BICILUETAS 2017 - Andrés Zapata @andreszame

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BICILUETAS ExposiciĂłn Virtual

ÂżCuĂĄl es tu mejor herencia? Cuando era niĂąo vivĂ­ en una casa de cuatro pisos muy grande. Era la casa de mi abuela, de la que no heredĂŠ ni un peso cuando la vendieron. En la terraza del cuarto piso, es donde empieza esta aventura de contar historias encima de una bicicleta. El recuerdo me lleva a ese momento cuando por primera logrĂŠ mantener el equilibrio sobre bicicleta sin la ayuda de las ruedas auxiliares, ni de la mano de mi abuela sujetĂĄndome del sillĂ­n. Este viaje comienza en ese mismo instante.

2007 2017

En el aĂąo 2017 se cumplĂ­an 10 aĂąos de viajes en bicicleta. HabĂ­a que celebrarlos de una manera especial. Se me ocurriĂł organizar una galerĂ­a de fotos, reuniendo algunos registros fotogrĂĄficos de los viajes que hasta ese momento habĂ­a hecho en Colombia y Europa. Al principio me emocionĂŠ mucho, desempolvĂŠ mis diarios escritos en viejas libretas a mano alzada y recopilĂŠ cerca de 90 fotografĂ­as. LlegĂł el momento de buscar un lugar para mostrar al pĂşblico esta recopilaciĂłn, busquĂŠ muchos sitios en BogotĂĄ pero el costo y los requisitos estaban fuera de mi alcance.

Confieso que desistĂ­ de la idea. En ocasiones me preguntaba Âża quiĂŠn carajos le interesarĂ­a visitar la galerĂ­a de una dĂŠcada de viajes en bicicleta? A pesar de eso, seguĂ­a pensando cĂłmo celebrar. Lo Ăşnico que se me ocurrĂ­a en esos dĂ­as, era organizar un viaje a Santa Marta, un destino muy especial por ser el primer lugar al que lleguĂŠ en bicicleta en el aĂąo 2007. TenĂ­a en la cabeza invitar algunos amigos cercanos para que me acompaĂąaran. Si un plan organizado, solo ideas, mantuve una conversaciĂłn con Wilmar GarcĂ­a, un amigo cercano quien me sugiriĂł no abandonar la idea de organizar la galerĂ­a y hacerla en las paredes de mi casa. Âżmi casa?


07

980 km

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1100 km

14

1250 km

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890 km

16 17 1200 km

BogotĂĄ Desierto Tatacoa BogotĂĄ Santa Marta

BogotĂĄ CapurganĂĄ Cartagena

EMO CIO NES

DEL CAMINO

BogotĂĄ Cabo de la Vela

Madrid Valencia Barcelona

BogotĂĄ QuibdĂł

Biciluetas

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ĂĄ AntioqueĂąo

El objetivo de este proyecto no era mĂĄs que compartir anĂŠcdotas de viajes, por lo menos tenĂ­a la garantĂ­a que algunos familiares y amigos visitarĂ­an mi hogar para escucharme. El verdadero reto era convencer al pĂşblico que, en un espacio de 53 metros cuadrados, sentados en las sillas del comedor, el sofĂĄ de la sala y hasta la cama donde duermo podĂ­an contemplar una galerĂ­a compuesta de 86 fotografĂ­as y un par historias de viajes en bicicleta.

JUNIO/17 ÂĄManos a la obra! Sin importar si alguien mĂĄs, aparte de mi nĂşcleo social y familiar se interesarĂ­a en las fotografĂ­as y las historias de esta aventura, agrupĂŠ y separĂŠ varias fotos en cada pared para representar una emociĂłn. A partir de esto dispuse de 7 espacios y construĂ­ un relato que viajaba por aquello que yo habĂ­a sentido rodando en la bicicleta por diferentes lugares de Colombia y Europa.

ĂĄ, ChocĂł - 2009

Ă­a SaldaĂąa, Tolima - 2016

La bondad de la tierra colombiana y sus campesinos


En la Virginia, Risaralda una seĂąora de la cual no logro recordar su nombre, me regalĂł dos piĂąas y con ellas, su sonrisa. Gestos imborrables que hacen parte de los detalles y la sorpresa de un viaje. Las dos piĂąas viajaron durante dos dĂ­as amarradas en la parte trasera de mi bicicleta. No tenĂ­a la forma de pelarlas, asĂ­ que pueblos mĂĄs adelantĂŠ, entrĂŠ a un restaurante, donde una seĂąora que relacionĂŠ en mis diarios como Fabiola, me explicĂł una manera fĂĄcil y sencilla de quitarles la cĂĄscara y el corazĂłn. Una piĂąa fue mi almuerzo, y la otra, la cena de un habitante de calle que pasaba por el lugar.

