RAYOS de SOL Anecdotas y poemas para el alma
Tomo 3 ,
NAV/DAD EN EL CORAZON
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1era edici6n: 1000 ejemplares Recopilado y editado por: RAYOS de SOL Š 2001, Sunbeams International
rayosdesol@consultant.com
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DEDICATORIA Dedico este libro a todos aquellos que estan pasando par momentos dificiles en su vida. iQue las palabras de este tomo sean una luz abrigadora en el gelido y oscuro tunel de la aflicci6n! Como sella decir un amigo muy querido: «No hay nada mas dulce, que la miel para una medicina amarga.» La que querfa decir era que las dificultades son parte esencial y necesaria de la vida y hacen que reflexionemos y maduremos, pero a veces son experiencias muy amargas y desalentadoras, como medicina que nos causa nauseas. Con frecuencia nos desanimamos ante la magnitud de los problemas y es alii donde la «miel» en forma de unas palabras de elogio, un abrazo, una mirada tierna y comprensiva, un poco de carino sincero, un libro celestial, un aida atento, obran maravillas. Y como no hay una sola persona en este mundo que no tenga que transitar por el camino de la adversidad, te dedico este libro a
n.
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Stephen S.
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PROYECTO «RAYOS de SOL» EI proyecto «RAYOS de SOL» se inici6 con la impresion y dlstrtbucion de anecdotes en forma de pequerios folletos. La primera historia que se irnprirnio fue «Recuerdo de una ioven madre» (ver paqina 67 - RAYOS de SOL tomo 1). Debido a la impresionante acogida de dicho folleto se imprimieron otros dos titulos mas, luego otros siete y as! sucesivamente hasta lIegar a cerca de 250 diferentes tltulos y un millen y media de folletas distribuidos gratuitamente en los ultimos tres arias. Stephen S.
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INDICE Oed icatoria Proyecto «RAYOS de SOL» Reconocim iento indice
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Noche de paz :........................ Zapatos dorados La casita lIena de luz EI nino tartamudo Buscando a su padre Ha nacido un nino Tengo a alguien en mi esquina Luz y gloria EI primer nacimiento "................................ La reina de Africa Dar Feliz Navidad La concha EI explorador naviderio EI mejor regalo EI sobre de Navidad · 'd encra .? L C omci Un deseo para ti Un error perfecto En Navidad :........................ La escalera milagrosa Un nino los pastoreara EI tren de la nueva mama EI paraguas
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Cena de Navidad La fiesta de curnpleanos Mi mejor cantor 'I d e curaclon ., Mlagro Mi regalo para Jesus .- d 'f' I lei'1 U na nina Mama en el asilo Leche aguada Ha naeido un nino EI zapatero EI deseubrimiento EI nino Jesus De rodillas Un lugar para Maria La Navidad de 1914 EI 25 de dieiembre Ano nuevo
134 135 141 . 143 150 . 151
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Mas anecdotas navidenas:
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Enfermera de eoraz6n EI balsamo del perd6n EI exiliado EI pan de eada dla
Torno Torno Torno Torno
La esposa de Dios
Torno 2 Torno 2
Com prado a gran precio
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NOCHE DE PAZ Era la Noehebuena de 1818. Los nines en la aldea de Hallein, en los Alpes Austriaeos, rebosaban de entusiasmo. ya que esa noche irian a la iglesia con sus padres y les permitirfan acostarse tarde. Enseguida se abrigarfan bien y cada uno llevaria un farolito por los helados eaminos, con 10 cual, de lejos aquella procesion de Iuces se pareceria a un gigantesco arbol de Navidad iluminado por un centenar 0 mas de luces centelleantes. EI pastor Joseph Mohr estaba atareado preparando el culto de aquella noche. Acababa de leer el secular relata de la primera Navidad y del nacimiento de Jesucristo, para convertirse en nuestro Salvador. En ese momenta Ie avisaron que habia nacido un nino en una humilde vivienda a pocos kilornetros del pueblo. Querian saber si el pastor podrfa ir a decir una oraci6n par la madre y el hijo. Oejando su Biblia, el pastor Mohr se envolvi6 en su gruesa capa y tome un bast6n fuerte para que Ie resultara mas facil subir la escarpada ladera hasta la cabana.
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Tenia que ser precisamente aquella noche. Aillegar encontr6 al padre, la madre y el nino, al igual que hace muchos siglos los pastores encontraron a Jose, Maria y el Nino en el pesebre. Se sentia la presencia de Dios muy cercana y muy viva, por 10 que la historia del nacimiento de Jesus cobraba un significado especial aquella noche. Mientras descendia lentamente por la ladera de regreso a su casa, reinaban una paz y una calma inmensas. Las estrellas centelleaban en el firmamento y una canci6n eomenz6 a resonar en su corazon. No dejaban -de venirle a la eabeza determinadas palabras y cuando par fin lIeg6 a casa, tome papel y las escribi6. Aquella noehe mas tarde, entreg6 10 que habia escrito a su amigo Franz Gruber, organista y maestro de la eseuela del pueblo. A Franz las palabras Ie parecieron muy hermosas, tanto que les puso musica. Esto es 10 que Franz ley6:
Noche de paz, noche de amor. Ha nacido el nliio Dios, y los angeles cantando esten: Gloria a Dios, gloria al Rey celestial. Duerme el Nino Jesus.
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Duerme el Nino Jesus. Noche de paz, noche de amor. Oye humilde e/ fiel pastor coros celestes que anuncian sa/ud, gracias y g/orias en gran p/enitud por nuestro buen Redentor, por nuestro buen Redentor. A fa manana siguiente, muy temprano, Franz fue a visitar a su amigo y Ie lIev6 un regalo: la musics que habra escrita para su canci6n navideria. Los dos entonaron la nueva composici6n y mas tarde la cantaron en la iglesia. EI organa no funcionaba, par 10 que el sacerdote y el organista tuvieron que echar mano de 10 que ternan: sus voces y una guitarra. Aquel dia naci6 una gran canci6n navideria, con letra y rnusica en perfecta armonla, que con el tiempo se convirti6 en el villancico mas popular del pueblo. Cada primavera, cuatro nirios del pueblo viajaban con sus padres a Leipzig, ciudad del reino de Sajonia, para asistir a la feria que se celebraba alf todos los arios. Sus padres confeccionaban guantes de gamuza y los
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nines los exponian y vendian. Tenian buena voz, y a veces cantaban en el mercado. Un ana, Carolina, Joseph, Andreas y Amalia que era como se Ilamaban los ninosentonaron una canci6n que nadie habra escuchado. Cuando terminaron, un anciano caballero habl6 con elias. Era el Sr. Pohlenz, director general de Musica del reino de Sajonia, el cualles dio entradas para uno de los conciertos que dirigiria en la casa consistorial. Los nines se quedaron muy contentos y entusiasmados; pero cuando par fin lIegaron al gran sal6n, Ilene de refinados caballeros y de damas con vestidos de seda, de esos que hacen frufru cuando se mueven, sintieron timidez. Y mas aun cuando al final del concierto el Sr. Pohlenz se puso de pie y dijo a los presentes: - Tenemos entre nosotros a cuatro nines que poseen las voces mas angelicales de toda Austria. Quisiera que los escucharan. Los nines cantaron su villancico preferido, algunas otras canciones que conoclan y por ultimo repitieron nuevamente su canci6n de Navidad:
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Noche de paz, noche de amor. Da la estrella su (ulgor. Reyes de Oriente Ie traen a Emanuel oro, incienso y mirra tetnbien .. Ha nacido Jesus. Ha nacido Jesus. Luego Ie comunicaron al Sr. Pohlenz: -Sus majestades, los reyes de Sajonia desean hablar con los nirios. Estos fueron presentados a los reyes, quienes les preguntaron d6nde habfan aprendido una canci6n navideria tan hermosa. -En nuestro pueblo, sus majestadesrespondieron-. Alia muchos nirios y ninas la cantan en Navidad. -Nos haria muy felices -dijo el reyque la cantaran en nuestra capilla el dia de Nochebuena. Y en la vfspera de Navidad de 1832, para deleite de todos los presentes, los nines cantaron en la capilla real de la corte sajona la hermosa letra de esta canci6n, que el mundo entera ahora conace y estima:
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Hache de paz, noche de amor. Ha nacido el nino Dios, y los angeles cantando estsn: Gloria a Dios, gloria al Rey celestial. Duerme el Nino Jesus. Duerme el Nino Jesus. Noche de paz, noche de arnor. Todo duerme en derredor. Entre los astros que esparcen su luz bella anunciando al niiuto Jesus, brilla la estrella de paz. Brilla la estrella de paz.
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ZAPATOS DORADOS , PARA JESUS Faltaban s610 cuatro dfas para la Navidad. Aun no sentia el espiritu naviderio, a pesar de que el estacionamiento del supermercado estaba repleto. Dentro de la tienda la saturaci6n era peor. Los carritos de compras y los clientes de ultima hora causaban atascos en los pasillas. ~Para que vine hoy a la ciudad?, me prequnte. Los pies me dolian casi tanto como la cabeza. Tenfa una lista de varias personas que decfan no querer nada, pero yo sabra que se quedarian of endid as si no les compraba algo. Comprar regalos no tenfa nada de entretenido para mi. Estaba comprando para gente que tenia de todo y los precios eran exorbitantes. Llene mi carro de compras a toda prisa con esas cosas de ultimo momento y me dirigf a las cajas. Escogf la que tenia la fila mas corta, pera tendrfa que esperar al menos veinte minutos para Ilegar a la caja. Delante de mf habra un nino y una nina. EI nino tenia unos cinco arias de edad y la
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nina era un poco menor.
EI lIevaba un abrigo
harapiento y unas zapatillas viejas yenormes que sobresalian debajo de sus pantalones demasiado cortos. En sus manos, que estaban muy sucias, tenia varios billetes de un d6lar, todos arrugados. La ropa de la nina se parecia a la de su hermano. Su cabeza era una marana de pelo ondulado. En su cara se veian restos de la cena. Llevaba en las manos un hermoso par de zapatos dorados de los que se usan en la casa. Se ora musica navideria en el equipo de sonido del almacen y la niriita tarareaba feliz pero desafinadamente. Cuando lIegamos a la caja, la nina puso los zapatos con mucho cuidado sobre el mostrador. Los sostenla como si se tratara de un tesoro. La cajera marco la cuenta. -Son nueve d61ares-dijo. EI nino puso sus billetes arrugados sobre el mostrador mientras buscaba mas en los bolsillos de su pantal6n. Consigui6 reunir seis d6lares. -Supongo que tendremos que devolverlos -dijo valientemente-. Volveremos despues, quiza manana. En cuanto ay6 eso, la nina dijo can un leve sollozo:
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-Pero a Jesus Ie habrfan encantado esos zapatos. -Bueno, regresemos a casa y trabajaremos un poco mas. No lIores, volveremos despues -Ie asequro su hermano. En ese instante Ie pase tres d61ares a la cajera. Esos nines habian esperado un largo rata en la fila y a fin de cuentas, era Navidad. De repente un par de brazos me rodearon y una vocecita exclam6: -Muchas gracias senora. -iA que te referfas cuando dijiste que a Jesus Ie habrlan gustado esos zapatos? prequnte. EI nino respondi6: -Nuestra mama esta enferma y se va a ir al Cielo. Papa dijo que es posible que se vaya a vivir con Jesus antes de Navidad. La nina ariadio: -En la catequesis dominical, mi profesora dijo que las calles del Cielo son doradas, como estos zapatos. ~No Ie parece que mi mama se veria hermosa caminando por esas calles con zapatos del mismo color? Los ojos se me humedecieron al fijarme en la carita manchada por las laqrtmas. -5i -Ie respondf-, no me cabe duda.
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En ese momento Ie agradeci a Dios en silencio que se valiera de esos nines para recordarme 10 que significa dar.
No 5610 en las navidades, sino cada dia del ana, la aiegria que a otros das vuelve siempre a tu regazo.
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LA CASITA LLENA DE LUZ Era Nochebuena, y el pobrecito Juan, huerfano, sin casa ni parientes a quienes acudir, avanzaba penosamente por la nieve. Llevaba la chaqueta hecha jiranes y empapada en nieve fundida. Sus zapatos estaban gastados y abiertos par las suelas, de tal manera que tenia los pies entumecidos. Se habia jaJado la gorra para que Ie tapara las orejas y la frente, pero de todos modos esta tenia un desqarron que dejaba pasar el penetrante frfo. Caia la noche. La creciente oscuridad encontr6 al pobre muchacho aun caminando cansado, triste y solo. -Ojala encontrara un lugar donde refugiarme, donde abrigarme, donde no soplara este viento frio -se dijo-. iOjala me dieran alga de comer y una bebida caliente! Aillegar al borde del bosque, divis6 mas abajo un pueblo al abrigo del valle. Varias casas grandes de aspecto distinguido bordeaban la colina. En las ventanas se veian luces, y el humo de muchas chimeneas formaba remolinos en el 16brego cielo nocturno. 19
En el coraz6n de Juan nacieron nuevas esperanzas. AI fin pens6 que encontrarla entre tantas hermosas casas, a alguien que quisiera cuidarle. Apret6 el paso, convencido de que sus males estaban a punta de acabarse. Poco despues lIeg6 a la entrada de una mansi6n muy grande y lujosa. Habia muchas Iuces en las ventanas y sobre la puerta
principal brillaba una muy potente. No tuvo duda de que quien viviera en una casa asi debra de tener dinero en cantidad y ayudarfa con muchfsimo gusto a un nino pobre y hambriento. Con gran resoluclon, se acerc6 a la puerta y, poniendose de puntillas, alcanzo a tirar de la campanilla. Lo hizo con todas sus fuerzas y produjo un ruido tan grande dentro de la casa que se asusto: mas se asust6 sin embargo, cuando de pronto se abri6 la gruesa puerta de roble y apareci6 un senor vestido con una elegancia extremada. -l, Fuiste tu quien llarno? -pregunt6 con el eerie fruncido el arrogante mayordomo. -S-s-s-sf -respondi6 Juan, nervioso-. T-t-t-tengo mucho frio y hambre y pense que ustedes ...
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-Es Nochebuena -Ie cort6 bruscamente el mayordomoy tenemos la casa Ilena de invitados. Lo siento, pero en estos momentos no podemos perder tiempo con chiquillos como tu Buenas noches. Y diciendo esto, cerr6 la puerta. Juan se qued6 boquiabierto. -Nunca pense que hubiera gente capaz de eso -se dijo-. Tal vez aquf esten muy ocupados. Probate en otro sitio. Se adentr6 en el pueblo, pasando de largo ante las dernas mansiones por temor a que la gente que habra en elias tarnbien estuviera muy atareada en Nochebuena para preocuparse par un chiquillo hambriento. En la primera casa por la que pas6, se alan musica y risas. Seguro de que sus moradores deb ian de ser muy simpaticos, toc6 suavemente a la puerta. Sin embargo, dentro hacian tanto ruido que tuvo que volver a Ilamar varias veces, cada vez mas fuerte. Finalmente, la puerta se abri6 de par en par y sali6 un joven con un chistoso gorrito de papel. -Perdone -se disculp6 Juanme gustaria saber si. ..
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-La siento -contest6 el javenpero ahara no pueda atenderte, tenemas una fiesta en casa. -iPero escuche, por favor! =-suptico Juan. . -jLa sientol -dijo el joven, mientras cerraba de un portazo-. i Buenas noches! Terriblemente decepcionado, Juan se dirigio a la casa contigua; pero la gente hacia tanto ruido que ni 10 ay6 lIamar, a pesar de 10 fuerte que golpe6 la puerta. En la casa siguiente, un viejo malhumarada Ie dijo secamente que se fuera a su casa y no molestara a los vecinas. ÂŤ~Que me vaya a mi casa? -pens6 ,Juan-. iSi no tenqo!Âť En otra casa Ie dijeron que volviera otro dia, que quizas entonces Ie ayudarfan. iPero el necesitaba ayuda en ese momento! Una tras otra, fue recorriendo todas las casas del pueblo en busca de techo y comida, pera sin exito. Casi abandonada toda esperanza, descorazanado, continu6 caminanda penosamente, perdiendose en la oscuridad de la noche y dejando atras las luces parpadeantes de las casas. Tenia ganas de
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darse por vencido de
10 cansado, hambriento
y desanimado que estaba. En ese preciso momento, alz6 la vista por casualidad y via que estaba pasando ante una cabana ruinosa, tan 16brega y sombrfa que probablemente no la habrla visto de no ser por el blanco manto de nieve que cubria el suelo y la hacla destacar. Una persiana tapaba la unica ventana, pero debiles rayitos de luz salfan por debajo de la puerta y por algunas grietas de la madera. Juan se detuvo prequntandose que debra hacer. i.Tocarta a esa puerta? GDe que serviria? L6gicamente, si toda la gente que vivfa en las casas grandes -y que tenia dinero para fiestas y demas- no podia ayudar a un nino pobre, Gcomo Ie iban a poder ayudar en una casa asi? No, no valla . la pena. Serra mejor no molestarse. Entonces 10 pens6 otra vez. Habia Ilamado en tantas casas que no perderla nada con probar en una mas. Y acercandose por el caminito cubierto de nieve, toc6 suavemente a la puerta. Instantes mas tarde, esta 5e abri6 y se asom6 una senora de edad.
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-iVitlgame Diosl -exclam6-. l,Que haces afuera en una noche tan fria? -SenoraJ .. -comenz6 a hablar Juan. Pero antes de que pudiera decir nada mas, la anciana abri6 la puerta de par en par y 10 meti6 adentro. -i Pobre criatura! Se nota que estas muerto de frio y de hambre y empapado. lQuftate esto enseguida! Espera un ratito, que voya prender el fuego y poner agua a calentar. Mirando a su alrededor, Juan via que la cabana de una sola habitacion, estaba casi vacia. La luz que habia vista par las rendijas provenla de la unica vela, que ardla sabre la repisa de la chimenea. Perc no tUVQ tiempo de mirar mucho mas, pues la buena senora ya estaba quitandole los trapos empapados que 10 cubrfan y envolviendolo en una manta, despues de 10 cuallo sent6 a la mesa ante un plato de humeante sopa. Luego, la senora regres6 a revolver el contenido de la cacerola que tenia en el foqon. Subitarnente, observ6 algo peculiar que Ie oblig6 a levantar la vista. No podia dar credito a 10 que veia. La luz de la vela habla dado lugar a un resplandor calido y hermosisimo que aumentaba de
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intensidad por momentos, invadiendo cada rincon de la cabana con una luminosidad celestial. Cada uno de los deslustrados muebles brillaba y destellaba con el fulgor del oro brunido, come cuando Dies Ilenaba el temple de Su gloria. EI rico, observandolo desde su mansi6n de la celina, exclam6: -Hay una luz extraria en el valle. .Ffjensel il.a cabana de la viuda Greatheart esta ardiendo! La noticia se propag6 rapidarnente de una casa a otra y al poco rato, todas las fiestas fueron abandonadas, pues los convidados envolviendose en sus abrigos corrieron aver que sucedfa. Elias tarnbien vieron la luz, corrieron a la cabana de la viuda y encontraron la ruinosa casita resplandeciendo como una vasija de alabastro. Asornandose al interior, no vieron otra cosa que a la buena anciana cuidando del mismo nino que habia lIamado aquella noche a la puerta de todas sus casas. Entonces, mientras el resplandor disminufa, tocaron a la puerta ansiosos por saber que ocurria.
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la viuda Greatheart can una sonrisa que reflejaba gran gozo y satisfacci6n-. Lo unico es que me pareci6 oir una voz que decla: ÂŤEn cuanto 10 hicisteis a uno de estos mis ninos mas pequerios, a Mf 10 hicisteisÂť (Mat.25:40). -Pues
la verdad no S9 -respondi6
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- TARTAMUDO EL NINO A excepci6n de la Sra. Chavez, directora del coro, a todos sorprendi6 que Luis se presentara en noviembre a los ensayos de la actuaci6n de Navidad. La Sra. Chavez no estaba sorprendida porque ella era la que habra convencido a Luis para que par 10 menos hiciera la prueba. Eso en sf era un gran lagro, pues ultirnarnente el habra desistido de casi toda: de recitar en clase, de jugar a la pelota y hasta de pedir a sus hermanos que Ie pasaran las papas en la mesa. Su comportamiento tenia una explicaci6n muy sencilla. Luis era tartamudo y a veces, cuando 5e atascaba en una palabra, los demas nines se reran. La Sra. Chavez habra pensado que Luis serra capaz de cantar su parte can otros dos nines -Carlitos y Robertosin ninguna dificultad; y en etecto, en los ensayos salta muy bien. A Roberto Ie asignaron el unico solo masculino y el resto del tiempo los tres cantaban juntos, hasta que Carlitos contrajo el sarampi6n y ya no pudo cantar. De todos modos, como Roberto tenia una voz potente, Luis sabla que Ie podia seguir.
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La noche de la actuacion, a las 7: 15, Luis lleqo y se encontr6 can la Sra. Chavez
esperandolo en la puerta. -Roberto esta en cama con gripe -Ie dijo la directora-. Tendras que cantar tu el solo. Luis se puso palido. -N-n-no puedo -Ie dijo. -No podemos hacerlo sin ti -insisti6 la Sra. Chavez. ÂŤiHorror! -pens6 el tfmido Luis- sin los otros nlrios no puedo. Sera un desastre y todos se reiran. No quiero hacerlo solo. [Espero que no me obligue!Âť Pensamientos como este Ie volaban por la cabeza, hasta que la directora Ie dijo: -Luis, can la ayuda de Dios, se que puedes. AI fonda del sal6n justa enfrente del estrado, hay un cuadro precioso del Nacimiento. Cuando cantes el solo, quiero que cantes unicamente para el Nino Jesus. No pienses en ninguno de los presentes, ni mires al publico. La directora mira su reloj y ya era la hora de la actuaci6n. -~Lo haras?
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Luis se mir6 a la punta de los zapatos. -Lo-Io-Io intentare -contest6 por fin en voz baja. Pasados veinte minutos, que Ie parecieron una eternidad, IIeg61a hora del solo de Luis. Fij6 los Oj05 en el Nino Jesus del nacimiento y la Sra. Chavez comenz6 a tocar la rnusica al piano. Luis abri6 la boca, pero en ese preciso instante t05i6 uno de los presentes. Esto hiza que Luis dejara de pensar en Jesus y tamara canciencia del publico otra vez. -A-a-aleluya -cant6 tartamudeando. La Sra. Chavez dej6 de tocar y empez6 de nuevo. Luis volvi6 a fijar los ojos en el Nino Jesus y reanudo el canto. -jAleluya, naci6 el Senor! -se oy6 en una voz sonora, clara y resanante. Y el resto del solo Ie sali6 igual de impecable. Despues de la actuaci6n, Luis queria escabullirse rapidarnente por la puerta trasera, pero en ese momento se Ie acercaron dos de los nirios. -jLuis, el solo te sali6 de maravilla! -Ie dijeronPerd6nanos par habernos reido el otro dfa. La Sra. Chavez 5e acerco a darle un
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abrazo. -,Gracias,
Luis! -Ie
dijo-.
[Te salio
preciosol iFeliz Navidad! Luis sonrio. -jFeliz Navidad, Sra. Chavez! Los padres de Luis fueron detras de los bastidores a recogerle. -iFelicitaciones, hijito! -Ie dijeron-. i Estamos orgullosos de til Luis se puso el abrigo y sali6 a la noche estrellada sintiendose satisfecho y contento, sabiendo que Dios Ie habia tocado de una manera muy especial esa noche: nunca mas volvi6 a tartamudear.
