Diversidad patrimonial en las ciudades de Honduras, Daniela Navarrete (EHESS, París)

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Diversidad patrimonial en las ciudades de Honduras

Daniela Navarrete Cálix Tegucigalpa 1976. Historiadora. Master en Investigación en Territorios, espacios y sociedades en la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales de París. Además realizó estudios de Geografía, ordenamiento y urbanismo de Sociedades latinoamericanas en la Universidad Sorbonne Nouvelle de París y de Historia del Arte Contemporáneo en la Universidad Paul Valéry de Montpellier. Autora de Tegucigalpa espejismo de la modernidad: impacto de los discursos liberales y neoliberales en la capital de Honduras, obra galardonada en el 2007 con el Premio Rey Juan Carlos I en Investigaciones Históricas de la Embajada de España. Sus investigaciones abordan la Historia, la Arquitectura y Urbanismo. Actualmente es encargada de la Unidad de Centros Históricos del Instituto Hondureño de Antropología e Historia.

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Daniela Navarrete Cálix

Daniela Navarrete Cálix Tegucigalpa, 1976

Historiadora. Master en Investigación en Territorios, espacios y sociedades en la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales de París. Además realizó estudios de Geografía, ordenamiento y urbanismo de Sociedades latinoamericanas en la Universidad Sorbonne Nouvelle de París y de Historia del Arte Contemporáneo en la Universidad Paul Valéry de Montpellier. Autora de “Tegucigalpa espejismo de la modernidad: impacto de los discursos liberales y neoliberales en la capital de Honduras”, obra galardonada en el 2007 con el Premio Rey Juan Carlos I en Investigaciones Históricas de la Embajada de España. Sus investigaciones abordan la historia, la arquitectura y el urbanismo. Actualmente es encargada de la Unidad de Centros Históricos del Instituto Hondureño de Antropología e Historia.


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COLECCIÓN CENTROS HISTÓRICOS

DIVERSIDAD PATRIMONIAL EN LAS CIUDADES DE HONDURAS

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Daniela Navarrete Cálix

Colección Centros Históricos Diversidad patrimonial en las ciudades de Honduras Daniela Navarrete 2008

Comité Editorial: Dario Euraque, Eva Martínez, Daniela Navarrete, Francesca Randazzo Fotografía Portada:1 y 3 www.skyscrapercity.com, 2 y 4 Adobe, Madera y ladrillo en la arquitectura de San Pedro Sula. Fotos interiores: www.skyscrapercity.com, Adobe, Madera y ladrillo en la arquitectura de San Pedro Sula, Imágenes de San Pedro Sula. Centro editorial SanPedro Sula 2002, Alfredo Martínez, Daniela Navarrete Mapa diversidad patrimonial, página 11: Diseño, Katia Mazier. Concepto, Daniela Navarrete Ilustraciones: William Davidson Concepto gráfico y fotos de portada (parque La Concordia, Tegucigalpa) y contraportada (parque La Libertad Comayagüela: Alfredo Martínez Ponce Obra al cuidado de la Unidad de Centros Históricos Instituto Hondureño de Antropología e Historia centroshistoricos@ihah.hn Tel: (504) 220-6954 extensión 119 Proyecto de Fortalecimiento Institucional IHAH-AECID 2007- 2008 Derechos reservados de esta edición ©Daniela Navarrete Cálix © Instituto Hondureño de Antropología e Historia Primera edición mil ejemplares Instituto Hondureño de Antropología e Historia Villa Roy, Barrio Buenos Aires, Tegucigalpa, Honduras. ihah2003@yahoo.com, http://www.ihah.hn Tel: (504) 220-6954, fax: (504) 222-2552 ISBN: 978-99926-17-16-8 Se prohíbe la reproducción parcial o total de esta obra en cualquier tipo de soporte, sea este mecánico, fotocopiado o electrónico, sin la respectiva autorización por escrito de la autora y del Instituto Hondureño de Antropología e Historia.


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Índice Presentación

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Mapa diversidad patrimonial arquitectónica

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Introducción

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1 El legado español Ciudad y territorio 15 Funciones y tipologías coloniales 16 Sentido y estilo de las ciudades coloniales 21 2 El legado republicano Los asentamientos y centros urbanos no fundacionales 23 La ciudad republicana 24 El espacio público como escenario de las ideologías políticas 25 3 El legado anglosajón Primer enclave urbano-económico, el company town de San Juancito 29 La costa norte, entre ferrocarril y bananeras 30 El resurgimiento de las ciudades coloniales en el valle de Sula: San Pedro Sula y Puerto Cortés 34 Caracterización de los company towns 36 Conclusiones

