08. EL PAPEL DE LOS EQUIPAMIENTOS EN LOS CONJUNTOS DE VIVIENDA SOCIAL. Amaya Martínez Marcos Arquitecta. Investigadora y doctoranda Universidad Politécnica de Cataluña (ETSAB-UPC). 88
«La Arquitectura se ocupa de la casa ordinaria y corriente, para hombres normales y corrientes. Deja de lado los palacios. He aquí un signo de los tiempos.»1 La vivienda social (también llamada económica, obrera, de interés social, proletaria, etc.) encuentra su periodo de mayor desarrollo a mediados del siglo XX debido básicamente a las grandes migraciones que se produjeron del entorno rural a las ciudades, lo que implicó la aparición de políticas sociales ávidas de resolver el problema que implicaba la aparición de una ciudad informal (villas, favelas, barracas, etc.) carente de estructura y servicios mínimos.
se creaba. En este aspecto, adquiere especial importancia la resolución de equipamientos con los que se dotaba a dichos conjuntos, pues les generaba autonomía respecto a la ciudad en la que se insertaban. Si bien en muchas ocasiones el proyecto del conjunto contemplaba el estudio de la zonificación de equipamientos e incluso se llegaba a su resolución por parte del propio equipo de arquitectos, la no consecución de los mismos acababa convirtiéndolo en un nuevo poblado, carente de la autonomía básica necesaria para ese nuevo ámbito de la ciudad y dependiente, por lo tanto, de los alejados equipamientos de la ciudad existente.
Si bien los periodos varían, en función de los acontecimientos políticos y culturales de cada país, podríamos decir que es el momento histórico en el que coinciden a nivel mundial junto a una arquitectura portadora de los principios modernos basados en la economía y la higiene y en satisfacer las necesidades básicas del habitar, y por lo tanto de generar vivienda para las clases sociales menos favorecidas.
La arquitectura moderna, y por ello la construcción de la ciudad moderna, se basa a partir de la conjugación de arquetipos formales arquitectónicos,2 es decir, de formas (cajas, barras y torres) capaces de resolver cualquier programa a partir de un equilibrio de partes. Se proyecta a partir de sistemas, y no con ideas, un conjunto de soluciones ordenadas, extrapolable desde la escala de la vivienda a la escala del edificio y de este al conjunto de la ciudad.
Pero una óptima resolución de los conjuntos de vivienda de interés social, con independencia del carácter público o privado de la iniciativa que lo generase o de si el destino era la población con bajos recursos económicos o los trabajadores estatales o de una empresa determinada, no estribaba solo en una resolución apropiada de la vivienda a las necesidades de la población sino también en la del conjunto que se proyectaba, es decir, del trozo de ciudad que
«El plan es el generador. Sin plan, solo hay desorden y arbitrariedad. El plan lleva en sí la esencia de la sensación. Los grandes problemas del futuro, dictado por las necesidades colectivas, presentan de nuevo la cuestión del plan. La vida moderna exige, espera, un nuevo plan para la casa y para la ciudad.»3
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1941-1951, El Hogar Obrero. Imagen: A. MartĂnez, 2010.