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BUSCANDO A SU PADRE EI presente relata es la historia verfdica de un pobre huerfanifo que estaba muy trisie porque no tenia padre, jhasta que un dfa 10 encontr6! James carninaba de arriba abajo par la calle en media del frio invernal, can su manojo de peri6dicos bajo el brazo. Caian algunos capos de nieve. Can apenas 10 aries ya tenia que valerse par sf mismo y desde los siete vendia peri6dicos para ganarse la vida. Antes de ella, vivia can la senora Barlow, una bondadosa anciana que se hizo cargo de el cuando sus padres murieron. Arioraba estar en la acogedora casa de la senora. Ella siempre tenia la chimenea encendida en los fries dias de invierno como este, y Ie preparaba una deliciosa bebida caliente para cuando regresara a casa. La amable viejecita 10 cuidaba can mucha solicitud. A James Ie encantaba estar en casa de la Sra. Barlow. Un dia, cuando faltaba poco para la Navidad, antes de que muriera la senora Barlow, una misionera habra ido a visitarlos. Les habra lIevado comida y ropa de abrigo; James nunca se olvid6 de aquella senora tan amable. Ella sabra que James no tenia padre, 31
par eso Ie dio una tarjeta muy bonita y Ie dijo que Dios querla ser su Padre y cuidar de 91. Dijo que era una estampa de Navidad especial para 91. jJames nunca habia vista una tarjeta tan encantadora! La misionera Ie habra leldo las palabras una y otra vez hasta que se Ie quedaron grabadas en la memoria: ÂŤA todos los que Ie recibieron, a los que creen en Su Nombre, les die potestad de ser hechos hijos de Dios.Âť Ella Ie conto que daba clases en una escuelita dominical misionera, donde habra montones de chiquillos como 91. Le prometio. que si necesitaba ayuda, ella 10 ayudarfa si iba a verla. No habra pasado mucho tiempo de eso, cuando la senora Barlow muri6 y James se qued6 solo. Como a el se 10 lIevaron a vivir a otro sitio, no pudo volver a ver a su bondadosa amiga la rrusionera. Comenz6 a vender periodicos par las calles. Vivfa en un pequerio cuartito en un barrio pobre de la ciudad junto con varios otros chicos. Todas las noches al terminar de trabajar, cuando se acostaba desenvolvia antes de dormirse la preciada tarjeta que la misionera Ie habra regalado y lela lentamente las palabras. De alguna manera, 10 fortalecfa
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y Ie proporcionaba consuela leer aquellas palabras, pese a que no las comprendfa del todo. James debia de haber envuelto y desenvuelto su preciada tarjeta por 10 menos mil veces, pero nunca se cansaba de contemplar la hermosa imagen de Jesus y decir aquellas palabras tan especiales. -Me gustaria saber como puedo encontrar aDios y hacerme hijo Suyo -decfa a los otros muchachos-. Nunca tuve padre y me siento muy solo, cuando veo a otros chicos paseando por ahl en auto con sus padres. Vender peri6dicos no esta mal, pero seria lindo tener un verdadero padre que me cuidara. Esta tarjeta dice que se puede ser hijo de Dios, si se cree en Su Nombre. Pero eso es todo 10 que se. Nunca he vuelto aver a la senora que me dio esta tarjeta. Me gustarla encontrarla para que me explicara mas. Ella decia que Dios es su Padre y que tarnbien quiere ser mi Padre. Decia que trabajaba en una escuela misionera, pera nunca he conseguido encontrarla. James se see6 una lagrima con la mano. Fred, el mayor de los chicos que estaban con el, Ie dijo:
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-Vamos James, deja de lIorar. Yo ya ni creo que exista Dios. Creo que 10 mataron.
Dicen que baj6 de Su Casa del Cielo para ayudarnos. Era muy bueno y procuraba ayudar a la gente, pero luego 10 mataron y se acabo. Eso no animo a James para nada. Entonces habl6 el mas pequeriin: -A mi me pareee haber ofdo que no fue aDios al que mataron, sino a Su Hijo Jesus y que a 10 mejor Dios todavfa esta vivo, pero que vive alia arriba en el Cielo. Tal vez por eso no viene mucho por aqui. James miraba a su tarjeta. -Aqui dice: ÂŤA los que creen en Su NombreÂť. Me gustarfa entenderlo; asl sabrla c6mo debo creer. Oesde luego que me encantaria ser hijo Suyo. Can tristeza, el pobre James volvio la cara contra la pared y sollozo en silencio hasta quedarse dormido. Por la mariana, la hermosa tarjeta sequla aun a su lado. La envolvio cuidadosamente y la meti6 dentro del bolsillo de su chaqueta, se levanto apresuradamente y satio a desayunar. Esa neche, mientras James caminaba de arriba abajo para no pasar mucho frio -
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aunque sus ropas eran demasiado ligeras . como para sentirse abrigado-, trat6 de silbar para no desanimarse, pues las ventas habian estado bajas ese dia y habra vendido s610 algunos peri6dicos. Faltaba muy poco para Navidad y se vefan algunas campanas y adornos navlderios en la ventana del restaurante. Observaba como la mesera servia bebidas calientes y meriendas a muchas personas que entraban en su establecimiento en aquella noche de frio intenso. James habra procurado ahorrar unos centavos para poder comprar un pastel de carne y hoy un amable caballero que compr6 un peri6dico Ie dio un poco mas de dinero, diciendole que se quedara con el cambia. James se habia propuesto comprar esa noche su anhelado manjar para darse el gusto. En la vitrina se vefan los pasteles de carne en hilera, recien saliditos del horno, pero a medida que observaba, se iban agotando uno tras otro a medida que los clientes pedfan mas pasteles de carne. -Espero que pueda vender todos mis peri6dicos antes de que se acaben los pasteles -se dijo. -iEI Correa de la Tarde! -pregon6 a
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una senora vestida can sencillez que estaba a punta de doblar la esquina. -iAh, sl' Dame uno -contesto ella, aunque su tierna mirada manifestaba que 10 que querfa era ayudar a un pobre chiquillo necesitado de caririo. AI extender ella la mana para tomar el periodico, James fijo su mirada en el rostro de ella y casi se queda muda de sorpresa. Tartamude6 un poco y de pronto dijo abruptamente: -LNa es usted la hija de Dios? -Pues claro que sf, iSoy hija de Dios! dijo ella, un tanto sorprendida par la pregunta-. GPor que me 10 preguntas? A James se Ie Ilenaron los ojos de laqrirnas de alegrfa y el coraz6n Ie palpit6 de ., ernocron. -iUy, senorita! Lno se acuerda usted de mf? Soy el nino que vivfa con la senora Barlow, al que usted Ie dio una tarjeta. iTambien era Navidad! Pero ya hace mucho tiempo de eso. Las peri6dicos que Ie quedaban a James cayeron en la acera cubierta de nieve mientras sus deditos entumecidos hurgaban en su chaqueta. -iAquf estal -dija Ilene de alegrfa
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mientras sacaba la gastada tarjeta-, desde entonces la he tenido siempre conmigo. Quiero que me ensene como puedo encontrar aDios y ser Su hijo. Aqul dice que EI nos hace Sus hijos y yo he estado esforzandorne
mucho por ser bueno, senorita, para que EI quiera que yo sea Su hijo. Me gusta trabajar y vender peri6dicos no esta mar; pero es que no soy de nadie y me gustarfa tener padre. La senora 5e acord6 de James y se Ie ilurruno la cara can ese brillo tan especial que s610 los hijos de Dios tienen en el rostro. -Pues de ahara en adelante vas a ser de alguien -dijo mientras se agachaba y ayudaba a Jamey a recoger sus peri6dicos-. iVen conmiqo! Pero James parecia intrigado. -Quiero ir con usted, senorita, pero vera, me quedan todavia unos cuantos peri6dicos que vender. Tenga par norma no cenar hasta haber vendido todos los peri6dicos. La senora admir6 la determinacion de James de ser fiel en su trabajo, y Ie dijo: -Esta bien, vuelvo en una hora. GQue vas a cenar? -Pues he estado observando esa hilera de pasteles de carne calentitos y media que
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pense que podrla camprarme uno ... si es que no se acaban antes de que yo termine ariadio. -No te preocupes, James, que vas a comer pastel de carne. Vuelvo en una hora -dijo la senora y se fue apresuradamente.
Nunca pas6 una hora tan lentamente como aquella. James se preguntaba si no habria cometido el mayor error de su vida al haber dejado que la senorita se fuera sin haberle preguntado al menos su direcci6n 0 haberle pedido que contestara todas sus preguntas. Por fin, a James 5610 Ie quedaba un peri6dico par vender. Viendo que 5e acercaba un caballero de aspecto amable, pregon6: -iE1 Correa de la Tarde, senor? iEI Correa de la Tarde con las ultirnas noticias! AI ver la mirada suplicante del muchacho, el hombre se detuvo, sonri6 y dijo: -Como no, jovencito, darnelo. Esta bastante frla la noche para andar con una chaqueta tan delgada, Gno? Era verdad, pero par dentro James tenia una calida sensaci6n de esperanza que hacfa que no sintiera tanto el frio.
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y James
esperaba ansiosamente a que la senora volviera. Una oscura duda mas tria que el qelido viento, Ie cruzo por la cabeza. -~ Y si ella no regresa? GY si tengo que esperar otros tres anos para volverla aver? -pens~. James no queria que pasara eso-. Diosito -rez6-, si estas alll, si puedes olrrne, ipor favor, haz que vuelva a mil En cuanto James termin6 su silenciosa oracion, aparecio la senorita, sonriendo de . . oreja a oreja. -jTodo esta arregladol -dijo-. Dios no s610 quiere que seas Su hijo, [sino que tarnbien quiere que vengas a casa a vivir con nosotros! James apenas podia dar credito a sus oleos. -~Que Dios quiere que sea hijo de EI y puedo irme a vivir con usted? -As! es -dijo ella carirtosamente=-, ite 10 explico todo mientras comemos nuestros pasteles de carne! -iPero ya se acabaron todos! -dijo James serialando a la vitrina del restaurante. -Dios ha prometido proveer todo 10 que nos falta -dijo ella-. [Estey segura de que La
hora
paso
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EI puede ayudarnos a encontrar mas pasteles de carne en alqun otro sitio! AI poco rato, James y la amable senorita se encontraban sentados en un buen restaurante grande y acogedor comiendo pasteles de carne. Ella Ie dijo a James cosas maravillosas acerca de Dios y 10 mucho que EI ama a sus queridos hijos, asi como que envi6 a Jesus para enseiiarnos sabre Dios y Su arnor a fin de libranos de nuestros pecados y de que pudiesernos haeernos todos hijos de Dios. En ese punta de la conversaci6n, James record6 que a Jesus, el Hijo de Dios, 10 habian matado. -Pero Jesus rnurio, Gno? -Sf, murio, James, pero a los tres dias resucito de entre los muertos y ahora vive eternamente para ser nuestro Amigo y ayudarnos a ser hijos de Dios. La senorita rez6 con James para que recibiera a Jesus en su coraz6n, iYas! el pudo saber por fin 10 que significaba ser hijo de Dios' Esa noche fue a su nueva casa en la eseuela misionera, donde por primera vez en mucho tiempo se dio un bane caliente, se puso pijamas limpios y durmio bien abrigado en una buena cama.
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Tan pronto como pudo, James fue a buscar a otros chiquillos vendedores de peri6dicos y los ilevo a la escuela misionera para que pudieran olr la maravillosa historia de Jesus y Su amor. Y elias tambien aprendieron que podlan convertirse en hijos de Dios can 5610 recibir a Jesus en su coraz6n. Oespues de eso, James fue al colegio y estudi6 la Biblia y cuanda cumpli6 19 arias se licenci6 con altas calificaciones en el seminario bfblico. Se lIamaba James Carey y IIeg6 a ser un misionero que trabaj6 entre la gente pobre y de clase humilde de la gran ciudad donde vivia. Pobres y ricos aprendieran a amarla. James 5e sentla tan agradecido de que Dios 10 hubiera hecho hijo Suyo que se esforz6 por ser un hijo buena y fiel. Hizo todo 10 que pudo por ayudar a los dernas a conocer a su gran amigo Jesus. Muchas veces antes de acostarse, abrla una cajita y sacaba una tarjeta navideria muy gastada en las que lera estas palabras: ÂŤA todos los que Ie recibieron,
a los que creen en Su Nombre, les dio potestad de ser hechos Hijos de DiosÂť.
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HA NACIDO EL SALVADOR Y (Maria) dio a luz a su hijo primoqenlto, y 10 envolvi6 en panales, y 10 acost6 en un pesebre, porque no habfa lugar para ellos en el meson. Habfa pastores en la misma region, que velaban ... su rebano. Y he aqui, se les present6 un angel del Senor, Y la gloria del Senor los rodeo de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el angel les dijo: No temeis; porque he aquf as day nuevas de gran gozo, que sera para todo el pueblo: que as ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Senor. Esto as servlre de sene': Hal/areis al nino envuelto en peiietes, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareci6 con el angel una multitud de las huestes celestiales, que alababan aDios, y decian: jGloria a Dios en las alturas, yen la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! Sucedi6 que cuando los angeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belen, y veamos esto que ha sucedido, y que el Senor nos ha manifestado. Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a Maria y a Jose, y al nino acostada en el pesebre. Y al verlo, dieron a conocer 10 que se les habfa dicho acerca del nino. Y todos los que oyeron, se maravillaron de 10 que los pastores les decian. Pero Marfa guardaba todas estas casas, rneditandolas en su coraz6n. (Lucas 2:7-19) 42
TENGO A ALGUIEN EN MI ESQUINA Cad a Nochebuena las mujeres de la localidad de Renshaw, en Nueva Escocia, Canada, acuden al anochecer a la estaci6n del pueblo. Con los nirios ya aeostados, esperan a padres y esposos, quienes despues de haber heeho eompras toda la tarde en la ciudad, regresan al pueblo cargados de juguetes, los regalos de Navidad. Era muy joven cuando conccl a una senora lIamada Emily Sanders, que ario tras ario, habra esperado en vane cada Nochebuena en la estaei6n, helandose a la luz de las estrellas. Lo que voy a relatar es la historia del hombre a quien ella esperaba. He cambiado los nombres y alterado algunos detalles de la historia, pero en esencia, es una reseria fiel de 10 que sucedi6 alii hace mucho tiempo. Todo comenz6 un dla de junio, cuando yo estudiaba en el seminaria y hacla practicas de predicador durante el verano, en Evangeline. Una vez yendo en bicicleta por un camino rural, de repente se desat6 una formidable tormenta. En media del aguacero, pude distinguir unos metros delante mlo a una 43
nina descalza que pasaba chapoteando por un inseguro puente de tablas. -~Quieres que te lIeve? -pregunte a la pelirroja nina. Saque un paraguas plegable del portaequipajes. Con la nina manteniendo el equilibria delante de m! en la bicicleta y yo sosteniendo inseguramente el paraguas sobre nuestras cabezas, intents conducir can una sola mana cuesta abajo. -iC6ma te llamas? -Ie prequnte, -Mary -me respondi6-. Soy hija de Frank Sanders. Entonces, Gme tengo que bajar? No tuve tiempo de pedirle que me explicara tan extraria respuesta, pues ya habfamos lIegado. En la puerta habia una senora alta y muy delgada; 10 unico que tenia bien cuidado eran sus lisos cabellos, recogidos en doradas y apretadas trenzas. -G Como es que lIevaba paraguas si todo el dla ha hecho sol? -me pregunt6 con tono suspicaz, mientras se lIevaba a Mary adentro junto con sus otros tres hijos. -Predico durante el verano en la iglesia del cruce -dije explicandome . Como la otra noche hicimos rogativas por Iluvia, pense que
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serla mas precavido Ilevar paraguas. Me hizo un gesto para que entrara. En la pared observe tres retratos de un mismo hombre. Era un boxeador en calz6n corto. can los purios alzados en una posicion de guardia
tipica, de john Sullivan. -GQuien es ese boxeador? -pregunte. -jPapa! -respondieron a coro con voz chillona los cuatro nirios. -iFue carnpeon de peso semipesado! exclam6 el mayor. . -iTodavla da unos derechazos tremendos! -exclam6 otro. -iEs muy fuerte! -dijo Mary bajito. La madre mand6 callar a sus hijos y cambi6 de tema: -Por si no 10 sabe -anunci6 frfamente-, los miembros de su iglesia no quieren saber nada de nosotros. Y tampoco nosotros queremos tener nada que ver con elias. No, no es ninqun malentendido. Todos piensan que mi marido es un inutil. Mientras yo siga con Frank, no querran ayudarnos, asf que ... Una subita rafaqa de viento agit6 la sala mientras la puerta se abrfa de par en par y entraba un hombre pisando fuerte. Estaba totalmente mojado, pero aun as! S8 notaba 45
que era el boxeador de las fotos. -GEs usted el predicador veraniego? me pregunt6 con tono exigente. -Sf -respondf-, soy John Bonnell.
-
Me serialo hacia afuera, a la tormenta. No tuve mas remedio que despedirme con un gesto de su callada esposa e hijos y marcharme en la bicicleta. L6gicamente, fue una sorpresa tremenda para ml ver en el culto del domingo a Frank Sanders, limpio, afeitado y sentado -soloen el ultimo banco. iQue hacla en la iglesia aquel pugil venido a menos? Despues del dla en que Sanders me ech6 de su casa, yo hice algunas indagaciones y me entere de que su esposa Emily mantenia a la familia trabajando de lavandera y sirvienta suplente, mientras el cazaba conejos y gansos salvajes y pescaba en los lagos. Pasaba mucho tiempo con su unico amigo, a quien todos conoclan como el doctor Tom. Se trataba de un ex-catedratico enviciado, que siempre andaba emborrachandose con Frank. Tenia razones de sobra para preocuparme al ver a Sanders en mi conqreqacion. Terminado el culto, perrnanecio impasible en el banco, hasta que todos los demas
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esperando junto a la verja. Pensaban que 91habIa venida buscando pelea. -Sea bienvenido, Sr. Sanders -Ie dije. -No se haga ninguna idea, pastor -dijo poniendose en pie, mientras quiriaba un ojo-. Yo no creo en pamplinas religiosas. -LAst es como hablan los boxeadores? GPor que vino, Frank? -Ie prequnte. -Pastor, a usted Ie interesa que venga mucho publico a sus cultos, Lverdad? Pues va a tener publico, porque voy a venir cada vez que haya culto. La gente va a hablar can tada seguridad. Vendran en tropel esperando alga espectacular, que usted me deje fuera de combate y yo Ie ruegue que me salve de mis pecados. jJa! Como bien cornprendera, jjamas voy a hacer tal cosal -Entonces -pregunte bastante desconcertado-, Lpor que quiere que asista tanta gente a mis cultos? -Por haber tenido la amabilidad de ayudar a mi hija Mary en la Iluvia, pastor. Cuando Ie ordene que se fuera de mi casa, no sabia que habra hecho eso. Tengo que saldar mi deuda con usted. Y con la cabeza erguida, se fue silbando. feligreses
salieron
y quedaron
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.Jarnas habfan asistido tantos fieles a nuestra capilla como aquel verano; los bancos de pino no eran suficientes para acomodarlas a todos. Y Frank, fiel a su promesa, siempre estaba alii, en la ultima fila. AI principia iba siempre solo. Mas adelante, comenz6 a lIevar a toda la familia de punta en blanco y todos se compartaban carrectamente. Alqun tiempo despues, me entere de que habia encontrado trabajo en un aserradero. Durante mas de un mes no habla tocado la bebida. Una manana, enfrente del alrnacen, me detuvo un hombre de patillas pelirrojas. Tenia una botella en la mana y me cortaba el paso. -iMire, pastor! -dijo resollando-. Si Ilene esta botella de agua, Gseria capaz de convertirla en un buen whisky? Coma no Ie di respuesta, se volte6 hacia Frank Sanders, que salta en ese momenta de la tienda. -iMe imagino -Ie dijoque te habra hecho creer en el milagro del agua que se convirtio en vino! -Doctor Tom -Ie dijo Frank con una sonrisa-, te puedo hablar de un milagro mayor todavia que ha hecho el pastor. Ha convertido el ron en pan y ropa para mi familia,
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que ahora es muy feliz.
Pamplinas! -dijo el doctor Tom asiendorne par la solapa-. jOiga, pastor! Supongo que piensa que esta convirtiendo a Frank. Pues permftame que Ie profetice 10 que' va a pasar. Inmediatamente despues de que usted vuelva a la ciudad de donde vine, mi viejo amigo Frank dejar a su trabajo. i Inmediatamente! Y dejara a su condenada familia. jlnmediatamente! jYvolvera conmigo! i Inmediatamente! -LY a usted Ie parece bueno eso? -AI rnenos podra sacarle alga de chispa a esto que Ilaman vida. No se 10 va a conquistar usted: 10 tengo conquistada yo. [Ya 10 vera! Yendo en zig zag, se dirigi6 hacia el camino de la colina mientras volvia la cabeza gritando: -jPreguntele a Frank que hara la proxima Nochebuena! Los ojos de Frank reflejaban gran preocupacion. -No estoy seguro de que pueda aguantar sin caer, despues de que usted haya vuelto al seminario, pastor. Esto es mucho mas diffcil para ml, de 10 que usted se imagina. Lo que me da fuerzas es escucharle; es como si usted fuera mi manager que me anima y me dirige -j
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desde la esquina, mi segundo. Me infunde valor. Todo el mundo necesita tener a alguien en su esquma - Todo el mundo tiene a Alguien -Ie dije-. Y usted tarnbien puede contar con ese Alguien. Me lanz6 una mirada vacla que reflejaba duda. -Pero no se Ie ve -me dijo entre dientes-.
Ese Alguien no tiene pellejo. No podre verle la Nochebuena que viene. Eso era 10 que Frank mas ternia. Los ultirnos cinco aries, habra ida a Earlton con dinero para comprar regalos; pero en vez de comprar juguetes, se ponia a beber y terminaba como una cuba. -Eso es 10 que espera ahara que pase el doctor Tom -concluy6 amargamente. -Frank -dije impulsivamente-, si es capaz de aguantar hasta la manana del 24 de diciembre, vendre a ayudarle a pasar la Nochebuena. -jTrato hecho, pastor!exclam6 mi . amigo. Pasada la primera semana de septiembre, cuando reqrese a la ciudad donde vivia, la capilla de Renshaw se cerr6 y no 5e abriria 50
hasta la primavera. Emily Sanders me escribi6 diciendo que su esposo todavfa trabajaba, e incluso hablaba de construir bancos nuevos para la iglesia; pero la madera dura que necesitaba no se encontraba con facilidad. EI doctor Tom tenia, sin embargo, una buena provision en su patio, pero se negaba a venderla si Tom no tomaba unos tragos can
el. -Hasta ahora -decfa Emily en su carta-, Frank no 10 ha hecho, pero ahara serla capaz de hacer casi cualquier cosa por la iglesia. Es sorprendente -i,no les parece?- que para cuando Ilegaron las Navidades me hubiera olvidado de la cita que tenia en Nachebuena. La recorde en el ultimo momenta mientras hojeaba mi diario y me encontre el nombre de Frank Sanders. Telefonee para anular mis compromisos y disculparme, aqarre el primer tren y al mediodfa me encontraba una vez mas en casa de Sanders en Renshaw, pero ya era tarde. -Frank se fue a la ciudad can los dernas hombres del pueblo -me explic6 Emily-. Se llevo el dinero para los juguetes. Pero cuando vio que usted no Ilegaba en el tren de la manana, se Ie vino el alma a los pies.
