GRACIAS, SOMBRA - Jacob Iglesias

Page 1

JACOB IGLESIAS

Gracias, sombra

17 - Virtual


Datos del autor: Jacob Iglesias (Carrión de los Condes, 1980) es autor de “Las piedras del río” (Ayuntamiento de Aguilar de Campoo, 2006), con el que obtuvo el II Premio “Águila de Poesía”; “Horas de lobo” (Editorial Origami, 2012), galardonado con el I Premio Nacional de Poesía Origami; y “No todas hieren” (La Penúltima Editorial, 2016). En “Epopeya sin héroe” (Poesía al Albur, 2019) ha seleccionado una muestra de los poemas recogidos en los tres libros antes mencionados, junto a un conjunto nuevo de poemas, titulado “Cuaderno de desvelos”. Fuera de la poesía, ha publicado un libro de aforismos: “Ovejas negras” (Editorial Páramo, 2018).



JACOB IGLESIAS

Gracias, sombra Selección del autor Prólogo de Fermín Herrero

17 - Virtual


Idea, diseño y dirección: Julián Alonso © las autoras Imprime: Edición virtual de “Cero a la Izquierda” Ilustración de cubierta: Adriana Alonso. Depósito legal:


SIN RUIDO NI GLORIA He visto cómo crecía el sujeto poético de Jacob Iglesiasdesde que cuajó tal y como se adivinaba en su primer, que no primerizo, libro de poemas, Las piedras del río, a partir de Horas de lobo, pero estaría por asegurar que nunca se ha movido de ese sitio en el que estaba ya en el poema inicial de la presente antología, con una atmósfera que me lleva siempre a El Jarama de Sánchez Ferlosio. Ahí, “holgazaneando” junto al propio autor y sus amigos, regocijándose, diríase que regodeándose en un hastío vital que no impide la epifanía del instante “frágil y perdurable”, justamente lo que es la poesía, “el milagro que llevamos dentro”, con su deber de alegría a pesar de los pesares. Justamente las palabras desesperadas y arrebatadoras de Cioran: “Vivimos todos en el fondo de un infierno, cada instante del cual es un milagro” figuraban como frontispicio de su opera prima. Avisaban de la formación lectora de este sujeto poético, tan imprescindible para forjar a un escritor como descuidada por desgracia en los últimos tiempos. De su amplitud, dan buena cuenta, simplemente, las citas o referencias que ha incluido en sus libros, de poetas tan dispares y desenfocados en sus respectivas generaciones como Antonio Martínez Sarrión, el moderno de los novísimos, o José Luis Piquero, el más crudo de los poetas de la experiencia. Y lo mismo tiene como telón de fondo de un poema al fascista Agustín de Foxá que al enrollado Nacho Vegas, al impertérrito y cínico Philip Larkin que a los especulativos San Juan de la Cruz y Fray Luis de León, al social y ecológico Jorge Riechmann que al arisco y extravagante Juan Luis Panero. Tal diversidad es la piedra de toque de una preparación adecuada para acometer con garantías el arte de la escritura. Si se me preguntara por su seña de identidad primordial, creo que acudiría al tópico clásico de la aurea mediocritas que defiende a ultranza, por caso en “Sin ruido ni gloria” y que dio título a una plaquette luego vertida fundamentalmente en Horas de lobo y en parte en No todas hieren, donde al cabo encontró acomodo este poema que concluye, taxativo, sobre su modelo de conducta vital: “debes pasar sin hacer ruido para desaparecer sin gloria”. En verdad da la impresión de que –en lo relativo a la primera parte del dictum, de la conclusión poco podemos decir puesto que cualquier poeta, de serlo, es póstumo, y el tiempo, que no veremos, es el único juez válido en estos menesteres–Jacob Iglesias ha cumplido con creces en su propósito de invisibilizarse a través de un sujeto poético del que a veces tengo la impresión de que se ha apropiado de la persona, tal como sucedió con el personaje Azorín, que se adueñó del anarquista José Martínez Ruiz: “lo primero es ganarte el olvido”, “dejar tus obras/como quien va dejando indicios/de su desaparición”. Ese sujeto poético que se ha apoderado del verso y diríase que de la existencia de su autor es un antihéroe contemporáneo, como todos, sólo que la mayoría ni lo asumimos ni lo comprendemos, al que, por no tener dónde agarrarse para encontrarle sentido o en su defecto orientación, a la existencia, le queda lo cotidiano, casi en voz baja: “una pareja como nosotros,/feliz sin

