Programación Verano 2011

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Águilas verano’11



GutiĂŠrrez

Feliz verano en

Ă guilas


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Sumario EDITA: Excmo. Ayuntamiento de Águilas. Concejalía de Cultura, Turismo y Festejos COORDINACIÓN: Oficina de Turismo COLABORADORES: Joaquín D. Romera Franco, Antonio Carvajal Mansergas, Manuel Robles Martínez, Salvador Montalbán, Vicente Sicilia, Ramón Jiménez Madrid, Toñy Sánchez, Juan J. Troyano Matrán, José Asensio Ramírez, Antonio Morata, Juan de Dios Hernández, Fernando Lillo, Ricardo Asensio, José Hernández, Juan Fdez. López, Vicente Frápolli Bayona, Bartolomé Muñoz Marín, Pascualina M. León, Carmen Arcas Ruano, Ana Guerrero, Juan Ruiz Parra, Luis Díaz Martínez, Francisco Montalbán, Luis García Albarracín, Antonio Navarro, Antonia Cano, M. Fdez. Lloret, Manuel Pereira, Consolación Muñoz, Dorita Gómez. FOTOGRAFÍAS: Sebastián Jiménez, Repórter Foto, Juan Hernández, Agustín Marín, Fernando Mula, Fotos Gutiérrez, Juan Ruiz Parra, Teresa Rodríguez. El Ayuntamiento de Águilas no se hace responsable ni se identifica necesariamente con las ideas expresadas en los artículos del libro de festejos. FOTOGRAFÍA DE PORTADA: J. Ramírez

Director en Murcia: Juan Ruiz Parra Gestión Publicitaria: Rocío García Cáceres y Ana Matallanos Muñoz. Tel. 619 656 292 D.L: M-30419-2001 ISSN: 1695-5285

Saluda Pte. Comunidad ............................................................................................... 7 Saluda Alcalde ............................................................................................................ 9 La Virgen de los Dolores, patrona de Águilas ............................................................... 11 Reinas de las Fiestas 2010........................................................................................ 12 La época medievalislámica en Águilas (el Hisn AlAkila) ................................................ 14 De nuestros alcaldes, sus cuitas y curiosidades .......................................................... 17 Evocación del pasado ................................................................................................ 23 Tipología del machote aguileño .................................................................................. 28 Un recuerdo para Reinaldo ........................................................................................ 30 Flora aguileña V: El nombre de las plantas. ................................................................. 33 Águilas en los años 80: Consolidación como destino turístico ...................................... 40 Hubo una vez un barco llamado “María Ramos” .......................................................... 45 ¡Ah, nuestro campo de antaño...! ............................................................................... 49 La época de la gran emigración aguileña: 1900-1970 ................................................ 52 La historia fallida de la central nuclear de Cope .......................................................... 54 El fútbol de mi infancia en Águilas .............................................................................. 56 Eugenio Noel en Águilas ............................................................................................ 59 Comercios en Águilas ................................................................................................ 62 Memoria de un hermanamiento ................................................................................. 65 Mis estudios en Águilas ............................................................................................. 66 Un ilustrado y reformista visita Águilas........................................................................ 68 La Puerta de Lorca en los años 60 ............................................................................. 71 Mi vista favorita ........................................................................................................ 77 Paseo de tarde otoñal ............................................................................................... 80 Sólo para lectores de 80 años, o así ........................................................................... 82 Pinito de Oro............................................................................................................. 86 Recuerdos de mi escuela .......................................................................................... 89 Aguileños en Granada ............................................................................................... 90 Un paseo por la Historia ............................................................................................ 92 El Carnaval, Fiesta de Interés Turístico Nacional .......................................................... 94 Patronato Deportivo Municipal ................................................................................... 97 Casa de la Juventud “Capri” ...................................................................................... 99 PROGRAMACIÓN .................................................................................................... 102 Poesías Terrible ..................................................................................................................... 47 Amanece en el Hornillo.............................................................................................. 51 Besos Mojados ......................................................................................................... 74 Villa de Águilas ......................................................................................................... 75 Paseo de tarde Otoñal ............................................................................................... 80 Caminar y soñar ....................................................................................................... 81 Recuerdos ................................................................................................................ 91 Levántate marinero ................................................................................................. 100

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F. Mula

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Saluda

del Presidente de la Comunidad Autónoma

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a hermosa localidad costera de Águilas no sólo es uno de los principales enclaves turísticos de la Región de Murcia gracias a su climatología y entorno privilegiados, sino que atesora asimismo incontables atractivos para cuantos la visitan, bien sea provenientes del resto de nuestra Comunidad Autónoma o de más allá de nuestros límites regionales. Es, precisamente, durante los meses de verano que Águilas se convierte en un destino prioritario para quienes ansían disfrutar de sus momentos de ocio en un lugar que suma a la belleza natural del paisaje y la cálida hospitalidad de sus gentes una oferta difícil de superar y que incluye múltiples propuestas basadas en el entretenimiento, desde fiestas locales hasta actos culturales, pasando por otras de índole social, deportiva o gastronómica que convierten al municipio en un destino turístico de primer orden por esas fechas. Una auténtica pléyade de actividades enfocadas a un amplio público, en las que predomina por encima de todo la diversión y que, como en años precedentes, se recogen de manera exhaustiva y con todo detalle en el libro ‘Águilas, Verano 2011’, que amplía en esta ocasión su ya importante tirada hasta los 7.000 ejemplares, dada la gran demanda y el mucho interés que siempre genera esta publicación tan querida por todos sus lectores. Una acertada iniciativa cultural, impulsada y difundida por el Ayuntamiento de Águilas, al que felicito nuevamente por esta eficaz herramienta de promoción turística de las muchas excelencias que distinguen a la localidad y que invito a conocer en persona, o a través de las páginas de esta obra, a todos los murcianos y a cuantos visiten nuestra Región a lo largo del período estival. Ramón Luis Valcárcel Siso Presidente de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia

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Juan Ruiz Parra

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Saluda Q

ueridos paisanos y aguileños de adopción.

Es la primera vez que, como alcalde de Águilas, tengo el honor de poder dirigirme a todos vosotros, a través de este tradicional libro de verano. Aunque soy de los que prefieren saludar personalmente, en momentos como este el protocolo institucional manda, por lo que me gustaría aprovechar estas líneas para haceros llegar un afectuoso saludo y mis mejores deseos para estos días de estío. En esta ocasión, me van a permitir que tenga un recuerdo especial para nuestros queridos vecinos de Lorca, una población históricamente vinculada a Águilas, a la que no puedo más que desear una

del Alcalde de Águilas

pronta recuperación, como estoy convencido que así será, y trasmitirles el apoyo y la solidaridad de todo el pueblo de Águilas. Centrándome en el saluda, estoy convencido que cualquier ciudadano, sin excepción, podría detallar un sinfín de cualidades naturales que ofrece este maravilloso lugar en el que tenemos la fortuna de poder residir, ya que Águilas irradia belleza durante los 365 días del año, una luz especial y única que se incrementa con la llegada de los meses de verano, donde nuestra localidad brinda su mejor cara a aguileños y foráneos. Afortunadamente, son ya muchas las personas que conocen y admiran los encantos de esta bella tierra, pero creo que ha llegado el momento de sentar las bases para dar ese necesario salto al exterior, mediante una mayor proyección. Para lograrlo, de-

bemos estar preparados, unificar nuestra oferta y potenciarla. En eso debemos de trabajar, y además tenemos que hacerlo desde la unión y el compromiso conjunto de todos los organismos implicados; sólo así alcanzaremos el éxito. Nuestro esfuerzo debe ir encaminado a que los primeros frutos que recojamos de esa apuesta común sirvan para mitigar las cifras del desempleo. Esa tiene que ser nuestra mayor prioridad es estos momentos. Feliz verano a todos, espero que disfrutéis del amplio abanico de actividades que se han organizado desde el ayuntamiento de Águilas, en colaboración con diferentes colectivos y entidades. Bartolomé Hernández Giménez Alcalde de Águilas

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Reinas de las fiestas

2010

Marta Pérez López Reina 2010

Alicia Rojo Vera Reina Infantil 2010

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Juan Hernández


La Época Medieval - Islámica en

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a primera referencia escrita de Águilas en época medieval procede del geógrafo árabe Al Bakri (1040–1094) que escribe en un itinerario: “Saliendo de Orán, se llega a un fondeadero, Ain al Farruy, del que a tres jornadas de la costa está Akila, el furda* de Lorca”. De este texto se deduce que Águilas es el puerto de Lorca, que en esos momentos, como principado independiente, es una importante ciudad. Esta primera cita data de finales del s. XI, momento en el que los almorávides se imponen como poder fuerte en las tierras de Al-Andalus. Este pueblo enraizado y muy apegado a su lugar de origen, se ve en la necesidad de crear rutas directas de comunicación y comerciales entre el Norte de África y la Península Ibérica. En esta coyuntura, y sobretodo tras la constitución de los segundos Reinos de Taifas, está perfectamente justificada la creación y potenciación de nuevos puertos con buenas condiciones geográficas como en el caso de Águilas. Por otro lado, hemos de tener en cuenta que en estos momentos Lorca es una ciudad importante en el contexto del reino de Tudmir*. Por eso, el hecho de abrir su propio puerto en un lugar cercano para poder comercializar sus productos, supondrá una gran autonomía, con respecto al riesgo que

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ca en Águilas (el hisn al-akila) Juan de Dios Hernández García

A la memoria de mi abuela Juana

podrían originar otras ciudades más lejanas como Cartagena, Vera o Almería. Posteriormente, ya en el siglo XII, Al Idrisi describe en su itinerario una ruta por el litoral murciano: “De la ciudad de Cartagena, en la costa, hasta Suganna (Susana) hay 24 millas. Es Susana (Mazarrón) buen puerto, en cuyas inmediaciones se encuentra una población. De allí al hisn* de Águilas hay 12 millas”. Posteriormente describe este Hisn Aqila o Aqla: “Se trata de una pequeña fortaleza situada sobre el mar, siendo el furda, puerto comercial de Lorca, de la que dista 25 millas”. Por tanto, en el s. XII, ocuparía un lugar predominante de la costa entre Cartagena y Vera. La excavación realizada en la terraza norte del monte del Castillo, ofreció unos niveles arqueológicos con materiales medievales que proceden de la cima del cerro, donde se sucedieron distintas edificaciones defensivas. Estos materiales que se superponen a niveles arqueológicos con estructuras definidas y que comentaremos más adelante, confirman las cronologías que aportan las fuentes históricas aquí referidas. El mayor volumen de materiales recuperados pertenece a la etapa medieval–islámica: cerámicas de cocina con y sin vedrío interno, vajilla de mesa (cuencos, jofainas* y ataifores* vidriados en verde, decorados al manganeso

bajo vedrío melado o amarillento y decorados en cuerda seca* parcial o total), vasijas para almacenamiento, transporte y conservación de alimentos (tinajas con refuerzos y jarras decoradas al manganeso y a la almagra*), pipas, candiles de piquera, etc. En menor proporción se recuperaron fragmentos de jarritas esgrafiadas* y tinajas estampilladas. Estos materiales abarcan un arco cronológico entre el s. XI y la 1ª mitad del s. XIII.

apuntó en su día el añorado José García Antón; éste no llegaría a la categoría de medina*. Sería más bien un pequeño agrupamiento civil urbano, protegido por la fortificación y con una actividad centrada en labores portuarias y comerciales.

Hace unos años, en la excavación realizada en el número 1 de la calle de San Juan, junto a la Plaza de Abastos, aparecieron seis enterramientos pertenecientes a la maqbara* de esta época. Otro grupo de enterramientos de este cementerio se exhumó en el solar de C/ Balar, esquina con C/ Mercado.

Ataifor: Plato hondo mayor que la jofaina.

En recientes excavaciones realizadas en la explanada situada bajo el Castillo, donde se instala el ascensor, han aparecido restos de estructuras de tapial, fechadas sobre el s. XII y que parecen pertenecer a una construcción doméstica, en concreto la esquina de una habitación con un pequeño rebanco. Estos restos son los primeros, desde el punto de vista constructivo, que se conservan en la ladera del cerro. Con todo, pensamos que el asentamiento asociado al hisn no sería de grandes dimensiones, como bien

GLOSARIO. Almagra: Óxido de hierro de color rojizo.

Cuerda seca: Decoración en la que los colores, aparecen puros, planos, yuxtapuestos cuidadosamente, dejando un fino trazo de separación, cuyos perfiles se consiguen mediante una pincelada de materia grasa. La estampación, hecha con esta materia o manganeso, se rellenaba luego con colores esmaltados. Esgrafiado: Técnica decorativa consistente en el uso de un útil punzante que hace saltar la capa superficial de una pieza y deja al descubierto la siguiente. Furda: Puerto islámico. Hisn: Torre defensiva islámica generalmente provista de aljibe. Jofaina: Plato de cierto diámetro y poca profundidad. Maqbara: Cementerio islámico. Medina: Ciudad musulmana. Tudmir (reino de): El Reino o Cora de Tudmir ocupaba las actuales provincias de Murcia, Alicante y parte de Albacete. El topónimo procede del rey visigodo Teodomiro que a la llegada de los musulmanes gobernaba estas tierras con capital en Orihuela. Este rey pactó el 5 de abril del 713 con Abd al-Aziz ibn Musa la entrega de distintas ciudades entre las que estaba Lorca, pagando un impuesto a cambio de que se respetasen las vidas, religión y posesiones de sus habitantes.

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Candil de piquera (siglo XII). Monte del Castillo.

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De nuestros alcaldes, sus cuitas y curiosidades

Vicente Sicilia Tárraga

Balneario España, siendo alcalde D. Camilo Ruano.

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n las recientes elecciones municipales, los ciudadanos de todo el país han podido votar a sus representantes, y han sido nombrados para los próximos cuatro años, alcaldes y alcaldesas de entre quienes se han presentado libremente a dichos cargos. Pero esto no siempre fue así, pues hubo un tiempo en que el alcalde era elegido directamente por un grupo de prohombres de la localidad, o por el Gobernador de la provincia, o incluso por el Rey, sin que la opinión de la ciudadanía fuese tenida en cuenta. El periodo era por un año, y era obligatorio aceptar bajo amenaza de sanción económica, e incluso cárcel. Eso sí, podían presentarse a la reelección. Cuando cesaba, cesaban todos los cargos municipales, funcionarios incluidos, por lo que se carecía de continuidad en la gestión, con todo lo que eso representa. Alcalde viene de alqádi, que quiere decir juez, pues se ocupaba también de administrar justicia, y de un conjunto de variantes tan largo como lugares y costumbres existían en toda España. Fue la Constitución de 1812 (“la Pepa”) la que concretó las funciones del alcalde, enmarcándolas en el plano de gestión y representación. Y fue también dicha Constitución la que estableció que los municipios de más de 1.000 habitantes podían poseer ayuntamiento, por lo que Águilas pasó a contar con alcalde propio, en vez de pedáneo dependiente de Lorca, como venía siendo desde 1766, adquiriendo así su independencia administrativa. Desde entonces hasta nuestros días, han sido 56 los alcaldes que nos han representado, haciendo el nº 57 quien actualmente tiene el honor de presidir nuestro ayuntamiento. La historia de Águilas está jalonada de decisiones adoptadas por sus alcaldes que han ido forjando la evolución y desarrollo de nuestro pueblo, y han construido un legado que nos llega hasta nuestros días formando parte de la vida cotidiana de manera tan común, que nos pasan desapercibidos ciertos deta-

lles, aunque también es cierto que, a veces, la curiosidad nos mueve a conocer el origen de otros. Por ejemplo: ¿qué alcalde mandó construir la Glorieta?; ¿y la Pava de la Balsa?; ¿bajo qué mandato se erigió la Chimenea de la Loma?; ¿quién aprobó la construcción del Hornillo?; ¿a cuál le correspondió el honor de recibir el primer tren que llegó a nuestro pueblo?; ¿quién presidió el primer derby futbolístico?. Demos un repaso a los alcaldes que rigieron los primeros 100 años de nuestro ayuntamiento, sus cuitas y logros. El primero fue D. JOSÉ LÓPEZ MATEOS, que tomó posesión el 1 de diciembre de 1812 al constituirse por primera vez el ayuntamiento aguileño. La penuria económica existente no le permitió hacer frente al mantenimiento de los servicios municipales, por lo que dos meses y cinco días después, se desistió de este primer intento de independencia, pasando de nuevo a estar bajo la tutela de Lorca. A principios de 1823, amparados, quizás, por el floreciente movimiento portuario que ocasionó la exportación de barrilla, esparto, plomo y plata, de nuevo se animaron los aguileños a gestionar su propio ayuntamiento, nombrando a D. JOAQUÍN SÁNCHEZ-FORTÚN como alcalde. Tampoco duró mucho su mandato, solo unos siete meses, pero esta

vez, aparentemente, no fueron razones de penuria económica las que hicieron desistir del intento, sino presiones políticas, intrigas y extorsiones a favor de determinadas fuerzas fácticas allende el municipio, que no veían con buenos ojos la independencia de Águilas por creerla desfavorecedora de sus intereses particulares. Es en 1834, cuando, de nuevo, se constituye el ayuntamiento de Águilas, y esta vez de manera definitiva y hasta nuestros días. Nombrado alcalde D. GINÉS ANTONIO ROMERO, persona de notable posición económica y aprecio social, tomó numerosas decisiones, como la de construir la iglesia parroquial que puso bajo la advocación de San José, patrón de los fundidores de mineral, actividad floreciente en Águilas por entonces, de la que era importante empresario. Durante años se producen numerosos y frecuentes relevos al frente de la alcaldía, pues como ha dicho, la aceptación del cargo era obligatoria, por lo que al cabo de unos meses se alegaban motivos de salud para el cese voluntario por parte de algunos, mientras que otros se presentaban para ser reelegidos, incluso en años alternos y en diferentes etapas. Águilas se va configurando, y en 1836, se nombra como primer maestro de escuela municipal al único

Fachada iglesia de San José, en 1867. Estado plaza de la Constitución cuando el alcalde D. Juan Bautista Maldonado decide construir la Glorieta, en 1852.

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Calica en 1867, siendo alcalde D. Diego Hernández

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existente en el pueblo: D. ANTONIO GARCÍA MENGUAL, con un sueldo de 3 reales diarios, siendo alcalde D. PEDRO SÁNCHEZ-FORTÚN, el mismo bajo cuyo mandato se erige uno de los símbolos aguileños: la Chimenea de la Loma. Un año más tarde, con D. CARLOS CROUSEILLES como alcalde, se trae desde Lorca al primer médico y al primer boticario. Ya por aquellos tiempos, el tema de urbanismo preocupaba, y el alcalde D. JUAN BERNABÉ GRIS, en 1843, crea el primer plan de lo que hoy denominaríamos “de desarrollo urbano”, editando un bando en el que se da “a saber que ninguna persona podrá edificar sin el previo reconocimiento de la Comisión”, marcando de esta manera una de esas cosas de las que los aguileños nos sentimos tan orgullosos como es el trazado vanguardista de nuestras calles. El auge económico que, entre otros factores, produjo la instalación de varias fundiciones de metales, hizo que Águilas fuese adquiriendo importancia, hasta tal punto, que en 1852, el cargo pasa a denominarse Alcalde-Corregidor, distinción que hacía el Rey a las poblaciones a las que se quería distinguir. A D. JUAN BAUTISTA MALDONADO le correspondió tal honor. No duró mucho en el cargo, pues, por su buena gestión, fue enviado a hacerse cargo del ayuntamiento de Lorca, pero tuvo tiempo de aprobar la construcción de la Glorieta y el molino de Sagrera, entre otros. Otra de las cosas de las que nos sentimos orgullosos es de nuestra Virgen de los Dolores, de cuyo hallazgo en un cajón flotando en el mar nos habla la leyenda, y que bajo la alcaldía de D. HILARIO GRIS, en 1855, fue nombrada Patrona de nuestro pueblo, en agradecimiento a su protección ante la epidemia de cólera que padeció todo el país. A pesar de que su institución canónica tardó 108 años (1963), los aguileños la veneramos desde siempre. D. JOSÉ CROUSEILLES fue uno de los alcaldes que más tiempo ejerció: casi 9 años en tres etapas entre 1850 y 1861. Bajo su mandato se construyó el primer alumbrado público; se nombró el primer Juez de Paz (D. Carlos Crouseilles); se abrieron las estafetas de correo y de telégrafos dotando a la población de modernidad y agilidad en las comunicaciones, lo que redundó en aumento de las transacciones comerciales, además de otras cosas, y se creó la primera

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Banda de Música. En 1863, pernoctan en la bahía de Levante su Majestad la Reina Isabel II y su hijo Alfonso, Príncipe de Asturias, y el alcalde aprovecha para presentarle la necesidad de que se construya un puerto, logrando un pacto para que el Estado costease las obras. Fue éste un punto de inflexión en el desarrollo de nuestro pueblo. Suceden una serie de alcaldes que toman iniciativas que sirvieron de base a los servicios actuales, tales como: D. JOSÉ RAMÓN FERNÁNDEZ, bajo cuyo mandato se encendía por primera vez el faro del puerto, en 1860; D. DIEGO HERNÁNDEZ, que autorizó la construcción del Caño de los Arcos en 1865; D. JAIME CAPEL quien manda en 1866 adquirir la primera bomba municipal contra incendios de nuestra historia; D. HILARIO GRIS LÓPEZ, en 1871, se adopta el sistema métrico decimal y la peseta como unidad monetaria, lo que supuso una auténtica revolución, y se aprueba la construcción del molino de los Alacranes; D. CARLOS ACUÑA CROUSEILLES, que el 19 de julio de 1873 ha de hacer frente a la difícil situación creada por la presencia del buque Fernando el Católico con fuerzas cantonalistas de desembarco que tomaron el ayuntamiento requisando cuanto pudieron, como respuesta a la inicial negativa del municipio de apoyar el movimiento de Antonete Gálvez.

Capítulo aparte merece D. ENRIQUE PARRA Y FERNÁNDEZ OSSORIO, alcalde que fue durante casi 11 años y medio, en tres etapas entre los años 1875 y 1888 y que, sin desmerecer a los demás, demostró gran entereza de carácter y decisión en las acciones acometidas durante su mandato, lo que redundó en gran beneficio, no solo para la población del momento, sino para la Águilas actual. Durante sus mandatos se inician las obras del ferrocarril Lorca–Águilas; las del mercado de abastos y del hospital de caridad; se amplió el puerto facilitando el incremento de tráfico marítimo; en 1882, por explotación de la cantera del monte del castillo, se produce el desprendimiento del “Peñón del Rocaor”; se autorizan las obras del embarcadero del Hornillo; se recorta el monte de la Calica (donde está el molino de Sagrera) que llegaba hasta el mar y dividía la población, permitiendo la apertura de un camino que pasó a llamarse de Mac Murray, industrial inglés que solicitó y pagó las obras, pero poco después, en reconocimiento a la labor del alcalde, se denominó Paseo de Parra, que es como se conoce hoy en día. También durante su mandato se construyó la fuente de La Pava de la Balsa, todo un prodigio en la época, que se ha ido convirtiendo en algo entrañable para los aguileños desde entonces. El agradecimiento que Águilas sentía por el Dr. Sánchez-Fortún Romero, 45 años médico y benefactor de los humildes, se manifiesta al decidir el 13 de abril de 1889, poner su nombre a la plaza “del Rosado” (popularmente conocida por el Placetón), siendo alcalde D. CARLOS CROUSEILLES SÁNCHEZ-FORTÚN. Fue este alcalde el que aprobó la construcción del casino, y el proyecto del primer alumbrado eléctrico público en 1894, año en el que llegó a Águilas el primer balón de reglamento de manos de D. Ginés García Abellán, “el Monterúo”, a su regreso de Aberdeen (ESCOCIA), iniciándose así el fútbol en nuestro pueblo. Años después, en 1901, en el campo de “Las Palmeras”, situado entre la estación y las Delicias, se jugó el primer “match de fut-bol” entre los equipos de Águilas y Lorca, venciendo los aguileños por 5 a 0, el mismo año en que tuvo a bien autorizar la instalación del primer cinematógrafo que hubo en Águilas, que se ubicó en el nº 8 de la Plaza de la Constitución

Señoritas en el vagón, 1903. Siendo alcalde D. José Parra Ichaurrandieta, fue inaugurado el Hornillo.


(la Glorieta). El 4 de agosto de ese mismo año, se fundó el Hospital de Caridad “San Francisco”. Un hecho de indudable trascendencia para nuestro pueblo fue la inauguración del ferrocarril Almendricos-Águilas, acaecido el 1 de abril de 1890, siendo alcalde D. JOSÉ HERNÁNDEZ MUÑOZ, año en que por primera vez se organizan festejos de verano, e incluso se solicita la construcción del primer balneario marítimo, el “Balneario España”, destruido en 1912 por un voraz incendio, que contaba con “barracas de estera para el baño”, lo que nos viene a decir que ya por entonces (hace más de 120 años) nuestras playas era fuente de atracción turística. En 1893, bajo el tercer mandato de D. PASCUAL ACUÑA CROUSEILLES, el 25 de agosto, se constituyó la Iglesia Evangélica Bautista de Águilas, acontecimiento de gran influencia en la propagación del protestantismo por toda la zona del sureste español. También en ese mismo mes y año, tuvo lugar el primer festejo del que tenemos constancia escrita: carrera de caballos alrededor de la Glorieta. Antes, en 1884, este alcalde vio terminar las obras del puerto, lo que significó el inicio de una nueva era para la economía local. El 10 de mayo de 1896, se inaugura el actual cementerio del Labradorcico, siendo alcalde D. ELADIO CALERO SÁNCHEZ, quién culminó las gestiones realizadas por varios de sus antecesores en el cargo, solucionando así una necesidad acuciante para la población, ya que el viejo de Las Asperillas representaba un riesgo para la salud pública y carecía de “decencia y decoro para el enterramiento de cadáveres humanos”. Una parte de este nuevo cementerio se reservó como Cementerio Civil, donde eran enterrados los suicidas y aquellos que no profesaban la fe católica. Poco después, se le segrega la parcela del “Cementerio de los Ingleses”. En su tiempo de mandato se formó el club de fútbol ÁGUILAS SPORTING CLUB, del que tan orgullosos nos sentimos los aguileños, y el “LAW TENIS CLUB” club social exclusivo de la colonia inglesa, siendo uno de los primeros lugares de España donde se practicó el tenis. Este alcalde refunda la Banda Municipal, trayendo desde Villena a D. Francisco Díaz Romero como director e instructor. Entre las curiosidades de nuestro pueblo podríamos incluir la de por qué se llama Barrio del Charco a las proximidades de la desembocadura de la rambla del Cañarete. En 1900, año en el que se construye “el Molino Saltador”, siendo alcalde D. ALFONSO MORENO LÓPEZ, Águilas sufrió un prolongado temporal de lluvias que produjo fuertes daños, entre ellos, la formación de un enorme charco en esa zona que tardó mucho tiempo en desaparecer provocando un serio problema de salud pública, lo que obligó al ayuntamiento a disponer medidas excepcionales. Éste fue el alcalde del cambio de siglo, pues gobernó entre 1899 y 1991. Cosas que hoy nos producen sonrisa fueron decisiones importantes que hubieron de tomar los responsables de la época, como por ejemplo, cuando en 1902, D. JOSÉ PARRA INCHAURRANDIETA, ha de promulgar un edicto prohibiendo que las aguas sucias de las casas fuesen arrojadas a la vía públi-

ca, disponiendo una serie de tinas para su vertido (posiblemente, algo así como los “puntos ecológicos” para material reciclable de nuestros días). También este alcalde fue el primero en regular la prostitución en nuestro pueblo. Realizó un ambicioso proyecto de reforma urbanística, dotando de aceras las principales calles. Bajo su autoridad se construye el primer cuartel de la Guardia Civil, en el Bol de La Virgencica; se inaugura el alumbrado eléctrico la Nochebuena de 1902; se plantan los hoy enormes cuatro ficus de la Glorieta; se entuba la canalización de agua potable desde el manantial de Tébar y se dota de grifos automáticos a las fuentes del Caño Viejo y de los Arcos, lo que significó toda una innovación. Se construye un lavadero público en la Huerta del Consejero; un cine de verano en la Plaza del Dr. Fortún; una Casa de Socorro en Conde de Aranda, 2; las escuelas del Pie Castillo; el 18 de agosto de 1903, se inicia el embarque de mineral en el Hornillo; y así un largo etc. que hicieron que este alcalde fuese muy querido por las gentes del pueblo, que le recordaba en tiempos difíciles con dichos como: “Si Don Pepe Parra volviera otra vez, este pueblo se vería resplandecer” Le sucedió en el cargo D. JOSÉ MUÑOZ LÓPEZ, quien hubo que poner freno a los repetidos escándalos que se producían en los alrededores de los numerosos prostíbulos que por entonces existían, siendo el más famoso el de Dª Dolores Rodríguez, conocida como “La Tía Gorriona”. Es curioso ver cómo en 1908, D. FRANCISCO ROMERA FERNÁNDEZ ordena que “dada la aglomeración de público que se produce en la temporada de baños, se prohíba la circulación de bicicletas, motocicletas y automóviles en las proximidades de la Playa de Poniente”, y que “los carruajes de todo tipo, al entrar en la población, regulen su velocidad a la de un trote sostenido”. Quizás de las pocas veces que se han suspendido los festejos de verano en nuestro pueblo, fue en 1909 con motivo de la guerra de África, destinándose el presupuesto a dar una comida a los pobres el día de la Virgen (15 de agosto), siendo alcalde D. ANDRÉS GARCÍA ESPEJO. Una de nuestras céntricas calles lleva el nombre de D. JUAN JIMÉNEZ CROUSEILLES, que fue alcalde en 1910 y de nuevo en 1912. A pesar de sus cortos

Embarcadero del Hornillo, 1904, siendo alcalde D. José Muñoz

mandatos, fue muy prolijo en acciones favorables para el pueblo. Gestionó la bajada de las tarifas del ferrocarril en un 40 % durante la temporada de baños, para fomentar la concurrencia de bañistas. Adoptó estrictas medidas sanitarias para evitar la epidemia de cólera. En 1912 aboga por la instalación del servicio telefónico. Persona muy preocupada por las gentes de la mar, hizo socorrer económicamente a los familiares de los ahogados en el hundimiento del barco de pesca “María”, en Cabo Cope. Es en 1911, siendo alcalde D. FRANCISCO NAVARRO LÓPEZ, cuando se procede a la entubación de agua potable, obra adjudicada al escocés D. Juan Gray, quien ocupa un lugar en nuestra historia por haber sido el primer entrenador del histórico ÁGUILAS SPORTING CLUB y organizador del mismo. Se da por finalizado el uso militar del Castillo. El camino hasta La Cuesta de Gos, y la carretera de Mazarrón, se construyeron, con objeto de facilitar el transporte de mineral de esas zonas, bajo el mandato de D. MIGUEL ÁLVAREZ CASTELLANOS, en 1912, año en el que se cumplían los primeros 100 años del consistorio aguileño. Este alcalde lo fue también en dos nuevas etapas: 1913 y 1920. Durante esos primeros 100 años, hubo otros alcaldes que aquí no se nombran en razón a la brevedad de espacio, que no por desmérito de los mismos. Todos pusieron interés en servir a su (nuestro) pueblo. Todos son merecedores del recuerdo y reconocimiento, como también lo son quienes se han ocupado de rescatar sus cuitas, logros y anécdotas en diversas ocasiones, cual es el caso de Juan Navarro, Felipe Palacios, Antonio Cerdán, entre otros, de cuyas obras manan muchas de las cosas aquí relatadas. Valga esta recapitulación como homenaje a todos ellos.

