12A l MIÉRCOLES 15 DE AGOSTO DEL 2018 / LA NACIÓN
MIÉRCOLES 15 DE AGOSTO DEL 2018 / LA NACIÓN
ALDEA GLOBAL
www.nacion.com Ivannia Varela editora de Aldea Global ivannia.varela@nacion.com
Batas hospitalarias
Alimentación
Tienen el mismo corte de sus trajes indígenas
63% pide no comer cerdo y 50% solicita comidas sin sal
Implementos de higiene
Los reciben en bolsitas con decoración indígena
l ALDEA GLOBAL l 13A Hidratación 64% pide un té tradicional de hierbas
D Centro médico de San Vito de Coto Brus respeta su cultura
Mujeres ngöbe llevan su partera al hospital y deciden en qué posición dar a luz
Se planea una casa para que las futuras madres pasen la víspera de su parto. En la foto, Adonai González con su hijo Estuard. JOHN DURÁN Carmen Romero es una partera tradicional. Ella acompañó a su hija en el hospital, cuando nació su nieto. Vive en La Casona, en Coto Brus JOHN DURÁN
Hospital tendrá sala de partos y casa de espera para indígenas Irene Rodríguez S. irodriguez@nacion.com SAN VITO, COTO BRUS. - El Hospital
La niña Xiomara Villaneda nació en el Hospital de San Vito. Sus papás, Brígida y Rufino, venían del Ebáis, donde se le hizo a la bebé la prueba de tamizaje. JOHN DURÁN
APueden pedir su música y el tipo de bata que quieren usar, así como tener con ellas a un traductor o conocedor en medicina de su etnia AIndígenas reconocen que el trato es diferente y eso les da más tranquilidad; también son preparadas para el parto x:
Irene Rodríguez S. irodriguez@nacion.com SAN VITO, COTO BRUS. - Son las 4 p.
m., de un miércoles, en el Hospital de San Vito de Coto Brus, cerca de la frontera con Panamá. Marta Marcusi, de la etnia ngöbe, llega al servicio de Emergencias. Tiene 36 años y es su noveno embarazo. –¿Vino solita?–, le preguntó el enfermero Elián Valverde. –Sí–, respondió ella. Previo a su primera revisión, Marta escogió vestir un traje verde y el mismo corte que utilizan las ngöbes en su vida diaria. Las mujeres de esta cultura que dan a luz en este centro médico tienen la opción de ponerse la bata de hospital convencional o ese otro vestido. Valverde le explicó a Marcusi que también tiene derecho a traer o llamar a una partera de su agrado para que la asista en el parto, o a algún conocedor en medicina tradicional de su etnia, o bien, a un asesor cultural o alguien que le
ayude a traducir al español. Además, su esposo o quien ella decida, puede permanecer a su lado todo el internamiento. Le recalca que puede traer al mundo a su bebé en la posición que mejor le resulte, es decir, que tiene más opciones que dar a luz acostada (lo convencional en los sistemas de Salud) y puede hacerlo según aconsejan las parteras tradicionales: sentada, de cuclillas o de pie. A la mañana siguiente, con su hijo en brazos, Marta afirmó que la atención del parto fue muy diferente a la de los embarazos anteriores. “Nunca se habían preocupado tanto por mí, o por tomar en cuenta mis creencias o formas de pensar. Antes, me dejaron una vez tirada en el pasillo”, recordó la madre, quien había tenido a algunos de sus hijos anteriores en la casa y a otros en el centro médico. Justo a su lado, Inés Romero, de 13 años, acunaba a su primer hijo. Ella estuvo acompañada de su madre en toda la labor de parto. Su mamá no es partera, pero sí tiene conocimientos bá-
Ermelinda Palacio Montezuma, de la comunidad ngöbe, se prepara para tener a su bebé en el Hospital de San Vito. JOHN DURÁN
sicos y la guio con su voz, mientras los obstetras hacían su trabajo. “Me siento bien y el bebé está bien. Yo estaba asustada, pero mi mamá cantó y me fue guiando”, dijo la adolescente. Los casos de Marta y de Inés no son aislados; son la norma para las mujeres de esta población indígena cuyos embarazos no representen un alto riesgo. El personal médico reconoció que antes el Hospital no tomaba en cuenta el aspecto cultural al atender los partos de estas mujeres. “Era ingrato ver la barrera del idioma en algunas, o la forma en la que se les decía: ‘Quítense el calzón’. Si estaban con el esposo a la par no iban a hacer eso; es parte de su cultura”, dijo César Díaz, supervisor de Enfermería del Hospital.
