LOS
CINCO DE FÉNIX
LIBRO II
La verdad ha quedado al descubierto... Son unos impostores
LISI HARRISON autora NÚMERO 1 EN VENTAS EN ee. uu.
LICENCIA PARA contar
Este libro está dedicado a los Cinco de Fénix: Sheridan Spencer, Andrew Duffy, Lily Bader-Huffman, Vanessa Riley, y Jagger. Perdonadme.
Título original: License to Spill
1.ª edición: junio de 2015
© Del texto: Lisi Harrison, 2014 Publicado por primera vez por Little, Brown and Company © De la traducción: Adolfo Muñoz García, 2015 © Grupo Anaya, S. A., Madrid, 2015 Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid www.anayainfantilyjuvenil.com e-mail: anayainfantilyjuvenil@anaya.es ISBN: 978-84-678-7154-8 Depósito legal: M-12572-2015 Impreso en España - Printed in Spain
Las normas ortográficas seguidas son las establecidas por la Real Academia Española en la Ortografía de la lengua española, publicada en el año 2010.
Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización.
LISI HARRISON
Traducci贸n de
Adolfo Mu帽oz
Octubre
Sé lo que estáis pensando eXactamente. Leo vuestros comentarios online; os oigo susurrar por los pasillos. Muchos de vosotros me lo decís a la cara porque no sabéis que yo soy X. Cosas como: «Impostores tenía resolución cero». «¿¡A eso lo llaman final!?». «¿Recupera Duffy a sus amigos? ¿Sacan a Lily del Instituto de Noble? ¿La arrestan por acoso? ¿Las dos cosas? ¿Quién manda amenazas a Vanessa? ¿Puede impedirle Sheridan a Octavia que le robe el espectáculo? ¿Y quién es Jagger? Por decirlo llanamente: eso fueron 300 páginas de planteamiento, y 0 páginas de desenlace». No os preocupéis, Licencia para contar será mucho más satisfactoria. Terminé Impostores de manera tan abrupta para ver si querías más. Y parece que sí. Y eso significa que esto ya no es solo mi crimen, ahora es nuestro crimen: crimen de los Cinco de Fénix por guardar secretos; crimen mío por revelarlos; y crimen vuestro por empaparos bien de ellos. Quitad cualquiera de esos actores, y no habrá nadie herido. Para el crimen fueron necesarios los tres. —¿Qué papel jugaste tú? No es que a mí me importe. Pero me alegro de que hayas vuelto por más.
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P: Dijiste que te llevaban en coche a la fiesta de Octavia. R: Mi amigo pilló una intoxicación alimentaria. Además, la bici es mejor para el medio ambiente.
12 Oct.
Papá acaba de dejar mi habitación, pero no antes de someterme a un interrogatorio concienzudo. P: Hijo, ¿te das cuenta de la hora que es? (22:16 horas). R: No.
Papá dijo «Bien dicho». Le gusta cuando pienso a escala global. Bostecé y le dije que necesitaba dormir. Lo que realmente necesitaba era que él cortara el interrogatorio porque la frente me empezaba a sudar. Deben de ser los secretos que están dentro de mí, tratando de salir. Tengo goteras de mentiras. Mi piel no puede evitar que se filtren. Si llegaran a salir, sería mi ruina. Audri conocería mi yo real. Mis padres conocerían mi yo falso. Y yo volvería a ser el yo de antes. Solo que peor. Mucho peor. Como si Mucho Peor ascendiera a Desastre Total, a Pesadilla Viviente, a Humillación Pública, y todo ello junto fuera colgado en YouTube. Traducido a 130 idiomas. Convertido en un cuento con moraleja y vendido en un pack regalo junto con El niño que gritaba que venía el lobo y La caída de Ícaro. En ese plan. Pero peor. Mucho, mucho peor.
P: Te has pasado el toque de queda. R: Se me salió la cadena de la bici. P: ¿Por qué no llamaste? R: Me quedé sin batería. 10
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INTERIOR DORMITORIO. NOCHE. SHERIDAN SPENCER aprieta el «play» en su iPhone. Empieza a sonar «Pu... perfección» de Pink.
