LOS SABORES DE MI TIERRA
JOSÉ MANUEL ALVARADO
En un ambiente de fiesta, alegría y música, el presidente municipal de Charo, Ramón Hernández Yépez, cortó el listón inaugural del Primer Festival Gas-
tronómico Charense “Los sabores de mi tierra”. En su mensaje, el alcalde señaló que la idea de realizar este festival nació debido a que Charo tiene mucho que ofrecer a nivel estatal, nacio-
8Con gran éxito se realizó el Primer Festival Gastronómico de Charo
nal e internacional; desde su artesanía, las cocineras tradicionales, los panaderos, productores mezcaleros, y sus dulces típicos regionales. En los puestos de comida se ofertaron gorditas de guisado, pan artesanal y
de rancho, mole con pollo, fru-
presentante de los mezcale-
tas en conserva, tamales de
ros del sur del municipio, Raúl
anís y atole de canela; además
Cortés Cortés, quien aseguró
de la exposición y degustación
que este tipo de eventos ayu-
de los mezcaleros más repre-
dan en demasía a los mezca-
sentativos del municipio.
leros para su promoción.
En representación de la ti-
En tanto, José Guadalupe
tular de la Secretaría de Turis-
Guillén Rojas, Secretario del
mo, estuvo presente Martha
Ayuntamiento, explicó que a
Béjar Maldonado, directora
pesar de la falta de credibili-
de Turismo Social, quien dijo
dad por parte de la ciudada-
que el Gobierno del Estado
nía y de los comerciantes por
está convencido que la reali-
la realización de este festival
zación de este tipo de ferias
se tuvo una gran respuesta,
ayuda a promover y resaltar
que sin duda quedará marca-
la cultura de Michoacán y sus
da para que el próximo año se
municipios, además de que
congreguen más comercian-
genera fuentes de empleos.
tes y restauranteros del muni-
Cabe resaltar que entre
cipio.
los expositores destacó el
“Con una gran visión y con
mezcal Kurhikua, de José
la necesidad de promover e
Valente
Rodríguez,
incentivar a los restaurante-
que recién ganó el primer lu-
ros, artesanos y productores
gar en calidad a nivel mundial
de mezcal, además de dar a
avalado por la Academia del
conocer todo lo que produce
Maguey y del Mezcal, siendo
Charo, es que nos dimos a la
digno representante de Cha-
tarea de realizar este Primer
ro.
Festival Gastronómico “Los
Pérez
También como uno de los
sabores de mi tierra”; agrade-
representantes del mezcal de
cidos por la respuesta de todos
Charo, estuvo el productor re-
los que participaron y con la
encomienda de que el próximo año se amplíe la participación”, señaló. A la inauguración asistieron Alejandro Gámez Vega, alcalde de Indaparapeo; Irene Pille Gavilán, presidenta honoraria del DIF Charo; Fátima Ayala, coordinadora de la Casa de la Cultura; Alondra Villaseñor Calderón, presidenta de la Asociación de Gastronómicos de Charo, además de regidores y funcionarios municipales, quienes realizaron un recorrido por cada uno de los puestos al compás de la banda San Miguel. De igual forma al evento asistió el diputado federal, Marjo Cortés, quien recorrió cada uno de los puestos y platicó con los expositores. El evento fue un escaparate cultural y destacó la participación de los toritos de petate de la cabecera municipal, así como la presencia de grupos musicales, para cerrar de manera espectacular con fuegos pirotécnicos. Ramón Hernández consideró un éxito este primer esfuerzo por dinamizar la economía local y agradeció de sobre manera la participación de los diversos sectores, al tiempo de que comprometió superar las metas para el siguiente año y consolidar este festival gastronómico como una fecha importante para los charenses.
