La estación perpetua

Page 1

La estaci贸n perpetua Alfredo Piedrafita


Alfredo Piedrafita Gómez (Barbastro, 1960)

Oscense de nacimiento, desde los dos años fue Pamplona (el barrio de la Txantrea) el lugar donde creció. Actualmente vive en Artica. Fotógrafo aficionado desde que en 2011 realizó un viaje a Australia, profesionalmente es músico. Ha formado parte durante 30 años del grupo de rock Barricada y a día de hoy se encuentra inmerso de lleno en otro proyecto musical de rock, ¿cómo no? Este es su primer libro como fotógrafo, con imágenes tomadas en 2013 en los campamentos de refugiados saharauis de Tindouf (Argelia), donde participó en tareas humanitarias. Sus artísticas fotografías, de muy diferente temática, han sido expuestas en varias ocasiones en distintos locales de Pamplona. Es difícil verlo sin una de sus dos armas de guerra preferidas: su guitarra o su cámara de fotos.


Alfredo Piedrafita

La estación perpetua Textos: Alfredo Piedrafita, Juncal Galar, Ana Martínez Murcia, José Martínez Sevilla, Bahía Mahmud Awah, Ana Pardo Martínez

L amiñarra Artica, 2014


Imagen de cubierta:

Panadero de Rabuni. Imagen de contracubierta:

Anciano saharaui.

Este libro ha sido editado gracias al patrocinio del Concejo de Artica / Artikako Kontzejua (Navarra).

Ha contado también con la colaboración del Ayuntamiento de Ayora (Valencia).

@ Alfredo Piedrafita Gómez, 2014. Maquetación: David Mariezkurrena Iturmendi Pedidos: laminarra@gmail.com • Tlf. 653 218 214 Depósito Legal: NA 498-2014 ISBN: 978-84-616-9340-5 Impreso en Navarra por Ona Industria Gráfica Polígono Agustinos. Calle F, nave B6. 31013 Pamplona/Iruñea


A Juncal, por animarme a ser libre.

Agradecimientos El primer agradecimiento es para Ana Pardo Martínez, sin cuya iniciativa este libro no hubiera sido posible. Gracias también al Ministerio de Salud Pública, a la familia Barka Buzeid, a toda la población saharaui, instituciones visitadas, personas fotografiadas, a Sidahmed Larossi y Ahmed Buzeid, e igualmente a la Editorial Lamiñarra y a David Mariezkurrena por su ayuda entusiasta y desinteresada, así como al Concejo de Artica, al Ayuntamiento de Ayora y a todos los cooperantes que nos encontramos allí trabajando para hacerle la vida un poco menos dura al pueblo saharaui.


La estación perpetua Alfredo PiedrAfitA Cuando Ana Pardo Martínez nos invitó a Juncal y a mí a ir a los campamentos de refugiados saharauis, para echarle una mano en la finalización de su proyecto de distribución de medicinas para la población, no nos lo pensamos mucho. O nada. Rápidamente dijimos que sí. Después, como a todo el mundo que va allí por primera vez, nos empezaron a asaltar las dudas, generalmente provocadas por lo que te decía la gente de alrededor. Posibles secuestros, más que probables enfermedades y, sobre todo, lo que más se repetía era: antes de ir debéis estar seguros de que estáis preparados para ver lo que allí os vais a encontrar. Todos esos avisos solo demuestran que en realidad, y a pesar de tenerlo tan cerca, sabemos muy poco sobre este tema. Y si a eso le sumamos que lo poco que sabemos lo conocemos por medio de las noticias que nos cuentan por televisión, podemos afirmar que estamos completamente equivocados. 6

La estación perpetua

Realmente Argelia no es un país para hacer turismo. Hay estrictas normas para toda la población, pero especialmente para los extranjeros, lo que hace que no sea un lugar paradisíaco para unas vacaciones. Y mucho menos los campamentos, situados en la parte más inhóspita del desierto del Sahara en su parte argelina, donde la nada más absoluta compite con un sol abrasador en un pulso incansable por ver quién manda ahí.

Ana saludando a Said en el centro Mártir Chahid Cherif de víctimas y heridos de guerra.


