COLECCIÓN CENTROS HISTÓRICOS
TEGUCIGALPA POLÍTICA Y URBANISMO 1578-1949
Colección Centros Históricos
HISTORIA POLÍTICA Y URBANA DE TEGUCIGALPA 1578-1949 Daniela Navarrete Cálix 2012 Comité Editorial: Eva Martínez, Daniela Navarrete Fotografías portada: y contraportada: www.iphotobucket.com , www.findagrave.com, www.constructoresartisticos.hn, http://3.bp.blogspot.com, Fotos interiores: www.vmapas.com/America Ilustraciones : E. G. Squier, William Davidson, Sotero Lazo, Murdo Macleod Concepto gráfico: DICOM, Alfredo Martínez Ponce Obra al cuidado de la Unidad de Historia Instituto Hondureño de Antropología e Historia Tel: (504) 220-6954 extensión 115 Derechos reservados de esta edición ©Daniela Navarrete Cálix © Instituto Hondureño de Antropología e Historia Primera edición mil ejemplares Instituto Hondureño de Antropología e Historia Villa Roy, Barrio Buenos Aires, Tegucigalpa, Honduras. ihah2003@yahoo.com, http://www.ihah.hn Tel: (504) 2220-6954, fax: (504) 2222-2552 ISBN: 978-99926-17-40-3 Se prohíbe la reproducción parcial o total de esta obra en cualquier tipo de soporte, sea este mecánico, fotocopiado o electrónico, sin la respectiva autorización por escrito de la autora y del Instituto Hondureño de Antropología e Historia. Impreso en Honduras por Multimegaprinter´s. Tegucigalpa, 2012
Índice
El sesenta aniversario del IHAH
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Introducción 7 1. Los orígenes históricos: influencias colonizadoras, políticas de urbanas y economía minera a) Las influencias colonizadoras en América española b) Las políticas de urbanización c) La economía minera en los alrededores de Tegucigalpa
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2. Una emergencia difícil: Tegucigalpa a la saga de la organización regional 29 a) La primacía urbana de Comayagua en la provincia de Honduras b) Minería y disputas, factores de la emergencia de la Alcaldía Mayor de Minas c) Los años dorados (1730-1780): ascenso político, repunte minero y la modernización urbana
3. Significado e importancia del cabildo a) Configuración del cabildo español en Honduras b) El cabildo de Tegucigalpa como plataforma política regional c) El ordenamiento borbónico y la reacción tegucigalpense d) Fortalezas simbólicas y debilidades políticas en la construcción del puente Mallol
4. La consolidación del status político y urbano a) Hacia el cabildo liberal b) El título de ciudad: desafíos, logros y controversias
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51 54 56 60
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Indice
c) Fragilidad urbana y declinación final de Comayagua d) Tegucigalpa, capital de la República: la conquista de un anhelo
5. Efectos de la modernidad liberal en la nueva capital a) Restructurando el territorio b) La municipalidad liberal c) Ocaso del localismo político de Comayagüela
6. El centralismo cariista y la renovación liberal
67 70
77 81 85 92
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a) Presupuesto municipal, un vistazo comparativo 98 b)Nuevos actores extranjeros, viejas dependencias económicas 101 Conclusión 105 Bibliografía 108
El sesenta aniversario del Instituto Hondureño de Antropología e Historia Creado el 22 de Julio de 1952, bajo Acuerdo Ejecutivo No. 245, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (hoy Instituto Hondureño de Antropología e Historia) constituyó el fruto de más de un siglo de interés de parte del joven Estado de Honduras por legislar y normar lo concerniente a los bienes patrimoniales del país. La primera ley en materia de protección de patrimonio cultural es emitida por el Congreso de la República de Honduras en 1843, al declararse el sitio arqueológico de Copán como Zona Nacional de Antigüedades, quedando esta en posesión directa del Estado. Es importante destacar que la legislación hondureña sobre patrimonio cultural se encuentra entre las más tempranas y vanguardistas de América Latina. El interés del Estado de Honduras no se limitó a la creación de una legislación que protegiera el patrimonio cultural, este también impulsó las investigaciones arqueológicas en la Zona Nacional de Antigüedades a través de la creación de una comisión consultiva nacional: la Comisión Arqueológica, creada en 1934 para definir las medidas necesarias para la conservación y restauración del Sitio Maya de Copán. Los esfuerzos de esta Comisión se materializaron en los trabajos de restauración realizados por la institución Carnegie de Washington y financiadas por esta y el Estado de Honduras. En 1947 se funda el Instituto Nacional de Arqueología e Historia a raíz de una propuesta emanada en la Primera Conferencia Internacional de Arqueólogos del Caribe, desarrollada en Tegucigalpa en agosto de 1946 en el Parque Naciones Unidas (El Picacho). Sin embargo, este precursor del Instituto Nacional de Antropología e Historia, y dependiente de la Secretaría de Educación Publica, a excepción de los datos sobre su fundación, deja de figurar en los registros históricos. Es así como en 1952 el Instituto Nacional de Antropología e Historia se convierte en la institución estatal responsable de velar por la conservación del patrimonio cultural de Honduras. Cabe mencionar que el carácter autónomo y técnico del Instituto representa una expresión de la modernización del apa-
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rato gubernamental del país. Decisivo para la institución es la emisión de su Ley Orgánica (1968), la cual afianza su estatus de ente administrativamente descentralizado, con personería jurídica y patrimonio propio, convirtiéndose en el Instituto Hondureño de Antropología e Historia. Herederos de una larga tradición que prima la defensa, investigación, conservación y difusión del Patrimonio Cultural de la Nación, celebramos sesenta años de compromiso con el pueblo hondureño en cuanto a la salvaguarda de los bienes y expresiones culturales que conforman nuestro legado antropológico, arqueológico e histórico.
Dra. Eva Martínez Ordónez Subgerente de Patrimonio IHAH
Introducción Este trabajo constituye el primer capítulo de la tesis para optar al doctorado (en curso) y que amplía el estudio realizado en “Tegucigalpa, espejismo de la modernidad: el impacto de los discursos liberales del s.XIX y neoliberales del s. XX en la capital de Honduras”.1 El tema abordado ahí corresponde a la historia política, a la arquitectura y al urbanismo en dos temporalidades definidas: la Reforma Liberal y la Modernización del Estado de finales del s. XX. El primer paso para esta exploración consistió en retratar minuciosamente el objeto de estudio, la ciudad de Tegucigalpa. Este propósito, parcial dentro de un trabajo más amplio, se vuelve aquí en un propósito en sí mismo: trazar el sinuoso camino de Tegucigalpa, tanto político como urbano, desde sus orígenes mineros, su designación como la capital de la República, hasta la consolidación en el Distrito Central. Asimismo, se buscó reunir los elementos para entender el significado de los actores y entidades protagonistas en la administración urbana. Se trata, pues, de reconstruir y comprender el modelo político-urbano implantado por los españoles desde el siglo XVI y su evolución hasta la llegada en el siglo XIX de un nuevo orden: la República como forma de gobierno y el liberalismo como ideología política. Numerosas preguntas surgieron en el camino respecto a los orígenes: ¿cuáles son los fundamentos teóricos que guían las fundaciones españolas en América? Por muchos años en nuestro medio se ha repetido que el plano urbano aplicado a las ciudades americanas era el llamado plano a la parrillla o renacentista, que a su vez descendía del castrum o campo militar romano. Según el pensamiento de Marcel Detienne,2 en la búsqueda de su legitimación cultural, los pueblos de occidente tienden a autoproclamarse herederos de las 1 Tesis de maestría en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París (EHESS), bajo la dirección de Alain Musset y Premio Rey Juan Carlos I en Investigaciones Históricas 2007. Publicada en la Revista Amérique Latine Histoire et Mémoire. Les Cahiers ALHIM, 15 | 2008, [En línea], Puesto en línea el 30 de junio de 2009. URL : http://alhim.revues.org/index2918.html. 2 Detienne, Marcel. Comparer l’incomparable. Le Seuil, Paris 2000.
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civilizaciones clásicas, en especial en el siglo XIX, momento en que además las ciencias sociales se encuentran en gestación. Esta tendencia invisibilizó el aporte urbano hecho por sociedades no-romanas, tal como el de los reinos medievales o la misma experiencia fronteriza de Castilla y Aragón en la Reconquista. Paradójicamente, la incidencia de la Grecia clásica es tan determinante en el período de las fundaciones hispánicas en América como desconocido en los estudios históricos de nuestras ciudades. ¿Qué resultados tuvieron las teorías europeas en la práctica en la provincia de Honduras y más específicamente en Tegucigalpa? Las respuestas se obtendrán con base en la contrastación en tres pasos: primero, revisando la bibliografía general al respecto, seguidamente contrastándola con el documento local y finalmente constatando el vestigio material, es decir, la ciudad misma. Los inicios fundacionales en la provincia de Honduras, en apariencia balbuceantes, lograron perdurar en el tiempo. Las rivalidades interurbanas parecen actuar como espejos de las rivalidades que surgieron entre los conquistadores. Al igual que en aquellos, resultó en el diezmamiento de sus miembros, como la desaparecida San Gil de Buena Vista. ¿Cómo y por qué Tegucigalpa logró, no sólo escapar a la desaparición, sino además consolidar su primacía urbana frente a otras ciudades? Sin duda la explotación minera tuvo mucho que ver, pero también la determinación de sus élites, quienes no cejaron hasta lograr el imposible: arrebatar a Comayagua la capitalidad del entonces nuevo país independiente. La función de capital política y administrativa del país fue transferida a Tegucigalpa en 1880, durante el gobierno de Marco Aurelio Soto, importante accionista de la minera más importante del país: la Honduras & New York Rosario Mining Company. ¿Qué impacto tuvo en la ciudad este evento trascendental? En el plano político, dos hechos determinantes se producen. El primero, es que el Cabildo3 comienza a transformarse de una institución judicial colonial a una institución política republicana. El segundo hecho, es que la autoridad municipal 3 Institución en torno a la cual se estructuró el municipio colonial, proveniente del antiguo concejo castellano. Desde el inicio de la conquista, la fundación de nuevos núcleos urbanos iba asociado al establecimiento del cabildo. La jurisdicción del cabildo no sólo era el área urbana, sino que incluía un vasto hinterland en torno a ella. (Diccionario Historia de España y América. Espasa, Madrid 2002 p.191).
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y el gobierno central comparten el mismo espacio geográfico: la ciudad. En esta investigación desarrollaremos este proceso que, en general, superpone la autoridad central en detrimento de la municipal. Este hecho explica, en cierta medida, la debilidad histórica de la municipalidad de Tegucigalpa, frente a las capacidades superiores tanto económicas como políticas del gobierno central para abordar las funciones y responsabilidades propias del gobierno local: obras públicas, saneamiento, educación, servicios, esparcimientos, entre otros. En el plano urbano, el nuevo status político de Tegucigalpa significó un impacto directo en la ciudad, que se expresa en una profusión de obras públicas construidas en esos años. Además, se impulsó una fuerte estrategia oficial para crear identidad nacional, utilizando el espacio público (las plazas se rebautizan en parques) y la arquitectura (el neoclásico en reemplazo del barroco) como lenguaje para expresar la modernidad ideológica –el liberalismo– y política–la República–.4 Aún con todos estos cambios formales, la esencia de la ciudad compacta española permanecerá en la ciudad republicana hasta mediados del siglo XX, cuando se introducen nuevas formas urbanas, siguiendo ahora los esquemas de la modernidad estadounidense, mismas que pondrán fin al modelo compacto para perfilar la ciudad fragmentada. En cambio en la administración de Tiburcio Carías la autoridad local de la capital, llamado Presidente del Concejo del Distrito Central, fue nombrado directamente por el Poder Ejecutivo, quedando atrás todo vestigio de elección o de participación democrática.
Aspectos Generales de Tegucigalpa La capital de Honduras se sitúa en el centro-sur del país, entre los 87°8’ y 87°15’ longitud occidental y entre los 14°3’ y 14°9’ de latitud norte. La topografía de su emplazamiento es mayoritariamente montañosa a más de 900 metros de altitud, situándose en una meseta, flanqueada en su parte norte por los cerros El Picacho y El Berrinche. Además, la ciudad es atravesa4 Navarrete, Daniela. Diversidad patrimonial en las ciudades de Honduras. IHAH, Tegucigalpa 2008.
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da por los ríos Choluteca (que la separa de la ciudad-gemela Comayagüela) y Guacerique; y por sus afluentes de menor importancia: Chiquito, El Sapo, La Orejona y otros. De clima agradable la mayor parte del año, éste se caracteriza por grandes cantidades de lluvia de mayo a octubre, los meses restantes son de relativa sequía. Honduras 2011 Capital
Superficie en Km²
Habitantes en millones
Densidad hab/km²
PIB en millones de dólares
Tegucigalpa
112.492 km²
7.066.727
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7,5
Fig.1 Honduras http://www.vmapas.com/America/Honduras/Mapa_Politico_Honduras_2004.jpg/maps-es. html?map_viewMap=1
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1. Los orígenes históricos: Influencias colonizadoras, políticas urbanas y economía minera a) Las influencias colonizadoras en América española Los motivos, condiciones y modalidades que originaron el asentamiento de Tegucigalpa durante el período hispánico, son conocimientos indispensables para la comprensión de la influencia de este centro urbano sobre las otras regiones de Honduras y que fueron posteriormente factores determinantes para motivar su nominación en capital del país. De manera general se sabe que las nuevas formas urbanas creadas en el continente americano a partir del siglo XVI fueron traídas de Europa. Pocas veces se aborda, en los estudios hondureños, el bagaje de costumbres y políticas que traían consigo los conquistadores, y que marcaron a su vez los conceptos y esquemas de urbanización aplicados en las provincias españolas en América. Es importante por lo menos esbozar estos antecedentes, en tanto fueron a su vez replicados en el Nuevo Mundo, incluida Honduras. Para algunos autores1, muchos de los rasgos peculiares del desarrollo histórico ibérico se explican en términos de la experiencia fronteriza y la dureza de la Reconquista, que había sido casi concluida a finales del s. XV Esto más, el análisis de la frontera medieval española puede ser considerado como prototipo de aquellas fronteras que se desarrollaron más tarde en el Nuevo Mundo. El proceso conocido como la Reconquista significó la existencia de una frontera militar permanente, lo que produjo, virtualmente, que la España medieval fuera una sociedad organizada para la guerra. En la misma obra, MacKay supone que los cristianos repoblaron los inmensos territorios que habían pasado a su dominio durante la fase de la Reconquista en el siglo XV 1 MacKay, Angus. La España de la Edad Media. Desde la frontera hasta el Imperio 1000-1500. Ediciones Cátedra Madrid, 1981, p.12.
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de acuerdo con un modelo bien establecido y familiar de colonización y repoblación2. En el plano de lo simbólico, por ejemplo, uno de los puntos importantes de esta política es la conversión de la mezquita principal en una iglesia y la fundación de obispados. Esta práctica se perpetuó en las tierras americanas, al construirse iglesias católicas sobre los cimientos de los templos indígenas, tal fue el caso de la catedral de la ciudad de México, construida sobre el templo del sol de Tenochtitlán. Para algunas provincias americanas, la creación de obispados fue la única organización regional antes del establecimiento de corregimientos u otra administración política. En cuanto a la organización civil y urbana, la monarquía castellana utilizó el fuero de Toledo3, elaborado en el s. XI y modificado después, para estructurar la vida urbana del Sur y de los centros redistribuidores de Sevilla y Córdoba. El fuero de Toledo no sólo se extendió para cubrir las ciudades andaluzas, sino que fue llevado después a otras ciudades en el Nuevo Mundo.El término fuero, que procede del latín forum, significa en la España cristiana de los siglos IX y X, derecho, libertad o privilegio. En historia medieval el uso de la expresión fueros tiene que ver con los textos que recopilan las diversas normas jurídicas por las que se gobernaban los habitantes de un determinado lugar, o en su caso, los de un territorio. En el primer caso, estamos en presencia de los fueros municipales, que se fueron elaborando en el transcurso del proceso colonizador de la España medieval (promulgados sobre todo entre los siglos X y XIII). En dicho grupo es habitual incluir también las cartas de pueblas o cartas de población. Estos textos eran expedidos por los reyes, los señores territoriales e incluso los concejos. Los estudiosos de esa temática suelen diferenciar, apoyándose en aspectos formales, los fueros breves y los extensos. Los fueros breves regulan simplemente unas cuantas facetas de la vida local: delimitación de los términos del núcleo de población, relaciones que mantenían los habitantes de la 2 MacKay. Op.cit. p.79. 3 El derecho local de Toledo, Andalucía y Murcia se caracterizó por la vigencia del Liber Iudiciorum, código promulgado por el monarca visigodo Recesvinto en el año 654. En la Edad Media se le conoce en su versión romance como el Fuero Juzgo. El Liber Iudiciorum supuso el triunfo de la territorialidad del derecho, en contraste con la personalidad del derecho de etapas anteriores. Los fueros de estas áreas fueron fruto de la concesión regia, confirmando Fernando III el Santo en 1222 los fueros de Toledo. En Pandectas revista de Derecho. www.pandectasperu.org/revista/no200109/tema08.html.
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localidad con el rey o con el señor de la localidad; prestaciones que se exigían a los vecinos de la localidad, etc.4 El rasgo original en el proceso de colonización se encuentra en el sistema de repartimiento de la tierra. Este sistema no fue homogéneo en la península, y tampoco lo fue en América. Para el caso, en Andalucía y Murcia se favoreció la creación de grandes dominios o latifundios que los reyes de Castilla otorgaron a nobles poderosos y a las órdenes militares. Similar procedimiento se siguió en los primeros años de Conquista en América. Se adjudicaron grandes extensiones territoriales a los primeros conquistadores en retribución por los servicios prestados a la corona. Otra forma de colonización se dio en otras regiones españolas, como Valencia, donde se crearon sistemas de repartos de la tierra de manera detallada. Aquí se asignaron dos tipos de propiedades: las rurales (chacras, hatos, haciendas en América) y las urbanas. Tegucigalpa conoció este tipo de colonización como se detalla más adelante en el capítulo concerniente a la administración municipal. En el advenimiento del descubrimiento de América en el s. XV, las cortes tienen un papel importante en las reformas judiciales, militares y financieras. Las cortes eran asambleas consultivas del rey; pero también éste les debía pedir consentimiento. Podemos resumir en dos grandes aristas el origen del equilibrio político español: • El ámbito legislativo y fiscal eran tarea del rey y las cortes: el rey presentaba sus leyes para la aprobación y discusión de las cortes (similar rol al de las actuales cámaras legislativas republicanas). • La ley estaba encima del rey. Dentro de esas políticas de colonización en la península, se contempló también las libertades y exenciones, necesarias para atraer a los colonizadores. La historia ha documentado la serie de concesiones otorgadas por la Corona española para recompensar e incentivar a quienes corrieran con los riesgos de emprender la aventura transoceánica. Las Capitulaciones de Santa Fe entre los Reyes Católicos y Cristóbal Colón están enmarcadas en esta costumbre peninsular, subsiguiéndose una larga serie de concesiones otorgadas 4 Alvar et alt. Diccionario de España y América. Espasa, Madrid 2002, p.528.
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a los primeros conquistadores: Hernán Cortés, Pedro de Alvarado, Francisco de Pizarro y más. Teniendo en perspectiva el precedente fronterizo español, llegamos al momento del arribo de los españoles al Nuevo Mundo. Los españoles tomaron conocimiento de las actuales costas hondureñas durante el cuarto viaje de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo, en 1502. Después, este territorio fue incursionado por diversas expediciones, procedentes de diferentes plataformas de conquista: de México, Guatemala, Santo Domingo y del Golfo de Darién. El largo y destructivo período de lucha y conquista en Centroamérica dura de 1520 a 1542 y estuvo a cargo de tres grupos de Conquista. El primero encabezado por Pedro de Alvarado desde Guatemala, el segundo al mando de Pedrarias Dávila desde Nicaragua y un tercero liderado por Francisco de Montejo desde Yucatán. El territorio de la actual Honduras fue el punto de choque de todas ellas, siendo el escenario en aquel momento de las rivalidades entre conquistadores, prevaleciendo la expedición de Alvarado proveniente de México, enviada por Hernán Cortés. Las personalidades y aspiraciones de los líderes españoles deben ser tomadas en cuenta en este período clave de configuración territorial y política. La mayoría de los conquistadores parece no haber tenido gran interés en Centroamérica desde el punto de vista de desarrollo o administración. Conquistadores como Alvarado y Pedrarias, aparte de preocuparse por construir sus fortunas personales, tuvieron poco interés en crear y gestionar una nueva sociedad. Prueba de lo anterior, es que la conquista no fue concluida en áreas claves de Centroamérica (como la región de la Mosquitia, al Este de Honduras y Norte de Nicaragua). También se prueba en el hecho de que la administración sistemática de la región no comienza propiamente sino hasta 20 años después de las primeras incursiones5. Fig.2 1671 O Gylbi, John ¨Nova Hispania, Nova Galicia, Gvatimala¨ En Davidson, William.
Fundación Uno, Managua 2006.
5 MacLeod, Murdo. Spanish Central America: A Socioeconomic History 1520-1720, Berkeley University Press, p. 43-44, 1973.
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b) Las políticas de urbanización En ese período, los conquistadores fundan las villas que se convertirán en las ciudades capitales de esos días: Santiago (1524, Alvarado), León (1523, Pedrarias), Ciudad Real (1528, Montejo) y Comayagua (1536, Alvarado). Posteriormente se convirtieron en las capitales seglares y eclesiásticas de las provincias respectivas: Guatemala, Nicaragua, Chiapas y Honduras, que fueron reunidas por la corona española como un distrito político-administrativo : el Reino de Guatemala, en 1542. Así pues, la conquista dio a Centroamérica sus capitales (sólo Cartago en Costa Rica fue fundada en 1565)6. El proceso de lucha y conquista produjo no solamente ciudades capitales, sino también la organización provincial del reino, que se desarrolló a partir de villas satélites fundadas por conquistadores. Estos satélites fueron fundados por pequeños grupos de pobladores enviados desde las primeras ciudades para asegurar el sometimiento de los grupos indígenas y para defender los territorios más alejados de las depredaciones de grupos rivales conquistadores. Estas villas se volvieron cabeceras de distritos menores (alcaldías mayores y partidos). Este es el origen de poblados como el Real de Minas de Tegucigalpa (∼1560), campamento minero cuyo asentamiento fue oficializado en 1578 y comprendido en la recién creada Alcaldía Mayor de Tegucigalpa (Juan Lobato, 1608). Es importante destacar que el origen de Tegucigalpa como «centro satélite» y no como villa o cabecera principal, incide de manera determinante en su posición secundaria respecto a otras ciudades de más alta jerarquía de la provincia, como Comayagua, Gracias y San Pedro de Puerto Caballos.A este período de conformación de centros y redes urbanas, Dym lo llama la conquista municipal. Este dio forma permanente a la organización política del territorio centroamericano con provincias y distritos formados alrededor de un asentamiento principal español. También produjo desarrollo económico que favoreció la mitad occidental del istmo. La mayoría de las ciudades fueron fundadas en las tierras altas montañosas, donde además vivía la mayor parte de los indígenas. Estas tierras altas se volvieron centros de intercambio interno de productos agrícolas e industriales7. 6 Dym, Jordana. From sovereign villages to national states. City, state and Federation in Central America 17591839. University of New Mexico Press. Albuquerque, 2006. P.5. 7 Dym, Jordana. Op. cit. p. 6.
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El comercio del Reino de Guatemala tenía un fuerte componente regional, conducido entre y para los principales centros urbanos del istmo y sus vecinos americanos vía dos circuitos comerciales principales: • el sector de intercambio norte, que se extiende desde Tegucigalpa a través de San Salvador y Chiapas hasta Oaxaca y Veracruz en Nueva España; y • el sector sur, que abarcaba parte de Honduras, Nicaragua, Costa Rica, contrabando y comercio caribeño y peruano. La economía interna requería comunicación regular y cooperación organizando ferias regionales8. Las fundaciones de las primeras ciudades, una política constante de la Corona, son motivadas por razones de ocupación territorial. En Honduras, éstas guardan cierto equilibrio entre las que son puerto y las que se suponen enclaves estratégicos en las zonas altas y templadas de montaña, eludiendo las zonas bajas por su clima insalubre y vegetación difícil, que constituyeron por largo tiempo barreras infranqueables. Estos criterios para fundar ciudades, reflejan la preocupación de los europeos por entender su entorno y dar respuesta a los problemas planteados por la introducción en América de teorías y prácticas urbanas, que no se adaptaban a los territorios recientemente conquistados9. La noción de los territorios sanos y malsanos, como lo demuestran las investigaciones de Alain Musset, responde a la visión y conocimientos que poseían los conquistadores al momento de establecer las ciudades americanas. Herederos de Hipócrates y de Galeno, de Aristóteles y de Vitruvio, quisieron adaptar o imponer a la naturaleza americana algunos esquemas científicos, filosóficos e higiénicos que no correspondían a las realidades del Nuevo Mundo. Esta dialéctica de lo sano y lo malsano, apunta Musset, fue utilizada durante el transcurso de la colonia para justificar el éxito o el fracaso de sus asentamientos urbanos. 8 Dym, Jordana. Op. cit. p. 12. 9 Musset, Alain. Lo sano y lo malsano en las ciudades españolas de América (siglos XVI-XVII). En la revista Estudios sobre historia y ambiente en América (bajo la dirección de B. García Martínez y A. González). El Colegio de México-IPGH. México, 1999. p. 1-22.
