CUANDO CIERRAS LOS OJOS - Sari Fernández Perandones

Page 1

SARI FERNÁNDEZ PERANDONES

Cuando cierras los ojos

34


Datos de la autora: Sari Fernández Perandones, nace en Palencia donde reside. Licenciada en Filología Hispánica, ejerció la enseñanza en un centro de la capital, hasta su jubilación. Tiene publicados dos libros de poesía: “Poemas de agua”, que mereció el “Premio Sarmiento”en Valladolid, en 1990, y “Versos contra el dolor” publicado en 2002, así como varios poemarios no publicados. En el año 2000, obtiene el “Premio nacional de poesía del Real Sitio y Villa de Aranjuez” por su poema “Estrés”. Ha publicado, junto a los poetas que forman el grupo de “Las Tertulias del Saloncillo”, otros cuatro libros : “A propósito de octubre” (1996) “Hojas de luz” (2001) “Veinte otoños”(2006) y “Estaciones de plata”(2011) En 2002, junto a otros poetas palentinos publica en el libro “Codo con codo”, y en 2008, “Tanto que decir” (poetas palentinas) Sus poemas aparecen también en otras publicaciones, como en la Exma. Diputación de Palencia, y en la reciente publicación “Palencia tiempo aprehendido” Colabora activamente en revistas, diarios, presentaciones, y con otros grupos de poetas. Desde Enero de 2010, publica sus artículos mensualmente en el espacio” Cuatro Cantones” en el diario “El norte de Castilla”. Miembro del Ateneo de Palencia desde su creación, participa activamente en su departamento de Literatura.



SARI FERNÁNDEZ PERANDONES

Cuando cierras los ojos Selección de la autora. Prólogo de Carmen Álvarez

34


Idea, diseño y dirección: Julián Alonso © los autores Imprime: Edición virtual de “Cero a la Izquierda” Ilustración de portada de Esther Muntañola Depósito legal:


Estamos acostumbrados a creer que el lenguaje se construye sólo con palabras. Ciertamente éstas nos permiten comunicarnos, pero la expresión del alma, lo que el pintor quiere decirnos con sus colores, el músico con sus notas o el bailarín con su cuerpo, por poner sólo unos ejemplos, el escritor, prosista o poeta, poetisa en este caso, lo hace con la palabra. Sí, pero para hacernos ver los colores, sentir la música, estremecer el cuerpo, la palabra se convierte en el instrumento del alma. Y es que la poesía es, sin duda, el lenguaje del alma. Por ello cuando en los poemas de Sari Fernández Perandones podemos oler el tilo en el poema homónimo, y las pequeñas lilas blancas que crecen al paso de Boso, en el poema que rinde homenaje al silencio, sabemos que habla su alma. Tilo y lilas acompañaron su vivir en la casa paterna. Recordemos aquí la locución de Horacio en su Epístola a los Pisones, (conocida como Arte Poética): “ut pictura poesis”, para convocar, con el significado de la locución: la equidad de los lenguajes artísticos. Música, color y palabra conforman así, el esqueleto que sostiene el arte poético. La pintura poética, o el poema pictórico están presentes en el color de versos como “eran de violeta aquellos días” o “la piel del cielo de rosa raseada”. El lenguaje del color junto al lenguaje excelso del poema. ¿Cómo, si no es a través de este lenguaje, se puede dejar “de color olivar” su sitio en la ventada de octubre; su amor en la estrella “de la luz tan roja”; y a dos poemas titularlos “Poema gris” y “Poema morado”? Ut pictura poesis. Con colores la autora hace “música templada”, como la de Mac François Hebbelinck y su arpa que tocaba las flores. ¡Cuántas flores hay en estos poemas!: violeta, tilo, rosa, orquídea, azalea, rododendro, jazmín, crisantemo… y las flores, no lo olvidemos, también tienen su lenguaje. [3]