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Bibliografía

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Presentación Es para mi un honor ser testigo de esta colección de escritos que contribuye a enriquecer la historiografía sobre poblamiento, territorialidad, urbanización y movimientos demográficos, así como sus implicaciones sociales y culturales en Honduras. Hasta ahora, las producciones que abordan los centros históricos desde estas u otras disciplinas son escasas, en especial previo a la década de 1950. Un ejemplo lo constituyen los padrones y cuadros estadísticos decimonónicos; los cuales aun carecen de análisis históricos serios. Se podría decir lo mismo sobre las últimas décadas del siglo XX, con la diferencia de que para el periodo de 1950 a 2000 existe una suerte de sociología urbana hondureña fundamentada más que todo en datos censales de población, migración, vivienda o en algunos casos, sobre problemas particulares como la pobreza, la salud publica, los sistemas educacionales o similares. Es más, los trabajos sobre estos temas que incluyen el tema de los centros históricos y sus vidas cotidianas en el marco de la noción de Patrimonio son casi inexistentes en Honduras. Los aportes de Daniela Navarrete, Omar Valladares, Leonel González y Johanna Burgos en esta colección inciden en esta problemática y debe provocar reflexión. Los presentes trabajos que ahora se entregan al público comienzan a llenar estos vacíos historiográficos de diferentes maneras. Para el caso de Comayagua por fin tenemos, con los aportes de Navarrete, un trabajo que ofrece una visión de la ciudad en su sentido postcolonial, temática que la misma autora también enfatiza en el libro sobre diversidad patrimonial de las ciudades hondureñas. Centros urbanos cuyos origines carecieron de la ¨estirpe colonial, como aquellas en la costa del caribe hondureño. Esta diversidad debe tomarse en cuenta en la legislación misma, sobre la relación patrimonio cultural- centros históricos, tal como se permite ver en el escrito de González y Burgos. La Ceiba no es Choluteca ni Tegucigalpa. Los relatos que Valladares ofrece sobre la Tegucigalpa de las décadas de 1920 y 1930 difícilmente se encontrarían en Trujillo. Por esta y otras razones, el público en general se beneficiara de esta importante colección. Darío Euraque Méndez Gerente IHAH Colección Centros Históricos


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DIVERSIDAD PATRIMONIAL ARQUITECTÓNICA ´

Leyenda Centro fundacional español Centro fundacional republicano Company town minero Company town bananero Asentamiento étnico vernáculo Centro/conjunto histórico monumento nacional Espacio colonial español Territorios incorporados s.XIXl Capital Cabecera municipal Poblado/asentamiento

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Introducción

La categoría de Monumento Nacional ha sido conferida hasta la fecha a algunos centros históricos de antiguas fundaciones coloniales. Estos Monumentos son: Comayagua, Choluteca, Yuscarán, Cedros, Trujillo, San Antonio de Oriente, Tegucigalpa, Ojojona, Santa Rosa de Copán, Gracias, Santa Lucía y conjuntos históricos en Juticalpa y Omoa. La calidad arquitectónica de sus construcciones y la voluntad de las instituciones y los habitantes han permitido la conservación y restauraciones trascendentales de los centros de Comayagua y Santa Rosa de Copán, aguardando los otros el momento de su merecida revitalización. Sin embargo y como propuesta innovadora a estos cánones tradicionales, proponemos en este trabajo la calidad patrimonial que merecen las aglomeraciones consideradas en el imaginario colectivo como centros no-históricos o ciudades nuevas. Encontramos que los criterios esbozados para hacer tal distinción reposan sobre una concepción estrecha de la noción de centro histórico. Ciudades faro de la modernidad de los siglos XIX y XX como las de la Costa Norte, irradian nuevas estéticas constructivas, símbolos de los nuevos valores liberales: el progreso técnico y la prosperidad económica. Así renacen San Pedro Sula y Puerto Cortés, acompañadas por las novísimas La Lima, El Progreso, Tela y La Ceiba. Dando a conocer la historia y riqueza patrimonial de los centros urbanos hondureños, buscamos incentivar su manejo integrado y armonioso con las necesidades actuales, al mismo tiempo que se respeta el legado de las generaciones pasadas. Esperamos este vistazo motive también a otros a indagar alrededor de temáticas histórico-urbanas, contribuyendo tanto a llenar estos vacíos historiográficos como a proteger el patrimonio cultural de Honduras.

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1787 anรณnimo. "Mapa del Reino de Guatemala formado para venir en conocimiento de la aparente cituaciรณn desus poblaciones y de los partidos en que hay siembras de tavaco..." Archivo General de Indias (AGI). En Davidson, William. Atlas de mapas histรณricos de Honduras. Fundaciรณn Uno, Managua 2006.


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1. El legado español Ciudad y territorio

El espacio colonial del actual territorio hondureño se constituyó entre los ejes Noroeste, Occidente, Centro y Sur. La fundación de ciudades por los españoles estuvo determinada por varios criterios. Para lo conquistadores era importante contar con la existencia de importantes concentraciones indígenas, el clima templado de las montañas y la existencia de yacimientos minerales1. La región oriental (Olancho) se desarrolló alrededor de centros mineros, agrícolas y ganaderos. Por encontrarse a la vez próximo del puerto de Trujillo y lejos de los principales centros administrativos, esta región alcanzó niveles de autarquía y aislamiento que serán el origen entre otras cosas, de los intentos separatistas posteriores, así como de una fuerte identidad local. En tanto las Islas de la Bahía y la Mosquitia permanecieron sin ser sometidas por la corona española durante todo el período colonial. De hecho, fueron ocupadas por piratas ingleses, holandeses y franceses así como por esclavos africanos escapados e indígenas. Estas regiones no tenían ningún interés para los españoles por lo insalubre de sus tierras bajas, la dispersión de sus indígenas y la ausencia de minerales preciosos. Sin embargo, la amenaza generada por la presencia de potencias extranjeras en la región caribeña provocó la fundación de fortificaciones costeras. Las más importantes en Honduras fueron las fortalezas de San Fernando en Omoa, Cortés y la de Santa Bárbara en Trujillo, Colón. 1  MacLeod, Murdo. Spanish Central America: A socio-economic history 1500-1700. Berkeley University Press Los Angeles 1976

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Para administrar y articular la economía de estos territorios, los españoles tuvieron como dispositivo la ciudad. Inicialmente la fundación de las ciudades españolas en América fue un acto de conquista militar, centralizando después la explotación con fines económicos. Los poderes políticos, administrativos, militares y religiosos se instalaron en la ciudad, donde lograron el propósito de su creación: el control de un territorio y su población en beneficio de la metrópoli2.