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-Le sequire en autom6vil -exclame-, alquilare uno. Pero en aquellos tiempos no se alquilaban vehiculos en Renshaw. No tenia forma de salir del pueblo. Aquella noche, a la hora de la Ilegada del tren, espere con Emily en el anden. ~Que
veriarnos cuando arribara? ~C6mo estarfa Frank Sanders, borracho 0 sobrio? Entonces apareci6 el doctor Tom, con gorro, chaqueta de pieles y fumando un puro. -iJa! -exclam6 provocandcnos=-. ~Para que hace esperar aqul a esta pobre mujer? Emily Sanders sabe tan bien como yo 10 que Ie va a lIegar en ese tren. ilnrnediatamentel -Rece, por favor, pastor -musit6 Emily-. Lo peor es el viaje de regreso en tren. Todo el mundo lIeva una botella y la pasa a los demas. .Rece con todas sus fuerzas' -iQue reee, ja! Eso demuestra que no tiene la seguridad. iPues yo SI estoy sequrol il.o bastante para apostar plata! (.,Ouien acepta la apuesta? ~Quien tiene cinco d61ares y los apuesta a que Frank Sanders baiara de ese tren sobrio? ~Quien? ~C6mo? ~Nadie? Tres d6lares. Bueno, pues entonces dos. Seguro que entre los presentes hay alguien que
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apastaria dos miserables d61ares al buena de Frank. Piensen vecinas, es apostar par un alma humana. iAsf 10 diria el pastor! iY usted, pastor! GApuesta un d6lar? =-No me gusta apostar -Ie dije. -No me diga que no cree en Frank Sanders ... ino me diga que no cree que valga ni un d6lar! LFue justa indiqnacion 0 mal genio? Todavfa no estoy segure. No me gustaba nada apostar, pero dije: -Acepto la apuesta. Si Frank Sanders viene sobrio, me entreqara la madera buena que tiene almacenada para hacer bancos nuevas para la iglesia. Si no, se la pago. -G Trato heche? -jTrato heche! -asentf nerviosamente. Mientras nos estrechabamos la mano, oirnos en la distancia el silbido del tren y Ie pedi a Dios que ganara aquella apuesta, la primera y la ultima de mi vida. Luego se oyo la sonora campana y la locomotora que tiraba de dos vagones tenuemente iluminados, se detuvo soltando humo ruidosamente. Agricultores, ganaderos y fruteros descendieron en tropel del tren, pero Frank
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no daba seriales de vida. EI doctor Tom mir6 a su alrededor con una sonrisa mientras yo subfa a bordo y recorrla los vagones. Cuando
sall par la puerta del final, prequnte a voces: -GAlguien ha visto a Frank Sanders? Sacando media cuerpo por la ventana de la locomotora, el maquinista grit6 con voz bronca: -Sf, yo 10 vi, como unas dos horas antes de la salida del tren. Estaba entrando en la taberna Blue Nose. No necesitabarnos que nos dijeran mas. La multitud dio un suspire, mientras daba media vuelta y se dirigfa al puente que cruzaba sobre las vias. Tomando a Emily del brazo, comenzamos a andar de vuelta a casa. Yo me estaba aguantando para no Ilorar, pues era un hombre al fin y al cabo. .No podia perdonarme a mf mismo por haberme olvidado de una cita tan importante! AI otro lado del puente se perfilaba una carreta tirada por dos caballos blancos. EI conductor se puso en pie y mene6 el sombrero en el aire mientras deseaba Feliz Navidad a todos. En ese momento, vi -as! como todos los presentesun rostro que me era familiar 54
saliendo de entre una carga de toneles. Era Frank Sanders, que saltaba a la carretera cubierta de nieve. Despues. el carretero Ie entreqo una muneca, un tambor, un barco y una cuna de juguete: todo un cargamento de juguetes para los nirios.
-i Emily! -grit6 Frank-. i No tengas miedo, que no he probado unaqotal Pense que serla mas prudente no venir en tren. Hay muchas tentaciones, tcdo el mundo pasa botellas. Por eso Ie pedi al cachero de la taberna Blue Nose que me trajera en su carreta. Emily corrio hacia el, que en ese momento . me VIO. -lPastor! -exclam6-. iHa venido! iMuchas gracias! Pero sabe, tenia raz6n. He tenido a Alguien en mi esquina en todo momento, .hasta entre las barriles de cerveza! Saber eso 10 arregla todo. Venga a casa y ayudenos a adornar el arbol. -Primero -Ie dije- tengo que ver al doctor Tom para que pague sin falta a la iglesia 10 que he ganado. i1nmediatamente!
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LUZY GLORIA Y he aqul habra en Jerusalen un hombre lIamado Simeon, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolacion de Israel; y el Espiritu Santo estaba sobre el. Y Ie habra side revelado par el Espiritu Santo, que no veria la muerte antes que viese al Ungido del Senor. Y movido por el Espiritu, vino al templo. Y cuando los padres del nino Jesus 10 trajeron al templo, para hacer par el conforme al rito de la ley, elle tome en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: Ahara, Senor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra; porque han vista mis ojos tu salvaci6n, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelaci6n a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel. Y Jose y su madre estaban maravillados de todo 10 que se decia de el. Y los bendijo Simeon, y dijo a su madre Maria: He aqui, este esta puesto para caida y para levantamiento de muchos en Israel, y para serial que sera contradicha (y una espada traspasara tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones. (Lucas 2:25-35)
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EL PRIMER NACIMIENTO Se dice que el pesebre, tan popular elemento de las fiestas naviderias, fue introducido par San Francisco de Asls. La primera representacion del nacimiento de Jesus respondia al anhelo del santo de hacer mas comprensibles para la gente cornun, las grandes verdades del Espiritu. Francisco amaba a todo el mundo, asl al poderoso pontffice en su palacio vaticano, como a los mendigos de la calle, los bandidos que merodeaban por los montes y de modo especial a los parias de la sociedad, como los leprosos. EI joven de Asls amaba tarnbien a todas las criaturas, no 5610las humanas. Sentfa una predilecci6n especial por los pajarillos. Es de todos conocido que cuando se posaban cerca de el, les predicaba y levantaban vuelo cuando les decia que se podlan marchar. Amaba tarnbien a otros animales, incluso al feroz lobo que aterrorizaba la aldea de Gubbio y al que sequn se cuenta amans6. En cierta ocasi6n roqo al Emperador que emitiera un decreto, por el cual se debia suministrar en Navidad una raci6n mayor de alimento a todos los ani-
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males dornesticos, para que ellos tarnbien pudieran regocijarse en el Senor. En su juventud tarnbien habra sentido gran apego par los bienes de este mundo, en particular por fines atuendos, como las prendas de terciopelo y rasa confeccionadas en el taller de su acaudalado padre, Pietro Bernardone. La usanza de aquellos tiempos era lIevar encima la riqueza y ostentarla. A Pietro Ie alegraba ver a su hijo, el mozo mas elegante del pueblo, al frente de la muchachada tocando musica, cantando y parrandeando. Todo eso atrafa clientela y contribufa al negocio, del que alqun dla el rico mercader esperaba hacer partfcipe a su hijo. Sin embargo, Francisco empez6 a descubrir que 10 material no satisfaeia. Intuy6 que debra de existir alga mas autentico y 10 buse6 por infinidad de medios. Inclusive fue a la guerra, con 10 que no consigui6 otra cosa que caer prisionero. Regres6 a su pueblo muy debilitado tras una grave enfermedad. Finalmente descubri6 que la verdadera satisfacci6n se encontraba amanda aDios y hacienda Su voluntad. Tan magnifico ejemplo dio Francisco de este nuevo modo de vivir que comenzaron a juntarse seguidores en
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torno a el. Como ansiaba poner la verdad de Dios al alcance de su gente, cierta Navidad se Ie ocurri6 hacer una demastraci6n en vivo del nacimiento de Jesus, 10 mas proximo posible a la realidad, sin omitir la pobreza e incomodidades que caracterizaron aquel heche. Descubri6 el lugar ideal para ella: un elevado monticulo de piedras sabre una inhospita montana cereana a la aldea de Greeeio. En una hendidura de la ladera hallo una gruta. Decidi6 recrear alii la Natividad. Buse6 un buey y una mula. Una imagen tallada en madera del Nino Jesus, cuyo origen es materia de otra historia de este libro*, la coloco en un pesebre entre ambos animales. La noticia se divulg6 por toda la carnpina. Hacia la cueva de la montana se encamino en la noche un flujo constante de hombres, mujeres y nines que se alumbraban con antorchas y velas. Por fin, se arremolinaron todos a la entrada de la gruta y contemplaron el interior. ÂŤAquella medianoehe se ilumin6 como si fuera pleno dia -escribi6 uno de los asistentes- con el gozo de hombres y animales y las multitudes que se congregaban en el lugar, dichosas de presenciar la renovaci6n del (..) Ver: ÂŤMilaqro de curacionÂť, pag. 143
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misterio eterno.» EI propio Francisco cant6 el relata del Evangelio can voz «recia, tierna y
clara», sequn el testimonio del observador. «8eguidamente predic6 can sumo amor sobre la venida a este mundo del Monarca pobre en la aldea de Belen.» Asi pues, al ver un nacimiento 0 pesebre en Navidad, podemos evocar a San Francisco, el pobrecito, como acostumbraba lIamarse a s! rnisrno, que fue capaz de hacer tan palpables grandes verdades para otras personas como 10 eran para el.
San Francisco de Asis (1182?-1226), siendo hijo de un rico mercader de Asis, Italia, en 1205 renunci6 a su vida mundana para entregarse enteramente aDios y fund6 la orden de los Franciscanos. (Vease tam bien la pelicula Hermano Sol, Hermana Luna de Franco Zeferelli)
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LA REINA DE AFRICA En la costa occidental de Africa se encuentra una misi6n que siempre despert6 gran interes en mi. Hace aries, un joven del estado norteamericano de Pennsylvania fue alf como misionero. Se Ilamaba Adolphus Good. Pero no voy a hablar del Dr. Good, sino de una muchacha africana de aquel puesto misionero que IIeg6 a ser una cristiana ejemplar. EI dla de Navidad, ella y todos los creyentes nativos asistieron a la misi6n para conmemorar el nacimiento del Senor. No 10 haclan para recibir regales 0 hacerselos unos a otros. Iban para ofrecer el mejor obsequio que pudieran a Aquel cuyo curnplearios celebraban. Terminado el culto de oraci6n yalabanza, que incluia diversas canciones ace rca de Jesus, como es costumbre entre muchos cristianos par estas fechas, los fieles se dirigieron en ordenada y larga fila al presbiterio. Uno a uno fueron entregando al misionero las ofrendas que Ilevaban para el Senor y Su obra.
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La gente era muy pobre. Sus dadivas humildes. Es posible que, de haber estado nosotros presentes, hubiesernos sonreido al verlas. Sin embargo, eran fruto de un amor intenso. Se trataba de contribuciones generosas, ya que no eran parte de una abundante provisi6n, sino donativos de gente que vivfa en extrema pobreza. Nos viene a la memoria el episodio de la mujer que dio dos monedas de poco valor al templo: Jesus dijo que con eso ella contribuy6 mas que los ricos, porque Dios no se fija en la cantidad que damos sino en 10 que nos queda, y a ella no Ie qued6 nada. La entreg6 todo.* Aquellos nativos africanos lIevaron pues, sus presentes: este, un manojo de verduras: aquel, un ramo de flores 0 un centavo. Entre los creyentes que portaban sus of rend as habra un rostro nuevo aquel aria. No recuerdo el nombre de la muchacha, pero la llarnare Reina. Era una hermosa joven de dieciseis aries, que hasta hacla poco tiempo adoraba idolos. De sus gastadas ropas extrajo una moneda de plata y la coloc6 en la mano del
rrusronero. (*) Vease S. Marcos 12:41-44
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Este se sorprendi6 tanto, que al principia no quiso aceptar la ofrenda. Dijo a la chiquilla que regresara mas tarde. Ya en privado, averiguaria de d6nde habia sacado semejante fortuna, pues temia que hubiese robado la moneda. Asombrado, descubrio que la joven se habia vendido como esclava de por vida al dueiio de una plantacion vecina, a fin de poder ofrecer a Jesus un presente que ella considerara digno. EI precio: una moneda de plata, que obsequio a su Senor por haberla rescatado de una esclavitud mayor que aquella a la que se habia vendido. Ignoro 10 que paso despues. Sospecho que el misionero cornpro la libertad de la joven. Lo que sf se es que ella actuo movida por un gran amor y me pregunto si habra en el mundo, un mejor cristiano que Reina. Era tan noble su amor que no Ie irnporto entregarse a sf misma, a fin de que otros lIegaran a conocer el grandioso mensaje de la Navidad y el presente que nos hizo Dios por amor al mundo. Dios no reqalo al mundo oro, plata ni otras riquezas. Nos obsequio Su Amor. Se ofrendo a Si rrusrno, como hace el que verdaderamente ama.
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Tiempo de dar es la Navidad,
y dar es la clave de la felicidad. Demonos, pues, enteramente, no s610 en Navidad, sino diariamente.
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iFELIZ NAVIDAD! Este mensaje es para ti, no importa si entiendes la Navidad como una temporada de vacaciones, de fiestas con los amigos, de freneticas expediciones a las tiendas en busca de regalos para tus seres queridos 0 una simple conmemoraci6n religiosa. ~Alguna vez has recorrido infinidad de locales comerciales buscando el regalo perfecto para tus allegados? Cuando al fin estan todos bien envueltos al pie del arbol, todavia parece que falta alga. Te invade el cansancio. Ouiza te preocupa que vayas a perder tu empleo en el despiadado mundo laboral de hoy y te preguntas c6mo te las arreqlaras para salir adelante a mantener a tu familia el ano que viene. 0 puede que las relaciones can tus parientes esten tirantes y que anheles disfrutar de un poco de paz y de las sencillas alegrfas de la vida. ,Un momenta! Hay unos regalos que has olvidado. Te los hace Alguien que te ama mucha. Son presentes para ti y para tus seres queridos. No los hallaras en ninguna tienda. Encierran un valor incalculable, pero no se
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venden. De heche, tson gratuitos! Han side
preparados per nuestro Padre celestial. EI te ofrece amor, alegria, paz y felicidad. La Navidad se celebra para recordar que Dios nos hizo el mayor regalo que puede haber: Su Hijo Jesus. Aunque este vine al rnundo como una criaturita recien nacida, trajo consigo cantidad de maravillosos regalos de parte de Dios. Una vez que se hizo grande, los fue desenvolviendo de uno en uno, enseriandonos a amar aDios y al pr6jimo. Y cuando muri6 por nosotros, nos obsequio el mayor de todos: ofreci6 liberarnos del temor a la muerte y nos prornetio vida eterna en el Cielo cuando concluyera nuestra vida en la Tierra. GTe pareee que esto es demasiado buena para ser verdad? EI mundo esta tornandose muy duro y frio. A veces quiza te da la irnpresion de que el amor de Dios esta tan lejano que no alcanza a lIegar a tu coraz6n. Afortunadamente, 10 cierto es que Dios te aguarda can los brazos cargados de regalos; 10 unlco que tienes que hacer es pedirselos. Cada regale lIeva tu nombre escrito en la etiqueta. Dios envi6 a Su Hijo a la Tierra para que pudieras beneficiarte de elias. is!, de
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verdadl La hizo nada menos que par ti. Si quieres disfrutar de esos regalos y hacer tarnbien participes de elias a tus amigos y
familiares, no tienes mas que pedirselos a tu Padre celestial. Haz esta simple oraci6n can ellos, 0 si prefieres hazla a solas: ÂŤGrecies, Padre, por pensar en nosotros en Navidad. Te rogamos que nos concedas los rega/os que nos has prometido: emor, alegria, paz, felicidad, y el mejor de todos: vida eterna contigo y con Tu Hijo Jesus. Te abrimos el coraz6n para que Til 10 Ilenes de cosas buenas. AmenÂť. iQue Dios te bendiga con la mejor Navidad de tu vida, y que goces de estes regales celestiales!
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LA CONCHA Una de mis anecdotes favoritas es la de un misionero que era maestro en Africa. Les habia explicado a sus estudiantes natives. que para Navidad, por serel curnplearios de Cristo, los cristianos se daban regalos unos a otros como expresi6n de alegrfa. La mariana de Navidad uno de los nativos Ie trajo al misionero una concha marina de una belleza extraordinaria. Cuando este Ie pregunt6 d6nde habia encontrado una concha tan bella, el nativo Ie respondi6 que habla caminado una gran distancia hasta cierta bahia, el unico sitio donde se conseguian dichas conchas. «Me parece maravilloso que hayas ido tan lejos a buscar este hermosa regalo para ml», exclam6 el maestro. Alegremente, el nativo respondi6: «Larga caminata ser parte del regalo». No es 10 que damas, sino 10 que compartimos; ipues el regalo sin el que regala esta vaciol
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EL EXPLORADOR NAVIDENO A pesar de toda la diversi6n y las risas, John Wilson, de 13 anos, no estaba feliz. Habra recibido todos los regalos que queria. Tarnbien Ie gustaban los encuentros familiares que celebraban cada Nochebuena -esta vez en casa de su tia Susancon el objeto de intercambiar regalos y desearse 10 mejor unos a otros. Sin embargo, John no estaba feliz, pues esta serfa la primera Navidad que pasaria sin su hermann Steve, quien muri6 el ario anterior atropellado por un conductor descuidado. John echaba de menos a su hermann y la estrecha relaci6n que tenian. John se despidio de todos sus familiares y explic6 a sus padres que se estaba yendo un poco antes, porque queria visitar a un amigo y que despues regresaria a pie. Estaba hacienda frio afuera, as! que se puso su nueva chaqueta de tela escocesa, la cual result6 ser el regalo que mas Ie gust6. Saliendo de la casa acomed6 en el trineo, que tarnbien acababa de recibir, los demas regales. Luego sali6 a buscar allfder de su grupo de exploradores. John siempre se sinti6 a gusto con el. Sentia que 91 10 comprendfa.
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Aunque era rico en sabiduria, su Ifder de tropa vivia en el sector pobre de la ciudad y tenia
que realizar diversos trabajos para sustentar a su familia. Para desilusi6n de John, su amigo no estaba en casa. Mientras caminaba de vuelta a casa, observo Ios arboles y decoraciones que habra en muchas de las pequerias casas. Se detuvo frente a una ventana. Vio un cuarto viejo en el que habra unos calcetines vacios colgados frente a una chimenea tarnbien vacia. Junto a la chimenea, estaba sentada una mujer lIorando. Los calcetines Ie hicieron recordar que el y su hermano siempre colgaban los suyos el uno junto al otro. A la manana siguiente, siempre estaban lIenos de regalos. De repente, se Ie cruz6 una idea por la cabeza. Aun no Ie habra heche ninqun favor a nadie este dfa. Antes de que el impulse se desvaneciera, lIam6 a la puerta. -~Sf? -inquiri6la senora con tristeza. -~Puedo pasar? -Como quieras -dijo ella, viendo el trineo lIeno de regalos y suponiendo que estaba recolectando regalos-, pero no tengo comida ni regales para ti. No tengo nada, ni siquiera para mis propios hijos.
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-Es por eso que estoy aca -replic6 John-. Por favor, tome deJ trineo los regalos que quiera para sus hijos. -iVaya! iQue Dios te bendiga! -respondi6 con gratitud la senora, que estaba asombrada. Escogi6 algunos dulces, un juego, el avioncito y un rompecabezas. Cuando tom6 la linterna de explorador, john casi dej6 escapar un grito. En unos instantes, los
calcetines estaban llenos. -~C6mo te llamas? -Ie prequnto a john mientras se despedla. -Me puede Ilamar el ÂŤExplorador NaviderioÂť -Ie respondio. La visita conmovi6 al muchacho y encendi6 una inesperada llama de alegria en su coraz6n. Comprendi6 que su pena no era la unica en el mundo. Para cuando sali6 del sector ya habra repartido todos sus otros regales. La chaqueta de tela escocesa cubria los hombros de un nino que habra estado titiritando. No obstante, durante el trayecto a casa, a John Ie entr6 frio y se sinti6 inc6modo. Habia dado todos sus regalos y ahora no se Ie ocurrfa una explicaci6n razonable que pudiera dar a sus padres. Se preguntaba c6mo podria hacerles entender 10 que hizo.
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-l,D6nde estan tus regalos, hijo? -Ie prequnto su padre en cuanto entr6 a la casa. -Los regale. -GEl avi6n que te dio la tia Susan? iEI abrigo que te dio la abuela? GTu linterna? Crefmos que te habfan gustado los regalos. -Si, me gustaron mucho -respondio el muchacho de manera poco convincente. -~Por que fuiste tan impulsivo, John? -pregunt6 su madre . (_,C6mo Ie vamos explicar esto a todas las personas que dieron de su tiempo y caririo para conseguirte esos regalos? . Su padre replic6 con firmeza: -Esa fue tu eleccion, John. No podemos permitirnos conseguir mas regalos. John se sinti6 terriblemente solo. Su hermana ya no estaba con el y habra decepcionado a su familia. No nabla esperado recibir una recompensa por su generosidad, pues sabra que el hecho de hacer un acto bondadose debe ser la recorripensa en sf. De otro modo, pierde su brillo. No obstante, se preguntaba si alguna vez recobrarfa el gozo que tenia antes. Le pareci6 haberlo recobrado esa neche, pero habia side una sensaci6n pasajera. Pens6 en su hermano y se qued6 dormido mientras lIoraba.
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Cuando baj6 las escaleras la manana siguiente, encontr6 a sus padres escuchando rnusica navidefia en la radio. De repente, el anunciador dijo: -iFeliz Navidad! •EI relata tievidetio mas bello que tenemas esta manana viene del sector de los apartamentos. Un muchacho cojo tiene un trineo nuevo esta manana, otro jovencito tiene una hermosa chaqueta y varias familias nos informaron que sus hijos esten muy fe/ices gracias a los rega/os que les hizo anoche un joven que se present6 simplemente como e/ Exp/orador Nevitietio. Nadie sabe quien es, pero los nitios del vecindario afirman que era un representante personal del Cie/o. John sinti6 que su padre 10 estrechaba entre sus brazos. Su madresonrio entre las laqrimas. -~Por que no nos 10 dijiste? No entendiamos 10 que paso. Pensamos que habias perdido tus regalos, 0 alga asl. iEstamos muy orgullosos de tl, hijol Volvieron a sonar los villancicos en la radio lIenando el cuarto de musica. ... Gloria aJDios de los Cie/os y paz a los hombres de buena vo/untad ...
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EL MEJOR REGALO No olvides que un gesto amable y considerado, como extender la mana a un ser necesitado, es el regalo mejor y mas valioso, pues no se compra; viene de un corazon amoroso. Y el que se entrega a SI mismo se hace acreedor a la dicha verdadera y la paz interior. Helen Steiner Rice
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EL SOBRE DE NAVIDAD No es mas que un pequerio sobre bIanco prendido en las ramas de nuestro arbol de Navidad. No Ileva escrito nombre alguno ni serias que identifiquen al destinatario. Desde hara unos diez aries se asoma entre las hojas puntiagudas del arbol. Todo cornenzo cuando mi esposo Mike detestaba la Navidad. No me refiero al verdadero sentido de esta fiesta, sino a su comercializacion, al derroche que trae consigo, a las carreras freneticas de ultima hora par comprar una corbata a un tlo 0 una polvera a la abuelita; a los regalos comprados a la desesperada, cuando no se encuentra otra cosa. Consciente de que ella vera asf, un aria decidf abstenerme de las habituales camisas, sueteres, corbatas y demas cosas. Pense en algo especial para Mike. Y la inspiracion me vino de la forma mas inesperada. Nuestro hijo Kevin, que entonces contaba con 12 aries, estaba en el equipo juvenil de lucha libre del colegio. Poco antes de Navidad hubo un partido contra el equipo de la iglesia de un barrio pobre, en su mayoria integrado por chicos de raza negra. Aquellos
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muchachos lIevaban unas zapatillas, que si 'no fuera par los cordones, se les caerlan a pedazos. Presentaban un marcado contraste con nuestros chicos, que andaban a la ultima moda con sus uniformes azul y oro y flamantes zapatillas. Nada mas comenzar el evento, me alarm6 observar que los del equipo contrario no lIevaban cascos protectores. Saltaba a la vista que era alga que no se podlan permitir. Como era de esperar, la derrota fue aplastante para ellos. Ganamos en todas las cateqorlas. Cada uno de los harapientos vencidos se levantaba de la lana y se marchaba can un aire de falsa arrogancia, una especie de orgullo callejero incapaz de reconacer la derrota. Mike, que estaba sentado a mi lado, mene6 la cabeza tristemente y me dijo: ÂŤOjala hubiera ganado aunque fuera s610 uno de elias. Tienen mucho futuro, pero perder asl los va a desanimar del todo.Âť A Mike Ie eneantaban los ehiquillos, cualquier muchaeho. Los conocla bien, porque el mismo habra side entrenador de futbol americano, beisbol y hockey en categorfa juvenil. Fue entonces cuando se me ocurri6 la idea de su regalo. Aquella tarde me dirigi a una
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tienda de artlculos deportivos, adquiri varios
cascos y zapatillas de lucha libre y los envie de forma an6nima a la iglesia del barrio de aquellos pobres chicas. EI dia de Nochebuena coloque el sobre en el arbol. En su interior contents una nota que Ie contaba a Mike 10 que habra hecho y Ie explicaba que esa acci6n era mi regalo para el. La sonrisa 'que Ie ilumin6 el rostro al leerla fue 10 mas luminoso de aquella Navidad y de los arias que siguieron. A partir de entonces se convirti6 en una tradici6n de todas las navidades. Un ario se trat6 de un cheque destinado ados hermanos de edad avanzada, cuyo hogar habia sido destruido por un incendio la semana previa a la Navidad. Aquel sobre fue 10 mas senalado de la celebraci6n para nosotros. Siempre era 10 ultimo que 5e abria la manana del dia de Navidad y nuestros nines. desentendiendose de los juguetes que recien estrenaban, aguardaban con ojos como platos, mientras su padre sacaba el sabre de entre las ramas y lela la carrespondiente nota. Can el paso de los arias fuimos hacienda a los nines regalos mas practices que los juguetes. Aun asi, el sobre no perdi6 su
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atractivo. Y la cosa no acaba aqul. EI ario pasado perdimos a Mike por culpa del temible cancer. La Navidad me sorprendi6 tan sumida en el dolor que can las justas lIegue a poner el arbol. En Nochebuena coloque el sabre y en la manana de la Navidad descubri
otros tres. Cada uno de nuestros hijos, sin que los otros 10 supieran, habra colocado un sobre para su padre. La tradici6n se habia propagada y un dla se propaqara mas aun, cuando nuestros nietos contempJen ilusionados c6mo sus respectivos padres toman el sabre. EI esplritu generoso de Mike, junto can el de Aquel que se entreg6 a Sf mismo en Navidad, pervivira can nosotros.
