Jesucristo en el antiguo testamento

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Anabella de la Cruz

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test o u g i t n a n el


Jesucristo en el antiguo testamento Edición en español Editorial R & A- 2014 Lima, Perú © 2014 por Anabella de la Cruz A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas se tomaron de la Santa Biblia, Versión Reina Valera 1960 © Sociedades Bíblicas Unidas Impreso en Perú Printed in Perú CATEGORIA: Teología/Teología y doctrinas/Apologética


A l niño travieso, inquieto y molestoso que sentaron a mi lado en la escuela primaria. Él si que mostraba el amor de Dios a los demás. Aún lo sigue haciendo.



p r e fac i o El Antiguo Testamento fue escrito para crear una expectación del Cristo y para preparar su camino. Es la historia de la nación hebrea, y trata en gran parte de eventos y necesidades de sus propios tiempos. Pero a través de todo el relato, se mantiene la expectación y la anticipación de la venida de una sola Persona majestuosa, que reinará y hará una obra grande y maravillosa en la tierra. Este es Jesucristo, el Mesías. Existen figuras mesiánicas en todo el relato del antiguo testamento que lo demuestra, estas figuras son los personajes, objetos y acontecimientos que daban de antemano las señales distintivas del Mesías: eran como retratos anticipados, y predicciones mudas de su venida. En este libro veremos a aquellos diferentes personajes y a lgunas señales, las cuales de alguna u otra manera nos daban una antesalada a la llegada del Mesías.

“Escudriñad las Escrituras ya que en ellas esperáis tener la vida eterna; ellas testifican de mí” (Jn. 5, 39). 5



s e l a n o s r pe s a r u g i F Ă­as s e M l e d


Adán es figura del Mesías por semejanza y por contraste. Por semejanza.Adán es la obra maestra de Dios en la creación terrestre. Nuestro Señor es la obra maestra de Dios en la creación terrestre y en la celeste. Adán fue constituido rey del universo. Jesús declara que “toda potestad le ha sido dada en el cielo y en la tierra” (Mat., XXVIII, 18). Adán se duerme, y de una de sus costillas le forma Dios una compañera. Jesucristo duerme en la cruz el sueño de la muerte, ábrenle el costado y de él sale la Iglesia, su esposa, figurada por la sangre y el agua. Entre Adán y Eva existe una uni6n indisoluble. Entre Jesucristo y su Iglesia existe una unión que no tendrá fin: “Estad ciertos que yo estaré continuamente 8


A DA N con vosotros hasta la consumación de los siglos” (Mat., XXVIII, 20). Adán peca, y es arrojado del paraíso. Jesucristo, después de bajar del cielo, se hizo, por amor nuestro (II Cor., V, 21), como si hubiese sido el pecado mismo. Por contraste. - Adán es el padre de todos los hombres según la carne. Jesucristo es el padre de todos los hombres según el espíritu. “Por el pecado de Adán todos l o s hombres incurrieron en la condenación. Por la justicia de Jesús, todos los hombres reciben la justificación de la vida” (Rom., V, 18). Por Adán vino la muerte, y por Jesús la resurrección de los muertos. Todos mueren en Adán y todos serán vivificados en Cristo. 9


A B E L

condujeron a Jesús fuera de los muros de Jerusalén y lo crucificaron en el Gólgota.

Abel, el segundo hijo de Adán es, también, una figura del Mesías: Abel fue pastor de ovejas: Jesús es el pastor de almas, llama a los cristianos sus ovejas y a la Iglesia su rebaño: “Yo soy el buen Pastor, y conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen”.

El sacrificio de Abel fue agradable a Dios y el Caín, rechazado; el sacrificio de Jesús es el único que Dios acepta para la remisión de los pecados; los de la antigua ley carecen de valor para este efecto: “Lo que se ofrece según la ley no te complació. Digo entonces: Heme aquí, vengo para hacer, Dios mío, tu voluntad; abolió el primer sacrificio, para establecer le segundo (Hebr X, 9-9).

