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ZULU For the Love of Leather

By / Por Clara Núñez

© Jolanta Bugajski

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The story of ZULU Bolsos was born at the time of the socalled Special Period in the early 1990’s when the collapse of the USSR and the socialist bloc meant for Cuba the loss of its most important economic ally. It was a decade of enormous material difficulties, marked by the lack of the most basic elements and by the dizzying development of the creativity and resourcefulness of the Cuban people. During those years, the creators of ZULU, Hilda Zulueta and her two daughters, Odamis and Mady, were forced to begin to resolver (roughly, to solve, to get by), a term that began to be used then, and to this day defines a way to survive certain economic difficulties. Hilda was a high-school Math teacher, Odamis had just graduated in Mechanical Engineering and Mady was studying Art History at a time when prices skyrocketed and the family wage was not enough. So they began to collect leftover pieces of leather from a nearby shoe factory where Odamis was performing social service as a recent university graduate. Once at home, they would place them on the floor and make puzzles with them until they managed to design a handbag that they then sold through their artisan friends at the former G Street Fair, in El Vedado neighborhood. With hardly any tools, materials or experience in design, their household economy got a certain boost from the sale of their handmade bags. But it turned out that they were very good at it and, as it often happens, what had started as a necessity became a passion.

© Jolanta Bugajski

As a result of what they call “empirical work,” their creative process, which over the years has been based on the trial and error method, is totally personal, as Hilda explains: “There’s a strong craft tradition in Cuba, but we were pioneers in this kind of design. By starting to work freely, without being connected to a tradition or an institution, we were breaking new grounds without realizing it.” Thanks to the tenacity and creativity of these three women, since 2011, ZULU has its own store in Old Havana and a small team built from scratch. Their designs, which are based on observing day-to-day Cuban life, have become pacesetters. Hilda comments on where they draw inspiration from: “We have always been very observant. In order to solve math problems, you need to be very observant. This I learned and then passed it on to my daughters. Our aim is to make our bags, first and foremost, Cuban and at the same time modern. We don’t copy anything—what’s most important is that we want them to be unique and to reflect our reality.”

© Jolanta Bugajski

© Jolanta Bugajski

Using hand-treated leather, ZULU makes elegant, urban and, above all, original handbags thanks to the effective balance between a European-inspired sobriety and an exuberance that validates its Caribbean roots. This is now becoming a trend among younger designers, but in the 90s, it was a rarity. Hilda, Odamis and Mady accompany their team during the entire creative process, while stamping their own personal touch, which they have named “zuleado,” a technique they created themselves consisting of exposing the irregular edges that remain after tanning the leather. This is symbolic of their beginnings—where apparently there’s nothing, there may be an opportunity—and of the respect they have towards the material they work with: “You fall in love with this pursuit because it is very noble. Leather adapts itself to whatever shape you want to give it, and this fills your spirit.”

In 2016, ZULU took part in FIART (International Craft Fair) and won the Best Product Award. That same year they were also winners of the Ellas Crean Prize of the Spanish Embassy, with a training proposal for young women from Havana who wished to learn the trade of working leather. Their long-term purpose is to make a social impact on the community and to transmit the love for this profession: “Looking forward, we would like to be able to grow and teach... To pass on what we have been learning all by ourselves all these years to people who are interested in this line of work, so that they can have more autonomy.”

Regarding the situation of design in Cuba, they are very clear about it: creativity is everywhere, the problem lies in having access to materials that allow improvement: “I believe that young people are doing things with plenty of enthusiasm, what is missing is a wholesale business where craftspeople can go and get what they need to make their work better.” Even so, they already know that difficulties do not prevent from fulfilling one’s dreams. The obstacles found along the way have taken them along unsuspected paths and their success is proof of that.