Y sin embargo, curiosamente, no tendrás que alejarte mucho de tu casa para encontrar a alguien que haya estado allí, bien sea trabajando con alguna ONG o quizá visitando a las familias de los niños saharauis que pasan los veranos en este país, como uno más de los suyos. Ellos eran quienes mejor podían explicarnos qué es lo que nos íbamos a encontrar, a qué clase de peligro nos podíamos llegar a exponer, pero sobre todo, cómo estaba la situación en el Sahara en ese momento, en tiempo real, ya que ellos mantienen contacto telefónico prácticamente a diario con los campamentos. Las noticias no eran las mejores que se podían esperar. Un secuestro de cooperantes en la capital de los campamentos de Tinduf, en Rabuni, un año antes, había obligado a triplicar las medidas de seguridad, haciendo que la ONU tomara cartas en el asunto y se establecieran una serie de normas aún más estrictas, como el toque de queda a partir de las 20 horas y el hecho de reunir a todos los cooperantes en una zona protegida de Rabuni, llamada «Protocolo» y custodiada en todo momento por soldados del ejército Polisario. Al primer intento, debido a esa situación, el consulado anuló nuestros visados, con lo que hubo que posponer el viaje un par de meses

Descargando medicinas en el Hospital General de Rabuni.

más. Pero finalmente llegaron los permisos. Nuestra función se dividía en dos vertientes. La primera era asegurar que las medicinas que se habían enviado un tiempo atrás, en un convoy, llegaran a la población y fueran perfectamente distribuidas por los hospitales, dispensarios médicos y almacenes sanitarios. A la vez que se llegaba a los centros médicos, se programaban charlas explicativas sobre el correcto uso de esos medicamentos, abiertas a personal sanitario principalmente, pero también a la población, que es realmente a quien debe llegar ese mensaje. Sidahmed Larossi, delegado de sanidad, y Ahmed Buzeid nos acompañaron a las diferentes wilayas (campamentos distanciados bastantes kilómetros los unos de los otros, ya que al La estación perpetua

7


Familia Larossi.

construirlos pensaron que era mejor hacerlo así, de manera que en un posible bombardeo no muriera toda la población saharaui), donde se habían organizado todos esos actos. La segunda era, y a partir de ahí vino la idea de este libro, fotografiar todo lo que veíamos y poder mostrarlo después en nuestro país, a modo de campaña de concienciación. No olvidemos que en los campamentos no tienen realmente nada y que todo –alimentos, ropa, maquinaria, etc.– les llega por medio de la ayuda humanitaria. Y si esa ayuda se acaba, con ella también desaparece la esperanza de este pueblo. Una de las cosas que pudimos comprobar de primera mano es que la guerra en la vecina Mali, el conflicto y la despiadada actitud de 8

La estación perpetua

Marruecos hacia ellos (con la aprobación de quienes miran hacia otro lado, nuestro país incluido), la crisis de España, y varias cosas más, habían hecho que la ayuda se hubiera reducido a pasos agigantados, con lo que nos encontramos un pueblo al límite de su resistencia. Por eso, es ahora cuando más nos necesitan, de modo que cualquier tipo de ayuda que les llega es bien recibida y bien aprovechada. Viajar con Sidahmed nos abrió muchas puertas y nos permitió acceder a lugares y a actos que normalmente no son accesibles para los extranjeros, ni siquiera para los cooperantes. Pudimos, entre otras cosas, comer en una boda saharaui, o meternos dentro de lo que aquí podríamos llamar un bautizo, pero que allí no es otra cosa que ponerle nombre a un niño o niña. Siete días después del nacimiento del bebé se organiza una fiesta para toda la comunidad, una fiesta social, abierta a parientes, amigos y vecinos. Durante esta ceremonia, en la jaima, apartadas de las celebraciones, se reúnen las mujeres de la familia de los padres del recién nacido, para dar comienzo al ritual del que saldrá el nombre de la criatura. Las mujeres se disponen en grupo en la estancia y toman siete «rosarios» o siete palillos de madera;


cada uno de ellos corresponde a un nombre elegido por estas familiares sin conocimiento de la madre. Luego se toma una taza de leche de camello o de cabra y dentro de este líquido se meten estos bastoncillos. Entonces el recipiente se le da a la madre, quien no ha podido ver nada porque durante todo el tiempo ha permanecido de espaldas a las demás mujeres, y ella sin mirar extrae tres de los elementos de la taza. Cada vez que se saca uno se dice en voz alta el nombre que en él figura. A continuación, se repite de nuevo el mismo ritual, pero esta vez solo se sumergen en otra taza de leche los palillos seleccionados. El primero de estos tres que escoge la madre será el nombre del bebé. Me fue permitida la entrada en esa ceremonia en la que solo participan las mujeres, con sus tambores hechos con cacerolas, haciendo sonar sus esgarits, cánticos que realizan a base de gritos que profieren mientras mueven la lengua a gran velocidad. Eso sí, el precio que tuve que pagar fue dejarme tatuar con henna unos dibujos en la mano que tardarían en desaparecer más de un mes y que, según los hombres que comían en otra estancia, y no sin cierto recochineo, eran «cosa de mujeres». También pudimos llegar hasta la wilaya de Dajla, a unos 200 km desierto adentro, viajan-

do dentro de un convoy de todoterrenos de la ONU, nosotros en un Land Rover de los que llegaron allí porque, de viejo que estaba, nadie lo quería ya en nuestro país. Sentados encima de la rueda de repuesto, y con las ventanas abiertas, hicimos todo el trayecto. Todavía creo que tengo arena metida en ciertas partes de mi cuerpo… Nos encontramos a un pueblo hospitalario y agradecido, a pesar de seguir siendo apaleado por la vida, un pueblo sonriente, paciente, esperanzado y confiado en que su lucha, ahora pacífica, les devolverá algún día a la tierra

Asistiendo a una charla sobre la utilización de medicamentos.

