UNAD 2015
Escuela de Ciencias Sociales, Artes y Humanidades CEAD José Acevedo y Gómez (Bogotá).
PROLOGO Quedarán los colores de la sangre, las montañas, los pájaros, los lobos y las hienas, de las ballenas y los árboles pero todos ellos ya habrán perecido. Las huellas de que alguna vez estuvieron en el planeta serán esos juegos de luz que corroborarán a alguien que en este planeta alguna vez hubo vida. Algunos dirán: ¿y es que los humanos no estamos vivos? Quizá vinimos del mundo de los muertos y, como muertos, habitamos un lugar que ya lo hicimos nuestro a partir de su defunción. En “Un feto en el balcón”, las voces de los narradores se diseminan en testimonios que buscan dar cuenta de paisajes sin vegetales, animales, hongos o protozoos; sólo pueden evocar que alguna vez hubo movimiento y vida en todo ese desierto colorido. Cada una de ellas es una irrupción carente de causalidad y, por tanto, cada palabra deviene un grito condenado a ser engullido por el silencio absoluto. Y así como todo gesto se pierde en el vacío para formar parte de él, ante la ausencia de vida en un mundo donde sólo hay colores pero ni un solo ser vivo, aparte del homo sapiens sapiens, eso que se llama esencia humana se suspende en la indefinición de la muerte hecha con mezclas cromáticas. “Un feto en un balcón” plantea si quedará algún sustrato de “lo humano” cuando la tierra deje de ser tierra. La elaboración de este libro, como toda escritura, cuenta con borrones, reinicios y tropezones. Quizá el volumen mismo lo sea; como con los colores que brotan
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en la historia, estas páginas son el rastro de un intento inocuo, como lo es este planeta cuando, desde un lugar lejano, alguien lo ve como una luz más que fulgura en su cielo. Ese punto luminoso es un testimonio indescifrable y, por tanto, a nadie importan las obras maestras o tonterías perpetradas en este lugar. Tanto las tonterías como los grandes episodios de inteligencia e inspiración, formarán parte del mudo decorado de una entidad que observa el firmamento desde su propia inimportancia.
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De modo que “Un feto en un balcón” es la huella de una experiencia y, por lo tanto, no puede haber una conclusión tan primaria como calificarla de fallida. En tiempos donde los escritos pululan, donde cualquiera puede enunciar un pensamiento y que dichas palabras empiecen a circular, cuando menos, entre los dos o tres inadvertidos que entraron a facebook justo en el momento que se subió la oración al muro, convierte al acto de escritura en algo con una vocación tan pasajera como las palabras salen de nuestras bocas. Kenneth Goldsmit, en sus talleres de escritura no creativa, pide a los asistentes que copien páginas completas de libros consagrados; en su perspectiva, ya hay muchos textos interesantes y, más que aportar uno nuevo a esa gran masa, podemos dedicarnos a transformar y trastocar los que ya han sido escritos. En una perspectiva como la que él plantea, uno debería referenciar todo lo que no escribió. “Un feto en un balcón” no ha sido un plagio pero no aspira a ingresar al sistema de la literatura. Es una escritura carente de cualquier guía que le permita establecer por qué es “buena” o “mala” una determinada manera de contar o decir algo (o, por qué no, alguien). La escritura, más que un producto, en estos laboratorios que se llevan a cabo en la UNAD, se convierte en una experiencia que no puede circunscribirse a los márgenes trazados por criterios estéticos. Andrés Felipe Escovar
I Charles se sienta frente al que hoy es su hogar y que, de niño, fue su escondite favorito; por esos años estaba rodeado de color verde y todo tipo de fortunas pero hoy se ha convertido en una piedra agreste. Él destila componentes químicos que le permiten mantenerse vivo. ¿Qué lo llevo a estar allí? Una mujer hermosa que despertó todo tipo de sentimientos. Hoy, sentado en esa piedra, recuerda el día que ella lo miró a los ojos y, con una serenidad que heló hasta sus huesos, le dijo que estaba embarazada y que no lo tendría. Él aún tiene una mirada melancólica, de interrogación, huyó y jamás regresó. ¿Pasó? ¿No pasó? Fue tal su dolor que hoy lo carcome cada elemento de ese amor y de la tierra que añora. Ha olvidado el aroma de las rosas pero está seguro que era algo agradable. También su memoria ha perdido la sensación que surgía al comer un pedazo de fruta; lo más cercano a ella es una fórmula -su fórmula, su secreto- materializada en unas piedras rojas de un extraño olor que él calienta al frotarlas y les riega un preciado líquido que robó de un recipiente hallado a muchos kilómetros de allí. Luego vierte unas gotas y resulta un brebaje que lo aleja del horror de la soledad y la destrucción Todos los días espera no despertar más pero despierta.
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II
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La raza humana, luego de una serie de guerras biológicas ha quedado indefensa. El hombre ha destapado la caja de pandora. O, más bien, hace mucho tiempo la destapó, la cerró y la volvió a abrir hasta que nunca más pudo volver a cerrarla; virus, bacterias y parásitos han mutado de tal manera que ya no les afecta. Venenos, vacunas, anticuerpos, antibióticos; pareciera ser este el fin de la humanidad. A diario, madres ven morir a sus hijos – en su mayoría ni siquiera pueden concebirlos-. Sus esposos, hermanos, hermanas, madres primos y toda su familia también mueren. Ellas han perdido su razón de ser. Así como el hombre causó esta devastación, encontró una “solución”; científicos de todos los países se reunieron para desplegar una plaga peor y que, en un primer momento, se pensó como única respuesta al problema. Quién iba a pensar que la nano-medicina, una ciencia que destruyó enfermedades y virus como el cáncer, el VIH, la encefalitis, entre otras, iba a traernos tanta desgracia y más muerte que la que habíamos vivido cuando no pudimos controlar la caja de pandora. Una vacuna a base de nano-robots que aniquile sin piedad “todos” los organismos que están atacando al hombre,-pensaron los científicos,- será la respuesta al flagelo que acrecentaba en la humanidad su sed de violencia y venganza. Las mentes más brillantes, reunidas y en consenso, decidieron crear y lanzar el más grande antibiótico a base de nano-robots para acabar con todas las microbestias que estaban exterminando la especie humana.
El día de su lanzamiento fue oscuro. Dicen que el cielo se entristeció, en todo el globo no paro de llover durante 24 horas puesto que él sabáa la barbarie que se venía por culpa de la especie más salvaje y más brutal en la historia de la tierra. Los que creyeron que, después de las pandemias, el mundo no podía ser peor se equivocaron. La cura fue peor que la enfermedad; se salió de control y destruyó a toda la fauna y flora; leones, mosquitos, tortugas, arboles flores, gusanos, peces, aves, pastos, musgos, hongo, todo lo que tuviera vida y no fuera humano fue devastado. Debido a que en la ciudad había pocos árboles y animales, quedó con el color de los edificios, avenidas, carros, bicicletas y motos; después de que se fue la vida, la urbe se ha convertido en un laboratorio gigante donde los científicos continúan construyendo nano-robots que descomponen las heces humanas para remplazar toda la vida que destruyeron y fabricar oxígeno. Somos pocos los que habitamos la ciudad. A mí solo me ata ELLA, siempre he pensado en irme al campo donde, al menos, se encuentra el color y nuevas sensaciones, o eso cuentan los pocos que se van y logran volver. Los nano-robots, cuando destruyeron todo “ El color es lo que único que diferencia la ciudad de lo rural: en la ciudad, por ejemplo, los colores más extraños que se pueden encontrar son los de pequeñas manchas blancas con dos puntos rojos que corresponden a las ratas, hermosas criaturas que nunca apreció el hombre o, en las casas y los hogares, los variados tonos de los jardines y materas que pocos cuidaron. Es paradójico que siempre apoyamos el desarrollo tecnológico, dejando un lado la bella naturaleza, hoy pagamos el precio, reconociendo el color de la cruda ciudad. El campo está pintado de verde con café y dicen que no es raro encontrarse tonalidades azules de los azulejos, amarillos de canarios, verdes de pericos, grises de rato-
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nes, rojos de los gallos, rosado del cerdo, además de los de las flores y frutos. Debido a esto, los intelectuales han decidido tomar camino hacia los espacios rurales para no caer en la amargura y soledad que propina la oscura y fría ciudad. Músicos, pintores y escritores han inundado el campo en busca del color y la inspiración. Ya cansados de no encontrar a sus musas, han decidido empezar a comer los colores. Es tal el desespero por buscar su inspiración que algunos artistas los lamen, con tan mala suerte que algunos encuentran la muerte en estos vestigios químicos.