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No podemos dejar de ser conscientes de la crítica recibida a estos grandes conjuntos habitacionales años después de su ejecución. Con independencia del interés de la resolución formal y de su inserción en la trama urbana, destacaría el hecho de no venir complementados en las infraestructuras realmente pertinentes para cada conjunto habitacional, especialmente en aquellos de gran envergadura, con la implicación de habitar aquello inacabado, carente de estructura de servicios e infraestructura. Luego no es la forma lo que genera el problema sino el hecho de carecer de estructura de ciudad y por lo tanto de un plan, como preconizaba Le Corbusier. Encontraríamos ejemplos similares en Barcelona, por citar una ciudad conocida, como el Polígono Montbau en confrontación con otros como el Polígono de La Mina.4 Ambos parten de un planteamiento moderno para generar una nueva parte de ciudad bajo unas mismas leyes formales. Sin embargo, la reducción de espacios públicos en la Mina o la carencia de unos servicios básicos propiciarían que se degradase por sí mismo y el poco interés de los propios vecinos que lo habitaban. Prueba de ello, y por lo tanto de defender su actual vigencia, sería el caso de conjuntos cuyo estado y conservación a lo largo del tiempo ha sido exitoso, fundamentalmente propiciado por el cuidado de sus habitantes más allá de por el escaso apoyo estatal, como sucede en el Conjunto Urbano Presidente Miguel Alemán, en México D. F., o en el Conjunto Residencial Catalinas Sur, en Buenos Aires, por nombrar solo algunos cuyo interés por
seguir habitado sigue siendo patente entre sus vecinos.5 Visitar y analizar los conjuntos habitacionales seleccionados en la investigación profundizando sobre la evolución de los mismos a lo largo de seis o siete décadas permite llegar a la conclusión de que el éxito de muchos de ellos quedó garantizado gracias a la inclusión y una correcta resolución de los equipamientos con los que se dotaba dichos conjuntos, así como la correcta conexión infraestructural del nuevo conjunto con la ciudad en la que se insertaba. En función de las dimensiones del conjunto y de su vinculación con la ciudad, los equipamientos podrían ser de carácter social (centro social, centro de salud, guardería, escuela…), de carácter deportivo (pistas deportivas, gimnasios…), de carácter comercial (tiendas, supermercados, centros comerciales…) o de carácter cultural (auditorios, iglesias, salones de actos, bibliotecas…). La creación de áreas de aparcamientos, espacios ajardinados, áreas de juego y recorridos secuenciales peatonales de conexión entre los edificios o la segregación de tráficos fueron un aporte fundamental. Todo ello además de la obvia resolución de unas viviendas cualificadas donde se resolviesen aspectos sociales como la inclusión de tipos para diversas unidades familiares y diferentes recursos económicos, aspectos de habitabilidad e higiene —como asoleamiento, ventilación y superficies—, y arquitectónicos —como la relación entre forma y estructura.
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1955-1970, Centro Cooperativo El Palomar. Imagen: A. MartĂnez, 2010.
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Según la escala de la intervención, de la población acogida y de su situación respecto a la ciudad, se plantean dos estructuras básicas para la resolución de los equipamientos: -Por un lado, los edificios o conjuntos en los que se integran la residencia y los servicios primarios en una composición arquitectónica unitaria, adquiriendo así el edificio un carácter polifuncional. Por lo general resuelven los servicios más básicos como serían las zonas comunes (lavaderos, juegos…), comercios, aparcamientos o guarderías. Se podrían situar en su planta baja o alternados por los diferentes niveles del bloque haciendo referencia al programa propuesto por Le Corbusier para l’Unité d’Habitation construida en Marsella hacia finales de los cuarenta. -Por otro lado, encontramos los conjuntos urbanos que diferencian los volúmenes residenciales de los destinados a equipamientos resueltos como edificios aislados pero generando una unidad respecto a la ordenación general. Si bien dentro de estos podríamos encontrar dos situaciones, la de aquellos conjuntos urbanos cuya menor escala permite conformar un único conjunto, y aquellos otros que debido a una mayor extensión del conjunto se debe disgregar en unas denominadas unidades primarias, por lo que aparecen los equipamientos más básicos ligados a cada barrio y los generales posicionados en relación a todo el conjunto. Las referencias de estos conjuntos se recogen de la experiencia de la vanguardia de los años veinte con las Siedlung alemanas, y posteriormente de los principios propuestos en
