Balboa Academy's 500 Historias

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HISTORIAS


E D I T O R A S GRISELDA FRANCO YANNIS HARRIS

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CONTENIDO PERSONAJES

E L H E R O E D E L C E N TAV O . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 J UST I C I A A R R A B A L E R A . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6

DEPORTES

R E M A N D O E N E L I TS M O . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8 E L D E P O RT E Q U E P R E VA L E C E . . . . . . . . . . . . . . 1 0

CULTURA

PA R O D I A R I T M I C A . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 2 TEJIENDO EL FUTURO.........................14

PERSONAJES

U N E ST U D I A N T E E N L A C I U DA D D E L A S SOMBRAS..........................................16 L A L L A M A I N M O RTA L . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 8

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PERSONAJES

EL HÉROE DEL CENTAVO POR: JUAN CARLOS CHAIA Al llegar a una nueva ciudad se sorprende uno por las diferencias en cultura y en historia. Así me pasó al llegar de mi querida tierra, México, a la Ciudad de Panamá. Múltiples cosas llamaron mi atención, una de ellas fue su moneda, especialmente la del centavo. La primera vez que la vi quedé impresionado, una llama de la curiosidad se encendió en mí. En la cara del pequeño pedazo de bronce acuñado yacía un indígena, la expresión de su rostro era agresiva, pero mostraba certeza; la cara de un hombre con propósito. Se asemejaba a la expresión de un tigre en busca de su presa, que no se rinde por nada. Sobre la cabeza del hombre que vi en esa moneda se podía leer un nombre: Urracá. Instantáneamente, varias preguntas comenzaron a formularse en mi cerebro. ¿Quién es el indígena que lleva el nombre de Urracá? ¿Qué fue lo que hizo para que lo pusieran en esta moneda? ¿Cuál fue su importancia en la historia de esta maravillosa nación? Decidí comenzar a investigar para aclarar mis dudas.

Después de preguntarle a varios profesores e investigar en páginas de internet y libros, aprendí que Urracá fue un cacique indígena Ngäbe, veragüense del siglo XV que decidió no someterse al reino español. Cuando los españoles llegaron a Panamá, les fue difícil dominar a los pobladores del istmo. Mientras más se difundieron en el país, más pelea tuvieron que soportar. Urracá unió fuerzas con muchos líderes indígenas para defenderse de los ataques españoles. Entre ellos estaban los caciques Ponca y Tabor. De acuerdo con el artículo Resistencia indígena contra los españoles del sitio Panamá historia, él luchó durante nueve años con gran valentía; dispuesto a dar su vida luchando por su país. Esto requiere agallas de hierro, y quedé sorprendido por cuan importante fue y porque nunca decidió darse por vencido. En uno de los libros que leí, Panameños Ilustres por Jorge Conte Porras, me llamó la atención que cada vez que lo encarcelaban, él desaparecía con el viento, sin dejar un trazo. Era sigiloso y sensato en su manera

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de escapar, pues ni siquiera el más inteligente de los españoles pudo averiguar cómo este hombre lograba escabullirse. A pesar de ser silencioso como un gato al ser capturado, se decía que en el momento de batalla Urracá se convertía en un tigre feroz, tal como percibí al ver su rostro en la moneda. Cómo dijo Julio B. Sosa en La India Dormida, “En medio del tumulto, de la ola de gritos estridentes, el indómito Urraca, bañado en sangre, sangre de sus heridas y sangre de la de sus súbditos, recorría las filas dando bríos a las huestes. Por su cabeza pasaban los tiros sin herirle, como si lo cubriera una coraza que lo hiciera invulnerable.”

Cuando se trataba de proteger a su gente, era victoria o morir, rendirse no existía en el vocabulario de Urracá. Es un símbolo de la valentía de los nativos y mantiene una importancia grande en la comunidad de Veraguas. Hoy en día hay lugares y monumentos que usan el nombre de Urracá. El más conocido de ellos es el Parque Urracá en la Ciudad de Panamá, un parque público y conocido que recuerda a la población panameña sobre las peleas de los indígenas contra los conquistadores, algo que trae orgullo al alma de todos. Urracá fue un héroe de guerra y un líder honorable, pero más que todo fue un luchador incansable.