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III En este presente distópico en el que se convirtió el mundo, no todos sufrieron por igual, aquellos responsables del desastre, y quienes tenían con qué pagar, lograron no verse tan afectados y, hasta cierto punto, mantener el statu quo y el estilo de vida que tenían antes. La exclusividad, la cultura, el renombre, inclusive la belleza y la salud; todo lo que pudiera hacerlos sentir más como deidades terrenales y menos como hombres estaba a su alcance. En el pasado eran dueños del combustible, los medicamentos y el entretenimiento pero ahora son dueños del agua potable, el aire fresco y los químicos alimenticios. Seguramente, si llegara a pasar otra gran calamidad, seguirían siendo ellos los que estén arriba monopolizado lo que sea importante de momento; ser quienes son lo llevan en la sangre, impreso en su ADN literalmente porque, después de años de eugenesia racial y manipulación genética, se han convertido en una raza distinta, más inteligente, saludable y resistente. Son ellos los titiriteros de este infierno, son quienes dan un trabajo a los hombres para que puedan pagar los tubos de alimentos, sí, los emplean en las canteras picando las mismas piedras de colores que después son procesadas y convertidas en los químicos que forman los alimentos que se venden en forma de tubos en las subtópolis (lo que queda de las ciudades), irónico pero es el orden reinante; estos titiriteros dueños del todo poseen las fábricas que producen lo indispensable para vivir y el resto de la población debe ir a trabajar a esas fábricas para tener cómo pagar lo que se necesita para
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vivir. El bello círculo que hace que se mantenga el tan anhelado statu quo. Existe también algo de lo que se debe hacer mención: los hijos de estos titiriteros, sí, los llamados hijos del poder, jóvenes herederos de grandes fortunas que viven en sus propias casitas campestres alejados de las sucias subtópolis. Son estos hijos del poder los que, en ocasiones, llevados por las hormonas y las ansias de libertad en sus años de adolescentes, deciden contrariar sus encasillamientos sociales, algunos nada nada más porque en el fondo saben que no les conviene dejar su nivel por completo; por ejemplo, suele pasar que, guiados por su corazón, decidan con quién casarse antes de que se los impongan como parte de la eugenesia racial.
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IV Yo por mi parte emprendí mi viaje, ya no soporto más la fría ciudad o, más bien, por obligación, debo encontrarme conmigo mismo y pagar las deudas que tengo con la vida. Desde la distancia recuerdo ese momento cuando dijimos tranquilamente que éramos libres porque podíamos decidir nuestras vidas, que el momento histórico de la sociedad donde estábamos nos permitía tomar la decisión; y ya está tomada, ese día lo decidimos muy tranquilos, sin pensar las consecuencias, sin importar que ese momento iba a partir nuestra historia. ¿Por qué nos tuvimos que encontrar? dos personas tan RACIONALES, tan frías pero con tanto para compartir para entregar, con objetivos tan similares, nos encontramos en el momento ideal, éramos perfectos el uno para el otro, nos complementamos tanto. Ella me necesitaba y yo a ella – me pongo a pensar: estamos en Armagedón pero la verdad no me importa, igual tengo que trabajar, buscar cómo sobrevivir, darle mi tiempo a personas y situaciones en las que no quisiera estar y me pregunto si será que así era la vida de los que vivieron en un mundo distinto al de nosotros y no tuvieron que vivir este tormento–. Un día hablamos y me dijo que lo había hecho pero que no fue fácil; tuvo muchos problemas en su procedimiento. Me siento con toda la culpa aunque lo hicimos los dos; además, es muy difícil estar lejos, escucharla llorar sin poder decirle que la amo, que haría todo para cargar con ese karma físico –yo lo haría, no me importaría que me abrieran las entrañas solo para sentir y estar en el lugar de ella-.
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El karma mental es insoportable, ahora me rio de mí mismo, veo que no soy tan racional como creía. O tal vez sí, pero me duele el pecado y lo que realmente me mortifica es pensar en el dolor que le causé durante los días que pasó sin mí en el solitario hospital. ¿Por qué no estoy con ella? ¿Por qué el destino nos unió y nos separó así? Vuelvo a razonar y me pregunto: ¿sería lo mismo si estuviéramos en un mundo normal? ¿nos hubiésemos enamorado igual? ¿nos hubiésemos separado igual? ¿las circunstancias serían las mismas? La verdad, este conflicto mundial no me importa; que se acabe el mundo, que se acaben los animales, que se acaben las flores. Odio al mundo por habernos jugado esta mala broma donde hoy ella está haciendo su vida, sus cosas y yo igual. Es extraño pero siempre que hablamos, hablamos de mil cosas menos de ese pequeño suceso, aunque está ahí. A diario pienso en ella pero muy pocas veces en nuestro suceso o en el momento por el que pasa el mundo. 12
V Hola, soy yo y quiero decirte que, cualquiera sea la decisión que tomes, siempre te agradeceré por cada uno de los momentos que compartimos. Lamento no poder contemplar tu rostro, si así lo decides, no poder sentir tus caricias y no poder escuchar tu dulce voz porque, desde aquí, el eco de mi mente no me permite percibirla como yo desearía. Pero ¿sabes qué es lo que más lamento? no haber llegado en el momento correcto; sé que no me esperabas pero el destino me quiso poner en ti, por ello te pido perdón; por no ser anhelado. También sé que tu vida en este momento no es lo que tu esperabas y que sientes deseos de terminar con ella; si así lo decides, prefiero que termines con la mía. Y no es que tenga deseos de morir, solo deseo verte feliz. Quisiera poder sentir tus caricias porque, desde donde me encuentro, te he acariciado el alma pero no la piel. Lamento todo esto que estas sintiendo, yo he sentido tu miedo, tu desesperación, te he visto perdida en tus propios pensamientos, que, por más que quieras, no me los puedes ocultar pues en este instante soy parte de ti. Todos los cambios emocionales que has tenido estos últimos días han sido fuertes, intensos, te he visto pasar de la melancolía a la total depresión, de la risa por algo que sucedió en tu día a la zozobra total y, aunque soy pequeño y frágil, puedo sentirlo con la misma intensidad con la cual tú lo haces.