La noche para mí fue un «Pu... desastre». Todo empezó al preguntarle a Lily Bader-Huffman si pensaba que Duffy la había invitado al espectáculo de moda en plan cita. Yo solo estaba tratando de comprender el motivo que había detrás de su cabello brillante y su vestido rojo ceñido. Ella se puso a llorar y luego echó a correr. Ahora me siento más culpable que David Bisbal. Poco después acepté la invitación de último minuto a su fiesta que me hizo Octavia, cuando tendría que haberme olido que era una trampa. Ella no andaba buscando que empezáramos de nuevo, lo único que quería era demostrar que Logan me había utilizado para llegar al BMW M3 GTR de papá. Y lo demostró, superpúblicamente, muchasmuchasmuchasgracias. Me sentí tan humillada que se me agarrotaron brazos y piernas. Así que cuando llamó Duffy y respondió Logan, y le 12
dijo a Duffy que era mi novio, yo no me encontré con fuerzas para pararle los pies. Después intenté llamar a Duffy, pero me puso directamente el buzón de voz, así que también eso salió fatal. Pero la peor parte de la noche fue el resultado de otra noche distinta y terrible también. Una noche que me persigue como el fantasma de Banquo persigue a Macbeth en «la obra escocesa», cuyo título yo no menciono nunca porque todos los actores saben que pronunciar el nombre de esa obra de teatro da mala suerte. Solo que en vez de Banquo, este anuncio del arrepentimiento viene en forma de Vanessa Riley, esa chica tan lista con la que coincido en clase de Ciencias. Sí, la que fue testigo cuando yo me prendía mi bufanda Massie Block con un quemador Bunsen. La que sabe lo de esa vuelta de placer que di con Logan. Resulta que el vendedor al que acusaron de coger el coche era su hermano, A. J. Ahora tengo 72 horas para hacer que papá vuelva a contratarlo en el concesionario, o Vanessa me delatará. Me dan mareos. Necesito una gaseosa. No, tengo que picar algo. No: necesito un arcoíris. ¡Caramelos de colores! CORTEN. Continuará... FIN DE LA ESCENA.
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El agente Boyle se presentó cinco minutos después de que yo llamara al 911. Pensé que entraría y esperaría dentro de casa a que volviera Lily para interrogarla sobre aquello de robarme mis pertenencias personales y esconderlas en su armario. Pero se quedó en el porche de mi casa, haciéndome unas cuantas preguntas: Poli: ¿Te ha estado acechando? Yo: ¿Acechando...? Poli: Ya sabes, escondiéndose tras los arbustos para mirarte, siguiéndote... Yo: No. Poli: ¿Llamándote varias veces al día? Yo: No. Poli: ¿Observándote con instrumentos de vigilancia?
Yo: ¿Cómo voy a saberlo? Poli: Es verdad. ¿Enviándote regalos inapropiados? Yo: No. Poli: ¿Apareciendo de repente en el momento en que necesitas que alguien te salve? Yo: ¿Eh? No. Quiero decir, sí. Me caí una vez por la escalera y ella me ayudó a levantarme. Poli: ¿Cómo reaccionaste? Yo: Le di las gracias. Poli: Después de darle las gracias, ¿se fue o se quedó allí? Yo: Se quedó allí. Poli: ¿Qué hiciste? Yo: Le di un dólar. Poli: ¿Por qué? Yo: Pensé que estaba esperando una propina. Poli: ¿Una propina? Yo: Ya sabe, por ayudarme. El policía escribió algo en su cuaderno. Intenté mirar, pero inclinó el cuaderno hacia su insignia. Poli: ¿Alguna vez ha hecho cosas retorcidas para poder quedarse a solas contigo? Sensación o sentimiento = ¡Sí! Lily siempre estaba en mi habitación comprando ropa de Trendemic. Era mi mejor cliente. Pero mi trabajo tenía que permanecer en secreto, así que no pensaba presentar pruebas. Yo: No. Sensación o sentimiento = ¿Sabrá que estoy mintiendo? Poli: ¿Has hablado de esto con tus padres? Yo: Están fuera. Cerró el cuaderno. Sonó como una bofetada en la cara. Mi cara también lo sintió. Poli: Esa chica necesita orientación.