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(,COINCIDENCIA? Me sentfa muy orgulloso de mi hija Emily. Tenia s610 nueve etios y habia estado ahorrando el dinero que Ie oebemos cada mes y tratando de ganar un poco mas, realizando pequefJas tareas en el vecindario. Estaba decidida a conseguir suficiente dinero para comprarse una bicicleta de montana. Hacia tiempo que queria una y desde el inicio del etio comenz6 a ahorrar diligentemente. -GC6mo te va, mi cielo? -Ie prequnte poco despues del Dia de accion de gracias. Sabia que ella esperaba conseguir todo el dinero antes del fin de ana. - Tengo cuarenta y nueve d61ares,papa, no S8 si 10voy a lograr -me respondio. -Has trabajado muy duro -Ie dije para animarla-. Sigue asl. Claro que siempre puedes tamar una de las bicicletas de mi coleccion. -Gracias, papa, pero las tuyas son muy viejas. Senref para mis adentres. Ella tenia raz6n. Como soy coleccionista de bicicletas antiguas, las que tenia para chicas eran todas model os de los arios cincuenta. No eran
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el tipo de bicicleta que una nina escogerfa hoy en dla. Cuando lIeg6 la temporada navideria, Emily y yo fuimos a diversas tiendas para comparar precios. Ella encontro varias bicicletas menos costosas y pens6 que tendria que conformarse con una de esas. Cuando ibamos saliendo de una de las tiendas, vio a un voluntario del Ejercito de Salvacion, que bacia sonar su campanita pidiendo donaciones. -l,Podemos darle algo, papi? -pregunto. -Lo siento Emily, no tengo cambio -Ie respondi. Emily siqulo trabajando duro todo diciembre. Parecia que en efecto lograria su objetivo. Sin embargo, un dia baj6 a la cocina para contarle algo a su madre. -Mama -dijo con vacilaci6n-, Lrecuerdas el dinero que he estado ahorrando? -Sf, mi amor -respondi6 Diana, mi esposa. -Dios me dijo que se 10 de a los pobres. Diana se arrodil16 para estar a la misma altura que Emily. -Seria un lindo gesto, mi amor. Pero has estado ahorrando todo el ario, Ouiza podrlas
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dar una parte. Emily sacudi6 la cabeza firmemente. -Dios dijo que deb fa darlo todo. Cuando nos dimas cuenta de que iba en serio, Ie sugerimos varios lugares a los que podria contribuir. No obstante, Emily habra recibido instrucciones especfficas. Asf que una tria manana de domingo, antes de Navidad, se acerc6 a un voluntario del Ejercito de 8alvaci6n y Ie entreg6 sin fanfarria todos sus ahorros: 58 d6lares. EI desinteres de Emily me conmovi6. Habra un vendedor de autos que estaba recogiendo bicicletas usadas para repararlas y regalarlas en la Navidad a nines pobres. Me di cuenta de que si mi hija de nueve anos era capaz de regalar todo su dinero, yo ciertamente podia regalar una de las bicicletas de mi colecci6n. Fui al garaje y tome una bicicleta para nines que estaba bonita, si bien pasada de moda. Mientras 10 hacla. una segunda bicicleta parecfa lIamarme. iDeberia regalar otra? No, bastaba con una. No obstante, cuando me disponia a entrar al auto, no podia deshacerme de la sensaci6n de que tarnbien debia donar esa se-
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gunda bicicleta. Llegue a la conclusion de que si Emily podia hacer caso de las instrucciones celestiales, yo tarnbien podia. Asl que regrese al garaje, aqarre la otra bicicleta y me
dirigl al concesionario. Cuando las entreque, el vendedor de autos me dio las gracias y afiadi6: -Esta haciendo muy felices ados nirios, Sr. Koper. Estos son sus dos billetes. -LBilletes para que? -pregunte. -Por cada bicicleta donada, ofrecemos un billete para la rifa de una bicicleta de montana para hombre nuevecita, can 21 velocidades. La rifa la hace un distribuidor local. Asf que tiene dos oportunidades para ganar. La verdad es que no me sorprendi6 mucho que el segundo nurnero fuera el ganadar. -iNa puedo creer que ganaras! -exclam6 Diana, riendose. -Yo no qane -conteste-. Es bastante claro que fue Emily la que gan6. Tampaca me sorprendi6 mucho que el distribuidor de bicicletas accediera de buena gana a darnos una bicicleta de montana para chica, en vez de la de hombre. GFue una coincidencia? QUiZ8S. Yo pretiero pensar que esa fue la manera en que Dios 82
eligi6 recompensar a una nina que hizo un sacrificio propio de una persona mayor y a la vez impartir al padre una lecci6n de amor y del poder del Senor. ÂŤDad y se as dere; medida buena, apretada, remecida y rebosando deren en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medis, os volveren a medirÂť. (S. Lucas 6:38).
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UN DESEO PARA TI Tengo para ti un deseo en estes dias de Navidad; es un deseo que supera tus suerios, iY mucho mas! Te deseo la canci6n angelical que habla de esperanza Y amor: deseo que el brillo de la estrella te brinde desde el Cielo direcci6n. Te deseo la fe inquebrantable que a los magos guio a destino, a traves de la noche y el desierto para ver al Santo Nino. Te deseo un coraz6n humilde can un objetivo claro y verdadero, la bendici6n de Cristo, nuestro Senor; eso es 10 que te deseo. Edward 80S
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EL ERROR PERFECTO Mi abuelo materna era carpintero. Cierto dla, construy6 unas cajas de madera para su iglesia, las que servirfan para enviar unos artlculos a un orfanato en la China. Mientras regresaba a casa, se lIev6 la mana al bolsillo de la camisa para sacar sus lentes. No los tenia. Repasando mentalmente sus acciones, comprendi6 10 sucedido. Sin que 91reparara en ella, los anteojos hablan caido a una de las cajas, las cuales habra cerrado con clavas. jSUS flamantes gafas iban rumbo a la China! Esto sucedi6 en los momentos mas diflciles de la Gran Depresi6n de los arias treintao Mi abuelo tenia seis hijos y aquella misma manana se habia gastado en los anteojos 20 d6lares, que en aquella epoca vallan mucho mas que ahara. La idea de tener que comprarse otros 10 sacaba de quicio. -No es justo -Ie dijo aDios mientras volvfa a casa en el auto-: despues de haber invertido tanto tiempo y dinero en Tu obra, Gahora me haces esto? Varios meses despues, el director del orfanato de la China estaba de permiso en
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los Estados Unidos. Queria visitar las iglesias que contribuian a su mantenci6n en China y un dia se present6 en la pequeria iglesia de mi abuelo en Chicago, para pronunciar unas palabras, EI misionero comenz6 dando gracias a los feligreses por su fiel contribuci6n al mantenimiento de su orfanato. -y ante todo -acoto-, no puedo dejar de agradecerles los anteojos que enviaron el ana pasado. Los comunistas habian arrasado el orfanato, destruyendo cuanto encontraron. No perdonaron ni mis lentes. No sabia que hacer. Aunque tuviera el dinero para conseguirme otros, no tenia d6nde. Aparte de que no vera bien, todos los dias sufrfa dolores de cabeza y mis colaboradores y yo no parabamos de orar por una soluci6n. Entonces lIegaron las cajas que nos mandaron para Navidad. Cuando mis ayudantes las abrieron, encontraron un par de anteojos en una de elias. EI misionero hizo una larga pausa en su exposici6n para que sus palabras tuvieran un mayor impacto. Luego, todavla embargado de ernocion, prosigui6: -Me los probe, iY parecia que me los hubiera recetado el oculista! Gracias por haberlo hecho posible.
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Los fieles escucharon encantados el testimonio de las gafas milagrosas. Pensaban que el misionero se habria confundido de iglesia; seria otra la que se las habra mandado. En la lista de articulos enviados no figuraban anteojos. Mientras tanto, sentado en silencio en una de las ultimas filas, un sencillo artesano de la madera comprendi6 que, de un modo extraordinario, habia realizado un trabajo para el Maestro Carpintero. i,No es una maravilla ver la mana de Dios en acci6n? Para los que aman aDios hasta 10 aparentemente malo se convierte en bendicion, aunque no siempre se hace tan evidente como en este caso.
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EN NAVIDAD En Navidad -temporada de dar, de compartir, de vivir y de amar, de recordar y velar-, nuestros pensamientos tienden un puente sobre el espacio que qursiera separarnos. Restablecen la calidez de Tu presencia a nuestro lado. Que toda la tierna magia de la Navidad conspire para alegrarnos el coraz6n y hacer realidad nuestros deseos. Harold 8enn
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LA ESCALERA MILAGROSA Aquella fresca manana en diciembre de 1878, el sol cubrla can un tapete color arnbar las polvorientas calles y las casas de adobe en la ciudad de Santa Fe, Nuevo Mexico y resplandecla sabre el tejado de la capilla de Nuestra Senora de la Luz: ya casi terminada, tal como se vela desde las ventanas del convento y colegio de las Hermanas de Loreto. En el interior del monasterio, la madre superiara -que hacia su maleta- levant6 la mirada al oir que lIamaban a su celda. -Ha venido otro carpintero, madre- dijo la hermana Francisca Luisa, con cara de disculparse-. Le dije que usted esta marchandose y no tiene tiempo de verle, pero 81 dice que ... -Va se 10 que dice la cort6 la madre Magdalena, mientras sequla empacando resuelta-. Que se ha enterado del problema que tenemos en la capilla nueva. Que es el mejor carpintero de todo Nuevo Mexico. Que es capaz de construir una escalera hasta la galeria del cora, a pesar de que el ingenioso arquitecto de Paris que traz6 los pianos se
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olvid6 de dejar espacio para ella; y a pesar de que cinco maestros carpinteros ya 10 han
intentado sin exito. Tienes toda la raz6n, hermana. No tengo tiempo de escuchar otra vez la misma historia. -Pero parece un senor muy simpatico dijo pensativamente la hermana Francisca Luisa-. Esta esperando afuera con su burro
y.... -No me cabe duda -dijo la madre Magdalena con una sonrisa- de que es un senor muy agradable y de que su burro tarnbien es muy simpatico .. Pero hay indios . enfermos en el pueblo de Santo Domingo y es posible que sea c6lera. La hermana Maria Elena y yo somos las unicas del convento que hemos tenido colera, as! que tenemos que ir.¡ Y tu tendras que quedarte para dirigir el colegio. .Lo siento! Dicho esto IIam6 a Manuela. Una muchacha india de 12 6 13 aries. Sonriendo Manuela entr6 con sus silenciosos mocasines. Era muda. Oia y entendia, pero las monjas no hablan conseguido enseriarle a hablar. La madre superiora Ie pidi6 de buenos modos: -Lleva mis cosas a la carreta nina. Voy enseguida.
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Volviendose a la hermana Francisca Luisa, ariadio: -Dile al carpintero que vuelva en dos 0 tres semanas y entonces 10 recibire. -jDos a tres sernanasl Para Navidad ya habra vuelto, ~no? -Si Dios quiere, hermana. Espero que ,
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En la calle, mas alia de la carreta que la esperaba, la madre Magdalena via al carpintero. Era barbudo, de una constituci6n mas fuerte que la mayorfa de los mexicanos, ojos negros y la piel de la cara curtida por el viento. Sonrefa. A su lado, cargado de herramientas y tablas, estaba un paciente pollino gris. Manuela Ie acariciaba el hocico mientras miraba tfmidamente al arne del jumento. -Explfquele -dijo la madre superiora a la hermana Francisca Luisa- que la nina Ie oye pero no puede hablar. La despedida fue rapida, es 10 mejor cuando uno se va de una casa que quiere. Luego partieron en direcci6n sudoeste, por la polvorienta senda: las rnontarias se veian moradas por la sombra y a 10 lejos, el rio Grande parecia una cinta verde. La carreta 91
avanzaba despacio, pero la madre Magdalena y la hermana Maria Elena se entretenfan cantando y recordando anecdotas naviderias,
mientras el sol se elevaba en el cielo, para luego perderse en el horizonte. EI cochero escuchaba y asentia con la cabeza. AI cabo de dos dias lIegaron al pueblo de Santo Domingo y descubrieron que el supuesto mal del c6lera, era sararnpion. Se quedaron alii ayudando al padre Sebastian en sus visitas a las oscuras chozas de adobe, para atender a los nirios con fiebre. Por las noches se sentian cansadas, pero a veces la madre Magdalena tenia tiempo de hablar con el padre Sebastian sobre sus planes para la dedicaci6n de la nueva capilla. Seria en abril. Podrfa ser antes, sino fuera por el problema de que no nabla forma de acceder a la galerfa del coro, como no fuera con una escalera de mano. -Ya Ie dije al obispo -explico la madre Magdalena- que seria un error hacer los pianos en Paris, que si algo salta mal ~que harfamos? Pero el querfa que nuestra capilla de Santa Fe, fuera una replica de la Sainte Chapelle de Paris, y l,quien soy yo para discutir con el obispo Lamy? Y el talentoso
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monsieur Mouly diseria una galeria preciosa para el cora alia arriba, debajo del roset6n y
no hay forma de subir. -Tal vez -dijo suspirando el padre Sebastianestaba pensando en cores celestiales, de cantares alados. -No es ningun chiste -dijo con cierta brusquedad la madre Magdalena-. He rezado mucha, pero no veo ninguna soluci6n. Es que no hay espacio en el suelo de la capilla para colocar los soportes que necesitaria la escalera. Pasaron los dias y cada vez estaba mas cerca la Navidad. En dos ocasianes, jinetes que iban de Santa Fe a Albuquerque, Ie llevaron cartas de la hermana Francisca Luisa. Todo iba bien en el convento, pero ciertos parrafos provocaron el recelo de la madre Magdalena: «Las ninas estan preparandose para la Navidad», decia la primera de las cartas. «Manuela y el carpintero se han hecha muy amigos. Parece mentira la de casas que el sabe de todas nosotras ... » -GQue estara hacienda alli todavia el carpintero?, -pens6 la madre Magdalena. La segunda carta tarnbien hablaba del
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carpintero: ÂŤGada manana se presenta con una nueva carga de madera y por la noche se va. Guando Ie preguntamos quien Ie ha autorizado a hacer el trabajo, se queda callado
y sonrie. Hemos intentado pagarle su trabajo, pero no acepta paga ... Âť i Trabajo? iQue trabajo? La madre Magdalena puso cara de impaciencia. LLe habrla dado permiso la hermana Francisca Luisa, que era tan bJanda de coraz6n para trabajar en la nueva capilla? Con un adernan firme y desaprobador, la madre superiora escribi6 una carta ordenando el fin de la obra de carpinteria y se la entreg6 a un alfarero indio que se dirigia a Santa Fe. Aquella noche sin embargo, cay6 la primera nevada, tan intensa que oblig6 al indio a regresar. AI comienzo de la tarde siguiente, el sol volvi6 a brillar sobre los campos, que destellaban como diamantes. La madre Magdalena sabia que si nevaba de nuevo Ie serla imposible regresar para Navidad. Los habitantes de Santo Domingo ya estaban recuperandose y aquella misma tarde, las monjas emprendieron el largo camino de regreso.
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Efectivamente, volvi6 a nevar y eso hizo
que avanzaran mas lentamente aun. Era cerca de medianoche en la vfspera de Navidad, cuando los caballos lIegaron a la puerta del convento. Las luces todavla estaban encendidas. Manuela baj6 corriendo las escaleras, seguida de cerca por la hermana Francisca Luisa. A pesar de 10 cansada que estaba y del frio que sentia, la madre Magdalena experiment6 de repente una agitaci6n, una emoci6n que lIenaba el ambiente y que no alcanzaba a comprender. Tampoco entendi6 cuando la condujeron por el pasillo, todavia envuelta en gruesos abrigos, hasta la capilla -aun sin inaugurar- en la que habia algunas velas encendidas. -Mire madre -dijo la hermana Francisca Luisa en voz baja-, [mire' Como una voluta de humo se alzaba ante elias una escalera de caracol, tan eterea como un suerio. La base descansaba en el piso de la capilla y el extrema superior daba a la galerfa del coro. No habra nada que la sustentara, parecla flotar en el aire. No tenia barandilla. Daba dos vueltas completas y su
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pulida madera centelleaba a la luz de las velas. Tiene treinta y tres escalones -dijo bajito la hermana Francisca Luisa- uno por cada ario de la vida del Senor. La madre Magdalena avanz6 hacia la escalera como si estuviera en trance. Puso un pie en el primer peldario, luego en el segundo, en el tercero ... La madera no se estremeci6 bajo sus pies. La madre superiora baj6 la vista perpleja y vio que Manuela miraba hacia arriba extasiada. -Pero ... .esto es imposible! -exclarno-. jSi no habia tiempo para construirla! -Termin6 ayer -dijo la herrnana-. Hoy no vino. Nadie 10 ha visto en Santa Fe. Se fue. -Pero Gquien es? GNi siquiera saben c6mo se llama? La hermana mene6 la cabeza indicando ignorancia, pero Manuela dio un paso al frente asintiendo enfaticarnente con la cabeza. Abri6 la boca y respire honda y sonoramente, emitiendo un sonido que pareci6 un grito sofocado en medio del silencio. Las monjas la miraron pasmadas. Manuela 10 intento de nuevo. Esta vez Ie sali6 una sflaba seguida de otra: ÂŤJo-seÂť. Aferrandose al brazo de la madre superiora, repiti6 la primera palabra que
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habia pronunciado en su vida: -iJo-se!
La hermana Francisca Luisa 5e santiquo. A la madre Magdalena Ie dio un vuelco el coraz6n. Jose, Jose el carpintero. Jose el maestro artesano de ... -j.Josel Los ojos de Manuela estaban bariados en laqrirnas. Las tres permanecieron inm6viles. A 10 lejos desde el otro extremo de la nevada ciudad, se oy6 una campana que daba las doce. La madre Magdalena descendi6 y estrech6 la mana de Manuela. Se senti a maravillada y conmovida par una repentina sensaci6n de gratitud, campasi6n y arnor: y comprendi6 de que se trataba. Era el espfritu de Navidad que habra descendido sobre las tres. Lo hermosa de las leyendas es la forma como se van etiediendo a elIas nuevas elementos. Can el paso de los etios se cuentan una y mil veces y cada vez se embellecen mas con alga nuevo. Este relata es desde fuego una muestra de ello. No obstante toda leyenda tiene una base de verdad; y en este caso, ef hecha irrebatible que da pie a la /eyenda, es /a esca/era en sf
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que no tiene explicecton. Todavia puede verse la esealera en Santa Fe. Se yergue tal como se irquio cuando la cap iI/a rue consagrada hace un siglo. Lo unico diferente es la barandi//a que rue anadida mas tarde. Las turistas la contemp/an y se quedan mara vilieoos. Los arquitectos menean la cabeza exe/amanda: ÂŤttmcosiblel: Se desconoce quien /a aiseno y construyo. La unico que saben las hermanas es que tenian ese problema y que imp/oraron /a ayuda del cie/o. -Entonces eperecio de la nada un hombre con un burro y. unas poeas herramientas; y eonstruy6 la hermosa escalera de caracol, para luego desapareeer sin dejar rastro, -cuenta la guardiana de la capil/a de Nuestra Senora de /a Luz. Las treinta y tres esca/ones dan das vue/tas comp/etas y la escalera no tiene soporte central. Tampaco tiene c/avos, todo este ensamblado can clavijas de madera. Los largueros curvas esten unidos can una precision exquisita; la madera este empalmada en siete puntas por la eara interna y nueve par la externa; y se dice que es de una variedad dura de ebeto, que no se
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encuentra en Nuevo Mexico. En los arehivos del co/egio no consta que se pagara iemes la
construcci6n de la escalera. i Quien es real y quien es ticticio en esta versi6n de la historia? La madre Marfa Magdalena fue en efecto la primera super/ora. Lleg6 a Santa Fe en 1852 tras un viaje en barco por el rio, seguido de un trecho en carreta. Tembien es cietto, que estaba a las 6rdenes del obispo J. B. Lamy. Y monsieur Projectus Mouly de Paris fue desde luego el distraido arquitecto. i., Y la hermana Franeisea Luisa? Seguro que existi6 alguien como ella. i., Y Manuela la muchacha india, surgi6 de la nada para adornar el relato 0 rue parte del milagro? c Y el carpintero? AhJ sabe Dios ...
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UN NINO LOS PASTOREARA
Iban sus padres todos los aries a Jerusalen en la fiesta de la pascua; y cuando tuvo dace anos, subieron a Jerusalen conforme a la costumbre de la fiesta. AI regresar ellos, acabada la fiesta, se qued6 el nino Jesus en Jerusalen, sin que 10 supiesen Jose y su madre. Y pensando que estaba entre la campania, anduvieron camino de un dfa; y Ie buscaban entre los parientes y los conocidos; pero como no Ie hallaron, volvieron a Jerusalen buscandole. Y aconteci6 que tres dias despues Ie hallaron en el temple, sentado en medio de los doctores de la ley, oyendoles y prequntandoles Y todos los que Ie clan, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando Ie vieron, se sorprendieron; y Ie dijo su madre: Hijo, GPor que nos has hecho asi? He aqul, tu padre y yo te hemos buscado con angustia. Entonces el les dijo: iPor que me buscabais? GNo sablais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar? Mas elias no entendieron las palabras que les habl6. Y descendi6 con elias, y volvi6 a Nazaret, y estaba sujeto a elias. Y su madre guardaba todas estas cosas en su coraz6n. Y Jesus creola en sabiduria y en estatura, Y en gracia para con Dios y los hombres. (Lucas 2:41-52)
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EL TREN DE LA NUEVA MAMA ~Puede haber algo mas horrendo que la guerra? La guerra 10 destruye todo. En una guerra nadie gana. [Tcdo el mundo pierde algo! La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) fue la peor y mas terrible de la historia hasta la fecha. En ella perdieron la vida mas de 45 millones de personas, ciudades enteras fueron destruidas en bombardeos y parses enteros arrasados. Sin embargo, a pesar de 10 terrible que es la guerra, Dios cuida de Sus hijos.