El lenguaje poético se sirve de todos los lenguajes pues a ellos convoca a través del ritmo, de la intensidad e intencionalidad poética, de la palabra llena de un contenido (a veces rebasado en las metáforas), que hace que las imágenes tomen cuerpo y que, como los dedos de Hebbelinck, hagan vibrar las cuerdas del arpa interior que todos guardamos. Pero también que se puedan planchar planetas, cocinar el amor, aliñar el trapo de la vida. Sari se mete en el poema Estrés en su particular cocina, allá donde el tiempo es suyo, únicamente suyo, un lugar ajeno al mundo donde ella está a salvo, y donde el hada, (¡Ah…siempre la niñez!), puede convocar los recuerdos más dulces cuando la copa que contiene el alma está a punto de desbordarse. Las palabras, esas que la autora tiene “crucificadas a su voz” y que a veces desclava y nos regala en forma de poema, queremos que no acaben nunca. Desde este prólogo quiero pedir a la autora que siga cumpliendo lo que dice en el poema a Boso: “Perseguiré al importuno que busca/ la palabra, sin nada que decir”. Y si en el Poema Morado dice: “Ahora caían todas las palabras sobre las aceras y en todos los portales”, hemos de saber que ahora estas sus palabras, su música, su color, su decir, ha caído en nuestras manos a través de esta Colección “Cuatro Cantones”. No quiero terminar esta invitación a una lectura atenta de la obra de Sari, sin hacer una mención especial al poema “Sobre la Ceguera” por lo que encierran esos versos: el homenaje, de hondo lirismo, hacia su padre, José María Fernández Nieto, del que sin duda ha heredado tan docto saber hacer poético. Carmen Álvarez

[4]


Sari Fernández Perandones

Crucificada tengo mi voz a mi palabra mi palabra a mi boca mi boca al verso el verso a la gaviota sin paradero. Sola, al pairo del mar cual marinero, me queda el alma herida de tanto verso. De “Poemas de agua”

[5]


Cuando cierras los ojos

EL TILO Recuerdo cuando planté aquel tilo que ocultó con el tiempo el tiempo a la ventana. Eran, de la violeta aquellos días, y de la diminuta margarita. Recuerdo cómo crecía el tilo, y cómo florecía, sentado al borde de mi decrecimiento. El tilo me prestó el agua de cada primavera, y también el presagio de que llega el invierno a los ojos profundos de una cara de niña. El tilo de la casa paterna, estoy segura, que me busca incesante, que me sigue buscando, y aún está llorando mi irremediable ausencia.

De “Poemas de agua”

[6]


Sari Fernández Perandones

OCTUBRE Se me ha puesto la tarde decadente desnuda y tibia asolada de octubre. La piel del cielo de rosa raseada, el cristal y el visillo, leves, transparentes de luz. Sólo el deseo afirma la quietud. Mi sitio en la ventana se cubre de color olivar, de hondo silencio. Hermosa soledad del cuerpo remansado en la emoción de este atardecer único, innombrable. Dejadme este momento para sentirme a solas, para pastar un poco de la muerte, proyectando un crimen, una rosa, una armonía, un enamoramiento como el que nunca fue y jamás será. Dejad, el corazón clamando por el agua mi verso resbalando, mi seriedad hollando en el lago del tiempo… Dejadme que cante el canto del otoño a punto de llover, en esta dulce tarde violada. De “Poemas de agua”

[7]


Cuando cierras los ojos

SIN CAUCE Decidme adónde la emoción que me ha nacido libre para el morir constante. Adónde si no hay cauce, ni aljibe, por humilde, ni bahía, ni espacio entre pecho y espalda. Sólo el apagado suspiro en los ojos del hombre, y sólo, la impúdica llanura de la emoción de todos. Y tú, mi gente no entenderás si digo: Te amé desde el principio de las cosas del alma… Que pienso, que me entra una desgana de este peregrinaje al brusco manotazo de quitarme de encima, por ejemplo tu piel, y aquella otra mañana, y también las lágrimas deshechas en cualquier blanca noche. Que tengo esa desgana, vivísima y feroz de haber nacido niña, y una arcana tristeza de vivir de perfil. De “Poemas de agua”

[8]


Sari Fernández Perandones

Ay, amor si un día me olvidaras si matas esta estrella - la de la luz tan roja Extiende para mí en la delicadeza de aquel lago la incinerada pasión de mi palabra. Hunde, su última esbeltez en algún viento. Pero no le des tierra, a esta dicha de brisas y de azules.

