JAVA RUIZ DEL OLMO-MOO WON SOOL

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Java Ruiz del Olmo

Moo Won Sool


Corazón

Marcial

JAvA Ruiz DEL OLmO SiEmpRE SupO quE Su CORAzón LATíA A un RiTmO DifEREnTE AL quE LE mARCAbA LA SOCiEDAD. DESDE pEquEñO buSCó En unA inTEnSA ACTiviDAD fíSiCA LA fORmA DE COnECTAR COn Su EnTORnO, pERO fuE EL COnOCimiEnTO pROfunDO DE LAS ARTES mARCiALES LO quE LE DiO SEnTiDO A Su viDA. HOy, RESpOnSAbLE DE LA ESCuELA DE HApkiDO mOO WOn SOOL, COn SEDE En mAJADAHOnDA, quinTO DAn y RECOnOCiDO mAESTRO, TiEnE LA CERTEzA DE quE Su nATuRALEzA, En ESTA y OTRAS viDAS, viEnE mARCADA pOR un ALmA mARCiAL. ExigEnTE, DiSCipLinADO, LuCHADOR, TEnAz, ESTuDiOSO y gRAn DOCEnTE, nO SE imAginA unA viDA Sin Su ESCuELA. SEnCiLLO y HumiLDE, vALORES quE DEfiEnDE DíA A DíA, ESpERA quE EL HApkiDO y SuS ALumnOS SigAn SiEnDO EL mOTOR DE Su viDA. pOR AnAbEL pOvEDA De pequeño era un polvorilla. Su familia le recuerda hiperactivo, ágil, rápido y con una energía desbordada que intentaba canalizar a través del deporte. Algo arisco y poco familiar, prefería la gimnasia deportiva, el tenis, el baloncesto o cualquier actividad física, a los compromisos sociales. En un momento complicado de su vida, con la separación de sus padres de por medio y habiéndose convertido en una persona “fría y sin un rumbo claro”, las artes marciales supusieron toda una revelación vital. El componente filosófico que implicaban, el perfeccionarse a sí mismo en cada entrenamiento y el afán de superación se convirtieron en el impulso para hacer el resto de las cosas. Hoy es consciente de que esa conexión con las artes marciales siempre estuvo ahí, esperando el momento adecuado para descubrirlas. Comenzó estudiando Taekwondo tradicional, un estilo muy

basado en la técnica de pierna y de puño y muy pronto su maestro vislumbró un potencial innato que aprovechó intensificando sus entrenamientos. Alumno aventajado, consiguió el cinturón negro en menos tiempo del estipulado, ya que le dedicaba el cien por cien de su tiempo a entrenar y mejorar su técnica. Convencido de que las artes marciales koreanas tenían mucho que aportarle, comenzó a estudiar otras disciplinas y fue así como se acercó al Hapkido. Los profanos en la materia tendemos a meter todas las artes marciales en el mismo saco, pero lo cierto es que existen grandes diferencias entre ellas. Java las clasifica de varias maneras: “estarían las que sólo se dedican a trabajar el golpeo, con manos o con piernas; artes marciales que trabajan sólo técnicas de agarre, como el Judo, tirarse al suelo, proyecciones, control… y otro grupo engloba-


ría las que trabajan las dos cosas, como el hapkido, que, además, incluye el manejo de armas”. De todas ellas, Java prefiere “las que profundizan mucho en el aspecto interior del ser humano, en la concentración o la mejora personal, y no sólo en el combate o la defensa“. por sus características físicas, por tamaño y agilidad, siempre destacó en técnicas de agarre “que permiten igualar más un combate, al margen del peso o la altura, porque utilizas la fuerza del adversario. además, en hapkido el trabajo interior es muy importante porque el objetivo final es mejorarse a uno mismo, y eso me hizo profundizar en este arte marcial, en su cultura original y en sus bases filosóficas”. De religión católica impuesta, pero sin ninguna certeza al respecto, asegura que ni le aportaba ninguna solución, ni comprendía que la gente repitiera unos credos que no aplicaban a su vida. En cuanto se acercó a las artes marciales y a la filosofía asiática que las sustenta, conectó con su verdadera religión. Después de conocer el Confucionismo “que trabaja el tema de los ancestros y el respeto al sistema”; y el Taoísmo, “que es un poco el camino de la vida”, se encontró de frente con el budismo y le dio todas las res-

