Viernes, 07.10.11
GPS GUÍA PARA SALIR
COMER
El vino casero se abre camino en Zamora El Ayuntamiento de Villar del Buey convoca con éxito un concurso de pequeños cosecheros [P4]
CINE
Terror doméstico Juan Carlos Fresnadillo presenta ‘Intruders’, un filme de suspense protagonizado por Clive Owen y Pilar López de Ayala [P8]
La Tejeda de Tosande Tejos centenarios en el norte palentino Interior de la Tejeda de Tosande, en el Parque Natural de Fuentes Carrionas. :: JAVIER PRIETO GALLEGO
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2 GPS
PLANES
Viernes 7.10.11 EL NORTE DE CASTILLA
Tejos centenarios de la Tejeda de Tosande.
RUTAS CON ENCANTO
LA TEJEDA DE TOSANDE JAVIER PRIETO
Según la Biblia, Matusalén contaba 969 años cuando palmó. Más o menos la edad de alguno de los ejemplares de tejo que perviven en la ladera septentrional de peña Oracada, una umbría llena de misterio y seres vivos antiquísimos hasta la que alcanza una senda señalizada del parque natural Fuentes Carrionas y Fuente Cobre-Montaña Palentina. La singularidad de este rincón mágico estriba tanto en la concentración como en la longevidad de un árbol cada vez más escaso, de crecimiento lento y testarudo como el solo: el tejo. ‘Taxus baccata’ para ser exactos. En realidad, se trata de un grupo de supervivientes, como una especie de náufragos del tiempo que se hubieran agarrado con uñas y dientes a una balsa perdida en mitad del inmenso océano y viajaran sin rumbo camino de la eternidad. Solo para resistir. Solo para perdurar. Y ahí están, anclados al suelo calizo del hayedo por unas raíces que parecen los tentáculos del calamar gigante contra el que luchaba el capitán Nemo. Y eso mientras sus troncos retorcidos y gruesos, hinchados como por una misteriosa fuerza interior, amenazan con atraparte en cualquier descuido, en prenderte por la espalda para lanzarte de rama en rama hasta encestar en el oscuro agujero que muchos de ellos tienen abierto en sus troncos. Porque los troncos del tejo, aunque esto no aparezca en la guías de botánica, ni en los paneles informativos que pespuntean la senda, guardan todos los secretos del mundo. Incluso hay quien dice que esos agujeros negros son las puertas que, a través
de sus troncos huecos, conducen a mundos jamás imaginados. Mucho más extraños que el más lejano de los planetas. Otros dicen que esos agujeros del tronco son las bocas que cobran vida al caer la noche, como en los cuentos de Walt Disney o en los mundos del Hobbit. Tal vez por eso un silencio sepulcral envuelve este rincón del bosque. Un silencio denso y pesado, como si una ley invisible y cruel impidiera aquí el canto de los pájaros, el vuelo de las moscas o hasta el susurro del viento. Tal vez este sea el aviso más evidente de que los tejos son árboles sagrados y su longevidad un hecho venerable que merece todo el respeto del mundo.
Frontera El valle de Tosande es un cuenco verde abierto entre las paredes calizas de la Sierra de la Peña, la última de las estribaciones meridionales de la Montaña Palentina antes de desvanecerse –también como por arte de magia– y dar paso a las inmediatas llanuras cerealistas que se extienden de ahí hacia el sur, hasta convertirse en la inmensidad de la Tierra de Campos. Este cuenco verde, regado por el arroyo del mismo nombre, ha sido, desde siempre, un valioso recurso natural que los habitantes de la montaña –y los de la cercana localidad de Dehesa de Montejo en particular– han cuidado con mimo a lo largo de generaciones. Los pastos verdes que se abren en su fondo han sido el sustento imprescindible del ganado. En especial de vacas, pero también de los rebaños de merinas trashumantes que los alquilaban para alimentarse durante los veranos, antes de emprender el regreso hacia el sur al llegar el otoño. De la misma forma, los bosques que cubren las laderas de ambas vertientes proporcionaban la madera necesaria para los usos que exige la vida en la montaña: leña para la calentarse y cocinar, herramientas para trabajar y material para construir. La especial ubicación
Un visitante camina entre los árboles de tronco grueso que dan nombre al paraje. :: FOTOGRAFÍAS DE JAVIER
PRIETO
Más viejos que Matusalén La Tejeda de Tosande, tejos monumentales en la Montaña Palentina
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PLANES GPS 3
GUÍA En marcha. Hasta el ini-
cio de la senda, junto a Cantoral de la Peña, puede llegarse desde Guardo por la CL-626 o desde Cervera de Pisuerga por la CL-624. El paseo. Todo el paseo
está balizado con señalización de Pequeño Recorrido. Dependiendo de la época del año puede realizarse el trazado circular o, durante el otoño y el invierno, el lineal regresando entonces por el mismo camino. Entre la ida y la vuelta son unos 10 km que pueden realizarse en unas tres horas. Durante el otoño y el invierno la senda está cerrada en el transcurso de las batidas de caza.
