De la Ceca a la Meca: De teoría y Hermenéutica en arqueología

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“DE LA CECA A LA MECA”: DE TEORÍA Y HERMENEUTICA EN ARQUEOLOGÍA1 “FROM THE CECA TO THE MECA”: THEORY AND HERMENEUTIC IN ARCHAEOLOGY por JACINTO GUTIERREZ, A. & LÓPEZ CÓRDOVA, A.2

RESUMEN En el presente artículo académico abordaremos distintos aspectos teóricos concernientes a la disciplina arqueológica, estos aspectos serán descritos de forma progresiva de acuerdo a su aparición histórica. Se señalará la diferencia conceptual entre los términos: “modelo”, “enfoque” y “método”, además de exponerse también un somero análisis del estado actual de la arqueología peruana, finalmente se centrará en la hermenéutica como metodología para la interpretación de la cultura material y la aplicación de un “filtro” o “criterios de validez” que ayuden a que estas interpretaciones no se pierdan en la subjetividad excesiva. Palabras clave: Teoría Arqueológica, Modelo, Enfoque, Método Hermenéutico, Criterio de Validez.

SUMMARY In this paper, we will discuss different theoretical aspects concerning the archaeological discipline; these aspects will be described progressively according to their historical appearance. The conceptual difference between the terms "model", "approach" and "method" will be pointed out, as well as a brief analysis of the current state of Peruvian archeology, finally focusing on hermeneutic as a methodology for the interpretation of culture Material and the application of a "filter" or "validity criteria" that help these interpretations to avoid falling into excessive subjectivity. Keywords: Archaeological Theory, Model, Approach, Hermeneutic Method, Validity Criteria.

I.

INTRODUCCIÓN

La importancia de la aplicación de la teoría en la arqueología se ha ido perdiendo a través del tiempo. Hoy la idea ya no es buscar un modelo y seguir un esquema para resolver un problema, hoy se busca simplemente el solucionarlo. Las nuevas tendencias se ven más prácticas, pero menos científicas, si es que aún podemos considerar que la arqueología es ciencia. Este artículo pretende brindar nociones básicas sobre la arqueología hermenéutica como modelo teórico del post procesualismo, con la finalidad de entender la dinámica de los cambios de la arqueología en los diferentes estadios de su historia y como esta tendencia ha revolucionado las concepciones interpretativas hasta el momento.

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El presente artículo es la producción de una de las ponencias programadas para el II Conversatorio de Estudiantes de Arqueología y Turismo, realizado entre el 23 y 26 de mayo de 2017, celebrado en el auditorio “Susana Meneses” del Museo Tumbas Reales de Sipán, en el departamento de Lambayeque - Perú 2 Estudiantes que actualmente cursan el 5to ciclo de la carrera del profesional de Arqueología, Facultad de Ciencias Histórico – Sociales y Educación, Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo, Lambayeque, Perú.

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El presente está divido en varios criterios o títulos que pretenden hacer más dinámico el recorrido de la teoría aquí presentada. En primer lugar, se expondrá una reseña histórica de la hermenéutica desde los diferentes ámbitos, como su historia, su aplicación en ciencias sociales, su origen en la Grecia clásica, su aplicación el post procesualismo y finalmente su situación en el Perú. Al mismo tiempo y como necesidad para entender la estructura de la teoría, brindaremos algunas nociones conceptuales útiles en este apartado. Delimitaremos, además, algunas diferencias entre dos corrientes ya divorciadas metodológicamente desde hace algunos años, y que se han convertido en uno de los debates más acalorados de la teoría, la disputa procesual vs post procesual. Ya dedicándonos a la hermenéutica en sí, vislumbraremos las concepciones básicas de este criterio y como se conciben los materiales bajo esta idea, también hablaremos de la validez de los enunciados según este modelo. Así este artículo nos permitirá la idea general de la teoría y en particular del modelo teórico hermenéutico. Sin querer mostrar una postura teórica por encima de otra, buscamos mediante este trabajo académico, recalcar la necesidad de la teoría en el quehacer arqueológico, necesidad que las nuevas generaciones de arqueólogos, a nuestro parecer, no le han otorgado la suficiente importancia o que simplemente omiten por comodidad. Así también tocaremos temas superficialmente como la subjetividad de la interpretación y la problemática teórica del Perú.

II.

RECUENTO HISTÓRICO 1. TEORÍA ARQUEOLÓGICA

A lo largo del tiempo, la disciplina arqueológica ha transitado diversas posturas teóricas, cada una de ellas como respuesta a un contexto determinado, a una situación política-económica y social de relevancia mundial, esto debido a que toda posición teórica procede necesariamente de las asunciones básicas que se tienen para juzgar cuestiones del presente. Cada una de estas posturas convergió en una muy nutrida Ciencia Social, generando la multiplicidad de enfoques, modelos teóricos, escuelas y complejas metodologías investigativas que hoy en día generan un ambiente polémico y de debate entre tendencias aparentemente opuestas. Para un simple y sucinto entendimiento (de lo que debe significar una necesidad fundamental para el investigador) de las tendencias ideológicas que abordan la arqueología, utilizaremos la propuesta de Juan Pablo Carbonelli (2011). Este autor postula el recorrido histórico de la arqueología a través de “tres periodos hegemónicos”, cada uno de ellos marcados por sus diferencias en cuanto al entendimiento del pasado del hombre y el objeto o cultura material: Érase finales del siglo XIX, atrás había quedado ya los excesos del evolucionismo unilineal y darwinismo social debido a la lenta decadencia del colonialismo y la tan encasillada forma de presentar la prehistoria por Thomsem, Lubbock y Mortillet. Se vivían los malos resultados de la revolución industrial y el progresivo aumento de la competitividad entre naciones (crecimiento del nacionalismo), obligaba a la Arqueología a ser utilizada como la principal herramienta para delimitar las áreas culturales primigenias en el llamado “principio de los tiempos”, en este sentido se mantenía una “visión normativa de la cultura”, la cual sostendría el concepto de cultura como un conjunto de ideas compartidas expresadas de forma imperfecta por la cultura material (postulado sintetizado en el diagrama de David Clarke en 1973, véase imagen 01), esto provocaría como consecuencia: una errónea concepción del modo de transmisión cultural, transmisión que no existiría si no fuera por medio de la difusión (postulado arduamente impulsado por la miembros de la Escuela de Viena). Es en este contexto en el que ve la luz la Escuela Histórico-Cultural Alemana, el primer periodo de hegemonía teórica, que tiene como base epistemológica: el enfoque 2


inductivista, el cual sostenía que por medio de lo analizado y observado en el trabajo de campo, el arqueólogo podría reunir y completar aspectos de una cultura a modo de rompecabezas; otro de los postulado es la imposición de una “cronología cultural en el espacio tiempo” como las de Childe por ejemplo, que pretende parecer un inmenso horario entre culturas, como si una manifestación hubiera aparecido y desaparecido mágicamente para la aparición de otra sucesiva; o también la creación de mapas llenos de flechas que indican: continuas migraciones o la anteriormente referida difusión de ideas. Todos estos “errores” fueron cometidos debido a la tendencia fetichista de sus investigaciones, por superponer al objeto por encima del ser humano e incluso estudiarlo a solas, descuidando el individuo creador y beneficiario del artefacto. El tiempo transcurre de manera inevitable, la Escuela Historicista intenta fallidamente mantenerse vigente con nuevos postulados, sin embargo sus producciones tendían ser únicamente descriptivas. Era la década de los 40’ del siglo pasado, un profesor y revolucionario del pensamiento Antropológico, Leslie A. White, infundía en su alumno L. B. Binford un enfoque distinto de analizar el pasado. Con White, el neoevolucionismo parecía triunfar por encima de los demás enfoques teóricos, así como, la propuesta de una nueva tendencia: la de observar la cultura como un sistema integrado por subsistemas, los cuales se relacionan entre ellos3.

