gh “A Mario Merlino” sus amigos escritores, con motivo de la edición de su Obra Reunida: “Voces Comunes y otros poemas 1977-2006”, Fondo de Cultura Económica, (Madrid, 2012), y del Libro Objeto ST nº 22 “El color de las Palabras” presentado en la Biblioteca Leon Tolstoi de las Rozas, sede de la Biblioteca Mario Merlino, el 16 de junio de 2012
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gh “Me he quedado viudo, estoy de luto. Con Merlino, mi traductor, conseguimos mantener una relación que nos permitió entendernos y eso se traducía en sus versiones de mis libros. Pues un libro no se hace con ideas. La trama de una novela no importa, lo relevante son las palabras, cómo se modelan las sensaciones a través de ellas. Mario supo prestarles la delicada atención que merecían.” Lobo Antunes, “El País” (8.2.2011)
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MARIO MERLINO , SAUDADES
A morte de Mario, em Madrid, a terra onde se radicou para ser feliz, após fugir da ditadura Argentina, que não elegia a quem matar, me deixou incrédula quando soube. Tento agora rememorar o convívio breve, mas afetuoso, havido ente nós e que comportou diálogos em torno da magia da linguagem. As vezes que nos vimos, o tema central girava em torno do verbo, para uso próprio, e o verbo a serviço da tradução. Debatemos, sobretudo, o que levava alguém, com sua maestria verbal, a traduzir, a se ocupar da criação alheia, em vez de cuidar da própria obra. A última vez que estivemos juntos, almoçamos no restaurante da Casa de América, de Madrid, a convite da minha editora Amaya Elezcano, de Alfaguara, quando nos ofertou pormenores da tradução que terminara de fazer do meu romance Vozes do Deserto. E enquanto expunha as agruras do seu ofício, respondia ao mesmo tempo às propostas da vida com expressões alertas, como se nada lhe escapasse. Tinha projetos literários, imergia pelas sendas da sua poesia, que era sonho, para ele. Parecia-me um idealista capaz de transformar o que dizia em um projeto viável ao alcance de todos. De visita ao Brasil, levei-o a conhecer as dependências da Academia Brasileira de Letras. Apreciou o Petit Trianon, onde se dão as cerimônias mais relevantes
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gh da instituição, e réplica da casa de Maria Antonieta, assim como o edifício imponente onde dispúnhamos de teatros, biblioteca, centro de memória, tudo enfim a serviço da cultura brasileira. Impressionou-o que o Brasil construíra ao longo de 100 anos uma Academia de tal magnitude, sem dúvida uma das academias mais significativas da América Latina. Na condição de presidente da casa, quando daquela visita, falei-lhe de Machado de Assis, fundador e nosso primeiro presidente. A quem sempre amei e julgo um dos maiores escritores da segunda metade do século XIX. Tal opinião, sempre atrevida, reparti com Susan Sontag no campus da Duke University, o que provocou perplexidade na ensaísta americana. Mas que deve ter levado em conta pois meses depois publicou no New Yorker belo ensaio endossando minhas palavras. Enquanto citava o episódio, Mario Merlino sorriu, apoiando o que lhe dizia. Também ele lera Machado de Assis, além de outros grandes escritores da língua portuguesa, que dominava e admirava. Era um poliglota. Ia do espanhol, naturalmente, a outros idiomas, a ponto de traduzir clássicos e modernos com percuciência e rigor. Mas, sobretudo, dominava a difícil arte de traduzir que, segundo refrão popular, era a arte dos traidores, o que não era o seu caso. Foi posto à prova e venceu os
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gh obstáculos inerentes a necessidade de dar vida em língua sua, o espanhol, o texto de algum escritor que sonhara um dia em ser reconhecido em outra língua. Mario Merlino faz falta. Alcançara a estatura de um tradutor cuja cultura aliava-se à reflexão de um poeta refinado. Nélida Piñón, Rio de Janeiro, 29-maio-2012
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gh FASTO DE LA ESCUELA El zapatito me aprieta, Las medias me dan calor, La vecinita de enfrwente Me tiene loco de amor. Anónimo infantil
1 Útil para la alegría, para dar alegría. Noticias de alegría. pequeño fauno que se enreda en la alegría; que busca en la alegría de los otros la promesa falsa de unas rimas, tantas, que vienen con el mordillo secreto de la pena que delatan. Cada noticia, cada sorpresa da alegría. Y en ese fatuo corazón es ritmo puro. 2 La “a”, la “u”, la “i”, la “o”, y tu risa —la niebla, aquella mañana saltando sobre la escarcha del cordón,