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Esta decisión no es fácil para ti; de hecho, para nadie lo es. Yo tampoco deseo morir sin conocer cómo es el mundo más allá de lo que tú me has contado y sé que eres consciente que yo he escuchado todas tus palabras y tus más profundos pensamientos. Espero que también sientas todo lo que yo siento en este momento. Quisiera ser la razón por la cual estés feliz pero por ahora eso no es posible pues no sabes si deseas conservarme. Quiero que sepas cuánto te quiero y que nunca olvidarás estos momentos que compartimos, en que fuimos un solo ser, en que estuvimos juntos y aunque, no sé si lograré verte, sentirte, escucharte y abrazarte, siempre seré tu pequeño.
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VI Mama, solía decir que era muy sensible, que desde que estaba en el vientre de mi bisabuela lloraba y lloraba cuando tomaba C15H10O7. Un día, los sollozos fueron tan fuertes que provocaron que el parto se adelantara, y, sin que la bisabuela pudiera decir ni nada, Hermelinda llegó a este mundo prematuramente sobre la mesa en la cocina. Contaban que ella fue literalmente empujada por un torrente impresionante de CH3OH y C2H5OH, que desbordaba la mesa y el piso de la cocina. Ella fue condenada por su madre a permanecer toda la vida soltera hasta la muerte pero un día se encontró con Xerófilo; era un muchacho joven de la vereda, solía hablar por las tardes con Hermelinda. Ellos se enamoraron profundamente. Una noche, mientras la familia de ella se encontraba escuchando la emisora “Tarqui F.M. Stereo”, el llegó con una manotada de escobas de pajarillo. Luego se arrodilló y le pidió a doña Clemencia la mano de su hija pero ella se opuso, le dijo que estaba Rosaura, la hija mayor. Él acepto con tal de estar al lado de su amada. El día de la boda, Hermelinda preparó la cena para la fiesta, la cual era una receta de C22H20O13 + CaCl2CaSO4 En Pétalos De Espigas. Todos los invitados no pudieron aguantar su emoción sexual; hasta el cura salió corriendo con la señora que recibía la limosna en la iglesia del pueblo.
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Hermelinda, desde entonces, a través de sus comidas manifestaba sus sentimientos marcados por la ausencia de su amado. A través de este plato, sus cuerpos sintetizaron esta singular relación sexual. Pasados tres meses, Rosaura esperaba un varón. Una noche, Hermelinda escuchó gritos muy fuertes y fue a la habitación de su hermana a ver qué había ocurrido; se encontró con un niño que tomó en sus manos y lo llevó a su habitación para darle de mamar. Ese niño murió poco después por la mala relación que mantenían sus padres.
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En el año 2020 Hermelinda comenzó a estudiar. Frecuentaba ir cada quince días a la capital. Una tarde se encontró, en el camino, con el ingeniero de petróleo que llevaba poco meses de estar en la vereda; lo habían enviado por poco tiempo a buscar esmeraldas en el desierto de colores. Cuando llegó su madre, lo hizo pasar a la sala donde acostumbraban recibir a los invitados, al mirarlo le dijo a su hija que el castigo de quedarte soltera. El primer día de la luna de miel, el esposo de Hermelinda falleción de un infarte y ella se quedó viuda y se encerró, por dos meses, encharcado de lágrimas con olor a C15H10O7.
VII Etel Si; así es; desde mi mundo viendo, observando aquel entorno, árido, crudo como la cal. ¿Qué puede sobrevivir allí? Nada. Sin embargo un caserío que se alimenta de…. Quién sabe. Pocas personas, entre hombres mujeres y niños, luchan por esa tierra alimentándose de ella; sí, literalmente de la tierra, porque solo arena y arcilla es lo que hay, pero debe haber minerales que permiten la sobrevivencia. Ese mundo que no he terminado de construir, al parecer, alberga vida que lucha por mantenerse en pie y hasta ahora mira a la civilización como algo lejano. No entienden por qué están allí mirando melancólicamente la vida que llevan. Las mujeres paren, crían y alimentan. Los hombres buscan nuevos horizontes donde puedan hallar algo mejor que ofrecer a sus familias. El transcurrir del tiempo es lento. Y yo, inerte ante la situación, no sé en dónde me equivoqué. ¿Por qué hay vida si aún no he terminado? ¿Será que hago algo para que esto no continúe? Sí, puede ser: no permitir que las mujeres paran más. Empezaré con aquélla que, luego de tener que olvidar a su verdadero amor, encontró a alguien que la ama más de lo que ella puede amarlo. Ya tiene dos hijos ¿no es suficiente? La miro sufrir para alimentar a esos pequeños y su marido no la atiende solo se preocupa por con-
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seguir una mejor vida ¿pero dónde? Ella debe abortar la misión de su tercer hijo; a él no le espera nada. Allí está ella nuevamente en ese balcón, pensando en su futuro y en su nuevo hijo. - ¡Etel, Etel! - ¿Quién me habla? - No puedes verme pero podrías llamarme Abdel, el justo. - ¡Vete! - No puedo irme; estoy en tus pensamientos, en tu conciencia. - ¿Qué quieres? - Saber de ti, de tus sueños, anhelos y…. 18
- Pero si estas en mis pensamientos, ya sabes que todo de mí pues todo lo guardo allí. - A veces te miro y pienso: ¿Podrán sobrevivir tus dos hijos vivos y el que está por nacer? - Él también está vivo, lo siento. - Pero no está en este mundo. ¿No has pensado en…..? - ¿Abortar? ¡Jamás! - Piénsalo. En un mundo donde todavía no hay nada, ¿no crees que con dos que sufran es suficiente? - Soy justo y quiero que tengas un mejor porvenir. - Tal vez esta sea la oportunidad para esos sueños. - ¿Cómo sabes de mis sueños? - Ya te lo dije. Sé todo de ti Si tengo sueños, quiero irme lejos y buscar eso de lo
que me han contado los hombres que han salido. Conocer ese lugar del cual nadie quiere volver. Me han contado que hay otros seres que se mueven en cuatro patas, me han hablado de objetos que parecieran tener vida porque producen alimento diferente a la tierra. Esa noche Etel no pudo dormir; su cabeza daba vueltas y vueltas, pensaba en sus hijos grandes que ya la ayudaban y podía dejarlos para que ellos continuaran su camino. ¿Y el hijo que venía en camino? Él sí le iba a frenar sus sueños, ya no iba a poder volar con viento propio. Era tan natural para los hombres llegar e irse y era tan natural para las mujeres dedicarse a parir y criar mientras esperaban a sus hombres cargados de historias de aquellas tierras lejanas y maravillosas. Ninguna se había atrevido jamás a musitar que quería dejar sus labores para ir con ellos. Pero Abdel le había dejado la inquietud a Etel. ¿Quién era él? ¿su conciencia o la esencia jamás vista de la que le hablaban? Y si era real y si algo sobrehumano le estaba indicando el camino, y si realmente ese niño aún no tenía vida propia… Él esperaba ansioso la decisión de esta mujer y se decía a sí mismo: “Si ella logra vencer sus miedos, tal vez otras decidan no tener sus hijos y yo podré terminar mi obra. Seguiré insistiendo hasta convencerla.” - ¡Etel, Etel - ¿Otra vez tú? - ¿Lo has pensado? - No sé, es peligroso. - Yo puedo ayudarte, yo lo soy todo. - Y si lo eres todo, ¿por qué mas bien no me ayudas a realizar mi sueños? - Eso es lo que hago. - ¡No, no lo estás haciendo!
