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COLOQUIO CON JUAN GÁLVEZ

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COLOQUIO CON JUAN GÁLVEZ

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JUAN GÁLVEZ

ROBERTO GÁLVEZ

De la edición del 17 de marzo de 1958 de la revista El Gráfico compartimos esta curiosa nota escrita por el prestigioso periodista Federico K. Kirbus que le habla en primera persona al más grande campeón de todos los tiempos del TC: Juan Gálvez.

DANTE TROTTA

MENDITEGUY

Juan Gálvez ganó por cuarta vez la «Vuelta de Santa Fe», a 142 km/h de promedio. Menditeguy, ganador de la primera etapa, Ciani y Álzaga fueron las figuras estelares de la prueba.

Querido Juan:

Después de una mala racha que un observador superficial podría considerar como el ocaso de tu buena estrella has vuelto a demostrar en Santa Fe que, por una muy buena razón, tu inconfundible coche azul sigue llevando por las rutas de la patria el cotizado número uno.

A propósito: la «Vuelta de Santa Fe» ha sido siempre algo así como tu carrera especial, aunque tus Intervenciones no hayan sido siempre afortunadas. Baste con recordar tu actuación del año pasado, donde salvaste tu pellejo por sólo 23 segundos de ventaja sobre los dos leones Emiliozzi; pero lo importante, lo único que cuenta, es el resultado final. Los por qué, cómo y otras consideraciones no tienen cabida cuando el cronómetro da su veredicto insobornable.

Esta décima edición de la carrera organizada con tanto sacrificio y entusiasmo por el Jorge Newbery tenía, además, un significado especial para ti: al anotar tu nombre por cuarta vez en el libro de oro de Venado Tuerto te correspondía llevarte el hermoso trofeo de oro instituido para aquel que obtuviera este halago, premio que, más que por su valor material, representa una satisfacción moral que sólo un deportista de tu talla puede apreciar.

Las alternativas de la carrera de Olavarría prometían mucho para Santa Fe. Y nada pudo corroborar mejor aquella apreciación que el elevado número de inscriptos. A todo ello se sumaba un itinerario exigente, pero de singular belleza en su trazado, y premios que en su monto total exponen como vil mentira aquello de que el automovilismo argentino se halla en crisis. ¿O acaso no te parece maravilloso que un club del interior del país pueda hoy día reunir 260.000 pesos para una carrera?

Y por encima de todo, el club organizador había establecido una red de comunicación que permitía seguir literalmente paso a paso el vertiginoso andar de los punteros. ¿Andar decía? Pues, más bien aquello era volar.

Con toda franqueza, cuando al principio aparecía tu nombre entre los tres primeros, juntamente con los de Ciani y Cabalén, nada hacía presumir el dramático final que tendría esta primera etapa sobre 900 kilómetros.

Pero después, cuando Menditeguy y más adelante Álzaga asumieron el comando del pelotón, entonces ya no hacía falta ser profeta para vaticinar un final de bandera verde en Venado. ¿Sabes tú que en Santa Fe eran diez los competidores clasificados dentro del estrecho margen de 9 minutos? Aquello era maravilloso, pero no fue nada más que el prólogo de una lucha más enconada aun contra el reloj que libraron los punteros en el trayecto restante.

Desde tu puesto de comando tú debes de haber vivido con bastante intensidad

los momentos culminantes de este formidable choque de cuatro pares de muñecas y cuatro voluntades de fierro para ganar el primer tramo. Puedo imaginarme que a lo lejos divisabas con toda nitidez los adversarios que te aventajaban en la ruta, pero conviene citar las horas de paso por Cañada Rosquín para darte una idea exacta de lo que vivieron las gentes a lo largo de la carretera. Allí, pues, en Cañada Rosquín, pasó Ciani a las 12h 11'12- Tú, pegado a la cola del crédito venadense y a solo un minuto de diferencia cronométrica. Luego pasó Rolo Álzaga, a un minuto 26 segundos detrás tuyo, y momentos después traspuso también Menditeguy este control. De todo ello surgía que solo dos minutos separaban a los cuatro primeros por tiempo, en el orden Menditeguy, Ciani, Álzaga y tú.

Estoy seguro de que pese a los continuos cambios tú conocías perfectamente la colocación que en los distintos pasajes te correspondía, aun cuando no lleves radio en el auto. Recuerdo que en cierta oportunidad me decías que aún sin ello estabas siempre bien al tanto de todo lo que sucedía con sólo observar el comportamiento del público al borde de la ruta. Pues esta vez fue el delirio, y la clasificación de la etapa refleja bien lo que vivió el pueblo de Venado en los momentos de la entrada de los cuatro punteros, cortados por un abismo de 20 minutos del más próximo competidor.

El cronómetro te asignaba después de la primera jornada el 4º puesto, pero había un detalle muy importante que, sin desmerecer a los demás, te sindicaba como el favorito: tu máquina era flamante, tu tranquilidad parecía aplastar toda duda acerca de lo que sería al día siguiente. Sin hacer locuras por el camino, tomando las curvas con los correspondientes rebajes y a velocidad tan moderada que los curiosos quedaban defraudados, arribaste a Venado con un auto nuevo.

Por eso, tus rivales no estaban dispuestos a concederte tregua. Veintisiete en total eran los competidores que reanudaban la marcha, pero cuatro en especial los que —entre nosotros— te tenían a mal traer. Ciani era un gigante. La máquina de Menditeguy parecía un tiro antes de sufrir el percance en la punta de eje, y de Álzaga decían los parroquianos que llevaba el acelerador atornillado en el piso.

Fue otra etapa de alternativas inesperadas, pues a la deserción de Menditeguy se sumó más adelante el retraso de Marquitos, de modo que Álzaga quedó como tu única sombra en el reloj y en el camino. Más atrás Caparrós, Piersanti, tu hermano Roberto, Dante Trotta y Castagnola animaron el espectáculo y contribuyeron a convertir esta 10ª edición de la Vuelta de Santa Fe en una carrera que, como quien dice, entrará en la historia. ¿Queda algo por decir? En realidad, mucho, pero basta con lo que sintetizan estas líneas. Líneas que quieren reflejar —sin conseguirlo— algunas de las alternativas producidas en Santa Fe y que pretenden ser además un homenaje a este puñado de hombres que llevan a todas partes del país la emoción del deporte más viril, donde tú, estimado Juan, sigues siendo campeón entre campeones. Sinceramente. Federico K. Kirbus

«La Vuelta de Santa Fe ha sido siempre algo así como tu carrera especial, aunque no hayas sido siempre afortunado».

UNA FOTO CON HISTORIA

FOTO: THEHENRYFORD.ORG

V-8 un millón

Foto tomada el 20 de junio de 1934 en la línea de montaje del Complejo del Rouge, donde aparecen Henry y Edsel Ford observando con orgullo el montaje de la carrocería del Ford V-8 número un millón, en este caso un modelo Fordor Sedan. Era habitual la presencia de padre e hijo en las presentaciones de los nuevos modelos o en acontecimientos especiales como este.

Este auto en particular, luego de la nota para la prensa, fue enviado a la Exposición Mundial de Chicago que se realizó ese año.

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