De “Hojas de otoño”

[9]


Cuando cierras los ojos

ESTRÉS Cada tarde planchaba mis planetas, las hélices del alma me rodaban hasta la última odisea de mis muertes. Acaso un día me encuentre vestida toda del arrepentimiento harta de cocinarme el amor al fuego lento del ácido jengibre con la cebolla picada de los labios junto a los limonados ojos del ser que tanto quise, en la profundidad amarga de mis ollas que era donde cocía las estrellas del miedo y dulces pensamientos, entre perfumes lacios haciendo nudos positivos, os lo juro, con mi pelo los electrodomésticos y su aroma, enterrada entre el zumo que falta, el pan que sobra, el correo vacío de poesía ( en sus ventanas mi nombre horrorizado) No te das cuenta que tienes que salvarme, porque sigo aliñando el trapo de la vida con algo de inocencia, mientras las puertas de la casa en su silencio [10]


Sari Fernández Perandones

me dejan paso como a un hada, y el viento de mi carne se ensancha en sus esquinas sólo para encontrarte ( a veces he besado una puerta con los ojos envueltos en tu nombre) Me dirás que hay millones de mujeres en mi caso, pero en mí late la mía despiadada, esa que yo más amo y más olvido con un verde rumor de hijo a las espaldas, un corazón de espuma flotándome en la boca y este sabor de urbe irremediable extendido en el cuerpo. Pido un descanso. También es cierto que me pinto el color de la cintura bajo la enredadera del halógeno. A veces he sentido cómo se va sorbiendo la tristeza detrás de los espejos. Pero antes de que la muerte me seduzca, voy a cruzar la sintaxis de la vida con este ataque de estrés en la palabra.

[11]


Cuando cierras los ojos

A BOSO (homenaje al silencio)

Decir poco y lento y del tono del mar. Como ola que abandona un recado en el agua. Perseguiré al importuno que busca la palabra, sin nada que decir. Solamente alma, por ejemplo, o cuello o paloma. Sólo pronunciar aves, plumas, o humedad. Que el tiempo se lleve lo que escribe el camino y el viento arrase sílabas, fonemas construidos en manos del dolor: Mujer vocalizando un áspid. Hombre volteando el arma destructiva… Calla cuello rosada lengua, húmeda pluma del alba, calla. Es inútil paloma, mejor ya sólo escucha.

[12]


Sari Fernández Perandones

Aspira el perfume de la última voz del último deseo. Pero ya no contestes, no te vuelvas a su metal herido. Si acaso, coloca una rosa en el sagrado altar de la barbarie. Huye por un regato dulce de silencios. Verás como florecen pequeñas lilas blancas a tu paso. Limpia tu boca clara, cual lago silencioso entre la noche, donde el agua te deje su mensaje. De “Policromías” (inédito)

[13]


Cuando cierras los ojos

POEMA DECOLORADO Nado en el agua. Buceo por el fango. Nada Nado entre risas proclives a la nada. Nada. Nado entre la miseria dulce del dinero. Entre cenas y copas y vinos con denominación de origen y hermosas etiquetas …Nada Nado por las colinas tiernas de las oportunidades, seda, algodón, lanuras. Nada de nada. Nada. Nado millas y millas buscando corazones, que digan poco o nada pero se identifiquen. Nada Nado entre los cristales clavados de dulce soledad. Nado entre el sueño de ser lo que no soy. Pero nada. No tengo nada. Una mutilación.

Algo.

Un golpe. Memoria de haber sido. Nado entre los amores de mi vida. Palpo su sufrimiento y me bebo sus lágrimas. Vuelvo a nadar. No avanzo. [14]

Poco.


Sari Fernández Perandones

Callo. Agito el solimán del tiempo. Nado por su tristeza, me hundo en su alambrada de moléculas agua.] Acerco cada mano a sus ojos heridos. Silencio… Es el vivir…No digas nada nunca. Amore mío, te toco el alma y nado. En la orilla estará el horizonte donde la nada es nada y tu cuerpo florezca ...

[15]


Cuando cierras los ojos

POEMA GRIS PERLA (A Marc François Hebbelinck y su arpa, que tocaba a las flores)

El arpa de las flores. Bruselas desploma otro septiembre. Volver hasta la catedral para escuchar entre una barba gris, una perla de paz nadando en canales de música templada. Su sonrisa europea exhala cierto perfume rosa. Orquídeas en los dedos elevando notas en cuerdas de lluvia enredada en una cabellera. Fleures d’amour. Son d’amour… Azalea índica, para cantarnos un adiós. Rododendro lejano como las risas caídas sobre el mar. Evocador jazmín. Me hace daño su gálbano traidor. Su gris amarillento predice dulce desdicha, [16]