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Abdel se sentía impotente, parecía estar perdiendo la batalla pues ella estaba en lo cierto, él era dueño del todo, el que decidía. Entendió que su obra estaba terminada porque, al crear a estos seres, les había delegado la misión de terminarla; los creó con el mismo amor que una madre cuida a un hijo y por eso tenían vida. Les entregó anticipadamente algo que cerraba el ciclo: la libertad, el derecho a decidir que tenía cada uno de ellos. Mientras tanto, Etel había descubierto que podía cumplir sus sueños aunque ignoraba cómo hacerlo sin perder esa vida que ella sentía latente en su interior. Tiempo después, Abdel le habló y sus palabras retumbaron para siempre en la mente de Etel pues le dieron alas:
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- El Amor te deja ver las cosas con claridad porque en tus ojos están los míos y, aunque con los tuyos no ves, si lo deseas, en los míos podrás verlo todo. Y así Etel encontró la respuesta..
VIII 1.
Se cristalizaba un alma por la miseria de su vida desdichada, un cuerpo brotado en el semblante de sus ojos, mirada perdida sin presenciar lo que realmente observaba, quebrantos dolorosos llenos de angustia, sutil abismo decisivo de llevar a cabo el último acto, su determinación asertiva o errónea, flotamiento decisivo consciente e inconsciente; en suma, no es la decisión lo importante del acto sino la incapacidad decisiva en el acto, un salto a la nada encontrando algo, un salto al vacío encontrando espacio, un salto al triunfo encontrando venganza, un salto a la verdad encontrando desasosiego , un salto a la mentira encontrando tranquilidad . Aun no sé qué pensaba ella ni lo sabré, lo único conciso es el acto reflejado desde un afuera invadiendo todo su ser, su desgarramiento superior dentro de un grito lleno de silencio, un silencio al mismo tiempo audible y tormentoso. De pie ella se encontraba, en un cuarto cubierto por cuatro paredes de color amarillo, sucio, abandonado , un bombillo a punto de fundirse, cables rojos y negros sostenían el foco, telarañas aparecían en las esquinas, olor a moho dentro de un fuerte abrigo nocturno, una puerta de madera que al abrirse o cerrarse sonaba un ruido tenebroso y temible. A eso de las 10 de la noche ella sentía el líquido rojo derramado entre sus piernas, aquel liquido era el signo de la venida, la sangre empezaba a manifestar lo próximo a suceder. Dentro de su cuarto humilde pensaba extirpar la cria-
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tura que en segundos pasaría a la vida física, la mujer deseosa de cometer un crimen retumbaba en si las múltiples formas ejecutantes por la ausencia de eros hacia aquel infante. Nuestra protagonista no deseaba una niña, su anhelo se veía atrapado en que fuese niño, su azar veía reflejado la maldición que ella creía poseer, una especie de misticismo la acaparaba a un destino desgraciado y maldecido , conspiraciones internas de haber nacido dos niñas anteriormente, si bien antes suscito que detrás de sus pensamientos las odiaba con toda su alma, o posiblemente no era el odio hacia ellas sino hacia ella misma, un odio proyectado de haber querido ser hombre o quizás un odio hacia su padre, o un odio hacia el género masculino, o podría decir un odio fuerte de sus antiguos amantes, o quizás un odio al príncipe azul que ella tanto escucho. Dentro de sus pensamientos retumbaron las siguientes palabras:
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‘’Odio estar odiando mi odio, a lo que odio y no odio, en un odio intenso de odio en la raza humana; pero los odio cuando estoy cerca de ellos; a su vez los amo cuando están lejos de mí; pero mi odio abraza el amor odiado hacia todo, odio estar acá, odio estar allá, odio no estar aquí, odio no ser y odio ser….odio dentro de mi más odio que no puedo dejar de contenfer’’
2.
Meses atrás antes de dirigirse al hospital en solicitud de su resultado, insoportable angustia aumentaba hasta que brazos y piernas dormían, ella no sentía el cuerpo como suyo, sino que una fuerza externa invadía su psique, un nerviosismo despótico apodero su desesperación sin saber nada….luego entro en un seriado de vértigos salidos de su posible control mental, sin ajustar el estado quietista y tranquilo en que debía acudir. Para huir de esta catástrofe psicológica, nuestra protagonista se recostó sobre la cama y seguía pensando sobre el
destino que le avecinaba prontamente. ‘’Era parecido a ciertas profecías que han diagnosticado al mundo a través de personajes históricos que determinan las señas próximas a llegar ’’.Sin embargo ella no pronunciaba palabra alguna, sus frases entrecortadas y perturbadoras generaban una especie de catarsis a los objetos que habitaban alrededor suyo. De un momento a otro ella entró en un delirio ocupado de llantos y estruendosos avisos sofocantes, la acompañaban dentro de sí misma lamentos insoportables, sin que alguien mortal estuviese en el acto de su malestar. De un momento a otro ella dirigió su mirada al bombillo que en aquel momento se encontraba apagado, un instante después continuo su observación hacia los cables que lo sujetaban, en el interior de su alma disparaban imágenes asociativas como el pensar que el bombillo era el feto y los cables fuesen el vientre. Eran eso de las cinco de la tarde, un día lluvioso, las gotas de agua caían sobre el tejado, la puerta de su habitación se encontraba de par en par, allí vivía la más solemne soledad que la acompañaba en sus delirios de existencia, una existencia de un existir en el existir mismo del estar.
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Al lado del lecho había un vaso de agua que había servido dos horas antes. La señal del bombillo le anunciaba que al día siguiente, exactamente a las ocho de la mañana tendría que estar en el hospital recogiendo el resultado de su examen, quebró en un llanto inexplicable para la conciencia pero su inconsciente tendría la respuesta; realmente no existía ningún tipo de raciocinio que podría dar respuesta a la profundidad de su ser, seguía mirando sin objeto alguno, su cuerpo lo empezó a sentir a través de un dolor abdominal muy fuerte ,la conllevo a tomar agua en dos sorbos largos del vaso hospedado en la mesa de noche .Inmediatamente lanzo el vaso con vehemencia hacia la pared más próxima
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que encontró ¡un lamento más! , ¡un grito más!, ¡un llanto más! y así concibió necesario exterminar su existencia….fue un pensamiento germinado en ‘’no desear nada más el deseo’’ ,sin deseo pensaba ella: ‘’no existe vida’’ y con vida ‘’existe deseo’’. Se levantó puso los pies sobre las chanclas, caminó alrededor de su habitación, al instante salió y recorrió un camino que se dirigía a la cocina, se sentó en la silla que se encontraba al lado de la estufa, automáticamente puso en marcha el pensamiento que había tenido minutos anteriores en su habitación. Cerró sus ojos queriendo gritar mudamente, sintió un movimiento pequeño alrededor de la cocina, la olfateo una imagen, ella abrió los ojos, la observo y le suministro una mirada como queriendo decir algo. La imagen no decía nada; pero expresaba una sensación tormentosa,,,, luego caía la tarde para darle una bienvenida a la noche.
