HECHOS DE PAZ IV-VI - 5/5

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Líderes de las distintas fuerzas políticas del país acordaron "respaldar la política de Estado en su lucha frontal contra el paramilitarismo", en una reunión con el secretariado de las FARC-EP.En la foto, Fabio Valencia Cossio, presidente del Senado; el alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo; Horacio Serpa, director del Partido Liberal; Manuel Marulanda Vélez, jefe de las FARC-EP;y Joaquín Gómez, vocero del grupo armado en la Mesa de Diálogo. San Vicente del Caguán, 28 de abril de 1999.

Emilio Martínez, presidente de la Cámara; Víctor G. Ricardo, Alto Comisionado para la Paz; Fabio Valencia Cossio, presidente del Senado; Horacio Serpa, director del Partido Liberal, y Omar Yepes, director del Partido Conservador, con Manuel Marulanda Vélez, comandante de las FARC-EP,en los diálogos por lograr acuerdos que permitan trabajar en la búsqueda de una solución al conflicto armado. San Vicente del Caguán, 28 de abril de 1999.

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ENCUENTRO DE LOS DIRECTORES DE MEDIOS DE COMUNICACiÓN CON LAS FARC-EP

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Con la coordinación del alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo, directores de los medios de comunicación, entre otros, Francisco Díaz de TV Hoy; Daría Arizmendi, de Caracol Radio; Luis José Restrepo, del periódico La Patria; y Yamid Amat, de Caracol TV, se reunieron con los voceros de las FARC-EP, con el ánimo de lograr un acuerdo que conduzca a la reconciliación nacional. San Vicente del Caguán, 30 de abril de 1999.

El alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo; algunos de los directores de los medios de comunicación, junto con los voceros del grupo insurgente intercambian opiniones en el esfuerzo por conseguir la paz. San Vicente del Caguán, 30 de abril de 1999.

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El alto comisionado para la paz Víctor G. Ricardo; Darío Arizmendi, director de Caracol Radio; Raúl Reyes y Joaquín Gómez, voceros de las FARC-EP,dentro de un ambiente de cordialidad, en una de las reuniones sostenidas para lograr un acuerdo en el proceso de paz. San Vicente del Caguán, 30 de abril de 1999.

El alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo, Yamid Amat, de Caracol Noticias, Isaac Lee, de Revista Semana y Daniel Coronel, de NTC Noticias, con Raúl Reyes y Joaquín Gómez en el análisis de documentos en el esfuerzo por lograr la paz en Colombia. San Vicente del Caguán, 30 de abril de 1999.

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El alto comisionado para la paz Víctor G. Ricardo y Yamid Amat, director de Caracol Noticias, en un receso de la reunión que sostuvieron los directores de los medios de comunicación con los voceros del grupo armado. San Vicente del Caguán, abril 30 de 1999.

El alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo, miembros de los medios de comunicación e integrantes del grupo insurgente en una de las reuniones que se adelantan con el propósito de encontrar una solución al conflicto armado. San Vicente del Caguán, 30 de abril de 1999.

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ENCUENTRO DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA Y EL ALTO COMISIONADO PARA LA PAZ CON LAS FARC-EP

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El presidente de la República, Andrés Pastrana Arango, y Manuel Marulanda Vélez, líder de las FARC-EP,en el encuentro en Caquetania donde realizaron un balance sobre el trabajo realizado hasta ahora en el proceso de diálogo. 2 de mayo de 1999.

Los avances en el desarrollo del proceso por conseguir la reconciliación nacional son analizados por el presidente de la República Andrés Pastrana Arango, y Manauel Marulanda Vélez, comandante de las FARC-EP,en las selvas colombianas. Caquetania, Caquetá, 2 de mayo de 1999.

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Con decisión, el presidente de la República Andrés Pastrana Arango, junto con Manuel Marulanda Vélez, jefe de las FARC-EP,evalúan el serio y responsable trabajo realizado en la Mesa de Diálogo próxima a finalizar. Caquetania, Caquetá, 2 de mayo de 1999.

El presidente de la República Andrés Pastrana Arango, el alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo y Manuel Marulanda Vélez, jefe del grupo armado, reunidos en Caquetania, reafirman una vez más la voluntad política indeclinable de las partes de encontrar una solución al conflicto armado. 2 de mayo de 1999.

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El presidente de la República Andrés Pastrana Arango, el alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo, y Manuel Marulanda Vélez, jefe del grupo armado, en la reunión de la evaluación del desarrollo del proceso de diálogo para construir la paz. Caquetania, Caquetá, 2 de mayo de 1999.

El presidente de la República Andrés Pastrana Arango, el alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo, el secretario privado del presidente de la República, Camilo Gómez Alzate, reunidos con Manuel Marulanda Vélez, comandante de las FARC-EP,Joaquín Gómez y Raúl Reyes miembros del secretariado de esta organización, en un análisis abierto, cordial y sincero sobre los avances del proceso de diálogo. Caquetania, Caquetá, 2 de mayo de 1999.

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El presidente de la República Andrés Pastrana Arango y Manuel Marulanda Vélez, comandante de las FARC-EP, en el complejo camino de la construcción de la reconciliación entre los colombianos. Caquetania, Caquetá, 2 de mayo de 1999.

El presidente de la República, Andrés Pastrana Arengo, con Jorge Briceño, Raúl Reyes, miembros del secretariado de las FARC-EP,escuchan del alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo, la lectura del documento acordado al finalizar la reunión. Caquetania, Caquetá, 2 de mayo de 1999.

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El presidente de la República, Andrés Pastrana Arango, junto con Manuel Marulanda Vélez, máximo jefe de las FARC-EP,firmaron el acuerdo que surgió al término de la reunión; los observan el alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo; Jorge Briceño y Joaquín Gómez, del secretariado de la organización armada. Caquetania, Caquetá, 2 de mayo de 1999.

Al finalizar la reunión van de salida el presidente de la República, Andrés Pastrana Arango y el alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo. En la foto lo acompañan Manuel Marulanda Vélez, Raúl Reyes y Jorge Briceño, de las FARC-EP.Caquetania, Caquetá, 2 de mayo de 1999

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RUEDAS DE PRENSA

APOYO INTERNACIONAL


El alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo, y Joaquín Gómez en una rueda de prensa durante el proceso de los diálogos de paz. San Vicente del Caguán, abril de 1999.

El presidente de la República, Andrés Pastrana Arango; el presidente de Cuba, Fidel Castro; el alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo; los ministros de Cultura y Medio Ambiente, Alberto Casas y Juan Mayr, en el desarrollo de la Diplomacia por la paz, con la que se busca el respaldo internacional en la construcción de la paz. La Habana, Cuba, 15 de enero de 1999.

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ACTA ORIGINAL DEL ACUERDO POLíTICO CON LAS FARC-EP

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COMUNICADO ORIGINAL SUSCRITO POR EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA Y EL JEFE DE LAS FARC-EP

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SOBRE ALGUNOS ARTÍCULOS DE PRENSA



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B, ¿PERVERSO?

EL TIEMPO, 2 de septiembre de 1999.

Víctor G., se está acercando cada vez más no a la paz, sino al apaciguamiento. Y, lo que es más grave, está convirtiendo al presidente Pastrana en un rehén de la paz. Por JUAN MANUEL SANTOS Todos los colombianos queremos -de todo corazón- que las negociaciones de paz tengan éxito. Una salida política al conflicto armado, lo que se podría denominar como el Plan A, es lo lógico, lo sensato y sin duda lo que más le conviene al país. Por eso el presidente Pastrana ha recibido el respaldo de las fuerzas políticas sin excepción y de la comunidad internacional en su loable empeño por sacar adelante el Plan A. Pero hay una gran diferencia entre una política de paz y una política de apaciguamiento. La primera consiste en convencer a los actores del conflicto de que prolongar la guerra es a la larga mucho más costoso que sentarse a negociar y diseñar un nuevo proyecto de país. Una Colombia donde todos sus ciudadanos, sin distingo de ninguna naturaleza, sientan que de una u otra forma les puede ir mejor que con la situación que hoy tenemos. El apaciguamiento es muy diferente: es aquella situación en la que solamente una de las partes piensa que la guerra le resulta mucho más costosa y por consiguiente está dispuesta a hacer todo tipo de concesiones con tal de mantener a la contraparte interesada en la negociación. La historia nos ha enseñado que dicha estrategia no conduce a la paz sino que fatalmente termina en guerra o rendición. El de Chamberlain es apenas uno de los muchísimos ejemplos.

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Para que una negociación sea exitosa es indispensable que las partes realmente sientan que pararse de la mesa les resulta más costoso que llegar a un acuerdo. Es un principio básico y elemental de la técnica de las negociaciones. Para que el Plan A pueda tener viabilidad es importante que las partes consideren que el Plan B les puede salir más caro. Pero para que esto se dé, es indispensable que exista efectivamente un Plan B. La alternativa a las negociaciones con las FARC, o sea el Plan B, es la intensificación del uso legítimo de la fuerza del Estado, inclusive con cambios legislativos que hagan esta opción verdaderamente factible. Es lo que en forma inteligente y responsable quiso hacer el ex ministro Lloreda en su empeño por fortalecer las Fuerzas Militares, y lo que ahora pretende hacer Luis Fernando Ramírez: tener una opción no solo en el evento de que fracasen las negociaciones sino que sirva también de estímulo para que estas tengan éxito. No es una posición guerrerista, como lo han calificado algunos sino realista y conveniente. En este contexto lo que resulta francamente insólito es que el Comisionado de Paz considere "perverso" siquiera hablar de un Plan B. Es increíble que nadie le haya reclamado semejante salida en falso (luego ratificada por su jefe), que no sólo contradice la exitosa gestión del ministro Ramírez en vvashington, sino que confirma que el doctor Víctor G., se está acercando cada vez más no a la paz sino al apaciguamiento. Y lo que es más grave, está convirtiendo al presidente Pastrana en un rehén de la paz. Ramírez fue a Washington a buscar más ayuda para las Fuerzas Militares. Pintó una situación tan dramática y fue tan convincente que pidió 500 millones de dólares y muchos altos funcionarios, entre ellos el General McCaffrey, están abogando por el doble. Nuevas señales contradictorias entre el Comisionado y el Mindefensa no sólo ponen en peligro la ayuda sino que contribuyen a debilitar la ya mermada credibilidad del proceso ante la comunidad internacional. Un Plan B es necesario para la negociación. Es además una obligación constitucional y un requisito indispensable para que la ciudadanía apoye

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el proceso de paz. Un Plan B restablece el equilibrio porque hoy los únicos que tienen Plan B son las FARC. Un Plan B es además importante para mantener la moral de la tropa. ¿Qué pensará un soldado en el campo de batalla cuando un alto representante del gobierno dice que es perverso pensar en prepararse mejor para luchar contra la guerrilla? Un Plan B es lo que realmente le da posibilidades al Plan A. Sobre esto no nos equivoquemos. Los de las FARChan demostrado que son duros en el campo de batalla y por consiguiente en la mesa de negociación. Para lograr un acuerdo se necesita que el Estado tenga capacidad para ser igualmente duro en los dos escenarios. O como dice el viejo adagio de la política, en materia de paz todos deseamos lo mejor, pero debemos prepararnos para lo peor.

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CARTA DEL ALTO COMISIONADO PARA LA PAZ VÍCTOR G. RICARDO A JUAN MANUEL SANTOS, COLUMNIS1J'\ DE EL TIEMPO

Santa Fe de Bogotá, D.

c., 2 de agosto de 1999

Doctor JUAN MANUEL SANTOS Ciudad Apreciado doctor: Me refiero a su columna de El Tiempo del día 30 de julio pasado, en la que expresa algunas opiniones acerca del proceso de paz y en particular sobre la forma en que he calificado las especulaciones relativas a la existencia de una Plan B, como perversas. No hay en la política de paz dos planes alternativos, sino una decisión firme y una opción seria de obtener la reconciliación nacional a través de un proceso político de diálogo y negociación. Como es apenas natural, ese proceso no significa que el Estado renuncie a sus obligaciones constitucionales y legales para dialogar, ni que deje de combatir a los grupos armados que actúan en el territorio nacional, tarea que viene cumpliendo la Fuerza Pública, bajo las directivas de su Comandante Supremo. La búsqueda de la paz por la vía política implica que mientras no se logre convenir los términos de un cese al fuego, será necesario actuar militarmente preservando nuestro ordenamiento jurídico y por tanto en defensa de la Constitución y la ley.

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No obstante, no han faltado en Colombia quienes proponen que lo que busca el Gobierno Nacional con el proceso es llenarse de razones para justificar, el inicio de una ofensiva total contra la insurgencia como si su decisión de llevar adelante los diálogos y la negociación obedeciera a una táctica de guerra y no de paz. Y esa doctor Santos, es una equivocación de tamaño mayor. El proceso de paz no es la planificación de una derrota; como usted, las inmensas mayorías de colombianos desean fervorosamente su éxito. Sabe el Gobierno que ese es el anhelo nacional y se ha empeñado a fondo en alcanzarlo. De fracasar este esfuerzo, lo que quedaría no es un "Plan B", sino la necesidad de preservar e intensificar la acción militar del Estado ante la amarga y dura realidad de confrontación que acompaña nuestra historia desde hace más de cuatro décadas. Serán muchas las dificultades que el proceso de paz encuentre a su paso. Es importante preparar a la sociedad para transitar un camino que será largo y tortuoso, pues su respaldo es definitivo para el éxito final. Ese respaldo se socava gravemente cuando se insinúa y se expande el rumor de la existencia en el Gobierno de intenciones distintas y alejadas a las que ha propuesto el Presidente en su política de paz. Lo que termina por vendérsele a los colombianos, en forma perversa, es que el proceso de paz es una farsa y que no debe creerse en él. En concordancia con el artículo 20 de la Constitución Nacional, me permito solicitarle se publique la presente comunicación en la misma página y en la misma columna en que se publicó el artículo, a fin de garantizar la equidad y las condiciones que deben cumplir los medios para realizar las publicaciones veraces e imparciales.

Cordialmente, Víctor G. Ricardo Alto Comisionado para la Paz

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PASTRANA SIN PARTITURA PARA LA PAZ EL NUEVO HERALD, Gerardo Reyes Santa Fe de Bogotá, D. C, martes 17 de agosto de 1999.

En una breve conferencia de prensa que ofreció el martes pasado en esta ciudad, el subsecretario de Estado estadounidense Thomas Pickering, no pudo ocultar con su lenguaje diplomático lo que muchos colombianos hace rato sospechaban, y es que al parecer el presidente Andrés Pastrana no tiene definida una estrategia para la paz. A una pregunta de una reportera sobre la forma en que Estados Unidos está dispuesto a colaborar con Colombia en el proceso de paz, el funcionario respondió en español: "El presidente Pastrana me dijo que está formando para el futuro una estrategia completa para Colombia para su objetivo de lograr la paz en el país", dijo Pickering. Tan pronto esté lista esa estrategia, agregó, "vamos a consultar sobre la forma clara y exacta de nuestra ayuda para continuar la posibilidad de apoyar a Colombia". La declaración de Pickering quedó perdida en los titulares de prensa que se concentraron en el rechazo del funcionario a la idea de una intervención militar estadounidense, pero para quienes siguen de cerca el proceso, constituyó una prueba más de que Pastrana no tiene partitura para la paz. "No tienen ni idea", dijo el analista Eduardo Pizarro, director del Instituto Político y de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional. Pizarro se refería al presidente Pastrana y a su comisionado Víctor G. Ricardo. Según el analista tanto el mandatario como su asesor han excluido a la sociedad de la participación en el proceso de paz con un criterio político.

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"Ellos han dicho: quedémonos con los créditos de la paz y hagamos una comisión solamente de amiguitos", dijo Pizarro. "y si alguién se acerca, Víctor G., lo quiebra". El canciller, Guillermo Fernández de Soto, un cercano asesor en materia de paz del Presidente, dijo a El Nuevo Herald que las declaraciones de Pickering fueron mal interpretadas, pues el funcionario estadounidense aplaudió la estrategia de paz de Pastrana. En la transcripción de la conferencia de prensa ofrecida por Pickering en el Palacio de Nariño no hay una sola referencia elogiosa a una estrategia del Presidente. Para Ricardo las críticas de la falta de un proyecto definido no tiene fundamento, pues en un país como Colombia, donde hay tantos factores en juego y los acontecimientos se desarrollan en una forma vertiginosa, no hay tiempo ni condiciones para hacer planes. "El proceso de paz es como una pieza de jazz en la que hay que improvisar, tocar sin partitura", ha dicho en varias ocasiones el comisionado. Los analistas creen que una buena inprovisación es tambien un arte en la que el gobierno ha dado muestras de estar perdido. "No puedo negar que muchas cosas se manejan a bandazos, con mucho folclor", dijo un funcionario del gobierno que pidió no ser identificado. Con o sin partitura, la política de Pastrana en materia de paz es un enigma que deja a los analistas sin pronósticos de los movimientos del Presidente en este campo. Al misterio contribuye el hecho de que Pastrana sólo consulta a un grupo reducido de asesores que a su vez son muy parcos al declarar a los medios de comunicación. Entre la ansiedad de la opinión pública por saber lo que está ocurriendo y el silencio de los asesores, surge una avalancha de especulé:-:iones sobre el proceso de paz que ha creado un estado permanente de zozobra informativa en el país. "Hoy nadie sabe hacia dónde va el proceso de paz", dijo Juan Manuel Santos, dirigente del Partido Liberal que participó en la primera etapa de los

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esfuerzos de paz con el Presidente. "Pastrana casi no escucha a nadie. Escasamente a Víctor G., que es un político de corte regional que nunca ha figurado por una gran idea, es un 'yesman' que le cuenta al Presidente lo que éste quiere escuchar". Juan Gabriel Uribe, consejero político de Pastrana, asegura que el mandatario está constantemente en contacto con representantes de la sociedad y personajes extranjeros para escuchar sus opiniones. "No es cierto que escucha a poca gente", dijo Uribe a El Nuevo Herald. "Sus asesores tienen contactos con empresarios como Nicanor Restrepo, miembro de la Comisión de Paz, periodistas y expertos en el sector académico". A nivel internacional, Pastrana consulta al jefe del gobierno español, José María Aznar; al gobernante cubano, Fidel Castro, y recibe consejos públicos y privados del presidente Bill Clinton, explicó Uribe. "De Castro siempre recibe el mismo consejo: paciencia y más paciencia, y un poco de más paciencia", agregó el asesor. Pero el día a día del proceso lo maneja Pastrana con Ricardo, el canciller y su amigo personal Luis Alberto Moreno, embajador de Colombia en Washington, según fuentes consultadas por El uevo Herald. Un experto extranjero en los procesos de paz de Centro América que visitó a Colombia en los primeros meses de este año para conocer los esfuerzos de los organismos internacionales, dijo que había regresado a Estados Unidos con la impresión de que los asuntos de la paz se manejaban con un criterio de "conciliábulo". "Los colombianos son muy sensibles, muy territoriales, y me quedé con la impresión de que no quieren que nadie de afuera meta las narices en el proceso", dijo el experto que prefirió no identificarse. Un incidente que dejó la impresión del estilo de "camarilla" del manejo del proceso de paz fue la renuncia del ministro de Defensa, Rodriga Lloreda. El

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ministro renunció alegando que a pesar de ser un funcionario el proceso, el asesor del Presidente no pasaba al teléfono.