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Viernes
¿ORIENTACIÓN? ¿ORIENTACIÓN? ¿Orientación para ir a la cárcel? ¿Es que no la van a acompañar? El agente Boyle empezó a bajar los peldaños del porche. Yo: ¿Eso es todo? ¿Orientación? Poli: ¿Qué quieres que haga yo, muchacho? Sensación o sentimiento = ¿Por qué los policías siempre tienen que decir cosas tan relamidas como «muchacho»? Yo: ¡Arrestarla! Poli: ¿Por qué? Yo: ¿Por robo...? ¿Por acoso...? ¡Por rara! Poli: ¡Uf! Lo de demostrar la rareza es peliagudo. Yo: ¡Mis cosas estaban en su armario! Poli: ¿Y qué hacías tú mirando en su armario? Sensación o sentimiento = ¿De qué lado está él? Yo: Mis perritas me llevaron allí. Poli: Unas criaturas increíbles, ¿verdad? Yo: Supongo. Poli: ¿Has recuperado tus cosas? Yo: No. Poli: ¿Por qué? Yo: No quería tocar nada de la escena del crimen. El agente Boyle se rio al oírme decir eso. No de la manera en que se ríen Hud y Coops cuando hago un barrido, sino más bien como lo hizo Mandy cuando le dije que Robert Pattinson tenía ojos decolorados. En plan, «¡ah, qué cosa tan interesante!». Poli: A mí esto me parece un enamoramiento bastante inocente. Yo: ¿Inocente? Poli: Tú eres un chico guapo, Andrew, y estás en la edad. Las chicas harán cosas rebuscadas para llamar tu atención. Tienes que ir acostumbrándote, hijo. Bueno, y disfrutándolo. Hay peores problemas en la vida, muchacho.
Yo: ¿Al menos puede darle esa cosa que le dieron a Chris Brown después de pegarle a Rihanna? Poli: ¿Una orden de alejamiento? Yo: Eso. Justo cuando empezaba a escribir la orden, recibió una llamada por el walkie-talkie. Unos gamberros habían hecho estropicios en los aseos públicos de Regal Park. Sensación o sentimiento = Él debería haber contestado que estaba completamente inmerso en una misión. Que se lo asignaran a otro. Pero me miró y dijo: El deber me llama. Sensación o sentimiento = Dijo «el deber». Me habría partido la caja si Hud y Coops hubieran estado allí. Pero no estaban. Ni siquiera me hablan. Así que aunque mi cara quería reírse ante la palabra «deber», mi cerebro no estaba por la labor. El agente arrancó la orden de alejamiento de su cuaderno y me la entregó. Decía:
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Esto es una orden de ALE JA MIENTO: ALÉgrate y JAmás te lamentes de gustarles. Tienes mucha suerte: no te MIENTO. Yo: ¿No debería decir algo sobre que Lily irá a la cárcel si vuelve a cogerme mis cosas? Poli: Habla con tus padres, sigue mis instrucciones, y no te pasará nada. Yo: Pero... Poli: Ve acostumbrándote, rompecorazones. Y entonces se fue. Sensación o sentimiento = ¿Rompecorazones?