Ă­a Salento, QuindĂ­o - 2015

Ă­, Cesar -2014

En el 2014 atravesando las eternas rectas del Departamento del Cesar, la imprudencia de un camiĂłn que intentĂł sobrepasar un auto, por poco termina con mi vida y la de mi acompaĂąante. Una acrobĂĄtica maniobra nos permitiĂł lanzarnos a la cuneta justo a tiempo. Ă­a Salento, QuindĂ­o - 2016


Ă­a TadĂł, ChocĂł

El viaje en bicicleta es un viaje lento. Un viaje que enseĂąa a mirar arriba, abajo, a los lados. Es como un pabellĂłn de detalles que enseĂąan a encontrar sorpresa en cada curva del camino. La Colombia rural cuenta asombrosas historias del conflicto, algunas parecen inventadas, sacadas de una gran novela. No me gusta hablar de las cosas negativas de un viaje, y es que en realidad, no tengo nada negativo para darle importancia. Cada momento de estos diez aĂąos me ha enseĂąado valiosas lecciones para mi vida, pero no puedo negar que el miedo es una sensaciĂłn alucinante que en ocasiones me acompaĂąa.

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El miedo es una droga alucinante


Se suponĂ­a que el viaje habĂ­a terminado hace dos dĂ­as en Turbo. Pero no fue asĂ­, un nuevo destino apareciĂł en el mapa y aĂşn seguĂ­a “dando loraâ€? en bicicleta por una trocha del UrabĂĄ AntioqueĂąo con destino a Cartagena, la capital del departamento de BolĂ­var. La vĂ­a que conduce a San Juan de UrabĂĄ desde NecoclĂ­ era una piscina de barro. Al costado derecho, uno detrĂĄs de otro, una fila de carros esperan a que abran la vĂ­a. Al parecer, el atasco lleva varios dĂ­as. Los conductores se las han arreglado para dormir, comer y hasta han encontrado la manera de babosear el tiempo jugando cartas. DespuĂŠs de un largo tramo sorteando la trocha, sobrepasamos por “un laditoâ€? al responsable: un camiĂłn doble troque volcado sobre la vĂ­a. Creo que mi amigo y yo coincidĂ­amos en dos sensaciones: la primera, ir en bicicleta era mucho mejor, asĂ­ tuviĂŠramos salpicada hasta el alma de barro, que estar en el trancĂłn; la segunda, que nos habĂ­amos metido en la grande, al aceptar la invitaciĂłn de dilatar nuestros dĂ­as de viaje por los Montes de MarĂ­a.

EL MARRANO NÂş 24

ÂżQuieres leer la historia completa?

Â? Â? Ă­a - 2009

E L PAI SA William GĂłmez GĂłmez es su nombre, oriundo de MedellĂ­n. Durante mĂĄs de 20 aĂąos habĂ­a recorrido las carreteras de Colombia en su camiĂłn transportando mercancĂ­as de un lugar a otro. Su contacto con la realidad lo habĂ­a convertido en un conocedor del conflicto armado colombiano. Su manera de contar historias era directa, sin rodeos, el Ăşnico adorno en su relato era su acento paisa “arrastradoâ€? entre madrazos y groserĂ­as. Me recogiĂł en Arboletes, Antioquia y durante 3 dĂ­as vivĂ­ una aventura a bordo de su camiĂłn cargado de bananos.

AZULEJA

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Azuleja es el nombre que lleva mi primera bicicleta. La llamĂŠ asĂ­ por el color azul del mar del Caribe, donde lleguĂŠ despuĂŠs de pedalear mĂĄs de 950 kilĂłmetros desde BogotĂĄ en el aĂąo 2007. Pero la historia empieza un poco antes, Azuleja no era azul y peor aĂşn, no era mĂ­a. La conseguĂ­ como un prĂŠstamo que me hizo Fernando Devia Trujillo, un compaĂąero de la universidad quiĂŠn en un tono de burla y buena onda, me prometiĂł que, si concluĂ­a la aventura de llegar a Santa Marta, la bicicleta serĂ­a mĂ­a. Tiempo despuĂŠs el color amarillo con negro de la pintura cambiĂł a Azul y surgiĂł una bicicleta que me acompaĂąarĂ­a en un par de viajes en bicicleta por Colombia.