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Inspirados en las teorías de Hipócrates, Galeno y de tradiciones populares, los españoles atribuían a la humedad, las fiebres y el calor como elementos que ejercían influencia nefasta en los comportamientos individuales y colectivos: “Los que viven en hondonadas cubiertas de pastizales y aquejadas por calores sofocantes, más expuestas a los vientos calientes que a los fríos y que usan aguas calientes, no son abos ni bien proporcionados […] no son por naturaleza ni valientes ni trabajadores”. (Hipócrates 1995, 91).10
Estos fundamentos científicos son el origen del patrón de asentamiento establecido en el Nuevo Mundo. En la provincia de Honduras, la aplicación de estos fundamentos se reflejó en el casi abandono de la costa atlántica a favor de los establecimientos urbanos en las zonas altas del occidente y centro. Entre estos poblados “sanos” se encuentra el Real de Minas de Tegucigalpa, donde el señalamiento de las bondades climáticas de su geografía fue, sin duda, utilizado por parte de su cabildo como una reivindicación para adquirir nuevos derechos y privilegios, como veremos más adelante en este estudio. Cuadro 1. Las primeras fundaciones en la provincia de Honduras
10 Tomado de Musset, Alain. Op.cit.
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El modelo urbano traído por los españoles al Nuevo Mundo, estaba impregnado de ideales geométricos, higienistas y moralizadores herederos del Renacimiento italiano. Para Musset, las ciudades hispánicas en América eran la concretización de una utopía urbana11, fuertemente geométrica como dijimos anteriormente, aunque en ocasiones el relieve lo impidiera (tal es el caso de las ciudades mineras como Tegucigalpa). Estas ciudades, como las del resto del continente, presentaban el trazado urbano en ajedrez, con una plaza central o de armas donde se encuentra la iglesia, el palacio del representante real y el cabildo municipal. Esta imposición de espacios geométricos se inspira en la conjunción de teorías de la antigüedad (diseños urbanos romanos), pero también de tradiciones medievales europeas, como las que se encuentran en el suroeste francés12 y al este de Alemania. España conoció la ocupación romana y la práctica de los trazados ortogonales (León, Zaragoza, Zamora son algunos ejemplos). El modelo urbano español traído a América se nutrió a su vez de formas adoptadas, cuando se produjo la extensión del área de asentamiento durante la Reconquista hispánica, lo que significó importantes experiencias prácticas y que utilizaron, según la tradición militar, la planta ortogonal. Entre los precursores de la experiencia hispanoamericana, Musset cita al franciscano Eximenio para quien la ciudad ideal tenía forma cuadrada, dividida en cuatro barrios que dispondrían cada uno de una plaza pequeña13. En Tegucigalpa es observable en la disposición de la plaza central, la de San Francisco y La Merced. Esta forma urbana geométrica, continúa el autor, se desarrolló en España en la víspera del primer viaje de Colón con la fundación de Puerto Real (1483) y Santa Fe de Granada (1492). Aún con toda la influencia de las teorías urbanas renacentistas, una particularidad distingue a las ciudades americanas de las europeas y es su apertura total al exterior. Las ciudades fortificadas aparecen sólo tardíamente en las costas amenazadas por ataques piratas. La ausencia de murallas en las ciudades del interior se explica por el desconocimiento de tecnología militar y pólvora por parte de los indígenas, lo que reducía las amenazas de ataques. 11 Musset, Alain. L’Amérique, terre d’expérimentation urbaine, l’espace espagnol. En Les villes françaises du iNouveau Monde (bajo la dirección de L. Vidal y E. D’Orgeix. Somogy-éditions d’Art Paris 1999, p. 19-22. 12 Las bastidas francesas (1222 y 1373) son ciudades ex nihilo creadas a partir de un acto fundador, sobre un iplano preconcebido en ajedrez. 13 Musset, Alain. Op.cit. p. 20-21.
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Para alcanzar la creación de la ciudad perfecta los fundadores de ciudades americanas se guiaban por reglas derivadas de las teorías urbanas vigentes en España. La Corona indicó estas reglas u ordenanzas en varias ocasiones, que iban desde cómo elegir el sitio hasta la organización de la ciudad. Desde 1513, instrucciones fueron dadas a Pedrarias Dávila, fundador de Panamá. En 1526 y 1529 Carlos V promulgó nuevas ordenanzas de débil difusión, sin embargo, en 1559 se promulgó un texto más completo. Entre las instrucciones figuraba que para construir una ciudad era mejor elegir un sitio elevado y cómodo, el terreno sano y fértil, rico en agua, en bosques y pastizales. Estos requisitos se encuentran en su mayoría en Tegucigalpa del siglo XVI, como se deja constar en una solicitud a la Corona: “…desde lo antiguo se la eligió [a la Real Villa] por la benignidad de su clima y otras circunstancias locales, para capital del partido y provincia de Tegucigalpa, como lo es en el día y por otra parte la naturaleza la ha enriquecido con abundantes y preciosos frutos y minerales…”14.
Otras recomendaciones dictadas por las ordenanzas son destinadas a organizar la vida de la comunidad y el mecanismo de la interacción con los indígenas. Ciudades como Comayagua, Gracias, Choluteca y Tegucigalpa, estructuraron en su entorno pueblos de indios y encomiendas15 que permitieron subsistir a su reducido vecindario español. Las ordenanzas de 1559 se refieren a la organización política de la ciudad, con policía, cabildo y jueces. La ciudad es la herramienta de esta política y con ella el cabildo resume el nervio de la institución urbana, con funciones gubernativas y administrativas. En el plano económico, establecen las relaciones para el comercio con los vecinos, la producción agrícola y búsqueda de yacimientos minerales. En 1573, el rey Felipe II promulga las Nuevas Ordenanzas de Descubrimiento y Población con la intención de consolidar el período de la Conquista 14 Martínez de Rincón, Santiago. Petición de título de ciudad para la Villa San Miguel de Tegucigalpa 1807. Legajo 14 1100/1107 AMG (Fondoc-IHAH). 15 Institución primigenia de la colonización española de América. Los indios de los territorios conquistados habían sido repartidos a los conquistadores, quienes transformaron los repartimientos, al menos de manera nominal, en encomiendas, es decir, los indios pasaban a ser protegidos por el colono, quien se encargaría de garantizar su evangelización. A cambio de esta protección y evangelización, el encomendero obtenía de los indios un tributo en trabajo o en especie, o posteriormente en dinero (tributo indígena). La encomienda se convirtió en muchas ocasiones en una forma velada de esclavitud a pesar de la oposición repetida de la Corona. (Diccionario Historia de España y América. Espasa, Madrid, 2002. p.434.).
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y afianzar la sistemática colonización interior. Musset señala como paradójico este hecho, en vista de que para esa fecha ya se han consumado la mayoría de las fundaciones del Nuevo Mundo. Honduras contaba para ese entonces con dos centros urbanos medianos: Trujillo y Comayagua, con 100 vecinos (este término lo definimos más adelante en la sección dedicada a la administración de la ciudad) cada una16. Estos dos centros urbanos, se diferenciaban entre sí por sus paisajes y sus funciones urbanas, que juegan un rol sobre los primeros. El primero estaba situado en la costa del Caribe, entre las montañas de Capiro y Calentura y la bahía de Trujillo, en tanto Comayagua estaba situada en el valle central de Honduras. Las Nuevas Ordenanzas de Felipe II se interesaron de manera específica a la forma y a la estructura de la ciudad. En el corazón del dispositivo urbano, apunta Musset, se encuentra la plaza mayor, formada por una parcela central sin construir. Si la ciudad es fundada sobre la costa, la plaza se debe desplazar hacia el puerto para facilitar el flujo de mercaderías y el trabajo de los comerciantes (tal es el caso de Trujillo, ciudad portuaria). La plaza debe estar adaptada para los festejos equinos, al número de habitantes y su crecimiento y adonde las cuatro vías principales deben terminar. Para facilitar el crecimiento de los barrios periféricos de la ciudad, todas las calles deben prolongar las perspectivas de la plaza mayor y abrirse al exterior. En las Nuevas Ordenanzas emergen los preceptos de Alberti que reposan en la geometría así como en la jerarquía social, completada por la aproximación funcional de Martini, para quien la ciudad es comparable al cuerpo humano en el que hay que organizar el funcionamiento sin mezclar las funciones. Así se deben alejar del centro las actividades contaminantes (carnicerías, curtiembres, pescaderías), que puedan amenazar la calma de los habitantes y su salud17. Es importante señalar, sin embargo, que los españoles no inventaron la ciudad americana–aunque sí la modernizaron–,ya que ésta existía antes de su llegada, y algunas de las nuevas fundaciones se superpusieron a poblados indígenas ya existentes, como el caso de Teguycegalpa:“… hasta el 20 de julio de 1536, el Adelantado don Pedro de Alvarado concede a Alvaro Gil los pueblos de Cetapal y 16 Solano, Francisco de. Historia Urbana de Iberoamérica Tomo II-1 CSCAE. Madrid, 1987. p. 38. 17 Musset, Alain. Ibíd. p.22.
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Teguycegalpa con todos los señores, indios, barrios y estancias de cuya propiedad le dio cédula”.18 No se tienen noticias de dónde estuvo asentada originalmente esta
población.
Junto a los cabildos españoles también se crearon los cabildos de indios, propios de las comunidades indígenas. Efectivamente, la organización urbana hispánica se introdujo también, en cierta medida, para los poblados indígenas. En un primer momento fueron las órdenes misioneras las que llevaron a cabo su organización, a partir de la década de 1530 la Corona encomienda a la Audiencia de México que en los asentamientos de indios designara regidores y alguaciles aborígenes, para que los indígenas se habituaran al modo de gobierno usual en España. En numerosas comunidades indígenas se introdujo un cabildo de tradición hispánica, sobre el cual el corregidor o alcalde mayor español ejercía la supervisión. La dominación española, no obstante, no puso a un lado al cacique indio. La legislación reconocía el orden de sucesión de esta dignidad. En 1790, el Consejo de Indias declaró que aquellos caciques “que lo son por derecho de sangre y autoridad de las leyes” no debían ser despojados de sus prerrogativas, salvo que hubiesen participado en rebeliones. Asentamientos urbanos como San Pedro de Higueras (San Pedro Sula), Gracias a Dios, Santa María de Comayagua y Jerez de la Frontera de Choluteca, estructuraron en su entorno pueblos de indios y encomiendas que permitieron subsistir a su reducido vecindario español. Desde tiempos del Real de Minas de Tegucigalpa, la ausencia de grupos urbanos indígenas importantes motiva la creación de reducciones, autorizadas por Felipe II en 1584 y puestas al cuidado de órdenes religiosas (mercedarios, dominicos y franciscanos). Así fueron creados en las cercanías de Tegucigalpa los pueblos de indios de Comayagüela (al sur y separados por el río Choluteca), Suyapa (al este) y Río Hondo, entre otros. Éstos reagrupaban la mano de obra inherente a la actividad económica y productiva del Real de Minas. 18 Reina Valenzuela, José. Tegucigalpa, síntesis histórica. Tomo I. Concejo metropolitano del Distrito Central. Tegucigalpa, 1981. p. 11.
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c) La minería en los alrededores de Tegucigalpa Los descubrimientos de lavaderos de oro y plata provocaron asentamientos al este de la provincia de Honduras, en la región de Olancho, más precisamente en las riveras del río Guayape. Para mediados de la década de 1540, esta región se había convertido en el más importante centro productor de metales preciosos (en este caso oro) de la Audiencia de Guatemala y Yucatán. Sin embargo, debido a una diversidad de razones, para 1560, esta región ya estaba en serio declinamiento, por lo que no llegó a constituir un polo económico que impusiera su hegemonía sobre las otras regiones, que se articulaban alrededor de otros centros urbanos, como Comayagua. En 1569 Diego de Manzanares descubrió un filón de plata de tres varas de ancho en el cerro San Lorenzo de Guazucarán, situado al sur de Honduras19. El 3 de octubre del mismo año Manzanares denunció la “Mina Descubridora de San Miguel”. Manzanares era un veterano conquistador y minero; participó en la fundación de Comayagua donde recibió una encomienda, era dueño de un hato de ganado y había participado en la bonanza de los placeres auríferos de Ulancho. Tras el agotamiento de los depósitos aluviales en 1560 y la seria afectación de su fortuna, debido al decrecimiento demográfico de los nativos (entre 1549-1582), Don Miguel continuó buscando minas y estableció su residencia junto a los nuevos yacimientos encontrados. La idoneidad de su localización y su clima templado a más de 1,000 msnm, las abundantes precipitaciones anuales superiores a los 900 mm cúbicos y los bosques de pino, roble y cedro de la zona, garantizaron los recursos y condiciones para favorecer la explotación minera20. La noticia se difundió por la provincia primero, por toda la Audiencia de Guatemala después. Esto fue seguido por otros descubrimientos de yacimientos cercanos, en una zona montañosa y parcialmente conquistada hacia el sur y este de Comayagua que se conocía como Tegucigalpa. Esta región tomó su nombre de un pueblo indígena que existía a 30 km al norte de Guazucarán. De acuerdo con 19 Archivo General de Indias, Patronato 78B, no.2, R.9: Probanza de Alonso Verdugo Montalvo y de Diego de Manzanares, Honduras-Guatemala, 1587. Tomado de Gómez, Pastor, Minas de plata y conflictos de poder: el origen de la Alcaldía Mayor de Minas de Honduras (1569-1582) en REVISTA YAXKIN vol. XVII no.1 Tegucigalpa, 1998. p.50. 20 Gómez, Pastor. Minas de plata y conflictos de poder: el origen de la Alcaldía Mayor de Minas de Honduras (1569-1582) en REVISTA YAXKIN vol. XVII no.1 Tegucigalpa, 1998. p.50.
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las investigaciones de Pastor Gómez, en octubre de 1579 un incendio en las faldas del cerro de Santa Lucía dejó expuestas vetas de plata que fueron aprovechadas por dos vecinos de Comayagua, Juan Moreno y Pedro de Torres. La riqueza de la veta animó a los vecinos desatándose una fiebre minera en la zona21 marcando el inicio del crecimiento lento, pero constante de Tegucigalpa. Para 1580 se contaban alrededor de 30 pequeñas minas de plata operando en esta área. El 31 de octubre de ese año se asentó en la Audiencia de Guatemala la Real Cédula en que S.M. confirma el nombramiento de Juan Cisneros de Reynoso en sustitución de Don Juan de la Cueva como Alcalde Mayor de Minas de «de toda la provincia de Honduras que se nombran el serro de nuestra señora de la O y el serro de ssan Marcos y veta gorda y el serro de Guazucarán y la minas de Tigusigalpa y de Agalteca y Apasapo y de toda la tierra que entre las unas y las otras ay pobladas…»22. La actividad minera centrada por Tegucigalpa fue la industria más importante en la zona central de Honduras durante los siglos XVII y XVIII. Estos nuevos descubrimientos a finales del s. XVI fueron de naturaleza y escala diferentes y cambiaron el centro y el énfasis de la vida económica y los asentamientos de Honduras. Ellos provocaron el traslado del eje económico del Norte-Centro establecido en la década de 1530 y ejercido por Puerto Caballos-Comayagua, hacia el Centro-Sur en la década de 1570 y dominado por Tegucigalpa-Choluteca23. Como el resto de Centroamérica, Honduras se vuelve una provincia más cercana al Pacífico que al Caribe, y después de 1570 la costa caribeña (con declinación de la población y agotamiento de minas de oro y plata) se relegó a una posición secundaria, sobreviviendo solamente de la exportación de zarzaparrilla de Trujillo y por los puertos que comunicaban al Caribe y a Europa. Siguiendo el pensamiento de Macleod, la minería estimuló otras actividades complementarias a Tegucigalpa, que significó el comienzo de la articulación con regiones aledañas. Una de estas actividades fue el desarrollo de la ganadería en el centro y sur de Honduras. Los centros mineros necesitaban del aprovisionamiento de carne, de sacos de cuero y sebo para velas. Se esti21 Gómez, P. Op. cit. 1999, p.68. 22 Reina Valenzuela, José. Op. cit.. Pg.29. 23 Macleod. Ibíd. p. 148.
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muló la crianza de mulas en las planicies de Choluteca y la Bahía de Fonseca para ser enviadas a las minas en las montañas, y también para ser enviadas a lo largo de la costa Pacífica hasta Panamá.
Fig.3 Catedral de Comayagua s. XIX . Sotero Lazo, ilustraciones en el libro de William
Wells “Exploraciones y aventuras en Honduras” de 1854. EDUCA San José 1982.
También se necesitaban grandes cantidades de plomo como agentes de fundición, por lo que minas de plomo y litargio fueron abiertas en Agalteca y Chiquimula, esta última en la provincia de Guatemala. La sal era necesaria en considerables cantidades para el proceso de amalgamación ligado a la fundición, así que esto estimuló el desarrollo de la industria salinera en la Bahía de Fonseca, cuyas salineras continúan funcionando hoy día. Ya desde finales del s. XVI, la región de Tegucigalpa se perfila como zona autónoma a nivel de subsistencia, con poca población, con malos caminos que la comunican con otros centros urbanos, dificultades para desarrollarse económicamente así como para vincularse a los sistemas comerciales de entonces (Guatemala, Panamá, Cuba, etc.). La minería de Honduras tuvo como principal problema la escasez de mano de obra: los indios fueron diezmados en pocos años por la exportación, como esclavos, de la que fueron objeto, y por las enfermedades traídas por los esColección
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pañoles. Este factor creó la presión para importar esclavos africanos; pero la rentabilidad de las minas no es suficiente para desencadenar importaciones masivas. Las fluctuaciones que conllevó la extracción de la plata (falta de mano de obra y de capitales, tecnología primitiva o agotamiento de yacimientos), no permitieron un desarrollo comparable a los de Nueva España o Perú. Estas condiciones: escasez de mano de obra, distinciones sociales y de castas, pobreza de muchas de las minas descubiertas, tecnología primitiva y alto precio del mercurio, condujeron al desarrollo de dos culturas mineras coexistentes y diferentes en Tegucigalpa. Desde finales del siglo XVII, estas dos culturas eran claramente diferenciables entre los pobladores del área, y las hostilidades mutuas estuvieron presentes en las relaciones entre los dos grupos involucrados de ahora en adelante. El grupo de mayor importancia económica era el basado en el sistema formal de explotación, con el registro más grande de minas. En estas minas se empleaba mano de obra esclava, repartimientos de indios y poco mercurio cuando convenía a los propietarios o cuando era disponible. Las explotaciones mineras de Santa Lucía, Guasucarán y las próximas de Tegucigalpa eran representativas de este grupo. Los propietarios o arrendatarios de estas minas estaban ligados al gobierno. Ellos se miraban a sí mismos como la parte valiosa y productiva de la sociedad y, por tanto, los receptores idóneos de dispensas reales, préstamos y estímulos (el famoso quinto real24 fue reducido varias veces a un décimo, por ejemplo). Eran todos de origen criollo (blancos nacidos en las colonias) y representaron de hecho, la industria minera de Honduras, el grupo económico que controlaba las minas y que interactuaba con los oficiales reales25. El otro grupo estaba compuesto por los güirises, los mineros informales de Honduras. Muchos eran indios o miembros de las castas mestizas, y eran todos pobres. Mucho trabajaban solos o en equipos de tres y no estaban en posición de informar a la Corona o a las autoridades locales de sus problemas, además de ser acosados por los grandes mineros. 24 Se trata de la proporción de metales preciosos obtenidos mediante rescate a los nativos y otro tipo de hallazgos que, desde el descubrimiento de América y por la tradición legal castellana, correspondían al Monarca. En un principio se había fijado en un tercio; pero los riesgos de la empresa descubridora y colonizadora y el deseo de motivar e incentivar a la tripulación, y de este modo fomentar una expansión y colonización más rápida, hicieron que la cantidad fuera reducida en un primer momento (1503) a un cuarto y más tarde, en 1522, se fijara definitivamente en un quinto, recibiendo el nombre de Quinto Real. (Diccionario Historia de España y América. Espasa, Madrid 2002 p.936). 25 Macleod. Ibíd. p. 260.
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Fig.4 Regi贸n y minas de Tegucigalpa, siglo XVI . Macleod, Murdo. Spanish Central America: A Socioeconomic History, 1520-1720. Berkeley University Press, 1973.
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La actividad minera, además de causar el asentamiento en el centro de Honduras, y de originar la interacción de actividades complementarias alrededor de Tegucigalpa, también provocó la aparición de un patrón de cultura local. Efectivamente, un efecto colateral de la minería fue la sociedad móvil y poco regida por la ley. Los juegos de azar, las revueltas, el concubinato y el fraude preocuparon constantemente a los inspectores y a los oficiales locales. Esta cultura es una constante a lo largo del siglo XVII26.
26 Macleod. Ibíd. p. 263.
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2. Una emergencia difícil: Tegucigalpa a la zaga de la organización regional a) La primacía urbana de Comayagua en la provincia de Honduras En esta sección esbozamos los inicios de organización regional en la provincia de Honduras y la consolidación de su primera capital, Comayagua. Este vistazo nos permitirá comprender el contexto en el que se fragua Tegucigalpa y su posición secundaria y marginal respecto a otros centros urbanos inmediatos. Esta situación de marginalidad respecto al desarrollo político, económico, social y urbano resultará en un proceso lento y precario de afirmación urbana. Desde sus inicios, Tegucigalpa no jugó un rol primordial en el establecimiento de la red urbana del Reino de Guatemala, misma que era liderada por la capital del Reino, Santiago de los Caballeros de Guatemala27. Además, Guatemala es la sede de la Audiencia de los Confines, instancia jurídica que tuvo un breve paso de sede en Honduras (Gracias: 1544 y Comayagua: 15451549). En el plano regional, la provincia de Honduras formaba parte del Reino de Guatemala (que comprendía los actuales Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Chiapas) y éste, a su vez, era parte del Virreinato de la Nueva España, espacio dominado por los españoles en América Central y del Norte, incluyendo las Antillas y Venezuela. 27 Trasladada en cuatro ocasiones debido a catástrofes volcánicas y terremotos. Su sede definitiva fue creada en 1776 en Asunción de Guatemala. Tomado de Musset, Alain. Mosquitos, piratas y cataclismos: transformaciones de las redes urbanas de América Central siglos XVI-XVIII. En la revista Yaxkin Volumen XIII, Tomos I, II Enero-diciembre. Tegucigalpa, 1995.
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Los inicios de la configuración político-territorial de la provincia de Honduras, están dominados por dos hechos: las luchas entre españoles por la repartición de los territorios y sus riquezas y el éxito de Comayagua por encima de otras fundaciones como Trujillo, Gracias y San Pedro para liderar la región como primer centro urbano, dotada de poderes reales y simbólicos. La sede administrativa de la provincia de Honduras se estableció en Comayagua en 1542. Ésta se encontraba situada en el valle central del país, equidistante entre las dos costas, la del Caribe y la del Pacífico. Según historiadores, la fundación de Comayagua se realiza el 7 o el 8 de diciembre de 153728, por el capitán Alonso de Cáceres con el título de villa de Santa María de Comayagua, mismo que traduce la importancia jerárquica que se buscaba atribuirle a la región. Sin embargo, los conquistadores españoles enfrentaron dificultades para someter a los indios hacia 1539, quienes arrasaron e incendiaron la recién fundada villa: “Vínome nueva como toda la tierra havía venido sobre los de la Villa de Comayagua y les habían muerto un español y cuatro caballos, y herido todos los otros… e por no estar para pelear ni poderse defender, venida la noche, desampararon la Villa y quanto tenían… con arto trabajo llegaron en un pueblo de paz ques en la provincia desta Ciudad (Gracias), que se dize Tencoa…”.29 Tres años más tarde que lograron “entregar en encomienda (a los indios) o colocar en cabeza real” y refundar la ciudad.
Además de estos hechos, internamente los españoles se desgarraban en rivalidades por los nuevos territorios. En lo que sería la provincia de Honduras surgieron muchas pugnas, al chocar en su territorio como dijimos anteriormente, las avanzadas venidas desde diferentes plataformas de conquista: México, Santo Domingo y Panamá. Una de ellas es la que surgió entre Pedro de Alvarado y Francisco de Montejo. Alvarado era el conquistador nominal (por posesión de cédulas reales), pero Montejo era el conquistador de hecho, por lo que reclamaba hacer valer sus derechos. Con la mediación del obispo Cristóbal de Pedraza, llegaron a un acuerdo en 1539, donde Alvarado cedió a Montejo su encomienda de Xochimilco, México. De esta manera, Alvarado 28 El 7 para Reina Valenzuela (Comayagua Antañona 1537-1821. La República. Tegucigalpa, 1960), el 8 para Martínez Castillo (Cuatro Centros de Arte Colonial provinciano hispano-criollo en Honduras. Edit. Universitaria, Tegucigalpa 1997) 29 Reina Valenzuela, op.cit. p. 8.