¿Realmente soy el tipo de chico del que se enamoran las chicas? (Sin contar a Lily, porque sigo pensando que padece un desorden mental). Mis parientes me dicen que soy «apuesto», y las amigas de Mandy dicen de mí cosas como «Menudo bombón», pero creía que solo lo hacían porque les gustaba que me pusiera colorado. Me empecé a preguntar qué pensaría Sheridan, pero lo dejé, porque el tipo al que queríamos embarcar para Pesado es el que ha respondido al teléfono, y eso duele. El caso es que yo estaba en el porche pensando en todo esto cuando oí rechinar ruedas de monopatín por el pavimento. Lily venía por el camino de mi casa con hojas en el pelo y un rasponazo en la rodilla. Daba la impresión de haber salido un momento antes de una tumba trepando con las uñas, y eso me hizo preguntarme de qué más sería capaz. Sensación o sentimiento = Tengo que conservar la calma. Sensación o sentimiento = No puedo. Me metí en casa corriendo. Ella empezó a tirar piedras a la ventana de mi dormitorio. Sensación o sentimiento = Eso no es un enamoramiento inocente. Lily: ¡Puedo ayudarte, puedo ayudarte! Sensación o sentimiento = La vieja táctica de salvarme, otra vez. Sensación o sentimiento = El agente Boyle tendría que oír esto. Yo estaba a punto de ponerme a grabarla, cuando la señora Bader-Huffman la hizo entrar en su casa. Sensación o sentimiento = Hasta que vuelvan papá y mamá, voy a dormir con Bubbie Libby.
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Todavía me faltaba mucho para acabar mi anterior entrada cuando mi madre entró en la habitación. —Cierra ese diario —dijo. Yo terminé con una rápida frase que decía que me tendía, con la cabeza apoyada en el vientre de Blake, y buscaba estrellas fugaces en el cielo. Quería escribir sobre el policía que nos pilló a Blake y a mí pasando el rato en el tejado del instituto de Noble. Y contar que obligué a Blake a volver a la fiesta de Octavia para buscar a Vanessa, que tenía que jaquear el ordenador y cambiar mis notas. Y que Blake dijo todo lo que podía decir para consolarme por mi no-cita con Duffy... Pero entonces mamá dijo: «¡Ya!».
—¿Te importaría decirme qué ha pasado esta noche? —El mundo es muy grande, mamá, ¿te importaría ser más concreta? —¡Alan! —llamó ella—. ¿Puedes venir? Yo sabía que estaba siendo maleducada. Sabía que mamá no se lo merecía. Me daba igual. Quería que se enfadara. Quería comprobar que mi comportamiento le afectaba. Que me quería lo bastante para odiarme. Porque lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia. Y me parecía que no saldría viva de aquella noche si otra persona más actuaba como si yo no le importara. —¿Qué está pasando? —preguntó papá desde la puerta. Papá es un sabueso cuando se trata de olfatear la tensión, y una gallina cuando se trata de enfrentarse a ella. —¿Quieres que te lo resuma? —dijo mi madre—. Hace ocho años dejé mi trabajo como psicóloga infantil para encargarme de la educación en el hogar de nuestra hija. Entonces, un día, ella me rogó que la dejara ir al instituto, y en contra de lo que me decía la sensatez, accedí. Ahora, tras seis breves semanas, todo lo que le había enseñado, todo lo que ella era —mamá chasqueó los dedos—, ha desaparecido. —¿Cómo puedes decir eso? —pregunté. —Veamos —dijo mi madre dándose unos golpecitos con los dedos en la barbilla—: Has estado volviendo tarde a casa del instituto; te has apuntado a un club de estilo que te hace vestir como una excéntrica europea; esta noche has mentido sobre tus planes, y te he visto tirar piedras a las ventanas de los vecinos... —No —repuse—. Me refiero a que ¿cómo puedes decir «seis breves semanas» cuando todas las semanas tienen siete días? Eso no tiene sentido. —¡Ya basta! —soltó papá (¡por fin!)—. ¿Qué está pasando, Lily?
