21 de Marzo 2015 Día Mundial de la Poesía “La poesía y la flora”
Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido. ¡El olmo centenario en la colina que lame el Duero! Un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina al tronco carcomido y polvoriento. No será, cual los álamos cantores que guardan el camino y la ribera, habitado de pardos ruiseñores. Ejército de hormigas en hilera va trepando por él, y en sus entrañas urden sus telas grises las arañas. Antes que te derribe, olmo del Duero, con su hacha el leñador, y el carpintero te convierta en melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta; antes que rojo en el hogar, mañana, ardas de alguna mísera caseta, al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino y tronche el soplo de las sierras blancas; antes que el río hasta la mar te empuje por valles y barrancas, olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida. Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera.
A un olmo seco (Campos de Cas0lla) Antonio Machado
El ciprés de Silos "Enhiesto surIdor de sombra y sueño que acongojas el cielo con tu lanza. Chorro que a las estrellas casi alcanza devanado a sí mismo en loco empeño. MásIl de soledad, prodigio isleño, flecha de fe, saeta de esperanza. Hoy llegó a I, riberas del Arlanza, peregrina al azar, mi alma sin dueño. Cuando te vi señero, dulce, firme, qué ansiedades senO de diluirme y ascender como tú, vuelto en cristales, como tú, negra torre de arduos filos, ejemplo de delirios verIcales, mudo ciprés en el fervor de Silos." Gerardo Diego
”Imagen tomada de infojardin”
Lo fatal Dichoso el árbol, que es apenas sensiIvo, y más la piedra dura porque esa ya no siente, pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, ni mayor pesadumbre que la vida consciente. Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto, y el temor de haber sido y un futuro terror... Y el espanto seguro de estar mañana muerto, y sufrir por la vida y por la sombra y por lo que no conocemos y apenas sospechamos, y la carne que Ienta con sus frescos racimos, y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos, ¡y no saber adónde vamos, ni de dónde venimos!... Rubén Darío, “Lo fatal”, Cantos de vida y de esperanza (1905) FotograWa: Un grupo debajo del árbol" realizada por el fotógrafo brasileño SebasIán Delgado en EIopía en 1985.
Cán$co espiritual San Juan de la Cruz (Pregunta a las Criaturas) Canciones entre el alma y el esposo ¡Oh bosques y espesuras, plantadas por la mano del amado! Esposa: ¡Oh prado de verduras, ¿Adónde te escondiste, de flores esmaltado, amado, y me dejaste con gemido? decid si por vosotros ha pasado! Como el ciervo huiste, habiéndome herido; (Respuesta de las Criaturas) salí tras I, clamando, y eras ido. Mil gracias derramando, pasó por estos sotos con presura, Pastores, los que fuerdes y yéndolos mirando, allá, por las majadas, al otero, con sola su figura si por ventura vierdes vesIdos los dejó de hermosura. aquél que yo más quiero, decidle que adolezco, peno y muero. Buscando mis amores, iré por esos montes y riberas; ni cogeré las flores, ni temeré las fieras, y pasaré los fuertes y fronteras.
Égloga I de Garcilaso de la Vega Por I el silencio de la selva umbrosa, por I la esquividad y apartamiento del solitario monte me agradaba; por I la verde hierba, el fresco viento, el blanco lirio y colorada rosa y dulce primavera deseaba. ¡Ay, cuánto me engañaba! ¡Ay, cuán diferente era y cuán de otra manera lo que en tu falso pecho se escondía! Bien claro con su voz me lo decía la siniestra corneja, repiIendo la desventura mía. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
Vicente del Bosque Los pies de la hierba con las uñas pintadas. Todos los insectos volaban con máscaras, hacían equilibrios en bigotes de roedor. Una alegre fiesta en un claro del bosque, una alegre fiesta en un claro del bosque.
Una alegre fiesta en un claro del bosque, una alegre fiesta en un claro del bosque, una alegre fiesta... en un claro del bosque .... una alegre fiesta... en un claro del bosque …. Sergio Algora -‐ El Niño Gusano de "El Efecto Lupa”
Los huesos del tobillo hacían un extraño ruido que encantaba a los niños que montaban cabras. FotograXa: "Diario de un Montañero Paparazzi", su autor: Kepa Castro Todos reían cuando se despeñaban. Una alegre fiesta en un claro del bosque, una alegre fiesta en un claro del bosque. Y todos bailaban alrededor del pelo del leñador muerto que con su hacha se cortaba los cabellos.
Libre te quiero Libre te quiero, como arroyo que brinca de peña en peña. Pero no mía.
Alta te quiero, como chopo que en el cielo se despereza. Pero no mía.
Grande te quiero, como monte preñado de primavera. Pero no mía.
Blanca te quiero, como flor de azahares sobre la Ierra. Pero no mía.
Buena te quiero, como pan que no sabe su masa buena. Pero no mía.