La estación perpetua

9


de la que fueron expulsados a tiros, para después ser perseguidos por el desierto mientras les bombardeaban con fósforo blanco, separando a miles de familias e imposibilitando su reencuentro casi cuarenta años después. Se pasó de ser una provincia española más, ciudadanos y ciudadanas españoles con su DNI, a ser un territorio ocupado ilegalmente por Marruecos debido a la gran riqueza del subsuelo del Sahara Occidental en minas de fosfato, y a que tenían uno de los bancos pesqueros más importantes del norte de África. Es como si todo el mundo se hubiese puesto de acuerdo en azotarles despiadadamente, desde todos los frentes posibles: políticos, religiosos, militares… Y a pesar de todo eso siguen pensando en estudiar, en tener una educación que les permita valerse por sí mismos el día que consigan volver a su tierra. Algunos países, como Cuba, España o Argelia, acogieron a niños saharauis que volvieron a los campamentos convertidos en médicos, ingenieros o profesores. Miles de familias españolas acogen cada verano a los niños y niñas que vienen de allí a aprender nuestro idioma. Algunos de ellos, los que pueden, se quedan a estudiar. Conocimos a una chica que había estado estudiando turismo en Libia y nosotros, asombrados, le 10

La estación perpetua

En la jaima de la familia Barka Buzeid.

preguntábamos: «¿Turismo? ¡Pero si este no es un país donde se admita a los turistas, ni siquiera está preparado para ese tipo de actividad, no hay hoteles, no hay nada!». Y ella, completamente convencida y sin apenas inmutarse, nos respondió: «El día que podamos volver a nuestro hogar necesitaremos estar preparados para levantar económicamente el país, y el turismo será una de las maneras». Y acto seguido hizo lo que tantas veces veíamos hacer a todos por la calle, en las jaimas, en todas partes, levantar la mano derecha con la palma hacia nosotros, replegando todos los dedos excepto el índice y el medio, que extienden orgullosos formando esa V, la de la victoria. Este pretendía ser un libro de fotografías de lo que allí pudimos admirar. De todo ello.


De la pobreza, de la hospitalidad, de la alegría, de la coquetería, de la esperanza, del trabajo diario, de sus costumbres –por muy extrañas que nos puedan parecer a nosotros–, de la vida al día, de su manera de ser… Y como fotografías, además de captar momentos, deberían ser capaces por sí solas de transmitir sensaciones. Espero que así sea. Aun así, además de mis imágenes encontraréis textos que unas veces explicarán aspectos o historias directamente relacionadas con la foto, mientras que otras simplemente intentarán –por medio de palabras– explicar las emociones que provocan en quien las escribe mientras recorren el espacio entre la retina y el corazón. Todo lo que se consiga recaudar de la venta de este libro irá destinado a un proyecto en los campamentos. Las posibles acciones allí son muchas y todas muy necesarias. Visitar un hospital de los de allí es trasladarse a otro mundo, pero si además, se te acerca el director de ese centro pidiéndote, muy educadamente, que al regresar a nuestro país por favor intentemos buscar financiación para poder conseguir mil metros de cable de alta tensión con el que llegar hasta una torre eléctrica, situada un kilómetro más allá, tomar de ahí la electricidad y de esa manera evitar los continuos apagones que se originan en él, in-

Mapa del Sahara.

cluidos los quirófanos, se te cae el alma a los pies. También son necesarios libros que contribuyan a la educación de su gente, alimentos, medicinas, pero sobre todo necesitan que no solo se les dé el pescado, sino que se les deje pescar en un mar propio. Más de treinta años exiliados, lejos de su hogar y de sus familias, convierten lo que iba a ser un apeadero de paso, una parada amarga e injusta en la vida, en una larga condena, en una estación perpetua. La estación perpetua

11


Breve historia del conflicto saharaui Cómo se ha llegado a este punto En plena expansión del colonialismo europeo en África, y tras la llamada Guerra de África (1860) que le enfrentó con el sultanato de Marruecos, España logró el reconocimiento de la línea costera saharaui. Unos años más tarde, tras la Conferencia de Berlín (1885) sobre África, en la que los países europeos se repartieron el continente africano en base al único criterio de regla y cartabón y sin ningún tipo de consideraciones étnicas, culturales o geográficas, España obtuvo el dominio de la extensión de desierto adyacente a la línea costera. Toda la zona pasó a ser colonia española, protectorado después, para acabar convirtiéndose en provincia española en 1957. España explotó los recursos del territorio, entre los que se encontraban los caladeros de pesca y la mayor reserva mundial de fosfatos. A partir de ese momento los saharauis pasan a ser ciudadanos españoles, disponen de DNI español y aprenden castellano, coexistiendo pacíficamente con la metrópoli.