[3]


aspavientos”. Para este hombre del común cualquier añagaza o cualquier mecanismo de defensa que se atreva a ejecutar y sea capaz de convertir en rutinario para así asentarlo, es una hazaña. Por eso tararea con el mentado cantante gijonés: “Tengo un ambicioso plan, consiste en sobrevivir”. En su caso, sobre esa supervivencia planea siempre, como un negativo terrible de la realidad, como una sombra benéfica, la temprana y traumática muerte de su padre. El desapego como refugio seguro: “pequeños dones, pequeños deseos, sinsabores pequeños”, en medio de una “calma indolora”, es indicativo del estoicismo a ultranza de quien parece haber asumido por completo, desde su juventud, las Meditaciones de Marco Aurelio. Una rareza, desde luego, en estos tiempos entregados en cuerpo y alma al hedonismo de la peor calaña, el que se manifiesta de continuo en forma de narcisismo digital o de sumisión, si no entrega, al espectáculo. Ya decía Pascal que todos los problemas del hombre empiezan cuando decide abandonar su habitación, y así lo recoge Jacob Iglesias en “Oración”. De ahí que se entregue, entre su aparente “apatía de costumbre”, al placer de los tiempos muertos, contemplativos, sin fantasías, al de los días rutinarios, “iguales”, “previsibles”, “semejantes”, de suyo agradecidos, por ser en último extremo una maravilla, el prodigio que se repite “jornada tras jornada”, semejante al de aquel pájaro solitario que trinaba en su rama para nadie y era la armonía pura en la tarde serena: “Si algo ha de quedar de nosotros,/que sea limpio”. En fin, muy al contrario de lo que él mismo afirmase como nota bene en Epopeya sin héroe –antología de la que ésta viene a ser un extracto con el añadido de cinco poemas inéditos– en la línea de aquella máxima tan manoseada de que no hay poeta que no sea de antología y de que éstas no son en resumidas cuentas sino un ejercicio de honestidad y no como suele proclamarse de excelencia, creo que Jacob Iglesias no es poeta reducible con éxito a mínima analecta.Bien es verdad, en descargo de esta selección de sus versos, que de momento su obra lírica cuenta tan sólo con tres libros–más bien sucintos, con lo que da la impresión de que el autor se ha seleccionado de entrada–, más los poemas correspondientes a un Cuaderno de desvelos, con novedosos conatos de derrotes hacia lo onírico o lo alegórico, que se adosaba al final de su antología en papel y los que forman la coda de ésta, cuyas palabras finales le dan título y paradójicamente, pese a todo lo dicho sobre su lograda y singular poética –”escribir lo de siempre con las palabras de siempre”–, de verso despojado y preciso en consonancia con uno de los aforismos de su Ovejas negras que reza así: “Desconfío de la literatura en la que sólo hay palabras”, me traen a la cabeza aquel verso de Paul Celan: “Verdad dice quien dice sombra”. Fermín Herrero

[4]


Jacob Iglesias

Súbita y violenta, arrasando pesares, así se impone a veces la alegría. Es la tarde entre amigos, holgazaneando tumbados en la hierba. Es el río –en su c y a la vez desbordado– que nos arranca de la orilla del mundo. Es la luz afilada y el cielo a punto de engullirnos Es el abrazo, el abrazo del mundo, que nos deja temblando de regocijo –como hojas de álamo– en el instante frágil y perdurable.