“La voz de sangre de tu hermano clama hasta mí” dice Dios a Caín; la aspersión de sangre de Jesús es más elocuente que la de la sangre de Abel”, dice San Pablo. Adán es consolado por el nacimiento de Seth, hijo de bendición, perpetúa la raza de los justos; Dios es, por así decirlo, consolado de la muerte de Cristo, por el nacimiento de una multitud incontable de cristianos, hijos de Dios por adopción.

Abel por su piedad y su inocencia, excitó la envidia de Caín, su hermano; Jesús, por su santidad y sus milagros, se atrajo el odio de los judíos, sus hermanos. Caín dijo a Abel: “Salgamos”, y cuando estuvieron en el campo, lo mató; los judíos 10


H eno ch

El Mesías es también prefigurado por el Patriarca Henoch, que Dios llevó vivo al cielo.

Henoch llevó una vida pura y “caminó siempre con Dios”, dice la escritura; Jesús conoció todas las miserias humanas, excepto el pecado, dice san Pablo. Henoch, según el testimonio de san Judas, profetizó en estos términos: “He aquí que viene el Señor, acompañado de todos sus millones de Ángeles, para juzgar y condenar a todos loa malvados y todos los impíos (Jud. XIV); Jesús, sin dejar de hacer al bien por todos lados, no dejó de amenazar a los malvados con la cólera celeste. Henoch fue llevado vivo al cielo: Jesús, después de su resurrección, subió al cielo por su propia virtud, los santos Padres 11

aplican a Henoch y a Elías estas palabras del Apocalipsis: “Daré a mis dos testigos e poder de profetizar… la bestia que sube del abismo les hará la guerra, los vencerá y los matará; … sus cuerpos permanecerán tres días y medio sin sepultura… pero después Dios soplará sobre ellos un espíritu de vida… y subirán al cielo en una nube, a la vista de sus enemigos (Apoc. II 3 y ss); “¿esta profecía no se ha realizado en el Salvador? Jesús fue matado por los judíos, instigados por el demonio, y, luego permaneció tres días en la tumba, resucitó glorioso y subió al cielo cuarenta días después de su resurrección.


no e Noé fue la consolación de su padre Lamech: esto es lo que significa el nombre Noé; Jesús (este nombre significa Salvador) es, por la salvación que procura a los hombres, la consolación del Padre Eterno, que el pecado había irritado. Noe fue un hombre justo y perfecto en medio de los hombres de tu tiempo; Noé, por orden de Dios, construyó un arca que debía salvar a todo aquellos que estaban con él. Jesús estableció la Iglesia, especie de arca providencial, fuera de la cual no hay salvación. A la vez que construía el arca, Noé no dejaba de predicar la penitencia y no dejaba de decir a los judíos: “Hagan 12


penitencia; si no hacen penitencia, perecerán todos”; y nadie le escuchaba. Después del sacrificio ofrecido a la salida del arca, Dios Hizo alianza con Noé; después del sacrificio de la cruz, Dios lo hizo con Nuestro Señor, y mediante Él con los hombres, una alianza que será eterna. Noé repobló la tierra; nuestro Señor 13

la pobló de justos, y el cielo de santos. Noe fue ultrajado por Cam; Jesús expuesto sobre la cruz, fue ultrajado por los judíos. Cam, hijo de Noé, fue maldito en su posteridad, y sus hermanos, benditos de Dios; los Judíos insultadores fueron malditos de Dios y los verdaderos hijos de Israel, los discípulos de Jesús, fueron colmados de bendiciones.


ABRAHAM ¿Cómo es Abraham figura del Mesías? Abraham es el padre del pueblo de Dios: “Te haré padre de un gran pueblo, y te bendeciré y engrandeceré tu nombre, y serás bendito. Bendeciré a los que te bendigan, y maldeciré a los que te maldigan” (Gen., XII, 2, 3). “Jesucristo

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es el padre del pueblo cristiano; tiene la bendición de Dios y ha recibido todas las gentes en herencia, y en posesión, los territorios de la tierra” (Salmo II, 8). Los que lo bendigan serán benditos, y los que lo maldigan serán malditos.