Bendición ferrocarril: El 1 de abril de 1890 llegó el ferrocarril a Águilas siendo alcalde D. José Hernández Muñoz.

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Evocación del pasado

Toñy Sánchez

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os recuerdos, consustanciales al ser humano, nos evocan momentos del pasado ricos en emociones como: los primeros olores y colores que despertaron nuestros sentidos, observar el juego de luces centelleantes mezclarse y fundirse en el mar, disfrutar de los primeros encuentros entre amigos en la adolescencia, descubrir el amor en sus diversas manifestaciones, y tantos otros que llenaron nuestra vida. De entre los que me gusta rememorar, dos son protagonistas, quizás porque en ambos incide una misma circunstancia: lo anecdótico. Los viví en mi niñez y siendo adulta, y me permito desvelarlos en estas líneas. Mi hogar ha estado y está situado en un lugar privilegiado de Águilas, a pocos metros del mar. Veo amanecer cada nuevo día, envuelto en esa combinación de colores que van del rojo al amarillo, cuando el sol despunta por el horizonte, pintando de oro las ondas de un mar tranquilo, detrás de la escollera en el solsticio de invierno, para dejarse ver, tras su recorrido en el equinoccio de primavera, entre Cabo Cope y el cerro de las cuevas. Maravilloso cuadro donde trazan su estela, en bellas pinceladas, los barcos de nuestra flota pesquera al salir a faenar. Siendo niña, los veía cruzar la bocana en su regreso de mar adentro, tras finalizar su jornada, seguidos “de una aglomeración de gaviotas luchando por cada pizca de pitanza”, presagiando que había sido provechosa en especies. En ese momento, mi hermana Mari Nieves y yo jugábamos en el “martillo”, que era una parte del muelle destruida por una bomba caída durante la guerra civil -según decían mis padres-. Con nosotras solían estar mis primas y amigas que, mientras merendába-

mos, buscábamos erizos, lapas y camarones entre las rocas -trozos de bloques semisumergidos-. Cuando oíamos el ruido del motor de los barcos, parábamos el juego y nos sentábamos en dirección a la dársena para verlos aparecer, como si de una regata se tratara. Todas las tardes se repetía la misma escena y nuestro juego consistía en “adueñarnos” de cada uno de ellos. Mi preferido era el “Ana María”, no sabría explicar el porqué. Había otros como el “Manuela Orts”, “Nueva Francisca”, “José y Josefa”, “Antonio Mayor”…, que se los adjudicaban las demás. Con el paso del tiempo cambiaron nuestros entretenimientos, pero yo, a la misma hora, tras los cristales, perseveraba disfrutando de aquella imagen que ofrecía la arribada a puerto de esos barcos, a la vez que constataba la transformación que se iba produciendo en sus formas: cómo los antiguos cascos modificaban sus cabinas, mástiles y aparejos en líneas más modernas. La madera dio paso al poliéster, los cabos de esparto y las redes a la fibra, cumpliéndose así la ley inexorable del destino para las cosas de este mundo. Yo acepté este cambio, pero me entristeció no ver más al “Ana María”. Han pasado algunos años y continúo disfrutando de la misma panorámica de la bahía de levante, desde la atalaya que me ofrece vivir al pie del castillo. Un día Míchel, gran amante de la fotografía, al llegar a casa me enseña la foto enmarcada de un barco, encuadrado desde la proa y reflejado en el mar hasta el mástil, regalo de un amigo que comparte con él la misma afición. Al fijarme en ella leo “Ana María” 3ª CT -2-1090. Sin duda fue el azar que la hizo llegar a mí, pero mi sorpresa y alegría fueron inmensas. Supe

que, usando un símil taurino, fue indultado y tuvo un final digno al permanecer hundido en la profundidad de Calabardina para actuar de arrecife artificial y contribuir así en la regeneración de su fauna y flora. Hoy, colgado en la pared del salón, desde donde sigo viendo atracar los barcos, desvío la mirada sobre él e, inmersa en el pasado, me recreo en aquellas tardes en las que el Faro de Punta Negra -aún no había sido reemplazado por el actual- ofrecía una imagen menos esbelta, pero nos permitía “disfrutar, desde su terraza, situada al pie de la torre, de la fresca brisa en las tardes y noches de estío o tomar el sol recreando el espíritu en la contemplación del mar azul”, junto a las familias de los torreros, que tuve la suerte de conocer. El espigón, lugar donde concurríamos los jóvenes buscando el rincón para disfrutar de nuestras charlas y juegos, a la vez que, envueltos por la belleza del entorno y embriagados por el olor a yodo junto al rompeolas, nos inmortalizábamos con las primeras cámaras de fotos. El edificio de las Obras del Puerto, mi hogar durante treinta años. El Paseo de Parra con sus pocas elevaciones del molino de Sagrera mostrando “su cuerpo roído, la desnudez de su esqueleto de piedra, sus aspas cercenadas por el paso de los años, las lluvias y los vientos”. Al pie del cabezo “Villa Anita” y a su lado la casa habitada por doña Estefanía, a cuya segunda planta subíamos todas las navidades para ver el enorme belén que montaba en una de sus grandes habitaciones. El caserón blanco de la antigua fábrica de harina que nunca vi en actividad. La casa del Hogar del Productor “Federico Servet”, para los de mi generación “el hogar”, construida sobre un pequeño promontorio, flanqueada de árboles y rodeada por una valla, la cual impedía el acceso a toda

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persona ajena a Educación y Descanso. Las “casa baratas” y las cuevas, triste testimonio de una desigualdad social denunciable, a donde acudíamos, próxima la Navidad, con nuestras catequistas, portando cestas de avituallamiento para mitigar, en esos días entrañables, las necesidades materiales que padecían esas familias. Todos estos vestigios fueron testigos de unos años felices, en los que la ingenuidad infantil silenciaba una realidad, a veces, infausta. Me contaba mi padre que, en su recorrido a pie de “Mil Kilómetros por Andalucía”, hazaña que protagonizó junto a cinco jóvenes aguileños, de quienes me honra decir sus nombres: Sebastián Cerdán Martínez (fotógrafo y visitas), Juan Fernández Morales (administración), Juan Pedro García Ramos (árbitro de incidencias), Antonio Sánchez Cáceres (cronista general y visitas), Manuel Hernández Infante (sanitario), Alfonso Fernández Cortijos (correspondencia), pertenecientes a la Tropa del Tigre, estando en Villa del Río -Córdoba-, ciudad que describe como “simpático y atrayente vecindario en el que se nota, especialmente en su juventud, intensos anhelos de cultura”, comentando entre ellos los proyectos para esa jornada, un joven del lugar los observaba y, al cabo de un rato, se aproximó a ellos y les entregó un soneto escrito en una servilleta de papel, en el que hacía alusión a esos comentarios a la vez que elogiaba su gesta. Esto ocurrió el 4 de Julio de 1933. Pasan los años y este joven, ya adulto, por motivos profesionales, viene a Águilas invitado por Armando Muñoz Calero, a la sazón Presidente de la Federación Española de Fútbol y, en un acto público celebrado en la Plaza de Toros, ubicada en la actual de Antonio Cortijos, recordó a un grupo de aguileños que conoció en su pueblo natal Villa del Río en el año 1933, expresando su deseo de poder saludar, al menos, a alguno de ellos. Las circunstancias quisieron que ninguno estuviera presente, pero se lo comunicaron a mi padre quien se puso en contacto con Muñoz Calero y pudieron reunirse en su domicilio al día siguiente. Como recuerdo del reencuentro Matías Prats escribió el siguiente saludo en el libro, testimonio de aquella expedición que realizaron a Andalucía. En el reencuentro feliz con Antonio Sánchez en Águilas al devolverle la visita que él hizo a mi pueblo. Un abrazo fortísimo Matías Prats 29 –8–1953 Pasadas tres décadas, en el verano de 1980, Michel y yo fuimos invitados a formar parte del jurado en la gala de la Elección de la Reina de las Fiestas. Le comento a mi padre que Matías Prats -junior- es el presentador de la ceremonia e integrante de dicho jurado; me sugiere que le cuente lo acontecido entre ellos años atrás. Así lo hice, a la vez que le enseñé la dedicatoria firmada por su padre en el libro de honor “Mil Kilómetros por Andalucía”. Una vez leída, él también inmortalizó ese encuentro con el siguiente saludo: Con toda mi admiración Matías Prats La vida es un fluir de acontecimientos de mayor o menor trascendencia. Estas dos experiencias, que en su esencia no dejan de ser cotidianas, se convierten para mí en algo singular porque la varita mágica del destino me otorgó la oportunidad de reencontrar el pasado y alimentar el espíritu de sueños e imágenes doblemente vividas.

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Gutiérrez

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Tipología del machote aguileño

Juan Ruiz Parra

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Machote Bíceps

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quienes miramos el entorno social con ojos escrutadores, resistiéndonos a que muchos acontecimientos, por ordinarios, esquiven nuestra atención, realmente nos hace saltar de alegría el hallar un objeto de estudio complejo, rico en manifestaciones. Por eso me sentí afortunado cuando aprendí a diferenciar a los machotes aguileños del resto de perfiles personales que componen el rico paisaje humano de nuestra localidad. Su conducta desde entonces empezó a interesarme de una manera poderosa, adquirió un relieve distinto, como lo hacen las notas disonantes de una obra musical al ser ellas las que en apariencia únicamente suenan. Los machotes realmente siempre han estado ahí, ante mis narices, campando alegres y dominando el nicho ecológico que a cada tipo le corresponde, porque son merodeadores incansables de playas, gimnasios, barras de bar… En nuestra villa son abundantísimos y, al parecer, no han pasado por ningún período de crisis. Pero si no fueron hasta ahora capaces de despertar suficientemente mi interés, sin duda fue por propia incapacidad. Un claro déficit formativo debí padecer al no quedar permanentemente extasiado antes estos seres. Como el tiempo parece que me ha dado algo más de destreza para comprender su naturaleza, me atrevo a proponer un sencillo estudio sobre sus costumbres, hábitats, fisonomía… Aunque antes de nada debemos preguntarnos cuál es la característica que los relaciona a todos, su común denominador, por qué siendo tan diversos se incluyen en el mismo marco definitorio. Después de mucho cavilar, de no po-

cas conversaciones con agudos observadores y de un minucioso trabajo de campo, parece claro que todos los especímenes de machote lo que persiguen es ser distintos, dar la nota, y que la distinción que buscan quede siempre patente en el lugar en que se encuentran, en especial ante las chicas. La posibilidad de pasar desapercibidos supondría para ellos un inaceptable fracaso y desataría sin duda un huracán de comportamientos extremos para remediarlo. A los estudiosos del tema nos dan más de un quebradero de cabeza, porque los muy puñeteros a veces son dificilísimos de clasificar: que si uno presenta unas características ambiguas, que si otro podría adscribirse a más de una subespecie, que si aquel es tan machote que revoluciona y pone patas arriba todas las investigaciones realizadas hasta la fecha… En fin, su estudio conforma una exigente disciplina científica que requiere años y años de preparación. Veámoslos con un poco más de detalle: El machote bíceps (Mamporrux temiblex) presenta un cuerpo apolíneo que marca hasta la última fibra muscular: es el altar de sí mismo y le rinde un fervoroso culto en el gimnasio, el templo de su religión. Posee un cerebro sin grandes complejidades en la mayoría de los casos, por eso su hablar a veces es ininteligible, un simple balbuceo (¿se acuerdan de Rambo y de su “No siento las piernas”?) Nada de ropa holgada para él: estrecha y compresora hasta la asfixia. Quizá por eso, junto con el metro y medio de anchura que exhiben como media, su manera de andar resulte tan llamativa: hombro p´acá, hombro p´allá…, ocupando, claro está, toda la acera y uno de los carriles de la calzada. ¿Dónde leí que padece una descompensación en cierta extremidad que las mancuernas y las proteínas no han conseguido solucionar? Nada tiene que ver el chasis del anterior con el del machote mirón o veraniego (Horterarum sum-


muns), que es algo escuchimizado. Esta carencia la compensa con una vestimenta interesantísima, desternillante y exótica. Luce modelos llamativos y coloreados, con profusión de dibujos alusivos a los más alejados países tropicales: palmeras, tablas de windsurfing, playas caribeñas… Complementan su atavío con unas psicodélicas gafas de sol, normalmente de espejo, para ocultar una mirada ávida y cinegética. Porque este sujeto lo que persigue fundamentalmente es ligar. Y rápido. Es así como las gafas le permiten holgar parsimoniosamente por las playas, fijando su mirada en los más ricos traseros. La excesiva movilidad lateral de los globos oculares asociada a esta actividad a veces le ha ocasionado un estrabismo irremediable. Por debajo de la montura se deslizan furtivas lágrimas cuando no se come una rosca. Como celoso guardián de sus dominios, más de un tropiezo ha tenido con el machote bíceps, la otra especie que frecuenta costas y playas. El segundo, fuerza infinita, cuando lo atrapa no le arrea fuertes mamporros como podría pensarse, sino que, al ser pacífico, lo abraza fuertemente y le musita al oído razones de todo tipo. El veraniego, menos honesto, le pega un tironcito al tanga y se pierde en el horizonte confiando en su prodigiosa velocidad punta. Al lado de este percance, la furia de Polifemo contra Ulises podría considerarse una inocente rabieta de niños. Muchas precauciones hay que adoptar contra el machote chorizo (Temangonis lamotensis). Su pelo es grasiento y resbaladizo, idóneo para escapar de agarrones y protegerse bajo la lluvia. Los oídos son hipersensibles a cualquier tipo de sirena e inoperantes ante la estruendosidad de sus motos o coches trucados. Los dedos son de una virtuosidad extraordinaria, admirables, especializados en ciertos menesteres que nada tienen que ver con el manejo de un violín Stradivarius. Nariz luenga, morada de un exquisito sentido olfativo, capaz de identificar la combustión de resinas o determinadas hierbas a 150 m. de distancia. Hasta hace pocos años constituían hordas temibles de carácter eminentemente sectario. En la actualidad, si bien esta costumbre permanece más o menos vigente, es más común encontrarlos solos o en pareja -como la Guardia Civil, aunque esta comparación la aborrezcan-. Una especie de nuevo cuño es la del machote flipón (Especula especulorum). Debemos dejar sentado antes de nada que los individuos integrantes de esta especie de machote son, más que ninguna otra, sujetos en permanente tránsito; es decir, se integran en ella por un suceso contingente y, en consecuencia, pueden abandonarla en cualquier momento. Esa primacía no se basa en cualidad personal alguna, sino en un golpe de fortuna, una transmisión patrimonial, una operación exitosa… Hay en todos ellos, sin embargo, quizá desde su mocedad, una fuerte inclinación a destacar, a proyectar su solvencia económica, a lanzar a la población el mensaje “Yo puedo más”. Si hay algo de genético en esta especie, es sólo esto. La ostentación es su seña de identidad. Tope gama

es su máxima. Resulta fácil descubrirlos entonces bajo los brillos de las mejores marcas, asidos al volante de vehículos de incontables euros o comiendo manjares de nombres impronunciables. Gustan de hacer gremio, con un requisito principal para su ingreso: haber sido suertudo como el resto de la cofradía y tener el firme propósito de que hasta el más despistado vecino se entere de quién tiene los cuartos y marca estilo en el barrio. La clasificación de los machotes es más amplia y la información expuesta representa sólo una breve muestra. Quedan también muchos interrogantes que quitan el sueño a los investigadores: ¿pueden hibridarse los machotes entre sí?, ¿cuál es el esla-

bón perdido del machote?, ¿pueden surgir nuevas variedades?, ¿permite el actual contexto social la aparición de las hembrotas? De ser así, ¿harían éstas que se extinguiesen los machotes?... La Arqueología, la Antropología Cultural, la Paleontología… pueden dar mucha luz a estos enigmas. En alguna monografía se ha llegado a apuntar que ser machote, más que una condición innata, es un estadio pasajero –algo así como una enfermedad-, y que del mismo modo que aparece, se va. Desde este enfoque todos seríamos algún tipo de machote en un momento de la vida. Ud., al mirarse al espejo, ¿nunca ha visto a un machote? Yo sí, pero no diré cuál…

Machote veraniego

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Un recuerdo para

Reinaldo Q

uiero aprovechar la ocasión que cada año me ofrece el Ayuntamiento de de Águilas a través de su OfiOfi cina de Turismo para rendir un merecido homenaje a un artista, no aguileño, no español, pero sí mediterráneo de espíritu, que amó esta tierra nuestra y que desapareció a finales del año 2009. Quizá su nombre no sea muy conocido, pero estoy sese guro que muchos aguileños de cierta edad recordarán haber visto alguna vez a esta figura delgada, de alto porte, ademanes tranquilos, distinguidos y con una media melena blanblan ca complementada por una pulcra perilla canosa y unas livianas ga gafas. Su nombre era, es, Friederich Reinhard Brüderlin pero, entre los aguileños que tuvimos la suerte de disfrutar de su amistad, le cono conocíamos como Reinaldo a secas, ( Reini entre sus compatriotas más cercanos ) porque ninguno sabía de la existencia de otro indiindi viduo con ese nombre y de ahí lo superfluo de añadirle un apellido. A principios del año 2010 recibí una emocionada carta lleva con una tarjeta que llevaba por una cara un retrato de Reinaldo en sus últimos pre días y por la otra un precioso texto que, entre otras cosas, decía: “El corazón de nuestro querido compañero de vida y amigo Friederich Reinhard Brüderlin, escultor, no late ya más. El círculo de la vida de este ser

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Francisco Montalbán

bueno, creativo y espiritual se ha cerrado”. Eran las palabras cariñosas y tiernas de su apenada viuda, Verena, con las que comunicaba a todos sus amigos y familiares la pérdida de su amado esposo. Había nacido en Basilea (Suiza) en 1919 y de adolescente se trasladó a Zurich a realizar sus estudios de Bellas Artes. Después montó su propio estudio en Verschio, pequeña localidad suiza cercana a la frontera italiana donde residió el resto de su vida. Pero lo que nos interesa aquí es la relación que Reinaldo tuvo con nuestro pueblo. Podríamos atrevernos a decir que este artista suizo fue uno de los primeros turistas que quedó hipnotizado por los encantos de esta tierra (después ha habido muchos y muy grandes artistas plásticos que han echado sus raíces en Águilas, uno de los últimos Alan Madsen ). En 1953 emprendió un viaje a España para estudiar nuestro arte y tras recorrer gran parte de la costa levantina, en 1954 decide que nuestro pueblo es el ideal para situar un taller de escultura. Podrían valernos para Reinaldo las palabras de Juan Goytisolo en Señas de identidad cuando se va aproximando a nuestro pueblo en aquellos primeros años 50: “Cuando el mar surgió al fin comprendió bruscamente las razones profundas de aquel peregrinaje al pasado, al decorado mítico y fabuloso de su niñez: el pueblo aparecía milagrosamente blanco en la atmósfera luminosa e intacta y, a la izquierda, las montañas recortaban sus formas obtusas en un cielo sereno, moteado a trechos por una algodonosa baba de buey”. Algo especial debió ver Reinaldo en Águilas para establecerse aquí. En nuestras largas conversaciones sobre lo divino y lo humano, me decía que al llegar encontró una sociedad en estado casi primitivo (no olvidemos que estamos en los primeros años 50, en la más dura posguerra), donde las mujeres iban casi todas de luto, los niños jugaban con la tierra o con cualquier cosa y que la pobreza se palpaba por todos los rincones; pero le llamó la atención la amabilidad de las personas y la hospitalidad con que le acogieron siendo un ser extraño entre aquella sociedad. Pero ante todo, le impactó la luz de


estas tierras, y la pureza de un pequeño universo que vivía como aislado de la civilización. En cierto modo podemos afirmar que el artista suizo fue un verdadero romántico, en el sentido histórico del término; es decir, fue como aquellos artistas, pintores, músicos y escritores europeos que, desde la primera mitad del siglo XIX, se lanzaron a recorrer las tierras más desconocidas de la piel de toro buscando un exotismo casi oriental, o en el mejor de los casos, elementalmente norteafricano. Y lo encontraron. Hallaron el flamenco, la tauromaquia, los gitanos, la Mezquita de Córdoba y la Alhambra de Granada, las procesiones de Semana Santa de los diversos pueblos, los dialectos, las músicas, las costumbres y las leyendas autóctonas. Un poco de todo eso encontró Reinaldo al llegar a Águilas. Pasadas tres décadas, cuando yo tuve la suerte de conocerle, a mediados de la década de los 80 del pasado siglo, se lamentaba de cómo el progreso, que estaba bien, había ido destruyendo esa pureza que tanto le admiró en sus primeros contactos con este pueblo y, en cierto modo, el carácter del aguileño auténtico. Un ejemplo de esta admiración inicial y de su cierto desencanto son sus palabras al referirse a un par de relieves realizados en barro al poco tiempo de montar su estudio en nuestro pueblo y que titulaba El canto de miles de pajaritos: “Mi visión de los dos relieves es el canto de miles de pajaritos en los árboles de la Glorieta de Águilas durante el atardecer. Actualmente, en el año 1996 no se oye ya el maravilloso concierto de esos pajaritos debido al ruido infernal de los muchos coches en la Glorieta”. Una muestra de que en esta tierra fue bien recibido es el hecho de que en 1956 Eugenio Martínez Pastor, escritor cartagenero, publicó una aproximación literaria a la geografía de esta zona de España titulada Teoría del Sureste, y le confió todos los dibujos del libro a un artista suizo llamado Reinald Brüderlin.

Intentar resumir su trayectoria artística es un arduo trabajo, pero esquemáticamante podemos decir que en base a los materiales utilizados, fue evolucionando desde el uso inicial de los metales (hierro, cobre, bronce...) pasando por el cemento, el barro, las resinas compuestas, el poliestireno y la escayola y la madera, entre otros. Su concepto de la escultura se define por el deseo de expresar seres y formas orgánicas de un modo más o menos reconocible pero con un efectismo contrastado. En sus últimos años se iba haciendo más y más minimalista, intentando ofrecer un mayor número de referencias a la Naturaleza con la menor cantidad de elementos visuales. Otro apartado fundamental en su trayectoria es su trabajo conceptual con la simbiosis entre el arte y las matemáticas, muy especialmente la geometría. A partir de 1980 comenzó a trabajar con formas estereométricas, esto es, crear elementos muy simples que ofreciesen un número casi ilimitado

de combinaciones. Y así llegó su diseño patentado conocido como el Cubo FRB, a cuyo desarrollo tuve el honor de asistir durante meses de duras pruebas y éxitos. EL Cubo FRB es un cubo compacto patentado que se descompone en 3 elementos que combinados entre sí dan lugar a una ingente cantidad de formas y volúmenes que a su vez se erigen en verdaderas obras de arte que evolucionan en las manos de cada persona. Una de esas esculturas, resultado de las múltiples combinaciones del Cubo, quedó en la Casa de la Cultura Francisco Rabal como donación del artista con motivo de la Exposición que allí realizó en Octubre de 1993. Es de esperar que tras la reinauguración de la Casa de la Cultura se pueda mostrar en el lugar que le corresponde para admiración de todos los aguileños. Sólo decir para finalizar que fue una suerte haber conocido y hablado con Reinaldo, porque es de esas grandes personas, ricas de espíritu y verdaderos genios, que se comportan como tales, esto es, que pasan por el mundo sin hacer ruido, con sencillez y generosidad, algo que los distingue de los zafios vanidosos que se creen dioses cuando sólo son vulgares imitadores sin luz propia.