Imagen 01: esquema que resume el concepto de cultura bajo la visión historicista. (David Clarke: 1976)

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Para ahondar en esta propuesta el lector puede revisar el artículo de J. Caldwell en 1959: “La Nueva Arqueología Americana”, donde se sintetiza esta y otras de las nuevas tendencias de mediados del siglo XX.

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Es así pues, que este nuevo concepto convertido ahora en un paradigma de investigación antropológica, se termina de concretizar en los años 60 con L. B. Binford, y sus dos principales artículos: “Archaeology as Antropology” (1962) y “Archaeology systematic and the study of process culture” (1965), y con D. Clarke y su “Teoría General de Sistemas” expuesta en el año de 1968. Este corresponde el segundo periodo hegemónico en teoría. Tanto los nuevos postulados que esta tendencia posee, como su enfoque procesualista del entendimiento del pasado, serán profundizados en un apartado más adelante, en esta oportunidad nos limitaremos solamente a enunciar algunas de las principales características resumidas por V. Fernández en su obra “Teoría y Metodología de la Arqueología” (1989): • • • • •

La cultura es considerada como un modo extrasomático de adaptación al medio. Al ser la cultura un modo de adaptación al medio, su transformación no depende del contacto con otras culturas, ni mucho menos por difusión de ideas (DIFUSIONISMO), sino más bien se verá notablemente influenciada por el ambiente. Si la cultura se transforma influenciada por el ambiente, entonces deben existir leyes generales que permitan entender la conducta humana y su relación con el exterior (PROCESOS GENERALES DE CAMBIO). Estas leyes son las mismas que se aplican en las Ciencias Naturales, por tal motivo usan también el método hipotético – deductivo, de este modo es posible conocer ciertamente todo aspecto de la cultura (POSITIVISMO). Este positivismo y su principal pretensión: el poder reconstruir todo un sistema cultural en base a los restos materiales, lo llevo a construir sistemas cuantitativos de análisis que permitan relacionar la mayor información posible.

Sin embargo, a medida que avanzamos en el tiempo, parece ser que este afán positivista empieza a rozar los límites de lo consentido, las leyes generalizadoras no permiten absolver todas las cuestiones arqueológicas propuestas y el método nomotético – deductivo no tiene los mismo resultados que en las Ciencias Naturales, parece necesario reencauzar a la arqueología como una Ciencia Humana, es aquí donde aparece el tercer marco teórico hegemónico, el hermenéutico, expuesto más adelante. 2. HERMENEUTICA Hermenéutica. Desde la antigüedad se viene utilizando este vocablo, nacido como gran parte de la terminología castellana en la Grecia Clásica, aparece por primera vez con Aristóteles en su obra Organum, como “peri hermanais” significando en primera instancia: un instrumento para el recto y seguro pensar, enfocado eminentemente en el análisis de los juicios y preposiciones. Sin embargo, es solo a partir de finales del siglo XV en medio del Renacimiento y la Reforma Luterana, en un contexto de quiebre histórico – cultural del ese entonces presente, con el pasado, que la hermenéutica comienza a surgir de forma progresiva como una disciplina ligada íntimamente al estudio de textos sagrados y conocimientos afines, así como a la retórica, la lógica y la gramática. Más adelante en el tiempo, este término es aplicado a la literatura grecolatina – clásica, así como al ámbito legal, orientándose a textos de esta naturaleza y su correcta aplicación a la particularidad de los casos (Gómez 1986). Es a partir de ese momento que la hermenéutica es considerada como una Teoría General, encargada de la interpretación y exclusivamente dedicada a la indagación del autor y de su obra. Es de esa forma que aun hoy en día entendemos la hermenéutica, como una actividad de reflexión, una actividad orientada al ámbito interpretativo que nos permite acceder a la captación de la orientación del accionar del individuo en los diferentes contextos por los que la humanidad ah

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transcurrido. Interpretar una obra es descubrir el mundo al que ella se refiere en virtud de su disposición, de su género y estilo (Ricoeur 1984). 3. HERMENEUTICA EN CIENCIAS SOCIALES Las Ciencias Sociales también seguirán un proceso secuencial histórico, que partirá desde el apego positivista, que las acerca al naturalismo (seguir los modelos planteados para las Ciencias Naturales), hasta el campo de la filosofía con la hermenéutica de Gadamer. Ruben Horacio Pardo (2003), identifica tres estadíos por los que atravesó las Ciencias Sociales: un primer estadío naturalista, con el apego referido hacia la idea de hablar de una Ciencia Social que plantee leyes y explique hechos sociales; un segundo estadío en contraposición del primero llamado comprensivista, que rescata el lado subjetivo y que pretende comprender el ámbito social. Y una tercera, que es la que nos interesa tratar en este apartado y que cambiará cualquier idea anterior, por la incorporación de un elemento peculiar en su estudio, “el lenguaje”, el cual permitirá entender la cultura material como un texto, visualizará la obra como el reflejo del actor. Cada uno de estos periodos se ampliará a continuación: Con respecto al primer estadío. Debido a los grandes aportes logrados por las ciencias naturales, las llamadas ciencias blandas (demás Ciencias no Naturales) pasaban a segundo plano por la “poca objetividad” manejada en ellas. Es así que dentro de todas las ramas científicas, las Ciencias Sociales eran las “menos científicas” u objetivas, como reacción ante esto, se pretendió “cientifizarla”. Para ello se incorpora el supuesto naturalista, que no será más que la propuesta de homogeneizar el mundo social con el físico (como si un hecho social se pudiera medir, contabilizar y predecir al igual que un hecho físico), se aplica el reduccionismo científico, es decir, se impone la idea de que sólo habrá una única manera de hacer ciencia y esta será por medio de la aplicación del ya conocido “método científico”, ofreciendo de esta forma leyes generales para explicar hechos particulares. Se confía en la experiencia y en la comprobación, y con eso se pretende ser completamente objetivo. Todas estas ideas serán manejadas en el mismo contexto donde encontraremos al segundo periodo hegemónico en arqueología y este corte positivista tendrá un nombre propio ARQUEOLOGÍA PROCESUAL, llamado de distintas formas por diversos autores como “el gran despertar” (Renfrew: 1982) o “la arqueología paradigmática” (Trigger: 1989). Sin embargo, todas estas ideas pecarán de reduccionistas y generarán evidentemente reacciones contrarias. Como se mencionó anteriormente el estadío comprensivista, la contraparte del reduccionismo en las Ciencias Sociales, llegará con nuevas ideas, tomando en cuenta conceptos nunca antes usados en las Ciencias Naturales, tales como la voluntad, el propósito y la intensión. Conceptos que desenfocan cualquier pensamiento netamente cientifísta, es así como se les devolverá valor a los actores sociales. Este modelo por decirlo de algún modo, planteará el proceso cognitivo de comprender. Otorgándole valor a la subjetividad del investigador y del individuo detrás del objeto, este nuevo modelo pretenderá llegar a una empatía psicológica y sus ideas traerán consigo otras ideas, como la especificidad y el dualismo metodológico. Sin embargo esta reacción contra el reduccionismo se terminará convirtiendo en psicologismo, dando lugar al último estadío, el cual cambiará la idea de “comprender el pasado” hacia la idea de “interpretar el pasado”, para esto se valdrá de una herramienta con una trayectoria dentro de la teología y el ámbito jurídico, y que dentro de las Ciencias Sociales pretenderá restablecer el vínculo por el momento oculto. Este modelo teórico corresponde a la HERMENEUTICA, su aplicación dentro de las Ciencias Sociales llegará gracias a Gadamer, su tendencia asumirá nuevas posiciones, hablará de la parte subjetiva del investigador subdividiéndola en dos categorías: la de tradición y la de pertenencia, influenciadas ambas por el lenguaje.

