorprendidos por el caballo. Uno de los violadores quiso salir por la ventana, pero se enredó con sus pantalones y cayó de espaldas por su excesivo peso y por el vicio que ya lo había embrutecido más de la cuenta, golpeándose la nuca durísimamente contra el filo de los lavamanos, quedando muerto en el instante; los otros dos trabajosa e infructuosamente tratan de subirse los pantalones, el caballo avanza amenazante hacia ellos, que en un intento 131
desesperado quieren correr, pero es demasiado tarde, el animal parado en sus cuartos traseros descarga un certero golpe en la cabeza de estos abusadores sexuales de niños, quedando despatarrados en el piso; el animal al salir volteó a ver al niño semidesnudo y maltrecho, que parece querer volver en sí. Al salir se topó con el cuerpo inerte del otro abusador y para garantizar que su tarea está bien cumplida, le propina una patada de buen calibre en la ensangrentada maceta. Simultáneamente a todo lo que ocurría en los diferentes espacios de este infecto tugurio, la mulita hace la muy noble tarea de abrir con sumo cuidado cada una de las ochenta y cinco jaulas en las que se encuentran presos igual número de gallos finos de combate según decían sus carceleros. Éstos al salir, con gran alegría abren sus alas, ésas que ni por un segundo podían desplegar en las mazmorras donde estaban cautivos; al momento se pusieron a cantar, de manera que allí mismo se formó aquella sin igual e inolvidable cantadera de jubilosos gallos que ahora, puestos en libertad, se miraban más hermosos. Algunos de ellos, los menos, hicieron algún simulacro de 132
pelea, pero la mayoría ya disfrutaba de su nueva vida al aire libre, picoteando y rascando la tierra fresca. Muchas intrigas se han dicho sobre la supuesta raza de animales de pelea, lucha o combate; nada más inexistente que ello, pues aunque es muy cierto que la gran mayoría de las especies animales en la libertad de nuestro hábitat tenemos un cierto sentido de territorialidad, esas confrontaciones son parte de los rituales de apareamiento; muchos de esos protocolares despliegues o demostraciones de colorido, fuerza y belleza son danzas, bailes en los que se extiende un abanico de colores, de cantos y otras maneras en las que resolvemos las normales disputas que entre cada especie se plantean. En suma, la supuesta agresividad en realidad tiene que ver con nuestro entorno, para defender el territorio, alimento, cuidado de las crías, acceso a las hembras para la reproducción, para intimidar a un posible atacante o depredador natural, pero nunca, jamás, va más allá de lograr el objetivo que es la supervivencia; lo otro son unas majaderas e imbéciles justificaciones. Libres en nuestro ecosistema la mayoría de las especies, cuando después de tratar de intimidar al intruso no lo conseguimos, generalmente nos retiramos, 133
abandonamos el espacio que hasta ese momento ocupamos en la manada, parvada o grupo animal de que se trate, pues eso también garantiza la sobrevivencia de nuestra especie; -qué a diferencia de los humanos, para los animales es primero la comunidad que la individualidad-. Por ello decimos con mucha claridad que en muy pocas ocasiones terminan esos rituales en sanguinarias matanzas, mucho menos en crueles actos de asesinato como los que propician estos mercaderes del dolor, pues ni siquiera entre los grandes mamíferos, esos felinos portentosos se dan actos tan despreciables como los que nos obligan a realizar quiénes a sí mismos se proclaman como la especie más evolucionada, o como lo dice lo que supuestamente es su más sagrada escritura, que los llama: ¡corona de la creación!, vaya extravagancia más ridícula. Sí, es posible que algún animal muera producto de las heridas o golpes recibidos, pero nunca, en absoluto con la impiedad, el rencor y el odio, inducido mediante graves torturas por los seres que propician, promueven y realizan estos crueles y denigrantes espectáculos. Y ya que hablamos de la preparación o entrenamiento a que nos someten para tales galle134
ras, vale recordar que desde muy pequeños nos aíslan permanentemente, por lo que sufrimos de soledad; no podemos jugar, conversar y convivir con nuestros semejantes; ello provoca evidentemente mucha tristeza, ansiedad, frustración y desesperanza. Por otro lado, el maltrato es una constante de manera que seamos muy ariscos, desconfiados, temerosos e inseguros y estemos en alerta constante, de modo que si algo ocurre en nuestro entorno reaccionemos no violentamente sino con pánico, lo que los maltratadores llaman “disposición de combate”, eso es una ficción. También nos racionan el alimento y el agua, además de que no tenemos acceso a la calidad y cantidad que necesitamos, ya que los alimentos concentrados que nos proporcionan son de muy mal sabor y nada tienen que ver con nuestra dieta original; han inventado una serie de fórmulas químicas que nos hacen tener el peso y la forma que ellos requieren para cumplir con sus estándares a la hora de las luchas. No se puede, no se debe omitir que también producto de sus bajos instintos de lucro nos envenena la sangre al introducirnos diversas drogas como anfetaminas, cafeína, adrenalina, estricnina, así como otros fármacos anabolizantes. Esto 135
claramente altera nuestro estado físico y anímico, con el único objetivo de encolerizarnos y sobreestimularnos, disparando los niveles de violencia, de modo que respondamos a las expectativas del público apostador que quiere, exige sangre, plumas arrancadas, picos y uñas destrozados, ojos extirpados, gallos heridos, despiernados, degollados y descuartizados en vida ofreciendo ese horrendo pasatiempo. Pero para llegar a esas peleas, hay una minuciosa y maquiavélica preparación, de la que en este momento vamos a compartir algunos de sus múltiples aspectos: en primer lugar sufrimos graves mutilaciones pues nos cortan sin anestésico alguno la cresta y las barbas y así en carne viva nos cosen las tremendas heridas, con cualquier aguja e hilo que las más de las veces ni es de sutura y mucho menos está esterilizada, producto de lo cual en no pocas ocasiones sufrimos severas infecciones; luego nos humillan hasta el polvo cuando pican finamente ese pedazo de nosotros, ¡Sí, la cresta y las barbas! y nos obligan a tragarlo, ya se han de imaginar la repulsa que eso provoca, pero no podemos vomitar pues nos levantan el pescuezo hasta que hemos engullido parte de nuestro propio y martirizado cuerpo.
136
La violencia no se detiene ni por un momento, en altas horas de la noche ponen su música de borrachos y golpeadores de mujeres, alabanzas a la delincuencia a todo volumen, así que, si la noche es el momento del descanso, lo interrumpen en incontables ocasiones para elevar el nivel de estrés, crean un ambiente de persistente incertidumbre, lo cual evidentemente nos provoca un caos anímico. Siguiendo con el tema de las mutilaciones y con el pretexto de que no nos tome por allí el adversario, nos arrancan las plumas, que son nuestra vestimenta, misma que nos ayuda a regular la temperatura corporal; por eso al ser despojados de ella pasamos mucho frío y claro también un calor insoportable, lo cual según nuestros verdugos nos hace más resistentes, así que de pronto nos vemos ridículamente semidesnudos, algo que en el mundo natural nuestro ocurre solamente cuando mudamos de plumas, pero la fuerza con la que nos arrancan las plumas de las piernas, la pechuga, la espalda y las alas provoca un dolor inenarrable, nuestros lamentos no sirven de nada, ellos se complacen en semejante maltrato. Esa cauda de trámites no concluyen aquí, ¡nada de eso!, ahora nos hacen volar una, otra, 137
otra y tantas veces para que según ellos aprendamos a dar patadas y aletazos al enemigo, pero en seguida a correr, con una escoba o un trapo nos asustan permanentemente e incluso cuando nos rehusamos a desfilar nos golpean de tal suerte que no tenemos alternativa y debemos que trotar, veinte, veinticinco y hasta treinta minutos, algo que es una barbaridad, pues no somos la mayoría de las aves grandes corredoras, mucho menos los gallos, así que sentimos que nos ahogamos, que el corazón se nos sale. Para seguir con esos entrenamientos nos ponen frente a otro gallo sostenido por un gallero, nos sujetan la cabeza y dan oportunidad a que nos ataque, nos lastime y claro nos provoque a la ira, acto seguido nos azuzan para devolver los golpes, ahora depositan al otro animal en el piso y el gallo lastimado ataca sin piedad a ese que está atado de sus patas, inmóvil e inerme de modo que no tiene oportunidad alguna de defenderse, la paliza es enorme y en muchas ocasiones ese inocente muere sin culpa y sin derecho a protegerse, menos a defenderse, así alimentan el espíritu carnicero. Entre las torturas que nos aplican está la cruel violencia sexual, ya que, como la mayoría de los seres vivos, llega un punto en el que so138
ñamos con tener una pareja y claro, aparearnos; pero estos juegan con esa natural necesidad fisiológica y constantemente nos hacen oír el canto de gallinas, incluso las dejan que se paseen muy orondas cerca de nuestro calabozo, lo que obviamente nos altera en demasía. A aquí entonces nos enfrentan a la mona, o un gallo apócrifo, un fantasma que usan como sparring para agredirnos y que nosotros, con toda la adrenalina acumulada, arremetamos para tratar de defendernos; eso lo hacen una, otra, otra y mil veces hasta que se supone ya aprendimos a atacar, tirando violentos picotazos, patadas y aletazos. Algo que expresa el más claro y sanguinario sentido de las peleas de gallos, es la malintencionada forma de armarnos con cuchillas de plástico, carey, acero o plata alevosamente afiladas, con el fin de que las heridas que se ocasionen al contrincante sean de máxima letalidad, como la perforación de los ojos, pulmón, corazón u otros órganos vitales, así como el desprendimiento de las extremidades, inclusive pueden producirse roturas de huesos. En este claustro del horror, se sintetizan muchos de los graves problemas que padece la herrumbrosa modernidad de esta sociedad, por ello simultáneamente a las peleas, a las apuestas, 139
a los abusos contra la mujer, se planean y ejecutan extorsiones, secuestros, lavado de dinero, violaciones, trata de personas, robo de autos, desapariciones, homicidios, un largo y vomitivo etc. Casualmente en este caso tampoco las autoridades saben adónde se encuentran ubicados estos drenajes, aunque también pasan a cobrar puntualmente su buena tajada. Si bien es cierto que la inmensa mayoría de los aficionados a estas majaderas y bárbaras tradiciones son iletrados e ignorantes, -realmente una manada de babeantes borregos-, no podemos perder de vista que cada uno de esos circos del horror cuentan con el dinero suficiente para pagar abogados que hacen amparos, litigan para que no les clausuren o sueltan dinero para que quiten los sellos de clausura; así mismo compran presidentes municipales y gobernadores para que se hagan de la vista gorda o diputados y senadores para que este infierno ni siquiera por error lo metan en las agendas legislativas. Punto aparte merece la carroñera prensa venal, que invocando vacuos argumentos, embadurna con gran diligencia todos esos eventos, diciendo que: son las tradiciones, costumbres, cultura de los pueblos y otras ilógicas y embusteras especulaciones; con lo cual han creado la 140
monstruosa idea de que eso es parte inherente de la sociedad, que ha sido así por siempre y que por la eternidad será así. Dejando caer un pesado fardo de indiferencia, conformismo y complicidad ante tan terribles atrocidades, normalizando la degradación del otro, que sólo es en el mejor de los casos un animal, que no siente, ni tiene derecho a nada. En este otro despreciable antro tampoco hay nada de honor, de dignidad, de valor, nada de sentido de humanidad, de respeto; pese a que aquí también los transgresores dicen querer al gallo, respetarlo y admirarlo, en realidad solo es otra pieza más del catálogo de tergiversaciones de la cultura del maltrato animal. Los palenques, como la mayoría de los deportes, competencias, tradiciones y actividades recreativas como negocio, además de embrutecer a la gente, cumplen la fundamental tarea del lavado de dinero, ése que proviene del narcotráfico, extorsión, secuestros, robo y otras delincuenciales actividades; para ello los capos han diseñado un método sumamente sencillo pero muy eficiente que consiste en dar una piscacha de 200 a 300 dólares a algunos de los borregos asistentes, con la única condición de que lo gasten allí consumiendo cerveza, alcohol, comida, 141
los servicios sexuales, droga y claro apostando, de ese modo el dinero sucio entra sin problemas a la economía local, como lavado hormiga. En otro espacio del palenque se encuentranunos galleros, mostrando a dos grandes capos, así como sus respectivos séquitos, los gallos que tienen en las jaulas dispuestos para las subsiguientes peleas, ambos delincuentes con donaire de grandes conocedores ven a los animales, preguntan sobre su raza, procedencia, edad, peso, si ya ha peleado, si ha padecido enfermedades delicadas y un largo cúmulo de interrogantes que les den la garantía de hacer una buena selección para la apuesta y claro ganar, porque ése es el chiste; ganar, siempre ganar. Demoraron un buen rato en el corral, alrededor de las jaulas, tocando inclusive a algunos de los más bellos ejemplares, buscando el que más les inspire para una buena jugada; mientras tanto a lo lejos se escucha la voz aguardientosa de alguno de esos cantantes de música para machos y borrachos, en ese momento suena a todo volumen la muy popular y conocidísima copla “consigue una pistola si es que quieres, o cómprate una daga si prefieres y vuélvete asesino de mujeres”, todos aplauden la rima, ríen a carcajada abierta, brindan, celebran la clarísima incitación al femi142