M E L Q U I S E C

Melquisedec aparece en la Escritura “sin padre, sin madre, sin genealogía, sin ser conocido el principio de sus días, ni el fin de su vida” (Hebr., VII, 3). Jesucristo no tiene padre en la tierra, ni madre en el cielo: “¿Quién contará su generación?” (Isaías LIII, 8). No tiene principio ni tendrá fin: “De mi seno antes del lucero te engendré” (Salmo CIX, 3). “Tú eres sacerdote por toda la

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eternidad”(Hebr., VII, 21). “El nombre de Melquisedec, en primer lugar, significa rey de justicia, además era rey de Salem, que quiere decir rey de paz” (Hebr., VII, 2). Jesucristo es por excelencia el rey de la justicia y de la paz: “Yo he sido por él establecido rey sobre Sión, monte santo suyo, para predicar su precepto” (Salmo II, 6). “En Él, la misericordia, y la verdad se encontraron: la justicia y la paz se besaron” (Salmo LXXXIV, 11). “Melquisedec era sacerdote del Dios Altísimo” (Gen., XIV, 18). “Jesucristo ha sido constituido pontífice por toda la eternidad según el orden de Melquisedec” (Hebr., VI, 20). Melquisedec, sacerdote del Altísimo, ofreció pan y vino. Jesucristo ha instituido el santo sacrificio de la santa cena bajo las especies de pan y vino. Melquisedec bendijo a Abraham y en él a todas las naciones. Jesucristo bendijo a la Iglesia, cuyos hijos son los verdaderos hijos de Abraham, padre de todos los creyentes.


I S A AC sino en figura. Jesucristo muere y resucita en realidad. Isaac recibe en recompensa de su obediencia la promesa de una posteridad numerosa. “Jesucristo se hizo obediente hasta la muerte; y muerte de cruz. Por lo cual también Dios lo ensalzó y le dio nombre superior a todo nombre”

El nacimiento de lsaac fue anunciado a Sara por un ángel. También fue un ángel quien anunció a Maria el nacimiento de Jesús. Isaac es hijo único de Sara. Jesús es hijo único de Maria. lsaac inocente es condenado a morir. Jesús, la misma inocencia, es también condenado a muerte. Isaac debe ser inmolado por su padre. Dios Padre es quien ejecuta, por manos de los Judíos, la sentencia de muerte contra su Hijo: “Dios no perdonó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros” (Rom., VIII, 32). Isaac subió a una montaña, cargado con leña que debía consumirlo. Jesús subió al monte Calvario, cargado con su cruz. Isaac consiente en ser inmolado y se deja atar sin resistencia. Jesús se ofrece a la muerte y se deja clavar en la cruz, entregándose como manso cordero, a sus verdugos. Isaac no es inmolado ni resucita 16


J AC O B Jacob, manso y virtuoso, es perseguido por su hermano Esaú, por causa de las bendiciones que ha recibido de su padre. Jesús, la misma mansedumbre y santidad, es también odiado por los Judíos, porque ha recibido de Dios, su Padre, todo poder en obras y en palabras. Jacob va a un

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país lejano, por orden de su padre, para buscar esposa, sólo la obtiene después de largos y rudos trabajos, y vuelve a su patria para recibir de nuevo la bendición de Isaac. El Hijo de Dios es enviado por su Padre a la tierra para adquirir, al precio de su sangre, a la Iglesia, que es su esposa; y vuelve al cielo donde resuena en alabanza suya este cántico de los Santos y de los Ángeles: “Al que está sentado en el trono, y al Cordero, bendición, y honra, y gloria, y potestad por los siglos de los siglos” (Apoc., V, 13). Jacob, por sus doce hijos, llega a ser cabeza de un pueblo numeroso. Jesús, por sus doce Apóstoles, llega a ser cabeza de una multitud innumerable de elegidos