12

La estación perpetua

Su independencia fue planteada a España por la ONU en el año 1967, pero la disputa entre Mauritania, Marruecos y España por el territorio supuso un serio obstáculo. En los años setenta la ONU, totalmente inmersa en el proceso de descolonización de África, presionó a España para abandonar el Sahara Occidental, por lo que esta comenzó a negociar la independencia con los saharauis. El 6 de noviembre de 1975, ante la crisis política española debida a la inminente muerte de Francisco Franco, el rey marroquí Hasán II envió 350.000 civiles y 25.000 soldados, en lo que se denominó «la marcha verde», a invadir el Sahara español para legitimar la anexión de este territorio a Marruecos. El ejército español minó la zona fronteriza a la que se dirigía la marcha, desplegándose inmediatamente detrás. Una semana después, con Juan Carlos de Borbón como jefe de Estado en funciones y con Franco agonizando, España cedió la administración del tercio sur del Sahara a Mauritania


y los otros dos tercios septentrionales a Marruecos, dejando a los saharauis, que confiaban en que España frenase la ocupación marroquí, totalmente abandonados a su suerte. La retirada de España provocó la autoproclamación de la República Árabe Saharaui Democrática el 27 de febrero de 1976, que Marruecos y Mauritania no reconocieron, lo que llevó a la guerra entre estos dos países y el Frente Polisario Saharaui. En 1979 Mauritania renunció a la parte del territorio que reclamaba, pasando Marruecos a anexionárselo unilateralmente. Parte de la población huyó a Argelia y creó los campamentos de refugiados saharauis en el desierto, cerca de la ciudad argelina de Tinduf. La otra parte quedó en los «territorios ocupados» bajo la opresión marroquí. Argelia, aliada directa de Rusia, armó al Polisario. Estados Unidos y Francia proveyeron de material bélico a Marruecos. Tras muchos años de conflicto armado, el ejército marroquí no consiguió derrotar a las guerrillas del Frente Polisario. En 1981 Marruecos comenzó a construir, con el apoyo de Estados Unidos y Francia, un gran muro defensivo de unos 2.500 kilómetros, dividiendo el Sahara en dos. Cuando terminó la guerra fría, los americanos decidieron que esta guerra debía finalizar. En el año 1991 ambos bandos aprobaron un

plan de paz, preparado por Naciones Unidas, con una única condición: que se celebrase un referéndum en el que los saharauis decidieran el futuro del Sahara Occidental. A partir de ese momento, el gobierno marroquí pasó a adoctrinar a la población colona en la lengua, las costumbres y la cultura saharaui para incluir a los colonos en el censo saharaui. Marruecos todavía no ha permitido que se celebre el referéndum acordado con la ONU. Durante más de veinte años, Estados Unidos y Francia han apoyado a su aliado, Marruecos, para evitar que se lleve a cabo el plan de paz. Esto ha dado lugar al status quo actual. La mitad de los saharauis esperan una solución en los campos de refugiados en Argelia, mientras la otra mitad permanece bajo la ocupación marroquí en el Sahara Occidental. Los acuerdos tripartitos de Madrid de 1975 son ilegales desde el punto de vista internacional, por lo que, a día de hoy y hasta que no se celebre el referéndum, España sigue siendo la potencia administradora legal del Sahara. Los refugiados saharauis son los únicos árabes y musulmanes que tienen como segunda lengua oficial el castellano. Actualmente el Sahara Occidental es un territorio pendiente de descolonización. La última colonia de África… La estación perpetua

13




Patio de Smara.

16

La estaci贸n perpetua


La sombra es un bien casi tan preciado como el agua.

La estaci贸n perpetua

17


La preocupación principal de un saharaui cuando entras en su casa es hacer que te sientas como en la tuya en todos los aspectos. Incluso al terminar de comer, es prácticamente obligatorio echarse una pequeña siesta. De esa manera les da la impresión de que has disfrutado plenamente. Waliyo nos acogió en la suya y cuando llegó el plato de carne de camello –procedente de una boda que celebraban unos vecinos–, lo colocaron en el suelo, en el centro de la estancia. Allí se come con las manos. Él no dejaba de separar los mejores trozos de carne del hueso y los ponía en la bandeja, pero en mi lado, y me decía: «Come, por favor, come». Yo no podía más, pero él me seguía insistiendo: «Come, por favor, que no estás comiendo nada». Curiosamente, cuando éramos nosotros quienes les invitábamos a comer algo, enseguida paraban y decían que ya estaban llenos, que no podían más. Lo pudimos comprobar con los soldados del ejército Polisario los días que los tuvimos de invitados. Los saharauis nunca quieren abusar de la hospitalidad ajena.