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IX Era una mujer que sobresalía de las demás, inteligente y bohemia, con una sonrisa cálida capaz de domar cualquier demonio. Un día de abril, muchos soles atrás, aquella dama de apellido y renombre decidió llevar el amor rumbo a campos más libres para mantenerlo vivo, respirando aquel aire tan puro de la privacidad lejos de las subtópolis... pero la muerte terminó alcanzándolo también en un día de abril, esta vez no hace tantos soles. Quedan en su vida los dos caballeritos, producto de aquel inmenso amor y la esperanza de poder sacarlos adelante. La pequeña casa quinta nunca estaba en silencio, los caballeritos de cuatro y seis años mantenían todo en constante agitación jugando a realizar grandes descubrimientos de fórmulas pérdidas o compuestos capaces de reemplazar lo orgánico; todo emulando a su padre, académico hombre de ciencias que cautivara a una jovencita prometiéndole devoción eterna y planetas y galaxias, y pinturas y besos, todo lo que su corazón caprichosamente quisiera poseer. Esa jovencita se convirtió en esposa, madre y viuda, todo lejos de la sofocante ciudad mientras perdía su apellido pero ganaba libertad. Perdió también sus amigas de club, pero conservó el glamur casi parisino que se podía ver reflejado en la elegancia y delicadeza con que adornaba su hogar. Ailyn… ese es el nombre de aquella hermosa dama de la que no puedo parar de escribir, a pesar de tener que velar por sus hijos y las labores domésticas completa-
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mente sola veinticuatro horas al día, los siete días de la semana, era imposible verla con un solo cabello fuera de lugar. Siempre radiante, parecía no afectarle estar lejos de algún estuche de maquillaje desde hace tantos años. Su belleza era fresca, no parecía haber estado casada y menos haber tenido hijos, su ondulante cabello negro azabache hacia resaltar sus ojos verdes esmeralda, esos mismos ojos que hoy lloran en silencio. Hoy se ha dado cuenta que un nuevo caballerito viene en camino, no es el mejor momento porque aunque el dinero no es escaso es poco probable que alcance para alimentar y educar una vida más; siempre se prometió que sus hijos no pasarían ningún tipo de penurias, pero también se prometió no hacer nada que pudiera dañar a su familia. Es aquí donde su dolor inicia, sus promesas entran en contradicción y sus lágrimas no paran de brotar hora tras hora. 26
Nadie lo sospecha, ella es la única que conoce lo sucedido y por eso la responsabilidad de tomar una decisión recae sólo sobre sus delicados hombros. Traer este pequeño al mundo y privarlo a él y a sus hermanos de una vida que promueve su creatividad y potencial, o decidir que prime la razón sobre el amor y hacer lo que muchos considerarían impensable. Esa es la dicotomía que aqueja su corazón, la opción que se tome pesará en su alma por siempre, ya antes le dio prioridad al corazón sobre la razón, pero ha madurado y tiene mucho más en qué pensar ya que aunque la decisión es suya no la afecta sólo a ella. Al tener la sangre y el linaje que posee puede estar segura que no tendrá ningún problema durante el embarazo o el parto, y que el niño que nazca será fuerte y sano; a diferencia de la mayoría de la población no tiene problemas de fertilidad o enfermedades heredables, pero está regida por la ley que prohíbe más de 2 hijos, sabe que si decide tenerlo y es descubierta perderá todos sus privilegios y será enviada a la subtopolis de la que tanto renegó, ese sería el fin para todas las oportunidades
de desarrollo de sus hijos. Cuando se cae en ese pozo infectó no se vuelve a salir. Su corazón inconsolable no podía decidir qué hacer, podía mover influencias y quizás lograr brincarse la ley pero eso requiere tiempo y no es del todo seguro, siempre aparece alguna conciencia que no se deja corromper. También está la opción de notificar sobre el embarazo y entregar el niño al nacer, al fin de cuentas un niño con esa genética será bien recibido para educación e instrucción militar desde muy temprana edad; pero esta opción tiene el inconveniente de que sus hijos sabrán que tuvieron un hermano que no fue querido y tal vez no entiendan sus razones y la juzguen el resto de su vida… eso sería aún más doloroso. Existe una tercera opción: El suicidio. Terminar con su vida acabaría también con la del niño, no sería juzgada y dejaría a sus hijos una fortuna que cubriría todas sus necesidades. Esa parece ser la mejor opción, pero ¿cómo hacerlo? Esa pregunta lleva a la bella Ailyn a recordar un viejo poema de un libro de páginas amarillas llamado “Irremediable Despertar”, que reposaba en algún lugar de su extensa biblioteca. Luego de buscarlo decide leerlo en la noche amparada por la luna acompañada de un costoso y contrabandeado merlot, una de esas muy pocas cosas que sobrevivieron en algunas bóvedas.
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X “Suicide Suite”
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Dicen que nada es fácil en esta vida. Eso es un pobre intento de mentira, es simplemente la clase de cosas que dice esa monocromática gente mediocre que vive atrapada en su triste universo cúbico donde no lograron más que algún recuerdo de un triunfo ajeno y por eso dicen que todo es difícil pero... Morirse es fácil por ejemplo, es de las cosas más fáciles que pueden existir; yo podría morirme en este mismo instante si pudiera decidir cómo. Podría simplemente abrirme las venas con el filo de la plumilla que acabo de romper pero soy demasiado impaciente como para esperar a desangrarme por completo y muy obsesivo como para soportar que los cortes en cada mano no queden simétricos. También podría tomar la línea de la guitarra, hacer ese lindo nudo de orca que aprendí hace un año, ponérmelo alrededor del cuello, saltar desde el amplificador y quedar colgado en el marco de la puerta, pero es una muerte en exceso dramática para mi gusto y la verdad no podría descansar en paz de pensar que arruiné una línea de treinta mil y un amplificador de ciento cincuenta mil en semejante espectáculo tal ególatra. Morirse no es el problema, el problema soy yo que no me decido cómo hacerlo; el cuándo y por qué no son problema, diez minutos para matarse se sacan en cualquier momento y razones para hacerlo pues... Esas aparecen todos los días. El problema es el cómo, ¡el
cómo es el que me taladra la cabeza! Es el que da de qué hablar, es lo que van a recordar, es lo que siempre terminará en alguna conversación. El cómo morirse es lo que inmortaliza… irónico, pero muy cierto. El cómo es lo que diferencia a los bohemios de los desesperados; cualquiera se pega un tiro o se le lanza a un bus, pero no cualquiera se clava en el corazón la pluma fuente con la que escribe sus poemas. Todos terminamos igual, muertos y enterrados. No entiendo qué pasa con esa gente que no hablaba de la muerte ni por equivocación, cuando es la cosa más natural que puede existir y además es la única que no es incierta en esta mugre existencia; hacerse los ajenos al tema no los va a volver inmortales ¡no sean pendejos! Su madre se va a morir, su abuela se va a morir, su perro se va a morir, usted se va a morir, yo me voy a morir, el maldito pez dorado que tengo en la pecera también se va a morir, ¡acéptelo! No es que no me guste la vida, la vida tiene cosas maravillosas y una de esas es que es limitada, lo que hace que el tiempo sea valioso y se busque aprovecharlo al máximo. Vivir eternamente como un vampiro es de las peores cosas que le podría pasar a alguien, perder el límite de existencia hace que ya no se tenga tiempo para vivir sino tiempo para pensar y ¡CARAJO! la peor cosa que se puede tener es tiempo para pensar. Por tener tiempo para pensar terminé escribiendo esto, por tener tiempo para pensar es que la gente se suicida, por tener tiempo para pensar se terminan matrimonios, por tener tiempo para pensar es que se crean armas y se orquestan guerras... Tiempo para pensar es lo que ha llevado a la humanidad al degradante punto en el que está. Tengo una visión bastante gótica del mundo y precisamente eso es lo que me permite escribir esta clase de cosas. Cabe aclarar que lo gótico no es lo que la gente normalmente cree o relaciona como lo satánico o alguna otra payasada de esas, lo gótico es poder apreciar la belleza donde pocos la ven: en la oscuridad. Por
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eso hablo con naturalidad de la muerte, porque tiene su encanto, su mística, es esa dama sensual con la que todos tenemos la oportunidad de bailar la última pieza de forma perfecta. Insisto que renegar de ella es una idiotez, si su llegada es lo único cierto es mejor aceptarla y disfrutar de su belleza.