José es el blanco de la envidia de sus hermanos por ser más amado de su padre que ellos, y porque les anuncia su grandeza futura. Jesús, en quien el Padre puso todas sus complacencias, y que se proclama Mesías, es objeto de la envidia y odio de los Judíos, sus hermanos. José es enviado a sus hermanos. Jesús es enviado a los Judíos, sus hermanos. José es vendido a unos mercaderes extranjeros. Jesús es vendido por Judas y entregado a los Romanos, que eran extranjeros. La túnica de José fue empapada en la sangre de un cabrito. La túnica de Jesús quedó empapada de su propia sangre en la flagelación. José es vendido como esclavo a Putifar. “Jesús se anonadó a sí mismo, tomando la forma de siervo” (Filip., II, 7), y padeció el suplicio de la cruz que se reservaba para los esclavos. José, inocente, es encarcelado y no se defiende. Jesús, inocente de los crímenes que se le imputan, no abre la boca delante de sus acusadores. José, detenido con dos prisioneros, anuncia al uno su muerte y al otro su gloriosa libertad. Jesús, crucificado entre dos ladrones, promete

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al uno la felicidad del cielo, y abandona al impenitente a la condenación. José pasa de la cárcel a las gradas del trono de Faraón. Jesús sale glorioso del sepulcro. José alimentó al pueblo con el trigo que había almacenado. Jesús es el pan de vida, el pan bajado del cielo. Los hermanos de José padecen hambre mientras no acuden a pedirle trigo. Los Judíos padecen hambre espiritual mientras no acuden a pedir a Jesucristo el pan de la verdad. El rey Faraón mudó el nombre de José y llamóle, en lengua egipciaca, “Salvador del mundo” (Gen., XLI, 45). “Hemos conocido que éste (Jesucristo) es verdaderamente el Salvador del mundo” (Juan IV, 42). José perdona a sus hermanos. Jesús perdona a sus verdugos. El rey Faraón colma de honores a José y le confiere el gobierno de toda la tierra de Egipto. “Dios lo ensalzó (a Jesucristo) y le dio nombre superior a todo nombre, a fin de que al nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el infierno, y toda lengua confiese que el Señor Jesucristo está en la gloria de Dios Padre” (Filip., II, 9-11).

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Job, hombre justo y temeroso de Dios, es probado con toda suerte detrabajos; pasa por las pruebas más espantosas; mas, en medio de tantos males, su paciencia no se altera, reconoce el supremo dominio de Dios y su sabiduría infinita. “El Señor me lo dio todo, el Señor me lo quitó;como agradó al Señor, así se ha hecho: bendito sea el nombre del Señor” (Job I, 21). Jesucristo, el justo por excelencia, se ve despojado de todo, abando¬nado de sus discípulos, cubierto de llagas de pies a cabeza, y no abre su boca para quejarse: “Padre mío, no se haga mi voluntad” (Mat., XXVI, 42).

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A ARO N Aarón es el pontífice del Antiguo Testamento. Jesucristo es el pontífice del Nuevo. Aarón y sus sucesores son consagrados con óleo extraído deL fruto de los árboles. La unción de Jesucristo es completamente espiritual “Te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría” (Salmo XLIV, 8). Sólo el pontífice de la antigua alianza “entraba una vez al año en el Sanctasanctórum, no sin llevar allí sangre, la cual ofrecía por sus ignorancias y por las del pueblo” (Hebr., IX, 7). Jesucristo “no con sangre de machos de 21

cabrío, ni de becerros, sino con la sangre propia entró una sola vez en el santuario, habiendo obtenido una eterna redención” (Hebr., IX, 12). “Aarón debía llevar las iniquidades que cometieron los hijos de Israel” (Ex., XXVIII, 38) por las faltas cometidas en los sacrificios. “Jesucristo tomó sobre si nuestras e n fe rm e d a d e s , y cargó con nuestros dolores. Él fue llagado por nuestras iniquidades y quebrantado por nuestros pecados”


Moisés se sustrae a las órdenes crueles de Faraón. Jesús se sustrae a las órdenes crueles de Herodes. Ambos pasan los primeros años de su vida en Egipto. Moisés se prepara a su misión de libertador de Israel por medio de cuarenta años de destierro en el desierto y cuarenta días de ayuno en el Sinaí. Jesús se prepara a su misión de Salvador del mundo por medio de treinta años de retiro en Nazaret y cuarenta días de penitencia e n el desierto. Moisés hace milagros p a ra librar a su pueblo de la servidumbre de Egipto. Jesús hace milagros para librar a los hombres de la esclavitud del demonio. Moisés manda inmolar el cordero pascual. Jesús, verdadero Cordero Pascual, se inmola a sí propio y manda a los Apóstoles ya sus sucesores que continúen su sacrificio. Moisés hace atravesar las aguas del mar Rojo al pueblo hebreo para librado de la servidumbre de Egipto. Jesucristo hace pasar a los hombres por el agua del bautismo, para librarlos de la esclavitud del pecado original. Moisés guía a los hebreos a través del desierto hacia la tierra prometida. Jesucristo conduce a los cristianos a través 22