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Las conversaciones del gobierno con las rebeldes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se encuentran estancadas desde el mes pasado, cuando los guerrilleros se negaron a sentarse a la mesa de conversaciones argumentando que no aceptaban la conformación de una comisión de verificación internacional propuesta por los delegados de Pastrana. La comisión tendría facultades para investigar abusos de la guerrilla o del mismo gobierno en una zona desmilitarizada de 41,000 km2. En los últimos días, ya raíz de una columna escrita por el ex presidente Alfonso López Michelsen, el reducido círculo de la paz de Pastrana acogió la idea de que a falta de comisión de verificación, podría ensayarse la aplicación de algunas normas del Derecho Internacional Humanitario en la zona de despeje. Pero los comandantes guerrilleros no parecen simpatizar con la idea. Mientras el laberinto se resuelve, entre críticos y seguidores de Pastrana hay solamente un punto de acuerdo: que el éxito o el fracaso del proceso de paz no será compartido, sino que pasará a la historia con su nombre.

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CARTA DEL ALTO COMISIONADO PARA LA PAZ VÍCTOR G. RICARDO A CARLOS CAS TAÑ E DA, DIRECTOR DE EL NUEVO HERALD

Santa Fe de Bogotá, D.

c., 17 de agosto de 1999

Señor CARLOS CASTAÑEDA Director Nuevo Herald E. S. D. Señor Director: Quisiera referir me a la publicación aparecida en el día de hoy "Pastrana sin partitura para la Paz" relativo al proceso de paz en Colombia. Se formulan allí una serie de opiniones no fundamentadas, con las que se crea en la opinión pública una visión distorsionada de la realidad de nuestro conflicto. A la vez, se recurre nuevamente a vaguedades con el fin de criticar la política de paz del Gobierno Nacional, esta vez valiéndose para ello de una interpretación forzada, de las muchas y muy diversas que admiten los planteamientos y opiniones de funcionarios de otros países y de opiniones de personas que se han destacado por hacer oposición, no propiamente proponiendo ideas sino destruyendo las existentes. Es cuanto menos desconcertante que mientras la política de paz recibe un respaldo internacional decidido, como producto de su solidez, su consistencia y su credibilidad, se obstine de decir, sin sustento ni argumento, que el Gobierno carece de una estrategia coherente y global para la conducción del proceso de paz. Sería bueno que semejantes juicios se formu-

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laran con base en hechos concretos, en realidades tangibles, y no desde el gaseoso espacio de las generalidades, pues aunque así caigan en el vacío terminan por lesionar el vital respaldo al proceso de paz que estamos adelantando en Colombia, con el propósito de encontrar una salida política al conflicto armado que ya lleva 40 años en nuestro país. Una acción constructiva y acorde con la suprema responsabilidad de los medios de comunicación buscaría advertir que las dificultades son connaturales al proceso de paz y por lo tanto que es necesario perseverar en el propósito de superarlas. Así ha sucedido en los países que han resuelto o están en camino de encontrar una solución a sus conflictos (como Irlanda, El Salvador, Guatemala, etc). Elliderazgo que reclama la paz, de quienes tienen la capacidad de llegar y de influir en la opinión pública tiene que servir para esclarecer el camino y para explicar con objetividad y correcta medida tanto los avances como los obstáculos, y no para sembrar la confusión y la apatía. Flaco favor le hacen a Colombia quienes insisten en negar la existencia de una política de paz del Gobierno, cuando hay un camino avanzado que, pese a las dificultades, arroja esperanzadores resultados y abre horizontes nuevos. Para qué proclamar sin probar, una y otra vez, que el Gobierno Colombiano sólo ha hecho "concesiones unilaterales", o para qué sentenciar tan a la ligera que el plan de paz de la Administración es "más reactivo que proactivo", en vez de recordar que ya hay una Agenda Común y unos procedimientos de participación establecidos, que se ha logrado cumplir una primera fase, tal y como se había propuesto, y que lo que corresponde ahora es redoblar el esfuerzo para superar los escollos y para poner en marcha el proceso de negociación sustantiva, tal y como también está previsto. Muchos sacrificios hay que hacer ante la dura circunstancia de negociar en medio del fuego. Es esa una situación que nadie desea, pero que sin embargo ha sido hasta ahora inevitable. Mientras se puede convenir el cese de las hostilidades, hay que asumir las implicaciones que ello tiene, para no repetir los errores del pasado y desis-

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tir de la negociación a partir de circunstancias de la confrontación. No es conveniente construir una falsa percepción colectiva sobre la expansión del conflicto, ni menos aún crear esa aparente coyuntura militar para poder reclamar la urgencia de una estrategia "coherente y global". Nuevamente invito al análisis sereno y desprevenido de la política de paz de Colombia y del trecho andado en el proceso de paz. Invito a reconocer las dificultades, que están a la vista y que no negamos; no para regodearse de ellas, sino para buscar constructiva y solidariamente sus soluciones, ya que en eso consiste la reconciliación nacional. Invito a que se convoque al ánimo, y no al desánimo. Dentro de la estrategia de paz que estamos llevando a cabo además del elemento del diálogo y la negociación en un territorio definido y en el cual rige nuestra normatividad jurídica, ya que en lugar distinto a este debe aplicarse la fuerza pública contra todo aquel que está por fuera de la ley, está el llamado Plan Colombia que busca impulsar la inversión social en zonas por muchos años olvidadas y la implantación del Plan de Desarrollo Alternativo, es decir la sustitución de cultivos ilícito s por proyectos agroindustriales rentables y por lo tanto sostenibles, con la ejecución de obras de infraestructura, salud, educación, ciencias y tecnología, que permitan una mejor calidad de vida a los campesinos y al establecimiento de una verdadera estructura socio económica que impida el avance del narcotr áfico. Además en nuestra estrategia están las reformas políticas indispensables para tener un país más democrático, equitativo y eficiente, derrotando la corrupción, el narcotráfico y la violación de los derechos humanos; claro está que estas acciones tienen grandes enemigos. Me extrañó en su artículo la opinión que sobre mi, dió el doctor Juan Manuel Santos, político perteneciente al partido de oposición. Ignoró el doctor Santos que el Alto Comisionado para la Paz ha prestado sus servicios al sector público y privado, entre otras posiciones, Presidente de una institución Financiera, Consultor de Naciones Unidas, Profesor Universitario, Secretario de Agricultura y de Desarrollo, Gobernador de su Depar-

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tamento, Viceministro de Gobierno, Secretario General de la Presidencia de la República y Embajador. Sin embargo déjeme comentarle que conocer la realidad de las regiones es factor que me enorgullece, pues la paz en Colombia pasa por atender a los territorios menos favorecidos en la acción del Estado. No cabe duda que las frustraciones del doctor Santos, no le hacen ver la realidad y que al folklore que él le impuso a su designación como miembro de la Comisión de Acompañamiento que el Gobierno quiso implementar iniciando el proceso de paz, llevó esta idea a su fracaso. Por último solicito atentamente que en el mismo espacio y con el mismo despliegue, se publique la presente comunicación.

Cordial saludo,

Víctor G. Ricardo Alto Comisionado para la Paz

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ALGUNAS CARTAS ENVIADAS POR LASFARC



CARTA ENVIADA AL ALTO COMISIONADO PARA LA PAZ VÍCTOR G. RICARDO DE MANUEL MARULANDA VÉLEZ

Mayo 10 de 1999 Señor: Víctor G. Ricardo Alto Comisionado para la Paz

La presente tiene como finalidad saludarlo cordialmente deseándole buena salud y a la vez responderle la suya fechada el 7 de mayo. La propuesta del Señor Presidente, por su intermedio a las FARC-EP, sobre "Un acuerdo de reglas del juego en la zona de distensión" para garantizar los diálogos y negociación sobre la política de paz y problemática nacional, es un planteamiento que con razón o sin ella, condiciona la buena voluntad expresada en el documento firmado el 2 de mayo entre el Presidente de la República y Manuel Marulanda Vélez, en Caquetania (Caquetá), para encontrarle una salida política al conflicto social y armado del Estado contra la insurgencia en su lucha por los cambios. A lo anterior le agregamos el comunicado oficial del Secretariado para su respectivo análisis, sobre las conveniencias e inconveniencias en el mantenimiento del despeje de los cinco municipios para el manejo de la política de paz con la insurgencia de las FARC-EI~ Al estudiar y analizar lo planteado por ustedes en el documento, encontramos en casi todos los puntos las dificultades y exigencias que creíamos haber superado. Éstas son hoy motivo de condicionamiento por parte

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del Gobierno para poder mantener el despeje. Por ejemplo: El respeto a la ciudadanía de acuerdo a la constitución y las leyes, como si estuviera siendo atropellada por nosotros; el reconocimiento del alcalde como única autoridad municipal, aparece como si lo estuviéramos desconociendo; la policía cívica, hoy con otro nombre puesto unilateralmente, tampoco ha sido desconocida, porque fue parte del acuerdo; los concejales tampoco han sido desconocidos; los jueces y fiscales instalarían sus oficinas en otros municipios para efecto de cumplir con sus funciones; el control de cultivos ilícito s y movimientos de narcotraficantes, no es de nuestra competencia pero sí mantenemos la propuesta, a los tres poderes, de despejar Cartagena del Chairá para poner en marcha el plan piloto de erradicación de cultivos ilícitos. En cambio, sí es de nuestra competencia, mantener unidades armadas en cada municipio para garantizar la seguridad de los emisarios del gobierno y los de las FARC-EP;distinto es que los enemigos de la paz, como algunas unidades militares disfrazadas de paramilitares y civiles reaccionarios, nos hagan inteligencia, provocaciones, planifiquen ataques, realicen bloqueos económicos a los municipios de La Uribe y Mesetas, y nosotros nos tengamos que cruzar de brazos, como quieren que ocurra en San Vicente. Con relación al punto 13, estamos listos para iniciar negociaciones. En en el resto del territorio nacional, y paz, no cesarán las confrontaciones

hasta ahora terminando diálogos y el entendido que hay confrontación mientras no se llegue a acuerdos de entre las partes.

Las unidades guerrilleras tienen que ser relevadas con unidades de diferentes frentes y por ello, tienen que producirse desplazamientos dentro y fuera del área del despeje. Los entrenamientos militares son cotidianos en las FARC-EP;los ingresos de jóvenes son voluntarios y no forzados, seguramente, lo anterior molesta a los enemigos de la paz porque no han logrado entender que este proceso es distinto a los anteriores donde la insurgencia pactaba sin condiciones con el gobierno, se sometía a las leyes vigentes, y pedía a través de la amnistías el perdón y olvido. Ahora se trata de transformar el Estado en todas sus estructuras mediante acuerdos y negociación lo cual requiere perseverancia, tiempo y paciencia. Sin más, cordialmente, Manuel Marulanda Vélez.

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CARTA ABIERTA AL SEÑOR PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA

Montañas

de Colombia, agosto 26 de 1999.

Señor Presidente: Doctor Andrés Pastrana Arango. Reciba un cordial saludo deseándole muchos éxitos en sus gestiones de gobierno en defensa de los Derechos Humanos, contra el paramilitarismo y por la paz. A la vez aprovecho para exponerle lo siguiente: Los dos hemos tenido la oportunidad de hablar personalmente por dos ocasiones e intercambiar opiniones sobre la problemática nacional y su posible solución a corto y largo plazo, teniendo como fundamento especialla búsqueda de la paz a través del diálogo. En la última entrevista después de un serio análisis colectivo acordamos informarle a la opinión los resultados de la entrevista en un documento público firmado por ambos, donde decimos que están dadas las condiciones para sentarnos a dialogar y negociar a través de los emisarios suyos y las FARC.Mas sin embargo, cinco días después me fue enviada una carta a través del Alto Comisionado para la Paz por instrucciones suyas, proponiendo "Las Reglas del Juego", que ni siquiera fueron mencionadas en dicho encuentro y que no han sido aceptadas por las FARC por considerarlas condicionantes en todo su contenido. En ambas entrevistas no hemos aceptado la Comisión de Verificación Internacional, por considerarla innecesaria y de injerencia en los asuntos internos de Colombia, además porque nadie se puede colocar por encima

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del bien y del mal mucho menos, para que nos digan qué debemos hacer, si tenemos en cuenta la aprobación de una Agenda Común. Es precisamente este condicionante el que tiene en suspenso la continuación de los diálogos y retarda la instalación de la mesa. Si hacemos un repaso señor Presidente de la filmación y grabaciones del 2 de mayo, encontramos su propuesta pero no la aceptación de nuestra parte de la comisión internacional. Por ello, es extraño para mí e inaceptable, cuando se afirma personalmente y por los medios de comunicación, que yo estoy incumpliendo lo pactado en Caquetania. Señor Presidente, por nuestra parte seguimos pendientes y dispuestos a hablar sin condicionamientos. Mientras tanto sigue el baño de sangre de inocentes ciudadanos por cuenta del Ejército disfrazado de paramilitares, sin que el gobierno tome en sus manos el asunto. A sabiendas de que el Estado tiene el deber de protegerlos. No es mi deseo polemizar en tan delicado asunto, pero me veo en la obligación de hacerlo, para conocimiento de la opinión pública nacional e internacional. No siendo otro el motivo de la presente me despido cordialmente de usted señor Presidente.

ATTE, Manuel Marulanda

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Vélez.


CARTAS RECIBIDAS DE LAS AUTODEFENSASUNIDAS DE COLOMBIA



CARTA ABIERTA Colombia, 24 de mayo de 1999.

Doctor ANDRÉS PASTRANA ARANGO Presidente de la República de Colombia Santa Fe de Bogotá

Su excelencia. Permítanos ofrecerle un respetuoso saludo. Las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, asumimos la responsabilidad por la integridad y la vida de la doctora Piedad Córdoba de Castro. Cualquiera sea el descenlace de esta dolorosa pero inevitable acción, la Senadora regresará a sus actividades en normales condiciones. Consideramos urgente que se oriente correctamente el proceso de paz. Por esta razón deseamos hablar con los doctores: Horacio Serpa Uribe. José Fernando Castro Caicedo y representantes del Consejo Nacional de Paz y del Congreso de la República, quienes a nuestro juicio, estarían dispuestos a hacerlo. Rogamos a usted autorice este encuentro. Es muy importante en aras de un verdadero proceso de concertación nacional, debatir con estos personajes temas como: Nuestra participación en el proceso de paz. Nuestras determinaciones frente al posible canje de

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guerrilleros por soldados, "lucha contra las autodefensas" en la agenda con las FARC, situación de los miembros de las AUC en prisión y actuación de algunos miembros de la Fiscalía como actores del conflicto. De esta manera se estaría dando inicio a un auténtico proceso de paz en Colombia.

Del señor Presidente Carlos Castaño, Comandante AUC.

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CARTA DIRIGIDA AL ALTO COMISIONADO PARA LA PAZ VÍCTOR G. RICARDO DE LAS AUTODEFENSAS UNIDAS DE COLOMBIA

Colombia, septiembre 12 de 1999

CARTA ABIERTA Doctor VÍCTOR G. RICARDO Comisionado Nacional de Paz Santa Fe de Bogotá

Señor Comisionado: Ante la lamentable indecisión que caracteriza su gestión en la delicada misión que el señor Presidente de la República le ha confiado, Las Autodefensas Unidas de Colombia le informamos nuestra posición y las determinaciones que hemos tomado con respecto a los más álgidos temas y las más determinantes circunstancias de la paz nacional.

1. Ley de canje, justicia y conflicto a.

Las Autodefensas de Colombia, somos consientes de nuestro carácter de organización armada, que hemos respetado las Instituciones legítimas y defendido el sistema económico de libre mercado, pero nos hemos visto obligados a enfrentar la guerra irregular de la subversión terrorista con mecanismos que trascienden la ley, lo cual nos convier-

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te en un actor del conflicto al margen de esta. Así lo aceptamos, pero no podemos tolerar impasibles que el gobierno o parte de este tome partido del lado del enemigo nacional, tal como esta ocurriendo con quienes apoyan la ley de canje que la guerrilla ha propuesto al Gobierno y al Congreso Nacional. Toda la opinión pública rechaza unánimemente este cínico propósito estratégico de la subversión. Según esta ley, los secuestradores, extorsionistas y terroristas guerrilleros, podrían delinquir a voluntad, mientras que los combatientes de las Autodefensas o los empresarios que se han defendido de la delincuencia con estatus político, permanecen en las cárceles acusados de ejercer el derecho a la legítima defensa y juzgados con un estatuto que nada tiene que ver con su realidad penal y social. No aceptaremos la ley de canje. Conduciría a tener que aplicarse a todos los detenidos pertenecientes a los diferentes actores del conflicto, nos preparamos para esto. La justicia manipulada bajo la intimidación no puede ser un arma política de la subversión, no puede aplicarse en nombre del proceso de paz una parcializada caricatura de justicia, máxime cuando la contraprestación de la guerrilla hasta ahora ha sido ninguna. b.