EL LEGADO DE UN RINCÓN LLAMADO CHARO POR SERGIO PIMENTEL
D
urante mucho tiempo, entre los pueblos indígenas que los expertos reconocían que aún poblaban Michoacán, no aparecían los pirindas. ¿Por qué? ¿Por qué sólo quedaban purépechas, nahuas, otomíes y nahuas? Las explicaciones son varias, sin embargo, en fechas recientes, la importancia del legado pirinda, y de los eventos culturales e históricos de esta tierra, ha emergido por sus propios fueros en el caudal de la historia del estado. Pocos lo saben, pero el escudo de armas que ostenta Charo, representa con orgullo, uno de los acontecimientos más significativos de la lucha por la independencia de México: el momento en que Miguel Hidalgo se encuentra con José María Morelos para incorporar oficialmente a este último en la epopeya de libertad y justicia que se avecinaba. Fue la última vez que se vieron. Hidalgo cayó y Morelos tomó la estafeta que el padre de la patria le había entregado, sin saberlo, precisamente en Charo. Pocos lo saben, pero las raíces de los primeros habitantes de esta tierra no son purépechas, ni nahuas, sino pirindas, un pueblo que durante el Posclásico (del 900 al 1500 D.C.) habitó en la región que abarca de Tiripetío a Indaparapeo (antes conocido como Andaparapeo). Su es un etnónimo, es decir, el nombre con el que un pueblo o cultura se reconoce a sí mismo. Para algunos académicos, era sinónimo de matlatzinca o matlatzinga, es decir, el nombre con el que los mexicas les reconocían por ser quienes fabricaban las redes para la pesca, sin embargo, pero para otros autores, significa los de en medio por estar este pueblo al centro de mexicas y purhépechas. El devenir del pueblo pirinda siempre estuvo regido por el vaivén de las luchas de conquista, las de
los mexicas, las de los purépechas y las de los españoles. Los pirindas no eran de Michoacán. Vinieron del Valle de Toluca en auxilio del Rey puréhpecha Characu o Tzitzic-Pandácuare (Rey niño) para combatir contra los tecos que invadían las tierras purépechas por el occidente. Lo hicieron tan bien, que a cambio el rey les ofreció tierras para instalarse. Los guerreros pirindas que habían visto la fertilidad de la tierra, las bondades del clima, y que además, querían liberarse de la tiranía que el emperador mexica ejercía sobre ellos, escogieron quedarse. Escogieron Charo. Así, las clases más nobles se instalaron en este lugar; los nobles menores en la zona que ahora conocemos como Santiago Undameo, y las clases bajas, en Jesús del Monte y Santa María (la zona donde ahora existe el centro comercial Altozano, en Morelia). Al llegar los españoles, los pirindas que habitaban el Valle de Guayangareo fueron reubicados en la zona de Charo (que en tiempos prehispánicos se llamaba Charao) y utilizados como mano de obra en la construcción de la Nueva Valladolid, hoy Morelia. El pueblo siguió su propio crecimiento. Los frailes agustinos construyeron aquí uno de los conventos
más bellos de Michoacán, que destinaron principalmente a la evangelización de los habitantes de la zona y a la educación de las artes y nuevas costumbres europeas. Fue en este convento que el fraile Diego de Basalenque escribió sus dos importantes obras: “Arte y Diccionario de la lengua Matlaltzinga” y la “Historia de la provincia de San Nicolás Tolentino de Michoacán”, trabajos fundamentales hasta la fecha para comprender la vida y la transición cultural de los antiguos habitantes del estado. Fue bajo este influjo colonial, que al paso de los siglos, el pueblo pirinda se diluyó lentamente sin dejar rastros visibles de su cultura, sin embargo, investigaciones recientes encuentran indicios en lugares como el escudo municipal de Huetamo y en el nombre de sus barrios. El idioma pirinda se perdió. Los últimos datos que daban cuenta de él aparecieron en 1880, cuando Nicolás León (aquel por el que fue bautizado el Museo Regional de Michoacán, en Morelia) afirmaba que: Todos estos pueblos, florecientes en la época de la Conquista, fueron decayendo poco á poco hasta el grado de ser hoy miserables caseríos. Igual suerte ha corrido el idioma,
Somos de Charo, y recordamos y seguimos construyendo nuestra historia.
pues en la actualidad solamente en Charo, San Miguel del Monte y Jesús del Monte lo hablan mal, y en el primero, pocos. En los otros pueblos ya ni su nombre es conocido. El historiador francés André Soustelle, afirmó en uno de sus trabajos que el último hombre que habló pirinda en Michoacán, murió en 1932, en Charo, a una edad muy avanzada. Durante este proceso, en Charo se instauraron los procedimientos habituales de la vida colonial. Las tierras se destinaron principalmente al cultivo del maíz, se reforzó el aprendizaje artesanal y se desarrollaron las haciendas que aún muestran sus vestigios en los alrededores. En el siglo XVI y XVII, Charo es reconocida por la Corona Española como república de Indios y Recogimiento; se construye el Camino Real de Charo que conectaba con Valladolid (Morelia) y se alzan los puentes de piedra que circundan el pueblo. Todo aquel que transitaba de Valladolid a México, pasaba por Charo. En 1810, cuando llegó la lucha por la Independencia de México, Charo fue testigo del evento que hasta la fecha, marca la fiesta más importante del pueblo: el encuentro entre Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos Pavón, que se rememora cada 20 de octubre con el despliegue festivo de las tradiciones ancestrales como el torito de petate, el atole de cascara de cacao y las artesanías de palma y pita. Por Charo ha pasado la historia de México con sus luces y tinieblas. Lo que se fundó como un lugar de valientes guerreros ha transitado lentamente al crisol que ahora somos, un pueblo de matices indígenas y coloniales que han sabido habitar una tierra con respeto y trabajo para seguir forjando hijos orgullosos de sus raíces y mirando al futuro para construir un mejor lugar para vivir juntos.