puestas que estaba buscando. “está muy vinculado a lo que he podido ser en otras vidas porque para mí lo que han sido otros maestros a lo largo de la historia realmente me ha influenciado tanto que ha modificado mi forma de vivir, y siempre he tenido esa sensación en mi interior de buscar esa unión con algo. creo que todos encontramos esa paz, esa tranquilidad cuando congeniamos con lo que siempre hemos tenido dentro. en el budismo esa conexión está vinculada con que todas esas vidas me influenciaron, no es que yo las haya vivido, sino que influenciaron mi persona hasta que congenié con esa filosofía”. De su religión se queda con una máxima que denomina “la extinción del deseo, porque el deseo férreo para conseguir las cosas nos crea sufrimiento”. una frase tan sencilla marcó su camino y le ha enseñado a conseguir las cosas sin prisa, sin obcecación, y como resultado, con mucha menos frustración. que las artes marciales estén vinculadas a una filosofía concreta no es gratuito, él tiene claro que entrena para ser mejor persona, y eso es algo que viene de la antigüedad, pues los guerreros necesitaban tener algo más valioso que ellos mismos a lo que agarrarse, para ser capaces de defenderlo, e

“Yo en un momento dado visualicé ese arte marcial como algo que me había salvado, que me había aYudado mucho en la vida Y pensé que eso mismo quería transmitírselo a los demás porque algunas personas podrían conseguir lo mismo que Yo”


incluso de dar la vida por ello. “no tendría sentido ser una persona mezquina o alguien que no se aprecia así mismo y pretender defenderlo. primero sería el concepto, crear una buena persona, estar orgulloso de tus valores, tener unos buenos sentimientos, y luego los defenderás con ganas”. Hoy en día Java no se tiene que defender de nadie, pero sí le mueve el afán de superación y la firme creencia de pertenecer a algo más grande y valioso que su propia persona.

de vocación, maestro A la docencia se puede llegar por muchos caminos… la casualidad, el dinero, la suerte, pero Java cree que esas motivaciones suelen estar condenadas al fracaso y al abandono. Él tiene claro que llegó a la docencia por convicción, porque el Hapkido marcó su vida de tal manera, le aportó tantas respuestas, que sintió la necesidad de compartirlo con otras personas. “Yo en un momento dado visualicé ese arte marcial como algo que me había salvado, que me había ayudado mucho en la vida y pensé que eso mismo quería transmitírselo a los demás porque algunas personas podrían conseguir lo mismo que yo”. Como todos en los comienzos, los niños fueron su primer escalón, y son los alumnos más difíciles. “es un paso casi obligatorio de paciencia, de trabajo duro de lo que es enseñar y captar la atención de un pequeño”. Con grandes dosis de ilusión y un ímpetu voraz por sacar lo mejor de sus alumnos, volcado en la enseñanza casi en exceso, fue aprendiendo que es cuestión de tiempo, paciencia y calma. “cuando tú empiezas a enseñar lo primero que te sorprende es que la gente no tiene tu capacidad y que algo que a ti te parece realmente sencillo, o muy fácil de visualizar, para alguien es un movimiento imposible y que no hay manera de hacérselo entender”. pero es esa dificultad la que te engancha de enseñar, esa fase tan complicada “descarta mucha gente que no se dedica a esto por pasión, como yo”. Cuando de verdad te gusta ese momento, “al principio chocas con él, pero luego es el que te motiva para seguir enseñando porque lo que más satisface es conseguir que alguien que tiene mucha dificultad para hacer algo, al final lo consiga. ese es el enganche para seguir enseñando. Yo siempre suelo decir que mucha gente cuando viene a mis clases me dice –Java a mí me gustaría empezar pero es que no sé nada-, y yo siempre les respondo, -hombre es que si supieses todo, no tendría nada que enseñarte-. Y de eso se trata…”. Los años le han hecho enfrentarse a alumnos de todo tipo, con más o menos empeño y muy variopintos. Cuando era joven le frustraba más porque pretendía que todos tuvieran el mismo nivel y el mismo ritmo de aprendizaje, pero con el tiempo cambió y llegó a entender que “no todo el mundo iba a obtener lo mismo de mí entrenando”. ya estén con él horas, días o años, sabe que su labor es “que todo el mundo salga satisfecho de entrenar conmigo, que vaya a mis clases y haya un buen ambiente, que aprendan lo que es el respeto y que sea capaz de transmitirles mi pasión enseñando, estén conmigo un rato o toda la vida”. A sus 33 años ha conseguido un grado de excelencia y un rango poco habitual para su edad, pero curiosamente se ha sentido más juzgado por su metodología que por su juventud. “la juventud tiene un pro y un contra, la vitalidad y la inexperiencia. la gente puede opinar de mi grado