Todo el país pensante sabía de antemano que al suspender la Justicia Regional en su acción contra la subversión, muchos terroristas recobrarían la libertad, dada la intimidación, laxitud y la corrupción de muchos jueces y magistrados de la Justicia Ordinaria, pero nadie imaginó que la excarcelación fuese tan inmediata y descarada. La libertad del comandante Byron de la FARC, del terrorista Esteban Cancelado del ELN Y una veintena de casos más, constituyen un insulto a la Justicia y a la dignidad de la Instituciones colombianas. Rehusamos creer que esta aberrante circunstancia obedece a un ominoso pacto en los sectores del Gobierno y la Subversión y que el canje ya esté funcionando de manera proterva.

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Solicitamos al Gobierno Nacional que intervenga categóricamente para que se desvirtúe esa suposición a muchos colombianos. c.

Cuando el presidente Pastrana concedió la "zona de despeje" a las FARC, en ningún momento autorizó la creación de una zona de exclusión de la República de Colombia y sus Instituciones. Los colombianos sabíamos que la guerrilla se iba a comportar como guerrilla, lo cual es normal, pero jamás pensamos que el Estado fuese a actuar como celestina denunciando lo obvio y ocultando lo vergonzoso que ocurre en esa zona de tolerancia del delito.

d.

Con respecto a las recientes y drásticas sanciones del Gobierno a altos militares acusados de presuntas vinculaciones con las Autodefensas, tanto Usted como el alto Gobierno, saben que eso no es cierto. Se ha pretendido buscar paramilitarismo donde no lo hay, mientras toleran, protegen y esconden a reconocidos paraguerrilleros. Saben y entienden sobradamente que no necesitamos de las Autoridades para nuestro accionar, que somos una Organización civil y una fuerza social con demostrada capacidad militar y autonomía total del Estado. Es absurdo que el Gobierno le haga eljuego a los carifeos de la guerrilla y a violentólogos de pacotilla, Gobiernos anteriores han fracasado en su gestión de paz por tener en cuenta esos cantos de sirena. El actual Gobierno ha perseguido a las Autodefensas mucho más que todos los anteriores, sin embargo es el que ha sancionado más militares y ha encarcelado más ganaderos, empresarios y comerciantes por defenderse de la delincuencia subversiva. Señor Comisionado: Si el Ejército y el Estado Colombiano no han sido capaces de erradicar la guerrilla en varias décadas, zqué le hace creer que podría el Gobierno acabar militarmente con las Autodefensas

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quienes le están ganando la guerra a esa misma guerrilla y que contamos con el apoyo irrestricto de enormes sectores de la ciudadanía? Si el Estado Colombiano, considera prioritario enfrentar a las Autodefensas antes que a la guerrilla, continuaremos con nuestra lucha antisubversiva con más ahínco y más decisión, pero también con más efectivos y más apoyo social de quienes nos encomendaron la irrenunciable misión de colaborar con la recuperación nacional. 2. Internacionalización del conflicto colombiano a.

La diplomacia guerrillera y sus aliados internacionales, permanentemente urden patrañas, no sólo contra el Estado colombiano, sino también y de manera más vehemente y cínica contra nuestra Organización. La última de ellas, las más alevosa y sucia, es la amenaza que en nuestro nombre están haciendo a sedes diplomáticas de países como Francia y Alemania, en Ecuador y Colombia, lo cual negamos enfáticamente. Denunciamos a la guerrilla de las FARCcomo responsables, particularmente a Raúl Reyes y sus secuaces quienes se encuentran en el vecino país.

b.

Notificamos públicamente a la Cancillería colombiana y a la señora Mireya Moscoso, Presidenta de Panamá; que hemos declarado objetivo militar a todos aquellos miembros de la Guardia Nacional de ese país, quienes trabajan en abierta convivencia con las FARCen la zona de frontera. Tenemos pruebas fehacientes de la actividad de tráfico de armas y de droga en esa zona. Así mismo, sabemos los sitios en los cuales se refugian los guerrilleros colombianos en ese país bajo la protección de la Guardia Nacional. Si hasta el momento no hemos ejecutado acciones en tal sentido se debe a nuestro deseo de evitar un lamentable incidente internacional, pero no de intervenir las autoridades de ambos países muy pronto tendremos que hacerlo nosotros, ya que no toleramos más esta situación.

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c.

o es nuestra intención cuestionar la política exterior del Gobierno Nacional, pero nos vemos en la obligación de enunciar la parcialidad del Gobierno de Venezuela frente a nuestro conflicto interno. En los combates sostenidos por la Autodefensas contra la guerrilla en la zona fronteriza del Catatumbo cuando las tropas de la subversión iban en retirada hacía territorio Venezolano, nuestros efectivos fueron atacados por la aviación del vecino país, con el objeto de proteger la retirada de la guerrilla. Creemos que este acto constituye injerencia en un conflicto interno y una descarada violación del Derecho Internacional que poco importa al presidente Chávez, cuyo desprecio por Colombia lo ha llevado a apoyar la subversión terrorista en nombre de una supuesta imparcialidad que nadie cree.

d.

La insultante actitud del presidente Chávez y su Canciller contra el Gobierno Colombiano y la complicidad de autoridades venezolanas con la guerrilla han sido suficiente para demostrar del lado de quien están en este conflicto. A propósito de los atentados contra las sedes diplomáticas Colombianas en Caracas, perpetrados por la banda terrorista "Tupamaros", que hace parte del movimiento "Chavista", advertimos que esta Organización terrorista no ha sido ... Para las AUC, tanto la banda "Tupamaros" de Venezuela, como todos los auxiliadores de la guerrilla en ese país, son actores del conflicto, es decir parte integrante del enemigo de Colombia que es el nuestro.

e.

En este mismo sentido y de igual manera somos enfáticos en advertir, que todos aquellos miembros de las guerrillas amnistiadas de Nicaragua y el Salvador que actúan como enlaces, proveedores y cómplices de las FARCy el ELN son parte del conflicto. No nos detendremos ante los obstáculos internacionales batir una subversión que no respeta fronteras.

para com-

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Todo atentado contra sedes diplomáticas de Colombia, toda agresión contra empresarios colombianos en los países vecinos y todo ataque contra la dignidad nacional por parte de la subversión terrorista y sus aliados internacionales, será considerado un acto de guerra contra nuestra Nación y por consiguiente contra las Autodefensas. 3. La farsa de la negociación con bandas terroristas y de mer-

cenarios a.

Ante la presión del supuesto EPL para emprender un proceso de diálogo con el gobierno, queremos recordarle que esa organización guerrillera ya se reinsertó de manera masiva en 1991, Y su disidencia también lo hizo posteriormente en el Gobierno anterior. Quienes actualmente utilizan ese nombre, no son más que una banda de mercenarios al servicio del ELN, la cual pretende usar de manera estratégica en el proceso de negociación. No respetamos ningún tipo de acuerdo de esa banda con el Gobierno por constituir una farsa.

b.

Tampoco estamos dispuestos a respetar ninguna zona de despeje que el Gobierno conceda al ELN, consideramos que el tratamiento a ese reducto terrorista no debe incluir la cesión de territorio alguno, puesto que lo han perdido todo. Lo único que pretende esta cuadrilla es tener algún territorio dónde reagruparse, rearmarse y refugiarse después de delinquir por todo el país.

Doctor Ricardo. El acuerdo al que lleguen el Gobierno y guerrillas inconsulto con nosotros, no dirime el conflicto entre estos últimos y las AUC. No le devuelva a la guerrilla en la Mesa de Negociación lo que ha perdido en la guerra con las Autodefensas.

Carlos Castaño.

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ALGUNAS CARTAS RECffiIDAS



VOLUNTAD MANIFIESTA DE UN MILITANTE DEL SEGUNDO FRENTE DE LAS FARC-EP

Señor VÍCTOR G. RICARDO Alto Comisionado para la Paz Presidencia de La República La Ciudad. Ante un eventual canje de prisioneros de guerra, soldados retenidos por guerrilleros o presos políticos, en mi condición de capturado como militante del Segundo Frente de las FARC-Ep'manifiesto a usted y por su conducto a las FARC-EPque por ningún caso acepto ser canjeado por persona alguna. Ha sido mi disposición el acatar los procedimientos ordinarios de la justicia colombiana, la cual ha de resolver mi situación jurídica mediante la ejecución de la sanción penal que me ha sido impuesta. Esta opción mía no compromete a las partes que adelantan los contactos tendientes a restablecer la paz y la justicia social. Desde hace varios años vengo manifestando mi deseo de reincorporarme a la vida civil y productiva del país. Así lo manifesté cuando me amparé en el parágrafo del arto 4 de la Ley 77 de 1989 y solicité la gracia de la amnistía, la que me fue negada porque, entonces, las FARC-EP no habían hecho dejación de las armas. Siendo un canje de prisioneros una vía expedita y segura para gozar de mi libertad, mi proyecto de vida y los sueños que he venido consolidando en el diario vivir, como una familia conformada por una esposa y dos hijos, los estudios académicos que me he propuesto, los procesos de pensamien-

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to centrados en principios respetuosos de las diferencias y las otredades me han permitido entender que mi camino personal y familiar apenas comienza a construirse. La libertad no se fundamenta en el simple hecho de salir de una cárcel. La libertad es una opción de vida. Yo he elegido que mi libertad está en el seno de mi familia y que por rentable que sea salir muy pronto de la cárcel no voy a dejar de construir y seguir soñando el futuro que amo. Agradezco a usted tener en cuenta mi nombre y las consideraciones que amparo en este documento ya que con ello estaría favoreciendo preceptos constitucionales, la familia, la libre personalidad y la justicia.

Atentamente,

Rafael Polanía Molano, Interno Patio Quinto TD. 26,880 c.c. 79.822.454 de Bogotá Penitenciaría de Colombia La Picota.

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ALGUNAS INTERVENCIONES SOBRE EL PROCESO DE PAZ



CUÁNTOS MUERTOS MÁS NECESITAMOS PARA HACER LA PAZ Palabras del alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo, durante el acto de entrega de equipo motorizado a la alcaldía de San Vicente del Caguán. San Vicente del Caguán, 28 de julio de 1999.

Quiero aprovechar esta oportunidad, en la que entregamos lancia y unas motos a la alcaldía de San Vicente del Caguán, nuevamente la atención nacional sobre esta hora crucial de toria, que por su trascendencia nos reclama a todos, todo cuanto seamos capaces de darnos a nosotros mismos.

una ambupara llamar nuestra hislo mejor de

Existe en Colombia una fuerza de paz que se mece y se estremece; una fuerza que puja y que empuja, y que de PLUary por empujar, acabó aflojando las bisagras de la bóveda de la guerra. Hoy sabemos que si respetamos el ritmo, que si no desfallecemos, que si seguimos empujando al tiempo y todos para el mismo lado, terminaremos rompiendo la puerta, y sabemos que al cruzar esa puerta vamos a encontrar la paz. La paz es un sueño común, un anhelo de todos y una construcción colectiva. El camino para alcanzarlo es tortuoso, largo, complejo, ascendente, y al transitarlo se está expuesto a ser lastimado por una que otra alimaña. Por eso es crucial viajar en equipo, ir bien aprovisionados y reconocer y seguir la voz de quien nos guía. Y es sobre ese liderazgo que quiero reflexionar con ustedes hoy; sobre quién es y quién no es un líder de paz; sobre a quién creerle y a quién no creerle en este complejo proceso tan colmado de acertijos. Lo primero que quiero decirles es que un líder no es aquel que dice lvayanl: y que ni siquiera lo es el que dice lvamos! ... Líder sólo lo es aquel que dice

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isíganme! Y que convence con su voz. Hay que fijarse entonces en si el que propone el camino tiene barro en los zapatos. Algunos en Colombia están reclamándonos desde el sofá que otros vayan a hacer la guerra ... , que otros vayan a ganar la guerra. iQue manden soldados y si los nuestros no sirven, pues que manden marines! Los escasos amigos de esta fórmula de caníbales, que como buenos caníbales no se matan entre sí, la predican en los salones cerrados pero jamás piensan en ir al combate o en que lleguen a ir sus hijos. Mallas llaman "los duros", los "guerreristas", los amigos de la "opción de fuerza", o los "partidarios del inexistente llamado Plan B". Son más bien los cómodos, los irresponsables, los cobardes, los que lanzan el dardo envenenado sin salir de su escondite. Me encontré en días pasados con unos de esos apologistas de la guerra, que son también los que suelen despotricar de quienes nos hemos empeñado a fondo en el proceso de paz, y sin siquiera identificar en el mapa la configuración de nuestra geografía gustan de decir que le estamos regalando el país a la guerrilla. Estoy seguro que muy pocos de ellos han tenido el cuidado de conocer la política de paz. Se preguntan entre sí en los cocteles zqué quiere la guerrilla?, pero no dedican un minuto a saberlo, ni a pensar conscientemente en su responsabilidad con la paz o a pensar qué estamos dispuestos a aportar para obtenerla. Del Alto Comisionado para la Paz se ha dicho por ese tipo de gentes que soy un emisario de la guerrilla. De esos atrevidos no me sorprende que ignoren los fundamentos de mi pensamiento político, ni las distancias que en lo conceptual me apartan de la insurgencia, ni el abismo profundo que marca mi distancia con todo aquel que crea en el valor transformador de la violencia. Finalmente no tienen por qué hacerla. Pero lo que sí me sorprende es que no se preocupen por comprender en sus verdaderas dimensiones y alcances el proceso de paz; que ni se den la opor-

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tunidad de abrir la mente a la posibilidad de hacer una Colombia para todos; o que no se detengan a pensar qué es realmente lo que le hemos cedido a la guerrilla; y que se quieran preocupar ahora por la soberanía nacional sobre una región del país que nunca conocieron, que aún no han conocido, y que no les interesa conocer. Una región apartada, no por la distancia, sino por el olvido. Esos, quiero recordarlo, desde su irritante y cínica comodidad no saben cómo se vive en la zona de distensión, no saben quiénes viven ella zona de distensión, y no saben qué es la zona de distensión y no logran captar desde sus propias palabras que ahora, como nunca antes, cada vereda, cada camino, cada parcela, y lo que es más importante, cada una de las gentes, de los hombres y mujeres que habitan los municipios que conforman esta zona, están mucho más integrados al país, pues al menos hoy esa región es epicentro del futuro de toda la Nación y hay una permanente presencia del gobierno que antes no existía. No hemos regalado ninguna tierra a la guerrilla, hemos creado un escenario para los diálogos, para la negociación y para la firma de acuerdos; y además, hemos puesto un telescopio apuntando hacia aquí, hacia el sur de Colombia, para que el resto del país y del mundo observen por primera vez este lugar de nuestra patria. Entregado estaba antes, como aún lo están importantes regiones del país; entregado a su suerte, generalmente a su mala suerte, entregado al olvido, a la falta de vías, a la falta de un teléfono, a la falta de la luz, a la falta de transporte, alejados del acceso a la salud, a la educación y entregado a la desesperación y la desesperanza. Está claro entonces que esos no son los líderes, que no dicen vamos, que no dicen síganme, que dicen vayan, que vayan los que ellos no conocen, y que acaben con esos otros que tampoco conocen, en esos lugares que tampoco conocen, pues su moral les obliga a esa higiene mental. Hay esos otros que dicen vamos. Vamos al Caguán a hablar con los guerrilleros, vamos con el gobierno o sin él, pero vamos, vamos en grupo, y vamos un rato, nos tomamos la foto y después nos devolvemos, nos de-

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volvemos en grupo. Son esos que van y vienen para prometer sin comprometer; o los que tiran la piedra y esconden la mano. Allí están los que afanados por ver su foto en las primeras planas han querido hacer de la paz el camino de su propia fama; o los que quieren entrar así sea a codazos al espectáculo de la paz, o los que quieren incendiarlo todo, movidos por el destructor egoísmo que siente el que está frustrado porque jamás ganó una medalla, aun cuando nunca luchó por obtenerla. Se destacan los que, según lo aconsejen los resultados de las encuestas de opinión o los vaivenes de la política, asisten ante la guerrilla condescendientes y comprensivos, generosos en modales y magnánimos en sus anhelos de paz, pero ante los escenarios de prensa asumen lenguajes y portes distintos, de fuertes, de inquebrantables, de opositores a que sigan las supuestas concesiones. Son los de doble moral, los de dos caras, los de los dos lenguajes: uno cuando están ante la guerrilla y otro cuando están ante los micrófonos de los medios; los que tanto mal causan con su oportunismo febril. Tampoco esos que dicen vamos y que diluyen su carácter en el clima de las multitudes son líderes de la paz. No. Los líderes de la paz son los que dicen sígannos, y ese ha sido el llamado que el señor Presidente de la República y el Alto Comisionado para la Paz hemos hecho con la más tenaz insistencia. En la paz vamos en primera línea, abriendo el camino, con el sol de frente, mordiendo el polvo. El Alto Comisionado habla con una misma voz, con un mismo tono, con una misma convicción, con un mismo compromiso, con un mismo mensaje que expone ante la guerrilla y ante la sociedad. Y se sube a la tarima para que todos identifiquen su rostro. Actúo para conseguir la paz, pero en defensa de los fundamentos de cuantos somos los colombianos como idea de Nación. Actúo en la ley y en nombre de la ley, actúo sin canjear ni renunciar a los principios de nuestra configuración republicana y democrática; actúo en defensa de todos los colombianos sin excepción.