el 4º CIAM celebrado en 1933 publicados por Le Corbusier en la Carta de Atenas (1941), en la que se definen cuatro funciones básicas para el ciudadano: residencia, tiempo libre, trabajo y circulación. Si bien podemos encontrar ejemplos de uno u otro tipo en cada país, se pretende profundizar aquí en aquellas propuestas más relevantes desde el punto de vista de la resolución del conjunto a través de su ordenación urbanística en la que queda fuertemente marcado el papel de los equipamientos proyectados. Cabe destacar dos interesantes ejemplos en Argentina en los que se desarrolla el conjunto como un edificio que integra viviendas y equipamientos. El Hogar Obrero es el resultado del concurso en el que desde la propia cooperativa promotora se solicitaba una propuesta en la línea de edificio polifuncional en un solar dentro de la trama urbana de la ciudad de Buenos Aires recayente en la Av. Rivadavia. El concurso, de carácter cerrado, fue ganado por la propuesta presentada por Fermín Bereterbide junto a Wladimiro Acosta, Alfredo Felice y Juan Carlos Ruiz en 1941. Tras diversas polémicas en torno a la resolución definitiva del proyecto que combinaba una placa en altura y un basamento de equipamientos, la propuesta definitiva sería desarrollada por Bereterbide y finalizada hacia 1954. Los servicios se sitúan en la base asumiendo toda la superficie del solar, mientras que las
viviendas se distribuyen en el volumen ligeramente curvado, de 23 alturas, y en otros dos volúmenes anexos de 12 y 5 niveles, que se posicionan en la dirección de los viales favoreciendo el encuentro con las edificaciones colindantes de menor altura. Como comenta Ballent,6 la obra destaca por dos aspectos importantes como son la incorporación de espacios comunes en el edificio que incluye zona comercial, auditorio, guardería, lavadero, y la inserción de un volumen en forma de placa. La hábil operación de retirar la placa del frente de fachada permite dar preponderancia al basamento de equipamientos que actualmente se ha convertido en un centro comercial. Coincidiendo con la finalización de la ejecución de El Hogar Obrero, José Fernández Díaz desarrolla una propuesta de similares intenciones en la ciudad de Rosario, el Centro Cooperativo El Palomar (1955-1970), promovido por la Cooperativa Rosarina de Vivienda. Fernández, fiel a las teorías del Movimiento Moderno y del Existenzminimum propuesto en el II CIAM,7 resuelve el conjunto con dos placas de 20 niveles cada una, ligeramente curvadas y asentadas sobre una base conteniendo parte de los equipamientos sociales (guardería, lavadero, consultoría médica, farmacia) y comercial (restaurante-bar, peluquería y mercado). Los dos volúmenes emergen de un zócalo que resuelve el acceso a las placas así como una zona para aparcamiento de bicicletas y motos, trasteros para cada vivienda, zonas comunes de instalaciones, y un área ajardinada sobre él mismo. Finalmente, el volumen independiente destinado a
los locales cooperativos no llegó a realizarse, sin embargo, sí se mantuvieron el resto de servicios que continúan funcionando en la actualidad. Han sido muchas propuestas brasileñas las que optaron por resolver conjuntos urbanos que incluían en su ordenación equipamientos aislados destinados a favorecer la vida de sus habitantes pero cabría destacar el proyecto realizado por Affonso Reidy con Francisco Bolonha y el paisajista Burle Marx, el Conjunto habitacional Prefeito Mendes de Moraes más conocido como Pedregulho, en Río de Janeiro (1946-1958). En él destaca la importancia dada a los equipamientos colectivos, llegando al punto de finalizar con anterioridad a las viviendas la escuela primaria que adquiere un papel relevante en el conjunto, constituyéndose como un objeto ejemplar de la arquitectura escolar brasileña. Además, junto al resto de servicios como guardería infantil, mercado, lavandería, centro sanitario, pistas deportivas, gimnasio con piscina con vestuarios y el centro comercial, dotan al conjunto de identidad. Cada uso se encuentra definido por un volumen independiente que bajo una pauta superior ordena la unidad, y son reconocibles una serie de formas adoptadas según el uso: los elementos en barra en los bloques residenciales, incluyendo el volumen serpenteante que domina la vista sobre el conjunto como resultado de su adaptación al terreno; el prisma trapezoidal para los programas públicos, y las cubiertas abovedadas para los equipamientos deportivos.