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Flora aguileña (V):

“El nombre de las plantas” Texto y fotos: Juan José Troyano Matrán

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no nos dice nada de su protagonista fuera del ámbito local; puesto que varía, no ya en cada nación, sino entre las regiones de un país, e incluso entre las poblaciones de cada región. Se comprende fácilmente las dificultades que existían hasta entonces en este farragoso y vital asunto de poner nombres a cada organismo. El 1 de mayo de 1753, el genial naturalista sueco Carl von Linné -castellanizado Linneo- publicó la obra “Species Plantarum” donde ideaba el sistema -o modo- binominal para nombrar con “nombres y apellidos” tomados del latín, y a veces del griego, a las plantas y animales entonces conocidos. Este sistema, vigente en la actualidad, se compone de dos términos: el primero llamado nombre genérico -o del género- como si fuera el “apellido”, y el segundo el denominado epí-

enista spinis simplicibus ramis floriferis inermibus foliis lanceolatis”, en su traducción española: “genista de espinas simples, ramas floridas inermes y hojas lanceoladas”. Así se denominaba -oficialmente, científicamente- a una mata espinosa ibérica antes del año 1753. A esa misma planta se la conoce popularmente en castellano como: Uñagata, aulaga inglesa, espino, gatiña,... etc. En catalán argelaga, en vascuence ota, y en gallego piorno espiñento y toxo bravo. Hasta esa fecha clave, las especies vegetales -y animales- se expresaban por una descripción diferencial, es decir, por “nombres-frases” o modo polinominal, que aumentaba a medida que se encontraban nuevas especies semejantes. Por su parte, como todos sabemos, los nombres que se dan a cada animal o planta, a nivel popular o vulgar -nombre vernáculo-

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teto específico, que restringe el “nombre” del organismo, y que sólo tiene sentido unido al nombre genérico. La fecha de publicación de la obra citada se toma como referencia para aceptar, como válidas, las publicaciones sobre los nombres de las plantas. De ese modo la “genista de espinas simples...” con todos sus innumerables nombres vernáculos, pasó a denominarse Genista anglica para todos y en todo el mundo. El gran Linneo, el “padrino” de todo bicho y planta viviente, que no cejó durante toda su vida en su empeño de compilar, ordenar y rebautizar a todos los seres vivientes conocidos en aquella época, dejó escritas dos citas muy ilustrativas sobre su inmensa labor clasificatoria: “Dios crea y Linneo organiza” y ”si ignoras el nombre de las cosas, desaparece también lo que sabes de ellas”. Y en ésa estamos desde entonces: millones de vegetales y animales con su nombre binominal, y varios millones aún “por bautizar”. Si os parece bien, acompañadme un año más, con una cámara de fotos, en un paseo por “la otra Águilas”, la que está fuera del asfalto, y además de disfrutar de las hermosas plantas silvestres que encontremos, intentemos identificarlas con “nombre y apellido”. Si entre Febrero y Junio nos paseamos por el litoral aguileño -sobre todo en nuestro paraje natural de “Cuatro Calas”- podremos ver, sin mucha dificultad, plantas floridas del Cuernecillo de mar (Lotus creticus), de la familia de las Leguminosas (= Fabáceas o Papilionáceas). Es una herbácea postrada y perenne de hasta 80cm y colorido gris plateado, que además de presentar bellas florecillas es muy eficaz fijando las dunas arenosas. Más fácil de localizar es la Oruga de mar (Cakile maritima), de la familia de las Crucíferas o Brasicáceas, ya que florece prácticamente durante todo el año. Es una planta herbácea de hasta 60 cm, color glau-

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península y Baleares se acerca a las 60, pero su recolección para flores secas está poniendo en peligro muchas de sus poblaciones. Entre Marzo y Mayo es también fácil ver, en los márgenes de caminos próximos al litoral, flores de la Lechuguina o lechuguilla dulce (Reichardia tingitana), de la familia de las Compuestas o Asteráceas. Es una herbácea anual de hasta 30 cm que suele enraizar entre piedras arenales y que contiene un látex (= jugo lechoso) muy viscoso. Se distingue bien por sus capítulos teñidos en su parte central de color

púrpura-violáceo y el resto de amarillo-dorado. También es muy común en nuestro término, un arbolillo perenne foráneo (originario de América del Sur) de hasta 3 m y que prospera en ramblas, escombreras, solares, bordes de caminos,... Es el Gandul o tabaco moruno (Nicotiana glauca), de la familia de las Solanáceas, y con sus inconfundibles flores que aparecen todo el año salvo en los meses muy fríos. De hojas glaucas, todas sus partes son tóxicas. Así, se ha usado como insecticida contra los pulgones; dándose casos de vacas que, alimen-

co (= tonalidad verdiazulada), profundas raíces y frutos muy característicos para su identificación por asemejarse a las orugas. Es común en todos los tipos de playas aguileñas, tanto arenosas como pedregosas, y se ha usado el zumo de la planta fresca como antiescorbútico. Además, sus brotes tiernos pueden añadirse a ensaladas y/o carnes para darles un punto picante parecido a la mostaza. Un poco más alejada de la línea litoral, pero sin perder de vista del todo al bello mar de Águilas, podremos ver -mejor entre Mayo y Junio- las vistosas floraciones de la Siempreviva o sopaenvino (Limonium insigne), de la familia botánica de las Plumbagináceas. Es una herbácea de unos 60 cm, bastante común en matorrales y taludes de suelos margosos y en las ramblas aguileñas. Sus bellas y delicadas flores rosa púrpura tienen sus corolas netamente más largas que el cáliz, detalle que la diferencia de otra especie muy semejante: Limonium caesium. El número de especies de Limonium presentes en la

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tadas con esta planta, han parido crías deformes. Para ver otro arbolillo perenne, la Sabina negra (Juniperus phoenicea), de la familia de las Cupresáceas, mucho más raro, es preciso acercarse a nuestro espectacular cabo Cope. Siendo normal verlo en las montañas del interior murciano, tiene en Cope un enclave litoral excepcional. Y allí no supera el 1,5 m de altura, ya que los fuertes y frecuentes vientos marinos, junto al esquelético suelo de que dispone, le confieren un porte rastrero y achaparrado. Además, sus hojuelas escamosas, imbricadas y agudas en su ápice, secadas y reducidas a polvo, se usan en el norte de África para curar inflamaciones de la piel. Florece en los meses de Abril y Mayo. Allí mismo, en Cope, y en parajes cercanos como el Lomo de Bas -entre otros lugarespodemos encontrar al Escobón (Cheirolophus mansanetianus), de la extensa familia de las Compuestas o Asteráceas -algunos autores lo incluyen en la especie Cheirolophus intybaceus-. Es una planta, de hasta 1,2 m, bastante rara de localizar, calificada como “vulnerable” en el Catálogo de Flora Silvestre Protegida de la Región de Murcia que florece entre Mayo y Octubre sobre barrancos, taludes pedregosos, roquedos y márgenes de caminos, prefiriendo suelos calizos. Todo lo contrario que el Crisantemo o mirabel (Chrysanthemum coronarium), también de la familia botánica de las Compuestas o Asteráceas. Esta robusta hierba erecta de hasta 1m de altura y con mucho forraje es muy común en Águilas (hasta llegar a ser considerada “mala hierba”), creciendo en herbazales, márgenes de carreteras, campos abandonados, cunetas y huertos. Sin embargo sus flores -que se abren entre los meses de Marzo a Junio- son muy llamativas y se presentan con dos tipos de coloración: enteramente amarillas o blancas con el centro amarillo. Sus tallos tiernos se han consumido como verdura en Grecia hasta bien entrado el siglo XIX, mientras que en España se usaron sus sumidades floridas para tratar hemorroides y combatir las lombrices intestinales. La llamada Amapola loca (Glaucium corniculatum), de la familia botánica de las Papaveráceas, también es muy abundante, prosperando en los campos de cereal o en sus inmediaciones. Es una planta herbácea y glauca de hasta 40 cm que florece entre Marzo y Mayo con unas inconfundibles flores de grandes pétalos rojos con una gran mancha negra en su base. Otra planta muy común en Águilas es la Albaida (Anthyllis cytisoides), de la

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familia de las Leguminosas (=Fabáceas o Papilionáceas). Es una mata de hasta 1m, blanquecina, leñosa y muy ramosa, con vistosas floraciones -entre Marzo y Mayo- que en ocasiones ocupan grandes superficies, pero que no aguantan las heladas. Prefiere suelos sueltos de margas y yesos. Y sus ramas han sido utilizadas como leña. Entre Marzo y Junio podemos apreciar, asimismo, otra profusa floración en los alrededores del Lomo de Bas y de la Ctra. a Mazarrón -entre otros lugares- de delicadas florecillas rosáceas con el paladar blanco-amarillento: la del Dragoncillo o conejitos (Antirrhinum barrelieri), de la familia de las Escrofulariáceas. Es una elegante hierba perenne de hasta 1,5 m leñosa en su base, que prospera en pedreras, taludes y márgenes de caminos y carreteras, constituyendo una buena colonizadora de pedregales calizos. La espectacular Abejera oscura (Ophrys fusca), de la familia de las Orquidáceas, ya es más difícil de encontrar aunque sea una de las orquídeas más abundantes. Según algunos autores, la especie presente en nuestra provincia sería Ophrys lupercalis. Florece desde finales de Febrero hasta Mayo y mide hasta 30 cm de alto. Crece en pastizales, barrancos y vaguadas de ambientes sombreados. En Águilas la he fotografiado en Cope. Sin embargo al más pequeño de los lirios españoles -40 cm a lo sumo- es mucho más sencillo de localizar. Es el conocido como Patita de burro o simplemente lirio (Gynandriris sisyrrinchium), de la familia de las Iridáceas, que florece entre Marzo y Mayo y es muy frecuente en pastizales secos y pedregales con exposición hacia la solana, aunque también aparece en arenales y roquedos próximos al mar. En pastizales dominados por gramíneas y de sustrato básico, po-

dríamos hallar una planta de hasta 50 cm con flores muy atractivas que nacen de 2 a 2 y con sus estambres nítidamente arqueados: el Falso pinillo (Teucrium pseudochamaepitys), de la familia de las Labiadas o Lamiáceas. Sus blancas flores teñidas a veces de rosa y púrpura, florecen entre Marzo y Junio, pudiéndoselas ver, por ejemplo, en el mismo puerto del Lomo de Bas. Pongámoslo fácil para terminar y busquemos florida a la Becerrilla (Misopates orontium), de la familia de las Escrofulariáceas. Tendríamos que estar entre Marzo y Junio en campos de cultivo, márgenes de caminos, o bajo almendros, olivos o algarrobos y sería muy fácil toparse con ella: herbácea anual de hasta 70cm y delicadas florecillas rosadas que sin embargo constituye, por su abundancia, una “mala hierba” para nuestros agricultores. Felices fiestas y buenos paseos por “la otra Águilas”, paisanos. Bibliografía: • García Rollán, M. (1999). Atlas Clasificatorio de la Flora de España. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, Madrid. • Polunin, Oleg (1982). Guía de campo de las Flores de Europa. Ediciones Omega, Barcelona. • Sánchez Gómez, Pedro y otros autores (2003). Nueva Flora de Murcia. DM, Murcia. • López González, G. (2001). Los árboles y arbustos de la Península Ibérica y Baleares. Ediciones Mundi-Prensa, Madrid. • Castroviejo, S. y otros (1986-?). Flora ibérica. Real Jardín Botánico, C.S.I.C., Madrid. • López Espinosa, J.A. y Sánchez Gómez, Pedro (2007). Orquídeas silvestres de la región de Murcia. DM, Murcia. • García Guardia, Gabriel (1988). Flores silvestres de Andalucía. Ed. Rueda, Madrid. • Berdonces i Serra, Josep Lluís (1998). Gran Enciclopedia de las plantas medicinales. Tikal Ediciones. • Stübing, Gerardo y Peris, Juan Bautista (1998). Plantas silvestres de la Comunidad Valenciana. Ediciones Jaguar. • Carretero, José Luis (2004). Flora arvense española. PHYTOMA-España. • Serra Laliga, Luis (2007). Estudio crítico de la flora vascular de la provincia de Alicante. C.S.I.C., Madrid. • Couplan, François y Styner, Eva (2006). Guía de las plantas silvestres comestibles y tóxicas. Lynx Ediciones. • Pérez Ortigosa, Antonio Miguel (2007). La flora de Málaga. Diputación Provincial de Málaga.


GutiĂŠrrez

F. Mula


Publirreportaje

MAJESTIK, EMPRESA DE CARROZAS Y VESTUARIO EN ÁGUILAS Desde sus instalaciones salen espectaculares carrozas para toda España.

Satisfecho se ha mostrado su gerente Iñaki Becerra sobre la estupenda respuesta de las peñas aguileñas, y ya con vistas al próximo Carnaval del 2012, actuales y nuevas peñas han visitado a la empresa, han concretado temas , lo que supone el poder trabajar con holgura para seguir ofreciendo lo mejor con vistas al Carnaval de la ciudad y a otras que también ya han comenzado las diferentes gestiones.

En la próxima muestra de carnaval de verano en Águilas, Majestik vuelve a sacar sus espectaculares carrozas.

Desde Majestik y para la vecina ciudad de Lorca, realizó las carrozas para La Musa, La Reina y el Dios Momo del Carnaval, labores que viene acometiendo durante dos años consecutivos.

Peñas aguileñas ya han contactado con la empresa con vistas al próximo carnaval del 2012. Tras cuatro años de historia en nuestro municipio, la empresa de carrozas y vestuario Majestik se muestra altamente satisfecha de la respuesta que los aguileños y murcianos en especial y cantidad de ciudades y pueblos españoles en general han dado a este empresa, trás los éxitos conseguidos en las cuatro últimas ediciones de Carnaval y Cabalgata de Reyes Magos. En lo referente al último carnaval, realizaron un total de 9 carrozas, dos para Don Carnal, la de la Cuaresma Mayor, la Cuaresma Infantil y las Peñas, Mojo Poco, Roncaor, y nada menos que tres carrozas para la también nueva peña, Ballet Show Dance de Juan de la Cruz. Además este año también han alquilado dos plataformas a la peña Ipanema de Tony Molina.

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Y con la siguiente fiesta de la Navidad, Majestik está imbuida en la preparación de carrozas para muchas localidades españolas, recorriendo prácticamente toda la geografía, desde Galicia, hasta Andalucía, Cataluña o Madrid, por poner algunos ejemplos.

VESTUARIO Majestik a través de Libelula Kreaziones Star, dirigida por el creativo Domingo Fernández Ramírez, se ha consolidado en los últimos cuatro años en su oferta de vestuario especial . Ha elaborado trajes, tocados y demás accesorios para personajes del Carnaval, peñas, compañías teatrales y eventos especiales (Galas, Festivales, Bodas, etc.). Hay que destacar en Águilas todo el vestuario que lucieron los personajes del Carnaval, Musa, Don Carnal y Doña Cuaresma en su edición del 2010, así como el vestuario de los espectaculares proyectos elaborados para las cuatro últimas Cabalgatas de Reyes de esta localidad, concretamente, inspirados en el Mago de Oz, el Jorobado de Notre Dame, la Bella y la Bestia y en el último 5 de enero, la Sirenita.

INSTALACIONES Majestik dispone en Águilas, dentro del Polígono Industrial El Labradorcico, de un total de 2.000 m2, en donde muestra sus materiales, figuras, carrozas… a todos

aquellos ayuntamientos, comisiones de fiestas, peñas etc. para poder elegir lo que más les guste . Majestik es una empresa de ámbito nacionalidad, con 22 años de historia, ubicada en Guipúzcoa y Murcia . Desde sus amplias dos delegaciones en Lezo (Guipuzcoa) y Águilas (Murcia), ofrece desde espectaculares carrozas para Cabalgatas de Reyes Magos, Carnaval , Fiestas Patronales , o todo aquel evento en donde nuestro trabajo tenga cabida. Se ofrece también el alquiler de figuras para centros comerciales, escaparates, congresos, festivales de cine o de música, discotecas, ferias medievales o fiestas de Carnaval. Para aquellos clientes interesados también se ofrecen plataformas para poder montar las carrozas, bien de gran tamaño (9x2,5 metros) o pequeñas (6x2,5 metros), plataformas que se llevan hasta su localidad desmontadas y que una vez allí son montadas. Desde su delegación al público, ubicada en la localidad guipuzcoana de Pasai Antxo, se ofrece tanto la venta de tejidos de fantasía, nacionales y de importación, así como confección de vestuario espectacular para Gigantes, compañías de Teatro, Ballets, comparsas, peñas, academias de baile, particulares, promociones publicitarias comerciales, y Cabalgatas de Reyes Magos. A lo largo de los 22 años de historia, Majestik ha trabajado en prácticamente todas las comunidades autónomas de España e incluso en el extranjero, caso de Francia o Qatar (Emiratos Arabes). En esta localidad clausurando con un gran desfile de carrozas el Festival Internacional de las Culturas.

Para cualquier consulta pueden llamar a los Tfnos. 943 340 064 ó 639 196 997, o bien consultar la página web www.iturgaiz.com


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Águilas en los años 80:

Consolidación como destino turístico y dinámica municipal Joaquín David Romera Franco

L

a década de los 80 es un periodo que supone grandes cambios para Águilas. Es una etapa en la que el municipio se consolida como un destacado centro turístico ligado al producto de sol y playa, ubicado en el extremo meridional de la recién bautizada como «Costa Cálida» murciana, y en la que se pone solución a importantes problemas que la sociedad aguileña venía arrastrando de etapas anteriores1, en una mirada constante hacia el futuro. Desde el punto de vista demográfico, el balance para Águilas es muy positivo. De hecho, resulta ser el quinto municipio de la Región de Murcia en cuanto a crecimiento poblacional se refiere tras Murcia, Lorca, Molina y Alcantarilla al pasar de censar 20.809 habitantes en 1981 a 24.894 diez años después (incremento próximo al 20%), concentra-

dos en un 96% en el casco urbano. Asimismo, es de los primeros municipios de la Región en recibir inmigrantes, ya sean aguileños emigrados anteriormente (retornados) o de extranjeros retirados venidos del centro y norte de Europa atraídos por la calidad de vida que ofrece el sureste español. Sin duda, el original y valioso emplazamiento que presenta Águilas en la costa mediterránea entre sus dos grandes bahías naturales y a pesar de su aislamiento respecto a los grandes ejes de comunicación nacionales, favorece que este municipio oriente su dinámica hacia un sector turístico pujante ligado a la segunda residencia y enorme generador de empleo y riqueza. El fenómeno turístico en Águilas llevará consigo dos consecuencias: modificaciones en la estructura de su tradicional modelo económico y la transformación urbana de la ciudad.

Los datos hablan por sí solos: el número de trabajadores dedicados a las actividades agropecuarias y pesqueras va a descender notablemente su proporción al pasar del 51 al 38% de la población activa total en el periodo 1981-1991 (manteniéndose estable en torno a las 3.400 personas); por el contrario, el sector servicios (muy ligado a la hostelería y al turismo) crece desde el 33 al 48% (8.700 personas activas en el 91), siendo la primera vez en la historia de Águilas en la que este sector es el más empleador. La industria, por su parte, mantiene su escaso peso en la economía local, nunca recuperado tras la caída hasta la desaparición de la explotación mineral y del esparto; la construcción, en cambio, se convierte en un sector en auge hasta tal punto que es capaz de acoger a la décima parte de los trabajadores aguileños.

1 Del mismo autor, véase: «Águilas en los años 60: Actividad municipal y desarrollo turístico», en la Revista de Verano de 2008; y «Águilas en los años 70: Vida municipal y dinámica económica de transición», en la Revista de Verano de 2009.

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Aspecto que presentaba en 1983 el puerto comercial de Águilas.

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La expansión urbana de Águilas en los años 80 es innegable. A la demanda interna se suma la creciente demanda exterior de viviendas para vacaciones, habida cuenta del incremento del poder adquisitivo medio de los españoles y la disposición de mayores recursos económicos para ser dedicados al ocio; tanto es así, que el Plan General de Ordenación Urbana de 1970 pronto resultará insuficiente y tendrá que ser revisado. Entre 1981 y 1991 se construyen en Águilas más de 1.500 edificios que cuantifican casi 4.700 viviendas, de las que la mitad se destinaron a segunda residencia; esto significa que, de todas las viviendas existentes hoy, el 20% se levantó en este decenio. La mayor parte de este nuevo parque inmobiliario se va a concentrar en el casco urbano de Águilas, el cual irá desarrollando diferentes ampliaciones que tomarán como ejes estructurantes los principales accesos viarios y la línea de playa. De este modo, la ciudad ampliará su perímetro con altos bloques hacia el oeste por la carretera de Vera (calle Iberia) entre la rambla del Charco y la Casica Verde; hacia el este, mantendrán el mismo modelo las urbanizaciones que colmatarán la bahía de Levante y se prolongarán por la del Hornillo; mientras que hacia el norte, el caserío creará nuevos ensanches en la zona de El Rubial (en varias fases), El Labradorcico y las carreteras de Lorca y Cope. En la Huerta del Consejero, el Ayuntamiento continuará con la enajenación de los pocos solares (de propiedad municipal desde 1944) que quedan y no han sido invadidos por nuevos edificios. Poco a poco se va conformando un centro urbano muy denso en continua expansión que en 1990 contaba con una extensión de 220 hectáreas. Fuera del núcleo, las urbanizaciones en el litoral creadas en la década anterior, mantienen un ritmo de crecimiento menor: «Costa del Hornillo», «Fransena», «Costas de Calabardina», «Todosol», «Los Geráneos», «Los Collados», «Calarreona» y «Montemar»; otros proyectos no llegarán a ejecutarse por problemas en la tramitación administrativa. Esta vorágine ligada al fenómeno turístico planteó numerosos retos a la Corporación municipal, que debía responder a las necesidades de la población local y visitante con unos servicios urbanos adecuados a los nuevos tiempos. La crisis económica de entonces (Águilas contaba en 1980 con una tasa de paro del 11% —7,5 la provincial—) y la falta de recursos municipales ralentizó la resolución de viejos problemas, a pesar del incremento del presupuesto municipal que pasó de 233,2 millones de pesetas en 1981 a los 986,5 de 1989; el dedicado a inversiones se incrementó desde los 53 millones a los 102, respectivamente. La situación de Águilas en 1980 implicaba el desembolso de grandes partidas por parte de todas las administraciones, destinadas a la ejecución de infraestructuras básicas en las calles del municipio: redes de abastecimiento de agua potable, alcantarillado, asfaltado, encintado de aceras, reparaciones, alumbrado público, arbolado, etc., las cuales debían de realizarse por fases (en 1982 se desarrollaba la 6.ª fase de pavimentación y la 8.ª de alcantarillado) y en consecuencia las obras se eternizaban en el tiempo; tales servicios

Fusión de la Águilas marinera y festiva en la popular cucaña (1982).

llegarán después a los núcleos rurales (Los Arejos, El Cocón). En ocasiones, los vecinos debían contribuir parcialmente (entre un 40 y un 50%) al coste de las obras; en las zonas deprimidas, éstos podían crear sus propias aceras o participar directamente en la ejecución de las obras. El adecentamiento de la población no sólo se circunscribe al centro urbano (vías principales o la urbanización de enclaves como La Glorieta y El Placetón) y los paseos marítimos: también a la zona de los cabezos donde se concentran las gentes más humildes. En 1984 se dota de alumbrado público a las barriadas de Colón, Huerta del Consejero, Las Lomas, Ctra. de Calabardina y la ladera del Castillo. Asimismo, Águilas fue el primer municipio de la comarca en contar con una estación depuradora cuyas aguas obtenidas tenían un aprovechamiento agrícola. En lo referido a las comunicaciones, el logro más significativo fue la creación de un vial de circunvalación de 7 km. de longitud cuyo coste superó los 90 millones de pesetas, para evitar que el tráfico de paso atravesara la ciudad (en dirección a Calabardina y Vera) así como el transporte pesado que debía llegar al puerto comercial. El trazado de este vial permitió la creación ya en los 90 (con muchas dificultades) de un pequeño polígono industrial que hoy cuenta con 450.000 m2 de superficie. En 1990 se iniciarán las obras del tramo III de la autovía de Lorca (Águilas-cruce con la N-332), cuya prolongación uniría a la localidad con la autovía del Mediterráneo a través de la Ciudad del Sol. Igualmente, se saca a concurso una línea de transporte público urbano. Pero el mayor problema al que se ha tenido que enfrentar el municipio es la falta de agua potable, dadas las características semiáridas de la comarca. El Ayuntamiento, que tuvo que buscar el suministro a la población en las aguas extraídas a 160 metros

de profundidad de tres pozos en El Esparragal, cada vez más escasas y con elevada salinidad, luchó por obtener nuevos recursos hídricos procedentes tanto del Trasvase Tajo-Segura para abastecer a unos cultivos en expansión, como de la Mancomunidad de los Canales del Taibilla para consumo humano, cuyas obras se presupuestaron en 320 millones de pesetas. Las campañas de ahorro de agua fueron constantes, especialmente en periodos de insidiosa sequía donde cabía la posibilidad de que el municipio quedara desabastecido (en el verano de 1987 se disponía de sólo 40 litros/seg./día). El consumo medio anual de agua para uso doméstico y agrícola en Águilas se situó en los 1,3 millones de metros cúbicos. Finalmente, en 1989 comenzaron a recibirse los primeros caudales del Taibilla, teniendo Águilas garantizado el suministro de agua potable y poniendo fin a un problema histórico que limitaba el desarrollo socio-económico de la ciudad. Desde el punto de vista económico, la década de los 80 también supuso para Águilas el afianzamiento del cultivo intensivo del tomate en invernaderos, especialmente desde el desembarco de la empresa «Pascual Hermanos». El tomate se convierte en la principal fuente de riqueza del municipio con 1.120 hectáreas cultivadas y 123.200 toneladas de producción en 1987, a pesar de la escasez de recursos hídricos, que suponían el 25% del valor final de la producción, empleando en épocas de campaña a 4.000 trabajadores (casi 2.000 millones en jornales), de manera que tierras baldías pasaron rápidamente a estar en producción y muchos pescadores y sus familias se convirtieron en agricultores de la noche a la mañana. El regadío aguileño no tuvo más remedio que modernizarse y a finales de la década la mitad del mismo disponía de riego por goteo. Por lo demás, en el secano destacaba el cultivo del almendro y la alcaparra. La

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pesca, por su parte, entra en una fase de crisis ligada al agotamiento de los caladeros locales, la falta de modernidad del sector y la competencia exterior. Para paliar esta situación, el Ayuntamiento y la Cofradía de Pescadores promovieron la creación de un puerto pesquero con un dique de 200 metros en La Fragüica, frente a la antigua Lonja del Pescado; por otro lado, en 1988 concluyen las obras de ampliación del dique del puerto comercial cuya actividad estaba centrada en el tráfico de cemento a granel procedente de la fábrica de Lorca, trigo y cebada. En cambio, el cierre en 1984 de la línea de ferrocarril Almendricos-Granada frenó en seco la actividad ferroviaria en Águilas, tanto la exportadora como la de sus talleres (350 trabajadores), resultando un mazazo para la economía local. En 1987 el número de usuarios del popular «tren de los baños» alcanzó los 8.194. Volviendo a las infraestructuras turísticas, Águilas va a recibir un gran impulso en este decenio a través de dos importantes actuaciones: la primera de ellas es la creación en la bahía de Levante de un puerto deportivo (el «Club Náutico») inaugurado en julio de 1982, con 17.000 m2 de superficie y 170 puntos de amarre; su ubicación resultó muy polémica, aunque ha posibilitado la creación de una nueva playa frente a la Cigarrilla y ha impedido el aterramiento del puerto pesquero en base a las corrientes marinas. La segunda actuación será

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la de mayor calado llevada a cabo en la ciudad durante muchos años: la remodelación integral de los paseos marítimos de la bahía de Levante (Paseo de Parra) y de la playa de La Colonia, así como la regeneración total de sus playas, todo a cargo del Estado. En La Colonia se creó un nuevo paseo marítimo de 630 metros lineales con zonas ajardinadas y de descanso y se regeneró la playa (la superficie de arena se amplió hasta los 32.000 m2 con una anchura de entre 50 y 70 metros), la cual quedó defendida por medio de dos espigones de 125 metros de longitud; las obras costaron más de 150 millones de pesetas. En la bahía de Levante se construyó un nuevo paseo marítimo con glorietas y zonas verdes en toda su extensión (1.600 metros) y también se regeneró la playa de Las Delicias cuya superficie arenosa se ha ido incrementando hasta los 33.500 m2 actuales, incluyendo también la construcción de dos espigones sumergidos en los extremos; la inversión realizada aquí ascendió a 107 millones de pesetas. Igualmente en 1985 se inauguró una oficina de Información y Turismo junto a la plaza de Antonio Cortijos, que también fue remodelada, y abrieron sus puertas varios campings y pensiones. Respecto al patrimonio local, se produce el hallazgo de la cueva de Cope (1980), se redescubren las termas romanas de la ciudad de Urci (1981), se reconstruye el antiguo molino del cabezo de

Familiar estampa veraniega al final de la playa de Las Delicias (1987).

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La Calica (1987); se actúa en la iglesia de San José y en el molino de los Alacranes, y se declaran edificios históricos el castillo de San Juan de las Águilas (1982) y la torre de Cope (1990), en los cuales, posteriormente, se llevarán a cabo diferentes actuaciones de conservación. Por último, Águilas, entre 1980 y 1990, vio crecer nuevos equipamientos públicos de interés general: nuevo reemisor de televisión; ampliación del polideportivo municipal (que ya ofrecía pistas polideportivas y de frontón, pabellón cubierto, piscina y campo de fútbol); creación de una Casa de la Cultura y un Hogar del Pensionista (1987) en el solar antes ocupado por el Gran Cinema; puesta en servicio de un Centro Subcomarcal de Salud (aunque definitivamente desapareció el hospital San Francisco); la construcción de nuevos centros escolares que paliaron el déficit existente (Águilas cuenta con un censo de 5.500 escolares y 140 profesores en 1989); se traslada el mercado semanal al Rubial; se amplían las dependencias municipales; y se pone en funcionamiento un servicio permanente de bomberos. * Se han consultado los Libros de Actas Capitulares y de la Comisión Municipal Permanente del Ayuntamiento de Águilas, así como las revistas de festejos de la época (de ahí se extraen las fotografías insertadas en el artículo).