nicidio; al mismo tiempo ríos de alcohol y droga circulan por todo el lugar con total descaro. Después de una larga travesía por los corrales, por fin los dos apostadores ya habían elegido a los gallos que pelearían, uno llamado Obispo y otro de nombre El Matón, dos bellísimos ejemplares de los mal llamados gallos finos de pelea. Para amarrar la apuesta había que cerciorarse de que cada tahúr trajera lo prometido, por lo que uno de ellos, un individuo vestido totalmente de negro, con una gran hebilla al parecer de plata con un cuerno de chivo de oro en el centro, de aspecto hosco y una oreja cortada a la mitad hizo un gesto a uno de sus sirvientes, quien sin disimular la metralleta recortada que traía entre sus ropas se acercó ágilmente, abriendo un fino portafolios cubierto con piel de cocodrilo; al abrirlo se veía una cantidad enorme de billetes verdes, que a decir de ese sujeto, allí había setecientos mil dólares. Tocaba al otro mostrar su parte, a este patán se le veía por todos lados un desproporcionado uso de cadenas, esclavas, dijes, anillos, hebilla de oro y otros aditamentos de la más cara y fina manufactura, así como una chaqueta de piel de víbora de cascabel, lo mismo que el cinturón y las 143
botas, dándole un grotesco aspecto de gánster de séptima; esa vestimenta típica de personas que se saben tan insignificantes en términos humanos que tienen la necesidad de ponerse todo lo que pueda presentarlos como alguien de poder y riquezas. A paso lento, entre risas van bebiendo una carísima botella de whisky, se encaminan hacia la parte trasera del palenque en donde se ubica un pequeño, pero muy bien protegido estacionamiento; pasaron cerca de varios autos de lujo, de esos que sólo se miran en las películas, por fin llegaron a una camioneta tipo sprinter color blanco, con logotipos de una compañía de turismo. Los vidrios de la misma son más que oscuros, nada, absolutamente nada se podía ver de afuera hacia adentro, al llegar ahora otro de los esbirros del segundo apostador y delincuente, abrió con rudeza innecesaria la puerta corrediza de la misma; al instante se encendió una potente luz que iluminó perfectamente a todas las ocupantes; eran entre once o trece mujeres, en realidad niñas, pues preguntó el primer criminal; ¿cuántos años tienen?; aquel sonrió con una lasciva mueca diciendo: ¡la más vieja tiene 14!, todas ellas con ropas que apenas les cubrían lo mínimo y en las 144
que se podía ver su adolescencia en plenitud. Inquisitivo el criminal volvió a curiosear ¿por qué están tan tranquilitas?, ya sabes, -respondió- a algunas ya les gusta el trago y a las otras les damos su pastillita, para que conserven la calma. ¡Hecho! ¡La apuesta va! Se disponían a regresar a la arena, en la que se escuchaba fuerte ahora aquella más que popular canción “la muerte de un gallero” copla que encendió aún más los ánimos de todos los asistentes, que ya de por sí estaban para esa hora más que prendidos. Repentinamente como caído del cielo apareció en su camino, en medio de la persistente lluvia, un hermoso Toro plenamente blanco, sólo su perfecta cornamenta astinegra le daba un toque de belleza extraordinaria, casi se diría como la inocencia de aquellas víctimas que estaban enjauladas en la camioneta; el silencio se apoderó del espacio, los guaruras no atinaron qué hacer pues parecía tan manso, como que buscaba agua, aún no salían de su asombro cuando a sus espaldas escucharon el poderoso mugir de otro gran animal, éste de un negro azabache tan oscuro como la misma noche, con una cornamenta blanca, plateada como una afilada espada; sobrecogidos de miedo volvieron el rostro hacia donde creyeron escuchar el grito del animal. 145
Apenas estaban tratando de ubicar el lugar cuando ya lo tenían encima, los venía arrollando con una gran fuerza; alguno de los pistoleros tímidamente sacó su arma e hizo fuego, pero estaba tan asustado que le pegó justo en la nuca a su patrón, ese narco de tan grotesca figura que estaba lleno de colguijes, adornos y todo tipo de prendas de lujo, que en realidad lo único que acentuaban era su ignorancia, brutalidad y su muy baja autoestima y que para tratar de ser algo, aunque fuera un criminal, se vestía de esa despilfarradora e hilarante forma. La confusión es grande en ese momento, se oyen gritos, lamentos, maldiciones, intentos de salir corriendo y rezos; no se debe olvidar que todos estos criminales llegada la hora de la hora, son muy católicos, que quiere decir herejemente creyentes, pero todo es en vano, pues el Palomo que así se llama el otro Toro, cerró el círculo, haciendo la emboscada perfecta, pues nadie logro escapar de este furibundo, veloz y arrasador ataque. Los Toros dieron vuelta para regresar al ring donde seguía sonando la música para borrachines y misóginos, pero de pronto volvieron a mirar la camioneta que ya se había abierto y bajaban una 146
a una las asustadas niñas, pero que ahora se veían con una tímida luz de esperanza, pues sabían que ya eran libres. En el redondel las apuestas subían de tono, lo mismo que los gritos y la agresividad sin límite entre los asistentes, pero sobre todo hacia las mujeres que además de padecer la aguda espada de la violencia verbal, también tratan infructuosamente de esquivar las continuas agresiones por parte de los empedernidos, ignorantes y bestiales participantes de las peleas de gallos, de modo que a cada paso alguno de esos rufianes les intenta dar un beso, abrazarlas, acariciarles burdamente la cara, pero hay los más agresivos que sin tapujos les tocan los pechos, les golpean las nalgas o les meten la mano bajo la falda; los suplicios son innumerables, unos cada vez más terribles que otros; no pocas de esas mujeres han sido violadas tumultuariamente por estos vagos, parásitos de la sociedad a los que luego se les da el noble título de emprendedores criadores de gallos y otros turbios negocios. Esos personajillos se caracterizan por un pobrísimo y muy limitado léxico, que al igual que en otras salas de tortura y juego, se reduce a unos cuantos monosílabos y por cierto mal pronun147
ciados, en este caso no salen de algunos como los siguientes: vamo, vamo, vamo, palla, palla, palla; dale, dale dale; córtalo, córtalo, córtalo tira, tira tira; pega, pega, pega tu. como tu ere, como tu ere, como tu ere gallito; ve, ve, ve; dale, dale, dale; gol, gol, gol; claro no puede faltar ¡otra chela!, y la parafernalia de las más variadas vulgaridades, improperios y agresiones verbales. Está restringida fraseología ya denuncia con alucinante claridad los muy elementales, básicos, primitivos, rudimentarios y bárbaros procesos mentales que describen a estos decadentes, machos e idólatras de semejantes actividades. Se vive un momento de gran frenesí, ya las apuestas se han cerrado y los soltadores vestidos con su clásica camisa a cuadros, sombrero, pantalón vaquero y botitas de piel de algún animal en peligro de extinción, se disponen a poner frente a frente a los gallos; pero en ese preciso instante entran al ruedo algunos entes que claramente no están convidados y no son para nada bienvenidos, pues las acobardadas caras de los ahí presentes así lo delatan. Son varios animales que irrumpen con gran pujanza, uno de los caballos entra al ring y en una sorprendente maniobra lanza una tremenda patada doble con sus patas traseras, asestándola con gran puntería en 148
las cabezas de ambos soltadores de gallos que se desploman por el suelo boqueando sangre. Por un breve instante todo es silencio. Los dos hermosos gallos uno rosa y el otro violeta al verse liberados, aletean y cantan, pues lejos de enfrentarse dan unos cuantos pasos sobre la arena y ahora se elevan por todo aquel graderío repleto de monstruos; inician un vuelo por todo el anfiteatro propinando certeras patadas en las caras, más específicamente en los ojos de los pendencieros que allí se congregan, de tal manera que un buen número de ellos quedan tuertos, como lección y para que en la calle de cualquier lugar sepan la clase de rufianes que son. Es bien conocido que entre los borrachos y bravucones concurrentes de estos espectáculos de la barbarie, siempre se hacen presentes los osados espontáneos que son expertos baladrones amenazando a cada momento con tirarse al ruedo y hoy que los Toros han estado regalados, que ni siquiera tuvieron que ir a la plaza, se han cagado, llenos de miedo hasta la peda se les bajó y no se han quitado la camisa para hacerle un pase a alguno de los que por allí en el graderío andan obsequiando cornadas, embestidas, patadas y otros fieros presentes a los fanáticos de las peleas de gallos, pero también de las corridas y todo 149
tipo de denigrantes juegos, pues son una misma y gran escoria, los que comparten el pésimo gusto por el inútil sacrificio de animales indefensos. Como en otras infamantes diversiones, también en este antro hay una gran cantidad de infantes y adolescentes a los que se les da el muy claro mensaje: “él es capaz de causar más daño al otro es el valiente, poderoso, admirado, respetado, en suma el macho”; porque a lo largo de la jugada de gallos a cada instante se hacen presentes las conductas más agresivas, obscenas, e irrespetuosas, todas ellas cargadas de ira en donde los insultos, los golpes, aunque parezcan de juego son rotundamente para marcar las jerarquías ahí establecidas e innegablemente, los que están en el escalón más alto de dichas jerarquías son los que tienen más condiciones para ultrajar y ningunear a los otros. Una de las extraordinarias lecciones que se imparten a los párvulos, es la asociada a la manera de “ganarse la vida”, por medio de trampas, embustes, negocios sucios, el facilismo delincuencial y deportivo con el más profundo y definitivo desprecio por la vida, así como todo tipo de excesos, en donde claramente no queda fuera la normalización uso y abuso de todo tipo de drogas, desde las social y legalmente acepta150
das, como aquellas que también están prohibidas pero que circulan con gran facilidad en estos espacios para la recreación.
151
152
153
154
Ellos, los infantes aprenden entre la gritería, el humo de churros de marihuana, alcohol, insultos, agresiones a las mujeres, la permanente presencia de las armas con las que se juega a apuntar a otros en la cabeza, el constante alarde de dinero, arrojando fajos de billetes o puños de billetes al aire, esta obtusa idea del parasitismo, las apuestas y los delitos para hacerse un encumbrado, pues ahí, en lo más alto de la escalera social del palenque están los narcotraficantes, apostadores, los tratantes de personas, los secuestradores, políticos corruptos, extorsionadores y otras lacras de la sociedad que tiran el dinero a manos llenas, son las mejor atendidas; los más respetados y admirados, ya que tienen con mucha lana, además son escoltados por grupos de sicarios aparatosamente armados que hacen gala de su poderío.
155
156
Pero también y como secuela de la instrucción que allí reciben los niños es la muy clara lección de que el hombre, el macho, es insensible al dolor ajeno y lo que es peor, lo enseñan a gozar, disfrutar y propiciar el dolor de los otros como una normalidad brutal, desapareciendo por completo el respeto hacia la vida, por lo que aprende que la violencia y la fuerza bruta son los medios de dominación, así como las principales formas de resolución de los naturales conflictos de la cotidianidad. En suma, en estos escenarios a los niños se les introducen como valores: admirar el ejercicio de la violencia, la saña hacia el contrario, el oponente, el que piensa distinto, de tal suerte, que herir a otro, cubrirlo de sangre, sacarle los ojos, quebrarle o romperle una extremidad o de plano volarle la cabeza, da muestra inequívoca de valentía, honor, coraje, elevados a sitial de hombre cabal, dispuesto a ser como el gallo, que pelea a muerte y a matar. El palenque ha sido derruido; una gran cantidad de gallos andan por este espacio, volando por todo el escenario, en donde la mayoría de 157
los personajillos ha quedado con la cara ensangrentada, sufriendo por la pérdida de un ojo; rezando, maldiciendo, buscando matar por lo menos a uno de los gallos, pero por más que lo intentan, no consiguen atrapar aunque sea a uno de los que vuelan, aletean y cantan, celebrando esta gran pelea por su liberación; en el fondo de la galera, en donde se encuentra una repisa con San Andrés, el santo patrono de los galleros, un par de gallos ha destrozado aquel altar lleno de flores, velas, milagros, y toda esa basura que se les pone a los santitos de ofrenda, como si a estos muñecos de yeso les interesaran, les gustaran y complacieran todas esas absurdas naderías, pero lo principal, como si tuvieran vida, he aquí otra vez el irracional comportamiento de este hato de ignaros. Una vez que ha concluido el proceso de liberación, salen de esta otra alcantarilla en gran columna todos los animales victoriosos; en primerísimo lugar los Toros, con sus caras plenas de satisfacción; en seguida los muy orgullosos caballos y al final la juguetona mulita que en el lomo trae tres hermosos gallos que cantan con gran fuerza. En seguida viene casi un ciento de gallos y gallinas liberados, que rascan la tierra, baten con gran energía sus alas y también cantan en un coro majestuoso pues la nota principal, el acorde 158
más sonoro es el de la libertad de la que ahora gozan todos estos que hasta hace unos momentos eran cautivos.
El segundo aviso
En el aire vuela con tristeza el singular e inconfundible sonido del segundo aviso, anunciando la agonía de las víctimas de otro evento del tormento que algunos desalmados llaman desfachatadamente arte.
¡El perro el mejor Amigo del hombre; el hombre el peor enemigo del perro!