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Así el lenguaje tendrá una doble funcionalidad: el ser la materia prima de la sociedad y ser además un rasgo de la racionalidad humana .La hermenéutica postulará que todo acto cognitivo requiere de la interpretación, al mismo tiempo la explicación será parte de comprender. Ampliaremos la información sobre este modelo en el siguiente apartado. 4. HERMENÉUTICA EN ARQUEOLOGÍA Como ya se comentó anteriormente, la hermenéutica llegará de la mano de la Filosofía a las Ciencias Sociales con la propuesta de Gadamer. Uno de los mayores avances que ofrece este modelo es la incorporación del lenguaje, que a su vez y particularmente aplicado a la arqueología pretenderá el estudio del material como un texto, como producto de un actor social al que podremos entender por medio de la cultura material. En el contexto arqueológico la hermenéutica representará las mismas características que en las Ciencias Sociales. Las características son descritas por Horacio Pardo (2003): a. El giro lingüístico, esta concepción de que las acciones humanas son lenguaje. b. Una concepción holística de la razón, el cual propondrá que la interpretación contiene en su interior a la “compresión” y a la “explicación”. c. El supuesto hermenéutico, un dato puede albergar muchas mediaciones teóricas, en arqueología, este supuesto aún es muy cuestionado y hasta catalogado del “vale-todo de la arqueología”, sobre esto nos pronunciaremos más adelante. d. La dimensión interpretativa y subjetiva de la realidad, propone que el lenguaje y la historicidad condicionan el conocimiento. Y que la interpretación del hecho dependerá del investigador. Así las interpretaciones siempre serán predispuestas por el investigador. No podemos pretender ser completamente objetivos, como menciona Nietzsche: “la razón interpreta”. Con la intensión de no dejar afuera ninguna de las posibilidades, la hermenéutica responde con un primordial criterio, propuesto por Hodder (1991): “Multivocality where any interpretation is as good as another”. Aunque esto le ha otorgado a este modelo y a la arqueológica post-procesual el apelativo de “vale todo”. El modelo hermenéutico, o la arqueología post-procesual regida por este modelo se ha posicionado en Latinoamérica hace relativamente poco tiempo. Los enfoques contextualistas y la arqueología del paisaje han llegado a provocar cambios realmente importantes en la arqueológica del Perú, esto lo trataremos en el aparto referido a la arqueología peruana.

III.

DISTINCIÓN MÉTODO / ENFOQUE HERMENEUTICO

Hablar de teoría en arqueología hoy en día, en una época en que lo menos importante es creer si nuestra disciplina continúa siendo ciencia o si tenemos que acostumbrarnos a ser tratados como una disciplina más, es complicado, sobre todo si consideramos que un gran porcentaje de profesionales relacionados con la arqueología, se ven abrumados por la “comodidad” del trabajo de campo y del registro del material o que la mayoría de investigaciones no correspondan al número de arqueólogos trabajando actualmente. En este sentido, la concepción del investigador con respecto a su investigación, ya no sigue líneas teóricas sino pues, su “simple criterio”. A priori, la teoría es concebida como una sucesión de corrientes y escuelas desarrolladas a lo largo de la historia y no solo para las Ciencias Sociales, sino para cualquier otra ciencia. No podemos negar que muchas de las corrientes y enfoques que se mencionan en teoría, corresponden a un proceso social mayor dentro de las ciencias sociales, netamente influenciado por el contexto sociocultural como se explicó anteriormente. Por tal motivo, aún está presente la confusión entre que es “una teoría”, un “método”, un “enfoque” e inclusive un “modelo teórico”. 6


La primera distinción que debemos hacer es, la diferencia entre método y teoría, que aunque son términos muy relacionados frecuentemente, tienen conceptos completamente diferentes. Según Fernández (1989), la teoría correspondería: al conjunto de principios más importantes que se suelen aplicar en la interpretación de la cultura material. Y el método por su parte, constituiría, la aplicación de estos principios para la resolución de los problemas concretos. Otro concepto bastante explícito, es el ofrecido por Matthew Jhonson (2000), quien plantea que la teoría cubre el porqué, mientras que el método el cómo. Señalando los dos primeros conceptos, ahora nos referiremos a los que estructuran la teoría arqueológica actualmente: el modelo teórico arqueológico (MTA) y el enfoque teórico arqueológico (ETA). Para luego, con esos otros conceptos esclarecidos, ahondar en el concepto de Método Arqueológico (MA). •

El modelo teórico, será el rango más importante sobre una concepción básica, un modelo es una guia a seguir. En ciencias, un modelo puede ser entendido como el esquema teórico de un sistema o una realidad compleja que se elabora para facilitar su comprensión y el estudio de su comportamiento. Estrictamente en arqueología, un MTA será el primer contacto con la investigación que deseamos plantear, este nos proveerá de los diferentes enfoques que utilizaremos para entender nuestro problema. Sin embargo, el MTA, también llevará a nuestra investigación hacia temas predeterminados, el escoger un modelo teórico determina la forma en la que se visualizará la realidad, por ejemplo: “el modelo teórico procesual”. El enfoque teórico. En orden jerárquico, el MTA puede tener varios ETA, estos buscarán entender al problema desde una perspectiva más particular, es decir, una vez planteado el marco y los objetivos de mi investigación, tengo que plantear el cómo entenderé el problema desde unos supuestos previos que me permitan resolverlos, por ejemplo: “el enfoque sistémico”.