pero lo tengo y a mi edad sustento una fortaleza física final eso marcó mi tendencia a lo que hoy en día es mi y técnica a la que es difícil enfrentarse. Yo entiendo que escuela, que es mi manera personal de entender cómo haya mucha gente que no se atreva a cuestionarme a la enseño el hapkido”. Defiende que haya muchas escuelas cara, que es algo que pasa muchas veces, porque estoy porque sólo una opción de entrenamiento “sería muy abuen una época en la que todavía entreno con una inten- rrida”. sidad mucho mayor que la mayoría de gente de mi grado. soy muy joven para el cinturón que tengo. ser moo Won sool criticado es normal, yo siempre digo que al que hace le moo Won Sool, cuyo significado literal sería técnica marcial critican, y al que no hace, no le critican. no pasa nada, circular, técnica marcial del circulo, es un concepto muy imopino que las críticas a portante en las artes veces son buenas para marciales koreanas y ver si realmente estás ha“la gran diferencia entre los maestros especialmente releciendo tu trabajo y para vante en la escuela de de hoY en día Y los maestros en la antiver que hay gente que no Java. El nombre lleva lo hace”. güedad es que se está perdiendo ese un orden que homenaSu metodología es fruto del jea dos escuelas que afán de conocimiento. nosotros como conocimiento exhaustivo de aprendió de su maeslas artes marciales korenas maestros somos los responsables de tro, félix Serrano y de las distintas escuelas pérez. “una es la esa decadencia ética o moral que tiene del Hapkido. “Yo profunmoo duk kwan, que dicé mucho en toda la el entrenamiento de artes marciales” es la escuela de la historia koreana en virtud marcial, una cuanto a arte marcial y escuela de taekcomo he tenido la fortuna de estar en Korea en dos oca- wondo antiguo muy respetada en Korea, con la que siones, he entrenado artes marciales que muchas per- tengo un vínculo con su principal maestro; y otra es la sonas desconocen. he practicado taekkyon, ssireum, Yu won sul, que es la escuela de la técnica fluida y cirque son muy antiguas; Kumdo, que es el arte del sable cular. esas dos escuelas influenciaron tanto mi formao la espada koreana, soo bahk do, con más de 2.000 ción a nivel marcial, que al final la creación del nombre años de historia, he conocido muchas escuelas también de mi escuela debía tener un vínculo con ellas”. de hapkido, las he entrenado y tengo un conocimiento De su metodología destaca la práctica del combate, pues bastante extenso de lo que sería la tradición marcial de “nos permite una habilidad mayor para la defensa”. EnKorea, y cómo ha ido evolucionando desde la antigüe- fatiza en un entrenamiento dinámico, frente a otros métodos dad a los tiempos modernos. cada maestro me fue in- más “robóticos” y apuesta por la libertad de movimientos fluenciando, vi unas cosas más positivas que otras y al