Sari Fernández Perandones

algo en la lejanía murmurando. Nenúfares abiertos sobre la estela húmeda, cuán bella es la tumba de agua sobre cada naufragio, así tan bella será la princesa. Flor desnuda, pétalo en silenciosa espera. Ofelia traicionada pasa flotando suave en la galea donde morir de amor, deja siempre su huella bajo el lago. Un negro crisantemo, ebria flor de la culpa. A tus ojos azules, hombre amable del arpa, retornan violetas de diminuto aroma. Flor de la soledad. Mimoso silencio tuyo. Bajo la carpa nublada de la tarde, Bruselas meditando tu nombre.

[17]


Cuando cierras los ojos

POEMA MORADO Voces que se agitaban, herían el silencio de la noche. En el aire, con un olor de arroyo, se derramó un manto de tristezas. Comenzaron los gritos, y un aliento de alcohol, de rey , de sábado mojado, empecinó de pronto la calle ensombrecida ( Para no decir nada, oh, cuánta intensidad…) Y las voces caían en un pozo bebían musgo oscuro, comían pan de mar. Se morían despacio, de súbito, sin el adiós de un pájaro herido. Pero las gentes elevaban plegarias afiladas rosas de agua de un olor imposible. Poco después la espada cortó el viento, y ya nada se oía. En el bar entonces ¡ay entonces!... apareció aquel hombre con un color de sangre muy morada. Sólo dijo: beso hambre, y ya no tengo tierra. Se agitaron las voces para decirse: ¿Cuánto haremos ahora? ¡Qué grande este silencio! [18]


Sari Fernández Perandones

Y las gentes volvieron sus quejas al gobierno y al mismo dios del mal.

Ahora caían todas las palabras sobre las aceras y en todos los portales, y entraron por las puertas de cada cual su voz. Alguien volvió a salir. Se derrumbó la noche. Llamó educadamente a la policía. El hombre ya en un sueño no dijo nada. Era como una golondrina. Era como un mar de agua oscura. Era un sin voz que tenía el alma en la mirada. Y entre la flor del hielo muriendo el corazón.

(Sus dos ojos abiertos también besaban frío).

[19]


Cuando cierras los ojos

SOBRE LA CEGUERA (A los ojos de mi padre) Cómo puedes decir padre, que tus ojos no ven. Su luz está maltrecha, sus sombras maculares detrás de sus ventanas….no te dejan mirar con claridad. Es verdad que te duelen los contornos huídos, es cierto, que cada dos palabras deben sentarse y descansar, es cierto. ¡Pero que tus ojos no ven! …no digas eso padre. Lo que tú ves con ellos malheridos ya quisieran los ojos sanos contemplar. Tú miras con esos tus cristales y conoces la luz, atisbas las mareas profundas de las cosas porque es la claridad que emana de tu alma la que mira, y el amor de tu piel, y la esperanza de ser eterno una mañana. Como puedes decir que no ves padre, tú que lo has visto todo y todo lo retienes, y le das su color y su luz, siempre con el tono sagrado de la retina pura, y luego cuando cierras los ojos, [20]


Sari Fernández Perandones

y piensas, y sonríes por encima del hombro de las cosas del mundo nos dejas tu mirar. Agua recién caída de los cielos, linfa limpísima sobre tierra quemada.

Dios te ha regalado la ceguera de todos los contornos, para que sigas viendo cómo late en el centro del pulso la amorosa verdad de los misterios. No digas eso, que tus ojos no ven. Penumbras son las cosas. Luz cenital, tus ojos. (2009)

[21]


Cuando cierras los ojos

MI ÚLTIMO POEMA Viene la tarde plácida y vacía por la Calle Mayor. La luz inacabada asoma malva en los balcones poblados de silencio. Entre los ventanales del Casino bullen velados gestos antiguos de repujada sangre y plata. Las nueve de la noche acerca los olvidos de aquellos días tristes. Un poco más distante nace la soledad en esta hora. Oh fábula feliz la de la boca oscura de la muerte Aún hay tiempo- nos decimos- para tantas noches. Escueta está la tarde donde todos todavía palpitan. Y aquellos que no están y laten en el pálido cielo otean mudos nuestros pasos pero ya no nos cantan. Tampoco nos sonríen. Se cerraron sus ojos y dentro su sonrisa quedó como acostada. Recostada en su voz. Son sombras deshiladas detrás de los recuerdos en este bosque donde no llueve nunca. Te esperaré en la dulzura fría de los tilos y bajo los almendros salvajes de la calle con la mano tendida, por si algo de ti se prende entre sus ramas dejándome un poema.

