Viernes 24.09.10
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Una parada en la Sierra de Francia
La localidad salmantina de Sequeros guarda famosos huesos y calaveras en un enclave con ambiente espiritual ubicado entre montañas [P2 Y 3]
Techumbre mudéjar de la iglesia de la Virgen del Robledo. JAVIER PRIETO
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Viernes 24.09.10 EL NORTE DE CASTILLA
PLANES
Huesos, calaveras y un poeta Sequeros, un pueblo diferente en la Sierra de Francia
RUTAS CON ENCANTO
SEQUEROS
JAVIER PRIETO
Los tesoros más queridos de la localidad salmantina de Sequeros se guardan en un cofre de terciopelo rojo y una urna de cristal: son los huesos y las calaveras de Juana Hernández y Simón Vela, los dos personajes fundamentales de la historia espiritual y milagrera de la Sierra de Francia. La primera es más conocida como La Moza Santa o la Profetisa, y el segundo es el santo varón a quien la Virgen se le apareció para decirle entre qué peñascales estaba enterrada su imagen para que la sacara a la luz. Juana Hernández, que había nacido en Sequeros a principios del siglo XV, falleció a causa de la peste en 1424. Y dice la tradición que cuando llevaban su cadáver camino del cementerio, pegó un respingo sobre el lecho mortuorio para anunciar a la atónita concurrencia que entre los mensajes que le había transmitido la Virgen en el rato que llevaba fenecida, estaba el de que una imagen suya –de la Virgen– estaba enterrada entre los riscos de la Peña de Francia desde hacía más de 200 años. No mucho después, y en vista de que nadie se ponía en serio a la tarea de descubrirla, fue la propia Virgen quien se aparece al estudiante francés Simón Roland para instarle al asunto. Finalmen-
te, y con ayuda de algún sueño visionario de por medio, Simón Roland, que pasó a ser conocido como Simón Vela por el empeño con el que la Virgen le pedía «Simón, vela y no duermas, vela y no duermas», descubre la cueva donde se hallaba escondida la talla en el año 1434. Sin estos dos personajes, la Sierra de Francia no sería el foco espiritual en el que se convirtió con el paso de los años, ni el monasterio que rasca el cielo de la sierra a 1.723 metros de altura estaría considerado «el santuario mariano más alto del mundo». Hoy, sus huesos y calaveras descansan juntos –que no revueltos– en el armario de un camarín de la iglesia de la Virgen del Robledo, otro de los santuarios emblemáticos de esta sierra ubicado
en un rellano de la montaña, a las afueras de Sequeros, entre varios de los más gigantescos y vetustos cipreses de toda la provincia y a la vista del monasterio, inconfundible en la distancia tanto por la silueta de la Peña como por el perfil de su antena en forma de cohete.
Aparición milagrosa Y hasta esta iglesia tiene su propio origen en la aparición milagrosa de la talla de otra Virgen en el tronco de un roble. La talla de la Virgen del Robledo, de rasgos románicos, que se venera ahora en la iglesia de San Sebastián, más que por otra cosa, porque esta queda en el centro de la población y la de la Virgen del Robledo está a las afueras y al final de una cuesta. Sin embargo, el templo de
Arquitectura tradicional en la Plaza de Eloy Bullón.
Mirador de la Cruz frente a la Sierra de Béjar y Candelario, en la localidad salmantina de Sequeros.
la Virgen del Robledo fue considerado durante siglos el templo parroquial de Sequeros. Y eso se nota en el encanto que destila su interior. Destacan de manera especial las techumbres mudéjares de la nave central y el presbite-
rio, tejidas con habilidad por un maestro carpintero de San Martín de Castañar, Juan Hidalgo Viejo, en 1650. También son llamativos el púlpito de granito, la pila bautismal o el retablo dedicado a la Santa Cruz, de gran devoción
Huesos de la Moza Santa y el visionario Simón Vela.
