Reloj Monumental Torre Iglesa de Ntra. Sra. de la Palma

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La máquina de las horas. El hombre debió sentir desde temprana época la necesidad de controlar el paso del tiempo diurno. Podemos conjeturar que el hombre tuvo una primera noción del paso del tiempo por el cambio de posición de la sombra producida por el sol, y otra noción más culta después, como consecuencia del conocimiento ya adquirido, de que el tiempo es una entidad física de la que éste no puede sustraerse, y que incluso podría medir. Para la primera etapa le fue suficiente al hombre la idea de que medía el tiempo por el sol. La segunda etapa lleva al ser humano a hacer una verdadera ciencia de la medición del tiempo, sin prescindir de la marcha del sol, ya que ésta era la referencia obligada. Se dividió el día natural en porciones de tiempo que a la larga se convertirían en horas. Pocos se han parado a pensar que las horas, tal como las conocemos hoy, tienen a lo sumo ochocientos años de antigüedad. En el siglo XII ningún reloj señalaba las “cinco y veinte” o las “ocho menos cuarto”; entre otras cosas, porque esos conceptos no significaban nada para los hombres que se aprestaban a marchar a las Cruzadas. Los relojes de Sol, de arena, de aceite, de cuerdas impregnadas en material combustible, de velas y las clepsidras o relojes de agua, fueron usados desde tiempo inmemorial. Pero la revolución en la medida del tiempo viene asociado con la invención del reloj mecánico. Los primeros fueron construidos por herreros a final del siglo XIII. Aunque su precisión era muy escasa, ni siquiera llevaban minutero, cambió radicalmente la percepción

que la gente tenía del tiempo. Ahora aparecía como algo palpable. La imperturbable marcha de aquellos primitivos relojes permitió concebir el tiempo como algo independiente de los ciclos naturales. Los relojes de verga y foliot dieron paso en el siglo XVII al reloj de péndulo. En el mismo siglo se inventó el áncora, mecanismo que da regularidad al movimiento de la rueda de escape. Reloj Monumental Torre Iglesia de Ntra. Sra. de la Palma: Obra de George Gram. de 1741. El reloj se construyó en al año 1771 y se instaló en el año 1804, cuando finalizó la ocnstrucción de la torre. Su precisión es asombrosa y puede permanecer meses sin ningún ajuste. La sonería se compone de cuartos y horas, ésta con repetición a los 70 segundos. La restauración ha consistido en: Resanamiento, reparación, restauración y embellecimiento. Todas sus piezas son originales. Su maravillosa maquinaria consta de casi cuatro mil piezas, 3.972 para ser exactos. Todas ellas han sido tratadas. Las más delicadas (Clavija, noria-escape) han sido limpiadas con ultrasonidos para evitar cualquier daño y así respetar por completo su construcción. Podemos decir que su estado actual es el mismo que mostraba en el siglo XVIII. Trabajos realizados desinteresadamente por el equipo de restauradores bajo la dirección del Relojero Mayor de Algeciras: José Luis Pavón Manso.


El tipo de reloj es mecánico de tres carretes, movimiento, sonerías de cuartos y toques de horas completas. Las medidas con bancada horizontal en hierro fundido son 2.310 de longitud, 710 de anchura y 740 de altura (medidas en milímetros).

El Relojero Mayor, José Luis Pavón Manso.


Escape de clavijas George Graham (1673-1751). Inventado poco antes de 1741, es indicado para relojes de péndulo. Actualmente está constituido por una rueda de clavijas semicilíndricas, dispuestas sobre las dos caras de la rueda pero de forma alternada y por un áncora con los brazos a caballo de la rueda, que terminan con paletas en ángulo, a través de las cuales se deslizan las clavijas.

El sistema de escape es el corazón del reloj. La pieza de hierro en forma de V invertida es el escape de áncora, su movimiento es controlado por el péndulo o “lenteja”. Regula el movimiento de la rueda de escape o noria. Las ruedas restantes dentadas sirven para que una pequeña caída de las pesas produzca un gran movimiento de la rueda de escape.


El péndulo o lenteja. Tiene una longitud de un metro aproximadamente, por lo que cada oscilación dura un segundo. El péndulo en su primera versión constaba de 3 partes: suspensión, varilla y peso. Comenzó teniendo éste una forma esférica; pero enseguida se adoptó la de pera, torneada, con lo que al perder parte de su volumen, hacía menos resistencia al aire.

En el curso de las mejoras introducidas en éste órgano regulador, a lo largo del tiempo - suspensión, calidad de los metales, posibilidad de modificar su longitud, etc.- pronto se llegó a la convicción de que ofrecía la menor resistencia al aire esa nueva forma adoptada de “lenteja” o lente óptica, en forma de disco, delgado al borde y grueso al centro. La lenteja puede ser regulada en su posición por medio de un tornillo, que al subirlo acelera la marcha y al bajarlo la retrasa.