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La Unidad Vecinal Portales (1954-1964), proyectada por el equipo de Bresciani, Valdés, Castillo y Huidobro, se constituye como una de las obras más paradigmáticas de la arquitectura de vivienda social chilena, siendo objeto de estudio en diferentes investigaciones.8 Fue promovida por la Caja de Empleados Particulares y Corporación de la Vivienda, y construida a través de tres sociedades EMPART que acordaron regirse bajo el mismo planteamiento de los arquitectos. El conjunto habitacional fue desarrollado durante un periodo de diez años con unas 2.000 viviendas, combinando la tipología de bloque en barra con 7 y 5 niveles con departamentos de diferentes tipologías, con la tipología de viviendas unifamiliares pareadas en grupos de 4 u 8 unidades. Se destina una gran superficie del solar a espacios libres como áreas de esparcimiento para los habitantes del conjunto. Resulta interesante la red de recorridos peatonales que, a través de pasarelas, arrancaban desde la cota inferior, recorrían las cubiertas de las unifamiliares y conectaban los corredores interiores en su tercer nivel de los bloques de mayor altura y 240 metros de longitud. Se conseguía así interconectar y dar cohesión a los diferentes volúmenes, además de salvar un aspecto normativo como era la imposibilidad de construir con bloque de más de 4 niveles sobre la cota 0. Consiguieron que la cota 0 quedase establecida en la parte más alta del terreno donde
se establecieron los arranques de las calles elevadas. Los equipamientos planteados en el primer proyecto, ubicados sobre la avenida Portales, centro gravitacional del conjunto, incluían una plaza central, un área comercial, oficinas, iglesia, teatro y casino. Tan solo llegó a construirse parte de la zona comercial, por lo que su consecución completa podría haber constituido el auténtico eje vertebrador que le caracterizaría en su carácter unitario. Se cedieron los terrenos situados al este a la Universidad Técnica del Estado, donde además de ubicarse tres nuevos bloques, en torno a las viviendas unifamiliares se había proyectado una escuela infantil. El arquitecto mexicano Mario Pani recibió el encargo directo por parte de la Dirección General de Pensiones Civiles y de Retiro para desarrollar un proyecto de 200 casas en un solar de 4 hectáreas destinado a viviendas de alquiler para familias de trabajadores del Estado. Pani, junto a Ortega, propondría modificar la propuesta hacia lo que se convertiría en el primer conjunto habitacional de México, el Centro Urbano Presidente Miguel Alemán (CUPA). La intención arquitectónica y la manera de crear ciudad fue clara, como explicaron en la memoria del proyecto: «Adopción de un sistema urbanístico-arquitectónico de edificios altos, distribuidos de manera que dejan una superficie considerable de terreno libre para utilizarse en jardines; establecimiento de locales para comercios, lavandería, guardería infantil, dispensario médico, etc.; completando el cuadro un centro escolar.»9
PLANTA PRIMERA
EMPLAZAMIENTO
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PLANTA BAJA
ESC 1/600
1946-1958, Conjunto Residencial Pedregulho. Fuente: Instituto Lina Bo e P. M. Bardi. Affonso Eduardo Reidy. Lisboa: Blau, 2000.
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El propio Pani desarrollaría en la línea del CUPA otros proyectos, como el Centro Urbano Presidente Benito Juárez (1950-1952) o La Unidad Santa Fé (1954-1957), de mayor o menor escala y extensión pero para los que se siguieron proponiendo equipamientos como eje vertebral para la resolución de la ordenación. A finales de la década de los cincuenta, el equipo formado por los arquitectos Alejandro Prieto y José María Gutiérrez10 recibe el encargo, por parte del Instituto Mexicano del Seguro Social y bajo la presidencia de Adolfo López Mateos, de proyectar un nuevo conjunto habitacional de gran escala y que conmemorase el 150 aniversario de la Independencia de México. La Unidad Independencia se debía asentar en el área suroeste de la ciudad de México, en los denominados Viveros de Matsumoto, actual Delegación Álvaro Obregón, en una amplia extensión de 33 hectáreas sobre la que se debían respetar los trazados de las vías arboladas y por lo tanto mantener una gran superficie verde. La escala de la intervención,11 que con 2.500 viviendas acabaría albergando a una población de aproximadamente 15.000 personas, obligaba a la resolución de una nueva área poblacional en la que se satisficiesen las necesidades fundamentales a través de la organización de equipamientos que, con el paso del tiempo, han llegado a ser utilizados no solo por la población de la Unidad sino por el resto de habitantes de las áreas circundantes.
La ordenación general combina diferentes tipologías como edificios en torre, bloques en barra de 4 niveles y grupos de viviendas unifamiliares adosadas, todos ellos con diferentes dimensiones de vivienda que permiten dar cabida a una población con diferentes recursos económicos. Debido a la irregularidad en el trazo de la parcela, se realiza una ordenación en tres áreas conectadas que combina las diferentes tipologías de viviendas y que dotan a cada «unidad básica» de una escala más cercana al habitante. Aparecen así dos sistemas de equipamientos, los de centro de barrio, repartidos en cada área de viviendas y que contaba cada uno de ellos con un área comercial, una escuela primaria, un jardín infantil y un cine. El equipamiento general para el conjunto, situado en el encuentro de cada barrio y vinculado a las vías principales, quedaba organizado en dos paquetes funcionales, el centro cívico y comercial que contiene un edificio social (oficinas administrativas y de correos, biblioteca, salón de reuniones sociales y club juvenil), vinculado a una plaza cívica, un volumen que alberga el teatro vinculado a otro al aire libre y un mercado central. El otro estaría formado por los equipamientos deportivos, dotado de un centro deportivo con gimnasio, piscina, frontones, campo de tiro de arco y flecha y pistas deportivas, junto a un centro sanitario. Recurrir a una materialidad homogénea en todos ellos dotaba de identidad al conjunto que además contenía zonas de aparcamiento y disfrutaba de áreas verdes hábilmente
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1959, Unidad Independencia. Dibujo: A. Reyes, 2009. / Centro CĂvico y Social. Fuente: IMSS. Rev. Unidad Independencia, MĂŠxico, 1960.
