Octubre / Noviembre 2017 Nro. 70 Distribución Gratuita Tiraje: 10.000 ejemplares
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El Amor es el secreto para nuestra Sanación por Luzía Morales
Si tan sólo desde niños nos enseñaran que el Amor es la clave, es el secreto para nuestra sanación, nuestra existencia sería mucho muy diferente. Sin embargo, solemos cuestionar al mundo entero por todo aquéllo que nos acontece -sobretodo si se trata de situaciones negativas-; culpamos incansablemente a nuestros padres por ser “como ellos”, a quienes nos educaron/educan por “crearnos traumas existenciales”, a la realidad de nuestro país por “nuestro fracaso”, a los noticieros por su “contagio de negatividad”, al sistema político y a los medios de comunicación masivos por “la basura ideológica que nos imponen”, pero rara vez nos cuestionamos lo que hay dentro de nosotros que se proyecta al exterior y nos hace ver las cosas siempre de la misma manera. Cierto es que nos comportamos de acuerdo a las experiencias que hemos vivido; traemos patrones de conducta mucho muy arraigados por N cantidad de situaciones por las que hemos pasado, que impiden nuestra sanación; actuamos con base al “chip” que traemos programado desde hace tantos años y no nos atrevemos a modificarlo, a cambiar de cassette y ponerle una cinta en blanco, partiendo desde el Amor. Crecemos -como podemos- con todos esos paradigmasy programaciones negativas, y llega un momento en nuestras vidas en que queremos culpar a todo el que se nos ponga en frente: “Por ti soy así..”, “Por lo que tú me hiciste, ahora me comporto así..” A veces nos creemos NO merecedores del Amor Incondicional, porque nuestros padres no nos amaron -como nosotros hubiésemos querido- o porque fuimos maltratados o abusados, de una u otra forma, cuando éramos niños. Entonces mantenemos encendido el switch del “No merezco ser feliz, no merezco amarme, respetarme; mucho menos que alguien me ame de verdad o que
complementen mi felicidad” (Sabiendo que, la Felicidad, sólo depende de uno mismo). Sin embargo, es inútil pasarnos la vida culpando a nuestros padres -por ejemplo-, ellos nos amaron (y nos aman) a su manera; no podemos responsabilizarlos de no habernos enseñado a amarnos a nosotros mismos, pues a ellos tampoco les fue dado ese “secreto”. A ellos nadie les aseguró que el poder estaba en ellos, que podían modificar sus conductas, sus programaciones, eliminar los paradigmas impuestos. A ellos nadie les dijo que la vida era más sencilla de lo que parecía, que quienes la complicaban eran los mismos humanos. ¿Cómo nos van a enseñar lo que ellos nunca aprendieron? Debemos entonces, perdonar para sanar. He ido aprendiendo que, como la vida es un ciclo, llega el momento en que los papeles se invierten y uno puede -no por deber(re)educar a esas personas que, bien o mal, en algún momento de nuestras vidas nos educaron. Si uno es consciente de que las cosas pueden ser taaaan distintas a como “todo el mundo” las ve o las ha visto durante cientos y cientos de años; pues entonces debemos Perdonarnos -por haber crecido con tantas limitantes o en tantas “prisiones” -mismas que nosotros permitimos- (miedos, creencias erróneas, frustraciones, esclavitudes…)-, debemos Perdonar a todo aquél que, en su momento, trajimos a nuestra historia personal para enseñarnos algo y quizás no haya sido de la mejor manera; debemos liberar, dejar atrás lo negativo, enfocarnos en lo que queremos y no estar picando piedra en lo que no queremos; y debemos aprender a Amarnos -primero-, a sentir y creer (firmemente) que somos merecedores de ese Amor Incondicional que libera, ese Amor que no esclaviza, que no somete, que no pretende, que no juzga, que no controla. Entonces, habremos aprendido el verdadero “Secreto”.