Otro de los destacamentos de animales formado por cuatro magníficos Toros, tres fortísimos caballos y dos poderosas mulitas, se dirigió al galope a uno más de los mal nombrados centros de diversión, en los que también el suplicio y la muerte son la divisa principal para el disfrute de algunos degenerados que, además, lucran con la sangre y el dolor impuestos a seres inocentes, a los que usan para sus retorcidas funciones. 159
En la zona fabril de este pueblo, -que también tiene nombre de santo, como miles de pueblos a los que se les impuso la toponimia hispánica para tratar de borrar la memoria, identidad y cultura de los habitantes naturales de estas tierras-, se encuentran varias naves industriales abandonadas, una de ellas casi al final de la calle, muy discreta, con la fachada sumamente deteriorada, se ha acondicionado con un centro de esparcimiento y apuestas de peleas, combates o luchas de perros gladiadores. La bodega esta resguardada desde varias calles antes por discretos halcones que hacen asiduamente guardia, simulando ser vendedores de nieves, aguas frescas, elotes, o simplemente ser ciudadanos que conversan tranquilamente en una esquina; pero ante cualquier movimiento que parezca sospechoso, dan aviso y se encienden las alarmas para que el cuchitril sea desalojado, a la brevedad por la parte trasera en la que se encuentra el estacionamiento principal por donde llegan y salen los capos más importantes, teniendo salida a una calle que inmediatamente conecta con un camino de terracería que los saca de la zona en unos cuantos minutos. Los otros adictos a la droga, al alcohol y a las apuestas van llegando uno a uno o en parejas de modo muy 160
circunspecto, hasta que el lugar está atestado de esa multitud que goza, disfruta y celebra el sufrimiento ajeno. Por la parte trasera del antro avanzan al trote un buen contingente de Toros, caballos y mulitas que levantan un rumor, como si de una tormenta se tratará; y en efecto, lo que viene ahora en caravana es el trueno y el relámpago de seres libres que llegan en busca de otros tiranizados, que son esos perros cuyo destino ha sido sumamente cruel. Quizás dentro las diversas especies animales que hemos sido domesticadas, amaestradas, sometidas y esclavizadas, los perros somos los que mayor lealtad le hemos tenido al hombre, pero debemos decirlo con mayor precisión, en todo caso somos los más serviles, creyendo ingenuamente que si obedecíamos no sería tan cruento nuestro destino, pues prácticamente en todas las actividades de la vida de los seres humanos nos hacemos presentes desde tiempos inmemoriales; pero es bueno decir que nos equivocamos, no solo no nos han dejado de humillar, de maltratar, de explotar, sino que la brutalidad en contra nuestra tampoco reconoce fronteras, ni legales, ni morales, ni religiosas, ni de ningún tipo. 161
Es más que oportuno mencionar que hemos observado como éste perverso comportamiento de algunos hombres se hace extensivo en sus relaciones con sus semejantes, pues son más ingratos, crueles, irracionales, explotadores, traicioneros y malvados con las personas que más los quieren y mejor les sirven. Sin temor a equivocarnos podemos decir que hemos acompañado al género humano prácticamente desde los primeros recolectores de semillas y muy temprano a los primeros cazadores; si bien es cierto que en ese momento pudo haber cierto grado de comparsa por conveniencia mutua, ya que nosotros aprovechábamos los desperdicios de las comidas, -cosa que ya es degradante-, pero también hacíamos labores de vigilancia y les ayudamos en la cacería; eso no se prolongó por mucho tiempo, pues pronto empezó la carcelera y muy detestable acción de ponernos cuerdas, argollas, cadenas y otros instrumentos con los que nos hicieron sus prisioneros y esclavos hasta el día de hoy. Realmente resulta muy asqueroso pensar que haya gente que nos tiene amarrados, encerrados, cautivos porque según ellos: ¡nos quieren!, quizás por eso las mismas relaciones que tienen entre humanos se expresan de ese modo, 162
como control de unos sobre otras, a las que les ponen cadenas invisibles, pero cadenas al fin, por otro lado, también les dan sobras, desperdicios, migajas y limosnas; bueno ese es un asunto que en todo caso a los carceleros y presidiarios les toca dilucidar. Entre todas las profesiones y oficios que hemos desempeñado y aún realizamos los perros, podemos afirmar que ninguno de ellos lo ejecutamos por cuenta propia como dicen algunos connotados embusteros, porque según ellos: tenemos un espíritu innato de colaboración, un carácter amigable, complaciente, tolerante, además de que somos; trabajadores, inteligentes, amorosos, pacientes, dispuestos siempre a ayudar y aprender, que nuestro físico y resistencia es sorprendente, así como una sarta interminable de idioteces indefendibles desde ningún punto de vista y que, desvergonzadamente, rematan sus patrañas diciendo que somos “parte de la familia”, lo cual expresa el elevado nivel de brutal violencia que se ha ejercido y ejerce en contra nuestra, para que hagamos lo que a ellos les place. Los perros a lo largo de la historia hemos ejecutado una gran diversidad de trabajos, solo por mencionar algunos diremos los ejemplos siguientes: cazadores, jaladores de trineos para 163
transporte de carga o deporte, buscadores de trufas, o droga, rescatistas o búsqueda de desaparecidos en desastres naturales, cuidadores o vigilantes de personas y ganado de diversos tipos, así como de comercios, fábricas, casas, ranchos, acompañantes, actores de cine y televisión, publicistas de productos en comerciales, guías y protectores de personas con discapacidad; algunos más especializados podemos detectar células cancerígenas, pero también descubrir el mal de párkinson, avisar cuando un diabético tiene niveles peligrosos de glucosa en la sangre, o sobre un posible ataque epiléptico; practicantes de una gran diversidad de deportes, del mismo modo somos excelentes perros policías o militares, detectores de minas y diversos tipos de explosivos; por nuestra aguda inteligencia emocional somos de gran ayuda para pacientes con diversos problemas motrices o psicosociales, cuidadores de mujeres en situaciones de violencia de género, así mismo servimos como consuelo en hospitales, o para personas que sufren pérdidas y depresión; somos buenos payasos pues hacemos todo tipo de piruetas para agradar a los humanos; hemos participado entre otras tareas como astronautas y en la ciencia se han realizado infinidad de experimentos en nuestros cuerpos que han sido expuestos a diversos medicamentos o pócimas con lamentables y funestos resultados, 164
antes de ser probados en humanos; no podemos dejar de mencionar la vergonzosa violación a que han sido sometidas una gran cantidad de perras, por seres tan viles y despreciables que no hay palabras para definir esas acciones. La lista podría prolongarse aún más, solo mencionaremos que en este momento se está entrenando a un buen número de canes para detectar el covid19, pero la dejamos abierta con un largo etc. pues seguramente se nos escaparon algunos otros trabajos, profesiones u oficios. A los perros, pero no solo a los perros, los humanos nos inhiben nuestro natural desarrollo de perros, en realidad hay un grave proceso de desanimalización de diversas especies que los seres humanos, con esa peregrina y prepotente idea de dominación absoluta, nos mutilan tanto física pero también mentalmente para tratar de hacernos a su imagen y semejanza, a la estatura de sus miserables deseos, necesidades y caprichos, ello lo hacen truncando sueños e instintos, propiciando así una vida en condición de servilismo perenne, de muy similar manera como hacen con millones de individuos de su propia especie. Sería muy tedioso contar todas las tribulaciones, penurias, maltratos, torturas y crímenes que han cometido a lo largo de la historia con 165
nuestra especie para convertirnos en los brutos y vergonzosos cautivos que ahora somos, que ante los más crueles y despreciables tratos les meneamos la cola en clara señal de sumisión a quienes tanto y tan terribles daños nos ocasionan, quizá por ello es tan elocuente la comparación de algunos seres humanos que se dejan ningunear, humillar, pisotear, sobajar y ultrajar de tal forma que con aguda certeza les dicen que: “son tratados peor que el perro” y eso ya es decir demasiado. Conviene recordar que a la par de hacernos sus esclavos, también nos hicieron participes, cómplices de sus ignominiosas fechorías y de sus más atroces actos, por ejemplo recordamos, porque tenemos memoria, la manera en que nos embarcaron para traernos a lo que esa horda de seres incultos, atrabiliarios, déspotas, violadores, y herejes soberbiamente llamaron el nuevo mundo, con la muy noble misión, según ellos, de civilizar-evangelizar, a los naturales de estas tierras, que a su decir eran “seres sin inteligencia, ni alma, viciosos, holgazanes, vagos”; en realidad aquí había varios procesos civilizatorios en marcha y con unas características realmente extraordinarias, que en mucho superaban al “viejo mundo”, por lo que de ninguna manera necesitaban de esa supuesta evangelización civilizatoria. 166
Pero ni modo, nosotros los perros solo éramos lo que somos hasta el día de hoy: prisioneros, mercenarios que a fuerza de maltrato hacíamos y hacemos lo que la voluntad de seres sórdidos nos impone; en esa lógica fuimos bendecidos, al igual que todas las armas de esos sanguinarios, por los frailes que acompañaban a cada paso a los malhechores y sus ominosas acciones durante la invasión. A nosotros nos preparaban, como lo siguen haciendo, mediante el ultraje, ¿o a alguien en su sano juicio se le ocurre que cualquier animal hace todas las tareas, labores y fantocherías que a los humanos les satisfacen? ¿esa es nuestra esencia? ¿nuestra vocación? ¡De ninguna manera!, nosotros fuimos enseñados a disfrutar la sangre de las personas que poblaban estas tierras; para ello nos hambreaban por varios días y luego nos dejaban a una víctima que previamente había recibido múltiples latigazos o cortadas de espadas, de modo que tuviera un buen número de heridas de las que manaba copiosamente sangre, al mismo tiempo nos procuraban una brutal azotaina, acto seguido nos azuzaban contra ellos, de suerte que al dejarnos libres de las cadenas los atacábamos sin piedad, los desgarrábamos, hasta arrancar una mano, un trozo de pierna, la cara; ellos daban unos alaridos de consternación mientras 167
los devorábamos vivos, en tanto los civilizadores se burlaban a carcajadas tomando vino y violando a las mujeres, muchas de ellas pequeñas niñas. En esos actos para someter a los dueños originales de estas tierras, nosotros los perros jugamos un papel de primer orden pues al ser desconocidos y atacar con tal fiereza les generamos un pavor descomunal; nos hicieron un arma letal que además de los claros daños físicos, seguramente nos asociaron con entelequias infernales y no sin razón, por lo que el daño a nivel del inconsciente colectivo debió ser mayúsculo. Pero para que ese pánico se acrecentara, cuando dominaban algún pequeño poblado, alguna comunidad, les arrancaban a algunos de sus pequeños hijos, muchos de ellos, tan chiquillos que apenas podían caminar o decir palabra; reunían a todas las personas en un círculo, sí, otra vez como un minúsculo circo romano y entonces nos arrojaban uno a uno a esos seres inocentes, a los que en instantes destrozábamos y engullíamos ante los azorados ojos de sus padres, familiares y demás miembros de la horrorizada comunidad, que no tenía más remedio que arrodillarse y aceptar la evangelización, aceptar la nueva civilización o de lo contrario, esa escalofriante faena continuaba hasta que se dieran por vencidos. Queda muy claro el uso del terror para convencer, para so168
meter y es algo que hasta hoy lastimosamente se perpetúa hacia los perros, pero también contra otras especies, principalmente la humana, pues la principal arma que siguen utilizando los herederos de los sanguinarios de ayer es el terror, el miedo, con el que la mantienen aterrorizada, asustada, dominada y explotada un puñado de poderosos. Claro, previamente había misas, solemnes actos religiosos en los que se rezaba al dios omnipotente, misericordioso, compasivo y amoroso como esos pervertidos sacrílegos lo entienden, siempre se bendecían las armas de todo tipo, entre ellas nuestras afiladas colmilleras, cebadas con el hambre de varios días. Por supuesto, especial bendición se otorgaba a los violadores, ladrones y asesinos, luego ya santificados salíamos a ¡civilizar al nuevo mundo!, ¡a devorar, aterrorizar, asesinar y someter a inocentes! Con irrefutable certidumbre afirmamos que el perro devorador de indios puede resumir por sí mismo la negra historia de la evangelización-colonización española, de ningún modo se debe olvidar que Hernán Cortés, el gran carnicero hizo un uso intensivo y genocida de sus perros en el camino que lo condujo a la Gran Tenochtitlán, a tal punto que un importante Fraile denunció en 169
aquellos aciagos días cómo los canes de Cortés participaron directamente en la masacre de Cholula, “ahogando en ríos de sangre, los intentos, las súplicas, los aterradores gritos y plegarias de los naturales de esta tierra por librarse de la furia macabra de las carniceras huestes de los conquistadores”. Es menester recordar que otra de las muchas maneras que usaron los civilizadores-evangelizadores para convertir a la gente a su religión, fue quemar vivos a un sin número de personas, entre ellos infantes, lo que evidentemente quebró la voluntad de los nobles guerreros dispuestos a luchar por su dignidad, su vida, sus comunidades, sus territorios y su cultura; en suma aquí no hubo el eufemísticamente mal nombrado “encuentro de dos mundos”, aquí lo que hubo fue la más artera vil y despiadada masacre de seres inocentes a los que se sometió por medio de los más atroces y despreciables actos, haciendo uso del terror al nivel más extremo y en ello, nosotros los perros, tuvimos un papel protagónico para infortunio de ellos y para vergüenza nuestra. De esa manera llegamos a estos dolorosos y lóbregos días en que hemos sido degradados al nivel más bajo, ya que víctimas de la desmedida sed de lucro, avaricia, ignorancia y por la bes170
tialidad de algunos rapaces, somos preparados y obligados a ser asesinos de semejantes nuestros para diversión de seres absolutamente indignos. Las “técnicas” de adiestramiento, amaestramiento, entrenamiento, sometimiento, domesticación, etc., tienen como fundamento la cruel tortura a la que somos sometidos sin piedad los perros de lucha, pelea, combate o ataque -según la hueca verborrea de esos sicarios- y se enfocan principalmente en dos aspectos: por un lado, la parte física y por otro lado la parte psicológica o emocional, teniendo muy claro que ambos procesos corren a la par. El adiestramiento es una larga y muy tortuosa ruta degenerativa, para deformar física y mentalmente a los perros mediante el maltrato y la violencia extrema, para que odie todo lo que le rodea, para volverlo un asesino; esto empieza cuando aún somos cachorros; nos arrancan de nuestra familia, a la que infructuosamente buscamos, sobre todo a nuestros hermanos de camada para jugar, y a nuestra madre; ese paso es traumático pues de un día para otro ya estamos encarcelados, sin posibilidad alguna de socializar con los de nuestra propia estirpe, lo cual es muy grave y doloroso ya que los perros, como una gran cantidad de especies, somos sumamente 171
gregarios, ello sin dudas trae graves efectos en los estados de ánimo, como tristeza, frustración, ansiedad, desamparo, enojo, indefensión y soledad, todo lo cual es provocado con la aviesa intención de volverlo rencor, rabia y agresividad o lo que estos abominables seres llaman: un perro gladiador de grandes aptitudes y actitudes para el ataque. Por ello vivimos asiduamente recluidos y en la más arbitraria soledad, los sitios de confinamiento no tienen luz, ni ventilación adecuada, son sumamente sucios, por lo que constantemente pisamos excrementos; el alimento es de mala calidad, combinado con periodos sin alimento, muchas veces nos hacen pasar sed en demasía, “así sangran menos cuando los enganchan”, en numerosas ocasiones nos dan agua con chile; los gritos y golpes son incesantes, también nos exponen consecutivamente al olor de perras en celo, que pasean por entre las crujías, lo que activa nuestras pulsiones sexuales, pero solo como una manera más de atormentarnos y hacer que esa excitación se vuelva ira, también nos drogan con esteroides, como a los deportistas que se dopan. La testosterona en inyección y la efedrina son los más usados, para exaltar el estado de ánimo. 172
El uso indiscriminado de drogas por parte de los explotadores es una constante, así que lo mismo las aplican en Toros, Gallos, Perros, Caballos y otras especies animales; nos las suministran por la fuerza; pero también están drogados y embrutecidos un buen número de humanos, que, a diferencia de nosotros, pagan con gusto sus adicciones que son invisibles pero férreas ataduras, ¡negocio redondo! Entre los ejercicios que nos obligan a realizar está la noria, que consiste en perseguir un cacho de carne atado a una cuerda; o una goma, método donde el perro salta y se queda en vilo, girando sobre sí mismo sostenido por sus propios dientes, en interminables periodos, al tiempo que al estar suspendidos en el aire somos golpeados con saña, todo ello para fortalecer la mordida; de igual forma se nos hace correr en una cinta andadora horas y horas para desarrollar musculatura, combinado con descargas eléctricas en el ano para potenciar la irritación antes, durante y después de los entrenamientos. Así mismo es parte de la instrucción que se nos ate a un coche obligándonos a correr con el fin de fortalecer las piernas y la capacidad toráxica, igualmente corremos amarrados jalando una bicicleta varios kilómetros diarios; o trotamos con cinturones de plomo amarrados al cuerpo; también nos bañan 173
con agua caliente o fría según el clima para que suframos duros cambios de temperatura y -seamos fuertes, resistentes a todo-; realzan aquellos ejercicios con los que se siente la vida en peligro inminente, de modo que nos esforcemos hasta lo imposible para sobrevivir. De tal forma que los verdugos con obsceno cinismo concluyen: “un perro en tanto más sufre, más resistente llega a ser, por lo tanto, será una fiera en el combate”. Por cierto, estos gandules con un tono de sabelotodo se atreven a afirmar cosas tan absurdas y atroces como: “Está comprobado que estos animales no sienten dolor durante el combate, se atacan una y otra vez, sin rehuir la lucha, porque su bravura los hace insensibles al dolor”, agregando que, “cuando les llega el momento de la verdad, tienen la oportunidad de morir dignamente”; con semejantes conceptos ya podemos imaginar de qué tipo de zánganos estamos hablando. Los canes de combate pueden valer miles de dólares y las apuestas en estos sádicos eventos son muy altas, por lo que resulta un negocio altamente lucrativo, pero además es el mercado propicio para el lavado de dinero, tráfico de drogas, trata de personas, trasiego de armas, traslado de miles de autos robados y todas esas fructíferas actividades comerciales. 174
Para desarrollar el instinto asesino, o lo que se conoce en el medio como formar “máquinas de matar”, los entrenadores además de los castigos sistemáticos y las drogas, utilizan cachorros, gatos y otros animales pequeños como carnada. Estos animales pequeños son inmovilizados, de manera que los perros que fueron salvajemente castigados, tengan todas las ventajas y los ataquen sin piedad, para luego matarlos y devorarlos por el hambre que tienen; esto resulta gratificante y va afirmado el sentido de asesinar para sobrevivir, entonces podemos decir que nos encontramos frente a la pedagogía del terror, que por cierto también se practica entre los seres humanos.
