Muchas horas de entrenamiento, de sueños, de ilusiones, de pasiones, de esfuerzos; se juntaban la noche anterior al preparar todo. Sin duda alguna, lo más difícil no es ponerse a punto para salir a competir, es conseguir quien comparta este sueño contigo y esté dispuesto a apoyarte con los recursos necesarios para poder cumplirlos, estas metas. De verdad muchas gracias a la empresa Batery con sus excelentes barras BOLT por confiar en mí, por creer en esta locura. Gracias a Christian Freile como gerente de la empresa por compartir esta pasión y a Andrés Vásquez por preocuparse que cada detalle esté listo para mi partida. Sin ustedes todo esto hubiera sido imposible.
Preparo todo, el material tiene que estar listo, en su lugar, la mochila preparada, las cosas necesarias guardadas, no hay posibilidad de olvidarse algo. Como cuando uno prepara una salida o expedición a la montaña, debe revisar el equipo una y otra vez. Todo está listo, listo para levantarme, bañarme y salir. Son las 2am y el taxi llama a avisar que está en la puerta, empieza el viaje. Uno ve las luces de la ciudad y lo único que piensa es, llegó la hora.
Llegamos al sitio de partida, la Hacienda la Martina, precioso lugar. La logística de la carrera de primera, la carpa de preparación impecable, unos 300 mts2 de mesas para alistarse, sillones para descansar a la llegada, aire acondicionado, puntos de hidratación de primera (PC), todo pensado en beneficio del corredor, todo claro. Concentrado en cada detalle y con la adrenalina a 1000, uno empieza a calentar un poco, regresa a ver a todo lado y cada competidor que hay. Qué orgullo poder estar aquí. A la línea de partida, faltan minutos para las 4am y poder largar, pasa el tiempo, inicia la cuenta regresiva… 5, 4, 3, 2, ,1… empezó. La gente sale como loca a intentar tomar la punta, idealmente pensaba salir con un ritmo fresco hasta estabilizarme, imposible. Sé que si salgo así, llego en el puesto 50. Tengo que apretar, no hay opción. El trayecto inicia con una ruta no muy técnica pero de cuidado para los tobillos. El ritmo es fuerte pero se estabiliza, sé que estoy entre los 15 primeros, llegamos al primer PC, excelente todo: hidratación, comida fría y caliente, geles, platanito, todo lo que uno
Hago pelotón con un brasileño, un costarricense y un chileno; nadie quiere aflojar. Nos vamos alternando para abrir, me quedo atrás para sacarme algo del zapato que me molesta, el ritmo es duro y me cuesta alcanzarlos nuevamente. Viene una sección dura de subidas y bajadas técnicas. Empezamos a tomar un buen ritmo, la señalización es de primera, aunque a veces casi nos perdimos, pero siempre alguien alerta al grupo que no se desvíe. Me doblo el tobillo y me caigo medio duro, y el brasilero se da la vuelta para ayudarme a
parar, qué gran gente me encontré de verdad. No dejo que eso me frene, no hay dolor, me repito. El costarricense se queda con el brasilero; el chileno y yo nos despegamos no sin antes desearles toda la suerte. Llegamos a una sección de ascenso de 600mts positivos, no hay como aflojar. Las luces atrás dan testimonio de muchos que nos pisan los talones y de vez en cuando, aparece una luz adelante que se transforma en el siguiente objetivo.
Llegamos al PC2 con tiempo suficiente para pasar el Chip; tomar algo de comer al paso; rellenar un termo. Empieza una bajada técnica de unos 800 mts negativos con todo suelto: hierba, rocas en la mitad y lodo. Ya había amanecido y queríamos llegar al PC3, ya para dejar ahí el material que no queríamos (existía esa posibilidad para los de 80k). Qué dura y larga la bajada en verdad. Llegamos, en cada PC la gente con una energía increíble, todos apoyan, todos empujan. Le veo al brasileño que ganó en Ecuador sentado con hielo en el pie, le pregunto… ¿Qué pasó? “Caída y me doblé el tobillo” (con su buen acento de la tierra de la samba). ¡Qué cagada! le digo. Sigo antes de que me dejen, hay que apretar, no queda de otra.
Empiezan las piernas a sentir el trajín. Iniciamos una sección de subidas y bajadas y le alcanzamos a otro chileno, ya somos tres. El último en sumarse impone el ritmo e intenta despegarse, nosotros no le dejamos. Empezamos a pasar gente, van poco a poco; pero el salir como locos al inicio les pasa la factura a muchos. Empiezo con los calambres… uff falta mucho aún y ya empecé me decía, tomo electrolitos y trato de mantenerme bien hidratado. ¡Dale, dale! Empieza la sección más dura, 25km todo de subida, constante pero sin tregua, 1000mts positivos. Que eterna se me hizo, lo juro, pensé que no se acababa, nunca. Los chilenos se me despegan, sigo y trato de mantener un ritmo. De repente me pasa otro, dale loco, no puedes aflojar ahora.