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PERSONAJES

JUSTICIA ARRABALERA POR: EMILIE MENDOZA Cada vez que iba a visitar a mi abuelo, ojeaba los libros en su repisa y me llamaba la atención que algunos eran sobre Carlos Antonio Mendoza. Pensé que eran sobre mi papá, quien tiene el mismo nombre, pero al mirar las portadas supe que no era así. Entonces, ¿Quién sería? Como yo era tan pequeña no entendía nada, ¿Por qué fue una persona importante? Al pasar de los años logré comprenderlo. Mi abuelo me contó que Carlos A. Mendoza, su abuelo, fue uno de los primeros presidentes de Panamá. ¡Cuánto orgullo empecé a sentir cada vez que escuchaba a la gente decir su nombre! Seguí creciendo, al igual que mi curiosidad; aún así, no entendía qué tan importante fue él en la historia de Panamá. Entonces, recordé los libros de mi abuelo, aquellos que solía ojear, y esta vez los leí con detenimiento y así fui aprendiendo más sobre el origen de mi familia.

era el alcalde de Capira, conocido por ser injusto con los indígenas. En 1890, Hoyos atacó a Lorenzo y este, al defenderse, lo mató. ¿Qué constituye la justicia? ¿Quién fue el malo: ¿quien mató para defenderse, o el alcalde corrupto? Todas estas dudas surgieron cuando Victoriano Lorenzo se presentó ante las autoridades tras la muerte del alcalde de Capira. Un joven periodista, político, y abogado desconocido, se propuso responder esas interrogantes y defender al indígena acusado: Carlos A. Mendoza Su tesis para la defensa del “Cholo”, como lo llamaban, fue que la sociedad tenía parte de culpa por la violencia radical hacia los marginados. Como la mayoría de las cosas que decía, era una opinión innovadora, pero impopular. “En vuestras manos, señor magistrado, está reparar en parte el mal. Hacedlo así, y tendréis el aplauso de la gente sensata, y, más que todo, la satisfacción del deber cumplido,” escribió Mendoza.

Los libros primero me contaron sobre un hombre nativo de Coclé, Victoriano Lorenzo uno de los únicos indígenas que podía escribir y leer en esa época. Después conocí que Pedro de Hoyos

Victoriano Lorenzo fue condenado a nueve años en la prisión de Las Bóvedas ubicada la nueva ciudad de

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Panamá en esa época, en San Felipe. Mientras pagaba por sus crímenes, la revolución en Panamá era inminente. Durante la Guerra de los Mil Días, Carlos Mendoza fue nombrado el Secretario de Gobierno del Jefe Civil y Militar del liberalismo. Su popularidad en el mundo político de Panamá creció y en 1903, se le pidió que escriba el borrador para el Acta de Independencia de Panamá. En 1910, Mendoza, hasta entonces Designado (vicepresidente), fue proclamado el tercer presidente de Panamá tras la muerte del Presidente de Obaldia.

Hoy, más de 103 años después de su muerte sus descendientes permanecemos en la misma ciudad, en esta capital del mundo; aquí, donde mi tatarabuelo fue criado, se hizo profesional, y se catapultó su carrera: la ciudad de Panamá. Por mis venas corre su sangre. El es el orgullo de mi familia. Yo, como él, soy una Mendoza.

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DEPORTE

REMANDO EN EL ITSMO POR: MARIA JOSE FERNANDEZ

Meses de entrenamiento me han llevado junto a mi equipo a esta gran última regata: Cayuco Race Ocean to Ocean.

7:30 a.m., estamos en las esclusas de Gatún listas para la segunda manga del evento: 21 millas hasta Gamboa, el recorrido más largo de los tres días. Arreglo todo lo necesario para este tramo, pues es un esfuerzo físico incomparable: agua, geles de energía, gorra… A lo lejos los organizadores de CREBA gritan “¡Reunión de capitanes!”, esto indica que en menos de 20 minutos meteremos los cayucos al agua. A mi alrededor veo integrantes de otros equipos: algunos rezan, otros reciben unas últimas palabras de apoyo, unos pocos están corriendo por la zona, estresados porque les falta algo clave.