175
176
En esta sociedad todo es objeto de compra-venta, por ello los animales utilizados como sparring, son mascotas robadas; en un creciente mercado donde también la delincuencia hace su agosto; de manera que esos animales las más de las veces son cachorros sumamente pequeños y por tanto muy frágiles, de modo que al encontrarse con un perro encolerizado no tienen ni idea de lo que se avecina, esto se hace para que un perro que está comenzando a ser entrenado no sufra daños y sienta la superioridad al destrozar y devorar como premio a una presa muy vulnerable. Es en este justo momento donde se hace presente el inenarrable sufrimiento, miedo, dolor, tristeza, indefensión y abandono al que han sido sometidos durante cientos, miles de años, millones de seres vivos ultrajados, pisoteados, mutilados, para diversión y claro, para saciar la codicia de los apostadores; por ello no es raro que estos perros, al convertirlos en animales aterrorizados, imprevisibles, inestables, desequilibrados, con los nervios a flor de piel, acaben volviéndose contra sus propios verdugos, aunque en realidad lo que están tratando de hacer es escapar, defenderse, salvar su vida. 177
Mientras tanto, por las empedradas calles del pueblo se oye el recio y firme galope de un gran corcel, cuyas crines al viento dibujan caprichosas y bellas olas; en un santiamén ha llegado a la entrada principal, ha sido tan rápido que ninguno de los halcones tuvo tiempo de avisar nada a los criminales. Está a la puerta de este otro ruginoso e inmundo circo de crueldades inauditas y todos los negocios sucios de una sociedad en total retroceso, que no tiene la manera, pero que tampoco quiere detener estas masacres. Al mismo tiempo que ha arribado este brioso caballo a la escena del crimen, haciendo presencia en la puerta principal, por la parte trasera inician su incursión los sublevados animales que de un solo envión barren con la guardia de seguridad que lo único seguro que sacaron fueron cornadas, patadas y otros tremendos golpes que los dejaron al instante fuera de combate. Como corresponde a todos estos espectáculos, de rancia nobleza o de supuesto gran abolengo, no falta la intervención de las diferentes autoridades, por más que digan que estos eventos son clandestinos, lo cierto es que en cada oportunidad cobran puntualmente sus cuotas, tajadas, o mordidas para dejar trabajar, ¡sí, TRA178
BAJAR! Si es que a estos quebrantamientos de todas las leyes se les puede llamar trabajo. Esta ocasión tampoco es la excepción, de modo que con puntualidad un grupo de al menos tres hampones, ¡digo! Policías, se frotan las manos al recibir una jugosa y nada despreciable suma de dinero por hacerse de la vista gorda respecto a todos los delitos que aquí se perpetran o se planean, para seguirlos realizando con total impunidad; aunque como parte de esa simulación hagan de vez en cuando alguna razia que termina con unos cuantos, detenidos pero que son inmediatamente exonerados al no haber pruebas suficientes para fincarles responsabilidad por delito alguno. Una vez cobrada su parte, los “polecias” van hacia la puerta trasera; pero por ir tan felizmente embebidos de su botín no se han enterado siquiera de lo que allí está ocurriendo y se van a topar de frente con dos Toros y una mulilla que los arrasan sin piedad, pues del susto quedaron paralizados y fueron arrollados por ese recio e incontenible vendaval; ésa es la real fuerza de la ley, los corruptos encargados de hacerla cumplir y su botín han quedado dispersos en el fangoso piso del estacionamiento. 179
En el centro de la bodega, a modo de ring, ha sido diseñado y preparado el espacio para que dos perros se luchen hasta la muerte; alrededor hay una gradería en donde alegremente departen esos jactanciosos comediantillos, lo mismo cervezas, diferentes bebidas etílicas, así como un sinfín de drogas y tampoco falta el papel obscenamente grotesco de jovencitas que hacen las veces de criadas y encadenadas a todos los deseos de estos crápulas, que brindan y cruzan jugosas apuestas levantando con grosera ostentación grandes fajos de billetes. Justo en este instante se hacen presentes dos descomunales animales, un hermoso Toro de color rosa asticaramelado que embiste a uno de los sicarios quien tiene a un perro a punto de soltarlo contra otro, a este cobarde le hunde como cuchillo al rojo vivo en mantequilla su afilado y largo cuerno, el bravucón se desvanece; al mismo tiempo el otro animal -una mulita que antes servía para el arrastre-, le propina una gran patada a medio cráneo al otro asesino que tenía al inocente ser para lanzarlo a la ofensiva, sus manos pierden la fuerza y su cabeza sale rodando por el centro del escenario abriendo los ojos de una manera que pareciera querer salir huyendo, pero ya es tarde, ha sido borrado de la arena; ahora los perros han quedado sueltos, dan 180
unos titubeantes pasitos, se acercan uno al otro, se huelen, levantan sus patitas como saludándose, se dan unos buenos lengüetazos, ladran, se conocen y reconocen como aquellos a los que unos granujas les enviaban al patíbulo. Éste lugar que hasta apenas unos instantes era un verdadero mercado en plena ebullición, con aquel jolgorio repleto de gritos, canciones, apuestas y otras majaderías, ha quedado sepultado por un silencio ensordecedor, en el que se puede escuchar claramente el jadeo de los dos animales que hasta hacía poco se iban a enfrentar en lucha a muerte, pero que ahora se saben amigos y voltean sus lastimados rostros a las tribunas de este anfiteatro en donde toda esa escoria parece por fin enterarse de lo que se les viene encima. En un movimiento tan raudo, que podríamos decir a la velocidad de la luz los perros se abalanzan sobre sus agresores, esos que gustan de ver correr la sangre de seres inocentes; la acción es tan ágil y bien ejecutada que deja sin posibilidades de escape a ninguno de esos facinerosos adictos al sufrimiento, de manera que los perros con sus afilados dientes y las técnicas que les inocularon, les van cortando tajo una mano o un pie, como mínimas y básicas lecciones de respeto a la 181
vida, ya que cuando en el pueblo o en cualquier lugar los vean con claridad sabrán que estos son de los insensatos practicantes de tan oscuros y medievales festejos; simultáneamente la mulita y el Toro van propinando todo tipo de golpes a otros tantos monstruosos. La consternación somete con prontitud a todos los presentes, la vocinglería es ensordecedora, unos berrean como chivos atorados de los huevos, otros tratan de correr, no pocos rezan, sí, allí está otra vez esa torcida perversa y desquiciada manera de creer en los santos, en la virgen, en dios, en todo lo que se supone es bondadoso, misericordioso, amoroso y todos esos dones y virtudes que vienen de lo alto, pero que puestos en el terreno de lo real de éstos seres que se complacen y lucran sometiendo a indecibles penurias, martirios, angustias y sacrificios a diversos animales y sus prójimos como si fueran objetos, uno se pregunta ¿en qué clase de divinidades creen estos pelafustanes que ahora claman a dios? El miedo se ha apoderado de prácticamente todo el lugar y en la confusión algunos de los sicarios sacan a relucir sus muy lustradas y poderosas armas, tratando de disparar a los perros que siguen su labor de cortar algunas de esas ex182
terminadoras manos, o a la valiente mulita que sigue repartiendo patadas, o por lo menos al Toro que no pierde el tiempo y continúa su embestida a todo lo que se le atraviesa, ya están recibiendo su merecido todos esos personajillos de poca monta y mucha mierda; pero esos cobardes están tan, pero tan apanicados que no logran sostener por un instante la respiración para hacer un tiro certero y le pegan, para su infortunio a los bandoleros de la pandilla contraria, provocando una reacción inmediata, por lo que se desata una descomunal y muy nutrida balacera; en la confusión los animales salen bien librados y se dirigen a otro de los lúgubres espacios de este horrendo estadio. En tanto la refriega se desarrolla, se ven caer cuerpos por doquier, porque como ya se sabe, si algo caracteriza a estos bestiales pillos es el gran arsenal que portan y la enorme cantidad de parque que consigo llevan por cualquier situación que se les pueda presentar y hoy ha sido una de esas imprevistas ocasiones en que han requerido de todo ese veneno de plomo, para darse entre ellos un leve escarmiento. Al mismo tiempo en otra parte del centro de diversión, unos narcos grotescamente ataviados con finísimas ropas de marca, zapatos de piel de 183
animales en peligro de extinción, así como cuanta cadena de oro es posible colgarse, relojes, esclavas, dijes y todo lo habido y por haber, como sus armas chapadas en oro; pero entre todos los objetos de oropel destaca un cristo de más de 20 centímetros en una cruz formada con dos armas de asalto una de las llamadas cuerno de chivo y la que va en sentido horizontal un R15, así muestra su caricaturesca, ofensiva y muy nauseabunda fe éste depravado asesino. Cabe recordar que al igual que los perros, muchos humanos pelean a muerte, como animales rabiosos por migajas, dádivas y limosnas, ya que están condicionados, amaestrados, domesticados, educados, para ser obedientes, sumisos y serviles a sus explotadores, y en definitiva desleales a los de su especie. Por ello otra vez aparece la insoslayable pregunta: ¿en qué clase de dios se puede creer para cometer tantos y tan terribles crímenes en contra de los semejantes y a la vez profesar una fe que supone el amor al prójimo, el respeto por la dignidad y por la vida? estos trúhanes, ignorantes y parásitos hacen exactamente todo lo opuesto; seguro sus madres, padres, esposas, familias y comunidades que les rodean, conocen y solapan, son sin duda alguna sus cómplices, pues es sa184
bido que ellos, los delincuentes son los que corren con todos los gastos de muchas de las fiestas patronales, mismas que muchos curas ofician sin rubor alguno. Vale recordar que un alto prelado del clero católico declaró con una procacidad extraordinaria que “cuando las narcolimosnas entran a la iglesia quedan santificadas”; es éste otro factor del gran declive de una sociedad en la que ya no se respeta ¡fanáticamente nada! Mueve a risa, o tal vez a llanto, o quizá a nada pensar, saber, conocer que la iglesia que supuestamente debería ser un dique a esa descomposición, es también participe de muchos de esos crímenes, tanto por omisión, pero muy claramente en no pocos casos por su participación directa, al celebrar, bodas, bautismos, quince años, defunciones y todo tipo de ceremonias religiosas para esta escoria que tanto daño le hace a la sociedad, pero como decimos los perros; los humanos vuelven sobre su propio vómito y aceptan cosas que son verdaderamente obscenas, repugnantes e inadmisibles. En uno de esos oscuros recovecos de esta otra mazmorra de horripilantes sacrificios, donde esos narcos saldan una jugosa apuesta, en una 185
camioneta se observa claramente el cargamento de una tonelada y media de yerba de la buena, que ha sido ganada por uno de los contendientes quien ríe socarronamente, mientras se empina una cerveza y grita con júbilo, ¡arre, arre, arre!, pues salvó los tres costales que trae repletos de billetes verdes; están en este jolgorio los malhechores cuando son sorprendidos por dos gigantescos Toros, que sin decir agua va, los embisten con la fuerza de un tornado, por aquí y por allá salen delincuentes, matones, narcos y otros excrementos volando, chocando unos contra otros. Todo es confusión, gritos, blasfemias y ¡por supuesto! rezos, siempre los criminales valentones se santiguan y oran, pero ahora esos tan machitos, tan bravos empistolados están más que espantados y en su intento por salvarse algunos inician un fenomenal tiroteo, cuyas secuelas son más que predecibles. Paralelamente a lo que ocurre en los otros espacios de este antro, un buen número de sublevados animales se hace presente en un lúgubre corredor donde hay hacinadas una gran cantidad de crujías, de las cuales salen lastimeros aullidos de perros allí castigados, sometidos, que solo esperan su turno de mortificación; pero se 186
han dado cabal cuenta de la insurrección que se desarrolla en ese otro lugar del crimen y sus ladridos parecen cantos de liberación, consignas, gritos de rebeldía; Los caballos que llegan empiezan a patear cada uno de los candados de las jaulas hasta romperlos; en tanto los Toros con sus poderosas y bien afiladas cornamentas jalan esas jaulas que ceden a su brutal fuerza y entonces ocurre lo impensable: empiezan a salir de esos pestíferos e indignos encierros todos esos perros que brincan, ladran, se reconocen entre ellos y con los otros animales; no hay peleas, no hay agresiones, quedan por el piso aquellos estúpidos argumentos respecto a que son feroces agresores y asesinos por instinto; nada más alejado de la realidad, aquí lo que vemos es la gran fiesta de la liberación. En una muy amplia habitación del fondo de esta galera del horror hay un espacio privado en donde también se realizan peleas y obviamente apuestas pero todavía más, mucho más exorbitantes; allí un furibundo y cobarde apostador, en este momento ante los ojos de todos, levanta con bestialidad a su perro, que ha ganado la pelea, pero quedó muy herido y que sólo con una buena atención veterinaria podría sanar de tan graves lesiones. 187
Todo mundo guarda silencio, pues se sabe que los dueños de los perros de pelea los ven como cosas, como objetos que al no servir son basura, de manera que está a punto de degollarlo, cuando un niño de tal vez once o doce años se atreve a levantar tímidamente su voz para pedir clemencia por esta noble e indefensa criatura: “no lo mate”; el sicario busca inquisitivamente de dónde salió aquella voz suplicante, sus ojos se encienden de cólera y gritando le espeta al pequeño: ¿qué te pasa mocoso? ¿eres un marica? O ¿eres una vieja? Tienes que saber que, aún ganando, estos perros tan heridos son inservibles. Acto seguido hunde con brutal sevicia una filosa y brillante daga chapada en oro en el lánguido cuello del quebrantado animal, que abre desmesuradamente los ojos como preguntando; ¿cómo es posible que su dueño, a quien le dio a ganar varios miles de dólares le pague de esa traicionera manera?; lanza por último un aullido estremecedor como una súplica, pero ya nada lo puede redimir pues su patrón, su amo, se cerciora de que no le quede el mínimo hálito de vida. El niño confundido está a punto de romper en llanto, pero rápidamente todos los allí presentes, borrachos, drogados, llenos de inquina, perdidos e inconscientes rompen en carcajadas, aplausos, gritos, alguno de ellos le da una palma188
da y le dice: “tú tienes que ser muy macho”, los hombres no lloran, los hombres apuestan y los más hombres, los verdaderos machos ¡apuestan hasta la vida!. ¿quién dijo miedo?, ¡si para morir nacimos!; más risas, el ambiente se torna festivo y ahora este niño ya se va transmutando, va asumiendo el ropaje, valores, rituales y tradiciones de esa horda de repulsivos personajes. En seguida viene uno de los empleados del lugar, que con gran pericia recoge al perro ultimado en una carretilla y se pierde por uno de los tétricos pasillos, en los que a lo lejos se oyen los iracundos, pero también lastimeros ladridos de otros cautivos; éstos serán los que devoren en instantes a este otro gran “Campeón”, con lo que también desarrollarán su canibalismo. Esa es la cruel realidad de este otro espectáculo, en suma, los perros son de su propiedad y afirma: “al fin es mío”, de lo cual se desprende con holgura el derecho de asesinar; el tema es que eso trasciende y con mucho, el putrefacto espacio de la pelea de canes, porque en otros sitios de combate e interacción humana ese macho inseguro, cobarde, inculto y misógino también le quita la vida a mujeres; “por ser de su propiedad”; según reza su profunda y pérfida convicción. 189
En estas barracas con altísimos niveles de violencia, que si para un adulto son fuertes e impactantes, para un infante o un adolescente son desmedidas e impresionantes escuelas de la crueldad, el fanatismo, la drogadicción, el desprecio e irrespeto por la vida, ya que se imparten verdaderos profesorados de las acciones más despreciables, con lo que se forja el carácter de seres iracundos e irracionales, que seguramente genera en los infantes graves problemas de índole psicológico e incluso psiquiátricos e indudablemente comportamiento antisocial, pero sobre todo antihumano; por lo cual con esa estricta formación perpetran todo tipo de crímenes en contra de los animales, pero también en contra de sus semejantes y de la sociedad sin rubor alguno, ya que los hacen insensibles ante el sufrimiento, así como entusiastas discípulos del total irrespeto a todas las leyes. Estas peleas son promovidas, organizadas y realizadas en su gran mayoría por sujetos soberbios, muchos de los cuales son incultos, sin escrúpulos, cuya autoestima está por el piso, en general son personas inseguras, que para afirmarse y mostrar su virilidad-masculinidad necesitan realizar este tipo de infames actividades.
