Ensayo "El tacto y los museos de arte"

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Ana María Cobos Serrano

Ilustración 1 Tomado de Kurimanzutto.com

Ensayo El Tacto y los Museos de Arte Para este escrito decidí relacionar el texto de Denis Diderot “Carta Sobre los Ciegos” y la exposición “Los Teatros de Saturno” de Adrián Villar Rojas. Primero debo contextualizarlos sobre que son estas dos fuentes, que dicen y porque las he escogido. Con respecto a lo anterior, empezare por hablar acerca de “Carta Sobre los Ciegos” escrita por el filosofo y escritor francés Denis Diderot, en 1749. Dicha carta habla básicamente del estudio que hace Diderot a un ciego de nacimiento y a los ciegos en general. La carta va dirigida a una mujer de la cual no sabemos mucho, ni siquiera su nombre; Diderot le explica a la mujer los descubrimientos que ha hecho sobre los ciegos de nacimiento y le dice que ellos definitivamente comprenden el mundo de una manera totalmente distinta a como nosotros la vemos. En cuanto a “Los Teatros de Saturno” del artista argentino Adrián Villar Rojas, puedo decir que fue una obra efímera, realizada en el 2014, que consistió en llenar el piso de la galería Kurimanzutto (ubicada en la ciudad de México) con tierra y sobre esta poner diferentes objetos híbridos, estos creados a partir de materia orgánica (comprada en el mercado más cercano) y objetos encontrados en la calle, como se muestra en la Ilustración 1. Fue efímera por que las frutas y vegetales se descompusieron y los objetos encontrados fueron desechados, lo único que queda es la evidencia fotografía y audiovisual. El porque los elegí es algo que desarrollare a lo largo del texto. Además, responderé las siguientes preguntas: ¿Cómo el arte puede ser algo intocable?, ¿Cómo un ciego puede apreciar el arte?, ¿Cómo el ciego de Diderot hubiera entendido y asimilado la obra “Los Teatros de Saturno”?. Reflexionando sobre el texto que leímos para la clase “Cartas Sobre los Ciegos” de Diderot pensé ¿Cómo un ciego se comportaría en una exposición de arte?, ¿Cómo sabría que hacer?, ¿Cómo comportase en dicho lugar?; la verdad fue algo que pensé y sigo sin saber la


Ana María Cobos Serrano respuesta, pero me he planteado una serie de hipótesis al respecto. El ciego de nacimiento, como el del escritor, pienso que no sabría muy bien como entender el arte, pues imaginemos a ese ciego en una exposición de pinturas antiguas y valiosas, todas ellas colgadas en las paredes de un museo famoso, acompañadas de una señalización en el piso que indica que ¡hasta ahí puede acercarse! (Como sabemos las obras no se pueden tocar por norma, sin embargo, hay personas que las tocan). Entonces, el ciego entra a esta exposición y primero no sabemos como llego; ahí surge otra pregunta ¿a los ciegos los tienen en cuenta en las galerías y museos de arte?. De las veces que he ido a museos de arte nunca he visto folletos, ni mapas, ni descripciones, ni nada que oriente a las personas ciegas. Por lo tanto, el ciego entraría a la sala con su bastón tanteando todo, como siempre lo hace, y se daría cuenta que la sala esta vacía, camina y camina, no sabe que hacer. Después recuerda que alguien le dijo que en los museos cuelgan las obras en las paredes, así que este ciego decide tocar todas las paredes hasta que se encuentra con un marco de madera; en eso entra un guardia de seguridad y le dice “señor no haga eso, si lo vuelve hacer me veré obligado a sacarlo del establecimiento”; el ciego sorprendido se aleja de la pared rápidamente y pide disculpas, pero no sabe por qué. Remitiéndonos al texto del filosofo, encontramos lo siguiente “Nuestro ciego solo conoce los objetos por el tacto. Por lo que le dicen los demás, él sabe que los objetos se conocen mediante la vista, como el los conoce por el tacto.” Teniendo en cuenta lo anterior el ciego necesita tocarlo todo para entender y relacionar, pero igual al ser una obra bidimensional nunca sabrá que hay allí, sino que tendrá que escucharlo por la boca de alguien. Aquí es cuando viene la primera pregunta ¿Cómo el arte puede ser algo intocable?, se puede entender que el arte es intocable sobre todo en museos y galerías, pero lo “intocable” solo va para los espectadores, por que los encargados de las obras si que las pueden tocar y por obvias razones, pues su labor es mantener las obras en perfecto estado, así que es algo entendible eso de que no se pueden tocar. No obstante, me pregunto ¿los ciegos donde quedan?, los excluyen por no tener la capacidad de ver y es algo tan egoísta de su parte, sin embargo, hay artistas como Cildo Meireles que, si han tenido en cuenta a estas personas por medio de sus obras. La siguiente pregunta que me plantee fue ¿Cómo un ciego puede apreciar el arte?, pienso que uno de los puntos para apreciar el arte radica en la “belleza”, aunque sé que eso es algo muy subjetivo, pues cada persona tiene una noción de belleza diferente, pero viéndolo desde otro punto de vista, al separarnos en dos grupos, los que ven y los que no ven de nacimiento hay una noción de belleza radicalmente diferente. Como lo dice Diderot “Juzga de la belleza por el tacto…en este juicio incluye la pronunciación y el sonido de la voz” (esto refiriéndose a los ciegos) lo dicho por el autor significaría que el ciego no puede apreciar la belleza de una obra si no la toca o si no la escucha, algo complejo en verdad. Cuando leí eso pensé que hay obras como las de Adrián Villar Rojas que, aunque no son para ciegos, podrían serlo. Hay fue cuando decidí elegir estas dos obras para comparar, que aun que no tienen nada que ver, puesto que fueron concebidas en tiempos muy distintos se pueden unir por el arte. Ahora es cuando surge la respuesta a la ultima pregunta ¿Cómo el ciego de Diderot hubiera entendido y asimilado la obra “Los Teatros de Saturno”? para responder a ello tendríamos que traer al futuro a el ciego de Diderot y situarlo en la entrada de la galería Kurimanzutto;