El método, como ya se dijo anteriormente cubrirá el cómo. Horacio Pardo (2003) postula con relación al método: “la palabra método proviene del griego methodos cuyo significado alude a un camino por el cual aproximarse a lo que debe conocerse”. El MA por tanto, corresponderá a la aplicación de los principios otorgados por los ETA para solucionar un problema planteado, por ejemplo: “el método hipotético-deductivo”.

Imagen 02: Esquema sintético de la jerarquización conceptual entre los términos: “modelo”, “enfoque” y “método”. Sin embargo, vale la pena tener en cuenta que al hablar de definiciones delimitadas como las anteriormente referidas, los conceptos pueden llegar a cambiar según los modelos e inclusive los enfoques teóricos. Por ejemplo, Horacio Pardo (2003) plantea que actualmente el método va mas 7


allá de solo las particularidades, para él, el método busca excluir el error, pero ¿esto es posible en las llamadas ciencias blandas? Los nuevos modelos teóricos también se plantean la misma cuestión y vale recalcar que los conceptos aquí ofrecidos nos servirán únicamente para entender la estructura de la teoría en la arqueología. Sin embargo, vale la pena tener en cuenta que al hablar de definiciones delimitadas como las anteriormente referidas, los conceptos pueden llegar a cambiar según los modelos e inclusive los enfoques teóricos. Por ejemplo, Horacio Pardo (2003) plantea que actualmente el método va mas allá de solo las particularidades, para él, el método busca excluir el error, pero ¿esto es posible en las llamadas ciencias blandas? Los nuevos modelos teóricos también se plantean la misma cuestión y vale recalcar que los conceptos aquí ofrecidos nos servirán únicamente para entender la estructura de la teoría en la arqueología. Los nuevos conceptos relacionados a modelos teóricos dentro de la misma teoría tendrán que ser tomados como información relevante y característica de ese modelo. En el caso particular de la hermenéutica, estas concepciones serán útiles, debido al constante uso de estos términos para referirse a distintos conceptos, así se hablará de un modelo teórico hermenéutico o post- procesual – aunque algunos autores argumentan que no existe un modelo postprocesual sino más bien una condición post-procesual (Acosta citando a Preucer: 1995) – el cual posee tres posiciones epistemológicas: la analítica, la hermenéutica propiamente dicha y la crítica. Los enfoques tampoco se librarán del uso de estos términos, pues hoy en día se habla de una “arqueología interpretativa” o “enfoque hermenéutico” que tratará exclusivamente del uso de la hermenéutica y añadirá concepciones como los “horizontes”. Así como también se manejará un método interpretativo o hermenéutico (Renfrew y Bahn: 2008) Hasta este punto, nos hemos enfocado en presentar un panorama general de la arqueología y particularmente de la hermenéutica. Sin embargo, siendo la labor del arqueólogo el entender las sociedades del pasado a través de los artefactos, ¿cómo deberíamos percibir la cultura material?. La concepción del pasado ha transitado por un extenso proceso que ya conocemos, sin embargo el cómo percibimos los artefactos influirá notablemente la información que pretendamos obtener, así los conceptos antes mencionados tendrán una propia manera de entenderlos y estudiarlos.

IV.

CRÍTICA Y PROCESUAL

COMPARACIÓN

ARQ.

POSTPROCESUAL

ARQ.

Con un conocimiento y distinción entre lo que significa enfoque y método, será mucho más sencillo poder comprender lo que en esta sección se desarrollará. Para empezar con la comparación entre “ambas arqueologías” es necesario recordar y analizar, en primera instancia el origen de las mismas, así como su respectiva percepción de “cultura”. Distintos autores se han referido sobre la posición antagónica de estas dos modelos teóricos entre ellos Hernando Almuneda, de quien nos valdremos para dar un panorama general sobre las distintas características que definen ambas arqueologías (véase imagen 03). La AP tuvo su origen allá por la década de los 60’ con Lewis Binford y sus dos emblemáticas obras: “Archaeology as Antropology” (1962) y “Archaeology systematic and the study of process culture” (1965), las cuales serán usadas como base teórica para la “Nueva Arqueología. Unos años más adelante, en 1968, David Clarke, introduciría la denominada “Teoría General de Sistemas” (véase la imagen 04), la cual consiste en la propuesta de una concepción de la cultura como un sistema conformado por subsistemas, en palabras del mismo Clarke en 1973: “consiste en un modelo estático y sistemático del equilibrio dinámico entre la red de subsistemas de un sistema sociocultural y el conjunto de su sistema medioambiental” (Clarke citado por Matthew Johnson: 2000). Dicho en términos más sencillos “una red intercomunicante de atributos o entidades que 8


conforman un todo” (Clarke, 1978:495), esta teoría pretende por tanto, observar las relaciones entre subsistemas y así contemplar la cultura “hacia afuera” – hacia el exterior – para entender cómo se adaptó un determinado sistema cultural (manifestación cultural), en vez de mirarla “hacia adentro”, hacia lo que piensa el individuo.

Imagen 03: Cuadro resumen de las tres corrientes o escuelas teóricas que dominaron las investigaciones arqueológicas a través del tiempo con sus características. (Almuneda: 2002) La Teoría General de Sistemas definió las investigaciones del modelo teórico procesualista, al comprenderlas también comprenderemos el modelo, por lo tanto expondremos en qué consiste con seis sintéticos aspectos, enunciados por Matthew Johnson (2000: 95): 1. Los sistemas son como son, porque están adaptados a un entorno externo. El término y el concepto de adaptación es muy usado en esta teoría debido a que el modelo teórico del cual desciende se fundamenta precisamente en eso. 2. Los sistemas son observables, evidentemente esta concepción no es literal sino más bien figurada, por cuanto no es posible observar los subsistemas componentes de los sistemas, sin embargo, lo que sí es posible, es construir y cuantificar las relaciones existentes entre ellos. Por ejemplo, no es posible observar, en base a la cultura material, un subsistema comercial, pero lo que sí es posible es medir el subsistema de comercio con la presencia de vasijas y relacionarlo con los diferentes contextos de uso comercial, que posean las mismas vasijas. 3. Los sistemas pueden ser modelados según se requiera, facilitando la formación de generalizaciones sobre los procesos culturales. Aunque se mantiene la idea de utilizar leyes rígidas y formales para la explicación del pasado, la Teoría General de Sistemas, otorga la posibilidad de “ablandar” el formalismo posibilitando el uso de generalizaciones. 4. Los subsistemas son interdependientes (o sea están relacionados uno con otros), por lo que cada cambio que se haga en alguna de las parte del sistema, afectará a la totalidad del mismo, pudiendo ser “positivos” o “negativos”, aunque siempre manteniendo el equilibrio u “homeostasis”. Debido a la orientación naturalista que posee la Nueva Arqueología, los Sistemas Sociales son continuamente comparados con los Naturales, los cuales tienden a mantener un estado de equilibrio en todo su momento, la intrusión de un elemento exógeno 9