18

La estación perpetua


19


Para alguien que llega de un país como el nuestro y de un ritmo de vida tan frenético, la ceremonia del té puede llegar a ser de primeras un tanto desquiciante. La calma con que se lo toman no es más que el reflejo de su forma de vida. Su sabor es exquisito. La primera vez que lo ves hacer, pase, porque no sabes lo que te viene. Pero una vez probado, sufres viendo cómo pasan con paciencia el líquido de un vaso a otro, y lo vuelcan de nuevo en la tetera. Revuelven. Mezclan con azúcar. Vuelven a pasarlo a los vasos, y cuando ya piensas que te lo vas a tomar, empieza de nuevo el vaivén de trasvases. Y tú, mientras, salivando. El té siempre se hace en compañía y supone una excusa para hablar y pasar un buen rato. Para ellos es importante tomar los tres tés. El primero, dulce como el amor. El segundo, amargo como la vida. Y el tercero, suave como la muerte. Y lo más curioso es que, a los días de estar allí, esa sensación de prisa por tomarlo desaparece, te contagias del trasiego de vaso en vaso sin dar ninguna importancia al tiempo de espera, e incluso llegas a disfrutar con el ritual. Un soldado saharaui nos contaba que cuando de lo que se trataba era de estar con la novia, la ceremonia se alargaba todavía muchísimo más, tratando de dilatar también el encuentro con la pareja.

20

La estación perpetua


La estaci贸n perpetua

21


Duna en la wilaya de Dajla.

22

La estaci贸n perpetua


Las miradas de las mujeres reflejan su timidez ante los desconocidos.

La estaci贸n perpetua

23



Once de la mañana en la wilaya de Smara. A esas horas las mujeres del campamento se acercan a recoger la bombona de butano que se les suministra cada quince días. Es curioso ver tanto colorido bajo un sol apabullante y, sobre todo, verlas llegar con la bombona vacía apoyada en uno de sus hombros y, una vez llena, volver a sus casas haciéndola rodar por el suelo con pequeños empujones de su pie. La estación perpetua

25


Farmacia en el Hospital Nacional de Rabuni.

26

La estaci贸n perpetua


27


Es una cuestión de costumbres, sin más. Algo que en principio a los extranjeros podría parecernos una barbaridad –de hecho yo tuve que volver dos veces mi cabeza antes de ir a hacer la foto para asegurarme de que lo que estaba viendo era cierto–, no es otra cosa que un aviso de que la habitualmente desangelada carnicería, ese día disponía de carne de camello fresca. Es por eso que colocan la cabeza en el suelo, en medio de la calle, donde todo el mundo pueda verla. Normalmente la dieta de los saharauis se compone de lentejas hoy, lentejas mañana y con suerte una lata de alubias al día siguiente. Por eso, para quien puede permitirse el lujo de comprar un día un trocito de carne de camello para acompañar esas lentejas, es un día especial. El camello suele ser el plato estrella en bodas y celebraciones importantes. 28

La estación perpetua


La estaci贸n perpetua

29


Panadería y panadero de Rabuni. La producción de pan es una de las pocas industrias que se desarrollan en esos parajes. Es muy barato y los saharauis acompañan todas las comidas con él.

30

La estación perpetua


La estaci贸n perpetua

31


32


Las mujeres juegan un papel fundamental en la sociedad saharaui. Se encargan de la crianza de los hijos, del mantenimiento del hogar y de los animales, y también trabajan algunas de ellas en los pocos puestos de trabajo que hay en los campamentos, principalmente escuelas y hospitales. Es llamativo observar cómo la educación de los niños la realizan de modo tribal. No es raro ver a una mujer en periodo de lactancia que entra en una jaima y amamanta a los dos o tres niños que allá se encuentren, sean todos suyos o no. La estación perpetua

33


Ministerio de Salud P煤blica.

34

La estaci贸n perpetua


Calle en Smara. La línea de piedras separa la zona de tránsito rodado de la acera peatonal.