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No soy elocuente ni vehemente; no me acompañan dotes histriónicas, ni gusto de las posturas rimbombantes. Actúo con mesura, con cautela, con prudencia, con responsabilidad; pero especialmente hablo en forma directa, con franqueza y con un mismo lenguaje. Aplico aquello de que lo cortés no quita lo valiente, y con cortesía y con valentía expongo y defiendo los intereses del Estado en el proceso de paz. Cada día comprendo más el conflicto y cada día me duelo más del absurdo que encierra. Cada día estoy más seguro de que es posible una solución política a este conflicto; pienso mucho en la pregunta existencial de Alvaro Gómez Hurtado acerca del número de muertos que habríamos podido evitarnos si nos hubiésemos encontrado años atrás. Pero el pasado es el pasado y lo que realmente me alarma es cuántos muertos más, soldados, guerrilleros y gentes del común, todos colombianos, tendremos que poner para convencernos de la urgencia de alcanzar la reconciliación. y esa pregunta debe penetrar en lo profundo de la conciencia de todos porque también hay que decirlo con firmeza, hay quienes andan diciendo vayan y hay quienes dicen vamos, pero se necesita sentir más fuerte la voz de los que para la paz dicen sígannos. Son esos los que hacen falta para que superemos las dificultades del presente y del futuro. Reciben ustedes hoy unas motos. Quiero decirle que el proceso de paz, como las motos, se mantendrán en pie mientras anden. Hay que echar a andar nuevamente el proceso, porque, como las motos, por mucho que se desee, parado no se sostiene. Invito entonces desde San Vicente del Caguán y frente a sus habitantes a todos los colombianos a que sigan apoyando este proceso con seriedad y compromiso, rodeando la política de paz del Estado que involucra el querer y el sentir de las inmensas mayorías; a quienes advertimos el rigor de la marcha pero ofrecemos un camino seguro. Sigan al señor Presidente de la República, que se la está jugando a fondo y que trabaja con tesón y perseverancia en la construcción de la paz, esquiva y lejana desde hace ya cuatro décadas.

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LA PAZ ES MISIÓN DE TODOS

LOS COLOMBIANOS

Palabras del Alto Comisionado para la Paz en la Asamblea Permanente de la Sociedad Civil por la Paz.

Cali, 29 de julio de 1999. Siento una gran satisfacción y complacencia por asistir hoya este recinto, en el que cientos de hombres y de mujeres, provenientes de los más diversos lugares de Colombia, representantes de muy distintos oficios, gentes del campo y de las ciudades, unidos por el anhelo común de paz, se congregan nuevamente, como hace un año en Bogotá, para hacer sentir una sola voz, la voz poderosa y fuerte de la Nación, que exige el fin de la violencia y la siembra fértil de la paz. Se siente aquí la fuerza incontenible de la paz; de esa paz auténtica que sólo es posible cuando proviene de la decisión ética de un pueblo, que la demanda, que la exige, pero sobre todo que la construye, que sabe que es suya y no permite que le sea arrebatada. De un pueblo que en medio de la tragedia se impone y persuade. No hay un mejor patrimonio nacional para la paz que este clamor valiente y pujante de la sociedad que se junta en este cruce de caminos, para decir ibasta de guerra!, para elevar su airada queja contra los violentos y su violencia, venga de donde venga, para dar la orden de proseguir sin desmayo por el camino del diálogo. Quiero decirles que el Gobierno Nacional sabe y comparte que es la paz lo que quieren los colombianos. Desde su más profunda y honda convicción, el Presidente de la República ha creado y liderado una política para buscarla. Saben ustedes que hemos actuado con valentía, con coraje y con decisión para allanar un camino que nos permita poner fin a esta aciaga violencia, que nunca el país ha merecido y que ahora no soporta.

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y si hemos actuado así es porque estamos seguros de interpretar

el sentir de las inmensas mayorías nacionales, que respaldan el camino del diálogo y de las soluciones políticas, y que descartan de plano y contundentemente las alternativas de una paz a la fuerza. Quiero repetir lo que tantas veces hemos dicho: el camino de la paz que propone el gobierno trasciende con creces la negociación política con la insurgencia. No es solamente de la mesa de negociaciones de donde puede ni debe surgir, sino del más ancho escenario de democracia de cuantos seamos capaces de construir. Ya no es tiempo de arrogancia, ya le pasó el cuarto de hora a la petulancia de los que en uno o en otro extremo y abrigados con la receta ideológica quisieron ser "la voz de los que no tienen voz". Nadie, lo sabemos bien, nadie tiene la Linterna de Diógenes para la paz de Colombia. Y aunque ello por un lado nos pueda preocupar, pues hay sombras hacia adelante, por otro nos alegra y motiva, pues significa que la construcción de nuestras certezas sobre el futuro y sobre la paz perdurable sólo tiene cimientos sólidos si su base es la Nación. La paz, lo ha dicho el Presidente de la República y hay que hacerlo sonar y resonar, la paz la construimos todos. El desafío hacia delante no es sólo sobre los procedimientos, ni sobre las fechas, los horarios, o los lugares, el desafío mayor, la tarea trascendental es ponerle pueblo a la paz, construir la democracia solidaria a que estamos obligados para renovar la faz de nuestra lesionada Colombia. Se ha dicho sobre el gobierno que es excluyente en la política de paz. Quiero responder a eso. Y hablo con toda modestia, pero con toda claridad: hemos recuperado para el gobierno la responsabilidad de conducir el proceso de diálogo y negociación con la insurgencia. Esa es una obligación ineludible que no vamos a endosarle a terceros, en especial en aquellos que aun cuando muy bien intencionados se acercan ante la insurgencia con el ánimo de prometer pero sin capacidad de comprometer.

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El espacio de la participación de la sociedad en el proceso de paz es mucho más amplio, es mucho más ancho que la mesa de negociación. Sobre todo cuando queremos que la sociedad concurra desde la base hacia el vértice, desde el municipio hasta la región, en todo su espectro, con toda su riqueza. Y cuando me refiero a una participación amplia hablo de la presencia libre y tranquila de todos los rostros múltiples que configuran nuestra nacionalidad; hablo de un horizonte amplio, de debates y contra-debates, de contraste de puntos de vista, de encuentros y desencuentros, de dialéctica y de construcción de consensos. Hablo de ponernos de acuerdo para estar en desacuerdo, como aquí, como hoy, como en este lugar, en este foro de democracia en el que con respeto vale la pena opinar. En esta fábrica de entendimientos sociales y de trámite de las diferencias que acompañan a la convivencia humana, pero de este sitio en el que la única regla sagrada y el único altar común es la renuncia a la violencia. No hablo entonces, ni entiendo por simple lógica, de una participación social donde diversos intermediarios se disputen entre sí como representantes de la sociedad en la mesa de diálogos o que quieran ocupar, sin contar con capacidad ni fuero político o legal la responsabilidad de actuar en el escenario de la negociación. La responsabilidad de los negociadores es interpretar fielmente los intereses nacionales y asegurarse de que tanto la negociación como los acuerdos de paz respeten ese querer colectivo. Pero también recuerdo que la dimensión de la paz que buscamos al ejecutar la política de paz establecida por el Jefe de Estado es de panorama más lejano que los de la mesa de negociación. La inversión social: la obtención de la justicia social. Lo que quiere el gobierno es que entre todos, absolutamente todos los colombianos celebremos un nuevo convenio, un acuerdo de horizonte nacional, un proyecto de país de todos, por todos y para todos; o para decirlo mejor desde esta tribuna de paz, una paz de todos, todo el tiempo, como lo clama y reclama esta Asamblea Permanente.

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Aquí veo, en cada uno de ustedes y en la fortaleza estructura de la paz del país, su solidez, su pilote y se expresan los deseos de una sociedad en marcha, a sus pies, doblegada por la violencia, que levanta nunca antes reclama y edifica la paz.

de su unidad, la infrasu piedra angular. Aquí que ha dejado de mirar la cara y erguida como

Comienzan ustedes por lo que toca, por hacer la humanización de la guerra. Es eso también lo que ha buscado el gobierno y lo seguiremos proponiendo. Hay que detener la barbarie, hay que respetar a los indefensos, hay que preservar sus bienes, mientras que logramos, ojalá muy pronto, convenir el cese del fuego que nos permita construir la paz en paz. Es esta una reunión que representa la forma en que el Jefe de Estado y su equipo de gobierno creemos que ha debido ser, y que debe ser muy pronto: la Convención Nacional, acompañados de ese ausente a quien quiero de nuevo invitar al camino de la reconciliación: al ELN, que comparte el mismo criterio democrático de la paz. Le pido que se incorpore, que actúe con coherencia a su intención de respetar el Derecho Internacional Humanitario y libere a los rehenes; que retorne el curso del diálogo, que concurra a una nueva cita, que ponga su mismo coraje, su ímpetu al servicio de la paz.

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NOS MOVEMOS POR LA FUERZA DE LA RAZÓN Y NO POR LA RAZÓN DE LA FUERZA Palabras del alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo, en la reunión de Asamblea General Ordinaria de Afiliados de la Andi. 20 de agosto de 1999.

Cumplo con entusiasmo esta invitación de la ANDI para compartir con ustedes en forma directa los elementos principales de la política de paz que ha dispuesto el señor Presidente de la República, y para exponerles los más importantes acontecimientos del desarrollo del proceso de diálogo y negociación con la insurgencia. Lo hago animado por saber que el compromiso de ustedes es indispensable para impulsar y orientar, desde su propia órbita de acción, el esfuerzo tenaz y permanente que requiere un proceso de obtención de la paz por parte de toda la Nación. Me dirijo a líderes de la sociedad, para convocarlos y pedirles que sean faro y guía de la paz. Como ustedes saben, la política de paz del gobierno se ha propuesto, no sólo poner fin al enfrentamiento armado por la vía política mediante el diálogo y negociación con los movimientos insurgentes, sino también sentar las bases para el desarrollo económico, social y político del país que nos permita mejores condiciones de justicia social, construyendo un Estado por todos, que todos respetemos. Nuestro propósito es convenir con la guerrilla los términos que conduzcan a la pacificación y cese definitivo del enfrentamiento armado; pero a la vez establecer las reformas necesarias para superar las condiciones de marginación, inequidad y pobreza, que están en la fuente de los conflictos. Por eso propusimos a la insurgencia allanar el camino de los acuerdos a partir de una agenda sustantiva amplia, construida bajo el criterio de

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interpretar fielmente los intereses de las mayorías nacionales, yacompañada de mecanismos democráticos que permitan la amplia y activa participación de los colombianos en el proceso. Sólo esa participación, así como el compromiso y respaldo de las diversas fuerzas políticas y de los estamentos económicos y sociales del país, garantizará la legitimidad de los acuerdos y la irreversibilidad del proceso. Por eso, en lo que se refiere al proceso con las FARC,el Presidente les ofreció llevar a cabo un proceso de negociación a partir de los temas de la plataforma de diez puntos para la reconciliación nacional reivindicada por esa organización insurgente, pero añadidos otros temas de interés nacional a propuesta del gobierno. Aceptada esa propuesta, el Gobierno Nacional cumpliendo con lo establecido en la Ley 418 de 1997, dispuso el reconocimiento del carácter político de las FARC, la condición de voceros o representantes de esa organización a las personas por ellos nombradas, y la Zona de Distensión de cinco municipios del sur del país, con el propósito de facilitar las condiciones de seguridad y las garantías para iniciar el proceso de diálogo, negociación y firma de acuerdos en el territorio nacional. No me cansaré de insistir en que dicha zona tiene como único objetivo político y jurídico facilitar el proceso de negociación y firma de acuerdos, tal como está previsto en la ley. Y lo reitero, porque para algunos englobados analistas esas frases parecen entrar por un oído y salir por el otro, y se obstinan en decir que hemos regalado un segmento territorial a las FARe. Una vez más digo entonces que la orden presidencial se refiere a la localización de los miembros de la fuerza pública y de ninguna manera significa renuncia o concesión del ejercicio de la soberanía y la unidad nacionales, ni del ejercicio de la autoridad pública. Adoptadas estas decisiones, el Jefe de Estado instaló formalmente la mesa de diálogos con las FARC, en San Vicente del Caguán, a tan sólo cinco meses de gobierno. Se trató de un hecho importante para el país, pero que

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quizá por esa misma trascendencia enervó la expectativa nacional por la paz, creando en la opinión la equivocada percepción de que la paz estaba a la vuelta de la esquina. Desde entonces, hemos recorrido intensamente el camino de la fase de diálogos, en medio de las dificultades que son naturales y previsibles en el proceso, pero, debo decirlo, que pese a que siempre previmos y calculamos, nunca pensamos que se habrían de magnificar en la forma que se ha hecho por parte de algunos, que cuando no han augurado tragedias, han dedicado sus esfuerzos a escribir el epitafio de la paz. Las fechas, los lugares, los mecanismos de procedimiento, son todos aspectos adjetivos del proceso que sin embargo se quisieron convertir en los parámetros para evaluar el éxito o el fracaso del proceso, en ese afán de buscar en cada día una chiva. Muchas especulaciones y muchos especuladores han transitado en este camino, y a través de medios de comunicación no se han cuidado suficientemente de establecer con anticipación los criterios para la credibilidad de las fuentes de información sobre la paz. Así, en medio de la avalancha de rumores, avanzó el diálogo al punto de lograr convenir, en los segundos cinco meses de gobierno, la agenda común por el cambio hacia una nueva Colombia, cuyo contenido los exhorto, los insto, les reclamo y les ruego conocer y apropiarse. Allí están enunciados, como el mapa de navegación, los temas que nos habrán de permitir obtener una paz perdurable. Convinimos con las FARCdotar el proceso de negociación de los mecanismos de las audiencias públicas a través del Comité Temático Nacional, como instancia plural, representativa y revestida de autoridad técnica y científica, que tendrá por encargo recibir las distintas propuestas de solución y desarrollo de los temas de la agenda común, sistematizarlos y darlos a conocer a la mesa de negociación. Les pido a ustedes que actúen con la pujanza que les es propia, para hacer valer su criterio a través de esos mecanismos, de modo que el proceso

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logre verdaderamente que sea.

ser el escenario democrático

que se ha propuesto

Tanto los fines que el gobierno persigue, como los medios que viene utilizando, en el marco de la negociación con las FARC, gozan del respaldo de organismos internacionales y de países amigos, que gracias a la Diplomacia para la Paz dispuesta por el Presidente de la República y ejecutada por el Ministerio de Relaciones Exteriores han comprendido la complejidad del conflicto colombiano y han avalado el proceso para su solución política. Han podido ver ustedes en estos días que la política de paz goza internacionalmente de un respaldo sólido. Se han disipado las dudas creadas por los arquitectos de la fantasía, en torno a un giro de la política bilateral de los Estados Unidos con Colombia, así como sobre las supuestas acciones de fuerza que la comunidad internacional adoptaría frente a nosotros. En cambio, ha quedado en pie, muy firme, la credibilidad y confianza que produce la propuesta de paz gubernamental. Fue inevitable iniciar el proceso de diálogo y negociación con las FARCsin el cese de la confrontación militar. El gobierno hubiera querido poder negociar la paz en paz, y por eso ha sido partidario y lo seguirá promoviendo, de lograr convenir los términos de un ceseal fuego, dentro de la negociación de los temas sustantivos que permitan avances dentro del proceso. Pero si hemos de negociar en medio del fuego, el fervoroso deseo del gobierno es lograr que se cumpla con las normas humanitarias. Por eso siempre hemos hablado de la humanización del conflicto, propuesta que además puede tomar curso para crear en la coyuntura nuevos horizontes de construcción progresiva de confianza entre las partes y por la sociedad en el proceso. Confío en que pronto podremos superar las dificultades que hemos encontrado en esta materia, de modo que tomemos el toro por los cachos y nos adentremos con decisión y concentración en la negociación sustantiva, que sin lugar a dudas será difícil, pero que irá tomando una dinámica adictiva, que nos obligue a trabajar con responsabilidad y seriedad hasta

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no obtener acuerdos que permitan justicia social.

una Colombia fundamentada

en la

En cuanto al ELN, el gobierno respaldó el proceso de convención nacional, como mecanismo de análisis y consulta de los grandes temas nacionales. Durante los primeros meses de Gobierno, la administración facilitó los trabajos preparatorios de la convención nacional, se comprometió activamente con ellos, y pese a que el ELN en una primera instancia rechazó su participación en este foro, terminó por aceptar la necesidad de inscribir la convención nacional en un proceso bilateral de solución política del conflicto armado. El Presidente de la República reconoció la naturaleza política del ELN Y la condición de representantes oficiales a las personas designadas por ellos, a la vez que otorgó todas las garantías y facilidades logísticas para la preparación de la convención nacional, incluida la restitución temporal de la libertad de los voceros de esa organización que cumplen condena penal, en un gesto de confianza sin precedentes. Se desarrolló así durante algunos meses un intenso trabajo entre representantes de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, los representantes de la sociedad civil y los voceros oficiales del ELN, que arrojó como resultado que se lograra definir el carácter de la convención, así como sus aspectos sustantivos, su temática, sus participantes, su metodología, su reglamento interno y algunos otros aspectos de procedimiento. Además, el ELN terminó persuadido de la importancia de inscribir la convención nacional en un diálogo político bilateral que tendría que comenzar por el Derecho Internacional Humanitario. No obstante, después de ese notable y trascendental avance, el ELN terminó por condicionar la vigencia de todos los aspectos acordados en el proceso de preparación de la convención nacional a que el gobierno accediera a la declaratoria de una Zona de Distensión en cuatro municipios identificados del Sur de Bolívar.

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A diferencia de las condiciones del área que ha sido objeto de la declaratoria de Zona de Distensión en el sur del país, en el caso de aquella exigida por el ELN, como un hecho nuevo además en el proceso, concurren un sinnúmero de circunstancias que hacen improcedente una decisión de tal naturaleza. El Gobierno Nacional propuso proseguir el estudio de otras alternativas e invitó a esa organización a asumir una actitud más amplia que permitiera identificar una fórmula satisfactoria. No obstante, la reacción del ELN a las propuestas del gobierno fue la perpetración de una serie de actos de terrorismo, probablemente motivados en su pretensión de doblegar al gobierno e imponer por la vía de la violencia contra la población civil sus posiciones e intereses. Creo que se equivocaron, pues el gobierno no actúa por la imposición de las razones a la fuerza. Creemos que es más importante que se imponga la fuerza de la razón. Con el objeto único de facilitarle al ELN que cumpla con su obligación de liberar a los rehenes secuestrados en Bucaramanga, Cali y Barranquilla el gobierno creó la conformación de un grupo de mediación, con el propósito de lograr la más rápida solución a estos graves hechos y retomar el curso del proceso, como es su deseo. De igual modo, hemos accedido y respaldado la iniciativa de un grupo de colombianos que han ofrecido sus buenos oficios para que se pueda recuperar el tiempo perdido, lo cual dependerá de que el ELN recobre el camino extraviado. Invitamos a ese grupo para proseguir sus consultas y explorar caminos nuevos, pues para el Gobierno Nacional el proceso con el ELN es una prioridad. Hasta ahora estamos comenzando un proceso que será sin duda largo y que estará colmado de altibajos. No podemos acostumbrarnos a juzgar sus resultados ni por sus altos ni por sus bajos, sino que desde ahora debemos hacer conciencia en el país sobre la necesidad de aprovisionarse de perseverancia y capacidad de resistencia ante los eventuales fracasos coyunturales.