modifica el Sistema Natural de manera positiva o negativa, pero tras un relativamente corto periodo de fluctuación regresa a un nuevo estado de homeostasis, lo mismo ocurriría con los Sistemas Sociales. 5. Los subsistemas se relacionan por la función que realizan; por ejemplo, si lo que se requiere es explicar las formas rituales (subsistema religioso) de un período en particular, se puede determinar según la función que realiza el ámbito religioso, los cuales otorgan legitimidad a la estratificación social (subsistema social), dicho de otra forma: se justifica un alto estatus social por la exclusividad de acceso a los dioses. Las relaciones entre subsistemas son examinados a manera de “correlación” y no de “efectos causales”; por ejemplo, es posible contemplar una intensificación en el tiempo de la actividad agrícola y “correlacionarla” con el aumento poblacional, sin embargo, poder identificar cual antecede a cual en el tiempo a modo de “causa – efecto” es, bajo esta teoría, poco productivo.

Imagen 04: Esquema de la “Teoría General de Sistemas” o “Visión Sistémica de la Cultura” realizado por David Clarke en 1976. (Jhonson: 2000) La APP por su parte, nace a finales de la década de los 80’ y se consolida en la década siguiente, su nacimiento responde a una reacción contra los excesos positivistas del procesualismo, y en un contexto marcado por planteamientos filosóficos postmodernos (como el rechazo del esencialismo patrocinado por Derrida: 1989 o Gadamer:1993), la pérdida de confianza en el método científico (postura defendida por distintos autores como Nietzsche o Heiddegger) y el giro lingüístico (concepción de que las acciones humanas son lenguaje). Una de las primeras referencias que recoge las concepciones postprocesuales es el libro “Social Theory and Archaeology” de Shanks y Tilley 10


(1987), en el, se expone lo anteriormente dicho y se propone una serie de críticas hacia la AP. Estas y otras críticas, debidamente referenciadas se expondrán a continuación: 1. La APP acusa a la AP de ser causante de una escisión entre el pasado y presente, esto debido a que la AP postula la existencia de un “sentido objetivo” en el cual, el pasado debe ser reconstruido a cabalidad por el arqueólogo. (Shanks y Tilley: 1987) 2. La ciencia positivista – refiriéndose a la AP – es un monologo, es una imposición de narrativas, una colonización de los pasados. (Vaquer: 2015) 3. El uso de la AP como modelo teórico pretendería la utilización de un discurso científico que monopolice las narrativas del pasado, imponiendo una lógica sobre la otra, totalizando y sistematizando la Historia (Levinas: 2002). Es un proceso de “violencia epistémica” (Gnecco: 1999). 4. La rígida sistematicidad de la AP no reconoce al individuo como un agente causal, debido a que arqueológicamente no es reconocible. Bajo este concepto, la AP “erróneamente” pretende explicar a la cultura como sistemas adaptativos capaces de generalizaciones (Hodder y Hutson 2003) Para la APP la cultura solo es “interpretada” pero nunca “explicada” y estas interpretaciones deben hacerse valiéndose de la hermenéutica, la cual se encuentra sustentada en asociaciones, secuencias y contextos; sin embargo, ¿cuáles son los efectos de adoptar un marco teórico hermenéutico en las interpretaciones del pasado?, sobre esta cuestión José Maria Vaquer (2015), señala dos consecuencias inmediatas: a. La primera es la de reubicar a la Arqueología, de las Ciencias Naturales a las Ciencias Humanas, las cuales se basan en la interpretación y no en explicaciones objetivas. b. Y la segunda consiste en considerar las consecuencias prácticas de las interpretaciones arqueológicas, a partir de las nociones de la "situación hermenéutica"4 – sostenida por Heidegger en su obra: “Interpretaciones Fenomenológicas sobre Aristóteles” (1922) –, de la "conciencia de la historia efectual"5 sostenida por Gadamer en su obra: “Verdad y Método I” (2003) y el “círculo hermenéutico” como indicador metodológico para evaluar las relaciones entre la parte y el todo entre los prejuicios y las interpretaciones (Vaquer: 2015). La APP propone, que al encontrarnos nosotros introducidos dentro de las Ciencias Humanas, jamás obtendremos un resultado objetivo del pasado, la función de la hermenéutica en este sentido es la de cuestionarnos sobre los intereses detrás de las interpretaciones y de esta manera realizar una 4

Sostiene que toda interpretación está conformada por tres elementos: un punto de mira, fijado explícitamente, una dirección de la mirada, que nos permite determinar el “como – algo” que nos permite precomprender el objeto de la interpretación y un horizonte de la mirada, determinado tanto por el punto de mira como por la dirección de la misma con un afán de incorporarle objetividad a la interpretación. Todo esto teniendo en cuenta que “el pasado sólo se manifiesta con arreglo a la resolución y a la capacidad de apertura de la que dispone el presente”. (Heidegger: 2002) 5 “[…]implica que nuestra conciencia actual está marcada y constituida por una determinada historia de la trasmisión, es decir, fue "efectuada" por la historia. En consecuencia, hay una conciencia de este ‘estar efectuada’ mismo. La misma historicidad se constituye en la situación hermenéutica. El entender o la aplicación no es, en primer lugar, el acto de un sujeto autónomo, sino un integrarse en el acontecer de la trasmisión donde pasado y presente se encuentran en una mediación constante. El mismo acto de la interpretación es parte de la efectuación de la historia, por lo que la relación que se constituye entre el intérprete y lo interpretado no es una relación de sujeto y objeto, ya que el sujeto se encuentra formando parte de la misma tradición que va a interpretar. En consecuencia, no existe una ‘visión objetiva’ de la historia, porque la interpretación es siempre un efecto de la misma que incluye al intérprete” (Vaquer referenciando el concepto de “conciencia de la historia efectual” de Gadamer: 2003)

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práctica crítica (Vaquer: 2015). La hermenéutica se convertiría por tanto, en una “dialéctica de preguntas y respuestas”, donde entender algo significa haber hallado la respuesta a nuestra pregunta, pero esta respuesta solo es nuestra con respecto a la forma en que fueron recogidas y transformadas por nosotros las preguntas. O sea, todo entender esta motivado por las preguntas, las cuales determinan de antemano la perspectiva del entender. V.