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del desierto de esta vida, hacia el cielo, que es la verdadera tierra prometida. Moisés alimenta a su pueblo con el maná caído del cielo, y apaga su sed con el agua que con su vara hace brotar de la roca. Jesucristo alimenta a los cristianos con el verdadero pan de vida bajado del cielo, y apaga su sed con el agua que manará hasta la vida eterna (Juan IV, 14). Moisés es el legislador del pueblo hebreo. Jesucristo es el legislador de

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todos los hombres. (Juan IV, 14). Moisés es el legislador del pueblo hebreo. Jesucristo es el legislador de todos los hombres. Moisés es el profeta del Antiguo Testamento. Jesucristo es el profeta del Nuevo. En efecto, Dios dijo a Moisés: “Levantaré para ellos un profeta de en medio de sus hermanos, semejante a ti” (Deut., XVIII, 18). La ley antigua se promulgó en el Sinaí, el día de Pentecostés, en medio de truenos y relámpagos. La ley 23

nueva se promulgó en el cenáculo, el día de Pentecostés, en medio del ruido de un viento impetuoso que venía del cielo, y a la luz de las lenguas de fuego que descansaban sobre la cabeza de los Apóstoles. Al descender Moisés del monte, su rostro estaba inundado de luz. El rostro dé Jesucristo resplandeció como el sol en el monte Tabor. Moisés ofrece sangre de victimas para confirmar la antigua alianza. Jesucristo ofrece su sangre para confirmar la nueva alianza. Por mediación de Moisés se apacigua la cólera de Dios irritado contra su pueblo. Jesucristo apacigua sin cesar la cólera de Dios irritado contra los pecadores. “Uno es el mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre (I Tim., II, 5). De aquí es que puede perpetuamente salvar a los que, por medio suyo, se presentan a Dios, como que e s tá siempre vivo para interceder por nosotros” (Hebr., VII, 25). Moisés envía doce hombres a explorar la tierra de Canaán. Jesucristo envía doce apóstoles para convertir al mundo. Pero Moisés no introduce a los Hebreos en la Tierra prometida. No pertenece sino sólo a Jesús, mucho mayor que Moisés, abrir el cielo a los hombres.


josue Josué significa Salvador. Jesús quiere decir Salvador. Josué, y no Moisés, fue quien introdujo a los hebreos en la Tierra prometida, después de Pasar el Jordán. La ley nueva de Jesucristo, y no la antigua dada por Moisés, es la que nos hace entrar en el cielo después de haber sido purificados con las aguas del bautismo. “No se justifica el hombre por las obras solas de la Ley sino por la fe de Jesucristo” (Gal., II, 16). “La Ley no condujo ninguna cosa a perfección, sino que conduce a una esperanza mejor por la cual nos acercamos a Dios” (Hebr., VII, 19). Josué fue muy grande salvando a los escogidos de Dios, derrotando a los enemigos que se le oponían, para que Israel lograse la 24

herencia (Ecli., XLVI, 2). Jesucristo es el león de la tribu de Judá (Apoc., V, 5), que domina en medio de sus enemigos (Salmo CIX, 2), y los quebrantará como a vaso de alfarero (Samo II, 9).


g e deon ¿Cómo es Gedeón figura del Mesías? Gedeón es el último entre sus hermanos. Jesucristo ha querido aparecer como el último de los hombres. La misión de Gedeón le es manifestada por medio de milagros.Jesucristo da a conocer su misión divina por medio de milagros. Gedeón triunfa de los Madianitas con un corto numero de hombres. Jesucristo conquista el mundo con doce Apóstoles.