Juan Ruiz Parra

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Juan Hernández

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Hubo una vez un barco llamado “María Ramos” José Asensio Ramírez

“– Mi madre, Pepe, siempre me hablaba de un viaje que había hecho de muchacha, en barco, hasta Águilas. Mi abuelo era guardia de asalto, había nacido en Águilas y quería que su hija mayor conociera el pueblo donde él había nacido. Antes de la guerra había una línea regular entre Barcelona y Águilas, porque el puerto de Águilas era importante o por lo que sea, pero lo cierto es que mi abuelo puso a mi madre bajo el cuidado de un amigo de juventud, embarcado en el “María Ramos” en calidad de no sé qué. Es una lástima que mi madre haya muerto, porque a veces cosas que ella recordaba yo ya no las recuerdo, y es una pena que se pierdan los recuerdos de las personas que te quisieron. Me remuerde la conciencia perder los recuerdos de mi madre; estoy segura de

que ella me los contaba para que yo los conservara. Mi madre fue a Águilas y allí estuvo un largo verano en casa de los padres de Mariquita y Encarnación; había otros hermanos, pero no sé qué se hizo de ellos; eran mayores, uno está en Alemania, creo, y el otro era chatarrero en Torre Baró, hace años, te hablo de… en fin. Para entonces Mariquita era una niña y Encarnación aún no había nacido. Para mi madre fue el verano más feliz de su vida. Hay nombres de aquel verano que han pasado a mi memoria como si tuvieran algo que ver con mi vida: la playa del Hornillo, la glorieta de Águilas, la Casita Verde, la plaza de toros, la calle Cañería Alta, helados Sirvent, un pay-pay con la publicidad de linimento Sloan, el fotógrafo Matrán. El pay-pay lo he visto por mi casa, por lo que era mi

casa. En Águilas tuvo mi madre su primer pretendiente, un barbero, y Mariquita hacía de carabina cuando iban a pasear por el puerto. A pesar de que era una niña, Mariquita ya trabajaba entonces en el esparto o en las fábricas de salazones o de higos secos, no recuerdo bien; tal vez era una fábrica de conservas de alcaparras y alcaparrones. Luego vino la guerra, acabó la guerra, por allí abajo había mucha miseria y casi todos los miembros de la familia de mi abuelo fueron emigrando a Barcelona.” En este fragmento de “La Rosa de Alejandría” de Manuel Vázquez Montalbán, el escritor nos muestra la importancia que tuvo en un momento clave de la historia de Águilas el “María Ramos”. ¿Quién no ha oído hablar de este barco que con el sonido peculiar de

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sus bocinas anunciaba la llegada o la salida del puerto? Porque para muchos aguileños el “María Ramos” o María “erre”, representaba, además de un aliciente para aquel pueblo sumido en la miseria, la posibilidad de ganar unas perrillas llevando y trayendo la carga que se necesitaba, pero también poder emigrar hacia Barcelona, donde encontrar un trabajo no era un sueño, mientras Águilas languidecía y se sumía en un letargo que duraría varias décadas. El “María R.” fue construido en los astilleros Thompson R. & Sons de Sunderland en Gran Bretaña por encargo de la Compañía Anónima de Vapores Vinuesa, de Sevilla. Fue botado el 9 de noviembre de 1908, recibiendo el nombre de “Cataluña”. En 1917 la Compañía Transmediterránea inició sus actividades en el mundo marítimo mercantil, implantando unos nuevos itinerarios más acordes con la realidad y los intereses del comercio y de la producción nacionales. En 1920 fue rebautizado “Alhambra”, ya que en la flota de Isleña Marítima existía otro vapor con el nombre de “Cataluña”. Hasta la guerra de Marruecos estuvo dedicado al transporte de mercancías y llegó a participar en el traslado de las tropas en el desembarco de Alhucemas. La crisis motivó que Transmediterránea paralizara varias unidades de su flota dedicada al transporte de carga entre los que figuraba el vapor “Alhambra”, que llegó al puerto de Mahón, procedente de Palamós, el 24 de junio de 1931 y quedó amarrado en Cala Figuera. En 1935 el vapor “Alhambra” fue adquirido por la naviera “Hijo de Ramón A. Ramos” y el 23 de noviembre de 1935 zarpaba de Barcelona, en su primer viaje bajo la nueva contraseña, con destino a los puertos de Águilas, Almería, Motril, Málaga, Algeciras y Ceuta. La compra de los vapores “Alhambra” y “Navarra” había permitido a los Ramos desprenderse de su antiguo vapor “María R.”, un buque vendido como chatarra el 15 de mayo de 1936, tras haber navegado casi cincuenta años y haber pasado por Águilas varias veces. De inmediato, los Ramos otorgaron al vapor “Alhambra” el nombre de “María R.” en sustitución de la unidad desguazada. Muchas fueron las vicisitudes del “María R.”, entre ellas la Guerra Civil que le obligó a quedar detenido diversos meses para después pasar a formar parte del gobierno republicano cumpliendo la función de obstrucción de diversos puertos. En 1937, conquistada la ciudad de Málaga por las tropas nacionales, el “María R.” navegó entonces para el bando nacional. En otoño de 1956 fue sometido a una reparación en el puerto de Barcelona y el 27 de diciembre del mismo año, una vez finalizados éstos, al ser puesto a flote, perdió el equilibrio y quedó hundido sobre el fondo del dique flotante. Después de varios meses de incertidumbre, en marzo de 1957 decidieron reflotarlo, aunque la situación económica de la compañía se agravaba, lo que les llevó a venderlo el 21 de abril de 1959 por 2.575.000 pesetas siendo desguazado en Valencia meses más tarde. No son pocas las personas que viajaron en el “María R.” y que todavía hoy recuerdan esos interminables viajes en cubierta. Dolores Prado fue una de ellas. Su viaje lo efectuó en 1945, a sus 14 años. Ella salió de Almería y recuerda su parada en Águilas, donde esperaban balas de esparto, borregos y pilas de mármol

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para ser cargadas. Ella iba con su tío Pepe que era carpintero. La llegada del “María R.” se convertía en un acontecimiento puesto que era también la manera de tener noticias sobre los familiares que ya estaban en Barcelona. Dolores recuerda perfectamente cómo se colocaban unas hamacas en los pasillos para el pasaje. Eran épocas diferentes a las actuales y no se tenían tan en cuenta las medidas de seguridad. Los ocho días que duraba el viaje se aguantaban a fuerza de bocadillos y embutido; a veces unas sopas calientes que muchas mujeres del pasaje ayudaban a hacer en la cocina del buque. La gente solía llevar un equipaje de mano y muy poca se permitía el lujo de dejar sus enseres en las bodegas del barco. Paquita González recuerda la llegada del “María R.” a Águilas. La fuerza de su bocina avisaba a los aguileños que salían de sus casas para poder ver el trasiego de sus habitantes. En la playa de las Delicias había instalados unos muelles para descarga del material en pequeñas barcazas: el muelle del molino, el de la Virgencica, donde también había una báscula, otro más entre la fábrica de harina y la fundición, y finalmente el de la cuesta. Pocas son las fotos que tenemos del “María R.” en Águilas pero precisamente en la que se conserva, podemos observar al fondo estos muelles. Se iniciaba entonces una carrera entre los “carreros”. El que echaba más viajes ganaba más, teniendo en cuenta que en cada carro cabían tres balas de esparto. Los borregos se amontonaban en lo que ahora es la Plaza de Antonio Cortijos a la espera de ser cargados. Paquita recuerda especialmente la marcha de sus dos hermanas, Fina, de 14 años, y Teresa, de 18 en 1945. A la primera le esperaba una familia acomodada en Barcelona, para poder prestar sus servicios como sirvienta; Teresa tenía un puesto

de trabajo en la empresa de cosméticos Revlon. No fue fácil decir adiós a dos hermanas, pero el futuro en Águilas no era precisamente esperanzador. No obstante, la madre fue a buscarlas meses más tarde al no poder soportar el dolor de su partida. Josefina Martínez López, ahora ya con 90 años, cuenta que primero fue su padre, Pedro Martínez Serrano quien tuvo que viajar en el “María R.” hacia Barcelona porque después de la Guerra Civil y tras 32 años de servicio como carabinero vigilante en el Puerto no le permitieron seguir con su trabajo a causa de su militancia religiosa evangélica. Logró colocarse en Barcelona gracias a un amigo aguileño en Casa Antúnez. Josefina recuerda especialmente el último viaje que efectuó el “María Ramos” a Barcelona, teniendo que vender los muebles de la casa para poder pagar el pasaje. Viejo, sucio, sin unas mínimas garantías de higiene, era ya el principio del fin del vapor y también de la naviera. Años más tarde pudieron viajar a Águilas en un nuevo barco, el “Ciudad de Alcira”, que ya era otra cosa. Con el tiempo sacaban el “kilométrico” y viajaban en tren. Hubo un tren de la emigración, pero también un barco de la emigración. Éste fue el “María Ramos”, un nombre en boca de miles de aguileños y que supuso un motivo de esperanza para los que se iban pero también para la pequeña industria del esparto emergente en la época. Un barco cargado de historias personales, de sufrimiento, de esperanza, también de amor, y que algunas de nuestras personas más mayores recuerdan con cariño. Una de estas personas me dijo un día: “Del María Ramos no hay mucho que contar: llegaba, se iba, volvía…, pero se convertía en una especie de reloj que daba las horas para alegrarnos los momentos tristes de la posguerra”.


“Terrible” La voz, “Terrible”, se oye en las esquinas pregonando un producto con voz lenta: “En la puerta la plaza, ya hay a la venta morcillas calientes”. Sigue en rutinas la voz rota que llama a las vecinas: “En la puerta la plaza, ya hay a la venta...” Sabe a sangre, cebolla, pan, pimienta, manjar para saciar hambres caninas. Ya no se oye la voz del pregonero ni huele a morcillas la puerta la plaza. El pueblo se queda sin pregonero; son tiempos de recuerdos y añoranza, de buscar en el armario ropero... un aguileño con buena cachaza. Manuel Fernández

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¡Ah, nuestro campo de antaño…!

Manuel Robles Martínez

plantación, era arrancar de raíz todos y cada uno de los árboles que en tales tierras hubiera, lo cual, en mi modesta opinión, habrían debido impedir las autoridades locales; dos, que el arbolado existente en antiguas tierras de labor no utilizadas para las nuevas plantaciones, que son la mayor parte de este término municipal, los habían ido matando la pertinaz sequía y el abandono, puesto que cuando los antiguos labradores aguileños tuvieron oportunidad de agarrarse al jornal fijo, les faltó tiempo para decirles a los amos de las fincas que con aquéllos llevaban a medias, que a otro perro con aquel hueso; y tres, que la tan ruinosa sequía fue ocasionada por un mal llamado servicio aéreo de lucha antigranizo, el cual, so capa de licuar el posible granizo que una nube tormentosa pudiera llevar, no hacía sino disolver todos y cada uno de los frentes nubosos que se aproximaban a las plantaciones, ya que éstas estaban aseguradas a todo riesgo y de ahí que las compañías de seguros hubieran creado tal… servicio. A la ruina arbórea también contribuyeron, y mucho, el abandono de las tierras por parte de los antiguos labradores, los productos químicos lanzados desde el aire para disolver las nubes y los pesticidas empleados para la fumigación de las plantas. Respecto a la existencia del antedicho servicio aéreo de lucha antigranizo, y a que éste no sólo disolviera la nubosidad tormentosa, sino que asimismo se

cargaba en libreta todos y cada uno de los frentes nubosos mansos, los cuales eran cada vez más débiles (el círculo vicioso de a más sequía menos nubosidad acuífera, iba en franca progresión), en este punto quiero dejar claro que, si bien cuando yo venía de vacaciones allá por los años 80, al oír aseverar que la avioneta fantasma (así había dado en llamarla el vulgo) era la culpable de la sequía, me compadecía de aquella pobre gente ignorante porque en mi… culta sesera no podía tener cabida el hecho de que la lluvia pudiere impedirse. Mas he aquí que habiendo yo venido a Águilas aprovechando un puente de la Virgen del Pilar, la casualidad me condujo al punto donde presencié cómo y de qué manera entre un helicóptero y una avioneta se merendaron en menos que canta un gallo una densa nubosidad tormentosa que, tras haberse abastecido a base de bien en el mar, comenzaba ya a sombrear una extensa plantación de tomateras. Y ello, claro está, me llevó de inmediato a considerar que en no pocas ocasiones las gentes sencillas que apenas saben leer, con su ciencia infusa o intuitiva nos dan ciento y raya a los… culturizados. Y como a raíz de aquello comencé a hacer averiguaciones al respecto, a las que siguió una comprobación in situ, por segunda vez en el corto intervalo de 36 horas mis propios ojos vieron que la avioneta de marras no tenía ni tanto así de fantasma, puesto que ahí al P. de la Rosa

C

omo amante de la naturaleza que soy, añoro muy mucho el campo aguileño de mi juventud. Sí, añoro aquellas extensas floraciones multicolor del campo de Águilas en las que, avanzada ya la primavera, predominaba la rojez de la amapola; añoro la deleitación de mi espíritu cuando, entre finales de enero y mediados de febrero, fechas en que florece el almendro por estas latitudes, desde un altozano contemplaba la singular belleza de un almendral en flor; e igualmente siento añoranza de aquel verdor tan vivo que de abril a octubre cubría todos y cada uno de los ramblizos y grandes ramblas de este término municipal, puesto que unos y otras estaban talmente poblados de frondosos higuerales; y, por último, como por acá la alcaparrera o tapenera crecía por doquier, entrado ya el verano, si en alguna finca no se cogía la tápena a su debido tiempo y se dejaba florecer, era asimismo una verdadera delicia contemplar aquel alcaparral, ya que la flor de esta caparidácea es bellísima. Pero amigo, como a partir de 1955 los tomateros valencianos que poco antes arribaron a Águilas con tal fin, habían demostrado ya que la plantación de tomatera de invierno a gran escala era rentable, comenzó a convertirse toa la baraja en ases, cual solían decir algunos campesinos que sin saber a ciencia cierta por qué no les hacía ni tanto así de gracia la nueva plantación, los plantadores de tomateras de invierno comenzaron a ser legión no muy luego al mismo tiempo que, cual es de cajón, comenzaba la prosperidad económica para Águilas y los aguileños todos. Mas, como no podía ser de otra manera, el nivel económico y la ruina ecológica fueron creciendo al unísono. Y tanto fue así la cosa, que si bien por un lado la demanda de mano de obra fue año por año tan a más, que al inicio de la década de los 80 los tomateros hubieron de recurrir a braceros inmigrantes (ello significó darle la vuelta a la tortilla en lo que a la situación de Águilas se refiere, puesto que antes de comenzar la plantación de tomatera de invierno al por mayor, legión fuimos asimismo los aguileños que nos vimos obligados a emigrar de éste nuestro amado terruño); por otra parte, por aquellas fechas la ruina ecológica de por estas latitudes la patentizaban ya las tres concausas siguientes: una, que lo primero que hacían los tomateros al preparar las tierras para una nueva

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pie de la sierra en las proximidades de Jaravía tenía su pista de despegue y aterrizaje con su pequeño hangar y toda la pesca. Cosa de un año más tarde, un íntimo amigo con el que me carteaba, el cual era de uno de los primeros aguileños que sabían de buena tinta todos y cada uno de los acontecimientos de cierto relieve que en Águilas acaecían, en una de sus cartas me informaba de que el piloto de la avioneta en cuestión, el cual había estado viviendo a cuerpo de rey en un chalet de Calabardina, tras haber recibido el segundo anónimo con amenaza de muerte, de Águilas había salido a uña de caballo él. Lo inherente al servicio aéreo de lucha antigranizo que nos ocupa, lo detallo por menudo en mi pequeño libro AVIONETA FANTASMA EN EL LITORAL MURCIANO, el cual publiqué en 1996. Y si algún escéptico en relación con la cuestión que nos ocupa llega a leer lo que aquí expongo y lo pone en tela de juicio, cual está en su derecho de poner, lo invito a que buceé en las hemerotecas de la Región, puesto que en los periódicos regionales de la década de los 80 no sólo hallará infinidad de crónicas alusivas a la avioneta espantalluvias firmadas por personas que ni con mucho eran indoctas, sino que asimismo podrá leer cómo en Pulpí se reunieron nada menos que 44 alcaldes de municipios de Almería y Murcia para tratar sobre el tema de las aeronaves que ahuyentaban la lluvia de toda esta extensa zona. Y al igual que no deja de ser censurable la actitud de las autoridades regionales de la época al hacer la vista gorda con el servicio aéreo de marras, puesto que hubieran debido tener en cuenta que el daño ecológico que aquellas aeronaves les estaban ocasionando a la Región iba a ser irreparable en determinados aspectos (justo es decir asimismo que tales autoridades actuaron encandiladas por la riqueza que las nuevas plantaciones les reportaban a los más de los murcianos), bastante más censurable es aún que muchos años antes de aquello las autoridades aguileñas también hicieran la vista gorda tanto en la apertura de nuevos pozos por parte de los tomateros como con la profundización de los ya existentes buscando mayor caudal, ya que ello dio lugar a que cuando hubieron transcurrido unos cuantos años, los únicos pozos que no estaban talmente secos, eran los más cercanos a la costa, puesto que del mar era su agua. No obstante las plantaciones siguieron en auge por-

Águilas verano’11

que los tomateros trajeron agua de fuera y, como las matas de tomatera y lechuga las siguieron plantando al aire libre durante varios años aún, el verdor de las mismas la mayor parte del año en un entorno tan reseco, en cierta medida nos mitigaba el resquemor interno a los añorantes de aquel campo aguileño de los años 40. Mas, incluso de aquella limitada mitigación o leve consuelo nos vimos privados no muy luego los amantes del campo verde, ya que cuando los tomateros les cogieron el gusto a los invernaderos, todos y cada uno de ellos comenzaron a plastificar sus tierras de plantación cual si lo hicieren a porfía. Y tanto fue así la cosa, que cierto día de primavera que se me ocurrió ir a contemplar desde su extremo norte Marina de Cope y prismáticos en ristre subí a lo más alto del Cabezo de la Cruz, no pude terminar el barrido visual en torno a mí porque, como el color del plástico de los invernaderos era similar al del mar, de repente tuve la sensación de hallarme en la cima de una isla viendo un amplio trecho de mar en calma chicha, en vez de estar contemplando la zona del antiguo campo aguileño que me era más amada y, el no va más de compungido, bajé cabizbajo del cabezo y subí al coche. A partir de aquel punto y hora estuve bastantes años sin ir a contemplar nuestro campo por placer. Menos mal que aun cuando mucho más tarde de lo que hubiera debido ser, al parecer las autoridades de la Región dejaron por fin de hacer la vista gorda con el tan mencionado servicio aéreo.

Pero fuera como fuere, lo cierto es que a partir del 2000 la lluvia comenzó a ir año por año a más, y en el otoño-invierno 2009-2010 ha vuelto a llover cual llovía en tiempos de mi niñez, por lo que el campo de Águilas vuelve a verdear de manera similar a la de antaño. Es por ello que yo, provisto de mis prismáticos, también vuelvo ahora a subir frecuentemente a un altozano a extasiar mi espíritu contemplando una de las zonas que más tiempo están sin cultivar y carentes de invernaderos. Las agresiones ecológicas que a lo largo de tantos años les han sido inferidas a los campos de esta comarca del litoral, a más de que de algún modo han de haber contribuido a este cambio climático que ningún país del mundo niega ya, a los aguileños nos ha dejado una secuela ornitológica que, al creer yo que es subsanable y no tener noticia de que los ecologistas hayan intentado subsanarla, pienso que si ello fuere así, no dejaría de ser chocante su inhibición en tan infausto asunto. Y me explico: La pertinaz sequía de los años 70 y 80, y sobre todo el veneno de los pesticidas, no sólo fueron mermando día por día toda la fauna del campo de Águilas, sino que una de las especies ornitológicas fue exterminada a las primeras de cambio, por lo que debe hacer de ello más de 40 años ya. No. Desde entonces acá no se ha visto por estas latitudes cuervo común o corvus corax alguno. Sí, ésta es, por ende, la secuela antedicha. Como la recuperación de la demás fauna de nuestro término tuvo su inicio hace cosa de unos 15 años, es de suponer que hoy día esté toda ella normalizada ya. El corvus corax o cuervo común, entre las de su tamaño era el ave más numerosa de por acá, la cual en bandadas de 25 ó 30 ejemplares sobrevolaban a media altura nuestro término municipal en todas direcciones. Tanto por ello como por su tamaño y negrura, a más de por sus frecuentes vuelos de un punto a otro, era el ave que más veían los campesino aguileños desde la salida hasta la puesta de sol. El córvido es un ave omnívora, pues se alimenta tanto de vegetales como de animales pequeños e inclusive de carroña; de ahí que en cuanto los pesticidas se hubieron propagado por la mayor parte del campo de Águilas, todos y cada uno de los ejemplares de esta especie murieron envenenados.

En algunas de las fincas de secano del campo de Águilas, que eran las más, había una pequeña huerta cuyo riego se efectuaba con agua de pozo extraída mediante noria.


Amanece en el Hornillo Estoy con los ojos cerrados y hasta mí llega el sonido el romper de unas olas en la playa del Hornillo. Sin llegar a abrir los ojos ha cambiado el chirrido son enormes gaviotas abandonando su nido. Apenas está amaneciendo a bandadas lo anuncian que majestuosas van cuando el día se deslumbra. No hay paisaje más bonito que un horizonte perdido entre luz y sombra está la tierra y el cielo fundido. Las gaviotas que vuelan con las alas extendidas mientras se ve avanzar una gran bola amarilla. El sol está apareciendo entre rojos y amarillos la isla del Fraile emerge entre bonitos sonidos. Yo no puedo describir un amanecer en el Hornillo no lo puedo comparar no hay nada parecido. Al ver el cielo y el mar Cuando está amaneciendo no hay sensación igual que se asemeje en el tiempo. Pues ves la naturaleza desnuda y apareciendo solo puedes compararla al ver un niño naciendo. Y cuando al horizonte miro no tengo más que pensar que hay algo superior que por encima DIOS está. Antonia Cano Gil

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La época de la gran emigración aguileña: 1900-1970 Antonio Morata Morata

económica de la época. Son años de dificultades económicas, paro y emigración, tanto en Águilas como en nuestro entorno geográfico. En las primeras décadas del siglo se produce la decadencia de la minería en el Sureste español. Después tenemos la crisis económica mundial de los años treinta, que afectó globalmente a toda Europa. Pero todavía vinieron tiempos peores. La

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urante el siglo XIX la población de Águilas creció de forma importante, especialmente en su segunda mitad (se pasa de 3.357 habitantes en 1834 a 15.868 en 1900), gracias al auge económico proporcionado por diversas actividades (exportación de esparto, plata, plomo y mineral de hierro, construcción del puerto y del ferrocarril, etc.). La inmigración fue muy potente, estableciéndose varios miles de personas entre la década de 1840 y finales del siglo. Desde comienzos del siglo XX la dinámica económica y demográfica cambia totalmente de signo. Entre 1900 y 1960 la población absoluta permanece prácticamente estancada entre los 15.000 y los 16.000 habitantes, salvo en la primera mitad de los años veinte. No hay crecimiento en el conjunto de los seis primeros decenios del siglo XX (cuadro nº 1). Por tanto, desde comienzos de la centuria se rompe la tendencia positiva del siglo anterior y se establece otra dinámica en la que el estancamiento demográfico y la emigración serán las pautas dominantes. Este es un claro indicador de la situación

Águilas verano’11

Guerra Civil, la dura posguerra, los años de aislamiento internacional y de autarquía, el atraso de la agricultura, el escaso desarrollo industrial español, etc., hicieron muy difícil la supervivencia durante los años cuarenta y cincuenta. Durante la primera mitad del siglo XX tiene lugar la modernización demográfica de la población española, con un descenso progresivo y rápido de la mortalidad, acompañado también por una bajada de la natalidad, aunque ésta de manera más lenta. Al haber una diferencia acusada entre nacimientos y defunciones se produce un crecimiento natural importante. Sin embargo, la situación económica es de crisis y estancamiento, por lo que sobra mano de obra. La emigración es la única salida para miles de personas. Cuadro nº 1. Águilas. Población absoluta entre 1900 y 1970. Año

Habitantes

Año

Habitantes

Año

Habitantes

Año

Habitantes

1900

15.868

1930

15.745

1945

15.166

1960

15.250

1910

15.967

1935

15.436

1950

15.225

1965

16.416

1920

17.078

1940

15.166

1955

15.183

1970

17.389


Cuadro nº 2. Águilas. Crecimiento natural, real, saldos migratorios, inmigración y emigración. Periodo 1901-1930

(1) Aumento o disminución de la pobla-ción absoluta

(2) Crecimiento natural (nacimientos – defunciones)

(3) Saldo migratorio (resultante entre 1 y 2)

(4) Inmigrantes registrados en los padrones

(5) Emigrantes (resultante de las columnas 3 y 4) (aproximación *)

- 123

7.582

- 7.705

4.150

11.850

1931-1960

- 495

6.042

- 6.537

2.950

9.500

1961-1970

+ 2.139

2.669

-

530

2.350

2.880

TOTAL 1901-1960

- 14.242

7.100

21.350

TOTAL 1901-1970

- 14.772

9.450

24.230

(*) No hay datos de migraciones en estos años, por lo que hay que deducirlos con los padrones. Como vemos con los datos anteriores, la emigración es muy fuerte durante estas décadas. Más de 21.000 personas salen de Águilas entre 1900 y 1960, cifra que supera las 24.000 si sumamos los años sesenta. Sin embargo, la cuantía es menor que en otros municipios vecinos, pues la población absoluta se mantiene algo por encima de los 15.000 habitantes hasta 1960 y crece durante la década de los sesenta (Mazarrón desciende de 23.284 personas censadas en 1900 a 9.865 en 1960, y Cuevas de Almanzora de 20.562 a 9.073 entre las mismas fechas). Hay un estancamiento económico durante estos decenios. Sin embargo, en Águilas la economía está relativamente diversificada. En el sector primario predomina la agricultura de secano de cereales, con bajos rendimientos, algo de arboricultura (almendros, olivos, higueras, granados, etc.), un poco de regadío en algunas huertas, algo de ganadería, y pesca artesanal con pequeños y medianos barcos (que emplea, directa e indirectamente, a alrededor de mil personas). En el sector secundario, la minería desaparece prácticamente en los años treinta. La única actividad que se mantiene con fuerza es la espartería, que da trabajo a varios miles de aguileños y “amortigua” la emigración. El ferrocarril y sus talleres suman más de 700 trabajadores a principios de los treinta, aunque después de la guerra su número desciende. Además, tenemos un comercio muy activo que mantiene a numerosas personas. Águilas es, gracias al ferrocarril, la puerta de comercio de una amplia comarca murciana, almeriense y granadina. Por el puerto salen y entran multitud de mercancías: esparto, vino, cereales, harina, sal, frutas y legumbres, aceite, mármol, madera, carbón, materiales de construcción, tejidos, azúcar, azufre, petróleo, minerales de hierro (por El Hornillo), etc. Por ello, la crisis y la emigración son menos acusadas en nuestra localidad que en otras vecinas con una economía menos diversificada y dependiente en mayor medida de la minería. Con respecto a los lugares de emigración de estas décadas, se enmarcan dentro de la corriente migratoria del Sureste español. A finales del siglo XIX los destinos preferidos eran América y Argelia. En los primeros decenios del siglo XX América pierde importancia y ahora los emigrantes del Levante se dirigen mayoritariamente a Marruecos y Argelia. Melilla y Orán son los destinos preferidos por muchos aguileños. En los años veinte y treinta también adquieren importancia Francia y Barcelo-

na. Después, la Guerra Civil provoca una importante corriente de exiliados a Francia, América Latina y Norte de África. En las décadas de posguerra la mayor parte de los emigrantes de Águilas marchan a Barcelona (el 66% de las bajas registradas en los padrones se dirigen a esta provincia). Le siguen Madrid, Alicante, Valencia, Baleares, etc. En los años sesenta y primera mitad de los setenta se produce una salida masiva hacia Europa, principalmente a Francia, Alemania y Suiza. Sin embargo, muchos aguileños siguen emigrando a los lugares de España mencionados anteriormente, especialmente a Barcelona. Varios miles de ellos viven en los años sesenta y setenta en los barrios periféricos de la ciudad (Horta, San Andrés, …) y en las localidades de su entorno, como Montcada i Reixac, Gavá, Hospitalet de Llobregat, etc., junto a otros miles de murcianos, andaluces, aragoneses, etc. Muchos aguileños tenemos parientes en Barcelona, Alicante, Madrid, Francia, Alemania, Suiza, etc. Hasta ahora sólo hemos visto números. Pero cuando pienso en los miles de personas que dejaron su tierra porque no tenían trabajo, o porque éste era tan precario que querían mejorar su vida, ya tocamos otros aspectos. La mayoría partían de Águilas a través del ferrocarril o del puerto, en barcos que hacían su ruta regular por el Mediterráneo. Entre ellos es muy conocido el María Ramos. ¿Cuánta tristeza y lágrimas “han visto” el puerto y la estación de ferrocarril durante décadas en miles de personas, entre los que se iban y los que despedían a sus familiares? También hay que ver el lado positivo. La mayoría encontraron empleos mejor remunerados y pudieron mejorar sus condiciones de trabajo y de vida. El dinero que ahorraron y enviaron a sus familiares sirvió para reparar casas, renovar electrodomésticos, comprar pisos, etc. En cuanto a los inmigrantes que llegan a Águilas, entre 1901 y 1960 proceden mayoritariamente de las comarcas de nuestro entorno geográfico, de Murcia y Almería principalmente. Lorca, Cuevas de Almanzora, Pulpí, Cartagena, Huércal Overa y Mazarrón son los pueblos más importantes. En los años sesenta, gracias al impulso económico proporcionado por el cultivo del tomate, se incrementa la inmigración con numerosos jornaleros de tierras andaluzas, sobre todo de Almería, Granada y Jaén. Bibliografía: Antonio Morata, La población de Águilas y su evolución. Siglos XVIII-XX. 2008

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Águilas verano’11


La historia fallida de la central nuclear de Cope Fernando Lillo López

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l gran auge económico que caracterizó a la década de los setenta, originó en nuestro país una fuerte tendencia consumista propiciada por el crecimiento del turismo, la moda, la emigración, las inversiones de capital extranjero, la publicidad, etc., a la vez que se daban profundos cambios sociales, pasando de un sistema autárquico dominante durante tantos años a unas formas de vida y actuaciones más acordes con la realidad europea, madurando hacia unos estilos más igualitarios y participativos, que culminarían con las primeras elecciones democráticas. En nuestro querido pueblo también se dejaron sentir estas nuevas corrientes progresistas. El cultivo y manipulación del tomate de la mano de empresas valencianas y alicantinas con destino a la exportación iniciado en los años sesenta, dio lugar a que numerosas personas pudieran emplearse en el campo o en almacenes. La creación de puestos de trabajo en el sector agrícola puso fin a una larga etapa de penuria económica

Águilas verano’11

acaecida tras el declive de la industria minera y espartera y permitió que el estado de bienestar se extendiera a amplias capas sociales. Estas ofertas de trabajo arrastraron a familias enteras, originarias en su mayoría de las provincias andaluzas, que se asentaron definitivamente en Águilas, provocando un fenómeno inmigratorio sin precedentes que llegó a duplicar nuestra población en pocos años. Todo ello obligó a nuestro Ayuntamiento a afrontar costosas inversiones necesarias en infraestructuras de servicios de las que antes se carecían o eran muy precarias, como fueron el establecimiento de un servicio sanitario de urgencias, el asfaltado de calles, la instalación de la red de alcantarillado o la creación, de forma independiente a la Delegación de Lorca, del Instituto Oficial de Bachillerato, entre otros. La explosiva fiebre turística y ocupacional atrajo también a inversores privados que financiaron la dotación de complejos turísticos, nuevas entidades de crédito, inmobiliarias, autoescuelas y discotecas, así como la construcción de edificios y comercios, etc.