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gh alzando una filosa brisa contra la cara y la boca de las rodillas. Y tus orejas rojas, pequeñas, el hilo de sonido, el laberinto. Y tu nariz cuando muerdo cada labio. Ningún sentido sino la sensación. Ningún sentido sino el “panóptico-amoral”. Lo que amaba del hermano y me lo niegan las hermanas, el ronroneo doloroso del final. 3 La sensación había hecho su trampa para los matices. Colores para las vocales; vocales para el dolor, árbol, nube, sapito. Gestos para una desmesura llamada “la poesía”. Los poemas, sus dibujos, la hora de música vivían para su locuacidad de hacer imágenes, vestigio de las formas antes de que entraran de nuevo al mundo de las cosas. Arturo Carrera
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gh ESPLENDOR Recintos interiores, caja de mar y arenas donde resuenan, perdiéndose, voces, ecos de vientos recostados en brumas mientras el sol se pone: siempre poniente. Vamos yendo. Cayéndonos, Poniéndonos. Nadie pregunta cómo o que si duele aceptar la postura porque los grandes soles encuentran su esplendor en un pasado que no recuerdan pues recuerdan sólo lo que ser pudo y nunca fue. Somos cuerpos extraños de curso aparte y lejos de nosotros los del espejo, el respirar, el ponerse derechos. Y cuando el sol se apaga por completo, ido lo que esperábamos, cubierto de polvo lo que dimos y no vieron, alguien desdobla la lujosa tela encontrada en el fondo de un armario y la extiende y la admira. Ignora que era el amor de sobra que no pudo explicarse. No quisieron detenerse a oír. La tela esplendorosa ilumina la caja del mundo, inunda de luz el hueco Y quien la extiende se multiplica en los espejos del túnel Julia Uceda (de Hablando con un haya, 2010)
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gh NO PONDRÁS NOMBRE AL FUEGO No medirás la llama con palabras dictadas por la tribu, no pondrás nombre al fuego, no medirás su alcance. Todas las llamas son el mismo fuego. Mi cuerpo es una antorcha que alumbra los espantos que la razón construye en sus tinieblas. Hay que bajar al cuerpo, muy adentro, tocar el centro ardiente, abrirlo y propagar el gozo de la lava. No importa en qué caderas, en qué pecho resbale, no importa la estatura, el sexo o la materia pues todos caminamos sobre la misma pira. No medirás la llama con palabras que encubren los viejos sentimientos de los hombres. Chantal Maillard
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gh a Mario Merlino Y si bajara
la noche, para tres días la noche el sonorosón del sonido, si el río trajera la adicción
el frío del fluido
lo rápido del cauce, de lo frío el color
más abajo del dique, en aguas de animales que son aguas de aguas.
Ío susurra
lo solo y enronquece, lo cerrado del son, pradera el hormigueo
de un mundo hueco, penumbra ronca no de agua, mugido.
Cerca
del agua matarife de reses en el aire ánima dulce bordeando ojo y
pestañas, cubriendo cabeza, patas, cuerpo
cubriendo todo lo siendo de un animal que muere. Olvido García Valdés (de Lo solo del animal)
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gh LOS CAMALEONES MUSICALES (Mario Merlino) Efectivamente no hay herencias literarias sino bosques olvidados por donde vaga Baudelaire con un atillo de homenajes al hombro. Así son las bodas como jardines fúnebres donde Verlaine acude a cambiarle el agua a los crisantemos de Mallarmé. Un ser querido por cualquier navegante incluso los que sin saberlo han llegado a puerto gracias a él. Ningún reproche a Wilde solo él olió a Sarah Bernhardt subida a la desnudez de los que se acuestan en el lirio humillado que calma el mar. La contemplación del gran lenguaje sin destino y la búsqueda de lo innombrable acabaron con el airado Artaud no así con los babeantes y los vanidosos memos de la funeraria Academia de Letras. Al genio se le reconoce porque huye siempre. Está más lejos que la tumba de Nina una muchachita que se suicidó en San Petesburgo hija de un dentista de Napoleón su cabellera rojiza que el otoño besó días antes de que comenzara el año nuevo judío. Anoto aquí la revolución rítmica de los que pretendieron debutar sin cortesía alguna en lo sobrenatural. O sea las orejas puntiagudas del incandescente San Juan el mismo solitario que el dulce Mallarmé. Me inclino ante los bandidos de la ciudad gramática y sus viejas orquestas de verrugas amenizando la ocupación de la Institución Libre de Enseñanza. No, no pienso abandonar el fracaso ni entrar en los fraudes del sollozo. Mi niñez mantiene que alguna vez dudé de ser otro que no fuese yo mismo. No un príncipe entumecido por los equívocos de tanta ruina capaz de tanta ruina incapaz de la escuela de uñas. Sinceramente los escalafones