7:50 a.m., hora de cargar el cayuco y bajarlo por la rampa. En el fondo, se oyen los gritos de los familiares y amigos presentes, mientras el sonido de las olas que rompían contra la rampa nos daba la bienvenida al lago… “¡Buena Suerte!”

8 a.m., los cayucos de la categoría juvenil están posicionados para salir.

“Diez, nueve…”, los nervios empezaron a correr por mi cuerpo. “Ocho, siete…”, empecé a preguntarme ¿Cómo llegué a esta competencia? ¿Remar del Atlántico al Pacífico? De repente, la cuenta regresiva llegaba a su fin, “tres, dos, uno, ¡GO, GO, GO!”. Tenía que estar concentrada en mi remada, sin embargo, aquello que leí en revistas como Panorama y páginas web como En exclusiva acerca de este bello deporte llegó a mí. Me parecía impresionante que hace menos de 70 años, los Boy Scouts of America fueron a conocer una comunidad indígena del Río Chagres, su interés por su modo de transporte fue lo que encendió una llama que empezó este evento anual. En 1954, hicieron la primera carrera formal con sólo once cayucos. Ahora, frente a mí hay unos 20 cayucos compitiendo en este gran evento, sin contar los que están detrás.

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9 a.m., repentinamente los artículos me llevaron a un viaje al pasado, en el

que observé la evolución del deporte. Sentía la pasión que corría en las venas de los Boy Scouts en su lucha para fomentar el cayuco, pues era igual a la que sentí durante la temporada. Veía que año tras año la competitividad aumentaba. También vi las renovaciones al bote: de ser construido al estilo indígena y pesado, a ser fabricado para romper la inercia fácilmente. Noté cómo los participantes empezaron a diversificarse, ya no sólo lo practicaban gringos o zonians, ahora lo practican panameños, que antes tenían prohibido siquiera acercarse a la zona del canal. Sentía la emoción de esos viejos participantes al escuchar de la implementación de una nueva regata en el año 1986. Y en esta realidad paralela también estuve presente en la adición de tres otras regatas: Amador en el 2001, Veracruz en 2008, Cinta Costera en 2014. Recuerdos encantadores pasaban por mi cabeza mientras pensaba en cada una de esas carreras. Y el placer de competir junto a mis amigas me llenaba de júbilo.

11:30 a.m., mis memorias desvanecieron al percatarme que estábamos a metros de la boya 93, la meta. En el fondo se escuchan sirenas y gritos de personas esperando nuestra llegada. La ansiada boya se hacía cada vez más grande, y los gritos más fuertes. La bandera a cuadros que antes no era visible ahora estaba a nuestro alcance. Se sentía irreal. Al ver la proa del cayuco pasar el punto de llegada mis sentimientos se fusionaron, no sabía si gritar, llorar, reír, no sabía cómo expresar ese orgullo que sentía ante esta gran hazaña de mi equipo. Sentí que era capaz de todo, y no tengo duda que aquellos que remaban conmigo ese día y los que remaron en años previos han compartido este mismo sentimiento.

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DEPORTE

EL DEPORTE QUE PREVALECE POR: KARLA LEE

Desde que tengo memoria los panameños disfrutamos del béisbol con gran intensidad, tenemos maravillosos recuerdos desde las populares “birrias” hasta campeonatos como el que disfruto hoy. Después de meses sin ir a un juego, decidí ir con un grupo de amigos y familiares de Aguadulce a ver la final de la juvenil entre Panamá Este y Coclé. “Bum, bum, bum” hacía mi corazón al subir cada escalón del lugar donde los sueños se cumplen; el lugar donde esa noche cumplirían sus sueños los jugadores de Coclé o Panamá Este; como ser firmados por grandes equipos y jugar en el estadio de los Yankees, Houston Astros o Texas Rangers.