Capitulo 1: Vienen los rusos Nuestro relata comienza en noviembre de 1944 en la hist6rica ciudad de Viena, capital de Austria, que estaba en poder de los nazis alemanes. La familia acababa de desayunar y papa todavia estaba sentado a la mesa, leyendo el peri6dico. Mama estaba recogiendo la mesa, mientras Erich y Maria se preparaban para ir al colegio. -~C6mo tienes la espalda hoy, papa? -pregunt6 Marfa. 101
-Mucha mejor, hijita. En un par de semanas podre volver a trabajar -contest6 , . papa can una sonnsa. -G Que dicen hoy las noticias? pregunt6 Erich, observando las fotos de la guerra en primera plana. -j Parece que esta guerra tan terrible esta tocando a su fin! -respondi6 papa esperanzado-. Los nazis de Hitler han ocupado nuestro pais durante seis largos aries. Es posible que ahora consigan por fin echarlos. -GQuien los va a echar, papa? prequnto Maria, un tanto sorprendida. -iEI ejercito ruso avanza hacia aqul desde Hungria! Ya esta a pocos kil6metros de Viena -contesto, can tono de preocupaci6n en la voz. -G Van a liberar a Austria? -pregunt6 Erich. -GQuien sabe? -respondi6 papa encoqiendose de hombros-. Los rusos son comunistas que no Ie tienen mucho caririo a Dios. Tal vez seran peores que los nazis. Lo mas probable es que cuando Ileguen aqui, haya enfrentamientos. -iNo se preo cupen! -dijo mama
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10 que pase nines, las casas estan todavfa en manos de Dios y Ella entonces-.
Pase
solucionara todo. [Haqarnos una oraci6n antes de que salgan para el colegio! Todos inclinaron la cabeza y Ie pidieron al Senor que se hiciera Su voluntad ese dfa. Luego los nirios se despidieron de sus padres con un beso y corrieron a la escuela.
Capitulo 2: EI bombardeo Subltamente, el aire fue rasgado por las sirenas que avisaban de un bombardeo inminente. Las negras sombras de los aviones rusos no tardaron en atravesar la ciudad, seguidas de inmediato par el temible estampido de las bombas: iBUMI iBUMI iBUM! -jLos rusos bombardean la ciudad! grito el maestro a los ninos-. jRapido! jTodos debajo de los pupitres! Durante media hera, no se oyo otra cosa que el estallido de los proyectiles y las sirenas de alarma. Finalmente, el bombardeo ces6 y las sirenas callaron. -Parece que paso el bombardeo, nines -dijo el profesor, saliendo de debajo de su
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inmenso pupitre de madera-. De todos modos, vamos a cerrar hoy el colegio temprano, porque puede que les resulte un poco dificil volver a casa con la confusi6n. Que Dios los proteja, nirios. Una vez en la calle, Erich se volvi6 a Maria y Ie dijo:
-Me dio la impresi6n de que el ruido de algunas explosiones venia de nuestro barrio. Espero que no cayera una bomba en nuestra casa. -jCorramos! -dijo Marfa, mientras apretaba el paso en dlrecciona su casa. De pronto, un carnien de bomberos y una ambulancia pasaron a gran velocidad, haciendo resonar sus sirenas, por 10 que Erich y Marfa tuvieron que hacerse a un lado a toda pnsa. -iVan en direcci6n a donde vivimos nosotros! -dijo Erich mientras los dos comenzaron a correr-. iMira, se ve mucho humo! jY la gente corre por todas partes! AI doblar la esquina, vieron las humeantes ruinas de su casa, aun en llamas. -jOh no, Marfa! iCay6 una bomba en casal -Quiera Dios que papa y mama esten 104
bien -dijo Maria can voz entrecortada y laqrirnas en los ojos. Un bombero que echaba agua sabre las ruinas qrito a los nines mientras se aproximaban: -jAtras, niriosl Es peligroso estar aqui. jVayanse corriendo a casal -j Nuestra casa es esta: -dijo Erich angustiado. Capitulo 3: Extranjeros y peregrinos Lleno de cornpasion, el bombero interrumpio por un momento 10 que hacia y les dijo: -iCuanto 10 siento! Sera mejor que hablen con ese senor. Y serialo a Herr Fichtberger, que se encontraba hablando con un agente de policia. Los nines corrieron a preguntarle: -Perdone, Herr Fichtberger, ~ha vista a nuestras padres? Con expresi6n confusa, respondi6: -j Erich y Maria! jGracias a Dios que estan sanos y salvos!
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Y volteandose al policia, ariadio: -Aqui estan los ninos, agente. Les voy a explicar 10 que pasa.
-Sf, haga 10 que pueda -repuso el agente-. jGracias! Y volviendose a Erich y a Marla, ariadio: -Quedense con este senor hasta que solucionemos esto. Y ahora, si me perdonan, tengo que irme. Mucha gente necesita ayuda. -Ninos, tendran que quedarse en mi casa esta noche hasta que encontremos una para ustedes -dijo el anciano Fichtberger. -~D6 ... d6nde estan nuestros padres? -pregunt6 Erich, mirando ansioso a su alrededor-. iEstan en su casa? A Marla ya se Ie habfan saltado las laqrirnas. -Erich, Maria tengo que darles una mala noticia. Este sus padres murieron en el bombardeo -explic6 el anciano Fichtberger can gran dificultad. -iPapa y mama murieron? ~Esta seguro? iLos via? -pregunt6 Maria, esperando que el anciano se hubiera equivocado. Can expresi6n de tristeza, Fichtberger
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respondi6: -iSf,
10 siento! Murio mucha gente.
Vengan a mi casa. La casa donde vivfa el Senor Fichtberger con su senora ya estaba Ilena de amigos y parientes que habfan acudido en busca de refugio. A pesar de todo, pudieron hacerles un poco de sitio a Erich y Marfa y les dieron una manta. Despues de derramar muchas laqrirnas y tomar un plato de sopa caliente, los nines por fin se durmieron. Mas tarde, el Senor Fichtberger dijo a su esposa: -Que lastirna que no puedan quedarse, tpero es que ya tenemos a tanta gente sin hagar aqull -GPodrian ir a casa de alqun amigo a pariente de sus padres? -pregunt6 Frau Fichtberger. -No conazca a nadie que pueda acogerlos -contest6 su marido can tone apesadumbrado-. Hace bastantes arias que vinieron de Suiza. Creo que no tienen ninqun familiar en Austria. Tendremos que lIevarlos al orfanato por la manana. -iQue penal -dijo ella, sacudiendo la cabeza-. .Pobres huerfanitos! 107
Capitulo 4: La vida en el orfanato EI orfanato era un edificio viejo y gris rodeado de una alta tapia. Estaba Ileno hasta rebosar de cientos de nines solos, descorazonados y sin casa, huerfanos de padre y madre. Erich estaba en el ala de los nines y Marfa en la de las nirias. Todos los dias se vefan en el patio y aprovechaban para hablar y rezar juntos. Habian pasado varias semanas. -~C6mo te sientes hoy, Maria? -Ie pregunt6 Erich mientras corria hacia ella. -Creo que bien -respondi6 Maria-, pero a veces me pongo triste. Me acuerdo de papa y mama y me gustaria que todavfa vivieran. Mientras 10 decia, se Ie Ilenaron los ojos de laqrirnas. -iVO tarnbien! -dijo Erich mientras Ie ponia su brazo sobre los hombros para consolarla-. iPero no olvides que ahora estan donde no existe el dolor ni la guerra! No deberiamos sentir pena par elias. Marfa se enjug6 las lagrimas y procur6
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tener una actitud mas alegre. -Sf, claro, tienes raz6n -Ie dijo a Erich. -iYo estoy muy contento de habertenido unos padres tan buenos que nos enseriaron amar aDios y Su Palabral -dijo Erich, asumiendo una verdadera postura de fe-. Nosotros por 10 menos tenemos a Jesus y
sabemos que EI nos va a ayudar y cuidar. La mayoria de los otros huerfanos no tienen . nmquna esperanza. Aquellos traqicos acontecimientos habfan convertido a Erich en un muchacho maduro y un autentico soldado de la fe. -~Cuanto tiempo vamos a tener que estar aqui, Erich? -pregunt6 Maria. -No 10 se. Me he enterado de que los alemanes estan empezando a marcharse de Austria y dentro de poco lleqaran los rusos y tornaran la ciudad. -Erich, l,que va a pasar con nosotros? -pregunto Marfa preocupada. -Si rezamos, a 10 mejor nos adopta alguna persona buena =-contesto Erich. -l,C6mo se hace eso? -pregunt6 Maria. -Mira, muchas veces vienen al orfanato
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personas que no tienen nines, escogen uno y se 10 lIevan a su casa para que viva can ellos
como si fuera su hijo. Eso se llama adoptar. -G Y si viene alguien que solo quiere Ilevarse a uno de nasotros? -iPues no me iria can elias! [Tienen que lIevarnos a los dos! -dijo Erich con voz que denotaba determinaci6n. -iYo tampoco me voy a ir con nadie sin til -exclam6 Marfa. -iSera mejor que recemos ya, Marfa!dijo Erich-. Ya va a ser la hora de entrar y , , . segura que papa y mama no quieren que dejemos de rezar, pase 10 que pase. -Cuando lIegue, muchas de las nirias de mi dormitorio no sabfan rezar. Les conte las historias que recordaba de la Biblia, y ahara muchas aman a Jesus y rezamos juntas por la noche -dija Maria, esbozando una ligera sonrisa, feliz de haber podido mejorar las cosas en su rinconcito del mundo. -Algunos de los nirtos pertenecfan a grupos juveniles nazis -explico Erich- y se enojan conmigo porque hablo de Jesus, pero tengo dos amigos que desean que les enserie todos los versfculos de la Biblia que conozca. Eso me ayuda a repasarlos. Recemos ya,
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antes que toquen el silbato para que entremos. Empieza tu, Maria. -Gracias por guardarnos a Erich y ami, Jesus. Ayudanos a ser fuertes, aunque ya no tengamas a papa y mama. Y haz que nos adopten las personas que Tu quieres -rez6 Maria. Erich prosigui6: -Gracias Jesus, par mi herrnanita Maria que es tan linda. Guardanos y proteqenos: sabemos que nos amas, que nos culdaras y que de alguna manera haras que encontremos una nueva familia en la que podamos estar juntos. jAmen!
Capitulo 5: Unos pocos escogidos En ese momento son6 el silbatc, Ilamanda a todos los nines a ponerse en fila frente a la puerta principal. Frau Hubhofer, que era una mujer del gada y de aspecto fragil, pero que obviamente era la jefa, subi6 a los peldarios de la entrada para hacer un anuncio. Erich y Maria corrieron a ponerse en fila. Una de ,.las encargadas dijo a los nines: . - Todos rapido a sus puestos y en silencio. Escuchen nines: jFrau Hubhofer va
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a hacerles un anuncio muy importantel Una vez que todos los nines estuvieron en silencio, Frau Hubhofer les dijo: -Como todos ustedes saben, este orfanato esta muy lIeno. En nuestra ciudad hay 260.000 personas que 5e han quedado sin hogar y muchos han muerto en esta espantosa guerra. Cada vez lIegan mas nines, y no tenemos sitio para tantos. Sin embargo, unas personas muy amables de Suiza se han ofrecido a adoptar a algunos de ustedes. Pasado mariana saldra un tren especial que los llevar a alia. Fraulein Breitner los acornpanara. EI tren se detendra en todas las estaciones, donde haya personas que quieran adoptar nines. Los que sean adoptados se quedaran con sus nuevos padres y el tren sequira con los dernas hasta la siguiente estaci6n. -Ahara bien -prosiguio-, no los vamos a poder mandar a todos en ese tren. Voya colocar en la pizarra de anuncios la lista de los que iran, aSI que cuando vayan entrando, miren todos aver si su nombre esta en la lista y los que s! estan, que recojan sus cosas y se preparen para salir manana por la
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manana. Erich y Maria tardaron un tiempo en abrirse paso entre la muchedumbre de ninos, que se arremolinaba frente a la lista en busca de sus nombres. Erich la ley6 otra vez para asegurarse y luego exclam6: -jMarial jNuestros nombres no estan en la listal jPero yo se que Jesus quiere que vayamos en ese trenl jVamos a hablar con Frau Hubhofen -dijo, mientras hacla una seria a Maria para que Ie siguiera. Erich se acerc6 a la directora, que todavfa estaba en el pasillo, hablando con Fraulein Breitner, la joven que acompariarla a los nines en el tren. -Perdone, Frau Hubhofer -Ie dijo-. Nuestros nombres no estan en la lista, pero ... nos gustarra mucho ir en ese tren. -Cemprende que esten decepcionados -respendi6 Fraulein Breitner-, pero s610se nos permite enviar cierto nurnero de ninos y
ademas, ni siquiera es segura que todos los nines que vamos a enviar vayan a encontrar familia. La directora se qued6 mirandolos per un momenta. Mientras tanto, Erich or6 en silencio par un milagro. 113
Entonces Frau Hubhofer dijo a la senorita que habria de acornpariar a los nines: -Veamos ... Fraulein, en la lista hay dos nines que no podran ir porque en este momenta se encuentran bastante enfermos. Fraulein Breitner vacil6: -Bueno, p~ro no, porque en ese easo ... De pronto, cambi6 de parecer: __:'Esta bien, pueden ir ustedes en su lugar. N~ se par que 10 hago, porque hay otros que Ilevan mas tiempo esperando que ustedes, pero alga me dice que debe dejar que vayan. -jGracias! -exclamaron Maria y Erich muy contentos, dlsculpandose a continuaci6n para ir a despedirse de sus amigos y recoger sus cosas. Capitulo 6: Viajeros al tren Erich, Maria y los demas nirios hicieron sus maletas y estaban muy entusiasmados la manana que iban a partir! Un 6mnibus fue a recogerlos y !Iev6 a todos a la concurrida estaci6n del ferrocarril. Conducidos par Fraulein Breitner, los nines salieron al anden, donde los esperaba un tren extraordinario al
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que habian bautizado con el nombre «Tren de la nueva mama», -iQue milagro! -exclamo Erich-. Vamos a subir al tren y dentro de poco tendremos una nueva familia. Erich estaba muy contento, esperando con ilusi6n la aventura de aquel viaje. Marfa, por su parte, estaba un poco preocupada. -Erich -dijo por fin-, l,que pasara si nadie nos quiere adoptar a los dos? Yo no me quiero separar de ti. -No te preocupes, Maria -Ia tranquiliz6 Erich-. Jesus manda a sus angeles que nos cuiden, porque 10 amamos. EI 10 arreqlara todo, estoy seguro. Todavia un poco insegura, Marfa continu6: -Es que of decir a uno de los supervisores que no hay casi nadie que quiera ni siquiera a un nino. j8eria un milagro que alguien nos recogiera a los dos! -iMe acuerdo de un versiculo que me enserio Mama! -contest6 Erich-. «i He preparado lugar para vosotros, para que donde yo estay, tu tarnbien estes!» (In.14:3) Un empleada de la campania de ferrocarriles se acerc6 a examinar la lista.
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Fraulein Breitner anunci6: -jPresten atenci6n, niriosl P6nganse aqui en fila y a medida que vayan subiendo al tren, digan su nombre a este senor, que va a pasar lista y comprobar que estan apuntados. Cuando pasaron junto a el, Marfa y Erich Ie dijeron a aquel senor c6mo se lIamaban. -jUn momento! -Ies dijo el, examinando seriamente la lista-. iAquf no estan los nombres de Marfa y Erich Schmidt! A los ninos les dio un vuelco el coraz6n. Fraulein Breitner dijo: -Es que estan viajando en lugar de otros dos huertanos: que estaban demasiado enfermos para viajar. No tuvimos tiempo de escribir una lista nueva a maqulna y... -Lo siento, Fraulein, pero no podemos dejarJes salir de Austria sin la debida autorizaci6n -dijo el funcionario cateqoricamente. Tanto Marfa como Erich estaban pidiendo a Jesus que aquel senor los dejara pasar. Fraulein Breitner no se iba a dar por vencida tan facilmente. -Pero, mire ... -insisti6. -jPerdone, senorita, pero las reglas son las reglas! Estos nines no pueden salir del pais
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-dijo
el funcionario con voz firme.
-iMire, son nines muy buenos, de una buena familia cristiana! -prosigui6 Fraulein Breitner-. iHan rezado mucho por que Dios les de nuevas padres! iSe 10 rueqot -~Una familia cristiana, dice? pregunt6 el funcionario un tanto sorprendido. Dandose cuenta de que habia alqun problema, un oficial nazi se acerco y pregunt6: -~Pasa algo? EI funcionario de ferrocarriles se qued6 pensativo un momento y entregando la lista a Fraulein Breitner, dija: -No, todos los papeles estan en regia. Tengan la bondad de subir al tren. Erich not6 una mirada comprensiva en el funcianario y Ie sonri6 agradecido. Capitulo 7: Ellargo viaje Poco despues, el tren salta de la ciudad. -,Mira cuantcs edificios se han quemado, Erich! -coment6 Maria-. iQue penal -Han sido las bombas =-explico Erich-. Cuando explotan, 10 destrozan todo. iLos rusos deben de estar ganando! Que 117
triste ... pero par otra parte estoy contento, porque nos vamos. -Yo tarnbien -dijo Maria-. iEstay impaciente par ver quien nos va a adoptar! A medida que avanzaba el tren y se acercaban a una nueva familia y una nueva vida, aumentaba su ernocion. Por fin, lIegaron a la frontera suiza y los agentes de la aduana
subieron al tren y comenzaron a pedir la docurnentacion a los pasajeros. Mientras el agente avanzaba lentamente por el pasillc examinando la lista de nombres, Erich tome la mana de Maria e hicieron una oracion en silencio: -Jesus ayudanos. Nuestros nombres no estan en la lista, pero haz que no se den cuenta. AI lIegar a Erich y Marfa, el agente se detuvo y les pregunt6: -{_, Y c6mo se lIaman ustedes? Erich y Marfa se disponfan a responder, cuando otro agente qrito a su cornpariero desde la puerta del vaqon: -Friedrich, l,por que te demoras tanto? i Este tren esta atrasado! [Tiene que salir ya~ Erich y Maria dieran un respiro de alivia
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y dieron gracias aDios mientras el agente devolvia la lista y salta a toda prisa del tren, que momentos despues reemprendi6 su marcha. Por fin, entr6 haciendo mucho ruido en la primera estaci6n en que tenia previsto parar. EI anden estaba Ilene de personas cuyos rostros reflejaban esperanza y curiosidad, ansiosas por ver a los nines que viajaban en el tren y lIevarse tal vez alguno a casa. EI letrero de la estaci6n decia ÂŤSankt GallenÂť. Fraulein Breitner repas6 nuevamente las instrucciones que tenian los nines: -Cuando el tren se detenga, salgan todos y p6nganse en fila para que los vea la gente que quiere adoptar nirios. Esten 10 mejor presentables posible. iSonrfan y pongan buena cara! Los nines que sean adoptades en esta ciudad se iran a su nueva casa con sus padres adoptivos. Los que no sean adoptados subiran de nuevo al tren y este prosequira hasta la pr6xima estaci6n en que tenga prevista parar. Un poco preocupada, Maria Ie dijo a Erich: -iTengo miedo! -iVa tarnbienl-dijo Erich-. Pero Dios
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nos ayudara. ,Vamos! En el anden, un matrimonio mayor se detuvo ante Maria. -Aquf hay una nina mas 0 menos de la edad que queremos, mi amor. l,C6mo te llamas, guapa? -Marfa ... y este es mi hermano Erich. [l.os dos vamos juntos! -consigui6 decir. -iVaya, que pena! S610 tenemos lugar para uno. A 10 mejor podemos escoger a esa nina que esta ahl, Karl -dijo la senora mientras avanzaba. A Marfa se Ie saltaron las laqrirnas. -No nos quieren a los dos juntos, Erich -dijo. -iNa importa! -Ie respondi6 Erich con voz tranquilizadora-. EI tren parara en muchas otras estaciones. Seguro que Jesus ya tiene en algun sitio a una familia que nos va a recoger.
Capitulo 8: Lagrimas en cada estaci6n A 10 largo del dla, el tren hizo muchisimas paradas. Muchos de los nines fueron adoptados y encontraron nueva familia. Maria, Erich y algunos otros nirios cansados y
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desanimados siguieron esperando aver si en la siguiente parada alguien los recogeria. Fraulein Breitner hizo todo 10 posible par animar a los nines a ser valientes y seguir sonriendo, recor-dandoles que la gente quiere tener nines felices, no tristes. A veces no parecia que se fijara nadie en elias, y los que si se fijaban 5610 querian a uno nada mas, a par el motivo que fuera, escogian a otros nirios. En la penultirna estacion, un senor tenia mucho interes en lIevarse a Erich para que trabajara can el en el campo, pero el se neg6
a abandonar a su hermanita. Fraulein Breitner y algunos otros estaban un poco molestos porque Erich y Maria no querlan separarse par nada del mundo. AI final Ilegaron a la ultima estaci6n. Nuestros amigos todavia no habian perdido la esperanza que los adoptaran. -j Es su ultima oportunidad, ninos' -dijo Fraulein Breitner mientras se apeaban del tren.Erich y Maria, les prohibo que se pongan juntos. Erich abraz6 llorando a Maria y Ie dijo: -Maria, te quiero mucho. No quiero separarme de ti. iJesus, escucha nuestra oraci6n; ayudanosl
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Capitulo 9: La ultima estaci6n Esperaron allado del tren, pero nadie 5e detuvo siquiera a hablar con ellos. Finalmente, son6 el pita del tren: i PifiHifHi! jSe acab6! Ahora el tren regresaria a Austria. Erich y Maria se volvieron silenciosos y tristes para subir al tren. En ese momento, una senora menuda y slmpatica, Frau Tandler, se detuvo por un momenta delante de Maria y sonri6. Maria estaba triste, pero devolvi6 la sonrisa. -Me gustaria lIevarte conmigo, sirnpatica -Ie dijo-, pero mi marido 5610 quiere un nino. Tu te pareces a alguien que yo conocia. La senora Tandler pas6 ante otros nines que estaban en la fila y se detuvo delante de Erich. -iC6mo te llamas? -Ie pregunt6. -Erich Schmidt, para servirle =-contesto. -Me gustas. jEres precisamente 10 que quiere mi esposo! Me dijo: ÂŤ[Trae a un nino fuerte y rubio!Âť No tenemos nines, Erich. ~Te gustaria vivir con nosotros? -Si senora -repuso Erich-. Pero tengo una hermanita y nos gustaria muchfsimo seguir juntos. Le hemos pedido al
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Senor que alguien nos recoja a los dos. -iSe 10 han pedido aDios? -pregunt6 la senora, sorprendida. -iSr senora! =-contesto Erich. -No tenemos mucho tiempo, Erich. iCual es tu hermana? Erich serialo a Marfa. -jOh, es la nina cuya cara me resultaba familiar! EI jete de tren hizo la ultima lIamada para que todos subieran a bordo. -jLlevenos a su casa, por favor, a los dosl -Ie suplic6 Erich. En ese momento se oye el silbido agudo del tren: j PfiiHHifil -Jesus, ayudarne a explicarselo a Hans cuando Ilegue a casa -reze la senora Tandler-. Vamos, ninos. .Firmare los papeles y los llevare a conocer a su nuevo papa!
Capitulo 10: Por fin en casa Llorando de alegria, Erich y Maria se despidieron de los otros nlrios y de Fraulein Breitner. Poco despues, se encontraban sentados en la sala de una casa muy limpia y
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acogedora. Cuando se disponian a sentarse a cenar, regres6 Herr Tandler despues de un largo dia de trabajo. Su esposa se puso raprdarnente en pie y fue a recibirlo a la puerta. -iHans, yen para que yeas a los nines! -Ie dijo. -iLos nines? -contest6 sorprendide. Pero ... Su espesa prosigui6 sin dejarle terminar sus pretestas: -,Mira Hans, no pude evitar traer a la nina tambienl iSon hermanos y quieren mucho a Jesus! EI Sr. Tandler se qued6 mirando per un rate a los nines sin decir palabra. -,Que nines tan preciosos has escegido! iBienvenidos a casal iHace mucho que los esperabarnosl Senalando a un cuadra de Jesus que habia encima de la chimenea rodeade de algunas fotos, Herr Tandler dijo: -iNesotros tarnbien amamos mucho a Jesusl Miren, ese cuadro 10 pinte yo. -iEs precio sol -dijo Erich conternplandolo. Marfa sonri6 mientras miraba el cuadro.