Esta etapa de excepcional bonanza y nivel de desarrollo indujo al equipamiento y confort de los hogares con nuevos aparatos electrodomésticos e instalaciones, lo que unido a la modernización de los elementos de producción en fábricas y transportes, derivó en una fuerte demanda de energía y a un replanteamiento de su producción en nuestro país, dado que los sistemas y reservas de fuentes convencionales no garantizaban su abastecimiento. Los ensayos nucleares, inicialmente dirigidos a objetivos militares, fueron experimentados por algunos países como alternativa energética debido a la alta generación de calor de los elementos de combustión nuclear empleados, surgiendo así un programa de inauguraciones de plantas con material radioactivo para fines industriales. La primera implantación en España de este revo-

lucionario sistema de producción eléctrica tuvo lugar en 1968 en Zorita de los Cannes (Guadalajara), entrando en servicio dos años después la de Garoña (Burgos), seguida de la de Vandellós (Tarragona) en 1972. Fue por esas mismas fechas cuando Hidroeléctrica Española reparó en Águilas. Las favorables condiciones que, bajo su criterio, reunía Cabo Cope en cuanto a climatología, velocidad del viento, proximidad al mar etc. determinaron la selección de esta zona para la instalación de una futura central nuclear, a cuyo efecto la mencionada empresa energética adquirió 300 hectáreas de terreno, encargando un ambicioso proyecto de construcción allá en 1973, que meses más tarde sería presentado al Ayuntamiento como un autentico “maná” generador de puestos de trabajo, dotación de servicios y pingüe entrada de dinero para el Consistorio. Aunque el informe técnico elaborado por Hidroeléctrica era tranquilizador respecto a sus riesgos, las opiniones contradictorias de determinadas personas afines a grupos ecologistas en cuanto a las devastadoras consecuencias que los escapes de gases contaminan-

tes podían producir en el medio ambiente, hizo crear un clima de incertidumbre y confusión entre los habitantes de Águilas. Comenzó así una movilización en contra de la construcción de la central nuclear que se tradujo en la publicación de artículos en medios de comunicación, pintadas en las paredes, reparto de panfletos disuasorios y recogida de firmas, actuaciones que hicieron que nuestras autoridades municipales se plantearan, con buen criterio, un programa de consultas externas tanto a particulares especializados en la materia (profesores de universidades, científicos), como a organismos competentes y alcaldes de plazas con plantas nucleares, en busca de elementos de juicio para la toma final de decisión que culminaría en el pleno municipal del día 19 de Febrero de 1.974, con un Ayuntamiento repleto de público expectante y ante una Corporación cuyos miembros liderados por el Alcalde D. José Maria Guillén Florenciano, tendrían la enorme responsabilidad de decidir sobre un proyecto de extraordinaria repercusión futura para Águilas. El rechazo final unánime a esta propuesta trascendió a la opinión pública como un ejemplo de solidaridad, madurez y amor a un pueblo que defendió sus intereses anteponiéndolos a las pretenciosas intenciones expansionistas de las multinacionales eléctricas, auspiciadas por los poderes públicos de entonces. Este repaso retrospectivo a nuestra reciente historia adquiere una relevancia especial en la actualidad ante los recientes sucesos catastróficos sucedidos en Japón, y más concretamente en su central de Fukushima aún de consecuencias impredecibles, aunque ya anteriormente el accidente nuclear de Chernobil en 1986 conmovió al mundo, y unos años más tarde, en España, la de Vandellós acabaría cerrada tras el incendio de sus turbinas. También en las proximidades de Águilas (Palomares 17-1-66) pudo producirse una tragedia nuclear tras el choque de dos aviones de las Fuerzas Aéreas de EE.UU., portadores de varias bombas termonucleares. Hoy en día las autoridades, ante la alarma social creada, han dado un giro en su política energética, programando un cierre paulatino de las centrales nucleares existentes a la vez que fomentan alternativas de empleo de fuentes renovables no contaminantes, todo ello unido a una campaña de ahorro de consumo. Sin embargo, pocos jóvenes aguileños conocen el destino que en los años 70 podía haber tenido Cope. Pocos recuerdan ya a aquel grupo de gente que antepuso el respeto al pueblo a las expectativas de progreso auguradas por los promotores del proyecto. Pero los que recordamos la historia fallida de la Central Nuclear de Cope, sabemos que es una de esas historias que merece ser contada.

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Águilas verano’11


El fútbol de mi infan E

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Gutiérrez

n la década de los sesenta y principios de los setenta, en la que me tocó vivir mi infancia, el fútbol era, no ya el deporte rey, sino que podríamos decir el único deporte que se practicaba en Aguilas. Las razones son varias pero, principalmente, serían la consabida afición que ha distinguido a nuestro pueblo desde que los ingleses desembarcaran en nuestra costa, de faun lado, y, de otro, la innegable fa cilidad para su práctica: un campo, dos piedras por cada portería, una pelota y unos contra otros. Del modo expuesto, se celecele braban partidos de fútbol en cualquier sitio en el que huhu biera un espacio suficiente para denominarlo “campo”, término muy adecuado si tenemos en cuenta que sensen cillamente se trataba de eso, aunque no podemos olvidar los memorables partidos que Po se echaban en la Playa de Poniente, sobretodo en los meses de mayo y junio, y en los de septiembre y octubre cuando los veraneantes se marchaban de Aguilas; a veces incluso con persecución policial que terminaba con

Águilas verano’11

todos en el agua porque a alquien se le ocurrió que la playa no era lugar adecuado para jugar al fútbol. Algunos que vivíamos en el Puerto de Poniente incluso en el resto del año jugábamos algún que otro partido, con el riesgo siempre de que el balón, perdón, la pelota, se fuera al agua y una brisa de norte invernal se la llevara para adentro acabándose el partido. A veces pasaba, recuerdo. Como he indicado se jugaba al fútbol en cualquier lugar del pueblo que, por sus dimensiones, permitiera disputar el partido, y de ellos recuerdo varios en los que, más de un lector de este artículo, seguramente habrá jugado algún que otro encuentro. Uno de ellos era el campo de “La Dentadura”, que se encontraba junto a la Rambla del Charco, entre las calles de Fuensanta, Marín Menú y Muñoz Calero. Era un campo pequeño pero muy cercano a la población en el que podría decirse que se jugaban, perdón, “echaban” partidos de pocos jugadores. Siempre he pensado que en su nombre algo podría tener que ver el hecho de que justo en la esquina de la calle Fuensanta y a pie del susodicho se encontraba el taller protésico de José Martínez del Vas y, aunque al día de la fecha nadie me lo ha conseguido aclarar, creo que estoy en lo cierto. Más arriba, justo por debajo del Ferrocarril y donde hoy se encuentran las calles de Castellón, Benidorm, Cádiz, Málaga y Sevilla, se encontraba un campo de los grandes al que llamábamos “El del Señorito”. Aquel campo tenía muy buena tierra y a pesar de que era uno de los más alejados, solíamos jugar allí con bastante frecuencia. El de “Los Pinantes” era otro campo grande que se encontraba en el camino del Cementerio, y más abajo estaba el campo de “Los Garriga”, a la altura de donde hoy se halla el Supermercado Haro. Al otro lado de la calle Luis Prieto, enfrente de la Gasolinera de Vicenta Giménez, donde actualmente se encuentran las denominadas “100 viviendas”, existía otro campo que era el de “Los Ladrillos” que también solía albergar encuentros improvisados. La verdad es que ahora me doy cuenta de que entonces no hacía falta teléfono móvil para quedar pues con estar presente podías jugar. Pero, por encima de todos esos campos, se hallaba uno del que podríamos decir que tenía más solera; me estoy refiriendo al “Campo de la Estación”. Aquel era el campo más grande de Aguilas con diferencia, y con el tiempo supe que allí se disputaron importantes partidos con o contra los ingleses, calando rápidamente la afición en Águilas y escribiendo una página de oro de la historia de ese


nfancia en Águilas

Luis García Albarracín

deporte que de la que los aguileños nos sentimos orgullosos. En ese campo, por razones de cercanía, cada verano jugábamos contra los que cariñosamente llamábamos “Los Chulicos de Madrid”, que venían de temporada estival a Las Delicias, entre los que recuerdo a Rafa Guzmán, Alberto Ors, Manolín Bueno, y algún que otro lorquino también veraneante del “Complejo”, como los hermanos Paco y Pepe Castiñeira, o Miguel Angel Blesa. La verdad es que con el factor campo a nuestro favor y el equipo que llevábamos (Alejandro Bayona y su primo Alex López, Francis Lillo, Juan Mari, José Carlos Belmonte, Lorenzo Martínez, Jaime Llorca, Eduardo Cas, Pedro Luis, yo mismo y algún otro que no recuerdo), solíamos ganar por goleada. Espero que no se molesten por este comentario pues mantenemos con ellos una sincera y entrañable amistad. En esa época en la que el bueno de Manolo Cañas, el de la Farmacia, preparaba unos completísimos

botiquines para el Águilas, en la que ni existían los “cracks”, ni nadie sabía lo que era un “had trick”, ni existía la “Champion” sino la “Copa de Europa”, solíamos “echar pie” para hacer los equipos teniendo cuidado de que ninguno llevara “la ganga” por haber escogido mejor. Algunos sabían “marrear” muy bien, otros daban “punterazos” al “balón de reglamento” (sólo a veces, porque habitualmente era de “badana”), y los más fuertes chutaban “barrenazos” que, si te pillaban, te dejaban un sello en la piel. De las botas, mejor olvidarse. Llegaron cuando ya habíamos roto unos cuantos “tenis”, ahora por cierto llamados “zapatillas”. La mejor característica que recuerdo de esos partidos era que todo el que acudía jugaba sin tener en cuenta su mayor o menor aptitud con el balón, aunque, eso sí, cuando “echábamos pie” (que siempre terminaba diciendo “monta y cabe”), los primeros que se escogían eran aquéllos que más destacaban por su habilidad ba-

lompédica, pero hasta el último que hubiera solía jugar el partido. Algunos años más tarde y a iniciativa del inolvidable y querido Carlos López, “Carlitos el Catalán”, comenzaron a organizarse en Águilas torneos de fútbol infantil, nada menos que en el Campo de El Rubial, entonces de tierra, en la que participaron numerosos equipos, de entre los que recuerdo por su especial calidad al “SHELL”, patrocinado por Rafael López, y del que formaban parte los mejores jugadores de esa categoría, entre los que no puedo dejar de nombrar a Pepe Cárceles, al que, por cierto, siempre he considerado el deportista más completo que ha dado Águilas, porque jugaba a todo tipo de deportes y, además, lo hacía realmente bien. Tales recuerdos nos acompañarán siempre bajo nuestra particular visión de la propia experiencia vivida porque, como dice Gabriel García Márquez, “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla.”

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anto en esta misma revista de verano como en los cuatro tomos de Mirando al mar, he ido dejando noticia con anterioridad de la presencia de Águilas en la obra de celebrados escritores de la posguerra como Juan Goytisolo, Vázquez Montalbán, Antonio Prieto, Juan Pedro Quiñonero, Eliodoro Puche, Arturo Pérez-Reverte, Berta Manzanares, Pedro Cobos y algún neoclásico como Antonio José Navarro. Y pretendo ahora de modo sucinto, porque las reglas lo imponen, dar cuenta de la presencia de Águilas en la obra de Eugenio Noel (Madrid 1885-1936), un personaje relevante en los años veinte, bien conocido en los medios artísticos, venida a menos hoy en día su figura pese a los intentos de algunos estudiosos por revitalizarla. Conviene decir que Eugenio Noel fue un artista singular, novelista (Las siete Cucas), y ensayista en Castillos de España, Señoritos chulos, fenómenos, gitanos y flamencos, Semana Santa en Sevilla, España, nervio a nervio, un escritor de novelas cortas ( El rey se divierte, La novela de un toro, Los frailes de San Benito tienen una vez hambre, Alma de santa) y sobre todo de numerosos artículos para ganarse la vida, difícil tarea siempre en el campo de la escritura salvo para algunos pocos. Pero sobre todo hemos de seguir su huella en los dos tomos de su Diario -publicados póstumamente en 1962 y 1968, que es donde dejó constancia de su andadura por zonas murcianas como Yecla, Cartagena, Murcia, Archena, Beniaján, Lorca, etc., apenas silueteadas mientras que se detuvo en nuestra población con auténtico interés estético, incluso lírico, como tendremos ocasión de mencionar. En Eugenio Noel se concentran algunos factores que lo hacen interesante desde el punto de vista literario y muy especialmente desde su audaz campaña de predicar en España en los años veinte contra los toros y el flamenquismo, en un país, dicho sea de paso, castizo y gobernado por la vara blanda de Primo de Rivera. Eso hizo que le llevara por todas las aldeas, pueblos y ciudades de España en un afán de extender su apostolado laico y rebelde

RAMÓN JIMÉNEZ MADRID (Catedrático de Literatura)

F. Mula.

Eugenio Noel en Águilas

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“Si os tomarais la molestia de preguntar el secreto de la fundación de Águilas, y su necesidad, os enseñarán las vecinas sierras. Piedra a piedra la ciudad ha surgido, y piedra a piedra la ciudad se vacía en la panza de los barcos extranjeros”. Como nos visitó en un abril caluroso, siente que estamos en agosto, y le parece negativo el trazado del puerto del que dice que es un auténtico disparate, reproduce el habla autóctona con la típica deformación, menciona las curiosas orejas de fraile, pero ante la contemplación de la naturaleza marinera el alma del escritor se inflama: “Altas montañas cercan la ciudad. Me distrae observar el color de las tierras, sus formas, sus perspectivas, sus relieves poderosos como músculos de titanes...Vuelvo sobre mis pasos. Quiero visitar aquella loma habitada, aprovechar el tiempo. Envenena el alma la contemplación pura, pictórica; sensiblemente el paisaje pasa a ser un estado de alma y el espíritu que tanto trabaja y tanto sufre, se abandona a la dulzura mortal… Subo loma arriba y, conforme subo, el paisaje adquiere una amplitud desmesurada y una belleza grave. Humean las chimeneas de estas cavernas abiertas en la tierra -se refiere a las antiguas cuevas- ...”Y las cuestas del Fraile y, entre colinas, la chimenea de una fundición de azogue, el ferrocarril del muelle del Hornillo, con un viaducto cuyos arcos destacan atrevidos en el brusco relieve de los peñascos; la venta del Colorín; las oficinas de las minas de Vacares, el anfiteatro inmenso de montañas en cuya contemplación el alma sobrecogida de estupor no puede darse cuenta de su origen ni de su sistema ni describirlos. Son como líneas sucesivas de colinas que van elevándose gradualmente hasta cerrar el horizonte con

una sierra dentada, brava, azul por las distancias”. Y si bien en algunos pasajes menciona los males sagrados de la patria, poco a poco el prosaico Eugenio Noel, aquel que habla de las duras condiciones del escritor, se va transformando por los efectos del paisaje, la contemplación de la belleza y la llegada del benigno atardecer: “Me he sentado en las rocas. Parece ser que se levanta un viento fresco del nordeste, y el mar se inquieta un poco: ignoro cuánto tiempo he estado viendo por ver, mirando por mirar. El lugar es tan bello, solitario y amable, que la vida se momifica; no hay deseos de volver a la ciudad. El sol se oculta. Los juegos del crepúsculo son en este fiordo de Noruega, en este dulce estuario, encantadores. La resaca murmura; el viento, también el alma habla, yo escucho, A veces me inquieto demasiado, pienso en lo mucho que sufro, en que mis energías no vuelven convertidas en provecho propio; en mi soledad. Pero todo eso, ¿qué importa ?... Lo sustancial es vivir, aprender, mirar. Águilas me ha oído con entusiasmo. Vuelvo de nuevo a la ciudad y es un encanto ver de nuevo las cosas con nuevos colores, con nuevos delirios. Los barcos tienen encendidas sus luces de posición en las vergas, los faluchos pesqueros también se han iluminado; la luna sale por el cabo Tiñoso y los faroles de la ciudad prometen una noche de paz”. Queda claro que para un hombre que en el día anterior había pensado en el suicidio, recibió en Águilas una buena inyección de moral. La contemplación del paisaje, la armonía de la naturaleza y la buena acogida que le dieron los paisanos, hizo que siempre fuera un placer para Eugenio Noel volver a la tierra aguileña.

F. Mula.

por toda la piel de toro, ganándose en algunas po poblaciones las difíciles lentejas familiares, mientras padecía penalidades de todo tipo en algunas otras. Un personaje divertido y trágico que se tomaba a pecho las realidades españolas en un momento cercano a las tribus africanas, lejos de la Europa que había visitado. Eugenio Noel es por encima de todo un peregrino bohemio que es capaz de pasar hambre una noche, porque no tiene qué comer, y jugarse al día siguiente toda una fortuna a la lotería. Un personaje que refleja en sus testimonios lances comprometidos, amores sublimes hacia su mujer, la cubana Amancia, enfermedades de sus hijos, su condición viajera -estuvo en la guerra de África y dejó tal testimonio de ella que hubo de pasar por el penal- por países europeos y americanos, su preocupación, heredada de Joaquín Costa, por el atraso de España y su rebeldía que casi siempre le acompañó en su azaroso peregrinar por las tierras de España. Y dio conferencias en el Casino y en el Círculo de Artes y Mercantil -cada asistente abonaba lo que consideraba oportuno o lo que pudiera- y bien pudo detenerse en Águilas en donde recorrió su puerto, visitó la farola y la escollera, el Hornillo, sus calas y alrededores y dejó constancia en sus escritos de dulces emociones que han sido omitidas de otras muchas ciudades por donde pasaba, no sabemos si porque no les interesaba o porque Águilas le caló hondo. Pronto, en las notas que le dedica a la ciudad, supo pronto darse cuenta de la actualidad minera y espartera de Águilas, del ingenio de los niños aguileños para pescar con pulpos minerales del fondo del mar, de la iglesia y del castillo, pero supo indagar incluso en la historia del pueblo:

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Comercios de Águilas Salvador Montalbán Rodríguez

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sta vez vamos a hablar de los comercios de Águilas, de lo que nos acordemos de ello, vamos. De los comercios, las tiendas y los tenderos. Muchas veces, el ahora llamado consumidor sólo se fija en la tienda y en su aspecto; antes se conocía más al tendero, a la persona que estaba al frente del establecimiento. Podía ser más o menos simpático, pero siempre representaba un recurso, un medio cercano de abastecer al ciudadano, bien de productos en general o de alguna especialidad concreta. Algunos establecimientos eran de oferta diversa, como “La Regia”, que se anunciaba como “Calzados, Muebles y Sombrerería”, o más específicos, en los que la evidencia del nombre te lo decía todo, prescindiendo del apellido del dueño, como “El alpargate grande”, que estaba en la esquina de la calle Floridablanca con el Placetón, como la mayoría recordaréis.

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Otros indicaban que ya estaban muchos años en el pueblo, sirviendo al aguileño, como “El siglo”, en la Glorieta. Como ejemplo, la tienda de Paco Franco era como el híper de la época, con dos plantas llenas de electrodomésticos y tornillos, motos y neveras, radios y motores marinos; hasta que llegó la de Bartolo Montalbán, con cinco plantas llenas de muebles. Un lujo para el pueblo, decían. Sí hombre, al lado del taller del “Cales, lavados y engrases a presión”. Poco más allá, en la acera de enfrente de la calle Rey Carlos III estaba: la tienda de Askar, la consulta del “culista”, la casa de los Marines, el Juzgado del pueblo, la fábrica de sifones del Manolo, la pensión Jorquera, la posada de San Antonio, el Emiliano y, enfrente, una tienda de confecciones “Raimunda, géneros de punto y novedades”, la de “los cueveros ” , que el pueblo, guasón e irreverente llamaba la tienda del “sinco metros de sinta asul”,

al parecer porque el tendero era de Cartagena. Siguiendo, estaba la oficina de Teléfonos, donde aún las dos hermanas-solteras-operadoras nos conectaban con gruesas clavijas unos aguileños a otros. Al lado estaba la peluquería de señoras de Teresa (la de “Magritas”). Poco más allá, en la esquina del actual banco vasco, estaba la tienda de Eduardo Cas, algo así como Modas Marvic, con lo último de París, y que tenía sucursales en la Glorieta y la calle Castelar. Más allá, aún en Rey Carlos III, te quitabas las penas en “Los Candiles”, o te pelabas en la barbería junto al colegio “La Virgen Niña” , de doña Amalia; y Aznar, que ocupaba la esquina actual del edificio del mismo nombre. También andaba por allí la sastrería de Ramón Martínez Ródenas (el sastre nuevo) en la acera de enfrente, donde después ha estado “el Pitodo”. Cerca andaba también la tienda de “Las pelis”, llamada Trébol oficialmente. Por allí cerca, la primera tienda de Alarcón, papelería e imprenta, donde ahora está Cajamurcia. Y también una droguería, la del señor Juanito. En la Plaza de España, la librería y quiosco de prensa de la Anica, que recorrió desde el actual “Helados Mys” (antes Sociedad de Cazadores) hasta el lado opuesto de la Glorieta, junto a la mercería de las Hitas y después junto a la confitería de Diego; posteriormente, su hijo, el Manolo de los periódicos, estableció visita obligada a diario, por el ídem para casi todo el pueblo. Al lado del Diego, el de la confitería, la tienda de Casa Lillo, en la esquina de la Glorieta con Castelar que ofrecía Philips y Kelvinator para el pueblo. Y al lado de la iglesia, que sigue allí, la “Perfumería de Hita”. Justo enfrente estaba la ferretería del “Mateo de las Barbas”, con todo tipo de tornillos y púas en altísimas estanterías de madera vieja, al lado del Bar Alhambra, donde recogíamos chapinetas los zagales de la calle. Más a la esquina estaba “La verdad”, con una amplia oferta de cosas pequeñas, por lo que recuerdo; luego se pasó a la calle Balart, donde estaba “Muebles La Regia”, pionero de los muebles en Águilas, cerca del taller de motos Salas. Enfrente de los Candiles estaba la zapatería de la “Viuda de Soto”, más tarde llamada “Hija de Viuda de Soto”; en la esquina opuesta estaba el mencionado Gran Bazar de Aznar, frente a la tienda de ultramarinos del Azafranero, típica donde las haya. Cerca andaba “Florenciano, sastrería y pañería”. Por la calle Isabel la Católica estaba también “Casa Aullón” , “Maribel Aullón, mercería” y “Aullón Radio”, cerca de la tienda de Ginés Navarro, que ofrecía panadería y calzados de fantasía. En la esquina siguiente estaba una enorme tienda de confecciones con es-


edad ilegal para trabajar, mis padres me enviaron a aprender con él una temporada. Aquello fue como le dijo Rick al capitán Renault : “el comienzo de una gran amistad”. Creo que nunca he disfrutado tanto trabajando. Aquello era arrimar el hombro pero estar todo el día riendo con sus cosas, con las bromas a los clientes, en época de pocas alegrías económicas, como la vez en que a una señora que le pidió 5 pesetas de jamón, le soltó que podía acercarse y chupar el cuchillo. O la vez que me aseguró, muy formal, que tal clienta había muerto; cuando apareció al día siguiente, el susto fue de órdago. Era época en que el colmado o la tienda de ultramarinos tenía un mostrador de madera vieja con una encimera de mármol blanco, mordisqueado por golpes y cortes de años de uso. Estaba, lo recordaréis algunos, en la calle Conde de Aranda, justo al lado de la panadería de su hermano Pedrín, el Gasero ( y “la Sacramentos”). El arroz, el azúcar, las habichuelas se servían a granel en cartuchos de papel de estraza, que se compraba por resmas. Las sardinas se envolvían en el mismo papel, así que como tardaras en sacarlas del cartucho, se quedaban sin grasa y sin sal. Existía, como en todos los colmados, el fiado, el pago a plazos, popularmente conocido por el sistema de “a la púa”. La mujer de la casa necesitaba dar de comer a su familia a diario, pero su hombre cobraba a final de la semana o del mes, y la púa lo soportaba todo. La ropa, los enseres de la casa, el ajuar, todo era a

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la púa. Todos nos conocíamos y era difícil que “te la metieran” porque les ibas a ver la cara el resto de año. Al final, resulta que hemos revisado solamente la Glorieta y un par de calles adyacentes, las que mejor conocía un servidor pero, como quedar, quedan un capazo, que decimos los de más abajo de la Cuesta-Juan-Rabal.