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Pretender que no existan obstáculos o magnificar los problemas son ambas actitudes inconvenientes, pues distorsionan la realidad del proceso de paz e introducen falsos signos de agotamiento en la voluntad de negociación. He dicho que en este proceso nadie debe ser ave de mal agüero, como lo son quienes se dedican a sentenciarlo a la muerte con cada tropiezo o resbalo. El tiempo se desquita de las cosas que se hacen sin su colaboración, así que debemos todos acostumbrarnos desde ahora a no pretender atropellar el curso del proceso de paz, esperando y exigiendo resultados inmediatos o sepultándolo cada vez que estos carecen de espectacularidad. Estaremos avanzando si cada colombiano percibe con realismo la complejidad del proceso y en especial si se convence que la mejor manera de aportar a la paz es, insisto, con la perseverancia que merece la obtención del más esquivo pero también el más anhelado propósito nacional. La paz, lo reiteramos de nuevo, es un propósito de Estado. Es la meta a la que debemos aspirar legítimamente los colombianos de bien. El anhelo de la paz debe situarse por encima del debate ideológico entre los partidos y movimientos políticos, para dar lugar a la construcción del consenso que se requiera entre los distintos estamentos de la vida nacional. Para el impulso de ese sano propósito no puede haber polarizaciones entre los colombianos, si es que la paz es una aspiración colectiva. La paz y así lo suscribieron los representantes de las fuerzas políticas en una declaración producto de una reunión en la zona de distensión, no puede ser otra cosa que la búsqueda de un método adecuado que nos permita remover las causas del conflicto, encontrando soluciones a los problemas sociales y luchando por una Colombia con más igualdad y justicia social. No hay un mejor patrimonio nacional para la paz que el clamor valiente y pujante de la sociedad que se junta en este cruce de caminos, para decir

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lbasta de guerra!, ino más! para elevar su airada queja contra los violentos y su violencia, venga de donde venga, para dar la orden de proseguir sin desmayo por el camino del diálogo que permita encontrar una paz verdadera y estable. El espacio de la participación de la sociedad en el proceso de paz es mucho más amplio, es mucho más ancho que la mesa de negociación. Sobre todo cuando queremos que la sociedad concurra desde la base hacia el vértice, desde el municipio hasta la región, en todo su espectro, con toda su riqueza. Y cuando me refiero a una participación amplia hablo de la presencia libre y tranquila de todos los rostros múltiples que configuran nuestra nacionalidad; hablo de un horizonte amplio, de debates y contradebates, de contraste de puntos de vista, de encuentros y des encuentros, de dialéctica y de construcción de consensos. Hablo de ponernos de acuerdo para estar en desacuerdo. En una fábrica de entendimientos sociales y de trámite de las diferencias que acompañan a la convivencia humana, pero al igual que en este encuentro en el que la única regla sagrada y el único altar común es la renuncia a la violencia. Lo que quiere el gobierno es que entre todos, absolutamente todos los colombianos celebremos un nuevo convenio, un acuerdo de horizonte nacional, un proyecto de país de todos, por todos y para todos; o para decirlo mejor desde esta tribuna, una paz de todos, todo el tiempo, como lo clama y reclama la sociedad colombiana.

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LA PAZ LA CONSTRUIMOS TODOS

Palabras del alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo, en la reunión de Gobernadores, el 1 de septiembre de 1999.

Es muy grato para mí este encuentro, en el que quiero compartir con ustedes nuevamente algunos puntos de vista del Gobierno Nacional sobre el proceso de paz, e intercambiar algunos conceptos e impresiones sobre el actual estado de los procesos de diálogo y negociación. Asisto aquí con mi tradicional apertura al debate, pues tengo la convicción de que la paz de los colombianos debe surgir de un proceso continuo de reflexión y diálogo abierto, mediante el cual se construyan los consensos de la sociedad y se identifiquen, en este cruce de caminos, los rumbos que habremos de tomar para llegar a una sociedad más justa y tolerante. Sé que entre ustedes la preocupación más importante frente a la paz es el reinicio de la fase de negociación entre el Gobierno Nacional y las FARC. Sin duda los colombianos esperan ansiosos que ese hecho se verifique y que podamos finalmente abordar el tratamiento de los temas sustantivo s que hacen parte de la agenda común. Creo francamente que podremos resolver más temprano que tarde el impase que se ha generado sobre la comisión internacional, y que lograremos identificar una fórmula conveniente para construir una sólida confianza entre ambas partes, y lo que es más importante, para acrecentar la confianza y la credibilidad de la sociedad colombiana en el proceso de paz. El país sabe que el gobierno ha sido flexible y que ha expresado su disposición para estudiar alternativas que permitan despejar este horizonte. Así

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actuamos, porque no será el gobierno el que trunque por aspectos procedimentales el curso de una negociación sustantiva que no da más tregua. Al mirar por el retrovisor el camino recorrido hasta ahora se ve rápidamente que nunca en nuestra historia contemporánea habíamos avanzado tanto y en tan poco tiempo en la búsqueda de la paz, que es además la mayor empresa nacional. Ese hecho no sólo nos debe reconfortar, sino que nos debe motivar a continuar superando los escollos, que son inherentes al proceso de reconciliación nacional. No estamos ante un abismo insuperable, sino ante una dificultad que con buena voluntad y con imaginación podremos dar por superada priorizando los asuntos realmente sustantivos. Hay ahora sobre la mesa la propuesta del Gobierno Nacional para convenir con las PARCun mecanismo de acompañamiento que tenga como eje gravitacional el respeto mutuo de las normas del Derecho Internacional Humanitario. Confío en que las PARCadopten ese camino de solución, que es un legítimo y apremiante reclamo y que para la Nación toda es una prioridad. Se dice con razón que la voz del pueblo es la voz de Dios, y creo que actuar contra esa voluntad nacional sería una arrogancia inaceptable, además de la perpetuación de una incoherencia. La lógica no resiste que se argumente la lucha en nombre de la población, cuando es contra la población que se dirige la lucha. Quiero entonces, al confiar en el pronto retorno al camino de la negociación, recordar un fundamento de la política de paz que requiere removerse cada tanto, pues tiene un profundo contenido conceptual y unos efectos prácticos realmente desafiantes: la paz la construimos todos. No es esa una frase de cajón ni un mensaje demagógico. El Gobierno Nacional no confunde la filosofía con la poesía, y quiero decirles con la voz en alto que no estoy hablando en verso. La paz tiene que ser por todos, de todos y para todos los colombianos, pues sólo así se garantizará su perdurabilidad y su legitimidad.

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Me gusta decir que la reconciliación no surgirá solamente del espacio de la negociación entre el gobierno y la guerrilla. La reconciliación surgirá de una decisión ética nacional, mediante la cual el conjunto de la sociedad abra las puertas del corazón y la comprensión al encuentro entre adversarios. Cada colombiano debe ser cómplice de la paz del país, reconociendo que todos cabremos. y si queremos ser consecuentes con esa formulación

magnánima pero no inmodesta de la paz, lo cierto es que la tarea que está por delante es la de ponerle pueblo a la paz. Nadie puede estar en la tribuna; nadie puede ser espectador; todos debemos concurrir y aportar, según nuestro oficio, nuestra vocación, nuestra habilidad o talento, o simplemente nuestra imaginación y buen juicio. Pensar en Colombia significa ante todo pensar en los colombianos, que son su mayor riqueza. Y pensar en los colombianos, significa pensar en las regiones, que son los habitáculo s naturales de nuestra variedad cultural. Colombia es un país de regiones, muchas de ellas por conocerse aún entre sí. Ustedes saben de qué hablo: los colombianos nos intuimos, pero aún no nos conocemos suficientemente. No conocemos nuestra esplendorosa diversidad, ni tampoco nuestros problemas más contiguos y cotidianos. La paz nacional es entonces también un camino de conocimiento y reconocimiento; de recuperación y consolidación de nuestra identidad patria, y con ello, también un camino de integración a través de nuestros valores comunes y de las diferencias que nos complementan. Ese diálogo de las regiones y entre las regiones es el verdadero diálogo de paz. Ese es el foro abierto de las ideas, de las tesis, de las propuestas y las demandas que, al estilo de la dialéctica política de los griegos, nos conducirá a caer en cuenta de la estupidez del conflicto y de la necesidad de recuperar los años perdidos en la fosa profunda y oscura de la confrontación armada. Colombia tiene que comenzar a hablar entre sí. Esa es la terapia de la paz. Quien habla piensa, y el pensamiento nacional es ahora urgente y crucial.

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Hemos dicho con insistencia que el proceso de diálogo y negociación con la insurgencia puede ser el escenario en el cual, entre todos los colombianos, logremos convenir las transformaciones que requiere nuestro país para proyectar y edificar su futuro en paz y bienestar. Hemos insistido también en que la paz debe ser producto de una decisión democrática. Ello quiere decir que la paz que buscamos y nos proponemos no es la del catálogo de acuerdos de gobierno e insurgencia, sino la de los convenios y pactos refundacionales de Colombia. Ustedes son los líderes de las regiones de Colombia, por lo que son a la vez los pilotes de contención, las vigas de junta y los cables de tensión de la arquitectura nacional. Este edificio Colombia, para evocar un memorable ejemplo de un ejemplar compatriota caído, requiere que ustedes refuercen su liderazgo y su orientación social por la paz. Por eso hoy quiero proponer desde este escenario que me honro en ocupar, que en los departamentos del país, bajo la dirección de los gobernadores, se creen mesas regionales de estudio sobre los temas para la paz, a partir de la Agenda Común por el Cambio hacia una Nueva Colombia. Ese análisis nos permitirá ir tejiendo el diálogo social al que me he referido, y permitirá que desde ahora las regiones del país preparen sus posiciones sobre los temas de la Agenda de paz, de modo que, canalizados a través del Comité Temático Nacional, tengan el efecto persuasivo que les corresponde al momento de definir los acuerdos con la insurgencia. La paz requiere el refrescante aire de las regiones de Colombia. Requiere moderar el excesivo centralismo que nos aisla y nos hace perder de vista que somos un país de mil climas y de mil verdades. La paz requiere equilibrar el tono de las voces de cada rincón del país, para que todas se oigan, para que todas se conozcan, para que todas se consideren en un plano de igualdad. Estoy seguro que al cruzar las historias y las parábolas, encontraremos fuertes consensos que habrán de imponer su legitimidad y su razón en la

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mesa de negociación. Tengo la certidumbre de que allí no habrá manzanas de discordia, sino acuerdos sociales y unión de las piezas del rompecabezas nacional de paz. Iremos así construyendo la reconciliación desde la base hacia el vértice: los foros de estudio que propongo sobre la agenda de paz en los departamentos se anticiparía a las audiencias públicas y a los trabajos del Comité Temático Nacional, con lo cual además estaríamos robándole tiempo al tiempo, ahora que el tiempo apremia. El futuro está en nuestras manos y nadie nos lo debe arrebatar.

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DEBEMOS AMPLIAR Y FORTALECER NUESTRA DEMOCRACIA Palabras del alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo, en la instalación de la Mesa por la Paz de Málaga - Santander. Octubre 12 de 1999.

Hoy conmemoramos una vez más el día de la raza. Una fecha especial para trabajar por la paz de nuestro país, aportando iniciativas que permitan encontrar el camino de la reconciliación de los colombianos, tantas veces esquivo pero algún día encontrable. Las reflexiones que quiero hacer con ustedes, que a pesar de los siglos siguen centradas en buscar la forma de liberar a Colombia de la violencia y de toda forma de opresión e injusticia. Ustedes se han congregado por la urgencia, la ansiedad y el compromiso de lograda paz del país, comprendiendo que desde las regiones es mucho lo que puede aportársele a un país mal acostumbrado a creer y a actuar desde el centro, como si en él estuvieran las fórmulas y existiera el conocimiento suficiente para resolver la multiplicidad de nuestros conflictos. Expresiones regionales como ésta reconfortan y animan los esfuerzos, pues demuestran que la paz ronda inquieta por Colombia, buscando la forma de posarse y anidar. Hoyes indispensable actuar en un solo rumbo, para lograr una paz por todos y para todos, lo que implica la organización solidaria de la sociedad civil, tanto en los diferentes sectores que la definen, como en las distintas regiones del país. Pocas tan significativas e importantes como la región santandereana, tan asolada por el conflicto armado y tan decidida a trabajar en la construcción de una Colombia en paz: "Una paz con justicia social".

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Una paz conseguida sobre las bases de una salida que permita una mirada lejana y ambiciosa en sus alcances. La paz, no puede entenderse como una negociación en el solo espacio de la mesa entre gobierno e insurgentes. La paz es la congregación nen nuestra diversidad.

democrática de los múltiples rostros que defi-

En el gobierno queremos y buscamos que la reconciliación provenga de la más elocuente y viva participación nacional. Porque si algo queda en pie, firme y sólido en medio de este mundo, que en el preámbulo de un nuevo siglo se tambalea por las incertidumbres, es que la democracia constituye el parámetro sagrado para la legitimidad de las decisiones públicas. Eso ha estado muy presente en el Gobierno Nacional al momento de convenir la agenda con las FARC,así como al establecer los mecanismos para la participación de la sociedad en el proceso de paz. Bien sabemos todos que la decisión de poner fin al conflicto corresponde a quienes tienen la capacidad de disponer el cese del fuego. También sabemos que esa es una exigencia apremiante de los colombianos. Queremos, nos urge y nos impele responder ante esa sociedad clamorosa que pide y requiere que terminemos con la violencia, a través de la búsqueda de una solución política negociada del conflicto colombiano. Hoy la sociedad unió sus voces y ha creado la resonante exigencia de lograr la reconciliación. Nadie puede apagar, sofocar o desatender a esa trepidación que produce la demanda social de paz. La de Colombia, aunque imperfecta, es una democracia. Uno de los objetivos de la negociación con la insurgencia es ampliarla y fortalecerla, para respetarla. Quiero explicarme claro: en el proceso de paz los intereses particulares o de grupo, deberán ceder ante el criterio y mandato que dicten las mayorías.

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Como lo he dicho tantas veces, es crucial ponerle más pueblo a la paz. Si logramos organizar a esta clamorosa sociedad, desde el más apartado rancho hasta el centro de las grandes urbes, si consolidamos su creativa presencia en las audiencias públicas, no importarán las fechas, ni los lugares, ni las comisiones, pues la fuerza del proceso provendrá del mandato nacional. Ustedes deben constituirse, más que en una mesa, en un foro permanente de análisis, reflexión y propuesta sobre la ruta de la reconciliación nacional. Son ustedes, por lo tanto, una expresión fundamental de democracia; no de la democracia pasiva en la que cada quien espera la llegada de la fecha para depositar su voto, sino de aquella activa y propositiva que tanto requerimos de participación, ahora cuando es necesario convocar la inteligencia nacional para la construcción de respuestas ante desafíos también nacionales, como son los de la paz. Ustedes están llamados a convocar a los habitantes de esta apreciada región de Santander, primero para que sigan insistiendo con vigor, como lo han venido haciendo, en el cese de la violencia que transita por sus municipios, pero también en todo el país. Y después, para que aporten desde su propio entorno, experiencia y realidad, su cualidad, su talento, su arte o su oficio, al servicio de alimentar la Agenda Común por el Cambio que negociaremos con las FARCy también para participar del proceso que seguramente iniciaremos con el ELN Y el EPL. Ustedes los miembros de la mesa de trabajo por la paz, son ilustres representantes cuya voz es escuchada de manera cotidiana y casi hasta familiar por los habitantes de la región, Esas condiciones de liderazgo se expresan hoy en esta maravillosa concurrencia, pero por los afanes de la patria, deben expresarse de manera permanente y creciente. Les pido que motiven la presencia activa de todos los ciudadanos en la deliberación y construcción del contenido de la Agenda Común, que es hoy la tarea concreta de nuestras asignaturas pendientes.

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Cada cual, desde sus condiciones y cualidades tiene algo para reclamar, pero también algo para aportar. Nadie puede entonces sentirse excluido, ni apartarse apático del camino comunitario de la paz. Debemos tener presente que la paz es precisamente eso, un camino, un andar, un movimiento permanente; no un simple certamen, un seminario o una audiencia. La determinación sobre qué cosas hay que hacer, y cómo hacerlas, para alcanzar la paz desde la realidad concreta de este departamento, tendrá que mirar el bosque de la política de paz nacional, pero sin dejar de contemplar el árbol de las propias circunstancias. Ustedes deben ser los líderes de ese proceso de toma de conciencia, que es a la vez el motor de arranque de la reconciliación nacional. No hay que alarmarse por las dificultades que podamos encontrar en el curso del proceso, sino asumirlas con serenidad y espíritu constructivo; hemos demostrado ya que actuando así, ellas son superables, y que incluso de los propios problemas surgen las soluciones. Si hay inconvenientes hoyes porque vamos avanzando; si no los hubiera deberíamos alarmarnos porque significaría que estamos quietos. No podemos repetir los errores del pasado; hay que perseverar en la búsqueda de la paz y para que eso sea posible requerimos que ella se soporte en la espalda de todos y de cada uno de los colombianos. La paz implica restituir a los espacios públicos lo que allí corresponde y ha sido usurpado: el respeto al Estado de Derecho: "un nuevo Estado con justicia social". Colombia no tendrá paz, o al menos no una paz auténtica, si pretendemos edificarla a través de la violencia, de la amenaza, de la intimidación y del ataque a los indefensos y a las instituciones. No queremos una paz por el miedo, queremos aquella paz perpetua que ocurre cuando a cada hombre se le da lo suyo, a partir del reconocimiento y la práctica constante y convencida de la igual dignidad entre los hombres.