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gh los obituarios publicitarios las drogas olvidadizas del origen. Un decir los parnasianos. Otro decir los solo videntes en la oficina bancaria del amarillento Wagner. Un desván donde las ratas llevan tiempo haciendo ruido y desvelan a los inquilinos. ¿Cómo seguir con el siglo guisado en las sacristías? Oíd cantar las telas perfumadas por el viento del martirio. Todo el poder a los soviets. Y tú calladito sin decir ni mu bajo el caparazón magnético de la marinería. Juan Carlos Mestre
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gh Desanimada, qué palabra triste. Andar por este mundo sin el ánima, sin esa cosa rara que nos lleva a encendernos de pronto como un cirio, o a apagarnos a veces como un astro. Desanimada, inerte, desvivida, vuelta hacia no se sabe qué vacío, que deja sin sentido lo que fuimos, lo que nos empujó como la brisa hinchándonos las velas de las ansias hasta hacernos llegar a un puerto extraño, un puerto en el que un día nos anclamos para hacer de sus aguas nuestra historia, nuestra pequeña historia de escaseces, de mínimos asuntos inmortales llenos de sobresaltos y esperanzas. Desanimada, como las bombillas cuando la luz se apaga y se quiebran sus pobres filamentos con un leve temblor enmudecido. Nacida para el ánimo y la dicha, nacida para el canto y la juntura, para entender al otro y su contrario, para ver en la noche gracias a la luz de la luna y soportar las sombras a la luz del día, nacida para el tiempo y sus estragos como la mariposa o la violeta, como las jaras y los verdes álamos, los alegres cantores de la vida.
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gh Niégate a que el destino te arrodille, no consientas que el mundo te haga cómplice de sus viejos rencores homicidas.
Tú no puedes estar desanimada ya no te queda tiempo suficiente para andarlo dilapidando en la miseria. Anímate de nuevo, vida mía, sé consecuente con tu viejo júbilo: mira con entusiasmo la arboleda, enamórate del quehacer de los amantes, dile que sí al perfume de los sueños, erntrégate al asombro del misterio de tanto corazón despavorido, de tanta incertidumbre desbocada, asómate al abismo de la dicha que arde en su rescoldo y no quiere otro premio que las llamas. Pasa ante tí el milagro de la vida, la ciudad y su enjambre dislocado, los torpes habitantes del asfalto cargados con sus sueños y derrotas, con sus desesperadas ambiciones, su huidiza soledad acompañada, sus canciones de tiempos inocentes, el penetrante olor del desconsuelo arropado en sonrisas minusválidas, en manos que tantean el encuentro y en miradas que buscan como pájaros la rama de un amor en que posarse. gh
gh Definitivamente amo el escándalo deslumbrante de la vida. Muy pocos paraísos comparables al asombro que nos regala la existencia: torpe, desesperada, incomprensible, audaz, consoladora, inabarcable: vida y dulzura, esperanza nuestra. Francisca Aguirre de “La herida absurda”
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gh (POSIBLEMENTE EL UNICORNIO) Un unicornio mira desde tierra firme el Arca de Noé: lo olvidaron al cerrar la compuerta. Después vino la lluvia, y otra vez la lluvia. Peces, pájaros y caimanes, más los zancudos que caminan sobre el agua, tenían su habilidad y no sufrieron sobresalto en la cuarentena más húmeda que se recuerda; el unicornio, sí. Elefantes, caballos, quirquinchos y corzuelas estaban bajo techo en la chalana célebre cuando se vino abajo el cielo inhóspito: cabras, gallinas y tortugas (“ese interesante animal que es a la vez animal y domicilio”) iban a salvo de cualquier diluvio; el unicornio, no. Por este olvido llegan de vez en cuando noticias de algo que se perdió en un mapa antiguo, en algún pergamino tapado varias veces por el polvo: señales confusas que ya vienen de ninguna parte: restos flotantes desde antes que el tiempo se volviera historia. Y sólo queda el olvidado, el que no pudo ser, el que dice cuando un artista atacado por el virus místico lo rescata en un tapiz o en el cuadro de alguna sacristía: “nací perdido y no quiero que me encuentren”; y mira desde tierra firme. Santiago Sylvester
