Miguel de Lucas
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LAS AVENTURAS DE SAM
LAS AVENTURAS DE SAM Un cuento basado en los personajes y las canciones de Dr. Sapo Incluye CD con nueve canciones originales de Dr. Sapo Ilustraciones y diseño: Diego Alcalá © Miguel de Lucas Pérez, 2013 © Granja Beat, 2013 Con la colaboración de Desacorde Ediciones C/ Arroyo del Olivar, 34. Puente de Vallecas 28053 Madrid. Telf. 91 17 60 555 ISBN: 978-84-940722-1-5 Depósito legal: GU-024-2013 Imprime: unoeditorial.com
Dedicado a mis amigos. Me llamo Miguel, aunque muchos me conocen como Dr. Sapo. Lo que más me gusta en la vida es hacer canciones, y después cantarlas. Llevo bastante tiempo dedicándome a ello, y entre tantas canciones, han cobrado vida personajes muy divertidos. Algunos de ellos están basados en personajes que ya existían antes, y otros son totalmente inventados por mí. Un buen día, estos personajes llamaron a mi puerta, y me contaron una historia increíble. Yo nunca había escrito un cuento, pero su historia me pareció tan bonita, que decidí compartirla con vosotros. Aquí la tenéis, espero que os guste.
Érase una vez un ratoncito muy travieso que se llamaba Samuel, pero todos sus amigos le llamaban Sam. Vivía en una caja de cartón llena de agujeros, le encantaba reír y saltar encima de la almohada, pero sobre todo le gustaba jugar al ajedrez, de hecho era el campeón de su barrio. Un día, jugando al ajedrez con su amigo Eusebio, que era un sapo mayor que él, Sam perdió la partida y se enfadó mucho… se enfadó tanto que esa misma noche se escapó de su caja de cartón y se asomó a la ventana. Sam estaba distraído pensando cuál había sido su error, cuando de pronto en el cielo nocturno apareció una estrella preciosa. Sam se enamoró inmediatamente de ella, pensó que era la estrella más bonita que jamás había visto… se volvió tan loco que decidió salir a buscarla. Se puso una bufanda para no pasar frío, cogió su pistola de juguete y se marchó.
SAM Sam estuvo vagando toda la noche de charco en charco, persiguiendo el reflejo de aquella estrella, pero no logró alcanzarla. Sin embargo, no se dio por vencido y siguió buscando hasta el amanecer. El sol ya empezaba a asomar por el horizonte cuando Sam se encontró con un Caracol. SAM: Buenos días, señor caracol, ¿qué hace usted levantado tan pronto? El caracol le miró con los ojos muy abiertos y contestó:
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ROGELIO: Pues porque tengo hambre, ¿no tendrás un trozo de lechuga por ahí? SAM: Pues no… ROGELIO: Oh, le ruego que disculpe mi falta de educación, lo primero es presentarme. Mi nombre es Rogelio, Rogelio el caracol, y llevo tres días sin encontrar comida. Estoy a punto de morir de hambre… por favor, le suplico que me ayude. Sam se dio cuenta de que Rogelio estaba muy delgado y deseó poder ayudarle, pero, si no era capaz de alcanzar su estrella, ¿cómo iba a ayudar a Rogelio a encontrar comida? Pero… un momento… SAM: ¡Oiga! ¿Y qué es aquella cosa verde que se ve al otro lado de la carretera? Ambos miraron en esa dirección. ROGELIO: ¡Es una lechuga gigante! Mi comida preferida, ¡mmmm qué ricaaa! Pero…está al otro lado de la carretera, ¿cómo llegaré hasta allí? Por la carretera pasaban coches a toda velocidad. SAM: Pues pa mí que sólo hay una forma de llegar, y es cruzando la carretera.