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se hizo de una extensísima gobernación que abarcaba Guatemala, El Salvador y Honduras. El Adelantado regresó a Guatemala y dejó como teniente de gobernador (ayudante) a Alonso de Cáceres30. Pedro de Alvarado falleció súbitamente en 1541 y nuevamente se planteó el problema del poder local en la provincia de Honduras. Después de muchas confusiones (los vecinos de Gracias y otras villas nombraron un gobernador para Honduras, rechazado por el virrey de México y el gobernador de Guatemala), se llamó nuevamente a Montejo (Comayagua) para que fuese gobernador. Don Francisco llegó en 1542, en un momento en que las jurisdicciones de las provincias no estaban claramente establecidas. De hecho, para ese año las Audiencias de México y Santo Domingo designaron respectivamente gobernadores de Honduras, a Juan de Chávez (Gracias) y a Juan Pérez de Cabrera (Puerto Caballos). Todos estos conflictos entre conquistadores, evidencian formas de ocupación tardías, jurisdicciones traslapadas y anteposición de los intereses personales de los españoles por sobre la administración de la joven provincia, lo que permite suponer que la estructura administrativa de la provincia de Honduras, y la de sus ciudades, fue endeble. Ante tantos enfrentamientos entre los mismos españoles, el Consejo de Indias creó la Audiencia de los Confines en 1542, con poder y jurisdicción sobre Chiapas, Soconusco, Guatemala, San Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Su primer Presidente fue Alonso Maldonado. La primera sesión de la Audiencia se celebró en 1544 en Comayagua, de donde se trasladó brevemente a Gracias (donde residía Maldonado) y finalmente se establece definitivamente en Guatemala en 1549. El cabildo de San Pedro (f. Pedro de Alvarado, 1536) aprovechó la cercanía con Puerto Caballos y la existencia de yacimientos de oro en su jurisdicción para conseguir la instalación de la fundición o casa de la moneda31 de la provincia en su ciudad hacia 155032. Coincidimos con Gómez cuando señala 30 Sagastume, Alejandro Salomón. Tres ensayos sobre el período colonial en Honduras. Editorial Universitaria Tegucigalpa, 2003. p. 43. 31 La casa de la moneda o caxa real era el lugar donde se amonedaba de inmediato el metal producido para disminuir el fraude y contrabando de los mismos, en tanto los metales preciosos eran el principal producto de exportación de las colonias americanas. Se instalaban en las capitales virreinales (México, Lima) o en las proximidades de importantes centros mineros. En Alvar et ál. Op. Cit. p. 246. 32 AGI, Guatemala, 402, L.3 Real Cédula al Presidente y Oidores de la Audiencia de los Confines, Madrid 31 de Mayo de 1552. (Tomado de Gómez, Pastor. Minas de plata y conflictos… p.56).
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que este hecho constituyó un éxito para las élites sampedranas, al lograr adjudicarse una importante actividad económica que suponía la instalación de oficiales reales, con lo que los vecinos esperaban consolidar su poblamiento y su categoría en el incipiente gobierno colonial. Sin embargo, la minería aurífera decayó pronto, lo cual sumado al clima malsano y húmedo minaron los anhelos sampedranos frente a la bonanza de Guazucarán. A pesar de los esfuerzos de los vecinos, quienes contaban con el apoyo de la Audiencia de Guatemala (Puerto Caballos era el único puerto en el Caribe para comunicarse y comerciar con la metrópoli), los funcionarios en Honduras consiguieron salirse con la suya y efectuar el traslado de la fundición a Comayagua. En 1552 se nombra a Juan Pérez de Cabrera gobernador de Honduras, cuya sede se fija en Comayagua, comenzándose ahí a perfilar el territorio y jurisdicción de la mencionada gobernación33. Comayagua consolida su capitalidad político-administrativa y primacía urbana con la designación de las siguientes funciones: • En 1557 la villa de Comayagua recibió el título de ciudad, lo que significó el status administrativo más importante en la región. Esto se manifestó en nuevas unidades urbanas y expansión de la ciudad. • En 1561 el obispo Gerónimo de Corella, sucesor del obispo Pedraza, decidió trasladar la sede del obispado –hasta entonces situado en Trujillo– a Comayagua34. • Finalmente, luego de ser sede del poder eclesiástico y político, Comayagua completa su primacía urbana al decretarse en 1574 el traslado de la Caxa Real de San Pedro a Comayagua. En 1581 Felipe II ordenó a los gobernadores que repartiesen doctrinas de indios a los religiosos franciscanos, lo que significó su reducción sistemática. Para 1574, López de Velasco indica la existencia de 56 pueblos de indios sujetos a Comayagua. En 1648, Díez de la Calle habla de 145 pueblos de indios. 33 Sagastume, Alejandro Salomón. Op.cit. p.54. 34 Carías, Marcos. La Iglesia católica en Honduras 1492-1975. Guaymuras, Tegucigalpa. 1991.
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En 1608, el Gobernador Jorge de Alvarado (sobrino de Don Pedro) dispone el nuevo trazo urbano de la ciudad, debido al crecimiento y expansión de la ciudad con las recién descubiertas vetas de oro y plata de Opoteca (al noroeste de la ciudad). En efecto, Comayagua es la ciudad faro de la modernidad de los siglos XVI al XVIII, contando con notables edificaciones públicas. Las órdenes franciscana y mercedarias establecidas en Comayagua, levantaron ambas sendos templos y conventos, así como un hospital, un acueducto y un centro de enseñanza superior, el Colegio San Agustín o Tridentino. Comayagua consolida su primacía urbana con una imagen de modernidad y desarrollo por encima de otras poblaciones, como Gracias, San Pedro, Trujillo. Tegucigalpa guarda una posición todavía distante de estas poblaciones, como así lo refleja su inferioridad de status urbano de Real de Minas.
Fig.5 Iglesia de La Merced, y columna de la Constitución de Cádiz, Comayagua s. XIX . Sotero Lazo, ilustraciones en el libro de William Wells “Exploraciones y aventuras en Honduras” de 1854. EDUCA San José 1982.
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Cuadro 2. Principales edificaciones de Comayagua s. XVI-XVIII
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b) Mineria y disputas, factores de la emergencia de la Alcaldía Mayor de Minas Aquí abordaremos los primeros pasos que incidieron, a la postre, en la consolidación de Tegucigalpa como la principal ciudad de Honduras. En este proceso, el rol de los grupos económicos que explotan los abundantes hallazgos mineros diseminados en la Alcaldía Mayor y la vinculación con su centro urbano, es fundamental para explicar esta ascensión, que se traduce con la dotación de la primera autoridad política de importancia nombrada en la zona: el Alcalde Mayor de Minas. Mientras la capital de la provincia de Honduras, Comayagua, se desarrollaba y consolidaba su primacía urbana desde mediados del siglo XVI, Tegucigalpa conocía un camino completamente diferente. Debido a la multitud de hallazgos minerales en los alrededores de la actual Tegucigalpa, llegaron muchos conquistadores y aventureros ávidos de probar fortuna, quienes casi nunca tuvieron las mejores relaciones entre sí. Diez años después de los primeros descubrimientos mineros de Diego de Manzanares en la zona de Guazucarán (sur de Tegucigalpa), el presidente de la Audiencia de Guatemala desde 1579, García de Valverde35, estaba muy preocupado por los abusos del Gobernador de Comayagua Contreras de Guevara y de las disputas entre mineros. Por ello consideró necesario intervenir en las minas en primer lugar para controlar su correcta explotación, luego para poner fin a las pretensiones del gobernador y para dirimir los pleitos entre los vecinos. El 22 de junio de 1579 creó la Alcaldía Mayor de Minas de Honduras, nombrando como primer Alcalde Mayor de Minas al Alguacil Mayor de la Audiencia, Juan de la Cueva. El cargo de Alcalde Mayor de minas es un oficio instituido por el virrey Francisco de Toledo de Perú. Sus funciones eran las de ser juez civil y criminal de primera instancia en todos los casos referentes a la minería, así como reforzar el cumplimiento de las regulaciones sobre refinerías y minas. La atribución más novedosa de este Alcalde Mayor de Minas con respecto a otros, fue la de repartir indígenas de las encomiendas y regular el trabajo de los obreros nativos, supervisando el cumplimiento de las ordenanzas que 35 Reina Valenzuela, José. Historia de Honduras. Citado en Minas de plata y conflictos de poder. Gómez, Pastor. Revista Yaxkin vol. XVIII no.1 IHAH, Tegucigalpa, 1999. p.66.
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prohibían su participación en trabajos peligrosos. La población nativa era limitada, apenas 1,645 tributarios para toda la Alcaldía Mayor36. Al ser nombrado el sucesor de De la Cueva, se pone bajo su jurisdicción: “las minas de Guasucarán y las mas de suso declarado con la jurisdicción de Ulla, joxona, tutumbla, lugarén e curaren, redituca, lepaterique, tigusigalpa, comayagua de los indios, tamara, agalteca, liquitimaya, topali, guarabuqui, urica, guaimaca, apazapo, términos y jurisdicción de San Miguel, passaquina, caperique, aguanqueterique, ticla, locterique, la villa de la chuluteca con los pueblos de su jurisdicción y como tal traiga varas de la nuestra justicia y en las minas y asientos y pueblos sussodichos y en sus terminos tendreys jurisdiccion civil y criminal y cargo y cuydado de las cosas cumplideras al servicio de Dios nuestro señor y nuestro y amparo y defensa de los naturales de buestra jurisdiccion…”37.
De las localidades citadas en el párrafo anterior, perduran hasta nuestros días estas poblaciones en el mapa de la Figura 4: El Cerro de Hula, Ojojona, Tatumbla, Alubarén, Curarén, Reitoca y Lepaterique son municipios del actual departamento de Francisco Morazán, así como Comayagua de indios, hoy Comayagüela. Desde un inicio, la decisión del presidente Valverde de segregar la Alcaldía Mayor de Minas de Tegucigalpa de los territorios de la gobernación, ocasionó enfrentamientos con la Gobernación de Honduras (Comayagua), pues limitaba su jurisdicción y las posibilidades de sus funcionarios de participar en las rentas y ganancias asociadas a la minería. Pero también era probable que ocasionara la protesta del cabildo de Comayagua, en cuyos vecinos estaban encomendados buena parte de los pueblos incluidos en la nueva Alcaldía Mayor y de donde Valverde pretendía efectuar la leva de trabajadores indígenas para las minas. Hay que destacar también, que los principales mineros de Guazucarán eran de Guatemala, como así lo fueron los primeros alcaldes mayores (Juan de la Cueva y Juan Cisneros de Reynoso). Así pues, el descontento en las autoridades políticas establecidas en Comayagua hacia la creación de una nueva administración fue de doble nivel: tanto la regional como la local. En Tegucigalpa, los mineros apoyaron la iniciativa 36 Gómez, Pastor. Op.cit. p.67. 37 Reina Valenzuela, José. Tegucigalpa, síntesis histórica Tomo I. Concejo Metropolitano del Distrito Central. Tegucigalpa, 1981. p.29-30.
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de Valverde, pues el gobernador Contreras los perjudicaba con los precios del azogue necesarios para la extracción de la plata. Así que los mineros de la Alcaldía Mayor exigieron fuera el Alcalde Mayor de Minas quien distribuyera el azogue, misma que fue adjudicada por la Audiencia en septiembre 1579. Esta aprobación significó la consolidación de la recién creada Alcaldía Mayor frente a la Gobernación de Honduras y su sede, Comayagua38. A través del estudio de Gómez se enfatiza que los grupos de mineros de Tegucigalpa (es prematuro aún llamarlos élites) promueven la segregación de Comayagua, o mejor dicho de la clase gobernante de esta ciudad, teniendo como detonante los abusos de los que eran objeto. Como bien concluye el autor, la creación de la Alcaldía Mayor de Minas de Honduras, conocida posteriormente como Tegucigalpa, constituye un complejo proceso histórico de organización territorial, donde confluyeron y/o chocaron diversos grupos de poder: locales (Tegucigalpa), provinciales (Comayagua) y centrales (Guatemala). Esta intromisión de grupos foráneos se explica en la debilidad económica del grupo minero local para desarrollar una industria costosa en capital de inversión (tecnología, esclavos, infraestructura, transporte, etc.). Además de todo esto, la catástrofe demográfica de la población nativa hondureña limitó las posibilidades de acumulación de capital de los españoles en Honduras y, en consecuencia, limitó su poder en el contexto regional39. Para el s. XVII40 la organización jurisdiccional de la provincia de Honduras da lugar a la división de su territorio en tres regiones administrativas: 1. Comayagua: Gobernación, con 116 pueblos. 2. Tegucigalpa: Alcaldía Mayor, con 16 pueblos. 3. Tencoa: Corregimiento, con 11 pueblos (finales del s. XVI). ¿Dónde se establece la sede de la Alcaldía Mayor de Minas? Por la naturaleza de la actividad económica que la origina, es muy probable que el alcalde mayor se instalara en las cercanías de las principales explotaciones mineras. A mediados del s. XVI ese lugar era Guazucarán. Rómulo Durón 38 Gómez, Pastor. Ibíd. p.68. 39 Gómez, Pastor ibíd p.72. 40 Pinto Soria, Julio et ál. Historia General de Centro América Tomo II FLACSO, Madrid, 1993. p.159.
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consigna en su obra41 la creación de la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa en 1580, decretada por la Audiencia de Guatemala. Para ese entonces, ya estaba operando el Real de Minas de Tegucigalpa (1578), poblado y área circundantes a las minas y especializado en actividades mineras. Aunque nada en la legislación española obliga a que se establezcan en centros urbanos ya consolidados, se ha encontrado documentación que señala a Tegucigalpa como sede de esta autoridad regional: “…siendo antes esta villa (de San Miguel de Tegucigalpa) cabesa (sic) de partido con jurisdicción propia y governada (sic) por un Alcalde Mayor de Minas con arreglo a las leyes de Yndias…”42 . A pesar de los numerosos hallazgos mineros del Real, éstos no son lo suficientemente ricos para motivar el interés de la Corona en llevar a cabo una fundación de más alto rango. En sus inmediaciones se encuentran explotaciones como Santa Lucía, Molole, San Lorenzo, Guazucarán, San Marcos, Yuscarán, Apazapo. Los Reales de Minas era el nombre que se daba en la Nueva España a los yacimientos mineros, enclavados en territorios fronterizos, que solían estar amenazados por incursiones indígenas. El Real era el nombre del pequeño fuerte que protegía los yacimientos mineros43. Tegucigalpa, como la mayoría de los poblados mineros del Nuevo Mundo, fue un asentamiento al azar y no fundado en conformidad a los cánones urbanísticos vigentes en Europa. Las investigaciones de Reina Valenzuela afirman incluso que el Real de Minas se situó donde ya existía un poblado indígena, Teguycegalpa, dado en repartimiento a Alvaro Gil, vecino de Gracias a Dios, allá a finales de los 153044. Para el autor, sí se implementaron las disposiciones urbanas promulgadas en las ordenanzas de poblamiento de Felipe II, pero de manera parcial y condicionada por la topografía del sitio. Cabe destacar que mientras apenas se oficializa el campamento minero que dará origen a Tegucigalpa, desde hace varias décadas ya se han consolidado otras ciudades y villas (Trujillo, Gracias, Choluteca, San Pedro de P.C.) y la capital Comayagua se ha consolidado a la cabeza de la provincia, sede del gobernador y del obispado. Esto explica la inicial posición periférica y secun41 Durón, Rómulo. Bosquejo Histórico de Honduras. Tegucigalpa, 1956. 42 Martínez de Rincón, Santiago. Petición de título de ciudad para la Villa San Miguel de Tegucigalpa 1807. Legajo 14 1100/1107 AMG (FONDOC-IHAH). 43 Alvar, Jaime et ál. Diccionario Historia de España y América. Espasa, Madrid 2002 p.944. 44 Reina Valenzuela, José. Op. Cit. Tegucigalpa, 1981 pg.14.
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daria de Tegucigalpa respecto su red urbana inmediata.Sin embargo, con la creación de la Alcaldía Mayor de Minas de Honduras, el panorama cambia drásticamente para el Real de Minas de Tegucigalpa, que en lo sucesivo será colocado en el epicentro de una nueva y pujante región administrativa. Como dijimos anteriormente, aunque no era obligatorio fijar la sede de la Alcaldía Mayor en un centro urbano, parece que el Real de Minas de Tegucigalpa cumplió ese rol desde los inicios de la misma. Bajo la jurisdicción de la Alcaldía Mayor se colocan las minas de Guasucarán, con sus 23 pueblos de indios, que procuran la mano de obra minera. También se circunscribe en su territorio a la Villa de Choluteca y sus respectivos pueblos, con lo que su extensión llega hasta las costas de la Bahía de Fonseca en el Pacífico. Gracias a la anexión de los territorios de la Villa de Choluteca (anteriormente pertenecientes a la provincia de Guatemala) a Tegucigalpa, con el tiempo se complementarán la actividad minera con la agricultura y ganadería. De esta manera, sumado al aumento territorial, se reforzó el vínculo económico establecido con estos dos centros; uno minero y el otro agrícola-ganadero, lo que conducirá a la consolidación paulatina del Real de Minas en el plano político. A juicio de estudiosos como Marvin Barahona, la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa disfrutó de 1579 a 1788 de un fluctuante, pero constante proceso de consolidación administrativa y económica, en especial en el siglo XVIII45. Para un campamento minero surgido sin los mejores augurios como Tegucigalpa, ya de por sí perdurar en el tiempo, a la periferia comercial y a los reveses económicos propios de la minería, constituyen por sí solos su primer éxito. De aquí en adelante, el campamento minero periférico comenzará su cadenciosa trayectoria hasta obtener la primacía urbano-política de la provincia.
c) Los años dorados (1730-1780): ascenso político, repunte minero y modernización urbana Dos siglos después de la creación de la Alcaldía Mayor de Honduras, llamada ahora de Tegucigalpa, muchos cambios se han suscitado en la metrópo45 Barahona, Marvin. La Alcaldía Mayor de Tegucigalpa bajo el régimen de intendencias (1788-1812). IHAH, Tegucigalpa, 1996.
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li. Éstos están encabezados por el cambio de dinastía reinante, de los Habsburgo a los Borbón y las reformas administrativas que implementan. Entre 1730 y 1780 se verifican grandes cambios en el Real de Minas. Tras un período de recesión a finales del siglo XVII, un nuevo repunte minero propicia la economía de sus habitantes, quienes de inmediato aspiran a aumentar su influencia política en la provincia. Este anhelo se concreta con el otorgamiento por parte de la corona del título de Villa en 1762. Este nombramiento es fundamental en el desarrollo político del Real de Minas. El campamento de mineros dotado de un cuerpo físico (la urbs), adquiere con el nombramiento de Villa su alma política, el cabildo (civitas), de manera que empieza la vida urbana en el sentido moderno de la sociedad de entonces. El primer paso en el nombramiento de Villa de Tegucigalpa resultó de las informaciones recabadas por el Gobernador de Comayagua. En su afán por conocer para gobernar, la Corona española encomendaba a sus funcionarios responder a un cuestionario de informaciones diversas sobre sus posesiones, que una vez finalizados se llamaban Relaciones Geográficas46. En su “Relación Geográfica de la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa”, Pedro Baltazar Ortiz de Letona47, Gobernador de Comayagua, responde al requerimiento del Rey de informarle sobre el estado de sus provincias en 1741. Al hacerlo, Ortiz se refiere de Tegucigalpa primero como uno de los partidos48 de esa Alcaldía Mayor, junto a Cantarranas, Danlí, Choluteca, Nacaome y Ojojona, y las doctrinas de indios de Orica y Aguanqueterique. Además refiere lo siguiente: “Este lugar de Tegucigalpa, por ser el partido y cabecera principal de esta Alcaldía Mayor es el que tienen su asiento el Alcalde Mayor y su Theniente General, hay en el una Iglesia Parroquial [...] que la administra un Padre Cura Clérigo [...] que lo es de españoles y mestizos, indios, negros y mulatos, y tiene título de Vicario Juez Eclesiástico...” 49
Sobre la administración del poblado, Ortiz de Letona menciona que “La república de esta cabecera de Thegucigalpa la componen las Justicias y señores eclesiásticos ya dichos, seis clérigos Presbíteros más que hay en ella, un Maestro de Campo, un 46 Hidalgo Pérez, Eloísa. El contenido de las Relaciones Geográficas mexicanas y venezolanas: cambios e influjos ilustrados. http://www.americanistas.es/biblo/textos/10/10-09.pdf p.216. 47 Ortiz de Letona, Pedro Baltazar. Relación Geográfica de la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa. Revista del Archivo y Biblioteca Nacional Tomo XXV No. 11 y 12 Tegucigalpa Mayo-Junio 1947. ps.455-490. 48 Nueva subdivisión de las Intendencias-Gobernaciones implementadas con las Reformas Borbónicas. 49 Ortiz de Letona, Pedro Baltazar. Op.cit.
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Sargento Mayor y otros Cabos principales de Primera y Segunda Plana, tres compañías milicianas.
De los párrafos citados arriba destaca el hecho que Tegucigalpa es la sede del Alcalde Mayor, la autoridad política más importante de su región. También se menciona la existencia de un templo y la diversidad étnica que compone el poblado. También se menciona el aparato judicial y administrativo que funciona en la misma. El segundo paso se produjo a mediados del s. XVIII, cuando el dinamismo económico del Real de Minas de Tegucigalpa condujo a la visita del Capitán General de Guatemala, Alonso Fernández de Heredia, quien elevó Tegucigalpa a la categoría de Villa, el 10 de junio 1762. En Real Cédula del 17 de julio de 1768 fue confirmado el nombramiento como Villa: “...por lo distinguida que es aquella población de ricos y abundantes Minerales...los relebantes [sic] motivos de ser Capital de la Provincia, abundante de ganados y géneros con que sus naturales acuden anualmente a la feria de cerro redondo, muchos minerales que cuasi sobstienen la labor de la Real Casa de la Moneda de la Ciudad de Guatemala, las innumerables cantidades de quintos y consumo de azogues que han rendido a mi Real Hazienda” 50 .
En el párrafo anterior es la propia Corona española la que destaca los motivos para otorgar a Tegucigalpa el título de Villa (riqueza mineral, abundantes ganados, la casi dependencia de la moneda de Guatemala de sus minerales), que a sus ojos igual valen para merecer capitalidad de la provincia. Esta declaración, en boca del mismo rey de España, puede haber herido la sensibilidad de los habitantes de Comayagua, ciudad que ostentaba en aquel entonces el rango de mayor importancia y cuya hegemonía económica y política comienza a ser disputada de manera abierta por la nueva villa. Esta disputa discurrirá por varias décadas más y se acrecentará cuando se suprime la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa en 1788 y se supedita ésta como partido de la Intendencia de Comayagua. Pero volvamos al ascenso del Real de Minas de Tegucigalpa a Villa: ¿Qué repercusiones urbanas tuvo este cambio de status? En primer lugar y desde el 50 Taracena Arriola, Luis Pedro. Ilusión Minera y Poder Político, la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa siglo XVIII. Guaymuras, Tegucigalpa, 1998. p.205.
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punto de vista administrativo, el rango de Villa trajo para el antiguo Real de Minas la formación de su primer Ayuntamiento y consiguiente adjudicación de ejidos51: ...en el año de 1763, que fue el primer año que se crearon alcaldes (ordinarios) por orden del superior Gobierno, eligieron los vecinos con el Alcalde Mayor que lo era Francisco del Busto y Bustamante, a don Francisco de la Rosa y al Sargento Mayor don Luis de Rivera, por procurador-síndico a don Antonio de Bragas, alcalde de la Santa Hermandad Joseph de Zelaya y Midence y don Santiago Cárcamo”52 .
En segundo lugar, el status, es más que todo una cuestión de prestigio, dentro de la región (en la Alcaldía Mayor y en la provincia) y de jerarquía urbana dentro de la red de establecimientos de la que Tegucigalpa forma parte. Es importante destacar que en el período de administración española, los títulos de las ciudades tienen igual valor que los títulos nobiliarios de las personas, son signos de poder y autoridad: “como todo buen aristócrata, la ciudad enarbola sus títulos, sus escudos y armerías. Según los medios, los recursos económicos y la población ella reivindica el status de villa o ciudad. Cuando lo obtiene, siempre intentará obtener más aún, con el fin de incrementar su prestigio y de asegurar su autoridad”53.
Musset y Mallaina identifica además otros valores que incrementan los atributos de una ciudad: las luchas heroicas contra los indígenas, como el caso de Gracias y Comayagua, permiten otorgamientos del título de ciudad tempranamente en el siglo XVI a comunas que apenas cuentan con unas centenas de habitantes. Estos blasones urbanos incluso son motivos de disputas entre ciudades, como documentan Musset y Pérez en el estudio citado. La jerarquía urbana establecida en el período hispánico no fue alterado con las independencias latinoamericanas, al contrario, los valores urbanos instaurados entonces se utilizan aún (pueblo, villa, ciudad, mineral, etc.).
51 Chaverri, Maria de los Angeles. La Formación Histórica de Honduras. En Documentos para la Historia de Honduras. Tegucigalpa, 1999 p.214. 52 Durón, Rómulo. Op.cit. 1904 p.208. 53 Musset,A. y Pérez, E. De Seville à Lima: villes identiques ou villes en quête d’identité? en Villes en Parallèle, París, 1997. p.11-30.
Fig.6 1763 Avilés, Antonio Joseph D. ¨Mapa de la jurisdicción que tiene la villa de Sam Miguel Thegucigalpa medida de orden del señor Alcalde Mayor y theniente de Capitán General de esa Provincia¨ En Davidson, William. Fundación Uno, Managua 2006.
Transcripción Mapa de la jurisdicción que tiene la villa de Sam Miguel Thegucigalpa medida de orden del señor Alcalde Mayor y theniente de Capitán General de esa Provincia (1763).