“cuando uno entrena con dureza, disciplina Y tesón, es capaz de superar límites que parecen imposibles” a la hora de enfrentarse a un combate. “muchos trabajan la defensa personal desde un concepto en el que la agresión, se le establece al compañero. es decir, atácame de esta manera o de esta otra. nosotros buscamos que sea el compañero el que decida cómo agarra para que yo trabaje en el concepto de fluidez sobre la técnica que voy a aplicar, y sea capaz de adaptarme, que es de lo que se trata en un arte marcial, sin tener conocimiento previo de la agresión, ya que luego, por desgracia, en la defensa personal cuando uno tiene un enfrentamiento, nunca te advierten de lo que te va a hacer”. En sus clases, después de un calentamiento más o menos intenso dependiendo del objetivo del día, repasan técnicas de golpe de manos y piernas y progresivamente trabajan técnicas de agarre. Hay clases más genéricas, y otras especializadas, donde se centran en combate o manejo de armas. “el objetivo es conseguir un dominio más o menos aceptable de los distintos tipos de técnicas que tiene el hapkido. dentro de eso lo que para mí es más importante es que en todo ese proceso independientemente de qué clase sea, el alumno se vea inmerso en un sistema de respeto, de saludos, de cortesía y etiqueta que debe ir aprendiendo para formarse como persona. las técnicas se envuelven en un ambiente en el

que la máxima es el respeto, por sus compañeros, por la sala donde entrena, por aquel que le enseña y así les voy transmitiendo una serie de valores morales”.

inconformismo y respeto Escuchándole hablar sobre su escuela, sus alumnos o su metodología, es fácil ver que tiene dos virtudes claras… el inconformismo y el respeto por sus maestros. “el arte marcial, si uno lo practica bien, es un camino entero de vida. Y conocer a un ser humano es algo muy complejo y requiere un entendimiento basado en muchas horas de estudio, sobre cómo es la personalidad, cómo éramos en la antigüedad, por qué hemos evolucionado de esta manera... no consiste simplemente en reciclarse como maestro. cada uno tiene un camino que recorrer, y se tiene que ir cultivando, no sólo por lo que ofrece a los demás, sino por lo que se ofrece a sí mismo. el arte marcial es extenso hasta el infinito, siempre hay algo nuevo que conocer, siempre hay algo del pasado que leer, algo que mejorar… creo que me queda mucho por aprender, y por ofrecer a mis alumnos”. una bonita filosofía que se está perdiendo poco a poco… “la gran diferencia entre los maestros de hoy en día y los maestros en la antigüedad es que se está perdiendo ese afán de conocimiento. nosotros como maestros


somos los responsables de esa decadencia ética o moral que tiene el entrenamiento de artes marciales. uno cuando lee libros antiguos ve que antes pasaban horas y horas cultivándose en mil materias y hoy en día la mayoría de practicantes de artes marciales y sus maestros simplemente tienen el conocimiento de la técnica que realizan, pero no saben cuál es el origen, ni qué maestros lo perfeccionaron, ni cómo es la anatomía del cuerpo humano para perfeccionar un entrenamiento, o un golpe. los maestros, en general, han abandonado el camino de seguir cultivándose y es una pena porque el alumno tiene como referencia al maestro, y si el maestro se descuida, el alumno dejará de tener referencias”. Él jamás ha perdido la referencia de sus maestros, a los que conoce, admira, respeta y tiene muy en cuenta en su vida. Java cuenta que Confucio hablaba mucho de los ancestros, y de los maestros, con la intención de que cuando una persona toma una decisión, si falla, no se falle sólo a sí mismo… “esa jerarquía, ese respeto al prójimo hace que sepan que pertenecen a algo más grande y que si se faltan al respeto, tienen una responsabilidad con su prójimo”. Él personalmente ha tenido una relación muy estrecha con su maestro, con el que ha pasado muchísimo tiempo. “Yo a mis alumnos de más alto grado siempre les digo que tengo mucho que enseñar, pero que para eso hay que pasar mucho tiempo conmigo. Yo he pasado mucho tiempo con mi maestro y es una referencia para mí en todos los sentidos. como persona que me ha apoyado y me ha impulsado y en los momentos difíciles es una figura importante para uno. la figura del maestro al final se convierte en algo muy importante, al nivel de un padre o un abuelo. además, siempre tiene frases adecuadas que ha dicho y que aunque en ese momento no las entendiera, han vuelto a mi mente en momentos difíciles y me han ayudado a saltar esos muros, a abrir esas barreras o a superar esos momentos difíciles. mi maestro siempre decía que un maestro sólo da herramientas y enseña el camino, y que luego es uno realmente el que las utiliza para abrirse paso, porque si no, te hace un flaco favor, él no te libera de esas cosas sino que te enseña a que tú lo hagas”.