ZULU DISEÑO A FLOR DE PIEL

La historia de ZULU Bolsos nace en tiempos del llamado Período Especial, aquellos inicios de los 90 en que la caída de la URSS y el bloque socialista del este de Europa significó para Cuba la pérdida de su aliado económico más importante. Una década de grandes dificultades materiales, marcada por la necesidad de los elementos más básicos y el desarrollo vertiginoso de la creatividad e ingenio de los cubanos. En esos años las creadoras de ZULU, Hilda Zulueta y sus dos hijas, Odamis y Mady, tuvieron que empezar a resolver, término que comenzó a emplearse entonces, y hasta hoy define una manera de sobrevivir ante determinadas dificultades económicas. Hilda era profesora de Matemáticas en una escuela preuniversitaria, Odamis acababa de licenciarse en Ingeniería Mecánica y Mady estudiaba Historia del Arte, cuando los precios se dispararon y el salario familiar resultaba insuficiente. Así, las tres empezaron a recoger trozos de piel sobrantes de una fábrica de zapatos cercana a donde Odamis hacía el servicio social como recién licenciada. Una vez en la casa, los ponían en el suelo y hacían rompecabezas con ellos hasta conseguir diseñar alguna cartera o algún bolso que después vendían a través de sus amigos artesanos en la antigua Feria de la calle G, en El

Vedado. Sin apenas herramientas, materiales ni experiencia en el diseño, esas carteras totalmente manuales añadían algo de holgura a su economía doméstica. Pero resultó que se les daba muy bien y, como pasa muchas veces, lo que había empezado como una necesidad se convirtió en una pasión.

A fuerza de lo que ellas llaman «trabajo empírico», su proceso creador basado en el método de ensayo y error a lo largo de los años es, tal como Hilda explica, totalmente personal: «Aquí en Cuba hay mucha tradición artesana pero nosotras fuimos pioneras en este tipo de diseño. Al empezar de manera libre, sin estar conectadas a una tradición o una institución, creamos vanguardia sin darnos cuenta». Gracias al tesón y la creatividad de estas tres mujeres, desde 2011 ZULU tiene su propia tienda en La Habana Vieja y un pequeño equipo formado desde cero por ellas mismas. Sus diseños, basados en la observación del día a día cubano, se han convertido en referente. Sobre lo que las inspira, Hilda comenta: «Somos personas muy observadoras y eso es algo que ya nos viene de antes; para resolver problemas de matemáticas tienes que ser muy observador, eso yo lo aprendí y después se lo transmití a mis hijas. Tratamos de que nuestros bolsos sean, en primera instancia, cubanos y a la vez modernos. No copiamos nada, lo más importante es que queremos que sean únicos y reflejen nuestra realidad».

ZULU, con piel tratada manualmente, hace bolsos elegantes, urbanos y sobre todo originales, por el logrado equilibrio entre una sobriedad que se inspira en Europa y una

exuberancia que reivindica sus raíces caribeñas; algo que hoy se está convirtiendo en tendencia entre los diseñadores más jóvenes, pero que en los años 90 era una rareza. Hilda, Odamis y Mady acompañan todo el proceso creativo junto a su equipo, y como sello personal añaden lo que han llamado el «zuleado», técnica creada por ellas mismas que consiste en dejar a la vista el borde irregular que queda en el propio curtido. Un símbolo de sus inicios —donde parece que no hay nada, puede haber una oportunidad— y del respeto que sienten hacia el material con el que trabajan: «Esta actividad enamora porque es muy noble. La piel se adapta a las formas que le das y así te va llenando el espíritu».

En 2016 ZULU participó en Fiart (Feria Internacional de Artesanía) y obtuvo el premio al mejor producto. Ese mismo año también fueron ganadoras del premio de la embajada española Ellas Crean, con una propuesta formativa para las mujeres jóvenes de La Habana que quisieran aprender el oficio de trabajar el cuero. Su intención a largo plazo es tener algún impacto social en la comunidad y transmitir el amor por esta profesión: «De cara al futuro nos gustaría poder crecer y enseñar… Transmitir lo que hemos ido aprendiendo solas todos estos años a las personas que les interese este trabajo, para que tengan más autonomía».

Respecto a la situación del diseño en Cuba, la tienen clara: la creatividad está por todas partes, el problema es el acceso a materiales que permitan la superación: «Yo creo que la gente joven está haciendo cosas con muchas ganas, lo que falta es una empresa mayorista donde los artesanos puedan acudir a buscar lo que necesitan para mejorar en su trabajo». Aun así, ellas ya saben que las dificultades no impiden cumplir los sueños. Los obstáculos las han llevado por derroteros insospechados y su éxito es la prueba de ello.

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