(Columna derecha, vertical) A: villa de Thegucigalpa B: pueblo de thagucigalpa C: pueblo de Comayaguela D: matamoro E: Francisco … de San Martin F: valle del Potrero G: Santa Rosa H: valle de suyapa y trapiche Y: Hato San J: Savana grande K: Rincon L: Rio dela villa y en su begas estan radicados los indios dela Real villa Thegucigalpa M: Soroguara N: Pueblo de tamara O: Hato de las cueba P: coyoles
Q: Hato de Amarateca R: Coa S: Paraje dela T:canazal V: Archiaga X: Hato de Susalquibin I: Agurcias Z: Tilligrat tegucigalpa AR: esta es la sima de la montaña de san Juan y Simarron donde ay milperias. (En el mapa) Río Hondo; I su valle qes este. Valle de Talanga Vallecito de Jalaca Hacienda del tamarindo Labranzas.
(Abajo, horizontal) (1ª) A: villa de Thegucigalpa. B: primer lindero desde elqual hasta la C: se midieron … cinco leguas castellanas …cinco mil varas cada una y desde ella hasta (2º) la D: se midieron … qe todas componen dies y seis, las mismas qe se mandaron medir por el Señor Alcalde mayor y theniente de Capitán General en combenio con este (3º) vecindario. Y respectto de ser impertancible la montaña qe aparece hacia al oriente no se conocio la medida a sercania en la B: donde se comen.. si (4ª) no qe pasando adar ca…. Alas once .. la … dela … E: procurando señalar es … en la linea qe correspondía de (5ª) poniente a oriente, cuia demarcacion e practticado con la devida solemnidad y legalidad Y es fecho en Thegucigalpa en treitta de Abril de mil (6ª) settecientos secenta y tres años. Y para que confire lo firmé=Anttonio Joseph de Aviles=fielmente sacado de su original con el qe combiene en (7ª) lo substancial y con poca diferencia enlo matterial. Fho en Thegucigalpa anuebe de Julio de settecientos secenta y tres y para su constancia (8ª) lo firmo: Lucas Romero (rúbrica) (Sello del Archivo de Indias, Sevilla).
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En la Fig. 6 se presenta el mapa de la jurisdicción de la villa 1763, a un año de su ascenso. Es llamativo que esta jurisdicción alcanza comarcas como la de Río Hondo y Talanga, distantes a más de 50 km del núcleo urbano principal. También es curioso la orientación geográfica de los territorios, hacia el norte de Tegucigalpa (aunque se grafica como oriente). El centro urbano principal no está en el centro de la representación, sino en un extremo. Es interesante, además de ser una de las primeras representaciones de Tegucigalpa, la importancia que se confería al “río de la Villa” (hoy río Choluteca), que ocupa un tercio de espacio en la representación. Entre las toponimias utilizadas perduran varias: Suyapa, Talanga, Río Hondo, Soroguara, Coa, Amarateca, Santa Rosa y Comayagüela. Este mapa se encuentra en la obra de William Davidson “Mapas de Honduras” (2006), monumental compilación cartográfica del país de los siglos XVI al XX. Para Martínez Castillo, Tegucigalpa experimenta su “medio siglo de oro” entre 1730 y 178054. Es en este momento que Tegucigalpa comienza a pujar por la cabeza de la jerarquía urbana de la provincia, compitiendo con otras villas más antiguas como Danlí, Choluteca y por qué no, con la misma Comayagua. Se erigen una serie de servicios e infraestructuras que comienzan a posicionar este centro urbano como un emisor de modernidad para el resto de la región. La Villa había sido organizada, como los otros centros urbanos creados por los españoles, con una plaza central alrededor de la cual estaban las casas de los notables y comerciantes, el Cabildo y la iglesia parroquial de la Limpia Concepción (no confundir con la de Comayagüela, Inmaculada Concepción). Contaba además en aquel entonces con dos conventos (existentes desde fines del s. XVI), el de San Diego y el de La Merced con sus respectivas iglesias y plazas (San Francisco y El Rosario). Las órdenes conventuales que principalmente estuvieron a cargo de la evangelización de la provincia de Honduras fueron los franciscanos (con presencia estable desde 1574), los mercedarios (presentes desde 1552) y en menor grado los dominicos. Los franciscanos estaban a cargo del convento de San Diego, mientras que los mercedarios estaban a cargo del de la Merced. 54 Martínez C., Mario. Op. Cit. p. 25.
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Las ordenanzas de Felipe II de 1573 comprendían las disposiciones legales sobre la construcción de ciudades en América, retomadas la Recopilación de Leyes de Indias. Plazas, calles y solares debían ser trazados en línea recta, para lo cual había que comenzar con la delimitación de la plaza principal o plaza mayor, y a partir de ahí construir la red de calles. Por mucho tiempo autores influyentes como Martínez Castillo han considerado que la planta urbana de la Villa de Tegucigalpa correspondió solamente en partes a estas ordenanzas (el llamado trazo urbano en damero o parrilla), debido por un lado a la accidentada topografía del lugar y por otro al tipo de asentamiento original de campamento minero determinado por el azar de los yacimientos minerales. Efectivamente, la sinuosidad de las calles de Tegucigalpa contrasta de forma notable con el severo trazado de la vecina Comayagüela, situada en una planicie.
Fig.7 Centro de Tegucigalpa en la década de 1930 Diario La Tribuna, columna “Tegucigalpa de ayer”, 2006.
Para el mismo autor, la topografía es también en parte causante de la arquitectura que distingue Tegucigalpa de otras ciudades centroamericanas (fig. 7), pues es la ciudad que cuenta con más casas de dos plantas, “resultado de la pequeñez de los lotes cedidos por el cabildo a los particulares, dentro de
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un centro urbano limitadísimo”55. Este hecho repercutió en la especulación inmobiliaria, así en un informe de 1782, el administrador de la Real Caxa de Rescates de Tegucigalpa se queja del alto precio del alquiler de casa en la Villa, misma que arrendaba al próspero minero, Pedro Mártir de Zelaya.56 Sin embargo, es probable que la especulación urbana y no así la topografía el elemento que determinó el paisaje urbano de Tegucigalpa (casas de 2 niveles). El llamado medio siglo de oro de Tegucigalpa trajo consigo la modernización del poblado a través de una serie de edificaciones civiles y religiosas. Estas construcciones tuvieron un fuerte impacto en la población de la época, tanto a nivel de usos y prácticas de sus habitantes como en la introducción de nuevas estéticas y símbolos. Tegucigalpa deja de ser un simple puño de casas y comienza a dotarse de las estructuras físicas que, a ojos de sus habitantes, le merecen aspirar a rangos jerárquicos más altos. Se construyen pues las edificaciones que albergan a las máximas autoridades de la sociedad colonial: el Cabildo Municipal, la Caxa de rescates, las iglesias Los Dolores y San Miguel. En otra de sus obras, el historiador del arte Mario Felipe Martínez Castillo indica que los maestros albañiles de Tegucigalpa construyen durante todo el período colonial con muy pocas variantes; de fachadas sobrias a la usanza castellana y con distribución interna a la usanza sevillana. Los constructores, artesanos y artistas que construyen y adornan Tegucigalpa entre el s. XVI y XVII son anónimos, pero se sabe que en el plano artístico fueron instruidos o elaborados por los monjes de los dos conventos, San Francisco y La Merced. 57
Este hecho tuvo su origen en dos grandes necesidades: lograr por medio de las representaciones pictóricas y escultóricas una comprensión más clara de la fe católica por parte de los indígenas y, a la vez, expresar su propio fervor místico. Sin embargo, las obras más importantes de las iglesias eran adquiridas en Comayagua o en Guatemala, centros urbanos superiores a Tegucigalpa en la escala regional y de donde se irradiaba la modernidad hacia la villa.En el plano urbano, las nuevas autoridades locales dan disposiciones para el ornato y el aseo de la población como: empedrado de calles, limpieza de terrazas, entre otras. 55 Martínez C., Mario. Ibíd p. 42. 56 Martínez C., Mario. Ibíd p. 131. 57 Martínez Castillo, Mario Felipe. Cuatro centros de arte colonial provinciano hispano-criollo en Honduras. Editorial Universitaria, Tegucigalpa, 1997.
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El compromiso de las nuevas autoridades locales implicó la construcción de sus locales, “…obligándose a construir las casas de Ayuntamiento con la calidad de que se estableciesen seis regimientos sencillos y cuatro dobles de Alférez real, Alguacil mayor, Alcalde provincial y depositario general”58. La puesta en práctica de este compromiso se evidencia en el plano de la fig. 9. El Cabildo municipal fue establecido en 1762, pero la finalización del inmueble se extendió hasta el año de 1778. El terreno fue vendido por Francisco Félix de la Rosa (alcalde primero en 1764), al lado de la parroquia San Miguel.
Fig.8. Alzada del Cabildo de Tegucigalpa en el siglo XVIII. AGI. Tomado de Revista Mesoamérica Año 22 no. 42 Plumsock, Vermount, Diciembre 2001 p.200
La Fig. 8 revela que en la sede del cabildo se albergaban diversas actividades relacionadas con la vida civil y política de los tegucigalpenses. Por ejemplo, en el piso superior estaba ubicado el Salón Capitular, decorado con columnas salomónicas características del barroco hispano y que anuncian la realización de las actividades más solemnes e importantes del recinto: las reuniones del cabildo municipal. Contiguo a esta sala se aprecia la Sala de Armas. En la planta baja se encontraban oficinas diversas e incluso la cárcel 58 Martínez de Rincón, Santiago. Petición de título de ciudad para la Villa San Miguel de Tegucigalpa 1807. Legajo 14 1100/1107 AMG (Fondoc-IHAH).
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municipal. Todos estos recintos y sus funciones comienzan a transformar y modernizar las prácticas políticas de la sociedad de la Villa. En el plano económico, Martínez Castillo observa que “al transformarse el Real de Minas en Villa, los mineros ven la ocasión para evitarse el envío de su plata hasta Guatemala, donde era amonedada y piden que esta operación se efectúe en Tegucigalpa, evitándose así el gasto de traslado y los inconvenientes del viaje.”59 De tal suerte que se construye la Real Caxa de Rescates en1780 y es quizá una de las unidades urbanas más determinante en la Villa. Sus autores fueron los arquitectos Quiñones y un Madariaga. Estas oficinas estaban encargadas de todo el procedimiento del control de los recursos fiscales y del envío de la plata a la Casa de la Moneda de Guatemala. Con el establecimiento de la Caxa, los mineros de Tegucigalpa son “liberados” de las presiones –y el control– para enviar el metal a Comayagua. Con las reformas administrativas y supresión de la Alcaldía Mayor en 1788, el Rey manda cerrar la Caxa de Tegucigalpa en 1792, sustituyéndola por la de Comayagua. En 1798 es restablecida y cerrada definitivamente por falta de fondos en 1824. En el plano religioso, se construye la iglesia Los Dolores, uno de los principales templos de la villa. Se inicia en la década de 1730, a iniciativa de la comunidad de pardos y mulatos descendientes de esclavos que trabajaban en las minas, establecidos en el pueblo Río Abajo. Enfrente tenía una plaza donde se instalan mercados provisionales. Su arquitectura barroca se diferencia de otros templos por su fachada cubierta de decoraciones en mayólica o cerámica vidriada, lo que agrega valores estéticos por tanto simbólicos a la villa que también se moderniza en los planos artísticos y simbólicos. La edificación religiosa más importante de la villa fue la construcción de la nueva parroquia de San Miguel (fig.9), cuya realización inicia en 1768 tras ser devastada por un incendio en 1742 la parroquia de la Limpia Concepción. La obra fue financiada en buena parte con la inmensa fortuna del cura Simón de Zelaya, miembro de la familia de más larga permanencia en las esferas del poder colonial y postcolonial de Honduras. Se edifica frente a la Plaza Central. Su diseño fue encomendado al arquitecto guatemalteco José Naciancino Quiroz, dado que Tegucigalpa no contaba con profesionales en este campo. El trabajo de Quiroz marcó un hito en el paisaje urbano de Tegucigalpa, pues la 59 Martínez Castillo, Mario Felipe. Ibíd. Editorial Universitaria, Tegucigalpa, 1997. p. 101.
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mayoría de los inmuebles era construido de manera empírica y hasta al azar, como el caso de los otros templos.
Fig 9 Plaza de Tegucigalpa. De izq. a der: Iglesia de La Limpia Concepcion, (al fondo) Iglesia San Franciso y San Miguel, s. XIX , Sotero Lazo, ilustraciones en el libro de William Wells “Exploraciones y aventuras en Honduras” de 1854. EDUCA San José 1982
A juicio de Martínez Castillo, el arquitecto guatemalteco planificó y realizó uno de los templos con mayor unidad arquitectónica que existen en América. Se le atribuye el estilo en barroco tardío, revelador nuevamente de la posición periférica y alejada de Tegucigalpa respecto a los epicentros de modernidad existentes entonces. Pero para la provincia, las técnicas y decoraciones implementadas (como las pilastras almohadilladas de la fachada) dejan atrás el mudéjar pasado de moda y pasan a ser símbolos de modernidad constructiva y son replicadas a menor escala en otras parroquias de la región, como la iglesia de Sabanagrande 60. Concerniente a su rango, el templo parroquial es elevado a la categoría de Catedral en 1916, cuando se crea el arzobispado de Tegucigalpa.
60 Martínez Castillo, Mario Felipe. Ibíd. Editorial Universitaria, Tegucigalpa, 1997 p. 105.
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3. Significado e importancia del cabildo
El cabildo, la unidad política más pequeña, pero la más importante, tiene un singular valor para estructurar la organización administrativa, misma que desdoblará en trampolín para la clase política emergente, que perdurará a través de redes familiares hasta ya iniciado el período republicano. Estas bases políticas locales se fortalecerán a partir del atentado a la autonomía regional con la supresión borbónica de la Alcaldía Mayor, misma que los tegucigalpenses lucharán denodadamente por restituir ante los temores independentistas de la Corona. El corolario de la relación colonial se sella con la más importante obra de infraestructura para la villa: el puente Mallol. A lo largo de todos estos procesos, el cabildo es la única institución que saldrá fortalecida, en tanto la figura del Alcalde Mayor de Tegucigalpa llegará a su fin en 1821 sin dejar herederos directos.
a) Configuración del cabildo español en Honduras A partir de la adjudicación del título de villa en 1762, Tegucigalpa está dotada de un cabildo, institución política local que jugará un rol fundamental en la construcción de las aspiraciones políticas de las élites minero-comerciales asentadas en el poblado. El gobierno de las ciudades americanas, a imagen de su referente español, no fue una institución estática. Tuvo muchas funciones y sirvió a diferentes grupos y en diferentes momentos, como ejemplificaremos más adelante. La ciudad del Nuevo Mundo fue modelada como una entidad soberana, con ciudadanía, territorio y responsabilidades judiciales, ejecutivas y administrativas. Ambas entidades, tanto la física (urbs) como la política (civitas), las ciudades de la Conquista sirvieron a la monarquía Habsburgo no como un cuerpo “local”, sino como una de las tres poderosas instituciones de la burocracia española en América: Iglesia, ciudad y burocracia real de goberColección
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nadores y jueces, cuyos conflictos sobre traslapes jurisdiccionales permitió a la Corona retener la última palabra como árbitro de disputas. Esto fue evidente en los traslapes jurisdiccionales en la provincia de Honduras, con un Gobernador en Comayagua nombrado por el rey y un Alcalde Mayor en Tegucigalpa nombrado por la Audiencia de Guatemala. Ambas jurisdicciones, Gobernación y Alcaldía Mayor, estaban bajo el mismo Obispado61. La comprensión de los antecedentes medievales de la administración de las ciudades españolas contribuye a entender los contextos, los propósitos y las transformaciones de esta importante entidad política. De acuerdo con MacKay62, la administración de las ciudades en el siglo XII y XIII ya estaba depositada en el concejo63 abierto de vecinos y luego fue sustituido por un concejo más reducido de caballeros y burgueses acaudalados. En ese entonces, el concejo municipal es una corporación cerrada o regimiento. El desarrollo de esta institución varió según la zona y su propia historia. En las ciudades andaluzas, por ejemplo, este desarrollo tuvo lugar inmediatamente después de la Reconquista, antes no había tradición de asambleas generales de habitantes. En las ciudades del centro y del norte, la monarquía tuvo que intervenir para asegurar el establecimiento de corporaciones cerradas o regimientos. Ya desde entonces el cargo de regidor era muy prestigioso en la península. Se podía acceder a éste de diferentes maneras: por traspaso de cargo por familiares, por compra del cargo (a partir del s. XV ) y como premio a funcionarios. Este es el antecedente de la administración local que será implantada por los españoles en las provincias americanas. Con esta experiencia llegan los españoles a América en el siglo XVI y establecen en el istmo centroamericano el Reino de Guatemala, constituyendo en realidad, como diría Dym, un reino de repúblicas. Primero vino la creación física, construyendo casas con la ayuda de tropas mexicanas y nativos 61 Chaverri, María. Op.cit. p. 214. 62 Mackay, Angus. Op.cit. p. 172. 63 palabra derivada del latín concilium, designa originalmente a la asamblea de los vecinos de una localidad, los cuales celebran reuniones con la finalidad de resolver las cuestiones que les afectaban de manera colectiva. En la Edad Moderna se volvió una institución más cerrada, controlada en buena parte por las familias de notables de la localidad. Los miembros que lo componen son los regidores (quienes forman el gobierno municipal), los alcaldes (justicia civil y criminal), el corregidor (representante del rey en el mundo urbano peninsular) y otros oficios menores como alguacil, escribano y fieles.
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guatemaltecos. De acuerdo con el dominico Antonio Remesal, “Alvarado no nombraba un poblado ni establecía administración o forma de república sino hasta tener el ejército instalado en tiendas y pabellones”.64 Para entender este «reino de repúblicas» es necesario precisar que una república para un conquistador español del siglo XVI es una ciudad, y no era hasta que el conquistador estableciera formalmente su capital que llenaba su meta no sólo descubrir, sino también poblar y así poderse adjudicar los privilegios de la victoria. La conquista sin gobierno no era un ejercicio legítimo. El gobierno legítimo significaba el establecimiento de ciudades. Si los elementos físicos de tal gobierno podían esperar, la fundación legal y política no. Aunque con el pasar del tiempo los primeros distritos españoles en América se unificaron en una sola jurisdicción, el Reino de Guatemala (1542-1821) como el resto de territorios conquistados tanto en España y ultramar, se gobernaron como una red de ciudades autónomas. Aún después de que los monarcas Habsburgo nombraran gobernadores y jueces asalariados en los años de 1540, la base política y territorial para el gobierno de las Américas fue la república de ciudades establecida durante la Conquista. La unidad administrativa de los centros urbanos, la más pequeña pero de gran importancia, eran los Cabildos o Ayuntamientos. Estaban compuestos por dos jueces municipales (alcaldes ordinarios) y los consejeros (regidores). Su número varía según la índole y tamaño de las ciudades, en el caso de la Villa de Tegucigalpa, ésta tuvo dos alcaldes ordinarios. La elección de los miembros del Cabildo también variaba según las épocas y las regiones. En general, este procedimiento electoral era un compromiso entre los intereses de la burguesía, del patriciado y del poder real. En ocasiones, el Gobernador de la provincia, o la audiencia o los regidores escogían a los alcaldes y la duración de ambos puestos era aproximadamente de un año.
b) El cabildo de Tegucigalpa como plataforma política regional En Tegucigalpa como en otros centros urbanos, los regidores eran los encargados de la administración cotidiana de la municipalidad, dictaban las ordenanzas para el mantenimiento del orden y el aseo y la inspección de obras, 64 Dym, J. Op.cit. 2006, p. 4.
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servicios y otras actividades de interés común. Variaban en número según la importancia de la ciudad, podían ser cuatro o hasta 20, como en el caso del Ayuntamiento de Guatemala. Una vez declarada Villa en 1762 y conformado su Ayuntamiento en 1763, estos cargos fueron ocupados por vecinos notables. Uno de ellos, Pedro Mártir de Zelaya, fue nombrado regidor perpetuo desde 1768. La familia Zelaya precisamente son un ejemplo, como en muchos otros casos en las provincias españolas de América, de la relevancia del cabildo como un importante mecanismo de vinculación con el poder local. Agregado a esto, esta familia supo consolidar su poder político gracias a la incorporación de sus miembros en las tres esferas del poder colonial: el político, el militar y el eclesial. Los Zelaya han logrado estar vinculados a la política hondureña y a los grupos económicos del país a lo largo de cuatro siglos y continúan hasta nuestros días. El primer Zelaya del que se tiene noticia fue Josep de Celaya, Teniente de Gobernador y Capitán General de Olancho; su hermano Francisco Celaya fue Teniente General de Alcalde Mayor. Pedro Mártir, hijo de Josep, era Capitán de Infantería española, uno de los mineros más prósperos de la villa y además fue subdelegado en Comayagua en 1789, al entrar en vigor las Intendencias. Su hermano José Simón, fue presbítero y mecenas de la edificación de la Iglesia San Miguel de Tegucigalpa65. En el siglo XXI, los Zelaya son considerados una familia de linaje, además de contar entre sus miembros con varios caciques u oligarcas del interior. Poseedores de extensas propiedades agrícolas y epicentro de polémica política en los años de 197066, en el 2006 uno de sus descendientes, el hacendado de Olancho Manuel Zelaya Rosales, alcanzó la Presidencia de la República y derrocado en 2009 por intentar derogar la Constitución, cambiar la forma de gobierno republicana y perpetuarse en el poder. Volviendo a la organización administrativa de las ciudades españolas en América, Konetzke afirma que el cabildo de los poblados españoles se completaba por cooptación, merced a lo cual el gobierno de la comuna se conformaba alrededor de una verdadera oligarquía de notables. Desde el siglo XVI 65 Durón, Rómulo. La Provincia de Tegucigalpa bajo el gobierno de Mallol 1817-1821. Tipografía Nacional, Tegucigalpa 1904. p.200. 66 Los cuerpos de 10 campesinos, un sacerdote y 2 monjas fueron encontrados en la hacienda olanchana de Manuel Zelaya Ordóñez en 1975, quien fue hallado culpable y encarcelado hasta que recibió amnistía en 1982.
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los cabildos americanos ya están en manos de las familias más ricas y de prestigio en sus comunidades. También los puestos fueron vendidos al mejor postor en momentos de dificultades para las finanzas reales (como fue el caso en 1591). Esto condujo a que la Corona, que buscaba recuperar el control efectivo de sus posesiones, comenzara a hacer nombramientos vitalicios a personas favorecidas y leales a ésta. Eran exceptuados de la venta los cargos de alcaldes y otros cargos de judicatura. En el caso concreto de Tegucigalpa, lo anterior se verifica desde finales del s. XVII. En efecto, las familias de notables eran en general mineros, comerciantes y hacendados. Entre ellos se entretejen fuertes vínculos, sea por parentesco consanguíneo o por enlaces matrimoniales. Estas familias residen en las proximidades de la Plaza Central y varios de ellos ejercieron cargos de alcaldes ordinarios, como José de Zelaya, Francisco de la Rosa, Juan González de Castro, Juan de las Bárcenas. Entre los grandes mineros de esa época se cuentan Antonio Midence, Antonio Márquez y el más rico entre ellos probablemente, Pedro Mártir de Zelaya. Entre los hacendados y comerciantes se encuentran miembros de todas las familias anteriores, como Juan Miguel Midence (alcalde ordinario en 1764), José Vigil, Joaquín Borja, Calixto Lozano. Como los Zelaya, los descendientes de algunas de estas familias conservaron el protagonismo político y de notabilidad a lo largo del siglo XIX y XX. Tal es el caso de los Rosa, siendo Tranquilino Rosa, minero importante de Tegucigalpa ya en 1799, era hijo del primer alcalde ordinario Francisco de la Rosa y fue el bisabuelo de Ramón Rosa, futuro Secretario de Estado y reformador liberal de la República en 187667.
c) El reordenamiento borbónico y la reacción tegucigalpense Como señala Marvin Barahona, el fluctuante pero constante proceso de consolidación administrativa y económica de la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa de 1579 llegó a su fin en 1788, cuando se implementan las reformas borbónicas y se suprime la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa, adscribiéndola a la ahora llamada Intendencia de Honduras. A partir de ese año, las élites de Tegucigalpa se aglutinan alrededor de un mismo objetivo político: devolver a 67 Martínez Castillo, Mario. Ibíd. 1982.