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€ ó, Chocó - 2015

­ Ăł, Colombia - 2016 ‚ Â? Â? ƒ

EspaĂąa en bici

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Es la primera aventura en solitario. Todos los viajes hasta el 2015 los habĂ­a hecho acompaĂąado de un viejo amigo. Juntos habĂ­amos compartido la pasiĂłn de viajar en bicicleta por varios aĂąos, disfrutando de todo lo que una aventura de esta naturaleza entrega: bellos atardeceres, sorprendentes historias, nuevos amigos y grandiosos recuerdos. Sin embargo, el Ăşltimo viaje que habĂ­amos hecho juntos a la Guajira en el aĂąo 2014 habĂ­a fracturado nuestra relaciĂłn. Cada uno de nosotros tenĂ­a objetivos diferentes. En lo que respecta a los mĂ­os, querĂ­a viajar sin afĂĄn, documentando y sobre todo permitiĂŠndole a la marcha del viaje su propio tiempo. Si debĂ­a quedarme unas horas, incluso dĂ­as, recopilando el testimonio para la construcciĂłn de una historia estaba dispuesto a hacerlo. ViajĂŠ a EspaĂąa en el verano del aĂąo 2015. En esa ocasiĂłn me acompaùó una bicicleta de ruta a la que llamĂŠ Palomo, como el “caballitoâ€? del libertador SimĂłn BolĂ­var. Este viaje tenĂ­a una ruta trazada de 900 kilĂłmetros desde Madrid a Barcelona, pasando por Valencia. No solo era mi primera aventura solo, tambiĂŠn, estaba pedaleando lejos de Colombia, enfrentado nuevas reglas y dinĂĄmicas sociales. Desde el primer dĂ­a no hice mĂĄs que huir de la Guardia Civil, que en varias ocasiones me advirtiĂł que estaba prohibido viajar por las carreteras principales. Esto dificultĂł el plan de viaje que inicialmente tenĂ­a, con GPS en mano y un poco de improvisaciĂłn busquĂŠ vĂ­as alternas, lo que dificultĂł la bĂşscqueda de alimento y refugio. No fue una prueba fĂĄcil, pero junto a la Ăşltima foto en la Sagrada Familia, quedĂł un gran recuerdo acompaĂąado de una fuerza y convencimiento que el Ăşnico que necesitaba para viajar era a mĂ­ mismo.

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De la puerta del Sol a la Sagrada Familia fueron 986 kilĂłmetros y 9 dĂ­as de lecciones imborrables. Este viaje tuvo varios efectos positivos en lo que habĂ­a hecho hasta ese momento como periodista y como cicloviajero. ComprendĂ­ que despuĂŠs de todo, podĂ­a encarnar varias funciones al mismo tiempo: el periodista, el mĂŠdico, el ciclista, el mecĂĄnico. Si bien ya tenĂ­a experiencia viajando en bicicleta, marchar solo retĂł mi recursividad y la capacidad para resolver eventualidades durante el viaje. Esta experiencia me permitiĂł reconocer la oportunidad y la responsabilidad que tenĂ­a para contar aquello que uno vive encima de una bicicleta desplazĂĄndose por un territorio.


La historia del girasol Salir de Madrid fue un baldado de agua frĂ­a, helada, congelada. No habĂ­a completado los 15 kilĂłmetros de recorrido y ya tenĂ­a un lĂ­o con la policĂ­a. Las cĂĄmaras de un tĂşnel se percataron de mi presencia y un carro de bomberos fue a escoltarme hasta la salida. AllĂ­ afuera, dos agentes me interrogaron. Uno de ellos, reportaba a la central mi nombre y mi nĂşmero de pasaporte; mientras el otro, me preguntaba quĂŠ carajos hacĂ­a yo en EspaĂąa. Siempre respondĂ­ con la verdad, mostrando incluso, mi carnet y una carta que me acreditaba como estudiante de la MaestrĂ­a en Periodismo de Viajes de la Universidad AutĂłnoma de Barcelona. Pero no fue suficiente, no me creyeron. Lanzaron una advertencia muy seria: de volverme a ver en la autovĂ­a reseĂąarĂ­an mi pasaporte. Se aseguraron que regresara a Madrid y se marcharon. Con ellos se marchĂł tambiĂŠn la ilusiĂłn y el entusiasmo que tenĂ­a esa maĂąana.

