4 minute read

EDITORIAL

¿Dónde quedaron los seguidores de Hitler, Mussolini, Franco, Pétain, Pinochet y tantos otros después del final de sus gobiernos? ¿Acaso cambiaron de ideología o desaparecieron bajo tierra? ¿Se volvieron súbitamente humanistas? Es poco probable. Lo más seguro es que hayan permanecido en silencio, compartiendo entre ellos algún suspiro de nostalgia y transmitiendo soterradamente su manera de pensar a las nuevas generaciones. El fascismo nunca murió. Sólo ha vivido oculto a lo largo de décadas, recuperando fuerzas y adaptándose a los nuevos tiempos. ¿En qué consiste exactamente esta ideología? Tanto Umberto Eco como Norberto Bobbio coinciden en que resulta difícil definir este movimiento, pues es cambiante, movedizo y adopta caras muy distintas. Lo más que podemos hacer es reconocer características comunes. Entre ellas la invención de un enemigo imaginario como estrategia de cohesión, el empleo de una propaganda que no apela a la razón sino a emociones primarias como el miedo y el instinto de supervivencia, pero también una vigilancia constante por parte del Estado.

En los últimos años hemos observado en países del mundo entero un preocupante resurgimiento de gobiernos que presentan estos rasgos. Por eso, la Revista de la Universidad de México decidió editar, a manera de alerta, un número al respecto. Nuestro dossier abre con una entrevista de Carlos Bravo Regidor a Carlos Illades, historiador y especialista en la izquierda en México, para tratar de entender un poco más esta ideología, saber qué la distingue de los populismos y conocer sus derivados más actuales.

Advertisement

En su ensayo “Las batallas semánticas. El lenguaje del fascismo” Violeta VázquezRojas pone a la luz las expresiones y las palabras del léxico fascista para que podamos identificarlas. “Los tres golpes: Lo que Freud vio”, firmado por el filósofo David Beytelmann, recuerda que en sus escritos sobre política y psicología de masas Freud anticipó lo que vendría: la manipulación, la “ilusión” o la creencia colectiva, capitalizada por los gobernantes. Beytelmann describe también las estrategias de Goebbels y su evolución hacia mecanismos de control actuales como el de Cambridge Analytica, empresa sobre la cual discurre también Christopher Wylie en un adelanto de su libro Mindf*k a punto de publicarse. Amador Fernández-Savater retoma el tema del odio y explica cómo a través de los siglos los chivos expiatorios por excelencia han sido los pueblos migrantes, no por cuestiones religiosas sino por escapar al Estado. Es muy probable que estos textos en vez de saciar la curiosidad de nuestros lectores la despierten todavía más. Por si eso sucede, en esta ocasión incluimos en nuestra sección de crítica una reseña panorámica firmada por Gastón García Marinozzi de libros fundamentales para conocer el fascismo en sus distintas modalidades. ¿Cómo regresan los fascismos a los lugares que ya abandonaron o donde fueron valientemente resistidos? Es una pregunta que sobrevuela todo este número. Dos textos testimoniales iluminan nuestro dossier desde el lado más humano y desga-

Eoin O’Duffy, líder fascista irlándes con los activistas de las Camisas Azules, 1933-1934.

rrador. En el primero, Alejandra Costamagna, narradora chilena, retoma el dispositivo perecquiano de je me souviens para establecer una poderosa comparación entre la dictadura de Pinochet y las políticas represivas de la actual policía chilena —avaladas por Sebastián Piñera—, que hoy mismo violan, torturan y lanzan bombas lacrimógenas sobre las multitudes. El segundo, firmado por el escritor español Francisco Carrillo, describe la España postfranquista, así como la nostalgia de orden y seguridad que quedó en los viejos seguidores del dictador. España, recuerda este autor, fue el único país donde no hubo juicios a los criminales de guerra, ni siquiera una reparación de daños simbólica. La Ley de Amnistía de 1977 otorgó una total impunidad a un régimen que mató a miles de militantes republicanos y anarquistas, cuyos cadáveres siguen sin identificar en fosas comunes. De un día para el otro se obligaba a las víctimas a perdonar a los asesinos en aras de una convivencia armoniosa, exactamente como si nada hubiera ocurrido. Pero incluso en el caso poco probable de que esas víctimas pudieran perdonar, concluye el autor, lo que no se puede hacer es voltear la mirada y olvidar lo ocurrido.

Además de por líderes y seguidores fascistas, el siglo XX se caracterizó por una fuerte oposición a ellos. Cientos de héroes, unos anónimos y otros conocidos, perdieron la vida intentando defender la democracia. Los poemas incluidos en este número constituyen un pequeño homenaje a la resistencia de los republicanos, a los partisanos y en general a todos aquellos que se atrevieron a levantar la voz y a oponer a cualquier precio una barrera contra el opresor. Deseamos que la lectura de Federico García Lorca, León Felipe, Wisława Szymborska, Primo Levi o María Ángeles Pérez López se convierta en una invocación a ese espíritu, que la lucha de resistencia resucite, nos abra los ojos y nos recuerde lo importante que es la defensa de la libertad.

Guadalupe Nettel

This article is from: