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MIRANDO ATRÁS ANTONIO ABANTO HIJAZO CAPITULO I Fue un niño que nació un veintitrés de mayo del año mil novecientos treinta y siete, en plena guerra civil española; mis padres eran Hilario Abanto Prieto y mi madre Justa Hijazo Ibáñez. Mis abuelos paternos eran Pascual Abanto y Santas Prieto, eran de familia humilde, tanto mis abuelos como mis padres; mis abuelos maternos eran Lamberto Martín y María Ibáñez. Mis padres, tanto uno como otro, son naturales de Used. Familia humilde pero buena, éramos cuatro hermanos: dos mujeres y dos varones. La hermana mayor es María, el hermano segundo era Gregorio, el tercero un servidor de ustedes y, detrás de mí, la hermana más pequeña, que es Matilde. Como bien digo en el año 1936 estalló la guerra civil española, que duró tres años hasta 1939. Acabada esta guerra quedó todo racionado, esto además de aquellas familias que, de una forma u otra, perdieron algunos de sus seres queridos. Una vez que acabó la guerra quedó el pueblo de Used con mucho sufrimiento, con muchas necesidades y me atrevo a decir que, en algunos casos, hasta con miseria. Y sobre todo lo que se racionó, lo más duro era alimentación. Yo, aunque era un niño de muy corta edad, recuerdo perfectamente ver ir a mi madre a la tienda, como todas las demás mujeres, y tener que llevar la cartilla de racionamiento en el bolsillo. Yo era un niño muy joven y, como pueden comprender, no tenía edad y ni siquiera entendía qué era eso de las guerras, ni qué era eso del racionamiento. Cuando tenía tres o cuatro años mi madre me llevó a casa de una señora que tenía una especie de guardería


para todos aquellos niños menores de seis años que sus padres quisieran llevar. Yo fui con esta señora llamada Luisa hasta que cumplí los seis años, después ya pasábamos a la escuela pública del pueblo. Esto lo tengo muy presente, con la corta edad que tenía me daba cuenta de todo, sobretodo de cómo se vivía en el pueblo y las necesidades que algunos niños de mi edad tenían que pasar. Aquello era inaudito y cuando íbamos a la escuela en el tiempo de invierno, teníamos que llevar cada uno de los chicos un trozo de leña para la estufa. Eso lo hacíamos todos aquellos que podíamos llevar leña, que no todos podían hacerlo, ése era el sistema. Used era y es el mejor pueblo de aquella zona, en cuanto a los pueblos de Aragón me refiero. Un pueblo que tenía de todo: comercios de ropa, de alimentación, farmacia y médico. A pesar de ser un pueblo pequeño, de los años mil novecientos cuarenta a los años mil novecientos sesenta, había unas cincuenta o más familias que vivían del pastoreo. Used no tiene mucha sierra ni mucha loma, pero sí mucho término, y eso también es importante. El término tiene una extensión global de unos ochenta y cinco kilómetros cuadrados, sierra incluida, y unas seis mil hectáreas de tierra de labor. No había otra fuente de ingreso que no fueran los cereales, producto de la labranza, y la ganadería, así que en una parte importante de las familias se tenían rebaños de ovejas en propiedad, aunque no fueran muchas, y aquellas familias que ni siquiera podían tenerlos eran las que peor lo pasaban, porque jornales no había otros que no fuera el pastoreo, y algunos más en tiempo de recolección en verano. En aquellos años hasta que no llegaba el quince o el veinte de mayo no se empezaba a trabajar a jornal, a partir de esta fecha ya había un par de cuadrillas de mujeres que se dedicaban a trabajar el campo, así como escardar o arrancar viandas, como son los yeros,


los bisaltos. Entonces las mujeres con lo que ganaban realizando estos trabajos ayudaban a la economía de la casa para salir adelante. En estos pueblos agrícolas y ganaderos había que trabajar mucho para sacar poco rendimiento, sobre todo en aquellas casas que poseían poca tierra para trabajarla, que eran una mayoría, y sobre todo cuando llegaban los años malos, al igual que años de sequía o de pedrisco, que entonces se llamaban años de vacas flacas. En resumen, era lo mismo que ahora se llama crisis, como ahora en el año dos mil doce, cuando el que escribe para ustedes, señores lectores, lo está narrando. En aquella comarca de Daroca el pueblo de Used era uno de los pueblos mejores y más grandes que hay por allí, y todavía sigue siendo lo mismo, con la diferencia que ahora está mejor arreglado y más vistoso. Es este un pueblo en el que yo conocí cuatro hornos amasando pan todos los días, en aquellos tiempos se consumía mucho pan en todas las casas, todo el mundo iba con merienda al campo a trabajar y las familias eran más numerosas que ahora. Aquí, en Used, al principio sólo se vivía de la tierra y del ganado lanar, aunque también había algunos rebaños de cabras. De manera que como éramos muchas familias, todas las casas del pueblo estaban ocupadas -fuera como fuera- y así íbamos pasando el tiempo y los años. Used tiene cinco plazas, algunas de ellas grandes donde jugábamos todos los chicos del pueblo, tiene una iglesia muy bonita, que es la de San Pedro y San Pablo, además tenía una nevera que todavía está. En aquellos tiempos la llenaban de nieve y servía para guardar medicamentos y otras cosas de gran interés. Used en aquellos tiempos era el pueblo en que pernoctaban los viajeros cuando de algunas partes de España viajaban a Madrid porque, según dice la historia, era el camino más recto y más corto desde algunas partes de España para trasladarse a Madrid.


Dice la historia que una vez paró a pernoctar una señora que pasaba por allí con su diligencia de caballos, y en el tiempo de estancia en Used se puso enferma. No fue una causa de gravedad, fue simplemente unos días, pero fue tan bien acogida por las mujeres del pueblo y tan bien atendida que les quedó muy agradecida a todo el pueblo, y antes de marcharse les prometió a todo el pueblo que en Used construiría un palacio, y pasado un tiempo no muy lejano se empezaron las obras de aquel palacio que había sido prometido. Según iban avanzando las obras parece ser que, desgraciadamente, aquella eminente persona falleció. Las obras quedaron paradas temporalmente, así que fueron pasando los años y dichas obras ya no se reanudaron. Los herederos se olvidaron de todo aquello y así se quedó el palacio, ni se continuó la obra, ni nunca fue terminada. Pasaron años y años y nadie fue por lo visto a reclamar lo que allí habían hecho. Esto es lo que yo sé, porque quizás mis padres me lo dijeron alguna vez, y esa obra es la responsable de que aquella plaza se bautizara con el nombre de La Plaza de la Obra. Bien es verdad que los años de la posguerra se pasó mal en la mayor parte de España en todos los sentidos, pero no es menos cierto que a partir de estos años yo tengo conciencia de muchas cosas. Por ejemplo en Used, como en otros muchos pueblos más, durante muchos años hubo hambre y miseria. Entonces estaba todo racionado, hasta el tabaco, había que ir a los comercios de ultramarinos con la cartilla de racionamiento en la mano. Aquello era algo inaudito, esto duró hasta el año mil novecientos cincuenta y dos aproximadamente. Este pueblo entonces tenía unos mil quinientos habitantes, o pocos más, esta zona pertenece a la comarca de Daroca y linda con la provincia de Teruel y Guadalajara, es todo llano como la palma de la mano, es secano y muy frío y sólo se vivía de la agricultura y la ganadería, lo mismo que en otros muchos de su entorno. En


aquellos años sólo vivían bien aquellas pocas familias que poseían tierras para dos pares de caballerías, y además tenían sus buenos rebaños de ovejas que les cuidaban. Used tenía cuatro escuelas, dos de chicas, una para niñas más pequeñas y otra para las mayores y una maestra para cada clase, y lo mismo para los chicos, otras dos escuelas, una para los más pequeños, y otra para los mayores y también un maestro para cada clase. A estas escuelas se comenzaba a ir cuando ya se habían cumplido los seis años y normalmente se iba hasta los trece o los catorce años. Una parte muy importante de los chicos no llegábamos a esos años, yo mismo sólo fui a la escuela hasta que cumplí los once años, y a partir de ahí mis padres ya me mandaron de pastor a cuidar un rebaño de ovejas, lo mismo que otros muchos chicos de mi edad. Used tenía una fábrica de harina que, con el trigo que se cogía en el pueblo y otros colindantes, tenía para estar moliendo todo el año, para que todos tuvieran harina suficiente para poder amasar el pan, ya que es artículo de primera necesidad. Esta zona es todo secano, sólo se siembran cereales como trigo, centeno, cebada etc... no hay ni siquiera un árbol, Sierra tampoco hay mucha, pero sí que hay un cerro muy importante que se llama la Almenara, también otras sierras colindantes: como el Castillo, la Solana del Corral de las Vacas, las laderas de Carratea, la Hoya del Estepar y la Culebrera, la Cuesta y la Pata del Caballo, el Rebollar del Hoyo hasta el Villarejo y la Escampada. En todo este monte pastaban unas cinco o seis mil cabezas de ganado, sobre todo en el tiempo de invierno, además de pastar el ganado todos los vecinos del pueblo teníamos leña suficiente, o casi suficiente, para las necesidades de nuestra casa. Claro que para eso teníamos que cortar la leña nosotros mismos. Esto se hacía de la siguiente manera: el lote de monte que tocaba cortar cada año se dividía en tantos lotes como familias había en el pueblo, se sorteaban con tantos números como


familias, se marcaban bien marcadas todas las suertes y así sabía cada vecino cuál era su suerte en la que tenía que cortar la leña. De esta manera todas las familias tenían leña para calentarse en el invierno y para poder guisar durante todo el año, digo calentar porque en esta zona hace mucho frío y entonces en aquellos años también caían nevadas bastante grandes, ahora no nieva tanto pero al frío todavía no se lo han comido los ratones, sin embargo el verano siempre es bueno en esta zona: nunca hace demasiado calor. Está a una altura de unos mil cien metros aproximadamente sobre el nivel del mar, y muy bien situado porque está cerca de Daroca, cerca de Calatayud y cerca de Calamocha, es muy distinto a los pueblos de ribera así como a la ribera del Jiloca o la ribera del Jalón y otras. En Used desde toda la vida, así como en los demás pueblos de España, se tenía que hacer todo el trabajo con caballerías pero aquí es todo llano como la palma de la mano y todos los vecinos que se dedicaban a la agricultura tenían carros más grandes o más pequeños dependiendo de la faena que tenían, unos se llevaban con tres caballerías y otros con dos caballerías. Me gusta explicar las cosas con el máximo detalle, ya que la mayor parte de los jóvenes de ahora desconocen cómo se trabajaba antes, al menos hasta los años mil novecientos sesenta, que fue cuando ya llegaba la maquinaría agrícola a los pueblos de España. Quien escribe para ustedes, a los once años ya tuvo que dejar la escuela para ir de pastor, además de ir de pastor también me tocó ir a coger rosa del azafrán. Este trabajo del azafrán era muy duro porque primero había que coger la rosa antes de que hiciera calor, con el calor se abre la rosa y cunde menos el cogerla, y después a separar el brin de la rosa, que para esto se pasaba mucho sueño, y una vez separado el brin de la rosa una persona de casa, que siempre solía de ser la madre, ponía un poco de lumbre en la brasa, colocaba un ciazo con una tela muy fina encima de la lumbre y ponía el brin tendido encima del ciazo hasta que se tostaba. En


esto consistía el trabajo del azafrán, duro como todos los trabajos de campo. En mi pueblo había poco azafrán, pero en la casa que teníamos había que dejar otra faena para recoger el azafrán antes que se estropeara. Había que hacerlo a diario, si no se hace así va en contra del dueño, porque cuesta mucho trabajo y si no se recoge bien es trabajo perdido. Ya vienen las azafraneras con los cestos en la espalda los llevan llenos de rosa para por la tarde esbrinarla hoy hay que acabarla aunque sea trasnochando porque mañana a estas horas habrá otra rosa esperando. Quiero manifestar y decir con toda claridad que como me crié y me hice hombre adulto en el pueblo, siempre me gustó la vida que se hacía en el pueblo, a pesar de que era muy dura y a pesar de lo mucho que tuve que trabajar, y quizás aprender muchas de las cosas que a lo largo de mi vida la propia vida me ha enseñado, ya que no tuve opción para ir más tiempo a la escuela. Pero nunca me ha importado el poder aportar algo para la economía de la casa, que todo era poco, pero con todo y con eso estoy más que satisfecho, creo que por eso mismo me he animado a escribir este libro. No crean mis queridos lectores que yo tengo estudios superiores, no, no los tengo, porque como ya digo anteriormente solo estuve en la escuela desde los seis años hasta cumplir los once, después fui de pastor y aún no tenía los quince años cuando deje de cuidar el ganado para pasarme a trabajar al campo, entonces me hice cargo de toda la faena de labranza que había en casa de mis padres, que no era mucha pero ya tenía tres caballerías en casa. En mi caso me gustaba más el ir a labrar que cuidar ovejas, era un trabajo más liberal, aunque tuviera que trabajar más duro.


En aquellos años el trabajo del campo no solo era ir a labrar, sino que había otras muchas faenas que hacer. Por ejemplo: sembrar, segar, arrancar, así como acarrear o trillar, y otras más que el campo conlleva, esta era igual en todos aquellos pueblos que eran de secano y por lo tanto se dedicaban a la agricultura de cereales. En todos los pueblos del territorio español el trabajo era muy parecido, excepto en aquellos pueblos que eran y son muy costeros y tenían que hacer todo el trabajo con las caballerías a carga, o bien con la albarda o bien el baste. Albarda y baste eran unos aparejos que se ponían a las caballerías para llevar todas las herramientas que necesitaban. También quiero decir que en mi pueblo daba gusto salir a trabajar por las mañanas a primera hora de la mañana, se veían por todos los caminos del termino más de cien pares de caballerías, todos y cada uno de ellos con sus aperos correspondientes para labrar y darle vuelta a la tierra, estábamos todo el día en el campo hasta que se ponía el sol, que era la hora de dar todos de mano, como se solía decir entonces, y regresar todos para casa. Al regreso a casa, como todos parábamos más o menos a la misma hora, nos juntábamos por los caminos unos cuantos y así se pasaba más entretenido, y hasta el día siguiente que teníamos la misma faena. Algunas de las parcelas estaban bastante retiradas del pueblo, a más de dos horas de camino, por lo tanto cuando había que ir se nos hacía el trabajo mucho más duro y pesado, se salía de noche de casa y se volvía de noche, no quedaba tiempo ni para ver a las chicas. En aquellos años la tierra que cada familia tenía para trabajar se dividía en dos mitades: una mitad para un año y otra mitad para otro año, una mitad se tenía sembrada y la otra mitad se labraba y se hacía barbecho, cuanto mejor se labraba y mejor se preparaba mejor se podría sembrar, y eso era muy importante tanto entonces como ahora. En primavera se comenzaba a labrar los rastrojos, para hacer este trabajo, se utilizaba una herramienta llamada ideal de rueda, o bien rusal de rueda. Esta manera de labrar o mover, como así se decía por aquella zona, se hacía de la siguiente manera: primero el ideal de


rueda era de una teja blindada fija, una cuchilla que era la que cortaba la tierra por el fondo del surco, más una reja fuerte de hierro duro, la que hacía que se clavara la herramienta hacia el fondo de la tierra, con las rejas o barrones. Si se estaba labrando en tierra guija, que quiere decir tierra de piedras, se gastaba mucho el hierro, y debíamos ir todos los días a la herrería a sacarle punta a las rejas o barrones a aguzar, como así se llamaba. Esto lo hacía a diario en la fragua el herrero con un martillo en el yunque, y nosotros los hombres con un mallo que pesaba cinco kilos aproximadamente. En la fragua se calentaba el hierro y entre el herrero y nosotros sacábamos punta a las rejas y barrones, este trabajo se hizo hasta que llegaron los martillos eléctricos y, a partir de ahí, solo teníamos que llevar y recoger el material. Otra cosa era cuando teníamos que herrar las caballerías, el herrero era quien les ponía las herraduras y nosotros quienes les levantamos las patas para que el herrero las pudiera clavar. Esto se les hacía muy a menudo a las caballerías. La faena de labrar con rusal de rueda o con ideal, que es lo mismo, se hacía con dos o tres caballerías, a tiro de collerón y tirantes. Lo que equivale a que cuanto mejor fueran las mulas más y mejor faena se podía hacer. Para mover los rastrojos, esta faena duraba hasta el quince o el veinte de mayo, después, para dar la segunda vuelta a la tierra, que se llamaba vinar, se hacía con vertedera de una teja giratoria. Para ello se preparaban dos caballerías juñidas con yugo de colleras, o sea juntas, a la par esto se hacía cuando se labraba con cualquier clase de arado que fuera arrastrado con timón. La faena de labrar se hacía durante toda la primavera hasta que llegaba el tiempo del verano y por lo tanto el tiempo de recolección. No quisiera echar en olvido que este maravilloso pueblo de Used posee dos parcelas de tierra que hacen historia, la una se llama la Zaida y la otra se llama la Parada. ¿Qué quiere decir esto?, pues


quiere decir ni más ni menos que las dos parcelas están situadas en la parte más profunda de todo el termino, allí donde se recoge toda el agua que baja de las montañas y toda sobrante del termino, y lo hace por medio de barrancos y acequias. Pero para que no estén las dos parcelas perdidas por el agua, y así puedan estar a dos añadas sembradas, un año está la una y otro año está la otra. Las dos parcelas están separadas por medio de una pared hecha de piedra gruesa y cemento, con unas compuertas de hierro fuertes para abrirlas y cerrarlas cuando hace falta. Esto de abrir y cerrar es con motivo de que pueda pasar el agua de la Parada a la Zaida, o que se pueda detener en la Parada. La parada es parcela de varios vecinos del pueblo, esta parcela es privada, pero la Zaida tiene historia. Esta finca tiene de superficie ochenta y dos hectáreas aproximadamente. Hace muchos años el propietario o propietaria de esta finca la dejó de herencia, pero solo de aprovechamiento para todos los matrimonios más antiguos del pueblo, con el fin de que aquellas familias que tenían muy poco o nada al menos tuvieran pan para comer. Dicha finca se dividió en ochenta y dos partes iguales para que estas personas que poseían pocos recursos pudieran aprovecharse de esta parte de tierra y les pudiera servir de algo. Estas suertes siempre se hacen por sorteo, siempre lo he conocido así y en el momento actual así se sigue haciendo, pero esto tiene unas normas a seguir: ningún matrimonio o cónyuge del mismo puede dejar el pueblo más de seis meses si no es por fuerza mayor. Esta tierra de Zaida es muy buena, pero yo la he conocido varios años llena de agua, y si nieva o llueve mucho de temporal o tormenta toda el agua va a parar allí. Así que siempre cabe la posibilidad de que esté con agua más años de lo previsto. Cualquiera de las suertes que componen la Zaida y se quedan libres por haberlas dejado por la causa que fuera, o por el fallecimiento del matrimonio que la poseía, pasará a la lista de los entrantes del año siguiente. Así era cuando yo era joven, y creo que siguen siendo igual o parecidas las normas y los derechos. Esta finca de la Zaida o esta laguna de Zaida, como ustedes quieran llamar, es


completamente llana y está en hondo. Está rodeada, por una parte, con el camino de Villaralbo y el cerro de la Torre, por otra parte las Peñas con las cuevas incluidas, al otro lado las franjas de Zaida, los Arenales, y por ultimo la loma de Santiago. En esta loma había una ermita pequeña que se llamaba la ermita de Santiago, yo siempre la conocí en mal estado y sin el santo dentro. También sé que se hizo una acequia muy grande que se llama Acequia Nueva con el fin de que pueda marchar el agua a la laguna de Gallocanta, tanto de La Parada como de la Zaida, lo que sí es cierto es que dicha acequia es muy ancha y profunda, por dos o tres veces la he visto con agua, por cierto que llevaba bastante caudal, supongo que su destino sería la laguna de Gallocanta. CAPITULO II Quisiera explicar con todo detalle como fueron mis primeros años de trabajo. Pues bien, primero empecé a cuidar un rebaño de ovejas que mi padre me preparó, yo había cumplido once años en el mes de mayo y el veintinueve de septiembre, que era cuando nos teníamos que hacer cargo de las ovejas, ya empecé a cuidarlas, un trabajo muy sacrificado para un chico tan joven. No culpo, ni nunca he culpado, a mis padres de ésto, porque en aquellos años en nuestra casa nos era preciso aportar cuanto más mejor para la economía. En mi casa éramos más bien pobres. Teníamos que salir adelante trabajando y aportando todos y cada uno de nosotros lo que pudiéramos, yo desde ese día que empecé con el rebaño me hice consciente y responsable de lo que tenía que hacer día tras día, ¡qué más hubieran querido mis padres que haber tenido dinero suficiente para haberme llevado a estudiar!, pero eso no podía ser, por eso siempre les he estado agradecido de que me enseñaran a trabajar y a ganarme la vida trabajando. En cuanto al trabajo de pastor me refiero, tengo que decir que en los cuatro años que estuve cuidando las ovejas pude aprender


muchas cosas que no sabía y no sé yo si habiendo realizado cualquier otro trabajo pudiera haber aprendido. Lo que aprendí en el oficio de pastor, por ejemplo, cuándo es el tiempo de aparearse, cuánto tiempo están preñadas, cuándo viene el parto, y si en el momento del parto precisa ayuda de su pastor, que normalmente no es necesario pero siempre hay alguna primeriza, o no tan primeriza, que sí necesita ayuda. Algunas veces, no muchas, la cría viene de espaldas o cruzada y entonces tiene que actuar el pastor lo mismo que si fuese un veterinario, y lo mismo hay que hacer cuando se lastiman una pata. Cuando se les rompe una pata por la razón que sea hay que saber pilmarla, este trabajo, que es trabajo de especialista, se realiza con dos trozos de tableta de madera o dos trozos de caña y un trozo de manta vieja con pez caliente. Se ponía el animal en el suelo, se le estiraba la pata bien, se le ponía el hueso lo mejor posible, se le aplicaba el trozo de manta y pez bien tendida y bien sujeta y en treinta días ya podía ir al ganado con todas las compañeras del rebaño, los pastores aprendemos mucho con estos animales. A estos animales como a otros muchos hay que animarles cuando traen al mundo a sus crías a la luz del día, nada más nacer hace falta ver a las madres cómo las limpian: primero por las narices para que respiren bien, cómo las secan con su propia lengua, cómo las quieren y cómo las defienden ante cualquier cosa que les pueda pasar. A los pocos minutos de nacer ya se ponen de pie a cuatro patas. Cuando sus madres las ven de pie, ellas mismas les ponen la ubre cerca de su boca para que amamanten, una vez que maman ya no tienen frío y ya pueden seguir a sus madres. Los pastores con estos animales aprendemos muchas cosas, por ejemplo cómo se manifiestan para los cambios de tiempo que vamos a tener, si va a hacer frío o si va a hacer bochorno, si va a haber tormenta o si va a llover, para cada cambio se manifiestan de distinta manera. Son animales que a veces son muy tercos, pero también son


bastante dóciles. Como el resto de los animales aprenden a hacer las cosas según se les enseña, no saben hablar como sabemos las personas, pero a su manera se expresan y saben buscar a sus crías, e incluso cuando su pastor quiere que se separen, si su pastor las ha enseñado a separarse, ellas lo intentan hacer para entrar a sus puestos del establo o paridera. Durante ese tiempo me ocupaba del ganado, cosa que hacía muy a gusto y contento, si bien conlleva mucho trabajo y sacrificio. El verano para las ovejas es el tiempo de aparearse, están preñadas cinco meses, en el invierno paren a sus crías y las crían tres o cuatro meses más o menos. Los corderos machos en ese tiempo ya estaban disponibles para ponerlos a disposición del mercado para su consumo. Cuando ya les han retirado a sus crías, y dejen de amamantarlas, se empiezan a engordar y ya nos acercamos al tiempo de esquilar, para el mes de junio. El día que se esquilaba el ganado era un día muy duro para el pastor, los esquiladores venían a primera hora de la mañana a la paridera para comenzar pronto. Ese día la misión del pastor era coger las ovejas una a una y atarles las cuatro patas juntas en forma de tijera, esto se llamaba trabar, se hacía con una trenza de cuerda preparada para eso exclusivamente y se presentaban los animales a los esquiladores. Tan pronto empezaban a esquilar, ya no levantaban cabeza hasta que no acababan de esquilar el rebaño. Era un trabajo muy duro tanto para unos como para otros y en aquellos tiempos era así, no había máquinas eléctricas como ahora, que ha sido un adelanto enorme. Y yo en este momento quiero dedicarles unas joticas a todos y cada uno de los esquiladores que dicen así: Esta es la jotica antigua es la jota de los nobles que al son de las tijeras cantan los esquiladores.


Con un afectuoso saludo y con un ramo de flores bendita sea la madre que nos parió a los pastores. Con respeto y admiración para todos los pastores que echaban la manta al suelo y se llenaba de flores. Que bonito es cuidar el ganado por el monte, las laderas y los llanos, y aquellas cuantas ovejas que lucían sus cencerros para que todas las demás las fueran siguiendo. Cómo sonaban aquellos cencerros, desde los más pequeños a los más grandes, las bellotas y los tafiles los solderos y pitarras; y también los campanetes con sus collares al cuello. Y qué diríamos de aquellos perros guardianes, qué bien cuidaban el ganado por los montes, laderas y llanos. Estuve haciendo este trabajo del pastoreo durante cuatro años más o menos, en este tiempo pude aprender muchas cosas, conocía un montón de estrellas y cómo se llamaban, como el Lucero del día, que se iba la noche y salía un poco antes de que amaneciera, poco después ya salía el sol y por la tarde, después de la puesta del sol, ya salía el primer Lucero de la noche, que nos anuncia su llegada, poco más tarde se nos va la luz del día comienzan a salir millones y millones de estrellas de las cuales aprendí muchos nombres. Lo mismo que otros muchos pastores. El lucero de la noche destaca por su impresionante brillantez, seguidamente salen millones de estrellas, al poco tiempo sale la Osa mayor, que con nueve estrellas hacen la forma de un carro, tres de ellas en línea recta como si fueran tres caballerías, cuatro estrellas que forman el carro y dos estrellas como si fueran las dos ruedas. Por eso los pastores la llamamos El Carro. La Osa menor es más pequeña y la misma forma que la anterior, seguidamente salen tres luceros muy brillantes en línea recta que los pastores y hombres del campo les


llamamos los Astillejos, y a continuación salen las Cabrillas. Son nueve estrellas que hacen la forma de una copa puesta larga en el suelo, a continuación muy cerca de estas sale un lucero brillante que llamamos El Pastor, y otro lucero más inferior muy cerca del primero llamado El Zagal. Así millones de estrellas toda la noche, digo toda la noche porque en aquellos años los pastores en tiempo de verano cuidábamos el ganado día y noche. Con el calor las ovejas comen peor y van la mayor parte del día con la cabeza baja, así que las cerrábamos en la paridera desde la mañana hasta la tarde, y por la noche a cuidarlas al monte. En las últimas décadas ya todo cambió mucho, lo mismo el pastoreo que cualquiera de los trabajos del campo. Los pastores ya no van por la noche y los labradores, con la maquinaría que tienen, hacen el trabajo más llevadero, gracias a Dios. Pues bien señores, como pueden ustedes ver, así empecé yo a trabajar, primero de pastor y después como mi segundo oficio de labrador, pero no de labrador rico sino de labrador humilde. Yo tenía entre catorce y quince años, un día le comente a mi padre que me cuidara las ovejas los días de fiesta, porque yo quería ser ni más ni menos como todos los demás chicos del pueblo que no eran pastores, a mi me gustaba ir al baile y me gustaba divertirme, cosa que si tenía que ir de pastor los días festivos no podía ir al baile, ni alternar con las chicas, ni nada de esto. El resultado de estas palabras fue que mi padre, por no ir él a cuidarlas los días festivos, pensó venderlas, entonces ya teníamos un buen rebaño. Así lo pensó y así lo hizo, y creo que fue una idea muy bien acertada. Es cierto que a mi me gustaba trabajar, pero también quería divertirme como todos los demás, así que muy pronto me hice cargo de la labranza, y a pesar de mi corta edad, que todavía no había cumplido los quince años, empecé a llevar toda la faena de casa de mis padres perfectamente sin ninguna diferencia a la anterior. Mi padre estaba al tanto, pero tenía plena confianza puesta en mí, que a pesar de mi corta edad nunca le defraudé. Siempre fui responsable de lo que hacía, así que


no hubo nunca en mi casa ninguna clase de discordias por no haber cumplido con mis obligaciones de trabajo, yo era muy consciente de que mi padre poco me tenía que ayudar en cuanto al trabajo se refiere. Enseguida me hice al trabajo del campo, ya estaba acostumbrado a ver cómo se trabajaba y cómo se hacían las cosas. Entonces, en aquellos años, cuando se tenían quince años cualquier persona tenía que ir asumiendo lo que hacía y cómo lo hacía, ser responsable de los trabajos que le habían encomendado. Por lo menos yo así lo pensaba, entonces y siempre. A los pobres nos tocó vivir una época muy preocupante, nada envidiable, y ojalá que nunca más vuelva a repetirse otra igual. De alguna manera me convertí de pastor a mozo de mulas, como entonces se decía, aunque fuera en baja escala. Quiere decir que en casa de mis padres tenían poca tierra en propiedad, pero unas pocas nuestras y otras pocas de rentas, íbamos saliendo adelante. En casa de mis padres ya había tres caballerías medianas, lo que quiere decir que mis padres no venían ni de casa rica ni de casa de labradores con solera, sino de casa humilde. En aquellos años nuestros padres tuvieron que trabajar mucho para sacar la familia adelante, por ese mismo motivo cuando valíamos los hijos para algo útil, nos buscaban una faena u otra. A mí, como a otros muchos, me tocó cuidar ovejas, gracias a esto en las familias se notaba que la economía iba mejor. Mi padre comenzó entonces a comprar algunas tierras, eso sí en cantidades pequeñas, porque no se podía más, y arrendamos otras pocas más y así salimos adelante. Era un mozo que me gustaba trabajar, y trabajando me iba haciendo un hombre hecho y derecho, como se dice en Aragón. Un día le dije a mi padre que tenía que comprar dos mulas mejores de las tres que ya teníamos porque una ya era muy buena. Mi padre pronto me hizo caso, y en cuanto tuvo ocasión compró dos mulas muy buenas. Fue duro domar las dos a la vez, pero como la otra era la que mandaba, no tenían más remedio que hacer lo que quería que


hicieran. Entonces a mí tampoco se me ponía nada por delante que se me hiciera imposible, las nuevas eran de mucha fuerza y de mucho genio y una vez que ya estaban domadas fueron muy buenas para todos los trabajos, tenían mucha potencia y daba gusto trabajar con ellas. Desarrollaban mucho trabajo y faena, tanto para labrar como para el carro. Esto no lo digo porque fueran las mejores que había en el pueblo, no, ni muchísimo menos, pero sí que estaban a la altura de las mejores. Yo estaba orgulloso de trabajar con ellas, porque hacían las cosas tal y como les mandaba. Aprendí a labrar bien, y con respecto a lo que era conducir el carro y su reata, tengo que decir que disfrutaba cuando tenía que cogerlo. Sin lugar a dudas me sentía responsable de que mi reata en el carro supiera hacer caso a la voz de su carretero. A aquellos animales solo les faltaba hablar, tiraban siempre que yo mandaba y donde yo mandaba, a un servidor de ustedes siempre me ha gustado hacer las cosas lo mejor que he sabido hacerlas, lo he hecho en todos los trabajos que he tenido que desarrollar a lo largo de mi vida, y han sido muchos, jamás a lo largo de mi vida me he tenido por más que nadie, pero siempre me ha gustado estar a la altura de los mejores. Yo conocí tres fraguas donde hacíamos el trabajo, en cuanto al hierro me refiero, y herrar las caballerías. También había cuatro carpinterías en las que se dedicaban a hacer carros y volquetes nuevos, y a otros trabajos de la madera, como por ejemplo: puertas, ventanas y otras cosas. Para labrar bien tres cosas hay que tener labrar recto y profundo y dejar la tierra a nivel. Labrador era mi padre labrador era mi abuelo y yo nací labrador


en este bendito pueblo. Yo me iba a labrar con mis mulas campechanas que bien marcaban el surco y que larga la versiana. En aquellos años me sentía con muchas ganas de trabajar, iba al campo a labrar con las tres caballerías y estaba todo el día labrando. Nunca me sentía cansado, mientras que otros para ir con tres mulas iban dos hombres. Iba a labrar todo el día a saca mula como así se llamaba; ¿qué quiere decir ? pues que mientras dos de ellas están labrando, la otra compañera está descansando y comiendo, el relevo se hacía cada dos horas más o menos, este relevo se hacía con las tres por partes iguales, así descansaban y comían las tres por igual. También yo me daba mi tiempo para comer y para ir a darles agua a los animales, aunque algunas veces yo comía cuando las llevaba a que bebieran agua, durante el camino según la distancia que estaba, que unas veces nos caía cerca y otras estaba más retirada. Unas veces era agua de pozo, otras de balsa o navajo, como así llamábamos nosotros, y así día tras día hasta que se daba la segunda vuelta a la tierra, y si se le podía dar una tercera vuelta más, pues mejor. Cuanto mejor se preparaba la barbechera, en mejores condiciones se podía hacer la siembra. Hacer la siembra en buenas condiciones es muy importante porque nace la semilla con más facilidad y facilita que la semilla germine pronto, que nazca bien es cosa importante. En aquellos años la siembra se hacía antes que ahora, no existía la maquinaría que hay en el momento actual, la siembra se hacía allá por el mes de octubre, y hasta que se acababa la simiente, los hombres del campo la extendíamos por todo el campo lo mejor que sabíamos. Cuanto mejor se hacía mejor salía el sembrado, se abonaba la tierra, se tendía la semilla y se envolvía, esto en cuanto a sembrar se refiere.


En casa de mis padres no teníamos tanta tierra como para ir apretados de faena, por este motivo les trabajaba la poca tierra que tenían a algunos vecinos de pueblo, y del valor que obtenía del trabajo mis padres me daban, si no todo, sí para que yo tuviera suficiente para mis gastos. Este trabajo siempre lo hacía en días de festivos, por lo tanto siempre llevaba mi dinero en la cartera y mis padres no tenían que sufrir ninguna extorsión en cuanto a la propina que nos daban para los días de fiesta. Nunca me quedé sin dinero en la cartera, pero primero me lo ganaba porque, al menos en mi casa, no nos faltaba, pero tampoco nos sobraba nada. La vida era mucho más barata que ahora, pero también el dinero valía mucho menos que ahora, no se puede comparar, entonces con poco dinero siempre se podía comprar algo y ahora, en el momento que yo lo estoy contando, parece que se nos cae del bolsillo. De este cambio tan enorme todos podemos sacar una conclusión, sobre todo desde que el euro entró en nuestros bolsillos. CAPITULO II Mis queridos lectores, este humilde campesino les cuenta cómo fue el campo, y cómo se trabajaba en el campo durante toda la vida, sobre todo para aquellas mujeres que tenían que trabajar en las tareas del campo para poderse ganar un sueldo, y eso cuando las buscaban, que ocurría muy pocas veces al año. En concreto ocurría cuando en el mes de mayo, a mitad de mes, que había llegado el tiempo de ir a escardar, es decir a quitar lo que se llaman cardos con pinchos. Para hacer este trabajo había que llevar en la mano una luga de piel para no pincharse, esta tarea de quitar cardos de los trigos y cebadas duraba muy pocos días, y sólo lo hacían los labradores grandes, los que en aquellos años ya eran ricos. A continuación de la faena de escardar, pasado un mes aproximadamente, para el veinte de junio más o menos ya se comenzaba a arrancar las viandas, así como los yeros, bisaltos, o


lentejas entre otros. Entonces aquellas mujeres ya tenían más trabajo, e incluso a algunas las buscaban en algunas casas para todo el tiempo de recolección de la cosecha. A estas mujeres las llamaban escardadoras, y aquellas que estaban todo el verano en la casa de labradores trabajando, las llamaban agosteras. Las viandas que yo menciono son leguminosas, bien conocidas por los labradores, es un pienso muy bueno para toda clase de ganado. Cuando esta planta ya se había arrancado de la tierra enseguida había que comenzar a segar la cebada. En aquellos años las cebadas todo el mundo las segaba con dalla o guadaña, que es lo mismo, como así se llamaba en la comarca de Daroca, o si prefieren en todo el campo de Bello. Para los jóvenes de ahora todos y cada uno de estos trabajos son desconocidos, tanto el trabajo como las herramientas que antes se utilizaban. Quiero que todos ustedes sepan que los trabajos del campo eran y son muy duros, ahora menos que antes. Segar con dalla es uno de los más duros que yo he conocido, requiere experiencia y sobre todo saber arreglar bien la herramienta. Yo tuve la suerte de que mi padre era un buen dallador y sabía arreglarse bien la dalla, él picaba muy bien la dalla. Cuando la picaba, es decir, cuando le sacaba corte, parecía una hoja de afeitar. Esto es muy importante, cuanto mejor llevas arreglada la herramienta mejor se hace el trabajo, y más descansado. Ustedes dirán ¿y cómo se pica la dalla? pues bien, se hace de la siguiente manera: teníamos una herramienta llamada yunque y un martillo de mano, este martillo era y es un martillo especial para este uso exclusivamente, se clavaba el yunque en una base en el suelo, cuanto más dura mejor, se sentaba uno en el suelo se ponía una pierna por cada lado, se colocaba la dalla en la parte superior del yunque y se sujetaba con una mano, y con el martillo en la otra. Muy a pulso se comenzaba por un extremo con el martillo dándole golpes muy suaves, hasta que el corte salía lo más y mejor posible, había que hacerlo con tranquilidad y sin prisa, para que el corte no


se agriete, si esto sucede hay que recortar la hoja de dalla y volver a sacar corte nuevo, ahora esto ya no ocurre y ni falta que hace. Tuve buen maestro en mi padre, de él aprendí a dallar, primero lo hacía en hierba blanda, como la alfalfa, la esparceta, y otras, cuando hacía esto tenía unos quince años más o menos. Tengo muy presente que tenía los quince años recién cumplidos cuando un veinticuatro de junio, día de San Juan, ya estuve dallando yeros con dos hombres adultos, y como íbamos los tres en fila a mí me pusieron en el centro, este día siempre lo he tenido muy presente en mi memoria. Algunos de los lectores dirán ¿qué es esto de yeros? pues bien, esto no es nada más que una planta con una altura más o menos de treinta centímetros y su semilla es un buen pienso para el ganado lanar, incluso corderos. Para recoger esta planta y segar con la dalla tiene que estar la tierra muy bien plana y pareja, y a ser posible sin piedras. A partir de ese momento empecé a dallar todas las plantas que eran de dallar. En casa de mis padres, como eran pobres, conocí a mi padre haciendo la recolección de la siega simplemente con esa herramienta. Si mal no recuerdo en el año mil novecientos cincuenta y tres fue cuando mi padre ya compró una máquina que se llamaba segadora gavilladora, esta máquina, aparte de que segaba, dejaba la mies en montones. Tenía unas aspas regulables en forma de molinete, tenía el corte que funcionaba por medio de piñón dentado y una biela, todo ello con el tiro de las caballerías, que eran dos las que tiraban de ella. Lo peor venía después, que todo lo que segaba lo teníamos que atar con una paja de centeno anudada que se llamaba fendejo. Este trabajo se hacía entre tres o cuatro personas, si las había, y si no cada cual se valía por si mismo como podía. Aunque hubiera que parar la máquina, un hombre con la máquina sin parar podía segar mucho a lo largo del día. Estos atadores, así se llamaban tanto fueran de la propia familia como a sueldo, ponían en cada vendejo cuatro gavillas cada uno, o una, porque también las mujeres participaban en las tareas del campo. Es importante decirlo, las


mujeres trabajaban mucho, cuidaban a sus hijos, atendían a sus casas y ayudaban en las tareas del campo. Las personas que iban atando la mies segada llevaban un trozo de madera de unos cuarenta centímetros más o menos y un extremo con punta, que no fuera muy aguda, y dos muescas en la misma. Una vez que habían puesto la mies en el vencejo lo apretaban con las manos, y a continuación metían el garrotillo por el fencejo, le daban una vuelta y así se ataba el fajo, cuando el campo ya estaba segado y atado se procedía a recoger todos los fajos y se ponían bien puestos en unos montones llamados tresnales, para que en caso de lluvia se mojaran lo menos posible hasta su posterior acarreo a la era. Esta máquina de segar no precisaba más que de dos caballerías, tanto para segar como para transportarla, eso sí, siempre apareadas, tanto fuera con tiro de collerón o fueran juñidas con yugo. En la casa que había tres caballerías, dos de ellas eran para llevar la máquina y la otra servía para llevar el carro o volquete con todos los aperos, que conllevaba estar todo el día trabajando en el campo. La siega solía durar unos veinticinco días, más o menos, que eran días de mucho trabajo para toda la familia en casa. Muy pronto pensó mi padre en comprar una máquina que segara y atara al mismo tiempo, cuando compró mi padre esta máquina ya venían con todas las ruedas de goma, las antiguas llevaban ruedas de hierro por lo que precisaban mucha más fuerza, la mecánica era toda igual. Estas máquinas llevaban un tablero con su correspondiente corte que eran unos dientes abiertos, veinte o veinticuatro dientes por los cuales se metía el peine de cuchillas que era de forma triangular. También llevaba un molinete con seis aspas. La máquina llevaba dos lonas, una en posición plana y otra en posición horizontal, las dos hacían su funcionamiento por medio de rodillos y piñones.- Cuando iba en siega a medida que cortaba la mies, las propias aspas del molinete ponían la mies en el tablero, y la lona del tablero llevaba la mies a la lona vertical, que


era la encargada de llevarla hasta lo que se llamaba el emparejador y atador. Todos estos rodillos tenían piñones dentados, los cuales funcionaban con cadenas de eslabones, todo ello con el correspondiente mecanismo acoplado a la rueda motril, que era una rueda grande y la que llevaba todo el funcionamiento de la máquina. Esta máquina ataba con cuerda de sisal que venía en rollos desde el depósito sacábamos la cuerda por los enhebradores hasta llegar a la aguja, se enhebraba el aguja y por medio de un mecanismo llamado pajarillo, ataba la mies. El mecanismo tenía un tensor que servía para que atara más flojo o más prieto, esta máquina tenia un asiento en el cual se sentaba una persona que era la encargada de manejar los mandos, por regla general era un hombre, así guiaba las mulas y además manejaba y vigilaba el funcionamiento de la máquina. Siempre iban dos personas, una la que se encargaba de segar, y otra la que tenía que ir todo el día andando detrás de las caballerías por si necesitaban que las arrearan. Este trabajo en muchos casos lo hacían las propias mujeres, era un trabajo duro y qué duda cabe mucho más duro para las mujeres. Y no quiero ni acordarme cuando se estropeaba la máquina, que se tenía que echar uno debajo para arreglar o cambiar la pieza que fuera, con todo el calor y sol que pudiera hacer. Con todo y con eso en nuestra casa se notó mucho el avance de trabajo en cuanto a la faena de la siega, y al mismo tiempo mucho más descanso, así que esta máquina no solo era descanso, sino también una tranquilidad, porque si el tiempo amenazaba con tormentas de piedra, te ponías a segar y en un día se podía segar mucho, eso ya daba una tranquilidad grande. En mi casa para hacer esta faena solo éramos una hermana más joven que yo y un servidor de ustedes, mi padre lo que nos podía ayudar, que no era gran cosa, pero siempre se notaba, aunque no fuera mucho, pero en tiempo de recolección toda ayuda es buena, pero el palo era para mi hermana y para mí. Pero como esta máquina ya hacía el


trabajo de segar y atar, a nosotros solo nos quedaba el trabajo de recoger los fajos que dejaba tendidos por todo el campo. Para recoger estos fajos nos levantábamos a las cuatro de la mañana todos los días que duraba la siega, recogíamos los fajos que teníamos hasta la hora que fuera, durara lo que durara, parábamos a almorzar o a comer, depende de la hora, y después empezábamos ya a segar todo el día, cuando recogíamos los fajos los poníamos en fascales, en forma de sierra. Cuando se colocaban los fajos poníamos todas las cabezas hacía dentro, y cuanto más prietos mejor, porque en caso de lluvia siempre se mojarán menos, y lo que es la paja siempre quedaba fuera. Había algunas mujeres que se dedicaban a recoger las espigas que se quedaban por el campo después de que se habían recogido los fajos, a estas mujeres se las llamaba espigadoras, con todos los respetos que me merecen, estas mujeres, con lo poco que recogían de grano, se servían para ayuda de sus casas, salían todos los días por la mañana y por la tarde a espigar, y así día tras día. Algunas recogían bastante, porque por poco que fuera, para ellas aquello era mucho, que en aquellos tiempos en las casas todo era poco, y hasta de aquí esto era el trabajo de la propia siega. Segadora segadora que aborrecida te ves todo el día en el rastrojo y aún agua puedes beber. La siega se ha terminado, las herramientas se cuelgan y las mujeres esperan hasta que venga otra siega. Ya vienen las segadoras de segar del monte bajo cansadas de trabajar


y con la hoz en el brazo. Ya vienen espigadoras, de espigar todas contentas, de ver que ya han recogido la parte de su cosecha. Tras la siega hay que acarrear, para ello tenemos que preparar el carro que consiste en lo siguiente: primero se engrasa y a continuación se le colocan todos los atalajes que lleva. El engrase es fundamental, yo lo hacía día sí día no, después se colocaba un armado de unos cinco metros de largo por tres metros de ancho, según fuera el carro, este armado tenía que estar hecho de madera buena y dura y con buenas traviesas y pilares de apoyo para que tuviera cuanta más resistencia, mejor. En la parte posterior tenía unos agujeros donde se ponían unos palos de madera llamados chuzos, que eran un metro de altos, más o menos, con punta en uno de los extremos. Esta punta siempre mirando al cielo, y el otro extremo se metía a presión en los agujeros del armado. En la parte baja del carro se le ponía un tablero de madera fuerte con las maderas un poco separadas, se ponía por debajo del eje del carro con unas cadenas fuertes colgadas a unos ganchos que ya llevaba el carro de origen. Esta parte baja del carro se cubría con unas esteras de esparto, para que así no se pudiera caer nada de lo que pudiera llevar el carro, se preparaban las sogas, o cuerdas si prefieren, normalmente eran de cáñamo, les poníamos unos trozos de madera fuerte con dos agujeros para que por ellos pudieran pasar las sogas, esto nos hacía el mismo servicio que ahora hacen los tensores, y así una vez que teníamos el carro cargado, apretábamos las sogas con el fin de que la carga fuera lo más sujeta posible. Siempre se ponían cinco sogas y se llevaba una de reserva, por sí hacía falta, yo así lo hacía. Hecho esto, y con todo preparado, llega el momento de empezar el


acarreo, que no es otra cosa que llevar toda la cosecha segada con el carro y las mulas a la era, por este motivo había que llevar el carro bien preparado, yo particularmente ponía cuatro redes de cuerda en las partes extremas del carro, desde lo que era el armado hasta el suelo prácticamente, así se cargaba más y el carro al llevar más peso en la parte baja andaba con más seguridad. Cuanta más carga se podía llevar, más nos cundía la faena de acarrear. Para este trabajo había que ir dos hombres, uno para echar los fajos al carro y el otro para ponerlos bien y cargar cuanto mejor fuera posible. Uno era el fajero y el otro era el carretero, en mi caso, o mejor dicho en casa de mis padres, se buscaba un hombre como fajero para todo el acarreo, él era el fajero y yo era el carretero. Conmigo siempre solía venir la misma persona todos los años, y si hacía falta más tiempo, venía todo el tiempo que nos hacía falta. Cuando se daba comienzo al acarreo, siempre en el primer viaje que se hacía todos los días, yo era el que me encargaba de guiar la reata desde que se salía de casa, hasta que llegábamos al campo Porque este primer viaje siempre era de noche, tanto fuera más lejos como más cerca. Por norma teníamos que ir el primero de los viajes de cada día a los campos que más retirados estaban, nosotros teníamos algunos de ellos que estaban a dos horas de camino, como poco, lo que quiere decir que teníamos que salir de casa a las doce de la noche para llegar a la era al día siguiente cuando salía el sol. En nuestra casa siempre teníamos la costumbre, tanto en el acarreo como el resto del verano, de comer una cuarta de aquellas tortas tan buenas que amasaban nuestras madres, la comíamos con un poco de chocolate y un poco de anís, el que quería tomarlo. Siempre lo hacíamos por la mañana temprano, antes de que se almorzara, durante el acarreo siempre nos ponía mi madre una torta, un poco de chocolate y un poco de anís en una botella, y por el camino de vuelta a la era nos lo comíamos. Cuando llegábamos a la era teníamos que descargar y esto lo hacíamos de la siguiente manera: comenzábamos una hacina, o bien fajina como llamaban en otras partes, de unos ocho metros en cuadro, o de lo que uno


quería. Estas hacinas se iban subiendo en forma de pirámide, viaje tras viaje, hasta que llegaba a una altura considerable. Cuando se descargaba el primer viaje de por la mañana, una de las mujeres de la casa, que siempre solía ser la madre, venía a la era con el almuerzo, y cuando terminábamos de descargar nos sentábamos a almorzar. Y a continuación, a seguir con nuestra faena hasta la hora de comer. Como digo, el primer viaje siempre lo guiaba yo, y a partir de ahí, conducíamos la reata un viaje cada uno. Estas hacinas se hacían de la siguiente manera: la mies se ponía siempre por la parte de adentro, las cabezas del grano, con el fin de que cuando lloviera no se mojara, con esta forma siempre quedaba la paja por la parte de fuera. Para poder cerrar estas hacinas lo teníamos que hacer cuando teníamos el carro cargado hasta arriba porque, como tenían una altura considerable, no se llegaba a dar los fajos hasta arriba, y así lo hacíamos con más facilidad. Así era este trabajo, para el primer viaje siempre salíamos a las doce de la noche de casa, y sí había muchos campos de larga distancia, comíamos pronto y después íbamos otra vez a lo lejos. Cuando íbamos lejos sólo se hacían tres viajes al día, después ya se hacían cuatro o cinco al día, y además más descansados. Yo tenía la suerte de que llevaba muy buena reata, y muy bien aparejadas, era tanta la carga que poníamos en el carro, que la mula que iba en las varas del carro, casi ni se veía, porque la carga salía hacía adelante más de un metro, lo mismo que por la parte de atrás; de esta forma el peso iba más nivelado y la mula de varas no llevaba tanto peso encima. Las mulas que nosotros teníamos iban muy bien aparejadas, cada una tenía su collerón a la medida. los tirantes y todos los demás aparejos estaban hechos de cuero, y así nunca iban rozadas. A mí me sabía muy mal de que las caballerías además de trabajar tuvieran que sufrir llevando rozaduras por cualquier parte del cuerpo, cuando tenía que ir con el carro siempre las llevaba con unas bonitas cabezadas que relucían los clavos como el oro y con campanillas al cuello, solo había otro carretero en el pueblo que


llevaba cascabeles, y el sonido era diferente al que yo llevaba en mis mulas. El carro que yo llevaba siempre era conocido por el sonido de las campanillas. Ya vienen los carreteros de acarrear del campo llano, campanillas en las mulas en el carro han puesto un ramo. Como lucen sus cabezadas con campanillas al cuello que bien conocidas eran por los vecinos del pueblo. Bien suenan sus campanillas cuando pasan por el pueblo que bien tiran las tres mulas a la voz del carretero. Que bien tiran las tres mulas que bien mandadas están cuando manda el carretero arre, buesque, pasallá. Con que arte y gallardía manda a su reata el carretero la tralla colgada al cuello y en la cabeza el sombrero. La puntera era de pelo negro la de ganchos roya como la canela y la de varas era tan guapa y tan buena que parecía de cera.


Ya vienen los carreteros de acarrear del campo llano llevan campanillas en las mulas y en el carro han puesto un ramo. Acabado el acarreo, vamos a comenzar, sí hace buen tiempo, y nos deja trillar en paz. Ya empezamos con la trilla que consiste en lo siguiente: primero ir a la era por la mañana temprano, fueran las personas que fueran uno de los hombres se subía a la parte más alta de la hacina, que antes habíamos hecho, y la empezaba a deshacer tirando los que tenían cuatro o cinco ganchos en un fajo al suelo, tanto que fueran atados de vencejo como si fueran de cuerda. Si eran de cuerda se tiraban lo más lejos posible por toda la era, con el fin de que las personas que estaban cortando las cuerdas no tuvieran que moverse de un lado para otro, y si eran de vencejo los soltaban igualmente por toda la era hasta que la parva quedaba completamente tendida. A mí me ha tocado de las dos formas, pero más fajetes de cuerda que de vencejo, en nuestro caso ya era prácticamente toda la cosecha segada y atada con máquina de atar, así que me subía yo a la hacina y ya dejaba todos los fajetes para que no hiciera falta tocarlos, solamente cortar la cuerda de cada uno. Mi padre, que a eso sí que nos ayudaba, y una hermana que era un poco más joven que yo se encargaban de cortar todas las cuerdas y recogerlas, esto se llamaba echar parva. Cuando ya estaba la parva echada, con unas horcas de madera que tenían cuatro o cinco ganchos en uno de los extremos y mango largo de casi metro y medio, teníamos que poner hueca la mies, y eso se llamaba tornear la parva. Una vez hecho este trabajo, se ponían los trillos en la parte superior y ya se podía empezar a trillar, si se trillaba con tres caballerías se ponían dos trillos, y sí se trillaba con dos caballerías se ponía un trillo. Cuando era el caso de trillar con dos trillos, en el de la parte de fuera siempre se ponía una piedra de unos veinte kilos más o menos, y ya podíamos empezar a trillar. La parva siempre tenía que ser en forma circular, y cada hora más o


menos la teníamos que tornear, que es lo mismo que ponerla hueca, así se trillaba más y mejor. Algunos de ustedes se preguntarán: ¿qué son los trillos?, pues son unas maderas unidas fuertemente con dos traviesas, una en la parte delantera y otra en la parte trasera, tenían una medida de unos dos metros de largo por un metro con treinta centímetros de ancho, más o menos, la parte delantera era en forma de vela mirando hacía arriba, para que de esta manera no pudiera llevarse la parva por delante, y por la parte de abajo estaba toda la superficie llena de piedras duras acompañadas por unas cuantas sierras de cortar, estas se encargaban de cortar la paja y las piedras, que eran muy duras, llamadas piedra de campanilla. Eran piedras cortadas pequeñas de otras piedras mayores, y todas ellas iban clavadas en la madera del trillo, se encargaban de desgranar la espiga y machacar la paja. A los trillos por la tarde, cuando ya estaba la paja un poco cortada, se les acoplaba unos ganchos en forma de gayata, para que al mismo tiempo que se trillaba fueran dando la vuelta a toda la parva. Nosotros teníamos un piedra de estas piedra de campanilla para poder poner en los trillos cando les faltaban piedras, porque cuando los trillos salían fuera de la parva y rascaban en el propio suelo, las piedras que llevaban clavadas en la parte inferior se arrancaban, y había que reponerlas por otras. Si esto no se hacía día tras día, se iban quedando los trillos sin piedras, así que tenían que ir los trillos en debidas condiciones de trabajo. Los trillos eran arrastrados por caballerías, las mulas lo hacían con tiro de colleras y trilladeras, a veces eran de cuero con almohadillas y en otros casos trilladeras simplemente de cáñamo. Nosotros en casa de mis padres eran trilladeras de cuero con almohadillas, de esta forma nunca iban rozadas las caballerías. Por otra parte todos los días de trilla, a la hora del mediodía, se echaba una sobreparva encima de la que ya se estaba trillando, con el fin de que el rato que estábamos comiendo y descansando, y mientras comían las mulas, se tostara bien con el sol del mediodía. De esta forma, cuando se volvía a trillar, en muy poco rato se trillaba más. La parva que se


trillaba, al día siguiente la teníamos que ablentar. Primero se recogía con una caballería simplemente con collerón y tirantes enganchados a dos anillas que tenía la barrastra, una en cada extremo, y ustedes se preguntaran ¿qué es eso de una barrastra? pues es un tablón de unos cinco metros más o menos de largo de madera dura, con una madera fuerte bien arreglada, con su empuñadura bien hecha, para poder sujetarla con la mano y de esta forma recoger en un montón bien amontonada en forma de sierra y ya estaba lista para ablentar. La caballería que recogía la parva era conducida y mandada por la misma persona que llevaba la barrastra,. Pues bien, ya estamos dispuestos para ablentar lo que el día anterior se había trillado, algunos, ya no muchos, lo hacían con horcas de madera, pero esto tenía que ser cuando hacía aire, porque sin aire no se puede ablentar. Yo aún lo hice alguna vez, pero casi por capricho, se hacía con unas horcas de madera con cuatro o cinco ganchos en forma de tenedor, se tiraba la parva trillada al alto sobre un altura considerable, pero siempre contra el aire, nunca a favor, y así se conseguía que el propio aire separara el grano de la paja. Nosotros ya teníamos máquina de ablentar, aún recuerdo como si fuera hoy cuando la compro mi padre, guardo perfectamente en mi memoria el nombre que tenía la casa donde fue fabricada y de donde era su procedencia, que era de Valladolid. Como nosotros solo estábamos mi hermana, que es un poco más joven que yo, y yo mismo, porque mi padre nos ayudaba lo que podía pero con trillar ya tenía bastante, y no era poco, para ablentar los días que duraba la trilla, nos levantábamos a las cuatro de la mañana, mi hermana se encargaba de alimentar la máquina y yo de darle al manil. Les cuento más o menos cómo era esta máquina de ablentar, en la parte de arriba tenía el alimentador donde se depositaba ya trillada, en la parte delantera tenía un biombo que tenía cinco aspas de metal que era lo que producía el aire, pero para que este aire fuera posible había que darle a un manil que


tenía en la parte delantera y que tenía un piñón grande y otro pequeño, en el lado derecho tenía otro mecanismo que con el movimiento del manil se producía el movimiento de toda la máquina y el aire que necesitaba. Cuanto más deprisa se le daba la manil, mejor por la parte delantera salía el grano y por la parte trasera la paja. En la parte trasera tenía un cajón llamado cribero, donde se depositaban todas las cribas y ganchos, cribas de todas las medidas para que valieran para toda clase de grano, así que yo me encargaba de darle al manil de esta máquina y mi hermana se encargaba de todo lo demás. Este trabajo lo hacíamos todos los días hasta la hora de echar parva, a esa hora ya teníamos todo ablentado, ya solo nos quedaba porgar el grano, que consistía en pasarlo por la máquina, con sus cribas correspondientes, y dejarlo lo más limpio posible. Una vez hecho este trabajo, sólo quedaba envasarlo en sacos o talegas, que eran más estrechas pero más altas que los sacos, aunque tenían la misma cabida. Ya no quedaba nada más que cargar el carro cuando se soltaba de trillar, y nos marchábamos a casa a descargar y a descansar para el día siguiente. Para descargar los sacos del carro siempre me ayudaba mi padre, entonces en aquellos años teníamos que subir casi todo el grano a los graneros, como su propio nombre indica, excepto el trigo, que normalmente ya lo dejábamos en planta baja. Este trabajo se hacía así todos los días de la trilla, cuando se trillaba el centeno venían, uno o dos días, tres o cuatro mujeres a esbalagadoras, y se les llamaba así porque venían a sacar balagos de la propia paja del centeno. Ustedes dirán ¿qué es eso de esbalagar? pues bien, lo voy a explicar con todo detalle: primero se elegían los mejores fajos de centeno, los más largos, se los ponían a las mujeres a su alcance, cerca de sus pies, y su trabajo era el siguiente: cogían un puñado de centeno y le quitaban todas las pajas más cortas, a continuación, sin soltar el puñado de la mano, lo dejaban caer al suelo suavemente, y así se quedaban las cabezas igualadas, eso se llamaba igualar o emparejar. Una vez que habían emparejado para todo el día, ya lo dejaban todo bien igualado y perfecto para empezar a


sacudir el grano que tenían las espigas, para hacer esto había que hacerlo a base de golpes con las manos. Para hacer esto se les ponían un par de trillos viejos, o maderas similares, de una forma vertical con una piedra bastante considerable por la parte delantera y dos o tres fajos por la parte trasera. Con el fin de que no se pudieran mover, en estos trillos o maderas las mujeres cogían un puñado de centeno de los que ya tenían preparados para sacudir, y a base de golpes en la madera sacaban el grano de la espiga. Una vez sacudido lo ponían en forma de equis por la parte de las cabezas, en unas partes proporcionales, y ya estaban listos para formar el balago, se cogía un poco de paja de la misma que ellas habían preparado, se mojaba un poco, se cogían dos puñados pequeños, se juntaban con un nudo que se hacía por la parte de las cabezas y eso se llamaba vencejo, se ponía una proporción considerable de lo que estas mujeres habían desgranado, que era el centeno exclusivamente para el balago, y ya se podía atar el balago que así se llamaban, y esto era el trabajo de las esbalagadoras. Estos balagos, haciéndolos en vencejos, servían para atar toda clase de fajos que hubiera que hacer, tanto fuera mies, leña, y otros. También quiero decir que en aquel pueblo de Used entonces ya había tres máquinas de trillar, lo que quiero decir es que todo aquel que quería mandar trillar con máquina ya lo podía hacer. Bien es cierto que se ganaba mucho tiempo trillando con máquina, pero no todos estamos dispuestos a pagar lo que cobraban, sino era por necesidad. Estas máquinas hacían toda la faena de trillar a la vez, solo había que alimentarlas con la mies y ella hacía todo lo demás, hasta ponía el grano en sacos. Y en los años sesenta ya mandaba mucho la gente trillar con estas máquinas, porque aun que se pagara, eran rentables, se ganaba mucho tiempo y mucho trabajo, y eso era lo que importaba. Además el que quería ya llevaba el trigo desde la era al almacén, y así se ahorraba uno mucho trabajo, tiempo que se podía emplear en otra cosa, yo por ejemplo cuando terminaba de trillar, me preparaba el carro en condiciones para la


paja, y después de haber recogido toda la paja necesaria para el consumo de las caballerías, me dedicaba a llevar la paja sobrante a los pueblos de ribera y viñedo, porque en aquellos pueblos no tenían paja para sus caballerías. Cargaba el carro por la tarde y al día siguiente a las dos o las tres de la madrugada, depende de donde tenía que ir, me marchaba de viaje con el carro cargado de paja. En el carro se ponían cuatro cañizos en la parte superior, dos en cada lado, y unas redes exclusivas para ello, así se podía llevar una cantidad bastante considerable, y hasta de aquí les he contado lo que era la faena de la trilla. En las eras de mi pueblo cantaba un día un moza que bien se avientan las penas con el aire de la jota. Ya se ha acabado la trilla y va a empezar la siembra y mirando al cielo estamos esperando para que llueva. El verano ha terminado y sin ningún incidente, ojalá que a el año que venga sea lo mismo que éste. De esas esbalagadoras no me quisiera olvidar que a puro de dar golpes lo tenían que desgranar. Trilladora, trilladora, con el pañuelo de seda estás el día en la era


y no te pones morena. Para sembrar primero hay que sulfatar el trigo, digo esto porque en aquella década de los años sesenta solo se sulfataba el trigo, los demás granos no se sulfataban, no era como ahora que ya vienen todas las simientes preparadas para llegar y sembrar. ¿Y cómo se sulfata? primero se pone la semilla en el suelo, en este caso trigo, el sulfato entonces venía como si fueran trozos de piedra, se disolvía en agua y una vez disuelto una persona con una escoba, por ejemplo, iba echando aquel liquido por el grano, y otra persona con un pala le iba dando vuelta hasta creer que ya estaba sulfatado, se le ponía una ropa vieja por encima, y al día siguiente ya estaba listo para sembrar. Ahora los labradores ya tienen todas las semillas de simiente limpias y sulfatadas, gracias a Dios, pero antes teníamos que valernos como podíamos para hacer todas estas cosas y muchas más. Pues bien, una vez que ya teníamos el trigo sulfatado, al día siguiente por la mañana temprano lo poníamos en sacos, se les daba a las caballerías de comer mientras preparábamos los aperos necesarios y almorzábamos en casa, se cogía la simiente y nos íbamos a sembrar todo el día. En aquellos años todo lo que se sembraba era a mano, se llegaba al campo en muchos de los casos de noche, que aún tardaba un rato a hacerse de día, en la casa que eran dos hombres no era necesario tener que madrugar tanto, en el caso que de que iban dos hombres, uno de ellos se ponía a hacer unas cavadas en línea recta, que eso se llamaba marceniar, con el motivo de que así el que sembraba siempre fuera dentro de lo que era la marcen, estas marcenes que digo yo, siempre iban en la misma dirección y tenían una anchura aproximadamente de unos siete pasos, esto siempre dependiendo de quién y cómo echaba los pasos. Tan pronto había un par de marcenes hechas, uno de los dos hombres ya se ponía a sembrar, o primero tiraba el abono correspondiente, y en cuanto podía, seguidamente se ponía a


sembrar. Para sembrar se cogía parte de la semilla al hombro y se esparcía por esas marcenes que comentamos, cada una se sembraban entre ida y vuelta y hecho esto ya se ponía el otro hombre a labrar o envolver la semilla con el arado o la herramienta que fuera. A mí aún me tocó hacer este trabajo con aladro de plancha y barrón, y orejeras de madera, y ustedes se preguntaran ¿qué es eso de marceniar? pues una cosa muy simple, hacer unas cavadas cada treinta o cuarenta pasos, con el fin de que el que va sembrando sepa por dónde va. Esta forma de sembrar es la que siempre se hizo antiguamente. Durante la siembra el trabajo más duro era el de despartir el abono por el campo, había veces que nos poníamos cuarenta o cincuenta kilos al hombro, y eso era muy pesado. El que labraba para envolver la semilla, tanto fuera con aladro o con vertedera, pues tampoco paraba, solamente el tiempo que le duraba comer, y aquellos que íbamos solos con tres caballerías, pues menos todavía, porque por la mañana antes de echar mano a labrar teníamos que tirar el abono y la simiente para tener hasta mediodía, y después de comer y darles agua a las caballerías, mientras ellas comían teníamos que tender el abono para toda la tarde. Pero esto de sembrar con arado o vertedera muy pronto desapareció, porque pronto vino un arado con tres rejas o tres tejas filas, como ustedes prefieran llamar, se llamaban trisurcos y en algunos casos tenían cuatro tejas. Esta herramienta era muy apropiada para la siembra, en mi caso enseguida compramos uno de estos con tres rejas, y la verdad que se notó un gran adelanto, sobre todo para aquellos que íbamos solos a sembrar, digo esto porque a mi padre me ayudaba poco o nada. Recuerdo que la primera vez que fui a sembrar, o sea, a tirar yo la simiente en el campo, era centeno, que era lo primero que se sembraba, y era en un campo que hacía un poco de ladera, que se veía muy bien desde lejos. Cuando nacía se veía que por un lado salía más semilla que por otro, yo que era el más interesado, pronto me di cuenta que aquel error tenía que corregirse, y cuando ya tuve


que sembrar de nuevo tuve en cuenta aquel error, y jamás nunca ya me pasó lo mismo en ningún campo, siempre me salieron los sembrados perfectos, con las explicaciones que él me dio, porque sembraba muy bien. Yo aprendí a sembrar lo mismo que lo hacía él, y a partir de entonces siempre me salían todos los sembrados perfectamente, no se me notó nunca que saliera más semilla por un lado que por otro. Para hacer buena siembra con el trisurco, o con cualquier otro arado, había que tener buena barbechera, porque si no estaba bien labrado con anterioridad la simienza no se puede hacer buena, y mucho menos si tenía mucha maleza por estar mal trabajada la tierra. Yo, como siempre me tocaba ir solo a trabajar, siempre tenía que madrugar, hasta el hecho de que en muchas ocasiones llegaba al campo de noche. Pero así, en cuanto se veía, les ponía de comer a las mulas y yo me dejaba faena para no tener que parar hasta el mediodía, sobre todo en el tiempo de siembra, mientras ellas comían yo me dejaba el abono tirado y sembrado para toda la tarde, y ya no paraba de labrar o envolver la simiente hasta que se hacía hora de soltar, sino era por alguna terminación, y había que estar hasta que se acababa la hora de soltar, siempre era cuando se ponía el sol. Esto se hacía cuando el campo lo permitía, si era grande, porque cuando eran pequeños se podía sembrar dos en un día, se hacía uno por la mañana o hasta que duraba, y después se empezaba otro. Esto se hacía todo el tiempo que duraba la siembra, que solía durar un mes más o menos, y era todo el mes de octubre, si el tiempo lo permitía. Esto se hizo hasta la década de los años mil novecientos sesenta y pocos más, entonces ya fue cuando vino el avance de la maquinaría agrícola y en pocos años desapareció todo aquel trabajo que se hacía con caballerías, dentro de lo que era el campo, y el trabajo en la agricultura. El desarrollo de la maquinaría agrícola fue lo mejor que pudo venir, tanto en tractores para la labor de la tierra como las cosechadoras para hacer la siega, y todo lo que ello conlleva en cuanto a la recolección


de la cosecha. Todo este adelanto ha sido impresionante, y cada día más y mejor. Ahora me quedo emocionado cuando veo la faena que un hombre, con los tractores que llevan ahora, desarrolla, y lo mismo cuando van a cosechar, un hombre con la cosechadora y otro con el remolque, y no hace falta nadie más, y en pocos días todo recogido, y no digo que sin trabajar, pero no se puede comparar con el trabajo que teníamos que hacer antes. Y lo mismo es con la siembra con sus buenos tractores y sus buenas sembradoras, y las abonadoras, que trabajando poco el trabajo que desarrollan. Yo que he conocido lo de antes y conozco lo de ahora, la verdad que es impresionante y me alegro de que todo haya sido para mejorar y para el bienestar de todos. Creo que me hice un buen conocedor de lo que era la agricultura de cereales en terreno de secano, por eso y por otras cosas me he atrevido a contar todo esto, porque para mí, además de ser un orgullo, lo siento como si fuera una especie de historia, por eso me siento con valor de dejarlo escrito, si no fuera así, no tendría ningún sentido de que yo explicara toda la trayectoria de lo que fue mi vida mientras permanecí haciendo todas esta tareas del campo en este maravilloso pueblo que es mi pueblo natal y es Used. Hemos acabado de sembrar y esperamos a ver si llueve para que el grano germine y nazca verde y alegre. El trigo ya se ha sembrado la simienza se ha hecho buena si la primavera llueve la cosecha será buena. Y una vez explicado todo esto del trabajo del campo, desde que se comienza la labranza en los rastrojos hasta que se siembra, y pasando por todo lo que es la recolección en el verano, desde que


se empieza la siega hasta que se termina lo que era la trilla, voy a dar paso al siguiente capitulo. CAPITULO III Comienzo este capitulo hablando de cómo era mi maravilloso pueblo en aquellos años y como se vivía en él, aunque ya digo algo de esto al principio de mi escritura, pero tengo el honor y el gusto para todos aquellos que tengan la posibilidad de poder leer este humilde libro escrito por mi puño y letra que se encuentren satisfechos con su lectura. Yo procuro explicar todas las cosas lo mejor posible, y llamarlas a todas y cada una de ellas por su nombre, y tanto es así que tengo la voluntad de explicar todo aquello que yo sé, amplio y claro. Pues bien, en este pueblo de Used nací yo, en él me críe y en él me hice hombre, y siempre estuve muy satisfecho de ser hijo de este que es mi pueblo natal y del que nunca me he olvidado, pues es un pueblo que entre todos aquellos de aquella comarca, la de Daroca, el pueblo de Used siempre fue el más grande. Un pueblo que en aquellos años, durante la guerra y después en los años de la posguerra, y unos años más, tenía entre mil quinientos y mil seiscientos habitantes. Tenía y tiene cinco plazas donde podíamos jugar en ellas todos los chicos del pueblo, que las voy a nombrar una por una, plaza del Ayuntamiento y las escuelas, que allí era donde estaban cuatro escuelas dos de chicas, y dos de chicos, una para chicas mayores y otra para chicas más pequeñas, y lo mismo ocurría con las de los chicos una para chicos mayores y otra para chicos menores. Otra plaza era y es la plaza de la Iglesia, estas dos se juntan la una con la otra. Allí podíamos jugar y correr todo lo que queríamos, la tercera de estas plazas era y es la plaza de la Obra, que en esta plaza siempre se bailaba para las dos fiestas principales que tenía el pueblo, una de ellas es la fiesta de nuestro patrón del pueblo que es San Vicente Mártir, que siempre se celebra el día veintidós de Enero, y la otra fiesta la fiesta de nuestra patrona, Nuestra Señora


la Virgen de la Olmeda. Hay otra plaza más, la plaza del Molino, una plaza grande y hermosa en la que yo siempre conocí un molino de piensos, que molía para todos los vecinos de este pueblo, y todos los demás de los pueblos más cercanos que querían traer a moler sus piensos para los animales. Y aún tenemos otra que es la plaza de los Chatos, que esta puede que sea más pequeña, pero también es una plaza muy emotiva, porque esta en el centro del pueblo. En este pueblo siempre hubo una nevera de aquellas antiguas, en las cuales nuestros antepasados las llenaban de nieve cuando nevaba en el invierno, que era muy habitual en aquella zona, de esta forma podían guardar todos los medicamentos que fueren necesarios y otras más cosas. Esta nevera yo siempre la conocí en desuso, cosa que ahora, con las restauraciones que se han llevado a cabo, sirve como centro de interpretación para el turismo que quiera y pueda venir a conocer este magnifico pueblo de Used. En el pueblo de Used tenemos una bonita Iglesia es de estilo barroco, no me quisiera equivocar, pero si esto no es así pido disculpas anticipadas, y espero que así lo entiendan, es una Iglesia que tiene varias capillas y siempre tuvo campanario con una hermosa campana grande y con un sonido especial, y un campano más pequeño. Las dos piezas eran de bronce, y cuando sonaban las dos a la vez, que era cuando se bandeaban para las fiestas, era tono de alegría y calor de fiestas. Ya hace unos cuantos años, por deterioro del campanario, hubo que quitarlo de su sitio, que era en la parte más alta de la fachada, y llevarlo a uno de los laterales de la Iglesia, donde se construyó una torre. En esa torre se colocaron tanto la campana como el campano, que por cierto no sé quién lo pensó así, pero lo cierto es que esa torre no le va para nada a lo que es la estructura de la propia Iglesia, pero bueno más vale eso que nada. Esta Iglesia pertenece a San Pedro y San Pablo, aunque el patrón


del pueblo sea San Vicente Mártir, y además de esta Iglesia, yo, y como yo muchos más vecinos del pueblo, hemos conocido otra Iglesia más que es la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario. Siempre la he conocido en desuso, fuera del servicio como Iglesia, además hay una pequeña ermita llamada de San Antón, el patrón de los animales, y para ser más completo en la información, existió una más que fue en su tiempo la ermita de Santiago. Yo siempre la conocí desescombrada, y está situada muy próxima al camino de Santiago, situada en una loma más bien pequeña. Tengo que decir que la Iglesia del pueblo desde hace muy pocos años esta completamente restaurada y es una preciosidad de ver, aunque solo sea su fachada, a mi me encanta ver las cosas bien arregladas. Y esta bonita Iglesia todos los de mi época, y muchos más anteriormente a mi generación, así como mis padres, abuelos, y tantos y tantos más nos hemos sentido como sí fuera un cosa nuestra, y de hecho lo es, porque en ella fuimos bautizados y la mayor parte de nosotros. También nos casamos en ella, en esta Iglesia de San Pedro y San Pablo. En este pueblo no me quisiera olvidar de la fuente que siempre tuvo, y que sigue teniendo en este momento actual, que yo ruego que sea para siempre, porque eso es, junto con su lavadero antiguo, una joya. Esta preciosa fuente siempre tuvo tres caños sin parar de salir agua por ellos, con su abrevadero al pie de la misma para todos los animales que pudiera haber en el pueblo, y jamás la hemos visto bajar de su nivel habitual de agua, ni porque hubiera mucha agua, ni porque hubiera mucha sequía. Y sí bien es verdad que ahora solo tiene dos caños, no hace falta más, porque hay varías fuentes más por el resto del pueblo. En este pueblo todas las casas tienen su propio pozo de agua, por lo tanto nunca, que yo sepa, hubo escasez de agua, ni para el consumo ni para aquellas necesidades que pudieran surgir. Este pueblo de Used siempre tuvo dos fiestas patronales, una la de San


Vicente, que tiene dos días de fiesta, pero el día anterior, día de víspera por la tarde, ya había noche con orquesta o bien la música que el Ayuntamiento contrataba. Porque eso sí, estas dos fiestas, siempre han sido y son por cuenta del Ayuntamiento. Pues bien, la víspera, cuando anochecía, se encendía una hoguera bastante considerable en el centro de la plaza de la Obra, se iba a la Salve con la música y cuando se acababa la Salve todo el mundo nos marchábamos a la plaza a bailar hasta las tantas de la madrugada, y en algunos casos se juntaba un día con el otro. La otra fiesta patronal del pueblo es la fiesta de nuestra Señora de la Olmeda, que es la patrona del pueblo, y siempre se celebra el segundo domingo de mayo. Pero la imagen de la Virgen, que está todo el año en su casa que es la ermita y está situada a unos dos kilómetros del pueblo, siempre se lleva al pueblo el primer domingo de mayo, se pone en el altar mayor de la Iglesia, con el fin de hacerle todos los días de la semana sus novenas correspondientes, y cuando llega el segundo domingo de mayo, se le hace la novena y seguidamente se coge a la Virgen y, en procesión, como hasta mitad de camino más o menos, que allí hay un peirón con una imagen. Hasta de allí se va relevando la gente para llevarla y cada persona pone en la caja de la Virgen la cantidad de dinero que tiene voluntad, esto sin que sea ninguna obligación. En ese mismo punto se hace una subasta, y aquellas cuatro personas que más subastan pueden llevarla hasta su ermita, que desde allí está a un kilómetro más o menos. Las dos personas que más han apostado cogen los dos palos de la peana de la parte delantera, y las otras dos personas cogen los palos de la peana de la parte trasera. Una vez hecha la subasta, las cuatro personas que la van a llevar se colocan los roquetes blancos correspondientes y se comienza el camino hacía la ermita con la banda o música contratada por el Ayuntamiento, tocando el villano, y todo el mundo bailando hasta la ermita, y este trayecto siempre cuesta más de dos horas recorrerlo hasta la casa de la Virgen, que es la ermita.


Como costumbre de siempre todas las mozas y mozos del pueblo, como norma general, íbamos con carros y caballerías, lo mismo lo hacían todas las personas que querían, y si el día lo permitía, toda la gente comíamos allí, lo mismo que cuando se va a una romería, después de comer y beber lo que uno quería, con todos los carros y caballerías engalanados con ramos y flores regresábamos al pueblo a seguir la fiesta bailando y cantando hasta que se acababa la fiesta. Tengo que decir que esta fiesta siempre se empezaba el viernes anterior al segundo domingo de mayo, y en aquellos años de mi juventud siempre se bailaba tanto por el día como por la noche en la plaza de la Obra, lo mismo para esta fiesta de mayo como para la fiesta de enero, excepto sí llovía o nevaba, que para enero en esas fechas era lo más probable que hubiera nieve y frío. En ese caso nos íbamos al salón de baile en el que se bailaba siempre, esto en cuanto a las fiestas patronales me refiero, entonces estábamos mucha gente y se pasaba muy bien, claro que estando en fiestas siempre se pasa bien. Ahora en el año dos mil doce se mantiene la misma tradición que siempre, o lo más parecida posible, eso sí, antes se iba a la ermita con carros y caballerías y ahora se hace con coches, pero de cualquier forma, tanto antes como ahora, volvíamos al pueblo a seguir la fiesta con poco frío en el cuerpo. Yo tengo algo que contar, y es que unas de esas fiestas de mayo, cuando volvíamos a casa con el carro, una de las esquinas de la calle no la cogimos bien y dimos la vuelta con el carro en ella, o sea que volcamos, y en el carro en aquel momento íbamos dieciocho o veinte personas entre chicos y chicas, pero nuestra Virgen de la Olmeda nos amparó y no nos pasó nada a nadie. En aquel momento era yo quien conducía la reata y el carro, la mula puntera, que era una de la mías, como siempre entraba por allí a la querencia de la casa cogimos la esquina y dimos la vuelta. Esto fue en la esquina de la tía roya, bien


conocida por todos del pueblo, pero como no pasó nada pusimos el carro de pie, recogimos el carro y las caballerías y a seguir la fiesta como si no hubiera pasado nada. Esa vez fue la única vez que he volcado en todo el trayecto de mi vida, con lo que me a tocado carretear, tanto por buenos caminos como por malos, siempre me acuerdo de aquel día, pero a pesar de eso nunca perdimos la tradición de ir a la ermita con el carro y seguir la fiesta hasta el final, que solía de ser hasta altas horas de la mañana. En estos últimos años todo el pueblo pensó en hacer una fiesta en el mes de agosto después de acabar de recoger la cosecha, y así fue. Esta fiesta se sigue manteniendo a costo de los vecinos de todo el pueblo, no corresponde a ningún santo ni tampoco es por cuenta del ayuntamiento, aunque siempre ayuda lo que puede. Esta fiesta hace que se celebra, puede ser por decir algo, treinta años más o menos, yo no lo sé seguro, pero el caso sí que es que se sigue haciendo. Y como es en el verano y en el pueblo hay mucha gente, sí que es verdad que el verano se anima más, sobre todo para aquellos jóvenes que después de hacer su trabajo de la recolección tengan ganas de tener unos días de fiesta. Aquí en el pueblo hay varias peñas de mozos y mozas, y de personas de cualquier edad, comenzando desde los más pequeños, y la verdad es que con las charangas y una cosa y otra se anima mucho este pueblo. También tengo que decir que además de estas fiestas está la fiesta de Semana Santa, como en todo el territorio nacional. En este pueblo de Used yo mismo conocí durante muchos años hacer la representación de la Semana Santa en vivo, con las propias personas del pueblo revestidas con sus túnicas correspondientes, y hacer las procesiones con todo al pie de la letra, pero todo en vivo. La persona que hacía de Nazareno siempre era la misma persona, acompañada por todas las demás tribus y personajes de aquellos tiempos. Hasta yo mismo participé siendo un niño llevando una de las siete palabras, era la quinta palabra, y decía lo siguiente: sed


tengo. Este acto religioso y la escuadra de soldados romanos fueron fundados por un señor del pueblo de Used llamado Don Conrado Gómez Arcos, allá por los años mil novecientos catorce, no sé en qué año exactamente, pero sí que fue por entonces, porque yo lo había oído incluso a él mismo, lo conocí perfectamente y recuerdo haber conversado con él alguna que otra vez. Esta representación de la Semana Santa duró hasta los años mil novecientos cincuenta y seis o cincuenta y siete, no sé el año exactamente. Luego, a partir de esos años, se dejó de representar hasta el año dos mil siete, año en que las propias personas que viven en el pueblo se animaron y pensaron que tenían que recuperar aquella tradición que por razones que yo desconozco se dejó de hacer, supongo que sería por falta de gente en el pueblo, y me atrevo a decir que ha sido una cosa bien acogida por todos los vecinos del pueblo, y por aquellos que también son nacidos allí pero que no viven en el mismo, y sin embargo van a participar en esa representación tan bonita y admirada como es la Semana Santa en este pueblo de Used. Quiero decir que esta fiesta siempre se celebró con mucho entusiasmo y con mucha devoción, aquí en Used los días de Jueves Santo y Viernes Santo las procesiones de ambos días se representaban por un ciento de personas y todas ellas, como digo antes, vestidas con sus atuendos y con sus respectivas túnicas representando a aquellos personajes que algo tuvieron que ver con la pasión y muerte de Jesús el Nazareno. El escuadrón de soldados romanos que entonces había en este pueblo se componía de maceros, trompetas, tambores, el abanderado, y los lanceros. Y no puedo olvidar a Jesús el Nazareno, todos ellos al mando de un cabo y su capitán al frente, yo siempre conocí como capitán a Don Julio Barra, sé que antiguamente hubo otros, pero yo no les conocí. Lo mismo me pasa con el señor que, con mucho respeto hacía el, y que Dios lo tenga en la gloría, fue el que yo siempre conocí haciendo de Nazareno, que fue Don Fermín Casanova. Todos mis


respetos para todos ellos, y para todas las demás personas que de alguna forma participaban en los actos religiosos de la Semana Santa, yo también tuve el gusto y orgullo de haber participado llevando una de las siete palabras, pero qué casualidad, que ahora en la semana Santa del año dos mil siete, un nieto mío que ahora tiene diez años participa llevando la misma palabra que llevó su abuelo, que soy yo mismo. Que acto más emotivo aquel cuando Jesús se rinde ante los romanos, que se entrega a ellos, y les dice: aquí me tenéis, y es el momento más crucial cuando el capitán de los romanos se sitúa ante el, y pronuncia estas palabras: ¡No temáis soldados míos aunque veáis a Nazareno, que con el rigor de mi espada pronto será prisionero!. ¡Reconoceréis mi espada, reconoceréis mi bandera, y veréis que mis soldados son el terror de la tierra!. Y es el momento cuando manda a dos de los números que carguen con la cruz a cuestas para que la lleve con ayuda del Cirineo, para emprender camino del calvario, qué momento más emocionante mis queridos amigos lectores, con qué silencio y emoción se seguía la procesión de la semana Santa en este pueblo de Used. Y lo mismo se hace ahora con las nuevas generaciones desde que esta fiesta religiosa se recuperó en el año dos mil siete, de verdad deseo que nunca más se vuelva a perder, porque sería una pena perder una cosa tradicional que el pueblo tiene, y no quisiera olvidarme de este señor que ahora hace de Nazareno que es nada más y nada menos que un nieto de aquel señor que yo conocí siempre, como representaba al Nazareno, es hijo del pueblo y se llama igual que su abuelo: Fermín Pardos Casanova, y a todas aquellas personas que participan en la Semana Santa de Used; así como aquellos personajes que representan, como a la Samaritana, la Verónica, cómo sale a limpiarle el sudor de su rostro con un pañuelo, o su madre, la Virgen María, que con todo el sufrimiento y el dolor que tiene no puede hacer nada para salvar a su hijo de la muerte en la cruz. Y esas dos niñas encantadoras que llevan en sus


respectivas bandejas el martillo y los clavos en medio de ese grupo tan especial como son las Sibilas, una de esas niñas de las que llevan los clavos y el martillo en las respectivas bandejas es nieta mía y hermana del niño que representa la quinta palabra, de lo cual nosotros los padres y abuelos nos sentimos muy orgullosos de que participen en la Semana Santa de Used recuperada después de muchos años. Para todas aquellas personas que de alguna manera participan en ella, mi más cordial enhorabuena. Aquí cuando redoblan los tambores y suenan las trompetas a las personas mayores, y yo soy una de ellas, se nos pone el vello de punta, nos parece que aún estamos en aquellos tiempos de nuestra juventud, yo desde que se ha recuperado esta fiesta de la Semana Santa solo he estado dos años, porque mi salud no me lo permite, pero me encanta como se ha recuperado y lo bien que todas las personas que intervienen en la representación de la misma, lo bien que se han metido en el cargo y lo bien que lo hacen, y hay una plegaria en relación con la semana Santa que dice así. Caminemos, caminemos, caminemos al calvario, que por pronto que lleguemos ya lo habrán crucificado. Ya se oyen los martillos, ya le clavaban los clavos, ya le daban las lanzadas en su divino costado. Caminemos, caminemos, caminemos al Calvario. Como bien hablo de la Semana Santa de Used, digo que en ella participan una hija mía, su esposo y sus dos hijos, los dos son de corta edad el niño tiene diez años y se llama Lorién, y la niña tiene


seis años se llama Carla, y ya lleva dos años participando en esta procesión de semana Santa. Dicho esto no sería justo por mi parte, ni sería responsable, que no dijera que en Zaragoza también tengo una hija y su esposo y una nieta de diez años que pertenecen a la cofradía del Prendimiento, y los tres salen en las procesiones de Semana Santa en Zaragoza, ésta mi familia salen en la sección de tambores, su hija, que es mi nieta, se llama Izarbe, y los abuelos nos sentimos muy orgullosos de que salgan en estas procesiones, sale desde que tenía cuatro años. Y dicho esto quisiera decir con toda claridad cómo era el comienzo de la Semana Santa. Cuando llegaba Jueves Santo se colocaba el monumento, que era un arco grande de la misma medida que una de las capillas de la Iglesia, era una capilla del centro del lateral izquierdo de la Iglesia, se colocaba allí el arco, que no era de mucho peso pero sí de mucho volumen. Esto lo hacíamos el cura, el sacristán y los monaguillos, y si alguna persona más nos ayudaba. Una vez puesto este monumento, cuando se hacía la hora de los oficios, aquella persona que hacía de Jesús el Nazareno se colocaba en la parte del interior del monumento, y allí estaba sin moverse hasta la hora de la procesión de Viernes Santo. Junto a él lo custodiaban dos de los números de los soldados romanos haciendo la guardia, esta guardia se relevaba cada hora aproximadamente, y era dirigida y mandada por el cabo de la escuadra de los soldados romanos, el cabo tío Pepe (el pulguita) y así todo el tiempo hasta la hora de la salida de la procesión de Viernes Santo, que era cuando se entregaba a los soldados romanos y allí comenzaba la procesión. Así era la fiesta de la Semana Santa en aquellos años que yo la conocí, y así sigue siendo más o menos desde que fue recuperada, con la diferencia de que entonces se sacaban unas cuantas peanas y ahora se sacan menos, supongo que será por no estar en condiciones todas las demás. Espero que así siga siendo muchos años más y que no se deje perder esta tradición nunca jamás.


Además de estas fiestas grandes no crean que no tenemos otras diversiones aunque fuera el pueblo pequeño, en este pueblo nunca falto el baile, y a veces teníamos hasta teatro que venían a hacer en la calle en los tiempos que había que llevar la silla de casa. Unos años también hubo cine, se hacía en el mismo local del baile, pero esto no duro muchos años. El salón de baile siempre se llenaba de mozas y de mozos, en aquellos años había mucha gente, el baile se hacía con instrumentos de cuerda, por ejemplo guitarra y bandurria. Tanto las chicas como los chicos éramos muy felices, y eso que teníamos pocos haberes. Entonces tanto las chicas como los chicos entrábamos al baile con trece y catorce años, a mí me gustaba mucho bailar y no se me daba mal, con esto no quiero decir que yo fuera más que los demás no ni mucho menos, yo era uno de tantos como todos los chicos del pueblo lo que pasaba era que yo, con catorce y quince años, parecía más mayor de la edad que tenía, y me gustaba alternar con todas las chicas sin excepción de ninguna, bailaba con todas y me gustaba divertirme simplemente. Y a los quince años dejé de ser pastor y todos los días festivos por la tarde tenía fiesta, y como me gustaba trabajar primero me lo ganaba y después ya no me faltaba el dinero que necesitaba para mis gastos. En este pueblo llego a haber hasta cinco bares: bar y casino, que lo regentaba el tío Andrés y familia, bar la Tía Roya, bar el Pavón, bar la Quica, y bar Casimiro. Ahora en la actualidad hay dos bares, el de Andrés y el de Mingote. Entonces también había dos posadas, la posada de arriba y la de abajo. La posada de abajo era la del tío Andrés, esta familia regentaba el casino, el bar, el salón de baile y la posada. En estas posadas, al igual que en todas las demás, paraban los tratantes cuando venían a vender caballerías y los llamados tocineros, cuando venían a vender tocinos, y todas las demás personas que viajaban y querían pernoctar en ellas. La verdad es que siempre estaban llenas de gente que viajaba, la posada de arriba hace muchos años que dejó de ser posada, sin embargo la de


abajo sí que esta abierta al publico lo mismo que siempre, y la regenta, junto con el bar, la misma familia de siempre, pero ahora ya es otra generación que son los nietos. En este pueblo, además de los bares que comento, conocí hasta dos tabernas: la taberna del tío negro y la taberna de Dámaso, siempre hubo costumbre de ir a jugar la partida a las cartas después de comer y después de cenar, esto el que podía y disponía de tiempo. Lo mismo se sigue haciendo ahora pero ahora hay más tiempo para todo, se avanza más en el trabajo y por lo tanto se dispone de más tiempo para todo lo demás. Cuando llegaba el mes de noviembre, allá para mitad de mes, ya se comenzaba la temporada de la matancía de los cerdos, que prácticamente había en todas las casa del pueblo. Hasta las familias más desfavorecidas solían criar uno, aunque fuera de menos tiempo, y por lo tanto más pequeño, porque así en la casa ya no faltaba lo más necesario y era el arreglo de las casas. Esta temporada solía durar hasta final de enero y la verdad es que era bonito ver como se mataban los cerdos y como los limpiaban y despedazaban los matachines, que eran unos grandes profesionales. Para darle muerte al cerdo teníamos que estar cuatro hombres para sujetarlo, y cuando salía la sangre una mujer de casa, que siempre solía de ser la madre, recogía la sangre en una vasija llamada terriza y la trabajaba para que no se cuajara, porque después con ella tenían que hacer morcillas. Las mujeres ese día tenían que trabajar mucho para hacer el mondongo, y los hombres, el que quería ayudarles, también podía hacerlo, que para hacer el embutido y otras cosas había que capolar mucho. Eso es lo que ahora se llama picar la carne y a mí me toco mucho hacer ese trabajo de capolar, porque si lo hacía yo no lo tenían que hacer los demás, y yo era el que mejor lo podía hacer. Este día que se mataba el tocino prácticamente era como si fuera fiesta, pero no porque se tuviera, sino porque se comía bien, o por lo menos mejor que los días normales. El mondongo consistía en hacer morcillas, bolas,


fardeles, que son muy buenos, y las longanizas y chorizos. Para hacer los fardeles primero se cocía el hígado y luego se capolaba y se añadía un poco de pan también capolado se hacían en bolas y se chafaban, y están muy ricos de comer. Esto mucho mejor que yo lo saben las mujeres, y por lo tanto mejor que yo lo pueden explicar, lo que sí puedo decir es que en las casas que se mataban dos o tres tocinos no se pasaba hambre, además como todos los hombres íbamos a trabajar al campo con merienda, pues era necesario tener esto, además que la carne del cerdo digan lo que digan, no tiene un bocado malo y además cuando se mataba el cerdo siempre venía el veterinario a por un trozo de carne para analizarla, y no tengo constancia de que nunca hubiera ningún caso que no estuviera bien para el consumo de la casa. Así era mi pueblo, por lo menos en aquellos años, y como se decía entonces con tocino pan y leña ya se pasa el invierno y el año de cualquier manera, tengo que decir que para hacer las morcillas, primero hacía falta la materia prima que era la sangre, y eso ya lo teníamos porque nos lo había dado el cerdo, segundo hacía falta el arroz y todas las especias o condimentos que se precisaban, y eso ya lo preparaban las amas de casa entes de matar el cerdo. Una vez que se tiene todo lo que hace falta, se pone el caldero o caldera, la caldera era un poco más grande que el caldero pero ambos estaban hechos de material de cobre y más brillantes que los chorros del oro, y hecho esto se pone el caldero en el fuego con agua y cuando el agua estaba hirviendo se ponía el arroz necesario a cocer en el caldero, y cuando ya estaba cocido se sacaba y se dejaba enfriar en una terriza donde se tenía que hacer la pasta de las morcillas, cuando ya estaba frío se le añadía la sangre necesaria y las especias necesarias, se revolvía bien y ya estaba la pasta lista para llenar las morcillas, eso sí los intestinos ya los habían lavado y limpiado a la perfección las mujeres y de esta manera ya se podían llenar las morcillas. Para llenar las morcillas se usaba una máquina de madera en forma de mesa, y en la parte superior tenía una palanca, en el centro de la máquina un embudo alto pero de forma como un envasador se


llenaba el embudo de pasta, y cuando ya estaba la correa puerta en el embudo ya se podía apretar a la palanca con la maza puesta en el embudo, y a llenar las morcillas se ha dicho. Este trabajo lo hacían dos mujeres, una para llenar el embudo y darle a la palanca y otra para poner las corres de las morcillas en el embudo y atar y pinchar las morcillas, y lo mismo se hacía con los chorizos y longanizas, así lo hacían en mi casa y así es como yo lo cuento en este libro, supongo que en todas casas igual. Yo desde muy joven ya me ponía a salar el tocino con mi padre tan pronto estaba despedazado, porque en mi casa se mataban los tocinos de diez y seis arrobas que así se llamaba al pesa que pesaba la canal del cerdo en limpio, y este peso equivale al peso de doscientos kilos, digo esto para aquellos que no sepan cuanto era el peso de una arroba que era de doce kilos, por ese motivo yo salaba con mi padre, porque si no lo hacía yo lo tenía que hacer mi madre y yo lo podía hacer mejor que ella esto es lo que yo puedo contar en cuanto a la matanza del cerdo se refiere, más o menos así era en todas las casas del pueblo. Con la matanza de los cerdos como ya dije antes ya estaba cubierta la despensa de casa para todo el año, por lo menos lo más necesario que hacia falta en casa, así era mi pueblo en aquellos años por lo menos lo que yo me acuerdo y lo que yo puedo contar, y sí alguna cosa no es correcta o la he olvidado ruego a todos los lectores sepan disculparme, lo mismo digo con mis faltas de ortografía que son muchas las que encontrareis, pues así era este mi pueblo así se vivía y así lo cuento yo tal y como yo me acuerdo. Yo nací en Used. en la calle de Barrioverde, antes fue cuna de un niño, y ahora es cuna de un hombre. Used tiene buenas plazas,


y un pabellón deportivo, la fuente vieja y el lavadero, y el cantón del remolino. Con la Iglesia que tenemos y el nuevo Ayuntamiento, todo aquel que lo ve se va la mar de contento. La calle del Cinto es por todos bien conocida, donde había chicas muy guapas y mucho más presumidas. La calle del solanar es una calle importante, allí esta la posada donde paran los viajantes. A las mujeres de mi pueblo quisiera felicitar, a las que juegan a los bolos y a las que no pueden jugar. A la nevera de este pueblo no se puede olvidar, ahora es centro de interpretación y antes servía para guardar. Con la Alcaldesa al frente y el Ayuntamiento entero tengo que reconocer lo que ha cambiado mi pueblo.


Como ya les he contado muchas cosas en cuanto al pueblo y sus costumbres, ahora les voy a ir contando algo de como fue mi vida después de ya me sentía mayor yo mismo, como la vida corre más deprisa de lo que nosotros queremos como ustedes mis lectores pueden comprender yo ya me siento un hombre hecho y derecho como se solía decir en Aragón, así que yo ya me iba acercando a la edad de ser quinto que esa edad era a los veinte años cumplidos, cuando los mozos habían cumplido los veinte años, el día de año nuevo de todos los años entraban en quintas, todos los mozos que tenían los veinte años cumplidos el día de año nuevo era su día, día de los quintos, porque en aquellos años el día de año nuevo era en el pueblo de Used un día grande, ese día los quintos salían a rondar pasando por todas las calles del pueblo, pues bien yo fui quinto en el año mil novecientos cincuenta y ocho que es lo mismo que decir soy de la quinta del cincuenta y ocho, nosotros éramos creo que quince quintos y fuimos la ultima quinta que hubo en el pueblo que salió a rondar; Esta fiesta de los quintos se dejo de celebrarse porque cada año había menos quintos y ese fue el motivo de no hacerse la fiesta de los quintos en este pueblo, primero por que el pueblo es más pequeño y por lo tanto tiene muchos menos mozos que sean quintos, y segundo ahora ya no tienen que ir a hacer el servicio militar forzoso que ya era hora eso es una cosa muy importante para todos primero para sus familias y después para ellos mismos, y dicho esto yo ya me encuentro en la situación de ser quinto como ya os cuento anteriormente. Hasta entonces cuando yo ya estaba en vísperas de ser quinto yo siempre había conocido celebrar el día de los quintos como un día muy importante en nuestra vida, y dicho esto tengo que decir que nosotros la quinta del cincuenta y ocho fue la quinta que más baile hizo para todas mozas del pueblo después de haberse pasado el día de los quintos, que siempre era el día uno de Enero de cada año, nosotros lo celebramos igual que nosotros habíamos visto en los años anteriores con la ronda por las calles del pueblo con una


merienda de quintos como era de costumbre y a continuación con bailes, nosotros hicimos baile incluyendo el día de los quintos que fue el día de año nuevo día uno de Enero, esta quinta fue la que más bailes organizo de todas las quintas que yo me acuerde, nosotros los quintos del año mil novecientos cincuenta y ocho, que incluyendo ese día que fue nuestro primer día de invite para el baile de la noche de ese mismo día, que como costumbre de siempre íbamos por todas las casas del pueblo que tuvieran mozas fuera de la edad que fuera para invitarles al baile de por la noche tanto a ellas como a sus padres si les querían acompañar, algunas madres venían con sus hijas como es natural y otras no, pero esto no acaba hay sino que seguimos los quintos invitando a las mozas al baile de por la noche, que por cierto tengo que decir que nuestra quinta la quinta del cincuenta y ocho tubo baile unas cuantas noches porque cayo una nevada que duro muchos días y con este motivo nosotros los quintos aprovechamos para hacer baile todas las noches que pudimos, y apenas dejaba de venir ninguna moza y hasta de aquí lo que fue la quinta del cincuenta y ocho. Y habiendo pasado esta etapa yo mismo me paro a pensar tranquilamente de como iba a ser mi futuro a lo largo de mi vida, porque yo ya tenía encima el tiempo de mi cumplimiento al servicio de la patria que era ir a hacer el servicio militar, que forzosamente teníamos que hacer todos los hombres que teníamos veinte años cumplidos y yo era uno de ellos, y tanto te pareciera bien como mal estábamos obligados a ir de soldados gratuitamente, por eso y por alguna cosa más ya digo antes que en bendita la hora que quitaron la obligatoriedad del servicio militar. Así que muy pronto me di cuenta que tenía que pensar en mi futuro y mi futuro no era otra cosa que además de trabajar como ya lo estaba haciendo, me tenía que fijar en alguna chica y tanto fue que pensando un poco en ello yo mismo me dije hay una chica que es bien parecida, que es muy flamenca y que no estaría de menos que me acercara un poco más a bailar con ella, además que yo


pensé que era una moza que bailaba con todos pero nunca tubo nada que ver como asunto de noviazgo con ningún mozo del pueblo ni con nadie, y eso me hizo pensar y valorar todo lo que ella tenía a su favor; Así que pronto lo pensé y me di más a conocer a ella misma empezando a bailar algo más que lo hacía anteriormente, tengo que decir que yo había tenido alguna que otra novia pero en cualquier caso sin llegar a ser en serio ninguno de los casos, y tengo que decir que todo fue cosas de jóvenes y sin mayores consecuencias, así que poco a poco me fui acercando a ella y un día bailando la dije que sí quería ser mi novia y me contesto que gracias por acordarme de ella pero que por el momento no había hecho ninguna idea en tener novio hasta cumplir los dieciocho años, yo la dije que como le faltaba poco tiempo para tenerlos que yo no tenía ningún inconveniente en esperarme, así paso y así fue como ocurrió nuestro nuestro noviazgo, yo me espere a que tuviera los años de mayoría de edad y cuando los tubo se lo propuse por segunda vez que sí quería ser mi novia y me dijo que sí, en ese momento nos comprometimos los dos y desde entonces hasta este momento que lo estoy escribiendo que han pasado más de cincuenta años y cada día nos queremos más y estamos mucho más unidos, así fue como empezamos y tengo que decir que hemos sido muy felices, tengo que decir que este corto tiempo que yo estuve esperando hasta que ella tubo los años de mayoría de edad seguíamos bailando lo mismo que antes sin que nuestra primera declaración sirviera de ningún precedente ante nosotros, y ella hoy mi esposa nunca demostró ningún interés por otro chico que no fuera yo. He de decir con toda claridad que cuando hablamos del tema de novios por segunda vez y me dijo que lo había pensado y que me daba el sí te quiero como novio, desde ese momento siempre me he sentido un hombre afortunado y a partir de hay ya iniciamos una nueva etapa como novios formales como cualquiera de las parejas de novios, y sin ninguna contrapuesta por ninguna de las


dos partes, ni por parte de ella o su familia ni por parte mía ni tampoco por mi familia, y poco apoco así iba pasando el tiempo, yo pronto tenía que incorporarme a filas militares como ya lo esperaba, y tal fue que si nos habíamos comprometido por el mes de Octubre más o menos como así fue en el mes de Marzo del año siguiente yo ya me tenía que entregar esto era en el año mil novecientos cincuenta y nueve, y tuve que entregarme en el regimiento de pontoneros Ingenieros en Zaragoza, en un cuartel muy céntrico de la capital Aragonesa, pero tuve que ir a hacer el campamento al barrio de la química junto al río Ebro este tiempo duro desde el día trece de Marzo que yo me incorpore en el cuartel hasta el día treinta de Mayo que es el día de San Fernando el patrón de los Ingenieros y ese día fue cuando todos los que nos incorporamos en el mes de Marzo juramos bandera, yo si la verdad he de decir mientras estuve en el campamento estaba muy a disgusto porque a mi nunca me gustaban aquellas personas que poseían una arma en su poder fuera de la forma que fuera con uniforme o sin el yo eso no lo he podido soportar nunca y mucho menos cuando todos se creen que son más que uno mismo, porque da la casualidad de que yo nunca me he tenido por más que nadie pero tampoco por menos que aquellas personas que son igual que yo y en muchos y mucho menos respetuoso y por supuesto menos educados. Y una vez terminada la jura de bandera y acabado el campamento nos mandaron con una semana de permiso a casa y pasada esta semana todos como soldados que ya éramos todos y cada uno de nosotros sin perder tiempo a incorporarnos a nuestros respectivos cuarteles yo como ya digo tuve que ir al cuartel de pontoneros situado en la capital de Zaragoza, frente al hospital provincial por lo menos era muy cómodo porque estaba en el cetro de Zaragoza, este cuartel se llamaba cuartel de pontoneros Sangenis, cuando regrese de mi casa al cuartel con el primer permiso yo ya tenía un destino y bueno por cierto, así que me hice cargo del destino y me


dieron de baja de todos los servicios del cuartel así que no tenía otra obligación que no fuera la que me habían encomendado, esto me lo hizo un señor del pueblo que estaba destinado en ese cuartel como militar que era, así que yo como agradecimiento hacia el, siempre le fui lo más fiel posible en cuanto al destino que el me preparo que para mi fue inmejorable, siempre me preocupe de portarme lo mejor posible en mi destino para que nadie le tuviera que dar una queja mía y mucho menos sus superiores, porque además de ser la primera quinta que solo estuvo trece meses haciendo el servicio militar, a mi esta misma persona me saco tres permisos de tres meses cada uno, y dos permisos de un mes cada uno cosa que a mi me fue muy bien porque así estuve un tiempo muy considerable trabajando en mi casa, y por si eso fuera poco al tiempo de licenciar a la quinta con dos meses de antelación ya me mandó a casa con permiso indefinido, porque él mismo se encargaría de recogerme la cartilla militar, así que yo siempre les tuve como si fueran mi familia, porque de no haber sido así en mi casa hubieran tenido que buscar a un hombre para hacer la faena del campo, al segundo permiso que fui, cuando llegue a casa y me arregle y me cambie de ropa, me baje a casa de mi ya novia, nos saludamos estuvimos un rato conversando luego estuvimos hablando un poco con sus padres me dieron su permiso para entrar a casa a ver a su hija y seguimos todos tan contentos, y así seguimos hasta que pensamos en casarnos, a mi me licenciaron o me dieron permiso indefinido el día veintitrés de mayo del año de mil novecientos sesenta, y a partir de esa fecha ya íbamos pensando en boda, porque yo ya había cumplido con mi deber a la patria y como soldado. Yo seguía trabajando en casa de mis padres como siempre pero el tiempo iba pasando hasta que un día pensamos en formar una familia y casarnos, tanto mi novia como yo se les decimos a nuestros padres por si hubiera algún inconveniente y no hubo ninguno por parte de ninguna familia, tanto a la una como ala otra


todo les pareció bien y pocos días después fijamos nuestra boda para el día uno de marzo del año mil novecientos sesenta y uno, este acuerdo lo tomamos junto con un hermano de mi novia, y con su propia novia que también se querían casar, tal fue el acuerdo que nos casamos las dos parejas juntos el mismo día, en la Iglesia de San Pedro y San Pablo de nuestro pueblo que es Used, ya que los cuatro o mejor dicho las dos parejas éramos de este pueblo, nos casamos por la mañana pronto y nos caso el mismo cura que estaba en el pueblo como cura, y se llamaba Don Francisco Causapé Forcén. Como padrinos y testigos tuvimos a mis dos hermanos mayores que fueron María y Gregorio, Celebramos el invite de boda en nuestro pueblo y al día siguiente nos fuimos ya los dos matrimonios juntos a celebrar nuestra luna de miel, y nos fuimos a Valencia invitados por varios hermanos de mi esposa y de su hermano el que nos casamos juntos, estos hermanos que nos invitaron vivían y viven en Valencia así que como la economía no era muy potente aceptamos la invitación y nos fuimos a estar unos día con ellos, nosotros estuvimos una semana y regresamos a nuestra casa al pueblo, porque yo ya tenía que trabajar en casa de mis padres lo mismo que lo había hecho siempre y ahora después de muchos años juntos digo. El día que nos casamos los dos nos dimos el sí, y desde aquel momento somos un matrimonio feliz. Como mujer excelente, como esposa mucho más, como madre de nuestros hijos nadie la puede mejorar.


De las flores que yo vi tu eras la más hermosa, y por eso te elegí para que fueras mi esposa. Pues como digo anteriormente yo me quedé en casa de mis padres tanto para trabajar como para comer y todo lo que hiciera falta, y mi esposa, que ya lo era, pasó lo mismo se quedó en casa de sus padres lo mismo que estaba antes con el acuerdo por parte de sus padres de que teníamos que dormir allí en su casa de ellos durante unos meses, tanto mi esposa como yo estuvimos cada uno lo que va de marzo hasta el mes de septiembre el tiempo suficiente como para hacer la recolección del verano como así paso, pasado este tiempo nosotros nos fuimos a vivir a una casa que tenían mis padres porque ellos ya hacía unos años que poseían otra en propiedad, así que nosotros nos fuimos ala que mis padres nos dejaron, y tengo que decir que en esa casa nací yo, y que esa casa que era de mis padres ahora es de nuestra propiedad de mi esposa y mía. Ese mismo año mil novecientos sesenta y uno se caso también una hermana mía es un poco más joven que yo y por lo tanto de cuatro hermanos que éramos en casa de mis padres ya no estamos viviendo en casa ninguno viviendo con ellos, la hermana mayor que es María ya hace varios años que se caso, otro hermano mayor que yo, estaba viviendo en Barcelona, y al casarnos los dos más jóvenes mis padres pensaron y decidieron repartirnos las tierras que poseían que no es que fueran muchas pero lo que había decidieron dividirlo para los cuatro hermanos por partes iguales, y mi padre propone que ya que había sido yo el que más parte de trabajo me había llevado en la casa, que nos proponía si nos parecía bien a todos que las dos caballerías mejores que había en casa de las tres que teníamos en ese momento, con todos los aparejos y aperos de labranza y con todo lo que ello conlleva que


tenían que ser para mi, porque yo era quien había llevado la fuerza del trabajo durante muchos años, y que la casa había tenido una gran mejoría gracias al esfuerzo de mi trabajo y haber llevado la faena tan bien a pesar de mi corta edad que tenía cuando deje el ganado y me hice cargo de la faena de labranza; y que las cosa que tenía mi madre, o sea las cosas que más bien corresponden a las mujeres que fueran para mis dos hermanas, tanto a mi hermano que era el segundo de los cuatro y este era Gregorio a mis hermanas y a mi que era el más interesado nos pareció una buena idea así que no tuvimos nada que oponer y nada que discutir sobre el reparto de los bienes de mis padres, así que todos tan contentos y tan unidos como siempre. Como yo tenía la idea de quedarme a trabajar en el pueblo por eso mi padre pensó en hacer las cosas de esa forma y manera, como a mi me gustaba trabajar en el campo y a mi esposa siempre la tuve de mi parte en la decisión que yo tome pues así lo hicimos y nos quedamos a probar lo que ya conocíamos, y así empezamos nuestra nueva vida como un matrimonio recién casados, no era mucha la tierra que yo tenía pero dije una poca nuestra y otra poca en renta con un poco de suerte saldremos adelante, porque el trabajar a mi no me importaba yo ya estaba acostumbrado a todo lo que tuviera que hacer referente a las tareas del campo y otras tenía la piel bien curtida de trabajar, y por decir algo el primero de los años que comenzamos por nuestra cuenta en las tareas del campo, para empezar ya fue un año muy malo yo de los peores que he conocido a lo largo de mi vida mientras yo estuve en el campo trabajando en la agricultura, pero lo mismo mi mujer que yo quisimos resistir pero vinieron unos años muy parecidos al primero y al siguiente año de casarnos ya tuvimos nuestra primera hija llamada Lola, nosotros los dos juntos mi mujer y yo como siempre dijimos vamos a resistir a ver que pasa, y ese mismo año mi hermano que estaba trabajando en Barcelona se puso enfermo esto era en el mes de Diciembre del mismo año sesenta y dos un


cuñado y yo mismo fuimos a verle y haber que era lo que pasaba, ya nos dijeron los médicos que tenía un enfermedad incurable pero que con tratamiento se podría marchar a casa como así paso, en seguida le dieron el alta y se vino al pueblo a casa de mis padres que era donde tenía que estar con todos nosotros, y así estuvo un año aproximadamente hasta que llego el día de su final, que fue nada menos que el treinta y uno de diciembre del año sesenta y tres que fue cuando ocurrió esta tragedia. Te fuiste y nos dejaste para subir al cielo con Dios, y a todos nos dejaste con sufrimiento y dolor. Esta tragedia ocurrió un treinta y uno de diciembre, un día muy señalado yo estaba en el monte cortando leña ¡hermano!, y que sólo me dejaste con la azada en la mano, nuestro padre se puso enfermo por la pérdida de su hijo que no la pudo aguantar y a los catorce meses justos lo tuvimos que enterrar, madre vivió unos años más, hasta llegar a una edad considerada, estuvo con todos nosotros contenta a gusto y bien cuidada, esta plegaria os mando, con cariño, amor y anhelo, y espero que algún día nos veamos en el Cielo.


Así estuvimos hasta el año mil novecientos sesenta y cinco y en el sesenta y cuatro tuvimos nuestro segundo hijo llamado José Antonio, pero aquellos malos años no mejoraban ni aun con penicilina, y así aguantamos hasta el año mil novecientos sesenta y cinco que pensándolo muy bien y muy detenidamente decidimos dejar el pueblo y marcharnos a la ciudad en este caso a la ciudad de Zaragoza nos costo mucho tomar esta decisión porque con dos niños de tan corta edad que la niña tenía dos años y el niño tenía meses no es tan fácil dejar tu pueblo natal como era en nuestro caso el pueblo que nos vio nacer y crecer como era nuestro caso no se muy fácil tomar una decisión como la que nosotros tomamos, pero no teníamos otra además yo era el responsable de que tanto a mis hijos como a mi mujer y a mi mismo que no nos faltara de nada sobre todo a nuestros hijos, de manera que nos olvidamos de las tareas del campo y nos fuimos en busca de nuevos horizontes y otra nueva vida; Esto fue un día uno de Marzo del año mil novecientos sesenta y cinco no se me puede olvidar jamás en mi vida así que nos marchamos a Zaragoza sin más amparo que el de Dios, y jure que ni a mis hijos ni a mi mujer no les faltaría jamás de nada, aunque tuviera que trabajar día y noche. De mi pueblo yo salí lo mismo que un emigrante´´ que ni trabajando mucho podíamos salir adelante. Cuando salí de mi pueblo volviendo la cara vi, aquel pueblo tan hermoso, que me hizo tan feliz. Con dolor de corazón a mi pueblo yo dejé, pero yo lo llevo dentro al que nunca olvidaré.


CAPITULO IV Cuando llegamos a Zaragoza como yo ya tenía un piso buscado para ir a vivir en alquiler ya no tuve ningún problema para alojarnos con nuestros hijos tan pequeños y todo lo demás que nos habíamos llevado, así como muebles y demás enseres, y como es natural cuando llegamos a la ciudad de Zaragoza que esto fue por la mañana porque yo me acuerdo de todo perfectamente, nos instalamos todo el mobiliario que llevamos y todo fue tan normal, eso sí que quiero decirlo muy claro echábamos de menos a nuestras familias y a nuestro pueblo, pero como era normal y nos teníamos que valer por nosotros mismos le echamos valor y seguimos con nuestra idea a delante, a esto de lo que fue el instalarnos nos ayudaron unos primos que teníamos y que ya sabían que íbamos a Zaragoza, porque íbamos a vivir en la misma casa que vivían ellos entonces como además de ser primos hermanos, de siempre nos unía una buena relación familiar además yo iba a trabajar a la misma empresa que trabajaba el mi primo, como en aquellos años había trabajo en todos los sitios que fueras no hubo ningún problema, recuerdo que el día que fuimos a Zaragoza era un sábado pues el lunes siguiente ya fui junto con mi primo a la empresa que el trabajaba que era una empresa de transportes y mudanzas de muebles, hablamos con el jefe que ya sabía que iba yo y ese mismo día empecé a trabajar, y por cierto que muy y además que podíamos trabajar cuantas horas quisiéramos y yo eso era lo que quería trabajar y ganar cuanto más mejor, así que además de estar junto con mi primo trabajando lo mejor de todo era que también vivíamos juntos en la misma casa y en la misma planta. En esa empresa estuve un tiempo hasta que me salió un trabajo en una fabrica que fabricaba productos textiles siendo que los jefes eran unos señores catalanes, necesitaban personal para trabajar, yo me presenté en la oficina de la misma pregunté por el gerente


hablé con él me explicó en qué consistía el trabajo me dijo lo que iba a ganar, porque tenía que entrar como peón a mi me pareció bien y enseguida fui a trabajar a ella, le dije a mi jefe de los transportes que me iba a trabajar a una fabrica que estaba cerca de mi casa y además iba a trabajar a turno y le pareció bien, y ya me dijo entonces que si cuando terminara mi turno de trabajo en ella, y a mi me parecía bien que podía ir allí a trabajar por horas lo mismo que lo estaba haciendo, yo le dije que sí y así seguí, trabajando en los dos sitios. Cuando trabajaba de turno por la mañana en la fabrica, por la tarde iba al otro sitio, y cuando a la fabrica iba por la tarde al otro lado iba por la mañana y así estuve un tiempo considerable trabajando en los dos sitios. Pronto nos vino nuestra tercera hija Carmen así que ya teníamos en qué entretenernos, sobre todo mi mujer, que era la que tenía que atender a nuestros hijos y no tenía ninguna ayuda de nadie, porque yo no le podía ayudar a nada, pero lo cierto es que ella entonces podía con todo y nada se le hacía cuesta arriba me demostró que era capaz de eso y mucho más ha sido siempre muy valiente y muy responsable y así ha sido siempre durante toda la vida, no sólo he trabajado yo, sino que ella nunca se ha quedado atrás, cada uno en nuestras cosas. Mi esposa ha sido una ama de casa inmejorable como pueda haber otra siempre ha atendido a su casa, a sus hijos que es muy importante y a su marido que lo soy yo, además de atender todas las necesidades que no eran pocas, ella siempre les hacía toda la ropa que necesitaban tanto fueran de tela como de punto, así que siempre estaba o cosiendo o haciendo punto de manera que siempre nos las hemos arreglado muy bien a pesar de lo duro que era sacar a todos adelante, cosa que también ahora en los tiempos que estamos lo sigue siendo en el año dos mil doce que yo escribo esto.


Cuando yo empecé a trabajar en la fabrica empecé como peón como era natural pero cuando ya llevaba un año trabajando en ella hubo elecciones sindicales y una parte importante de compañeros ya me eligieron a mí como enlace y representante sindical, cosa que yo de esto no tenía ni idea de lo que era eso porque yo eso no lo había vivido ni siquiera lo había oído en toda mi vida, pero acepté el cargo y en poco tiempo me puse al corriente de todas las cosas con respeto a las normas sindicales que había entonces, así que en la fabrica muy pronto me subieron la categoría a oficial de primera, que iban a instalar una máquina nueva y querían que me hiciera yo cargo de ella esta máquina era una que hacía telares de fibra de nylon blanco yo ya había estado una temporada trabajando con un oficial que trabajaba con otra muy parecida así que más o menos yo ya sabía como era el funcionamiento de la misma, de manera que tan pronto estuvo instalada me cambiaron a trabajar con ella y automáticamente me subieron el sueldo que eso era lo que yo quería, esta máquina era muy parecida a la otra pero más moderna, su funcionamiento era todo a base de rodillos con piñones dentados y con cadenas esta máquina tenía ocho metros de larga por dos de ancha y por dos de alta y el montador que vino se quedo dos días más para ponerla en marcha y para enseñarme todo el manejo de ella para que yo no tuviera ningún problema, tenía dos telares por los cuales había que poner la materia prima y ella hacía todo lo demás, también tenia tres boquillas de pulverizar que por medio de un carro de ida y vuelta hacían su trabajo con un liquido que parecía al nylon, pronto me puse al corriente de todo que no se me daba nada de mal todo el funcionamiento era a base de rodillos y de piñones dentados, por el rendimiento que se hacía teníamos una prima por lo que yo estaba más que contento yo solo quería trabajar y ganar cuanto más mejor, esta máquina funcionaba con corriente eléctrica por tanto era bastante silenciosa y cómoda cuando salía el producto el sólo se hacía de la medida deseada, cuando tenía la medida cortábamos con una cuchilla eléctrica y se retiraba para poner otro y así sucesivamente, durante todo el día y


todos días lo mismo la verdad es que trabajo no era mucho pero sí que yo era muy responsable lo mismo que me ha gustado ser siempre y la decir verdad nunca me ha ido mal. Yo estaba muy contento allí porque la tenía cerca de mi casa y además me gustaba y mucho mejor que a partir de ahí a mi me dijeron que podía hacer todas las horas que quisiera así que deje de ir al otro lado que iba a hacer horas y las hacía allí que para mí era mejor y más descansado porque al estar más cerca de casa mucho mejor y más cómodo para mí. Este producto que hacía esta máquina no era ni más ni menos que un producto blanco como el algodón pero muy fino y suave almidonado que lo empleaban para la confección y para otras muchas cosas más así como toda clase de acolchados un trabajo que a mi me gustaba hacerlo claro que a mi me han gustado todos que se me han puesto para hacer, así que se iban pasando los meses y los años hasta que un día me pare a pensar en lo que podría ser mi futuro sí yo pensara en trabajar para mi porque yo en la fábrica ya no podía aspirar a subir más alto de categoría, y por lo tanto allí me tenía que sujetar siempre a lo mismo sin tener más aspiraciones en la vida, pero claro el problema era que yo no tenía ninguna especialidad que no fuera aquella que ya la trabajaba, así que se lo comenté a mi mujer y me dijo que no me preocupara que así estábamos bien pero que hiciera yo lo que quisiera, con que lo pensamos los dos detenidamente y pensamos en comprar una licencia de taxi, yo no tenía ni carnet ni nada por el estilo nunca había tocado un coche lo pensamos bien y estando trabajando fui a una delas que había y empecé a estudiar el libro de preguntas y señales y en muy poco tiempo me lo saque, me saque primera y segunda los dos a la vez y además aprobé todo a la primera sin llegar a gastar ni siquiera las horas contratadas, eso sí hice dos horas de camión el día antes del examen nunca hasta entonces había cogido un volante en mis manos, entonces en cuanto tuve el carnet en el bolsillo como yo tenía ganas de aprender a conducir


enseguida cogí un camión y me puse a trabajar con el en una empresa de maderas pero yo lo que quería era ponerme al corriente de como se conducía, aunque algo me valió el haber estado trabajando en reparto con los muebles, porque yo ya sabía un poco por donde se iba a los sitios por lo menos en Zaragoza y sus barrios. De manera que pedí la cuenta en la fabrica les expliqué el porqué me prepararon el finiquito y todos tan contentos, pero eso sí dejándome la puerta abierta como me dijo el jefe de la fabrica que siempre podía volver cuando quisiera a trabajar con ellos, salí de trabajar de allí y al día siguiente ya empecé a trabajar con aquel camión que no era muy grande así que hacía reparto por capital y los pueblos y barrios cercanos a Zaragoza, no hay nada mejor para aprender los oficios y los trabajos que decidirse uno y seguir para adelante con todo que viene encima, yo siempre he tenido la suerte que me a gustado trabajar y cumplir bien con mi obligación, así que aunque salí de mi pueblo en busca de otra nueva vida nunca tuve problemas para ganarme el cocido, como se suele decir, cuando ya llevaba unos cuantos meses trabajando con este camión pequeño en esta empresa, me mandaron con un compañero que llevaba otro camión más grande con el a por madera al monte, uno con cada camión igual de grandes los dos y yo nunca me las había visto más gordas en toda mi vida, pero bueno yo ya me había puesto al corriente de como era llevar o conducir un camión y como yo ya veía por donde venía el asunto pues en cuanto me mandaron ocho o diez veces al monte a por madera les pedí la cuenta, porque yo ya tenía el aprendizaje hecho que era lo que yo quería. Como ya sabía un poco lo que era la capital y más o menos ya sabía salir por carretera a todas las partes desde Zaragoza, me saque el permiso municipal del Ayuntamiento para poder conducir automóviles ligeros puestos al servicio publico como son los taxis


o las ambulancias y a los dos días ya me puse de taxista para saber otro oficio más y como era ese trabajo, así estuve un tiempo no muy largo y me gustaba tanto el trabajo del taxi como la forma en que se trabajaba, pero yo me di cuenta de que yo no servía para trabajar para otro, sino para mí y además era aquello que yo quería ser un trabajador neto pero en propiedad, en mi caso siempre tuve muchas ganas de trabajar y para mi esos dos factores han sido muy importantes a lo largo de mi vida, hay de aquel que no tiene ganas de trabajar. Muy pronto como yo ya estaba puesto al corriente tanto del trabajo, como lo que era la capital y como se realizaba el trabajo en ella, le dije a mi esposa de comprar una licencia de taxi y me contesto que sí a mi me parecía bien que siguiera con la idea adelante, una idea que así lo hicimos y la que nunca nos lo reprochamos, un día hablando con un compañero me dijo que otro compañero quería vender la licencia por que ya era mayor y se quería jubilar, yo trate de hablar lo antes posible con el y así fue hablamos quedamos para concretar más las cosas y nos entendimos en el precio y se la compre, esta es la licencia numero ciento tres y ha sido la licencia siempre de mi propiedad hasta que yo me jubilé y con esta licencia y mi trabajo siempre me gané bien el cocido como se suele decir, pero a base de esfuerzo y trabajo que no crea nadie que las cosas llueven del cielo aquel que algo quiere algo le cuesta, por lo menos así me ha pasado a mi que nadie me dio nada por nada pero estoy muy satisfecho con lo que Dios o la vida me ha dado. En este oficio de taxista yo este que escribe para ustedes mis respetables lectores he estado más de treinta años trabajando como taxista en la ciudad de Zaragoza y siempre he trabajado muy a gusto y contento y nunca tuve ninguna cosa desagradable con nadie, bien es verdad que yo siempre le guardé el respeto a todo el mundo, pero también yo me hice de respetar siempre y siempre


con lealtad por delante y no permití que me perdieran el respeto a nadie ni dentro del coche ni fuera, y con este concepto y este respeto nunca tiene porque haber ningún ni tampoco en el propio problema y sobre todo a la hora del cobro, siempre cobre lo justo nunca quise lo que no era mío, yo tenía un precio estipulado por la junta de precios del ayuntamiento y siempre lo lleve a cabo y siempre lo respete, así nunca tuve ningún altercado con nadie, después de tantos años de servicio en este oficio no tengo ningún expediente negativo en ninguna de las comisarías de la ciudad ni tampoco en el propio Ayuntamiento y esto para mi es un orgullo; jamás me he quejado de mi trabajo porque yo fui quien lo elegí, el oficio de taxista es un oficio muy bonito y muy limpio pero muy sacrificado porque hay que trabajar muchas horas y estar en la calle cuando esta la gente en ella porque si en la calle no hay gente la verdad es que no tiene mucho sentido de que este uno dando vueltas si no hay quien te ponga la mano en alto par poder hacer algún servicio, bien es verdad que también están las estaciones y los aeropuertos pero eso no es lo suficiente como para poderse ganar uno la vida pero cada uno pensamos de nuestra manera que sin ninguna duda es muy respetable por mi parte. De todas formas en todos los trabajos hay de todo pero con el respeto que me merece todo el mundo lo mejor de todo es cumplir bien cada cual sea con sus obligaciones, y si esto fuera así todos absolutamente todos marcharíamos mejor por la vida, yo siempre he tratado de hacer mi trabajo lo mejor que he sabido y lo mejor que he podido, no solo como taxista sino también en todos los trabajos que a lo largo de mi vida he tenido que realizar, y han sido barios oficios como podéis ver a lo largo de este libro, pero todos mis oficios siempre los tuve bien aprendidos siempre fui responsable de lo que hacía y no me a ido mal a lo largo de mi vida, y dicho esto al poco tiempo de comprar la licencia de taxi tuvimos nuestra tercera de las hijas llamada Olga es la tercera de las hijas pero hace la numero cuatro de nuestros hijos porque el


segundo es barón, así que hemos sacado adelante a cuatro hijos tres son mujeres y uno es barón, hemos sido familia numerosa, pero no crean que por eso tuvimos alguna ayuda que nunca la tuvimos ni de ningún estamento municipal ni tampoco de nadie, eso era cosa nuestra y nosotros teníamos que velar como fuera para que a nuestros hijos no les faltara de nada en casa como así fue, cuando salí de mi pueblo dije que ni a mis hijos ni en mi casa tenía que faltar de nada tanto en la despensa como de cualquier cosa que necesitaran y así a sido durante toda mi vida hasta este momento que lo estoy contando y escribiendo, es verdad que no nos hemos tenido que dormir a lo largo de nuestra vida porque mi mujer siempre estaba cargada de faena y yo no le podía ayudar a nada bastante tenía yo con trabajar cuanto más mejor que era mi obligación como cabeza de familia que lo era, pero también es verdad que mi mujer siempre a atendido muy bien a nuestros hijos, pero no es menos verdad que a hecho lo mismo con las tareas de la casa pero entonces teníamos fuerza para todo que nos viniera, los dos teníamos que trabajar mucho ella con los niños y la faena de casa y yo con mi trabajo del taxi yo estaba siempre unas catorce quince horas diarias teníamos cuatro hijos y no nos podíamos dormir en los laureles y además yo tenía la responsabilidad de que en mi casa no faltara de nada como así paso, esto lo prometí cuando salí de mi pueblo como ya lo digo anteriormente, y me siento muy orgulloso porque mi promesa se a cumplido a lo largo de mi vida y todos los días cuando me levanto doy gracias a Dios por darme lo que me a dado sea buen o no tan bueno, pero poco a poco mis hijos van creciendo como todos los demás niños por lo tanto nuestra hija la mayor aunque joven ya llevaba a sus hermanos todos cogidos de la mano al colegio que estaba muy cerca de casa, porque al nacer nuestra cuarta y ultima hija el piso que vivíamos se nos quedaba pequeño y nos compramos otro que era mayor que para seis personas ya se necesita un buen piso lo compramos muy cerca de donde ya vivíamos y lo mismo de cerca del colegio que ya iban mis hijos todo esto nos ocurrió todo seguido primero la


compra del taxi después el piso y seguido nuestra hija pequeña pero como digo antes los niños crecen y poco apoco el tiempo pasa de modo que mi mujer como la mayor de nuestros hijos ya los llevaba al colegio, mi mujer ya iba un poco más descansada con sus tareas de la compra y las faenas de la casa, pero claro entonces no había lavadoras que hicieran la colada ni otros adelantos como los hay ahora así que era la que tenía que lavar, planchar y todas las demás faenas de casa que no eran pocas, pero como a ella todo lo que hacía y había hecho le parecía poco pues pensó que algo más podría hacer, y entonces pesamos de poner alguna tienda o algo que pudiera tener ella para trabajar, y por aquellos días que lo estábamos pensando que casualidad que nos ofrece una señora donde mi esposa iba a comprarle este negocio que ella tenía porque se iban a jubilar los dos que lo llevaban que era un matrimonio, lo hablamos con ellos nos dijeron el precio que querían nos pareció bien y nos lo quedamos, esto era un puesto de mercadillo con todo el negocio funcionando como estaba tan cerca de casa nos lo quedamos; esto era todo alimentación y a partir de hay se puso mi señora a trabajar en el y en muy poco tiempo compramos oto que estaba pegado al nuestro simplemente por hacer una puerta alta para poder entrar de pie, entonces los mercadillos todos tenía puerta baja y era un incordio poder entrar y salir a ellos, así hicimos una puerta alta y además lo teníamos como trastienda para poder tener más cosas y poder trabajar con más anchura y más descansados, en este caso solo para mi mujer solo porque era ella la que tenía que llevarlo y trabajar en el y así estuvo hasta su jubilación como autónoma, y además llevaba toda la faena de la casa. Así que los dos hemos estado casi siempre trabajando como autónomos yo como taxista y mi esposa en casa y en la tienda, yo siempre quise ser como ejemplo en mi familia pero mi esposa nunca se quedo atrás de mi así que los dos juntos luchamos por el bienestar de nuestra casa y por el de nuestra familia durante tantos


años, como es normal los años iban pasando y nosotros también nos íbamos dando cuenta de que nuestros hijos crecían se hacían mozos y todos estaban estudiando, y yo que era el pilar de la casa me notaba que iba teniendo alguna condolencia que otra con mis huesos en mi espalda, cosa que a pesar de ir a los médicos aquellas molestias y aquellos dolores a veces fuertes y más fuertes que casi no me permitían poder trabajar, al recomendarme los médicos que tenía que dejar de trabajar tantas horas y mi hijo ya tenía los diez y nueve años cumplidos, fue cuando el mismo pensó para que mi padre no trabaje tanto me voy a sacar el carnet y me voy a poner a trabajar con el taxi de mi padre y así el podrá dejar de trabajar algunas horas haber si se encuentra algo mejor, así lo pensó y así lo hizo dejo sus estudios claro esta que tampoco le gustaban mucho y por lo tanto poco sacrificio le costo dejarlos pero bien fue a la academia de conductores empezó a dar clases de teórica y de practicas y se lo saco, se saco también el permiso municipal y pronto empezó a trabajar con el taxi de mi propiedad estuvimos unos días que venía conmigo para ponerse al corriente de todo y enseguida empezó a trabajar, llevábamos dos turnos uno por la noche y el otro por el día el iba por la noche y yo por el día, pero pronto lo cambiamos, y empezamos a ir de tres de la tarde a las tres se la mañana que lo hacía el y yo de tres de la madrugada hasta las tres de la tarde, yo así descansaba más tiempo que antes me quite unas horas de trabajo pero siempre seguía con mis problemas de huesos y así estuve luchando durante unos cuantos años más hasta que a los sesenta años cumplidos que ya no podía ni con el pelo pase por el tribunal y me jubilaron, en aquellos años lo estuve pasando muy mal, con muchos dolores y grandes y así estuve cinco años y medio yo pensaba que me iba a quedar en una silla de ruedas para siempre porque además esa maldita enfermedad como es la artritis degenerativa no es de morir si no de sufrir y mucho, como yo he pasado por ello no se lo deseo ni al peor enemigo, a todo esto un buen día me a su consulta mi médica especialista en reuma y me dice que hay una medicación nueva para haber si yo la


quería probar, yo le dije que sí pasara lo que pasara que con esos dolores tan grandes no se podía vivir, no voy a decir su nombre pero para mi hizo todo lo que estaba en sus manos y le estoy muy agradecido a la doctora... M A P E. Como yo le dije que si que quería someterme a aquel medicamento, ella misma se encargo de todo el proceso y el primer lunes que vino ya subí al hospital de Miguel Servet a empezar con el tratamiento nuevo, este se ponía por medio de goteros pero enseguida me dijo el médico encargado de ponerlos que si hasta el tercero lo aguantaba bien que ya me garantizaba que mejoraría y así paso a partir del tercero los grandes dolores iban desapareciendo así que gracias a ella y a ese tratamiento he podido soportar bien todos los dolores, pero cuando ya llevaba unos cuantos goteros de aquellos un buen día cinco de Noviembre del año dos mil dos, me dio un infarto de miocardio que de milagro estoy aquí, me llevaron al hospital estuve allí unos cuantos días en la U.C.I., después me sacaron me hicieron todo lo que me tenía que hacer y me pusieron en lista de espera para operar, me mandaron a casa y cada quince días me daba una angina de pecho cada quince días y así esperando se pasaron casi cinco meses hasta que me operaron de corazón, y por cierto cuando llego el momento de operar me dijo el propio cirujano que no me podrían hacer todo lo necesario que me hacía falta que tenía algunas cosas que no se podían tocar, esto fue un día ocho de Abril del año dos mil tres que fue cuando me operaron, ya me habían mandado a hacerme la operación a Pamplona, y estando preparando el viaje llaman a mi casa por teléfono que fuéramos al hospital lo antes posible que había un quirófano disponible así que subimos corriendo para el día siguiente operar, me operaron ese día ocho de abril del año dos mil tres pero desde entonces ya no he levantado cabeza, cada poco tiempo tengo que ir al hospital y menos mal que yo lo llevo con mucha paciencia y eso es lo que me vale así que con el corazón y con los huesos me encuentro bastante regular, iré a los hospitales cuantas veces sean necesarias pero por eso no voy a tirar la toalla luchare todo lo que haga falta hasta el


final. Y para que me voy a quejar si miro a otro lado y veo muchas cosas peores que lo mío. Mi señora que es Esperanza al ser yo operado de corazón ya dejó de trabajar porque sí atendía a su trabajo no me podía atender a mi, así que dejo el trabajo y cerro su tienda pero no por eso estaba jubilada que aún le faltaban dos años para llegar a jubilarse, de manera que siguió pagándose esos dos años lo mismo que sí hubiera estado trabajando y cuando cumplió los sesenta y cinco años se jubilo como todo el mundo, así que ahora vivimos de nuestras jubilaciones como es normal y como lo hace todo el mundo, ya llevamos unos años jubilados porque ya vamos siendo mayores y así con nuestros achaques unas veces más y otras menos tratamos de ir pasando lo mejor que podemos, que no es nada fácil pero esta vida es muy dura y hay que asumirla tal y como viene, así que lo llevaremos lo mejor posible hasta el final y que sea lo que Dios quiera, yo siempre digo que esto no de las enfermedades no es moda de ahora sino que esto a pasado siempre, por lo tanto nos cuidaremos todo lo que podamos hasta el ultimo momento y sea lo que tenga que ser yo siempre digo que esto no es nada más que un tren en el cual subimos todos todos vamos montados en el vamos recorriendo un camino que tiene muchas estaciones o apeaderos, y unos bajan de este tren antes y otros les toca bajar más tarde, y este es el recorrido de la vida señores, y esto es para todos igual no hay diferencia alguna entre ricos menos ricos y pobres. A mis amigos lectores yo ya soy mayor y como ya digo anteriormente y quizás me falte argumento en esta mi escritura y tengo muy claro que mucho más me falta literatura, porque yo como bien digo a lo largo de mi escritura no tengo ninguna clase de estudios, y de verdad os digo con toda mi humildad y con el máximo respeto para todos aquellos lectores sepan disculpar tanto la escritura como todas las faltas que puedan encontrar en la misma por lo tanto gracias anticipadas para todos, digo


anteriormente que no tengo buena salud pues es verdad que no gozo de este privilegio pero desde el primer momento que yo se lo que tengo trato de llevarlo lo mejor posible y con toda la filosofía del mundo y asumir incluso todas las molestias que sean necesarias, yo ya hace tiempo que se que esto es para siempre y que de vez en cuando tengo que ser ingresado en el hospital, que nadie me engaño esto es lo que me pasa y esto me seguirá pasando en lo sucesivo. Nosotros ya estamos metidos en años pero tenemos la suerte que estamos juntos los dos y ojalá que sea para muchos años más, tenemos cuatro hijos todos mayores y todos están casados nos han dado cinco nietos de los cuales estamos muy orgullosos de todos ellos, creo que son los que nos dan vida sin ellos no seriamos ya nada todos los días vienen unos o otros y ahora ya van siendo algunos de ellos mayores pero los más pequeños también van creciendo ya, así que nos sentimos tanto de nuestros hijos como de nuestros nietos satisfechos y contentos y para nosotros todos son igual, por la situación en que nos encontramos no saben que hacer con nosotros. A todos los taxistas de España yo quiero felicitar por ser un trabajo duro y por el buen servicio que dan. Unos pocos nos miran con recelo´´ los demás nos lo quiere agradecer cuando el servicio que les damos lo hacemos a gusto y bien. Yo he sido taxista muchos años y lo he hecho a gusto y contento y del trabajo que yo he hecho yo nunca me arrepiento. A todos los taxistas


les deseo lo mejor, trabajar poco ganar mucho y que tengan suerte y salud. En cuanto a mi salud me refiero pues no me puedo quejar porque a tantos médicos como voy sean mujeres o sean hombres todos me tratan muy bien tanto sea en consultas como sea en el hospital, y lo mismo digo de las enfermeras, y de aquellas personas que de una manera o otra pertenecen al colectivo sanitario, llevo muchos años entre sus manos y no tengo ninguna queja de ninguno sino todo lo contrario, siempre están dispuestas a ayudarme todo lo que me haga falta yo esto lo digo y lo escribo por el buen comportamiento que recibo de todas ellas y ellos cuando estoy en el hospital, y además veo como tratan a los demás enfermos que compartimos habitación como a los demás yo esto lo digo y lo escribo por el trato que me dan a mi y no es que yo sea especial cuando estoy en el hospital, aunque tengo que decir que a mi también me gusta comportarme bien y respetarlos a todas y a todos lo mejor que puedo, porque lo primero que hacen todas y todos es de tratar de quitarnos el sufrimiento y el dolor que tenemos y eso ya no es poco, y a continuación pensar en como nos pueden mejorar de nuestra enfermedad si es que se puede que no todas se pueden curar, pero sí es verdad que todas las personas sanitarias ponen el mayor interés posible para hacer la vida del enfermo lo más sedentaria y llevadera que pueda ser, o al menos con las menos molestias que puedan ser, por lo menos en mi caso así lo es y yo no soy ni más ni menos que como todos los demás enfermos, yo hablo de mí porque sí no fuera por las y los médicos tanto el de familia como los especialistas que me llevan y me atienden no se que sería de mi por lo menos en el sufrimiento; así primero me han alargado la vida, segundo me han mejorado la calidad de vida, que eso para mí es muy importante, por esto y por muchas cosas más yo personalmente les estoy muy agradecido, y con mis humildes letras les quiero dar las gracias a todas aquellas personas que de


una forma o otra tratan con los enfermos, ellas y ellos son los que nos hacen vivir más y mejor, cuando estoy en el hospital veo a muchos enfermos y hablo con ellos, y todos al final me dicen lo mismo así que no cuento nada especial solo cuento lo que oigo y lo que veo y eso es la pura verdad. Y que diría yo de esas cariñosas enfermeras tan guapas, y con esos uniformes tan blancos y tan elegantes como llevan, y además tan cariñosas y atentas que están para con los enfermos, y a todas aquellas auxiliares que no me quisiera olvidar a los médicos de familia y a sus enfermeras tanto sean mujeres como hombres las gracias quiero dar yo estoy muy contento con el mío y con mi enfermera Pilar. Para el colectivo sanitario, doctoras doctores y enfermeras, y para todos los demás por lo bien que me tratáis os quiero felicitar. No quisiera olvidarme de las mujeres de mi pueblo de las que juegan a los bolos lo mismo que lo hacían antiguamente, pero con la diferencia que ahora van a hacer juego de bolos de campeonatos a cualquier parte de España. A todas las mujeres de mi pueblo yo las quiero felicitar, a las que juegan a los bolos y a las que no pueden jugar. Antes de dar fin a esta mi escritura quisiera dar las gracias a todos mis hijos también a mis hijos e hija políticos y en especial a mi esposa que no me dejan ni un momento sólo en ningún caso, os quiero mucho a todos: esposa, hijos, y nietos.


Nosotros vivimos en Zaragoza tanto mis hijos como nosotros llevamos muchos años aquí donde nos hemos ganado la vida a base de trabajar, y así hemos sacado a nuestros hijos a delante como es cosa natural, ya tienen todos ellos su familia y su hogar, y nosotros que ya somos mayores, cuando llega el verano nos vamos a nuestro pueblo a pasar allí el verano si la salud nos lo permite y no nos ponemos mal, allí el verano se esta muy bien esa zona es muy fresca y nosotros tenemos comodidades para estar bien, nos conformamos con lo que tenemos y esa es nuestra alegría y felicidad. Nosotros somos mayores llevamos más de cincuenta años casados estamos juntos los dos nos queremos y nos amamos, hemos celebrado las bodas de oro y que orgullosos estamos, y agradecidos de nuestras familias que vinieron a acompañarnos, pasamos un gran día todos juntos, haber sí podemos pasar muchos más que cuando ya somos mayores estos eventos son felicidad. Dando fin a mi escritura desearía que a todos mis lectores este libro les haya gustado y yo les quedo satisfecho de que lo hayan comprado, y además de esta escritura les acompaño con unos cuantos poemas, para que la lectura sea más agradable y amena, que espero sean de su agrado. CAPITULO DE POEMAS Y CUARTETAS Con la manta y el morral en la espalda y en la mano llevo el garrote voy a sacar el rebaño para que paste en el monte. Con respeto y admiración para todos los pastores, que echaban la manta al suelo


y se llenaba de flores. Con el rebaño en el monte y en el campo trabajando´´ se aprenden tantas cosas que yo nunca hubiera imaginado. Cuando cuidaba el ganado la tertulia no cabía, se pasaba pronto el tiempo y las ovejas no comían. Me gustan los labradores cuando los veo labrar y las mulas que ellos llevan, que bien saben trabajar. Yo me iba a labrar con mis mulas campechanas, surco arriba surco abajo y que larga la versiana. Un día y muchos más y todos la misma faena, con tres bonitas mulas a darle vuelta a la tierra. Madrugando y trasnochando, y por el día no parando. Así cundía la faena en el campo trabajando. Para saber labrar bien tres cosas hay que tener, labrar recto y profundo y dejar la tierra a nivel. Ya vienen los segadores


de segar del campo largo con las alforjas al hombro y el botijo en la mano. La siega ya ha terminado y las herramientas se cuelgan y las mujeres esperan hasta que venga otra siega. Ya vienen los carreteros de acarrear del campo llano, llevan campanillas las mulas y en el carro han puesto un ramo. Cojo la vara y mi carro y voy por la carretera, no hay venta que no me pare ni mujer que no me quiera. Como lucen sus cabezadas con campanillas al cuello, que bien conocidas eran por los vecinos del pueblo. Que bien suenan sus campanillas cuando pasan por el pueblo, que bien tiran las tres mulas a la voz del carretero. Que bien tiran las tres mulas, que bien mandadas están, cuando manda el carretero ¡arre!, ¡buesque!, ¡pasallá! Con que arte y gallardía manda a su reata el carretero, con la tralla colgada al cuello y en la cabeza el sombrero. La puntera era de pelo negro,


la de ganchos roya como la canela, y la de varas era mula burrera, era tan buena y tan guapa que parecĂ­a de cera. Ya vienen los carreteros de acarrear del campo llano, llevan campanillas en las mulas y en el carro han puesto un ramo. Yo soy un hombre de pueblo, como ustedes pueden ver, que soy de familia humilde y soy nacido en Used. Estoy escribiendo este libro que bien pensado lo tengo, espero que a todos les guste y ademĂĄs yo me entretengo. Yo me pongo a escribir porque tiempo no me falta, prefiero leer y escribir que jugar a la petanca. Como soy hombre mayor, tengo mucho tiempo libre, ahora me he puesto a escribir porque la televisiĂłn me aburre. Con una pluma en la mano y de la mesa el tintero, escribo yo estas cuartetas que de mi mente salieron. Labrador era mi padre


labrador era mi abuelo, yo también fui labrador en este bendito pueblo. Surco arriba, surco abajo, yo cantaba mis joticas se hacía más corto el día y alegraba a mis mulicas. Cuando iba a labrar al campo lo hacía a gusto y contento, y cuando volvía a casa bien alegre y satisfecho. Que contento me levanto cuando me voy a labrar, aparejo yo a mis mulas y me voy a trabajar. Para ir al campo a labrar de mañana hay que madrugar, por el día parar poco, y de tarde trasnochar. Con buenas mulas, bien se labra, con buena herramienta, mejor, con buena merienda y bota cualquiera ya es labrador. No penséis que soy poeta, porque yo nunca lo he sido, yo soy un hombre mayor, y lo que pienso, lo escribo. Toda la vida he pensado


que yo podría aprender, he aprendido muchas cosas y aún me falta que aprender. Soy trabajador del campo apenas aprendí a escribir, yo escribo lo que pienso, con mi letra lo pongo aquí. Cuando lean las cuartetas no sé el qué pensaran, espero que bien les gusten para volver a pensar. También yo pensaba muchas veces, antes de empezar a escribir, y ahora que no lo pienso con mi pluma escribo aquí. Siempre espero no aburrirles cuando ustedes lean esto, lo escribo para que guste y con eso estoy contento. En este pueblo señores, como norma general, después de dar de mano, íbamos a festejar. Yo no soy ningún poeta, yo soy un hombre de pueblo, escribo porque me gusta, y escribiendo me entretengo. Mis queridos lectores ya me pueden disculpar


de aquellas faltas y errores, que ustedes pueden encontrar. Hombre de mucho talento y memoria mucha más, escribo estos poemas para que no me olviden jamás. Ahora díganme señores si les gusta lo que escribo, y si eso no fuera verdad muchas gracias mis amigos. Estando un día en el campo de repente me acordé debería escribir un libro aquel que siempre soñé. Con mi poca experiencia, si supiera un poco más, escribiría un libro que no tuviera final. A mis queridos lectores yo les quisiera decir que me ha costado pensarlos para poderlos escribir. Yo nací en Used, crecí y me hice hombre en él, en este pueblo me casé y a mi pueblo no lo olvidaré. No me quisiera olvidar de ese pueblo tan hermoso y lo bien que lo pasamos


entonces, cuando éramos mozos. En aquel pueblo y tierra, yo no lo puedo negar, allí me hice hombre y allí me quise casar. Cuando salí de mi tierra volviendo la cara vi aquel pueblo tan hermoso que me hizo tan feliz. No soy ningún poeta que soy un hombre del campo escribo porque me gusta y escribiendo me entretengo. Estos poemas que escribo, muy bien que los he pensado, los escribo en este libro para que queden grabados. Esta tierra que es mi tierra yo no la puedo olvidar, cuando escribo estos poemas mucho me dan que pensar. Used, que es mi pueblo, y lo llevo con orgullo, en este libro grabo mi letra y la escribo con mi puño. No lo escribo por orgullo ni por hacer una novela, escribo por que me gusta


como decía mi abuela. Cincuenta años llevamos casados y juntos los dos estamos no tiene nadie la culpa de que los dos nos queramos. El día que nos casamos fue un día muy feliz y ahora que somos mayores juntos los dos seguimos aquí. Las bodas de oro ya las celebramos nuestras familias nos acompañaron y todos estamos contentos por haberlas celebrado. Con un saludo afectuoso para todos vecinos del pueblo yo escribo estos poemas con cariño y con anhelo. Con un saludo afectuoso para todos vecinos del pueblo yo escribo estos poemas con cariño y con anhelo. Si tuviera tanto dinero, como voluntad yo tengo, te haría un palacio en el reino de los cielos. Escribo estos poemas que bien pensado los tengo lo hago por que me gusta y además me entretengo Estos poemas que escribo muy bien los he pensado


y espero que a todos ustedes de veras les hayan gustado En este pueblo señores todos somos conocidos, trabajamos en lo mismo y todos somos amigos. El trabajo en nuestra tierra que bien nos ha engañado nos tuvimos que marchar a trabajar a otro lado. En esta tierra señores poco tenemos que hacer, y por eso nos marchamos de este pueblo de Used. Si por trabajar fuera, yo del pueblo no me iría a trabajar a otra tierra que no fuera la mía. Used que es mi pueblo y lo llevo con orgullo en este libro grabo mi letra y la escribo con mi puño. Cuando yo te conocí el día estaba nevando, y ahora que eres mi mujer yo te lo digo cantando. Nuestros gozos se han cumplido y hemos salido adelante, hemos criado cuatro hijos, que cosa más elegante.


Nosotros somos ya mayores nuestros hijos están casados nos han dado cinco nietos y qué orgullosos estamos. A mis queridos lectores yo les quisiera decir que me ha costado pensarlo para ponerlos aquí. Con trabajo y con esfuerzo es fácil de conseguir, estar todos muy unidos y ser familia feliz. Estos poemas señores que yo los he discurrido estén bien o estén mal de mi cabeza han salido. De mi pueblo yo salí por culpa de malos años, que trabajando mucho recogía desengaños. Para poder escribir hay que tener cabeza, también buena memoria y tener poca pereza. No crean que soy poeta de eso yo no tengo nada, que soy un hombre de pueblo y me da la corazonada.


Si la primavera llueve la tierra sabe pagar, mas si viene seco el año más valía no sembrar. Que bonito es trabajar cuando llueve todo el año, la tierra sabe pagar y se coge mucho grano. No es tan fácil escribir persona yo sin estudios, que hay que pensarlo mucho y perder ratos de sueño. Nadie lo puede negar que es pueblo de labradores antes se labraba con mulas y ahora se hace con tractores. A las mujeres del pueblo las quiero felicitar a las que juegan a los bolos y a las que no pueden jugar. Yo nunca podré olvidar mi juventud en el pueblo, y mucho menos ahora que ya me siento abuelo. Desde joven fui a trabajar, porque así tubo que ser, por eso estoy orgulloso de haber nacido en Used.


Este pueblo está en un llano y cerca de la laguna para pasar el verano como esta tierra ninguna. La familia que tenemos nos sentimos muy felices, y cuando juntos estamos nos comemos las perdices. Como la perdiz el monte ya quisiera yo saber para poder enseñar y saber lo que no sé. Brillante bonito eres, con dinero no pagué yo lo pague con cariño, con el brillante me quedé. Con estos poemas y otros nada quiero demostrar, pero cuando los leáis de mí os vais a acordar. Cuando te veía en la calle yo me quedaba pensando, qué chica tan elegante y que gracia tiene andando. Si tuviera que elegir por ninguna cambiaría, a mi me ha ido muy bien como esposa y como amiga.


Como mujer excelente, como esposa mucho más, como madre a nuestros hijos una madre singular. El día que nos casamos los dos nos dimos el sí y desde ese momento fuimos un matrimonio feliz. Durante toda la vida qué felices hemos sido, para que los hijos lo sepan en este libro lo escribo. Quería escribir un libro y nunca encontré el momento, pero ahora que lo tengo estoy satisfecho y contento. No escribo literatura, ni tampoco argumento, escribo mis verdades que no se las lleva el viento. Con mucha ilusión cuento cosas de mi pueblo creo que son verdaderas y creo que son un recuerdo. Este pueblo de Used es un pueblo muy pequeño pero tiene buena gente y todos viven de ensueño.


Para el colectivo sanitario para todos en general por lo bien que me tratáis yo os quiero felicitar. Por la simpatía que tenéis cuando estoy en el hospital a todos los sanitarios un saludo muy cordial. Deseo que no se aburran cuando lean estas cuartetas pues lo hago con mucho gusto para que ustedes se diviertan. Y con este me despido no quiero ser un pesado espero que a todos ustedes de veras les hayan gustado. Tengo que decir señores el trabajo que me cuesta escribir estos poemas con mi mano y con mi letra. Señores estos poemas que bien los he discurrido estén bien o estén mal de mi cabeza han salido. EN HONOR A LOS CARRETEROS. Ya vienen los carreteros de acarrear del campo llano, llevan campanillas en las mulas que suenan al son del carro,


cómo se clavan las ruedas cuando el carro está cargado cómo tiran las tres mulas para que no se pare el carro. Esta noche ha llovido, en el camino hay barro, que bien tiran las tres juntas, para que no se les quede el carro. A la salida del sol llegaban a la era después de un camino tan largo, para descargar la mies que llevaban en el carro, descansaban un rato, mientras estaban almorzando así eran los carreteros, carreteros Usedanos.


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