Ana María Cobos Serrano sin decirle nada dejarlo entrar a la exposición. Cuando el ciego entra, lo primero que podrá notar es que en realidad no ha entrado a ningún lugar, pues el piso sigue siendo el mismo del exterior. Camina unos pasos más y se da cuenta que la temperatura ha cambiado, que ya no hay viento rozando su piel; también que hay variedad de olores como si estuviera en una plaza de mercado; además escucha los sonidos que el mismo hace, ya que según entendí al ponerle toda esa tierra a la galería se forma un eco en todo el lugar. Él sigue explorando y de repente su bastón se choca con algo que está situado en el piso, al sentirlo lo tantea con su bastón y cambia la dirección de su andar, luego vuelve y se choca con otra cosa, así hasta que decide agacharse y coger lo que tanto le obstruye el paso; por lo tanto agarra un solido bastante pesado y lo reconoce, es una sandia, se siente el aroma de ella; la sigue tocando y se da cuenta que tiene algo más, algo que está incrustado en ella, se siente como pasto. El confundido por ello probablemente decida tocar y oler todo lo que encuentre a su paso y mientras lo hace preguntarse ¿Qué hace todo esto aquí?, ¿porque todo está tirado y manipulado de una manera tan extraña?. Al final ya cansado y con muchas preguntas decidiría sentarse en el piso y descansar, de pronto sentiría los pasos de algunas personas y diría “alguien me puede decir ¿que hace todo esto aquí y de esta manera?” y en ese caso alguien le explicaría todo ello. Entonces después de todo lo reflexionado, se puede ver que los ciegos pueden ser incluidos en las galerías y museos de arte más activamente, incluso se podrían inventar nuevas formas de incluirlos en todo este rollo. A veces los gobernantes y las personas de poder excluyen a las personas no solo por “falta de capacidades” sino también por cuestiones de dinero. Ellos piensan que al tener tanto poder nadie vale tanto como ellos y eso debe cambiar debemos incluir más a este tipo de personas con “dificultades” físicas o psicológicas, que aunque parecieran obstáculos para muchos de ellos, en realidad no lo son como dice el ciego de Diderot “A alguien se le ocurrió preguntarle si le gustaría tener vista: Si la curiosidad no me dominase -dijo- preferiría tener unos brazos muy largos; me parece que mis manos me enseñarían mejor lo que pasa en la luna que vuestros ojos o vuestros telescopios; además los ojos dejan antes de ver que las manos de tocar. Sería mejor que me perfeccionasen el órgano que tengo a que me concedieran el que me falta.” Si este ciego piensa así me imagino que no será el único y por ende tienen curiosidad de aprender cosas nuevas que nosotros probablemente se lo estemos negando.


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