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distribuidas en torno a las agrupaciones de vivienda y edificios de uso colectivo llegando a ser la superficie libre del 87 % del total del solar. Cabría destacar que la unidad no ha sufrido cambios y la presión en el crecimiento urbano no le ha afectado, por lo que continúa siendo un conjunto ejemplar de vivienda social en la ciudad de México. En los conjuntos mencionados, como en otros que quedaron fuera de este texto, se aúnan las aspiraciones urbanísticas del momento, como era la combinación de la edificación aislada, equipamientos y áreas ajardinadas, pero además revelan el cambio social que la sociedad estaba experimentando a través de la relación entre una vivienda digna para todos, la sociabilidad y convivencia de sus habitantes y la educación igualitaria y pública como símbolo de progreso. Los equipamientos formaron parte de los conjuntos de vivienda y supieron dotarlos urbanísticamente, en la periferia de las grandes ciudades, en el interior de la ciudad consolidada, en vacíos urbanos y con una morfología definida o en zonas rurales, permitiendo entender la estructura de la trama urbana y con ello la generación de ciudad. Afortunadamente, la mayoría de los conjuntos están sobreviviendo al paso del tiempo a pesar de las vicisitudes a las que han ido haciendo frente. Su particular concepción les ha permitido amoldarse a las nuevas necesidades de sus habitantes.
----1. LE CORBUSIER. Hacia una Arquitectura,1923. 2. PIÑÓN, Helio. Teoría del proyecto. Barcelona: Col•lecció d’Arquitectura, Ediciones UPC, 2006. 3. LE CORBUSIER. Hacia una Arquitectura, 1923. 4. Ambos conjuntos fueron promovidos por el Patronat Municipal de l’Habitatge. Polígono de Montbau, Barcelona, 1958-1971, de los arquitectos Giráldez, López Iñigo y Subías. Polígono de la Mina, Barcelona, 1966-1971, de los arquitectos Galán, Martínez y Mendoza. 5. En Agosto de 2009 y Abril de 2010 se visitaron la mayoría de los conjuntos seleccionados en la investigación, veinte por cada país (Argentina, Brasil, Chile y México), de los que se analizan pormenorizadamente siete de cada uno. Este hecho ha permitido constatar el estado actual de los mismos, detectando así la evolución de cada uno de ellos a lo largo de estos cincuenta o sesenta años, y por lo tanto su adaptación a la necesidades sociales actuales. 6. BALLENT , Anahí. «Bereterbide, Fermín», en Liernur-Aliata: Diccionario de Arquitectura en Argentina. Buenos Aires: Clarín, Tomo AB, 2004. 7. ESPAÑOL, Jorge. «Cooperativa Rosarina de Viviendas Ltda.: nacimiento, apogeo, decadencia y final». Segunda Jornada de Historia de Rosario, 2005. 8. Cabría destacar la tesis doctoral: BONOMO, Umberto: Las dimensiones de la vivienda moderna, La Unidad vecinal Portales y la producción de viviendas económicas en Chile, 1948-1970. Tesis doctoral, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile, 2009. 9. Archivo Mario Pani, Universidad Nacional Autónoma de México, México D. F. 10. Datos recogidos de la entrevista realizada al arquitecto José María Gutiérrez por Alicia Ponce y Amaya Martínez el 26 de Agosto de 2009 en la Universidad Nacional Autónoma de México, México D. F. 11. Unidad Independencia, Instituto Mexicano del Seguro Social. Revista de la Unidad Independencia, México, 1960.
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1959, Unidad Independencia. Teatro y Edificio Social. Imagen: A. MartĂnez, 2009.