Al alba venid Al alba venid, buen amigo, al alba venid. Amigo el que yo más quería, venid al alba del día. Amigo el que yo más amaba, venid a la luz del alba. Venid a la luz del día, non traigáis compañía. Venid a la luz del alba, non traigáis gran compaña.
Vivo sin vivir en mí Vivo sin vivir en mí, y de tal manera espero,* que muero porque no muero. Vivo ya fuera de mí después que muero de amor; porque vivo en el Señor, que me quiso para sí; cuando el corazón le di puse en él este letrero: que muero porque no muero.10 Esta divina prisión del amor con que yo vivo ha hecho a Dios mi cautivo, y libre mi corazón; y causa en mí tal pasión ver a Dios mi prisionero, que muero porque no muero. ¡Ay, qué larga es esta vida! ¡Qué duros estos destierros, esta cárcel, estos hierros en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida me causa dolor tan fiero, que muero porque no muero. (…) SANTA TERESA DE ÁVILA
Soneto CXLV A su retrato Este que ves, engaño colorido, que, del arte ostentando los primores, con falsos silogismos de colores es cauteloso engaño del sentido; éste, en quien la lisonja ha pretendido excusar de los años los horrores, y venciendo del tiempo los rigores triunfar de la vejez y del olvido, es un vano artificio del cuidado, es una flor al viento delicada, es un resguardo inútil para el hado: es una necia diligencia errada, es un afán caduco y, bien mirado, es cadáver, es polvo, es sombra, es nada. SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
Yo no quiero que a mi niña golondrina me la vuelvan; se hunde volando en el Cielo y no baja hasta mi estera; en el alero hace el nido y mis manos no la peinan. Yo no quiero que a mi niña golondrina me la vuelvan. Yo no quiero que a mi niña la vayan a hacer princesa. Con zapatitos de oro ¿cómo juega en las praderas? Y cuando llegue la noche a mi lado no se acuesta...
Hoy desde el gran camino, Hoy desde el gran camino, bajo el sol claro y fuerte, Muda como una lágrima he mirado hacia atrás, Y tu voz de muy lejos, con un olor de muerte, Vino á aullarme al oído un triste “¡ Nunca más !” Tan triste que he llorado hasta quedar inerte… ¡ Yo sé que estás tan lejos que nunca volverás ! No hay lágrimas que laven los besos de la Muerte… - Almas hermanas mías, nunca miréis atrás ! Los pasados se cierran como los ataúdes, Al Otoño, las hojas en dorados aludes Ruedan… y arde en los troncos la nueva floración… Las noches son caminos negros de las auroras…Oyendo deshojarse tristemente las horas Dulces, hablemos de otras flores al corazón. DELMIRA AGUSTINI
Yo no quiero que a mi niña la vayan a hacer princesa. Y menos quiero que un día me la vayan a hacer reina. La subirían al trono a donde mis pies no llegan. Cuando viniese la noche yo no podría mecerla... ¡Yo no quiero que a mi niña me la vayan a hacer reina! GABRIELA MISTRAL
Ambición ¡Quisiera ser viento! Ráfaga tendida que arrastra en su beso el polvo y la nube, la rosa, el lucero... -No brisa apacible que finge despechos y siembra caricias-. Yo quiero ser fuego, volcán de aire rojo que incendie el secreto de todas las ramas y todos los pechos; aquilón desnudo, huracán de acero, fragua donde forjan su actitud los cuerpos. ¡Cuando voy a ti, quisiera ser viento para arrebatarte más allá del cielo! ERNESTINA DE CHAMPOURCIN
y, figura erguida, entre cielo y playa, sentirme el olvido perenne del mar. ALFONSINA STORNI
Ausencia del amante He vuelto por el camino sin hierba. Voy al río en busca de mi sombra. Qué soledad sellada de luna fría. Qué soledad de agua sin sirenas rojas. Qué soledad de pinos ácidos errantes… Voy a recoger mis ojos abandonados en la orilla. Carmen Conde
Dolor Quisiera esta tarde divina de octubre pasear por la orilla lejana del mar; que la arena de oro, y las aguas verdes, y los cielos puros me vieran pasar. Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera, como una romana, para concordar con las grandes olas, y las rocas muertas y las anchas playas que ciñen el mar. Con el paso lento, y los ojos fríos y la boca muda, dejarme llevar; ver cómo se rompen las olas azules contra los granitos y no parpadear; ver cómo las aves rapaces se comen los peces pequeños y no despertar; pensar que pudieran las frágiles barcas hundirse en las aguas y no suspirar; ver que se adelanta, la garganta al aire, el hombre más bello, no desear amar... Perder la mirada, distraídamente, perderla y que nunca la vuelva a encontrar:
No quiero No quiero que los besos se paguen ni la sangre se venda ni se compre la brisa ni se alquile el aliento. No quiero que el trigo se queme y el pan se escatime. No quiero que haya frío en las casas, que haya miedo en las calles, que haya rabia en los ojos. No quiero que en los labios se encierren mentiras, que en las arcas se encierren millones, que en la cárcel se encierre a los buenos. No quiero que el labriego trabaje sin agua que el marino navegue sin brújula, que en la fábrica no haya azucenas, que en la mina no vean la aurora, que en la escuela no ría el maestro.
No quiero que las madres no tengan perfumes, que las mozas no tengan amores, que los padres no tengan tabaco, que a los niños les pongan los Reyes camisetas de punto y cuadernos.
en el manjar de un niño hambriento. (Así hice yo.) GLORIA FUERTES
No quiero que la tierra se parta en porciones, que en el mar se establezcan dominios, que en el aire se agiten banderas que en los trajes se pongan señales. No quiero que mi hijo desfile, que los hijos de madre desfilen con fusil y con muerte en el hombro; que jamás se disparen fusiles que jamás se fabriquen fusiles. No quiero que me manden Fulano y Mengano, que me fisgue el vecino de enfrente, que me pongan carteles y sellos que decreten lo que es poesía. No quiero amar en secreto, llorar en secreto cantar en secreto. No quiero que me tapen la boca cuando digo NO QUIERO… ÁNGELA FIGUERA AYMERICH
SI TE SIENTES COMO UNA BAYETA Si te sientes como una bayeta, como una colilla, como una cáscara, no riegues tu tristeza, no existe tu fracaso (¡El fracaso es el suyo!) el del que te usó para limpiarse y te tiró como bayeta vieja, el que aspiró tu energía, te disfrutó y pisó, como a colilla usada; el que mordió tu fruto y tiró lo que quedó de ti, la monda y lironda cáscara de terciopelo. Si eres bayeta, colilla, o cáscara ¡siémbrate en ti! Y vuelve a florecer en un cuadro, en un poema, o si cáscara,
Al Cabo Al cabo, son muy pocas las palabras que de verdad nos duelen, y muy pocas las que consiguen alegrar el alma. Y son también muy pocas las personas que mueven nuestro corazón, y menos aún las que lo mueven mucho tiempo. Al cabo, son poquísimas las cosas que de verdad importan en la vida: poder querer a alguien, que nos quieran y no morir después que nuestros hijos. Amalia Bautista