190
Es en este horrendo ambiente que recordamos que en el circo romano se usaban perros para peleas entre ellos y para sacrificar a los cristianos a quienes arrojaban a una jauría que los hacia pedazos frente al aplauso y el júbilo de miles de espectadores; ahora se sabe que en el bajo mundo del hampa en las peleas de perros de la actualidad, no pocas veces se ha saldado la deuda por alguna apuesta, una rencilla, una disputa o un odio cualquiera arrojando a algún delincuente caído en desgracia, e incluso a una persona secuestrada -no importa que hayan pagado sus familiares el rescate- a un espacio cerrado con dos o tres o más canes lo suficientemente hambreados y azuzados para que sacien su furia y hambruna. En el justo instante en que todo es una fiesta, se aparecen como de la nada una mulita, dos caballos, un Toro y un buen número de perros ya liberados, que con la fuerza de un terremoto cimbran todo ese sombrío escenario; los primeros en atacar son los perros que se distribuyen con gran agilidad en a lo largo y ancho del salón, como buscando pareja para un baile y sí, es el baile de la justicia; con la pericia de un cirujano van arrancando manos, pies y algunos jugosos trozos de las piernas o nalgas de estos matasiete que ahora gritan, saltan y rezan, algunos buscan 191
la salida pero allí los esperan los Toros, que no les darán escapatoria de ningún modo; los caballos y la mulita hacen lo propio repartiendo patadas a los que buscan inútilmente escapar. El fanfarrón que acaba de asesinar a su perro, de rodillas implora perdón, ruega que le dejen con vida, pero uno de los apostadores se acerca con la pistola en la mano y le dice: “tu provocaste esto, porque siempre matas de ese modo tan cruel a tus perros y mira lo que has conseguido.” El otro le implora que no lo mate grita, ruega, suplica, pero todo es inútil, ya su suerte está echada. Acto seguido sólo se escucha una descarga. En la imperturbable mente de estos mezquinos y sombríos seres, parece que es una eternidad el tiempo transcurrido, pero en realidad es un lacónico instante, que en nada se puede comparar con la terrible agonía que sufren los perros de pelea en esas larguísimas luchas que se pueden prolongar por más de hora y media o dos horas. ¡Claro! ahora que viven el terror de ser atacados tienen otro punto de vista y sienten que ese transcurrir del tiempo es como un abismo insondable que no cesa, que no termina, que no concluye. 192
Posiblemente el perro y el hombre sean a lo largo de la historia las dos especies animales mas domesticadas, amaestradas, explotadas, bestializadas, torturadas, tal vez por esta razón ambas son estúpidamente serviles, cobardes, pusilánimes, al punto de dejarse ultrajar y después dar las gracias, lamer el látigo y mover la cola como un grotesco gesto de agradecimiento a quienes les provocan tanto, tan terrible y degradante daño. Todo ha pasado, ahora los Toros, las mulitas, los caballos y todos los perros liberados salen de este antro; se ve en sus rostros la alegría de saberse liberados de las herrumbrosas cadenas de la esclavitud a que los han tenido sometidos por cientos, tal vez por miles de años y por primera vez estrenan un camino tantas veces soñado, pero igual número de veces cancelado por quienes lucran con el trabajo, el sudor, la sangre y el dolor ajenos. Los perros dan brincos, corren de un lado para otro dando tremendas marometas, ladran, se revuelcan en la tierra húmeda, comen brotes de zacate para purgarse, para sacarse toda la hiel, la pudrición y la basura alimenticia, pero sobre todo para expulsar toda la tristeza, dolor y soledad acumuladas; gozan del rocío de la lluvia que 193
ha acompañado esta heroica faena de liberación, en la que los Toros que se amotinaron en el ruedo de la ignominiosamente llamada plaza de Toros, no han parado en su propia liberación, sino que juntos, Toros, caballos y mulillas comprendieron que hay una gran cantidad de animales esclavizados y se pusieron en fulminante, recia y decidida acción a prestarles ayuda para su emancipación. Es ahora la fiesta de la hermandad animal, en donde ninguna especie es más que otra, en la que ningún animal se asume como superior a los otros. Entre los despojos del ataque a este asqueroso circo, queda por el piso completamente desmembrada la santísima muerte, que es otra de las pervertidas, sucias y torcidas creencias de muchos que se asumen católicos, creyentes de lo divino, pero que en sus actos cotidianos lo niegan rotundamente, pues van totalmente en contra de los preceptos más elementales y elevados del cristianismo que pone en el centro el amor y el respeto al prójimo. En el pueblo de San Pipirulando, como en la mayoría de pueblos y ciudades, la gran generalidad de los aplaudidores son esclavos maltratados y ultrajados, son seres toreados, engañados, a los que permanentemente les hacen la gran 194
faena con pases como la verónica de miserables salarios, el trincherazo de altos impuestos, pases de pecho con empleos degradantes, los naturales de pésimos servicios públicos, las chicuelinas de esas sucias pocilgas a las que llaman viviendas en las que perviven hacinados, la revolvedera de un decante y corroído sistema de impartición de justicia, la navarra de viajar en transportes inhumanos, la media verónica de una alimentación absolutamente inadecuada para garantizar una buena salud y un sinfín de pases, capotazos y otras suertes que obedientes al capote acuden a la cita sin mostrar algo de bravura o dignidad humana; quizá por ello aplauden a rabiar que engañen a otros inocentes y los sacrifiquen, porque así mismo a ellos los sacrifican cotidianamente, en la gran plaza de esa putrefacta y atracada sociedad. Estos seres toreados en la arena de una sociedad injusta e inhumana, como los Toros, son inmolados rutinariamente, con la abismal diferencia que al Toro le llega la muerte con la suerte suprema; es cierto, son instantes, que asemejan una eternidad de sufrimiento y dolor cuando el sicario le clava la espada en el medio de los morros, pero a los seres humanos esa mortal espada los atraviesa todos los días sin quitarles la vida de un sólo golpe, sino que les prolonga la agonía 195
hasta el infinito y lo más lamentable es que lo soportan, se resignan, lo aguantan e incluso los más imbéciles, los más esclavos hasta lo agradecen y defienden a este sistema de torera injusticia.
El tercer aviso
¡Mesa, mesa, mesa que más aplauda, mesa que más aplauda le mando, le mando, le mando a la NIÑA!
En una de las más exclusivas colonias de San Pipirulando, se encuentra una majestuosa mansión que es conocida entre los visitantes como “El paraíso” y no es exagerado ya que la esplendorosa exuberancia de sus jardines, la gran cantidad y diversidad de animales exóticos que allí se exhiben, se venden y se consumen, -pese a que muchos de ellos han sido declarados en peligro de extinción-, un pequeño pero hermoso lago artificial, así como los excéntricos acabados de la alberca así lo constatan. 196
Cuenta también con asaderos de carnes, muchas de ellas de los mismos animales que allí habitan, preparados exclusivamente para los distinguidos visitantes que se solazan en esas esplendidas villas, con todas las comodidades y lujos como si de connotados y muy ricos marajás se tratara. Por supuesto tiene elegantes, limpios, modernos y muy funcionales vestidores, una amplísima sala de juegos de mesa que a la vez son hermosas obras de arte como: ajedrez, backgammon, damas chinas, baraja española, baccarat, póquer y mesa de billar entre los más populares. En este fastuoso palacete se hace presente la tercera escuadra de animales liberados de la plaza de Toros y de manera simultánea, -en el mismo instante que las otras dos escuadras irrumpen con extraordinaria coordinación, fuerza y decisión en el palenque de gallos y en los combates de perros-, con sincronía extraordinaria los cuatro Toros, cuatro caballos y dos mulitas irrumpen con descomunal virulencia en este otro espacio de lujos, sufrimiento, lujuria, poder, asesinatos y otros despreciables actos criminales. La extravagante cantina-restaurante es de total y absoluto lujo, con las bebidas más suntuosas y caras, preparadas por especialistas de la más fina coctelería, tanto de vinos y licores 197
nacionales e internacionales para dar gusto a los conocedores más exigentes, y ni qué decir de los manjares que preparan chefs de nivel universal, todo para la gula del más tragaldabas, esos que van más allá, mucho más lejos de la comida gourmet y son conocidos como sibaritas, por sus paladares acostumbrados a lo mejor, lo más oneroso y lo más delicioso. En estos espacios hay una constante y es el pervertido “amor” al lujo desenfrenado, al despilfarro, al desprecio por el valor real de las cosas y sobre todo a las personas; es la vanidad al nivel más grotesco e insultante en donde la opulencia es el signo de seres de baja autoestima y que para sentirse algo, apenas una cosa, gastan, tiran el dinero de una forma soez, es la lógica absurda de encadenarse despiadadamente a la fastuosidad sin sentido, por ello lo caro de las habitaciones y la magnificencia de las mismas que rayana en la vulgaridad, pues se han amontonado tantas cosas bellas que resulta por lo menos vomitivo voltear a cualquier sitio.
198
199
Todo va más allá de lo espléndido; se sabe que la comida es uno de los grandes negocios de nuestro tiempo, por ello en este paradisíaco mercado se hace gala del ingenio, excelsitud y la más despótica excentricidad, llenando los ojos, el olfato y el gusto de los muy distinguidos visitantes, que también gozan el placer de una abundancia que ofende el hambre que padecen cotidianamente millones de personas no sólo de San Pipirulando sino de todo el país y del mundo. Mención aparte merece la extravagante cristalería, así como diversos recipientes de plata, cerámicas de las más finas del mundo, en los que se sirven todo tipo de manjares; las luces y el mobiliario traído de regiones remotas del orbe son parte de la rica gala de que se dispone para agasajar a esos grandes personajes de la vida pública del país, que se dan cita en las fiestas del pueblo. En este concierto alimentario que va más allá de la modesta necesidad de comer para sustentar la vida, sería muy didáctica y hermosa una lección de la geografía universal, pero también de las muy ricas y diversas culturas que pueblan el mundo, ya que se trae el caviar de San 200
Petersburgo, el esturión sterlet del Volga ó del Moldava, las lenguas de venado, de Noruega, los jamones del condado de Cork, los mariscos de Escocia, los Faisanes de Bohemia, los lomos de oso de los Alpes ó de los Pirineos, también hay el caviar Almas ruso, Pizza Royale, “tortilla” Zillion Dollar Frittata, hongos Matsutake de origen japonés, Atún Aleta Azul o Kuro maguro, queso de leche de alce traído de Suecia o las suculentas trufas blancas, que son muy apreciadas en la cocina europea. No pueden faltar chuletas de langosta, liebres asadas sin despojarlas de su piel, nidos de golondrinas de China, corazones de palomas, filetes de carne de búfalo, león, avestruz, gorila y otros seres en peligro de extinción. Pero mención aparte merece el muy gustado platillo para los paladares más excéntricos e incluso podemos decir anormales, más refinados pues se preparan “bebés en estofado”, sí, deliciosos angelitos recién nacidos de entre cinco y siete meses, ¡suculentos lechones!, ¡un verdadero manjar para los paladares más exigentes! Estamos hablando de la antropofagia en pleno, ya que estos ricos y poderosos carniceros pese a que en la vida cotidiana devoran a miles, a millones de seres humanos con sus diversas formas de escla201
vismo y explotación, nunca se ven saciados y en este edén de la injusticia al infinito devoran insaciables a niños, que son robados de los brazos de sus madres, de hospitales, parques, o aquellos lugares donde tengan oportunidad los traficantes de sustraerlos. Los vinos no se quedan atrás de las viandas, este paraíso en realidad recuerda en mucho los pasajes que leímos sobre el imperio romano y sus tremendos banquetes o uno más cercano las faraónicas e interminables comilonas de los reyes criminales que saquearon a países enteros a los que evangelizaron-civilizaron para luego dar rienda suelta al derroche de todo lo robado. En armonía con las suculentas tragantonas están los más deliciosos vinos, en eso que según la decimonónica, rancia, arcaica y decadente herencia colonial le llaman el “maridaje perfecto”, que significa: enlace matrimonial, acoplamiento, unión y conformidad de casados; ¡vaya disparate!, pues por la vía de la realidad concreta observamos que entre las pestíferas instituciones que impusieron con el proceso colonizador-evangelizador está el matrimonio, que significa sumisión, explotación, violación, injusticia y todas las formas de violencia en contra de la mujer, una perfecta impostura que mucho y muy terrible 202
daño le ha infligido a la mujer, a la comunidad y a la humanidad; está sustentado en una serie de atavismos, mentiras, chantajes, manipulaciones y conceptos de supuesta superioridad del hombre sobre la mujer. Al respecto la historia es más que prolija en ejemplos muy claros en los que nos muestra con irrebatibles argumentos que el matrimonio es la tumba del amor y de muchísimas mujeres, reducidas a condición de esclavitud; así que los sommelier y sobre todo los degustadores, deben ponerse serios y buscar otra manera más realista, ante todo más humana para hablar y explicar la extraordinaria forma en que algunas bebidas etílicas acompañan y acrecientan los olores, sabores, colores y texturas de la comida, para dejar de una vez y para siempre en el baúl de la historia conceptos y prácticas tan retrógradas, antediluvianas y nocivas para la humanidad. Bueno, eso lo decimos los Toros que ni vino tomamos. Aquí no importa cuánto cuestan las comidas, los vinos y las personas, ya que mientras más caras sean, con mayor soltura lo pagan los jerarcas que allí se dan cita de manera consuetudinaria, y es que al pagar grandes cantidades de dinero en realidad están lavando los miles de millones de dólares que provienen de un sinfín de actividades catalogadas como ilícitas; pero que todos los 203
niveles de gobierno y todos los poderes, se hacen de la vista gorda y en no pocas ocasiones ellos, los mismos gobernantes son invitados especiales de los hampones que los llevan al edén para pagarles por su colaboración en diversos actos que tienen hundido a San Pipirulando en la peor de las tragedias de los días que corren. Los criados parecen invisibles, pero su trabajo es impecable, no paran un sólo instante trayendo a cada momento nuevas y más delicadas viandas, nuevas copas, otros licores, más vino, otro catálogo de jovencitas y claro ¡más droga!, todo tipo de drogas, aquí nada, absolutamente nada está prohibido, lo que importa es ese obsceno y opulento exceso de consumir, dilapidar, derrochar para deslumbrar a propios y extraños en esta apología de la lujuria, la gula, la embriaguez y otros supuestos pecados capitales que por lo visto aquí no aplican, porque varios curas también participan gustosamente de este espléndido espacio de recreación. A estas alturas ya esos acontecimientos se han vuelto una regla en nuestra sociedad y son aceptados sin tapujos, incluso muchos seres de los diferentes estratos sueñan con ser parte de ese pequeño grupo de privilegiados; por lo que vemos, el daño a nivel individual, familiar y so204