[5]


Gracias, sombra

No se siente ni alegre ni afligido Así es su condición. A diferencia de nosotros, él canta –mejor dicho, trina– sin un pretexto, porque sí. Encaramado a la más alta rama para darnos su arenga sin sentido, ese pájaro anónimo ha logrado, con su pequeño pecho, que se colme de armonía la tarde sosegada. Y ese gorjeo neutro y mecánico ha sido suficiente, además, para infundirme el esencial amor por cuanto existe y, como yo, perece.

Las hojas amarillas que aún perviven en los copos de la ribera se agitan al viento. No como la bandera de un país devastado. Son como manos que despiden sin pena, agradecidas, a las hojas que zarpan. Ojalá yo supiera decir así adiós. (De “Las piedras del río)” [6]


Jacob Iglesias

5 DE SEPTIEMBRE DE 2008 Catorce años después, cuanto queda de mi padre es una sucesión de imágenes inconexas, y cada vez más huecos, y algunos recuerdos minuciosos, sobre todo de aquellos últimos meses. Me ha costado todos estos años aprender que cuando la memoria se convierte en un rastro que conduce a ninguna parte, sólo puede aliviarnos esta liturgia de acercarnos al cementerio, limpiar de tierra y excrementos de pájaro la lápida, maldecir que haya más líquenes en la inscripción y arrancar los hierbajos que han ido creciendo. Atar luego a la cruz unas flores de plástico y dejar tumbado en la tierra un ramo de claveles. Y rezar, sin devoción, pero por si acaso, un padrenuestro por la vida eterna en que él confiaba.

[7]


Gracias, sombra

MIEDO El miedo susurra al suicida que se lance por la ventana. El miedo te ordena que no montes en ese avión. El miedo es una voz que nos habla a todas horas, aunque pase inadvertida, como el zumbido del frigorífico. El miedo le ha dicho a ese tipo que se emborrache y se acerque a esa mujer –a ella el miedo le ordenó que se arreglara, y riera, y no parara de bailar en toda la noche–. El corazón bombea miedo. Y miedo es lo que expulsan los pulmones. El miedo te une con fuerza a los tuyos. Hay hijos engendrados por el miedo. Miedo es el suelo que pisamos, la luz cegadora del mediodía, el mutismo de los árboles, la mirada fija que nos lanza la luna llena. Miedo es el nombre secreto del dios al que dirigimos nuestras plegarias.

[8]


Jacob Iglesias

DESPUÉS DE SOPORTAR DÍAS IGUALES Después de soportar días iguales unos a otros, insulsos todos ellos, llega esta tarde en que desde la ventana miras embelesado caer la nieve. Hasta donde alcanza la mirada todo es calma. Y una paz que apenas recordabas, una inusual conformidad tuya con las cosas, va abriéndose paso entre tu apatía de costumbre. Como si tu corazón fuera una bola de cristal que acaba de agitar la mano de un niño.

[9]


Gracias, sombra

NOTA Olvidarme de ese poema memorable que comenzaría “Unos mentirosos de nacimiento buscando ansiosamente verdades. Eso es lo que somos.” Escribir algo sobre esta tarde de domingo sin ambulancias, ni rastro de aburrimiento, ni la televisión de los vecinos de arriba a todo volumen. Solo el zumbido tenue del frigorífico, un libro y, por primera vez desde hace meses, el sol palpando cada objeto de la habitación, reconociéndolo como las manos de un ciego. Ha sonado el timbre. Seguro que ya es ella.