20 15

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En un barrio de Madrid, esperando el verde de un semĂĄforo, me encontrĂŠ con un ciclista. nos miramos y con un breve movimiento de cejas nos saludamos. Cruzamos la calle a la par caminando abajo de nuestras bicicletas. Cuando llegamos al otro lado de la acera, pensĂŠ que, sĂ­ estaba montado en una bici, seguramente conocĂ­a otro camino para salir de la capital. Su nombre era Carlos y no solo sabĂ­a cĂłmo salir de Madrid en bici, era el dueĂąo de una tienda de bicicletas. En su oficina me explicĂł en Google Maps las maromas que tenĂ­a que hacer para evitar los tĂşneles y la carretera principal. DespuĂŠs de un delicioso desayuno que me ofreciĂł, emprendĂ­a mi segundo intento siguiendo el serpenteo del RĂ­o Manzanares. DebĂ­a llegar a TerracĂłn antes de las 5 de la tarde. Me advirtiĂł que, gracias a las altas temperaturas, podĂ­a contar con la suerte de no encontrarme a la Guardia Civil durante los primero kilĂłmetros antes de tomar la vĂ­a de servicio, por donde si estaba autorizado el trĂĄfico de ciclistas. Fue una contra reloj sin agua, soportando como lo describĂ­a la prensa en esos dĂ­as: el verano mĂĄs intenso en 50 aĂąos. Faltando unos 3 kilĂłmetros sentĂ­ mareo, por poco me caigo de la bicicleta. La sensaciĂłn de sed y agotamiento fueron mi almuerzo. DecidĂ­ descansar detrĂĄs de unos arbustos. Un poco mĂĄs a delante donde habĂ­a descargado mi bici, habĂ­a un girasol erguido en la mitad de la nada. Ese girasol apuntaba a la carretera y le daba la espalda al sol. En ese momento recordĂŠ el gusto que tenĂ­a mi abuela por los girasoles, esto no me quitĂł el hambre y ni la sed que tenĂ­a, pero mentalmente me ayudĂł tomar fuerzas, me levantĂŠ del cĂŠsped y continuĂŠ. Un ĂĄngel me estaba cuidado desde el cielo.

La bici me otorgĂł un lugar como profesional, colombiano y humano.

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07 10

Se preguntarán ¿Cómo surgió la idea de viajar en bicicleta? Todo se lo debo a “Los Edukadores” una película del Austriaco Hans Weingartner. Este largometraje hace una fuerte crítica al sistema socioeconómico tradicional en Alemanía, allí un grupo de tres amigos activistas, idean una manera para protestar ante la diferencia de clases sociales. Si bien la película no tiene absolutamente nada que ver con un viaje en bicicleta, creo que se conectó profundamente con una difícil etapa de mi vida: diciembre del ipsum 2007 perdíaLorem la beca que me permitía continuar mis estudios de Periodismo, no tenía dinero y era probable que aplazara el semestre. En ese mes había conseguido un trabajo como auxiliar en una planta de producción que me doblaba en horario, estaba fisicamente agotado y mis relaciones familiares estaban deterioradas y un problema de salud me aquejaba. Quería huir y se me ocurrió hacerlo en bicicleta. A Hans tuve la oportunidad conocerlo unos años después en el invierno del 2010 en Berlín, Alemania.

­ ó - 2009

Colombia mi lugar favorito

En el año 2015 fui invitado por el Maestro Filiberto Pinzón de la Casa Editorial El Tiempo, para hacer parte de “Los Párvulos de Fili” un proyecto académico de formación en fotografía digital. En este espacio tuve la oportunidad de presentar un trabajo fotográfico que llamé “Bajo Ruanas” un registro de 10 fotografías mostrando la vida diaria de nuestros ciclistas campesinos antes de la fama, las fotos y las entrevistas. En esta fotografía aparece Juan Diego Alba el nuevo integrante del Equipo Profesional Movistar Team ayudando a sus padres en las labores del ordeño.