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la villa su autonomía respecto a Comayagua y los llevará aún más lejos: a la búsqueda del título de ciudad y de capital misma. Este momento de ruptura político-administrativa tiene dos contextos por analizar. Por un lado está la configuración histórica de la región administrativa suprimida. Desde su creación a finales de la década de 1570, la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa había contado con autoridades propias, tales como Alcalde Mayor, Ayuntamiento, tribunales de justicia, oficiales de la Hacienda Real y un Juez de Minas. Este último, así como el Alcalde Mayor, se constituyeron en las autoridades más notorias de la Alcaldía Mayor por las funciones que cada uno cumplía en la misma, su preeminencia será reclamada más tarde, como veremos en adelante, en la crisis de la supresión de la Alcaldía Mayor68. Desde el momento de su constitución en Alcaldía Mayor, Tegucigalpa adquirió unas características que la diferenciaban claramente de las otras regiones de la Provincia. Este era el único centro minero de importancia en Honduras y probablemente el más rico de la Capitanía General de Guatemala. Su característica más notable era aportada por la actividad económica que se desarrollaba en su interior, la que en curso de varias décadas la había configurado como un cuerpo autárquico bien articulado desde el punto de vista geográfico, económico y político69. El otro contexto a tener en cuenta es el de la Corona, pues desde el siglo XVIII se desarrolla una centralización y racionalización burocrática de la administración colonial española. Se crean las Intendencias, cuyo modelo fue el cargo de los intendentes franceses. Se esperaba de estas reformas la elevación de la prosperidad económica y el aumento de los ingresos fiscales. Las Intendencias tenían facultades judiciales y en parte también militares. Se disuelven así las viejas provincias y sus subdivisiones: los corregimientos y las Alcaldías mayores, dividiéndose la Intendencia en partidos, a cargo de un subdelegado. Aunque no se implementan de manera uniforme en todas las colonias ultramarinas, en la provincia de Honduras se aplican en 1788, 22 años después de aparecer la primera intendencia en suelo americano (Cuba, 1762). Ello pone en evidencia la posición secundaria, marginal y periférica que tenía la Capitanía General de Guatemala y la Provincia de Honduras en el engranaje imperial español. 68 Barahona, M. Op.cit. p.11. 69 Ídem. P.11.
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Con estos dos análisis previos, el de la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa y el de la nueva organización administrativa de la Corona, se suprime en 178670 la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa en la provincia de Honduras y se subordina como partido a la Intendencia de Comayagua. La supresión de este rango regional (la Alcaldía Mayor) significó el acontecimiento político de mayores repercusiones a corto, mediano y largo plazo para la Villa de Tegucigalpa. En corto plazo, se subordina la jurisdicción territorial de la Alcaldía Mayor, incluida la villa de Tegucigalpa, a la Intendencia de Comayagua. A mediano y largo plazo, esta decisión trunca las aspiraciones en convertirse en ciudad y peor aún, el equilibrio político local es destrozado. La reacción no se hace esperar. Los grupos económicos tegucigalpenses más importantes se aglutinan para recuperar por todos los medios la libertad administrativa de la que han gozado desde que se creara la Alcaldía Mayor dos siglos atrás, reforzada con la ascensión de Tegucigalpa a villa en 1762. Hay que recordar que en Tegucigalpa la explotación de los indígenas (a pesar de las prohibiciones oficiales) y la práctica del fraude en la minería fue una constante tanto entre criollos como entre güirises. La oposición al sistema de Intendencias es una reacción lógica pues a un nuevo orden administrativo que busca terminar con antiguas distorsiones administrativas. Esta oposición es manifiesta desde 1799, cuando el Procurador General71 Francisco Albert pide en nombre de los habitantes que se separe Tegucigalpa del gobierno de Comayagua72. En 1807 la villa de Tegucigalpa comisiona como Procurador General a Santiago Martínez de Rincón, apoderado general del Ayuntamiento y Justicia de la Real Villa de Tegucigalpa, para que peticione el rango de ciudad para Tegucigalpa, rango que pondría fin a la subordinación “ignominiosa” con Comayagua. En su exposición de motivos presentada ante la Corona, es contundente al expresar el malestar de los vecinos de la villa: “… no es menos constante que se la degradó (a la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa) desde la creación de Yntendencias en el año de 1788 por haberse avocado asi la de Comayagua toda su jurisdicción…”. 70 Martínez Castillo. Apuntamientos para una Historia Colonial de Tegucigalpa y su Alcaldía Mayor. Editorial Universitaria, Tegucigalpa. 1982. p.30. 71 El procurador, tenido por representante de todo el vecindario, era el funcionario que representaba la causa de la ciudad ante los tribunales y en la corte real. 72 Martínez Castillo. op.cit. p.31.
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Además de este menoscabo político, se impuso a la villa “con el gravamen de surtir de carnes a la nueva capital (de provincia, Comayagua) y con otros arbitrios honerosos (sic) para aumentar sus propios incompatibles ciertamente con las ventajas de aquella villa y por de contado en perjuicio también de los intereses de Vª. Rª hacienda”. Para llamar la atención de los monarcas, el procurador de Tegucigalpa, Martínez de Rincón, pone especial énfasis en las pérdidas económicas que las nuevas disposiciones implican para la Corona: “Desde esta época (de la Intendencia) sufrieron muy notable decadencia las minas, el comercio, el ramo de ganadería, los quintos y alcabalas, porque faltando el Alcalde Mayor que antes havia (sic) […]faltaba por consiguiente de los mineros con oportunidad y prontitud los auxilios necesarios que aquel les prestaba de yndios trabajadores, sales, plomos y otros artículos indispensables a sus tareas, caminando por esta causa la villa de Tegucigalpa aceleradamente a su ruina.”73
Termina el Procurador su alocución solicitando la restitución interina del Alcalde Mayor y se conceda a la villa el título de ciudad “al modo que se ha concedido a otras villas […] ofreciendo por esta gracia servir a V.M. por via de donativo con dos mil pesos fuertes, poniéndolos en las Rª Caxas de Guatemala…”. Del párrafo anterior destaca que en aquellos tiempos la venta de títulos era una práctica que no solamente comprendía los rangos nobiliarios o puestos en la función pública para las personas, sino también abarcaba la compra de títulos de rango urbano para las comunidades. En este contexto de demanda de restitución de la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa, se suscitan eventos externos que tendrán una repercusión favorable para las expectativas de los vecinos tegucigalpenses. Al darse la ocupación francesa del trono español en 1808 y los movimientos pre-independentistas en México y Sur América, los vecinos y autoridades de Tegucigalpa restablecieron la Alcaldía Mayor en 1812. No hubo oposición a la medida, pues con ello la Corona pensaba ganar la buena voluntad de sus habitantes, en tiempos en que proliferaban las conspiraciones separatistas74. En este proceso se incubaron vínculos entre los habitantes, que se harán evidentes años después ante la opción de independencia de España. La lucha que posiciona a los tegucigalpenses contra las disposiciones de la Corona, los enfrentará con sus más acérrimos opositores: las autoridades de Comayagua. 73 Petición del apoderado del ayuntamiento de la Villa de Tegucigalpa para solicitar el título de ciudad. 1807. AMG. Legajo#14 1100-1107 Fondoc-IHAH. 74 Martínez Castillo, Mario. Ibíd. p. 31.
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Si la Corona no se opuso finalmente a dicho restablecimiento, la Intendencia de Comayagua sí se manifestó en contra de la medida. Ya desde 1815 los informes de los gobernadores intendentes expresan la ruina en que se encuentra la villa en todos los sentidos, notoriamente el financiero (denuncias como el cuantioso desfalco del teniente de Ministro, Manuel Midence). Para el gobernador Antonio de Tornos, esto se debe a varias razones; entre ellas a la desobediencia de la Alcaldía a las providencias emitidas por la Intendencia de Comayagua y a los “continuos pleitos y parcialidades en que se haya sumergida dicha Villa desde la segregación de la Intendencia”75. Nuevamente en 1820, el Gobernador Intendente de Comayagua José Gregorio Tinoco de Contreras, en un informe enviado al rey de España, señala como causa del atraso de la provincia la separación del partido de Tegucigalpa, y solicita la supresión de la restablecida Alcaldía Mayor; “pues no es más que un traspantojo de los mineros de Tegucigalpa, que más debían dedicarse a la agricultura que a la saca de minerales que sólo les produce para pasar el dia.”76 Lo anterior se enmarca dentro de lo que Chaverri77 llama la dualidad administrativa de Honduras y que se origina desde la misma creación de la Alcaldía Mayor. Al coexistir dentro de la misma Provincia una Gobernación (la de Comayagua, 1542), nombrada por el Rey, y la Alcaldía Mayor (Tegucigalpa, 1579) nombrada por la Audiencia de Guatemala, tiene lugar un desajuste en la cadena jerárquica administrativa. Por mucho tiempo, los historiadores de Honduras sostuvieron que la creación de las Intendencias trató de corregir estos traslapes, fallando en el intento. Sin embargo, nuevas propuestas como las de Dym fortalecen la tesis que, lejos de perseguir un cadena de mando unilineal, la Corona intencionalmente creó este caos aparente, del cual se servía para tener la última palabra en las disputas suscitadas. Efectivamente, las reformas borbónicas implementadas de 1759 a 1808 definen las nuevas relaciones de la ciudad borbona con el estado imperial. Las reformas del rey Carlos III intentaron expandir las oficinas municipales al mismo tiempo que consolidaban los territorios provinciales y extendían la 75 En Martínez Castillo, Mario. Ibíd. Informe del Gobernador Intendente de Comayagua Antonio de Tornos. Archivo General de Indias, Audiencia de Guatemala Legajo 973. 76 En Martínez Castillo, Mario. Ibíd. Carta del Gobernador Intendente José Gregorio Tinoco de Contreras al Rey informando sobre su Provincia. Archivo General de Indias, Audiencia de Guatemala, Legajo 531. 77 Chaverri, María de los Ángeles. Op.cit. p.214.
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burocracia fiscal. Como resultado, el poder quedaba dividido entre los gobernadores designados por el rey y las autoridades locales, pero también extendió a varias capitales provinciales de su concentración original en una sola capital colonial. El resultado fue el crecimiento de un regionalismo basado en la ciudad que reforzó las tensiones entre cabildos nuevo y viejo forzados a coexistir dentro de una sola provincia, una reconfiguración de poder que hubiese tenido un impacto determinante en la era independiente. Tal fue el caso de Comayagua, capital de la provincia de Honduras.
d) Fortalezas simbólicas y debilidades políticas en la construcción del puente Mallol En este contexto de reformas administrativas y de disputas entre vecinos de Comayagua y Tegucigalpa, se verifica la construcción más importante para la Villa de Tegucigalpa y el pueblo de indios de Comayagüela: el puente Mallol. La construcción del primer puente sólido entre ambas comunas prefiguró su futura unificación política. Ya existía un sinnúmero de vínculos económicos entre las dos comunidades. Comayagüela es un pueblo de indios que provee los abastos agrícolas a la población minera y blanca de Tegucigalpa, así como de mano de obra doméstica. Comparten los beneficios del comercio, en especial por ser Comayagüela la última etapa en la ruta Tegucigalpa-Bahía de Fonseca. Hasta ese momento, las comunicaciones se realizaban con puentes improvisados y embarcaciones rústicas de pequeño calaje. El puente de piedra fortaleció los flujos de comunicación que favoreció todo tipo de intercambios: económicos, sociales, culturales y migracionales. Su construcción se lleva a cabo primero en las postrimerías de la administración española, de hecho fue nombrado en honra al último Alcalde Mayor, Narciso Mallol (1818-1821). Su realización fue posible gracias a la bonanza económica del llamado medio siglo de oro tegucigalpense (1730-1780), que es cuando se gesta su construcción. Existieron tres intentos previos de llevar a cabo la construcción de este puente de piedra sobre el río Choluteca y facilitar así las comunicaciones
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entre Tegucigalpa y Comayagüela. Se tienen noticias de ello en 1789, promovida ésta por el subdelegado en Comayagua y regidor perpetuo de la villa de Tegucigalpa, Pedro Mártir de Zelaya. Posteriormente se dieron dos intentos más bajo los gobiernos provinciales de Ramón de Anguiano y de Antonio Norberto Serrano, de manera respectiva. Éstos no pudieron llegar a término por diversas razones: la falta de fondos (la Alcaldía Mayor había sido suprimida en 1788, la extracción minera decae, se desatan guerras contra los ingleses en el norte de la provincia, epidemias diezman la población) y también por la ausencia de un arquitecto para diseñar la obra. Estas últimas iniciativas fueron impulsadas fuertemente por el Ayuntamiento de la Villa y el subdelegado de la Real Hacienda, Tranquilino de la Rosa. El terremoto de 1809 que sacudió la zona central de la provincia, hizo tomar reconsideraciones sobre el diseño del puente, lo que trajo la implementación de innovaciones tecnológicas como la no utilización de arquerías tradicionales. Un primer diseño fue elaborado por José María Rojas en 1816 (la Alcaldía Mayor se había restablecido en 1812), mismo que fue hecho rectificar por el Teniente Coronel e Ingeniero Juan Bautista Jáuregui. Una vez aprobado por la Junta Superior de Hacienda, fue enviado al Alcalde Mayor interino Simón Gutiérrez (1815-1817), quien lo remitió al Ayuntamiento. A solicitud de estas autoridades, la Real Audiencia de Guatemala permitió por auto del 3 de enero de 1817 tomar 500 pesos provenientes de los arbitrios, impuestos al ganado, cacao y panela para la construcción, estimada en 1,500 pesos78. Interrumpidas las obras, el Alcalde Mayor Narciso Mallol manda a reanudarlas en 1818, concluyéndose la construcción a principios de 1821. La relevancia de esta obra en el plano constructivo es doble, tanto desde el punto de vista urbano, como del tecnológico. En la época en que fue construido significó la edificación más sólida e imperecedera, un adelanto para los habitantes de la región y continuó siéndolo por mucho tiempo más. Aparte las repercusiones urbanas que provoca el nuevo puente, es importante destacar el peso de la autoridad regional en el contexto local. Recordemos que las funciones del Cabildo (con sus regidores y alcaldes ordinarios) se circunscriben al plano más cotidiano de la ciudad y a la justicia. 78 Durón, Rómulo. Op.cit. 1904. p.25-27.
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La envergadura de una obra pública de mayor escala, implicó entonces la participación determinante de la más alta autoridad de la región. El Alcalde Mayor era la primera autoridad regional, con atribuciones judiciales superiores a las de los alcaldes ordinarios, aunque no intervenía en la justicia ordinaria. Además del peso político del Alcalde Mayor, en la construcción de esta obra queda de manifiesto las limitaciones materiales del gobierno de la villa para sufragarla. El puente Mallol es la obra pública más importante realizada en las postrimerías del período hispánico y símbolo de la modernidad constructiva, que permanecerá por muchos años como la única infraestructura vial entre los dos centros urbanos.
Fig.10 Estampa del puente Mallol, 1854. Imagen tomada de libro “Explorations and Adventures in Honduras” por W. Wells (Edición 1960. New York: Harpers and Brothers Publis-
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4. La consolidación del status político y urbano Con la supresión de la Alcaldía mayor, las aspiraciones de la villa de Tegucigalpa están seriamente comprometidas. Antes, era la población más influyente de su región administrativa, en tanto podía competir de igual a igual con Comayagua. Ahora, la villa está supeditada a la Gobernación, quedando sus márgenes de maniobra atados a las decisiones desde la capital de la provincia. En esta sección damos cuenta de la lucha de Tegucigalpa por recuperar el status perdido, llevado a una verdadera carrera en ascenso por la primacía en la jerarquía urbana de Honduras durante el siglo XIX, pasando de villa a ciudad con el arribo de la Independencia y equiparando finalmente en rango a su rival Comayagua. Posterior a los agitados años políticos de Centroamérica y los estragos de las guerras federales, el camino quedó allanado para el traslado de la capital en 1880, conduciendo al ocaso de una, Comayagua, y al esplendor de la otra, Tegucigalpa. La comprensión del sitio político del gobierno de la ciudad dentro del sistema imperial español al momento de la ruptura con la metrópoli y la evolución posterior de esta unidad política-administrativa (el cabildo), es indispensable para abordar luego el municipio republicano-liberal, heredero directo del municipio español. Esta perspectiva nos llevará a repensar la idea del municipio en el siglo XIX, viéndolo como el renovado compromiso de usar gobiernos municipales no como un salto o extensión del legado colonial medieval (órgano judicial), sino más bien como una adaptación dinámica y creativa de una forma proba de organización política. En esta construcción de la evolución del municipio, el enfoque de Dym79 nos proporciona claves sobre la ciudad centroamericana, fundamentales en la comprensión de la historia de Tegucigalpa y sus modernizaciones políticas locales. El interés en la perspectiva de esta autora reside en que aborda el municipio en sus tres esferas de influencia: como institución local, como parte de una provincia particular y de un sistema político imperial que se vuelve igualmente importante en estados nacio79 Dym, Jordana. Op.cit. p.XXV.
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nales nacientes en el siglo XIX. Dym traza las continuidades y cambios del gobierno municipal como agentes del gobierno estatal (el imperio español), como entidades centrales al sistema político no sólo de élites en las capitales, sino de todos los residentes incorporados en pueblos indígenas y reducciones.
a) Hacia el cabildo liberal Los cabildos en las provincias españolas de América tomaron un nuevo giro luego de la invasión napoleónica de España en 1808. Las cortes de Cádiz (1810-14) establecen la constitución de 1812 y nacen los cabildos constitucionales, reteniendo la ciudad el corazón de la comunidad política. La implementación de la constitución de Cádiz en Centroamérica tendió a la democratización local del cabildo de la ciudad, conducente a aumentar la participación popular en gobierno local y a incrementar la expectativa de oportunidad política de las clases mestizas de la región. En Honduras este fenómeno fue palpable a partir de finales del s. XIX particularmente entre los afrodescendientes, cuando sus líderes políticos alcanzaron altos cargos públicos80. Las reformas de gobierno no significaron solamente fortalecimiento y extensión de las instituciones municipales, sino intentos de forjar gobierno de provincia a través de una nueva institución política: la diputación departamental, que se concibió como una fuente de democratización política. La municipalidad en la independencia evidencia que 40 años (de 1780 a 1820) de fortalecimiento de gobierno local en comunidades de todos tipos y tamaños, complicaron el gobierno de Centroamérica en los siguientes años a la independencia. Desde las declaraciones individuales de independencia hecho por las principales ciudades en 1821 hasta el referéndum para anexarse a México, demuestran que la independencia del Reino de Guatemala de España fue un asunto municipal. Sin embargo, no existió consenso entre todas las poblaciones. La ciudad de Comayagua se mostró en contra de la independencia en tanto la Villa de Tegucigalpa a favor, para pasar a competir posteriormente para encabezar Honduras luego del rompimiento con España, perpetuando una rivalidad que 80 Tal es el caso de Manuel Bonilla, mulato de Olancho y Presidente de la República en dos ocasiones a principios del s. XX. Ver Euraque, Darío. Ensayos sobre mestizaje, raza y Nación. Ediciones Subirana, Choluteca, 1996.
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databa de mucho antes y se exacerbó con la supresión de la Alcaldía Mayor de Tegucigalpa en 1788 y su sujeción a Comayagua. De alguna manera, el motor de la ascensión de la villa fue la rivalidad, véase odio, entre las dos comunas, sentimientos derivados de la envidia y celos muy comunes en una sociedad de castas.Estas situaciones, no exclusivas de Honduras sino también presentes en Costa Rica y Nicaragua, revelan además que existió una intrincada red de relaciones y alianzas entre ciudades principales y pequeños pueblos del interior, a través de la cual operaban las rivalidades. Es importante destacar el papel de las élites en estas rivalidades, como actores directos en la función pública, eclesial y grupos económicos de poder. En el caso particular de la rivalidad entre las élites de Tegucigalpa y Comayagua, llegó al paroxismo con la participación de notables tegucigalpenses en el complot y asesinato del Presidente Santos Guardiola en 186281, en Comayagua, y no amainó hasta que la función de capital del país fue trasladada a Tegucigalpa en 1880. Aunque los estudios de Dym realcen el papel político de las ciudades en Centroamérica, para Konetzke, la autonomía municipal no llegó a convertirse en el primer peldaño o la escuela de un autogobierno de índole política. Sin embargo, al momento de la independencia el cabildo era la única institución que podía pasar por representativa de la población para, conforme al principio de la soberanía popular, hacerse cargo del poder estatal. “El cabildo fue el instrumento –agrega el autor– que utilizó una exigua élite intelectual y social para impulsar el divorcio con la metrópoli”82.
b) El título de ciudad: desafíos, logros y controversias Las ciudades gemelas (como se les llamará más tarde) de Tegucigalpa y Comayagüela se forjan inexorablemente entre sí un destino común. Primero, el rango de Alcaldía Mayor arrebatado en 1788 en virtud de la aplicación de las reformas borbónicas, implicó un retroceso en las capacidades políticas de la villa, lo que indirectamente repercutió sobre el vecino pueblo de indios. Esta situación fue finalmente remediada gracias a la lucha denodada de sus 81 Pérez, Porfirio. Magnicidio en Honduras. Editorial Universitaria Tegucigalpa, 2007. 82 Konetzke, Richard. América Latina III: Historia colonial. Siglo XXI, México, 1967. p.132.
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habitantes para obtener la restauración del mencionado rango en 1812. Esta restitución consolida en los tegucigalpenses el alto concepto que tenían de sí mismos y del peso que Tegucigalpa tiene de hecho, según ellos, en la región y la provincia (recordemos que en 1802 los vecinos de esta comuna presentaron su primera solicitud de ascenso a ciudad a la corona). La consolidación de la villa pasa primero por el plano simbólico para sus habitantes y después ser reconocido por las autoridades independentistas. Efectivamente, Tegucigalpa, a pesar de sus esfuerzos, no llegó a obtener el reconocimiento de sus capacidades simbólicas y reales por parte de la Corona, de la cual se separan de manera pacífica las provincias de la Capitanía General de Guatemala en septiembre de 1821. En cambio, el 11 de diciembre, la Junta Consultiva de Guatemala emite el acuerdo que dice: “...teniendo presente el patriotismo que ha acreeditado el muy noble Ayuntamiento de la Villa de Tegucigalpa, desde la época de nuestra gloriosa independencia [...] y el rango que ocupa en la escala de las poblaciones de aquella provincia, se acordó: Que en lo sucesivo se le dé a la Villa el titulo de ciudad, y a su ayuntamiento el de patriótico”.83
Dos aspectos nos parecen importantes subrayar de la cita anterior. El primero, es la consolidación del status de Tegucigalpa en su región. Ella se constituye en ciudad antes que otras villas de la ex Alcaldía Mayor, como Choluteca y Danlí. Este ascenso jerárquico le valdrá en el futuro para disputar la primacía urbana con la entonces ciudad más importante de Honduras: Comayagua. El segundo aspecto precisamente, alude al contexto político suprarregional. No entraremos aquí en la enmarañada madeja de las circunstancias y causas de la independencia política de Centroamérica. A grandes rasgos, la clase política de Tegucigalpa se alinea con los adversarios del régimen colonial, o mejor dicho, contra el monopolio que las autoridades coloniales y comerciantes (establecidas en Guatemala) ejercen en detrimento de las otras provincias. El caso de la actividad minera, referido anteriormente, ilustra bien este hecho. De ahí que el apoyo de los tegucigalpenses a la causa independentista le valiera la mención de Ayuntamiento patriótico en el acta del título de ciudad que se le confiere. Un año antes de la independencia de España, en 1820, el pueblo de indios de Comayagüela es ascendido a la categoría de Villa de la Concepción de Comayagüela. Este ascenso ya se perfilaba con la construcción del puente 83 Vallejo, Antonio. Primer Anuario Estadístico 1889. Editorial Universitaria Tegucigalpa, 1997. p.17.
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Mallol y la dinámica poblacional y económica de este centro urbano. Se establece su propia municipalidad frente a la Plaza de La Concepción.
Fig. 11 Escuela Nacional de Bellas Artes (1948) Antiguo Cabildo de Comayaguela
c) Fragilidad urbana y declinación final de Comayagua Dos grandes factores inciden en el siglo XIX en la decadencia urbana, por tanto simbólica, de Comayagua. Por un lado, los cataclismos naturales que sacuden la ciudad hasta sus cimientos, destruyendo el patrimonio edificado a los largo de tres siglos. Por otro lado, la función de capital política se volvió un arma de doble filo en una época marcada por las guerras civiles, revueltas e inestabilidad política. En cuanto al primer factor, las poblaciones de la Provincia de Honduras, como el resto de las redes urbanas en Centroamérica, sufrieron cíclicamente los embates de cataclismos naturales: erupciones, terremotos, inundaciones, deslizamientos y sequías abatieron toda la geografía de la región y fueron determinantes en la desaparición o traslado a zonas más seguras de centros urbanos fundados por los españoles. Santiago de los Caballeros de Guatemala, la capital del Reino, llegó a ser trasladada cuatro veces84. 84 Musset, Alain. Mosquitos, piratas y cataclismos: transformaciones de las redes urbanas de América Central siglos XVI-XVIII. En la revista Yaxkin Volumen XIII, Tomos I, II Enero-diciembre Tegucigalpa 1995.