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Por eso lo he venido diciendo y hoy lo reitero: "nosotros actuamos por la fuerza de la razón y no por la razón de la fuerza". Hemos sido reiterativos al decir que nuestro norte es la satisfacción de todos los derechos humanos de los colombianos. El centro gravitacional del proceso de paz es la dignidad humana, y por ello nos duele y condenamos que a nombre de su defensa se le siga agrediendo, lastimando y aniquilando. No es lógico actuar por el pueblo y para el pueblo si se actúa contra el pueblo, como lo hace quien ataca los bienes civiles o causa la muerte de los indefensos. Hay que detener la degradación del conflicto. No hay un mejor tema para el anhelo del pueblo colombiano que en la negociación lleguemos a un acuerdo sobre el respeto al derecho humanitario. Quiero decir con claridad y tono alto que el respeto de las normas humanitarias es una obligación vigente hoy para todos; que ella no admite pretextos ni condicionamientos y que, como imperativo moral, político y jurídico, no requiere salvoconductos ni certificados nacionales o internacionales de ninguna especie. Quiero reiterarles que cada dificultad nueva en el proceso significa que hemos avanzado. Esas dificultades nos deben motivar, pues son nuevos desafíos y a su vez metas progresivas. Sigamos adelante con entusiasmo y sin parar a atender las pocas voces incrédulas que por no compartir las líneas de conducción del proceso, se han dedicado a criticarlo. No podemos continuar inermes ante la violencia que nos rodea. No podemos ser inferiores a la responsabilidad de la hora presente. Cada colombiano debe ocupar un lugar en la historia de Colombia que hoy nos encontramos escribiendo. Los invito a ocupar un puesto en la historia, aportando las iniciativas que permitan construir una paz con justicia social. Una paz verdadera y por lo tanto estable. La paz es un derecho y un deber de los colombianos. La paz por la que trabajamos es una paz donde esté garantizada la unidad e integración

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nacional, las libertades, el respeto por los derechos humanos y la defensa de nuestra democracia. La paz la debemos encontrar los colombianos, a la colombiana, para lo cual necesitamos del apoyo de la comunidad internacional.

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A LOS INCRÉDULOS DEL PROCESO DE PAZ LES PREGUNTO SI ES POSIBLE COLOMBIA SIN PAZ

Palabras del alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo, en la Universidad de los Andes. Santa Fe de Bogotá, D. C, 14 de octubre de 1999.

He dicho de tiempo atrás que el proceso de paz que hemos puesto en marcha necesita el soporte y la riqueza de los intelectuales y académicos del país, de los cuales ustedes son una extraordinaria expresión. Escenarios como este, abiertos al debate y el intercambio de las ideas, y claro está, también a la crítica y la construcción de nuevas propuestas, no sólo son importantes para definir con creatividad los contenidos de la Agenda Común. También lo son para iluminar las decisiones que nos permitan conducir la negociación con la insurgencia a buen término, para rectificar el camino cuando sea necesario, y para avanzar con paso seguro en la erradicación de todas las formas de violencia que nos golpean. La pregunta que hoy se me formula, zcs posible la paz de Colombia? admite para mi una sola respuesta: Claro que es posible. No hay por qué pensar que el destino inexorable del país es el conflicto, ni por qué desarmar el ánimo o postrarse ante las dificultades, que son sustanciales a la decisión de construir la confianza, tan maltrecha por el enfrentamiento armado y por la historia de pasadas frustraciones. De estas últimas debemos aprender las moralejas, tratar de no reproducir los errores y obviamente a no cargarlas, como el lastre que nos inunda de temor a un nuevo fracaso. y mi respuesta, simple y corta, no por ello se deriva de un voluntarismo, o de una ceguera, o de un prurito. Esa respuesta encuentra sustento en razones objetivas, no en una esperanza ilusa, sino consciente y racional, porque tengo la certidumbre de que hoy no estamos ante la opción de

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perpetuar o no la guerra, sino ante la necesidad apremiante paz, que es inevitable si queremos sobrevivir como Nación.

de hacer la

Así, aun aceptando la visión más cruda tendría que decir que, si nos hemos de plantear el interrogante, a éste le sobran palabras. No preguntaría yo si es posible la paz de Colombia, en la encrucijada que vivimos, preguntaría llanamente si es posible Colombia, pues paz y patria son hoy términos siameses, que se reclaman mutuamente para coexistir. ¿Es posible la patria? Me fijo mucho en nuestras regiones y nuestras gentes, y veo que aun en su apatía, que también la hay, se expresa la angustia de liberarse de la violencia. Ella se ha convertido en una agonía que no puede ser eterna, para un país que quiere ser eterno. Como no quiero parecer retórico, trataré de argumentar. Eso sí, desde una perspectiva amplia que no reduce el éxito de la paz a la sofisticación de un procedimiento o a cálculos asépticos de la correlación entre adversarios, que aun cuando respeto y creo útiles, no ofrecen una respuesta del tamaño de la pregunta. Pocos años atrás, el trabajo por la paz de Colombia congregaba a pocos colombianos. Casi todos ellos, visionarios capaces de divisar las consecuencias severas de proseguir el equivocado camino de la confrontación. Lamentablemente, también hay que decirlo, para la mayoría de los colombianos no era este un asunto prioritario; el conflicto no había tocado sus puertas ni había copado con su zozobra los espacios de la vida cotidiana. Finalmente, con algo de precaución se podía viajar, se podía cosechar, se podía ahorrar, se podía dormir, se podía vivir. Los esfuerzos de paz, para muchos, eran loables y respetables, pero en la forma que lo es la labor de los filántropos. A ellos se les reconocía o se les criticaba, pero también en la forma que se reconoce o critica cuando uno es mero espectador desprevenido de un conflicto que no hace temblar los cimientos de la propia casa.

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Pocos colombianos, en aquellos años, reconocían la validez y las consecuencias de aquella sentencia según la cual la violencia sólo trae más violencia. La vimos germinar y la vimos crecer, sin advertir que esa mirada pasiva también la regaba, la nutría hasta invadir como maleza nuestro propio entorno. Hoy la situación es bien distinta. No hay un lugar de Colombia donde no esté la violencia, y no hay un con quién hablar que no tenga que contar sobre el agobio de esta confrontación absurda. Productores, trabajadores, empleados públicos o privados, dueños de un Mercedes, de un Zastava o de un carro de paletas, citadinos o campesinos, hombres, mujeres o niños: no hay quien esté exento de la violencia. El conflicto es entonces insoportable. Y creo que los colombianos saben bien que proseguirlo es suicidarse. No hago esa valoración por mi capricho. Analicen ustedes el sinnúmero de organizaciones sociales y económicas que sin tradición ni antecedente comenzaron a reflexionar sobre la paz y sus rumbos durante los últimos años. Miren la labor de los gremios de la producción, de las centrales obreras, de las instituciones públicas o privadas, de la Iglesia Católica y las otras iglesias; mírense a ustedes mismos, en la academia, miren la labor de sus maestros y miren a sus juventudes; miren los periodistas y comunicadores sociales, y verán en cada agrupación intermedia de la sociedad un compromiso, desordenado si se quiere, pero un compromiso con la paz. La sociedad colombiana ha comenzado a encontrarse en el propósito de la paz negociada, y allí está la infraestructura poderosa de todo nuestro esfuerzo. Lo hace a partir del cansancio de la violencia, pero también consciente de que su resolución definitiva, mucho más que un armisticio, requiere una transformación a fondo de nuestra estructura social y económica. Sin esa voluntad nacional, por perfectos que sean los procedimientos, por imaginativa la agenda, por puntuales los plazos, por exquisitos los textos, cualquier empeño aislado y solitario de paz sería frágil y muy probablemente fugaz.

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Creo que el hecho de que la última contienda electoral tuviese, como tuvo, fundamento en la paz como acción prioritaria de gobierno prueba la validez de mis palabras. En circunstancias poco prometedoras, en medio de la intensificación del conflicto, sus altos niveles de degradación y la ausencia de comunicación entre los adversarios, fue prácticamente un consenso de precandidatos y candidatos presidenciales buscar la paz por medio del diálogo y la negociación. Con sólo una notable excepción, de magros resultados electorales, en las bases de una política de paz los aspirantes de entonces coincidieron. Y la sociedad colombiana respaldó en las urnas el gobierno del presidente Pastrana porque vio que su programa se tributa por completo a la obtención de la paz. No estoy haciendo una propaganda, sino significando que la expresión democrática estaba y sigue estando al lado de un gobierno comprometido con la sqlución política del conflicto. Afirmo con decisión que los colombianos no quieren la confrontación ni ven en ella una vía idónea de solución al conflicto. Se me ha acusado de que al considerar el diálogo en ese lugar primordial hago al gobierno rehén de la paz. También se me ha dicho que encuestas demuestran que la sociedad no cree en el proceso ni lo respalda. Pues bien, ante lo primero quiero reiterar que la política de paz se estructura sobre la convicción de que Colombia reclama y merece un nuevo pacto de convivencia, que no sólo permita atajar la violencia del conflicto armado, sino reconstruir una ética de solución pacífica de los conflictos y dar trámite eficaz a la obtención del desarrollo auténtico. Es esa la vía por la que hemos optado, sin que ello signifique renunciar a la obligación que nos corresponde de defender a los ciudadanos y a las instituciones democráticas. Quiero sí decir que esa obligación responde a una necesidad que bien podríamos evitar si logramos persuadir a los violentos que cesen su violencia. Sobre las encuestas, quiero decir que cuando ellas se efectúan en la cresta de las dificultades, o de la natural indignación que produce la destrucción

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del conflicto, obviamente expresan un sentimiento de cólera o incredulidad. Pero cuando no se trata de buscar un sí o un no de coyuntura, sino un planteamiento de futuro y transformación, la opinión nacional no pierde su cauce y demanda perseverancia y celeridad. La paz de Colombia es posible porque la sociedad la quiere. La paz de Colombia estará más cerca en la medida en que ese querer de muchos suene a una sola voz, que se imponga, apoye y persuada a quienes aún carecen del arrojo y la valentía para atreverse a la paz. Se necesita animar la voluntad de paz, pues la insurgencia, que tiene en sus manos la decisión de echarse al agua, terminará por hacerla al ver que el planteamiento que estamos haciendo tiene respaldo del pueblo colombiano. y quiero decirlo ante ustedes: no somos infalibles. Podemos equivocarnos en programaciones, mecanismos, lugares o fecha; pero aunque no son esos asuntos menores, tampoco son obstáculos invencibles si tras nuestro compromiso profundo de gobierno existe el soporte y el respaldo de una sociedad despierta y severa en su juicio frente a la paz. El proceso de paz apenas comienza y hay quienes dicen que en nada se avanza. Yo creo que la impaciencia, que por supuesto proviene dellegítimo apremio, no deja ver claramente resultados importantes, que sin embargo son apenas semillas que hay que regar y abonar. El camino es largo porque vamos para lejos; tal vez muchos vendrán y pasarán antes de ver la paz, pero estará más próxima esa fecha, que repito, creo inevitable, si la impaciencia se convierte en motor de empuje y no en desesperación.

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ALGUNOS DEBATES EN EL CONGRESO



RESPUES1J'\ AL CUESTIONARIO ENVIADO POR LA HONORABLE COMISIÓN PRIMERA DE LA CAMARA DE REPRESENTANTES, CON OCASIÓN A LA CITACIÓN DEL 9 DE SEPTIEMBRE DE 1999

Presentación Debo afirmar antes de iniciar la respuesta a tan importante cuestionario, que el instrumento de paz, creado por la necesidad social impuesta por el mecanismo del mandato por la paz y por el programa de gobierno que el presidente Pastrana presentó a los colombianos y con el cual triunfó, incorporaba el tema de la paz como prioritario, designó el cargo del Alto Comisionado para la Paz, no es otra que encontrar una salida consensual al conflicto social que ha vivido el país por muchos años, por muchas décadas y que sin duda es la aspiración del concierto internacional. Fue bandera de debate electoral y bajo tal prisma se está cumpliendo con ella, no obstante, las lógicas y en veces necesarias dificultades que presente esta empresa de todos los colombianos. Sin duda la oficina del Alto Comisionado para la Paz, es, un instrumento para la paz. Nuestras funciones están enmarcadas en el cumplimiento del Estado Social de Derecho y el respeto absoluto a la Constitución y las leyes de la República. No poseo, y jamás se ha intentado poseer funciones de investigación o juzgamiento de comportamientos. Tampoco, se tienen mecanismos jurídicos para imponer las decisiones de un Estado que precisamente son los factores que no poseen aceptación o aplauso, ni por los generadores de violencia, ni por los elementos materiales del conflicto social.

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Son funciones esenciales del Alto Comisionado para la Paz el construir elementos de confianza con los grupos alzados en armas y crear posibilidades para el diálogo, la negociación y los acuerdos de paz. El proceso de paz no es, solamente el diálogo y la negociación con los grupos alzados en armas; el proceso de paz posee varias aristas de interés nacional, el consenso de la sociedad, el acuerdo sobre la equidad, la claridad estratégica y eficiente de la justicia social, en fin la unidad nacional. En suma el proceso de paz, es el proceso de la reconciliación nacional, para edificar un Estado que garantice los derechos fundamentales, un Estado en donde toda la sociedad se encuentre representada y más que ello, un Estado en donde quepamos todos los habitantes y se desarrollen con la capacidad de hacer posible su existencia y se pueda vivir y desarrollarse como persona humana. El proceso de paz, es entonces el proceso de la convivencia y no de la poca coexistencia social. Ello es lo ético y jurídico y es la ambición fundamental señalada por la Constitución y la aspiración de una sociedad civilizada. ¿Existen tropiezos? Sin duda. Toda empresa con tal aspiración lo merece, lo requiere y lo desarrolla. No obstante, la satisfacción ha de ser concordante con la necesidad de existencia del pueblo colombiano. Esa es mi función y deseo que pueda producir los frutos en que todos estamos interesados. La utilidad, la rentabilidad de la empresa se dimensiona en criterio de persona humana. Esta es la función y esta es la invitación a la compra de las acciones dentro de esta empresa dificultosa que valerosamente se ha de continuar. Bienvenidas las propuestas, el análisis y las posibilidades; las críticas de destrucción son créditos del pasado. El Gobierno Nacional y la Oficina del Alto Comisionado para la Paz siempre tendrán las puertas abiertas al examen, a la actitud, a la aptitud propositiva. Solución a los problemas y no problemas a las soluciones. Que no se desprecie la posibilidad de paz, con el ánimo crítico que sin construcción se plantea. Todos somos parte

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de la misma sociedad. Sólo con la reflexión y la membresía con lo que nos es propio, es posible el proceso. Mucho nos agrada que esta citación se repita y reitere, en amplios debates de opinión y que se lleve a reuniones constantes con cada una de las comisiones del Honorable Congreso. La reflexión es pues de suprema necesidad y así lograr posturas de consenso entre nosotros mismos que somos el establecimiento. A ello los invito y con ello, nos convertimos en portadores del mensaje de la paz. 1. Frente a las declaraciones dadas por el zar antidrogas, Barry

Mc. Caffrey, sobre el increíble grado de impunidad de las FARCen el despeje, Zson ciertas o no estas afirmaciones? Los niveles de impunidad en el país, son objeto de análisis y de evaluación permanente por muchos organismos competentes y por expertos en la materia. Los niveles de violencia en Colombia, en veces deprimen al espectador y victimizan a la sociedad toda. No obstante, la impunidad, posee varias variantes valorativas: la impunidad como cifra oscura de la criminalidad, es ciertamente imposible de cuantificar, sólo en postura empírica y proyectiva se puede realizar una sumatoria. Desde luego, ello se aplica a nivel nacional. Lo cierto es que, observando los valores consignados en algunos textos expertos, la Fiscalía General de la Nación ha encontrado una alta disminución de dichas cifras. La impunidad puede ser tomada como fórmula de acceso a la justicia, es decir, frente a la evaluación sobre la posibilidad de los ciudadanos, de los habitantes de Colombia, con respecto a la resolución de sus conflictos. Esta impunidad es cada día menor gracias a los mecanismos de la acción de tutela y la implementación de la acción de cumplimiento y de los insumos creados por la figura de los jueces de paz. La impunidad puede entenderse, como opción de lajurisdicción, es decir, como la posibilidad de ejercer la función judicial en Colombia. Allí ciertamente, la impunidad en el país no existe, pues la jurisdicción es un concepto, un valor, una axiología que es propio de la soberanía y en verdad la soberanía es total. No existe un solo rincón del territorio en donde la jurisdicción no se aplique. Pensar lo contrario sería entonces renunciar a la soberanía del Estado y al Ius Puniendi.