¡Ahí, ahí, ahí está el campeón! Sentía la pasión de los fanáticos; apreciaba la emoción en la mirada de los jugadores por ver el estadio lleno de personas. Pasaban los episodios, la intensidad incrementaba. Coclé ganaba 6 carreras por 0, parte alta del noveno episodio y la tensión invadía el área como una densa nube. Era la última oportunidad de Panamá Este para anotar. Coclé lanzó la pelota, el poderoso batazo de el otro equipo la lanzó por el aire con mucha fuerza, cortando la tensión que invadía el estadio. Todos estaban desesperados, la barra de Este esperaba que su equipo remontara, y la de Coclé ese último out para lograr la victoria. El jugador corría mirando hacia arriba, buscando la pelota que les daría el trofeo. Era el último out después de 55 años sin alzar el trofeo, esa noche se iluminaba con los grandes faros que llenaban de vida la cancha. ¡Coclé alcanzó la anhelada victoria! La emoción de los jugadores y la fanaticada era extrema: unos saltaban, otros hicieron volar sus bebidas, ¡Salimos todos empapados! Las mujeres, cual reinas de

Al llegar a mi asiento, la cantidad de fanáticos que abarrotaron el Rod Carew me impresionó, a mi alrededor la barra de Coclé y a mi lado izquierdo la de Panamá Este. Todos apoyaban a los jugadores con gritos y aplausos ¡Coclé aquí está tu barra!; al otro lado había una mancha azul en las gradas,los fanáticos de Panamá Este cantaban al ritmo de una murga

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carnaval bailaban al son de la murga, cuyas armoniosas notas sobresalían entre el escándalo.

ligas. Lo he experimentado desde pequeña, mi hermano que estuvo en la “bin bin”, mi padre llegó a las grandes ligas. En estas dos categorías he apreciado cómo los panameños disfrutamos este deporte, cómo une a todo el país y cómo se ha convertido en parte de las tradiciones de nuestro Panamá, tanto nacional como internacionalmente.

En esta festividad me puse a pensar en cuánto el béisbol influye en los panameños, cómo ha estado presente en mi vida desde siempre, y me asaltó la duda. ¿Siempre ha sido así? ¿Desde cuándo los panameños viven el béisbol con tanta pasión? Le pregunté a mi padre, que recién se había retirado de las grandes ligas. Me contó que los panameños lo practican desde el siglo XIX, cuando estudiantes que venían de universidades norteamericanas empezaron a jugarlo en nuestro país. También me dijo, que el inicio de la construcción del Canal de Panamá en 1904 introdujo el béisbol a los panameños. Se jugaba dentro de la antigua Zona del Canal por los trabajadores norteamericanos, con la convivencia, los panameños empezaron a practicarlo primordialmente en las áreas terminales del Ferrocarril Transístmico, las ciudades de Panamá y Colón. Con el tiempo, llegó al área bananera de Bocas del Toro, y paulatinamente se extendió por la República entera. Se organizaban juegos entre norteamericanos y panameños, convirtiéndolo en una de las actividades deportivas más importantes en Panamá. Hoy, hay tantos panameños que han llegado a las grandes ligas como: Roberto Kelly, Rod Carew, Mariano Rivera y Carlos Lee, representando a Panamá fuera del país. El béisbol es el deporte que más gloria le ha dado a la República, desde categorías “bin bin” hasta las grandes

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C U LT U R A

PARODIA RÍTMICA

POR: ADRIANA MARTINEZ El 24 de octubre se celebra el día de las Naciones Unidas. En mi colegio, se organiza un desfile en el que cada uno viste la ropa típica de su país: maestros, estudiantes y administrativos se atavian formando una oleada de colores. El contraste cultural que se aprecia durante el desfile refleja la diversidad étnica que compone la sociedad panameña. Con mucho orgullo, me visto de “chulapa”: flor en la cabeza abrazada por un pañuelo blanco, tacones que combinen perfectamente con mi estrecho vestido, cuya larga y voluminosa falda consta de varios volantes que hacen juego con las mangas. Por último, los accesorios: pulseras, pendientes, peineta y collares, todo escandalosamente grande, a juego con el maquillaje llamativo. Esto lo hago todos los años, y cada uno con más entusiasmo que el anterior, pues me honra usar la vestimenta tradicional de mi ciudad natal: Madrid, España.