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Comayagua no escapó a estos cataclismos, mismos que contribuyeron a su desgaste urbano y vulneraron su posición política. En 1774 un terremoto afectó seriamente la ciudad, dañando importantes edificios públicos, a saber: la cárcel, el Cuartel de Dragones, el Cabildo, la Catedral (nave central y derecha), la mayoría de casas de dos plantas85, la Caxa Real, los conventos San Francisco y La Merced. En 1809 otro sismo en la ciudad daña de nuevo la Caxa Real, el convento San Francisco y la Catedral (esta última fue abandonada de hecho hasta 1835). Estas catástrofes naturales tuvieron diversos efectos, además de los materiales y políticos. En arquitectura, generaron toda una investigación de sistemas anti-sísmicos que caracterizaron las edificaciones en el aumento del espesor de las paredes, añadido de pilares y columnas, disminución de la altura de los edificios, uso de piedra de cantera en lugar de madera y ladrillo, reforzamiento o supresión de los cimientos. En cuanto al segundo factor, el siglo XIX significó para Comayagua el máximo ascenso y descenso en la jerarquía urbano-política de Honduras. Las últimas obras públicas de la Corona en la ciudad fueron la columna de la Constitución (de 1812) en la plaza La Merced y la Casa Consistorial, ambas construidas en 1820. Consumada la independencia de España en 1821 y de México en 1823, Comayagua consolida su permanencia en la cúspide de la jerarquía urbana del país al ser designada como capital del recién proclamado Estado de Honduras, miembro de la Federación Centroamericana. En esta ciudad se firma la primera Constitución de Honduras, en 1824. Sin embargo, su jerarquía urbana comienza a debilitarse curiosamente, como resultado de su misma condición de capital. A partir de ese momento, Comayagua es escenario de las turbulentas décadas de la post independencia y hasta 1880. En abril de 1827 Comayagua fue sitiada por tropas federalistas dirigidas por Justo Milla, adversario de la administración del presidente hondureño Dionisio de Herrera (1824-1827). El sitio termina el 9 de mayo, fecha en la que Milla entra a la plaza, Herrera es hecho prisionero y enviado a Guatemala y se hace saquear e incendiar la ciudad. En noviembre del mismo año, Morazán derrota a Milla en la batalla de La Trinidad y entra triunfante a Comayagua, evento único en nuestra historia nacional. Igualmente fue insólito el juicio marcial al que es sometido en 1845 el ex presidente hondureño Joaquín Rivera (1833-1836), siendo condenado 85 Este hecho derivó en una ordenanza municipal que prohibió las construcciones de dos pisos en Comayagua, característica observable hoy en día en el centro histórico de la ciudad.
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al patíbulo en Comayagua, bajo la administración del presidente Coronado Chávez. En 1848 Guardiola marchó sobre la capital Comayagua, la cual fue abandonada por el presidente Bustillo y su guarnición, refugiándose en Opoteca. Durante la administración de Céleo Arias (1872-1874) la ciudad fue nuevamente sitiada. De acuerdo con Vallejo, « la guerra que Guatemala y El Salvador trajeran a Honduras en 1873 y que concluyó por sitiar la ciudad, saquear multitud de de casas, después de arruinadas motivó también nueva emigración, que se aumentó en grande escala cuando en 1880 se decretó que la ciudad de Tegucigalpa sería la residencia del Gobierno… »86. En términos demográficos, Comayagua sufrió una verdadera hecatombe poblacional en el lapso de 30 años. En efecto, antes del sitio de 1827, la población urbana se estimaba entre seis y siete mil habitantes87. Para 1854, ésta llega a dos mil. Además de las guerras (que conllevan reclutamientos forzosos, bajas civiles y militares, requisiciones pecuniarias, devastación de campos, etc.), una epidemia fulminante de cólera asiático atacó entre 1837-38 la zona occidental y centro de Honduras, diezmando la población sobre todo en las ciudades de Gracias, Comayagua y Tegucigalpa. De igual forma, la economía de la ciudad se redujo casi en exclusiva a las actividades derivadas de las funciones administrativas que tenían lugar en la capital. La última oportunidad de salvación para Comayagua se esfumó con el malogrado proyecto de ferrocarril interoceánico en los años 1850-1870. La idea de interconectar los océanos Atlántico y Pacífico databa desde la época de su fundación por los españoles, en vista de la privilegiada situación geográfica de Comayagua que la perfilaba como el eje central en el trazo del mencionado proyecto. En la década de 1850, el encargado de negocios estadounidense E.G. Squier dedicó especial atención al valle de Comayagua en razón del interés de llevar a cabo la construcción de un ferrocarril interoceánico entre Puerto Caballos y la Bahía de Fonseca. En su obra, “Notes on Central America” el diplomático toma como referencia de factibilidad para el mencionado proyecto, las observaciones y motivaciones de los españoles al fundar la ciudad de Comayagua:“... a mitad de camino entre los dos océanos… con el propósito de obtener una fácil comunicación entre el Atlántico y el Pacífico con la cual se evitarán 86 Vallejo, Antonio. Op.cit. p.26. 87 Cita de Scherzer [1857] en Markman. Op.cit. 1995.
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tantas enfermedades y pérdidas de vidas humanas y muchas fatigas y privaciones que se padecían en la travesía de Nombre de Dios (Chagres) a Panamá”88 .
Para Squier, “el valle de Comayagua presenta toda la topografía favorable para la vía férrea propuesta”89. Squier describe la capital de Honduras en aquel entonces, como un centro grande y floreciente. Estas descripciones reflejan el móvil de Squier para conseguir inversionistas para el proyecto del ferrocarril a través de la descripción exuberante de lugares exóticos totalmente desconocidos para el público estadounidense. Sin embargo, observa también que es Tegucigalpa la primera ciudad en población del país. El fiasco del proyecto del ferrocarril90 trajo la frustración del proyecto de desarrollo de Comayagua, pues las malas condiciones de las comunicaciones terrestres contribuyeron, entre otros factores, a su declinación inminente. Ante todos estos factores, la inevitable debacle de Comayagua como capital de la república llegó a su punto final con la llegada al poder del presidente tegucigalpense, Marco Aurelio Soto.
d) Tegucigalpa capital de la República: la conquista de un anhelo La agria disputa librada por Tegucigalpa para obtener la restitución de la Alcaldía Mayor obtuvo sus frutos. Primeramente de la Corona (debilitada por la ocupación napoleónica), al restituir la dicha Alcaldía Mayor en 1812. Este triunfo permitió el segundo éxito de las élites mineras y comerciales de Tegucigalpa: alcanzar el título de ciudad en 1821, largamente ambicionado y otorgado en reconocimiento a su postura patriótica a favor de la disolución del vínculo con la madre patria. El cabildo de Guatemala, en su rol de tutor interregno, recompensa a Tegucigalpa como una hermana mayor a la más joven. El status de ciudad, en el contexto del nuevo contexto político independiente, fue la llave para abrir la última puerta en el ascenso político de la nueva ciudad: la capitalidad de la República. 88 Juarrós, historiador Del Reino de Guatemala en Squier, E.G. Notes on Central America. Particulary the status of Honduras and San Salvador 1855 Ams Press Inc. New York, reprinted 1971 p. vi 89 Squier, E.G. op.cit. p.245. 90 El proyecto del ferrocarril interoceánico fue iniciado a través de préstamos que el gobierno de Honduras contrajo con la banca inglesa y francesa. El proyecto apenas se extendió unos kilómetros desde Puerto Cortés hacia el interior, sin ser completado nunca debido principalmente al mal manejo de los fondos.
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Existieron varias tentativas desde los años de 1820 para trasladar la función de capital política del Estado de Honduras a Tegucigalpa (el mismo Rey de España evoca esta opción al elevar el Real de Minas al rango de Villa). Durante el período en que Honduras fue parte de la República Federal de Centro América (1824-1839), el primer Congreso Constituyente del Estado de Honduras instalado en Cedros, en 1824, declaró capital, alternativamente, a las ciudades de Comayagua y Tegucigalpa. Es muy probable que esta declaración intentara poner fin a las rivalidades entre las élites locales de las dos ciudades y que hemos abordado anteriormente en este estudio. Ya extinguida la quimera unionista centroamericana, Tegucigalpa es nuevamente declarada capital de Honduras en 1849, durante la administración de Juan Lindo (1847-1852). Este nombramiento no tuvo efecto en la práctica. TEGUCIGALPA NOMBRADA CAPITAL DEL ESTADO 184991 El poder legislativo conociendo que es preciso nombrar la capital de estado para dar a las autoridades supremas el establecimiento debido. Que este nombramiento debe hacerse por un decreto (…) Considerando: que a mas de las circunstancias de salubridad y moral pública Tegucigalpa ha de ser en el estado de la población más grande en riqueza, relaciones, número de habitantes y recursos necesarios a las autoridades y a los particulares. Después de largas discusiones y de examinar lo que… convino: ha tenido por bien a decretar: Art. 1º- se nombra por capital del estado de Honduras a Tegucigalpa y por consecuencia residirán en ella las supremas autoridades civiles excepto la sección de la Corte Suprema de Justicia que reside en Comayagua. También se trasladarán a la primer ciudad todas las oficinas dependientes del gobierno supremo. Art.2º- este, mientras lo exijan las circunstancias políticas podrá residir en el punto que más convenga a la seguridad de los pueblos. Art. 3º- el mismo gobierno en cuanto sea posible, proveerá al estado en dicha capital, del edificio que las supremas autoridades ya citadas necesitan para sus respectivos despachos. Dado en Cedros en el salón de sesiones 22 de junio de 1849. Felipe Jáuregui V.P.Carlos Herrera D.S.- Ramón Mejía D.S. Gaceta Oficial. Comayagua. Septiembre 1849.
Del decreto anterior se pueden destacar varias cosas. Son interesantes los razonamientos expuestos para efectuar el traslado, como las “circunstancias 91 Anales del Archivo Nacional de Honduras. Fascículo 2 año I diciembre, 1967. p.78.
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de salubridad y moral pública”. Las primeras pueden hacer alusión a las epidemias desatadas en Comayagua en esos años (epidemia de cólera morbus entre 1837-38). En cuanto a las segundas, es probable que los ataques y pillajes de las guerras federales hayan dejado secuelas de relajación de buenas costumbres entre los habitantes de la capital. En el artículo 1º del decreto, se establece que las autoridades civiles radiquen en Tegucigalpa, excepto la Corte Suprema de Justicia, sin dar explicaciones de ello. Así, aunque se argumenta que Tegucigalpa es la población más grande y rica, el decreto no llegó a cumplirse.Otro decreto de traslado de la capital a Tegucigalpa tuvo lugar siete años después, en 1856, durante la presidencia de José Santos Guardiola (1856-1862). Tampoco se tienen noticias de las razones por las cuales no llegó a concretarse esta disposición. SE DECRETA EL TRASLADO DE GOBIERNO A LA CIUDAD DE TEGUCIGALPA92 Ministerio de Relaciones del Supremo Gobierno del Estado de Honduras. Comayagua julio 19, 1856. El Supremo Poder Ejecutivo del estado se ha servido emitir el decreto que sigue: El presidente del estado de Honduras con presencia de los sucesos ocurridos en la ciudad de León el 12 del mes próximo pasado que demandan la asistencia y cooperación de Honduras en la lucha emprendida entre aquel pueblo y sus opresores, deseoso de remover los obstáculos que se presenten a este respecto y considerando que la ciudad de Tegucigalpa es más adecuada por su inmediación y relaciones DECRETA Art.1º- se traslada el gobierno de esta capital a la ciudad de Tegucigalpa y su salida tendrá lugar del 8 al 15 del mes entrante. Art. 2º- el tiempo de su traslación será el que fuese bastante a llenar los objetos espresados. Art. 3º- en consecuencia el administrador general de correos cada tres días hará salir con propio de esta capital a la referida ciudad de Tegucigalpa la correspondencia que hubiese. Art. 4º- el ministro de relaciones es encargado del cumplimiento de ese decreto. Dado en Comayagua en la casa de gobierno 19 de julio 1856- Santos Guardiola- al señor ministro de relaciones licdo, Francisco Medina. Y lo comunico a U. para su inteligencia u efectos consiguiente, esperando me de aviso de su recibo y que admita mi particular afecto y distinguidas consideraciones. MEDINA TOMADO DE LA GACETA DE HONDURAS Comayagua julio 20 1856.
92 Anales del Archivo Nacional de Honduras. Fascículo 2 año I diciembre, 1967. p.94.
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En este decreto, los argumentos presentados para trasladar la capital no tienen que ver con situaciones inherentes a las dos principales ciudades hondureñas. Esta vez es el conflicto en Nicaragua, producto de la invasión filibustera de William Walker la que provoca la reacción del Ejecutivo en solidaridad con la causa centroamericana. El día anterior a su promulgación, el gobierno de Guardiola había celebrado un Tratado con Guatemala y El Salvador comprometiéndose a enviar fuerzas militares a Nicaragua para expulsar a Walker. De ahí la conveniencia de Tegucigalpa para ser capital según el Ejecutivo, pues estaba más cerca al teatro del conflicto que Comayagua. Esta sola razón no parece haber sido suficiente para concretar una disposición de tan alta envergadura y consecuencias para ambas ciudades. En 1880, el Presidente Marco Aurelio Soto (1876-1883) decreta el traslado de las funciones de capital política de Comayagua a Tegucigalpa. La investidura al status urbano-político más alto del país de esta última, está ligada a circunstancias y factores que se gestaron años atrás en las dos ciudades. Como ya mencionamos anteriormente, Comayagua ha enfrentado las consecuencias de una de las épocas más turbulentas de la historia nacional: guerras federales primero (la Federación Centroamericana existió de 1824 a 1838), civiles después, incendios y sequías diezmaron y empobrecieron a la ciudad, conduciéndola a una inevitable decadencia. Comayagua pierde de forma paulatina sus capacidades políticas y simbólicas, a las que se sumarán posteriormente la pérdida de su hegemonía económica. La pérdida de la capitalidad de Comayagua tuvo dos resultados: primero fue el inicio del fin de la rivalidad entre ambas ciudades que databa desde tiempos coloniales y segundo, desencadenó su estancamiento que se prolongaría varias décadas. Al respecto, la inglesa Mary Lester describe la situación en 1881: “[Comayagua] está construida pintorescamente, pero sus calles silenciosas cubiertas de polvo, su aire de pobreza y la ausencia de una vida agitada y activa, todo anuncia que su gloria es cosa del pasado. Hay [sin embargo] muchos celos de Tegucigalpa, donde el presidente vive ahora”93.
Según el antropólogo Steven Reif 94, la rivalidad entre las ciudades continuó, pero de manera más reducida. Comayagua ya no podía competir y, en consecuencia, el complejo localista tomó mayor importancia. Éste servía como mecanismo de defensa contra el impacto del poder político y econó93 Lester, Mary. Un viaje por Honduras. EDUCA San José, 1971. p.146. 94 Reif, Steven Jay. Comayagua, a city in Central America. Ph. D. thesis. The Ohio State University, 1980.
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mico de la nueva capital. Las dificultades de comunicaciones propiciaron el aislamiento de los pobladores y facilitaron mantener un aura de prominencia nacional. Para nosotros95, aunque este localismo ha disminuido con los años, es característico de los comayagüenses. Ellos identifican hoy el centro de la ciudad como su patrimonio histórico, entendido como el esplendor de un pasado glorioso y lejano. De hecho, la gestión del patrimonio edificado comayagüense96 ha propiciado una especie de cohabitación forzada entre las dos nociones: la preservación del patrimonio (versión oficial del pasado y la tradición) por un lado, y la necesidad de modernizar la ciudad, por el otro. Es importante señalar que la pérdida de valores simbólicos políticos, económicos y poblacionales de Comayagua resultó en una conservación involuntaria de lo que hoy conforma el centro histórico de la ciudad.
Fig. 12 Marco Aurelio Soto, presidente de Honduras 1876,1883.
95 Navarrete, Daniela. Evolución urbana de Comayagua 1537-1975. IHAH, Tegucigalpa 2008. 96 Entendido como el resultado de los vestigios en la arquitectura monumental construida para albergar las funciones propias del status político-urbano más elevadas durante la administración española.
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En contraste con el proceso de franca declinación que emprende Comayagua en el siglo XIX, Tegucigalpa no ha sido teatro de conflictos bélicos. Al contrario, la actividad minera de sus alrededores recibe un nuevo impulso, al crearse la New York & Honduras Rosario Mining Company97 en 1878. Uno de los principales accionistas de esta empresa es el mismo Presidente Marco Aurelio Soto originario de Tegucigalpa. Estas circunstancias sumaron para que se sellara la suerte de las dos ciudades, cuando se decreta el traslado de la capital de Honduras a Tegucigalpa. A continuación, reproducimos el decreto en cuestión: DECRETO NO.11 EN QUE SE DECLARA LA CIUDAD DE TEGUCIGALPA POR AHORA CAPITAL DE LA REPUBLICA 98 MARCO AURELIO SOTO Presidente constitucional de la República de Honduras A sus habitantes sabed, Que la Asamblea Nacional Constituyente ha emitido el decreto no. 11
LA ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE Considerando que la ciudad de Tegucigalpa reúne las condiciones i elementos necesarios de población i riqueza, para la residencia del gobierno i de la corte suprema de justicia i reunión del congreso, que en ella se encuentran el almacén principal de guerra la casa de la moneda i la imprenta nacional. Lo mismo que las oficinas centrales de renta, telegráficas i de correos por tanto, Decreta, Artículo único: se declara la ciudad de Tegucigalpa, por ahora, capital de la república. Dado en el salón de sesiones en Tegucigalpa a 30 de octubre de 1880.- al poder ejecutivo
Este evento decisivo provocó primero el traslado del “aparato estatal” –en aquel entonces incipiente–, posteriormente tendrá lugar la consolidación y la 97 Desde 1878 el presidente Soto, el ministro Gutiérrez y el empresario newyorquino Washington Valentine organizan y capitalizan la New York & Rosario Mining Company, constituyéndola finalmente el 2 de diciembre de 1879. Al año siguiente, la compañía recibió una concesión de 20 años renovables, para explotar las minas del Rosario en San Juancito. Las operaciones de la compañía en estas minas duraron 74 años. 98 Anales del Archivo Nacional de Honduras. Fascículo 3 año II julio, 1968. p.25.
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centralización de las funciones políticas, administrativas, económicas, culturales y educativas del país de finales del siglo XIX. Tegucigalpa se consagra con la primacía urbana frente al resto del territorio hondureño. El decreto se diferencia de los anteriores en varios aspectos. En primer lugar, el emisor de la disposición en 1849 fue la cámara legislativa, en tanto en 1856 es el titular del Ejecutivo. El decreto 11 de 1880 es emitido por la Asamblea Nacional Constituyente, lo que imprime mayor legitimidad y fuerza a una disposición emanada de los representantes del pueblo para la delicada misión de crear una nueva constitución. En segundo lugar, el título del decreto declara a Tegucigalpa capital de la república por ahora, lo que sin duda logró distraer las desconfianzas de parte de los celosos comayagüenses. Y por último, el presidente Soto se encargó desde que asumió la primera magistratura del país, en 1876, en potenciar la infraestructura existente en Tegucigalpa y poner en marcha los modernos servicios necesarios para la nueva función: sedes para los tres poderes del estado, almacén de guerra, casa de la moneda, imprenta, los servicios recién organizados de telecomunicaciones, correos además de la existencia desde 1847 de la Universidad Nacional. Soto supo preparar el terreno pues para el traslado, secundado por la Asamblea y calmando los opositores con la promesa de la transitoriedad. El traslado de la capitalidad constituye un momento mayor en el ascenso urbano de Tegucigalpa y en la vida de sus habitantes. En tanto, también tuvo un fuerte impacto negativo para los habitantes de la ex capital, quienes se opusieron de diferentes maneras al traslado de funciones. ¡Cómo se desmonta una capital? ¿Cómo se monta una nueva? Este fenómeno ha sido estudiado para el caso brasileño por Vidal, cuando se trasladó la capital de Río a Brasilia en 1957. Para Tegucigalpa, la organización de la puesta en escena de la nueva capital política y administrativa se realizará a partir de 1881 y tuvo por epicentro la reconversión de las plazas coloniales en parques republicanos. Se sumaron a los actos veladas culturales, colocación de primeras piedras para edificios públicos, todos estos eventos, desencadenantes de la modernización de la ciudad, los detallaremos más adelante en este estudio. Para los comayagüenses, no quedó más que el recurso desesperado e ingenuo de sabotear la mudanza de las oficinas públicas, robándose las llaves de las puertas o protestando para impedir el traslado de mobiliario
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5. Efectos de la modernidad liberal en la nueva capital Uno de los primeros objetivos de la Reforma liberal fue transformar el régimen de tenencia de la tierra, esencial para implementar los nuevos planes económicos y de desarrollo. Estas transformaciones repercutieron directamente en la forma de construir las ciudades y en las formas de vida de sus habitantes. Tegucigalpa, al igual que otras municipalidades, estaba formada por dos territorios: el urbano (casco urbano) y el rural, correspondiente a la comarca circundante que podía incluir poblaciones dispersas como haciendas, aldeas y caseríos. Ambos territorios formaban el término municipal de una población regida por una autoridad política, el municipio. Los términos municipales tienen su origen en las tierras comunales que pertenecían a los antiguos municipios coloniales. Existían dos tipos de tierra comunal: los propios y los ejidos. Los propios eran terrenos y fincas cuyo cultivo y usufructo producían las rentas para costear los gastos públicos: obras, sueldos, etc. Los ejidos eran campos sin cultivar, lindantes con los solares de la ciudad, destinados al esparcimiento y pastoreo. En el período hispánico, la edificación urbana invadió frecuentemente los ejidos, debido al aumento de la población, por lo que se disponía de nuevas tierras para tal función99. En 1836 la ley Reglamentaria del ramo de Tierras100 disponía la dotación de ejidos “a los pueblos del Estado que denunciaren tierras valdías (sic) para sus ejidos, se le darán gratis dos leguas (estas deben entenderse cuadradas, según lo declaró la Asamblea en catorce de marzo de 1837)”. Además se observa la preocupación del gobierno por establecer un control de la tierra cuando en el artículo 16 se ordena la creación de una clase de agrimensura, a fin de conformar los cuadros de técnicos que realicen mediciones de terrenos de manera científica. En cuanto al paisaje urbano postcolonial, el artículo 16 de la referida ley establece que “en la práctica de medidas de ejidos se procurará
dejar al pueblo en el centro […]en tal caso deberá hacerse que el terreno que se haya de adjudicar sea el más inmediato para facilitar los usos comunes”.
99 Konetzke, R. Ibíd. p. 42. 100 ANH. Colección de Leyes generales de la República de Honduras, de algunas particulares y de su constitución. La Impresora, Trujillo 1870. p. 109.
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En el siglo XIX, y con la implementación de políticas liberales (1824-1838, 1876 en adelante), estas tierras serán afectadas por el Estado, privando con ello al municipio tanto de fuentes de ingresos como de espacios de esparcimiento para sus habitantes. La desamortización101 de bienes eclesiásticos y civiles, esto es, la enajenación y venta de bienes de la Iglesia y de las ciudades, es uno de los fenómenos más sobresalientes del siglo XIX y elemento clave de la revolución liberal que nos sitúa en la Edad Contemporánea.
Fig. 13 Parque Morazán 1928, foto anónima
La primera desamortización de los bienes eclesiásticos tuvo lugar en la metrópoli desde 1805, a iniciativa de los reformistas ilustrados del gobierno de Godoy. La siguiente, en 1808 supuso una “auténtica revolución en la estructura y formas de la propiedad de la tierra”. Comenzó cuando Napoleón mandó a reducir a una tercera parte los conventos. El siguiente año José I Bonaparte legisló acerca de la extinción de las órdenes religiosas. Las Cortes de Cádiz harían igualmente su labor en ese plano, abordando la desamortización 101 Alvar et ál. Diccionario de Historia de España y América. Espasa, Madrid, 2002. p.396-398.
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eclesiástica y civil. A pesar de las medidas involucionistas de Fernando VII, la desamortización se trataba de un proceso ya iniciado por el cual lucharían los sectores liberales. La Ley Reglamentaria del Ramo de Tierras102 de 1836 es uno de los precedentes más remotos de regulación estatal postcolonial. En sus disposiciones finales de hecho esta ley deroga la de «junio del año pasado», es decir la de 1835, misma que no encontramos. Su emisión se da en un momento muy particular en la historia de Honduras. Efectivamente, el proyecto liberal emprendido por Francisco Morazán está ya colapsando a imagen de la caída de la Federación de Centro América. Los legisladores hondureños, en sus consideraciones introductorias enfatizan en «la necesidad que hay de arreglar el ramo de tierra, por los perjuicios que tanto a la agricultura (patrimonio del Estado) como el erario público reciban del desarreglo en que actualmente se halla...».
Tres aspectos resaltamos del análisis a esta temprana legislación: Primero, el Estado emprende una política de atribución de ejidos a los pueblos que lo solicitasen (Art.15: a los pueblos del estado que denunciaren tierras valdías para sus ejidos, se le darán gratis dos leguas (cuadradas)…). Segundo, se dispone de medidas urbanas en cuanto a la ubicación geográfica del pueblo (Art.16: en la práctica de la medida de los ejidos se procurará dejar al pueblo en el centro, a no ser que por estar enagenados los sitios que deberán abrazar la mensura haya necesidad de dejar al pueblo a un extremo o fuera de esta, pero en tal caso deberá hacerse que el terreno que se haya de adjudicar sea el más inmediato para facilitar los usos comunes).
Y tercero, el Estado emprende acciones para volver más científica y exacta la medición de tierras, uno de los principales bienes del Estado (Art.19: el
gobierno hará establecer una clase de agrimensura tan luego como sea fácil conseguir un maestro en esta facultad...a los aprobados les hará librar el despacho de agrimensor).
Como bien indica Pérez Brignoli, la puesta en marcha de todas estas medidas provienen del anhelo de los nuevos Estados en incorporar a estas atrasadas y periféricas regiones a la modernidad y sus adelantos. Una de las premisas del Estado liberal no sólo en Honduras, es la de disponer de los bienes naturales del país para su mercantilización. Siendo que las condiciones del país eran preindustriales, el acceso a las tierras de la iglesia y de los municipios permitiría al Estado hondureño hacerse con bienes que le sirvieran para financiar el proyecto liberal y pagar deudas acarreadas desde la Federación. 102 ANH. Colección de Leyes generales de la República de Honduras, de algunas particulares y de su constitu-ción. La Impresora, Trujillo, 1870. p.104-106.