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ROGELIO: ¡Oh, noo! ¡Tengo mucho miedo! Si intento cruzar, moriré aplastado por la rueda de algún coche. Jamás lo conseguiré. Oh, soy un fracasado… SAM: No digas eso, Rogelio, ¡tú puedes conseguirlo! Solo tienes que coger carrerilla, mirar a los lados y cuando no pase ningún coche… ¡poner el turbo!
ROGELIO EL CARACOL Rogelio se armó de valor, cogió carrerilla y se lanzó a cruzar la carretera. Sam no quiso dejarle solo y le acompañó en su peligrosa travesía. Varios coches estuvieron a punto de aplastarlos, pero finalmente llegaron al otro lado de la carretera y se encontraron de frente con una hermosa lechuga gigante. ROGELIO: ¡Lo hemos conseguido! Mmmm, qué buena pinta tiene, con esta lechuga tan grande tendré comida para toda la semana. SAM: ¡Enhorabuena, Rogelio, eres un caracol muy valiente! ROGELIO: ¡Noo! No lo soy, pero gracias a ti he descubierto que la vida es una aventura emocionante. SAM: Claro que sí, ¡merece la pena estar vivo! ROGELIO: ¡Y tantoo! Debe de haber miles de lechugas por el mundo, ¡y todas me están esperando! ¡Solo tengo que encontrarlas! Gracias por ayudarme, mi querido amigo. 11
SAM: ¡De nada, compañero! Vamos a celebrarlo cantando una canción a todas las cosas bonitas que hay bajo el sol…
BAJO EL SOL De pronto la lechuga empezó a moverse y tras una de sus hojas asomó la cabeza un personaje muy peculiar. TARZÁN: ¡Maldita sea! Me habéis despertado, ¿por qué demonios no os vais a cantar a otro sitio? Les gritó enfadado. SAM: Disculpe, señor, no sabíamos que estaba usted durmiendo dentro de la lechuga. El curioso personaje salió de la lechuga, y los dos amigos se quedaron sorprendidos al ver que tan solo iba vestido con un taparrabos. ROGELIO: Oh, señor, ¿no tiene frío?, ¿por qué lleva sólo un taparrabos? TARZÁN: Yo soy Tarzán, vengo de la selva y allí no hace falta nada más. SAM: ¡Anda! ¿Y por qué ha venido a la ciudad? ¿Está usted de visita? TARZÁN: ¿Y qué os importa a vosotros? Acaso os he preguntado yo qué hacéis cantando a estas horas.
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ROGELIO: Estábamos celebrando que hemos conseguido cruzar la carretera y alcanzar la lechuga. ¡Mmmmm, qué ricaaa!, ¡qué buena pinta tiene! TARZÁN: Pues ahí la tienes, es toda tuya. ¡Yo me largo! Rogelio no se lo pensó dos veces. Se abalanzó sobre la lechuga y empezó a comérsela con grandes mordiscos. SAM: ¡Espera, Tarzán! Un momento por favor… Tarzán se alejaba ya hacia la selva, pero se detuvo y miró al ratón. TARZÁN: ¿Qué quieres? SAM: Pues… a ver… ¿No te habrás cruzado con una estrella?, anoche la vi desde mi ventana, pero no consigo encontrarla. TARZÁN: Pues no… y tú, ¿no habrás visto una mona por la ciudad? SAM: Pff… tampoco… ¿por qué? ¿Qué te ocurre? TARZÁN: Llevo tres días buscando a mi compañera, la mona Chita. La perdí de vista y he seguido sus huellas hasta aquí… pero en el asfalto de la ciudad he perdido su rastro y ahora no sé dónde buscarla. SAM: ¡Vaya, hombre! Qué mala suerte… TARZÁN: ¡Malísima! Además la ciudad no me gusta nada, todo el mundo lleva traje y dice mentiras, las flores están tristes y los perros hablan un idioma muy raro. Yo quiero volver a mi selva…