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Sábado, 13 de octubre
Pensé en la verdad: que soy un corderito criado entre algodones que intenta vivir libre en el campo. Que he sido lo bastante insensata para creer que Andrew Duffy, el líder del campo libre, querría ser mi guía. Con sus ojos verdes y su pelo descuidado. Con su destreza en el baloncesto y su equipamiento Nike, sus capuchas y sus altas puntuaciones en los videojuegos. Con su paso despreocupado, con su música alta, con sus bebidas potentes y energéticas, con su hermana tan apreciada por todo el mundo, con sus perritas sin nombre, con sus decoraciones navideñas en el jardín y con sus amigos de apodos monosilábicos. A los chicos así no les gustan las chicas como yo. Con mis ojos castaño-diarrea y mi pelo crespo. Con mi inútil habilidad para citar a los clásicos y para decir el alfabeto hacia atrás en menos de un minuto. Con mi Enciclopedia Británica y mi vestuario soso y anticuado. Con mis manicuras de rotulador, mis sándwiches respetuosos con la ortodoxia judía, mi obsesión con la palabra «Coxsackie», mis intelectuales amigos escolarizados en el hogar, y mi amigo del alma, Blake, que no quiere contarle a nadie que es gay. Si Sheridan Spencer no me hubiera dicho que la invitación de Duffy al espectáculo de moda no era una cita, yo podría seguir pensando que tenía alguna oportunidad. Les echo la culpa a mis padres. El resguardarme del sistema de educación público me hizo muy letrada, pero socialmente analfabeta. Tal vez si mi madre me hubiera enseñado cómo leer a la gente en vez de a leer latín, no hubiera necesitado que Sheridan Spencer me tradujera a Duffy. No me habría hecho alisar el pelo ni me habría maquillado. No me habría puesto un vestido. Un vestido ceñido. ¡Y rojo! No habría estado patinando sola en la oscuridad, llorando. Las lágrimas no me habrían empaña-
do la visión, y no me habría caído. No me habría hecho el rasponazo en la rodilla, ni habría aterrizado en una pila de hojas. Un coche de policía salía del camino de la casa de Duffy dando marcha atrás justo cuando yo doblaba la esquina, y no pude evitar preguntarme si por casualidad no tendría razón Blake. ¿Y si pasaba algo raro con Duffy? Algo serio... ¿Y si tenía toda la intención de encontrarse conmigo, pero no podía? Como en Tú y yo, cuando Terry se supone que tiene que encontrar a Nickie en el mirador del Empire State, y la atropella un coche. Al final Nickie lo da todo por perdido, sin saber que ella está en el hospital... Muy preocupada, me metí por el camino de casa de Duffy. Él estaba en el porche. Le sonreí aliviada y corrí hacia él para asegurarme de que estaba bien, pero Duffy se apresuró a entrar y cerró la puerta de un portazo. Me quedé allí un momento, sin entender. ¿De verdad acababa de hacer eso? Porque fingir que alguien no existe cuando se encuentra a medio metro de distancia, es algo muy atrevido. Tan atrevido que me hizo pensar que yo era un fantasma. Como si los sentimientos figurados de que yo era invisible me hubieran convertido en invisible de verdad. Como yo no había hecho nada para provocar aquel tipo de reacción, sospeché que ocurría algo siniestro. Como que tal vez lo hubieran tomado de rehén. Y que de algún modo había conseguido llamar a la policía, pero después su secuestrador lo había vuelto a atrapar y le había obligado a despedir a los agentes del orden. Después de lo cual tendría que apresurarse a entrar, o de lo contrario la familia entera volaría en pedazos, empezando por las perritas sin nombre... Mientras yo pensaba cómo podía ayudarle en aquella situación, en el piso de arriba, una luz empezó a encenderse y
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apagarse. Duffy estaba intentando comunicar. Le tiré una piedrecita para que supiera que yo estaba allí. Como no respondió, grité: —¡Puedo ayudarte! ¡Puedo ayudarte! ¡Lo haré! Fue entonces cuando mamá me arrastró dentro de casa y me mandó a mi habitación, que por algún motivo huele un poco a caca de perro. Tal vez porque todo en mi vida se ha convertido en una... —Lily, respóndele a tu padre —me presionó mamá—. ¿Qué te está pasando? Estamos empezando a preocuparnos. Yo no podía contarlo todo, así que dije: —Mis planes han salido mal, eso es todo. Yo me esperaba la Noche estrellada de Van Gogh, y ha resultado El grito de Munch. Siempre me habéis enseñado que hay que gestionar las expectativas de manera sensata, y teníais razón. Lección aprendida. Mamá sonrió orgullosa. Entonces yo sonreí también. Ella sigue sin saber muy bien qué me ha pasado últimamente, y yo sigo sin tener ni idea de por qué me ignora Duffy. Pero en ese momento quedó claro que nos importamos una a la otra. Y eso es todo lo que queríamos saber.