vestido colorido que parecía un conjunto de pañuelos cosidos a mano. En los pañuelos había toda clase de patrones y colores: flores, pájaros mariposas, corazones, rayas, puntos o colores sólidos. En la cabeza llevaba una enorme corona dorada, con cristales azules y rojos, de donde colgaban lazos multicolor que combinaban perfectamente con los pañuelos de su falda, era tan grande que parecía que iba a volcar a la profesora en cualquier momento. El traje resaltaba entre la muchedumbre, me intrigó tanto, que no me pude resistir y pregunté. Resultó ser el traje de la reina Congo. Lo primero que supe fue que es un baile creado como burla hacia la corona española. ¿Cómo? Inmediatamente me sentí involucrada y con el deber de indagar más. Después de explorar un poco logré revelar el verdadero origen del baile. Durante la conquista española en el siglo XV, los indígenas que habitaban el nuevo continente fueron esclavizados. En 1519 la reina de España declaró su libertad, sustituyéndolos por afri-

El año pasado mientras desfilaba me llamó la atención el traje de la maestra Michelle de Gracia, llevaba un

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canos, según los “amos” ellos toleraban más el trabajo agotador y severo. 29 años después, algunos africanos se rebelaron y decidieron escaparse hacia los bosques, haciéndose conocer como los cimarrones. En su tiempo libre, tocaban sus tambores y bailaban para recordar su tierra, sus raíces, ahora inimaginablemente lejos, así nació el baile Congo. Ellos quisieron imitar la forma de vida de sus “amos” incluyendo sus costumbres, religión y estructura social. Es la reina el personaje con más autoridad en ese baile, eso me contó el señor Luis Valencia, que conoce personalmente la cultura Congo. El Congo tiene pasos distintos: el “tumbao”, movimiento de cintura y caderas, caracterizándolo como el más popular de los bailes negroides del folclor panameño.

Desde pequeña mis familiares me han contado historias sobre aquellos que han gobernado nuestra nación. Para ellos es muy importante que la llama de la historia y la cultura española se mantenga encendida en mí. No solo es saber sobre la historia, sino integrarse, investigar y aprender a base de tu propia curiosidad. Mis padres quieren que aprenda sobre España, su cultura y su gente; también les parece muy importante que sepa sobre la historia de Panamá, ya que es el lugar donde me he criado y al que considero mi hogar. Al final del día, después de 527 años de la conquista, y 500 años de la fundación de la hermosa ciudad donde vivo, descubrí como mi pasado y presente son entrelazados gracias a esta parodia rítmica.

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C U LT U R A

TEJIENDO EL FUTURO POR: LORENS RAMAS Me fui al mercado de artesanías de Corozal. Al entrar, vi todo tipo de artesanías: cestas, esculturas hechas en tagua y madera cocobolo, máscaras, sombreros, cutarras, polleras, tembleques. Una cesta en particular llamó tanto mi atención que me hizo detener en el pequeño puesto donde se encontraba. Su diseño de preciosas guacamayas multicolor, trabajadas con finos detalles me pareció alucinante. Había muchas con diseños de mariposas y otros animales muy coloridos. ¡Eran tantos los diseños y la variedad de patrones! Decidí preguntarle a la vendedora sobre este arte tan peculiar y su origen. Ella es una artesana del grupo Wounaan, se especializa precisamente en fabricar canastas; definitivamente era la persona indicada, su nombre es Alina Itucama. Aprendió este arte a los 7 años y fue su madre quien le enseñó, pues es una tradición Wounaan que ha pasado de generación en generación. Me explicó que así se mantiene viva su cultura basada en la preservación del medio ambiente y la exaltación de la naturaleza; ese es el mensaje que su