Funciones y tipologías coloniales Bajo el reino de Felipe II, se promulgaron en 1573 las Nuevas Ordenanzas de Descubrimiento y Población. El objetivo de las mismas fue dar por concluido el proceso de la conquista territorial y comenzar así la sistemática colonización interior. Esta red primaria de centros urbanos se completó antes de finalizar el siglo XVI y perduró durante todo el período colonial. Los centros urbanos fundados a partir de entonces tenían diferentes rangos, según su tamaño, importancia o función de los mismos. Así existían ciudades, villas, pueblos de indios, reales de minas y puertos3. En la provincia de Honduras se consolidan los siguientes centros: Centro militar y político: Gracias En general, los centros militares en la América española estaban situados sobretodo al norte de la Nueva España y el actual Chile. Su propósito era proteger las fronteras de otras potencias europeas y de etnias aborígenes. La fundación de Gracias (1536) obedeció a la búsqueda de la Corona por ejercer control en los confines entre dos jurisdicciones más importantes: Guatemala y León. La función de Sede de la Audiencia de los Confines fue trasladada poco después a Guatemala. Entre las edificaciones públicas más importantes destacan la sede de la Audiencia (destruida en un terremoto), la iglesia San Sebastián, y la Fortaleza San Cristóbal (reconstruida en el s. XIX). Destacan por su arquitectura y paisaje, el conjunto de iglesias y pueblos de indios que se articulaban en sus alrededores. 2

Konetzke, Richard. América Latina II. La época Colonial. Editorial XXI México 1976

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Solano, Francisco de. Historia Urbana de Iberoamérica. CSCAE Madrid 1987


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1771 Speer. "Plano de la fortaleza, puerto y población de Omoa " AGI. En Davidson, William. Atlas de mapas históricos de Honduras. Fundación Uno, Managua 2006.

Puertos: Omoa y Truxillo Trujillo, fundada en 1525, fue además sede eclesiástica, militar y política por un breve espacio de tiempo. Las funciones primordiales de estos puertos eran la exportación e importación. Ambos puertos estaban defendidos con bastiones o fortalezas. Colección Centros Históricos


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Centro político: Santa Maria de Valladolid de Comayagua Sede de la Gobernación de la Provincia de Higueras u Honduras y sede eclesiástica. Fue el centro político más importante del período colonial. Comayagua fue fundada como Villa en 1533 y se declaró ciudad poco después en 1557. Esta ciudad concentró una burocracia numerosa, compuesta de funcionarios peninsulares y criollos, en oposición al resto de la población compuesta por blancos pobres, mestizos, negros e indios. Después de la independencia de España en 1821, el título de capital de Honduras recayó sobre esta ciudad. Durante las décadas subsecuentes, fue escenario de cruentas batallas durante la Federación Centroamericana, incendios y sequías, lo que provocó el diezmamiento de su población y la contracción de su economía. Su hegemonía política comenzó a ser menoscabada por Tegucigalpa desde el s. XVIII.

Vista aérea de Comayagua. Foto Paul Martínez, 2008


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Yuscarán. Foto Anónima, 2006,

Centros mineros: Real de Minas de San Miguel de Tegucigalpa y Yuscarán. La actividad minera en la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa (comarca política más grande que el actual departamento de Francisco Morazán), promovió movimientos de población importantes, pero también inestables, propensos al abandono y a la despoblación. Tegucigalpa se originó como un asentamiento espontáneo provocado por el descubrimiento de minas de plata desde la década de 1560, oficializado en 1578 con la designación de Real de Minas. La índole de la actividad minera propició las relaciones complementarias con centros ganaderos y agrícolas como Choluteca. En 1763 Tegucigalpa obtuvo el título de Villa, en 1821 el de Ciudad y finalmente en 1880 fue declarada Capital de la República. La topografía accidentada de su emplazamiento y su origen minero determinó su paisaje urbano único, a diferencia de la estricta simetría de ciudades como Gracias, Comayagua o Choluteca. Colección Centros Históricos


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Centro agrícola, ganadero y minero: Villa de Jerez de la Frontera de Choluteca Al igual que Comayagua, Choluteca (fundada en 1534) contaba con grupos de población indígena numerosos, lo que facilitaba su incorporación como mano de obra. Las importantes minas de sus alrededores (El Corpus, Guasucarán y Langue) estimularon la ganadería mular para proveer transporte de carga y cueros para sacos; así como la industria salinera, inherente en el proceso de amalgamación de la plata.