SITUACIÓN ACTUAL DE LA ARQUEOLOGÍA EN EL PERU

La arqueología actual del Perú en particular y de toda Latinoamérica en general no ha llegado a una cúspide teórica, es decir hasta hoy, no hay un fundamento teórico en arqueología para explicar la situación de los elementos de este territorio que de por sí, es completamente diferente al del lugar de donde vienen las “grandes teorías” que hoy aplicamos. Esta carencia de “teoría propia” genera en los investigadores, la necesidad de forzar las metodologías y encajar obligatoriamente la data proveniente de estos lugares que si cuentan con una solidez teórica, rica en enfoques y metodologías, como la europea o norteamericana. El acercamiento más claro hacia un planteamiento de aquí y que funcione aquí, que bien se podría considerar un “boom”, fue el de la Arqueología Social Latinoamericana, creado en la década de los 70s como resultado del 39º Congreso Internacional de Americanistas realizado en Lima, cuyo representante fue uno de los grandes exponentes de la arqueología peruana: Luis Guillermo Lumbreras, pero que con el afán de ser netamente social, utilizar al arqueólogo como un instrumento de lucha e incentivar el dialogo, se perdió entre la teoría sin llegar a una aplicación concreta. Y así una de los enfoques más notables que entró por la puerta grande se terminó yendo por la puerta trasera. Ante el análisis de las investigaciones contemporáneas, en la práctica de estas metodologías, se podría deducir que vivimos en un ambiente procesual, muy propio de los 60’s y 70’s. E incluso anterior a este, nos estancamos en los conceptos de Childe, hablamos de ecología cultural y de la funcionalidad de las piezas materiales. Sin embargo y aunque parezca contrario o antagónico, también interpretamos o al menos pretendemos ir al lado cognitivo detrás del objeto. El papel del arqueólogo reconstruyendo el pasado se enriquece con la visión de que, sin una realidad objetiva y totalizante, aún es posible conocer el pensamiento de un individuo como ente activo de una sociedad. Aunque suene absurdo pretendemos imparcialidad y seguimos defendiendo la posición de la arqueología como ciencia, nos encerramos en el uso del método hipotético-deductivo para las investigaciones. Hoy en día, ya no solamente nos seduce la idea de describir, de ver materiales o solo estudiar procesos generales, ahora queremos entender al individuo detrás del objeto, el problema es que aun aspiramos objetividad. A finales del siglo XX la tendencia interpretativa llegó al Perú, y aunque hoy es la más difundida entre los jóvenes o la generación de arqueólogos de la “nueva era” todavía se tienen muchas limitaciones en su aplicación. Ian Hodder, pionero y representante del post- procesualismo, mantiene una dura crítica hacia la tendencia generalizadora y cientifísta procesual, es precisamente contra eso, a lo que se opone esta corriente por excelencia interpretativa cuyo modelo teórico es la Hermenéutica. Estas nuevas ideas centraran su atención ya no en el objeto, ni su manufactura, ni los procesos detrás de él, sino que se enfocará en el ser activo detrás de él, el individuo. Esta visión es la que actualmente atrae a cada vez más “arqueólogos contemporáneos”, puesto que como se mencionó, el investigador sucumbe ante la necesidad de entender al individuo del pasado. Aunque ya existe una tendencia recién llegada que va tomando posición en Norteamérica gracias al ya mencionado Ian Hodder, quien posee el anhelo de evolucionar junto con la teoría. El post12


modernismo cuya idea básica es aplicar los enfoques necesarios independientemente del modelo según lo requiera el problema. Pues bien, la idea no es volvernos post-modernistas ahora, pues suena seductor y parece fácil, sin embargo, esta tendencia también requiere de un conocimiento basto en teoría arqueológica. VI.

EL MÉTODO HERMENÉUTICO Y SU IMPLICANCIA EN EL POSTPROCESUALISMO

La hermenéutica como el modelo teórico de la ARQUEOLOGIA POST-PROCESUAL, busca interpretar los símbolos proporcionados por un texto, considerando que cualquier objeto material lo es. El post-procesualismo basara sus propuestas o postulados en la interpretación y la aplicación de la hermenéutica en donde las ideas se acumulan sin alcanzar nunca un nivel de interpretación definitivo (Fernández: 1989). La parte subjetiva de la interpretación se compensará con la capacidad de respuestas múltiples o multivocalidad (Hodder: 1989). Sin embargo, es muy cuestionable la “coherencia” de estos postulados, para ello este modelo aplica una especie de filtros basándose en Collingwood: 1946 y otros autores, con los “criterios de validez” que discutiremos posteriormente. El método hermenéutico en este sentido, repercutiría dentro de la teoría arqueológica en dos maneras: la primera a) directamente en contra a la objetividad del pasado, defendido por el procesualismo de Binford y la segunda b) relacionada con la política, convirtiendo al pasado como “un discurso de poder que puede legitimar o cuestionar relaciones de poder existentes en el presente” (Vaquer: 2015), proponiendo que si la arqueología está fundamentada en la interpretación, entonces el pasado es consecuencia de una interpretación hecha en el presente. Con relación a esta última repercusión, Shanks y Tilley (1987) proponen al pasado como una narrativa con efectos políticos en el presente. VII.

LA HERMENEUTICA EN EL QUEHACER ARQUEOLÓGICO

Una vez ya introducido al lector hacia la visualización de la hermenéutica dentro de la Arqueología Post-procesual, así como aclarado ya, la distinción entre los conceptos de método y enfoque hermenéutico y su correcta aplicación y delimitación, es de menester en este apartado definir cómo la hermenéutica nos otorga un marco teórico para abordar el quehacer arqueológico. Para desarrollar la temática de este apartado nos apoyaremos en la propuesta de José María Vaquer (2015), y separaremos de manera arbitraria el quehacer arqueológico en dos aspectos: a) uno ligado a la práctica de campo específicamente y b) el otro relacionado con las interpretaciones producto de la evidencia material obtenidas del primero. Nos centraremos en el segundo aspecto que es el que nos concierne para desarrollar el artículo, en primer lugar es necesario revisar nuevamente el concepto de situación hermenéutica, y recordar que este posee tres elementos: un punto de mira, una dirección de la mirada y un horizonte de la mirada, teniendo claro esto podemos señalar que existirán tantas interpretaciones como situaciones hermenéuticas existan. Una vez asumido como cierto tal proposición, para Vaquer existen por lo menos existen tres narrativas sobre el pasado sustentadas todas en lógicas diferentes: a) una lógica científica, que depende la interpretación científica de la cultura material, b) una lógica local, que consiste básicamente en una interpretación del pasado en términos de las interpretaciones locales (como lo conciben los propios) y finalmente c) una lógica del investigador, que depende de las interpretaciones subjetivas producto de las experiencias de vidas de los agentes. Pero, ¿qué es lo que sucede si solo se tiene en cuenta la lógica científica para la narrativa del pasado?, se volvería a la práctica de violencia epistémica referida en un pasado apartado, donde se imponga una verdad por encima de la otra y no se aperture el dialogo. El quehacer arqueológico debe ser en todo momento de su proceso, una experiencia dialógica. 1. EL PASADO COMO TEXTO 13