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gh FANTASMAS A veces en el sueño y otras –no escasas- en los fugados rostros de la duermevela, venís solícitas a verme, imágenes adorables de quienes quise ( o quise querer) y no estáis ya conmigo. ¿Cómo es posible que pudiese vivir sin vosotras? Contigo, Rosa, quisiera hablar de nuevo y notar el brillo de tu genio, tan benévolo a mi lado… De ti, Carmen, quisiera otra vez tu ternura, como cuando miro de nuevo tus manos delgadas y pálidas, benignas como el ser profundo, delicadas como la caridad que prescinde de atributos. De ti, Óscar, busco la perfecta belleza al viento de la tarde, afirmando –muda- que puede ser loable el mundo. Que es tangible lo divino… Sentir que sólo retengo retazos de vuestra precisión es una pena honda y un íntimo deseo de infinito. Cuando creemos que todos ( o casi todos) nos han abandonado, porque traición y miseria son las palabras más común y desdichadamente humanas ¿cómo no volverse hacia vuestra limpia verdad hacia el tesoro de vuestros sentidos que el tiempo (voraz o civil) han limpiado de impureza… Dulces seres puros, yo no os temo, nunca os he temido.
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gh Os deseo, al contrario, como el sólo momento en que me sé acompañado y querido. En el lodazal y el albañal de este turbio universo, vosotras, benditas imágenes fugaces, seres perdidos y amados, seres llenos de paz y magnificencia,
sois para mi casi la única serenidad, casi la sola razón para seguir la salvaje selva. Cuando todo se vuelve tan hostil, cuando los seres humanos son hilachas de hórrida miseria, sólo vosotras, evanescentes y claras imágenes de bondad, justificáis la vida, la mirada adelante, el horror a la codicia. Imágenes de nobles seres idos, amigos los más puros, maravillosos cendales, viento en manos y labios, que aún (aún, pese a tanto) me mantenéis erguido. Luis Antonio de Villena,
“Proyecto para excavar una villa romana en el páramo”, 2012.
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gh Yo soy el que todavía no soy. He visto que la belleza de la juventud, aunque disuelta en el rostro, como en el agua jabonosa de unas pilas de lavar antiguas junto al huerto de las fresas, sólo se refleja en la edad adulta en el rostro de los débiles. En ellos, aunque en grado de frustración, se conservan todavía los ideales de la juventud. Voy a mirarme en ellos, como en un estanque durante el crepúsculo, cuando se encienden las luces de la ciudad como las de un astro con forma de felino todavía en libertad. Despójate de la corona. Y entra así con las sienes desnudas en el paisaje de Invierno. Allí las lámparas dan una luz más intensa, y las tapicerías tienen un color más vivo. Y abandona sobre la banqueta del blanco vestuario el traje de Arlequín de la juventud con el que te disfrazaste. Pero no pierdas nunca la línea del horizonte, ni aún en caso de retroceder. ¡Qué sabios son los que van andando de espaldas! Convierte a tu casa en un soñadero. Te comprendo bien, entiendo tu reserva, tu aislamiento; pues un verdadero escritor no habla con los hombres, sino de los hombres. El tiempo es como una malla capaz de ensancharse. Sólo si haces cosas grandes se te hará muy largo. Siguiendo las indicaciones actuales, podríamos incluso llegar a definir la poesía como el fruto de la unión entre un óvulo anónimo congelado y un generoso banco de esperma, igual que sólo lo era antes de la inspiración; pero aún así nos volveremos a preguntar acerca de si hay un padre conocido, tomando en consideración algunos rasgos que nos resultan familiares, como la expresión de la mirada; o si sólo se trata de alguna de esas coincidencias asombrosas que a veces se dan entre los desconocidos; así que las preguntas seguirán siendo siempre las mismas. Porque la poesía consiste en la reali-