Pastos del valle de Tosande.
Información. Casa del Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre – Montaña Palentina, tel. 979 87 06 88. Dormir. Tel. información institucional: 902 20 30 30. Web: www.castillayleonesvida.com.
que el ‘Taxus baccata’ es una especie en regresión, al menos en la península Ibérica, es la dificultad que entraña su sistema de reproducción.
Camino señalizado
del valle, abierto en sentido este-oeste, propicia la combinación de hábitats tan distintos como complementarios, con predominio de una masa forestal de cariz mediterráneo en las solanas, con presencia del encinar y el robledal, y de carácter atlántico en las umbrías, donde han prosperado magníficos hayedos, en uno de lo cuales, el Hayedo Mayor, se localiza el rodal de los centenarios tejos. La forma de llegar hasta él es tan sencilla como dejarse llevar por la señalización del parque. El arranque hay que buscarlo en el aparcamiento situado junto al kilómetro 2 de la carretera CL-626, entre Cervera de Pisuerga y Cantoral de la Peña. Ahí se toma la pista agrícola que ensegui-
da desciende para colarse por debajo de la línea del ferrocarril de La Robla y continúa en descenso hasta alcanzar el curso del arroyo de Tosande. El cauce de este arroyo, normalmente seco aunque evidente, será el hilo a remontar hasta alcanzar las campas del mismo nombre. En estos primeros kilómetros el sendero, tras pasar junto a las escombreras de una mina y un abrevadero con un agua de intragable sabor ferruginoso, se adentra por una estrecha garganta obra de la fuerza erosiva del arroyo en tiempos pasados. Tras la garganta, el sendero alcanza una pista que llega desde la carretera y una cancela para el ganado. Del otro lado, arropado por la masa de robles y enci-
nas, el camino continúa en suave ascenso hasta alcanzar, a cuatro kilómetros del inicio, el fondo herboso del valle. Casi al principio de la campa, a la altura de otro abrevadero y con la vista de una cabaña al fondo, el paseo cambia de rumbo para encarar la subida por el hayedo que se ve hacia la izquierda. Por su interior discurre el último kilómetro antes de alcanzar el rodal de tejos, al que se llega tras una dura remontada en la que prestan aliento los bancos de madera plantados a uno y otro lado del camino, acondicionado también con escalones para hacer más llevadero el tránsito por las empinadas laderas del bosque. Uno de los motivos por los
Por eso, los gestores del parque han acotado las sendas por las que debe transitar quien visite la tejeda y trazado una serie de pasarelas que discurren junto a algunos de los ejemplares más espectaculares y longevos del rodal, formado por cerca de 800 ejemplares. El valor de su madera, que destaca por una gran dureza y elasticidad, es otra de las causas de la escasez de estos árboles en la actualidad, al haberse esquilmado en otro tiempo bosques enteros en aras al aprovechamiento maderero. Según la época del año, el paseo termina al salir del bosque, en un mirador desde el que se contempla la silueta del pico Curavacas, o se prosigue a través de otro hayedo colindante mientras se desciende hacia la vega del arroyo de Tosande. En invierno, para preservar la tranquilidad del ecosistema de este hayedo, es preciso regresar por donde se ha subido. El aprovechamiento cinegético de este valioso entorno natural exige, además, cerrar el acceso a los visitantes de la tejeda durante las batidas de caza que tienen lugar dos o tres veces al año, en el transcurso del otoño y el invierno. Por lo que siempre es conveniente ponerse en contacto con la Casa del Parque antes de emprender el paseo. info@javierprietogallego.com
Monte de Hayedo Mayor.
Paso por debajo de la vía del tren de vía estrecha.