cial han hecho y por ello no es de extrañar que muchos, buscando ese ascenso, se dediquen con grosero cinismo a todo tipo de actividades delictivas, incluida la política, como un medio muy eficiente para volverse parte del grupo de los potentados que pueden gozar de todos estos privilegios, alejados en absoluto de las personas de bien que tienen un trabajo modesto. No podemos dejar pasar otro efecto que traen consigo estas monstruosas actividades recreativas y tiene que ver con el grave daño al medio ambiente, ya que muchas de las especies que aquí se consumen están en clara y muy inminente posibilidad de desaparecer, cosa que a estos inescrupulosos traficantes les tiene sin cuidado. Por otra parte el efecto económico no es menor, pues el lavado de ingentes cantidades de dinero golpea brutalmente la muy frágil economía de San Pipirulando, que de buenas a primeras recibe miles de dólares en una noche por actividades parasitarias, que en nada contribuyen al fortalecimiento de una economía real, pues no pagan impuestos; los salarios de algunos de los empleados son exorbitantes y por ello irreales, así como los precios de todo lo que allí se expende, desatando un proceso inflacionario y especulativo que ha destrozado casi en su totalidad las 205
fuentes reales de empleo y producción de todo tipo, impactando seriamente a la economía regional e incluso en el plano nacional, por lo que se puede decir que hay una feroz narcoeconomía. Como corona de toda esta fastuosa y faraónica suntuosidad se encuentran nueve residencias independientes, con los servicios más modernos y sofisticados que garantizan una comodidad a cuerpo de rey. Aquí se dan se dan cita destacados y muy prominentes personajes, lo que se conoce como la crema y nata de la sociedad, para disfrutar al máximo los placeres reservados a los que pueden pagar, según ellos así lo refieren, “manjares dignos de los mismísimos dioses”. Al llegar los distinguidos visitantes los reciben como verdaderos monarcas, con una atención desmedida; luego de tomar su vehículo para llevarlo al estacionamiento, a ellos los conduce una joven y bella mujer para que se instalen en alguno de los muy confortables espacios; acto seguido les traen la bebida de su preferencia y un catálogo con espectaculares y muy profesionales fotografías de mujeres la mayoría casi niñas, en posiciones más que eróticas, ¿diríamos indignas? pornográficas. Como bien se observa cuando decimos los visitantes, nos referimos estrictamente a hom206
bres, con una más que holgada posición económica, encumbrados de la sociedad, con brillantes carreras en el ámbito de la política, la empresa privada, la farándula, el deporte, el crimen o todo ello entremezclado como ya bien se sabe que ocurre en esta sociedad. Cada una de las suntuosas villas ha sido extravagantemente equipada, cuentan con un espacio sumamente amplio, limpio, bien iluminado, un baño a todo lujo y claro una muy bien pertrechada cantina: En el centro de aquel recinto, como flotando en el aire, una mullida y muy bien adornada cama, con una colcha inmaculadamente blanca cubierta por un perfecto manto de pétalos de rosa roja y sobre estos una mujer; ¡no!, en realidad es una niña que no pasa de los trece o a lo sumo catorce años de edad, completamente desnuda; su rostro refleja la total y absoluta desolación e indefensión, con un tímido temblor corporal que delata el terror de estar en ese sitio, en ese ambiente, pero que por efecto de la droga que le han obligado a consumir no puede gritar y muchísimo menos huir, resistirse a la inminente violación; en su rostro, en su cuerpo, se aprecia cabalmente su vida puesta en alto riesgo, es como una presa acorralada que sabe su destino y que a cada instante, a cada eterno y agónico segundo crece su miedo, tristeza y devastación. 207
No es casual esta condición de altísima vulnerabilidad a la que ha sido aherrojada, en realidad es parte de los procedimientos, los maquiavélicos modos con los que preparan a estas niñas en las redes de la trata, pues al entregarlas así a sus depredadores se eleva exponencialmente su precio de mercado, que puede fácilmente sobrepasar los ciento cincuenta mil dólares; ya sabemos que los trúhanes se ufanan de sus crímenes y el dinero no tiene límites. En alguna ocasión se escuchó decir a uno de esos ruines e impertinentes buitres, con su grotesca y umbrosa voz: “me compré una muñequita de apenas nueve añitos, pero estaba tan hermosa, tan bien formada que no me dolió pagar trescientos setenta mil dólares, en realidad valía eso y muchísimo más, ya que la compartí con mi compadre, mi amigo y socio más importante”. Resulta totalmente vergonzante que en una sociedad se diga que DESAPARECEN las niñas y los niños, para nosotros los Toros bestializados, martirizados por esa horda brutalmente despiadada de cobardes, al menos hay una certeza y es la más horripilante muerte; pero que terrible debe ser el sufrimiento para esas personas que buscan sin cesar por cielo, mar y tierra a sus hijos 208
e hijas, porque les han arrancado un trozo de su vida, bien hacen al amotinarse contra el silencio, indiferencia e incluso complicidad de las “autoridades”. Pero al mismo tiempo no podemos entender cómo algunos familiares y amigos se quedan silentes, rezando y esperando que ocurra algún milagro. ¿No les alcanza el amor a sus hijas e hijos, para levantarse en contra de tan atroces crímenes? Porque todo el mundo sabe quiénes son los responsables de la desaparición de miles de niñas, niños y mujeres. Por si no lo saben o por si lo quieren saber; muchas niñas y niños, cientos, tal vez miles a los que eufemística e imbécilmente les llaman “desaparecidos” son llevados a estos infernales paraísos para el disfrute de los empedernidos pederastas, depravados faraones, príncipes, reyes y demás distinguidísimas personalidades; aquí en este tipo de antros encontramos parte de la bestial respuesta y siempre con la total y absoluta complicidad de todas las autoridades. En esta aparatosa residencia se está torturando, realizando otra brutal violación, otro inenarrable crimen que por diversión, placer y luju209
ria siempre comete con total impunidad uno de esos monarcas, un vil cobarde, que del baño sale desnudo, un monstruo jadeante, ebrio o drogado, -o ambas cosas, con aquella mirada lasciva, babeante, frotándose las manos, a pasos lentos como un gran cazador, que sabe tiene a merced a su presa y fingiendo palabras amorosas, galantes, tiernas, que en realidad son más agudas, afiladas e hirientes que la penetrante puntilla con la que se ultima al Toro en el ruedo cuando ya está agonizante; en tanto la niña se encoge sobre sí misma, como queriendo protegerse en su desnudez total, intenta un grito, pero es en vano, tiene la garganta completamente seca, ha quedado muda, sus atolondrados ojos parecen escapar de sus órbitas, de ellos ni el llanto puede aflorar, tal vez para mitigar un poco todo ese miedo. Ahora este zafio libidinoso, está sobre la cama y ha puesto sus enormes manos en los tiernos pechos de la niña, que apenas son un botón rosa, los aprieta con rudeza, lastimando a la presa, al tiempo que acerca su boca a la trémula, a la apretada boca de ella, con el rostro transido de miedo; él dice algo inteligible, pero la pestilencia cáustica de su aliento, de sus babeantes fauces, casi la hacen desfallecer, se sabe en total desamparo y cobra cabal conciencia del terrorífico momento que está viviendo, que está mu210
riendo, siente cada caricia como una fiera dentellada, él con movimientos bruscos la acomoda a su antojo, mete su mano por entre sus piernas las abre violentamente, al tiempo que se dispone a subirse en esa pequeña e indefensa niña, ella no puede hacer nada, pues el efecto del miedo y de la droga la tienen más que domeñada a merced de este violador que disfruta plenamente verla aterrorizada, sufriente, en un inaudito y agónico dolor, pues lastimar al otro, violentarle, mostrarse superior, capaz de disponer a voluntad de otro ser vivo es el culmen de este otro ritual de los desalmados seres que han tomado por asalto la dignidad de todo lo viviente. La pequeña está a punto del vómito tanto por la grotesca figura de éste depravado, como por su fétido aliento; cualquier otro olor que hasta el momento recuerde, jamás había sentido esa nausea pues huele a putrefacto muerto, a gordo seboso que por más que se bañe y se perfume persiste ese maloliente olor a grasa acumulada en todos los pliegues de su más que inflado y asqueroso cuerpo; pero también huele a cañería de apestadas aguas estancadas, a basura en descomposición, en fin, huele a una sociedad muerta en vida, incapaz de sacudirse la injusticia, ya que está drogada, envilecida, embrutecida, sojuzgada por la mentira y el miedo. 211
El violador va trepando como un desagradable reptil por ese pequeño y frágil cuerpo dispuesto a su desenfreno, amenazante para hacerle el mayor daño posible, todavía balbuceante le dice algo que ella no comprende y simplemente se desfallece en lo que pareciera ser un insondable abismo; pero justo cuando se dispone a entrar a matar, a violar, se oye algo como un trueno, un gran estruendo, de modo que sobresaltado voltea para encontrarse que la puerta ha sido intempestivamente derribada y allí parado un hermosísimo Toro, sí, de esos que a este despreciable ser le satisface que toreen, es decir que pisoteen y después de escabrosos sufrimientos asesinen. Pero eso es cosa del pasado, éste noble y bellísimo animal no muestra rasgo alguno de haber sido torturado, inclusive ya visto de cerca, a unos cuantos metros, parece mucho más grade de lo que jamás los había visto en esas interminables tardes de Toros, ¡no!, ahora son muy otras las circunstancias, pues el Toro que tiene allí presente se detuvo un momento para ser admirado y más que nada temido, este otro medroso en su gorda desnudez se levantó trabajosamente, si estaba ebrio o drogado o ambas cosas, en ese instante se le han bajado de súbito todos los efectos enervantes. 212
El Toro asumió posición de ataque, éste también aficionado que tantas veces le gritó a los Toros, desde su cómodo asiento de primera fila: ¡ole!, ¡ole!, ¡ole!, no se atrevió a decir ni la más mínima palabra, estaba parado a una distancia infinitamente corta de éste cornigacho animal que se inclinó un poco y arranco como una centella; nada pudo hacer éste miserable que fue golpeado con la fuerza del rayo y enviado contra la chimenea en donde se despanzurro por completo, lo único que se podía observar con total nitidez era su mirada agonizante y llena de terror. El vacuno habló con una singular muestra de bravura y alegría, volviendo a ver tiernamente a la chiquilla que ya se había cubierto con la sábana, en su cara se veía una sonrisa de aliviado agradecimiento a este ser de justicia, que sin esperar más salió en busca de otros alevosos. Los otros animales que llegaron al mismo tiempo, ya rompían todo cuanto a su paso encontraban; las otras mazmorras del suplicio estaban siendo barridas por este gigantesco cataclismo, de ellas salía una enorme cantidad de niñas que seguramente también estaban siendo o serían sacrificadas, usadas para la pornografía infantil y otros abusos. Al mismo tiempo, de las innúmeras galeras en las que hay todo tipo de animales, -aves, reptiles, mamíferos-, están siendo puestos en libertad. 213
Es tal la virulencia con la que irrumpió este contingente de la indocilidad, que al destruir uno de los recintos reventaron varios grandes frigoríficos de los cuales salieron algunos cuerpos de niñas abiertos en canal, como si de cerdos o reses se tratara y a los que les habían sacado además de los órganos vitales, los ojos, seguro después de ser asesinadas por los violadores, ¡sin duda otro lucrativo negocio! Una vez concluida su labor, los Toros, mulitas y caballos que llegaron a realizar esta emancipación empezaron a salir y a ellos se sumaron ruidosas guacamayas, loros, pavos reales, diversos pajarillos de todo tipo así como jabalíes, un par de jaguares, un puma, un tigre, un cachorro de oso polar y uno de león; allí venían varias serpientes, entre ellas una ruidosa y muy alegre cascabel, un coralillo luciendo en sus movimientos ese lumínico fulgor; por allá un cocodrilo de tal vez tres metros, dando cabriolas un ternero de llama, no podían faltar los ruidosos, saltarines y traviesos monos, no alcanzaríamos a enlistar a todos los seres que en esta acción han sido desencadenados; pero no podemos dejar fuera a una vetusta galápagos que, contrariamente a lo que sabemos se le veía venir con una gran sonrisa, en medio de todo aquel contingente, pareciera que su antigüedad y su pesado carapacho no le 214
importunaran en absoluto, que el saberse en libertad casi la ha puesto a volar. Con alegre paso van saliendo de este podrido y hediondo antro una gran columna de animales, pero de improviso se topan con una imagen en medio de esa gran fuente, la imagen de la virgen de guadalupe que por las proporciones de inmediato se ve que es tan grande como el supuesto ayate original; y allí postrado frente a ella, lloroso, suplicante, está la beata, blasfema y nauseabunda figurita del proxeneta, chulo, padrote, mantenido explotador, que ruega por su vida, en la mano lleva su rosario de oro puro -como debe ser- y al tal san “putitas”, el santo de los vagos, criminales, hampones, viciosos, ladrones, violadores y otras lacras antisociales. La caravana de animales que va en retirada se detiene, y de ella se desprende con gran agilidad un borrego cimarrón de gran y muy recia cornamenta, todos ya imaginan que solo bastará un tope para que éste infame ser quede borrado de la geografía, pero cuando se dispone a embestir, se da cuenta que ese trabajo ya lo está realizando una enorme boa de más de cinco metros, que se va enredando con gran facilidad en los pies de este gandul y que poco a poco va subiendo, añadiendo una vuelta más y en cada vuelta ma215
yor presión, así lo va estrangulando; al tiempo le salen gruesas lágrimas, los mismos desorbitados ojos parecen querer fugarse, ahora sabe la tribulación que les impuso a todas esas niñas que han vivido sin existir, prisioneras, esclavas permanentemente vejadas. Para sorpresa de todos y sin muchos aspavientos quien ahora ha armado el taco, quien realmente ha triunfado rotundamente en esta tarde antitaurina son los Toros, los caballos y las mulillas, que aún sin cortar ni orejas ni rabo, han salido por la puerta grande, más que victoriosos en los inhiestos hombros de la dignidad animal. Mientras el tumultuoso contingente animal se retira de este lugar del horror y el maltrato, las niñas, -varias decenas de ellas-, salen como mariposas de su crisálida y extienden sus alas, dan gritos de júbilo, brincan, corren, se tiran al agua del lago, es verdaderamente una gran fiesta, en la ambiente flota una musicalidad exquisita de un novísimo sabor, a quizás la primera que tienen después de tanto encierro y tanta vil tortura.