La estación perpetua

35


36


El trato de los saharauis entre ellos es tan exquisito como el que brindan a los forasteros. Son extremadamente educados y correctos. Un saludo entre saharauis puede durar más de 15 minutos. Se preguntan por todo: ¿Qué tal estás? ¿Y tu madre? ¿Y tu padre? ¿Y tu hermano? ¿Y el vecino?... ¿Y la cabra? ¿Y el camello? ¿Y el desierto?... La prisa no forma parte de sus vidas. La violencia no está bien vista y no se admiten los malos tratos hacia mujeres y niños. Si algún hombre maltrata a su mujer o a sus hijos, independientemente de que el asunto acabe en denuncia, la comunidad le da la espalda haciéndole el vacío. La estación perpetua

37


Sorprende ver a las mujeres tan tapadas a 35 grados de temperatura. Melfa, botas de cuero, guantes de lana y gafas estilo mosca. No enseñan ni un centímetro cuadrado de su piel. Lo primero que pensamos fue que los motivos serían religiosos o culturales. Nada más lejos de la realidad. La razón es… el canon de belleza. Les gusta tener la piel clara, cuanto más mejor. Parece el mundo al revés. Nosotros, acostumbrados a ver alemanas en las playas de Levante más coloradas que un cangrejo, nos encontramos con que las saharauis, que podrían estar morenitas todo el año, quieren ser blancas. Cuando se pone el sol se destapan la cara y las manos pero no se quitan la melfa que, todo sea dicho, es comodísima y muy efectiva tanto para evitar el sol, como los mosquitos o la arena.

38

La estación perpetua


39


En esta parte del desierto argelino, en la que se asientan los campamentos, el agua es un bien muy escaso. Cada quince días les llenan los bidones que usarán tanto para beber como para cocinar o ducharse. Si desean más agua, deben pagar.

40

La estación perpetua


La gasolina es muy barata y las gasolineras se limitan a un bid贸n viejo, elevado sobre el suelo para que la gasolina caiga por su propio peso. A veces tambi茅n se vende en garrafas de cinco litros.

La estaci贸n perpetua

41


42


Las chicas formadas en occidente mantienen la tradici贸n al regresar a los campamentos. Adem谩s, son muy coquetas, presumidas e incapaces de salir de casa sin arreglar.

La estaci贸n perpetua

43


Raro sería ir por los campamentos y ver una mujer sin niños, siempre agarrados a las melfas de sus madres, tías o primas.

44

La estación perpetua


45



SAHARA AMIGA Al conocerte me apremia la necesidad de contarte he sentido el fuego de tu desierto escuchado el susurro de tu tormenta he circulado por la sangre de los tuyos enamorada de tu dignidad humana

he llorado de impotencia indignada por la injusticia he percibido vuestra esperanza admirada por vuestra fe al conocerte Sahara he sentido el deseo de darte a conocer. Ana MartĂ­nez Murcia


48


La noche en el Sahara es impresionante. Sobrecoge verse bajo esa inmensa cúpula estrellada. Uno de los asistentes fijos de ese increíble espectáculo es un viejo camión que descansa a las puertas de Protocolo en Rabuni. Es uno de los vehículos que trajo, realizando numerosos viajes a través del desierto, a gran cantidad de refugiados cuando huían de los bombardeos marroquíes al ser expulsados del Sahara Occidental. Es un símbolo para ellos, y lo muestran con orgullo. Y después de tantos años, todavía sigue funcionando. Un auténtico héroe. Cada vez que veíamos una estrella fugaz había una especie de admiración y alegría por parte de los extranjeros, que rápidamente pensábamos en pedir un deseo. Los saharauis no entendían esa alegría, ya que para ellos una estrella fugaz es un alma que abandona este mundo, y de ahí su mirada triste y de respeto. En esta foto conseguí «cazar» una de esas fugaces almas, a la que sumamos nuestro deseo para el pueblo saharaui, confiando en que se cumpla y algún día puedan volver a esa tierra de la que fueron desalojados por la fuerza, injusta situación que continúa gracias a que los gobiernos implicados miran hacia otro lado sin ningún tipo de pudor. La estación perpetua

49


50


Las mujeres, una vez superada su timidez inicial, son vitalistas, alegres, divertidas, bromistas, les encanta cantar y bailar. Son capaces de hacerse un tambor con una cacerola y les gusta entonar el tĂ­pico esgarit, grito de alegrĂ­a que realizan moviendo la lengua rĂĄpidamente dentro de su boca mientras no cesan de dar palmas.

La estaciĂłn perpetua

51


La henna es una forma que tienen las mujeres casadas de arreglarse-maquillarse las manos y los pies, de ponerse guapas, elegantes, bellas. Es un delicado arte que se manifiesta en todo su esplendor en las manos de las novias el día de su boda (foto de la derecha). Y, sin embargo, no dejaban de mirar con curiosidad nuestros tatuajes‌

52

La estaciĂłn perpetua


53


Los atuendos de las mujeres son muy coloristas. Y ademรกs, quien se fije bien, se darรก cuenta de que cada una de ellas va perfectamente conjuntada.