Gutiérrez

tanterías llenas de rollos de tela para confección, con un mostrador de madera y un señor muy serio que lo controlaba todo desde un rincón, sí hombre, al entrar a la izquierda. Y el señor Pereira siempre atento y elegante con su público, mayoritariamente femenino. A continuación, estaba la tienda de Morales, también de ropa y confección. Y al fondo de la calle Isabel la Católica estaba la tienda del Perula, comestibles finos, que competía en calidad alimentaria con don Paco Grima, en la esquina de la Glorieta con Sagasta. Al lado del Perula andaba Antonio, un hermano que vendía televisores Kolster, equipados con transistores. En la misma acera de Isabel la Católica estaba el Hotel Rojas. Hace posiblemente más años que éstas que recuerdo estaba la tienda que trajo los primeros electrodomésticos de Águilas, en la esquina de Rey Carlos con Avenida del Caudillo, un enorme espacio con arcadas de obra lleno de televisores y máquinas de coser. Propiedad de un señor con perras y un Jaguar llamado don Arturo Solano, que urbanizó Terreros. Un comercio en el que, el que esto suscribe, aprendió mucho del sector servicios, que se dice ahora eufemísticamente, fue el del “Gasero”, concretamente en el de Salvador Belmonte, que se nos acaba de ir. Ese hombre era la alegría y la amabilidad unidas para trabajar y sobre todo para disfrutar haciéndolo. Es cierto que varios miembros de la familia Belmonte fueron comerciantes en Águilas, pero Salvador era especial. De pequeño, aún en

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Memoria de un hermanamiento José Mª Hernández Presidente del Centro Aguileño de Montcada i Reixac

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n octubre de 2001 el Ayuntamiento de Montcada i Reixac publica en el diario La Veu su intención de hacer un homenaje a todos los aguileños residentes en esta población. Tras varias reuniones a las que asistieron un numeroso grupo de aguileños se acordó nombrar una comisión para contactar conjuntamente con el Consistorio montcadense y el Ayuntamiento de Águilas, para así estrechar los lazos que desde antiguo unían a los dos municipios. Los primeros contactos se iniciaron con una visita de varias autoridades y componentes de la comisión de Aguileños de Montcada a nuestro amado pueblo. El fruto de este primer encuentro fue el pre-acuerdo de Hermanamiento entre ambas poblaciones. Los actos oficiales de Hermanamiento tuvieron lugar, el primero, en Montcada i Reixac el día 2 de noviembre del 2002, y como resultado de estos encuentros se funda el Centro Aguileño de Montcada i Reixac, que bajo la presidencia de D. Pedro Martínez García,

se inaugura el día 9 de junio de 2002, coincidiendo con el día de la Comunidad Autónoma de Murcia. A dicha inauguración asisten gran cantidad de aguileños, así como autoridades locales y destacados miembros de la Generalitat de Cataluña. Los actos de formalización del Hermanamiento, en Águilas, se llevaron a cabo el día 23 de agosto de 2003, sellándose así un acuerdo entre poblaciones unidas desde muchos años atrás por sus lazos familiares. A partir de esa fuerte unión entre ambas poblaciones, el Centro Aguileño de Montcada i Reixac se siente aún más obligado a fortalecer esos vínculos y orienta sus actividades para dar a conocer Águilas a las personas que no la conocen, con muestras de sus costumbres, su gastronomía, sus playas y sus gentes. Ejemplo de estas actividades son: Exposiciones de Pintores Aguileños Artesanía Fotografía, entre las que destacan las dedicadas a paisajes Aguileños, al nuevo Castillo de San

Juan de las Aguilas, la construcción naval, antigua y moderna, industria importante dentro de la vida aguileña durante muchos años de la que ha vivido gran parte de la población de nuestro pueblo. Gracias a las ayudas que recibimos de nuestros socios, amigos y colaboradores podemos mantener estas actividades que seguimos haciendo año tras año, como la celebración del día de Águilas en Montcada, el día de Montcada en Águilas, el día de la Comunidad de Murcia y otras más. Debemos dar las gracias, sobre todo a nuestros socios, la mayoria aguileños, a la Comunidad de Murcia, de la que somos sus representantes oficialmente, como Casa Regional de Murcia en Montcada i Reixac, al Ayuntamiento de Montcada, al Ayuntamiento de Águilas y a las demás personas que con su presencia en nuestro Centro hacen posible la continuidad de nuestras actividades.

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Mis estudios en Águilas Vicente Frápolli Bayona (09-11-1931)

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n mi ya larga vida he pasado pocos años en Águilas pero fueron los mejores y por eso puedo decir que soy aguileño, lo tengo a gala, incluso me duele Águilas, y no solo por haber nacido y haberme criado aquí, sino porque objetivamente me gusta y creo que, entre las muchas que conozco, no hay otra ciudad que reúna sus cualidades. A mí, por poner un ejemplo, me sirve para cargar las pilas recorrer el Paseo de Parra en una de esas noches en que hace “calma chicha” y está todo iluminado, incluso el castillo. Podría citar muchos otros. Desde siempre he querido colaborar en la revista, pero no ha sido hasta hoy que me he decidido a hacerlo. Tengo muchos recuerdos que creo que pudieran ser interesantes para el lector, especialmente para los ya entrados en años, como es mi caso. Hoy me referiré a mi época de estudiante. ¡Qué diferencia con la actual! Las primeras letras me las enseñó mi abuelo, Eugenio Viseras Alcaraz, así que cuando llegué al primer colegio, el de Madame en la

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Cuesta del Caño, ya leía con soltura. Eso debió ser en 1939, recién terminada la contienda. Después estuve algunos años, pocos, en el colegio de Don Joaquín Tendero, donde ahora está El Pimiento, en cuya clase –solo había una- coincidíamos alumnos de todas las edades. Recuerdo una frase: “Naciste adoquín y te has criado baldosa”, que solía dedicar Don Joaquín a alguno de los menos estudiosos y qué contaros de los “palmetazos” que daba. Uno de mis compañeros, Eulogio de nombre, los recibía casi todos los días hasta el extremo de que casi siempre traía las manos untadas con “ajo porro”, con lo que dolía menos, por si acaso. De allí pasé a prepararme para el bachillerato con Don Ginés Mula, al que recuerdo con especial cariño, con el que seguí hasta que lo terminé. Don Ginés había estudiado “para cura” y se hizo maestro, pero estaba separado de la profesión por haber servido como teniente en el ejército republicano. No tuvo más remedio que dar clases particulares para subsistir. Se dedicaba fundamentalmente a las letras, aunque a mí, quitando

un par de años, me enseñó de todo. El bachiller de entonces constaba de ingreso, siete años y reválida, o examen de estado. En Águilas no había entonces instituto sino que nos matriculábamos en el de Lorca, el Ibáñez Martín, y estudiábamos en Águilas con dispensa de escolaridad. Al finalizar el curso, sobre el día 20 de mayo, íbamos a Lorca y en una mañana nos examinábamos oralmente de todas las asignaturas. Éramos muy pocos los que tuvimos la suerte de poder estudiar en aquella época y en aquellas circunstancias. En mi curso fuimos solo cinco, y creo que fue uno de los más numerosos. Al terminar el último curso en el instituto (mayo 1948), su director, Don José Ibáñez, tuvo la deferencia de acompañarnos hasta la salida y despedirnos oficialmente. Esta efeméride fue recogida por el diario La Verdad con la foto que ilustra este artículo y en la que aparecen, de arriba abajo y de izquierda a derecha, Francisco Muñoz García (conocido como Muñoz Baldrich), Camilo Zaragoza Ruano, Maruja Arcas Ruano, un servidor y Encarna Grima Díaz.


Un ilustrado y reformista visita Águilas en sus comienzos en la primavera de 1789

Luis Díaz Martínez, Cronista oficial de Águilas, Miembro correspondiente de la Real Academia de Alfonso X El sabio de Murcia.

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. Antonio José Navarro, abad de la Colegiata de Baza, nacido en Lubrin (Almería) en 1739, fue uno de los ilustrados y naturalistas más famosos de su tiempo en nuestro entorno del Sureste español. Desde el año 1780 ya era amigo de D. Antonio de Robles Vives , pues eran afines a la Botánica y al mundo científico de su época. Ambos ilustrados se encontraron en Madrid en la casa de este último en su residencia de la calle Puente de Segovia, en donde el clérigo conoció a Floridablanca, primer ministro del rey Carlos III. Corría el año 1784. El Conde, conociendo los conocimientos del canónigo en asuntos en ciencias naturales, le encomendó el trabajo sobre la fauna y la flora de los reinos de Granada y de Murcia. Con ahínco el reverendo Navarro se puso manos a la obra coincidiendo con la labor de Robles Vives como delegado regio de los riegos y pantanos del campo de Lorca y repoblación del puerto de las Águilas. Por este motivo, ambos ilustrados mantuvieron una correspondencia muy amplia, y parte de dichas cartas se conservan en el Archivo Municipal de Lorca. Como aguileños y amantes de nuestro pasado, nos interesan las epístolas referentes a nuestro pueblo natal que en aquellos años de finales del reinado de Carlos III comenzaba su andadura como incipiente poblado, dirigida su repoblación por el mencionado Consejero de Hacienda y Superintendente real D. Antonio de Robles Vives y Alarcón. Con este el canónigo Navarro se entrevistó en su casa campesina del Molino del Consejero en la primavera de 1789. Allí en el plácido paraje pasaron unas jornadas inolvidables los dos ilustrados, pudiendo admirar nuestro clérigo la biblioteca particular de su amigo Robles consagrada a la Agricultura y Física y demás ciencias naturales, tan experto su dueño en estas materias. Sabemos por su testamento que parte de esta colección, junto con preciosos grabados relacionado con la fauna y flora mediterránea, se hallaban en su domicilio de

Águilas, en la calle del conde de Aranda, esquina marina aguileña, y el dictamen que podía obtener con la Plaza Mayor, hoy Glorieta de España. Al sobre los recientes descubrimientos de las termas fallecer Robles , víctima de la rotura del panta- romanas halladas recientemente. no de Puentes a principios de abril de 1802, fue Cuando Navarro llegó al lugar de su destino, ya se a parar esta valiosa colección a su apoderado había construido la conducción del agua potable Jaime Morenilla, por ser su acreedor en diez mil desde Tébar, y se estaba terminando el camino reales de vellón. Bien se aprovechó Morenilla de real a través de la empinada cuesta del Grajo. la ausencia de su “amo” durante su destierro de Según los censos de aquel año el vecindario concinco años en la ciudad de Albacete cuando cayó taba con ciento cincuenta moradores en su casco en desgracia en septiembre de 1792 su cuñado el urbano, conservando algunas zanjas abiertas para conde de Floridablanca. la construcción de futuras casas y almacenes seLa estancia del Abad Navarro no pudo ser más gún el plano ordenado por el conde de Aranda lisonjera en la finca del comisionado regio, pues lo durante su visita al castillo de san Juan en Junio más distinguido de la ciudad de Lorca, junto con de 1765. el cabildo colegial de San Patricio, encabezado Antes de llegar a las inmediaciones del caserío, el por su abad, D. Manuel de Robles Vives, compar- reverendo Navarro se siente entusiasmado “ante tirían deliciosas veladas sobre temas de lo divino lo mucho que hay que escribir de estas cosas” y lo humano. Y no faltaría lo relacionado con los cuando contempla desde un altozano “algunas riegos de los campos de Lorca y la repoblación balsas de fábrica romana”, y se admira ante el del puerto de las Águilas, que llevaba cuatro años espectáculo del horizonte marino que baña sus en pleno desarrollo. Este particular era una de las costas. preocupaciones del superintendente Robles, que Sin pérdida de tiempo el viajero naturalista se depor encargo del propio Rey lo había tomado con dica a observar y a estudiar la fauna del litoral tanta ilusión que con frecuencia se desplazaba a quedando asombrado de la variedad de peces la costa para inspeccionar él mismo la marcha de las obras del entonces paraje abandonado de la Marina de Águilas. Así lo testimonia la numerosa correspondencia que sostuvo con su cuñado Floridablanca, y la fuerza combativa que tuvo que sostener contra aquellos que se oponían al fomento y desarrollo del nuevo poblado. Por recomendación del propio Robles, el mismo canónigo de Baza tuvo que tomar el camino hacia el incipiente casco urbano aguileño con el fin de dar un informe sobre el estado en que se enconEstatua ecuestre de Carlos III que estaba proyectada para ser colocada en la Plaza Mayor (de D. Carlos III), que nunca se llevó a cabo. traba la repoblación de la

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que puebla sus orillas. Destaca los edificios de la Real Aduana y la suntuosa Posada Real que “es grande, cómoda y no le falta provisiones “. Del informe del Abad Navarro podemos deducir que el principal objetivo de su visita era elaborar un escrito sobre el descubrimiento de las termas romanas en la calle medio levantada por aquellas fechas del Rey Don Carlos. Dicha comunicación se conserva en la carta número ocho que el religioso le escribe a su amigo Robles que se hallaba en toda la faena de la construcción de los pantanos de Lorca. El reputado naturalista redacta un exhaustivo informe que sirve de documento a su amigo Robles para escribir un extenso memorial sobre las citadas termas a su cuñado y primer ministro el conde de Floridablanca.

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Es el Deán de la colegiata de Baza quien comisionado por el Superintendente Robles es el que levanta los planos de las termas halladas, así como parte del resto de los principales edificios de la antigua Roma descubiertos en las inmediaciones del establecimiento termal. Le dice a su amigo Robles, que como “no es facultativo disculpe sus yerros pues solo intento con estos dibujos dar una idea de estas ruinas”. Esos dibujos se han perdido, pero no el correspondiente a la planta de las termas que de sus trazos originales realizados por el mismo D. José Aº Navarro, más tarde un profesional completó el plano que se halla en el Archivo Histórico de Madrid, y que ha sido publicado en varias ocasiones. El mismo Robles Vives se interesó por los hallazgos y personalmente diri-

El edificio de la izquierda corresponde al sitio de las Termas, descubiertas en 1788. Su propietario fue el Abad de la Colegiata de Lorca, D. Manuel de Robles Vives.

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gió las excavaciones para que no se perdieran los vestigios hallados ocultos por el paso de los siglos. Así lo hace notar el ilustrado religioso cuando comenta: “Algunos trozos de arquitectura romana dieron ocasión al Sr. Robles para que mandase desenterrarlos , y levantar la mayor parte del terreno, descubriendo los trozos de un edificio de ciento cincuenta palmos de largo y diez y ocho de ancho, que desde luego se conoció ser termas”. Es Navarro el que deduce que las termas podrían encontrarse en la antigua Urci, aunque no lo da por seguro, cosa que Robles lo da por hecho en su escrito a Floridablanca, quedando reflejada dicha información en la lápida de mármol que más tarde se fijó en la casa que fue construida por su propietario el Abad de San Patricio de Lorca, D. Manuel de Robles Vives. Esta afirmación de la situación urcitana en el puerto de las Águilas, motivó una serie de discusiones en los eruditos de entonces provenientes de las tierras almerienses que la situaba en Pechina, o en el barrio de El Chuche. El debate subió de tono cuando el prestigioso deán de Baza se decantó por nuestro solar natal que echaba por tierra todos los postulados de sus colegas andaluces que los califica de “fabuladores”, pues estos escritores que no salen de sus gabinetes cometen muchos errores geográficos, pues sus aserciones absolutas no están de acuerdo con la referencia de los antiguos geógrafos que señalan las coordenadas de la antigua Urci”. Las opiniones enfrentadas sobre la ubicación de la antigua ciudad bastetana de Urci, siguió su curso después de la muerte de D. Antonio José Navarro acaecida en 1797. Su antiguo compañero del cabildo colegial de Baza, Don Manuel José Zenteno, enterado de la existencia de una inscripción grabada en una lápida de mármol escrita por el extinto Deán, en la que se afirmaba la situación de Urci en la marina de las Águilas, escribe a su cura párroco D. José López Padilla que le envíe literalmente la leyenda contenida en dicho rótulo. El reverendo López Padilla, no solo hace el encargo solicitado, sino que informa al magistral bastetano Zenteno que dicha lápida se encuentra en un rincón de la escribanía de la nueva población, prometiéndole al mismo tiempo que el mismo Don José se encargaría de colocarla en la misma casa del abad D. Manuel de Robles, lugar del hallazgo de las consabidas termas. Así fue, y gracias a las gestiones del entonces cura de Águilas, generaciones de aguileños hemos contemplado esa inscripción marmórea en el sitio donde fue colocada. No es descabellado afirmar que si no interviene el cura encargado de la ermita de Águilas en la colocación de dicha lápida en su sitio de origen, en 1806, se hubiera perdido para la posteridad. Un dato más conocido para nuestra propia satisfacción en nuestra historia local. Libros consultados: • Ilustración y Reformismo en la Obra de Antonio José Navarro. Abad de Baza. Autor Antonio Guillén Gómez- Instituto de Estudios Almerienses, 1997. • Águilas en los vaivenes de la historia.- Autor: Luis Díaz Martínez, 1991.


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La puerta de Lorca en los años 60

Ricardo Asensio Gálvez.

Prieto). Era costumbre que en las tardes de domingo, de los meses de verano, las parejas pasearan por la carretera hasta llegar a la Rambla del Charco, bajo la refrescante sombra de los grandes eucaliptos que había a ambos lados de la carretera, a la vez que compraban para su consumo, durante el paseo, las sabrosas lechugas que se cosechan en los bancales de la huerta de “Juanito” adyacentes a la carretera y que eran cultivadas de forma ecológica sin la utilización de abono químico alguno, sólo regadas con agua del pozo existente en la finca.

En el tramo de calle que va desde la Puerta de Lorca hasta el Caño de los Arcos se celebraba el Carnaval. No era un Carnaval de desfiles y grandes carrozas como el de hoy, aunque sí que había grupos de murgas, estando entre las más importantes las organizadas por los empleados de Renfe y por los músicos de la Banda Municipal, además de muchas máscaras individuales y por parejas que divertían a todos los aguileños. Cierro los ojos y mi mente me transporta a mis años de niñez en los que los zagales de la “Puerta de Lorca” jugábamos en la calle sin el peligro de que nos pudiera atropellar un coche, ya que en esos años apenas si había coches en Águilas, sólo algún turismo que otro y unos pocos camiones. Empezando por el Caño de los Arcos nos encontramos con la fuente pública, de hierro fundido, de

tres caños, y situada en el centro de la calle, donde todos los vecinos íbamos a llenar nuestros cántaros de agua. Habían aguadores profesiones; unos llevaban el agua en cántaros y otros en tinas de madera de 100 litros, entre los que se encontraban “Benito el de la Tina” y “El Tío Mateo”. Siguiendo la calle, dirección Puerta de Lorca, a la derecha estaba la tienda y panadería de “El Paredes”, en la casa siguiente vivía Bartolo “El Carnicero”, y justo al lado la Iglesia del Carmen, cuyo párroco era don Francisco Martínez Zapata, persona muy querida y apreciada por todos sus feligreses. En la acera de enfrente estaba la barbería de “El Gibao”; siguiendo por esa acera y con dirección a la Puerta de Lorca había una fábrica de losas pretensadas. A continuación la panadería de “Mariquita la del Pan”, en la que además de amasar un riquísimo Juan Hernández

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a Puerta de Lorca, ese lugar emblemático de entrada a Águilas, confluencia de las calles Carretera de Lorca (hoy Dr. Luis Prieto), Avda. del Generalísimo (hoy Avda. Juan Carlos I) y Onésimo Redondo (hoy Dr. Luis

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pan, también se elaboraba una deliciosa bollería, que atendía la Sra. Mariquita, su hija y su nuera. Más adelante la tienda de comestibles de Felipe “El Picolo” que hacía esquina con la calle López Ayala, y que estaba atendida por su mujer Isabel, su hijo Juanito y por el propio Felipe. Era muy frecuente ver a las clientas en la tienda con una libreta en la mano, de las que usábamos en el colegio, y es que el tendero cuando terminaba de despachar y sumaba el importe de los distintos artículos que le había suministrado, además de apuntar dicho importe en la libreta que llevaba la clienta, sacaba un libro de gran grosor, tipo dietario, donde en cada una de las hojas tenia puesto el nombre de una de sus clientas y en el que iba anotando todo lo que compraban durante el mes, ya que la mayoría de los maridos trabajaban en la RENFE y cobraban por meses, así que todos los primeros días de mes saldaban la cuenta del mes anterior. Las esposas de los hiladores y demás trabajadores del esparto, así como las esposas de albañiles, mecánicos, etc., saldaban sus cuentas, con el tendero, por semanas que era ésta la modalidad de cobro en esas industrias. En la misma acera y en la otra esquina con la calle López Ayala estaba la barbería del maestro Alfonso Piñero en la que también trabajaba su hijo Juan. Lindando con la barbería y haciendo esquina con la actual calle de Juan Carlos I, antes Avda. del Generalísimo, estaba la tienda de comestibles de “Pepe de Rita”, en la que atendían a los clientes la Sra. Rita y su marido Pepe Cárceles, que también tenía en esa misma calle y en la acera de enfrente un almacén donde se despachaba toda clase de piensos y cebada, trigo, maíz, patatas, harina de cebada, etc.; lindando con el almacén tenía su estanco la Sra. Lola, a la que le ayudaba en las ventas

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de tabaco y sellos de correos su hijo Juan. En el mismo estanco, y en otra dependencia contigua, tenía su taller de prótesis dentales Pepe “El Sopas”, el otro hijo de la Sra. Lola, y al otro lado del almacén, y haciendo esquina con la calle Juan Carlos I, vivía y tenía su carnicería la Sra. Rosario. En la calle Ovalo, paralela a la calle Luís Prieto estaba la panadería de Asensio, y un poco más adelante y haciendo esquina con la calle López Ayala (también conocida como la calle del Gato) se encontraba la Posada de Anica “La Posaera”. En la esquina de la Avda. Juan Carlos I con calle Luís Prieto o Carretera de Lorca estaba la posada de Miguel Cárceles, un edificio con un patio muy grande y una gran puerta de madera de dos hojas, a calle Juan Carlos I, para la entrada de carruajes. Los sábados, en la Puerta de Lorca, había una especie de mercadillo donde los agricultores traían los productos que cosechaban para su venta. La mercancía era transportada desde los distintos cortijos del campo hasta Águilas en carros tirados por mulas y en burros cargados con sus “aguaeras”. También había otro mercado, los sábados, en la Rambla de Garriga, hoy calle Julián Hernán-

dez Zaragoza, donde se trataba con toda clase de animales, como mulas, burros, caballos, cabras, borregos, gallinas, etc., siendo el único contrato que firmaban el vendedor y el comprador, casi siempre asistidos por los buenos oficios de un intermediario, un fuerte apretón manos. En los bajos del edificio de la posada estaba el Bar de Miguel, llamado más tarde Bar Deportivo, que atendían el propio Miguel y sus hijos Antonio y Juan, grandes forofos del Barcelona C.F. Al igual que ocurre hoy, los bares, en los meses de verano, montaban mesas en la calle y en la posada se montaban en el patio. Era muy curiosa la manera que los clientes utilizaban para llamar al camarero y no era otra que levantar los brazos y hacer palmas con las manos, a lo que el camarero respondía “ya voy”. Frente a la entrada de la posada y haciendo esquina con la calle Marti, tenía su almacén Francisco López Martínez, también conocido como “Paco de Rosario” y que se dedicaba a la venta a granel de harina de cebada, cebada, maíz, patatas, etc.; entre el almacén de “Paco de Rosario” y la carnicería de Rosario (madre de Paco), estaba el local de los hermanos Peñalver donde se vendía leña. En esa misma calle de Juan Carlos I y haciendo esquina con la calle Balsa estaba la tienda de comestibles de “Ginés el Francés”, así llamada porque su propietario, Ginés Pernías, había sido emigrante en Francia y, en el faldón del toldo que tenía en la fachada de la tienda se podía leer “ICI ON PARLE FRANÇAIS”. En esa misma acera y también haciendo esquina con la calle Balsa estaba la tienda de Jerónimo Cárceles. En la acera de enfrente tenía el “Maestro Corro” un taller de chapa. El “Bolicas” tenía el quiosco en la Carretera de Lorca, adosado a la fachada de la Posada de Miguel, y que atendía, tanto el propio Lorenzo como su esposa Concha, y adonde los zagales íbamos


Gutiérrez

Sebastián Jiménez

a comprar pipas, cacahuetes, garbanzos “torraos”, chufas, caramelos “saci” y los mayores tabaco. Lorenzo “El Bolicas” era conocido en toda la población por el exquisito limón granizado, que elaboraba de forma totalmente artesanal. Junto a “El Bolicas” tenía su taller de reparación de motos Hilario Gris; un poco más adelante estaba la carpintería del maestro Miguel “El Guinea” en la que trabajaban también sus hijos Gabriel, Antonio y Alfonso. Junto a la carpintería estaba el taller de bicicletas de Pedro, que pintaba las bicicletas con brocha y los adornos se los hacía con un pincel muy fino. Otras veces las pintaba usando, a modo de pistola de pintar, el aparato que se utilizaba, en esos años, en las casas para echar el insecticida (Cruz Verde) pulverizado para matar las moscas. Al lado del taller de bicicletas estaba el almacén de esparto de los Garrigas que tenía en la puerta y empotrada en el suelo una enorme báscula para pesar camiones. En el interior del almacén, había una prensa donde se confeccionaban las balas de esparto que después eran transportadas, en carros tirados por mulas, hasta el puerto, donde eran embarcadas en los vapores para su traslado a Inglaterra, donde se utilizaba para la fabricación del papel. En la otra acera y junto a la Puerta de Lorca estaba la posada de Ginesa, negocio familiar que era atendido por la Sra. Ginesa y sus hijos María, Antonio, Juan y Ginesa, En la planta baja del edificio estaba el bar, el comedor, la cocina y los dormitorios y en la planta alta había habitaciones que se alquilaban. En esa misma acera y un poco más adelante estaba el lavador, un solar muy grande donde los chiquillos íbamos a jugar a la pelota, así llamado porque anteriormente ese lugar era una gran balsa de agua donde las mujeres iban a lavar la ropa.

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F. Mula

Villa de Águilas El cielo sembrado de estrellas, Hacen a la noche más galana, La luna plateada alegre danza, Sobre la bonita villa de Águilas. Ya nace la nueva albada, El ruiseñor canta melosas baladas, Luce el sol en esta bonita mañana Y el reloj de la vida sus horas marca. La imagen de tan lindas calas, Se quedó prendida en mi mirada, Sus aguas iluminan la más oscura alma, Y el reloj de la vida sus horas marca. Camina pueblo aguileño, camina sin temores, No halla pena mis lágrimas en los corazones, Toda tú eres gloria diamantada, Y el reloj de la vida sus horas marca. Respiro de tu aroma, ¡OH! Águilas amada, La reluciente luz de tus gentes me iluminan, Notas musicales son tus alboradas, Y el reloj de la vida sus horas marca. El cielo sembrado de estrellas, Hacen a la noche más galana, La luna plateada alegre danza Sobre la bonita villa de Águilas. Dorita Gómez

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Mi vista favorita L

a última de mis excursiones al Monte de las Águilas, la realicé cuando estuve en Águilas a mediados de Noviembre de 2010.

Situado en lo más alto de la cumbre, para reponerme de la fatiga del camino y librarme del fresco levante que corría a esa hora de la tarde, fui a cobijarme sobre la base de la cara de poniente del torreón de nuestro castillo, tomando por asiento el paño liso de una dura roca que me sirvió de dosel. Cuando desde mi atalaya llenaba mis pulmones con el aire fresco que me llegaba del mar, y me reponía del esfuerzo que tuve que realizar en la subida, el calor que durante el día habían acumulado los rayos del sol incidiendo sobre la inmensa pared, y los que todavía seguía recibiendo de forma leve, me

Juan Fernández López

hizo recobrar el ánimo y contribuyó a que mi estancia en aquel lugar resultara agradable y placentera. La tarde iba avanzando, apenas quedaba una hora de luz solar, lo suficiente para que desde allí pudiera ver la cascada de espuma blanca que producían las olas al formarse sobre el horizonte. Pero, además de las olas que agitadas por el viento iban a estrellarse sobre el acantilado, la luz de la tarde me permitió contemplar el escenario natural que ofrecían las maravillosas calas de arena blanca que brillaban en todo su esplendor, extendiéndose a lo largo de toda la costa de poniente hasta donde la vista alcanzaba a descubrir sobre el horizonte, las formaciones rocosas de las montañas que estrechamente en pliegues avanzan y vienen a refrescarse en el mar. Me resisto a pensar que existan muchos

lugares donde la naturaleza hable con una voz tan entrañable, con un acento tan humano, como lo hace en esta singular porción del Arco Mediterráneo, en torno al pueblo de Águilas. Es aquí, en esta emoción del paisaje, donde determina el hombre el sosiego de la nostalgia que eleva el nivel de su espíritu. Esa suavidad del paisaje, y el perfil característico de la región, se convierten en grandeza impresionante cuando el mar con su blanca espuma se acerca a la playa, resaltando la belleza de sus calas. Ya quedó atrás aquella villa pescadora y veraniega, rodeada de pequeños caseríos blancos y dispersos entre los azules infinitos del paisaje de su prodigiosa situación natural; convertida hoy en una ciudad moderna, animada y populosa, conocida -sobre todo- por su riqueza de luz y calor, y por la atracción de su deslumbradora belleza panorámica, el pueblo de Águilas es realmente fascinante, algo así como lo que decimos muchos aguileños: “El pueblo de Águilas es el rincón del Arco Mediterráneo donde la primavera se quedó para siempre”.