216
217
218
El arrastre
Arte de Álvaro Sánchez (Guatemala) 219
Siempre antes de iniciar la corrida, con gran solemnidad y una religiosidad a flor de piel se escucha decir: “que dios reparta suerte”, parece que por fin en esta tarde, dios ha repartido y mucha del lado de los que antes tuvieron muy mal sino y fueron bestialmente martirizados, ahora por primera vez en la oscura trayectoria de la tauromaquia, por fin dios volteó a ver a las víctimas, se condolió y les ha bendecido, les dio en estrella la inédita posibilidad de hacer justicia, hacerse justicia por sí mismos. Pero siendo realistas, esto no es ni con mucho una bendición de nada, ni de nadie y tampoco el primer levantamiento animal, decir lo contrario es un embuste, antes, desde tiempos remotos, desde el inicio de la historia ha habido diversas especies animales que se han resistido a la esclavitud, a la explotación y al presidio; animales de gran valor y dignidad que se enfrentaron a muerte a sus captores, otros ya apresados han roto cadenas, escapado de jaulas, circos, zoológicos, han realizado huelga de hambre hasta la misma muerte, no han transado con los carceleros y esclavistas, han preferido morir con decoro que estar presos; otros han cobrado la vida 220
de sus tiranos. No crean que se volvieron locos como dicen algunos mercenarios de la prensa, ¡no!, de ninguna manera, en cabal conciencia de lo que ocurre se han insurreccionado; todos esos intentos aparentemente fallidos nos dieron grandes lecciones, por ello ésta nueva revuelta no la hemos improvisado y si tiene este nivel de coordinación, comunicación, impacto y acción, es por ese desarrollo acumulado que hoy se expresa con gran poder y contundencia. A la plaza central de San Pipirulando -donde se encuentra ese exuberante y hermoso jardín, poblado de frondosos árboles y muy diversas plantas, rodeado por el palacio municipal, la catedral, los bancos y otros majestuosos edificios de los dueños del poder y del dinero-, llegan por tres calles distintas idéntico número de heroicas columnas de la libertad después de haber cumplido a cabalidad su cometido, todos hicieron su trabajo de manera simultánea, liberando a una muy importante cantidad de animales de diversas especies que ahora se han sumado a este naciente ejército. Cada uno de los batallones de la dignidad han destrozado los turbios antros de la miseria y el crimen, ahora avanzan con la alegría en ciernes, esa extraordinaria musicalidad, danzando sobre 221
las calles empedradas, a un ritmo que contagia y acompasa con el de la pertinaz lluvia que se hace más fuerte a cada acorde; pero también se escuchan con claridad la gran pluralidad de voces de los animales ya emancipados que le dan el tono en sol mayor, al hecho de saberse y sentirse libres, ésta música toma la estatura de una sinfonía premonitoria de los mejores tiempos por venir. Ya no se escucha ningún funesto paso doble que incita a la muerte, no, hoy es el canto animal, la alegre copla de los que han roto las enmohecidas cadenas de la opresión; con esta melodía no solamente se despide a los sicarios, sino se da el último y definitivo adiós, la puntilla a toda esa intrincada trama tejida cuidadosamente por los personajes más siniestros y maquiavélicos, donde la tauromaquia, las peleas de gallos y de perros, la trata de personas así como otros nauseabundos eventos recreativos del dolor para el lucro, son la corona de las más estólidas e inhumanas costumbres, tradiciones y negocios de una sociedad en absoluta decadencia. Hasta ahora pareciera que los santos, la virgen y el mismísimo dios están del lado de los delincuentes, criminales, torturadores, secuestradores, explotadores, al lado de los injustos, pues sus rezos, veladoras, plegarias, peregrinaciones, 222
procesiones, han sido atendidas, respondidas con exageración, ya que con alucinante claridad vemos como han prosperado, son boyantes todos sus negocios y emprendimientos; en contraste no se mira que le vaya bien a la gente buena, honesta y trabajadora, a ellos no les valen rezos, plegarias, veladoras, peregrinaciones y otros ritos religiosos, pues cada vez están más jodidos, más chingados. Al festejo de la rebeldía se suman una gran cantidad de esos animales esclavizados llamados pomposa y burlescamente mascotas, que han sido reducidos a bufones para satisfacer el egoísmo, la frivolidad y la arrogancia de seres carceleros, que para disfrute de sus miserables antojos encarcelan, mutilan, degradan, humillan, a diversas especies que no tienen las condiciones adecuadas para vivir con decoro, son simples payasos, por lo que ahora se han sublevado y ya van en la columna de todos los que revientan las ataduras de la vileza y la indignidad, ¡no más mascotas! es el grito de este otro numerosísimo contingente. Pero la verdadera, real y gran faena, no se circunscribe a la plaza de Toros de San Pipirulando, ¡no qué va! sino que abarca más allá, se ha apropiado de todo el municipio, municipios aledaños, todo el estado y todo el país:, la verdade223
ra faena, del hambre, el desempleo, los pésimos salarios, la muerte de niñas y niños por enfermedades definitivamente curables, la malísima educación, las indignas viviendas, el abandono inmisericorde de los ancianos y la violencia contra todo lo vivo; en suma la injusticia institucionalizada a la que los poderosos tienen sometidos a millones de seres sumisos, serviles y obedientes, ¡esa es la real faena!. La absoluta mayoría de los aficionados, espectadores y público en general de todos los deportes y nauseabundos circos, son toreados permanentemente, lo que quiere decir: son burlados, vejados, explotados, secuestrados y asesinados, han sido reducidos a ser miserables esclavos, pero que con un gusto inexplicable se ponen las camisetitas de los equipos de sus explotadores y con un orgullo bastante absurdo dicen: ¡ganamos!, ¡ganamos!, ¡ganamos!, son los más aplaudidores y feroces defensores de esos antros de la opresión humana. La marcha de los triunfantes animales llena todas las calles del pueblo, esta es la más grande y maravillosa fiesta que pueblo alguno haya vivido, pese al torrencial aguacero se respira un ambiente sumamente festivo, a las orillas de las 224
banquetas cientos, tal vez miles de personas ven con azoro este magnífico desfile, en sus rostros se observa un gran regocijo, pero no logran expresarlo, no les salen del alma los gritos, no cantan, ni dejan fluir los aplausos, se contienen como los prisioneros que son, guardando un oprobioso silencio que pareciera se va a quebrar en cualquier momento; habrá que ver si son capaces de reconocer y reconocerse en esta acción o se quedaran lamiendo el látigo, del salario mínimo, defendiendo goles, imperios, drogas, rezos, prostitución, modas, democracas y otras defecaciones. Pero también en las orillas de las banquetas, trepados en los postes de luz, en los anuncios, en las esquinas, parándose de puntitas, haciéndose un huequito se ve a una gran cantidad de jóvenes, ¡sí!, esa savia vital que se sonroja y se arremolina, en cuyos ojos fascinados arde también la rabia en flor por las oprobiosas y degradantes condiciones de mendicidad a que han sido reducidos. Pero hoy están recibiendo esta extraordinaria lección de rebeldía, sus corazones se inflaman de ganas de unirse a la insurrección, sus caras se llenan de alegría, guardan silencio, no pueden contener el llanto que les quema el alma, seguro ellos serán valientes, se han de rebelar, dejarán de ser sumisos vergonzantes y miserables lacayos. 225
Como una nota inesperada en el pentagrama, con gran claridad se puede observar la creciente algarabía de las plantas, los árboles, que se contentaron con la revuelta y empezaron a romper arriates y macetas, a saltar bardas, a crecer desmesuradamente agrietando muros, banquetas y edificios, con una ansiedad desbocada por ascender y poblarlo todo de verde, llenarlo todo de botones a punto de explotar como bombas de contacto y de colores; los árboles agitan con violencia sus grandes y fuertes ramas, se desbordan en aplausos al paso de la gran tropa, las plantas parecen andar, correr, volar, pues también se sienten, se saben convocadas a la insubordinación; el musguito no se quiere perder tan magnífica ocasión y al igual que el limo, se van apropiando de todos los resquicios donde sea posible instalar el verde, el feroz incendio verde que todo se lo va tomando. Contrariamente a los aplausos que las plantas y los árboles brindan con gran regocijo a los rebeldes animales, en esta sociedad se aplaude, celebra, proclama, glorifica y se brinda por todo lo injusto, absurdo, arbitrario, grotesco, obsceno e inhumano y luego hipócritamente se espantan de tanta barbarie.
226
Lo evidente no necesita anteojos, a lo largo de la historia siempre un pequeño grupo de poderosos malhechores e insaciables abusadores han sometido a diversas especies tanto animales como vegetales para expoliarlas y lucrar con su trabajo, pero sin lugar a dudas la especie animal más esclavizada, explotada, brutalizada y asesinada es la del ganado humano, que lo mismo lo usan como sirviente para custodiar y someter a otras especies, pero también y con mayor violencia a su propia estirpe; la tienen tan absurda y totalmente dominada que hasta la hacen creer que es libre, al punto que ellos, esos especímenes rudimentarios, primitivos y bárbaros compran sus propias cadenas, pagan sus prisiones y lo que es peor las ostentan, las presumen como si ser esclavo fuera un verdadero honor. Por ello no es de sorprenderse que veamos a millones de sumisos empleados, obreros, trabajadoras del hogar, trabajadores del campo y la ciudad cumplir fielmente sus tareas sin chistar, cuestionarse, preguntarse las más elementales cosas, sólo obedecen ciega y sumisamente; allí se logra apreciar cómo el sistema de dominación impuesto ha sido tan bien asimilado que, a diferencia de la mayoría de las otras especies a las que nos tienen que someter por medio de la fuerza y la violencia, a estos solo con algunas limosnas 227
y migajas los atan a cadenas invisibles de férreas ataduras; que para colmo sin rubor alguno defienden a ultranza esa condición de explotados, colocándose claramente al lado de los tiranos, delatando a quienes luchan por la dignidad, la libertad y la justicia. Realmente parece que ha transcurrido una eternidad desde que torerilmente, que no viril y mucho menos vilmente, hicieran su entrada a la arena esos tres enormes, hermosos, dignos, bravos y muy valientes Toros, pero ha sido de tal calado el exabrupto con el que llegaron que prácticamente voltearon a todo San Pipirulando, quedando textualmente para el arrastre, o para decirlo más precisamente para la basura; lo malo que no habrá mulillas que saquen tanto despojo, desechos tóxicos, escombros, excreciones y otras vomitivas y nauseabundas inmundicias; porque han sido derribados, demolidos, una serie de polimorfos mitos, rituales, actividades, pretendidamente artísticas, deportivas o culturales, cuya verdadera esencia es el oscurantismo medieval más despreciable, de un pequeño e insignificante poblado que hace de las actividades más espeluznantes su principal fuente de ingresos, o lo que bien se puede denominar como la economía del terror, con irracionales formas de recreación, diversión y negocio. 228
Por desgracia no es el único pueblo con este tipo de economía criminal y parasitaria, ya que existen a lo largo y ancho de la geografía nacional un sin número de ellos; solo por ejemplificar hablemos de Tenancingo, en el estado de Tlaxcala en donde el “negocio” de la trata de personas es más que aceptado social, religiosa, cultural y legalmente, ya que a los hijos se les educa para ser proxenetas. No es ninguna novedad que los prostíbulos de varios países del mundo estén repletos de niñas y mujeres jóvenes que por allí estuvieron secuestradas e iniciaron ese terrible vía crucis entre rezos, velas y otros repugnantes rituales de las familias que las encarcelan y “preparan” para ese “trabajo”. En ese infierno todas, decididamente todas las autoridades están con la mierda de la complicidad hasta el cuello, pero como en otras tantas injusticias, a ninguno de los poderes o niveles de gobierno les importa que sean esclavizadas y explotadas miles de niñas, de jovencitas. Nadie hace nada pues los dueños del poder y del dinero gozan de impunidad total, pero también porque lastimosamente es parte de las tradiciones, costumbres y la cultura de esta decadente sociedad. Solamente diecisiete minutos ha demorado el volcánico ataque que simultáneamente han 229
realizado los animales insurreccionados, para liberar a otros tantos cautivos; ¡sí!, diecisiete minutos que es lo que en promedio dura el suplicio, tormento y agresión a su más elevado nivel, a la pomposamente llamada lidia de un Toro, dependiendo de su nobleza, casta y bravura, es decir: la capacidad de sumisión del animal a la brutal tortura; claro que a quienes ahora les tocó estar del lado del peligro y la muerte, pareciera que ha sido la perpetuidad misma. En medio del júbilo una gran cantidad de animales libres van saliendo de San Pipirulando, pero es de hacer notar que ningún humano, ¡ni uno solo! se atreve a dar siquiera un paso para bajar de la banqueta, quedan petrificados, estatuas murientes, resignados al presidio, tormento y a la explotación, quedaron sujetos a cadenas invisibles por la cobardía y el miedo.
230
231
La gran columna de animales va abandonando el pueblo en medio de una algarabía progresiva, así concluye no solo una tarde de Toros, sino la grotesca tradición de la toreada en este pueblo de triste nombre y repugnante esencia. De súbito los tres Toros, los tres valientes Toros que encabezan aquella gran manada de la unidad animal se detienen, rascan el fango y mirando al infinito, lanzan un potente mugido de victoria a lo que inmediatamente responden al unísono el resto de los animales de este gran contingente con una imponente ovación que estremece todo a su alrededor; en medio del más torrencial aguacero que se recuerde en estas áridas e inhóspitas tierras y pese a la oscuridad casi cerrada, en aquella tropa de animales sublevados se puede ver claramente un naciente sol de dignidad irradiando una luz que ilumina todo a su paso, ello como una inequívoca señal de un nuevo amanecer, no solo para los animales insurrectos, sino para el respeto absoluto a todo lo vivo. Apenas han caminado quinientos veintiocho pasos y de las barrancas que circundan al pueblo sale la ancestral y marina voz del Atecocolli 232
que inunda todo el espacio, va penetrando en las venas de todo ser viviente; es ahora un silencio infinito el que se ha apropiado del entorno, los corazones tiemblan, la respiración se apresura, los músculos, los tallos y los troncos se templan como quien se prepara para el combate. De pronto por las oscuras calles del pueblo se ve con claridad una, otra, otra sombra, anónimas luminiscencias que rompen las cadenas de la esclavitud: es la sangre, la volcánica sangre joven, la savia vital del pueblo que va a tejer su futuro, un porvenir en el que ellos decidan su ritmo, su música, sus pasos y su canto, inician la danza de su liberación. De sopetón el canto de cientos de aves -pericos, gorriones, tucanes, tecolotes, guacamayas, cenzontles, palomas, águilas, cóndores- y todos aquellos que también eran prisioneros resquebraja el silencio con una descomunal sinfonía que todo lo ilumina, dan una, dos, tres vueltas al pueblo llamando a alguno que por allí aún se encuentre preso, a levantarse. A ahora en un hermoso y polifónico arcoíris se dirigen a tres pueblos; por lo cual se adelantan a dar la buena nueva para avisar a los animales cautivos que en camino van sus aliados, sus amigos y compañeros a destruir cárceles, prejuicios, atavismos, cadenas, mitos, jaulas, costumbres, cruces, encierros, mentiras 233
y todo tipo de pocilgas; que se preparen porque viene la hora de la emancipación de todo lo vivo. Por todos lados se ha encendido el fuego de la rebeldía y en el ambiente con diáfana claridad se escucha ese canto de esperanza, ese corrido de germinal rebeldía.
234
235
236
Agradecimientos:
A Silvia Mariana Tenorio Reyes, quién con gran agudeza intelectual, rigor en el lenguaje y con una franqueza a toda prueba, me hizo varias y muy valiosas observaciones que me ayudaron a afinar varias de las ideas planteadas a lo largo de la Cornada, así como a incorporar algunos otros aspectos de gran relevancia para redondear el trabajo. A Diana Beatriz Chavolla Navarro, por acompañarme en esta aventura elaborando el prólogo de la Cornada, describiendo con gran claridad y precisión la propuesta, desarrollo e intención de este trabajo. A Jesús Villaseca Chávez, que se animó a ilustrar e iluminar la Cornada con algunas de sus extraordinarias fotografías que retratan con nitidez el dolor, sufrimiento, tristeza y desolación de los Toros al ser llevados al patíbulo, en esa sanguinaria y cruel actividad. 237
A Noris Judith Rodríguez Centeno, por proporcionar una de sus obras pictóricas para darle rostro a este trabajo y poner en la portada el terrible y brutal suplicio al que son sometidos con crueldad inaudita los Toros. A Mónica Gameros y al Equipo de trabajo de la Editorial Cascada de Palabras (por favor dime si es así), por el arduo, acucioso y profesional trabajo de diagramar, ordenar y darle esa bella y muy original forma a La Cornada. Al artista plástico Álvaro Sánchez por facilitar algunas de sus obras para ilustrar e iluminar con ellas algunos de los aspectos más atroces, brutales e inaceptables de las torturas taurinas y también en el plano de la represión política normalizadas por desgracia en nuestras sociedades. A ustedes, muchas, muchísimas gracias por su solidaria colaboración en la construcción de este sueño comunitario que busca animar una reflexión necesaria e impostergable para acabar de una vez y para siempre con este brutal circo del horror.