Casa Valle Choluteca. Foto Daniela Navarrete, 2007

Centro industrial: Santa Rosa de los Llanos Fundada en 1705, aquí se manufacturaron productos artesanales derivados del tabaco como puros y cigarrillos. Este poblamiento se caracterizó también por la organización asociativa alrededor de la actividad tabacalera (conformación de gremios, cofradías y hermandades).


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Sentido y estilo de las ciudades coloniales En todas estas poblaciones, la sociedad colonial se estratificó rigurosamente entre ocupantes y vencidos. Estas desigualdades se tradujeron en el tejido urbano. Las clases sociales pudientes (mayoritariamente blancas) detentaron los puestos políticos y religiosos más importantes, además de ser los propietarios de los medios de producción agrícola, ganadera, minera y de ejercer el comercio. El centro de la ciudad era el lugar reservado a estas clases privilegiadas, en tanto los alrededores eran habitados por grupos intermedios de pequeños artesanos (blancos y mestizos). Los indígenas, en su condición de explotados, estaban restringidos a habitar en la ciudad oficial criolla, siendo concentrados en pequeños centros urbanos periféricos: los pueblos de indios o reducciones. Entre estos últimos destacan los pueblos alrededor de Comayagua (Yarumela, Santa Lucía de Jeto), Tegucigalpa (Suyapa, Comayagüela) y Gracias (San Manuel de Colohete, La Campa, Talgua y San Sebastián).

Yamaranguila. Foto D. Navarrete, 2006

El barroco era el estilo arquitectónico en boga en España y fue adoptado en las ciudades americanas a partir del s. XVI. Este estilo incidió en todo tipo de edificaciones: públicas, religiosas y habitacionales. Entre 1600 y 1750 se puede hablar de un estilo barroco iberoamericano, Martínez Castillo habla incluso del estilo provincial hispano criollo al referirse al barroco hondureño de Gracias, Comayagua, Choluteca y Tegucigalpa4. Las casas por ejemplo, se 4  Martínez, Mario Felipe. Cuatro centros de arte colonial provinciano hispano criollo. Editorial Universitaria Tegucigalpa 1997

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caracterizaron por sus fachadas amplias, interiores espaciosos aptos para las necesidades sociales y familiares, así como el elevado número de sirvientes. La variante de arquitectura residencial presente desde México hasta Centro América, es la llamada casa andaluza, de una planta y patio central. Las edificaciones más notorias fueron las iglesias, ya fueran pequeñas parroquias o catedrales. Estas contaban con impresionantes decoraciones exteriores e interiores. Los edificios públicos eran igualmente imponentes, el del Cabildo fue el más importante de todos.

Retablo iglesia de Yamaranguila. Foto D. Navarrete 2006


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2. El legado republicano Los asentamientos y centros urbanos no fundacionales

Desde la segunda mitad del siglo XVIII el actual territorio hondureño conoció un aumento de centros urbanos pequeños (pueblos y villas) en las regiones occidental, sur, centro y este del país. Este crecimiento urbano continuó a lo largo del siglo XIX; antes y después de la independencia de España. Por lo general estos actos no fueron fundaciones en el sentido político de la palabra, como los que hicieran los españoles. Se trataba más bien de asentamientos resultados del crecimiento vegetativo de la población ladina, que se consolidaban económicamente y finalmente eran reconocidos por el Gobierno a través del nombramiento de autoridades. Por ello decimos que no son fundaciones propiamente dichas, sino asentamientos oficializados. El diseño urbano y la arquitectura de estos poblados emulaba fielmente el patrón español, de ahí la dificultad de diferenciar un pueblo “colonial” de uno postcolonial. Un caso particular de asentamientos humanos lo constituyó el conjunto de aldeas y caseríos organizados por el Padre Manuel de Jesús Subirana. Esta tarea fue motivada por la acción misionera del sacerdote español, quien a partir de 1857 logró reagrupar los entonces llamados “indios selváticos” de cultura Tolupán, Tawahka y Pech. Estas localidades se encuentran dispersas en los actuales Yoro, Olancho, Colón y Gracias a Dios. El Gobierno de Honduras reconoció la labor del Padre Subirana otorgando títulos de tierra para las comunidades de Anisillo, Agua, Agua Caliente, Camalote, Candelaria, Guajiniquil, Jimía, Ojo de Agua, El Pate, Palmar, Pintada, Santa Marta, San Francisco, Las Vegas y Tela5. 5  Vallejo, Antonio. Primer Anuario Estadístico correspondiente al año 1889. Editorial Universitaria Tegucigalpa 1997

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Además, desde finales del siglo XVIII los garífunas se establecieron en la Costa Norte del país. A sus aldeas se les conoce como morenales, con arquitectura y urbanismos distintivos. Estos constituyeron verdaderas redes urbanas con fuertes vínculos culturales y comerciales con comunidades garífunas de países vecinos.

1758 Diez Navarro. "Mapa que comprende desde el golfo de Matina hasta el de Santo Thomas. Situación del Rio Tinto; Bahia de Cartago poblade de ingleses y otras poblaciones" AGI. En Davidson, William. Atlas de mapas históricos de Honduras. Fundación Uno, Managua 2006.