á - 2015


El Crucigrama del

CHOCÓ

La empresa privada le paga a los grupos armados vacunas. Los grupos armados desplazan a las comunidades, familias campesinas poseedoras de sus tierras y no propietarias. Es decir, heredaron sus tierras pero no están legalizadas ante el Estado Colombiano, no hay un título valor que lo acredite.El dinero de la extorsión reposa en los bolsillos de los grupos armados. Pero hay un negocio más rentable: el narcotráfico, el contrabando y la minería ilegal. La tierra que abandonaron, los ahora llamados desplazados por la violencia, es tomada para el cultivo de ilicitos por grupos al margen de la ley. En muchos casos las multinacionales también ocupan el terriotorio para la explotación de recursos naturales, principalmente oro y platino. Estas Megaempresas han firmado acuerdos con el Gobierno Nacional yno son consideradas como una actividad ilegal es decir, cuentan contaminar los ríos con licencias ya acabar los recursos naturales. Río abajo hay un paisano intentando sacar oro de manera artesanal, tal cual como sus abuelos lo hicieron toda la vida. Pero sus dos manos no pueden competir contra la enorme draga de la multinacional. Será mejor dedicarse a la pesca, ¿pescar? ¿qué va a pescar? si los peces han sido envenenados, han muerto. La causa: los químicos y las sustancias usadas por las multinacionales río arriba ¿la agritultura no puede ser una opción? podría serlo, pero las cosechas y la explotación de madera, se ve frustrada por los altos costos de trasnporte vía terrestre a otras veredas y ciudades cercanas, no olviden que la “carretera” sigue esperando que sus dirigentes cumplan lo que le prometieron. Los unicos que si cumplen lo que dicen, son los grupos armados. Ellos desplazan y en algunas ocaciones asesinan injustamente a quienes no pagaron la vacuna. Parece ser que vincularse a la cadena de producción de ilicitos o enfilar un grupo armado es una de las mejores opciones para sobrevivir. Los puestos de trabajo en las multinacionales como operador de una máquina o vigilante de las obras, ya están ocupados y el hambre en los hogares no da espera. Aquellos que se fueron e intentan regresar, muy posiblemente econtrarán en el patio de su casa, una empresa Americana, Canadiense o Colombiana si de producción de coca se trata. Bienvenidos al lugar donde más llueve en Colombia, pero donde menos agua potable hay. Saluden a la tierra donde se extrae uno de los metales más costosos del planeta, pero menos oportunidades existen. Abracen al pueblo que debería ser el más triste, pero inexplicablemente es donde más sabor, sonrisas y alegría existe. Tómado del diario de un viaje en bicicleta al Pacífico Colombiano en el año 2015

­ ó- 2016

- 2015

“la bici es mi casa” @biciclown


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V IAJ E AT RAV É S D E LA T E C N O L O G �A Sin touch, sin Internet móvil, sin saldo en el celular, y tambiÊn, sin seùal la mayoría del tiempo. Así fue el principio de todo. Una Êpoca donde poco o nada se compartía en nuestras redes sociales. Escasamente, y si la cobertura lo permitía, lograba hablar con mi familia y amigos para avisar que todo estaba bien. La plataforma para compartir esta experiencia fue Facebook y no en tiempo real, eso simplemente era imposible. ViajÊ con una cåmara de bolsillo, compacta de 256 MB de capacidad, a la que había que conectarle un cable y esperar mås de 15 minutos para descargar 200 archivos. Solo hasta el aùo 2014 cuando el Internet móvil hacia parte de nuestra cotidianidad, a travÊs de Instagram empecÊ a contar el viaje en tiempo real a travÊs de fotografías. Aquello de los influenciadores, la importancia de los seguidores, el Live y todo lo que hoy compartimos en nuestra realidad, fue llegando con el tiempo junto a una valiosa oportunidad para compartir de manera mås intima todo lo que sucede viajando en bicicleta.


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“Viaje a la Eternidad� Alto de Letras, en memoria de Camilo Maecha

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Ă­as, Guajira 2014

Â? - 2009

Un tarde en el Banco sorprendĂ­ a dos pequeĂąos a orillas del RĂ­o Magdalena. Uno de ellos estaba, como acostumbro a decirlo: “ cambiandole el agua al canarioâ€? mientras su amigo sostenĂ­a una bandeja con cocadas que vendian por las calles del pueblo. Por fortuna mi cĂĄmara estaba prendida y logrĂŠ capatar ese momento. Los niĂąos estallaron en risa cuando vieron su retrato en la pantalla de la cĂĄmara. El que estaba orinando, tomĂł una cocada con sus manos y me la regalĂł. No me la comĂ­, la tirĂŠ al riĂł, lo acepto. Pero aĂąos despuĂŠs con esta fotografĂ­a puedo darme cuenta que cuando somos adultos nos preocupamos mĂĄs de lo necesario, por aquello que realmente no vale la pena.

Mi mejor herencia fue aprender a montar bici ÂżCuĂĄl es la tuya? La exposiciĂłn estuvo abierta al pĂşblico por 9 semanas. Durante este tiempo 86 personas asistieron a mi casa para viajar a travĂŠs de la fotografĂ­a y las historias que una dĂŠcada de viajes han dejado para la posteridad. KilĂłmetros de gracias hoy por viajar a travĂŠs de esta pantalla @andreszame


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