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gh dad que a la vez más cambia y menos cambia, a diferencia de los sueños, que nunca se transforman. Este es su verdadero ser que la mantiene siempre en vilo, como sobre dos fuerzas contrarias. Y al cabo es lo mismo decir que el alma es una sustancia inmutable o la soledad de una mujer . Ambas son igualmente conmovedoras como los árboles de la ciudad en verano, cuando el calor deja las calles vacías. Entré en un local de apuestas. En una carrera de galgos siempre ganaba el mismo, uno que llevaba una manta amarilla, y que corría más que los demás porque era más fuerte, porque era más grande que ellos; y tenía las extremidades más largas. ¡Y todavía algunos jugadores fingían asombrarse! Pero yo me pregunto., si siempre va a ganar el mismo, ¿ por qué obligan a los demás a medirse con él? ¿Por qué me identifico cada vez más con la naturaleza? Porque me aproxima a la muerte, y a su silencio lleno de elocuencia. Y a través de la muerte es como el hombre regresa a la naturaleza. El discurso social es la mentira en la que más se cree. La poesía es la verdad que parece mentira. Creo en la soledad sobre todas las cosas. María Antonia Ortega
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gh A MARIO MERLINO Somos pocos y dispersos, con la cualidad borrosa del objeto de terror en el relato clásico, no hay límite preciso ni frontera interna. Cuando nos encontramos, la conversación se reanuda sin interrupciones, secuencias de diálogo activas en varios continentes. Y después abandonadas. Me refiero al insecto Samsa, quién sabe cómo de grande era y cómo su cabeza, lo que podría tomarse por rostro. Nosotros sí entendemos la voz, aunque luego prolongadamente callemos, como si el corte fuera la supervivencia y permitiera seguir habitando entre los mudos. Ní h_o ma? N_shìn_guó rén? Miguel Casado
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gh Hay orquídeas que se hacen pasar por hembras de abeja y consiguen así que los más lujuriosos y rápidos machos las monten y se lleven su polen más lejos. Estas flores son pornografía para insectos. Por idéntica regla de tres o loco silogismo podríamos decir que las enfermedades son aperitivos de la muerte, que la impaciencia de la eternidad es el tiempo. Lo escribió Ángel Ferrant, el escultor: “Todo se parece a todo”. Sí, en el espacio hay ecos, pero en las formas y en las ideas también. Todo se pude decir a través de otra cosa, que no es y que en cambio revela una oculta verdad.
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gh Y yo, ¿qué verdad finge en mí ser un hombre cansado? José María Parreño
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gh DIVINAS PALABRAS (A Mario Merlino, homenaje y recuerdo) Con la primera venganza la palabra se convirtió en manzana, sabrosa tantas veces y tantas veces sierpe agusanada. La palabra se hizo árbol y sólo una cosa aprendimos: que el bien era del poder, el mal de los que no tienen nada. Mas no me preguntéis sobre la caída y el paraíso. ¿Se puede llamar paraíso a un lugar donde no se puede morder una manzana? Otra venganza divina: Babel, cuando la palabra se convirtió en palabras y la manzana en manzanas. Ángeles Mora
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gh A MARIO MERLINO Esta sanción del alma que prohíbe la dicha de animarte, de hacer ánima contigo, austera, simple, limpia, y la emoción —vaso inquieto— turbada y consentida dejarla estar dejarla ser dejar correr todo escampado el campo llano la voz a punto sin presión volcada en riachuelos ricos en sendas largas y cuestas, valles, solaz y orgullo estás conmigo. Noni Benegas
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gh 2/27/09 No quiero volver, mamá, no quiero volver atrás y regresar al gen de la edad y al gen de la genialidad. No quiero volver atrás, llegar a la linde y lindamente decir I give up! I’ll come back! No quiero dar la vuelta y vomitar. Saludar otra vez lo que dejé. Ritornelo y rendición, melodía de otro día y cantinela acantilado. Una y otra vez más, mamá. Otra vez más un paso atrás, para ratificar aquel aquel, aquel ayer, arrimando la rima, arando la rada con la misma razón, con la misma medida. La linde y volver, recordarse y volver, contenerse y volver. Vade retro, mamá. Con la misma yunta, por el derrotero de la derrota, jamás abrazando la hez. No quiero volver. No quiero volverte a leer. 2. Yo quiero ver, mamá, quiero llover, quiero seguir guiando y continuar pues el ser todo es cantar y coser, coger, coger el dos y contar y contar. Si hay huella bien, si no hay huella ya, llanear al azar sin azada ni plan: lo ha dicho Milán & Perlongher, lo ha dicho Mer-lino: a la abertura, a la versura aversión, al loop, al circo, a la regresión: mamá, te quiero, más no te quiero volver a leer.