en Sequeros y en torno a la que gira la fiesta mayor a principios de mayo. Y aunque todo lo anterior ya distingue a esta población de otras de la Sierra de Francia, lo cierto es que Sequeros se distingue más porque su situación geográfica, en el centro de este macizo montañoso, lo convirtió, sobre todo a partir de la organización provincial de España en 1833, en Cabeza de Partido Judicial. Es decir, en la capital administrativa de la Sierra a la que había que acudir para casi todo: aquí se realizaban juicios, pagaban impuestos, multas, penas de prisión o conseguían licencias, de la misma manera que tenían su sede otros servicios de dependientes de la Administración –como Correos, la Guardia Civil, la cárcel, el médico o la escuela– o la Iglesia, con sede del arciprestazgo. Es por todo esto por lo que el casco urbano de Sequeros se aparece con una curiosa mezcla de estilos que no se da en otros de la Sierra de Francia. No faltan, desde luego, las casas más tradicionales, de entramados de madera y adobe o piedra, grandes balconadas y aleros voladi-
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PLANES
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Interior de la iglesia de la Virgen del Robledo.
Camino entre castaños y cortinas de piedra.
Un rincón en el interior de la localidad de Sequeros.
REPORTAJE FOTOGRÁFICO DE J. PRIETO
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En marcha. A Se Información. Ayunqueros, en la tamiento, tel. 923 Sierra de 43 70 01. San Martín Arroyomuerto Francia, del Castañar Sequeros Dormir. Tel. puede llede informagarse desMogarraz ción institude TamaMiranda del Castañar cional: 902 20 mes por la La Alberca 30 30. Central SA-215 o Cepeda de Turismo Rudesde Béjar ral: www.castipor la SA1 km llayleonesvida.com. 220. C-512
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Teatro del Liceo, inaugurado en 1876.
zos para proteger de los rigores invernales. Pero abundan también las casonas de granito, sólidas, contundentes, macizas, de varias alturas y con el aire burgués que sus propietarios –notarios, abogados, funcionarios…– procuraban exhibir como síntoma de prosperidad. Un aire distinguido que iba acompañado de otros usos y costumbres bien distintos a los propios del campesinado serrano. Y el ejemplo más no-
table es la construcción, en 1876, de un teatro, el teatro del Liceo –hoy de León Felipe– por iniciativa de un grupo de accionistas preocupados porque hasta este rincón, entonces casi tan lejano de la capital como el fin del mundo, llegaran espectáculos y variedades que enriquecieran el discurrir de sus días. Un teatro que con 134 años continúa funcionando hoy en día es, sin duda, otro hecho excepcional.
Como siempre en los pueblos de la Sierra de Francia, para disfrutar de un paseo es indispensable dejar el coche fuera del casco urbano. Si se llega a Sequeros desde Tamames, casi al final del pueblo queda, a la izquierda el edificio levantado en 1920 para cárcel y que hoy es Ayuntamiento y biblioteca.
A pie por los pueblos Frente a él, ya a pie, se puede bajar por la calle que conduce hasta la plaza del Altozano, de contundentes soportales y a la que se asoman algunos de los edificios de mayor enjundia burguesa. Una de las calles del fondo de la plaza acerca al Teatro León Felipe. Y en ese camino se abre, un poco antes del teatro, una callejuela tan estrecha que apenas se pasa sin manchar la manga: conduce a al corro ruinoso que se conoce como el Infiernillo. Cerca queda la otra plaza amplia de Sequeros, la de Eloy Bullón, también con soportales y balconadas y un pozo acotado al que antes se acudía para llenar los calderos de beber. Hacia la derecha de la plaza sale la calle de la Fuente, con balcones y flores. Si se si-
gue hasta el final, lleva a la ermita del Humilladero, con un artesonado algo maltrecho. Y desde ella un Vía Crucis enlaza con la iglesia de la Virgen del Robledo. En un costado del rellano donde se ubica esta iglesia, arranca la escalinata que devuelve al casco urbano de Sequeros por los viejos lavaderos y la iglesia de San Sebastián, donde se abre otro rincón entrañable de la población: los grandes soportales sobre los que se alza la Torre del Concejo, lugar tradicional del Ayuntamiento que ahora acoge el Centro Cultural León Felipe, nombre que se repite en Sequeros para recordar que el poeta, natural de Tábara, en Zamora, llegó a Sequeros a la edad de 2 años tras los pasos de su padre, notario en la población, y en ella vivió gran parte de su infancia. Para despedir el paseo, lo mejor es salir por el parque del Barrero y seguir después la señalización hasta el mirador de la Cruz, plantado frente a la Sierra de Candelario y Béjar para disfrutar unos atardeceres serranos que siempre parecen cortos. info@javierprietogallego.com