el juicio del tiempo Java puede presumir de haber llegado a un punto importante de cualquier carrera marcial, ese momento en el que los maestros pasan a ser juzgados por el tiempo, el examinador más justo y más cruel. El pasado mes de marzo consiguió su quinto Dan, último grado que se obtiene mediante examen. A partir de ahora, será el tiempo el que juzgue su trayectoria. “a partir del cinturón negro, uno consigue distintos grados. grados dan hay desde el primero, que se consigue con el negro, hasta el décimo que es un grado honorífico que en mi escuela se otorga a título póstumo”. El quinto Dan ha llegado después de 21 años de trabajo duro y como final de una etapa, preparó a concien-

cia el examen por el que su maestro le otorgaría el ansiado cinturón. “a lo largo de los años, mis exámenes de dan siempre se han salido de lo común. para ser examinado hay materias mínimas que uno tiene que cumplir y yo en mis exámenes me he puesto unos mínimos mucho más altos, y siempre se me ha permitido hacerlo. cuando me planteé mi último examen lo pensé como una exhibición a mi maestro, como una pequeña parte de todo lo que había aprendido en estos años: técnicas de agarre, golpeo, formas, manejo de armas, combate, rompimientos, e intentar hacerlo en un tiempo prudencial. quise plasmar en ese examen todo lo que he aprendido gracias a él”. y exactamente así fue… tres horas de concentración y de entrega en la que los presentes pudimos disfrutar de todo un abanico de conocimientos ejecutados con precisión. A pesar de la brillantez, y de las palabras de su maestro, que exaltó los valores de su alumno más fiel, confiesa que siempre considera que lo podía haber hecho mejor. En este caso, y como anécdota que irá vinculada a ese examen de quinto Dan, tuvo que luchar con el hándicap de una lesión grave en la mano que marcó la jornada. “diez-doce días antes del examen seguramente me partí la mano y tuve que hacer un esfuerzo extra mental para llevar a cabo un requisito que yo me había puesto, y que no quería dejar


“siempre he dicho que el hapKido es el latido de mi corazón, que aprecio las cosas bonitas de la vida cuando entreno Y aprecio a la gente que vive conmigo por lo mismo. creo que entrenar saca lo meJor de mí, porque como todo el mundo, Yo también tengo cosas muY malas en mi forma de ser, Y cosas que me gustaría cambiar. lo meJor de mí siempre lleva un doboK, un traJe de artes marciales” de lado, que era romper con la mano. el final del examen vino marcado por la determinación de conseguir un rompimiento, aun a riesgo de que se me rompiera la mano. los que nos dedicamos a esto sabemos que es prácticamente imposible hacer un rompimiento con un poquito de dolor... me costó un esfuerzo psicológico potente, tuve que hacer bastante meditación hasta que llegué a la determinación de que lo iba a romper, pero lo rompí. la mano también se quedó un mes lastimada (se ríe), ¡pero lo conseguí!”. Las bonitas palabras de agradecimiento y reconocimiento al esfuerzo por parte de su maestro fueron la recompensa al dolor y al sacrificio. “mi maestro siempre dice que con los años pierde uno muchas habilidades, y se olvida uno de cómo se pega bien una patada, o no tiene el aguante físico, pero le queda la gratitud y el respeto que nos tenemos unos a otros, que permanece como un recuerdo muy bonito y es el impulso que en los momentos difíciles te ayuda a seguir adelante”. y como Java quería dejar el listón de su escuela muy alto, para la ceremonia de entrega del quinto Dan, decidió que estaría tres horas seguidas combatiendo con sus alumnos, sin posibilidad de alimento, descanso, ni hidratación. un reto muy duro que deja a los alumnos de su escuela que quieran conseguir el mismo rango, un largo camino por recorrer. “las ceremonias son parte de esa etiqueta tan importante del vínculo marcial, hay escuelas que no tienen, pero en nuestra escuela está establecido que desde el cinturón negro hay que pasar una ceremonia que físicamente sea difícil de superar, para que el alumno recuerde siempre el sacrificio que le ha costado llegar a ese grado y guarde ese momento como algo muy, muy especial en su vida”. Con su ceremonia demostró a sus alumnos que “cuando uno entrena con dureza, disciplina y tesón, es capaz de superar límites que parecen imposibles”. Además, “como cuestión excepcional quise que todos los alumnos pelearan conmigo, y aunque empecé con los cinturones negros y los grados altos, hice partícipes al resto. la práctica del combate acaba uniendo mucho a los practicantes porque en clase es un ejercicio físico que implica mucho respeto entre las perso-

