HAMACA ARQUITECTURA
¿Una nueva normalidad? Una pregunta que se hace relevante en la nueva realidad que vivimos, una realidad con un nuevo ritmo lleno de incertidumbre y expectativas. Las ciudades se han paralizado, han dejado de tener la usual dinámica que las caracteriza y ahora las vemos distinto, hemos pasado a ser espectadores de la ciudad como observándola desde afuera y no encontrándonos en ella. Pero existe una fuerte resistencia a dejar de vivir la ciudad porque la ciudad y los espacios que habitamos nos definen y nosotros definimos a esos espacios. También hay otros factores que definen a la ciudad como la economía, la política, las diferentes culturas, la geografía y los recursos que posee, su historia y aunque no sea tan evidente a los ojos, las enfermedades también han definido fuertemente a las ciudades. Entonces, ¿Cómo reacciona la ciudad ante esta pandemia? ¿Cómo respondemos ante la limitación de no poder circular por sus calles y lugares como hace unos meses? Inclusive, ¿Cómo respondemos ante la nueva dinámica que tenemos en nuestro propio espacio doméstico, nuestra casa?. Desde la arquitectura creemos que la respuesta es muy clara, así como el ser humano ha evolucionado a través de los años, la ciudad, los edificios y las casas también lo hacen, a veces les toma un tiempo comprender qué sucede y cómo afrontarlo pero los espacios son naturalmente resilientes, es decir, se adaptan a los cambios y la arquitectura ha sido siempre una disciplina muy presente en ese proceso.
...“porque la ciudad y los espacios que habitamos nos definen y nosotros definimos a esos espacios.�
Algunos orígenes de las ciudades. Las ciudades no nacen por azar, no surgen como un hecho fortuito. Desde la antigüedad, la conformación de la ciudad ha estado ligada a diversos factores, siendo uno de ellos, su ubicación geográfica, el entorno físico en el que se asienta una población. Un lugar que necesariamente debe proveer de los recursos mínimos para habitarlo y desarrollarse en él. Esto implica, que ese lugar pueda permitirle al ser humano cumplir con sus necesidades básicas. Es muy fácil notar como muchas ciudades, independientemente de su edad, generalmente están situadas cercanas a fuentes de agua, bien sea a través de ríos, quebradas, costas o lagos. El agua es un recurso natural imprescindible y determinante a la hora de fundar una ciudad, pues además de ser indispensable para la existencia de vida, también cumple un rol muy importante dentro del metabolismo urbano, no solo como elemento abastecedor de necesidades, de higiene, transporte, sustento económico entre otros, sino además como parte de la imagen y morfología de la ciudad.
Respecto a esto, Vitrubio, uno de los más antiguos teóricos de la arquitectura hacia el año 15 a.C. describe en su obra Diez Libros de Arquitectura que antes de asentar cualquier cimiento para una muralla debía escogerse un lugar de aires sanos con abundantes fuentes de agua. Consideraba también el asoleamiento para dicha ciudad y explicaba que las casas debían estar orientadas en función de la cantidad de sol que debía recibir cada espacio: habitaciones, baños, salas y comedores. Incluso hace especial énfasis en el diseño de edificaciones para la salud en el que los enfermos parecían mejorar al recibir buena luz natural. Y es preciso resaltar que para el momento en el que escribe su obra no existía el concepto de hospital o clínica como lo conocemos en la actualidad, aun así, estaba presente la noción de planeación de los espacios obedeciendo al aprovechamiento de los recursos naturales para hacerlos más saludables.
Las ciudades y sus enfermedades. Las ciudades crecieron, se expandieron, evolucionaron con su gente y con este crecimiento, en muchos casos descontrolado, también llegaron grandes problemas a los centros urbanos. Hoy tenemos una imagen muy fantástica y ordenada de ciudades como Paris, Sevilla o Londres pero la verdad es que no siempre fueron así, la mayoría de las ciudades europeas sufrieron por siglos de fuertes problemas de salubridad. Respecto a esto, Jerónimo Bouza, historiador de la Universidad de Barcelona (2004) describe que las ciudades que venían siendo enclaves importantes de localización de oficios artesanales hubieron de adaptarse, con la industrialización, a situaciones de cambio tan rápido como generalizado en todos los órdenes de la vida ciudadana. En Europa Occidental, desde las décadas finales del siglo XVIII, gran parte de las ciudades industriales experimentaron un crecimiento de población –debido tanto al aumento de la natalidad y descenso de la mortalidad como a la inmigración- más rápido de lo que podían absorber, dando lugar a la creación de barrios obreros marginales y a la intrincada acumulación de viviendas y fábricas en los centros históricos.