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También es cierto que en muchos lugares del territorio colombiano, no existe fiscal o juez con asiento físico en el lugar, no obstante, la jurisdicción es plena. Mucho nos gustaría que en cada municipio se encontrara un tribunal; empero, la eficiencia y el mapa judicial de Colombia no lo permiten, por criterios racionales de distribución de la competencia y del trabajo allí encontrado. e incluso por disponibilidades presupuestales. Ustedes saben bien cómo, en algunos terruños no existe abogado para llevar a cabo la defensa técnica de los procesados y no por ello podemos afirmar que existe vulneración al derecho de defensa. Ejemplos muchos, pero lo cierto es que se han confundido los términos y se ha llegado a despropósitos totales. En un país de conflicto, en donde las personas no sienten repugna al ver las masacre s y los actos de corrupción que presentan en primera plana los medios de comunicación social, imágenes que llegan a los hogares aun cuando las personas se encuentran en momentos de descanso o de almuerzo, no es difícil pensar en la ausencia de capacidad de asombro. Nos hemos acostumbrado a ser espectadores de los delitos, como si se tratara de una telenovela o de un programa de ciencia ficción. La capacidad de asombro ha de incentivarse. Que la gente reaccione con reflexión y con repudio. Esta es la verdadera impunidad. La impunidad en el concepto social. La Peste, de Camus, nos da la razón: la sociedad está anestesiada. Si este es el contexto del país entero, cuál la razón para pensar que la zona de distensión, sea pues, una excepción? ¿No será que estamos exigiendo a la zona de distensión un comportamiento de Suiza y al resto del país un comportamiento de nuestra dimensión conflictual? Ello es punto de reflexión, para evitar la maximización de conceptos del todo contrarios a nuestra realidad de violencia. Ustedes se han puesto a pensar que existen muchas y muchas violaciones de derechos humanos jamás conocidos judicialmente y que sobre tal tapete inexistente no existe ninguna postura estatal y que en verdad no son ocasionados ni realizados en la zona de distensión. Ello es otra reflexión. El país, enfermo, y sólo consultamos al médico para la enfermedad no terminal. Pero además, lo que es cierto e

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irrrefutable es que en el territorio declarado zona de distensión el índice de criminalidad ha bajado en una forma impresionante. La percepción del Zar Antidrogas, entonces, no la comparto. Lo importante es que, uno de los objetivos del proceso es precisamente la reconducción de la justicia y los mecanismos para lograr su eficiencia en la resolución de conflictos. Los elementos materiales que ahora se colocan de presente sobre las relaciones de los actores armados y otras manifestaciones delictivas son sin lugar a dudas la lucha frontal del Estado contra dichos factores en donde todos los países tienen corresponsabilidad, según se afirma en los análisis y conferencias internacionales. Se produce así una importante observación: el sacrificio social que el país ha pagado en recursos antiguos y frescos, frente a la necesidad de inversión con relación a las armas y demás implementos de control, es innegable, como lo ha sido el sacrificio en vidas. No es pues, el llamado a la comunidad internacional, buscar donantes. La postura es distinta y ofrecida por la corresponsabilidad: Inversión en Colombia a efecto de lograr la paz y así terminar con los insumos de la guerra y las consecuencias dinerarias que la contienda produce. z.Cuánta negación de satisfacción social se ha producido? ¿Cuántas escuelas, puentes, salud se han perdido a buena cuenta de la contienda y también por la corrupción? De otra parte, debo ser enfático que, como ciudadano y como Alto Comisionado para la Paz, he enviado y dado traslado a las autoridades competentes, sobre los informes o noticias de las supuestas violaciones que aparentemente se ocasionaron en la zona de distensión. Soy respetuoso de las competencias y de los funcionarios, ellos, los que poseen jurisdicción y competencia son los encargados o de investigar o impulsar y dotar la protección. En estos casos y con carácter urgente, mi petición ha sido, la investigación y el establecimiento de los hechos supuestamente lesivos. Pero deseo advertir: no sólo llegan a la Oficina comunicaciones relacionadas con la zona de distensión, llegan de todas partes del país y con relación a hechos muy disímiles a los actores armados. El comportamiento es el mismo. Se aterra cualquier persona del contenido y calidad de las denuncias.

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No obstante, la llamada impunidad se ilustra de otra manera si se tienen en cuenta las estadísticas, que poseen diversas oficinas oficiales. La conclusión es de interés: la porcentual disminución de comportamientos lesivos es evidente, luego de establecerse la zona de distensión. Y es más, impacta en mayor medida, si tales notas estadísticas se comparan con los niveles de victimización en todo el territorio nacional, pues en éste no existe persona que no hubiese tenido contacto personal o familiar con alguna vulneración de índole penal a sus derechos. Categorizar la especificidad vivida en la zona de distensión como si fuera una generalidad, desde luego que es un error numérico y sobre todo, una desacertada postura social. La zona de distensión es un mecanismo legal, desarrollo de la Ley 418 de 1997, en donde se pretende crear las condiciones de confiabilidad y seguridad en procura de lograr el diálogo, la negociación y en fin, el acuerdo de paz. El fruto es evidente, se llegó al término del diálogo y se produjo la agenda única. Llamo la atención de los honorables Representantes en el hecho de todos conocido de la duración del diálogo en Irlanda del Norte: mientras allí se produjo la agenda a cuatro y más años de conversaciones, en Colombia, tal etapa se superó en menos de cinco meses de esfuerzo. Los plazos no son fatales en el proceso de paz. Lo que es fatal es la necesidad de consensos y por ello la necesidad de paz. No existe fórmula matemática para llevar a cabo el proceso, el tiempo es necesario, pero insisto, no es fatal. Se ha confundido el proceso de paz, con la mesa de negociación. Nuevamente, se desconoce el estado del proceso, se generaliza y se produce un contrasentido evidente. De suyo, en la zona de distensión, existen alcaldes reconocidos por todos los actores, policía cívica que atiende a la ciudadanía; en suma, jamás se ha colocado en duda la soberanía estatal y nunca antes había existido tanta presencia del Estado en dicha zona como la que se puede presentar hoy. Áreas despejadas de fuerza pública, en el país se encuentran muchas: Unas porque allí el conflicto no es evidente, en otras, porque la fuerza pública no se encuentra físicamente. ¿Será entonces que sobre dichas zonas existe la misma reflexión? Impensable. La soberanía es plena, la comunidad es sabia en la manera de lograr su convivencia y el Estado jamás ha renunciado a la soberanía.

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Como se observa, el nivel de diálogo en el establecimiento es y ha sido muy retórico, poco productivo y en nada propositivo. El debate se ha de realizar sobre propuestas, sobre soluciones y como ya se dijo, evitando colocar un problema a cada solución. LImpunidad? Es posible, no obstante la única manera de acabar con ella es el proceso de paz. En los estados de no paz y en el de guerra, todos somos generadores de instrumentos de paz. 2. ¿Qué razones han aducido las FARC,para no estar de acuer-

do con una comisión de verificación? Si en el seno del establecimiento no estamos de acuerdo, lo propio y lógico será que existan desavenencias, con los actores armados. Es un problema de crear puntos de avenencia y ello se puede lograr generando espacios de confianza. El primer espacio de confianza ha de ser, en el lenguaje utilizado desde el establecimiento y también con los actores armados. Así es el proceso de paz. Deseo por ello ser de pronto demasiado puntual: La instrumentalización de la negociación no posee dudas. Aparentemente la dificultad consiste en la implementación de la comisión que se ha dado por llamar de verificación. El Gobierno Nacional ha propuesto una comisión de acompañamiento. No obstante, negociación y la verificación son temas colaterales pero diferentes. La negociación se encuentra en punto de inicio, la verificación en momento de reflexión. Todo aporte es importante y toda posibilidad estudiada. Conocidos y destacados miembros de organizaciones impulsadoras del proceso de paz, observan necesario dar inicio a la negociación y estudiar la verificación. Otros estamentos desean que sin la verificación no existe punto de inicio a la negociación. Con todo, el ejercicio y la labor no se encuentra en la calificación de razones, sino en la necesidad de avenencia a la negociación.

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Por ello, el Gobierno Nacional se encuentra trabajando y viabilidad del proceso de paz integral.

en la construcción

Bienvenida, la observación coherente, didáctica, global y conceptualmente viable. 3. Si hay Comisión de Verificación ¿qué propuesta tiene el

Gobierno para su integración? De la respuesta anterior se deduce que, la integración depende del punto de confianza y de la avenencia que con respecto a ella se llegue. ¿Dificultades del proceso? No. Simplemente temas de perfeccionamiento en el proceso, que no en la negociación. Las propuestas para resolver el obstáculo presentado las estamos dialogando de manera directa y con carácter reservado, hasta tanto no se llegue a un acuerdo con el propósito de no crear más inconvenientes.

4. ¿Cuál es la posrcion de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz frente a la intensión del coronel Hugo Chávez

Frías de diálogar con las FARCy los Paramilitares? La pregunta es muy importante, la respuesta ha de ser responsable. Ello corresponde al concepto y trabajo del señor Canciller de la República.

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RESPUESTAS DEL ALTO COMISIONADO PARA LA PAZ A LA PROPOSICIÓN DE CITACIÓN A LA COMISIÓN PRIMERA DE LA cÁMARA DE REPRESENTANTES EL 21 DE OCTUBRE DE 1999

1. Gestiones que ha adelantado el Gobierno Nacional para la

liberación de las personas secuestradas del avión de Avianca que aún no han sido entregadas. Desde el día mismo del secuestro masivo de los ocupantes del avión de Avianca en Bucaramanga el Gobierno Nacional estableció la política de supeditar el reinicio del proceso de diálogo y negociación con el ELN a su liberación inmediata e incondicional, bajo el criterio de no permitir que estos hechos se constituyan en un instrumento para presionar la obtención de beneficios de ninguna naturaleza. A la vez, de forma rápida y en un escenario diferente al del proceso de paz el Gobierno Nacional inició gestiones tendientes a facilitar al ELN el cumplimiento de su obligación de restituir la libertad a los civiles rehenes, conformando para ese efecto una comisión humanitaria. Para tales acciones el gobierno designó al doctor Juan Gabriel Uribe, quien intensamente exploró caminos y estableció interlocución con los voceros del ELN, sin lograr que esa agrupación insurgente respondiera en forma positiva a las gestiones de la comisión. Ante esa posición, así como ante las diversas posiciones asumidas por miembros del ELN sobre la disposición de liberar a estos secuestrados, así como a los que se sumaron posteriormente mediante los secuestros masivos de Cali y Barranquilla, el Gobierno Nacional intentó fórmulas de intermediación humanitaria y reiteró su permanente disposición al diá-

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logo político, suspendido como consecuencia de la situación que generó el mencionado grupo. Agotadas sin éxito estas instancias, el Gobierno Nacional a través del Alto Comisionado para la Paz procedió a aceptar y respaldar los buenos oficios que ofreció un grupo de personas representativas de la sociedad colombiana. Estas acciones están en marcha y el gobierno confía en que, como es su interés prioritario, se puedan resolver positivamente los secuestros masivos, mediante la restitución incondicional de la libertad de las víctimas en poder del ELN, Y de esa manera retomar el curso del proceso. El Gobierno Nacional seguirá realizando todos los esfuerzos que sean conducentes a la liberación de los secuestrados, como lo viene haciendo con cautela y discreción.

2. ¿Cuál es la posrcion del Gobierno frente a la apertura de

los diálogos regionales de paz? La insurgencia está levantada en armas contra el Estado colombiano por argumentos de orden nacional y ha propuesto una plataforma de reconciliación también de dimensiones nacionales. Por lo tanto, la resolución del conflicto debe abordarse en esa perspectiva, y no parcelando en negociaciones regionales los problemas, proceder que fácilmente puede culminar en el desplazamiento de la violencia, pero no en su resolución definitiva. Existe hoy un proceso cuya conducción directa y personal está en manos del señor Presidente de la República, a través del cual se ha logrado con las FARC convenir una agenda única y unos mecanismos para garantizar que en su análisis participen todos los sectores y todas las regiones del país, asegurando a su vez que los resultados de la negociación tengan efectos sobre todo el territorio nacional y beneficien a todos sus habitantes.

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De igual forma, el Gobierno Nacional favorece la realización de la convención nacional que propuso el ELN, pues se rige en su política de paz bajo el criterio de la participación democrática nacional en la elaboración de las reformas conducentes a la reconciliación. Esa política va a mantenerse, asegurando la coherencia de objetivos y estrategias y evitando la dispersión de esfuerzos.

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RESPUESTA AL CUESTIONARIO DE LA COMISIÓN SEGUNDA DEL SENADO DE LA REPÚBLICA, PROPOSICIÓN No. 31.

Octubre de 1999.

1. ¿Cómo se encuentra el proceso de paz que se adelanta con

los diversos grupos subversivos? Como el país lo sabe, el proceso de diálogo y negociación con las FARCha superado la etapa de dificultades en que se encontraba. Hemos convenido iniciar el próximo 24 de octubre la fase de negociación de los temas sustantivo s incluidos en la Agenda Común. Estamos satisfechos con que el proceso retorne su cauce, para que podamos iniciar el debate que nos lleve a la suscripción formal de acuerdos, tal y como el país lo está esperando. Queremos mayor celeridad en el proceso, pero también somos conscientes de que es necesario analizar con detenimiento cada uno de los temas. Respecto al proceso de diálogo con el ELN, tal y como públicamente lo ha dicho el señor Presidente de la República, el Gobierno Nacional mantiene su disposición de iniciar un diálogo bilateral de alto nivel y proceder a la realización de la convención nacional, sobre la base de los entendimientos que ya existen sobre ese particular y logrando un acuerdo razonable sobre el lugar y las condiciones de seguridad en que habrán de realizarse ambos procedimientos. Estamos optimistas en que con el apoyo y los buenos oficios que el gobierno aceptó de representantes de la sociedad civil podremos muy pronto avanzar en esos propósitos. De igual forma, el gobierno permanece atento y ha respondido positivamente al interés del EPL de iniciar un proceso de paz, y para ello está

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estudiando las condiciones en que podría iniciarse. Es de nuestro interés un procedimiento que permita la sincronización o la concurrencia de los procesos, lo que en virtud de las similitudes de agenda podría concretarse. 2.

¿Cuándo se reínicían los llamados diálogos de paz con las FARC?

El próximo domingo 24 de octubre, en una ceremonia formal pero sencilla que tendrá lugar en el municipio de La Uribe, donde se instalará formalmente la mesa de negociación y el Comité Temático Nacional que permitirá organizar audiencias públicas en las cuales escucharemos las iniciativas del pueblo colombiano. 3.

¿Cuáles son los avances que se han tenido con los grupos alzados en armas durante este Gobierno?

Se ha instalado formalmente un proceso de diálogo y negociación con las FARC,para el cual el Gobierno Nacional ha ofrecido todas las garantías. A partir de esa decisión se convino, la Agenda Común para el Cambio hacia una Nueva Colombia, lo que nos permite contar con temas identificados de cuyo análisis deberán resultar las bases para la obtención de una paz duradera. De igual modo, se establecieron de común acuerdo los mecanismos que permitan, como es interés del gobierno, la participación activa y plural de los colombianos en el proceso de paz. Ellos son las audiencias públicas y el Comité Temático Nacional. Este último además servirá para sistematizar las propuestas y hacerlas llegar en condición de insumos para la negociación bilateral. Recientemente acordamos el inicio de la fase de negociación, de la que deberán resultar progresivamente acuerdos sustantivos. Con el ELN avanzamos en la definición del carácter de la convención nacional que el gobierno aceptó realizar, como foro amplio para el debate de los temas sustantivo s para la paz y del cual deberán surgir las propuestas que nutran la negociación bilateral. Están definidos diversos aspectos de ese proceso, alcanzados mediante un diálogo bilateral y también a través

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de un escenario trilateral en el que representantes de la sociedad civil han jugado un papel importante. También hay coincidencia de criterios en iniciar el diálogo bilateral mediante la firma de un acuerdo de respeto al Derecho Internacional Humanitario. Con fundamento en estos avances quedan por definir las condiciones de seguridad para la realización de estos procesos, en lo que se refiere a los miembros de la sociedad civil corresponde directamente al Gobierno Nacional. Confiamos, reitero, en poder iniciar pronto el trabajo, lo que supone la liberación de las víctimas de los secuestros masivos llevados a cabo en Bucaramanga, Cali y Barranquilla. 4. ¿Cuál es la opinión del Gobierno sobre las posibles reunio-

nes que se van a llevar a cabo en Venezuela con el ELN? El planteamiento general de la política de paz que efectuó el Primer Mandatario prevé que cuando las circunstancias lo aconsejen, se haga uso de mecanismos de intermediación, que actúen como "bisagra" entre las partes. En la coyuntura del proceso con el ELN ello ha sido conveniente y por eso el gobierno aceptó y viene respaldando las gestiones de este grupo. Es importante que esa agrupación tenga la capacidad de comprometer a todos sus miembros. 5. ¿En qué normas legales se piensa apoyar el Gobierno para

llegar a acuerdos paramilitares?

con las FARC, el ELN y los grupos

El gobierno ha sido claro al decir que el proceso de paz, en todos sus componentes, se desarrollará con estricto apego a la Constitución y las leyes de la República. El señor Presidente de la República ha hecho uso de aquellas que le son conferidas en la Ley 418 de 1997, cuya prórroga hemos solicitado al Congreso de la República. Haremos también uso de aquellas normas del Derecho Internacional Humanitario aplicables en nuestro contexto, cuando ellas sean útiles para lograr avances en la humanización del conflicto y la construcción de confianza.

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6. ¿Cuál es la posicron del Gobierno referente a la llamada

ley de canje, o intercambio humanitario que se piensa tramitar en el Congreso de la República? En la medida en que el contenido sustantivo y la forma de esa ley se adecuen al inequívoco propósito de la reconciliación nacional, que es su sentido político, el gobierno estará satisfecho con la ley. Para el gobierno es claro que una liberación o suspensión de procesos con ocasión del conflicto armado debe estar antecedida o al menos suponer la liberación de todos los secuestrados. Las fórmulas de libertad condicional o libertad provisional incluidas en la iniciativa son factibles de estudiar, pues son acordes con la aplicación de figuras jurídicas tradicionales en el marco del Estado de Derecho. 7. ¿Cuál es la ayuda que el Gobierno de los Estados Unidos

ha aprobado para el proceso de paz que rige en Colombia? Las demostraciones del apoyo político que el gobierno de los Estados Unidos brinda al proceso de paz son vehementes. Ese apoyo, como el de la Comunidad Europea y toda la comunidad internacional, es de una importancia mayor. Ese respaldo también se ha expresado en la cooperación económica, mediante ofrecimientos importantes de recursos no reembolsables y mediante su voto favorable ante la banca multilateral, que están en vías de aprobación definitiva conforme a los correspondientes procedimientos. 8. ¿Cuáles son las respuestas que ha recibido el Gobierno

Nacional de otros países sobre el Plan Colombia? Todos los países a los que ha sido presentado el Plan Colombia, al igual que los organismos multilaterales, han ofrecido su respaldo y su cooperación. A través de la Diplomacia para la Paz el Gobierno Nacional ha explicado en detalle el sentido y los alcances del Plan y la forma en que éste se inscribe en el propósito de reconciliación nacional. Se trata de un instrumento que aunque está vinculado al proceso político de obtención de acuer-

738

REPÚBLICA DE COLOMBIA


dos de paz, no depende en su ejecuciรณn del curso y el ritmo que puedan tomar los diรกlogos y la negociaciรณn. Eso lo comprende bien la comunidad internacional, pues una de sus reglas de oro contemporรกneas es que la paz supone el desarrollo econรณmico y social, que es lo que estamos buscando como sustento de nuestro proceso.