Benito del Pliego (de la serie inédita Dietario)
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gh PALABRAS QUE NADA PUEDEN CONTRA EL MAR palabras proteínas dulces palabras minerales alimento para las olas que las devoran todo para esas sirenas de la espuma que centrifugan el tiempo y el lenguaje en rollos circulares repetidos hasta que ya no pueden más de infinitud y entonces un buen día vomitan sobre la arena las olas vomitan sobre la arena: el cadáver de un poema perfecto Pilar González España
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gh PAN Y CIRCE Or, qu’est-ce qu’un poète (je prends le mot dans son acception la plus large), si ce n’est un traducteur, un déchiffreur? El traductor amoroso se levanta a verter unos períodos. Pongamos que hubieran sido escritos en una lengua u otra por un señor que no conoce ni quisiera conocer. Algunas correspondencias las deduce o las inventa. Al final de la mañana su mente es capitel abigarrado de hipogrifos. Mas ganado habiéndose el cociente de transacciones tales –hágase el pan– sale a comparar manzanas –yo habría preferido la de Eva a la de Newton siempre que fuera densa como la madera balsa– y en el camino entre su casa y la verdulería se representa la boca de su amada –ella está muy lejos y es casi tan fuerte como una abstracción– que se compone de átomos ausentes de las tablas porque no tienen antecedentes ni tendrán más descendencia. Sin pensarlo piensa en esa boca pero no es del todo una idea, es como la traducción de algo borrado que se recupera apenas, del átomo no periódico que irradia invisible y rotundo en la combustión de la manzana
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gh que por un trastrueco incomprensible no tiene lugar entre las muelas ni en la panza sino en la hornalla del pecho y un poco mĂĄs tarde y mĂĄs temprano tambiĂŠn en el nervio del aliento. Edgardo Dobry
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gh CARTA DE BIENVENIDA Bienvenido a la casa de mis muertos. Que sepas Mario que aquí no entra cualquiera. Sólo dejo pasar a los muertos que ríen, a los que aman con toda la carne y nunca me perdonaron la vida. Es un sitio templado y confortable donde amansar el dolor, deslizarse en horizontes y escuchar el mar. Aquí vas a encontrar buenos conversadores. El vino es aceptable y las tardes inmensas. He puesto una mesa bajo la parra y un pan preñado de animales y sueños para que puedas seguir habitando las cosas de este mundo. Cada mañana, yo barro la casa de mis muertos hasta que entre la luz siempre inaugurando. Me siento en el umbral y comparto con vosotros la hora de los pájaros. Bienvenido a la casa de mis muertos, que sepas Mario que aquí tendrás lentos paisajes para tus ojos de agua, silencios para tu boca, cuerpos donde abrazarte… Si ves a mi abuela, bésale las manos y ya sabes que puedes quedarte aquí, eternamente. Graciela Baquero. Septiembre de 2009
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gh TEORÍA DE LOS COLORES en cada salto de descenso tierra roja y luego verde anaranjada en cada estrato un color y son banderas del peso en la entrada del pozo en la hendidura de la cueva prehistórica una señal en la bajada como huellas de herradura con el garfio separado del sedal Esther Ramón
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gh ESPERANDO A LOS INVITADOS En la extraña ciudad que habéis elegido contienden voces en lenguas para ti desconocidas, y otras, de las que algo recuerdas. Tus amigos buscan los zocos, las medinas, las cashbas y las calles recoletas y oscuras, y también los mercados populosos, coloridos y fragantes, no siempre limpios, como tampoco lo es la intención que anima alguna de estas extravagantes correrías. Sí, buscan lo que tú buscabas hace años. Cada día fraguan una nueva aventura que de noche glosan, animados, mientras tú asientes, con afectado asombro. No, les dices, mañana tampoco iré. Bien sabes que te basta con su relato, con el recuerdo que ellos traen, no de ayer, sino de antes, mientras apuras una copa de vino y lees los viejos libros como nuevos, en el jardín, esperando que vuelvan. José Tono Martínez
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gh EL LECTOR DE POESÍA (3) Tú te lees a ti mismo, a ése que buscas tú y siempre creas, el que te dice las sombras de las letras, el que te invita al descifrar del canto, el que tú no conoces y habita en ti, siempre que vas leyendo tu ternura, tu cuerpo, tu loca fantasía hacia otro nombre. Y siempre habitas tú en ese olvido y al saberlo de ti te reconoces, eres el alma del poema. José Luis Reyna Palazón