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TARZÁN HA VUELTO SAM: No te preocupes, Tarzán. Si quieres, nosotros podemos ayudarte a encontrar a tu amiga Chita. TARZÁN: ¿En serio? ¿Harías eso por mí? … Rogelio y Sam contestaron a la vez: ROGELIO/SAM: ¡Por supuesto! TARZÁN: Pues… no sé… el caso es que… Ante esta gran muestra de generosidad, Tarzán finalmente se derrumbó y comenzó a llorar desconsoladamente. TARZÁN: ¡Sí, por favor! ¡Ayudadme! Necesito encontrarla… Ayyyy, mi pobre Chita, ¿dónde estará? Ayyy, cuánto la echo de menos, es mi mejor amiga y la he perdido para siempre… ayyy… nunca la encontraré… Los dos amigos se miraron, sorprendidos al ver a Tarzán llorando como un niño. Entonces comprendieron que Tarzán, a pesar de ser tan diferente, en el fondo era igual que ellos. Él también buscaba algo en la vida, estaba solo y necesitaba ayuda. SAM: Vamos, Tarzán, no te rindas. Si te lo propones, tú puedes conseguirlo. ROGELIO: ¡Oh, sí, nosotros te ayudaremos! Juntos hemos conseguido cruzar la carretera, y juntos encontraremos a tu amiga Chita.
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SAM: ¡Claro que sí! Tarzán les miró con curiosidad, se levantó y en su cara comenzó a dibujarse una sonrisa.
MUNDO MÁGICO Los tres amigos salieron en busca de Chita, y estuvieron todo el día rastreando la ciudad. Miraron bajo los coches, encima de los tejados, entre los arbustos del parque, en las farolas, los arcenes, los balcones, pero nada… no encontraron ni rastro de la mona. Ya comenzaba a anochecer cuando se toparon con otro curioso personaje: un erizo de color rosa que estaba olfateando en un contenedor de basura. SAM: Buenas tardes, señor Erizo, ¿no habrá visto usted pasar por aquí a una mona? ESPINETE: ¡Hola, amiguetes! ¿Me ayudáis? En este contenedor hay un tesoro escondido, seguro que anda por aquí, ya casi puedo olerlo. SAM: ¿Cómo? Pero qué me estás contando, no me digas que tú también estás buscando algo. ESPINETE: ¡Pues claro! Llevo tres días buscando entre la basura, de momento no he encontrado mucho… solo televisores viejos y cajas de cartón, pero estoy seguro de que pronto encontraré un tesoro fantástico. ROGELIO: ¡Oh, un tesoro de lechugas! ¡Yo te ayudo! 19
Rogelio se metió dentro del contenedor y comenzó a rebuscar entre la basura. Tarzán se acercó al erizo y le dijo: TARZÁN: Espera, yo te conozco. Tú vivías en el bosque con el resto de animales, eres Espinete el erizo. Dime, ¿qué haces en la ciudad? ESPINETE: En el bosque me aburría mucho. No tenía amigos para jugar, así que decidí salir a recorrer el mundo y conocer gente nueva. SAM: ¡Qué guay! ¿Y cómo te va? ESPINETE: Pues… desde que llegué a este barrio no he conocido a nadie. Me paré en este contenedor, y desde entonces busco el tesoro que hay escondido. ¡Soy Espinete, el erizo!