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De repente, puso una expresi6n de asombro
y sorpresa y prorrumpi6 en Ilanto. -,Ohhh! iMira, Erich! -iValgame Dlos! l,Que pasa? pregunt6 la senora Tandler, un poco desconcertada. -Estara agotada por el viaje en tren dijo su esposo para tranquilizarla. -No, Herr Tandler -dijo Marfa-. [Es esa toto' Ahara Erich tenia tarnbien los ojos lIenos de laqrirnas. -l,Esta? -pregunt6 la senora, descolgando una toto de la pared y sosteniendola en las manos-. Es una foto de mi hermana, que se fue a vivir a Austria hace muchos arias. Tanto Erich como Maria lIoraban ahora. -No puede ser su hermana, Frau. iEs nuestra madre! La senora se qued6 perpleja par un instante. -jMisericordioso Jesusl, l,sera posible? .. iClaro! i Ustedes se apellidan* Schmidt, como el marido de ella! C-)
En Austria como tarnbien en muchos otros palses, al casarse la esposa toma el apellido del esposo.
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Entonces Ie toc6 Ilorar a la senora Tandler. -jSon los hijos de mi hermana! jMis prapios sobrinas! jQue milagro, Dios rnlol
-No cabe duda de que Dios mand6 a Sus angeles que nos los trajeran sanas y salvos. -exclam6 agradecido Herr Tandler. Sin embargo, en aquel momento tan especial nadie podia agradecer mas que Erich y Maria el amor y cuidado milagroso de Dios. «Por la noche durara el lIoro, iY a la manana vendra la alegria!» (Salmos 30:5) Con lagrimas de alegrfa e':1sus ojos todos se dieron un gran abrazo y entonaron juntos «Noche de paz, noche de amor». Era Nochebuena.
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ELPARAGUAS A muchos nos pasa que una Navidad en particular pervive en nuestra memoria, mejor grabada que las dernas: aquella en la que el significado de esa fecha se hizo notar de forma mas palpable. Aunque yo no 10 sabia en ese momento, mi Navidad mas autentica comenz6 seis meses antes, un Iluvioso dla de primavera hace muchos arios. Fue el ana mas sombrio de mi vida. Tenia veintitantos aries, me acababa de divorciar, estaba desempleada y me dirigia al centro a buscar trabajo. No lIevaba paraguas, pues el que tenia se me habia caido a pedazos de viejo y mi situaci6n econ6mica no me permitia comprarme otro. Subi al tranvia y al sentarme descubri en el piso un precioso paraguas confeccionado de seda, can el mango plateado incrustado en oro y esmalte. En la vida habra vista uno tan exquisito. Examine el puna y vi que tenia un nombre grabado en los dorados adornos del mango. Lo normal en estos casos es entregar el objeto hallado al cobrador del tranvia. Sin embargo, tuve el impulso de llevarmelo y buscar yo
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misma a la propietaria. Cuando baje, lIovia a mares y me aleqre de tener el paraguas, pues gracias a el no me rnoje. Encontre en una gufa telef6nica el nombre que figuraba en el mango. t.larne y contest6 una senora. Sorprendida, me confirm6 que se trataba de su paraguas, que sus padres -ya difuntosIe habian regalado en un cumpleanos. Ariadio que se 10 habian robado hacfa mas de un ana en el colegio en que enseriaba. La emoci6n manifestada por la profesora me hizo olvidar que estaba buscando trabajo y me dirigi a su casa. Cuando tom6 el paraguas, se Ie lIenaron los ojos de laqrimas. Quiso gratificarme por el hallazgo, pero -a pesar de que mi fortuna personal no excedia los veinte d6larespense que aceptar dinero habria aguado la felicidad que la embargaba. Conversamos durante un rato y, aunque no 10 recuerdo, debe de ser que Ie di mi nombre y direcci6n. Los seis meses que siguieron fueron diffciles. S610encontre empleos esporadicos, que me reportaban un modesto salario. Aun asi, siempre que podia apartaba 25 6 50
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centavos con vistas a adquirir regalos de Navidad para mi hijita: tarde seis meses en ahorrar 8 d6lares. Mi ultimo contrato expir6 el dla de Nochebuena. Pronto tendrla que pagar el arriendo, que ascendia a 30 d61ares y no tenia mas que 15. Adernas mi hija Peggy y yo los necesitabamos para comer. Acababan de darle vacaciones en el internado de monjas y estaba muy ilusionada pensando en los regalos del dia siguiente, que ya habia comprado. Consegui tarnbien un arbolito e ibarnos a ponerle los adornos aquella noche. En el aire borrascoso resonaban los alegres sonidos naviderios mientras me dirigia caminando a mi pequerio departamento. Sonaban campanitas, se oian voces de nines en el atardecer, las ventanas estaban iluminadas y la gente corria y reia. Yo, en cambio, me encontraba casi al extremo de la desesperacion, mientras avanzaba penosamente sorteando los montones de nieve. De no suceder un milagro, en enero estariamos sin casa, sin comida, sin trabajo. Llevaba varias semanas rezando con constancia y por toda respuesta encontraba aquel frio, aquella oscuridad, aquel aire cortante, aquella
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sensaci6n de abandono. GSe habrian olvidado de mf Dios y los hombres? Me sentia vieja y sola. GQue seria de nosotros? Aillegar abrl el buz6n. No habra mas que facturas y un par de sobres blancos. Segura que contenfan mas facturas. Tras abrir la puerta me quede parada en la entrada llorando, temblanda de frlo, pues mi abriga era muy delgado. Pero hiee un esfuerzo por sonreir para poder saludar a mi hijita*, que se abalanz6 a mis brazos, gritando de alegria y me propuso que pusieramos de inmediato los adornos en el arbol de Navidad. Peggy todavia no habia cumplido los seis arias. Ufana, puso en la mesa de la cocina unas alias y las tres latas de conserva que serfan nuestra eena. No S9 par que, pero al mirar aquellas alias y latas, me invadi6 una profunda tristeza. EI dia de Navidad no cenariamos mas que hamburguesas y gelatina. Senti una gran amargura estando parada en aquella frla cocina. Par primera vez (*) Parece que esta pobre senora deja a su hija sola en casa cuando
se fue a trabajar. Sin duda 10 hizo por no poder pagar los servicios de una niriera. Por razones evidentes, como medida de precauci6n, no deberfamos dejar solos a nuestros nifios en casa en ninguna circunstancia. Siempre deberian queda-se al cuidado de alqun adulto responsable.
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en la vida, dude de la existencia de Dios y de Su misericordia. Tenia el corazon mas frio que un ternpano. En ese momenta son6 el timbre. Era un repartidor que venia cargado de grandes paquetes y se ri6 ante la alegria desbordante de mi hija, parada junto a ml en la puerta. Le dije que se trataba de un error, pero el hombre ley6 mi nombre en los paquetes. Efectivamente, eran para mi. Cuando se fue quede embobada mirando los paquetes. Nos sentamos en el suelo y los abrimos. Habia una rnurieca tremenda, tres veces mas grande que la que yo Ie habia comprado. Guantes. Zapatos para mi hija. Una cartera preciosa de cuero. jlncreible! Busque el nombre del remitente. iEra la maestra a quien devolvi su paraguas!, y como direcci6n del remitente unicamente figuraba California, estado al que se habia mudado. La cena de aquella noche nos supo mas deliciosa que nunca. Las unicas palabras que brotaron de mis labios par oraci6n fueron: -jGracias, Padre!
Olvide que no tenia dinero para el alquiler, que apenas tenia 15 d61ares en el bolso y estaba desempleada. Mi hija y yo disfrutamos
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de la comida en media de alegres risas. Despues, pusimos los adornos en el arbolito y 10 contemplamos encandiladas. Acosta a Peggy, puse sus regalos alrededor del arbol y me invadi6 una agradable calma, como una bendici6n. La esperanza habra vuelto a nacer en mi coraz6n. Fui capaz incluso de examinar las facturas sin aterrarme. Abri entonces los dos sabres blancos. Uno contenia un cheque par valor de 30 d61ares, extendido por una comparila para la que habra trabajado brevemente en el verano. Adjunta venia una nota, indicando que se trataba de una bonificaci6n par Navidad. iVa tenia con que pagar el arriendo! EI otro sobre trala una carta que me ofrecia un puesto fijo en un organismo gubernamental, empezando dos dlas despues de Navidad. Me quede alii sentada con la carta en la mana y el cheque en la mesa. Hasta ese momento, no habia vivido un instante mas dichoso. Camenzaron a sonar las campanas de la iglesia. Dirigi una mirada rapida a mi hija, que dorrnla placidarnente, sail a la puerta y conternple la calle. La gente me sonreia al
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pasar y yo devolvia la sonrisa. Habra cesado la borrasca. EI cielo estaba despejado, cuajado de estrellas. «Ha nacido el Senor» tariian las campanas en la noche cristalina y la riente oscuridad. Alguien se puso a cantar «venia, fieles todos» y empece a entonarlo tarnbien en la puerta, con los desconocidos que me rodeaban. -No estoy sola -pense , en ninqun momenta 10 estuve. Ese es, por supuesto, el mensaje de la Navidad: que nunca estamos solos. Ni siquiera cuando la noche es mas 16brega, aun cuando el viento sople mas helado, ni cuando el mundo se muestre mas indiferente. .Dtos [arnas nos olvida!
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CENA DE NAVIDAD La ultima Nochebuena, un prcsper o comerciante se dirigia a toda prisa hacia una carnicerfa antes de la hora de cierre. -GA comprar tu pavo para la cena navideria? -Ie prequnto un amigo. -No. Salchichas -repuso el. Enseguida explico que durante la Gran Depresi6n de 1929, la quiebra de un banco habra acabado con toda su fortuna. Le esperaba una Navidad sin trabajo, sin dinero para regalos y menos de un d61ar para comida. Aquel ana el, su mujer y su pequeria hija bendijeran la mesa antes de la cena y comieron salchichas. Para simular las patas, su esposa Ie clav6 a cada salchicha palillos de dientes y las adorn6 lo mejor que pudo. La nina quedo fascinada y su contagioso deleite esparcio dicha entre todos. Despues de la cena valvieron a dar gracias por el rato mas arnoroso y festive que habian disfrutado jarnas. -Ahora es tradici6n -dijo aquel serior-: comer salchichas en Navidad, para evocar aquel dia feliz en que nos dimas cuenta de que todavfa estabarnos juntos y que a pesar de no disponer de dinero teniamos algo mas valioso: un hagar lIeno de amor.
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iLA FIESTA DE CUMPLEANOS! Querida Laurita: Hola, querida amiga. Como sabras, nos estamos acercando otra vez a la fecha de mi cumpleafios. EI ana pasado hicieron una gran fiesta en mi honor, y me da la lmpresion de que este ana ocurrira 10 rnisrno. A fin de cuentas, Ilevan meses hacienda compras y preparandose para ella, iY casi todas los dias ha habido anuncios y avisos sabre 10 poco que falta para que lIegue! La verdad es que se pasan de la raya, pera es agradable saber que, al men os un dla al aria, algunas personas piensan un poco en mi. Como t(1 sabes, han transcurrido muchos arias desde que comenzaron a celebrar mi cumplearios. AI principia pareclan comprender Y agradecer 10 mucho que hiee por elias. Pero hoy en dla, da la irnpresion de que casi nadie sabe para que 10 celebran. Par otra parte, me gusta que la gente se reuna y 10 pase bien y me alegra que los nirios se diviertan tanto; pero aun asl, creo que la mayor parte no entiende de que se trata. Como 10 que sucedio, par ejemplo, el ana pasado: al Ilegar el dfa de mi curnplearios,
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hicieran una gran fiesta, pero ~puedes creer que ni siquiera me invitaron? j Imaginate! iYa era el invitado de honor! ,Pues se olvidaron par completo de mil Habian estado preparandose para las fiestas durante dos meses y cuando IIeg6 el gran dla, ,me dejaron al margen! Lo cierto es que no me sorprendio, porque en los ultirnos aries ha venido sucediendo can frecuencia. Aunque no me invitaron, se me ocurri6 colarme sin hacer ruido. Entre y me quede en un rinc6n. Estaban tados bebiendo, riendo y pasandolo en grande y de pronto lIeg6 un viejo gorda vestido de raja, con una barba blanca postiza, gritando: ÂŤ[Jo, jo, job> Parecia que habra bebido mas de la cuenta, pero se las arregl6 para avanzar a tropezones entre los presentes, mientras estes 10 vivaban. Cuando se dej6 caer pesadamente en un sofa, todos los nines, emocionados, se Ie acercaron corriendo y chillando: <<j Papa Noell iPapa Noel!Âť [Como si el hubiese sido el homenajeado y toda la fiesta fuera en su honor! iEntonces se puso a contarles un cuento de 10 mas absurdo! Les dijo que vivia en el Polo Norte con una pandilla de enanitos y que
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cada ario, cuando lIega mi curnpleanos, ise monta en su trineo, tirado por unos renos voladores y va por todo el mundo repartiendo regalos entre los niriosl [Ie aseguro que en
todo 10 que dijo, no habra ni una palabra de verdad! .Habrase visto, ponerse a contarles a aquellos pobres niriitos impresionables tan descabelladas fantasiasl AI final tuve que irme. Sali por la puerta, y casi no me sorprendi6 que nadie notara que me marchaba. Mas tarde, caminando por la calle, .rne senti solitario y triste como un perro abandonado! No se si alguna vez me habia sentido tan deprimido. Tal vez creas que yo nunca Iloro, Laurita, pero aquella noche llore. Por eso me lIeg6 tan hondo que, al pasar por tu casa aquella noche, itu y tu familia me invitaran a entrar y me trataran como a un rey! i Me ernocione profundamente cuando todos ustedes me cantaron ÂŤCumplearios felizÂť! iHacia mucho que a nadie se Ie ocurrla hacer esol jQuiero que sepas que valoro mucho a los amigos como tu' iEs un consuela saber que tarnbien hay otras personas que me recuerdan el dia de mi cumpleariosl iQue Dios bendiga a esas bellas personas como tu, que celebran mi aniversario con una 137
comida en familia y un rato agradable en compariia de los dernasl jJamas dejo de estar con elias en ese dial iMe conmovio mucho ver el pequerio pesebre que pusiste en un rincon de la sala de estarl Es muy linda que la gente conmemore as! mi nacimiento. Pero l,sabes en la actualidad, en algunos parses, las autoridades ya ni siquiera permiten que se pongan nacimientos en los parques, las calles y los lugares publicos? iY ni hablar de las escuelas! [Y no me refiero a los parses comunistas! jEstoy hablando de EE.UU.! jFijate! l,Que puede ser mas inocente que un pesebre para recordarle a la gente que es mi curnplearios? iPues ellos 10 prohiben! iHasta han aprobado leyes en ese sentido y 10 han declarado ilegaH l,Adonde ira a parar este mundo? Otra cosa que me asombra es que el dla de mi curnpleanos, en vez de hacerme regalos ami, ise obsequian cosas unos a otros! Y para colmo, .casi siempre son objetos inutilesl ~A ti no te parecerfa extrario que, lIegado tu curnpleanos, todos tus amigos decidieran celebrarlo haciendose regalos unos a otros y no te dieran nada a ti?
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Una vez alguien me dijo: «jEs que a ti no se te ve nunca! ~C6mo es posible hacerte regalos?» Ya te irnaqinaras 10 que Ie respond]: «Regala comida y ropa a los pobres, ayuda a los que 10 necesiten. jVe a visitar a los que estan solos!» Le dije: «Escucha bien: todo 10 que regales a tus semejantes para aliviar su necesidad, jlo contare como si me 10 hubieras dado a rni!» (Lee Mateo 25:34-40) Larnentablemente, cada aria que pasa es pear. Llega mi cumplearios y s610 piensan en las compras, en las fiestas y en las vacaciones y yo no cuento para nada en todo eso. Me recuerda 10 que Ie sucedi6 hace poco a un amigo rnlo, un simpatico anciano lIamado Pascual. Vive en un barrio pobre y Ilevaba meses intentando sin exito que Ie dejaran entrar en una iglesia. Era una iglesia muy exclusiva, s610 para gente «seria y decente», y alii no querian a Pascual. Me 10 encontre sentado afuera, en la escalinata, con el rostra hundido entre las manos y los ojos Ilenos de laqrirnas. Cuando me cont6 10 que Ie habra pasado, Ie puse un brazo sabre los hombros y Ie dije: «Pascual, te entiendo muy bien. Yo lIevo veinte arias tratando de entrar en esta iglesia, iY a mi tampoco me dejan!»
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En fin, toda paciencia tiene su limite, aun la rnla. Laurita, vay a contarte un secreta. Se trata de alga que vengo pensando desde hace bastante tiempa y dada la situacion, ereo que vay a tener que hacerla muy pronto. iEstay pensando hacer mi propia fiesta! LQue te pareee? jSera el festejo mas grandioso y fantastico que puedas imaginarte! Es posible que tarde aun un poco en ultimar todos los preparatives, por 10 que quiza no la pueda haeer este ario. De todos modos, ya estoy enviando invitaeiones, porque tengo la seguridad de que no querras perdertela [Habra sitio para miles de millones de personas, para todo el que quiera venir! Asistiran celebridades y personas famosas de todas las epocas, iY te reservare un puesto de honor al lado de elias! (Lee Mateo 8: 11 ) iAsi que preparate, parque euando todo este listo dare la gran sorpresa! iY muchos se quedaran con las ganas por no haber contestado a mi invitaci6n! jPor favor, dime enseguida si quieres venir, y te reservare un lugar y escribire tu nambre en grandes letras doradas en mi gran libra de invitados! .Hasta pronto! Se despide can mucho caririo, Jesus
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MI MEJOR CANTOR Cuando Bernardo asisti6 por vez primera a mi clase tenia 13 arias. Era varios arias mayor que los dernas alumnos, desordenado, desnutrido y flojo en lectura. Un sentimiento de compasion se apodero de ml y decidl hacer todo 10 posible para ayudarle.a acomodarse al grupa. Pero, Lcoma? Va que el hombre fue creado a imagen de Dios, alga hay de buena en cada individuo. AI observar detenidamente a Bernardo, tuve que buscar alga que alabar. Lela balbuceando la cartilla de tercer ario, avanzaba penosamente par el libra 3 de aritmetica y a duras penas asimilaba el segundo libro de ortografia. Ademas, no se Ilevaba bien con los demas nirios. Hasta que un dia descubrf que tenia una voz algo grata y bonita. Inmediatamente 10 eloqie por ella y tuvo efectos casi milagrosos. Su conducta mejoro. Empez6 a peinarse. Se integra en el grupo. Para nuestro programa de Navidad, se decidi6 que Bernardo cantaria el unico solo. AI cabo de varias semanas, cuando la directora del colegio visit6 nuestra aula, se
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detuvo delante del pupitre de Bernardo. EI se apoc6; se dio cuenta de que hubiera debido estar en un curso mucho mas avanzado. De pronto, alz6 la mirada y anunci6 can sumo orgullo: -jSoy el mejor cantor de la Sra. Paniagua! Desde aquel ario, he tenido en mi clase a otros «Bernardos» y en todos halle algo que alabar. Pero nunca olvidare a «mi mejor cantor», porque me hizo tamar conciencia de que toda persona tiene por 10 menos una aptitud y el elogio acertado puede ayudarla a descubrirla.
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MILAGRO DE CURACION Hace mas de setecientos arias vivia en la aldea de Greccio, Italia, un hombre lIamado Luigi que Ie guardaba rencor aDios. Era un forzudo de ojos negros, genio muy vivo y con manos de un excepcional talento artlstico. Desde nino tUVQel don de saber tallar en madera preciosas figuras. Durante muchos aries. acepto su talento can gratitud considerandolo, una serial de que Dios lo estaba bendiciendo. No obstante, en determinado momenta Luigi ech6 maldiciones al Cielo. Fue el dfa en que se enter6 de que su unica hija habra nacido ciega. Desde entonces no votvio a ir a la capillita de la ladera. No permitfa que se rezara en su casa. A su hija la habian lIamado Maria, como la madre de Jesus, pero el Ie cambi6 el nombre y Ie puso Rosa. Su esposa Ie suplic6 en vano. Nada 10 hizo mudar de opinion. -,No quiero saber nada de un Dios que condena a nines inacentes a la oscuridad! decia. Desde el punto de vista de un artista, la oscuridad es como una sentencia de muerte.
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En el ario 1207, a mediados de diciembre,
pas6 por Greccio una caravana de mulas. Entre los tesoros que exhibia habia un magnifico colmillo de marfil. En cuanto Luigi 10 via se Ie ocurri6 labrar un rnuneco con el; haria un rnurieco para su hijita. Cornpro el marfil y al cabo de pocos dias habra terminado la talla: era la figura de un recien nacido, de tarnario natural y con una sonrisa dibujada en los labios; casi parecia que respiraba. Luigi no Ie habl6 a nadie de la imagen que habra hecho, a excepci6n de su esposa y a ella se 10 dijo unicarnente porque I.e pidi6 que Ie hiciera la ropita. Entretanto, todo el mundo en el pueblo hablaba de un joven fraile que habra ido a predicar alii y venia de una ciudad vecina. Nadie sabia exactamente que tenia de especial, pero cada vez que predicaba, la gente terminaba con una paz asombrosa, con la sensaci6n de que hubiera borrado de su coraz6n todo enojo y el dolor de su vida. La esposa de Luigi habra oido hablar al fraile y Ie habra rogado a su marido que fuera a la iglesia con ella. Pero Luigi siquio en sus trece: -Cuando ese Dios tuyo me demuestre que es capaz de curar la ceguera, entonces , creere en EI.
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Tampoco dejaba que su esposa lIevara a Rosa, pero la mujer ansiaba con toda el alma
que su hija conociera de alguna forma el amor y el calor que parecfan emanar del joven fraile EI dfa de Nochebuena se Ie ocurri6 una idea. Aquella noche, cuando Luigi entr6 en su taller, dio un grito de rabia que sobresalt6 a sus sirvientes. Estos se acercaron corriendo y se enteraron de que el mufieco de marfil habra desaparecido. Una de las criadas Ie dijo que su esposa se habra lIevado la escultura de marfil, para darselo al joven fraile. Con paso airado, Luigi sali6 a la calle y subi6 la ladera, donde Ie cort6 el paso una caravana: habia tres j6venes nobles, suntuosamente vestidos, a quienes segufan seis siervos a caballo y par ultimo dos carros cargados de animales: ovejas, cabras, bueyes y un asno. Un joven con manto de purpura salt6 aqitrnente de su montura exclamanda: -iFrancesco Bernardone! iNos IIeg6 tu aviso y aquf estamosl Luigi se diriqio, con mal humor, a uno de los sirvientes: -LQuien es el tal Francesco Bernardone, que habeis venido aver aquf en Greccio?
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-jEse! iEI fraile! Era un hombre delgado, vestido con una tunica de color pardo. -Bienvenidos amigos -exclam6 sonriendo-. La paz de Dios sea sobre todos vosotros. -Te hemos trafdo los animales -dijo el joven noble-. Pero aye, Francesco, Ghasta cuando vas a seguir con esas tonterias? jAsls ya no es 10 que era sin ti! Luigi apret6 el hombro del siervo can mas fuerza. -GQuien es ese hombre? EI criado hizo adernan de no comprender bien 10 que estaba pasando. -Hasta hace bien poco, era amigo y cornpariero de juergas de mi arne, en Asfs. Ahara dicen que predica la Palabra de Dios. Yo no 10 entiendo. Los dernas siervos descargaban los carras y los animales, temerosos, corcoveaban y se alborotaban. -Perdonad un momenta -dijo el fraile, al tiempo que se acercaba al carro mas cercano y ponfa la mana sabre un buey. - Tranquilizate, hermano buey. Y tu, hermana oveja, no bales tan lastimeramente.
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Mientras decla estas palabras, los animales se callaron y calmaron. Se hizo el silencio en la pequeria multitud alii reunida. Todos oyeron claramente que el fraile Ie decia al joven del manto purpura: -Ven Lorenzo, que te quiero enseriar mi representaci6n del Nacimiento. EI joven vacil6. -Yo no soy creyente, Francesco. -Mas motive aun -respondi6 el sencillo fraile. Cuando se dio la vuelta y se dirigi6 hacia donde estaba el nacimiento, todos los animales Ie siguieron, y la gente tarnbien, incluido Luigi, que no 10 pudo evitar. Una vez cerca del altar, via que habra un cobertizo hecho con ramas verdes y en su centro un pesebre. Enseguida se die cuenta de 10 que contenia, pues via la mujer que estaba arrodillada a su lado, cuya rostra resplandecfa de belleza a la luz de las velas. Era su mujer. Sin que nadie los forzara, ni les indicara d6nde ten ian que ir, los animates se acercaron formando un sernictrculo alrededor del pesebre. Entonces, el humilde fraile dijo: -Os iba a leer el relata del nacimiento de Jesus sequn los Evangeiios, pero estoy tan contento con mi representaci6n de la Natividad que 10 voy a cantar con vosotros.