[10]


Jacob Iglesias

ACEPTO ESTE DESTINO Estoy aprendiendo a habitar estos días previsibles en los que siempre me levanto a las 7:30 y desayuno lo mismo siempre. Estos días ni tristes ni alegres de los que uno no espera gran cosa. Ya es bastante si el día amanece soleado, y sigo respirando otras veinticuatro horas, y no sufro ni provoco sufrimiento a otros, y tengo una compañera a quien agarrar de la mano, y algunos poemas que llevarme al alma antes de preparar el despertador para que suene a las 7:30 y apagar la luz. (De Horas de lobo)

[11]


Gracias, sombra

EPOPEYA SIN HÉROE Ahora mi clima es este plácido desapego, esta calma indolora donde todo es pequeño: pequeños dones, pequeños deseos, sinsabores pequeños. Así aunque el corazón se agriete, jamás llega a romperse. Mi historia se cuenta en dos palabras: una epopeya sin héroe ni aventuras.

ME DA IGUAL MI PARTE EN EL PARAÍSO Me da igual mi parte en el paraíso. Me conformo con mi parte en la vida, esta maravilla que ya no nos ciega de repetirse jornada tras jornada. Entre escaparates y horarios, espero siempre ese instante en que vuelvo a sentir que es mi amigo el mundo que tantas veces me asfixia. Viene por sorpresa un día cualquiera, disfrazado de azar y costumbre. No ha sucedido nada, pero nada es ya lo mismo que antes. Eso es el milagro. No salgáis a buscarlo: es algo que llevamos en nosotros. [12]


Jacob Iglesias

TARDE EN BLANCO I Todo aquello que esperabas se perdió por cualquier calle. Cuando os volvéis a encontrar, tú miras hacia otra parte. II Ninguna importancia tiene lo que era tan importante. Lees libros olvidados ypiensas banalidades. III Ya no hieren las ilusiones. Sentado al sol en un parque, no te inquieta lo que esperas, tampoco lo que dejaste. IV Escrita queda esta tarde que parecía ya escrita. Esta tarde en blanco que huele a limbo y melancolía.

[13]


Gracias, sombra

NUESTRO TIEMPO Nos parece mentira, pero sí, hubo un tiempo sin nosotros, años y años en los que ni siquiera fuimos sueño de cuerpos reposando tras amarse. Aunque jamás lo hayamos meditado, pudo haber una vida sin nosotros. Tú en otros brazos, yo en otra mirada, o solos por la calle y sin buscarnos. Aunque lo rechacemos, habrá un tiempo sin nosotros, durmiendo nuestra muerte sin despertar, ni besos, ni caricias. De las miles de vidas que pudimos haber sido, logramos el prodigio de desayunar juntos los domingos.

ORACIÓN Llévate los días inesperados. Déjame estos días semejantes para que los ojos jueguen a buscarles diferencias. Líbrame de la euforia y la insumisión, de toda aventura que exija abandonar mi cuarto. Dame cada mañana el entusiasmo recién lavado, el blando cansancio al final de la jornada, su acompañamiento de electrodomésticos y eslóganes y ruidos vecinales. No me dejes caer en la indiferencia y líbrame de tararear una y otra vez el estribillo triste de mis fantasías. [14]


Jacob Iglesias

ALGO MÁS QUE ESTO Lo difícil es respirar esperanza y que el corazón lata sin fe, caminar seguros de que hemos nacido para algo más que esto, incluso haberlo vislumbrado en algún raro instante, aprender que cada jornada que pasa nos alejamos un poco más de no sabemos dónde y nos aproximamos a no sabemos qué, hacer de la mediocridad el lugar de nuestra dicha. Lo difícil es eso: sobrevivir con la certeza de que solo somos criaturas que siempre andan buscando.

[15]


Gracias, sombra

NO ES TAN EXTRAÑO No es tan extraño sentirse así esta mañana de nubes malvas a las ocho y calor repetido de unos labios a las once y a las tres percusión ensoñadora de tacones alejándose por un pasillo. Esta mañana banal con sus banales regalos que nunca será memoria, sino experiencia que en secreto dibuja tu autorretrato con días tachados. Nada distinto hubo en ella, pero te enseñó a sentirte afortunado.