La ciudad republicana Bajo la administración del General Medina se impulsó la colonización de la Costa Norte del país, insertada en el proyecto de construcción del Ferrocarril Interoceánico. La promulgación de la Ley de Extranjería y Colonización de 1866 buscó fomentar la migración extranjera y su establecimiento en nuevos centros urbanos que se crearían para tal efecto en la región. Derivado directo de esta política fue la Ciudad de Medina, proyectada a inmediaciones de San Pedro Sula en 18676. Este poblado tenía por objeto acoger una colonia de inmigrantes norteamericanos. A pesar de las concesiones otorgadas, no 6

Escoto, Julio. Imágenes de San Pedro Sula. Centro Editorial San Pedro Sula 2002 pág. 34


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prosperó como se esperaba y finalmente fue absorbida por San Pedro Sula. Del intento de ciudad perduró solamente el nombre adjudicado al barrio. Nuevas leyes de extranjería en 1895, 1906 y nuevos impulsos promovieron la creación de ciudades a lo ancho y largo del país: La Lima (1871), Tela (1876), La Ceiba (1877), El Progreso (1892), San Lorenzo (1876), Amapala (se fundó en 1830, se restableció la Municipalidad en 1871). Sin duda las más dinámicas fueron las fundaciones de la Costa Norte. La fisonomía de estas ciudades no distaba del trazado de las ciudades españolas: calles y avenidas dispuestas en cuadrícula, sedes administrativas y comerciales dispuestas alrededor de la plaza central. Sin embargo, un cambio notorio en las plazas centrales de muchas ciudades nuevas, fue la “desaparición” de las iglesias católicas de sus emplazamientos privilegiados. Lo anterior es el resultado de la secularización liberal adoptada a partir de la administración de Marco Aurelio Soto. Al separarse la Iglesia del Estado, el mensaje político transmitido a través del trazo urbano es directo: la Iglesia no forma más parte de la autoridad política, como lo fue durante la colonia. La plaza central fue, como veremos a continuación, el principal instrumento de representación de las ideas republicanas.

El espacio público como escenario de las ideologías políticas La Plaza Mayor o de Armas eran el espacio público más importante de las ciudades americanas aparecidas bajo la administración española7. Sus principales características y funciones eran: •

Concentrar los poderes en un punto geográfico restringido: iglesia, cabildo, casa del gobernador, comercios y casas de notables.

Representar la reunificación simbolista de la representación regia, del fervor cristiano, de la libertad municipal, de las actividades económicas.

Acoger las actividades comerciales de la región (mercado de agricultores, buhoneros), políticas (anuncio de bandos reales y ordenanzas municipales), religiosas (procesiones, visitas) y militares (alardes o revistas de milicias).

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Solano, Francisco de. Op.cit. 1987

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La Plaza Mayor perduró como principal espacio público en las ciudades hondureñas hasta finales del siglo XX., A finales del s. XIX las antiguas plazas públicas fueron uno de los principales instrumentos de aplicación del discurso liberal en la transformación de la ciudad8. Las plazas coloniales, centro de los poderes civiles y religiosos, transmitieron a partir de entonces el mensaje de la nueva ideología: paz y progreso. Las autoridades protagonizaron las puestas en escena con actos protocolares, proclamación de discursos y festividades.

Sotero Lazo. Grabado de la plaza de La Concepción de Tegucigalpa. En Wells, William. Exploraciones y aventuras en Honduras. Educa, San José 1982

Durante la Reforma Liberal iniciada por la administración de Marco Aurelio Soto y su ministro Ramón Rosa, se impulsó una fuerte estrategia oficial para crear la identidad nacional. El primer paso fue el rebautizo de las plazas. Todos los nuevos nombres de los parques (traducción del inglés park) consagraron a los nuevos héroes en el panteón del imaginario colectivo.

8  Navarrete, Daniela. Tegucigalpa espejismo de la modernidad: el impacto de los discursos liberal y neoliberal en la capital de Honduras (siglos XIX y XX). Tesis de Master en CC SS. EHESS Paris 2006


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Morazán, Valle, Soto, Cabañas, Herrera o líderes locales9 son los nombres dados a los espacios públicos más importantes de las ciudades. También se conmemoran las virtudes del ideal de una nueva sociedad en formación, como la libertad y la concordia10. Todos estos valores e ideología emulada por las autoridades hondureñas eran emitidos por los países considerados faro de modernidad política e ideológica en aquellos días: Francia e Inglaterra. Las antiguas plazas coloniales son renovadas a partir de 1880 y a lo largo de las décadas subsiguientes, siguiendo el modelo francés de espacio público. Se diseñan jardines con estatuas clasicistas de bustos de próceres, avenidas, kioscos y fuentes. Sin embargo y a pesar de los esfuerzos de los reformistas, la población resistió a las nuevas nomenclaturas, perpetuando el uso de los apelativos originales. En cuanto a la arquitectura, el estilo neoclásico se impone en los edificios públicos desde finales del s. XIX hasta la tercera década del s. XX.