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La pérdida de los ejidos y propios municipales significó una reducción en las capacidades reales de las municipalidades, imposibilitadas de sostener con sus arbitrios la atención a la salud, la seguridad, las obras públicas y la educación de sus habitantes, como le correspondía hacer. Ello marcará pues su dependencia del gobierno central para financiar obras de envergadura. No encontramos un plano con los ejidos de Tegucigalpa, mostramos este de la ciudad de Danlí (a 92 km al este) para dar una idea del sentido estadístico liberal de la época. Aquí podemos observar que se cumplen las disposiciones establecidas desde 1836; el asentamiento urbano está relativamente en el centro de sus ejidos y en el recuadro inferior se detalla minuciosamente las extensiones de terreno en varas y sus puntos limítrofes.
Fig. 14 Plano de los Ejidos de Danlí 1887 Legajo #3ª 1000-1003 Fondoc-IHAH. Foto: Dennis Portillo.
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a) Restructurando el territorio Durante la administración de Soto se modela paulatinamente una nueva organización territorial del país. Esto corresponde a una visión lógica de ordenamiento y recuento de los recursos disponibles (tierras) para su mejor aprovechamiento. La nueva capital es también la cabecera del departamento homónimo, antigua Alcaldía Mayor de Tegucigalpa. En tiempos independientes, se tienen noticias de que este departamento tiene una superficie de 18,344 km². En 1825 se crean los siguientes departamentos de Olancho al Este, Choluteca al Sur y Yoro al Norte; existiendo ya el de Comayagua al Oeste. En 1869, se recorta a Olancho el Departamento de El Paraíso, y a Comayagua el de La Paz, colindando ambos con Tegucigalpa al Sur-Este y Sur-Oeste respectivamente103. A nivel de organización política local, en 1876 son introducidos cambios en la división y jurisdicción política del territorio hondureño. Sobre esta época, la principal fuente utilizada es el Primer Anuario Estadístico de Honduras (1889), de Antonio Vallejo, Director General de Estadística. Esta obra es el registro oficial de la administración de Soto y contiene, entre otros datos, el nuevo ordenamiento territorial de Honduras correspondiente a esos años. La nueva Ley para Municipalidades y Gobernadores tiene el propósito de encauzar el reordenamiento política del país, lo cual repercutirá en la modernización de estas nuevas regiones a través de la creación de figuras políticas como los gobernadores políticos. Éstos eran 13 en total, uno por cada departamento y nombrados por el Jefe Supremo de la Nación.104 El departamento de Tegucigalpa fue dividido en seis distritos municipales, uno de ellos era el distrito de Tegucigalpa. El distrito municipal de Tegucigalpa resulta de la reunión de dos o más términos municipales (o municipalidades): Tegucigalpa, la Villa de Concepción de Comayagüela y Santa Lucía. El término municipal es el territorio donde se extiende la acción administrativa de la Municipalidad. Como en el período hispánico, se conservan las distinciones y de orden jerárquico entre los términos municipales: ciudad, villa y pueblo. En el Anuario de Vallejo aparece aún la categoría de pueblos de 103 Atlas Geográfico de Honduras, Ediciones Ramsés, Tegucigalpa, 2004. 104 Vallejo, Antonio. Op.cit. p.202.
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indios, que en el departamento de Tegucigalpa conservan Orica, Curarén y Santa Ana. Hay en cada término o municipio un centro urbano principal, que es en el que tiene su asiento permanente la Municipalidad, y además, aldeas, que son pequeños asentamientos rurales. En cuanto a las aldeas, éstas están separadas del centro principal de la población y se rigen por medio de alcaldes auxiliares. Se tienen noticias de que en 1815, el municipio de Tegucigalpa tenía 20 aldeas bajo su jurisdicción, fundados muchos como pueblos de indios durante el período hispánico. En el cuadro no.3 se detalla la distribución y cantidad de pobladores de esas aldeas del municipio de Tegucigalpa antes de la independencia de España, mientras que en el cuadro no.4 se presenta la división política y habitantes por municipio del departamento de Tegucigalpa (más o menos corresponde a la antigua Alcaldía Mayor) en 1889. Aquí Vallejo nos ofrece además un detalle muy interesante: la categoría de los asentamientos urbanos, misma que está marcada por el pasado colonial (todavía se menciona pueblo de indios como una categoría urbana a pesar de los esfuerzos liberales de promover derechos civiles de igualdad). Cuadro no.3 Aldeas y población del municipio de Tegucigalpa 1815*
*Vallejo, Antonio. Primer Anuario Estadístico de Honduras, Tegucigalpa 1889.
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Cuadro no.4 División política del departamento de Tegucigalpa 1889*
*Vallejo, Antonio. Primer Anuario Estadístico de Honduras, Tegucigalpa 1889.
Nótese que en 1815 (Cuadro no.3), Comayagüela no es todavía Villa, por lo que se le considera con el resto de las aldeas. En cambio, el mismo censo establece para la Villa de Tegucigalpa 525 familias en sus barrios, y un total de 2,687 habitantes. En total la población del municipio de Tegucigalpa es de 7,826 habitantes, de los cuales 3,540 podemos considerarlos rurales, si contabilizamos en conjunto los habitantes de Tegucigalpa-Comayagüela, que suman 4,286 habitantes. Colección
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Fig. 15 1899 Pauli, Carlos. Plano topogrรกfico de Tegucigalpa. Instituto Geogrรกfico Nacional de Honduras.
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Los barrios son las secciones en las que se halla dividido el centro urbano, para el mejor servicio público, mediante acuerdo de la Municipalidad. Hay que señalar que estas divisiones son puramente administrativas y con propósitos de gestión. Sin representación política estos ordenamientos no generan capacidades jurídicas situándonos lejos aún de una forma de democracia participativa. Los barrios de Tegucigalpa en la década de 1880 son: el Andeño, Cuesta del Río, Altos del Molino, Los Dolores, El Jazmín, La Moncada, La Joya (Hoya), La Ronda, La Plazuela, La Leona, Las Delicias.
b) La municipalidad liberal Hemos abordado en profundidad el contexto de la municipalidad o cabildo en Honduras, desde su creación hasta el siglo XIX. Estos conocimientos son indispensables para comprender la transición que operará en esta institución en origen de carácter jurídico, a una institución política y fundamental para el gobierno republicano. ¿Cuál es el camino que transita la municipalidad de Tegucigalpa en el período de estudio? Para algunos investigadores105, de 1821 a 1876, el “vacío” de poder (central) que deja el fin de la sujeción a la Corona, permitió a las municipalidades adquirir una importancia considerable. Esta aseveración es válida en cierta medida pues efectivamente la municipalidad fue el ente que aglutinó el paso de la sociedad colonial a la sociedad republicana. Sin embargo, como hemos visto anteriormente en este estudio, desde los tiempos de la Federación Centroamericana (1824-1838) entraron en vigor disposiciones que menoscabaron el poder real de las municipalidades, como la desamortización de bienes de la Iglesia y municipalidades. Podemos decir que después de la independencia, la municipalidad adquirió como institución su carácter político (ya no sólo judicial), pero fue despojada de uno de los sustentos más importantes de su bienestar material: los propios y ejidos (Ver 1.1: Los años dorados (1730-1780): bonanza, status y modernización). En el período de la construcción formal del Estado-Nación, durante la administración de Soto en 1876, se legisla en materia de Municipalidades con el objetivo de que con su acción mejoren la condición de los pueblos. Dicho 105 Paz Aguilar, Ernesto. El Municipio en Honduras, de la autonomía a la servidumbre. Cuadernos Universita--rios No. 40 Tegucigalpa, 1984.
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de otra manera, a través de la nueva legislación municipal, se busca impulsar el desarrollo de los hondureños a través de la modernización social y urbana. Para ello se considera primordial el mejoramiento del ingreso de recursos económicos, por lo que las Tesorerías Municipales son reglamentadas para que estén a cargo de la recaudación, manejo y seguridad de los fondos. Con esto se espera que las municipalidades asuman el mantenimiento de las escuelas, la protección de las empresas agrícolas, la promoción de establecimientos de beneficencia, la policía, la salubridad y ornato de las localidades106. ¿Cómo se desarrolla la organización de la municipalidad liberal? Por mucho tiempo los investigadores de la historia contemporánea de Honduras han atribuido a la administración de Soto la introducción de medidas liberales en materia política y económica. Esto es cierto en parte. El primer proyecto liberal en Honduras se buscó implementar bajo la dirección de Francisco Morazán, en tiempos de la República Federal de Centro América (1824-1838). Al fracasar en sus propósitos se desintegra la Federación en cinco Estados independientes. En rechazo a estos ideales liberales, en Centroamérica y Honduras incluida, se buscó retornar en ciertos aspectos políticos a la situación anterior a la Federación. Estas acciones, de corte involucionista, se conocen en la historia regional como la Reacción Conservadora (1838-1876). El líder de este proceso fue el guatemalteco Rafael Carrera, a quien se señala en la historiografía oficial (escrita por sus detractores y creadores de los mitos fundadores nacionalistas) como el arquetipo de antihéroe. En Honduras, este lugar de “antihéroe” lo ocupa José María Medina, presidente de 1862 a 1872. No es este el espacio para ocuparnos de un análisis detenido alrededor de la figura y gestión de Medina, pero sí es importante destacar que ciertas políticas suyas fueron abiertamente liberales y continuadas por Soto y Rosa (lo cual pone en entredicho los antagonismos entre “conservador” y “liberal” si tomamos en cuenta por otro lado ciertas decisiones del mismo Soto). Así, en 1866 promulga una Ordenanza Gubernativa que legisla en materia de gobernadores departamentales, gobernadores de círculo, consejos municipales y alcaldes107.Podemos considerar esta Ordenanza como la primera ley municipal liberal del país y probablemente se mantuvo vigente 106 Rosa, Ramón. Memoria de Gobernación, Justicia y Negocios Eclesiásticos 1879. En Oro de Honduras, An--tología de Ramón Rosa. Tomo II, Editorial Universitaria, Tegucigalpa, 1993. p. 134. 107 ANH. Colección de Leyes generales de la República de Honduras, de algunas particulares y de su constitu--ción. La Impresora, Trujillo, 1870. p. 38-55.
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hasta 1885, cuando la administración de Ponciano Leiva promulga una ley dedicada enteramente a legislar en materia de municipalidades108. Le sigue la de 1895 bajo la administración de Policarpo Bonilla109, que derogaba a su vez la de mayo 1895110 y que no fue encontrada. En la Gaceta (diario oficial de Honduras) de 1906 y bajo la administración de Manuel Bonilla, se hace mención a una nueva Ley Municipal, pero tampoco fue posible encontrarla. La Ley de Municipalidades y del Régimen Político de 1927111 hace mención de la ley de 1906 en sus disposiciones finales para erogarla. En resumen, en los 42 años que discurren entre 1885 y 1927 se promulgaron cinco leyes municipales: la de 1885, dos en 1895, la de 1906 y la de 1927. ¿A qué se debe esta profusión de leyes? En todo caso evidencian el interés renovado de las autoridades centrales por actualizar y modernizar la legislación concerniente a la administración local y adaptarla a las cambiantes necesidades societales y estatales. Este dinamismo legislativo contrasta con el período posterior, que va de 1927 a 1990 y en el que permaneció vigente la misma ley durante 63 años, tiempo en el que la autonomía municipal era puramente nominal.En cuanto a las atribuciones municipales respecta, hasta finales del s. XIX, se conoce que las responsabilidades de la Municipalidad de Tegucigalpa en materia de prestación de servicio eran112: • El suministro de agua, alcantarillados, calles, puentes, alumbrado y posteriormente energía eléctrica • Educación primaria y secundaria • Asistencia social • Policía urbana (también existía la policía rural, a cargo de las gobernadores departamentales) • Gestión de los cementerios, mercados y mataderos públicos. 108 ANH. Ley para las Municipalidades y Gobernadores de la República. Decreto 46. Ponciano Leiva, Presiden--te de la República. Tipografía Nacional, 1885. 109 ANH. Ley Municipal. La Gaceta no.1, 219. Tegucigalpa, 17 de agosto 1895. 110 ANH. Complemento de las instituciones políticas y jurídicas de los pueblos modernos. Centro editorial de --Góngora, Madrid, 1896. 111 ANH. Ley de Municipalidades y del régimen político. Decreto no.127. Boletín Legislativo no.38. Tegucigal--pa, 18 de mayo 1927. 112 Herrera, Iván. Incidencia del Estado en la Municipalidad de Tegucigalpa. Tesis UNAH 1981.
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Como podemos ver en la lista anterior, existe una extensión de las competencias municipales, particularmente en materia de asuntos sociales tales como: la educación, la gestión de cementerios y la asistencia social. Antes de 1876 estas áreas estaban bajo la tutela de la Iglesia. Estas competencias le fueron quitadas seguido a la Reforma lanzada durante la administración de Soto. Todas estas acciones emprendidas en la Reforma Liberal estaban inspiradas en políticas liberales llevadas a cabo en Guatemala y en México, influenciado a su vez en el liberalismo económico inglés, en las ideas de la Ilustración y en la Revolución francesa. El pensamiento de los actores del liberalismo hondureño también fue signado por pensadores como Bentham y Mills, muy vigentes en aquellos días. La secularización de funciones históricas de la Iglesia, como la educación y la salud, emprendidas desde tiempos de Morazán, fue finalmente consumada por la administración Soto, como parte del binomio Reforma/Modernidad. A pesar de toda esta organización y acciones, la municipalidad de Tegucigalpa no logró salvar por sí sola todas las nuevas responsabilidades que implicaba ser sede de la capital nacional. Según Iván Herrera, la colaboración del gobierno central con la municipalidad se volvió imprescindible pues el presupuesto municipal de Tegucigalpa era insuficiente para cubrir todas las funciones descritas. Esto es verificable en las Memorias de Fomento y Agricultura, y en las de Gobernación, Justicia, Sanidad y Bienestar de 1906 a 1928. En estos reportes oficiales de las respectivas Secretarías de Estado, abunda la información de obras públicas realizadas en Tegucigalpa y Comayagüela, financiadas y ejecutadas por la administración central. Entre estas obras, además de los edificios de la administración pública, están: la construcción de escuelas, mercados, del Teatro Nacional, del suministro de energía eléctrica, de la compra de estatuas para el ornato de plazas públicas y hasta de los nuevos edificios de las Alcaldías municipales de Tegucigalpa (1937) y Comayagüela (1915). Pero la “cohabitación” de poderes central y local trajo también efectos negativos sobre Tegucigalpa, dada su doble condición de ciudad y capital. Efectivamente el paroxismo de la condición de capital de la República tuvo lugar cuando en medio de la guerra civil de 1924 la ciudad fue asediada y bombardeada por facciones contrarias al gobierno del Presidente López Gutiérrez (ver imágenes página siguiente).
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Fig.16 Mercado San Isidro de Comayagüela destruido por guerra de 1924. Foto: Memoria Gráfica de Honduras. Guerras civiles http://fotosantiguashonduras.blogspot.com/
Fig17. Toma de la Casa Presidencial por milicianos insurgentes, 1924.
Foto: Memoria Gráfica de Honduras. Guerras Civiles http://fotosantiguashonduras. blogspot.com/
Lo anterior se enmarca en un período en que el país sucumbe a las tribulaciones políticas internas y se consagra la dependencia económica de las compañías bananeras instaladas en la costa del Caribe. Todos estos factores significaron una disminución considerable en Tegucigalpa del impulso modernizador reformista durante las primeras décadas del siglo XX. Los mayores intereses económicos del país ya no están centrados en la minería, sino en el cultivo del banano, lo que comienza a desplazar la inversión hacia la costa norte. Otro elemento de importancia en este análisis lo constituye la modalidad de participación en la elección de autoridades locales. Su importancia radica en que estos procesos incipientes constituyen los primeros pasos hacia una Colección
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apertura participativa, innovaciones hacia una participación democrática que son fundamentales en la modernidad política. El sistema de gobierno republicano establecido en el s. XIX es uno de las más significativas innovaciones políticas respecto al período hispánico introducidas en la sociedad hondureña. Dicha modernidad política tiene como elemento constitutivo la libertad electoral. En tiempos de Marco Aurelio Soto, se votaba para elegir al Presidente de la República, a los diputados y las autoridades municipales. Para entender estas formas de participación, necesitamos conocer las modalidades de votación, en particular si éstas comprendían el voto directo para elegir a las autoridades locales y si existía el voto universal (entre los electores varones, pues el voto femenino se instaura hasta en 1955). Tenemos noticias de la Ley de Elecciones de 1866113 promulgada en la administración de José María Medina, la cual describe estos mecanismos de la manera siguiente (hemos organizado los artículos según su pertinencia): Sección 2º De las elecciones de autoridades locales Art.30.- los alcaldes de los pueblo convocarán á elecciones á todos los inscritos en las listas electorales, ocho días ántes del señalado en esta ley. Art.31.- reunidos los electores en la sala consistorial, y presididos por su respectiva municipalidad, en cualquier número, nombrará ésta dos escrutadores entre las personas más notables que hubieren concurrido; y procederá á practicar la elección en la forma establecida en el artículo 17. Capítulo 3º De la formación de las listas electorales Art.7.- una junta compuesta de los individuos municipales, del Cura Párroco dende lo hubiere, y de cuatro de los vecinos más notables del lugar nombrados por aquellos, formarán las listas electorales. Capítulo 4º Del modo de practicar las elecciones Sección 1º De las elecciones de autoridades suprema Art.17.- organizado el directorio, formará la lista de los electores que hubiesen concurrido, y llamándose sucesivamente por uno de los escrutadores, 113 ANH. Colección de Leyes generales de la República de Honduras, de algunas particulares y de su consti--tución. La Impresora, Trujillo, 1870. p. 17-23.
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se acercarán á la mesa á dar su voto en voz alta por la persona ó personas que se trate de elegir, cuyos nombres escribirá el Secretario. Capítulo 2º De las cualidades necesarias para ser elector Art.- 4: para ser elector se requiere ser hondureño mayor de veinte años, de conocida honradez y poseer una capital en bienes conocidos que no baje de cien pesos, u oficio que produzca ordinariamente su subsistencia y la de su familia si la tuviese. El texto anterior detalla el mecanismo seguido para elegir autoridades locales, de los cuales nos llaman la atención sobre todo dos artículos. El artículo 17 especifica que el voto se ejerce a viva voz, lo cual es opuesto a la actual práctica del voto secreto. Por otro lado, el artículo 4 define los requisitos para ser elector y podemos verificar que se mantiene la tradición española en definir como electores a aquellos que posean bienes. La diferencia estriba en que en las elecciones a cabildos coloniales eran electores los vecinos o sea los propietarios de un bien inmueble citadino. En cambio en 1866 lo pueden ser los que tengan capital de cualquier naturaleza, siempre y cuando no sea menos de cien pesos. En cuanto a la duración en los cargos municipales, existen recuentos de la profusión de alcaldes en Tegucigalpa en el período de 1876 a 1933, 53 en total, es decir un promedio un año y algunos días de permanencia en el cargo. Aquí también tenemos un caso de continuidad de usos del sistema administrativo español en la elección anual de autoridades edilicias. La Ley de Elecciones de 1866 se refiere al respecto: Capítulo 5º Disposiciones Generales Art. 36.- Las elecciones se practicarán el último domingo de Octubre y estarán abiertas durante tres días, desde las diez de la mañana hasta las tres de la tarde. En el artículo anterior no se ofrecen más explicaciones que el último domingo de octubre, con lo que se concluye la elección es anual. La inexistencia de red de carreteras óptimas, de medios de difusión expeditos y la votación uno por uno, son probablemente la explicación de los tres días otorgados para ejercer el sufragio. Después de ser ascendida a capital de la República, el primer alcalde municipal fue Dionisio Flores, después de él ostentaron el carColección
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go personalidades como futuros presidentes (Miguel R. Dávila 1884, 1885), educadores (Miguel Bonilla) y miembros de familias notables de abolengo colonial (Ugarte, Midence, Lardizábal, Inestroza, Moncada, Fortín, Zelaya, Rivera, Ferrari, Reina, Valladares, Lara).
c) Ocaso del localismo político de Comayagüela La complementariedad de Comayagüela hacia Tegucigalpa es, desde tiempo hispánico, mayoritariamente económica; como asiento de la mano de obra indígena empleada por los vecinos mineros y hacendados. Ahora, esta complementariedad toma otra dimensión: la espacial. La topografía accidentada del margen izquierdo del río Choluteca es una barrera natural a la expansión urbana de la capital, en tanto que la contrastante planicie del margen derecho, ofrece las condiciones topográficas y de proximidad para le realización de obras públicas. A esto se suma el hecho que Comayagüela es el paso obligado entre Tegucigalpa y la carretera que comunica al principal puerto del país a finales del s. XIX, Amapala. Cabe destacar que estas relaciones de complementariedad urbana no son exclusivas del caso hondureño, sino que están presentes en otros casos latinoamericanos. Comayagüela es en efecto objeto de la política modernizante de las administraciones liberales que sucedieron a Marco Aurelio Soto a igual título que Tegucigalpa, como bien lo muestran el número e importancia de las renovaciones urbanas, que veremos ulteriormente en otro estudio114. Muestra de ello fue la concesión de la categoría de ciudad durante la administración de Policarpo Bonilla (1893-1899). Esta elevación en la jerarquía urbana está determinada por la ciudad vecina, la cual necesita aprovechar las condiciones de la villa para instalar más sedes de modernos servicios. De esta manera, a inicios del siglo XX Comayagüela experimentará todos los beneficios de la administración liberal (parques, escuelas, mercados, paseos, monumentos), que la colocan a nivel de la modernidad que irradia la flamante capital de la república. En el plano de la administración local, Tegucigalpa y Comayagüela tenían cabildos separados desde su creación por los españoles. Se tienen noticias de 114 Este es un capítulo que forma parte de una tesis de doctorado en curso.
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los primeros intentos de unión de dichas administraciones desde finales del siglo XIX. En 1890 la municipalidad de Tegucigalpa, para entonces capital nacional desde 1880, con el supuesto acuerdo de los concejales de Comayagüela, peticionó ante el Gobernador Político departamental (algo así como el heredero político de lo que fue Alcalde Mayor) la unificación de ambos cabildos. Las motivaciones expuestas fueron “la similitud de costumbres entre ambos pueblos y por muchas razones de conveniencia pública”115. Se concertaron las bases de la referida unión, con sus respectivos términos municipales (más adelante explicamos este concepto) y bajo el nombre de Tegucigalpa. El Gobernador Político estuvo de acuerdo y autorizó la unión. Sin embargo, las autoridades de la Villa de la Concepción de Comayagüela se negaron a cumplir tal acuerdo por considerarla una imposición del Gobernador Político. Esta “imposición” es una derivación de las nuevas legislaciones liberales puestas en vigor, que conferían a los gobernadores políticos la facultad de crear o suprimir municipios. La oposición de los representantes de la comuna (en aquellos tiempos entiéndase la élite) de Comayagüela fue un claro ejemplo del rechazo local hacia una disposición del gobierno central. En 1898116 el presidente hondureño solicitó al Congreso Nacional se declarara a la ciudad de Comayagüela como parte integrante de la capital del Estado (es decir de Tegucigalpa), sin perjuicio de la independencia administrativa de ambas. Lo anterior para responder a las necesidades de los funcionarios judiciales que residían en Comayagüela y quienes se veían en el caso de desatender las leyes que ordenaban la permanencia de ellos en la capital. Aunque geográficamente formaban un solo centro urbano, Comayagüela no podía considerarse jurídicamente capital. Esto acarreaba una serie de “diferencias” que se reflejaban en lo urbano. La primera anomalía es que no se podía establecer en esta ciudad ninguna oficina general o departamental, consulado, sede diplomática ni construirse edificio para esos fines. Más aún, no podían llevarse a cabo siquiera actos oficiales puesto que la ley designaba únicamente a la capital o las cabeceras departamentales para dichos actos. El Ministerio de Gobernación decretó la integración de Coma115 ANH. Certificación del acuerdo emitido por la gobernación política de este departamento fusionando en --uno solo los municipios de esta ciudad y Villa de Concepción. Octubre de 1890. p.50, Paquete 1890-1. 116 A.N.H. Expediente “Exposición del Poder Ejecutivo en que se incorpore Comayagüela a ésta Capital deján--dole sus funciones independientes como Municipio”. 1898.
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yagüela a la capital salvo en el plano administrativo, manteniendo las dos sus respectivas municipalidades. Así Comayagüela se vuelve parte integrante de la capital, status que le permitió tener más prestigio y beneficiarse de nuevas facilidades y dotaciones urbanas.