[16]


Jacob Iglesias

PRESAGIO No necesitaba remover los posos fríos de té que duermen en el fondo de la taza para adivinarlo. Ya conozco que entre el milagro y la desgana irá transcurriendo sin remedio el número secreto de mis días. El pasmo de nueva vida creciendo mientras mueren quienes me ayudaron a crecer. En la misma ciudad, por calles ajenas, madurará en silencio mi cuerpo, largamente adiestrado en las costumbres de la literatura, las caricias y el sueño. A mi lado una piel que amaré porque es el paisaje tibio en que crezco. Todo se irá transformando sin darme cuenta, en este día lento de incontables lunas llenas, facturas y cumpleaños que llamamos existencia. Todo, salvo el desapego con que miro mis dedos, ahora firmes, luego temblorosos, mientras remueven los posos fríos de té que duermen en el fondo de la taza. (De “No todas hieren”)

[17]


Gracias, sombra

EL REGRESO Bill Viola A veces visitan a quienes fuimos su hogar. Nadie sabe por qué carreteras desandan su olvido, qué pasillos tienen que recorrer hasta conseguir asomarse por una rendija del sueño, la fiebre o el desvelo. Una figura blanca avanzando entre la penumbra. Cae sobre ella una cascada que la empapa de algo semejante a la vida. Y el corazón, no los ojos, empieza a reconocerla. Es una desconocida con un vestido rojo, mi padre amortajado con un vestido rojo. Es un húmedo vestido rojo sobre cada piel perdida. Agradecemos lo que calla esa mirada. Y ella palabras como un ramo al pie de su tumba. Empieza a darnos la espalda para alejarse (lo que regresa siempre vuelve a irse), y ya lo escuchamos adentro: están fabricando la ásperamiel del consuelo. Lo que regresa siempre vuelve a irse y nunca se va.

[18]


Jacob Iglesias

ABRIR LOS OJOS A LA OSCURIDAD Como quien sueña que agoniza solo en la madrugada y desesperado intenta atrapar otra brizna de aire, pero en vano abre los labios, porque ha dejado de pertenecerle, y un grito enmudece en su garganta, y en el exacto instante en que va a expirar, despierta en su habitación. Y abre los ojos a la oscuridad frondosa, oye el murmullo del polvo sobre los muebles, y aunque sepa que solo ha sido una pesadilla, se pregunta si acaso no habrá muerto, y entonces el miedo relampaguea en sus vértebras. Y enciende la radio para que lo acunen con historias indiferentes. Pero lentos se arrastran los minutos, y dónde el sueño. Y nuevas voces cuentan otra vez la misma historia, y el silencio resbala por las paredes, y abre los ojos, y la oscuridad frondosa, y cuándo se filtrará una esquirla de luz oxidada por la persiana. Y aunque sepa que solo fue una pesadilla, se repite, sin el calambre del susto, casi perplejo, si acaso no habrá muerto solo en la madrugada. (De “Cuaderno de desvelos”)

[19]


Gracias, sombra

ALGO LIMPIO Si algo ha de quedar de nosotros, que sea algo limpio, como este instante en que un sol tibio ilumina los coches que dormitan a ambos lados de la calle, el aire barriendo los pĂŠtalos que caen de los prunos, un par de gorriones buscando algo que llevarse al pico y yo abriendo la puerta sin esperar nada, salvo a ella, que en unos minutos volverĂĄ haciendo que mis pasos dejen de sonar a fantasma.

[20]


Jacob Iglesias

COLD WAR Nunca te esperé bajo la luz desangelada de una farola en el Berlín derruido de posguerra, mientras se consumían al mismo tiempo el cigarro y la esperanza. Nunca pasé las noches preguntándome ante una botella semivacía por qué no viniste aquella tarde. Admitámoslo, nadie pagaría por ver en el cine un amor que no arrase a los amantes, una pareja como nosotros, feliz sin aspavientos.