Shanks y Tilley (1987), defensores de la aplicación del método hermenéutico en la Arqueología Postprocesual, consideran a la cultura material como una expresión que permite la comunicación, “una forma de escritura o discurso silencioso”, consideran además, que la relación entre la forma material y el contenido significado presente en el, se evidenciaría de manera mucho más simple en una situación prehistórica debido a la sencillez de la misma. En tal sentido, es necesario tener en cuenta algunas cuestionamientos correspondientes al hombre y su vínculo con la sociedad en donde se desarrollan, cuestiones que nos permiten esclarecer si esta forma comunicativa materializada (cultura material), corresponde a una expresión ampliamente autónoma de la persona o si corresponde a una estructura en relación con los procesos sociales que engloban, definen y crean al individuo. No es para nada recomendable seguir una visión teorica exclusivamente humanista que le otorgue al individuo una sucesión de atributos y capacidades muy especificas. Así como tampoco lo es, sostener una postura radicalmente anti – humanista (como Althusser y Balibar: 19706), en donde no se le otorgue relevancia alguna al individuo como tal. La hermenéutica en este sentido, propondría reconstruir el significado humano entendiéndolo como producto de sistemas compartidos de significación, reconociendo al individuo no como un agente constructor del lenguaje y de la cultura material sino más bien como un producto de ellos, el lenguaje y la cultura material anteceden al individuo, cualquier significado que el hombre pueda articular sobre el mundo depende de la construcción de ese mundo, por medio del lenguaje y de la cultura material. Según lo dicho, es necesario entender la existencia de una doble “condición hermenéutica”: por un lado el marco de significados del investigador, un agente que pretende comprender un pasado inexistente en el presente y por otro lado, la cultura material que este estudia. La primera condición pone en manifiesto que comprender efectivamente es un relación histórica (Gadamer: 1975), que se encuentra íntimamente relacionada a la tradición del investigador y a su propia vida, puesto que cada persona contiene un “paquete de prejuicios”. Es debido a esto precisamente, que el número de situaciones hermenéuticas son directamente proporcionales al número de agentes sociales que realicen interpretaciones del pasado. Convirtiendo a la arqueología en un estado interpretativo y por defecto en multivocal (Hodder: 1999). Bajo esta perspectiva, el pasado se convertiría es un texto, la cultura material se convierte en una forma de comunicación, la hermenéutica en el diálogo sobre el texto, donde los interlocutores varían en sus interpretaciones y los autores primigenios no existe en el presente. 2. CRITERIOS DE VALIDEZ: PROPUESTA DE UNA METODOLOGÍA Sin duda, existe una paradoja en la aplicación de la hermenéutica en la arqueología y esta es que al igual que el método hipotético – deductivo no nos permite notar el aspecto subjetivo de las explicaciones del pasado, el método hermenéutico no nos permite notar que tan objetivas (lógicas) pueden llegar a ser nuestras interpretaciones del pasado (Criado: 2006). Hablar de métodos en la interpretación puede sonar aparentemente contradictorio y lo es, en la medida en que las interpretaciones no saben de métodos y tanto el método como las interpretaciones, no son conceptos conciliables. Sin embargo como propuesta para solucionar el, quizás involuntario, excedente subjetivista, Felipe Criado Boado (2006) propone el método interpretativo, un procedimiento “desubjetivizador” que otorga cierta “validez básica” a las interpretaciones evitando que estas se extravíen. 6

Althusser, Louis; Balibar, Etienne. 1970. Para leer El Capital. Trad. de Martha Harnecker, Buenos Aires: siglo XXI

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Este método consta en su desarrollo de dos fases o periodos: a) el primer periodo referido a la enunciación de interpretaciones y b) una segunda con respecto a la interpretación de las interpretaciones. Con respecto al primer periodo, este permite expresar distintas hipótesis interpretativas y contrastar su validez y coherencia, esto quiere decir, analizar si la estructura de las hipótesis interpretativas propuestas aparece en distintos ámbitos de la formación cultural. La recurrencia estructural funciona, en este sentido, como el generador de las hipótesis y a su vez como una forma directa de comprobación, esta comprobación no es explicativa ya que no nos da a conocer el principio a la que responde tal fenómeno de formación cultural, sino más bien es de contraste con la regularidad en otros casos. Como dice Criado, esta primera parte es por sí misma un método de gestión de hipótesis, que nos permite saber si estas son licitas y coherentes. Es generar conocimiento con la menor cantidad de intrusión del investigador posible, tan solo comparando. En relación a la segunda fase del método interpretativo, “la interpretación de las interpretaciones”, puede entenderse como redundante, ilógica o en el mejor de los casos paradójica, pero es esta parte en particular, la que pretender otorgarle “objetividad” a nuestra interpretación. Hasta este punto ya tenemos una cantidad determinada de “hipótesis/interpretaciones” formuladas a partir de la recurrencia estructural, ahora es momento de interpretarlas. Criado Boado la define por sí misma como un método de recuperación de la razón perdida, la razón por la cual podamos “comprender” (entendiendo “comprender” dentro de los parámetros no positivistas del método hermenéutico) una realidad anteriormente reducida a hipótesis. Esta sección no propone un tipo de explicación nomotética, causal o deductiva como la de Hempel, sino una “interpretación objetiva” o sea contrastada, la cual se gesta no desde la pura subjetividad del intérprete sino del horizonte de subjetividad del que pertenece el fenómeno interpretado. Pero ¿cómo se concretiza esto?, utilizando modelos interpretativos alternativos tomados (debido a la naturaleza del método hermenéutico) del saber antropológico, histórico y porque no del etnográfico (diferenciándola arbitrariamente del saber antropológico), estos modelos son teóricos por tanto necesitan de horizontes de subjetividad diferentes sobre los cuales poder contextualizar la interpretación, así que será necesario poder contrastarlos en primer lugar con la realidad empírica. La arqueología es la única disciplina que estudia los sujetos por medio de la cultura material obtenible, la antropología, la historia y la etnografía no, por lo que no sus modelos nos serán aplicables en su totalidad, sin embargo es posible construir modelos sustitutorios. Cabe resaltar que estas dos fases no necesariamente tienen que ir siempre juntas, sin embargo para un cierto peso metodológico es recomendable de que se aplique según lo señalado. VIII.

CONSIDERACIONES FINALES

Finalmente y después de todo lo expuesto cabe recalcar algunos puntos de este debate. En primer lugar la corriente procesual y la post-procesual, como modelos teoricos, pretenden estudiar el pasado pero desde perspectivas diferentes. La mayor diferencia entre estas tendencias es pues, que la primera propone estudiar a la sociedad como un todo, mientras la otra centrará su atención en entender al individuo de esta sociedad como actor y autor principal. No es que todas las tendencias expuestas sigan caminos irreconciliables, los variados enfoques de cada una, aunque siguen su propia línea metodológica pueden manejarse con innovaciones en su aplicación. Es posible llegar a creer que un modelo teórico nos limita metodológicamente, pero en realidad nos lleva a centrarnos en un problema específico, pues nuestra emoción como arqueólogos novatos, como “hacedores de la historia”, nos hace creer que podemos dedicarnos a un todo general, cuando en la práctica, esto no es posible.