54

La estaciรณn perpetua


55


En un principio los campamentos estaban compuestos únicamente de jaimas de lona. Era lógico, ya que se suponía que estos asentamientos serían provisionales. Pero pasaron los años y el conflicto no se solucionaba, por lo que empezaron a surgir las casitas de adobe de una única estancia con tejado de chapa. El problema era que en el Sahara, aunque llueve muy poco, cuando llueve lo hace torrencialmente y el adobe no soporta estas tormentas, por lo que las casas se vienen abajo. Últimamente los saharauis revocan las fachadas con cemento para evitar que el agua deshaga los ladrillos de arena cocidos al sol. Salvo contados edificios sociales, escuelas, centros de salud, etc., que pueden ser más coloristas y trabajados, las viviendas saharauis son una mezcla de jaimas y adobe, normalmente sin pintar. 56

La estación perpetua


La estaci贸n perpetua

57


Este médico debe salir de la consulta para mirar a contraluz una radiografía.

58

La estación perpetua


Un anciano espera su turno para la visita médica con su cartilla oftalmológica en la mano. Debido al intenso sol, las cataratas son una afección muy común. La estación perpetua

59


Habitación de Said Mohamed-Fadel en el centro Mártir Chahid Cherif para víctimas de minas y heridos de guerra. Un lugar en medio de la nada, lejos del «bullicio» de la capital, Rabuni. Un centro al que se llega después de varios kilómetros desierto a través, sin carreteras, sin indicaciones. Más de tres décadas lleva Said postrado en la cama desde que en 1982 una mina anti-persona (anti-todo realmente) le limitó la movilidad a tan solo la cabeza y un brazo, algo que no le impide seguir sonriendo, mientras espera que esa atrocidad sea mostrada al mundo, un mundo que mira hacia otro lado como si eso fuera a dejar de existir por el hecho de no mirar, o de mirar pero haciendo como que no se ve. 60

La estación perpetua


61


62


Todavía a día de hoy sigue siendo cien veces más caro desactivar una mina que ponerla, y países que se llaman civilizados las siguen fabricando y vendiendo, entre ellos el nuestro. Se calcula que en el muro de la vergüenza, construido por Marruecos para separar los territorios ocupados por ellos de los liberados por el frente Polisario, de unos 2.500 km de longitud, hay unos cinco millones de esas minas que no discriminan entre civiles, militares, niños, adultos, animales… Todos son víctimas en potencia. 63


Cocina del hospital de Dajla. Las carencias de este centro hacen que se tengan que apa帽ar con muy pocos medios a su alcance.

64

La estaci贸n perpetua


La estaci贸n perpetua

65


Mohamed Salem tenía apenas cuatro años y ya iba y venía solo o acompañado de algún niño de su misma edad hasta la escuela. Una tarde nos acompañaba a un desolado mercado, en el que apenas nadie compraba nada, cuando comenzó a llorar desconsoladamente. El berrinche fue a más, hasta llegar a convertirse en un auténtico escándalo. Preguntamos a sus hermanas qué era lo que quería, pensando en que sería un refresco o algo de ese estilo. Nos contaron que lo que pedía con tanto empeño no era otra cosa que uno de los juguetes más utilizados en las calles de arena y piedras de los campamentos, una cubierta vieja de rueda de coche, con la que se divierten haciéndola rodar y rodar, inventando carreras imposibles. 66

La estación perpetua


67


Niños saharauis Cuando menos lo esperaba, vi hoy, por la escalera llegar, a Yatuha y Sidahmed mis «dos nietos saharauis», gritando alborotados: «Yayo, yayo ¿dónde estás?». Son ellos, regalo de verano, que me han dejado tras varios viajes al Sahara mis dos «reinas», Ana madre y Ana hija, mensajeras de mi felicidad. YATUHA, 12 años, belleza sin par, inteligente, orgullosa e inquieta, morena de mil lunas llenas, soñando, para su pueblo, la libertad.

SIDAHMED, 11 años, serio y juncal, que curtido y renegrido de tanto soportar –me dicen– se debiera alistar en el ejército, donde al menos, cada día, comerá y cenará. Ellos y ellas, cientos de niños por igual como granos de arena que todos pisan sin cesar y cuyos únicos juegos son apedrearse y sacar la cabra a pastar. ¡¡Mundo cruel!! acoge el futuro de estos niños y dales libertad y sazón para que lleguen a ser felices con la libertad de su nación. José Martínez Sevilla

68

La estación perpetua


Por la calle los niños, con esos ojazos negros, te piden educadamente caramelos: «Por favor, señor, caramelo». Si hay bastantes se ponen en fila esperando su turno, y nunca vimos a ningún pícaro que al recibir los suyos volviera a ponerse a la cola. Recogían su botín y salían disparados, tras dar las gracias, a saborearlos junto con sus hermanos. La estación perpetua

69


70

La estaci贸n perpetua


La estaci贸n perpetua

71


La gran mayoría de los que están en AFAPREDESA (Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis) son personas que tuvieron que huir del Sahara Occidental porque la policía les perseguía. No pueden volver, ya que si lo hicieran irían directamente a la cárcel.