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6. El centralismo cariista y la renovación urbana
Bajo la administración de Tiburcio Carías (1932-1948), un sistema de gobierno altamente centralizado evoluciona gradualmente en Honduras. Carías, electo en 1932 por un período de cuatro años, modificó la Constitución para reelegirse y perpetuarse en el poder por 12 años más, sumando 16 en total. Ya convertida su administración en dictadura, en 1938 tuvo lugar la creación del Distrito Central, relevante acontecimiento que unifica bajo una sola unidad política y administrativa las municipalidades de las ciudades de Tegucigalpa y Comayagüela. Este cambio de status, el último desde el establecimiento del Real de Minas se venía gestando en el plano económico y espacial desde años atrás, es el corolario de la evolución política y urbana de Tegucigalpa a lo largo de más de 300 años. Mediante el decreto no. 48 de 1938 se creó la Ley Orgánica del Distrito Central. En esta ley se establece primero la unión de las facultades administrativas y económicas correspondientes a ambas municipalidades. En el segundo artículo se establece la sujeción del Distrito Central al Poder Ejecutivo. Antes, la alcaldía de Tegucigalpa, como cualquier otra, estaba adscrita al Gobernador Departamental creado en legislaciones post-independentistas (por lo menos desde 1866: Ordenanza de gobernadores departamentales, gobernadores de círculo, consejos municipales y alcaldes117). Esta sujeción tiene un doble significado: por un lado pone fin a la independencia política de la alcaldía de Tegucigalpa desde la creación de su cabildo en 1763 respecto a instancias como la Gobernación de Comayagua, exceptuando el período entre 1788 y 1812. Por otro lado, este acto culminante de la cohabitación con las funciones de capital, revela el carácter centralista y concentrador de poder que distinguió la administración de Carías. 117 ANH. Colección de Leyes generales de la República de Honduras, de algunas particulares y de su constitu--ción. La Impresora, Trujillo, 1870. p. 86-103.
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La forma de gobierno de la nueva entidad administrativa es la de Concejo, compuesto por tres vocales y un fiscal. El presidente del Concejo del D.C. tenía un doble carácter: a nivel local, preside el Concejo, a nivel central, es el representante del gobierno nacional ante la comuna. Entre sus atribuciones está la de publicar y ejecutar los acuerdos del Concejo, es decir las ordenanzas municipales. De igual forma aplicaba las penas y multas. Como delegado del gobierno central, el presidente del Concejo era responsable de la publicación y cumplimiento de las leyes gubernativas del Ejecutivo. También de ejercer las funciones que le asignara el Ejecutivo en relación con el orden público, político y económico. El presidente del Concejo ejercía también la función de director local de enseñanza. El artículo 28 establece que podía sustituir al Alcalde. El decreto no.48 marginaliza la figura del Alcalde, trasladando sus funciones judiciales primigenias (aplicación de la ley, penas y multas) al delegado del gobierno, es decir el presidente del Concejo. Además, el presidente contaba con un amplio margen de acciones en todos los campos, siempre y cuando así lo asignase el Poder Ejecutivo. En la práctica, el presidente del Concejo reemplazó totalmente la figura del alcalde (no se tiene registro de que ambas figuras existiesen simultáneamente) aunque al presidente de Concejo se le llama Alcalde. Del período colonial perduran las figuras de los alcaldes auxiliares de barrios, aldeas y caseríos, agentes locales de la autoridad establecida en el centro urbano mayor. En el plano político, la nueva entidad administrativa significó el fin de la autonomía municipal de la capital, al designar el presidente de la República directamente al alcalde y al concejo municipal, cuyos miembros eran supervisados por el Ministerio de Gobernación y Justicia. El primer presidente de Concejos nombrado por Tiburcio Carías, fue Tomás Quiñones. Así llega a su fin la autonomía municipal del cabildo que databa desde su creación en 1763. La duración en el cargo estará estrechamente ligada a la duración en el cargo del presidente de la República. Así, Quiñones fue presidente del Distrito Central durante 11 años (1938-1949) concluyendo su mandato junto con el fin del Cariato. En el plano urbano, Tegucigalpa fue objeto de numerosas obras públicas de gran envergadura que acompañaron el nuevo estatus político. Las nuevas autoridades edilicias son instaladas en un edificio construido para tal propó-
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sito, de estilo historicista, obra del arquitecto italiano Augusto Bressani (autor también de la Casa Presidencial construida a finales de la década de 1910) situado en el mismo terreno que antes ocupaba el Cabildo de Tegucigalpa. El edificio del cabildo de Comayagüela pasó a servir de sede de la Escuela Nacional de Bellas Artes, fundada por el pintor Arturo López Rodezno.
Fig. 18, Palacio del Distrito Central
El nuevo rango de Distrito Central, en el contexto político de la dictadura del general Carías, significa una profusión de obras públicas en la capital, la mayoría financiada con fondos del gobierno central. Esta renovación urbana intensa, que bien podría llamarse una “haussemannización”118 de la ciudad, significó una importante actividad constructiva en todos los aspectos urbanos. Consideramos que los trabajos de expansión de los servicios públicos y mejoramientos de la infraestructura de comunicaciones terrestres y aéreas de la ciudad, fueron los más determinantes en la modernización de la ciudad en la primera mitad del siglo XX. En los 16 años de la administración Carías se 118 Aludiendo las reformas urbanas de París en 1871 dirigidas por el Prefecto del Sena, el barón Haussemann.
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construyeron importantes unidades urbanas, símbolos de modernidad urbana, política e incluso de identidad nacional. Entre ellas: la construcción de un nuevo edificio para el aeropuerto Toncontín, el estadio nacional, el Palacio de Comunicaciones, el parque Naciones Unidas, el puente Carías, edificios escolares, el monumento a la Paz, la Sanidad Pública, renovación de los parques, pavimentación de Tegucigalpa, expansión del servicio de acueductos y alcantarillados en Tegucigalpa y Comayagüela, etc. A la renovación urbana se suma el desarrollo de nuevas industrias y servicios, así como la complejización de la administración pública, generando un crecimiento poblacional en el Distrito Central. Para las autoridades de la época, los factores que permitieron este aumento demográfico fueron: “las condiciones climáticas, la topografía, las dotaciones de agua, la riqueza de suelo, las campañas sanitarias, los movimientos migratorios, las fuentes de trabajo, las vías de comunicación –terrestres y aéreas– y la paz”119.
Con base en las consideraciones anteriores, las autoridades perciben el crecimiento de la capital como el resultado del progreso y desarrollo de la sociedad hondureña. La ciudad es el reflejo de este desarrollo, por tanto todos sus aspectos: geográficos, humanos, económicos e urbanos son positivados.
a) Presupuesto municipal, un vistazo comparativo Para entender la incidencia de la centralización política emprendida por Carías sobre la alcaldía de Tegucigalpa, es indispensable pasar por el soporte de esta sujeción política: la dependencia económica. Para ello haremos uso nuevamente de la comparación diacrónica sobre estos aspectos. La capacidad de maniobra de cualquier alcaldía o entidad pública es medible por los recursos económicos disponibles para su funcionamiento. Para Tegucigalpa, esta capacidad se vio vigorizada a partir del traslado de la capital en 1880. Esto se debe a razones endógenas (dinamismo económico alrededor de la minería, comercio y servicios de la administración pública) y exógenas (elevada inversión y ayuda estatal en el gobierno e infraestructura de la ciudad). Por demás está decir que esto último no estuvo libre de com119 Mejía, Francisco. Pavimentación de la capital: estudios y comentarios. Imprenta Calderón, Tegucigalpa, --1941.
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promiso, resultando a la postre en una causa más bien de dependencia que de fortalecimiento. Con el paso del tiempo y el aumento moderado de la población, toma lugar una complejización de las actividades económicas de la alcaldía, reflejada en los Planes de Arbitrios Municipales y estados de cuentas municipales. En la figura no.19 (transcripción Anexo 1), presentamos el balance de ingresos y egresos de la Municipalidad de Tegucigalpa en el año de 1862. Contenida en una sola hoja y dos columnas, se detallan los 12 ítems que componen los ingresos municipales: rastro, peaje, derechos por importación de mercaderías, de comercio, derecho de piso del cabildo, impuestos a los comercios, boticas, pulperías, a los juegos y diversiones públicas, al aguardiente, multas, patentes para la siembra de caña y donativos. En cuanto a los egresos, esta lista se extiende a gastos de funcionamiento y sueldos del personal, que incluye a la educación, cárceles, policías, alumbrado, reparaciones a infraestructura urbana, personal de la alcaldía, pago de préstamos y sufragación de festejos (visitas obispales en este caso, no figuran fiestas patrias) y procesiones. Fig.19 Estado General de los Egresos e Ingresos de la Alcaldía Municipal de Tegucigalpa para el año 1862. Libro Actas de Tegucigalpa 1858-1863, Archivo Municipal Tegucigalpa. Foto: O. Aquiles Valladares.
En el plan de arbitrios del año de 1900 se han multiplicado las recaudaciones municipales, pasando de 12 ítems en concepto de ingresos en 1862, a 62 en 1900. En cuanto a los egresos, que comprenden pagos de salarios, manColección
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tenimiento de escuelas, cementerios, tren de aseo, parques y obras públicas menores, el crecimiento por renglón pasa de 20 ítems en 1862 a 52 en 1900. La comparación entre las cantidades de dinero que percibió la Municipalidad en esos dos momentos no es fácil de establecer, debido a que en el Plan de Arbitrios de 1900 no se proporciona el monto final de la recaudación, sólo el valor por unidad imponible. En cuanto a las erogaciones, aún cuando se ofrecen las cantidades totales en ambas fuentes, la cifra correspondiente para el año 1900 es menor que la de 1862, lo que permite inferir que las fluctuaciones monetarias ocultan los valores reales120. Con todo y ello, estos documentos detallan los crecientes campos de acción de la Municipalidad y sus responsabilidades. Otro dato de interés es que en ambas fechas se estipula el pago de salarios a todo el personal de la alcaldía (encargados de tren de aseo, policía, guardas de parques, barrenderos, maestros de escuela, etc.) y del concejo municipal se remunera únicamente al secretario y al tesorero. Ni el alcalde ni los regidores o vocales reciben estipendio, siendo sus cargos honoríficos. Estos puestos claves del gobierno local continúan siendo manejados pues por los grupos más acomodados de la sociedad (tanto en 1862 como en 1900 hay miembros de las familias Lardizábal y Rosa, también hay Midence en 1862 y Zelaya en 1900). Con el paso del tiempo, el crecimiento poblacional y de funciones terminará por justificar la contratación de los miembros del concejo municipal. Aunque se complejizan las funciones de la alcaldía en esos años, el gobierno local sólo asume las obras menores de la ciudad (como reparaciones al Cabildo y a las escuelas), en tanto el gobierno central se encarga de los trabajos urbanos más importantes como parques, paseos, alumbrado público, agua potable, pavimentación de calles y puentes. Con base en estas informaciones podemos decir que la intervención del gobierno central en Tegucigalpa, capital por designios de la administración de Marco Aurelio Soto en 1880, se consolida durante la administración del Presidente Carías. De ahora en adelante se sumará a esta comuna la de Comayagüela. El presupuesto del Distrito Central según el decreto 48 de 1938 se desglosa en ingresos y egresos. Los ingresos incluían: los propios: producto de los 120 La moneda oficial de Honduras se estableció en 1928 (el lempira) y antes de esa fecha circulaba el peso y otras -monedas (dólar estadounidense, sol peruano, etc.). El primer banco se creó en 1880 y era privado, por lo que -el Estado no regularizó la emisión de billetes sino hasta 1950, cuando se crea el Banco Central de Honduras (BCH).
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bienes, derechos, capitales y subvenciones que pertenecen al Distrito y los arbitrios: producto de los impuestos y contribuciones. El tesoro del Distrito Central estaba compuesto grosso modo por los siguientes ítems: Bienes raíces (muy probablemente lo que queda de los antiguos propios y ejidos, pero sobre todo las instalaciones físicas de sus dependencias), bienes muebles, impuestos, contribuciones y multas. En tanto, los egresos comprendían los gastos de personal y material administrativo del Distrito Central en los ramos de gobernación, justicia, beneficencia, fomento, educación, pública y sanidad. Aunque por la naturaleza de la fuente no se consigna los montos, es observable la multiplicación de funciones que se organizan ahora en ramos y no en ítems aislados. El ramo de fomento es el que tenía a su cargo las mejoras urbanas de la ciudad, que se mantuvieron en obras menores en tanto el Ministerio de Fomento (Obras Públicas), es el encargado de las grandes obras como la pavimentación de Tegucigalpa y Comayagüela en 1938.
b) Nuevos actores extranjeros, viejas dependencias económicas En la construcción del espacio urbano de Tegucigalpa han intervenido, en proporciones diferentes, las acciones tanto del gobierno central de la nación, como de la municipalidad. Desde mediados de la década de l940 comienzan a manifestarse en este proceso nuevos actores extranacionales, cuyas acciones y decisiones en el gobierno de Tegucigalpa tendrán amplias repercusiones en el paisaje urbano de la ciudad. Si bien es cierto las ciudades de Honduras han tenido una clara influencia extranjera; española primero, inglesa y francesa después, estas influencias (en los dos últimos casos) era más que todo conceptual, a nivel de teorías urbanas. Los nuevos actores externos que intervienen en las formas urbanas de la capital a partir de la década de 1940 tendrán un preponderante peso económico, que se sumará al político. Estos nuevos actores lo conforman una variedad de agencias de cooperación y de financiamientos estadounidenses, quienes dejarán su impronta a lo largo de cuatro décadas. Para comprender este cambio en las influencias históricas que otros países y culturas han ejercido en nuestro país, es importante indicar algunos anteceColección
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dentes. Desde antes de terminado el período hispánico, el país tenía vínculos comerciales con otras potencias europeas, notablemente con Inglaterra. Estos vínculos, por el carácter monopólico de la política económica colonial, no podía ser legal, lo que estimuló el contrabando con los ingleses por varios siglos. Con la decadencia de España y su retiro final, los ingleses ocuparon en materia comercial el vacío dejado por los españoles, importando materia prima (madera, algodón, añil, caucho, zarzaparrilla) y exportando productos manufacturados, herramientas, armas y suntuarios. Sin embargo, los Estados Unidos, como potencia en ascenso, no veía con buenos ojos las incursiones de su ex metrópoli en territorios americanos, sentimientos inspirados en buena parte en el Destino Manifiesto y materializado en la Doctrina Monroe (resumida en la frase “América para los americanos”). Ello llevó a la firma en 1850 del Tratado Clayton-Burwell entre EUA e Inglaterra, con el fin de retirar las incursiones libres de los ingleses en tierras hondureñas y centroamericanas (los ingleses ejercían un protectorado en La Mosquitia en la costa atlántica de Honduras y Nicaragua). De esta manera, los EUA se afianzan en su zona de influencia inmediata y de mayor interés geopolítico así como para las comunicaciones interoceánicas. La influencia política y económica estadounidense en Honduras comienza a finales del siglo XIX, tras el establecimiento de las compañías mineras estadounidenses asentadas alrededor de Tegucigalpa. El “Big Stick” o paroxismo de injerencia y sujeción completa de la política hondureña a los intereses económicos de EUA, se experimentará con la implantación en la costa atlántica hondureña de las compañías bananeras, cuya defensa de intereses motivó el desembarco de marines en nuestro territorio durante la guerra civil de 1924. Es importante señalar, que el establecimiento de economías de enclave alrededor de la actividad minera primero y bananera después, trajo nuevas formas urbanas y adelantos técnicos de la modernidad por primera vez a Honduras: la energía eléctrica, el agua potable, el ferrocarril, el automóvil y el avión son algunos de los muchos elementos de la modernidad que fueron introducidos por los estadounidenses121. Los nuevos espacios y formas urbanas anglosajonas, a imagen de la economía de enclave, se evidencia en los company towns. Se trataba de islotes urbanos, llamados también zonas 121 Navarrete, Daniela. Diversidad patrimonial en las ciudades de Honduras. IHAH, Tegucigalpa, 2008.
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americanas, era donde vivían los ejecutivos y personal de confianza de las bananeras. Estas verdaderas gated communities son más frecuentes en la costa norte (La Ceiba, Tela, La Lima, El Progreso, San Pedro Sula y Trujillo), aunque en los alrededores de Tegucigalpa se observan algunas casas en el barrio Las Delicias y sobre todo en la aldea San Juancito, sede de la Rosario Mining Company. Más adelante detallaremos estos lugares. Durante la Segunda Guerra Mundial, los regímenes dictatoriales dominaban el paisaje político del istmo centroamericano (Ubico en Guatemala, Hernández en El Salvador, Carías en Honduras, Somoza en Nicaragua). Los Estados Unidos de Roosevelt y su política del Buen Vecino apoyaron a estos gobernantes, en tanto garantizaban la estabilidad para las operaciones de las transnacionales en Centroamérica. A ello se suma al interés de tener de su lado a los vecinos del canal de Panamá, lugar de importancia geopolítica clave para el comercio y para las naves de guerra con ruta hacia el Pacífico. Este apoyo se materializó en crecientes ayudas en el plano económico y social, pero sobre todo en el militar. Este tipo de colaboración demandó a su vez una transformación en los canales habituales para proveer a sus colaboradores hondureños, de manera que se reemplazan a los directores y empresarios bananeros por agentes y oficiales del gobierno. Paulatinamente, los ingresos del Estado hondureño correspondientes a préstamos del gobierno estadounidense, comienzan a ser más importantes que los préstamos de las compañías bananeras, acreedores históricos de Honduras. En la administración del Presidente Eisenhower, los Estados Unidos orienta su política hacia la idea de que la seguridad y bienestar de los Estados Unidos depende del progreso de las naciones que comparten sus ideas. El contexto de la postguerra y de los inicios de la Guerra Fría confirió a la región centroamericana un sitio de primer rango en la geopolítica estadounidense, acentuada como ya dijimos, por la proximidad del canal de Panamá. En este contexto, Honduras es el objeto de una amplia cooperación técnica de los Estados Unidos, que se concretiza en el plano social en Salud, Educación y en una creciente ayuda militar. Esta cooperación trajo a Tegucigalpa la construcción de edificios destinados a hospitales, escuelas y asesoramiento en obras públicas como carreteras, calles y el aeropuerto internacional Toncontín. Este último, marcó un hito de modernidad en los transportes a nivel Colección
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nacional, consolidando la capital su rol de emisora de modernidad ante el resto del país. Además de los Estados Unidos, otros actores externos hacen su irrupción en la escena nacional, derivados de la organización de los Estados en organismos multilaterales que se fijan el propósito de ayudar a países pobres en su desarrollo. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), es una de estas, siendo Honduras uno de sus miembros fundadores en 1945122. La Comisión Económica para América Latina creada en 1948 y dirigida por el economista argentino Raúl Prebisch, es la instancia de la ONU donde se generan propuestas teóricas cuya aplicación busca desarrollar el subcontinente a través de la “Industrialización para la sustitución de importaciones”. Prebisch propone romper el círculo vicioso de la dependencia histórica (resumida en la Teoría de la Dependencia) de productos importados manufacturados a altos precios, a cambio de exportaciones enteramente de materias primas (café, minerales, maderas, bananos…). Los resultados en Centroamérica son parciales, materializándose estas metas más que todo en Guatemala y El Salvador. En Honduras, las sucesivas administraciones de las décadas de 1950 y 1960, en consonancia con las teorías cepalinas, diversifican la economía del país a través de la actividad industrial ligera: procesamiento de alimentos, químicos, confección de ropa; y la agricultura del algodón, café. Además, Honduras se incorpora al Mercado Común Centroamericano en 1959. Todas políticas económicas, sumadas a la huelga de los trabajadores de las compañías bananeras en 1954 y la posterior tecnificación de sus campos, desplazaron a la actividad bananera como principal dinamizador de la economía nacional. Este hecho permite un fortalecimiento relativo de la presencia del Estado en el país (a nivel de infraestructuras, pero ficticio en tanto depende de la ayuda financiera exterior).
122 El Presidente Carías hizo construir un parque en su nombre en 1948, ubicado en el cerro El Picacho, al norte --de Tegucigalpa. Fue diseñado por el arquitecto mexicano Augusto Morales y Sánchez.
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Conclusión La construcción histórica de Tegucigalpa durante el período hispánico, como ente político y urbano, permitió constatar las generalidades y especificidades de un estudio de caso de la ciudad americana. Sirvió como instrumento de conquista en todos los campos de la vida social, expresando y reproduciendo la ideología de la metrópoli en el nuevo contexto americano. En el plano simbólico, el lenguaje privilegiado para vehicular tal mensaje fue a través de obras monumentales y de edificios en arquitectura barroca. Esta monumentalidad buscaba dar una imagen de civilización y dominio, frente a una realidad de masas “primitivas” marginalizadas por los privilegios de las clases dominantes. Uno de los principales atractivos de esta investigación es la particular trayectoria de Tegucigalpa. Efectivamente, esta ciudad no siempre estuvo en la cúspide de las categorías política-urbanas que se asignaba en la intrincada organización colonial. La capital política de la Provincia de Honduras (sujeta a la Capitanía General de Guatemala) y de la después Républica independiente (la independencia de España se lleva a cabo en 1821), era Comayagua, ciudad situada a 80 km al noroeste de Tegucigalpa. Comayagua es un poblamiento hispánico que surge a raíz de su fundación en el valle hómonimo en 1537, muy diferente a Tegucigalpa, donde primero surgió en las montañas el campamento minero (cerca de 1560) y posteriormente se oficializa su asentamiento en 1578. Esta diferencia es fundamental –además de la topografía– en la construcción del paisaje urbano de ambos centros. Comayagua fue dotada desde sus inicios del más alto estatus político-urbano: el título de ciudad y todo lo que venía con ello; la aplicación de una planificación urbana estandarizada, su diseño siguiendo el plano renacentista, la edificación de las sedes de las autoridades políticas y eclesiásticas (cabildo, Catedral, cuartel de dragones), modernos equipamientos urbanos (iglesias, acueductos, hospitales, plazas), vehículos todos de la ideología y política imperante. El Real de Minas, en cambio, detenta un estatus político básico, el mínimo necesario para llevar a cabo el control de la actividad minera. Esta actividad será clave en el ascenso al siguiente estatus político-urbano: el otorgamiento Colección
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del título de villa en 1763. En pleno medio siglo de oro, la población se moderniza y así sus equipamientos: se construye la catedral, se erige el cabildo y en el ocaso de la colonia se construye el puente Mallol sobre el río Choluteca. La lucha política con Comayagua se convierte en una rivalidad que trascenderá la colonia misma, derrotando Tegucigalpa a su rival en 1880 al arrebatarle la capitalidad de la República. El último cambio político sobrevino en 1938, cuando se unifican los cabildos de Tegucigalpa y Comayagüela bajo la figura del Distrito Central. Ambos momentos fueron reforzados con las obras públicas aún evidentes y en uso en la capital, denotando la voluntad de los reformadores a la vez que la estrecha capacidad de maniobra de los gobiernos municipales, entendidos como los delegados de la voz popular. Precisamente y desde tiempos coloniales, la autoridad política a cargo de una ciudad, el cabildo, fue instaurada en Tegucigalpa siguiendo el modelo del sistema administrativo español. En éste, los gobiernos municipales ejercían funciones que regulaban todos los ámbitos de la vida de sus habitantes: impartición de justicia, ordenamiento urbano, policía, recaudación fiscal, esparcimiento. Después de la independencia de España, esta unidad administrativa cambia paulatinamente, pasando por períodos de sujeción a la política central. Pero es el período de la Reforma Liberal el que afectará al gobierno municipal en su principal nervio: el económico. La pérdida de los ingresos en concepto de propios y ejidos, afectará las capacidades locales en la provisión de servicios públicos. Desde 1880 el manejo de la ciudad recaerá cada vez más en el gobierno central, llegando a su paroxismo en 1938 cuando una vez creado el Distrito Central, el presidente Tiburcio Carías se abroga la potestad de nombrar directamente al Presidente del Consejo del mismo.
Ingresos
Pesos
Egresos
Pesos
Existencia del año anterior en cobre y otros valores pesos Producto de los rastros: dros. De 823 cabezas de ganado vacuno Del derecho de peaje pr. 977 acémilas con efectos Do. De mercadear 940 14 cargas mercancías Do. del piso del cabildo Do. De tiendas, boticas y pulperías De donativos hechos por el comercio De arbitrios municipales Do. De aguardiente del país: 21 cargas De juegos y diversiones públicas De multas y armas prohibidas De patentes para la siembra de caña 5 dhos.
2,530
1,280 2
Suma
P° 84,876 6
Préstamos de varios comerciantes, para comprar granos y beneficiar al público
59,605
Gastos de escritorio y papel para actas En el alumbrado público Extraordinarios Sueldo del alcaide de estas cárceles Del maestro de escuela primaria Alguaciles municipales Secretario municipal Del coicetor de propios Del policía del cabildo Manutención y alumbrado de los reos de estas cárceles Pago a la Academia literaria por derechos de rastros Gastos en reparos hechos al puente A la casa consistorial En la escuela pública En la recepción de su Ilma. El Sr. Obispo (QDG) En la id. De S.E. el Sr. VicePresidente (QEPD) En mejorar los rastros públicos En funciones religiosas Suma
P°81,319.2
Yd. Que hizo el regidor tesorero para gastos ordinarios
8,392.2
52,920
Producto de 54 fanegas maíz vendidas al pueblo por la Corporación municipal
83,596
Comprado para favores al pbeo 54 fanegas maíz de Nicaragua su pral. Gastos en comisionado fletes correos & 27226 Pagado a varios prestamistas sus capitales sin intereses
Suma igual
236,490
Suma Existencia en valores En moneda provisional Suma igual
229,462.2 193 6,934 4 236,490
43,049 3,986 11,427 2 6,354 4 6,976 4 4,495 799 159 360 1,360 3,400
2,027 923 6,400 15,760 1,200 0.978 5,500 630 16,380 5,048 5 5,278 2 862 2 256 3,489 3,318 564 3,035
80,146 67,997 2
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