Le veo a uno de los chilenos a un lado del camino con problemas estomacales, vamos ahí me digo, acelero. Empieza la sección más parada donde uno tiene línea de vista de 1 km para adelante y 1 para atrás. Le veo que me sigue sin tregua. Aprieto, respiro, trato que el dolor se me olvide. Le alcanzo al otro que me había pasado (Max), saludamos y nos alentamos, qué lindo esto. Un paisaje increíble, los glaciares al lado, las montañas, el Cerro Plomo… los espacios que más amo y respeto en este mundo y ahora corriendo por aquí, que suerte tengo me digo. Sigo y no aflojo, me pisan los talones, les puedo ver a unos 500mts atrás.
Llego al PC5 y la gente me anima, me dice vamos ahí que estás entre los 10 de la general y de los primeros de tu categoría. Salgo no sin antes gritarles, ¡aguante la AKD! Viene la última sección de la subida, ufff qué dura, secciones muy paradas, pero el paisaje paga todo. Me siguen los calambres, me da un bajón duro, trato de comer y mantener el ritmo. Veo atrás y les veo a los que me siguen cada vez más pegados. No es momento de quejas ni nada, a seguir, no hay de otra. Corro solo conmigo a tope, la cabeza, las ideas, todo ahí… ¡qué linda es la vida!
Llego al PC6 con toda la gente aplaudiendo y alentando, me dan palmadas de ánimo y me recuerdan que solo queda bajada. Les grito que mil gracias y parto. ¡Aguante la AKD! Viene algo más de 16km. todo bajada. El inicio tiene tramos técnicos, pero da tregua a las piernas para respirar. Tengo línea de vista con los que me siguen, cada cierto tiempo regreso a verles y veo que se me acercan cada vez más. Arenales, piedras, tengo los zapatos llenos y me duelen al pisar, debo parar, hazlo rápido, pero hazlo. Trato de zafarme los cordones pero está muy apretado y los dedos no funcionan, ya nada loco a aguantar se ha dicho. Me levanto y empiezo de nuevo, regreso a ver y ahí siguen, por Dios no me dan respiro.
Llegó el momento en el que me dije, aquí no te van a pasar, falta tan poco para llegar, eso jamás. Empiezo a bajar como enfermo, tengo ya línea de vista con la llegada, seguro los km de descenso más rápidos que he hecho en mi vida. Poco a poco los empiezo a perder, pero no quiero aflojar, porque no sé dónde están. Le doy y le doy, gozo con esa bajada, soy feliz, me río solo y disfruto cada segundo que queda, me acuerdo de mi gente, de todos. Las secciones son muy técnicas y merecen un par de suelazos, pero la alegría y la risa están presentes y el dolor se desvanece. El dolor pasa. Llego al último PC, al tope de la bajada, me abrazan los voluntarios, y me dicen que faltan solo 5km. Tengo una sonrisa que no puedo más.
Le doy y le doy con todo lo que tengo, salgo del bosque y entro a los últimos metros antes de la llegada, por una vía pavimentada. Estoy completamente feliz y agradecido con todo. Sé que faltan segundos para terminar, para verle a mi familia, a mi hermano que me esperaba en la llegada. Me topo con gente de todas las edades, de las otras distancias que me animan y yo a ellos. Faltando pocos metros le veo al Juanse que me pone esa sonrisa de siempre, la Nata toma fotos. Me pasan la bandera del Ecuador para cruzar. Cruzo la meta… se acabó al fin. Le abrazo a mi hermano, tatas, tía, Nata. ¡¡¡Estoy tan contento!!!
Me abrazo y saludo con otros competidores. Al fin se terminó, largas noches de sueños, de esfuerzos no solo míos, de mucha gente. Al cruzar me dicen que parece que llegué segundo en mi categoría, me emociono muchísimo, pero con los cómputos finales quedo cuarto. Estoy contento sin duda, pero me queda la espinita de ese poquito más, de ese casi, de ese extra que pudo haberme dado el 3. Pero regresaré el próximo año, sin duda, a quitarme la espinita.
He aprendido mucho de lo vivido aquí, me llevo muchísimas enseñanzas. Mil cosas que debo corregir, en que debo entrenar más, en que debo fijarme mejor para prepararme: mi alimentación y el equipo. Pero lo más valioso, me llevo varios amigos, gente increíble, paisajes majestuosos maravillosos, y el cariño de la familia. He vuelto a enamorarme de mi segunda tierra, una vez más.
Muchas gracias a Jessica García Fernández por su cariño, apoyo y paciencia incondicional; a mi hermano por todo; a mi familia en general por estar ahí siempre; a mis amigos corredores por todo; a Millan Ludena por el acolite con todo; a Gabo Montero por las cosas de último momento; todos los panas que estuvieron pendientes y en especial a BOLT por apoyarme en este sueño.