HECHOSDE PAZ VI

739



CON MOTIVO DEL ASESINATO DE ~ JAIME GARZON y JESÚS ANTONIO BEJARANO



DECLARACIÓN

PÚBLICA

Santa Fe de Bogotá, D. C, 13 de agosto de 1999.

El Alto Comisionado para la Paz, Víctor G. Ricardo, lamenta profundamente y condena de la manera más enérgica el cruel asesinato el día de hoy del periodista Jaime Garzón. Se ha cegado la vida de un gran colombiano, que puso su inteligencia y su talento al servicio de la alegría nacional y de la construcción de la paz en el país. Su asesinato nos indigna, nos ofende y nos duele. La única manera de mitigar su irremplazable pérdida, y hacer menos dura su ausencia es siguiendo sus pasos, mediante el compromiso de buscar entre todos la reconciliación nacional, venciendo para siempre, con la razón y con la risa, a los violentos y su violencia. El Gobierno Nacional ha dispuesto todas las medidas que permitan establecer la responsabilidad de este crimen, identificar a sus responsables y llevarlos ante la justicia.

Víctor G. Ricardo, Alto Comisionado para la Paz.

HECHOSDE PAZ VI

743



COMUNICADO Santa Fe de Bogotá, D. C, 16 de septiembre de 1999.

El Alto Comisionado para la Paz expresa su más enérgico repudio y su profundo pesar por el asesinato cobarde y cruel del doctor Jesús Antonio Bejarano. Sus homicidas le arrebataron a Colombia un incansable trabajador de la paz. Con este crimen se ataca y ofende a toda la sociedad colombiana, que clamorosamente pide el fin de la violencia, el respeto de los derechos humanos y la convivencia solidaria y democrática, tal y como durante su vida personal, académica y profesional lo buscó con tesón e inteligencia el doctor Bejarano. Como él lo enseñó con su comportamiento, la única reacción posible ante ese horrendo homicidio es el fortalecimiento de la voluntad nacional de paz, la preservación del pensamiento libre, la expresión franca de los principios y las convicciones, la preservación de las instituciones democráticas y la creación de una cultura de tolerancia y respeto por las diferencias. Se equivocan los muy pocos que pretenden doblegar a la Nación con el terror y la alevosía. El martirio de Jesús Antonio Bejarano será semilla de la paz.

Víctor G. Ricardo, Alto Comisionado para la Paz.

HECHOSDE PAZ VI

745



SOBRE LA BELIGERANCIA RESTRINGIDA



SOBRE LA BELIGERANCIA RESTRINGIDA

Sobre el tema de la beligerancia, el gobierno colombiano ha expresado su opinión en distintos foros y en especial en el honorable Congreso de la República. Sobre este tema existe una gran confusión en la opinión pública, motivo por el cual es importante reiterar para su comprensión, los siguientes aspectos: 1.

Como lo ha dispuesto el señor Presidente de la República, el proceso de paz en curso, se desarrolla en todas sus etapas con arreglo y cumplimiento a la Constitución y a las leyes de la República.

2.

No existe interrupción o suspensión del poder del Estado, en ningún lugar del territorio Nacional.

3.

En cumplimiento de la Constitución y en especial, en desarrollo de la Ley 418 de 1997, el Gobierno Nacional ha adoptado las decisiones pertinentes para el inicio de los diálogos de paz con la insurgencia. Decisiones soberanas, en el marco de encontrar una solución política negociada al conflicto interno colombiano, se otorgó el reconocimiento político a dichas agrupaciones (FARC-EPy ELN).

4.

El reconocimiento político no modifica en forma alguna el estatus de la insurgencia, con respecto al marco jurídico, interno o internacional.

5.

La declaratoria de la zona de distensión, es igualmente una decisión soberana del Estado, desarrollo de la ley, un instrumento para la paz.

HECHOSDE PAZ VI

749


Se busca allí, exclusivamente, un lugar que permita ofrecer seguridad a los intervinientes en el proceso. Para lo cual, la ley contempla medidas especiales para viabilizar el diálogo. Decisión soberana que excluye cualquier argumento sobre un control territorial por parte de la guerrilla. 6.

La normatividad internacional y la costumbre de los Estados contemporáneos, llevan a la conclusión que, el reconocimiento de la beligerancia, hoy más que nunca, es un concepto desueto, por razones históricas, prácticas y jurídicas. Así:

Históricamente, su uso y utilidad se efectuó durante el siglo XIX en relación con insurrecciones nacionales y movimientos de secesión que se oponían a regímenes imperiales o colonialistas.

Anacrónico por razones prácticas; en el caso salvadoreño, lo que aconteció fue una declaración de terceros Estados, sobre el reconocimiento "de fuerza política representativa", y en ningún caso, el gobierno salvadoreño utilizó el concepto de beligerancia, y menos aun el de beligerancia restringida.

Por razones jurídicas, porque desde el punto de vista del derecho público, el reconocimiento de los sujetos internacionales tiene como escenario natural el foro por excelencia de las relaciones entre Estados, que es la Organización de la Naciones Unidas y no los Estados aislados.

7.

Bajo el punto de vista del Derecho Internacional Humanitario es intrascendente la calificación de la beligerancia, por cuanto desde 1949 la obligatoriedad de respetar las normas mínimas en los conflictos armados internos, es imperativa para las "partes en conflicto", o sea para todos los actores armados, incluyendo naturalmente al propio Estado.

8.

Una razón de más para que el reconocimiento de beligerancia en conflictos de carácter interno no tenga ninguna utilidad o procedencia, es que los conflictos armados no internacionales están cubiertos por

750 REPÚBLICA DE COLOMBIA


las reglas mínimas de derecho de los conflictos armados (artículo 3° común de los acuerdos de Ginebra y su Protocolo II). Es más, y lo resalto, siguiendo el derrotero normativo, los acuerdos que se hagan para preservar la integridad de las personas nada tienen que ver con el reconocimiento de la beligerancia. Al respecto la misma norma establece: "La aplicación de las anteriores disposiciones no surtirá efectos sobre el estatuto jurídico de las partes en conflicto" (resaltado fuera de texto). 9.

Por lo tanto, el solo hecho de estar obligado y de dar aplicación a los Convenios de Ginebra, no convierten a las partes en conflicto en beligerantes.

10. En suma, la discusión es doblemente teórica, si se considera que el proceso de paz en Colombia se encuentra reglado por la ley, que autoriza, no sólo la negociación, sino los instrumentos como la distensión, el reconocimiento de carácter político de un grupo insurgente (lo cual, para efectos prácticos, equivale a decir que existe válida interlocución) y la utilización de otros mecanismos de perfeccionamiento de los acuerdos a que se llegue con los interlocutores actuante s En otras palabras, el proceso de paz se adelanta al amparo de la ley y como expresión de la soberanía del Estado colombiano en su condición de Nación unitaria. 11. Es así como, los instrumentos antes citados, se insiste, son para la paz, no para hacer la guerra, origen de la palabra beligerancia. Una figura como la planteada, "la beligerancia restringida", no coincide con la normatividad interna o internacional. En el plano interno, pues no existe fundamento o respaldo legal; en el orden internacional, no posee antecedente, ni se encuentra enmarcada en los instrumentos internacionales. Víctor G. Ricardo, Alto Comisionado para la Paz.

HECHOSDE PAZ VI

751



CON ALGUNOS COMUNICADOS LLEGA LA NEGOCIACIÓN



EL GOBIERNO NACIONAL Y LAS FARC-EP SE PERMITEN INFORMAR A LA OPINIÓN PÚBLICA:

Después de una reunión sostenida con el Alto Comisionado para la Paz y a solicitud del gobierno, las partes, antes de realizar la instalación formal de las negociaciones, han considerado necesario definir la conformación final de la comisión internacional de verificación acordada en el documento firmado entre el señor Presidente de la República y Manuel Marulanda Veléz. Asimismo han considerado necesario definir claramente las bases y los parámetros bajo los cuales operará esta comisión. De otra parte, ante la imposibilidad de llegar a la zona por parte de algunos miembros del comité temático designados por la FARCy a solicitud de dicha organización, y que las centrales obreras aún no han designado su representante, resulta necesario contar con un término de tiempo adicional que permita la integración final de este comité. Por lo anterior, las partes han acordado aplazar la instalación formal de la mesa de negociación, han ratificado enfáticamente su voluntad de paz y buscarán realizar la instalación formal de dicha mesa el próximo 20 de julio, para continuar en la búsqueda de un acuerdo político que permita una solución al conflicto. Sin perjuicio de lo anterior, los negociadores designados por las partes continuarán trabajando conjuntamente en la definición de las condiciones de forma bajo las cuales se adelantarán las negociaciones, la metodología de trabajo del Comité Temático Nacional, en especial la realización de las audiencias públicas, con el propósito de escuchar las distintas iniciativas

HECHOSDE PAZ VI

755


y planteamientos de la comunidad colombiana para el desarrollo de la agenda común: Por el cambio hacia una nueva Colombia. Por el Gobierno, Víctor G. Ricardo, Alto Comisionado para la Paz. Por las FARC- EP: Raúl Reyes, Joaquín Gómez, Fabián Rarnírez.

756

REPÚBLICA

DE COLOMBIA


DECLARACIÓN PÚBLICA San Vicente del Caguán, departamento 16 de octubre de 1999.

del Caquetá,

El Gobierno Nacional a través del Alto Comisionado para la Paz y las FARC-EI~por conducto de sus voceros en la mesa de negociación, reiteran a la opinión nacional e internacional su decisión de seguir trabajando en la búsqueda de una solución política negociada al conflicto que vive nuestro país, e informa a la opinión pública que hemos acordado dar instalación formal a la mesa de los diálogos de la negociación el próximo domingo 24 de octubre de 1999 a las 11 a.m., en el municipio de La Uribe, departamento del Meta, con la finalidad de desarrollar la agenda común acordada "Agenda hacia una Nueva Colombia" que permita llegar a un acuerdo para encontrar la paz de los colombianos, como también poner en funcionamiento el Comité Temático Nacional, que ha sido integrado por cada una de las partes. Por el Gobierno:

Víctor G. Ricardo, Alto Comisionado para la Paz. Por las FARC- EP:

Raúl Reyes, Joaquín Gómez, Fabián Ramírez.

HECHOSDE PAZ VI

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SE INICIAN PROYECTOS DE SUSTITUCIÓN DE CULTIVOS ILÍCITOS DURANTE EL PROCESO DE PAZ EN LA ZONA DE DISTENCIÓN



PLANTE UNDCP/UNOPS

Desarrollo alternativo en la zona de distensión de los departamentos del Caquetá y Meta.

Firma de convenio: Visitas a campo: Desembolso de recursos: Duración total:

junio de 1999 agosto - septiembre de 1999 octubre de 1999 tres años

Criterios de trabajo para los proyectos productivos dentro del desarrollo alternativo El PlANTE en los proyectos productivos contempla cuatro criterios que garantizan el éxito y estos son los siguientes: 1. Sostenibilidad económica Los aspectos que se tienen en cuenta son • Productos de capitalización: (ganadería de carne) • Productos de flujo monetario: (ganadería de leche, plátano y piscicultura) • Productos de seguridad alimentaria: (leche, piscicultura, animales menores, cultivos de pancoger). 2. Sostenibilidad Social La base de estos proyectos se construye a partir de las asociaciones de productores y para este caso se ha construido con: • La Uribe Asoproaju, Asociación de Productores de La Julia. • Vista Hermosa Asoproadum, Asociación de Productores de Vista Hermosa.

HECHOSDE PAZ VI

761


• Mesetas • La Macarena • S.Vdel Caguán Cosurmeta

Asoproadum, Asociación de Productores de Mesetas. Asopeproc, Asociación de Pequeños Productores de La Macarena. Asopeproc, Asociación Productores de La Cristalina del Losada. Organización de segundo nivel que integra las Asociaciones del Meta.

3. Sostenibilidad Política Estos proyectos están articulados con los municipios en los Concejos Municipales de Desarrollo Rural, CMDR e incorporados a los Planes Operativos Municipales, POM / s y participación de las Umatas.

4. Sostenibilidad Ambiental La sostenibilidad ambiental se construirá

a partir de:

• Manejo y rotación de pastos para promover una ganadería no extensiva • Reciclaje de desechos y actividades de reforestación. Estos criterios han sido tenidos en cuenta para la construcción de los proyectos en la zona de distensión, en forma concertada con las comunidades a ser beneficiadas. El cuadro que se presenta a continuación permite conocer en detalle el estado del proyecto y el alance hasta el momento.

Presupuesto total del proyecto UNDCP: GOBIERNO:

US$3.300.000 US$2.800.000

Los proyectos productivos

• 762

Memorandos de Acuerdo (Fortalecimiento a las Asociaciones en Asistencia Técnica, Organización Empresarial). Fondos de Capitalización en Especie (cada familia contará con 15

REPÚBLICA

DE COLOMBIA


vacas, 1 toro y dos novillos). De esta manera se garantiza que el campesino cuente con leche y carne para comercializar. •

Fondo Comercialización * * Son la base para que los campesinos cuenten con recursos para articularse al mercado en forma eficiente y construir alianzas con el sector privado. Es el caso de Nestle en la compra de leche a Asopeproc en San Vicente del Caguán. Estos proyectos estarán acompañados con productos de seguridad alimentaria: Cultivos de pancoger y animales menores.

Todos los recursos serán administrados res con la asesoría y acompañamiento

por las asociaciones de productodel Plante y UNOPS.

Distribución concertada de los recursos, beneficios y compromisos Proyecto

San Vincente delCaguán

Ganadería Plátano Piscicultura Familias Beneficiarias

952.600 O

HoctáreasASustituir

Mesetas Vista Hermosa

782.608

773.349

759.515

353.870

365.838

351.409

Macarena

621.615

Total

3.889.687

O

1.071.117

O

O

O

41.320

O

41.320

200

170

160

200

so

820

J'.s.x. Pral. Ejecutcres Asopeproc

Infraestructura

LaUribe

Asoproaju

Asoproadum

Asoproavih

Asopepro

5

286.000

149.583

362.n9

423.358

379.091

1.600.762

560

500

500

540

300

2.400

HECHOSDE PAZ VI

763



ALGUNAS GRÁFICAS SOBRE EL CONFLICTO ARMADO LA PRESENTACIÓN

DE LAS GRÁFICAS COMPARATIVAS

SOBRE LA INTENSIDAD DEL CONFLICTO ARMADO EN COLOMBIA, LAS ACCIONES GUERRILLERAS Y LOS SECUESTROS EN EL PAÍs, PERMITEN TENER UNA VISIÓN CLARA DE LA IMPORTANCIA DEL PROCESO DE PAZ.



ACCIONES DEL EPL 1995-1997

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3 baja

a 10 media de 10 alta

HECHOSDE PAZ VI

767


ACCIONES DEL ELN 1995-1997

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3 baja

a 10 media

11

Mรกs de 10 alta

768

REPร BLICA

DE COLOMBIA


ACCIONES DE LAS FARC 1995 - 1997

&t~~ 1 a 3 baja ~4

a 10 media

11

Mรกs de 10 alta

HECHOSDE PAZ VI

769


GRÁFICO

COMPARATIVO

DE LA INTENSIDAD (1994-1998)

DEL

CONFLICTO

ARMADO

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DE LA EVOLUCIÓN (1994-1998)

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770 REPÚBLICA DE COLOMBIA

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19981

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GRÁFICO

COMPARATIVO

DE LA EVOLUCiÓN (1994-1998)

DEL

HOMICIDIO

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19981

DEL ACCIONAR OFENSIVO DE LA GUERRILLA (enero de 1997 a junio de 1999)

140 1998

120

1999 SE CREA LA ZONA DE DISTENSIÓN NOVIEMBRE 7 DE 1998

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FUENTE:

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DAS

Las acciones ofensivas de la guerrilla comprenden: las emboscadas, hostigamientos, ataques a instalaciones militares y de policía, los asaltos a poblaciones, las piraterías terrestres y las acciones de sabotaje.

HECHOSDE PAZ VI

771


ACTIVIDAD (enero

ARMADA DE LAS GUERRILLAS de 1998 a enero de 1999)

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COMPORTAMIENTO DE LAS ACCIONES MÁS RECURRENTES EN EL CONFLICTO ARMADO (enero de 1998 a enero de 1999)

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ARMADOS

A ENTIDADES

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ATAQUE

A INSTALACIONES

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SABOTAJES

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HOSTlGAMIENTOS

REPÚBLICA DE COLOMBIA

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ASALTOS

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772

CONTACTOS

DIC

EMBOSCADAS PIRATERíA

TERRESTRE


GRÁFICO COMPARATIVO DE LA INTENSIDAD DEL CONFLICTO ARMADO EN EL PERÍODO DE VIGENCIA DE LA ZONA DE DISTENSIÓN CON LOS PROMEDIOS SEMESTRALES DE LOS AÑOS ANTERIORES

800 INTENSIDAD DEL CONFLICTO DURANTE LA VIGENCIA DE LA ZONA DE DISTENSIÓN

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700 600 500 400 300 200 100 O Prom1991

Prom1992

Prom1993

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Prom1995

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Nov

abril

GRÁFICO COMPARATIVO DE LA ACTIVIDAD ARMADA ANTES Y DESPUÉS DE LA CREACiÓN DE LA ZONA (enero de 1998- abril de 1999)

98-

99

DE LA GUERRILLA DE DISTENSIÓN

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HECHOSDE PAZ VI

773


EVOLUCiÓN DEL SECUESTRO GUERRILLERO 250~

--. INFLUENCIA DE LOS SECUESTROS MASIVOS DE BUCARAMANGA, CALI y BARRANQUlLLA

200

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774 REPÚBLICA DE COLOMBIA

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1\111\'11\.1-\

NACIONAL LA IMPRENTA NACIONAL

DE COLOMBIA

realiz贸 la impresi贸n de "HECHOS

DE PAZ

V-VI"

en el mes de octubre de 1999 Ivstitia et Litterae



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