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Ninguno de los que oyeron su canto pudo olvidar su dulzura. Cont6 la eterna historia de los angeles y los pastores, y de los Magos de Oriente. Hasta los animales parecfan prestar atenci6n. Luigi no dudaba que entendian el significado de las palabras, pues en su interior 5e estaba produciendo un milagro mayor aun. Su enojo se estaba disipando y Ie habia
sobrevenido una extraria sensacion de paz. Tampoco era el el unico que se estaba transformando. EI joven del manto purpura se adelanto. Se sac6 una cadena de oro que Ilevaba colgada al cuello, se arrodil16 y la dej6 junto al pesebre. Sus comparieros 10 imitaron y deja ron otros presentes. Luigi sinti6 que Ie tocaban el brazo. Mir6 aver quien era y se dio cuenta de que el joven fraile Ie sonreia. - Tu te preguntabas si Dios era capaz de curar la ceguera -Ie dijo-. Pues ahora mismo estamos vienda c6mo 10 hace, ina crees? Luigi no respondio. Tenia un nuda en la garganta. Vera a los aldeanos amontonarse en torno al pesebre para observarlo de cerca y se dio cuenta de que estaban maravillados ante su prodigiosa obra de arte. Algunos juraron despues que el nino de marfil se 148
movi6, sonri6 y levant6 los brazos hacia elias. Pero debi6 de ser sin duda alguna, efecto del parpadeo de las velas. Entonces el fraile dijo: -Da las gracias a tu hija por habernos prestado su regalo de Navidad. Te 10 puedes
lIevar de vuelta a tu casa. Luigi dijo que no con la cabeza y ariadio: -Esta muy bien donde esta. Se puede quedarahf. EI fraile Ie dijo: -Manana es Navidad. Tu hijita se sentira desconsolada. -No -respondi6 Luigi-. Le hare otro murieco. Voy a tallar todas las figuras del nacimiento para que Rosa ... mejor dicho Maria, pueda revivir la Navidad cada vez que quiera. Luigi se fue a su casa, dejando el murieco de marfil con San Francisco de Asis, en el que, sequn la tradici6n, fue el primer nacimiento belen de la historia. Baj6 la ladera de la mana con su esposa. Luego, se paso toda la noche trabajando, pero con el coraz6n Ileno de gratitud, pues sabra que en efecto Dios habia curado la ceguera de su familia; no la de su hija, sino la suya.
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MI REGALO PARA JESUS (.,Que puedo darle? LQue puedo darle, pues pequerio soy? Ouizas un cordero, si fuera yo pastor. Si fuese un rey mago, oro darla yo. Ya se que dare: Le day mi coraz6n. Christina Rossetti
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UNA NINA DIFiclL No era facil amar a una nina como Felisa. Yo deseaba 10 mejor para ella, pero habra dias en que preferia que no asistiera a la clase de catequesis dominical que yo enseriaba. Felisa siempre lIevaba el pelo enmarariado, las Un8S y la cara sucias. No se juntaba can los dernas nirios y caminaba pisando bastante fuerte. Adernas, nunca estaba quieta, no aguantaba que la tacaran y siempre tenia que decir la ultima palabra. Yo tenia veinte aries y aquel ana estaba dirigiendo par primera vez la presentacion Navideria. Faltaban pocas semanas para la Nochebuena. Can las hojas en que tenia mecanografiado el guion de la representacion de la Natividad en la mano, dije a los nirios: -EI que quiera participar, que levante la mana. 5e alzaron practicamente todas las manos. Todas menos la de Felisa. Despues de asignar papeles a los que levantaron la mana, me sobraba uno .. -Felisa -Ie prequnte->, ~no te gustarfa decir aunque solo sea unas palabras en la actuaci6n? 151
-G Y quien ha dicho que voy a ir a la actuaci6n? -pregunt6 por respuesta, con los brazos cruzados y balanceando peligrosamente la silla sobre las patas traseras, con aire desafiante-. Esa noche probablemente estare en una fiesta. =Senor Jesus -rece en silencio-, eyuaeme a amar a Felisa. -Si cambias de parecer -dije-, me quedan todavla algunos papeles. -No voy a cambiar de parecer -dijo Felisa-. Y as! fue. La tarde del ensayo general, los nirios estaban sentados en los primeros bancos de la iglesia, hablando bajito mientras las personas mayores daban los ultirnos toques a los disfraces de pastor y las aureolas de los angeles, hechas de oropel. -Va pueden ocupar sus puestos ordene desde el fondo de la iglesia. EI narrador dio comienzo a la lectura: -En aquellos dfas, se promulg6 un edicto ... Un escalofrfo me recorri6 el cuerpo y revivf de nuevo ese entrariable relato tradicional. -Maria no se comporta como si fuera a tener un nino =-rnusitc una vocecita ronca a
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mis espaldas. Era Felisa, no tendria ganas de actuar, ipero no se quiso perder el ensayo! -,Shh! -dije para que se callara, alargando mi mana para tomar la suya. -iEsta bien, esta bien! -dijo Felisa apartando la mano. En la ultima escena, la unica iluminaci6n que quedaba en todo el sal6n era una luz que alumbraba a la Sagrada Familia, mientras los nines cantaban Noche de paz. Fue precioso.
iDe pronto, vi a alguien que se movia delante del pesebre! ,Era Felisa! Nunca se podia saber d6nde se iba a meter esa nina. Meti6 la mana en el pesebre, apret6 el brazo del rnuneco, 10 solt6 y se perdi6 nuevamente en las sombras. -Felisa -Ie prequnte , ique haces ahf? -Estoy mirando -respond i6-. Ademas, no es un bebe, es un murieco. Lo se porque 10 toque. Senor, eyudeme a amar a Felisa, rece. Luego dije a los actores: -No olviden, la funci6n empieza a las 7 en punta; deben estar aqul media hora antes para tener tiempo de alistarse. i Hasta luego! Felisa se fue par el pasillo con los demas nines, dando sonoras pasos. Yo tenia la 153
esperanza de que hubiera quedado satisfecha con el ensayo y no se presentara por la noche. Sabia que mi forma de reaccionar no era muy cristiana, pero querfa que la funci6n se representara sin contratiempos. A las siete menos cuarto, reinaba la expectacion entre bastidores. Los angeles se ayudaban unos a otros a colocarse sus tunicas. Jose y los Magos se ajustaban las barbas, las cuales se sujetaban en las orejas con alambres. Marfa tenia la vista clavada en el espejo, estorzandose por adquirir la expresi6n mas apropiada para la madre del Salvador. Yo iba de un grupo a otro ayudando donde podia. Felisa no daba senates de vida y comence a tranquilizarme. Cuando faltaba un minuto para las siete, entr6 la Sra. Pamela. Llevaba en los brazos a su recien nacido que, todo vestido y envuelto de blanco, sustituirla al murieco empleado en los ensayos. -Acabo de darle de mamar -dijo-, as! que probablemente dorrnira durante la actuaci6n. -Puede colocarlo en el pesebre en cuanto empiecen a apagarse las luces -Ie dije en voz baja.
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EI organa cornenzo a tocar y me sente en la primera fila para apuntar a los actores. A los primeros compases que interpret6 el orqano se ilurnino el nacimiento y el narrador inicio el relato. Esta vez, en vez de sentir el familiar escalofrio al comenzar a air el relata del nacimiento de Jesus sequn la Biblia, senti que me golpeaban y empujaban ligeramente la rodilla. -C6rrase -dijo entre dientes una voz que me era familiar-. Prefer! no ir a la fiesta. Sin apartar los ojos de la escena, me corri y alarque la mana para darle un poco de caririo, pero me ta aparto de un manotazo. -Estay hacienda /0 que puedo, Senor, , -pense. Los angeles cantaron a los pastores, que luego fueron a Belen lIevando un cordero para el Nino. Los Magos fueron a ver a Herodes y luego se dirigieron al establo. Marfa ÂŤmeditaba todas estas cosas en su corazonÂť. Estaba saliendo todo de maravilla. Felisa estaba sentada a mi lado tan calladita que no volvi a pensar en ella y cuando me di cuenta que se habra levantado, ya era tarde. Can sus pesadas pasos, se diriqio al
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pesebre, tal como habra hecho durante el ensayo. Pero esta vez se enderez6 pasmada,
y se volvi6 corriendo hacia mi, can unos ojos como platos. -jEsta vivo! -exclam6 con asombro. AI otro lado del pasillo, alguien pregunt6: -GQue dijo? -jQue esta vivo! La voz se corri6 de un banco a otro, del mismo modo que se propagan las ondas cuando cae una piedra en un estanque. «Esta vivo ... vivo ... vivo.» EI ambiente se electriz6 mientras, uno par uno, los asistentes fueron sintiendo la presencia viva del Nino de Belen. Ese era el verdadero motivo de tanta celebraci6n. iQue Jesus esta vivo! Una nina diflcil y rebelde nos habla hecho comprender el majestuoso mensaje de la Navidad. 5e encendieron las luces y cuando todos se pusieron de pie para cantar «Dichose tierra, I/ego e/ Sehor», la canci6n vibr6 y reson6 con mas fuerza que nunca en nuestros labios. Puse el brazo sabre los hombros de Felisa, y Ie dije al otdo, mientras la estrechaba contra ,
mr
-Tu has side 10 mejor de la actuaci6n. Esta vez no me rechaz6 ni empuj6.
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MAMA EN EL ASILO Esto sucedi6 en Tegucigalpa, capital de Honduras, donde mi esposo, que es diplomatico, se encontraba destacado en 1969. Faltaba una semana para Navidad. Todos estabarnos atareados con diversas actividades del colegio, la iglesia 0 el club, como tarnbien can los preparativos para la fiesta familiar que celebrariamos en casa. La Asociacion de Mujeres del Gobierno de los EE.UU. habra proyectado su obra de caridad anual, una fiesta de Navidad en el asilo de ancianos. Yo, en calidad de secretaria, tuve que telefonear a todas las asociadas para pedirles que prepararan tortas y fueran a atender a los pacientes. Cuando consegufa hablar con elias par telefono, la mayoria contestaba que encantada prepararia un pastel, pero que no podria asistir a la fiesta. Para cuando terrnine de hacer las Ilamadas, note que tenia tension en el estornaqo por el resentimiento. -,Hay que verl -pense, reforzando mi resentimiento hacia todas las que se hablan negado a colaborarl,Es que no sienten la necesidad de hacer caridad? iMenuda fiesta vamos a teneri Ocho de treinta y cinco dijeron
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que vendrfan a ayudar iY tenemos que servir a casi doscientos pacientes! Cuando IIeg6 el dia de la fiesta, todavfa tenia el eerie fruncido. Llegue al asilo para contribuir con mis servicios y Gladys -Ia presidenta de la asociaci6n- ya se encontraba tras la larga mesa en la que cada una iba dejando su torta. La esposa del embajador estaba preparando el ponche y cortando pasteles. Las pocas senoras que se habfan comprometido a ayudar colocaban los adornos de Navidad, organizaban las sillas Y realizaban los diversos trabajitos necesarios para poner en marcha la fiesta. -Que lastima. Habrfa deseado que mas senoras hubieran querido ayudar. GPor d6nde quieres que empiece? La calida sonrisa de Gladys casi borr6 mi resentimiento, pero no del todo. Me pidi6 que les lIevara la merienda a los pacientes que no podian salir de su cuarto. -C6mo no -dije, agarrando una bandeja-. j8era mejor que comience pronto, pues voy a tardar un siqlo en servirles a todosl Empez6 la musica y no se quien se puso a cantar villancicos con los ancianos, que estaban todos reunidos en el inmenso patio del establecimiento. Yo no tenfa tiempo de
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escuchar ni disfrutar las canciones. Me pase la tarde corriendo de un lado a otro, lIevando pasteles y ponche, sin mirar casi ni de reojo a los pacientes que servia. A cada uno Ie daba adernas una balsa de caramelas y un regalo. Recarri todas las alas del edificia, me dolian las piernas de subir las escaleras, A cada paso mi resentimiento era mayor. Una de las tantas veces que subl, una viejita que lIevaba un vestido estampado, rasgado y destefiido me taco el brazo y me dijo timidamente: -Perdone, senorita. (.,Tendrfa la bondad de cambiarme el regalo? Me volvf hacia ella irritada y replique: -l,Cambiarle el regalo? l,Por que? ~Es que Ie taco uno de hombre? -No, no ... -dijo vacilante-. Es que me tocaron perlas. Las perlas representan laqrirnas y yo ya no quiero mas laqrirnas. Pense: ,Que supersticion mas tonta! iHay que ver c6mo esta el mundo! [Deberian agradecer cualquier cosa que les dierant -Lo siento. Ahora estoy muy atareada. A 10 mejor despues se 10 puedo cambiar. Me fui corriendo para lIenar otra vez la bandeja y me olvide al instante de la senora.
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Con la bandeja Ilena de torta Ilegue corriendo a la secci6n de mujeres, en la planta baja. Abri la puerta del cuarto A-14 apoyandorne de espaldas y una vez dentro, di la vuelta; cuando vi 10 que habia alll, me
estremecf de tal modo que la bandeja me empez6 a temblar en mis manos. jEn aquel cuarto feo y deslucido, acostada en un camastro de sabanas grises y con un camis6n raido de muselina, estaba mi madre! ~Mama? iNo puede ser! jMama esta muerta! y de estar viva, no se encontrarfa en un lugar asl. Se trataba de un asilo para ancianos sin familia, gente pobre y enferma que no tenia donde estar ni quien la cuidara. No podia ser: los ojos me estaban haciendo una jugarreta. Cuando volvf a abrirlos pude ver mejor a la mujer demacrada que ocupaba el cuarto. No era mi madre, sino una viejita de cabello gris y ojos azules, que ni siquiera se parecfa a ella. LQue me habria pasado que pense que esa pobre mujer era mi madre? Seria la madre de otro, no la mla. Entonces, LPor que no me senti aliviada? Todo 10 contrario, me embargo un dolor inmenso y se me hizo un nuda en la garganta. Sin pronunciar palabra, volvi a salir justa a tiempa para que no me viera llorar. Par el
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oscuro pasillo retorne a la mesa en la que 5e encontraba Gladys trabajando, muy animada. Se me debra de notar 10 desgraciada que me sentia, porque su expresi6n cambia en cuanto me via y pareci6 alarmada. -iQue te pasa, Betty? -me pregunt6, rodeandorne con el brazo. -Es que vi a mi madre ... -dije sollozando-. iAcabo de ver a mi madre allf en un cuartol No puedo seguir. -Lo que te pasa es que estas agotada, pobrecita. T6mate un descanso. Varias personas que se encontraban por alii cerca empezaron a mirarme. Aqarre una servilleta y me fui corriendo para que no me vieran lIorar y para estar sola. Me dirigl a un descansillo de la escalera del ala masculina, donde no habia luz y me sente en el rincon, sollozando. Senor rece-, ~que me pasa? ~Me estoy volviendo loca?, y casi al instante 01 Su respuesta, que no me lleqo con palabras audibles sino en mis pensamientos: ÂŤY si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres ... y no tengo amor, de nada me sirve.Âť (1Cor.13:3) Car en la cuenta de que esas palabras iban sin duda alguna dirigidas a mi. Ese dia yo habia preparado tortas, caminado kilometres, 161
lIevado comida a muchas personas, pero, ~para que? ~A quien habra estado sirviendo? ~A quien habra tratado con caririo? jNi siquiera me habra molestado en mirar a nadie! Los ancianos no significaban nada para ml, ni veia sus rostros ... hasta que vi en alguien que sufrla el rostro amado de mi madre. Entonces cobraron vida para mf los ancianos. -Perd6name. Senor -dije en voz baja-. Lo he hecho todo al reves. Tengo que volver a empezar. Respire profundamente, me enjugue las laqrimas y volvl a la mesa de los pasteles. Gladys me mir6 desde donde estaba ocupada y me dijo: -Va has hecho bastante por hoy, Betty. ~Por que no te vas a casa a descansar? A partir de ahora nos las podremos arreglar. -No me pidas que me vaya -Ie respondf-. En realidad voy a empezar ahara. Cuando estaba a punta de irme cargando otra bandeja, de pronto me acorde: -Gladys, ~tienes otra regalo para senoras? Tengo que cambiar uno. Ella me pas6 una cajita que contenfa un broche de piedras rojas con forma de caraz6n. -Gracias, es ideal-Ie dije, aqarrandola y alejandorne deprisa hacia el patio.
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-Haz que encuentre a esa mujer, -ore para mis adentros. Ni me habia molestado en mirarle la cara. Habra estado demasiado ocupada para prestarle alguna atenci6n y pase de largo, como hicieron ellevita y el sacerdote en la historia del buen samaritano. Busque entre todos los ancianos, de fila en fila. A todos se les vera contentos, cantando villancicos mientras resonaba la musica. Por primera vez en todo el dia me ernpece a sentir feliz. Entonces vi el andrajoso vestido estampado. La senora estaba sentada contra la pared, sola, teniendo en su regazo los caramelos sin desenvolver y las perlas. Se vera muy triste y desdichada. Me acerque corriendo. -La busque por todas partes. Tome, Ie traje un regalo diferente. Alz6 la vista sorprendida y luego, casi como quien pide perd6n, aqarro la caja y la abrio. Los ojos se Ie iluminaron como un arbor de Navidad y sonri6 de oreja a oreja encantada. -Muchas gracias, senorita -exclamo. De nuevo se me hizo un nuda en la garganta, pero esta vez no me import6. -Deje que se 10 coloque -Ie dije-. Y deme esas perlas, que ninguna fa Ita nos hacen
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las laqrirnas en Navidad. Cuando me fui, la deje cantando en el patio con los dernas y me dio la impresi6n de que se me quitaba un peso tremendo de .
encima. S610 me quedaba una cosa por hacer antes del fin de la fiesta: volver al cuarto A-14. De alguna forma tenia que darle las gracias a aquella paciente, pero no sabia c6mo. Cuando ernpuje la puerta, me encontre a la senora sentada en la cama, corniendose la torta y cuando entre sonrio. -Feliz Navidad, mamita -Ie dije. -Que bueno que haya vuelto -me contesto-. Queria darles las gracias a todas las senoras por venir y hacernos la fiesta. Me gustarfa hacerle un regalo, pero no tengo nada que Ie pueda dar. LLe puedo cantar una canci6n? Va no me podia contener mas y asenti con la cabeza. Me sente en la cama mientras ella me interpret6, con voz chillona, tres estrofas de una canci6n de 10 mas triste y de 10 menos navideria que he ofdo en la vida. Pero el resplandor de sus ojos pudo mas que la letra y dej6 bien claro el mensaje de la Navidad: .dichosa tierra'
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LECHE AGUADA Lo que vamos a relatar sucedi6 en una aldea, una Navidad hace mas de un siglo, en 1876. EI tio Barney tenia un concepto justo y bueno del bien y del mal. Su vecino mas pr6ximo era Ed Newton, sencillo campesino que a duras penas consegufa mantenerse a flote. Ed Newton aguaba la teche y 10 descubrieron. Quien se haya criado en el campo comprendera 10 grave que es esa falta. Se la equiparaba al robe de caballos y hay quienes han sid a ahorcados par eso. Pero no todos somas de hierro, no todos somos incorruptibles. Ed Newton cay6 en la tentaci6n y 10 descubrieron. Gracias al dinero y las influencias de algunos, asl como a las laqrirnas y suplicas de su esposa, no fue a parar a la carcel. Pero despues de aquetlo, los vecinos 10 condenaron a un ostracismo feroz. No hay sentencia mas cruel que esa: que los demas vivan como si uno no existiese. Cuando todos los de los alrededores deja ron de lado a Ed Newton y a su familia, 91 envejeci6 de pronto, se volvi6 taciturno y se Ie veia abatido. Hacia sus compras y herraba sus caballos en el pueblo vecino. Andaba siempre con la cabeza gacha.
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Su esposa Mary casi se muere del disgusto. No se la volvio a ver en la iglesia, ni en ninguna reunion; y de noche, no se vera luz alguna en casa de los Newton. En cierta ocasi6n Mary atendi6 sola a su hija gravemente enferma, porque no tuvo el valor de lIamar al medico, y falt6 poco para que se Ie muriera. EI dia de la Nochebuena de 1876, el viento sopJaba can gran furia arrastrando la nieve hasta que quedaron cubiertas las vallas y casi se perdieron de vista los eaminos. Hacia un frio glacial. A la mariana siguiente reinaba la calma navideria. Habra regalos colgados en la chimenea, racimos de uvas pasas, rnanl yel mejor regalo de todos en abundancia: amor en un hogar feliz. Terminados todos los quehaceres, el tlo Barney se sent6 junto a la chimenea a calentarse las piernas y a pensar. De pronto, se saco las zapatillas y aqarro las botas. -Myriam -se diriqio con voz profunda a su esposa-, estuve meditando un rato y Dios me habl6 al coraz6n: Nos vamos todos de visita. Ed Newton ya lIeva bastante tiempo viviendo un infierno. Ni el mismo Dios pretende condenar a nadie por un desliz. Toma 10
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que haga falta para preparar la comida, porque vamos a comer el almuerzo de Navidad donde no nos han convidado. No me parecere al buen samaritano, pero voy a ir alia aver si Ie puedo quitar el peso que lIeva en el coraz6n. -iTe arno, mi Cielo, sera una Navidad muy especial' - se oy6 decir desde la cocina. Los nines Ie ayudaron a enganchar el caballo al gran trineo y cargaron el pavo y los I
bizcochos de frutas picadas. EI tlo Barney se meti6 a grandes pasos en el cobertizo y sali6 con dos juegos de campanillas para el trineo, que colg6 de la cabeza del caballo. Por fin partieron camino abajo, disparando nieve hacia los lados y haciendo rnusica can los cascabeles. EI frio en las mejillas resultaba vivificante. En menos que canta un galla Ilegaron a la finca de los Newton, torcieron para entrar en el camino de entrada, atravesaron un mont6n de nieve que se habra acumulado alii y se presentaron en la puerta lateral de la casa. Cuando las dos mujeres se vieron, se abrazaron lIorando. Entonces el tlo Barney dijo: -Hemos venido de visita, Ed, como ha-
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ciamos antes. Queremos que sea una Navidad feliz para todos nosotros, que somas amigas, que nos queremos y nos necesitamos. Ed Newton S8 sento en el sofa hundiende la cara entre las manes. Luego se levanto, beso a su esposa Mary, a la tia Myriam y a todas las nirias. Enseguida los nirios 5e pusieron a jugar. Todo distanciamiento se habra desvanecido. Las mujeres comenzaron los preparatives de la cornida y los hombres fueron al establo a ver los animales. Los nirios jugaron en la nieve y 10 pasaron muy bien. Por fin, la Sra. Newton hizo sonar la campana que colgaba del tejado de la cocina y se reunieron todos para disfrutar la comida de Navidad. Ed Newton bendijo la mesa y tal era el nudo que tenia en la garganta que a duras penas pudo terminar. Su esposa puso la mana sobre la de el mientras rezaban. jQue comida aquella! Todos repitieron a su gusto, hubo sidra y manzanas, y despues sirvieron nueces en la sala. Todo tiene su fin y hasta en aquel dia de regocijo habia quehaceres que el tio Barney y su familia no podian dejar de lado. De todas formas, prometieren visitarse y todos los sin-
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sabores anteriores quedaron profundamente enterrados para siempre bajo la nieve. Se besaron nuevamente y cuando el tio Barney se dio la vuelta para estrechar una vez mas la mana de Newton, dijo bien alto: -iQue Dios bendiga esta casa y a todos sus ocupantes! Va en su casa, atizo el fuego hasta que ardi6 vivamente y sali6 a atender a todos sus animales que tenia, como todo buen campe. sino. Cuando el tlo Barney se disponla a acostarse, la tla Myriam Ie dijo: -Barney, Dios no olvidara jarnas 10 que
hiciste hoy.