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s an s o n

Un ángel apareció a la madre de Sansón y le dijo: “Estéril eres y sin hijos; mas concebirás y parirás un hijo” (Jueces XIII, 3). El ángel Gabriel dijo a María: “No temas, María, porque has hallado gracia en los ojos de Dios. Sábete que has de concebir en tu seno y parirás un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús” (Mat., 26

II, 23). Dijo también el ángel a la madre de Sansón: “Él será nazareno de Dios”(Jueces XIII, 5). “Jesús vino a morar en una ciudad llamada Nazaret, cumplién¬dose de este modo el dicho de los profetas: Será llamado nazareno” (Mat., II, 23). El ángel siguió diciendo a la madre de Sansón: “Él comenzará a librar a Israel de mano de los Filisteos” (Jueces XIII, 5). El ángel dijo a Marta: “Él ha de salvar a su pueblo de sus pecados” (Mat., I, 31). Sansón escoge a su mujer de entre los Filisteos, y le confía sus secretos. Jesús forma su Iglesia de pueblos paganos, y le confía el depósito de su doctrina. Al ir Sansón a ver a esa mujer, encuentra en el camino un cachorro de león; se dirige a él sin armas y lo hace trizas; pocos días después halla en la


boca del animal un panal de miel que las abejas habían ela¬borado en ella como si fuese su colmena. Jesucristo, sin armas, ha domado a los Gentiles, y les ha hecho aceptar su yugo que es suave y dulce como la miel. Sansón mata a mil Filisteos con una quijada de asno. Jesucristo triunfa de sus enemigos por la sencillez de sus Apóstoles y de sus santos. Sansón arranca durante la noche las puertas de Gaza, donde se hallaba encerrado, y las lleva a través de una guardia de soldados a la cumbre de una montaña. Encerrado Jesucristo por tres días en el

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sepulcro, rompe durante la noche las puertas y cerraduras de la muerte, y a través de sus guardas se las lleva hasta el cielo, en donde la muerte no se ceba ya ni en Él ni en sus escogidos. Sansón muere voluntariamente, aplastado con tres mil Filisteos, debajo de los escombros de un edificio derribado por él mismo, y con su muerte destruye más enemigos que durante su vida. Jesús, al morir voluntariamente echa por tierra el poder del demonio haciéndole más daño con su muerte voluntaria que durante su vida.


SAM UEL Samuel, hijo único de una madre hasta entonces estéril, fue consagrado por ella al nazareato: Jesús, hijo único de una Virgen, pasó la mayor parte de su vida en Nazareth. “El joven Samuel, leemos en el primer libro de los Reyes, crecía y complacía tanto a Dios como a los hombres (I Re, XX 26)”; “Jesús, dice el evangelista, crecía en sabiduría lo mismo que en edad y en gracia delante de Dios y delante de los hombres (Lc II.52)”. Samuel fue sacerdote y profeta; Jesús es el sacerdote eterno y el profeta por excelencia. 28


dav i d David nace en Belén. Jesús nace en Belén. David recibe la unción real de manos de Samuel por orden de Dios. Jesús ha sido establecido rey sobre Sión, monte santo suyo(Salmo II, 6). David derriba de una pedrada a Goliat. Jesús con la cruz vence a Satanás. David no consigue reinar sobre todo el pueblo de Israel sino después de largos trabajos y grandes persecuciones. Jesucristo no es reconocido como Rey de reyes sino después de treinta y tres años de humillaciones y tres siglos de persecución contra su Iglesia. David en el trono fue perseguido, maldecido, desterrado. Jesucristo, desde la fundación de la Iglesia, se ha visto traicionado con frecuencia, abandonado, y ha sido el blanco del odio de muchos. David acabó por triunfar de todos sus enemigos. Jesucristo triunfa siempre de todos sus enemigos. 29


s a lom o n Salomón significa pacífico. Jesús es el príncipe de la paz (Isaías IX, 6). Salomón toma por esposa a la hija del rey de Egipto. Jesucristo elige a la Iglesia, su esposa, entre los Gentiles. Después de las guerras y conquistas de David, Salomón tiene un reinado tranquilo y glorioso. Después de sus luchas y victorias terrestres, Jesús sube al cielo, donde su reino glorioso no tendrá fin:“¿Quién es este rey de la gloria? Señor fuerte y poderoso” (Salmo XXIII, 8). Salomón edifica un magnífico templo al verdadero Dios. Jesucristo edifica su Iglesia, que es también el templo de Dios. “Vosotros sois templo de Dios vivo” (II Cor., VI, 16), dice San Pablo a los fieles de Corinto. Los Judíos y los habitantes de Tiro (en mayor número que los Judíos) se unieron para construir el templo de Dios. Los Judíos y los Gentiles (en mayor número que los 30