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Muchos autores argumentan que hablar de modelos y enfoques teóricos hoy en día es innecesario, pero incluso con las tendencias más contemporáneas es necesario su conocimiento. El postmodernismo a nuestro modesto parecer, no se podría definir como una corriente debido a que no presenta un modelo teórico o una estructura específica, aún con la conocida “Teoría del Sistema Mundo”; sin embargo, es necesario reconocer también que el postmodernismo al caracterizarse por el uso de distintos modelos, enfoques y métodos para resolver un determinado problema, requiere de un vasto conocimiento de teoría arqueológica. Desde el título, el presente artículo pretende dar algunos alcances de lo que es la hermenéutica, su origen y la aplicación del modelo en la arqueología, al mismo tiempo expone este aparente divorcio teórico entre el procesualismo y el post-procesualismo. Cabe aclarar que muchos de los postulados que ahora sostiene la hermenéutica y otras tendencias contemporáneas, nacen como postulados de otras tendencias anteriores, así como también conviene decir que muchos conceptos nuevos han sido asumidos por tendencias aparentemente herméticas, ampliando su alcance pero nunca cambiando su base epistemológica, tal es el caso del “procesualismo cognitivo” propuesto por Renfrew, que usa el método individualista, a pesar del carácter generalista del procesualismo puro. Muchos temas sobre la hermenéutica y la arqueología en general, se irán desligando a lo largo del desarrollo del artículo, mostramos algunas propuestas de posibles problemas teóricos que cualquier interesado en teoría podría aborda, entre ellos: “la hermenéutica ontológica o ética”, ahondar en el tema del “aspecto político de la arqueología”, “la cultura material vista desde otros horizontes”, “la idea del Otro en la concepción del pasado como texto y como comprenderlo”, “la hermenéutica filosófica y su aplicación relativamente pura”, etc. Enfatizamos en fomentar el interés del lector por la teoría arqueológica, para en un futuro no tan lejano poder organizar más conversatorios, coloquios o congresos, íntegramente abocados al aspecto teórico y metodológico, esperamos además que este artículo sea entendido como ilustrativo de las corrientes por la que atravesó la Arqueología como disciplina científica y la hermenéutica por tratarse de un tema conceptual conflictivo, pero no como defensor de una postura en particular. Aunque nuestras tendencias personales como investigadores siempre están presentes, esperamos que en el desarrollo del presente, no hayamos caído en la imposición de una postura por encima de la otra. IX.

CONCLUSIONES

La arqueología peruana en particular y latinoamericana en general necesitan un cambio en cuanto a la importancia de la teórica arqueológica. Los cambios de la arqueología a lo largo del tiempo son un reflejo de la dinámica social del presente en el cual se desarrollan, lamentablemente la gran mayoría de los modelos y enfoques responden a problemáticas propias de Europa y Norteamérica. Se hace necesaria la incursión de investigadores en el campo de la teoría con modelos aplicables a realidades de acorde a nuestro territorio. El papel de la arqueología se basará en el estudio de los restos materiales para entender el pasado de una sociedad, según la visión hermenéutica el sujeto tenderá a tener algo más de valor que el material, este es uno de los puntos muy criticados a este modelo, pues el modificará a la pieza. Así el rol del material seria reducido a un medio para estudiar al individuo u actor social tras él. El entender un objeto como un texto cambiara completamente la idea de la arqueología a nivel global, sin embargo, también causará ciertas “deficiencias metodológicas” que traerá como resultados nuevos enfoques que relacionan cada vez más la filosofía y la psicología con la arqueología. Uno de los grandes cuestionamientos entre el procesualismo y el post procesualismo es la visión que estas tendencias poseen, con una mirada procesual pretenderemos ser generalistas y hablar de fenómenos a nivel de sociedades mientras que con una idea post procesual la visión tenderá a ser

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individualista, es decir, buscará entender los procesos mentales de un individuo dentro de una sociedad. Debemos olvidar la disputa procesual vs anti procesual, ambas tendencias han aportado grandes enfoques para resolver los distintos problemas que engloba el “entendimiento” del pasado, sin afán de sonar posmodernistas y dejar de juzgar tendencias para enfocarse en resolver problemas, vamos a notar que estas barreras antes irreconciliables se están rompiendo, un ejemplo claro es la arqueología del paisaje cuyos aportes pueden ser aplicados tanto a problemáticas procesuales como postprocesuales e incluso la misma arqueología cognitiva que es una propuesta procesual para entender el pensamiento humano. Creemos que el tiempo irá haciendo que estas diferencias entre enfoques, varíen. Al hablar de teoría también tenemos que hablar de problemática que esta engloba, donde es necesario resaltar que esta también será determinada por el modelo u enfoque que pretendemos seguir, es absurdo tratar de entender procesos cognitivos con teoría del sistema mundo por ejemplo, estas predeterminaciones problemática-enfoque por parte de la teoría serán las culpables de la variabilidad de los trabajos. Entender un concepto tan general como modelo, método y enfoque aplicados a teoría o en este caso particular al entendimiento del presente se hace necesario para homogenizar las ideas del lector, limitar estos conceptos y atribuirles una jerarquía ayuda mucho a diferenciarlos, sin embargo y es un problema común algunos autores no concebirán los mismos conceptos en ese estado, es más algunos ni siquiera van a creer en una jerarquía, debemos recalcar que la separación de estos conceptos en el presente son arbitrarios y por fines netamente académicos dentro de la dinámica del trabajo , mas no deben verse como conceptos generales para cualquier ámbito en la teoría. El papel de la subjetividad del intérprete o investigador es un tema muy profundo, la idea es casi unánime, no podemos ser 100% objetivos, eso es imposible y mucho menos tratándose de procesos humanos, hasta el procesualismo con el corte positivista lo acepta, he ahí el porqué de la teoría del rango medio, no existirán verdades absolutas, pero si esta teoría funcionó para el procesualismo, el post procesualismo también debe manejar este criterio, el modelo hermenéutico presentara variantes ante una interpretación sin embargo estas también requerirán de un rigor por lo menos de coherencia, sino se acercarían al exceso que cometió el estructuralismo y que lo hizo perder credibilidad ante la comunidad científica. Este rigor de coherencia lo establecerán los criterios de validez, que serán muchos pero que en este artículo usamos los más generales y aplicados a las ciencias sociales. Aun así los criterios también variaran según los autores algunos mencionarán relaciones territoriales, coherencia y variables mientras otros como la expuesta aquí irán hacia temas más concretos. X.

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