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gh Estuve en un lugar virginado por la suma rasante de catástrofes. Era blanco, aunque algunos de paso lo manchasen: polvo, sin más, que un vendaval atento barría de nuevo y otra vez, así que no importaba: visitas sin tarjeta. Era un lugar dentro de otro (afuera, atroz, doméstico, nombrado), curiosamente atrincherado en su contrario. (Afuera, las catástrofes). Blanco y solo, arrasado, primigenio. Sin adjetivos. Y lo reclamo. Ruth Toledano
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gh Y ÉSTA ES EL AVE SAGRADA... Y ésta es el ave sagrada... De pie en el vertedero el buitre aletea su impotencia Sus garras enredadas entre nudos de cabello rubio –todavía perfumado– se abren paso por los escombros a durísimas penas De su ala izquierda, inoperante, cuelgan enganchadas una liga, una media de mujer –despojos de una noche que aún chirría en los recuerdos de alguien– Pero no pierde el apetito, este buitre Arrastra sus alas en busca de carne por el suelo de sábanas infectas levantando en el aire una pequeña nube de cartas de amor, rotas en pedazos Forever, dice uno; dice otro: Te querré y caen en una lluvia como de arroz nupcial Y ésta es el ave sagrada... El panorama un tanto deprimente se anima con el rojo de las flores marchitas que yacen desperdigadas entre los restos:
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gh botones de alegría, signos de esperanza Una mosca minúscula horada su camino persistente en la tarea pétalo seco por pétalo seco Rengo, insaciable, el buitre avanza aplastando pétalo, mosca y persistencia El hambre aúlla por todos los rincones de su cuerpo Va hozando entre montones de versos decrépitos Engulle un plástico, todo lo que encuentra: condones, tampones, pintalabios
Ésta es el ave sagrada... y tiene hambre Dispersas entre frascos de perfume y cepillos de dientes, entre cintas para el pelo y calcetines hay fotos de la novia, sonriente aún vestida de fiesta, y feliz Los meses descomponen a la ausente La sonrisa que encandilaba amarillea Hay una extraña lepra carcomiéndole el cráneo Se han hecho arruga los pechos, polvo las piernas El buitre, excitado, sacude sus muñones e ingurgita los restos de cadáver –carne, celeste carne de cadáver– diseminados por el vertedero El vertedero es el paraíso del olvidado; el buitre –ave sagrada de otros tiempos– gh
gh pasea a trompicones, se le pudren las alas jadea como un asmático y sigue alimentándose con furia Lo ingerido se procesa y se expulsa Lo expulsado se ingiere y se procesa Pero el que lo procesa es prescindible Se está muriendo el carroñero Ahí está, retorciéndose en el suelo (la agonía promete ser patética) Fíjate: le tiembla el pico como si fuese a pronunciar entre los estertores un último ditirambo al desamor y a la muerte Niall Binns
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gh POLILLAS (y no es peor caza la de lo que se nos va) Juan Ramón Jiménez Ya te voy arrancando, sombra y mi lujuria amortajada tiene sabor de lana antigua. Esperaba mariposas pero son polillas y mis tesoros más ocultos son memoria rota
Polillas vosotras construís mi historia Cárceles tengo de las que salgo y entro y soy prisionero y carcelero. Jesús Gironés
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gh A MARIO MERLINO una aguja de muchos ojos —cose con la fibra que me falta. mi voz —un ovillo. siniestro es el calor de la madeja Sonia Bueno
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gh A MARIO MERLINO En la ciudad Nos quedamos sin Internet. Los celulares no entraban. Las torres por el suelo. El sistema telefónico por tierra. Caído. Falta de electricidad. El edificio de mi madre tenía su propia planta de emergencia. Fue activada. Comida teníamos. El día estaba límpido. Permitía el ingreso de la televisión global. Asequible por medio de la antena parabólica. El edificio estaba sin daños. No sentíamos el tufo de la calle. Hasta las fermentaciones eran imperfectas en esta ciudad. Hedor atorado días enteros en los poros de la piel ya de por sí fétida. Pero en nuestras alturas las narices seguían respirando balsámicos olores de esencia de rosas. Pese a ello mi madre, siendo mi madre, quejándose siempre. El miedo saltaba de sus ojos. Perdería una recepción importante. Se vistió elegante como si en efecto pudiera salir. La negación se notaba en su nervioso juego de manos. Imposible cancelar su reunión social. Me provocó risa. Estábamos cortados del mundo. Quiso ir al salón de belleza. Se localizaba cruzando la calle, en el edificio de enfrente, pero estaba cerrado desde luego. Las cortadoras y peinadoras venían de lejanos barrios marginales anegados por el agua. ¿Entonces? No quedaba sino disfrutar el tórrido desenlace. Desayunamos frijolitos volteados. Platanitos fritos con crema y queso. Café fuerte. Tuvimos una amena conversación. Me contó anécdotas que yo desconocía sin abrigar malas intenciones. Enseguida nos pusimos a ver películas. Tenía años de no ver nada con ella. Il Gattopardo de Visconti.