Judíos) se unen para fundar la Iglesia. La sabiduría de Salomón, tan renombrada en países lejanos, atrae hacia él a los reyes de las naciones, los cuales acuden con ricos presentes. La sabiduría de Jesucristo, conocida en el mundo entero, hace afluir a Él a los reyes y a los pueblos, los cuales depositan a los pies del Señor sus corazones y sus riquezas.


jonas Jonás es arrojado al mar para que se salve la tripulación, e inmediatamente cesa la tormenta. Jesús da su vida por salvar al mundo. “Vosotros no entendéis nada, decía Caifás a los fariseos. Ni reflexionáis que os conviene que muera un solo hombre por el pueblo, y no perezca toda la nación” (Juan IX, 49, 50). “Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre de una ballena. Así el Hijo del hombre estará tres días y tres noches en el seno de la tierra” (Mat., XII, 40). Jonás, lanzado vivo del seno de la ballena, cumple su misión entre 31

los ninivitas, los cuales se convierten. Jesús resucitado atrae a los Gentiles por medio de sus Apóstoles, al conocimiento del verdadero Dios. Jonás exhorta a los ninivitas a hacer penitencia. “Haced penitencia, dice Jesús, porque se acerca el reino de los cielos” (Mat., IV, 17).


Z O RO B A B E L Finalmente, los dos jefes que sacaron a los judíos de la cautividad son también figuras del Mesías: Zorobabel, como Jefe civil, Jesús, como jefe religioso. Zorobabel, de la raza de David, se encargó de conducir a Jerusalén a los judíos liberados de la cautividad de Babilonia; el Mesías, hijo de David, vino a la tierra para sacar a los hombres de la servidumbre de este mundo y conducirlos a la Jerusalén celeste. Zorobabel reconstruyó el templo de Jerusalén; Jesucristo construyó el edificio de su Iglesia con las “piedras vivas” 32

que son los cristianos. (I Pe 5). El sumo sacerdote, hijo de Josedec, fue, con Zorobabel, el guía de los judíos que regresaban de la cautividad; la sagrada Escritura lo representa revestido con


y

j e sus

hábitos sórdidos, con Satán a su derecha, para hacerle la guerra (Zac III, 1 a 3); Jesús, sumo sacerdote de la nueva ley, vino a liberar a los hombres de la cautividad del pecado. Para esto, se revistió con nuestra débil y humana naturaleza y declaró a Satán una guerra sin cuartel. “Un ángel, dice el profeta, hizo quitar a Jesús, hijo de Josedec, sus vestiduras, lo

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revistió con un hábito precioso y le colocó sobre la cabeza una tiara resplandeciente”; Jesucristo, después de haber dejado sus despojos humanos, para revestir la inmortalidad, fue a recibir en el cielo la diadema del triunfo.


J EREM IAS Jeremías, madre, toda su misma,

santificado en el seno de su permanecerá virgen durante vida; Jesús es la santidad la pureza por excelencia.

el pueblo judío, al que quería sacar del mal camino; Jesús, debido a los milagros y a las curaciones que operó, fue acuitado y condenado por los judíos.