F. Mula

Cuando decidí levantarme de mi duro asiento, con la intención de elevar la vista hacia el frente, antes de abandonar aquel lugar bañado por el sol en triste melancolía donde la calma que reinaba momentos antes se veía alterada por el rumor de las olas que chocaban sobre el acantilado y el murmullo de la brisa que se unía al incesante silbo de las gaviotas que sobrevolaban el monte buscando sus nidos, tuve que permanecer de pie, mientras contemplaba el maravilloso espectáculo que ofrecía la naturaleza a esa hora del crepúsculo. En ese momento, el haz de luz que reflejaba el sol -ya traspuesto- incidiendo sobre las crestas de las montañas destacaba sus relieves sobre el horizonte, mezclando a la vez las luces y las sombras, con los diferentes colores, grises y anaranjados de las nubes que, al reflejarse sobre el plateado mar, se transformaba en una soberbia bóveda de fuego, indefinible por su belleza. Mientras meditaba sobre la grandeza de aquel momento, como aguileño que vive largo tiempo fuera de su pueblo añorando su singular belleza, sentí la necesidad de expresar desde allí el modo de responder a los que en lo sucesivo me pregunten por mi tierra:

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“Soy de un pueblo de la playa del Sureste de España de belleza sin igual que grava su propia imagen en la Enseña Nacional.

La Cueva de las Palomas forma la bella ensenada que termina en la Herradura Matalentisco y la Rambla.

Es Águilas la tierra mía paraíso junto al mar lugar tranquilo y sereno remanso de luz y paz.

Costa de las grandes calas de arenas blancas y finas qué agradable es refrescarse en tus aguas cristalinas.

Allí la naturaleza presidida por el sol produjo una función doble:

Si miras hacia levante posada en este gran mar verás la hermosa bahía que es clara como el cristal

Unió belleza con paz para con ellas crear un pueblo de gente noble. Si subes hacia el castillo y miras hacia el peñón (“del roncaor”) ves la costa de poniente que forma un bello rincón. Y en esas tardes de otoño que el mar conserva su calma los rayos del sol proyectan vivo color en sus aguas. Y allá por el horizonte bajo el gris de las montañas se divisa la silueta de algo que engrandece el alma: Se divisa la Isla Negra Cala Cristal y la Chapa la Carolina en el centro ofrece sus bellas calas: cala una, cala otra, Calarreonas son ambas.

Pero el blasón principal que ensalza la Gran Bahía es algo que al pueblo da prestigio y soberanía. Es el Águilas Imperial que allá frente a Cala Fría posada en su pedestal contempla la mar bravía. Si sigues más a levante este hermoso litoral te ofrece cosas tan bellas que no podrás olvidar: Verás la isla del Fraile que como fiel centinela de fortaleza o castillo libra del fiero levante a la Bahía del Hornillo.

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Y entre bancos de algas y arena fina encontrarás esa playa, que los aguileños llaman: “Playa de Calabardina”

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verás sus sencillas calles que sin lujo de detalles se dan cita en la bahía. En su singular glorieta, poblada de bellas flores: Se da el jazmín, la violeta, el geranio y la azucena, la dalia y el crisantemo, la rosa y la hierbabuena. Y luego, al caer la tarde,

Y derrama en su ribera agua para refrescar al visitante que llega y a los que son del lugar.

Más al fondo la ensenada toma su forma de hoz y se torna engalanada con la presencia de Cope y la Playa del Arroz.

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Si prefieres ver el pueblo le encontrarás simetría;

de lejos se ven llegar bandadas de gorriones que se disputan las ramas donde poder pernoctar. Y en su fugaz tremolina, forman tan bella comparsa que más que cantar parece que un homenaje se ofrece a su pato de la balsa. El amor que el aguileño siente por su Patria Chica lo siente desde la cuna Y aunque se marche a otras tierras como la suya ninguna Por eso, cuando a un aguileño que vive fuera, le preguntan por su tierra, todo ufano contesta sin vacilar: “Soy de un pueblo de la playa del Sureste de España de belleza sin igual, que grava su propia imagen, en la Enseña Nacional.


Caminar y soñar He recorrido de mi tierra sus senderos andando por barrancos, montes y laderas repletos de tomillos y romeros transitando por caminos y veredas. Sus rincones y sus llanos y florecidos contemplando de tan cerca su belleza siento mi corazón tan conmovido que en el paraíso no se ve tan grandeza. He subido de sus montes a la cima viendo en la distancia la ciudad de mis amores donde se goza de un hermoso clima como si estuvieras en un bello jardín de flores. Se divisan sus hermosas calas y sus playas con sus nítidas aguas transparentes superando a todas vayas donde vayas ni las imaginarías tan preciosas en tu mente. Si eres extranjero o forastero y deseas contemplar este bello paisaje, visita Águilas y ten siempre presente que nunca perderás ese viaje ni en otra parte verás tanta belleza frente a frente. Aquí nací, y de mi tierra siento tal orgullo y tanto la venero hasta en mi sueño que siempre mientras viva seré suyo pues me siento honrado de decir ¡SOY AGUILEÑO!

J. Hernández

Manuel Pereira Torregrosa


Juan Ruiz Parra

Paseo de tarde otoñal Pascualina. M. León

Sentada en el paseo de Parra, con el mar de Levante de frente, que se pierde en el horizonte reflejando una belleza natural. A la derecha el faro y el Castillo y a la izquierda la Aguilica (Orgullo de los Aguileños). Por su geografía costera, ambas forman un cierre natural que custodian la Ciudad de Águilas. Ciudad estratégica para muchas civilizaciones, que invadían sus costas, pero en ocasiones inalcanzable por su defensa. Ciudad multicultural heredado por el asedio a que fue sometida. Por eso Águilas hoy es orgullo para sus habitantes. Hospitalaria y acogedora, donde diferentes razas, credos, y culturas conviven y son acogidos sin distinción de clases, dando a la Ciudad de Águilas nombre de cosmopolita. En sus colegios, se ve esa diversidad y pluralidad del buen entendimiento y convivencia que hay entre los niños. Algo muy a tener en cuenta ya que ellos son nuestro futuro no muy lejano.

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Solo para lectores de 80 años, o así Bartolomé Muñoz Marín

(Fragmento resumido del capítulo II de mi libro familiar e inédito “Mis recuerdos”)

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olvamos a lo que son mis recuerdos directos, recién cumplidos los cinco años e instalados definitivamente en la calle del Reloj (1936). Situemos la casa de mi abuelo y el entorno por el que nos movimos durante este periodo. La fachada principal da a la calle Conde de Aranda. La salida posterior, por un patio, da a la calle de Becerra o de Los Carros. Adyacentes son la calle de Roma, hoy Joaquín Tendero, y la conocida como Cuesta del Caño.

Calle del Reloj en mi recuerdo. Desde la Glorieta, en la acera de la derecha, recuerdo: En la esquina, la casa de los Santamaría. Esta casa tenía un especial atractivo por varias razones además de la cordialidad de sus habitantes. En el bajo estaba el denominado Centro (sanitario), lugar donde, hasta algunos años después de terminada la guerra, se curaba a la chiquillería, más o menos de mi quinta, de las heridas en la cabeza producidas en las guerrillas que se hacían normalmente en el castillo a pedrada limpia. También en el bajo, en una de las habitaciones interiores según se entraba a la derecha, ha-

bía, en una urna, una cabeza momificada, posiblemente de una mujer india por las negras trenzas que tenía, y que Paco Santamaría nos enseñaba misteriosamente a la luz de un mechero para darle más emoción a la visita. En la terraza había una jaula con monos y otro de cola prensil (esto lo aprendí después) con una larga cadena saltando por los hierros del “tambanillo” y se decía de un águila que don Alejandro dejaba suelta, pero con un pequeño candado en el pico para que volviera a comer a la casa. Yo no recuerdo haberla visto. Dicho esto creo que seguiré añadiendo algún recuerdo ligado a cada una de estas casas.

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La casa de las hermanas Gabarrón. De entonces recuerdo a doña Carmen. Hubo un episodio muy celebrado relativo a esta casa porque uno de los monos de don Alejandro se escapó de su jaula y estuvo deambulando varios días por los tejados de la manzana, como diré después, y comiéndose, con gran regocijo por mi parte, los tallos tiernos del jazminero del patio del abuelo. Una mañana creo que se oyeron unos gritos despavoridos porque se introdujo en la casa de estas señoras y allí fue capturado por don Alejandro. Alguien se encerró en una habitación y lo que no recuerdo es si encerraron al mono para avisar al doctor Santamaría, o si fueron las hermanas Gabarrón las que se encerraron en una habitación huyendo del simio. En la misma casa, pero en el piso de abajo vivía la familia Hernández Ramos o al menos allí tenía su consulta como dentista el entonces para mí don Jesús. Es muy raro que no recuerde también allí a su hermana Conchita, porque era muy guapa. La consulta sí que la recuerdo porque don Jesús me terminó de sacar un diente que medio me arranqué de un fuerte golpe jugando con un aro. A esa casa iba también una mujer, me parece que Isabel, que tenía un hijo, creo que Andrés, con el que yo jugaba al rehueso (la taba) en el portón. La casa de don Sebastián Fernández estaba a continuación. De ella recuerdo a una muchacha (la conocíamos por María la gorda) que siempre me decía que la Luna me iba a comer; una escalera muy cómoda de subir y a Tatán que tocaba el piano. Dejo la casa del abuelo para después, y de la contigua, no recuerdo nada en este periodo; los recuerdos de ella son posteriores a la guerra, cuando volvió de Madrid el primo Pepe López, y no sé si estaba ya en el bajo la pequeña tienda de Elisa, creo que parienta de los Ruisimón, A continuación vivía Ginés Llorca que nos contaba historias sentados por las noches en la puerta. Su hijo Juan era el que estaba más cerca de mi edad aunque algo mayor. En la casa de los Matranes vivían en el bajo los Ruisimón, con sus máquinas de coser marca Singer, y en la que hace esquina, en el bajo, la familia de Lorenzo Rubio con sus hijos Loren y Mili. En el primer piso vivían el futuro tío Antonio Castellar y su hermana Isabel, la que nos invitaba a veces a comer a Marta y a mí. Recuerdo un plato de cocido chapado y caldoso que sabía a gloria. En el segundo piso vivían los Matrán con los que jugábamos a diario. Pilar como de la edad de Marta y Celia como de la mía. Roberto algo mayor y don José, que con su bondad y simpatía, siempre nos recibía con el mayor agrado. Pasada la calle de Roma, en la segunda casa vivía Mari Carmen Alarcón, muy guapa, también de nuestra edad, a la que le decíamos amigablemente Betty Boop, creo que por el peinado y su pelo negro, negro. En la casa de doña Tomasita quiero recordar que vivía también una chica muy delicada llamada Araceli. Después Perico Caravaca y creo que Antonio Sánchez el abogado con un hermano o cuñado ferroviario muy corpulento que decían que canta-

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ba (Pedro el fundidor) y de por allí quiero también recordar vagamente a Paco Lastre. Y ya, de la siguiente manzana, en esta época, solo recuerdo el horno del Gasero. De la acera de enfrente no recuerdo nada en la esquina de la Glorieta, pero a continuación había un establecimiento muy interesante. Era de alguien de los García Lázaro y recuerdo unas pequeñas cajas con letras para imprenta, pero lo más importante era que vendían varias cosas de gran interés para nosotros. Los pocos efectivos en metálico que de vez en cuando repelábamos mi hermana y yo, eran empleados rápidamente en aquel establecimiento, y principalmente después en el periodo inmediato de posguerra. Yo, para mis juegos, me compraba unos soldadicos de plomo color plomo sin ninguna otra pintura ni adorno y mi hermana prefería unos cuentos de una colección que se llamaba “Marujita”. Los cromos los vendían en pequeños paneles unidos unos con otros con una reducida tira de lo mismo pero fácilmente separables. Eran de muy buena calidad y muy bonitos. Los recuerdo de mariposas, de flores y de figuras. A continuación estaba la casa de los Lloret, don Manuel, y después la del tío Pepe Muñoz y de la tía Margarita Calero. Esta casa saldrá después por ser la de los abuelos del primo José Luís y vivienda también, en el segundo piso, de la tía Angelita Glover y el tío Pedro Calero, médico de la localidad con don Alejandro Santamaría y sus hijos, don Enrique Martínez y don Félix Belzunce (me suena el nombre de Guerrero). En los bajos de la casa vivían Jaime Llorca (Jaimito, aficionado a la caza con galgos) y sus hijos y recuerdo a Paca Llorca cosiendo tras los cristales. Al otro lado del portal, creo, la lotería de Pepe y Bartolo (los de la lotería, claro), y la casa contigua era de los Baldó; pero lo que más recuerdo de aquella casa era que en el bajo había un marmolista que nos daba pequeñas chapas de mármol para jugar a la rayuela. Justamente enfrente de la casa del abuelo estaba la de doña Estefanía, famosa comadrona, de solo un piso y el bajo. También vivía allí Gertrudis “la Cana” y tengo una idea muy vaga de unas chicas muy delgadas. Después recuerdo unos soldados que cantaban. Creo que alguien comentó que porque se iban al frente. Al lado, no sé si ya en la guerra y seguro después de ella, vivía uno de los Torneros con sus hijos, uno Antonio de mi edad y otro más pequeño llamado “el Caracolillo” por su pelo ensortijado. La casa de los Rostanes, con mis amigos Juanito y Martín, la posada de Luis el de los coches y en la esquina la casa y tienda de Antonio Estrada. Recuerdo a Antonio padre, pequeño de estatura, con una gorra y pelo blanco. De aquel matrimonio y de Esperanza guardo un agradable recuerdo. Los niños tienen sensibilidad para oler o captar el afecto o al menos la cordialidad de las personas que te rodean (como he dicho anteriormente de don José Matrán). Al volver la esquina con calle Quintana (entonces conocida como del

correo) vivían Josi Fuster y su hermana Josefina. La esquina de enfrente tenía una pequeña ventana a esta calle del correo y creo que era la casa de la Tárraga. La zapatería del Tárraga estaba en la otra esquina de la misma manzana a calle de Lara, y en medio la casa de los otros abuelos del primo José Luís don Gabriel Jiménez y doña Teresa, con doña Prudencia la bisabuela y Mariquita y también con Juana; a esta casa me referiré después por ser muy frecuentada por mí. La casa de mi siempre amiga Jacinta Jiménez y su hermano Roberto, de la cuadrilla del primo Antonio Marín, que hacía unas magnificas construcciones de aquellas de recortables, habilidad que a mí me admiraba. De la calle ya solo recuerdo en aquel periodo un taller o garaje (luego supe que el de Juan Muñoz) y la primera noticia que tuve de lo que era una moto, montada por alguno de los Cales corriendo la calle a lo que entonces era para nosotros “toda velocidad”. He dejado para el final la calle de Becerra o de los Carros por ser la más usada para los juegos diurnos al dar a la parte de atrás de la casa del abuelo. En la acera de enfrente esquina a la Cuesta del Caño estaba la casa de los Quiñoneros y al lado vivían Ginesito y René (no sé si ya durante la guerra, o después). Luego los hermanos Pepe y Conchita Parra; a continuación como un patio con puerta y la casa en que vivía Catalina Navarro, en el primer piso, y en el bajo nuestros buenos amigos y magníficas personas Julián Navarro, maquinista de RENFE, casado con Dolores. Los hijos Julián, Guillermo, Juanito, de mi edad, y en guerra nació Maruja. Aquella casa la transitamos mucho. Juanito fue con la mayor frecuencia mi compañero de juegos y también Pepe Parra. A continuación vivían dos chicas como nosotros. Creo que eran Cati y Mariana. Me suena como de un hojalatero. Jugábamos en un gran patio con jaulones contiguo a su casa, junto a una casa vieja y de planta baja del llamado “Tío Conejo”. En la esquina, con entrada por la calle Roma, vivían los hermanos García Hernández, que jugaban al ajedrez. En la otra esquina de la Cuesta del Caño estaba la casa de los Navarro, luego unos almacenes o paretas hasta la parte trasera de la casa del abuelo y a continuación la casa de Pedrín Navarro (el Melocotón), también compañero de juegos. En la esquina vivía un carabinero con un hijo más pequeño que yo, o al menos más menudo, que le decíamos “el gallico sin plumas”. Los juegos de tarde-noche se hacían en las casas o entre las esquinas de la calle del Reloj con las de Roma y Quintana. Los jugábamos indistintamente chicos y chicas y eran por nuestra corta edad naturalmente muy infantiles. Además del descubrimiento de los gusanos de seda que comprábamos a Piedad Alarcón y que alimentábamos con hojas de morera de la noria de la Roja (donde yo tenía enchufe porque era de la tía Alicia Glover), jugábamos a la rayuela y a los cro-


mos como he dicho; a pillar, a las cuatro esquinas, a la pavana zaravía, al “te chocolate y café” con una pelota tirándola contra la pared, a las palmetadas, al carrete de la madeja, al alpargate tate (¿chiocote correa?), etc. Estos juegos, que parecen “chuminosos”, contrastaban, como después explicaré, con las bandas y las guerrillas. En la calle de los carros pertenecí a dos bandas. La primera fue una banda de “caganidos”, es decir, de los más pequeños, y mixta. Por algún sitio he dicho la especialidad que tiene Águilas, que ya en el año 31 me trajo al mundo una aguileña doctora en medicina (doña Angelita Santamaría), y el primer capitán de banda que yo tuve también era una mujer llamada Luisa Egea, que saltaba muy bien con la comba lo que decíamos “dubles”. Algunas otras chicas nos surtían de piedras como podían y hacíamos la guerrilla en la esquina de la calle de Roma. Como está en cuesta nosotros dominábamos a los de la calle Quintana, que se ponían abajo en la esquina de Matrán, pero los de la calle Espartero nos dominaban a nosotros. Así jugábamos entretenidos con estas escaramuzas. La otra banda estaba capitaneada por Pepe Navarro, que le decíamos “el Breva” y Miguel Millán. Yo era bastante menor y para entrar en ella, como prueba de valor, había que tirarse de una alta “pareta”, como decíamos, en un solar por encima de la escuela de don Joaquín Tendero y robar una caña

en la huerta de Manuela para taladrarla en la parte más gruesa, ponerle una brida de cordel y cabalgar en ella ya como uno más de la banda. En la Cuesta del Caño estaba la escuela de Madam, donde yo aprendí a leer, y fue también una calle muy propicia para nuestros juegos. Estaba adoquinada y era divertido orinar en la parte alta para que el orín se deslizara por la junta de los adoquines y ver cuál llegaba más lejos. Posteriormente allí jugábamos a la pelota, con pelota de trapo, con los hermanos García Lázaro, Pascual, Hilario y no recuerdo si ya estaba Pepe, centrando y chutando contra la puerta de cochera de los Santamaría, donde guardaban y reparaban las motos, a lo que eran muy aficionados, principalmente Juan y Paco. También acudía a veces Paco el Curro, que era de la cuadrilla de Pascual y amigo. Vivía en el entrante conocido como cocherón de la Curra, hoy callejón de El Emiliano. Pero esto ya pertenece al capítulo de la posguerra, al igual que las tablas con ruedas de cojinetes de bolillos para deslizarte por la cuesta preguntando previamente a voces si venía alguien; y la referencia a una mujer, creo que Anica, que vendía empanadas con una cesta de aquellas rígidas con dos tapas una a cada lado del asa, y el recuerdo del horno donde se cocían los amasijos caseros, las toñas de pascua y, en su tiempo, las numerosas “llandas” de boniatos que salían de las casas al caer la tarde… Continuará (¿?).

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Pinito de Oro Y

el pueblo ante la venida de aquel circo que traía una trapecista casi adolescente y tan excepcional que no había de aparecer otra capaz de hacerle sombra ni antes ni después de ella hasta el día de hoy. Y allí estaba yo bien arropada en mi alcoba pero viéndola sobrevolar el público del circo, el pueblo, el mundo con su figura menuda instalada en mis sueños y su melena morena ondeando en la noche. Es verdad que yo no llegué a ver a Pinito de Oro, ¡pero cómo la contemplé en mis quimeras! Un viento de asombro recorría el pueblo. Era una maravilla verla actuar: su delicadeza, su elegancia y también su valor. Aquella muchachita dejaba cada noche al público suspendido de sus vuelos, de sus giros, de las variadísimas figuras que ejecutaba… a veinte o treinta metros del suelo. Y no sabía lo que era el miedo. ¡Ni siquiera pensaba en él! Años más tarde así se lo confesaría a la prensa: -¿Usted cree que, si yo tuviera el miedo en cuenta, podría subir al trapecio? Y no lo tenía. Eso era evidente. Ni siquiera lo tuvo cuando algún tiempo después se fue al suelo porque trabajaba sin red en una de sus actuaciones en Laredo. Todo el mundo temió por su vida mientras estuvo más de una semana en coma porque se había producido una lesión cerebral. Y, no obstante, volvió poco más tarde a subir de nuevo a aquel trapecio que era la catapulta de su vida. Tuvo dos caídas más, gravísimas, y sin embargo volvió siempre. Sus acrobacias increíbles sobrevolaron el tejido de mis fantasías infantiles. Yo veía su figura en escena

envuelta en una capa de satén verde tal como me habían dicho que se mostraba al salir. Y cuando se desprendía de ella al pie de la escala, tras recoger los primeros aplausos, su figura menuda y elástica era la de un ser tocado por la gracia. Alguien contó delante de mí que en sus actuaciones Pinito vestía un mallot blanco y brillante, de escote agudo hasta la cintura y sisas bien acentuadas en las perneras. Un atuendo exiguo para los ojos pacatos de la época que veían indecencias por todas partes. Su cuerpo estaba hecho de delicadeza y energía y, desde el momento en que asía el trapecio y se fundía con él en el aire, aquella muchacha era una pluma que la brisa nocturna impulsaba. Y así, alada y misteriosa, la fotografió D. José Matrán. El pueblo entero pasó por el escaparate de su estudio para contemplar aquella foto. Era preciosa. Poco después, con dieciocho años, tendría lugar su viaje a América, su contrato para Hollywood donde rodó “El mayor espectáculo” del mundo compartiendo estrellato con Gina Lollobrigida, Burt Lancaster, etc., bajo la dirección de Cecil B. de Mille y por fin llegaría a obtener el gran Premio Mundial del Trapecio. Todo eso estaba ya a la vuelta de la esquina pero ella aún no sabía que la gloria en grado superlativo la esperaba. Así que seguía saliendo cada noche a la pista a cumplir su destino sencillo y grandioso de mantener en vilo los cinco sentidos de los espectadores mientras ella actuaba en un pueblo a orillas Juan Ruiz Parra

a sé que hay cosas que no pudieron ser y sin embargo fueron. Sé que fueron porque las tengo grabadas en mi interior con la claridad con que sólo los hechos reales se presentan. Y por ello me veo obligada a defender su identidad con el mismo entusiasmo que si su veracidad estuviera probada. A esta realidad vigente sólo en mi interior con absoluta certeza pertenece, entre otras que ya mis lectores conocen sobre la localización del Cielo y del Infierno, aquella que se refiere a mi memoria infantil sobre Pinito de Oro. Entonces los circos que venían a Águilas se instalaban en el Placetón. Y allí estuvo el suyo: Gran Circo Segura. Lo recuerdo tan perfectamente que me resulta sorprendente, sobre todo después de saber por mi familia desde hace años que yo nunca estuve en él. Nadie me llevó porque yo era demasiado pequeña y me acostaban temprano. Y, sin embargo, allí estaba Pinito volando en el trapecio de aquí para allá como un ser etéreo que rompiera con la ley de la gravedad. Y cada noche, cuando me acostaban, la veía desde mi cama subir y bajar por la escala de cuerda para hacer piruetas increíbles allí arriba, en lo más alto, en la cúspide de lona donde su figura era la de un ángel que tocaba el cielo con la punta de sus alas. Y aún llegan a mí con perfecta nitidez los comentarios de mi alrededor, el asombro de cualquiera que la hubiese visto actuar, el alboroto que se armó en

Carmen Arcas Ruano

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F. Mula

del Mediterráneo. Hace poco yo he estado en Las Palmas de Gran Canaria y me ha llamado la atención una estatua de Pinito de Oro en un lugar hermoso de una plaza. Luego he sabido que ella nació allí y que su padre, al morir en un accidente su hermana mayor, que era la que subía al trapecio, echó mano de ella para sustituirla pero sin muchas esperanzas de éxito. ¡Poco sospechó el futuro que le aguardaba! También fue su padre quien le dio el nombre artístico de Pinito de Oro por las dunas doradas de Guanarteme, el barrio en que la niña había nacido. Ella se llama Cristina. Y después de ese viaje han ido surgiendo en mí las memorias de aquellos días en que Pinito estuvo en Águilas con el circo y pobló mis fantasías. Y como las evocaciones llegan atraídas unas por otras como las cerezas, así han ido llegando a mí las sensaciones de aquel tiempo. Y me he sorprendido de hasta qué punto realidad e imaginación han llegado a fusionarse para mí en torno a la figura de esta artista que tanto revuelo levantó en este pueblo allá por los finales de mil novecientos cuarenta. Pero mis recuerdos de Pinito de Oro en aquellos momentos aún se sumergen, si cabe, en una realidad más entreverada de ficción que lo expuesto hasta aquí. Sé que una mañana temprano, la tata Rosa volvió de comprar en la plaza contando algo increíble que, a su vez, le acababan de contar: alguien había roto el cristal del escaparate y la foto de Pinito había sido robada. Yo me cogí de la mano de Rosa porque tuve el pálpito de que ella iba a ir a ver el estropicio. Y allá nos fuimos, pasada la Glorieta, calle del Reloj adelante hasta donde ya desde lejos se veía un grupo de gente curioseando el lugar. Era una vitrina pequeña, sobre la pared, a la altura de la cabeza de una persona. En efecto el cristal aparecía estallado y con un boquete como si lo hubieran golpeado con una piedra o con otro objeto contundente. La gente echaba cábalas sobre quién y cómo hubiera alguien podido hacer aquello. Ningún vecino había oído nada y fueron los primeros transeúntes del amanecer los que alertaron del hecho. Era natural que la artista tuviera muchos admiradores y también lo era que alguno de ellos estuviera tan entusiasmado y fuera tan vehemente que llevara su apasionamiento hasta el extremo de robar la foto. Se barajaron los nombres de diferentes sospechosos. Pero en mi fantasía quedó la suposición más novelesca de cuantas oí: un muchacho, que solía montar a caballo, quebró con la espuela el cristal del escaparate y se hizo con la foto de su enamorada. Sólo las luces mortecinas de las farolas iluminarían su fuga en mitad de la noche. Y tal versión popular correspondía a un muchacho al que yo había visto más de una vez caracolear realmente por las calles en un caballo blanco. Poco a poco los murmullos del pueblo se fueron acallando y nadie llegó a saber con certeza la verdad. Hoy, tantos años después, vienen aquellos hechos a mi memoria con la tierna música de los recuerdos.