El manejo de los desperdicios y de las aguas residuales era algo que aún no se entendía bien y, como consecuencia, se generaron enfermedades graves que derivaron en epidemias o pandemias que recurrentemente azotaron y diezmaron a la población. Como ejemplo de ello, a finales del siglo XVI, la peste bubónica cobró la vida de alrededor de 9.000 personas sólo en la isla de Tenerife que para el momento representaba cerca del 45% de su población. La misma peste también ocasionó la muerte de aproximadamente 100.000 personas en Londres casi un siglo después que en Tenerife. Luego, a principios del siglo XVII la ciudad de Marsella sufrió la muerte de unas 40.000 personas, casi la mitad de su población, urante la Gran Peste de Marsella y, esto sólo mencionando algunos de los muchos casos que surgieron en Europa. Siguiendo esta línea histórica, el abogado español Pablo Sánchez Chillón, experto en Derecho Público, Urbanismo y Asuntos Públicos, en 2011 encabeza un artículo con la frase “El Cólera…una vez hace su aparición, permanece por largo tiempo, y es más peligroso en hogares y vecindarios cerrados, húmedos y sucios…” y explica que carteles admonitorios como el que encabeza este post eran habituales en Europa hace no más de 150 años, en un contexto de ciudades plagadas de aterradores suburbios y barriadas como las que el propio Dickens recogió en sus novelas. Frente a este estado de cosas -tolerado por largo tiempo por autoridades y sociedad civil- algunas voces se alzaron reclamando profundas medidas de saneamiento e higienización de estos núcleos insalubres de las ciudades, propugnando una visión tutelar del problema que alumbróla aparición de doctrinas como el Higienismo. Sánchez continua explicando que bajo la general consigna del public health is wealth (Salud pública es riqueza), y frente a los crecientes problemas de salubridad, los higienistas tratarán de incorporar un paradigma sanitario transversal que mejore la existencia de estas clases empobrecidas, valorizando su entorno y proponiendo nuevos enfoques que habrán de afectar a la alimentación, la higiene, la educación, la moral y los hábitos saludables, con un inmediato efecto sobre el urbanismo de las ciudades y su arquitectura.
... “la peste bubónica cobró la vida de alrededor de 9.000 personas sólo en la isla de Tenerife que para el momento representaba cerca del 45% de su población.”
La resiliencia de las ciudades a través de la arquitectura. Esta situación -que se sumaba a un contexto político y social cambiante además de los crecientes avances industriales que permitieron la creación de nuevos materiales como el acero y el concreto armado y, nuevas técnicas como la producción en serie- fue el sustrato indicado para el surgimiento de la arquitectura moderna, una corriente que a través de sus formas y materiales lucharía contra las epidemias. Fue este sin duda un punto de inflexión para las ciudades que traería consigo una mayor conciencia sobre la concepción y organización de los espacios. A principios del siglo XX la arquitectura moderna a través de sus máximos representantes, los arquitectos Le Corbusier, Mies van der Rohe, Walter Gropius, entre otros destacables, sentaron las bases de una nueva forma de diseñar, una visión pragmática de la arquitectura donde la forma seguía la función, una arquitectura donde la premisa era la sencillez estética, la claridad en la volumetría de las edificaciones y un mayor aprovechamiento de los recursos naturales que brindaba el entorno.
Esta nueva corriente sería por supuesto incidente en la planeación urbana ordenando a la ciudad en 3 funciones esenciales: vivienda, trabajo y ocio (deporte, diversiones). como levantar el edificio del suelo para separarse del polvo y la contaminación generando en su planta baja un espacio de transición y desinfección hacia la casa. Las fachadas y el diseño interior se ajustaron a un minimalismo cuyo objetivo era no acumular polvo y que el espacio fuera lo más amplio y flexible posible. Y, al igual que en los anteriores ejemplos, se diseñaron grandes ventanales horizontales que permitirían la ventilación cruzada y un mejor asoleamiento de los espacios internos.
A nivel urbano, culminando el siglo XIX, Ebenezer Howard presentó su idea de la ciudadjardín. En ella recogía parte de la tradición residencial inglesa para fundamentar sobre la misma un modelo urbano y territorial para el futuro de las ciudades. Aunque Howard no era arquitecto, este nuevo planteamiento fue rápidamente adoptado por importantes arquitectos que en su diseño comprenderían grandes espacios verdes, parques y bulevares que organizarían la ciudad y le darían una mejor ventilación y asoleamiento a las zonas residenciales e industriales que ahora estarían separadas y bien diferenciadas. También se diseñarían escuelas y hospitales con una fuerte y clara intención de aprovechar la luz natural abriendo grandes ventanales, balcones y terrazas al aire libre donde el ser humano estaría en contacto con la naturaleza y, por ende, menos dispuesto a contraer enfermedades. Podemos citar edificaciones muy destacables como el Sanatorio antituberculoso Paimio en Finlandia (1933), la Biblioteca de Viipuri en Rusia (1935), el edificio de residencias estudiantiles Baker House para el MIT en Estados Unidos (1948) y la Biblioteca Rovaniemi en Finlandia (1963), todas estas obras, del arquitecto finlandés Alvar Aalto y que tendrían algo en común: la búsqueda de espacios amplios, flexibles e iluminados naturalmente. Los ventanales eran calculados por un equipo conformado por arquitectos, médicos y científicos que estudiaban los distintos ángulos de incidencia solar, las direcciones del viento y la ergonomía del espacio y el mobiliario. Todo diseño obedecía a un estricto razonamiento científico.