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HA NACIDO UN NINO Vi par mi ventana en una noche hermosa y fria, una estrella que brillaba y su magia estremecfa. Angeles guiaban a unos pastores al sendero que lIevaba hasta Belen, anunciando as! al mundo entero, que ... Ha nacido un Nino, va a nacer el Sol, ha nacido el Salvador de los hijas del Senor. No naci6 en un palacio ni se viste como un rey, mas su reino es eterno y el amor su suprema ley. Segur a los pastores hasta Ilegar junto al pesebre. Encontre alll un Nino de hermoso rostra alegre.
Y con el Nino en sus brazos Marfa se acord6 de todos los milagros que Dios Ie prornetio.
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ELZAPATERO Habia en Francia, en la ciudad de Marsella, un zapatero muy querido y respetado por sus vecinos, que 10 lIamaban carifiosamente «padre Martin». Una Nochebuena, se encontraba solo sentado en su taller leyendo el relata de la visita de los Magos al Nino Jesus y de los presentes que Ie Ilevaron. Pens6: «Si manana fuera Navidad par primera vez, si Jesus naciera esta noche en Marsella, iya se que Ie regalaria!» l.evantandose de su taburete, tom6 de la estanteria dos zapatitos suaves de cuero blanco inmaculado y relucientes hebillas plateadas. «i Le regalarfa estos zapatitos, que son mi obra maestra!», se dijo. Despues de volver a poner el par de zapatitos en el estante, apag6 la vela y se retire a descansar. Apenas habia cerrado los ojos, oyo una voz que Ilamaba su nombre: -jMartin! jMartin! Tenia la impresi6n de que era Jesus quien Ie Ilamaba. Volvi6 a olr la Voz: -Martin, dijiste que deseabas verme. Manana voy a pasar por tu ventana. Si me ves, pideme que entre y sere el invitado en tu mesa.
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Aquella neche, padre Martin no pudo dormir de la alegrla. Se levant6 antes del alba, barri6 y orden6 su humilde taller. Esparcio arena limpia sobre el piso y adorn6 con ramas de abeto las vigas del techo. En la mesa, que estaba impecable, coloc6 un pan, un tarro de miel y una jarra de leche, y puso al fuego una tetera. Luego espero con paciencia en la ventana. AI poco rato pas6 por la calle un barrendero que se soplaba sus rudas manos para calentarlas. -Pobre hombre -pens6 Martin-.
Estere muerto de frfo. Abriendo la puerta, 10 llama: -Entra amigo y toma una taza de agUita caliente. EI barrendero acept6 gustoso la invitaci6n. Una hora mas tarde, Martin via pasar a una senora muy pobremente vestida que Ilevaba a un nino pequerio en brazos. Se la vela agotada. Mientras el viejo zapatero la observaba, hizo una pausa para descansar, precisamente en su umbral. Se apiad6 de ella y al instante abri6 la puerta de par en par. 172
-Entra a calentarte mientras descansas -Ie dijo-. Tienes aspecto de noencontrarte bien. -Asf es, no me encuentro bien explic6-. Mi esposo esta embarcado y yo estoy enferrna y adernas sin dinero. -iPobre criatura! -exclam6 padre MartinVen a comer alga mientras entras en calor. Le dare un taz6n de leche al nino. iAh, es un nino precioso! [Uy, pero si esta descalzo! -Es que no tiene zapatos -explic6 la madre can tono lastimero. -En ese caso, este par tan bonito que acabe ayer sera para el. Padre Martin tom6 de la estanterfa aquellos zapatitos blancos y suaves que habia estado admirando la noche anterior. Se los calz6 al nino y ... ile quedaban a la perfecci6n! Poco despues, la joven madre salla con dos monedas en la mano, derramando laqrirnas de gratitud. EI zapatero regres6 a la ventana. Transcurrieron las horas y aunque muchas personas pasaron junto a su ventana y muchas almas necesitadas participaron de su hospitalidad, el Invitado que esperaba no se present6.
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De repente, sus cansados ojos vieron como la sala se inundaba de una extraria luz. Ante el atonito zapatero, fueron apareciendo uno por uno el barrendero, la senora enferma con el nino y todas las personas a las que habia ayudado aquel dfa. Todos Ie sonrefan y
Ie decian: -~Como puedes decir que no me has visto? ~Acaso no estuve sentado a tu mesa? Y se desvanecieron. Finalmente, en media del silencio, padre Martin volvio a oir aquella Voz suave repitiendo las conocidas Palabras: ÂŤCua/quiera que reciba en Mi nombre a un nino como este} a Mf me recibe ... Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; tui forastero, y me recogisteis ... Oe cierto as digo que en cuanto 10 hicisteis a uno de estos mis herman os mas pequetios, a Mf 10 hicisteis.Âť (Mat.18:5; 25:3540)
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EL DESCUBRIMIENTO Cierta Nochebuena, cuando tenia dace aries, habra salido can mi padre. EI estaba hacienda las ultirnas compras de Navidad, y yo iba cargado de paquetes y cansado; no estaba de muy buen humor. Tenia impaciencia por lIegar a casa. En esas se me acerc6 un mendigo, un viejo sucio, leqarioso y sin afeitar. Me puso en el brazo una mana que mas bien parecla una garra y me pidi6 dinero. Su aspecto era tan repulsivo que instantaneamente me eche para atras horrorizado. Mi padre me dijo can buenos modos: -Norman, no se trata asi a las personas. Impenitente, replique: -Es s610 un pordiosero, Papa. Deteniendose. mi padre dijo: -Puede que no haya hecho gran cosa con su vida, pero Dios 10 ama en forma muy especial. Y entreqandcrne un d61ar -que en aquellos tiempos era mucho dinero-, me dijo: - Toma, daselo a ese hombre. Hablale con respeto. Oile que se 10 das en nombre de Jesus.
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-Papa -protest6 ) ~c6mo quieres que haga eso? Con voz firme, me dijo: -Ve y haz 10 que te he dicho.
De mala gana y resistiendorne, corri tras el viejo y Ie dije: -Perdane, senor. Tome este dinero que Ie doyen el nombre de Jesus. 5e qued6 mirando el billete y luego me mir6 con cara de asombro. Entonces se dibujo en su rostro una sonrisa tan bonita, tan viva y esplendida, que me olvide de que estaba sucio, sin afeitar, andrajoso y viejo. Casi cortesrnente, se descubri6 la cabeza y me dijo: -y yo te doy las gracias en el nombre de Jesus, jovencito. Toda la irritaci6n y la incomadidad que sentfa se desvanecieron. La calle, las casas y todo 10 que me rodeaba se volvi6 hermosa de repente, pues habra participado en un milagro que he vuelto a presenciar muchas veces desde entonces: la transformaci6n que tiene lugar en los hombres cuando se hacen hijos de Dios, cuando se les afrece amor en nombre de un Nino que naci6 hace dos mil anos en un establo de Belen, una Persona que todavia vive, anda con nosotros y hace notar Su presencia.
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Eso fue 10 que descubri la Navidad de
aquel ana: la dignidad humana que se oculta en cada alma a la espera de resplandecer si tan solo Ie damos aDios la opartunidad para ello. La otra Navidad que me transformo de forma similar tarnbien fue gracias a la preocupacion que sent fa mi padre par los pobres y los oprimidos. Recuerdo que una noche, ya tarde, 10 llama ron por telefono nada rnenos que desde una casa de prostitucion. La mujer que administraba la casa decia que una de las chicas se estaba muriendo y habla pedido que fuera a verla un pastor. De alguna manera, aquella mujer habra oldo hablar de mi padre. l,lrfa a verla? Mi padre siempre atendia sin falta toda lIamada para asistir a un moribundo. Despues de explicar tranquilamente a mi madre ad6nde iba, fij6 la vista en rnl. -Abrfgate, hijo -me dijo-, que vas a . . verur conrmqo. Mi madre se qued6 horrorizada. -iNo vas a lIevar a un muchacho de quince aries a un sitio as!l -dijo. -Hay mucho pecado, tristeza y desesperacion en el mundo -explic6 mi padre-. No podemos seguir ocultando esa
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realidad a nuestro hijo. Recorriendo las nevadas calles, Ilegamos a una vieja casona de madera. Una mujer nos a b r i6 Ia p u e rt a y nos h i Z 0 sub ira una
habitaci6n del piso de arriba. Acostada en una carna, estaba una joven de aspecto patetico. Parecia una rnurieca. Se la vela tan palida y tan fn3gil que parecia una nina; no creo que fuera mucho mayor que yo. Mi padre que habia sido medico antes de ser pastor, se dio cuenta que la muchacha estaba gravemente enferma. Cuando se sent6 al borde de la cama, la chica Ie alarg6 la mana y Ie dijo en voz baja, que se habia criado en el sene de una familia muy cristiana yestaba arrepentida de las cosas que habia hecho y de su vida de prostituta. Anadio que sabia que se estaba muriendo y que tenia miedo. -He hecho casas muy malas -Ie dijo-, muy malas. Yo me quede escuchando. No sabia que se podia hacer para ayudarla. Mi padre sf 10 sabia. Estrechando con sus dos firmes manos la de ella, Ie dijo: -Todos hemos hecho cosas malas, ÂŤpor cuanto todos pecaronÂť, pero Jesus vino para salvarnos y ayudarnos a ser buenos y si nos arrepentimos, nos perdona. iCrees en Jesus?
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La muchacha asinti6 con la cabeza. Mi padre prosigui6: -Entonces dile 10 que te vay a decir: ÂŤJesus, te ruego que perdones mis pecados.Âť Luego que ella repiti6 estas palabras, mi padre Ie dijo: -A pesar de ser una hija descarriada, Dios te ama y te ha perdonado. Sea cuando sea que te lIegue la hera, te llevara a Su hagar celestial. Aunque lIegue a vivir cien arias, jarnas se me olvidara la sensaci6n de poder y gloria divines que inund6 la habitaci6n mientras mi padre rogaba par aquella muchacha agonizante. Las otras mujeres que estaban presentes Ilaraban y yo tambien, porque todo 10 que era vii y corrupto se desvaneci6 sin mas. EI amor nacido en Belen se manifestaba nuevamente en aquella sombria y deprimente calle de mala fama sin que nada pudiera resistirse a su paso. Absolutamente nada. Ese fue el regalo que' recibf aquella Navidad: saber que hay esperanzas para cualquier persona, hasta para las apesadumbradas y las abandanadas y que nadie tiene par que perderse par culpa de errores pasados.
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iEL
NINO JESUS! ,
Vicki, mi hija de 3 aries. era de 10 mas parlanchina, hablaba par los codas ... hasta que nacio su hermana Claudia, pues entonces calla, de un dla para otro. Aunque sequla comprendiendo todo 10 que declarnos. no pronunciaba palabra. ni siquiera ÂŤmamaÂť, Su silencio nos resultaba aterrador. Los medicos no Ie encantraban ninguna deficiencia orqanica. Se supanfa que se trataba de un bloquea emocional. Todas las naches y a veces durante el dia Ie lela historias sabre la vida de Jesus de unos libros hermosamente ilustrados. La ilustracion que mas Ie gustaba a Vicki era la de Marfa con el Nino Jesus en brazos. Muchas veces abrla el Iibro por esa paqlna, serialaba con el dedo la ilustraci6n y sonreia. Pasaron dos aries. Vicki todavia no hablaba, pero cada vez parecla mas feliz. Poco antes de Navidad, cuando pasabarnos un dia delante de la iglesia, senti el impulso de entrar. EI templo estaba tan silencioso como Vicki, que lIevaba agarrada de la mano. De pronto, al acercarnos al nacimiento la expresi6n de Vicky denotaba que estaba maravillada. Luego, rornpio el silencio que habra guardado durante dos aries con las palabras: <<jMira!i EI Nino Jesus!Âť 180
DE RODILLAS Lo que voy a relatar sucedi6 en la Nochebuena de 1939. Acababa de regresar a Inglaterra procedente de Hollywood para ingresar como voluntario en el ejercito britanico. Como habfa tenido algunos aries de experiencia militar, me nornbraron alferez y me pusieron al frente de una secci6n. Estabamos a punto de embarcarnos a Francia y esto a ninguno nos hacla mucha gracia. La rnayorla de mis hombres se habfan visto obligados a abandonar buenos puestos de trabajo para integrarse en el ejercito. Esto fue alqun tiempo antes de la gran ofens iva alemana de la primavera siguiente y a la mayoria les parecia una gran perdida de tiempo. Otra cosa que molestaba a aquellos hombres y los hacla sentirse aun mas ridiculos era tener que obedecer las 6rdenes de un actor de Hollywood. No eran sediciosos, pero desde luego eran los 40 hombres menos dispuestos con los que habia tratado en la vida, eso sin hablar de tenerlos a mis 6rdenes. Aquella Nochebuena no tuvimos permiso para salir, porque estabarnos a punta de partir de Inglaterra al dia siguiente, dejando a nuestras familias atras. 0 sea, que no pasariarnos unas fiestas muy agradables. Tada la secci6n estaba alojada en los ruinosos establos de una finca proxima a Dover, Inglaterra. 181
Percibfa claramente un sentimiento de hostilidad en cada uno de los soldados, que no dejaban de hacer observaciones sarcasticas sobre mis demostraciones de valentla en diversas
peliculas. Toda mi vida, cada noche, antes de acostarme me arrodillo a hacer una sencilla oraci6n a los pies de la cama. Pero aquella noche me las vi con una decision dificil: pense que si de pronto me arrodillaba a rezar delante de aquellos cuarenta rudos soldados, 10 verian como una muestra de la teatralidad de Hollywood para impresionarlos. Par otro lado, siempre me pareci6 mal dejar de hacer mis oraciones porque la situaci6n me pareciera no apropiada para ello. Ademas, era la vlspera del dla en que se celebraba el nacimiento de Cristo. Finalmente, me arrne de valor y me arrodille junto a mi litera. AI principio pude oir algunas risitas, pero al poco de empezar a rezar se desvanecieron. Cuando termine y me acosta sobre la paja, mire un poco timidamente a mi alrededor y vi que habra par 10 menos una docena de saldados arrodillados en silencio, rezando cada uno a su manera. David Niven
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(celebre actor del cine ingles)
UN LUGAR PARA MARIA Bob tenia nueve aries y cursaba segundo grado de primaria, si bien hubiera debida estar en cuarto. La mayoria de los vecinas de la localidad sablan que al chico Ie costaba mantenerse al nivel del resta de la clase. Era grande y torpe, lento de movimienta y entendimiento. Aun ast, gozaba de las sirnpatlas de los dernas alumnos de la clase, todos menores que el, aunque los chicos no podian acultar su irritaci6n cuanda Bob les pedia que 10 dejaran jugar con ellos a la pelota o en cualquier juego en que fuera importante ganar. La mayoria de las veces se ingeniaban alguna forma para excluirlo del juego, pero Bob de todos modos se quedaba par ahl mirando, sin paner mala cara, tan solo abrigando esperanzas. Era un chico que siempre se mostraba servicial, sonriente, inclinado a 10 que se Ie pidiera y el protector natural de los oprimidos. A veces cuando los nines mayores espantaban a los mas pequerios, siempre era Bob el que decia: -l,No pueden quedarse? No molestan. A Bob Ie atraia la idea de actuar de pastor,
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con flauta, en la funci6n navideria de aquel ario: pero la directora de la misma, la Srta. Lumbard, Ie habla asignado un papel mas importante. Despues de todo, razon6 ella, el mesonero no tenia que hablar mucho y la estatura de Bob haria mas contundente la parte en que aquel Ie niega alojamiento a Jose. Sucedi6, pues, que como de costumbre un publico numeroso se reunio para asistir a la gran pr esentacion anual de cayados y nacimientos, barbas, coronas, aureolas y todo un escenario Ilene de vocecitas alegres. Nadie, ni en el escenario ni fuera de el, 5e via tan arrastrado por la magia de todo aquello como Bob. Contaron mas tarde, que estaba entre bastidores y contempl6 toda la presentacion con tal fascinaci6n que, de cuando en cuando la Srta. Lumbard tenia que impedir que se lanzara al estrado antes de su Ilamada a escena. Lleg6 par fin el momenta en que Jose aparecio lenta y tiernamente, conduciendo a Maria hasta la puerta del mes6n. Taco con fuerza en la puerta de madera, que armonizaba con la pintura del tel6n del foro. Alii aguardaba Bob, el mesonero. 184
-~Que quiere usted? -pregunto Bob, abriendo la puerta con gesto brusco. -Buscamos alojamiento. -Busquenlo en otra parte, -dijo Bob mirando directamente al frente, pero can voz vigorosa, -el meson esta lIeno. -Serior, hemos pedido cobijo par todas partes, en vano. Venimos viajando de muy lejos y estamos agotados. -No hay sitio para ustedes en este meson; -aleg6 Bob can mirada muy severa. -5e 10 ruego, buen mesonero; esta es mi esposa Maria. Lleva un nino en sus entrartas y precisa un lugar donde reposar. Usted debe de tener un rinconcito para ella. Esta cansadlsirna. En ese instante, par primera vez, el mesonero cedi6 en su actitud ferrea y se molino para mirar a Marfa. Hubo entonces una larga pausa que produjo cierta tensi6n y molestia entre los espectadores. -j No! (Largo de aquil -Ie soplo el apuntador desde los bastidores. -iNa! -repitio automaticarnente Bob. -jl.arqo de aqull Entristecido, Jose rodeo a Maria con el brazo y mientras ella apoyaba la cabeza en
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el hombro de su marido, los dos comenzaron a apartarse. No obstante, Bob no volvi6 a meterse en el mes6n. Permaneci6 frente a la puerta, observando a la desolada pareja. Tenia la boca abierta, el eerie fruncido de preocupacion y, con toda evidencia, (as ojos lIenos de lagrimas. Impensadamente, aquella pieza de Navidad se torn6 distinta de las dernas. -No te vayas, Jose, -exclam6 Bob- trae a Marfa, -el rostra 5e Ie cubri6 de una radiante sonrisa- pueden quedarse en mi cuarto. Hubo en aquel pueblo quienes pensaron que aquel ana 5e habia echado a perder la representaci6n navideria. Pera otros, muchos, muchos mas, consideraron aquella pieza la mas navideria de todas las que se habfan presentado.
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LA NAVIDAD DE 1914 Apenas hacia unos meses que habra estallado la Primera Guerra Mundial y el conflicto se hallaba practicarnente en un punto muerto debido a la nueva modalidad de la guerra de trincheras, que tantas vidas cobr6. lngleses y alemanes habfan aprendido a excavar kil6metros de zanjas a 10 largo de pedregosas tierras de cultivo en Francia. Desde elias, los hombres hacfan fuego unos contra otros con morteros y ametralladoras. En aquellas fosas fangosas e infestadas de ratas, los soldados ingleses abrieron los sobres que contenian las felicitaciones navidenas que les enviaba Su Majestad Jorge V. A pocos cientos de metros, tropas alemanas leian un mensaje del Kaiser. Tiritando en las frfas trincheras, los hombres pensaban en su familia. Los separaba 10 que se conocla como tierra de nadie, una extensi6n de terreno desolada lIena de crateres y arboles destrozados en la que se abrfa fuego autornaticarnente contra todo 10 que se movla. Era una franja tan estrecha que cuando callaba el fragor de los canones, cada bando oia el ruido de las cacerolas
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procedente del campo enemigo, que aprovechaba la calma para cocinar. Era Nochebuena. A altas horas de la noche, cuando descendia la temperatura, un centinela inqles de la Quinta Division de Fusileros de Escocia oyo un sonido diferente al otro lado de la tierra de nadie. En las trincheras germanas, alguien cantaba: -Stille
Nacht, heilige Necht. .. *
EI inqles reconocio la cancion. Se trataba de Noche de paz. EI centinela cornenzo a tararear la melodfa. Luego, cada vez mas alto, se puso a cantar la letra en su idioma, cantando un extrario duo con su enemigo a traves de las alambradas. -
heilige Nacht ... *
-
holy night ... *
Otro soldado britanico se acerco a rastras hasta el puesto del centinela y se puso a cantar can el. Poco a poco, a uno y otro lado, fueron incorporandose al canto mas hombres, fundiendo sus roncas voces sobre el campo salpicado de hoyos producidos por las bombas. Luego los alemanes entonaron otro villancico, 0 Tannenbaum, y los ingleses (...) La canci6n ÂŤNoche de pazÂť en aleman e inqles.
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contestaron
can God Rest You Merry Gentlemen. EI canto alternado prosiguio. Un sold ado inqles comunic6 a sus companeros que habfa observado con los prismaticos que los alemanes habfan subido un ajado pino con velas encendidas en las ramas a la cima de la barrera de sacos de tierra. Cuando amaneci6 el dfa de Navidad se vieron dos letreros, uno a cada lado, que decian 10 mismo en dos idiomas: ÂŤiFeliz Navidad!Âť Impulsados par una fuerza mas poderosa que el miedo, los soldados fueron soltando sus armas uno par uno y, arrastrandose bajo las alambradas y sorteando los hoyos producidos por las bombas, se aventuraron en tierra de nadie. AI principio fueren 5610 unos pocos, pero cada vez se les fueron uniendo mas. AI final se habian reunido un buen nurnero de tropas britanicas y alemanas en las primeras Iuces del alba del dla de Navidad. Se mostraron fotos de mad res y esposas y se regalaron mutuamente chocolates y cigarrillos. Uno sac6 una pelota de futbo] y los hombres jugaron en una pequeria extension de terrene que habia quedado libre de hoyos. Despues, terrnino la tregua. 189
A media manana del dla de Navidad los jefes, horrorizados, Ilamaron a sus hombres de vuelta a las trincheras. Se reanud6 el fuego. En pocas horas, la Quinta Division de Fusileros de Escocia habra emitido una orden prohibiendo el contacto entre ambos bandos: ÂŤNuestra rnision es combatir, no fraternizarÂť, decla. Los soldados acataron la orden. Sin embargo, el recuerdo de aquella primera Navidad en el frente habra quedado grabado de forma indeleble en la memoria de los que sobrevivieron. Durante unas breves horas, su jefe no habra side ni el rey ni el Kaiser, sino el Principe de Paz: Jesus.
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EL 25 DE DICIEMBRE En el ana 274 antes de Cristo, un emperador del antiguo imperio romano escogi6 el25 de diciembre como dla de celebraci6n del «nacimiento del invicto sol». Los hogares se decoraban con ramas verdes y velas, y los nines y los pobres recibian regales. Con el paso del tiempo, los cristianos se apropiaron de esa fecha y la hicieron sagrada. Hacia el ario 336 D.C. la Iglesia determin6 que todos los creyentes deberian celebrar el nacimiento de Jesus, el Sol de justicia, todos los 25 de diciembre. . A pesar de que en muchos lugares la Navidad se ha convertido en una gran fiesta comercial, en Nochebuena se hace silencio en el mundo. EI Espiritu de un recien nacido cuyo nombre es Amor cautiva los corazones. iPueda haber algo de malo en celebrar el cumpleafios de Jesus, en un dla que tal vez no corresponda a la fecha exacta de Su nacimiento, can tal de hacerlo tal como a EI Ie gusta, con espiritu de humildad y un coraz6n lIeno de amor? celebrernosfo de tal forma, que daspues no tengamos que orar: «[Padre, perd6nanos nuestras Navidades!»
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- NUEVO ANa Como un libra abierto el Ario Nuevo veo, y en la portada escrito ÂŤMi vidaÂť leo. Abro el volumen y echo una ojeada: las paqinas estan en blanco, no dice nada. Pues soy escritora y la pluma en mis manes escribe 10 que leeran otros humanos. l,C6mo sera ellibro de esta, mi vida, escrita para que per otros sea teida? Una paqina escribo cada jornada; l,valera la obra alga cuando este terminada? Ayudarne, Jesus, a no hacer borrones y vivir 10 que querria escribir en estos renglones.
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SOL - Tomo 3 as una colecci6n de 40 anltcdotas y poemas que giraf) alrededor 'WUIV
esperamos que ella no impida que
~.lIiiIlVdelalio.
sus lectores sentimientos
de bnndartes material