Esferas elaboradas en metacrilato, números de bronce hechos a mano por el maestro Jaime Pérez Ramos, profesor de la Escuela de Artes y Oficios Aplicados. Observación: Si examinamos la esfera del reloj tradicional provisto de números romanos para indicar las horas, observamos en seguida que aquellos situados en la parte inferior de la esfera aparecen invertidos. Para esta curiosa característica hay dos explicaciones: la costumbre podría derivar de los antiguos relojes de sol horizontales, en los que los números estaban dispuestos en secuencia alrededor de un perímetro; o bien podría proceder de las construcciones arcaicas en las que la esfera del reloj “rodaba” y los números de las horas pasaban bajo un índice fijado en la posición correspondiente a las 12 (XII). Naturalmente, cada número se presentaba en el momento de la consulta, derecho bajo el índice tipo. Para indicar la cuarta hora se usaba el número IIII en el lugar del IV, porque en los manuscritos aparecía así. Además los cuatro signos de esto snúmeros tienden a equilibrar los signos que forman el número opuesto, VIII. El número IV se puede encontrar, excepcionalmente, en las esferas de relojes ingleses de Joseph Knibb de Londres, y de algunos otros constructores; una algrafía se correspondía con la particular sonería de horas basadas justamente en los números romanos. El número IV fue también el utilizado en las cuatro esferas colocadas en la torre del Palacio del Parlamento de Westminster, donde se consideró que ocuparía un menor espacio permitiendo así una mejor visión de la aguja minutera. En realidad es más probable que el arquitecto cometiera un error. En algunos relojes italianos que señalan el tiempo con el sistema de las 24 horas, la hora decimonona puede ir indicada con el número romano XVIIII, en lugar del XIX. Esta costumbre representa quizá otro ejemplo de conservación de la forma arcaica. Diseño muy raro en números romanos: I II III IIII V VI VII VIII VIIII X XI XII. Diseño clásico en números romanos: I II III IV V VI VII VIII IX X XI XII.


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(1) Sobre este armazón van alojados los trenes del rodaje, ya que el reloj de sonerías es de cuartos y horas. El peso del reloj es de 2.200 Kgs. aproximadamente. De la primera rueda o rueda imperial, se transmite el movimiento a las tres esferas por medio de ruedas cónicas en las que existe un control de puesta en hora. Se empieza la restauración el día tres de agosto de 1998 y se termina a primeros de diciembre (cien días). Para su correcto funcionamiento y evitar rozamientos entre cojinetes de bronce y ejes de hierro, cambiamos el sistema de

lubricación por aceites sin azufre. Se cambiaron los cables de las pesas por inoxidables ya que sus pesos con considerables: máquina de moviemiento 40 kgs, máquina sonería de cuartos 150 kgs., máquina de sonería horas 125 kgs. (2) El habitáculo del reloj, se ha revestido con duelas de pino rija formando en su entrada el camarote de un yate, con su sala de máquinas en el piso superior, siendo iluminado con elementos acordes al receptáculo que se describe. Terminando con un lacado de barniz marino.


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(3) El Venterol o freno aéreo es un mecanismo de regulación constituido por dos o más láminas o aletas fijadas radialmente a un eje. En muchos relojes de torre los venterotes se sitúan al final del tren de engranajes de la sonería, como volante regulador. Al girar, modera y regula el movimiento por la acción de la resistencia del aire.


PROCESO DE RESTAURACIÓN.

VISTA GENERAL.


Estudio Taller. Relojería Monumental. Resanado, reparación, restauración y embellecimiento. Interior de la Torre. José Luis Pavón, Relojero Mayor. José Martí, Maestro Ajustador.


Campanas de la torre del reloj, Iglesia Ntra. Señora de la Palma. El reloj toca los cuartos en las campanas Mª Auxiliadora y San Pedro y las horas en la dedicada a Ntra. Sra, de La Palma. Historia de las camapanas: San Eduardo, San Pedro, María Auxiliadora y San José, datadas en 1908 y contemporáneas por tanto, de entre otros hechos históricos pasados, de la visita del rey Alfonso XIII (1909) o la instalación en Algeciras del Banco de España (1907). En 1868 se data la que porta el nombre de la patrona de la ciudad, Nuestra Señora de la Palma, siendo además la de mayor tamaño pues pesa 100 arrobas (1.150 kg.) Estando situada en el lugar de privilegio del campanario y al igual que las anteriores contemporánea de hechos tan relevantes, en este caso a nivel nacional, como la revolución denominada “La Gloriosa” (1868) y que significó posteriormente la marcha de España de la reina Isabel II, aquella que según la tradición bordó el pendón de Algeciras de 1778, aparece grabada en su costado la fecha que porta la más pequeña y más antigua de todas las campanas que se ubican en la Iglesia de Nuestra Señora de La Palma, contemporánea, de hechos tan importantes para nuestra ciudad como fue el último asedio a Gibraltar desde 1779 a 1783, ésta campana es Sueca “A bordo del Faderneslandet”. También el patrón de Algeciras, San Bernardo, tiene dedicada una campana, fechada en época reciente 1947 donde se lee: “Fui fundida siendo párroco D. Manuel Reverendo Martínez”, pero no por ello la historia le ha escamoteado el privilegio de presenciar hechos como la dura posguerra vivida en nuestra ciudad.



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