arte transmite. Ahora los diseños adquirían mucho más sentido para mí… Entre la diversidad de arte que existe en nuestro país me impresionan mucho las cestas que hacen nuestros originarios de las comarcas Emberá y Wounaan: sus patrones únicos y simétricos; sus vibrantes colores; sus tamaños tan variados; y ese tejido perfectamente elaborado, que hasta puede sostener agua. ¿Cómo lo hacen? Alina es una mujer trabajadora, orgullosa de sus raíces, y era evidente que hablaba con gran propiedad, por eso me atreví a indagar más. Al notar mi curiosidad, sacó una cesta que estaba tejiendo para mostrarme el proceso de su confección, me explicó que usan los recursos naturales que tienen a su alrededor para hacer las cestas. La palma de chunga, que es el material principal, la caña agria para blanquearlo en algunas ocasiones, y el puchán y la jagua entre otros para darles color. Algo sorprendente fue cómo se le da precio a estas cestas. Me aclaró el mito de darles precio según el tiempo que

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toma hacerlas, ya que en realidad se les da precio según la complejidad de sus diseños, la cantidad de colores que se usaron y cuán elaborado está el material. La ciudad de Panamá es la vitrina del arte panameño; en las calles del Casco Antiguo, los centros de artesanías o simplemente mirando bien en nuestras calles se puede ver toda la belleza de nuestro país reflejada en su arte. Después de los 500 años de la fundación de la ciudad de Panamá po-

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demos ver cómo varias culturas han venido y se han juntado para formar parte de una sola. Los Wounaan vienen de mucho tiempo atrás y se han ido incorporando a nuestra sociedad con el paso de los años. Su arte, especialmente sus cestas, refleja lo bello de nuestra flora y fauna, además se ha vuelto un bien comercial que llama la atención no solo de coleccionistas, sino de todo aquel que las ve, así como me sucede a mí.


LUGARES

UN ESTUDIANTE EN LA CIUDAD DE LA SOMBRAS ARMADAS POR: SEBASTIAN SERRANO Caminábamos hacia el museo. Grandes árboles, llenos de hojas, cubrían los andenes mientras estos trazaban el camino que nos guiaba hasta nuestro destino. Sus enormes figuras retrataban una sombra ineludible sobre las casas, que eran levantadas por delgadas columnas con cuestionable utilidad. Cada vez que daba un paso, saltaba a mi vista otra casa, muy parecida. Esto generó miles de choques eléctricos en mi cabeza, podía sentir una voz que me preguntaba todo sobre la arquitectura del lugar. Mi vista parecía rebotar entre espejos: la primera era semejante a la segunda, y la segunda a la tercera, pero… ¿Por qué?

sipando mis dudas; la tormenta en mi cabeza calmaba bajo el sol panameño, al fin veía el lugar con claridad–. Nuestra llegada al Centro de Interpretación ratificó este pensamiento. Era una casa más, nunca me imaginé que podría ser un museo. Cuando entramos me llevé la sorpresa de que todo estaba muy bien conservado. La información sobre la Ciudad del Saber llenaba las paredes e inundaba mi vista. El museo fue una vez la casa de un comandante gringo; lo que hoy es la Ciudad del Saber fue hasta 1999 la base militar de Fort Clayton en años muy oscuros para la soberanía panameña. El fuerte sentimiento patriótico de los panameños fue capaz de transformar el alma del Vino a mi memoria un pensamiento: lugar, pues donde una vez marcharon la Ciudad del Saber fue una base mili- soldados… hoy caminan estudiantes. tar controlada por Estados Unidos por décadas desde los principios del siglo El contraste de colores era evidente; XX –la voz empezó a desaparecer, di- el blanco de las paredes, el rojo de las

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tejas y el verde de las copas de los árboles arropa los grandes campos que renacen en cada temporada de lluvia tras morir bajo el asfixiante sol panameño. Eran Barracas. Los edificios blanquirrojos –colores característicos de los edificios en la Ciudad– en los que los estudiantes se refugian a diario intentando retener partes de lo que dicen libros y profesores; aquellos edificios que parecen aplastados por el sol, de tres o cuatro pisos como máximo; aquellas edificaciones fueron el hogar de cientos de soldados provenientes de aquel país en el que nací: Estados Unidos. ¡Estaba parado en la gran Zona del Canal! Ahora veía esta parte de la ciudad y no podía evitar pensar su historia y en lo que se había convertido.