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13 Oct.
Así que aquí estoy yo, untándome mermelada en la tostada, cuando de repente mamá deja caer la bomba-F. —¿Una limpieza facial? —digo—. ¿Por qué tendría que hacerme una limpieza facial? —Veo la congestión en tus poros desde el otro lado de la mesa. Y eso que no llevo las gafas de leer. Le digo que seguramente es un sarpullido o algo así. Pero yo sé que no lo es. Son mis mentiras que están intentando salir. En cuanto se va a jugar al tenis, me pongo los pantalones de esquiar, ropa interior térmica, mi camiseta de Vampire Weekend, un jersey de lana y una gorra. Pongo el temporizador de la sauna a veinte minutos, y entro. Al cabo de un minuto, me resulta difícil respirar. 26
Al cabo de tres minutos, se me emborrona la visión. Al cabo de cinco, me desplomo. Una de mis mejillas cae sobre el gancho metálico de mi pase de esquí. Me quema. Grito. Me acerco dando trompicones hacia la manecilla de la puerta. Entro en el aseo y trago aire fresco. Me quito la ropa. El pecho ha adquirido un tono morado. Tengo la mejilla izquierda marcada por dos líneas rojas. Me acerco al espejo, inclinándome para ver si cinco minutos fueron suficiente para que todas las mentiras salieran por los poros. Y estoy tan mareado que me caigo. La profesora Silver se me acerca en sueños. Me dice que los diarios son un sitio seguro para los pensamientos poco aceptables, y me aconseja enterrar mis mentiras en estas páginas. Le pregunto si eso me dejará los poros de la piel limpios. Ella dice que eso me dejará limpios los poros y el cerebro. Yo digo, entonces bien. Cualquier cosa antes que permitir que mi madre suelte otra bomba-F. MENTIRA N.º 1: Mis padres, Carla y Ed, fueron enviados a prisión por pegar a un matón. MENTIRA N.º 2: Ahora están en el corredor de la muerte. MENTIRA N.º 3: El día que los arrestaron, vino un trabajador social y me llevó. MENTIRA N.º 4: Estoy emancipado desde los catorce años. MENTIRA N.º 5: Vivo en el cuarto de atrás de la tienda de mascotas exóticas de Randy. 27
MENTIRA N.º 6: Randy me permite vivir en ese cuarto a condición de que dé de comer de noche a sus mascotas. MENTIRA N.º 7: Randy trata con traficantes internacionales de mascotas que llevan armas. MENTIRA N.º 8: Pillo el tren a Manhattan para visitar a mis padres en la cárcel. (¿Hay siquiera una cárcel en Manhattan? Debería enterarme). MENTIRA N.º 9: Mamá es profesora de Educación en la Salud. Mi padre es farmacéutico. MENTIRA N.º 10: Yo puedo firmar mis propios permisos para faltar a clase, y los informes del instituto. MENTIRA N.º 11: He robado una bici. MENTIRA N.º 12: Me persigue un antiguo marine llamado «Pat el loco» que quiere vengar a «Pat el hijo», el maltratador al que pegaron mis padres. MENTIRA N.º 13: Le dije a Audri que el bolígrafo de FemFresh venía dentro de mi bolsa del diario. MENTIRA N.º 14: Le dije que pensaba que FemFresh era una compañía de comida ecológica. MENTIRA N.º 15: Gané un debate sobre la pena de muerte porque mis padres estaban en el corredor de la muerte. MENTIRA N.º 16: Le dije a Audri que sabía lo que era perder a la familia. Le dije que suelo llorar por ese motivo. MENTIRA N.º 17: Le dije a Audri que Pat el loco estaba en la fiesta de Octavia. MENTIRA N.º 18: Todo lo que le dije a mi padre anoche era mentira. (Incluso mi bostezo, porque no estaba cansado en absoluto).