El detonante. Este programa de
atención no nació de la nada. El hecho que encendió todas las alarmas del centro médico fue la muerte de una mujer de la religión mamatata mientras daba a luz en su comunidad, en el 2016. Ella nunca fue trasladada al hospital pese a las complicaciones que tuvo. Funcionarios de la CCSS y del Ministerio de Salud fueron hasta el caserío de los mamatata para averiguar por qué no habían acudido al centro médico. Comprobaron que los partos se daban en lugares carentes de las medidas mínimas de asepsia y que esto exponía a las madres y sus hijos a infecciones y complicaciones. La respuesta de los indígenas cayó como balde de agua fría:
“Ustedes no respetan nuestra cultura y todo quieren hacerlo a su manera”, les dijeron. Fue cuando se empezó a buscar formas de que esta comunidad sintiera los servicios de salud más cercanos y seguros. Una de cada cinco de las mujeres que acude al Hospital de San Vito es ngöbe, por lo que era vital adaptarse a ellas. En esta comunidad, muchas mujeres tienen su primer hijo entre los 13 y 14 años, y son comunes las familias de más de cinco hijos. “Aunque en los últimos años, se ha visto una reducción de seis a cuatro”, aclaró Alexandra Gamboa, médica que trabaja como voluntaria y funge de enlace entre la comunidad indígena y el Hospital de San Vito. Hasta el momento, los cambios han dado frutos. Kattia Palacios tuvo a su cuarta hija en febrero pasado y, en este último parto, detectó cambios favorables en la atención. “No era como antes que me dejaban sola y únicamente tenía derecho a la visita. Me preguntaron que si quería oír mi música y hasta pude escoger cómo quería tener al bebé”, expresó Palacios. Los cambios se ven en los cursos preparatorios para el parto, donde se les envía una buseta que las recoge en su comunidad y las lleva al hospital, para que ellas puedan conocer el proceso semanas antes del alumbramiento. ■
Mujeres indígenas reciben una atención de salud “híbrida” como una medida para acercarlas al centro médico. Antes se veían obligadas a escoger entre su tradición y el cuidado estatal. JOHN DURÁN
La ‘medicina blanca’ y la tradicional se funden en La Casona Irene Rodríguez S. irodriguez@nacion.com
La visión mística que la cultura ngöbe tiene sobre la gestación y el alumbramiento podría chocar con la práctica clínica de la obstetricia. Por ello, en el Ebáis de La Casona, Coto Brus, la “medicina blanca” (como llaman los ngöbes a la medicina alopática) se combina con la tradicional desde el 2012. “En el Ebáis siempre me han atendido muy bien. Siempre han sido muy amables conmigo”, señaló Mayela González minutos después de tener a su bebé, mientras se encontraba en el Hospital de San Vito. Cuando una mujer de esta etnia se entera del embarazo, no solo lleva el control con la partera. Se le motiva a que también siga el consejo de los médicos y personal de Salud.
SAN VITO, COTO BRUS. -
“Se trata como un embarazo normal, pero se les respeta su cultura. Se sabe que muchas tienen parteras que las atienden. Se comprende que sean más reservadas al comunicar lo que sienten o al dejarse revisar”, contó Melania Valverde, quien no es médica titular en La Casona, pero ha trabajado allí. Estímulos. En el centro de salud
se entrega material informativo en idioma ngöbere, y este se ilustra con mujeres indígenas. Asimismo, a las futuras madres se les entregan bolsos con suministros de higiene personal para motivarlas a que regresen al Ebáis a las citas de control. Los bolsos son diseñados por mujeres ngöbes y están bordados con motivos tradicionales. También se imparten cursos de preparación especialmente para ellas. Se les recalca
que pueden llevar a su partera o líder espiritual al parto. Posparto. Antes de que la mujer
salga del hospital, en el centro médico se le asigna la primera cita en el Ebáis, para agilizar la atención del menor. Brígida Palacios y Rufino Villareal llevaron a su hija Xiomara, de tres días, a control. Ellos tuvieron a su segunda hija en el Hospital de San Vito. “La atención en el hospital fue muy buena, ahí nos dijeron que hay que estar viniendo al Ebáis. Sí hay mejor atención de la que tuvimos con nuestro hijo mayor (de tres años y nueve meses)”, comentó Palacios. Las autoridades del Hospital confirman que hay muy buena relación con el Ebáis y que ellos saben en qué momento deben referir a una embarazada o a un menor recién nacido, pues ya se tienen protocolos establecidos. “Si las mujeres se sienten tomadas en cuenta por su cultura desde el Ebáis, les será más fácil acudir al hospital para tener a su hijo, o si este requiriera atención ya después de nacido”, acotó Alexandra Gamboa, médica enlace entre la comunidad indígena y el Hospital de San Vito. ■
de San Vito está construyendo una sala de partos exclusiva para esta comunidad en la que las futuras madres puedan sentirse más a gusto e identificadas. Aquí habrá una silla adaptable a múltiples posiciones para dar a luz. También se acondicionará un espacio para una persona acompañante (pareja, mamá, abuela), así como para la partera, el médico indígena o el asesor cultural. Asimismo, las pacientes tendrán la posibilidad de oír su música de forma más privada. “La idea es tomarlas en cuenta; que esta sala refleje su cultura. Por ejemplo, sabemos que, para ellos, los rombos son importantes pues significan protección. Entonces, es muy posible que esta sala de partos tenga varios rombos”, destacó Elián Valverde, enfermero obstetra y coordinador del programa de atención de partos con pertinencia cultural. Tiempo de vísperas. Jorge Gra-
nados, director del centro mé-
dico, también indicó que, a largo plazo, se planea crear una especie de “casa de espera” para que quienes vienen de más lejos puedan permanecer ahí los días previos al alumbramiento. Esto también es importante porque solo salen dos buses al día desde la comunidad indígena de La Casona hasta el centro de San Vito, y las posibilidades de movilizarse son limitadas. En carro, se tardan cerca de 40 minutos para trasladarse de un lugar a otro. “Para los de la religión mamatata (una de las cuatro presentes en la comunidad ngöbe) el número cuatro es importante. Por eso, desde cuatro días antes de la fecha que ellos calculan que será el parto, la mujer se va a una casa especial para ser atendida por las parteras y las abuelas del bebé. Ahí se hacen cantos y oraciones”, destacó Alexandra Gamboa, médica que sirve como enlace entre la comunidad indígena y el Hospital de San Vito. Aún no hay fecha para abrir esta casa; de momento, solo está en planes, pero esto ayudaría aún más a cerrar las brechas con esta comunidad. ■
Mujeres indígenas como Martha Marcusi serán atendidas en el futuro en una sala especial de partos, ahora en construcción. JOHN DURÁN