Estatua al General Morazán en Tegucigalpa. Alfredo Martínez, 2008

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Ejemplos : León Alvarado en Comayagua, Barahona en San Pedro Sula, Francisco de Paula en Juticalpa. Ejemplos : Parque La Concordia en Tegucigalpa, parques La Libertad en Santa Rosa de Copán y Comayagüela

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ESPACIO PUBLICO REPUBLICANO Daniela Navarrete Cálix 26 1 1. P arque Morazán Tegucigalpa. Foto anónima 2. Parque La Libertad Santa Rosa de Copán. Foto anónima 3 . Juan Ramón Molina. Parque La Libertad, Comayaguela. Fofo Alfredo Martínez, 2008 4. Parque CentenarioRamón Rosa. Parque Central, Danlí. Foto anónima 5. Parque Manuel Bonilla. Tegucigalpa. Fofo Alfredo Martínez, 2008

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3. El legado anglosajón Primer enclave urbano-económico: el company-town de San Juancito

Las ciudades de modelo anglosajón no fueron fundadas in strictu sensu; más bien fueron yuxtapuestas en un tejido urbano preexistente. Es decir, ciudades nuevas fueron creadas al interior o aledañas a ciudades ya existentes. Dicho fenómeno fue el reflejo fiel de la economía de enclave que caracterizó a la presencia estadounidense en Honduras desde finales del s. XIX hasta mediados del s. XX11. El antecedente de company town en Honduras lo constituyó el pueblo de San Juancito, aunque reste poco o nada del poblado “criollo” original. A 30 km de Tegucigalpa, este pueblo minero fue la sede de operaciones de la New York and Honduras Rosario Mining Company, creada en 1876. La accidentada topografía de su ubicación por un lado, y la naturaleza precaria de la actividad minera de la época por otro, dieron como resultado un campamento colgando de las montañas y en medio de un denso bosque. La arquitectura de las casas y equipamientos del campamento minero son de estilo sureño norteamericano, influenciado a su vez de la casa victoriana inglesa. Se construyeron en madera e introdujeron por primera vez la lámina de zinc para las cubiertas. La variedad de las construcciones va desde la casa-oficina, hasta la que fue la primera sede de la Legación de Estados Unidos en el país. San Juancito declinó radicalmente desde el fin de operaciones de la Rosario en 1954.

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Navarrete. Op.cit. 2006

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San Juancito. En Vallejo, Antonio. Primer Anuario Estadistico correspondiente al año 1889. Editorial Universitaria Tegucigalpa 1997.

La Costa Norte, entre ferrocarril y bananeras “La actividad bananera inicia en la Costa Norte de Honduras a finales del s. XIX. Uno de los logros más importantes de las compañías fruteras es la conversión de territorios insalubres y abandonados en tierras fértiles. De igual manera, su actividad indujo el poblamiento de vastas extensiones territoriales históricamente insumisas, tanto por parte de la administración colonial española como por las administraciones republicanas hondureñas. Para ello, se valieron de alta tecnología, capital en abundancia y del ferrocarril. Aunque el proyecto de esta empresa hondureña data de mediados del s. XIX, fueron las bananeras quienes tomaron control de su operación y posterior expansión”. (Estado Liberal y desarrollo capitalista en Honduras. Molina Chocano, 1976)


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A principios del s. XX, la Costa Norte se volvió una región fronteriza con una economía y cultura política distintivas12. Las causas de este fenómeno se enraízan con el cultivo del banano y el funcionamiento del único ferrocarril del país. Desde finales del s. XIX, el proyecto del ferrocarril interoceánico fue la antesala del resurgimiento de la región. Este fue proyectado para comunicar Puerto Caballos (renombrado Puerto Cortés en 1869) con la Bahía de Fonseca, siendo construido su primer tramo entre 1869 y 1874.

Puente Ulúa. Foto anónima.

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Euraque, Darío. El capitalismo en San Pedro Sula. Editorial Guaymuras Tegucigalpa 1997

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Las actividades mineras y bananeras impulsadas en Honduras a finales del s. XIX, fueron dominadas por los capitales norteamericanos de diversas compañías transnacionales. Sus representantes en el país fueron hombres que ejercieron una desmesurada influencia en los ámbitos políticos y económicos del país. Dos de ellos en particular destacaron por los niveles de poder que llegaron a ejercer: Washington Valentine y Samuel Zemurray. El empresario minero W. Valentine (accionista de la Rosario Mining Co.) llegó a controlar de 1892 a 1902 el Ferrocarril Nacional que se extendía hasta Potrerillos. Sin embargo el empresario bananero, S. Zemurray instaló nuevas líneas más hacia el oeste en dirección de Guatemala, provocando con ello “la fuerza más prometedora, nueva y modernizante en la región”13. Zemurray llegó a controlar el Ferrocarril Nacional durante 12 años, hasta que en 1932 bajo la administración del presidente Mejía Colindres se recuperó su manejo estatal. De acuerdo a Euraque, el aprovechamiento de Zemurray en la explotación del Ferrocarril incidió en la transformación radical de la región, consolidando su imperio empresarial con la Cuyamel Fruit Co.