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Recuerdos de mi escuela

Ana Guerrero Campos (“Anitica”)

S

iempre que voy a Águilas miro la calle Sagasta donde estaba mi escuela; ya no está ese edificio, ahora hay uno nuevo pero la imagen está muy presente en mí. Fueron unos años inolvidables al lado de mi tutora que fue una mujer inteligente y buena. Tengo muchos recuerdos de esos años, cosas que no se olvidan; al contrario, me gusta recordarlos. En el aseo era muy estricta, le gustaban las niñas bien peinadas, manos limpias, uniforme blanco y lo revisaba todos los dias. La lección la teníamos que saber de memoria, mi madre ya se preocupaba de que la supiéramos cada día, ella también había sido alumna suya. En una ocasión había una pregunta muy larga, nadie la sabía, a mí me preguntó: ¿Tú tampoco la sabes? Yo tampoco -le conteste-, y nos dijo unas palabras que siempre recuerdo: «Los niños de mi escuela son tontos de capirote; no se saben la lección, inteligencia sin brote». Luego nos llevó a su casa nos puso a cada una en una escalón del interior de su vivienda a estudiarla. Ahora 50 años después esa pregunta, «El principio de Arquimedes», nunca se me ha olvidado. Los trabajos que hacíamos para el Día de la Madre nos llevaba a su casa para terminarlos, plancharlos y presentarlos. Las excursiones eran fantásticas: a la Casica Verde o a su finca en el Cocón. Lo pasábamos estupendamente, jugando y cantando. Una vez comentó que fue a Murcia para pedir una beca para una alumna que fue una de las mejores de toda su carrera, pero el padre no la dejó estudiar

porque decía que se quedaría calva. Esa alumna era mi madre y tenía razón al decir que era muy lista. Unos años dieron a las escuelas, queso, mantequilla y leche en polvo para las alumnas cuando bajábamos al recreo que era en la Glorieta. Ponía una olla grandísima y se tiraba todo el rato removiendo para que la leche no tuviese grumos. A mí el queso y la mantequilla me gustaban pero en la leche siempre encontraba algún grumo. Mi nieta Julia siempre que pasamos por el árbol centenario enfrente de los helados, me dice: “Este es el árbol que se ha hecho tan grande por la leche que le diste?”. De este curso salió mi pandilla y algunas más de las escuelas nuevas, que es como se llamaba entonces ese colegio, y aunque nos vemos poco, seremos amigas para siempre. Unos años más áss tarde, cuando me iba a casar la profesora se enteró y fue a verme a la iglesia y en el altar me dijo unas palabras que las llevaré en mi corazón para siempre. Hay tantas cosas que recordar, como rezar en el Ángelus a las 12 del mediodia, poner la bandera en el balcón, cantar el himno de España. Escribíamos las cosas importantes de cada día, hacíamos los dibujos de las fiestas más importantes, navidad, reyes, etc. Siempre me pregunté dónde habrán ido a parar todos esos diarios. Cuando oigo decir que antiguamente los profesores pegaban, castigaban, siento rabia porque nunca vi nada de eso; al contrario, era mucha educación la que recibíamos. Admiro a los profesores de ahora porque se les ha perdido el respeto y el tratamiento.

Un año vino una señora de Murcia llamada Carmen Verbo, para dirigir una obra musical con las niñas de todos los colegios, en el local de Falange. Casi todas íbamos con el traje de comunión con la falda cortada. La canción era así: La hija del alcalde la más pequeña estribillo: pun cata pun pun pun, gori gori gori, su, su, su La que esconde los huevos bajo la leña (estribillo) Bajo la leña pun de tu puerta a la mía solo hay un paso (estribillo) Si quieres pasa, que yo no paso (estribillo) que yo no paso pun

Desde aquí quiero agradecer a DOÑA CANDIDA DÍAZ MOLINA, MI MAESTRA y todo lo que nos enseñó.

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Aguileños en Granada Antonio Carvajal Mansergas

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pero siempre en su mente estaban los lugares inolvidables de su pueblo, de su patria chica. Y una vez recordada con amor esta historia de sus vidas en la tranquilidad de este lugar del Albaicín, podemos ver frente a nosotros la Alhambra iluminada en un bellísimo atardecer con los últimos reflejos de un sol poniente haciendo que nuestra imaginación mezcle esta belleza nazarí con la visión y el recuerdo de nuestro castillo que también refulge con este miso sol, y allí en la lejanía como vigilante de nuestro mar Mediterráneo, esa ¨Aguilica¨ tan amada por todos nosotros, y el peñón del ¨Roncaor¨, y la Glorieta con su alarde de jardín esplendoroso que tiene otro símbolo de nuestro pueblo, la ¨pava¨ en su ¨balsica¨, símbolos todos ellos de nuestra Águilas que es una joya de la región murciana. Y habiendo ya satisfechas nuestras ilusiones de vivir estos momentos con los recuerdos que flu-

yen constantemente en nuestra imaginación, no podemos por menos el recordar en unos versos la magnificencia de nuestra Águilas, versos que dicen: Muere la tarde, y el sol por el poniente se esconde poco a poco ya sin brillo, y entre sombras los muros del castillo se recortan con reflejos esplendentes. Y si nos embarga este amor a nuestra Águilas, también somos acreedores y agradecidos a esta Granada que nos acogió y de la que estamos orgullosos, pudiendo decir como Francisco de Icaza, poeta y diplomático mejicano, en su viaje a Granada, cuando un invidente solicitó una ayuda y le dijo a su esposa: “Dale limosna, mujer, que no hay en el mundo nada como la pena de ser ciego en Granada”. J.J. Troyano Matrán

E

ste humilde narrador de algunas ¨cosas y cosillas¨ de nuestra amada Águilas ha reunido en amable tertulia a unos aguileños que se enraizaron en Granada pero que en su corazón vive permanentemente la esencia y el amor del pueblo que los vio nacer. Nada mejor para realizar este encuentro que reunirnos aquí en un carmen albaicinero saboreando el incomparable vino de Bullas unido al pulpo, la caballa y la melva que se savaron con la brisa de nuestro mar aguileño, unos “minchirones” picantes y ese producto tan aguileño como son los tallos de las alcaparreñas, delicias todas que nos traen la nostalgia y el recuerdo de estos lugares que tanto amamos, y además traen a la memoria aquellos años de la posguerra cuando asistían al colegio de la “madam” para aprender las primeras lecciones, y más tarde en el de don Joaquín Tendero. Allí los juegos infantiles eran con aquellos inolvidables Paco Pereira, Nicolás Escámez, excelente futbolista, y Juanito Delgado entre otros. Y andando el tiempo ya algo mayores recordaban la gran amistad que los unía con Mario Cotillas, Bartolomé Muñoz Marín y José Luis Muñoz Jiménez, recordando ciertas travesuras cuando iban a coger higos ¨pajareros¨ de las higueras en el camino del cementerio escuchando los golpes acompasados de los grandes mazos machacando el esparto para las fábricas de cordajes, maromas y estacas. Como en el invierno Águilas se quedaba bastante tranquila de la afluencia de los bañistas, aquellos jóvenes organizaban unos bailes muy concurridos en los salones del Casino, donde ya comenzaban los primeros escarceos amorosos de unos jóvenes ansiosos de vivir un primer amor, bailes que amenizaba el piano de Mario Cotillas. Pepe y Vicente Frapolli recuerdan cuando llegaba el tren de los baños procedente de Lorca y en aquel antiguo Paseo de Parra se instalaban lo más comodamente posible para disfrutar de un día de agradables baños en las tranquilas aguas de nuestras playas y al llegar la hora del yantar muchos de ellos deleitaban sus paladares con aquellos platos que preparaban en la taberna de la Cigarrilla. Y en la lucha por la vida de esos aguileños, por sus ocupaciones profesionales tuvieron que conocer diversos pueblos de España,


Juan Hernández

“Recuerdos” Hoy la brisa del mar me trae recuerdos de mi pueblo, un sabor a sal, sabor de alga, un aroma a jazmín, aroma que embarga las noches de locura, los días cuerdos. Águilas en el corazón de mi pueblo se mira en la mar altanera e hidalga y en las noches cuando la luna salga cubrirá de estrellas fugaces su cielo. Qué lejos queda la pava de la balsa, el agua fluye dormida entre su pico, una serpiente por su garganta abrasa lo que será en ella el último gemido. Hoy la brisa del mar me lleva al olvido; nunca creí estar tan lejos de mi casa. Manuel Fernández

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Un paseo por la Historia Isabel Reverte Palazón (Periodista y Dinamizadora Social y Cultural)

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racias al apoyo del Ayuntamiento de Águilas, especialmente a la responsable del área de la Tercera Edad, Josefa García, he podido llevar a cabo la iniciativa cultural y social “Un paseo por la Historia” en el Centro de la Tercera Edad “Antonio Sicilia Segura”. Todo un reto con unos protagonistas de excepción: Nuestros mayores. El origen y la evolución de aspectos como los oficios, el cine, la publicidad, la moda, la gastronomía, las canciones y los juegos de los años 40, 50 y 60, tanto en el ámbito internacional como nacional, son el punto de partida para llegar a Águilas y, de la mano de los participantes, conocer la sociedad, el folclore, la cultura y, en definitiva, la historia reciente de nuestra localidad. Un viaje apasionante que nos descubre los remedios naturales que curaban dolencias como los dolores de espalda o de oídos. Los dichos, vocablos y refranes, las anécdotas de la catequesis, de los compañeros de juegos, de los cines, de los oficios, de los bailes y guateques. Todo un despliegue de vivencias de la mano de Juana González, Ana María Manzaneda, Sebastiana Calvo, Blas Cegarra, Ana García, Francisca Montalbán, Juana Ortiz, Francisco Jiménez, Antonia Manzaneda, José Martínez,

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María Pastor Segovia, Diego Rabal, Piedad Rodríguez y María Pastor Martín junto con la aportación de la Responsable del Área de la Tercera Edad, Josefa García, y del Alcalde, Juan Ramírez. A lo largo de las páginas de “Un paseo por la Historia”, el lector descubrirá cómo bajaban desde la Marina de Cope andando para ir a las fiestas, cómo las catequistas premiaban con una merienda a los niños que se preparaban para celebrar la primera comunión, cómo predominaba la imaginación gastronómica en aquellos años de necesidad donde un bocadillo de pimentón y aceite se convertía en “sobrasada” e incluso que en Águilas se grabaron tres películas, que un aguileño participó en las tres y ayudaba al mismísimo Charlton Heston a dar de comer a los caballos. No obstante, lo más destacado de estas páginas es descubrir la historia de unas personas increíbles que, pese a la dureza de aquel entonces y tener que trabajar desde muy pequeños, aportan una ilusión y una fuerza envidiable. Ilusión y fuerza que mantienen, a día de hoy, y que contagian a todo aquel que tiene la suerte de poder compartir con ellos sus vivencias y su experiencia como me ha pasado a mí. Gracias a todos. Confío en poder llevar a cabo, en un futuro lo más cercano posible, una nueva edición de “Un paseo por la Historia”. Cambiarán los protagonistas pero se mantendrá el espíritu que ha servido de cultivo a esta primera publicación, recuperar y mantener para las próximas generaciones una parte importantísima de la historia de Águilas.

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Carnaval

Fiesta de InterĂŠs TurĂ­stic


Ă­stico Nacional

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Patronato Deportivo Municipal

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l Patronato, en su intención de que el mayor número posible de personas practique deporte, organiza a lo largo del año una larga lista de actividades deportivas de diferente carácter: desde cursos de aprendizaje hasta deporte de alta competición. Las fechas más cargadas de actividades deportivas suelen coincidir con el verano aprovechando el aumento de población que tiene lugar en estas fechas nuestro municipio, aunque en los últimos años se ha ido incrementando también la oferta a lo largo del año en cuanto a actividades deportivas y competiciones se refiere. Esto es debido a que cada vez se demandan más actividades lo que supone que el interés por la práctica deportiva va aumentando. Las actividades del año 2010 que más cabe destacar es el Campeonato de España de Acuatlón en el que contamos con la participación de JAVIER GOMEZ NOYA, Campeón del Mundo de Triatlón y otros triatletas de élite como Ana Burgos, Marina

Dalaimcourt. Además se organizó un triatlón clasificatorio para el Campeonato de España y entre ambas pruebas hubo 550 participantes. Además se ha organizado la “1ª Maratón de Moun-

tainbike Ciudad de Águilas” ya que se ha visto incrementado el interés por esta modalidad deportiva y los ciudadanos acogieron esta prueba con gran interés.

Visita de Amaya Valdemoro

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Las actividades programadas para el año 2011 son las siguientes ACTIVIDADES DEPORTIVAS AÑO 2011 6 de enero

Paseo Ciclista “Día de Reyes Magos”

Plaza de España

7de febrero

Duatlón “Carnavales de Águilas”-Clasificatorio para el Campeonato de España de Duatlón Élite y Grupos de Edad

Paseo de Parra

19 marzo

Milla Playera “Día del Padre” (Asociación Aguilas Vida Activa)

Playa de la Colonia

26 mayo

Gala del Deporte Aguileño

Pabellón “Agustín Muñoz”

octubre a junio

Liga Local de Fútbol Sala

Pistas Polideportivas (Polideportivo Municipal)

junio

Campeonato de Fútbol 7

Campo de Fútbol 7 “Capi” (Polideportivo Municipal)

octubre a junio

Cursos y actividades de natación

Piscina Cubierta Municipal (Polideportivo Municipal)

octubre a junio

Escuelas Deportivas

Polideportivo Municipal

27 de mayo

Final Regional de Acuatlón Escolar

Playa las Delicias

28 de mayo

Final Regional por Equipos Deporte Escolar categoría Infantil

Pabellones

29 de mayo

Triatlón “Marqués de Águilas”- Clasificatorio Campeonato de España de triatlón Élite y Grupos de Edad

Playa las Delicias

4 de junio

Final Regional por Equipos Deporte Escolar categoría Alevín

Pabellones

11 de junio

Final Regional de Voleiplaya Deporte Escolar

Playa las Delicias

23,24,25 junio

Campeonato de España de Atletas Veteranos

Pista de Atletismo “José Ruiz Lajarín”

diciembre

Carrera Popular de Navidad

Puerto

JUEGOS DEPORTIVOS DE VERANO 2011

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julio y agosto

Juegos en la Playa

Playa Las Delicias

julio y agosto

Cursos de natación verano

Piscina municipal

24 de julio

Travesía a Nado Playa de Poniente

Playa de Poniente

17 de julio

Carrera Pedestre Popular “Ciudad de Águilas

Paseo De Parra

6/7 de agosto

24 Horas de Pádel

Polideportivo

6/7 de agosto

24 Horas del Corredor de Fondo “José Ruíz Lajarín”

Polideportivo

6/7 de agosto

24 Horas de Fútbol Sala

Polideportivo

6/7 de agosto

24 Horas de Natación

Polideportivo

agosto

Torneo de Petanca

Polideportivo

20 de agosto

Carrera Nocturna Internacional “Alcalde de Águilas”

Plaza de España

agosto

II Torneo Medieval “Ciudad de Urci” de Tiro con Arco

Campo de Fútbol “Hermanos Buitrago”

agosto

Campeonato de Fútbol Playero Base

Playa de Poniente (Montiel)

agosto

Open de Tenis Ciudad de Águilas

Polideportivo

agosto

Campeonato de Baloncesto 3x3 en la Calle

Plaza Robles Vives

18 de septiembre

II Maratón MTB “Ciudad de Águilas”

Salida y Meta en el Polideportivo

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Teresa Rodríguez

Levántate marinero Echa el ancla marinero Que vamos camino a tierra, Ya se ven las gaviotas Y cerca ya está la arena. Echa el ancla marinero Levanta las grandes velas, Para que pronto se ponga alegre mi guapa novia morena. Que desde hace más de un año No ha visto mi cara fresca, Que la brisa me ha ido dando Entre mares y tabernas. ¡Levántate marinero! Y verás cómo te alegras, Todas están esperando Entre ellas mi morena. No le des más rumbo al barco ¡para el timón, timonero! Que cerca me está esperando La aguileña que yo quiero. Consolación Muñoz Aragón, 1975.

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PROGRAMACIÓN VERANO 2011 Martes 12 de julio

Teatro Infantil Ribalta Teatro “Palabras en los bolsillos” Plaza de Antonio Cortijos, 21h.

Lunes 18 de julio

Proyección de imágenes y montajes digitales. Asociación de fotógrafos aficionados José Matrán Plaza de Antonio Cortijos, 22h

Miércoles 20 de julio Bailas? Plaza de Antonio Cortijos, 22h

Viernes 1 de julio

1º Concierto de verano Patronato Musical Banda Escuela. Plaza de España, 22h. (Puerta del Ayuntamiento)

Sábado 2 de julio

Visita teatralizada Salida 18h. Oficina de Turismo. Puro HIP HOP, Águilas festival 2011. Sicario, Alberto Gambino, entre otros. Plaza de Antonio Cortijos. Exhibición de graffiti a partir de las 16h. Concierto 22h. Organiza Concejalía de Juventud. Mini tren de vapor vivo. Explanada del Auditorio, 19h.

Jueves 21 de julio Miércoles 13 de julio

Bailas? Plaza de Antonio Cortijos, 22h.

Jueves 14 de julio

Teatro infantil Coantares: “EL CABALLERO DEL PEZ” Plaza de Antonio Cortijos, 21h.

Domingo 3 de julio

Festival de danza organizado por el Ballet SINERGIA Plaza de Antonio Cortijos, 22h.

Jueves 7 de julio

Teatro Infantil Imagine Espectáculos. “Alicia en el País de las Maravillas” Plaza de Antonio Cortijos, 21h. Habrá palomitas y algodón de azúcar gratis tras la función.

Viernes 8 de julio

Bailas? Plaza de Antonio Cortijos, 22h.

Viernes 15 de julio

• Serenata a la Virgen del Carmen. Banda Titular del Patronato Musical Aguileño. Puerta de la Iglesia del Carmen, 22h. • Elección Reina Infantil. Plaza de Antonio Cortijos, 22h Organiza: Cofradía y Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de la Soledad.

Sábado 16 de julio

• Procesión Marítima Virgen del Carmen Bahía de Levante 20’30h • VI Galería de arte “Al aire libre”. En el puerto de Águilas, 20h. 21.30. Gran evento Graffiti • DI ELAS (LUIS TOSAR) y MARAÑONES Plaza de Antonio Cortijos.

Domingo 10 de julio 102

Festival de danza organizado por la Escuela de Goyi Vera. Plaza de Antonio Cortijos, 22h.

Viernes 22 de julio

Concierto. Banda Titular del Patronato Musical Plaza del Rubial, 22h.

Sábado 23 de julio

Gala elección Reina de las Fiestas. Actuaciones: -Ballet -Marisol Segura Actuación estelar de José Manuel Soto Plaza de Antonio Cortijos, 23h.

Domingo 24 de julio

Festival de danza organizado por el ballet Serpentina Plaza de Antonio Cortijos, 22h

Martes 26 de julio

Gala de la Edad de Oro Revista de variedades. Plaza de Antonio Cortijos, 22h.

Miércoles 27 de julio Teatro Infantil Ribalta Teatro. “Hansel y Gretel” Plaza de Antonio Cortijos, 21h.

Jueves 28 de Julio

Sábado 9 de julio

XXIX Festival Nacional de Bandas de Música “Ciudad de Águilas” Banda Titular del Patronato Musical Aguileño. Pasacalles, 20,30h. Auditorio, 21,00h.

Actuación de NOSTALGIA Plaza de Antonio Cortijos, 22h.

Second y Sidecars Plaza de Antonio Cortijos

Domingo 17 de julio

Festival de danza organizado por la Escuela de Aerobicmanía Plaza de Antonio Cortijos, 22h.

El Ayuntamiento de Águilas se reserva el derecho de modificar, anular o suspender, por causas justificadas, cualquier acto de los previstos en este avance. En la Oficina de Turismo de Águilas (Pza. Antonio Cortijos, s/n. Tlf. 968 49 32 85) podrán hacer las consultas oportunas o recoger un folleto de mano con la Programación de Festejos de Verano definitiva.

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PROGRAMACIÓN VERANO 2011 Viernes 29 de julio La MUSICALITÉ Teloneros: NaGa Plaza de Antonio Cortijos.

Domingo 7 de agosto Encuentro de cuadrillas Plaza de Antonio Cortijos, 22h.

Lunes 8 de agosto

Proyección de imágenes y montajes digitales Asociación de fotógrafos aficionados José Matrán Plaza de Antonio Cortijos, 22h

Sábado 30 de julio

• Desfile de sombreros organizado por la Asociación Amas de Casa. Plaza de Antonio Cortijos, 22h. • Concierto. Banda Titular del Patronato Pérgola de la Colonia, 22h.

Domingo 31 de julio

Festival de danza organizado por el ballet Nuevo Ritmo Plaza de Antonio Cortijos, 22h

AGOSTO

Miércoles 10 de agosto

Teatro Infantil “Caperucita Roja”.Tespis. Plaza de Antonio Cortijos. 21,30h.

Jueves 11 de agosto

Jueves 4 de agosto

Festival flamenco “Very well fandango” con Miguel Tena, Rubito y Rubito hijo. Guitarrista, Antonio del Patrocinio. Organiza Asociación tradición y folklore Plaza de Antonio Cortijos, 22h.

Viernes 5 de agosto

• Gala a beneficio de la Asociación española contra el Cáncer. Desfile de modelos y actuación de artistas aguileños. Plaza de Antonio Cortijo, 22h. • “La sonrisa solidaria” (Festival solidario) Actuaciones de monologuistas del Club de la Comedia y de Paramount Comedy. Auditorio, 22h. Organiza Cruz Roja Española de Águilas

Sábado 6 de agosto

• Visita teatralizada Salida 18h. Oficina de Turismo. • Festival de danza organizado por el ballet Zambra Plaza de Antonio Cortijos, 22h

Viernes 19 de agosto

III Festival de los grupos aguileños de los 60 y 70. Plaza de Antonio Cortijos, 22h.

Sábado 20 de agosto

• Gala Elección Personajes de Carnaval Plaza de Antonio Cortijos, 22h.

• Mini tren de vapor vivo

Explanada del Auditorio, 19h.

Domingo 21 de agosto

Ballet Circus estatal de Argentina. Ballet internacional de la Costa Argentina. Director Osvaldo Uez. Plaza de España, 22h.

Viernes 12 de agosto

Miércoles 24 de agosto

MALU Plaza de Antonio Cortijos.

Bailas? Plaza de Antonio Cortijos, 22h.

Jueves 25 de agosto Los cuarentones Plaza de Antonio Cortijos, 22h

Viernes 26 de agosto

Mini tren de vapor vivo Plaza de Antonio Cortijos, 19h.

Miércoles 3 de agosto

Bailas? Plaza de Antonio Cortijos, 22h.

Gala a beneficio de la Hospitalidad de Lourdes. Plaza de Antonio Cortijos, 22h.

Lunes 1 de agosto

Bailas? Plaza de Antonio Cortijos, 22h.

Jueves 18 de agosto

LOS MORANCOS Plaza de Antonio Cortijos.

Sábado 13 de agosto

IV Muestra del Carnaval aguileño 21h Desfile de Carnaval. A continuación Fiesta amenizada por los mejores DJ´s. Plaza de Antonio Cortijos, 23h. • XIII Verbena de la Amistad. Edificio Aguas Marinas.

Domingo 14 de agosto

FUEGOS ARTIFICIALES PIROMUSICALES Bahía de Levante 23h. Tras los Fuegos: Actuación Diego el Cigala Plaza de Antonio Cortijos, 24h.

Lunes 15 de agosto

• Regata de botes a remo y Cucaña

Bahía de Levante, 19h.

• Festival a beneficio de la Peña Flamenca

Sábado 27 de agosto CANTAJUEGOS Plaza de Antonio Cortijos

Domingo 28 de agosto

Actos de hermandad con Montcada i Reixac. Plaza de Antonio Cortijos, 22h.

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Plaza de Antonio Cortijos, 22h.

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EXPOSICIONES • CAJA MURCIA JULIO

3 al 20 de julio. Exposición de pintura

de Isabel Miras Hernández. 18 de Julio al 31 de julio. Exposición de Pintura de Antonio Navarro

MERCADOS • MERCADO DE ARTESANÍA “Artesanía y labores”. Del 21 al 24 de julio

Playa de la Colonia. • MERCADO ROMANO Del 5 al 7 de agosto.

Playa de la Colonia.

CURSOS UNIVERSIDAD INTERNACIONAL DEL MAR

• HOTEL MAYARÍ Julio

Del 25 de junio al 29 de julio:”Cope¿Naturaleza muerta? Mario Martínez Rodríguez. Fotografía. Todos los días de 19h a 22h.

Agosto

Del 1 de agosto al 1 de septiembre:”De la mano” de Lorenzo Martínez y Manuel Coronado. Pintura y escultura. Todos los días de 19h a 22h.

• AUDITORIO Julio

Exposición de esculturas de Venancio Blanco

Julio y agosto

Exposición de grabados de Gutiérrez Solana.

• V GALERÍA DE ARTE “Al aire libre”. 16 de julio En el puerto de Águilas, 20h.

• CASINO Julio

• Exposición y venta artículos de artesanía A beneficio de la Asociación contra el cáncer. Del 20 al 25 de julio.

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Águilas verano’11

JULIO

• TRASPLANTE HEMATOPOYÉTICO Y TERAPIA CELULAR: MEDICINA REPARADORA Fecha de realización: Del 11-07-2011 al 1507-2011 • FÚTBOL: OCIO, NEGOCIO Y ALGO MÁS Fecha de realización: Del 12-07-2011 al 1407-2011 • LA JUSTICIA PENAL EN ESPAÑA Fecha de realización: Del 18-07-2011 al 2207-2011 • LAS ELECCIONES AUTONÓMICAS DE 2011. LECCIONES Y PERSPECTIVAS PARA LA COMUNICACIÓN POLÍTICA Y LA GESTIÓN DE CAMPAÑAS ELECTORALES. Fecha de realización: Del 18-07-2011 al 2207-2011 •XIV CURSO INTERNACIONAL DE PEDAGOGÍA MUSICAL. LAS MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX REFLEJADAS EN LA MÚSICA Fecha de realización: Del 20-07-2011 al 2707-2011 • TEMAS ACTUALES EN FÍSICA NUCLEAR Fecha de realización: Del 25-07-2011 al 2807-2011

AGOSTO

• XVI EDICION DEL CICLO DE CONFERENCIAS “MIRANDO AL MAR 2011” Lugar de Celebración: Auditorio y Palacio de Congresos Infanta Doña Elena. Águilas Hora de las Conferencias: 20’00h. Fecha de realización: Del 02-08-2011 al 11-08-2011

• 2 de Agosto (martes): Título: Presente y Futuro de la Pesca en el Mediterráneo Ponente: José María Bellido Millán. Director del Centro Oceanográfico de Murcia (Instituto Español de Oceanografía). • 4 de Agosto (jueves): Titulo: El Reino de Murcia en la Historia Naval: hombres y barcos para la Real Armada Ponente: Juan José Sánchez Baena. Director de la Cátedra de Historia Naval (Universidad de Murcia y Armada Española). • 9 de Agosto (martes). Título: Patrimonio Arqueológico e Histórico de Águilas. Ponente: Juan de Dios Hernández García. Arqueólogo Municipal de Águilas. • 11 de Agosto (jueves). Titulo: El turismo en tiempos de crisis. Ponente: Jesús Francisco Pacheco Méndez. Presidente de la Mesa de Turismo y del Círculo de Economía de la Región de Murcia

SEPTIEMBRE

• ASPECTOS ACTUALES EN VISIÓN: CENTENARIO DEL PREMIO NOBEL A ALLVAR GULLSTRAND Fecha de realización: Del 09-09-2011 al 1309-2011 • LA EDUCACIÓN NO FORMAL EN EL TRABAJO CON JÓVENES. MÉTODOS Y METODOLOGÍAS Fecha de realización: Del 12-09-2011 al 1609-2011 • RETÓRICA Y ORATORIA EN LA ERA DE LA COMUNICACIÓN GLOBAL Fecha de realización: Del 12-09-2011 al 1409-2011


CONCURSOS • VI Concurso de Pintura rápida “Águilas en tu pincel”. 31 de julio, Plaza de España. • IV Concurso de fotografía submarina “Villa de Águilas”. Inicio 25 de julio, finaliza 7 agosto. Organiza Asociación Arrecife. • IX Fotomaratón “Águilas se ve”. Asociación de Fotógrafos Aficionados José Matrán. Sábado 6 de agosto a las 9 h. en la Plaza de España. Entrega de premios, viernes 12 de agosto a las 20 h. en la Plaza de España.

CLUB NÁUTICO DE ÁGUILAS Campaña de Educación Ambiental “CUIDANDO EL MAR 2011” Programa de actividades: • 29 de julio, viernes, “Limpieza de fondos en el Puerto Deportivo e inmediaciones”. • 6 de agosto, sábado, “Jornada Concienciación Campaña Cuidando el Mar”, instalación mesa informativa en Puerto Deportivo. • 13 de agosto, sábado, “Jornada de Pesca Ecológica”. • 20 de agosto, sábado, “Jornada de Limpieza de Calas”. Todas las actividades se realizarán a las 11,00 horas, partiendo del Puerto Deportivo. A los voluntarios se les entregará una bandera como indicativo de su participación y adhesión a la campaña. Conferencias y Proyecciones: • 3 de agosto: “100 años del Comandante Jacques-Yves Cousteau“. D. Miguel Ángel García Gallego. • 10 de agosto: “Proyección de fotografía El Litoral y el Puerto de Águilas desde final del siglo XIX hasta hoy”. D. Juan Diego, Oliver García. • 17 de agosto: “¿De verdad conocemos el litoral de la Región? Cinco incursiones en playas tan cercanas como secretas”. D. Miguel Ángel Ruiz Parra. Periodista.

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Juan Ruiz Parra

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