nas, requiere más atención que nunca el no hacerle daño al compañero, trabajar con intensidad y al final aprendes de ti mismo y de los demás. para mí era importante que ellos fuesen partícipes de ese momento tan importante en mi vida, y como maestro me gustaría pensar que también fue especial para ellos”. El ambiente que se respiraba era de familia y de respeto. “son muy importantes en mi vida, muchos de ellos me cuidan con mucho interés, me protegen, no me faltan nunca y son mi familia, han estado siempre ahí, me aprecian, me apoyan en los momentos buenos y los malos y les tengo el cariño que se merecen. el respeto que me tienen se basa en ese sentimiento que yo me he ganado a base de estar siempre ahí con ellos apoyándoles. creo que, de alguna manera, es el reflejo de mi trabajo constante”.

pilar fundamental Es evidente que el Hapkido es algo más que un deporte o un arte marcial para Java, “siempre he dicho que es el latido de mi corazón, que aprecio las cosas bonitas de la vida cuando entreno, aprecio a la gente que vive conmigo por lo mismo, creo que entrenar saca lo mejor de mí, porque como todo el mundo yo también tengo cosas muy malas en mi forma de ser, y cosas que me gustar í a cambiar y siempre comento que lo mejor de mí siempre lleva un dobok, un traje de artes marciales. no recuerdo nada malo de mi cuando llevo puesto un dobok, entrenar me mejora y me ayuda a ofrecer lo mejor de mí a los demás. no concibo una vida en la que no pudiese entrenar, hasta mi nombre, Java, tiene su origen en el entrenamiento, hace muchos años de eso y me gusta pensar que Java es el nombre que yo escogí para mí, y que es el símbolo del cambio de quien era antes, y quién soy ahora. empecé con una serie de defectos y muy pocas virtudes, y ahora soy una persona con una serie de defectos y muy pocas virtudes pero con muchas ganas de mejorar. soy mucho mejor persona gracias a lo que hago”.