[22]


Sari Fernández Perandones

ORACIÓN (a Mi Dios) Tendríamos que ocultar el rostro desfilado de vez en cuando, y no mostrar el tiempo en la montaña de la boca, en la comisura de los labios, en la pajiza sed de la mirada. De vez en cuando digo que debiéramos ausentarnos de lo que nos rodea, volvernos invisibles a nuestra propia imagen y guardar para días más cálidos la palabra en un pañuelo, y el aliento en un cofre de vidrio, y enterrarlos. Dejadme con mi dios, el que me cuida atento y yo conozco, al que le puse rostro desde niña, el que me arrulla antes de dormirme y sabe todo sobre mí, todo sobre mis cosas, y no me pide que le hable, más que confíe en él como confío… Dejadme en paz con él, que me pone su mano suavemente encima, sobre el lomo cansado de mis auras, y me envuelve en su manto porque él sabe, cuando debe estar cerca, cuando debe alejarse, y dejarme ser yo tal como me hizo. Porque yo lo he reconocido en todos los lugares, y nunca le olvidé, por eso él no se hace nunca el olvidadizo, qué va, si allí está siempre silencioso, no necesito que me diga las cosas, sólo que esté rondando por entre los manteles y la rabia, por el aula y la tiza y las desilusiones, por entre las palabras no bruñidas, y la lágrima a punto, y todas las catástrofes que recibo en el día, desde el primer momento del café destemplado, y el amor inocente. Pues tan sólo por eso sigo viva en esta soledad que es el vivir acompañada, y las penas de las tardes amargas me saben agridulces porque en ese momento, noto los pasos del dios que desde entonces, tuvo su rostro y su forma de andar por las paredes de mis habitaciones.

[23]


CUANDO CIERRAS LOS OJOS, de Sari Fernández Perandones, se editó de manera virtual en abril de 2019, por “Cer0 a la Izquierda” como número 34 de la colección “CUATRO CANTONES”, colección de mini antologías de poetas palentinos, dirigida por Julián Alonso y editada en papel por la Fundación Díaz Caneja. Número 13 de la edición virtual

[24]


Títulos publicados: 1.- Tocad su corazón José María Fernández Nieto 2.- Árbol del paraíso Juan José Cuadros 3.- Una palabra menos Felipe Boso 4.- ¿Estás contenta? Cres Sanz Ruipérez 5.- In memoriam Santiago Amón 6.- Versos ocultos Juan Manuel Díaz-Caneja 7.- Paraíso y exilio Jesús Alonso Burgos 8.- Memorias y reincidencias Javier Villán 9.- Fechas retenidas Marcelino García Velasco 10.- Casi una vida - Versos e imágenes Antonio L. Bouza 11- Pasos contados Manuel Carrión Gútiez 12.- Cierta cantidad de silencio Joaquín Galán 13.- Campo a través Fernando Zamora 14.- Sonetos Gabino-Alejandro Carriedo 15.- Ecos del alma Carlos Urueña González 16.- Aire de un tiempo moderadamente vivo Manuel de la Puebla 17.- Palabra o claridad Manuel Bores Treceño 18.- De acá para allá Jesús Aparicio 19.- De niños. Poemas Esperanza Ortega

20.- Como un lento veneno Julián Alonso 21.- Exilio César Muñoz Arconada 22.- Señas de identidad Mariano Íñigo 23.- Micropoemas Ajo 24.- El desorden del aire Elpidio Ruíz Herrero 25.- Itinerarios Victorino Martínez 26.- En cuatro idiomas Gregorio San Juan 27.- La voluntad del paso Julia Gallo Sanz 28.- Naturaleza accidental Jesús López Santamaría 29.- Mientras dure la nieve Amalia Iglesias Serna 30.- Un poco de mi ausencia Pedro Quintanilla Buey 31.- Treciembre Andrés Quintanilla Buey 32.- Larga madeja de caminos Roque Nieto Peña 33.- Sociedad Limitada Carmen Álvarez 34 - Cuando cierras los ojos Sari Fernández Perandones


PALENCIA


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.