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Decidir matarse es algo muy serio, el suicidio no es la salida del cobarde por el contrario es la decisión más valiente que se puede llegar a tomar, algunos ni siquiera son capaces de poner el brazo para recibir una inyección, ahora imagínense empuñar un arma contra sí mismo. Tampoco es una decisión para gente impulsiva, se requieren conocimientos específicos y las herramientas adecuadas para conseguir un suicidio exitoso; si yo no supiera lo que estoy haciendo no podría sólo coger la plumilla y empezar a cortar a lo estúpido porque terminaría cortando el tendón y no las venas, y más allá de hacer el oso y un reguero ridículo de sangre no lograría otra cosa que un brazo a lo emo, lleno de cicatrices. Morirse es fácil pero tiene su ciencia, si no fuera así el verdugo no tendría trabajo. Por esta noche creo que lo único que voy a dejar que me siga matando es el insomnio y mañana... mañana quizás vuelvan las musas, quizá el corazón se llene, quizá escriba una continuación para esto o quizá simplemente compre una cuerda y comience a practicar el nudo y así no desperdicio la línea de la guitarra. Luego de leer aquel viejo poema, Ailyn toma valor y decide ejecutar su plan al día siguiente. A media mañana, modelando su viejo y odiado vestido de seda azul con perlas se dirige al balcón del patio interior; concluyó que lanzarse desde esa altura poco mayor a tres pisos era suficiente para romper su cuello con facilidad. Se vistió con ese harapo porque no le pareció razonable usar uno de sus bellos corsés para luego arruinarlo con manchas de sangre. Incluso ante la muerte mantiene su característico glamour.
Se coloca al borde, mira por última vez su reloj… y salta. Este parecía el fin esperado, pero su vestido de seda termina enredándose en los adornos del balcón, rasgándose un poco pero depositándola con suavidad en el suelo. Aunque Ailyn nunca fue una mujer creyente, tomo lo sucedido como una señal divina, así que decide que su hijo vivirá y que regalará ese viejo harapo azul que le salvo la vida a alguien este necesitando ayuda, tal vez a alguien más le transmita la misma fuerza y determinación que le dio a ella. Guarda el vestido en una bolsa cualquiera, sube a su aerodeslizador y se dirige rumbo a la subtopolis cercana donde de seguro encontrará fácilmente algún alma agobiada con quien realizar esta caridad.
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XI 4. 32
Prendió la luz y alistó la ropa para la mañana siguiente, abrió el armario y encontró un vestido bastante usado, el vestido largo de color azul con pepitas blancas se lo había regalado una señora que vivía en la capital. Se conocieron en medio de un desmayo repentino que protagonizara nuestra heroína, en aquel momento se encontraba en la plaza central; todo sucedió mientras subía unos escalones que la dirigían a la iglesia y allí en pleno acto de fe, sumergido por la expiación de los pecados, reivindicaba la ida al templo en respuesta a saldar la deuda de la mejor forma posible. El suceso dio origen cuando ella desvaneció casi como un cansancio inexplicable perdiendo la conciencia en sí y para sí… En este instante, la señora (k) alcanzó a sostenerla para que no se fuese hacia atrás... Los ojos de (k) descubrieron la humildad que reflejaba la recién caída… Su intuición la acercó a una acción altruista en un último acto de bondad jamás visto por ella.
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Se encontraron por un instante las miradas de una auxiliada y otra auxiliadora, esta última sintió retumbar su alma en una compasión inaudita, su ser se abrió en dimensiones inexplicables, y digo inexplicables debido
a que sus actos solidarios no eran característicos en la señora (k). Su aspecto de personalidad parecía diluirse sin comprender la convicción de la vida, su acto de bondad de alguna manera la perjudicó, su destino se fragmentaba frente al ideal que presentaba su pensamiento, la ciencia, su orden raciocinio, el poder vitalicio, la anulación bondadosa presentaban un anclaje en ella. Cualquier ayuda hacia el prójimo era un imposible para la señora (k). Pero esta situación permitió comprender lo incomprensible de lo que es ella hacia sus adentros y sus afueras… Esto ocurrió precisamente porque esa mañana se levantó y sintió un deseo de ir a la iglesia, después de haber rechazado por mucho tiempo visitar esos lugares sagrados… aquel domingo se despertó para dirigirse al templo religioso, sin conocer la razón real de su encuentro místico, su referencia sutil a Dios en una cita que presuntamente cambió el rumbo de su vida creyente. Transcurrieron veinte años sin acercarse a un templo, su incredulidad se aproximada al ateísmo, ella utilizaba la razón; despreciaba cualquier mendigo que se le cruzaba en la calle hasta el punto de odiar el alma de quien pedía la moneda. En ocasiones daba la limosna por desear incomodarse, en otras omitía la ayuda con la misma sensación, un deseo incomodo de odio que la llevaba satisfactoriamente a cultivar su ímpetu de alma extraordinaria.
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La mirada penetrante proyectaba a nuestra protagonista el abismo desconocido de no saber nada acerca de sí misma. Las dos se levantaron, fijaron los puntos y caminaron escaleras abajo, continuando por un sendero distinto al del templo tomaron la calle que se encontraba ubicada a mano derecha hasta llegar a un lugar de
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artesanías, allí las atendió una joven de diecinueve años de edad que en sus brazos sostenía un niño de ocho meses. Nuestra heroína le pidió a la vendedora si se lo dejaba alzar... la respuesta fue afirmativa. Con sus brazos sostuvo al pequeño para observarlo con mirada ensimismada, mientras sentía revitalizar su cuerpo y recobrar el ánimo y el vigor. El regocijo fue fulminante y emotivo, lo sostuvo por cinco minutos, luego de los cuales emanó una sonrisa, una de las pocas que tuvo a lo largo de la vida.
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La señora (k) efectuó una compra de dos escapularios bendecidos con agua bendita; luego, junto con nuestra protagonista, se despidieron de la vendedora y se sentaron en algún lugar. Allí observaron sus vidas, unas vidas parecidas con el mismo destino, o más bien el destino es igual para todos, porque todos ofrecemos el destino a elegir, o es un destino que no cambia para nadie y es incontrolable. Sus diálogos estaban acompañados de una mirada apacible, nunca conocieron sus nombres tanto nuestra protagonista como la señora (k); pero lo único que ocurrió fue un obsequio que poseía en el bolso la señora (k) y consistía en entregarle el vestido azul de pepitas blancas a nuestra protagonista. Dicho vestido fue adquirido cuando desde el cuarto piso de su apartamento se lanzó al vacío debido a un estado de angustia y desolación, al instante del salto la protegió el vestido que al parecer lo arrojo alguien o algo… Desde aquel momento lo había cargado como un amuleto y en su fuero interno concibió necesario entregárselo a nuestra protagonista.