El otorgamiento de generosas concesiones fiscales para atraer la inversión de las compañías transnacionales en Honduras fue una práctica que comenzó Marco Aurelio Soto y fue perpetuada por sus sucesores durante las décadas posteriores. El presidente Francisco Bertrand extendió muchas concesiones a Zemurray que incluían derechos para construir y controlar muelles, instalaciones de energía eléctrica, infraestructura sanitaria y la licencia para alquilar tierras. Así, fueron las compañías mineras y bananeras las que introdujeron en las ciudades del país (Tegucigalpa, San Pedro Sula, La Ceiba) estos servicios asociados al ideal de modernidad urbana14. El dinamismo económico generado por la actividad bananera provocó importantes movimientos migratorios internos y externos. Destaca el hecho de que las familias más prominentes de la Costa Norte emigraron a la región desde Santa Bárbara, Copán y Comayagua. Efectivamente, las elites comenzaron a abandonar dos de las regiones cafetaleras (actividad que se quiso fuera el principal rubro de exportación del país sin llegar a serlo) pues sin duda esperaban más ventajas del acceso a las tierras bananeras y de las oportunidades comerciales que del café. De acuerdo con Argueta, la incipiente burguesía hondureña se caracterizó por haber surgido del círculo de amigos de Zemurray quienes estaban ligados indisolublemente a la actividad bananera 13

Euraque, Darío. Op. Cit. 1997

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Euraque, Darío. Op.cit. 1997


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y con fuertes vínculos de sangre con las elites del interior. Era además un grupo pequeño y con limitados recursos dejados por las transnacionales que controlaban casi totalmente los aspectos económicos15. Los asentamientos poblacionales en la Costa Norte rehicieron la jerarquía urbana del país y el estilo de vida de muchos hondureños. Para 1910, sólo el 16.9% de la población vivía en aglomeraciones de más de 1,000 habitantes, el resto vivía en asentamientos rurales. El aumento demográfico de la CN inició en 1910 y se acrecentó en los 20. Para los años 30 y 40 se había convertido en el área más urbanizada de Honduras. La eficiente red urbana puesta en marcha en la Costa Norte de Honduras por las bananeras norteamericanas se fundamentó en las buenas comunicaciones: carreteras, puentes, ferrocarril, telégrafos, correo y teléfonos. Estos avances favorecieron el nuevo giro de las inversiones bananeras: la industrialización. El valle de Sula se convirtió en el eje económico y demográfico más vasto e importante del país. Hoy día articula una conurbación o reagrupamiento de varios centros urbanos cercanos entre sí, el puerto más importante del país, conectados a través de autopistas carreteras y de un aeropuerto internacional. Imagen satelital de la costa norte. www.skyscrapercity.com

15  Argueta, Mario. Bananos y Política: Samuel Zemurray y la Cuyamel Fruit Co. en Honduras. Editorial Universitaria, Tegucigalpa 1989

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El resurgimiento de ciudades coloniales en el Valle de Sula: San Pedro Sula y Puerto Cortés San Pedro Sula era una villa de unos cuantos miles de habitantes a mediados del s. XIX, con poco o ningún peso político o económico en el país. Para 1889, el cambio es radical, como a continuación lo describe Antonio Vallejo: “El aspecto físico de esta población es importante y cuenta con un comercio floreciente, una sociedad culta y activa, y con elegantes y cómodos edificios, construidos al estilo moderno. La choza de paja del indígena, ha cedido allí el puesto a los edificios formales cubiertos de pizarra unos y otros de zinc. Posee un extenso y hermoso cabildo recientemente construido”16.

San Pedro Sula, sexta avenida. Foto anónima

Más de cien años después, esta ciudad se ha convertido en la ciudad emisora de modernidad simbólica -urbana, arquitectónica- y modernidad real -comercial, industrial y financiera-. Aunque no llegó a convertirse en un company-town propiamente dicho, contiene numerosas y representativas casas de estilo sureño norteamericano17. 16  Vallejo, Antonio. pag. 86 17  Stassano, Angela. Adobe, Madera y Ladrillo en la Arquitectura de San Pedro Sula. Un vistazo actual a la arquitectura creada entre 1900-1950. Centro de Estudios precolombinos e históricos en Honduras. San Pedro Sula 1997


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Para explicar este vertiginoso salto es importante situar a ambas localidades en su contexto regional. Desde la colonia, San Pedro de Higueras es fundada como villa (1524) ligada a la actividad portuaria de Puerto Caballos. La decadencia del uno arrastraba la del otro (como fue el caso en el s. XVIII y parte del s. XIX) y viceversa, como fue el caso a comienzos del siglo XX. Un hecho que denotó la importancia que la región comenzó a perfilar fue cuando se designaron autoridades departamentales. La creación del departamento de Cortés ocurrió en 1893 bajo la administración de Ponciano Leiva. Esta preeminencia se logró gracias a las actividades del ferrocarril y la incipiente actividad bananera. Desde antes se había visualizado la estratégica situación geográfica de San Pedro Sula, iniciándose la construcción de la carretera del Norte a finales del siglo XIX. Las exportaciones de bananos rápidamente sobrepasaron las exportaciones de mineral a principios del siglo XX. En el año de 1950, el departamento de Cortés proveía más del 30% del total de los ingresos del Estado central. Los empleos generados por las transnacionales bananeras representaban 10 o 15 veces entre 1910-1920 los empleos generados por las mineras, que raramente excedieron los 1,500 empleos. El cultivo del banano alcanzó una importancia tal en las comunidades costeñas, que en 1898 fue declarado por la municipalidad como “patrimonio oficial de San Pedro Sula”. Población de Tegucigalpa y San Pedro Sula 1800-1950 99,948