Pero no mía ni de Dios ni de nadie ni tuya siquiera. AgusOn García Calvo
Los espinos Verdor nuevo los espinos Ienen ya por la colina, toda de púrpura y nieve en el aire estremecida. Cuántos cielos florecidos les has visto; aunque a la cita ellos serán siempre fieles, tú no lo serás un día. Antes que la sombra caiga, aprende cómo es la dicha ante los espinos blancos y rojos en flor. Ve. Mira. Luis Cernuda
En tanto que de rosa y azucena se muestra la color en vuestro gesto, y que vuestro mirar ardiente, honesto, enciende al corazón y lo refrena; y en tanto que el cabello, que en la vena del oro se escogió, con vuelo presto, por el hermoso cuello blanco, enhiesto, el viento mueve, esparce y desordena: coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto, antes que el Iempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre; marchitará la rosa el viento helado. Todo lo mudará la edad ligera por no hacer mudanza en su costumbre. Garcilaso de la Vega
Árboles abolidos, volveréis a brillar al sol. Olmos sonoros, altos álamos, lentas encinas, olivo en paz, árboles de una patria árida y triste, entrad, a pie desnudo en el arroyo claro, fuente serena de la libertad. Blas de Otero
Qué día tan largo...¡Qué día tan largo... y qué camino tan áspero... qué largo es todo, qué largo, qué largo es todo y qué áspero! En el cielo está clavado el sol iracundo y alto. La 0erra es toda llanura... llanura... toda llanura... y en la llanura... ni un árbol... Voy tan cansado que pienso en una sombra cualquiera. Quiero descanso... descanso... sólo descanso... ¡Dormir! Y lo mismo me da ya bajo un ciprés que bajo un álamo. León Felipe
La canción de los pinos
¡Oh pinos, oh hermanos en Ierra y ambiente, yo os amo! Sois dulces, sois buenos, sois graves Diríase un árbol que piensa y que siente mimado de auroras, poetas y aves
¡Oh pinos anIguos que agitara el ciento de las epopeyas, amados del sol! ¡Oh líricos pinos del Renacimiento, y de los jardines del suelo español!
Tocó vuestra frente la alada sandalia; habéis sido másIl, proscenio, curul, ¡oh pinos solares, oh pinos de Italia, bañados de gracia, de gloria, de azul!
Los brazos eolios se mueven al paso del aire violento que forma al pasar ruidos de pluma, ruidos de raso, ruidos de agua y espumas de mar
Sombríos, sin oro del sol, taciturnos, en medio de brumas glaciales y en montañas de ensueños, ¡oh pinos nocturnos, oh pinos del Norte, sois bellos también!
¡Oh noche en que trajo tu mano, DesIno, aquella amargura que aún hoy es dolor! La luna argentaba lo negro de un pino, y fui consolado por un ruiseñor
Con gestos de estatuas, de mimos, de actores, tendiendo a la dulce caricia del mar, ¡oh pinos de Nápoles, rodeados de flores, oh pinos divinos, no os puedo olvidar!
RománIcos somos…¿Quién que Es, no es románIco? Aquel que no sienta ni amor ni dolor, aquel que no sepa de beso y de cánIco, que se ahorque de un pino; será lo mejor… Yo no. Yo persisto. Pretéritas normas confirman mi anhelo, mi ser, mi exisIr ¡Yo soy el amante de ensueños y formas que viene de lejos y va al porvenir!
Cuando en mis errantes pasos peregrinos la Isla Dorada me ha dado un rincón do soñar mis sueños, encontré los pinos, los pinos amados de mi corazón Amados por tristes, por blandos, por bellos, Por su aroma, aroma de una inmensa flor, por su aire de monjes, sus largos cabellos, sus savias, ruidos y nidos de amor
Ruben Dario
¡CHOPO viejo! Has caído en el espejo del remanso dormido, abaIendo tu frente ante el Poniente. No fue el vendaval ronco el que rompió tu tronco, ni fue el hachazo grave del leñador, que sabe has de volver a nacer. Fue tu espíritu fuerte el que llamó a la muerte, al hallarse sin nidos, olvidado de los chopos infantes del prado. Fue que estabas sediento de pensamiento, y tu enorme cabeza centenaria, solitaria, escuchaba los lejanos cantos de tus hermanos.En tu cuerpo guardabas las lavas de tu pasión, y en tu corazón, el semen sin futuro de Pegaso.