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Lo anterior emano como un recuerdo para nuestra heroína; luego de alistar el vestido encontró unos zapatos negros, después apagó la luz, durmió ocho horas, se despertó a la gran cita médica, de esta manera se en-
caminó su recorrido al destino de los destinos. Salió del lecho de su hábitat, encontró caminos parecidos a la estepa, sin árboles, sin palomas, sin gatos, tan solo la estepa de la estepa en donde Napoleón y su ejército perdieron su conquista en la grandiosa Rusia. El pensamiento de nuestra heroína era el de ganar su batalla, siguió caminando y arribó al centro médico. Allí la atendió un ortodoxo en la medicina clásica, el resultado lo manifestó a nuestra protagonista, el dictamen sentencioso del pecado en que nuevamente conseguiría a su tercera niña. Nuestra heroína gritó y no refirió nada, su turbulento llanto, desesperación y angustia fueron el exterminio total de su totalidad misma y de la afección que presentaba. ¡Estar, no estar, en mí, fuera de mí, estar, No estar!, ¡Dios, no deidad!
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XII Veo una fotografía, aparece una mujer sonriente con dos niños y un hombre, se ve felicidad amor y tranquilidad, son naturales para mí, es un nudo del antes y el futuro. ¿Qué nos espera? ¿Algo místico? ¿O sólo es una aventura del alma y el cuerpo, una odisea de los seres humanos y los nano robots?
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Ahora, sólo sé que debo enfrentar estas pruebas, esta nueva vida que hay dentro de mí, una resistencia que no me deja ir a la luz, esa luz brillante que me llama y está marcada por el destino. Todos aquí me advirtieron, me lo repitieron, dos, dos, dos, ahora mira, parece un tres, un tres que según platón es un ser supremo, lo que para Aristóteles es, al principio, al medio y al fin y tú, tienes el descaro de preguntar qué piensa, no sé, creo que se aferra a mí con tal fuerza, como si lo presintiera, sabes lo que he decidido, es él o yo, siléncialo, hazlo por mí, para que pueda encontrar el verdadero sentido de la vida. Esas voces rondan mi cabeza, no puedo dormir en paz, es una caminata larga que debo emprender, una experiencia personal, una controversia de mi ser y quehacer, conllevando a infringir las leyes en una zona inexplorada, donde sólo juzgan, pero cualquiera en mi lugar estaría desesperado por una solución definitiva. Un sofocante ambiente se siente en el camino, no sé si es una advertencia, estoy preparada y creo que hoy es mi día, recuerdo que una mano me hizo un gesto para que me acercara, lentamente camine hacia donde él estaba, decidí arriesgarme, sólo vi la oportunidad,
aproveche para entrar y ya estoy a la espera deseosa de saber lo que me espera, el calor emana de mi cuerpo, mi corazón se acelera, para mí es un placer entrar a ese lugar. Llevo conmigo un pedazo de cloruro de sodio, recuerdo la fórmula, NaCl, sodio y cloro, el sodio abunda en las estrellas y en el espectro solar es el color amarillo, el sexto elemento más abundante de este planeta, en cambio el cloro es más pesado que el aire, y tiene, un olor y sabor desagradable, mi lengua es un mapa geográfico, una línea por cada lamida, aunque a veces la tomo con ese brebaje exótico que cambia de solido a líquido. Siento curiosidad de saber qué piensan, era el momento donde me disponía a pasar el umbral, no hablaba, sólo decía palabras sueltas. Estaba impregnada de sudor, las piedras que antes eran asientos y lavaderos estaban llenas de colores… un lugar completamente diferente para todos.
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XIII
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Comienzo un nuevo día, sola, desde que mi hermana, mi protectora, mi guía, decidió una oscura tarde de abril tomar un coctel mortal de todas las medicinas que encontró en casa para luego dirigirse al balcón y que así fuese más rápido todo, un confuso episodio que ahora quiero olvidar. Me dirijo a la cocina blanca y no muy amplia, al refrigerador donde se encuentran los variados cubos para comer, existen de diferentes y múltiples sabores deliciosos que imitan a los productos que se consumían en eras milenarias. Por ahora, dos de los que tomo están compuestos uno por agua, proteína, lípidos, hidratos de carbono y sales minerales, y el otro por potasa, sosa, cal, sales fosfóricas, sales de magnesio, sales de hierro, proteína, acidez cítrica, azúcares, calorías, vitaminas A, B1 y C. Los dos están nitrogenados, lo cual les proporciona un toque especial. Al terminar me acomodo en la sala de estar color blanco marfil, amoblada con un sillón negro con cojines rojos, en una esquina un helecho de plástico; aquellos que saben dicen que se asemeja mucho a los que en una época existieron. En la parte superior una curiosa máquina que purifica el aire, no tiene un solo retrato de nadie, decidí quitarlos desde que mi hermana ya no está, lo único que lograban era traerme malos recuerdos, la verdad prefiero mantener este pequeño lugar sin recuerdo alguno, a toda la casa le quité lo que podía traer evocaciones como fotos, olores, cambié todo y el resto lo guardé en la habitación que era de ella, la cual opte por mantener bajo llave; me quedo en el sillón un par de horas sin saber qué hacer el resto de la mañana.
Maldita sea, sigo encerrada en esta horrible casa, con paredes pintadas de particular blanco de clínica. Si pudiera irme lejos, hasta hacer lo mismo que la débil y aburrida de mi hermana Salome que dejó a sus dos hijos huérfanos, se los debió llevar también ¿Para qué los dejaría en esta cochina vida, donde no hay una razón suficiente para seguir? Esta existencia es un circo infernal en el que siempre hay dolor, la comida es una basurita en cuadritos, las personas parecen unos malditos robots trabajando, desde este piso no se logra observar el horizonte o quizás la primera planta de la contaminación que la humanidad ha acumulado por cientos de años; miro el balcón contemplando la idea de seguir a mi hermana, pero timbran, qué importuna puede ser esa señora si es tarde, casi noche. Me viene a visitar mi madre, una mujer bastante bella, estatura promedio, ojos claros, cabellera oscura y a los hombros, le gusta vestirse demasiado elegante incluso en ocasiones que no es necesario hacerlo; debe ser por el uniforme que debe utilizar en el centro donde trabaja, un lugar donde acaban vidas antes de que lleguen a este mundo, no me gusta que trabaje ahí, hoy tiene un vestido azul que la hace ver particularmente más bella y dulce de lo normal. - Buenas tardes querida madre. - Hola hija, ¿cómo te sientes hoy?-, dice un poco angustiada. Me molesta que me lo pregunte de esa manera, me hace sentir como si estuviera enferma. - Normal, nada de qué preocuparse-, respondo. - Mi querida Anabel, me angustia que pases tanto tiempo encerrada. - Madre recuerda que perdí hace poco mi trabajo por supuestos conflictos, que la verdad debieron ser justi-
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ficaciones banales. Tú sabes que soy muy tranquila y eso de pelear no va conmigo. Prefiero solucionar todo hablándolo. Ella me mira con ojos de angustia y un tierno dolor. Me pregunto por qué. - ¿Lo dudas?-, le pregunto. - No, Anabel-, con cara de poco convencida - Madre, tranquila que ya estoy en la búsqueda de trabajo. - Eso me deja más tranquila. Se queda un par de horas y tenemos una charla muy agradable, me encanta cuando ella me visita, se me pasan más rápido las horas, la quiero tanto. - Ya es tarde, me marcho. Mañana regreso a ver como sigues-, dice con unos ojos tristes. 40
- Bueno madre-, respondo con una suave sonrisa. Me deja un poco pensativa que mi madre dudara de mi conducta… en fin, habrá tenido un mal día. Me dirijo a mi habitación ubicada al final de la locación, cruzando un pasillo. Es un agradable espacio de la casa, paredes blancas excepto una que es de un lindo y agradable color rosa, una cama con cobertor blanco, dos mesitas de noche color marfil y una ventana con vista a la ciudad; imagino la vista, puesto que por la contaminación no se ve nada, pero recuerdo cada cosa que está ahí abajo. Es una calle muy colorida, algunos rojos, verdes, violetas plasmados en el suelo, arboles brillantes de plástico y metal, no me alcanzo a imaginar cómo serían los que le daban color y vida a la tierra en algún tiempo. La veo triste, alejada de la realidad, me alcanzó a contar que un hombre le hizo algo terrible, pero no ahondó en los detalles. Ahora un ser está en ella y algo le replica que no debe continuar allí. La veo en el balcón, me asusta al subirse a la baranda.