(MENTIRA N.º 19: La inicial de mi nombre es J.). 28
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todo es tan complicado y tan, tan irritante...! Todo el mundo decía que el instituto de Noble sería duro, pero yo pensaba que sería duro para la gente común y corriente, no para mí. ¡Ay, Dios mío! ¿Y si resulta que soy una persona normal y corriente? ¡ME PICA! Sé que no debería pensar en ello, pero no puedo evitarlo. No debería haber dejado a Lily anoche en el tejado de Noble. Debería haber jaqueado sus notas tal como le prometí. Y qué si me roba a Blake. Si yo jaqueaba sus notas en vez de guardarle rencor, Lily no podría acusarme de jaquear las mías, porque ella también sería culpable. Ahora está mandándome amenazas por correo ordinario. Aquí está la última: 13 de octubre
SABÍA QUE ESTABAS TRAMANDO ALGO. AHORA TENGO LA PRUEBA.
Hice pausa en el programa de la tele en que salía Christina Applegate para poder escribir en el diario. Porque mientras escribo no me puedo rascar. Y si no me puedo rascar, mis brazos no darán la impresión de haber recibido una paliza propinada con barritas de caramelo rojo. ¿Veritas? Echo de menos el colegio al que iba antes. ¡La vida entonces estaba tan bien recompensada!1 Yo era modelo: modelo de conducta, ciudadana modelo, y modelo principal en la pasarela de Fashion for Felines que se hacía en la Residencia Protectora de Animales para recaudar fondos. ¡Ahora Literalmente, tengo 159 premios.
¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah! Me pica tanto, y tanto, y tanto... que no puedo, no puedo, no puedo... me tengo que rascar... ¡UFFF! Vivir en la incerteza es como morir rascándome2. Al menos he encontrado la manera de que A. J. recupere su trabajo en el concesionario de BMW. Mejor dicho: me he enfrentado a la chica que robó el coche y permitió que mi hermano cargara con las culpas. Resulta que fue Sheridan Spencer, la hija del jefe. Le dije a esa Barbie depravada que arreglara las cosas, o la denunciaría. ... A menos que Lily me denuncie antes a mí. ¿A que suena profundo?
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No se lo puedo permitir. Ella no se puede llevar a Blake y arrastrar mi orgullo por los suelos en un solo mes. No se lo permitiré. Antes me denuncio yo misma3. Ummm... Podría echar la culpa de mi falta a mi inestable vida familiar. El director Alden se compadecería de mí y se conformaría con ponerme una advertencia. Las noticias de mi jaqueo se convertirían en virales y no tardaría en verme sorteando ofertas de trabajo de Microsoft y Apple. Por supuesto, las rechazaría..., al menos hasta estar segura de que la relación de mis padres volvía a estar encauzada. Y eso ocurriría, claro está, en el momento en que comprendieran que sus riñas constantes me habían empujado al jaqueo. ¡Por Diosito! Problema resuelto. Perdóneme, director Alden, porque he pecado... Ahora vuelvo con Christina Applegate.
3 Me apuesto a que dan un premio por ser honrada. Algo parecido a una Medalla al Martirio, o el Premio al Delincuente Mejor Reformado.
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No existe botón de «eliminar» en Internet. ¿Qué tipo de futuro nos espera si no podemos escapar a nuestro vergonzoso pasado? Estas páginas contienen la prueba de cómo esa presión afecta a los «mejores»… Así que, hasta que la presión afloje, seguid leyendo. ¿Quiénes son los Cinco de Fénix? Tenemos secretos, y yo tengo una
licencia para contar. www.anayainfantilyjuvenil.com
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