UN ERIZO COMO YO Tarzán sintió una gran simpatía por Espinete y también quiso ayudarle, así que decidió unirse a él y a Rogelio en la búsqueda del tesoro. Sam se quedó atrás mirando a sus tres nuevos amigos, tan concentrados en el contenedor de basura, y comenzó a sentirse muy triste, una profunda pena atenazaba su corazón. Todo el mundo buscaba algo en la vida, pero ninguno lo encontraba. Pensó que su estrella ya estaría muy lejos y que jamás podría alcanzarla. Se sentó en el suelo y empezó a llorar. Los tres personajes se dieron cuenta de que su amigo estaba llorando y se volvieron hacia él. 21
ESPINETE: Amigo, ¿por qué lloras? SAM: Porque jamás encontraré mi estrella… ESPINETE: ¡No digas eso! Únete a nosotros, quizá tu estrella también esté escondida entre la basura. TARZÁN: Eso es imposible. Las estrellas viven en el cielo, no en los contenedores. ROGELIO: ¿Y las lechugas? SAM: Es inútil… mi estrella estará ya muy lejos. La perdí de vista por la mañana y desde entonces no he vuelto a verla. Creo que jamás la volveré a ver. ESPINETE: Pero tiene que haber alguna forma de encontrarla, déjame pensar… Espinete le dio vueltas y más vueltas a su cabeza, tratando de encontrar una solución. Al fin se le ocurrió algo. ESPINETE: ¡Espera, tengo una idea! ¿Por qué no se lo dices a los Reyes Magos? Ellos hacen realidad cualquier deseo. Pídeselo a ellos y seguro que vendrán a traerte tu estrella.
QUERIDOS REYES MAGOS Mientras cantaban se hizo de noche y las estrellas comenzaron a aparecer en el cielo. 23
Los cuatro amigos miraron al firmamento embelesados. De pronto, una estrella bajó hasta ellos, cogió a Sam de los bigotes y se lo llevó volando. Volaron alto, muy alto. Y desde tanta altura Sam miró hacia abajo y vio que sus amigos se hacían cada vez más pequeños, hasta convertirse en tres puntos de luz. La ciudad también se hizo muy pequeña, el bosque, el mar, la tierra… todo se hizo pequeñito. Entonces Sam se dio cuenta de que no existen las fronteras, que solo existen dentro de nosotros. Y comprendió que hay que mirar dentro de las cosas pequeñas, porque en su interior está lo que buscamos. Y supo sin ninguna duda que dentro de su caja de cartón había un universo entero, y que allí le estaba esperando su estrella. Sam abrió los ojos. Se había quedado dormido mirando las estrellas, pero ya estaba amaneciendo y sus tres amigos dormían a su lado. SAM: ¡Espinete! ¡Rogelio! ¡Tarzán! ¡Despertarse! ¡Que ya es hora! Tengo una cosa muy importante que deciros.
NO HAY FRONTERAS TARZÁN: ¡Llevas toda la razón! Tengo que volver a mi selva, que es donde mejor se está. Allí no hay líneas pintadas en el suelo, ni jaulas, ni tantas mentiras. ¡Yo me vuelvo! Espinete salió corriendo tras él. 25
ESPINETE: ¡Espera, Tarzán! No te vayas. Aún no hemos encontrado mi tesoro… De repente, escucharon un ruido dentro del contenedor. Todos se quedaron mirándolo fijamente, cuando de pronto, de su interior salió una mona dando saltos. TARZÁN: ¡Chitaaaa! Mi querida amiga, ¡por fin te encuentro! Tarzán y Chita se abrazaron con fuerza, por fin volvían a estar juntos. Los tres amigos les miraban sonrientes, en especial Espinete, que no paraba de aplaudir y dar saltos de alegría. ESPINETE: Ahora lo comprendo todo, en realidad no hay nada de valor en este contenedor de basura. Vosotros sois el tesoro que estaba buscando, ¡mis nuevos amigos! Espinete abrazó a sus nuevos amigos. Todos estaban muy contentos de estar juntos, y pensaron que la amistad era lo más bonito que podían tener. TARZÁN: ¡Vámonos al campo, todos juntos! Construiremos una casa en un árbol y viviremos felices, en armonía con la naturaleza. ESPINETE: ¡Molaaaa! ROGELIO: ¡Oh, sí!, ¡allí habrá muchas lechugas!
