Siguiendo la lógica del crecimiento de la ciudad se desarrollarán las líneas contenedoras de nuestro proyecto. Líneas que se mueven motivadas por anhelo de mirar hacia los puntos o momentos esenciales que se dan en este asombroso enclave. Nosotros reconoceremos tres momentos esenciales: el patio interior (verde), el castillo (piedra) y la puesta de sol (mar). Estas líneas además recogen y guardan la zona central de nuestra parcela, la plaza, protegiéndola de los vientos y favoreciendo una estancia en ella más apacible. Sin olvidarnos del paseo del borde posterior al edificio y de sus vistas al mar, encontramos necesaria la apertura de conexiones entre ambas parte, lo que denominaremos puntos de encuentros. Apreciamos dos puntos de encuentro: en la zona central de la parcela y un sgeundo punto que nos divide el edificio en dos piezas. Los puntos de encuentro favorencen la conexión entre zonas de diversa categoría y cota, las visuales transversales durante todo el recorrido del conjunto y dotándolo de sonas de estancias.
Planta baja
Planta Primera
Planta Segunda
La fachada va revestida con un aplacado de piedra característica del lugar, del tipo piedra palomera. Con ello la integración del volumen en el entorno es aún mayor. Mimetizándose a modo de “muralla” o “baluarte” final de la ciudad. Creándose un límite rotundo pero permeable, ya que gracias a sus puntos de encuentro y a sus grandes ventanales conectarán y pondrán en relación el paseo perimetral, el jardín interior y la actividad del propio edificio (mar-piedra-verde). Aumentando la escala conecta, ciudad-actividad-perímetro marítimo. La planta segunda. Esta pieza dirige su mirada hacia la puesta de sol. Está dedicada en exclusiva a las aulas de danza, y su frente se vuelca hacia el borde marítimo. De este modo, y al estar en la planta superior del edificio, todas las aulas de danza se aseguran unas panorámicas privilegiadas que el lugar nos ofrece. Captando su belleza, creando un clima de armonñia y tranquilidad en ellas.