100,000

Tegucigalpa San Pedro Sula

80,000

60,000

54,268

40,000 23,503

20,000 12,058

0

500

5,431

1800

600

1850

7,182

1900

1950

Colección Centros Históricos


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Caracterización de los Company-towns La aparición de nuevas ciudades en el país estuvo marcada por el esfuerzo urbanizador que acompañó el proyecto del ferrocarril interoceánico primero, la actividad bananera después. Como vimos en La ciudad republicana, la política “civilizadora” del Gobierno originó nuevas en fundaciones sucesivas en los actuales departamentos de Colón (creado en 1881), Cortés (creado en 1893), Atlántida (creado en 1902) y Yoro. Las ciudades y comunidades en estos departamentos prosperaron rápidamente gracias a la actividad generada por tres compañías bananeras que operaron en el país: •

La Standard Fruit Company, con sede en La Ceiba, departamento de Atlántida;

La Cuyamel Fruit Company con sede en Cuyamel, Cortés y

La United Fruit Company (en 1929 adquirió las acciones de la Cuyamel) y su filial Tela Railroad Co. en Atlántida y Trujillo R. Co en Colón.

Los company-town de las compañias bananeras norteamericanas se superpusieron a las nuevas ciudades hondureñas de la Costa Norte y eran el lugar de residencia de los altos ejecutivos y empleados estadounidenses de las bananeras, en tanto los campeños o trabajadores bananeros vivían en barracas en el corazón de los campos bananeros. Los más importantes se establecieron en las ciudades de La Lima, Tela, La Ceiba y El Progreso. Barraca bananera. Costa norte de Honduras. En Stassano, Angela. Adobe, Madera y Ladrillo en la Arquitectura de San Pedro Sula. Un vistazo actual a la arquitectura creada entre 1900-1950. Centro de Estudios precolombinos e históricos en Honduras. San Pedro Sula 1997


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Los company-town o “zonas americanas” contaban con todas las unidades de funcionamiento urbano que aseguraban la autarquía de los mismos: zonas de oficinas y residenciales excluyentes del resto de la población nativa, hospitales propios, escuelas, centros de recreación y de abastecimiento. Llegaron a constituir verdaderos islotes, claramente diferenciados de la arquitectura vernácula del resto del país. El trazado urbano de estas comunidades cerradas era el de cuadrícula y las casas se construían sobre polines en madera y techo de zinc. El estilo arquitectónico era típico de los estados sureños estadounidenses; en especial los de Louisiana y Missisippi, lugar de procedencia de la mayoría de los ejecutivos bananeros. La arquitectura sureña se adoptó también por resultar la más aclimatada al trópico hondureño. La United Fruit Co. llegó a consolidar una amplia red urbana que comprendía La Lima, El Progreso, San Pedro Sula, Cortés, Omoa, Tela, Trujillo, Olanchito y Tocoa. En tanto la Standard tuvo por epicentro de sus actividades a La Ceiba. Esta última y San pedro Sula mostraron el crecimiento urbano más acelerado del país a comienzos del s. XX. Con el transcurrir de los años, el carácter excluyente de las ciudades bananeras se suavizó, sobretodo en los grandes centros urbanos. En Tela podemos identificar hoy en día las características de enclave urbano, gracias a la conversión del antiguo company-town en hotel de playa. En otros casos, como en La Lima, el “apartheid” urbano de la zona americana todavía perdura en sus funciones originales. Vista Aerea del antiguo company town de Tela. www.skyscrapercity.com

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1 Daniela Navarrete Cálix 2

1. Palacio Municipal de San Pedro Sula. En Adobe, Madera y Ladrillo en la Arquitectura de San Pedro Sula. 1997 2. Catedral de San Miguel de Tegucigalpa. www. skyscrapercity.com 3. Tegugigalpa vista desde Santa Lucía. Foto anónima 4. Vista de Tela. www. skyscrapercity.com

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Conclusión Desde la época precolombina el territorio hondureño ha conocido los asentamientos humanos, sobre todo en la parte occidental y sur. Con la llegada de los españoles primero y el transcurso de la historia moderna después, en Honduras se suscedieron dos períodos de expansión urbana: el fundacional español colonial y el fundacional hondureño republicano. El modelo urbano de ciudad compacta con trazo en ajedrez traído por los españoles, perduró en los dos procesos. Posteriormente en un tercer momento las ciudades de la Costa Norte tuvieron un crecimiento notorio. En éste, el modelo anglosajón de company town se enclavó tanto en ciudades coloniales como en las republicanas. Cada uno de estos modelos se caracterizaron por sus arquitecturas particulares y espacios socioculturales diferenciados; también se distinguieron por sus funciones y sus identidades citadinas. Pero no solo los actos de conquista militar o económica originaron la diversidad de los centros históricos de Honduras. La región geográfica donde se situaron, las funciones propias a la ciudad y sobretodo el espíritu de sus habitantes, modelaron la unicidad de cada una de estas ciudades, fruto del accionar de hombres y mujeres a lo largo de nuestra historia.

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Bibliografía

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Periódicos La Tribuna. Serie: “Tegucigalpa del Recuerdo” de Nahún Valladares 2004-2006.

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Daniela Navarrete C谩lix

Primera edici贸n 2008 Impresi贸n de 1,000 ejemplares Impreso en Honduras


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