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Pero Sam no les escuchaba, su pensamiento estaba en otro lugar. Echaba de menos su casa, su bonita caja de cartón llena de agujeros, su almohada, su tablero de ajedrez, su estrella… SAM: Iros vosotros, yo me vuelvo a mi caja de cartón. Pero no os preocupéis, que jamás me olvidaré de vosotros y siempre que pueda iré a visitaros a vuestro árbol. Todos se volvieron hacia Sam, y le miraron con pena y alegría a la vez. Estaban muy contentos por haber encontrado lo que tanto buscaban, pero a la vez tristes por despedir a su nuevo amigo. TARZÁN: ¡Mucha suerte, compañero! Que tengas un buen viaje. ESPINETE: Por favor, ¡ven pronto a visitarnos! ROGELIO: Si ves alguna lechuga, me la mandas. CHITA: u u u u u Sam se despidió de ellos con un fuerte abrazo, se puso la bufanda para no pasar frío, cargó su pistola de juguete y se marchó.
BALAS DE PLASTILINA
FIN 29
GRACIAS a todos los que habéis participado en este proyecto; a Mónica Gallo por su preciosa voz, y su contagiosa alegría; a Chelo Vivares por regalarnos su arte, y hacernos sentir como niños; a Tony Martínez por su amistad, y su gran inspiración; a Gonzalo Durán por cambiar el rumbo de la historia, y convertir un simple cuento en algo muy especial; a Diego Alcalá por llenarlo todo de colores; a José Luis López (Pepehillo) y Álvaro Barco por sus exquisitas aportaciones musicales; a Begoña y Jorge, de Desacorde Ediciones, por su gran ayuda; a Tonny Serrano por confiar en el proyecto, y unirse a la fiesta; a Claudia Orellana por existir; a Conchi por sus sabios consejos; a mis padres por su apoyo incondicional; y en especial a Fernando Polaino por acompañarme dentro y fuera del escenario. También quiero mencionar al resto de mi banda, a los músicos que forman este proyecto llamado Dr. Sapo. Porque ellos no han participado en este cuento, pero están presentes en cada canción, en cada personaje… A Enrique Cormenzana, Eduardo Martínez, David Rodríguez, Fernando Vasco, Juanpe Moragues, Lorenzo Mena, Maximiliano Resnicosky, Iván Pérez. Gracias por aguantar a este sapo. Sin vosotros, Sam nunca hubiera salido de su caja de cartón…
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Producido por Fernando Polaino. Grabado y mezclado en “Estudio Establo”, Cañizar (Guadalajara) por Fernando Polaino. Masterizado por Álvaro Barco. CANCIONES: 1. Sam (Letra y Música: Miguel de Lucas) 2. Rogelio el Caracol (Letra: Miguel de Lucas; Música: Enrique Cormenzana, Fernando Vasco, Lorenzo Mena, Miguel de Lucas) 3. Bajo el Sol (Letra y Música: Miguel de Lucas) 4. Tarzán Ha Vuelto (Letra y Música: Miguel de Lucas) 5. Mundo Mágico (Letra y Música: Miguel de Lucas) 6. Un Erizo Como Yo (Letra y Música: Fernando Luna) 7. Queridos Reyes Magos (Letra y Música: Miguel de Lucas) 8. No Hay Fronteras (Letra: Miguel de Lucas; Música: Iván Pérez, Enrique Cormenzana, Fernando Vasco, Lorenzo Mena, Miguel de Lucas) 9. Balas de Plastilina (Letra y Música: Miguel de Lucas) MÚSICOS: Fernando Polaino: Guitarra acústica, banjo, xilófono, coros. José Luis López Gil (Pepehillo): Caja, percusiones. Álvaro Barco: Contrabajo. Miguel de Lucas: Guitarra española, voces, armónica, kazoo. VOCES DEL CUENTO: Mónica Gallo: Narración. Chelo Vivares: Voz de Espinete. Gonzalo Durán: Voz de Tarzán. Tony Martínez: Voz de Rogelio. Miguel de Lucas: Voz de Sam.