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Alfredo RiVel
La alegría es un estado de ánimo contagioso y, por eso, promueve el éxito. Pero ella debe tener como base la constancia, para que no degenere en una euforia descontrolada. La verdad y la fuerza deben residir en el corazón, mientras que la suavidad debe manifestarse en la relación social. De esta forma se adopta la actitud correcta en relación a Dios y a los hombres, pudiéndose llegar a realizar algo. En ciertas circunstancias, la intimidación sin gentileza puede tener algún resultado, durante un tiempo limitado, pero no para siempre. Cuando, por otro lado, se conquista el corazón de los hombres a través de la amabilidad, éstos son llevados a aceptar toda suerte de dificultades de buena voluntad y, de ser necesario, enfrentarán hasta la muerte misma sin retroceder, tan grande es el poder de la alegría sobre los hombres.