y sus alumnos siguen sus pasos y se sienten orgullosos de su maestro y de su escuela y están volcados en continuar con su labor, pues los grados más altos ya son claros ejemplos a seguir por los alumnos que empiezan. Aunque la escuela es una de las numerosas de España, Java prefiere la calidad a la cantidad, y no hace grandes esfuerzos por atraer público nuevo, pues lo que mejor funciona “es el boca a boca”. “si la gente está agusto entrenando, lo comparte con sus amigos. nosotros tenemos publicidad a nivel municipal pero poca gente viene por un anuncio… casi todos son familiares o amigos de alumnos”. Además, lejos de seducir o conquistar a los que se acercan a probar una clase, asegura que tiene una política muy mala porque “en lugar de ponérselo fácil, les contamos que esto es muy difícil e impartimos unas clases muy duras. siempre digo que no me gusta engañarles, yo entreno así, entreno muy duro y física y psicológicamente es difícil soportar mis clases. el que busca eso se queda enganchado desde el primer día, y el que no lo busca lo acabará encontrando en otro sitio. no soy partidario de captar a todo el mundo, creo que cada uno tiene que encontrar el estilo o el arte marcial que se adecue a lo que busca. Yo ofrezco una serie de cosas que para mí son preciosas, pero puede que para otros no lo sean tanto”. De lo que sí presume es de tener fama de entrenar duro, de tener alumnos intensos, fuertes y con mucho nivel. Su única espinita es no conseguir todavía que más mujeres se interesen por el Hapkido, porque la realidad es que son una minoría aplastante. y eso que sus alumnas se sieten orgullosas de serlo y son respetadas y tratadas exactamente igual que cualquier otro compañero. Java las alaba porque comprende que “estar constantemente enfrentándote a gente que te saca veinte kilos de peso y dos cabezas es digno de reconocimiento”. El problema está en una presión social que relaciona ciertos deportes o artes marciales con la pérdida de feminidad, pero para Java, una práctica que fomenta la defensa pesonal, la confianza en uno mismo, el afán de superación, la seguridad, la disciplina y el ejercicio, está perfectamente destinado a las mujeres. Así se lo explica a las alumnas de los cursos de defensa personal femenina que a veces le encargan los ayuntamientos. Aunque desconfía de que alguien pueda llegar a sentirse seguro por hacer un curso de cuatro horas, él lo utiliza como una buena forma de acercar el Hapkido a las mujeres, aunque siempre prefiere quitarles de la cabeza que esas horas puedan servir para algo, y las invita a que lo practiquen y entrenen de forma constante. Como les cuenta tanto a las mujeres como a los especialistas o policías a los que también entrena, “la mentalización para enfrentarse a una situación es que no sólo la técnica a realizar es im-

portante, sino la mentalidad y la capacidad de tomar la decisión de defenderse con firmeza, que es algo que requiere muchos años de entrenamiento. en los cursos la gente vende las técnicas como infalibles, cuando en la vida en general hay muy pocas cosas que lo sean, por no decir ninguna…”.

mirando al futuro En el futuro cuenta en tono cómico que se imagina como un maestro gruñón, con bastón, que es un símbolo concreto en korea, de nobleza y se visualiza como un viejo maestro regañando a sus alumnos por no dejarse la piel, con muy buenos instructores que cuidarían de él y rodeado de alumnos. “creo que a nivel real mi escuela seguirá dándome todo lo que me da hasta hoy, incluso más cosas, y a nivel sentimental me ayudará a seguir mi vida adelante y a cambiar las grandes cosas que me quedan por cambiar, hasta hacerme una persona realmente merecedora de ser llamada maestro”. Aunque es complicado que la escuela de uno le sobreviva, puestos a soñar, sería un objetivo bonito. “Yo lo pienso casi como budista, y creo que sobrevivirá en el corazón de tus alumnos, es bonito pensar que cuando pases a otra vida, tu legado quedará en otros. es difícil porque el camino de un artista marcial es muy duro, muy largo y hace que la mayoría de la gente abandone, y haya muy pocos alumnos que se dediquen a ello, pero en el corazón de la gente siempre quedará mi escuela y la gente que la conoció y la defendió”. Sentencia diciendo que se daría por satisfecho con que le entrerraran con su dobok puesto, y con al menos seis cinturones negros para portar su féretro. “pero en el sentimiento nostálgco y bonito o platónico me gustaría pensar que mis últimos días fuesen los últimos días de mi escuela, como otros maestros lo vivieron antes que yo, disfrutar de esos momentos rodeado de mi gente, de mis alumnos y que el recuerdo de mi persona quede ahí siempre, ya sea para algunos siguiendo mi estilo, o para otros que en un futuro quieran vincular sus escuelas a la mía”. Soñando con un futuro aún muy lejano, le dejo reflexionando sobre todo lo que significa para él el Hapkido, y la facilidad con la que trasnmite esa pasión, ya sea entrenando o simplemente verbalizándolo. Orgulloso de lo que ha conseguido hasta ahora, asegura que su escuela y sus alumnos son su mayor honor. Cortés hasta el extremo, da las gracias por haber superado con nota su primera entrevista, e impone como requisito, que la periodista recoja una última frase: “ha sido un honor para mí que me hayas entrevistado”. Es un honor para mí conocerte y formar parte de tu vida.


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