La expresividad cromática Vamos a tratar las diferentes aplicaciones del color en el grafismo funcional. El color denotativo El mundo de la representación Cuando el color es utilizado en su capacidad de representación figurativa, esto es, incorporado a las imágenes realistas de la fotografía o la ilustración, se está tratando el color en tanto que atributo natural de las cosas: el Color como atributo de la Forma realista. En las tres gradaciones de esta primera categoría –icónicas, saturadas y fantasiosas- se reconoce siempre la iconicidad de la Forma.
El color icónico
La expresividad cromática ejerce aquí una función de aceleración identificadora, que corresponde al hecho empírico de que “cada cosa tiene su color” y por medio de éste se pueden identificar mejor: la vegetación es verde, el cielo es azul, los labios son rosados. El color es pues, un elemento esencial de la imagen realista. El color Saturado
Una segunda variable del color denotativo o realista es el color saturado. Se trata de un cromatismo exaltado de la realidad, más brillante, y por eso más pregnante. Los colores son ahora más densos, más puros, más luminosos y contrastados en la imagen que en la realidad. Ello obedece a la necesidad creada por la fuerte competitividad de las imágenes como espectáculo visual de nuestro entorno cotidiano. El color Fantasioso
Anotemos finalmente otro matiz de la denotación cromática realista, en el que la fantasía o la manipulación emerge como una nueva dimensión expresiva. Pensemos en las fotografías solarizadas o coloreadas a mano, en las que no se altera la forma pero si el color. Empieza aquí una manipulación creativa que abre un campo más amplio de
libertad en la misma medida que el color renuncia a reforzar el efecto de realidad de las imágenes, con el fin, precisamente, de contradecirlo: es la estrategia de la ambigüedad. Hay un choque, una paradoja que, llevada al extremo, el color contradice la forma de la que él mismo depende. La forma permanece mientras el color se altera –he aquí uno de los principios del surrealismo y del grafismo fantástico. El color connotativo. El mundo de las evocaciones psicológicas La connotación es la acción de factores no descriptivos, no veristas ni explícitos, sino precisamente psicológicos, simbólicos o estéticos, que suscitan un cierto “clima” y corresponden a una “subjetividad universal” De una manera general, la connotación cromática es la expresión que –en algún grado, porque es irreductible- subyace en todo cuanto se presenta a los ojos bajo forma coloreada.
El color psicológico
El color es percibido aquí ya no por el reconocimiento de la forma que lo encierra, sino como una emanación del mundo, y por extensión, del mundo de las imágenes. Es, por ejemplo, la impresión que uno experimenta en un entorno determinado: un espacio abierto, natural o artificial, un espléndido salón. Las diferentes impresiones que emanan del ambiente son el efecto del color, y pueden ser de calma, de recogimiento, de plenitud, de alegría, de opresión o de violencia.
En las imágenes, el color psicológico se concentra y es sentido como una atmósfera o un clima que impregna toda la escena tiñendo el color particular de cada cosa y causando una impresión global que invade el espíritu. El color simbólico Si el color psicológico hemos dicho que es una sensación, se comprenderá que éste apela a la percepción sensitiva –que es un modo de conocimiento diferente, pero complementario, de la percepción racional- .Por su parte, el color simbólico, aún tan ligado a la psicología, constituye, a diferencia del anterior, una codificación. En este sentido ha pasado de ser un fenómeno sensitivo, espontáneo y generalizado, a ser un fenómeno cultural. Sabemos que un símbolo es un elemento sensible que está en lugar de algo ausente, y que no hay entre ambos relación casual. Hay, pues, relación convencional. El simbolismo de los colores se extiende en campos muy diferentes, desde la literatura y la poesía, la moda, el folklore y la etnografía.
El color señalético
Hemos visto que cuando el color se emplea en su máxima saturación o pureza, sin matices ni degradaciones –el color esquemático- este deviene superficie. Entonces ya no está al servicio de la fidelidad icónica –reproducir las cosas con su color-, con la complicidad de una finísima trama tipográfica, prácticamente invisible, ni al servicio de una iconicidad exaltada o fantástica, ni ejerce tampoco una sensualización de la imagen fotográfica –fotorrealismo con el concurso del detalle microscópico, ni actúa en el registro connotativo de la percepción psicológica y la simbólica del color.
Ahora, la variable señalética extrae del color toda su potencia esquemática, toda su pregnancia, para convertirse en la base del repertorio sígnico de un código fuertemente sensitivo: el código señalético. Esta variable del color se aplica exactamente para “señalizar”, es decir, incluir señales al mensaje gráfico para centrar la atención en determinados puntos-clave que obedecen a una estrategia muy precisa del diseñador. Podemos pensar también en una “balización” de la página o del anuncio, por donde la mirada viajará haciendo las escalas y las fijaciones impuestas por el diseñador que se establece en este “diálogo” entre el fabricante del mensaje y su destinatario. El color convencional Interesa establecer una distinción entre el color “fantástico”, que hemos examiinado dentro de la función denotativa, y el colorconvencional, ya que éste no está orientado a la representación mimética ni a la función señalizadora sobre unos puntos-clave del mensaje –o del espacio-, sino que se aplica para colorear diferentes superficies o grafismos del mensaje visual: las masas cromáticas en la relación figura-fondo, donde las primeras son figuras generalmente geométricas; por ejemplo, en el caso de los esquemas, los gráficos, organigramas y otras figuras de la funcionalidad buscan un efecto de choc o un valor decorativo. La utilización del color convencional en la visualización de mensajes con un alto nivel de abstracción, produce a menudo efectos de una alta calidad estética, ya sea en composiciones monocromáticas o en verdaderas profusiones multicolores. Su uso, y su eficacia comunicacional, siempre dependen de la intención expresiva del diseñador, del público al cual se dirige, del contenido y el estilo del mensaje.