238
239
240
Semblanzas
Arte de portada: Diana Beatriz Chavolla Navarro
Licenciaturas: Historia y Derecho (Ambas Universidad de Guadalajara). Maestría: Estudios sobre la región, por el Colegio de Jalisco. Doctorado en Historia por UNAM. Algunos diplomados (filosofía, cultura de paz y derechos humanos) Ha sido docente (prepa y licenciatura); ha participado cómo ponente en varios congresos y coloquios sobre Historia. “Monera” (ha dibujado para organizaciones de la sociedad civil) Coordina dos colectivos: Colectivo Interreligioso por la paz Y Colectivo por el Derecho a la Paz. Desempeño laboral: Actuario del ministerio público, catalogadora de archivo. 241
Silvia Mariana Tenorio
Michoacana de nacimiento; ha escrito en diferentes periódicos y revistas de medios libres. Le gusta la cerveza negra, fría y con buena compañía. Estudió Trabajo Social en El Salvador y ha colaborado con distintas organizaciones sociales y populares que luchan por los derechos de todas, todos y todes. Noris Judith Rodríguez Centeno
Es oriunda de Chiriquí, República de Panamá. También es Artista plástica y educadora en derechos humanos con diversos cursos, talleres, diplomados, seminarios en instituciones como: Universidad de Panamá, el Instituto Nacional de la Mujer, Comisión Nacional de los Derechos Humanos, la Universidad de la Ciudad de México, Facultad de Arquitectura de la UNAM, etc. Trayectoria laboral: Instituto Nacional de Cultura de Panamá como Coordinadora de Actividades Culturales Nacionales e Internacionales, Profesora de Enseñanza Superior de la Escuela de Artes Plásticas, Profesora de Artes Plásticas en el Movimiento Cultural Nueva Generación, así como facilitadora de diversos talleres de derechos humanos, con énfasis en la perspectiva de género. 242
Obras más relevantes, por su carácter didáctico, ya que promueven el respeto, la tolerancia, la equidad de género, el aprecio por la diversidad, entre otros aspectos y valores:
“Un mundo donde quepan muchos mundos menos la injusticia”. Instalación que aborda la diversidad, cultural, sexual, religiosa, política, étnica, etc. Es una obra diseñada para apreciarse con todos los sentidos. Machitos a la mexicana, instalación de 33 maniquíes que nos hablan de los diversos tipos de violencia de género y que se ha presentado en una gran cantidad de espacios públicos, tanto en México, como en otros países, con el objetivo de visibilizar y combatir la violencia en contra de la Mujer. Hasta ahora, ha realizado 87 exposiciones individuales y como parte de su trabajo artístico ha participado en por lo menos 57 exposiciones colectivas.
243
244
Para muestra, un botón
Para botón una muestra, reza el sabio adagio popular y aquí van varios botones que ilustran muy claramente diversos aspectos de las tradiciones, costumbres y cultura relacionados con el maltrato a los animales. Es oportuno señalar que al momento de realizar diversas búsquedas encontré una infinidad de artículos, entrevistas, documentales, videos muy interesantes y con importantes elementos explicativos sobre la cruel costumbre de martirizar animales para “diversión”, a ese respecto vale decir que muchos de ellos en un segundo momento ya no los pude localizar, se sabe que constantemente hay hackers que se encargan de “limpiarle” la cara a esas bárbaras actividades, por cual es muy posible que alguna o mas de alguna de las ligas aquí compartidas no las localicen al intentar abrirlas.
245
246
Ciberografía
https://www.animanaturalis.org/p/573/instrumentos-de-tortura-taurina https://www.capitalmexico.com.mx/nacional/ peleas-de-perros-ligadas-al-crimen-organizado/ https://www.publico.es/sociedad/maltrato-animal-ley-prohibe-hoy-cotar-rabo-orejas-mascotas-espana.html?fbclid=IwAR3COPbsyk0qUtfP3_kYH22Q4fFEuVhM3yvD32dQLskLFbDOS1ACtYCKick https://www.enbuenasmanos.com/matar-toros-por-diversion h t t p s : / / w w w. s i n e m b a r g o . m x / 1 0 - 1 1 2018/3496051 https://www.asociacionanadel.org/explotaci%C3%B3n-animal/la-tauromaquia/ https://www.elperiodicomediterraneo.com/noticias/opinion/cual-es-origen-peleas-gallos_636237.html 247
https://www.nacion.com/el-pais/gallos-de-pelea-una-historia-de-tradicion-y-violencia/DFQZBWJXHBH5ZEKOIBIUM6Y2RU/story/ h t t p s : / / w w w. y o u t u b e. c o m / w a t c h ? v = i k1W92UuA1Y http://ecosofia.org/2006/04/peleas_perros_ilegal_cruel_dogfights http://corridasdetoro.blogspot.com/2007/08/ terrorismo-taurino.html?m=1 https://www.youtube.com/watch?v=ntTrwMtmY_Q h t t p s : / / w w w. e c o t i c i a s. c o m / e c o - a m e r i ca/137075/Mexico-prohibe-definitivamente-las-peleas-de-perros https://telegra.ph/Torero-apu%C3%B1ala-la-cabeza-del-toro-varias-veces-mientras-el-animal-llora-La-realidad-de-las-corridas-de-toros-11-15 http://ecosofia.org/2006/04/peleas_perros_ilegal_cruel_dogfights h t t p s : / / w w w. e c o t i c i a s. c o m / e c o - a m e r i ca/137075/Mexico-prohibe-definitivamente-las-peleas-de-perros 248
https://www.capitalmexico.com.mx/nacional/ peleas-de-perros-ligadas-al-crimen-organizado/ http://hinchasdeltoro.blogspot.com/2010/07/ manipulacion-del-toro.html?m=1 http://www.colectivoantitaurino.org/explotacion-animal/tortura-taurina/ https://www.servitoro.com/terminologías https://www.lasprovincias.es/comunitat/drogas-robado-verdad-peleas-gallos-20190121181438-nt. html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.com%2F https://www.publimetro.com.mx/mx/entretenimiento/2017/09/26/ellas-estan-dispuestas-a-dominar-los-palenques-en-mexico.html http://alchileaguascalientes.com/tiene-la-feria-de-san-marcos-prostitucion-infantil-activista/ https://www.elmanana.com/promotor-mira-eu-acapara-feria-san-marcos-jesus-perez-alvear-cjng-banda-ms-/4369629 https://netnoticias.mx/juarez/recolectan-firmas-para-prohibir-corridas-de-toros-y-peleas-de-gallos/ https://mexico.as.com/mexico/2019/11/02/reportajes/1572671083_909782.html 249
https://www.youtube.com/watch?v=AHvHxaZp8ng https://www.eitb.eus/es/television/programas/ sin-ir-mas-lejos/videos/detalle/2395710/video-peleas-clandestinas-perros-bizkaia/ http://www.angelfire.com/on3/animales/toros. html http://tauromaquiarte.weebly.com/participantes-en-una-corrida.html https://www.wattpad.com/2232414-todo-loque-hay-que-saber-sobre-las-corridas-de/page/6 https://es.wikipedia.org/wiki/Pelea_de_gallos https://www.petalatino.com/sobre/nuestros-temas/los-animales-no-son-nuestros-para-usarlos-como-entretenimiento/pelea-de-gallos/ https://vandal.elespanol.com/foro/mensaje/579974/fases-de-un-toro-antes-de-morir-por-untorero/ https://images.app.goo.gl/eje2ds7rww7evn9N7 https://www.servitoro.com/blog/los-tiemposde-la-lidia/ 250
https://www.youtube.com/watch?v=R5a120uQz9M https://actualidad.rt.com/actualidad/334290-video-toro-bolas-fuego-astas-fiesta-espana https://haynoticia.es/los-toros-lidia-seran-drogados-salir-la-plaza-no-sufran/ h t t p s : / / bl o g s. 2 0 m i n u t o s. e s / c ro n i c ave r de/2008/11/24/el-dopaje-llega-los-toros/ https://www.youtube.com/watch?v=KkfLgu_ gXy0 https://www.youtube.com/watch?v=AHvHxaZp8ng https://heraldodemexico.com.mx/meta/la-fe-delos-toreros/ https://www.periodistadigital.com/ocio-y-cultura/toros/2016/06/06/las-100.shtml http://www.acabemosconlatauromaquia.com/ los-caballos-en-la-tauromaquia/ https://www.antitauromaquia.es/la-tortura-oculta.htm
251
https://www.elperiodicomediterraneo.com/noticias/opinion/cual-es-origen-peleas-gallos_636237. html h t t p s : / / w w w. s i n e m b a r g o . m x / 2 2 - 1 2 2016/3128845 http://elheraldoslp.com.mx/2017/05/05/el-lucrativo-negocio-de-drogar-animales-para-ganar-peleas-clandestinas/ https://www.eitb.eus/es/television/programas/ sin-ir-mas-lejos/videos/detalle/2395710/video-peleas-clandestinas-perros-bizkaia/ h t t p s : / / w w w. y o u t u b e . c o m / w a t c h ? v=Uy-Ph8WnnMk https://www.abc.es/espana/abci-gallos-peleas-tentadero-201203130000_noticia.html?ref=https%3A%2F%2www.google.com%2F https://aguascalientestime.wixsite.com/noticias/ single-post/2019/04/09/Podr%C3%ADa-haber-Trata-de-Personas-durante-la-feria-de-San-Marcos h t t p s : / / w w w. y o u t u b e. c o m / w a t c h ? v = i k1W92UuA1Y http://www.elclarinete.com.mx/prostitucion-infantil-en-las-narices-de-la-autoridad/ 252
https://ahora.com.ar/aprobaron-proyecto-que-prohibe-mutilar-animales-estetica-n4165480 https://www.noticiasambientales.com/compromiso-ambiental/prohiben-corridas-de-toros-peleas-degallos-y-perros-en-estado-de-mexico/ https://m.publico.es/sociedad/2030336/la-leyprohibe-desde-este-jueves-cortar-el-rabo-y-las-orejas-alas-mascotas-en-espana http://quieresserunzootecnista.blogspot.com/p/ peleas-de-perros.html http://ecosofia.org/2006/04/peleas_perros_ilegal_cruel_dogfights https://avatma.org/2016/11/21/informe-tecnico-veterinario-sobre-el-sufrimiento-de-toros-y-novillos-en-las-lidias-incruentas/ https://www.youtube.com/watch?v=F0As7ks5ZZ4 https://youtu.be/GzYdMICGZ4c https://www.youtube.com/watch?v=xXu4sC1oPpo https://sites.google.com/site/jaimesancho/preparaci%C3%B3ndeltoro 253
https://www.elsaltodiario.com/tauromaquia/ el-toro-no-sufre-desmontamos-los-mitos-mas-extendidos-de-la-tauromaquiahttps://www.hsi.org/news-media/about_dogfighting_spanish/?lang=es https://www.animanaturalis.org/p/605/las_peleas_de_gallos https://elpais.com/diario/2010/01/28/espana/1264633221_850215.html https://news.culturacolectiva.com/noticias/drogar-animales-para-ganar-competencias/ https://www.vix.com/es/btg/cur iosida des/4954/5-asombrosos-trabajos-realizados-por-perros h t t p s : / / w w w. y o u t u b e. c o m / w a t c h ? v = i k1W92UuA1Y https://www.animalpolitico.com/2019/06/quintana-roo-prohibe-corridas-toros-peleas-gallos/ https://www.lavozdeldespertar.com/?p=11462 http://www.fao.org/3/y5454s/y5454s08.pdf https://www.animanaturalis.org/blog/reflexionsobre-las-peleas-de-gallos-en-puerto-rico 254
h t t p s : / / w w w. e c o t i c i a s. c o m / e c o - a m e r i ca/137075/Mexico-prohibe-definitivamente-las-peleas-de-perros http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-01732013000200009 discriminacion simbolica https://www.capitalmexico.com.mx/nacional/ peleas-de-perros-ligadas-al-crimen-organizado/ https://www.vice.com/es_latam/article/xdj7nd/peleas-de-gallos-en-el-estado-de-mexico https://beanimalheroes.org/misiones/animales-en-espectaculos/peleas-de-gallos/ http://www.heraldo.mx/alertan-sobre-trata-depersonas-en-la-feria-de-san-marcos/ http://www.ultranoticias.com.mx/aguascalientes/item/44927-firman-convenio-para-la-proteccion-infantil-en-la-feria.html https://www.bioguia.com/entretenimiento/en-estos-8-paises-la-corrida-de-toros-aun-es-legal_29273018.html https://www.donquijote.org/es/cultura-mexicana/tradiciones/toros/ 255
https://mundo.sputniknews.com/sociedad/201907101087955377-mexico-avanza-en-la-prohibicion-de-las-corridas-de-toros/ https://misanimales.com/5-trabajos-que-puedenhacer-los-perros/ https://www.debate.com.mx/mexico/Enla-defensa-de-los-animales-No-a-peleas-de-perros-20161127-0058.html https://coppaprevencion.org/acerca-de-los-efectos-perjudiciales-de-las-peleas-de-gallos-sobre-el-menor-de-edad/ h t t p s : / / w w w. t r ave l by m e x i c o. c o m / b l o g/13956-el-palenque-lugar-tradicional-de-espectaculos-y-juego/ https://www.animalpolitico.com/una-vida-examinada-reflexiones-bioeticas/deben-delito-las-peleas-perros/ https://www.hsi.org/news-media/about_dogfighting_spanish/?lang=es http://quieresserunzootecnista.blogspot.com/p/ peleas-de-perros.html https://www.servitoro.com/blog/la-distribucion-la-plaza-toros-ii-ruedo/ 256
https://www.eluniversal.com.mx/articulo/periodismo-de-investigacion/2017/01/18/el-gallero-quegana-hasta-50-mil-pesos-por-pelea https://www.univision.com/noticias/carteles/ nemesio-oseguera-el-mencho-el-narco-que-apostaba-alas-peleas-de-gallos-y-le-gustaba-ser-un-fantasma http://www.angelfire.com/on3/animales/caballos.html https://dspace.uib.es/xmlui/bitstream/handle/11201/148986/Codina_Segovia_Juan%20Ignacio_ vol%20II_TESIS.pdf?sequence=2&isAllowed=y EL PENSAMIENTO ANTITAURINO EN ESPAÑA, DE LA ILUSTRACIÓN DEL XVIII HASTA LA ACTUALIDAD http://www.eluniversalqueretaro.mx/content/ de-rituales-y-supersticiones-suerte-matador
257
Arte de Álvaro Sánchez (Guatemala)
258
259
260