Desde su infancia, Jeremías fue elegido por Dios para enseñar al pueblo la voluntad divina; Jesús vino a la tierra para traer a los hombres la nueva ley que debían cumplir. Jeremías vino a desviar a muchos judíos del culto a los ídolos Jesús vino a sacar a los hombres de las tinieblas de las idolatría para conducirlos al conocimiento del verdadero Dios. Jeremías fue, por causa de su piedad y de sus actos buenos, maltratado por

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Jeremías soportó con dulzura y paciencia las injurias y los malos tratos, pidiendo incluso perdón por aquellos que lo maltrataban; Jesús aguantó sin decir nada los insultos y los golpes y, sobre la cruz, pidió a Dios perdón por los sayones. Para vengar a su servidor, Dios castigó duramente a la nación judía; algún tiempo después de la muerte de Jesús, Dios permitió que en expiación de sus crímenes, el pueblo judío perdiera su nacionalidad.


o d a r u g i f e r p o t s i r s o c Jesuc i l 贸 b sim s o h c e h por


el ARBO L D E L A V I DA

El árbol de la vida, plantado en medio del paraíso, daba un fruto que tenía la virtud de reparar el cuerpo y preservarlo de la muerte. Jesucristo, pendiente del árbol de la cruz, es el verdadero fruto de vida que da la inmortalidad. “Quien comiere de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo” (Juan VI, 52). 36


M A NÇ A

La Sagrada Escritura llama al maná pan de los ángeles, pan del cielo. Jesucristo es el verdadero pan de los ángeles bajado del cielo. “Moisés no os dio pan del cielo, mi Padre es quien os da a vosotros el verdadero pan del cielo. Porque pan de Dios es aquel que ha descendido del cielo, y que da la vida al mundo. Yo soy el pan de vida” (Juan VI, 32, 33, 35). El maná se dio a los Hebreos en el desierto después de salir de Egipto, hasta que entraron 37

en la Tierra prometida. El verdadero pan del cielo es para los que, una vez salidos del pecado, atraviesen la vida presente como un desierto, y suspiren por el cielo, en donde verán a Aquel en quien creyeron sin haberlo visto (I Pedro, I, 8). “Si creyeres, verás la gloria de Dios” (Juan 6.40).


EL

COR D ERO

El cordero que los Judíos inmolaban y comían en la fiesta de Pascua había de ser sin mancha. Jesús es el cordero inmaculado y, sin tacha (I Pedro, 19). Dios ordenó a los Hebreos cómo debían comer el cordero pascual “Ceñiréis vuestros lomos, y tendréis zapatos en los pies y báculo en las manos, y lo comeréis apresuradamente, porque es la Fase (esto es el paso) del Señor”(Éxodo XII, 11). El que come la carne del Cordero de Dios, debe tener ceñidos los lomos, es decir, ser casto; un báculo en la mano, esto es, ser fuerte contra el demonio; calzados los pies, es

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decir, ser viajero que camina hacia el cielo. El sacrificio del cordero se ofrecía en expiación de los pecados. Jesús es el Cordero de Dios que, por su muerte, quita los pecados del mundo. La sangre del cordero, con la cual se rociaron las puertas de las casas de los Hebreos, preservó a éstos de la plaga que hirió


P A S CUA L a los Egipcios. La sangre de Jesucristo salva a los hombres que se aplican sus méritos. Estaba prohibido quebrantar los huesos de la victima. Cuando los soldados llegaron a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas..., en cumplimiento de la Escritura: “No le quebraréis ni un hueso” (Juan XIX, 33,

36). El cordero pascual había de comerse con pan sin levadura. “Jesucristo,

nuestro

Cordero

pascual, ha sido inmolado. Por tanto, celebremos la fiesta no con levadura añeja, ni con levadura de malicia y de corrupción, sino con los panes ázimos de la sinceridad y de la verdad” (I Cor., V, 7, 8). Después de haber comido el cordero pascual, los Hebreos se vieron libres de la servidumbre de Egipto. Jesucristo, en la Santa cena que nos hace triunfar de nuestras pasiones y del enemimgo.

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L A S E RP I E N T E D E B RO N C E Por orden de Dios, Moisés erigió una serpiente de bronce a cuya vista se curaban las picaduras de las serpientes, venenosas. “Así es menester que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todo aquel que crea en Él, no perezca, sino que logre la vida eterna” (Juan III, 14, 15). La serpiente de bronce se parecía a las serpientes venenosas en todo, menos en el veneno. El Hijo de Dios fue enviado revestido de una carne semejante a la del pecado (Rom., VIII, 3). Ha experimentado todas las tentaciones, a excepción del pecado (Hebr., IV, 15). 40


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