[21]


Gracias, sombra

SI NO PUEDES Si no puedes ahuecar unos versos y acoger a este polluelo malherido, si no puedes alimentarlo, ayudarlo a volar en un cielo constelado de golondrinas, y lo dejas ahí, en el suelo, encogido bajo el peso súbito de sufrir en un instante lo que a otros nos lleva años, cómo atreverse luego a cantar.

PADRE Como esa hoja muerta que, avanzado ya el invierno, cuando las demás se pudren en el suelo, aguanta sola en la rama y, a pesar de pender de un hilo, se sujeta –sabe dios con qué fuerzas– y terca resiste, una tras otra, las embestidas de viento. Así se aferra a la memoria [22]


Jacob Iglesias

GRACIAS, SOMBRA Lo primero es ganarte el olvido. Escribir lo de siempre –el tiempo, sus regalos y sus arañazos– con las palabras de siempre y, al final, dejar tus obras como quien va dejando indicios de su desaparición. Una tarde venidera, alguien, mientras revuelve libros ajados en un cuchitril por entretener la melancolía, quizá tome uno tuyo con indiferencia. Y, de repente, ante sus ojos, unas palabras inesperadas que le cogen de la mano, le arropan unos instantes bajo la lluvia que cala adentro. Esa persona solo sabe que escribiste la verdad pobre de unos versos. Ojalá no necesite más para susurrar tras cerrar el libro: “Gracias, sombra”. (Inéditos)

[23]


“GRACIAS, SOMBRA”, de Jacob Iglesias, se editó en mayo de 2020 como número 17 de la edición virtual de “CUATRO CANTONES”, colección de mini antologías de poetas palentinos, dirigida por Julián Alonso y editada por “Cero a la Izquierda”.

[24]


Títulos publicados: 1.- Tocad su corazón José María Fernández Nieto 2.- Árbol del paraíso Juan José Cuadros 3.- Una palabra menos Felipe Boso 4.- ¿Estás contenta? Cres Sanz Ruipérez 5.- In memoriam Santiago Amón 6.- Versos ocultos Juan Manuel Díaz-Caneja 7.- Paraíso y exilio Jesús Alonso Burgos 8.- Memorias y reincidencias Javier Villán 9.- Fechas retenidas Marcelino García Velasco 10.- Casi una vida - Versos e imágenes Antonio L. Bouza 11- Pasos contados Manuel Carrión Gútiez 12.- Cierta cantidad de silencio Joaquín Galán 13.- Campo a través Fernando Zamora 14.- Sonetos Gabino-Alejandro Carriedo 15.- Ecos del alma Carlos Urueña González 16.- Aire de un tiempo moderadamente vivo Manuel de la Puebla 17.- Palabra o claridad Manuel Bores Treceño 18.- De acá para allá Jesús Aparicio 19.- De niños. Poemas Esperanza Ortega

20.- Como un lento veneno Julián Alonso 21.- Exilio César Muñoz Arconada 22.- Señas de identidad Mariano Íñigo 23.- Micropoemas Ajo 24.- El desorden del aire Elpidio Ruiz Herrero 25.- Itinerarios Victorino Martínez 26.- En cuatro idiomas Gregorio San Juan 27.- La voluntad del paso Julia Gallo Sanz 28.- Naturaleza Accidental Jesús López Santamaría 29.- Treciembre Andrés Quintanilla Buey 30.- Un poco de mi ausencia Pedro Quintanilla Buey 31.-Paco Vighi, el ingeniero poeta Francisco Vighi 07 V.- Mientras dure la nieve Amalia Iglesias Serna 10 V.- Larga madeja de caminos Roque Nieto Peña 12 V.- Sociedad Limitada Carmen Álvarez 13 V - Cuando cierras los ojos Sari Fernández Perandones 14 V - Desde el Saloncillo Enriqueta Palacios 15 V - El chico del rincón Gregorio Antolín 16 V - El corazón de la palabra Conchi Gordón 17 V.- Gracias, sombra Jacob Iglesias



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.