¿Cómo llegué aquí? Nunca estuvo en mis pensamientos mudarme a Panamá. ¡Panamá! Aquella ciudad que hace 3 años me recibía a mí y a mi familia con los brazos abiertos; ciudad llena de diversidad, donde es muy difícil sentirse aislado; aquella ciudad en la cual no hace falta viajar más de media hora para estar en un rascacielos de más de 40 pisos a disfrutar un ambiente verde, colorido y lleno de paz como es la Ciudad del Saber para observar una estatua de Vasco Nuñez de Balboa mirando hacia el infinito potencial de Panamá: la ciudad de todos, puente del mundo.

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LUGARES

LA LLAMA INMORTAL POR: JUAN TASENDE “Gire a la derecha en la Avenida Ascanio Arosemena, y habrá llegado a su destino”, me indica Waze. Así empieza mi recorrido matutino hacia el Centro de Capacitación Ascanio Arosemena. El día anterior, en la clase de historia, me había enterado de por qué este personaje podía considerarse una persona extraordinaria, un héroe. Así que voy a investigar.

parente, dando una sensación de profundidad a la obra. Tanto me sorprende la entrada que en seguida estoy fuera del auto. Si la entrada es tan cautivadora, tiene que haber un tesoro que justifique esta maravilla. Caminando entre las columnas del lugar vislumbro algo único: una imponente llama de fuego se sacude sin cesar. Intrigado, decido acercarme hacia allá. No es el fuego en sí lo atractivo, sino la ubicación privilegiada en la que se encuentra al final del pasillo, donde hay una plaza circular, rodeada de columnas, en las que hay diferentes inscripciones. El piso de la plaza se encuentra en un nivel inferior, bajando tres escalones. En la parte central hay un pedestal, de forma hexagonal, y sobre él reposa un envase dorado, de donde surge la llama.

El Aeropuerto de Albrook desaparece y un paisaje verde y tranquilo empieza a rodearme. Sigo avanzando. A lo lejos ya puedo percibir el primero de muchos edificios rectangulares con techos rojos, característicos de la antigua Zona del Canal. Mientras más me acerco, más me confundo; solo logro ver dos edificios en diagonal, prácticamente iguales, de los cuales nada me llama la atención. Al final del camino puedo diferenciar las estructuras.

Su presencia me impacta a pesar de que aún no sé su significado. Entiendo que se relaciona con la gesta de enero de 1964, porque por algo había decidido venir al lugar, pero lo que representa específicamente sigue siendo un misterio.

El edificio más cercano tiene una entrada sofisticada, casi presidencial: seis columnas de cada lado levantan un rectángulo con techo rojo, que está conectado, perpendicularmente, a otro más pequeño y con techo trans-

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Sin duda alguna es el sitio más concurrido. Por esa razón decido quedarme un rato más, pues escuchar un respuesta a mi duda no sería improbable. La mañana avanza, y el calor parece querer adelantarla. De pronto, me empiezo a desesperar; a pesar de que hay mucha gente, lo único interesante que he visto en la media hora que llevo en el lugar es a una persona mirar el fuego, llorar e irse. Es entonces cuando me paro y pregunto a la persona más cercana por el significado de la llama.

Me dice pocas pero lapidarias palabras: -La llama que nunca se apaga. Los mártires, su lucha. Sorprendido, miro la llama con admiración. Luego, doy una vuelta panorámica y me acuerdo que este lugar era el mismo que había visto en clase. No lo puedo creer. Con emoción me percato de que estoy parado donde aquellos valientes estudiantes izaron la bandera panameña por primera vez; estaba parado en el epicentro de la soberanía nacional.

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