- No me dejes- le grito -Todo va a mejorar, la vida es bella. - En el fondo eres más fuerte que yo, vas a estar bien, te quiero, adiós-, dice llorando. ¡No! La veo saltar... no quiero mirar. Me despierto sobresaltada, maldito sueño repetitivo tiene que recordarme todo. Un día más, un detestable día añadido a mi vida, esa pared rosa me parece desagradable, estoy considerando seriamente en quitar ese abominable color, un negro seria genial. Hasta ese blanco que se asemeja al de una clínica sería más aceptable. Me quedo en cama unas horas pensando en qué se sentiría morir y cuál sería la mejor forma, una sangrienta y escandalosa cortada en las muñecas o el cuello, un mortal coctel de pastillas que quién sabe cuánto me llevara la agonía… claro está, si no llega esa señora de sorpresa a detenerme. También contemplo el colgarme, ¿pero con qué y en dónde? ¡Oh! claro, la soga con que están amarradas las cajas que están en el cuarto de ella, y ya que recuerdo ese episodio ahora no sé si fue o muy cobarde o muy valiente, será que lo contemplo igual que lo estoy haciendo ahora. Me decido levantar de la jodida cama y me dirijo al cuartucho donde están esas basuritas de cuadritos llamados “comida”. Creo que los trae esa señora, con el sabor tan desagradable que tienen estas cositas nitrogenadas doy por sentado que no conoce mis gustos, no la tolero, ahora entiendo por qué muchas personas no la soportan, al verla es como si el tiempo no existiera y simplemente volviera todo cuando ella se va. Veo la sala y la aborrezco, no hay nada por lo cual seguir en este lugar, maldito lugar. Tiro al suelo la imitación barata de lo que en algún tiempo fue la naturaleza, miro a mi alrededor, tanto es mi repudio que tiro todo, le doy de golpes al sillón por un buen rato y giro,
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miro el balcón, quedo sin pensamiento alguno, sólo una imagen repetitiva de ese maldito día, quiero acercarme pero estoy paralizada, cuando doy el primer paso llega esa señora, dirijo mi vista a la apenas tolerable mujer. Se acerca a mí, me abraza y llora, cuando miro a mi alrededor con todo destruido lo único que se me viene a la cabeza es que está llorando porque ella hizo esto. - Madre, ¿por qué hiciste esto? - ¡Anabel, yo no fui!- me dice, con una mirada que claramente denota tristeza y asombro. Trato de entender lo que dice, miro extrañada alrededor, mi querida madre comienza a ordenar, en general no me gusta que ella arregle pero estoy tan extrañada, como si fuera un sueño en el que no te puedes mover y detener todo. Si no fue ella entonces quién, en este lugar solo entra ella. Tengo susto. 42
-Cálmate Anabel, todo va a estar bien, pero dime qué fundamentos tienes para culparme de esto, yo acabo de llegar. Respóndeme algo, ¿Alguien más entró a la casa cuando me fui? -No, madre. -Has sido tú entonces. -¡No! Cómo pude ser yo, no recuerdo haberlo hecho; además me gustaba tanto como había decorado este lugar. Me late el corazón a mil por hora, estoy sudando frio, será que alguien más ha entrado, pero ¿cómo? - Madre es mejor que te vayas. - Pero, Anabel, cómo te voy a dejar así. - Quiero estar sola, ¡vete! Se enoja conmigo y se marcha sin despedirse. Me voy a mi habitación a llorar, no entiendo qué pasa, no en-
tiendo nada, seguro fue mi madre quien ha hecho todo eso por no dejar ningún recuerdo de Salome. Debió entender lo duro que era para mí tener tantos recuerdos de ella reviviendo momento a momento el trágico instante. - Anabel, algo en la cabeza me atormenta diciéndome que no debo dejar vivir este ser que está en mí, me estoy volviendo loca. - Pero esta no es la solución, voy a estar para ayudarte a solucionarlo. - ¡NO! Ya no puedo. Se sube al balcón y salta. No puedo mirar, no quiero mirar. Qué cobarde soy, no la detuve. Otra vez ese maldito sueño, maldito, maldito sueño, ya no aguanto más esta despreciable vida, camino hacia el balcón, me siento encima dejando que los pies descuelguen a la calle, pienso en la cobarde pero valiente mujercita y doy un salto.
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Epílogo Informe perdido entre los folios propios de cualquier burocracia Nuestra historia se desarrolla en un entorno alejado del océano, del mar, de las playas, de los desiertos, de lo selvático, de lo urbano, y ante el daño irreversible de la fauna y flora (rural) sólo nos quedan espacios de tipo periurbano, rururbano, vorurbano, espacio en el cual predominan actividades de tipo invasivo como espacios para generación de energía por medio de subestaciones, espacios para generación de energías limpias fotovoltaicas, espacios deportivos tipo campestre, espacios de esparcimiento o de descanso. Debido a la expansión urbana, se afectan tribus poblacionales en las que las minorías étnicas quedan en aislamiento por el olvido y la falta de gestión gubernamental y administraciones locales, se genera también la erosión de la tierra, afectando las labores primarias de índole agrario y pecuario, además de baja productividad en busca de generación de alimentos para suministro a los espacios urbanos. Pérdida total e irreversible del hábitat y los ecosistemas eliminados, debido a la evacuación involuntaria de todo tipo de habitantes y con ellos sus especies.
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Hoy en día la mitad de la población mundial habita en estos espacios no urbanos, pero en condiciones poco favorables, ya que existen problemas de tipo social, no se cuenta con buen acceso a los servicios públicos, se genera desorden territorial, destrozos al medio ambiente, desequilibrio y amenaza a la sustentabilidad. Debido a lo anterior se declara el 16 de octubre como el día mundial de la alimentación, ante una gran mayoría que carece de la posibilidad de sobrevivir por la escasez de alimentos en el mundo. 46
El Laboratorio de escritura creativa se llevó a cabo en las instalaciones del CEAD José Acevedo y Gómez de la UNAD (Bogotá), durante los meses de Octubre, Noviembre y Diciembre de 2015. Sus integrantes, autores de este libro fueron: ANDRES RAMS ADRIANA PATRICIA BARROS CERRA JENNY CAROLINA MARTINEZ BAYONA JOSÉ ANTONIO VILLALBA ALVAREZ MAICOL GÓMEZ HERRERA MARIA CONSTANZA VARGAS HERRERA NURY YADIRA FIQUITIVA RUSSI RICARDO LÓPEZ PEÑA SANDRA BURGOS RODRIGUEZ SANDRA HERRERA Los coordinadores fueron Andrés Felipe Escovar (Profesor de la Escuela de Ciencias Sociales y Humanas y de la Escuela de Derecho y Ciencias Políticas de la UNAD) y Daniel Contreras (Estudiante de Comunicación Social de la UNAD)
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