Resiliencia en tres escalas. A nivel urbano, culminando el siglo XIX, Ebenezer Howard presentó su idea de la ciudadjardín. En ella recogía parte de la tradición residencial inglesa para fundamentar sobre la misma un modelo urbano y territorial para el futuro de las ciudades. Aunque Howard no era arquitecto, este nuevo planteamiento fue rápidamente adoptado por importantes arquitectos que en su diseño comprenderían grandes espacios verdes, parques y bulevares que organizarían la ciudad y le darían una mejor ventilación y asoleamiento a las zonas residenciales e industriales que ahora estarían separadas y bien diferenciadas.
A nivel doméstico, podemos encontrar notables ejemplos como la Ville Savoye en Francia (1929) del arquitecto franco-suizo Le Corbusier, en la que se destacan respuestas como levantar el edificio del suelo para separarse del polvo y la contaminación generando en su planta baja un espacio de transición y desinfección hacia la casa. Las fachadas y el diseño interior se ajustaron a un minimalismo cuyo objetivo era no acumular polvo y que el espacio fuera lo más amplio y flexible posible. Y, al igual que en los anteriores ejemplos, se diseñaron grandes ventanales horizontales que permitirían la ventilación cruzada y un mejor asoleamiento de los espacios internos.
Hacia dónde apunta la arquitectura. Con todo esto, es evidente que la respuesta por parte de la arquitectura además de ser clara, ha sido trascendental para poder superar estas terribles situaciones que afectaron considerablemente a la sociedad occidental. Estos ejemplos nos dejan claro que la arquitectura es naturalmente resiliente y disruptiva, adapta sus esquemas a los cambios, se reinventa, propone nuevas ideas y es capaz de brindar espacios confortables, sanos y flexibles a quienes los habitan. Ahora bien, si la casa es originalmente un espacio de resguardo, es lógico y necesario formularnos preguntas como ¿Ha sido mi casa un lugar confortable durante este tiempo de confinamiento? ¿Ha logrado esta satisfacer plenamente mis necesidades y las de mi familia? ¿Cómo serán los nuevos espacios educativos y profesionales?
En la arquitectura entendemos que deben generarse cambios fundamentados en el estudio delas formas de habitar de la sociedad actual. Pero ante todo, la tarea esencial es ilustrar a la población sobre las grandes ventajas de habitar espacios pensados, planificados y diseñados por arquitectos. Espacios que comprenderán las necesidades particulares de cada persona y cada familia y, además, como se viene señalando, serán diseñados para aprovechar los recursos naturales, para ser saludables y confortables. Durante este confinamiento muchos de nosotros hemos notado las grandes deficiencias de habitar espacios que no han sido pensados desde la arquitectura y, por ende, no son capaces de brindarnos los recursos para disfrutarlos y desarrollarnos en ellos, espacios que no son flexibles y que no se adaptan a la familia o, espacios que son ciegos a las bondades que de forma completamente gratuita nos ofrece la naturaleza.
En la arquitectura entendemos que deben generarse cambios fundamentados en el estudio de las formas de habitar de la sociedad actual. Pero ante todo, la tarea esencial es ilustrar a la población sobre las grandes ventajas de habitar espacios pensados, planificados y diseñados por arquitectos. Espacios que comprenderán las necesidades particulares de cada persona y cada familia y, además, como se viene señalando, serán diseñados para aprovechar los recursos naturales, para ser saludables y confortables.
Siendo conscientes de ello, desde Hamaca Arquitectura tenemos el norte de dar a las personas espacios que permitan el resguardo y la oportunidad de desarrollarse. Bajo esta premisa, nuestras propuestas se basan en 4 aspectos fundamentales que dirigen el diseĂąo
1. Flexibilidad y movilidad espacial que se manifiestan en propuestas que no generan fundaciones lo cual además de facilitar su transporte de un lugar a otro también permite adaptar el espacio según los distintos requerimientos delcliente. 2. Multifuncionalidad que se expresan en el uso de materiales y elementos arquitectónicos que puedan cumplir varias funciones como seguridad, protección solar y estética al mismo tiempo y sin problemas. 3. Autonomía que permite instalaciones que puedan autoabastecerse de recursos dando al usuario un espacio perfecto y confortable para el desempeño de sus actividades educativas, profesionales, comerciales o domésticas. 4. Higienización que se expresa en la inclusión de materiales y tecnologías antibacterianas, espacios de desinfección y la consideración de la ventilación cruzada y el asoleamiento natural que resguarden la salud de quienes lo habitan. En definitiva, la tarea es clara, ante esta nueva realidad, la arquitectura debe servir de medio para la creación de espacios únicos para cada usuario, espacios que reguarden, que conmuevan, espacios que inspiren y ayuden al desarrollo de las personas. Pensar en el espacio que habitamos es relevante para todas las personas, en el vivimos y compartimos y, sin duda, este espacio será altamente determinante en nuestra calidad de vida, en nuestra productividad y en nuestra felicidad.
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