72

La estación perpetua


La estaci贸n perpetua

73


El interior de las viviendas es muy austero. Una sola estancia sirve como cuarto de estar, dormitorio o comedor. No hay agua corriente ni red eléctrica. Si una familia tiene suerte, quizá alguien le regale una pequeña placa solar que normalmente se usa para ver la televisión o recargar los móviles. Porque televisiones sí que tienen, de esas que aquí hemos desechado hace tiempo, lo mismo que los móviles. De hecho, la televisión es el único mueble-electrodoméstico que se ve por allí. No hay armarios, ni mesas, ni sillas… tan solo una hilera de cojines en el suelo, pegada a la pared bordeando toda la estancia, cuyo suelo está completamente cubierto por alfombras que las mujeres mantienen impolutas. No existe el cuarto de baño, solo un agujero en la tierra dentro de una pequeña caseta.

74

La estación perpetua


La ausencia de enseres se debe a tres motivos: 1º. La falta de dinero. 2º. La tradición de un pueblo nómada acostumbrado a moverse de aquí para allá solo con lo estrictamente necesario. 3º. La firme convicción de que ese no es su hogar y, por lo tanto, su negativa a echar raíces o a tener nada que les ate a ese trozo de desierto.

La estación perpetua

75


76

La estaci贸n perpetua


La estaci贸n perpetua

77


78


Pasado y presente se dan la mano en busca de un futuro justo para el pueblo saharaui. El anciano, vestido con su uniforme militar de camuflaje, no olvida que el conflicto sigue sin resolverse. El niño mira con recelo…

La estación perpetua

79



Incoherencias ¿Por qué tengo pasaporte y no me reconocen? En mi ineludible ostracismo, funcionarios del viejo poder balbucearon mi nombre mil y una veces en su lenguaje de doble rasero. Ojalá supieran lo triste del desterrado, ojalá supieran lo triste del exiliado, y ojalá supieran lo triste del apátrida. Tengo mi nación, tengo mi pasaporte, tengo mi identidad, y muchos saben lo injusto que es vulnerar mi condición de humano. Beduino soy, pastor y poeta retador, atemporal, aquí resido en su embuste e incoherente mundo del viejo continente. Bahía Mahmud Awah


Algunos apuntes sobre el Sahara La población de refugiados se divide en Religión musulmana. La poligamia está adcinco campamentos o wilayas que en total mitida legalmente, pero en la práctica es una acogen a unas 150.000 personas: Smara, costumbre muy rara. Dajla, Bojador, Ausserd y El Aaiún, ubicadas El divorcio está permitido y son muy pocas en una zona del desierto de Argelia llamada las mujeres que consienten que su marido «la hamada», cerca de la ciudad de Tinduf. Se tenga otras esposas. trata de un pedregal arenoso en el que no hay Alimentación: su dieta básica es a base de ningún tipo de vegetación ni apenas fauna, a legumbres. En ocasiones especiales se come cabra, camello o pollo. excepción de las cabras, los camellos y los millones de moscas Indumentaria: melfa para las y mosquitos de algunas zonas. mujeres y pantalón para los homDe hecho, los árabes tienen un bres, aunque estos tienen un vesdicho: «vete a la hamada», cuantido de gala, una especie de túnica Bandera saharaui do quieren mandar a alguien al llamada darrá, que utilizan en ocacarajo, por decirlo finamente. siones especiales. Su idioma nativo es un dialecto del árabe Es difícil ver a un hombre sin turbante, llamado hassanía. prenda muy versátil a la que dan numerosas Capital administrativa: Rabuni. utilidades. Sistema político: el Frente Polisario estaAunque son un pueblo sin recursos, la jubleció un gobierno democrático en el exilio, ventud está muy preparada. La mayoría de que es miembro de la OUA (Organización para ellos han salido a estudiar a otros países y la Unidad Africana) desde 1984 y cuya activivuelven con su título universitario que espedad se desarrolla en Rabuni. ran algún día poder utilizar. 82

La estación perpetua


La estaci贸n perpetua

83


La estaci贸n perpetua de Alfredo Piedrafita se termin贸 de imprimir en Pamplona el 29 de marzo de 2014.


Este es un libro de fotografías en el que se pretende mostrar la vida en los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf (Argelia). La intención no ha sido solamente plasmar la precariedad del día a día de este pueblo, sino mostrar también el lado amable del Sahara, su colorido, sus costumbres, su cultura o su hospitalidad. Esta humilde recopilación fotográfica se acompaña de unos pequeños textos que pretenden complementar la información que ofrecen las imágenes, para de ese modo intentar dar una visión un poco más amplia sobre la realidad del Sahara, de una manera entretenida y sencilla, a todas aquellas personas que han oído hablar de él pero que no saben muy bien de qué va esta historia…

Patrocina: Concejo de Artica / Artikako Kontzejua (Navarra)

L amiñarra

Colabora: Ayuntamiento de Ayora (Valencia)


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.