La terrible simiente de un amor inocente por el sol del ocaso.¡Qué amargura tan honda para el paisaje, el héroe de la fronda sin ramaje! Ya no serás la cuna de la luna, ni la mágica risa de la brisa, ni el bastón de un lucero caballero. No tornará la primavera de tu vida, ni verás la sementera florecida. Serás nidal de ranas y de hormigas. Tendrás por verdes canas las orIgas,y un día la corriente sonriente llevará tu corteza con tristeza.¡Chopo viejo! Has caído en el espejo del remanso dormido. Yo te vi descender en el atardecer y escribo tu elegía, que es la mía.. Federico García Lorca
Corriente El que camina se enturbia. El agua corriente no ve las estrellas. El que camina se olvida Y el que se para sueña. Federico García Lorca
Rosa gris Rosa gris, mirada dulce y labios de cristal, y la piel que no toqué, blanca como su intención. Sin saber las reglas de la calle del amor, no sé puede flirtear con la pasión de la ciudad. La vida y la ilusión se van como el viejo tren que no volvió; por la calle del amor se van, dónde, sin pensar, se venderán. Una vez, el día trajo la oportunidad de volar aún más allá de la calle del amor, al notar la seda de princesa, acariciar a la chica de cristal, a la fría rosa gris. Su piel se endureció y su voz ya no se quebró al suspirar; la mirada aprendió a pedir lo que alguna vez no se atrevió
Diego Vasallo de “AutobiograXa”
Yo voy soñando caminos de la tarde. ¡Las colinas doradas, los verdes pinos, las polvorientas encinas!... ¿Adónde el camino irá? Yo voy cantando, viajero a lo largo del sendero... -‐La tarde cayendo está-‐. "En el corazón tenía la espina de una pasión; logré arrancármela un día; ya no siento el corazón." Y todo el campo un momento se queda, mudo y sombrío, meditando. Suena el viento en los álamos del río. La tarde más se oscurece; y el camino que serpea y débilmente blanquea, se enturbia y desaparece. Mi cantar vuelve a plañir; "Aguda espina dorada, quién te pudiera sen$r en el corazón clavada.” (ANTONIO MACHADO, Soledades)
Al lado de las aguas está, como leyenda, En su jardín murado y silencioso, El árbol bello dos veces centenario, Las poderosas ramas extendidas, Cerco de tanta hierba, entrelazando hojas, Dosel donde una sombra edénica subsiste. Bajo este cielo nórdico nacido, Cuya luz es tan breve, e incierta aun siendo breve, Apenas embeleso esIval lo traspasa y exalta Como a su hermano el plátano del mediodía Sonoro de cigarras, junto del cual es grato Dejar morir el Iempo divinamente inúIl. Tras el invierno horrible, cuando sólo la llama Conforta aquella espera del revivir futuro, Al pie del árbol brotan lágrimas de la nieve, Corolas de azafrán, jacintos, asfodelos, Con pujanza vernal de la Ierra, y fielmente De nueva juventud el árbol se corona. Son entonces los días, algunos despejados, Algunos nebulosos, más Ibios de este clima, Sueño septentrional que el sol casi no rompe, Y hacia el estanque vienen rondas de mozos rubios: Temblando, tantos cuerpos ligeros, queda el agua; Vibrando, tantas voces Imbradas, queda el aire. Entre sus mocedades, vida prometedora, Aunque pronto marchita en usos tristes, Raro es aquel que siente, a solas algún día En hora apasionada, la mano sobre el tronco, La secreta premura de la savia, ascendiendo Tal si fuera el laIdo de su propio desIno. [...] Luis Cernuda
"Amapola, sangre de la $erra, amapola, herida del sol, boca de la primavera azul, amapola de mi corazón! ¡Cómo ríes por la viña verde, por el trigo, por la jara, por la pradera del arroyo de oro, amapola de mi corazón! ¡Novia alegre de los labios granas; mariposa de carmín en flor, amapola, gala de la vida, amapola de mi corazón! Juan Ramón Jiménez
Árboles hombres Ayer tarde volvía yo con las nubes que entraban bajo rosales (grande ternura redonda) entre los troncos constantes. La soledad era eterna y el silencio inacabable. Me detuve como un árbol y oí hablar a los árboles. El pájaro solo huía de tan secreto paraje, solo yo podía estar entre las rosas finales. Yo no quería volver en mí, por miedo de darles disgusto de árbol disInto a los árboles iguales. Los árboles se olvidaron de mi forma de hombre errante, y, con mi forma olvidada, oía hablar a los árboles.
Me retardé hasta la estrella. En vuelo de luz suave fui saliéndome a la orilla, con la luna ya en el aire. Cuando yo ya me salía vi a los árboles mirarme, se daban cuenta de todo, y me apenaba dejarles. Y yo los oía hablar, entre el nublado de nácares, con blando rumor, de mí. Y ¿cómo desengañarles? ¿Cómo decirles que no, que yo era sólo el pasante, que no me hablaran a mí? No quería traicionarles. Y ya muy tarde, muy tarde, oí hablarme a los árboles. Juan Ramón Jiménez
La flora y la poesía Han colaborado en la selección de poemas: Rosa Mª Calderón, Yolanda Jiménez, Alfonso Romero, Javier Tinoco, CrisIna Frías, Elvira Ramírez Elena Toribio Ana Retamero Especies vegetales que aparecen en los poemas: Olmo, chopo, ciprés, álamo, olivo encina, pino, rosa, espino o majoleto, asfodelos, azafrán amapola