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gh Verla con ella fue cosa rara. Nunca compartimos espacios culturales. Pero nos encantó. No tan buena como Muerte en Venecia. La tristeza de Gustav von Aschenbach mejor representada que la del príncipe Fabrizio de Salina. No sé. La actuación de Dirk Bogarde muy superior a la de Burt Lancaster. La película me recordó. La larga vida de Marianna Ucria de Dacia Maraini. La leí en la traducción de Mario Merlino. El mago Merlín. Mago calvo de las palabras. ¿Cómo explicárselo a mi madre? Imposible. Solo una carcajada le haría justicia a los moluscos muertos. Arturo Arias. (de El mar de la ilusión)
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gh Me gustaba su voz, limpia y tintineante como el eco del té en la sala de baile de un palacio. Su voz, a veces tentadora, sutil como un susurro. Y otras, también, a veces, sonora como un trueno, un cañón, un volcán entrando en erupción… El preludio de aquellas carcajadas en las que te acogía como en una vieja casita de juguete. “Ahora no estoy en casa –decía su voz en el auricular, aséptico y remoto, del teléfono-, te llamaré si dejas un mensaje”. Y terminaba: “ Me gustan, eso sí, las palabras jugosas”. Estuve mucho tiempo llamando a aquel contestador. Hay mensajes que deberían prescribirse en la seguridad social. Como las aspirinas. Las tiritas. El agua oxigenada. Igual Merlino, amigo. Jesús Marchamalo
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gh CUELLO DE GATITO NEGRO EN LA LÍNEA TRES
con julio Cortázar
La boina negra sobre los rizos negros sobre el rostro negro. Unos volantes de seda blanca asoman bajo el abrigo. Bajo la seda blanca la mano tan negra, la palma tan blanca. La mano tan negra de palma tan blanca vaga solitaria por la barra de apoyo. Sube y baja, los dedos bailan sobre la barra, sobre teclas invisibles, se arquean, luego siguen su ritmo con pequeños intervalos. Una mujer lee un cuento de Cortázar, también a intervalos pasea la mirada distraída sobre la boina, los rizos, la mano, la leve agitación de la seda. Baja y sube gente con mochila a la espalda. La mano continúa su baile solitario sobre la barra. Lucho hoy no viaja en la línea tres. _ Ana Madarro
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gh HUMO Él fuma dentro del coche mientras espera. La noche de invierno es dura, dice, frente al Museo del Prado. En esos minutos de sacrificio diario renueva al ángel Saturno y al maestro huaringa en su hondonada cuando algo aparece entre las sombras aún más frágil que el humo, y duda en ser. Sylvia Miranda
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gh EXILE, IDENTITY AND LANGUAGE IN MARIO MERLINO’S MISSA PEDESTRIS The book, and the mass, end in the poem “ite, pedestris missa est,” with a fusion between poetry, language, the minor, and the adult, with verses interspersed from Jorge Manrique’s Coplas por la muerte de su padre, culminating in a union: “un cuerpo en otro cuerpo en otro cuerpo / diciéndose Yo” (65). This then is a mass, missa pedestris, for the everlasting soul of the minor, of the minority, which lives on despite authoritarianism, despite inquisitions, despite whatever symbolic order modernity might invent to erase it, to replace experience with abstraction, or mystery with explanation. That soul is not pure or innocent, but sexual, linguistic, pedophilic, perverse, and playful, and it is this Argentinian poet’s medieval response to modern repression, to post-colonialism, to the order of things. Jill Robbins
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Poemas reunidos por Noni Benegas Dise帽o Marta Romo Donaire Edici贸n no venal Editado en Madrid, junio 2012
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